nano 153_Pauta viasual 2 columnas 07/11/11 21:10 Página 8
Este trabajo me mata
Cómo hacerse rico con esto del diseño (2) Texto: Nano Trias (www.obaku.es/zenblog) Si hicisteis caso de los consejos del número anterior, en el momento de leer estas líneas estaréis en vuestro despacho acristalado. Bajo vuestra vista se abrirá un mar de mesas y equipos, cargaditos hasta arriba de chicos y chicas en prácticas, con contratos de aprendizaje, o como se llame ahora. Si es así, bien hecho. Ya habéis andado el primer tramo al éxito. Pero como os dije en el número anterior, eso solo es el comienzo. Este sector os reserva sorpresas mucho mayores, que en otras actividades serían impensables ¡o incluso delito! No toda vuestra ganancia debe venir de la creatividad que salga de vuestra empresa. De hecho, eso debería ser solo una pequeña parte. ¿Os imagináis cuantas cabecitas pensantes hay ahí fuera? ¡Muchísimas más que la gente que tenéis en prácticas! Desaprovechar todo ese potencial sería absurdo. Y lo mejor de todo es que hay una forma de hacerlo que está plenamente instaurada y que cuenta con verdaderos adeptos: ¡los concursos de diseño! Lo cierto es que, si os lo tengo que explicar, es que estáis aún demasiado verdes. Es el abecé de todo esto, la piedra angular que ha permitido forrarse con el diseño a ejecutivos de cuentas que no sabrían hacer la O con un canuto. De hecho, en este caso, saber sobre diseño es más un impedimento que una ventaja, así que es mejor que vayáis cambiando vuestro iPhone por una Blackberry. Aunque deba ser una asignatura superada, nunca viene mal darle un pequeño repaso: básicamente, se convoca un concurso abierto a todo el que quiera participar, se ofrece un
premio representativo y te quedas con todas las ideas que se presenten por el precio del premio. Pero visto así, quizás se nos pasen ciertos matices importantes, de modo que es mejor que vayamos desglosándolos: Se convoca un concurso abierto a todo el que quiera participar: ¡ni se te ocurra decir que hay que ser diseñador! Eso les haría sentirse importantes. Todo el mundo es todo el mundo: fontaneros, amas de casa, el conductor del autobús, tu carnicero, un abogado… ¡Sí! ¡lo sé! ¿no es maravilloso? Es uno de los pocos sectores donde puedes seleccionar el trabajo de una persona que nada tiene que ver con la profesión ¡y aun así está socialmente bien visto! Intentadlo con el trabajo de un abogado, un arquitecto o un técnico del gas, y veréis lo que os pasa. Se ofrece un premio representativo. Es cierto que, cuánto más ofrezcas, mejores profesionales se presentarán, pero si hubieses querido un profesional dedicado, habrías contratado uno o habrías convocado un concurso cerrado y remunerado. No es el caso, ¿verdad? Pues eso, re-pre-sen-ta-ti-vo. He visto gente enviar doce o trece propuestas diferentes a concursos que ofrecían un iPod. No digo más. Te quedas con todas las ideas que se presenten: esto es primordial. No te gastes el dinero en un diseñador, que eso es tirar el dinero. Mejor invierte el dinero en un abogado que te redacte las bases. Bien blindaditas, te estarás reservando el derecho de explotación de todas las ideas, su titularidad, la posibilidad de vendérselas a terceros, de usarlas en el futuro o de forrar con ellas la pared de tu casa. Si las bases son buenas,
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todo lo que se presente es tan tuyo que podrías denunciar al participante que lo pusiese en su portafolio. Ahora solo queda hacer números. Pongamos que se presentan dos mil propuestas a un concurso con un premio de seiscientos euros. ¡Te ha salido a treinta céntimos cada diseño! Recuerda que los que no quieras, puedes revenderlos y recuperar parte de la inversión. ¿Son o no son una maravilla? Además, con los concursos de diseño se producen ciertas paradojas que te harán quedar genial si te quedas sin conversación tomando unas copas. Un alto porcentaje de la gente que se presenta son diseñadores noveles, que buscan tener trabajos publicados, por lo que le echan bastantes ganas. Presentándose hacen que el sistema de concursos sea efectivo y rentable. Para los que tendrían que contratarles es más sencillo y barato seguir convocando concursos. De modo que, al final, tendrían que ganar uno o dos todos los meses para poder vivir de su profesión. Otra paradoja divertida es que todos los chicos y chicas que tienes en prácticas dedican su tiempo libre a participar en estos concursos que están organizados por gente que, como tú, no tiene intención de contratar el diseño, pero sí de sacarle beneficio. Es tan redondo, tan bien pensado, que se me saltan las lágrimas. Pero no creáis que esto queda aquí. En el próximo número pasamos al nivel avanzado con un retuerto del lenguaje que deja a los concursos de diseño a la altura del betún. ¿Os imagináis cuál es? Permaneced atentos. ß