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Malla para cocción, diseño de Luki Huber para Lékué (2009).

Molde para helados, diseño de Luki Huber para Lékué (2009).

Botella del vino Pagos de la Sonsierra, diseño de Davidelfin (2008).

Jamonero plegable, diseño de Alejandro Mingarro para The Original Cha Cha (2005).

Diseños para el paladar El diseñador Martín Azúa acaba de comisariar dos exposiciones relacionadas con el diseño y la gastronomía, incidiendo sobre escenarios diferentes del ámbito culinario. Más allá de la excelencia de la cocina española actual, la selección de productos escogidos por Azúa se revela como una significativa muestra de cómo el diseño está tácitamente presente en nuestra vida cotidiana. Por Tachy Mora

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Dice Ferran Adrià que “hay placeres del paladar que se aprecian con el intelecto”. Desde luego, sin este pensamiento sería imposible que hiciera lo que hace. El impulso que Adrià ha dado a la gastronomía española es indiscutible, pero no lo ha hecho él solo. Es todo un regimiento, desde los pioneros como Juan Mari Arzak hasta los más jóvenes como Rodrigo de la Calle. Esto ha dado mucha visibilidad y prestigio a nuestra cocina y a la vez ha instigado también a nuestros diseñadores y empresas a desa-


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Estuche de vapor, diseño de Luki Huber para Lékué (2009).

Exprimidor de limones, diseño de Luki Huber para Lékué (2009).

Boles, diseño de Martín Azúa y Gerard Moliné para la colección Faces de Ferran Adrià (2005). Exposición Foodjects.

Envase para las pastas de Sandro Desii, diseño de Lo Siento (2007-2009).

rrollar productos y servicios mucho más exigentes con las nuevas necesidades que comienza a plantear la gastronomía actual. Como rebote, dado que nuestro deporte nacional no es el fútbol sino el zamping, un cierto sector de los españoles se ha vuelto también mucho más entusiasta de lo que ya de por sí éramos en una actividad tan cotidiana, popular y social como es el comer. Sin detrimento alguno de la pasión por la croqueta y la chuletilla, hemos abrazado con furor este soplo innovador de la alta cocina introducién-

dolo en nuestra cotidianeidad. Disfrutamos más no sólo comiendo, sino con todo el ritual de la cocina de vanguardia y la alimentación sana, algo que parecía impensable con el imparable avance del fast food. Sin embargo, gracias a la notoriedad que han adquirido recientemente nuestros cocineros, predicadores al mismo tiempo de la alimentación sana, hay un sector de la población que se ha hecho más selectivo y exquisito, que aprecia los nuevos y sofisticados utensilios de cocina y al que le gusta ser seducido en el super-

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mercado o las tiendas gourmet por maravillosos envases. En definitiva, más allá de la alta cocina, nos hemos vuelto más exigentes como consumidores en nuestro día a día. Y el diseño ha representado un papel importante en todo esto, como ponen de manifiesto las dos exposiciones comisariadas por Martín Azúa. Mientras la exposición Foodjects, un encargo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, da más cancha a los productos diseñados para la alta cocina, en A la


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Huerto Urbano, diseño de Marc Gispert para Leopoldo Group Design (2001).

Tabla de cortar Chop2pot, diseño de Mark Sanders para Joseph&Joseph (2007).

Cuchara para escribir diseñada por Julia Mariscal para la colección Faces de Ferran Adrià (2007).

mesa!, un encargo de la Sociedad Estatal para el Desarrollo del Diseño y la Innovación (ddi), Azúa se ha decantado por incluir propuestas más cotidianas o domésticas. El caso más interesante y representativo que Martín ha seleccionado para ambas exposiciones es el de la marca catalana Lékué. La historia de esta empresa, que empezó en los años ochenta realizando bandejas de hielo flexibles, resulta interesante por cómo ha conseguido innovar con un material en un sector determinado: la silicona aplicada al ámbito

culinario casero. En 1999, Lékué consiguió la patente europea y americana para la fabricación de moldes para repostería de silicona platino, lo que supuso una pequeña gran revolución en la cocina. Frente a los moldes metálicos o desechables de toda la vida, los de silicona de Lékué eran mucho más fáciles de desmoldar y no perdían adherencia con el tiempo, como les suele pasar a los de metal. Una vez consolidado este producto en el mercado, la empresa comenzó a ampliar su fabricación ideando a partir de 2006 toda

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Cuchara con Pinza y Cuchara Coladora, diseño de Luki Huber para la colección Faces de Ferran Adrià (2005).

una gama de innovadores utensilios para la cocina realizados con este material. Para ello, la colaboración con el diseñador suizo afincado en Barcelona, Luki Huber, fue fundamental. Huber diseñó para Lékué productos tan singulares como un exprimidor manual de limones que consigue zumo sin pepitas ni salpicaduras y que permite conservar en la nevera lo que sobre del limón dentro del propio exprimidor hasta su próximo uso. También es de Huber un estuche para


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Servilletas desechables Dress for Dinner, diseño de Héctor Serrano para Worldwide (2008).

Jamonero plegable y basculante Sagra, diseño de Miguel Ángel Sagra Navarrete y Pascual Sagra Alarcón para Innovaciones Sagra (2008).

Bandeja de servir, diseño de Gijs Bakker para Royal VKB (2005). Decopen, diseño de Luki Huber para Lékué (2009).

cocción al vapor en el horno o el microondas, que sustituye al clásico papillote de papel de aluminio, y una malla de cocción de silicona, que permite cocinar varios alimentos a la vez de manera separada. Asimismo, diseñó un molde específico para helados tan fácil de desmoldar como los de repostería. Sin duda la colaboración de Luki Huber es una excelente muestra de lo que una empresa con ganas de innovar puede llegar a hacer con el diseñador adecuado.

Azúa ha incluido también en estas dos exposiciones una selección de los productos de colaboración más notables realizados entre diseñadores y empresas especializadas en menaje, en particular en vajillas. El caso más conocido es el de la vajilla Ola diseñada por Gemma Bernal para cubrir las necesidades de Ferran Adrià en El Bulli, colección producida por Cerámica Industrial Montgatina. Pero esta no ha sido la única colaboración con diseñadores de la empresa de Montgat, que también cuenta

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con el propio Huber y con el dúo integrado por Deunor Bregaña y Anne Ibáñez. En la alta gastronomía, las vajillas ya no sirven sólo como recipientes para servir. Han de contribuir también a lograr las formas y sensaciones que los cocineros quieren transmitir. La Cúpula Manzana de Bregaña e Ibáñez para Montgatina materializa a la perfección esta cuestión. Se trata de una colección de pequeños e inusuales recipientes, inspirados en temas vegetales, que permiten presentar los alimentos descu-


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Cúpula Manzana diseñada por Deunor Bregaña y Anne Ibañez para CIM Montgatina (2008).

Taza y jarra pequeña de la colección O¡ Luna, un diseño de Deunor Bregaña y Anne Ibáñez para CIM Montgatina (2004).

briéndolos a través del olor, el sabor y la temperatura. Asimismo, el propio Azúa participó en 2005 junto con Gerard Moliné en un proyecto de colaboración de este tipo: la colección Faces, una serie de productos para la cocina y la mesa desarrollados por un equipo de diseñadores bajo la dirección de Ferran Adrià entre los que se encontraban Antoni Arola, Xavier Claramunt, Miquel de Mas, Julia Mariscal y Luki Huber. El conjunto incluía la famosa cuchara coladora de Huber que per-

Vajilla Ola, un diseño de Gemma Bernal para Ferran Adrià fabricado por CIM Montgatina (2004).

mite comer, por ejemplo, primero los cereales y después la leche o, en una sopa, primero la pasta y después el caldo. Huber también diseñó la cuchara con pinza, para comer y oler a la vez. Esta cuchara se utiliza en el Bulli para que el comensal huela una cosa y coma otra, en un acto de “mestizaje sensorial”. “Nosotros trabajamos con contenedores y boles –cuenta Azúa–. Creamos siete boles que combinados o por separado sirven para batir, mezclar, emulsionar, colar, medir, transportar, guardar, escurrir, manipular y presen-

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tar los alimentos… casi todo lo que se puede hacer en la cocina. Además, apilados ocupan el lugar de uno y optimizan al máximo el espacio en la cocina. Pero la pieza a la que tengo mas cariño dentro de la colección Faces es la panera, un proyecto que diseñé hace 10 años. Se trata de dos aros que atrapan una servilleta para convertirse en una panera. Fue muy interesante trabajar con Ferran Adrià, admiro su generosidad creativa”. Las similitudes que existen entre el desarrollo del trabajo de un cocinero y el de


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Rebotijo, diseño de Martín Azúa para Aguadé Cerámicas (2000).

Coporrón, diseño de Martín Azúa y Gerard Moliné (2005).

Makisu, versión en silicona del utensilio tradicional para la preparación del sushi. Diseño de Luki Huber para Lékué (2007).

un diseñador, ambos en ejercicio constante de la creatividad, son cuando menos curiosas. Los diseñadores, además, suelen mostrar un gran interés por la cocina. Es poco frecuente toparse con un diseñador al que no le gusta cocinar. Y es que la cocina es todo un ejercicio proyectual con un briefing detrás. De hecho, muchos teóricos del diseño han utilizado la cocina como una metáfora del proceso proyectual. “Tanto la cocina como el proceso de diseño –dice Martín– da una serie de pasos o sigue un método que nos conduce a

Botijo La Siesta, diseño de Héctor Serrano, Alberto Martínez y Raky Martínez para La Mediterránea (2000).

un fin. Los cocineros son diseñadores, y además han demostrado tener mucho criterio a la hora de trabajar con diseñadores e interioristas. Los cocineros españoles entienden la cocina como un lenguaje, una manera de expresión que utiliza las nuevas tecnologías culinarias para despertar sensaciones y emociones”. El diseño y el mundo de objetos que conforman el paisaje de la cocina han estado desde siempre íntimamente unidos. Cada herramienta utilizada en la cocina desde tiem-

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pos ancestrales ha sido creada por el hombre en función de unas determinadas necesidades; ha sido por tanto diseñada. Con estas dos exposiciones, lo que Azúa ha logrado poner de manifiesto es, por un lado, la calidad e innovación de las piezas que están surgiendo al calor de los fogones de nuestra alta cocina mientras que por otro nos hace notar que la disciplina del diseño está detrás de cada objeto sencillo y cotidiano que usamos, como los utensilios o productos que utilizamos a diario en la cocina. l


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