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16/11/09
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Crónicas de pseudo/nimma
¿Y qué sabe Garmendia de diseño? http://pseudonimma.blogspot.com
El diseño ahora depende en el organigrama del Ministerio de Ciencia e Innovación. Antes lo hizo del de Economía, de Hacienda, de Industria, Turismo y Comercio, de Ciencia y Tecnología... La sensación es que, o no encaja en ningún sitio, o es que nadie lo quiere. A ese vagar cual meretriz tras la siega de la mies le acompañan los despropósitos y las afrentas de quienes deberían ser sus aliados. El último ejemplo es el concurso que ha convocado FECYT, la fundación del ministerio del que ahora depende el diseño, para obtener un elemento identificativo del concepto de innovación. Todo viene de un error que ya no tiene vuelta atrás: la equivocación de haber ligado la promoción del diseño a la Dirección General de PYMES. No tiene vuelta atrás porque el asunto parece enquistado, forma ya parte inherente de la idiosincrasia y nadie lo cuestiona. Y error por dos motivos: por un lado se deja fuera una parte importante de la actividad profesional, la que se refiere al diseño público, que es en visibilidad y volumen tanto o más importante que el que se realiza para las empresas. Por otro, implica una concepción sesgada del diseño: sólo como herramienta empresarial, vinculado siempre a conceptos como exportación, competitividad, y de un tiempo a esta parte, innovación, que es lo que está de moda. Y el diseño se refiere, sobre todo, a los ciudadanos, es un aspecto esencial de la cultura y de las culturas, incide directamente en la calidad de vida, y si se me permite, en la felicidad de las personas. En ese panorama, hay que mencionar que la Sociedad Estatal Ddi, que es el orga-
nismo del que cuelga la promoción del diseño, ha evolucionado en una dirección que tiende a compensar el despropósito. Quizá no siempre con el suficiente empeño, pero desde allí se trata de equilibrar los factores económicos que rodean esta actividad con esos otros a los que nos referimos.
El concursito No será el último, y hubo muchos antes. Los concursos son un caballo de batalla de los diseñadores desde hace años, y hay que decir que el Ddi tomó como propia esa bandera hace ya tiempo. Pero este parece llamado a levantar ampollas: se convoca desde la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología, que pertenece al Ministerio de Innovación. El objetivo es seleccionar un icono del concepto de innovación, que se posicione como una representación gráfica reconocible por el ciudadano y utilizable como elemento identificativo de innovación. Veamos algunas de las reivindicaciones de los diseñadores: • Los concursos no deben ser abiertos. Como en cualquier actividad, debe exigirse una cualificación. Una fórmula acertada es un ‘concurso de dossieres’, al que acceden los candidatos y en el que presentan sus méritos así como otros trabajos realizados anteriormente. El concurso de FECYT pone como únicos requisitos la mayoría de edad y ser residente en la Unión Europea. • El número de participantes debe ser restringido y su participación remunerada. Tiene sentido. Más allá de la solución for-
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mal, hasta llegar a ella se requiere un proceso de investigación, documentación, desarrollo, etc. Esa labor no puede ser realizada sin contraprestación. Como tampoco es razonable que muchos profesionales realicen ese trabajo de manera especulativa, para que uno solo cobre por ello. El concurso de FECYT no es ni restringido ni remunerado en la participación. • El trabajo debe ser valorado por un jurado en el que sean mayoría los expertos en diseño. El concurso de FECYT, en una banalización sin precedentes, propone un jurado paralelo que califique a través de la web mediante un sistema de votación popular, una especie de Operación Triunfo de andar por casa. No es de extrañar que a los profesionales les parezca bochornoso. • Los concursos deben ser respetuosos con los derechos de autor, y muy especialmente, cuando se trata de los trabajos que no resulten premiados. FECYT se reserva poder utilizar, sin contraprestación económica alguna, cualquiera de las imágenes participantes en el concurso para la promoción de la propia actividad de la Fundación y de otras actividades de divulgación. Eso sí que es comprar barato. Hay que insistir en que hay muchos concursos donde estos requisitos no se cumplen, pero en este caso resulta especialmente inaceptable. La presidenta del patronato de FECYT es la propia ministra Cristina Garmendia, y el diseño merece, aunque sólo sea en su ‘casa’, un cierto respeto. l