Mis auténticas intenciones Ahora que han pasado casi veinte años (me incorporé en el número treinta) y el delito ya ha prescrito, confesaré cuáles eran mis auténticas intenciones cuando introduje la hoja en blanco en el rodillo de mi vieja Olivetti y escribí una carta dirigida al director de la joven revista Visual para ofrecerle mis servicios. No pretendía aportar nada al debate sobre la comunicación visual, caso de que tal debate existiera. Mis conocimientos sobre el tema distaban mucho de valer la tinta necesaria para ponerlos en negro sobre blanco y mi experiencia era –mis veinte y pocos años me excusaban– igual a cero. Lo que yo quería era tener la excusa perfecta para colarme en los estudios de todos mis admirados maestros y poder conversar con ellos y aprender algo en su cercanía. La estrategia funcionó. No sólo se me abrieron las puertas de la revista, sino que, desde el primer momento, gocé de la más absoluta libertad y confianza para proponer temas y personajes. Ni siquiera cuando me permití el lujo de entrevistar a fantasmas (George Grosz), inventarme biografías (el editor Calleja) o generar algún problema legal con los inquietos chicos del VEGAP (artículo sobre Andy Warhol), nadie me llamó al orden. Entrevistados los referentes indispensables (Peret, America Sanchez, Esquenazi y tantos otros), supuso una gran satisfacción escribir sobre profesionales que había conocido cuando todavía eran alumnos en alguna de las escuelas en las que trabajé. También gracias a la revista, conocí a maestros que no tardarían en abandonarnos, como David Consuegra, Joan Brossa, Saul Bass o Carles Fontseré. De los más o menos fugaces encuentros con todos ellos guardo una especial memoria. Hace unos años temía, ingenuamente, la llegada del día en que no quedaría nadie en la profesión por entrevistar. Afortunadamente, la gente de talento es mucha más de la que cabe en las páginas de una revista, aunque sea una gran revista como ésta. Queda pues mucho trabajo por delante. Álvaro, Yolanda, Beatriz, alzo mi copa (de cava, por supuesto). Por muchos años.
Sin palabras Veinte años atrás, dudábamos menos de las palabras, y por eso poblaban las gráficas e inundaban los silencios en los audios de los spots. Las imágenes no tenían por qué decir nada, bastaba con que acompañasen o decorasen el texto o el audio, verdadera esencia del anuncio. Suena arcaico, y sin embargo era una máxima hasta antes de ayer. Los anuncios “decían”, con solemnidad y una pizca de cursilería, algo concreto y unívoco, o al menos eso creían sus autores, porque vaya a usted a saber qué se imaginaban los consumidores cuando escuchaban incesantemente el “nuevo”, “fresco”, “único”, “genuino”, “inimitable”, etc... que acompañaba a todo producto o servicio que aparecía en los medios. Pero a fuerza de utilizarlas sin ton ni son, las palabras se fueron desgastando y ya no quedó ni una sola en ningún diccionario de ninguna lengua de la que no se hubiera usado y abusado hasta agotar su sentido Así las cosas, no quedó más remedio que evolucionar hacia una notoria y evidente parquedad verbal. El acento se trasladó a la imagen. Se predicaba con entusiasmo el que ésta, al albergar mayor riqueza de significados, era un instrumento más conveniente para la publicidad y también que corría menor riesgo de desgaste. El resultado de todo ello es que los copys tienen menos trabajo, que los directores de arte están al alza y que como consecuencia de ambas cosas las fronteras entre un puesto y otro se están difuminando. También ha ocurrido que a falta de palabras se ha recurrido a la música, y durante varios años ésta ha sido a la imagen lo mismo que la anterior había sido a la palabra –mero acompañamiento y adorno que no añadía significado--. Pero la principal secuela de esta economía verbal es que cada día resulta más difícil construir eso que tan pomposamente se llaman territorios, o atribuir cualidades, virtudes o beneficios, por mucho que el marketing se empeñe en decir lo contrario. Sin embargo, y ahora viene lo mejor, habrá que esperar antes de enterrar definitivamente sustantivos y adjetivos, porque falta por averiguar cómo se las ingeniará internet, que decididamente se apoya en las palabras, al menos mientras la imagen siga siendo de calidad deficiente, para devolverles el significado y algo de credibilidad.
Carlos Díaz
Concha Wert
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Con la muerte en los talones
De Tamariz a David Copperfield
El mercado editorial ha crecido en los últimos años de una manera desorbitada debido al incremento de la inversión publicitaria que, por si alguien tiene dudas, es lo que mantiene a las revistas y no el precio de portada. Con la pesadilla de la crisis encima, lo más probable es que las inversiones en publicidad caigan y muchas se verán obligadas a echar el cierre, que por otro lado es ley de vida. En los últimos tiempos, cuando no había crisis, hemos visto nacer publicaciones que en poco menos de tres años han muerto. Algunas surgieron como una iniciativa particular. Otras como un señuelo por parte de un gran grupo editorial. Ni lo uno ni lo otro te asegura una permanencia en el mercado ya que, si bien un grupo editorial es un mecenas, al mismo tiempo es un verdugo que no se anda con escrúpulos a la hora de cortar cabezas. La pena es que algunas han sido revistas con un diseño ultra preciosista y unos buenos contenidos que uno se queda con las ganas de seguir comprando. Y es que conseguir anunciantes, lectores y suscriptores fieles no se hace ni en un número ni en seis. Se estima que una publicación tarda alrededor de cinco años en empezar a ser rentable, con la muerte todo el rato acechando en los talones. Algunas, como Ardi, traspasaron el umbral pero se quedaron en seis. Ésta formaba parte de un grupo editorial pero, en general, lo normal es que las revistas sobre diseño nazcan de una iniciativa particular. Como es el caso de Visual, que cumple ya veinte años en la calle. Hasta llegar a los casi 70 de la americana Print o a los alrededor de 85 de la alemana Novum aún falta la tira, suerte que empezaron jóvenes. Pero poder, se puede. Éstas revistas, como Visual, son también publicaciones sobre diseño gráfico que se mantienen con crisis y sin ella. El secreto de las tres están en tener intención de permanencia. Al fin y al cabo en eso consiste una publicación periódica ¿no? En sacarla periódicamente y no puntualmente. Lo otro, en la mayoría de los casos, son caprichos o señuelos disfrazados de revistas.
Tal como yo lo veo, la historia de la publicidad en España durante los últimos 20 años es la historia de la evolución de un estilo de hacer magia. La magia que hacían los publicitarios de los 80 era la que los del gremio del conejo en la chistera llaman magia de cerca, esos trucos que practica Tamariz, con la gente formando un corro a su alrededor. Pura sobriedad, artificios mínimos. Los kiwis, los ambipures, el Visa de Contrapunto… Esa extrema simplicidad formal cosechó bastantes éxitos en los festivales internacionales, y los de fuera la bautizaron como “estilo español”. No era un camino elegido voluntariamente. Había cierto miedo a dar el salto a códigos más grandilocuentes. Unas veces porque los presupuestos eran pequeños y otras por falta de confianza en los realizadores de la época. Pero eso pronto iba a cambiar. Cannes tuvo la culpa. Influiría claramente que una película grande, por muy trucho que fuera, obtuviera un Gran Prix. Rodar un Talens se convirtió en el objetivo de todos. Además, cada vez era más fácil tener acceso a las bobinas de certámenes internacionales, llenas de anuncios que no eran necesariamente superiores creativamente a las piezas de aquí, pero sí mucho más pintones. A esto se unió el hecho de que fuera apareciendo en nuestro país una buena cantera de realizadores capaces de hacerlo tan bien o mejor que los de fuera. Así, poco a poco, fuimos aprendiendo trucos más complicados, alejándonos de Tamariz y acerándonos a David Copperfield. Hoy somos claramente de este último. Nos gusta más hacer desaparecer la Estatua de la Libertad que el seis de tréboles. Querríamos firmar Balls de Sony o el gorila de Cadburys. Somos víctimas de la globalización y el Juancabralismo. La gráfica ha sufrido el mismo proceso evolutivo. Hemos pasado de la austeridad mágica de los titulares al plastiquero mundo de lo puramente visual. Hoy día, ver un titular premiado en un festival es tan difícil como ver a Marichalar trabajando. ¿Qué pasará en el futuro? El panorama es incierto. Para empezar, ha aparecido un nuevo tipo de magia, la argentina, que no es exactamente como la de Tamariz ni como la de Copperfield. Yo diría que se acerca más al registro de Anthony Blake. Luego está Internet, ese fascinante universo en el que, hasta los que se autoproclaman gurús, se pierden. Y para terminar de complicar las cosas, la crisis. Así que me temo que en los próximos años, el estilo imperante va a ser el de quitarse pesos de encima y tratar de salir a flote. O sea, el modelo Houdini. José Luis Moro Director creativo de Remo
Tachy Mora
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Tradición versus vanguardia En otoño de 1988 se presentó el nuevo logotipo del Ayuntamiento de Santiago de Compostela. El encargo que recibí fue el de crear una imagen moderna, cercana a la ciudadanía, que substituyera al tradicional escudo. La coincidencia de este aniversario con el de Visual me ha llevado a reflexionar sobre el problema que subsiste en lo relacionado con la renovación de la imagen institucional, sobre todo en ayuntamientos y comunidades autónomas de toda España: ¿Qué hacemos con el escudo? En la mayoría de los casos, la propia ley no permite eliminar este elemento, así que la solución más habitual suele consistir en realizar una actualización del mismo. Si hoy es complicada, en 1988 cambiar el tradicional escudo heráldico –con la representación del sepulcro del Apóstol Santiago– suponía una decisión muy polémica. Finalmente concluí que este elemento, que representa la tradición de la ciudad, no sólo no debía ser eliminado sino que era perfectamente posible que conviviera con un nuevo logotipo, moderno y cercano, más ajustado a la realidad de los tiempos presentes. Así, la solución pasó por mantener el uso del escudo en los actos protocolarios y crear un nuevo símbolo para la administración moderna (la representación de la catedral desde una perspectiva de actualidad), a fin de aplicarla en la comunicación ciudadana. Encaré el trabajo sin intentar sustituir el símbolo preexistente, buscando una coexistencia con el nuevo elemento a introducir en el imaginario colectivo. Tras veinte años, la decisión fue acertada. Nació un logotipo que perdura y resiste el paso del tiempo, que convive con el escudo cuando es preciso, y que todos identificamos con la capital de Galicia. La evolución de la imagen de Santiago evidencia que la dicotomía entre tradición y modernidad no es tan grave si conseguimos que convivan cada una en su espacio y en su tiempo, sin generar innecesarios enfrentamientos y dando la oportunidad a la administración de disponer de una imagen que se adecue a su realidad contemporánea.
Visual 20-Belio 10 En el año 1969 se crea propiamente Internet y a principios de los años 90 Tim Berners-Lee y Robert Cailliau inventan el World Wide Web, la chispa que originó la explosión de lo que hoy en día se conoce popularmente como Internet. La última revolución a nivel mundial en tema de comunicaciones. Un momento histórico para la humanidad comparable con la invención de la rueda más allá del año 3250 antes de Cristo o la aparición de la imprenta moderna en occidente cerca del año 1500. Cada uno de estos inventos ha cambiado de forma definitiva nuestra manera de comunicarnos, nuestra vida. La revista Visual cumple veinte años poco antes de que nuestra revista, Belio, cumpla diez años de vida. Y diez años de diferencia son una generación. Es curioso pensar en los cambios que se han podido producir en esos diez años de diferencia, de una generación a otra. La manera de entender el diseño y todo lo que nos rodea ha experimentado grandes transformaciones en estos últimos veinte años. Visual surgió paralelamente al WWW. Durante la década siguiente la red se desarrolló y al mismo tiempo que se produce el “boom” mundial de Internet a nivel de usuarios, aparece Belio. En esta decena de años que hemos compartido de vida ambas revistas, la comunicación digital World Wide Web (aka Internet) ha transformado el diseño gráfico más que cualquier programa informático de diseño, más que ninguna moda o tendencia, más que cualquier nueva herramienta. Si en algo se caracteriza el diseño de hoy en día es por la disparidad, la variedad y la rapidez con que se suceden los cambios. Artistas, diseñadores, ilustradores han desarrollado una comunicación e intercambio de información a través de Internet que genera una mayor cultura visual. Hace diez años y más aún, hace veinte, no hubiéramos podido imaginar que Internet pudiera ser una herramienta tan útil para un diseñador, ya sea como fuente de inspiración, recursos y herramientas, o como medio de comunicación, promoción y difusión de su trabajo a nivel mundial. Comunidades como Myspace, Behance o Flickr, páginas web como Google-images, ffffound o cualquiera de las miles de páginas que ofrecen “Free Fonts” son simples ejemplos de la herramienta multiusos que es Internet. ¡Vamos! ¡Como una navaja suiza! Javier y Pablo Iglesias. Belio Magazine. www.beliomagazine.com
Snorkone
Alberte Permuy
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¿Y por qué no?
Doble dirección
Bahía de Matauri, Nueva Zelanda. El 10 de julio de 1985 el servicio secreto francés colocó dos bombas en el buque insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior. Los miembros de la tripulación original regresaron a la Bahía de Matauri, donde el buque fue hundido, para rendir tributo a esa primera embarcación y a Fernando Pereira, fotógrafo que murió en aquel atentado. El 22 de junio de 1986, Maradona convirtió el gol más hermoso de la historia de los mundiales. Fue en el estadio Azteca y ante Inglaterra, por los cuartos de final de la Copa del Mundo de México. La obra maestra del Diez le dio a los argentinos la clasificación y una de las alegrías más grandes. Entre 1988 y 1994, el número de sin papeles se cuenta por escasas decenas y sólo consta en los registros de las ONGs. A partir de ese año, la Delegación del Gobierno en el archipiélago empezó a contabilizar las detenciones de sin papeles. 20 años han pasado desde el comienzo de la “Perestroika”, que rehizo completamente el mapa de un país enorme y que dividió a la gente en multimillonarios capitalistas oligarcas y en una mayoría empobrecida de gente de a pie. 27 de Marzo de 1987, la banda irlandesa U2 filmó el videoclip de su emblemática canción “Where the streets have no name”, en el techo de los estudios Apple. Las agencias de branding protagonizan un cambio esencial en las estrategias de comunicación de las marcas líderes. Con la valorización del diseño como valor fundamental en la estrategia de marketing, el mercado destina más presupuesto a esta disciplina y confía en su poderío como soporte de la imagen corporativa. Los españoles somos, de media, tanto los hombres como las mujeres, unos 3,5 centímetros más altos que hace 20 años, según un estudio de la unidad de Pediatría del hospital barcelonés Vall D'Hebrón publicado hace dos años. Enhorabuena a los amigos de Visual por emprender un proyecto tan ilusionador, arriesgado y riguroso en medio de un contexto tan incierto. Os deseo 20 merecidos años más, como mínimo.
Con la globalización la publicidad se ha hecho pequeñita. Suena paradójico, pero parémonos por un momento a pensar en ello. Un pueblo es pequeño cuando lo que sucede en un extremo del mismo se sabe inmediatamente en el otro. Pues hoy, un anuncio hecho en Kuala Lumpur se ve en Barcelona prácticamente a la vez. O sin prácticamente, si el anuncio está colgado en You Tube. Este hecho, ya totalmente asumido por todos, ha afectado a la transformación del negocio publicitario durante los últimos veinte años mucho mas que durante toda su historia anterior. A veces para bien y a veces para mal. Hablemos del para mal, que tiene mucho más morbo. Gracias a la tecnología actual, los creativos de publicidad se han convertido en una tribu global. Todos hablan el mismo idioma, comparten los mismos conocimientos y consumen el mismo modelo de vida. Y además, cuanto mejores son profesionalmente mayor es el grado de afinidad entre ellos. Esto produce una raza de publicitarios altamente intercambiables capaces de transportarse a cualquier lugar del mundo sin coste de adaptación. Pero también tienen la desventaja de parecerse demasiado entre sí, formando un colectivo en el que la diferencia, lo extraño, lo bárbaro, lo desconocido es valorado de forma muy poco positiva. Durante mis años como director creativo mundial de Leo Burnett tuve la oportunidad de conocer a miles de creativos de casi un centenar de países. Y ante todos ellos siempre mantuve la misma postura: defender la diferencia. Pero jamás cometáis el error suicida de hacer de esa diferencia muralla o autocomplacencia. Vuestra ventaja competitiva está en la capacidad de navegar en los dos mundos con la misma soltura. Si os ceñís sólo a lo global, os convertiréis en clónicos intercambiables. Si os ceñís sólo a lo local jamás pasaréis de ser, simplemente, provincianos. Con la globalización el mundo entero se ha hecho pequeñito. Todos vivimos más cerca unos de otros y la tentación de entregarse a los nuevos dioses de las apreturas es tan peligrosa como la de aislarse del vecindario para no sentir la presión. Resulta curioso que, en términos generales, los creativos que mejor están resolviendo este problema son los de los países emergentes. Tal vez sea porque han descubierto que para defender su amenazada vida local no hay nada mejor que hacerse global. Pero que esto sólo es posible defendiendo, al mismo tiempo, el viceversa.
Lluís Morillas Morillas Brand Design
Miguel Ángel Furones
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Ni nuevo, ni original pero revolucionario Hoy no voy a decir nada nuevo, ni original, ni mío. Pero sí revolucionario. Llevo un cuarto de siglo trabajando en Publicidad. Casi 10.000 días conviviendo con el vértigo que produce pretender ser cada mañana original; aportar algo nuevo cada segundo al mundo. Son 25 años evitando la tentación del plagio y la repetición. Pero llegado este momento, y para ser consecuente con el espíritu que anima este artículo, no tengo más remedio que renunciar a explicar con mis palabras lo que, otro ya ha explicado infinitamente mejor con las suyas. No encuentro palabras más inteligentes que las del filósofo Daniel Innerarity para contar qué es lo que ha marcado estas últimas décadas; una epoca en la que los especuladores bursátiles han convertido en un casino cortoplacista el mundo en general y el sector publicitario en particular. No soy capaz de plantear reflexiones más lúcidas que las de este pensador para intentar explicar cómo murió, a manos de aguerridas y encorbatadas tropas armadas de masters, un concepto que era absolutamente sagrado cuando yo empecé a trabajar: el medio y largo plazo. Por ello utilizo esta tribuna que Visual me ha brindado para reproducir, tal cual, esas reflexiones de Daniel Innerarity. Punto por punto. Coma por coma. Reflexiones sobre la presunta velocidad de la sociedad actual que pueden también, por qué no, hacerse extensivas a nuestro trabajo. Y que, sin ningun pudor, yo hago absolutamente mías. Esperando que este filósofo, respondiendo al tópico, sea un ser despistado y altruista y no me demande por haber utilizado su obra en mi provecho.
“Que vivimos en tiempos de especial aceleración es una experiencia compartida que se hace presente en muy diversos aspectos de la vida, individual y colectiva. Las nuevas tecnologías de la instantaneidad han propiciado una cultura del presente absoluto sin profundidad temporal. El origen de esta relación con el tiempo se encuentra en la alianza establecida entre la lógica del beneficio inmediato propia de los mercados financieros y la instantaneidad de los medios de comunicación. Vivimos en una época fascinada por la velocidad y superada por su propia aceleración. Nuestras sociedades ocultan su resistencia al cambio con una agitación superficial”(…). “Del mismo modo que coincidieron en el tiempo la experiencia del aburrimiento y la aceleración industrial a finales del XIX, nuestra época parece caracterizarse por el hecho de que nada permanece pero tampoco cambia nada esencial, un tiempo en el que pasan demasiadas cosas y, a la vez, estamos llenos de repeticiones, rituales y rutinas. De ahí la sospecha de que tras la dinámica de aceleración permanente hay un paradójico estancamiento de la historia en el que nada realmente nuevo comparec” (…). “Esta fatalización del tiempo se traduce en la exigencia de aumentar la aceleración, la movilidad, la velocidad y la flexibilidad. Lo vemos a diario en el lenguaje que nos exhorta a “movernos”, acelerar el propio movimiento, consumir más, comunicar con mayor rapidez, intercambiar de una manera óptimamente rentable” (…).
“Pero, en el fondo, el imaginario político actual tiene un discurso prescriptivo minimalista, muy pobre conceptualmente: el discurso de la adaptación al supuesto movimiento del mundo, el imperativo de moverse con lo que se mueve, sin discusión, ni interrogación, ni protesta. Se daría entonces la paradoja de que justo en los momentos de mayor aceleración las sociedades pueden caer en manos del destino o de la inmovilidad, que era precisamente lo que pretendían superar los procesos de modernización” (…). “En última instancia se trata de una idea que se corresponde con la experiencia personal de que la mayor agitación es perfectamente compatible con una inmovilidad temporal; es posible estar paralizado en el movimiento, no hacer nada a toda velocidad, moverse sin desplazarse, incluso ser un vago muy trabajador. Para llevar a cabo un movimiento real no basta con acelerar, del mismo modo que la transgresión no es necesariamente creativa, ni el cambio es siempre innovador” (...). “Ante este panorama, las soluciones más emancipadoras no proceden ni de la desaceleración ni de la huida hacia delante sino del combate contra la falsa movilidad. Por supuesto que la lentitud compensatoria, tan celebrada en muchos libros de autoayuda para la gestión del tiempo, puede ser una estrategia razonable. Pero la llamada a desacelerar, como principio general, es poco realista y atractiva si tenemos en cuenta las circunstancias políticas, económicas, sociales y culturales en las que vivimos. No tiene ningún sentido querer calculadoras más lentas, mayores colas o transportes con retrasos. La cuestión central consiste en determinar en qué consiste exactamente, en cada actividad y en cada momento, una ganancia de tiempo, lo que unas veces implicará desaceleración y otras todo lo contrario, pero que también puede conseguirse mediante otros procedimientos, como la reflexión, la anticipación o combatiendo la falsa movilidad. La reflexión estratégica, la perspectiva para encuadrar el instante en un marco temporal más amplio o la protección de lo verdaderamente urgente son, en última instancia, procedimientos para ganar tiempo. No se trata de luchar contra el tiempo o desentenderse de él sino, como decía Walter Benjamin, de ponerlo a nuestro favor. Se trataría de reintroducir el espesor del tiempo de la maduración, de la reflexión y de la meditación allí donde el choque de lo inmediato y de la urgencia obliga a reaccionar demasiadas veces sobre el modo del impulso”(…). Daniel Innerarity es profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza y autor de libros como “La sociedad invisible” o “El nuevo espacio público”. Jose Luis Esteo , vicepresidente de Remo
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Una visión muy personal Sólo quiero que mi humilde artículo (y desde mi experiencia personal) sirva de homenaje a todos aquellos que han hecho que el diseño en general y el gráfico en particular hayan pasado a formar parte de nuestras vidas cotidianas para hacerlas mucho más interesantes y atractivas. Así pues, sirvan estas palabras de preámbulo y agradecimiento (por supuesto no estarán todos los que deberían) a un listado de personas, disciplinas, movimientos, marcas y etc, que han hecho mucho por el diseño gráfico y por otros campos del diseño aquí y allá. No he seguido ningún orden formal, sólo el de la admiración y el recuerdo. 1. VINÇON y los diseños de sus bolsas por America Sánchez, Pati Nuñez, Mariscal o Ena Cardenal de la Nuez por citar a algunos. 2. Javier Mariscal por El Rollo Enmascarado, Cobi o su vela para Amnistía Internacional. 3. Pati Nuñez por las bolsas de Vinçon, el concepto de Cacao Sampaka o el diseño de la fragancia de Angel Schlesser Homme. 4. Los ilustradores y a dos en particular, que han contribuido (según yo claro) a que el diseño gráfico se codeé con otros campos: Sean Mackaoui y Serial Cut. 5. La Bauhaus por ser la primera en establecer las normas y patrones de lo que hoy conocemos por diseño industrial y gráfico. 6. El Lissitzky (y su colaboración con Malevich) por sus famosos Prouns. 7. Revista Emigre por haber conseguido formar parte de las colecciones permanentes de diseño del MoMA en NY o del Museo de Arte Moderno de San Francisco (entre otros). 8. Milton Glaser y su memorable “I love New York”. 9. David Carson, en general, por toda una vida dedicada a estos menesteres y, en particular, por su magnífica revista de culto Beach Culture. 10. A la creatividad publicitaria (y a sus mejores exponentes de los últimos años como Tony Segarra y Miguel García Vizcaino,
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dentro de nuestras fronteras, que es lo que conozco bien. Happy Pills de Marion Donneweg, Mireia Roda y Merche Alcalá. Alberto Corazón y Oscar Mariné por tantas y tantas cosas que han revolucionado el diseño gráfico español. Andy Warhol y el Pop Art por su clara influencia a través de los productos y símbolos de gran consumo (botella de CocaCola o latas Campbell). Taschen y todos sus volúmenes dedicados al diseño en todas sus vertientes. Étapes en su número 159 por el artículo que dedica a los taxis de Mumbai (no dejar de leerlo) y a todos sus números en general. The Designers Republic y su “Diseño asistido por el cerebro”. Fernando Gutiérrez y su magnífico trabajo para El País. Joaquín Gallego por su gusto exquisito plasmado en los catálogos de de Hermés o las etiquetas para los mejores vinos de Mariano García o Bodegas Castaño. Ipsum Planet por su genial NEO 2 y a sus valientes creadores Ramón, Javier y Rubén.
20. 21. El logo de Davidelfin y a su creador por su personalidad transgresora y arrolladora que tan bien ha sabido plasmar en todos sus trabajos. 22. Y, por supuesto, a la revista Visual y a sus creadores Alvaro y Yolanda, que no se han dejado vencer por el desaliento y han conseguido mantenerla como una de las mejores revistas del panorama nacional.
Concha Marcos
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Igual pero mejor En el número uno de Visual se daba un serio aviso sobre el cambio tecnológico que se avecinaba. Era 1989 y la nueva revista se cocinaba con variados ingredientes: agencias de publicidad, ilustradores y fotógrafos, diseño y nuevas tecnologías. Se hablaba de Alberto Corazón y de los Premios Nacionales, del ya importante TAU de Emilio Gil, de Joan Costa o el estudio Garbayo Pero a la revista le faltaba justo algo de lo que hablaba: diseño. Entre las mejores aportaciones al diseño de revistas estaban ya Arquitecturas-bis y Comunicación. Afortunadamente el asunto fue resuelto pronto y de manera brillante por Mario Eskenazi y Martín con una nueva cabecera, y desde entonces, el proyecto no ha dejado de crecer. Han pasado veinte años y, a pesar de los continuos cambios y mejoras, como suele ocurrir con todos los organismos vivos, con nosotros mismos, seguimos igual en lo fundamental. Compruebo en el ultimo número que la revista es hoy igual a la de 1989, pero mucho mejor. Y eso es lo que hay que celebrar. Roberto Turégano
Detrás de un Van Gogh había otro Van Gogh. (Modos de ver y de interpretar lo visto) “Expertos pictóricos han descubierto que debajo del cuadro de Van Gogh, ‘Parche de hierba’ había otra pintura de Van Gogh: el retrato de una campesina” (de los periódicos). La noticia aparecía en la prensa del 31 de julio, festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, tan vinculada al barroco –el trompe l´oeil del que hablaría Baudrillard– como el cister está vinculado al gótico y los benedictinos al románico. Modos de ver y de interpretar lo visto. En publicidad hay quien detrás de una imagen ha visto otra, siendo la segunda la que movía a la acción para comprar el objeto de la primera. A esto se le ha llamado publicidad subliminal y la Ley de Publicidad la prohibía. Cuando al legislador le intentaron convencer de que tal publicidad no existía y por tanto era absurdo tal prohibición –en realidad el legislador pensaba en publicidad encubierta– contestó: es igual, por si algún día existe. Y es que iconoclastas los ha habido de todo tipo y condición y en todos los tiempos. En publicidad una imagen no es que valga mil palabras, es que es el concepto. Si no, Barthes no hubiera escrito la Retórica de la imagen y su discípulo Peninou no hubiera dicho que “una imagen publicitaria generada con corrección es siempre aquella que parte de un sentido premeditado y cuya manifestación ella actualiza” (“Semiótica de la Publicidad”), y como ejemplo hubiera puesto lo que diferencia a un reportero fotográfico del fotógrafo publicitario. El primero capta la escena cuya sentido ha intuido, mientras que el segundo construye una escena en torno a un sentido. Para el reportero la escena preexiste al sentido, mientras que para el publicitario el sentido preexiste a la escena. La publicidad nació de la asociación de un vendedor –ejecutivo de cuentas– y un dibujante –director de arte– ocupándose del texto el primero, puesto que era más fácil que supiera escribir que dibujar. Y aún hoy los grandes redactores, que son quienes se han arropado el nombre de creativos, son igualmente grandes vendedores. Claro que en 1.988 todo estaba mas que asumido y superado. El ejecutivo se había sofisticado y la creación era cosa de dos, el copy y el director de arte, o de tres, ya que
Diseño punk
también existía el producer, nexo de unión con el cineasta. Para ser más exactos diríamos que la década de los ochenta había sido publicitariamente la de la comunicación audiovisual. Pero en paralelo, la comunicación visual adquiría otros derroteros. Lo que era imagen de marca se transformaba en imagen de empresa y esto supuso el desarrollo de la señalética, como la imagen de marca había supuesto el desarrollo del diseño y del grafismo. El siglo XX terminó con un explosión visual. El siglo XXI nació con una explosión digital. Pero detrás de un cuadro de Van Gogh hay otros cuadros del mismo autor. Detrás de la pantalla del móvil hay una pantalla de televisión. Puesto que la revolución del móvil está en que deja de ser exclusivamente un teléfono para convertirse en una televisión portátil. Visión a distancia, personal, autónoma e interactiva. *** Hace treinta años Daniel Bell en “Las contradicciones culturales del capitalismo”, que en realidad era la continuación de su famosa obra “El advenimiento de la sociedad postindustrial”, afirmaba que el Homo Pictor, esto es el animal creador de símbolos, había precedido al Homo Faber, esto, es al animal creador de herramientas. Y así atribuía al ámbito de la cultura la iniciativa del cambio social. Hasta el extremo de afirmar que “la cultura se ha convertido en el componente más dinámico de nuestra civilización, superando hasta el dinamismo de la tecnología”. Hoy, 30 años después, –20 los vividos por esta revista– posiblemente tendríamos que modificar la proposición para decir que la Cultura ya no puede disociarse de la Tecnología. Quizá el ejemplo más representativo esté en el mundo de la comunicación y el diseño.
La primera cinta que me grabaron en el colegio marcó el inicio de mi adolescencia, no era nada del otro mundo, una caja blanca con apenas el nombre de las canciones y, escrito en grandes letras negras, “RAMONES”. Con esto nació en mí el interés por la musica y, sin querer, por el diseño gráfico que rodea al mundo del rock: las portadas, los logos de los grupos, carteles, camisetas, en fin, todo un sacacuartos para un pobre adolescente con gran ansia consumista y una paga más bien escasa. Por suerte descubrí en mis visitas dominicales a Tirso de Molina todo un mundo de cintas piratas y fanzines que me demostraban que no hacen falta grandes medios para conseguir lo que deseas. Aprendí que puedo grabar recopilatorios y diseñar mis propias portadas, que los pósters de los Dead Kennedys no tienen nada que envidiar a los collages que puedo hacer con recortes de la Teleindiscreta y suplementos dominicales y que mi bici o mi skate va a ser mas molón si decoro la lija, lo pinto con rotus y lo forro de pegatinas. En cierto modo, ahora sigo haciendo lo mismo, diseñar portadas de discos, carteles para conciertos o dibujar tipografías de dudoso gusto. Se puede decir que vivo de ello, todavía no puedo comprar todos los discos que me gustaría pero desde el estudio he hecho del día a día no sólo una manera de ganarme la vida sino también de disfrutar produciendo o colaborando con otros para organizar conciertos, editar discos y crear todas las cosas que siempre me gustaron y nunca pude comprar.
Joan Enric Nebot Nonell
La Camorra
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Reyes y cañones En 1626, el Rey Gustavo Adolfo de Suecia ordenó a sus astilleros la construcción del mayor navío de guerra de la época. Un barco bautizado Vasa, que debía convertirse en la nave más poderosa y destructora de la época y que debía de ser la jugada definitiva para ganarle la guerra a Polonia. Trabajaron en esta empresa los mejores ingenieros, armadores, carpinteros y artistas del momento. Más de mil robles fueron cortados para construir el casco, haciendo que todo el astillero trabajara a tiempo completo por espacio de dos largos años. La nave, un prodigio para la época, contaba con 69 metros de eslora y una altura de más de 52 metros. Unos meses antes de que la fase de construcción llegase a su fin, el rey, preso de ambición y avaricia decidió que una sola cubierta de cañones no sería lo suficientemente amenazante y efectiva, por lo que a pesar de que el barco ya estaba prácticamente acabado y en contra de los consejos de su armador, hizo construir una segunda cubierta con otra batería de cañones para doblar la capacidad artillera del buque. El 10 de agosto de 1628, durante la travesía inaugural del Vasa y con todo el pueblo de Estocolmo a pie de puerto admirando su esplendor, un leve golpe de viento hizo que el Vasa escorase y en pocos minutos se hundiera llevándose consigo las vidas de la mayoría de la tripulación compuesta por 145 marineros y 300 soldados. ¿Por qué se hundió el Vasa? La nave estaba diseñada para tener una sola cubierta de artillería y el contrapeso que albergaba en la bodega era insuficiente para mantener estable el buque que había añadido demasiado peso extra en la parte superior. Los trabajadores del rey fueron incapaces de negarse a cumplir los caprichos de éste aún sabiendo que algo marchaba mal. ¿Y qué tiene que ver todo esto con el diseño gráfico? Durante más de 10 años en la profesión he tratado con clientes diferentes y desgraciadamente algunos de ellos han sido reyes suecos con peticiones absurdas que han acabado arruinado proyectos que podrían haber ganado la guerra contra Polonia. En nuestros astilleros argumentamos que deben dejar de lado las inseguridades que van en contra del proceso constructivo y que no deben perderse los objetivos iniciales. Por eso ahora, antes de ejecutar un proyecto, exijo saber cuantos cañones tendrá de antemano para que no se nos hunda el barco al ponerlo a flote.
Gracias, diseñadores
Gracias a los ingenieros, desde hace más de 20 años, tenemos mandos a distancia
Gracias a los diseñadores, ahora también los podemos manejar
Bruno Sellés
Uschi Henkes
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Paradoja de la transformación tecnológica
Coincidí con Enric Satué en la boda de un amigo común hace casi 20 años. Me había conocido un día que visitó Eskenazi. Me reconoció y me dijo: “los de tu generación tenéis mucha suerte, vais a aprovechar todo el trabajo que hemos hecho los anteriores”. Se refería a que los diseñadores de su generación estaban haciendo una labor educativa de la cual yo me iba a beneficiar. Pioneros del diseño gráfico en España, explicaban con su trabajo el proceso de diseño, la búsqueda de ideas y la manera de expresarlas. De alguna manera todos ellos ponían un granito de arena en una montoncito, yo en unos años debía poner el mío en ese montocito. Poco a poco, granito a granito, el montoncito se iba a convertir en montaña. La montaña del diseño gráfico. Una montaña que nos iba a garantizar el respeto de nuestros clientes, que iba a servir para que la sociedad entendiera qué hacemos y para qué sirve el diseño gráfico. El montocito creció un poco pero de repente surgieron otros montoncitos alrededor y crecieron más que el nuestro. Surgieron bonitas colinas en las que todo estaba en su sitio, nada fuera de lugar. Se convirtieron en montañas durante un periodo que llamaron ‘boom’. Su belleza era impresionante, tenían estilo, pero parecía un sitio aburrido, todos los granos se parecían mucho entre sí. Tuvimos la mala suerte de que crecieron frente a nosotros y con los años nos han tapado la vista. No solo eso, el acceso a nuestro montoncito es muy complicado y pocas personas nos visitan para depositar su granito. En su 20 aniversario quiero pedirle algo a Visual. Que nos ayude a hacer un túnel para que más gente llegue a nosotros. ¿Nos ayudáis? Felicidades.
Podría parecer obvio plantear la revolución tecnológica que ha sufrido la actividad de la que se lleva ocupando esta revista en los últimos veinte años como un ítem relevante. Pero, si ojeamos ejemplares de su época de nacimiento y nos paramos un segundo a pensarlo, no ha dejado de ser una verdadera revolución, literalmente. Hace dos décadas hubiera sido impensable la realidad actual en la práctica del diseño gráfico. Si, por aquel entonces, daba comienzo el boom de la implantación del ordenador personal en los estudios, todavía en un estadio primitivo aunque mostrando las posibilidades de desarrollo que iba a tener posteriormente, hoy en día el uso de internet como herramienta para gran variedad de objetivos ha supuesto un nuevo tour de force para la profesión. Tanto es así que, imperceptiblemente, poco a poco, el uso del ordenador ha conseguido que ciertas opiniones de finales de los ochenta hoy suenen a historia antigua. Aquel lugar común referido a la democratización que suponía el ordenador, se ha hecho realidad. Tanto es así que pequeños estudios localizados en cualquier parte recóndita del mundo, incluso francotiradores desde su habitación con presupuestos limitados, son capaces de producir piezas que en nada envidian a los de agencias internacionales. Además de esto, que no deja de ser un aspecto mercantil del asunto, lo que paradójicamente está propiciando la actual implantación tecnológica es una renovación de fondo que tiene que ver con la superación de la cuestión técnica. El diseñador ha pasado de aspirar a la perfección de la máquina –a la invocación científica, al control milimétrico–, que exigía una importante valoración de lo técnico, a buscar constantemente el matiz manual, la imperfección intrínsecamente humana o el detalle emocional –desde la recuperación de la gráfica popular hasta el resurgir de la tipografía rotulada, pasando por la experimentación con formas cercanas a lo onírico, los textos al filo de la legibilidad o el cíclico revival de géneros–, dándose por supuesto que la técnica –es decir, el método– ya no es relevante. Más allá de la tendencia, es fácil concluir que se trata de una nueva forma de afrontar el diseño gráfico que abre nuevas formas de expresión. Y lo mejor está por llegar, seguro.
Pablo Martín
José Luis Lizano Yubero
La montaña del diseño gráfico
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Del Letraset al ordenador Me han pedido escribir un texto sobre la evolución del diseño gráfico y la comunicación visual en los últimos 20 años, y más concretamente sobre tipografía. Me resulta difícil aportar algo nuevo, algo que no se haya dicho ya, por lo tanto he decidido escribir este texto desde mi experiencia personal, pues también para mi se cumplen 20 años trabajando como diseñadora, y por lo tanto he vivido esa evolución. A mi entender, la evolución ha girado en torno a dos hitos: la expansión del uso del ordenador personal como herramienta de trabajo y el enorme interés que la tipografía (su diseño y uso) ha suscitado en las nuevas generaciones de diseñadores y estudiantes. Hace veinte años no diseñábamos logos con ordenador, la composición tipográfica se hacía con Letraset, fotocomposición y repromasters y las maquetas de las piezas gráficas con transferibles, papeles de color y fotocopias. Esto, visto ahora, da una idea de los límites que “imponía” la tecnología con respecto al momento actual y que, en cierto modo, determinaba el aspecto de muchas propuestas gráficas de esa época: uso de un número “limitado” de tipos, un diseño sobrio sin muchos elementos aunque con personalidad. Ahora nos encontramos en un momento radicalmente opuesto: el número de tipografías disponible en el mercado es casi infinito y cada grafista tiene su ordenador, y existe un software específico para casi cada necesidad. Las opciones se multiplican todos los días. Yo creo que es por este motivo por el que los estudiantes de diseño (y lo digo porque tengo la suerte de ser también profesora) ven la necesidad de adquirir conocimientos más específicos y especializarse en alguna de las disciplinas. La enseñanza en tipografía no se ha quedado al margen y ha empezado a ocupar más horas lectivas aunque estamos lejos de equipararnos a otros países como Holanda y Alemania. De todos modos, ese aumento se ve reflejado en un uso mucho más excelente de la tipografía en el ámbito del diseño editorial y un resurgimiento del diseño de tipos en nuestro país, que siempre es algo para celebrar.
Visual. Veinte años de diseño tipográfico en España Desde la perspectiva que nos da el tiempo, ahora podemos girar la cabeza para ver, desde una mirada en retrospectiva, lo que ha ocurrido durante estas últimas decadas. La tipografía ha pasado de ser una gran desconocida a ponerse de moda y a estar en el punto de mira de no pocos diseñadores gráficos. De ser un elemento casi hermético a ser un elemento de ámbito público. De ser algo respetado y temido a ser un factor de expresión y de libertad en la comunicación gráfica. Salí de la escuela casi a la vez que esta revista. En estos años la profesión, en general, ha vivido una profunda transformación gracias a los cambios tecnológicos aplicados al sector de la comunicación. La tipografía y, en concreto, el diseño de tipos –fuentes digitales– ha experimentado, gracias a ello, un auge sin precedentes. Dirigir los pasos, ya desde el comienzo, hacia esta especialidad de la gráfica –aunque no ha estado un camino de rosas– ha sido vivir una experiencia emocionante. A finales de los años ochenta, con la llegada del ordenador, algunas voces respetadas en la profesión anunciaron, con él, la llegada del Apocalipsis. Tomar partido por la tecnología era tomar el futuro entre las manos. Los años noventa fueron años de aprendizaje y de experimentación, donde los pocos que nos inclinamos por el diseño de tipos no tuvimos más remedio que ser autodidactas. No es fácil empezar cuando todo está por hacer... pero es fantástico empezar cuando hay tanto por hacer. El cambio del milenio hizo plantearme lo siguiente: ¿hacia dónde vamos si no sabemos de dónde venimos? Buscar establecer vínculos con una tradición perdida en la sombra de los tiempos me llevó a recuperar algunos hitos de la historia de la tipografía española. Hacia el dos mil, la experimentación y el juego dio paso a un mayor rigor en el diseño de tipografía (ya no vale todo). La investigación en este campo dejó de ser un ideal para convertirse en una realidad necesaria. Los tipos para cuerpo de texto empezaron a ser un reto importante para los diseñadores. Algunos de ellos consiguieron obtener premios internacionales y, por tanto, merecido reconocimiento de lo que aquí se hace. El primer Congreso de Tipografía celebrado en Valencia en 2004 marca un punto de inflexión hacia lo que podríamos considerar la llegada a una mayoría de edad en el diseño de tipos. Aún así, no es un camino fácil. Todavía nos falta sensibilidad para valorar lo que ya tenemos. Visual ha caminado en paralelo haciéndose eco de lo ocurrido durante estos 20 años. Unos lo vivimos, ellos nos lo cuentan. Felicidades por esos estupendos 20 años. Andreu Balius
Laura Meseguer
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Concursos y Autocrítica Caso1 Hace prácticamente un año del llamado a concurso para el rediseño de la identidad visual del Gobierno de España y de la reacción corporativa de todos los que componemos el sector del diseño. En aquel momento pensé en escribir una reflexión y un análisis del problema, Pero preferí esperar a tener un poco más de perspectiva y un poco más de tiempo para que se calmase la indignación producida por semejante dislate. Luego, lo de siempre, los proyectos, los clientes, la vida, en fin, hicieron que la espera se fuese transformando en desinterés. Pero sin embargo y a pesar de que el tema perdió relevancia rápidamente (personalmente ni siquiera conozco como acabó oficialmente), la sensibilización ante un hecho que es muy común, pero que en este caso tomó una dimensión enorme por venir de la gran corporación de la que todos somos accionistas, instintivamente seguí alerta. Y así a lo largo de un año se han producido como mínimo otros dos casos, los dos también con instituciones públicas como convocantes. Esta sintomatología es preocupante porque amenaza con volverse una pandemia, por lo que me parece que aquel análisis que quise hacer hace un año, hoy es como mínimo, necesario. Todos sabemos, más o menos, cómo fue la convocatoria del gobierno, cómo se comunicó al colectivo de diseñadores y la redacción del briefing. Un briefing que los que llevamos algunos años en la profesión hemos tenido en nuestras manos mucho más que una vez. En él se nos dice el nombre de la empresa, que el resultado debe comunicar modernidad sin cambiar ciertos elementos que son históricos y luego se nos proporciona una lista (muy larga) de los soportes con los que la nueva identidad cuenta para ser implementada y comunicar así el cambio. Si el cambio es de estrategia (y si no, no tiene más sentido que un puro juego estético), el diseño simboliza a la estrategia para hacerla visible. Pero ninguno de estos briefings se dice, ni se propone ninguna. En una pequeña empresa, de origen familiar y sin conocimientos profundos del management es comprensible, pero en la gigantesca corporación que lleva por marca España, con alrededor de cincuenta millones de accionistas, es del todo inconcebible no explicitarla. Pues así ha sido, y por lo que veremos, sigue siendolo. Y esto es tan grave como el listado de “aplicaciones” (es la terminología utilizada), en el que entre los soportes incluyen camisetas, gorras, bolígrafos y… ¡mecheros! ¡¿Del Gobierno de España?!
Caso 2 En estas preocupaciones estábamos cuando este mismo año, hace algunos meses, ARCO decidió cambiar su identidad visual a través de un
concurso abierto, tal como le obligan la legislación vigente que se aplica tanto en la compra de equipamiento como en la de ideas y talento. Así que recibí el briefing oficial. Igual que todos los anteriores, lo que me hace pensar que debe existir una matriz básica al que sólo cambian el nombre de la feria, la secretaría, la exposición o el gobierno que lo envía. Es decir, que la elección de un profesional para resolver un problema de comunicación que requiere libertad para crear imágenes nuevas y diferentes que sean eficientes en un universo tan globalmente abierto como el de nuestros días, se realiza a través de procedimientos administrativos racionales y arcaicos. Importa más, dan más garantías de conseguir una solución adecuada las empresas que están al día con Hacienda o Seguridad Social y sólidos avales bancarios, que la calidad de profesionales que han demostrado su capacidad creativa en la solución de problemas similares. Obviamente, decliné la invitación. El concurso lo ganó una agencia de publicidad.
Caso 3 Este caso es diferente, pero ofrece puntos en común con los anteriores en cuanto a la actuación de las administraciones públicas cuando se ven delante de un problema que requiere del diseño para su solución, Esta vez ha llegado a mi conocimiento a través de una nota de prensa: la Comunidad de La Rioja ha decidido promover el diseño gráfico, industrial y de interiores entre algunos empresarios locales seleccionados. Para ello invertirá un total de 424.500 euros en doce proyectos que van desde el rediseño de una etiqueta de vino hasta una línea de packaging o el interiorismo de una suite de hotel. Y los encargados de ello serán un grupo de mediáticos diseñadores ¡de ropa! No es difícil conjeturar que como éstos casos que han llamado a la atención existen otros muchos otros que no conocemos. Y a mí se me ocurre como siempre en estos casos en los que el desconocimiento de la función básica del diseño es tan flagrante, preguntarme el porqué esta situación se repite constantemente en mayor o menor grado, no sólo con la administración publica, sino también con los empresarios privados. Hace muchos años aprendí que enfrentado a un problema, si no lo resuelves, es que eres parte de él. Y me da, que en estos casos, somos una de las partes. Una parte que no ha sabido explicar al los managers que el diseño no es una simple ordenación o juego de elementos visuales sino la acción de añadir significado y valor. Que no es un resultado sino el análisis racional de una situación y la formulación de un programa para gestionar la comunicación de una estrategia que el diseño haga visible. Que el diseño –Milton Glaser dixit– es un herramienta fundamental del management de hoy.
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Hace algún tiempo ya, escribimos que la tecnología y el capital financiero son necesarios, pero no suficientes. El nuevo factor crítico de creación de riqueza es el capital social, es decir, nuestra capacidad de conectar personas, de crear confianza y reciprocidad y que estas personas vean nuevas oportunidades y tengan nuevas ideas. Cuando se compite en base al talento la identidad es lo que nos permite trabajar unidos. Sus símbolos mantienen la orientación en medio de los cambios. La experiencia inventa un destino para el futuro, que hoy es mañana. Y no existe identidad sin valores, sin un conjunto de normas que nos permitan equivocarnos y aprender. Cambiar sin perder la confianza. Imaginar, soñar el sueño invisible. Y hacerlo realidad. Porque cuando las realidades tangibles dan paso a las intangibles (el talento, las ideas, la marca) la organización depende de la estrategia, de su capacidad de diseñar nuevos destinos para la organización y la sociedad. Y aquí es donde hemos fallado, donde somos parte del problema. Porque si el Gobierno de un país, que basa necesariamente su acción en la implementación de estrategias (o políticas) y la gestión de su comunicación a sus audiencias, cree que esto lo va a conseguir a través de la frivolidad de la moda o la “inspiración” de un artista, es que el significado del diseño que se les ha ofrecido es epidérmico, superficial y sobre todo breve. Si el diseño puede ser gráfico o de uñas, de coches o zapatos, de cejas o de edificios, de sillas o de calzoncillos es que el término se ha vaciado de significado y en esa oquedad se puede verter cualquier cosa. O sea que, en lugar de crear significado, el diseño ha destruido el suyo propio. ¿Cómo podemos pretender así que las personas (y no hablemos los políticos) lo comprendan? A los brutales cambios que trajo internet con las desregularizaciones, la globalización, la libre circulación de capitales, el desmesurado crecimiento de las finanzas virtuales, la no existencia de referentes; nos llega ahora el fin de la época del mercado de demanda en que hemos vivido estos últimos años en los que el mágico término diseño servía para alimentarlo de excentricidades y banalidad. Me temo que, en nuestro país, el diseño no está preparado para este cambio económico que será duro porque es estructural. Lo que ha cambiado es el hardware, la estrategia. ¿Podrá cambiar todo un sector apoyado básicamente en el software? Tal vez un poco menos de narcisismo ayudaría. Carlos Rolando
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Más tecnología, más responsabilidad Los últimos veinte años han marcado una verdadera revolución en la historia del diseño. Primero vivimos la aparición del los primeros Apple y después de internet, los emails y los PDFs. La tecnología ha hecho muchas cosas posibles, pero no nos ha hecho mejores diseñadores. Una de las desventajas fundamentales del desarrollo tecnológico de estos últimos veinte años ha sido la proliferación de diseñadores que confunden los ordenadores por máquinas de ideas. Los ordenadores son herramientas de trabajo que agilizan el desarrollo de nuestros proyectos. Podemos trabajar más, y más rápido. Pero esto no quiere decir que el trabajo sea mejor. Lo que nos diferencia de Müller-Brockmann y sus contemporáneos no es tanto el hecho de que ahora podemos hacer ‘comando z’ y usamos InDesign, sino que, a raíz de los cambios tecnológicos, nuestro trabajo es mucho más amplio. Tenemos que realizar muchas otras tareas aparte diseñar. Nos llegan textos e imágenes procedentes de muchos sitios distintos. Tenemos control absoluto sobre todos los elementos, lo cual es algo positivo, pero también quiere decir que tenemos que hacer todas las tareas que hace cincuenta años eran el trabajo de otros especialistas: fotocomposición y corrección de galeradas, retoques fotográficos, corrección de color, artes finales, cierre de PDFs en alta resolución... Todo esto conlleva una mayor responsabilidad. Lo que ha cambiado es el proceso, pero los principios fundamentales siguen siendo los mismos. Visual ha sido fiel testigo de estos cambios. El diseño de la revista ha ido evolucionando con el tiempo y seguramente la forma en que se maqueta y se cierra la revista también lo ha hecho. En la última edición de los Premios Visual vi, en la parte alta de una repisa en la entrada de la redacción, una envidiable colección de primerísimos ordenadores Apple que ahora parecen reliquias del pasado. De verdad maquetábais la revista con eso? Así que la enhorabuena es doble: enhorabuena por sobrevivir varias generaciones de manzanas y enhorabuena por permanecer fieles a vuestro principio fundamental durante veinte años: comunicar lo que es el diseño gráfico en España. Astrid Stavro
15 años y sumando XX… L Para mí el diseño, hace 20 años, era lo que ahora puede ser para el común de los mortales el índice Nasdaq. Yo tenía la tierna edad de 16 años y toda la cara llena de acné juvenil cuando nació la revista Visual. Acababa de entrar a cursar tercero de bachillerato artístico en la Escuela de Artes de Zaragoza. Un lugar entrañable, con una herencia academicista con la que nos rociaban a diario. Entre otras asignaturas, tan tiernas como ilusionantes, nos enseñaban a golpe de regla y cartabón algo que nos decían que era “muy práctico para aprender diseño” que se traducía en unas clases de dibujo técnico que a todos nos ponían muy serios y “estructurados”. A pesar de estas situaciones del más puro surrealismo “buñuelesco” en lo académico, los finales de los ochenta eran al diseño lo que la vida era para mí: una maravillosa adolescencia donde las hormonas bullían en forma de ideales relacionados con la ya postmovida madrileña y el desenfado de una forma de entender el diseño más frívola y superficial de lo que más tarde está siendo una todavía adolescencia tardía más monótona y repetitiva (con honrosas excepciones). Por mis manos de comiquero pasaban los Víboras, los Zona 84, los CIMOC y otros tebeos de los 80 que, poco a poco, han ido desapareciendo del paisaje editorial. A Javier Mariscal mismo, lo conocí como dibujante de cómic, antes que diseñador, a través de estas publicaciones underground. Era un tiempo en el que se respiraba una mezcla de libertad e inocencia que fue el caldo de cultivo para el desarrollo de muchos diseñadores en España. Para poner ejemplo del ambientillo “buenrollesco” de la época, hace poco, en Youtube, me encontré con una entrevista en la 2 de Paloma Chamorro al genial Mariscal, donde la gente fumaba en el plató y escuchaba medio tumbada las cosas que decía el diseñador. Actitudes, hoy en día, impensables, gracias al Papanatismo Imperante Actual (famoso PIA, asociación secreta al que pertenecen algunos diseñadores y consultores en España que comulga con el Partido de la Falta de Criterio y Fondo en los Proyectos, el PFCFP, del cual todavía no tenemos los datos de afiliación claros y que, en sus propias siglas, esconde un palíndromo estúpido). El video de Mariscal entrevistado se puede ver en esta extraña dirección de internet (no perdérselo): http://www.youtube.com/watch?v=glpfA6wL9NI . Bueno, como en las películas de superhéroes donde el final es abierto para hacer patente que habrá una segunda parte y deseando lo mejor para la presente, terminaré con una bonita pregunta que les vuelve locos a la mayoría de los diseñadores, y gracias a la cual, muchos de ellos se han pillado unas considerables tajadas en garitos de mala muerte: El diseño ¿es arte? Felicidades, Visual. Javier Royo
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1993. 80/20, Generación de Ideas. Nuestra primera agencia creada en la universidad no se define como agencia. Y el mercado está en crisis. 1996. BDDP/Mancebo•Kaye. La Edad Dorada del Trucho. 1997. Made in Spain. Nuestro primer León en Cannes no es un trucho. ¿Y si lo que importan son las ideas con una estrategia detrás? 1997. Remo/Asatsu. Media profesión está a punto de ahogarse en la riada de San Sebastián. En Remo no nos preocupamos: “Somos surfers”. 1998. Contrapunto. Nuestro despacho está junto a La mítica Trainera: la mejor cantera de creativos en una sala de 20 metros cuadrados. 1998. Wieden&Kennedy, Amsterdam. La armada española empieza a acechar la casa del gran Dan Wieden. No somos los primeros. Vendrán muchos más. 1998. Y&R. La yuyu del talento a golpe de talón nos paga en tres meses lo suficiente para vivir un año en Londres. Y además, hacemos amigos. 1999. BBH, Londres. No entienden que dos españoles de inglés dudoso se hayan colado allí (los bayalas y cabrales aún no han conquistado Inglaterra). 1999. LoweHowardSpink. Trabajamos en el despacho de al lado de Charles Inge, el ganador del Gran Prix de Cannes con The Independent. Dios existe. Es normal y es simpático. 2000. Barcelona. S,C,P,F... 7 años en una agencia que pasa de tener un ordenador para todos los redactores a una que se convierte en la perla de WPP. Nunca veremos tanto talento junto y unido. 2008. Carlitos y Patricia. Dirección Creativa. Colaboración. Network. Estructura flexible. Ideas. Y el mercado está en crisis. Que siga el rock&roll. Carlitos y Patricia