nano 154_Pauta viasual 2 columnas 05/01/12 12:43 Página 6
Este trabajo me mata
Cómo hacerse rico con esto del diseño (3) Texto: Nano Trias (www.obaku.es/zenblog) ¿Ya estáis disfrutando de las mieles del éxito? Supongo que, a estas alturas de la lección, y si habéis puesto en práctica lo que vimos en los números anteriores, habréis notado cambios sustanciales: sale a recibiros el director de la sucursal bancaria, ¡incluso os conceden créditos! Los restaurantes de la zona os reservan su mejor mesa, vuestro coche ahora tiene 200 caballos, y ya no pone Ibiza en el portón trasero. Pero no hemos acabado. Aún falta que los concesionarios de coches de lujo se sepan vuestro nombre, que reabran una noche el Bulli para vosotros y que las modelos de Women'secret –o los modelos de CK– os pidan vuestro número de teléfono. Lo prometido es deuda, de modo que llega el momento de desvelar la nueva panacea para hacerse rico con el diseño gráfico, la piedra filosofal que convertirá los garabatos en oro, el rey Midas que hará saltar billetes de las moleskines, ¡la cornucopia que nos proporcionará diseños infinitos con coste cero! El invento es, cómo no, estadounidense. Un pueblo que nos da sopas con onda en esto de inventar formas de negocio, y después vestirlas de fiesta para que creamos que son lo mejor que nos ha pasado jamás. Y una de estas criaturas es tan extraña, tan incalificable y tan poco definida como su nombre: el crowdsourcing. Disfrutad un rato de esta maravilla: crowdsourcing… En español se traduciría por “externalización masiva”, o algún palabro extraño que no atrae en absoluto. Nada que ver con la extraña belleza de crowdsourcing. Aún antes
de saber qué significa, ya suena a algo importante, moderno y muy, muy americano. Lo queremos. La idea es brillante: planteamos un problema, y dejamos que todo el que quiera proponga una solución. Solo contratamos –o compramos– la opción que mejor se adapte a nuestro problema concreto. Lo bueno del sistema es que, por el camino, hemos recopilado “ideas” y otras formas de arreglar nuestro problema que pueden producir poderosas sinergias. Puede que ese procedimiento sea útil en ingeniería, o en cualquier otro campo donde las soluciones sean ponderables. Pero ¿qué sucede cuando trasladas ese mismo sistema a un campo donde impera la subjetividad, donde no existe una solución única a un problema y donde los gustos personales del cliente son un 50% del resultado? Os lo contesto yo: se produce una jaula de grillos donde solo nosotros salimos beneficiados. No hace falta ser demasiado listo para entender que nos tenemos que posicionar en medio, entre el cliente que reclama diseño y los diseñadores que lo ofrecen. Somos el lugar de encuentro, el moderador del debate, la ventana que les permite encontrarse; y todo eso por un módico porcentaje del precio final. Es muy importante que unos y otros solo se conozcan a través de nosotros, y nunca interactúen entre ellos, o adiós negocio. La consecuencia lógica de este proceso es que el diseñador, que sabe que tiene que gustar más que sus competidores, ofrece tantas soluciones finales como es capaz de hacer, generalmente con un briefing bastan-
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te escueto e incompleto y, por supuesto, sin contacto directo con el cliente final para dirigir el diseño a las necesidades concretas de su empresa. El cliente, por su parte, se encuentra con trescientas opciones distintas a su disposición y poca o ninguna formación sobre diseño o comunicación. Y reacciona como reaccionaría un niño en una juguetería: “me gusta la opción 52, pero con los colores de la 38 y la tipografía de la opción 4. ¿Podría ser una mezcla entre la 22 y la 41, pero más seria?” O del tipo: “ninguna de las 250 opciones presentadas representa el espíritu de la compañía, pero la 89 y la 122 se acercan bastante. Seguid intentándolo por ese lado, pero con más garra. ¡Vamos chicos, os estáis acercando y los 150 euros ya son casi vuestros!”. Y de nuevo una jauría de diseñadores retocan sus creaciones para asimilar en ellas los aciertos de sus competidores, y acercarse así a lo que el cliente cree que quiere. El antidiseño, lo sé ¿pero se os ha olvidado que nosotros permanecemos sentados, con los brazos cruzados, y somos los únicos que cobrarán seguro? Estamos aquí para eso ¿no? Lo magnífico del crowdsourcing es que aún está por definir del todo, y que se comporta de un modo diferente dependiendo de cuál sea el sector, el problema o el cliente. El más imaginativo a la hora de aprovechar sus ventajas será el primero en cenar en el Bulli con Miranda Kerr. Quizás, si habéis sido muy buenos, en próximos números os cuente algunos secretos más. Ahora os dejo. Tengo que llamar a Ferran para reservar. ß