Felipe taborda

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Felipe Taborda Curiosidad por la vida Felipe Taborda es uno de los diseñadores más importantes de Brasil. No lo decimos nosotros, lo dicen los libros. Sin ir más lejos, el titulado “Design for the 21st Century-100 of the world’s Best Graphic Designers”, un tomo editado por Taschen en el que Taborda es el único diseñador latinoamericano presente. Si alguien necesita más explicaciónes que siga leyendo o mire los santos que acompañan este texto. Texto: Eduardo Bravo

Pocos son los diseñadores que pueden presumir de que dos grandes de la profesión, como Neville Brody y Milton Glasser, le hayan escrito sendos prólogos para un libro. Menos aún pueden presumir de contar con ambos como amigos. Felipe Taborda, brasileño y diseñador, puede y, además, de las dos. De sólida formación en diseño y campos afines como la fotografía y el cine, desde 1990 Taborda tiene su propio estudio de diseño en el que desarrolla principalmente trabajos relacionados con el mundo de la cultura, el editorial y la música. El principio de esta carrera que le ha llevado a ser uno de los diseñadores más importantes del Brasil, se remonta a su juventud y al encuentro con Aloisio Magalhães, pionero de la profesión en ese país y amigo personal de la familia. Con él, Taborda entraría en contacto con el diseño, y comenzaría su interés por esa disciplina, que enriquecía con la observación de las portadas de discos que Felipe y su hermano Tom compraban con frecuencia. “Todo ese maravilloso periodo gráfico de finales de los años 60 y hasta principios de los 90 fueron definitivos en la industria musical. Tanto en lo que se refiere a las imágenes como a la calidad sonora. Creo que la potencia y energía de esa época nunca se repetirán”, explica Taborda quien también reconoce en esos comienzos una gran influencia de diseñadores extranjeros como Milton Glaser, Push Pin, Hipgnosis, Herb Lubalin y Bea Feitler, “una excepcional diseñadora brasileña afincada en los Estados Unidos, responsable de,



entre otras cosas, la dirección de arte de revistas como Harper’s Bazaar, Rolling Stone, Self Vanity Fair y que murió prematuramente de cáncer en 1982”, recuerda Taborda.

El todo y las partes Tras un tiempo estudiando cine y fotografía en Estados Unidos e Inglaterra, Taborda regresa a Brasil donde comprueba que la maltrecha industria brasileña no es el mejor sector en el que comenzar una carrera profesional. Así, decide probar suerte en el campo del diseño. Trabajando en estudios de otros y más tarde en su propia empresa, Taborda comienza a desarrollar un estilo propio. Un diseño diferenciado en el que la imagen fotográfica tiene un gran protagonismo y en el que todas las piezas de un mismo trabajo despliegan una asombrosa unidad y coherencia. “Es cierto que todos los elementos de mis trabajos tienen que ver relación entre sí. Creo que todo eso responde al hecho de cómo soy. Es fruto de lo que vivo, de lo que experimento, de lo que como, de lo que leo, de lo que bebo, de mis viajes... Soy por encima de todo un curioso de la vida. Deseo disfrutar de todo aquello que consigo y todo eso se expresa también en mis trabajos”, reconoce Taborda. Una curiosidad que tiene como objeto, entre otras muchas cosas, esa gráfica popular tan presente en un país como Brasil y que, además de haber sido empleada en algunos de sus trabajos profesionales, ha generado diferentes proyectos personales como “Literatura passageira”, una colección de imágenes sobre pendones y estandartes que los conductores de colectivos de Río de Janeiro llevan colgados en sus vehículos como amuleto. “Me fascina el tema de las expresiones gráficas populares porque considero que los latinos somos fruto de todo aquello que nos rodea. La existencia de la gráfica popular tiene que ver directamente con la economía del país. Los países más desarrollados y ricos presentan menos manifestaciones populares porque se tiende a homogeneizar todo. Cuanto más pobre es el país más frecuente es esa expresión de creatividad natural. Sucede en Brasil, pero también sucede en África. De esta forma, en proyectos como Literatura passageira pretendo documentar esa creación pupular que, poco a poco, se va perdiendo en este mundo globalizado”.

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En esta línea se desarrolla otro de los proyectos personales de Felipe Taborda. La recuperación de las obras de Carlos Zéfiro, funcionario público y dibujante autodidacta que, en las décadas de los 60 y 70, dibujaba, de forma anónima, historietas eróticas que se vendían bajo cuerda y que suponían el único material pornográfico accesible a una juventud que se abría al sexo en una época de represión y dictadura militar. Unos trabajos que, tras la muerte de Zéfiro, fueron donadas por su viuda a Taborda quien, en colaboración con la editorial A Cena Muda, se ha propuesto reeditarlos sacando un título cada quince días. “Carlos Zéfiro es un icono nacional. Uno de los principales formadores eróticos de decenas de generaciones. En una época sin Internet, la presencia de los tebeos de Zéfiro fue fundamental para la explosión de la libido que todos teníamos y tenemos dentro de nosotros. Personalmente, para mí, reeditar esas obras, fue como reencontrarme con unas conocidas mías”.

Dialogar con las letras Gran parte de las creaciones de Taborda se desarrollan en el campo de la cultura. Teatros, discográficas, productoras cinematográficas... Clientes que, según su propia experiencia, resultan más receptivos que los de otros sectores empresariales y que son imprescindibles a la hora de firmar un buen trabajo. “Es mucho más sencillo trabajar para clientes enrollados, colaboradores, que contribuyan para el buen desarrollo del proyecto y creo que los he encontrado”. Clientes a los que no les resultan extrañas las experimentaciones de Taborda en aspectos como el tipográfico o el fotográfico, otros dos los pilares básicos de su personal estilo. “En todos mis trabajos procuro dialogar con las letras. Ellas tienen algo que decir y conforme sean, es dicho de una o de otra manera. Siempre acabo haciendo alteraciones en la tipografía escogida pues para mí es muy importante la inclusión de letras expresivas en mis trabajos. También la fotografía es importante en mi obra y, aunque soy fotógrafo, delego en otros profesionales”, reconoce Taborda quien continúa, “una de las grandes ventajas de la madurez es el llegar a conocer tus propios límites, cuándo puedes o no puedes hacer algo. Hay innumerables fotógrafos mejores que yo y, como conozco el medio, no tengo más que decirles lo que quiero para que ellos lo hagan”. l


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