El grado de diseño en España Una de las cuentas pendientes del diseño en España ha sido la formación superior. Los cambios que, con la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), se están produciendo en nuestro sistema educativo son una buena oportunidad para regularizar la situación de los estudios de diseño que, hasta el momento, se puede calificar de compleja y confusa, lo que, a la larga, puede resultar perjudicial para nuestros titulados y profesionales cuando se imponga la convergencia europea a partir del año 2010. Texto: Raquel Pelta La inexistencia de estudios superiores de diseño a nivel de licenciatura en España ha dado lugar a una situación de anormalidad que ha tenido, y tiene todavía, consecuencias negativas para esta disciplina y su práctica profesional. En este sentido, hay que señalar que la educación del diseño se ha movido en muchas ocasiones en los límites de la preca-
riedad y, aunque en España existen escuelas capaces de formar buenos profesionales –que han conseguido, hasta el momento, cubrir con acierto la demanda del mercado–, también es verdad que ha sido un campo en el que han proliferado centros que no cumplían con los mínimos de rigor necesarios. La mala formación es, en buena medida, culpable de una mala competencia que se incrementa
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cuando no existe una cultura del diseño firmemente establecida. La falta de una titulación superior dificulta, además, que, una vez finalizados los estudios, los recién “graduados” puedan obtener becas para continuar su formación en el extranjero, por ejemplo, pues en casi todas las convocatorias es imprescindible ser licenciado. Por otra parte, hasta el momento,
salvo los egresados en Bellas Artes, nuestros diseñadores no han podido acceder a estudios reglados de máster y doctorado. La carencia de una titulación superior los sitúa en categorías laborales inferiores a las de otros licenciados, lo que supone un agravio comparativo. Desde el punto de vista de la consideración social, todos sabemos la importancia que en España se concede a los títulos universitarios. Para mucha gente, una profesión no es seria si no se encuentra avalada por una acreditación oficial. La carencia de la misma significa para el diseño continuar en territorio de nadie, entre la opinión personal y la subjetividad del gusto. Si ahora dirigimos nuestra mirada a la Universidad española, es necesario señalar que, hasta el momento, los departamentos de diseño han tenido un peso menor dentro de la Facultades de Bellas Artes o de Comunica-ción y sus avances y aportaciones se han debido más al voluntarismo y la profesionalidad de su profesorado que al apoyo institucional. A día de hoy, en España continuamos sin tener ninguna revista sobre diseño que se encuentre entre las publicaciones científicas apreciadas en el mundo académico –español o internacional– y, si dejamos al margen a la ingeniería de diseño industrial, se puede decir que apenas existe investigación en diseño que se encuentre incluida en los planes de I+D+i ministeriales. Nuestros investigadores y docentes universitarios se encuentran, por tanto, en inferioridad de condiciones respecto a los de otras carreras y lugares. La cuestión no sería tan preocupante si no fuera porque, como afirmaba Paola Bertola en el informe Temas de Diseño en la Europa de Hoy, publicado por el BEDA (Bureau of European Designers Associations) en el año 2004: “La investigación del diseño se está convirtiendo en una función estratégica, capaz de desarrollar competencias que van más allá del modo tradicional de concebir el diseño como una ‘herramienta’ para crear nuevos productos”. En la mayoría de los países del mundo, esa investigación está teniendo lugar en las instituciones universitarias, apoyada, además, por las empresas y se ha convertido en un elemento central en la formación del diseñador. Por otra parte, uno de los asuntos pendientes más importantes a resolver es, en estos momentos, qué sucederá con los profesionales que carecen de titulación y que,
sin embargo, gracias a la práctica cotidiana han adquirido una notable solvencia. Hasta ahora no se ha exigido título alguno para ejercer como diseñador, pero la existencia de un grado podría implicar que éste se demande en el futuro a todo el mundo. Podría suponer, también, agravios comparativos respecto a las categorías laborales y situaciones de indefensión contractual, administrativa, etc… Algunos de esos no titulados ejercen la docencia y para poder seguir haciéndolo en el futuro habrán de cumplir con una serie de requisitos administrativos que, a día de hoy, muchos no pueden satisfacer. Como sucede en el resto de los países del mundo, para impartir clases a nivel universitario es necesario tener una licenciatura y, en ciertos niveles –postgrado y doctorado-– ser doctor o, como mínimo, haber cursado un máster oficial. Seguramente, los no titulados podrán seguir impartiendo docencia pero siempre en categorías contractuales inferiores a sus competencias –asociado a tiempo parcial, por ejemplo–. Se genera, de este modo, una situación de desventaja frente a otros docentes –titulados en otras carreras o egresados en el extranjero, por ejemplo– e, incluso respecto a los alumnos que ellos mismos están formando o formarán. Son muchos, además, los que, en estas circunstancias, imparten clases de diseño en
carreras de Comunicación Audiovisual y Publicidad o participan en formación de postgrado y resultaría realmente incomprensible que se tuvieran que ver desplazados por sus propios alumnos, únicamente porque tienen un título del que ellos carecen y al que han contribuido durante años con sus conocimientos. En estos momentos, en los que, como se viene reconociendo internacionalmente, la educación es fundamental para mantener a Europa en un primer nivel, no debería prescindirse de quienes tienen una notable experiencia ni condenarlos a situaciones desfavorables provocadas por la incomprensión, durante décadas, de un sistema educativo que ha dejado fuera al diseño. Otro tema es ¿qué va a suceder con las titulaciones anteriores a los Estudios Superiores LOGSE? Un buen número de profesionales cursaron estudios de diseño con unos contenidos similares a los impartidos en las actuales diplomaturas LOGSE e incluso con una duración superior a estas –cinco años frente a tres–. Tuvieron que pasar, también, por una reválida pero, a día de hoy, su título es tan sólo el de técnico y equivalente a una formación profesional de segundo grado. Se encuentran, por tanto, en condiciones de inferioridad con respecto a los actuales y futuros diplomados y graduados.
Pero, ¿qué es el Espacio Europeo de Educación Superior o lo que se conoce también como el “Proceso de Bolonia”? En mayo de 1998, los ministros de Educación de Italia, Francia, Reino Unido y Alemania firmaron en París la Declaración de la Sorbona, poniendo de manifiesto la necesidad de crear un espacio común y armonizar la Educación Superior en Europa. Esta Declaración recibió el apoyo de otros países europeos y, en junio de 1999, se firmó la Declaración de Bolonia, cuya finalidad era establecer un Espacio Europeo de Educación Superior. En dicha Declaración, se enunciaban los siguientes objetivos: - Crear un sistema fácilmente comprensible y comparable de titulaciones. - Establecer de un sistema basado fundamentalmente en dos ciclos principales.
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- Adoptar un sistema de créditos compatibles que promocione la movilidad (Créditos ECTS). - Fomentar la cooperación europea para garantizar la calidad de la Educación Superior (estableciendo criterios y metodologías comparables). - Impulsar la movilidad de estudiantes, profesores y personal administrativo de las universidades y otras instituciones europeas de Educación Superior. En mayo de 2001, en Praga, se llevó a cabo otra reunión, cuyos resultados se difundieron a través del Comunicado de Praga, en el que se confirmaron los objetivos establecidos en Bolonia y se manifestó un especial interés por promover la competitividad del
Espacio Europeo de Educación Superior y hacerlo atractivo para el resto de los países del mundo. Dos años más tarde, se hizo público el Comunicado de Berlín, en el que se incidía en el importante papel que en el futuro van a desempeñar los organismos de evaluación de la calidad docente. En 2005 se celebró la Conferencia Internacional de Bergen (Noruega), en la que participaron los ministros de educación de 45 países europeos y se establecieron directrices para el futuro, con el fin de que el Espacio Europeo de Educación Superior esté implantado en 2010. Dentro del mismo, se genera un nuevo sistema de titulaciones que ha de basarse en dos niveles claramente diferenciados y denominados Grado y Postgrado. El nivel de Grado comprende las enseñanzas universitarias de primer ciclo y su objetivo es “lograr la capacitación de los estudiantes para integrarse directamente en el ámbito laboral europeo con una cualificación profesional apropiada”. El segundo nivel corresponde a un segundo ciclo de estudios, dedicado a la formación avanzada y conducente a la obtención del título de Máster, y a un tercer ciclo para la consecución del título de Doctor, que representa el nivel más elevado en la educación superior. Por otra parte, en marzo de 2000, en una reunión consensuada del Consejo Europeo se planteó, bajo la denominación de Estrategia de Lisboa, la necesidad de acometer un nuevo reto: que Europa se convirtiera en la economía del conocimiento más competitiva del mundo en el año 2010. Para ello se consideró necesario plantear una nueva forma de cooperación: el “método de coordinación abierto”. En el año 2002, los Jefes de Estado de los distintos países europeos, reconociendo que la educación desempeña un papel fundamental a la hora de alcanzar los objetivos de Lisboa, decidieron que los sistemas de formación europeos debían convertirse en un referente de calidad en todo el mundo, también a partir del año 2010.
¿Qué supone el Proceso de Bolonia? Bolonia significa un cambio notable respecto al concepto tradicional de planes de estudio. Hasta ahora los entendíamos como un conjunto estructurado de asignaturas agrupadas en materias docentes, valoradas
mediante un número de créditos, cada uno de los cuales equivalía a unas 10 horas de docencia. El nuevo modelo maneja el concepto de Crédito Transferible (ECTS) o Crédito Europeo. Por este se entiende: “la unidad de medida del trabajo realizado por un estudiante para conseguir los objetivos programados de las asignaturas que integran los planes de estudio universitarios para la obtención de títulos oficiales. No es sólo una unidad de medida, es antes que nada un nuevo sistema de aprendizaje en el cual el estudiante organiza y gestiona su propio currículum”1. El crédito ECTS comprende una unidad de trabajo que se desarrolla mediante diferentes actividades: clases teóricas y prácticas, seminarios y estudio, trabajos prácticos, preparación y realización de exámenes y pruebas de evaluación. En España –coincidiendo con otros países europeos– se ha establecido que cada curso académico tendrá 60 créditos, con dedicación completa. El número de horas por crédito es de un mínimo de 25 y un máximo de 30, lo que supone que el número total de horas por curso está entre 1.500 y 1.800. El crédito ECTS permite al alumno, al menos en teoría, una mayor libertad en su proceso de elección. Si el alumno cursa 240 créditos de primer ciclo (60 por año) y otros 60 de segundo ciclo (un máster), podrá después hacer un doctorado o bien, con 180 créditos de grado (equivalente a tres años de estudios), podrá acceder a un máster de segundo ciclo, sin tener la titulación de grado. El sistema supone, también, una notable transformación de nuestra cultura educativa en la medida en que los docentes, además, han de convertirse en tutores y han de someterse a evaluaciones de calidad tanto de sus actividades educativas como de su investigación. Por su parte, los estudiantes tendrán que implicarse más en su proceso de aprendizaje. Como ha indicado José Antonio García Suárez: “Su sistema de trabajo cambia sustancialmente, pasa de una sola actuación meramente presencial a una acción diversificada: asistencia a clases, seminarios, estudio, prácticas, trabajos, tutorías, evaluaciones, etc. Asimismo, es necesario huir de maximalismos; todas las acciones mencionadas a llevar a término por los estudiantes son también válidas en el actual sistema universitario y sirven para calificar su
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aprendizaje; aunque tienen un valor académico complementario y no prioritario, como será en el futuro sistema. En definitiva, se trata de un nuevo enfoque del aprendizaje que se perfila como autónomo, tutorizado y supervisado”2. Pero, sobre todo, lo que supone Bolonia es pasar de una visión localista de la educación a una europeísta y mundial. Es un fenómeno paneuropeo, un acuerdo de libre compromiso por parte de los Estados, un medio de movilidad e intercambio entre universidades de distintos países y un vínculo de inserción laboral en el mercado europeo y de integración social de los ciudadanos. Ahora bien, para llevar a cabo con éxito las propuestas del Espacio Europeo de Educación Superior se necesita financiación porque, como comentó Guy Haug, asesor de la Comisión Europea para asuntos de política universitaria en unas Jornadas de Gerencia Universitaria celebradas en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, “no hay cambio sin dinero”. Es preciso invertir en nuevas construcciones y espacios para adaptarlos a las nuevas necesidades didácticas de alumnos y profesores. Hacen falta más bibliotecas y laboratorios, hay que formar al profesorado de modo inicial y permanente sobre los planteamientos pedagógicos, organizativos y didácticos que comporta la nueva situación, deben ampliarse las plantillas porque así lo exigen las nuevas prácticas didácticas que se basarán ahora en seminarios con grupos más reducidos que los actuales y ha de impulsarse la movilidad de estudiantes y profesores, asegurándose de que sea constante, lo que obliga a mantener unas estructuras organizativas mínimas. Sin embargo, las universidades españolas se enfrentan a graves problemas de financiación que les impiden acabar con la precariedad en el empleo de buena parte del profesorado, modernizarse y poder invertir en investigación. En el caso del diseño la situación puede ser preocupante, en la medida que se trata de una carrera de nueva implantación y, por tanto, que necesita dotarse de infraestructuras, personal organizativo y nuevo profesorado ya que, si bien se están incorporando al nuevo grado quienes hasta ahora trabajaban 1 García Súarez, José Antonio: Què és l’Espai Europeu d’Educació Superior? El repte de Bolonia. Preguntes i respostes, Barcelona, Universitat de Barcelona, 2006, p. 60. 2 Gardcía Suárez, José Antonio, op. cit., p. 65.
en la especialidad dentro de la Facultad de Bellas Artes, la creación de nuevas asignaturas hace imprescindible incrementar las plantillas y nutrirlas con profesionales solventes. De lo contrario, la enseñanza pública perderá la partida frente a la privada y el alumnado volverá a quedarse sin opción, sin poder elegir dónde quiere estudiar no por motivos económicos sino por la filosofía y la calidad de la formación que desea recibir. En ese sentido, la enseñanza pública del diseño tiene todo un reto y su excelencia beneficiará, indudablemente, a la privada que, ante una mayor competencia se verá obligada, también, a mejorar su calidad que, en muchos casos, hoy en día, no siempre es acorde con el precio de la matrícula.
España y el Espacio Europeo de Educación Superior El Estado Español se ha propuesto la tarea de integrar nuestro sistema universitario en
el Espacio Europeo de Educación Superior. Por eso, se ha comenzado a configurar un nuevo marco normativo que permita crear toda una serie de títulos nuevos en armonía con las tendencias existentes en Europa. Así, se ha puesto en marcha una nueva legislación cuya intención es la de impulsar la adaptación de la Universidad española al nuevo marco, con el objetivo, además, de mejorar su calidad. Uno de los aspectos que habría que resaltar dentro de esa nueva legislación es la importancia que se concede a la movilidad de los estudiantes, profesores e investigadores tanto dentro de España como a nivel internacional. Como se indica en la introducción al texto legislativo: “La movilidad supone una mayor riqueza y la apertura a una formación de calidad”. Actualmente, en materia de enseñanza universitaria, en España existen los Reales Decretos 55/2005, –en el que se establece la estructura de las enseñanzas universitarias y
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se regulan los estudios universitarios oficiales de grado–, y 56/2005, –en el que se regulan los estudios universitarios oficiales de postgrado–. Con los mismos se inicia en España la transformación de las enseñanzas universitarias oficiales hacia el nuevo modelo. Tal y como se indica en el Real Decreto 55/2005, podemos distinguir tres ciclos: “Artículo 7. Enseñanzas de Grado. El primer ciclo de los estudios universitarios comprenderá enseñanzas básicas y de formación general, junto a otras orientadas a la preparación para el ejercicio de actividades de carácter profesional. La superación del ciclo dará derecho a la obtención del correspondiente título, con la denominación que, en cada caso, acuerde el Gobierno. Artículo 8. Enseñanzas de Posgrado. 1. El segundo ciclo de los estudios universitarios estará dedicado a la formación avanzada, de carácter especializado o multidisciplinar, dirigido a una especialización académica o profesional o bien a promo-
ver la iniciación en tareas investigadoras. La superación del ciclo dará derecho a la obtención del título de máster. 2. El tercer ciclo de los estudios universitarios tendrá como finalidad la formación avanzada del estudiante en las técnicas de investigación, podrá incluir cursos, seminarios u otras actividades dirigidas a la formación investigadora e incluirá la elaboración y presentación de la correspondiente tesis doctoral, consistente en un trabajo original de investigación. La superación del ciclo dará derecho a la obtención del título de Doctor, que representa el nivel más elevado en la educación superior, acredita el más alto rango académico y faculta para la docencia y la investigación, de acuerdo con la legislación vigente”. Con fecha 30 de octubre de 2007 se publicó en el BOE, el Real Decreto 1393/2007 de 29 de octubre, cuyo objeto es desarrollar la estructura de las enseñanzas universitarias oficiales, de acuerdo con las directrices emanadas del Espacio Europeo de Educación Superior. En él se profundiza en la autonomía universitaria y se establece que “serán las propias universidades las que crearán y propondrán, de acuerdo a las reglas establecidas, las enseñanzas y títulos que hayan de impartir y expedir, sin sujeción a la existencia de un catálogo previo establecido por el Gobierno, como hasta ahora era obligatorio”. Esto supone abrir las puertas a la creación del grado universitario en diseño, pues significa que aquellas universidades que lo deseen podrán incluirlo entre sus enseñanzas.
Los estudios de diseño en el mundo Desde finales de los años 1970, organizaciones como el BEDA se han preocupado por la formación de los diseñadores y han trabajado por la armonización de los estudios de diseño con el objetivo de garantizar un estándar de calidad común a todos los profesionales europeos. El BEDA ha considerado desde siempre que la formación constituía un factor determinante para transmitir públicamente la seriedad del sector y garantizar la profesionalidad de sus miembros. En buena parte de los países del mundo, el diseño se ha incorporado a la Universidad, lo que ha dado lugar a una comunidad académica, cada vez más nota-
ble, que se dedica a la investigación y a la formación de alto nivel. Y es que, en estos momentos, como señalaba Sanna Sinola –miembro de la Facultad de Diseño de la Universidad de Laponia (Rovaniemi, creada en 1990), refiriéndose a la política nacional del diseño seguida en Finlandia: “se demandan diseñadores orientados a la investigación desde las universidades, no sólo profesionales que puedan formarse en otro tipo de escuelas de diseño”3. Por lo que se refiere a Europa, dar cuenta de la situación de la educación del diseño en los distintos países, resulta demasiado extenso para este artículo. Sin embargo, hay que señalar que en un informe llevado a cabo por Barrera & Ies sobre la cuestión en Europa, se comentaba que: “Los estudios de Diseño tienen una estructura universitaria, con estudios homologados o no, en todos los países menos Luxemburgo; lo está con homologación universitaria en todos menos España, Luxemburgo y Bélgica”4. En todo caso, y tal y como consta en el Libro Blanco de la Titulación de Diseño: “Mirando hacia el extranjero se constata cómo se va desarrollando cada vez con más fuerza un sistema educativo potente dirigido a la formación de diseñadores preparados para ocupar puestos de trabajo en todas las escalas laborales y empresariales del sector5”. Por todo ello, los estudios superiores de diseño se encuentran en un proceso de reorganización que está desplazando el acento puesto en el desarrollo de habilidades prácticas hacia la adquisición de conocimientos como base de la educación, como paso previo para su aplicación a la práctica. El resultado está siendo que en todo el mundo anglosajón, Extremo Oriente y Latinoamérica, con la implantación de los estudios de diseño en el sistema universitario, está apareciendo una importante comunidad académica dedicada a la formación de alto nivel y a la investigación.
La formación oficial del diseño en España Hasta el momento –y dejando al margen la aparición durante el curso 2008/2009 de algunos grados–, en España existen dos niveles en las enseñanzas del diseño: - Ciclos formativos de grado superior LOGSE y bachilleratos artísticos y técnicos. La superación de uno de estos ciclos permite obtener el título de Técnico
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Superior de Artes Plásticas y Diseño en la especialidad correspondiente. El objetivo de los ciclos formativos es el de capacitar a los alumnos para ejercer una actividad profesional, mediante la adquisición de técnicas y el conocimiento de las herramientas y materiales necesarios para realizar los trabajos propios del oficio. - Estudios Superiores LOGSE de Diseño. La LOGSE (Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo) estableció los ciclos formativos de grado medio y superior y los Estudios Superiores de Diseño. Con ellos se introducía una vía paralela de formación superior fuera de la Universidad y como alternativa independiente de ella. Dichos estudios tienen, desde el principio, especialidades diferenciadas de diseño gráfico, producto, interiores y textil y, en algunos casos, hay centros especializados como sucede en Madrid (Escuela de Arte 2, dedicada a moda y textil, Escuela de Arte 4, a interiores, Escuela de Arte no. 10, a gráfico y Escuela de Arte 12, a Diseño Industrial). Su duración es de tres cursos, con un total de 273 créditos (cada crédito equivalente a 10 horas) más un proyecto final y 30 créditos de prácticas profesionales. Se accede mediante bachillerato y prueba de acceso. Estos estudios equivalen a una diplomatura pero, a efectos prácticos, los graduados en diseño no pueden acceder a los niveles de grado y postgrado universitarios, al no existir una carrera de Diseño, sino una especialidad dentro de la Facultad de Bellas Artes. Además de los Estudios Superiores de Diseño, en España existen los denominados Graduados Superiores en Diseño que hasta el año 2004 se habían impartido exclusivamente en Cataluña. Allí equivalen a una licenciatura, reconocida por la Universidad como título propio, aunque sin homologar por el Ministerio. El acceso se realiza por preinscripción universitaria –es preciso, por tanto, haber superado las pruebas de selectividad–. 3 Agencia Nacional de la Calidad y Acreditación, Libro Blanco. Títulos de Grado en Bellas Artes/Diseño/Restauración, Madrid, 2004, p. 487. 4 Barrera, Jaume; Ies Marcel: Diseño y arte en los estudios superiores de la Unión Europea. Barcelona, Escola Massana, 2003, p. 5. 5 Agencia Nacional de la Calidad y Acreditación, op. cit., p. 491.
Al no estar homologada, la titulación no tiene validez académica en el territorio español aunque está perfectamente reconocida por el mercado laboral, siempre en función del prestigio del centro que imparte estos estudios. Toda esta oferta educativa, a nivel europeo y desde la perspectiva universitaria, se ha venido considerando equiparable a las fórmulas de formación profesional habituales en el Norte de Europa o a la de las escuelas politécnicas. A grandes rasgos, se trata de una formación que tiene un carácter profesionalista y más bien técnico. Por otro lado, desde 1978, las Facultades de Bellas Artes españolas vienen ofreciendo una especialidad de diseño de segundo ciclo6 y desde 1994 se imparten ingenierías técnicas en diseño industrial dentro de las Escuelas Superiores Politécnicas adscritas a las ETS de Ingenieros Industriales. Además de todo esto, existe la educación continuada y un buen número de centros imparten contenidos relacionados con el diseño pero la mayoría no están vinculados a ninguna universidad y, por consiguiente, sus títulos no tienen valor académico alguno. Más recientemente, algunas universidades han comenzado a ofrecer másters oficiales que pretenden cubrir, por un lado, la falta de una titulación oficial y, por otro, abrir líneas de investigación para futuros doctorandos. A este tipo de másters sólo se puede acceder con una licenciatura.
El grado en diseño en España En el año 2003, la Conferencia de Decanos de las Facultades de Bellas Artes españolas acordó proponer una nueva titulación de grado en diseño. La propuesta se hacía con la intención de responder a la actuación prevista por el EEES: “Adoptar un sistema de titulaciones comprensible y comparable para promover las oportunidades de trabajo y la competitividad internacional, de los sistemas superiores europeos”. Para su puesta en marcha se llevó a cabo una investigación que desembocó en la elaboración del Libro Blanco de la Titulación en Diseño7, que ha servido de base para las propuestas de planes de estudio que diversas instituciones educativas han presentado o presentarán al Ministerio en breve.
En dicho documento se propone que los estudios oficiales en diseño formen las siguientes figuras profesionales: - Gestor de proyectos. - Director de proyectos, que a su vez incluye dos cargos: director creativo y director de arte. - Investigador. Trabaja en colaboración con el diseñador, aunque su formación no tenga por qué haberse realizado dentro de un título específico de diseño. - Diseñador y desarrollo de proyectos. - Especialista en técnicas instrumentales concretas: ilustrador, maquetista, artefinalista, etc… En cuanto a los perfiles profesionales que se proponen en el Libro Blanco, tenemos los siguientes: - Diseñador. Profesional formado de manera generalista, caracterizado por ser un experto en una manera de trabajar y pensar que emplea metodología propia. - Diseñador + especialidad (gráfico, industrial, textil, moda, etc…). Se corresponde con el perfil habitual del profesional que presta sus servicios a empresas en un campo determinado. Sus actividades se orientan a la realización de productos concretos de su especialidad. - Diseñador experto en desarrollo de producto, es decir, en las fases productivas del proceso. Se encarga de planificar, dirigir y controlar la producción. - Diseñador audiovisual. - Profesor de proyectos y de diseño en la educación secundaria y en la formación profesional en sus distintos niveles. - Ocupaciones vinculadas a la cultura del diseño: ayudante de comisario de exposiciones, editor de publicaciones, periodista especializado, analista, crítico, etc… La delimitación de este perfil se corresponde con el postgrado puesto que agrupa todas las disciplinas que se ocupan del diseño como investigación básica. De acuerdo, también, al Libro Blanco, los objetivos de la titulación universitaria de grado en diseño son, entre otros, los siguientes: 1. Formar profesionales capaces de competir en el mercado internacional con los egresados de los centros europeos con estudios afines. Esto implica que la estructura de los estudios y el perfil profesional ha de coincidir en sus rasgos fundamentales con los promovidos por otros centros internacionales pues, además, los titulados en diseño en España deben ser acep-
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tados en la formación de postgrado impartida en dichas instituciones. 2. Conseguir que la formación de los graduados en España esté a la altura y cumpla con las recomendaciones hechas por las asociaciones internacionales de profesionales como el BEDA, el ICSID e ICOGRADA. 3. Formar profesionales cuya actividad y calidad en el trabajo les permita acogerse a la protección jurídica en los términos que propone la Ley 20/2003 de Protección Jurídica del Diseño Industrial (BOE 162, 8 de julio de 2003). 4. Formar diseñadores cuya preparación satisfaga los requisitos y se adecue a las recomendaciones de las asociaciones internacionales de profesionales, de modo que puedan ser aceptados en ellas como miembros de pleno derecho. 5. Formar profesionales capaces de desenvolverse con éxito en el mercado laboral (tanto español como internacional) de acuerdo con las exigencias de la profesión, integrándose en el nivel laboral que les corresponde y respondiendo a los parámetros de reconocimiento mutuo habituales entre profesionales y empresas. 6. Permitir la incorporación del sistema educativo superior español a la corriente internacional de la investigación en diseño poniendo las bases que permitirán desarrollar la formación avanzada y especializada de segundo nivel así como las políticas de investigación básica y aplicada como centros especializados en la generación de conocimiento transferible a las empresas y entidades. El Libro Blanco contiene, no obstante, sólo unas directrices cuyo objetivo es, simplemente, establecer unos mínimos comunes y las bases de una titulación cuya delimitación queda, finalmente, en manos de cada universidad que ha de implementarla de acuerdo a las necesidades del contexto socioeconómico de cada lugar. De este modo, se abre la puerta a que cada centro pueda especializarse, como sucede en otros países, en los que los alumnos eligen dÓnde quieren estudiar en función de la filosofía de la institución, su calidad o el perfil profesional que adquirirán al 6 La titulación es Licenciado en Bellas Artes. 7 Hay que señalar que, para su elaboración, se llevaron a cabo consultas a diseñadores, a asociaciones profesionales y a otras instituciones relacionadas con el diseño.
finalizar la carrera. Los centros educativos, por su parte podrán competir posicionándose en un área determinada. En el Libro Blanco se hace constar, también, que el grado universitario no entra en competencia con los actuales Estudios Superiores en Diseño, sino que es complementario y ofrece una posibilidad de continuar la formación para sus titulados, que podrían, mediante un curso puente, obtener el grado. Existen, además, algunos elementos diferenciadores; entre otros, el más importante es el de que la titulación se orienta a formar para el postgrado y preparar para la investigación, mientras que los Estudios Superiores, al menos hasta el momento, se dirigen hacia una formación de carácter profesional. Tal y como sucede en otros países como Gran Bretaña, pueden convivir ambos
sistemas, pues cada uno de ellos tiene sus finalidades y competencias. Por lo que se refiere a la estructura general del título, hay que señalar que habrá una serie de contenidos formativos comunes a todas las universidades y otros que serán propios de cada universidad (aproximadamente un 40% del total del título). Cada Universidad decidirá la organización de su especialización y podrá reforzar los contenidos obligatorios con aquello que considere conveniente como, por ejemplo, el conocimiento de lenguas extranjeras. El grado en diseño tendrá 240 créditos, lo que supone entre 6000 y 7200 horas, de formación a lo largo de cuatro años, algo que responde a las directrices de las asociaciones profesionales pues tanto el ICSID como el BEDA establecen que la duración mínima para la formación de un diseñador son cuatro años de estudio a tiempo completo, lle-
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vados a cabo en el nivel de la educación superior. En estos momentos, el grado se ha puesto en marcha en la Universidad Francisco de Vitoria, en la Europea de Madrid y en la Escola Superior de Disseny de Sabadell (ESDI) y se espera que, para el curso 2009/2010, haya más centros educativos que la impartan. Como he comentado al inicio de este texto, quedan temas en el aire y precisan de una reflexión en la que, en mi opinión, deberían participar las asociaciones de diseñadores para encontrar una vía de reconocimiento y de normalización. El grado en diseño supondrá, sin duda, un salto cuantitativo y cualitativo para los sistemas educativos del diseño español. Es una magnífica oportunidad que debemos aprovechar pero debe plantearse con rigor y con la colaboración de todos los implicados. l