editorial
Una nueva cordada
D
esde hace más de 50 años el Grupo de Ascensionismo del Colegio San Gabriel (ACSG) ha aportado al andinismo nacional al participar en algunas de las escaladas ecuatorianas más prominentes, y ha contribuido también con un símbolo de nuestra actividad, la Revista Montaña. Bajo diferentes direcciones nuestra publicación se ha convertido en una de las más importantes en su género, y hoy podemos decir que la medida de su éxito no se mide en años sino en las etapas en que ha dado cuenta de la evolución de nuestra actividad de montaña en el país y de la actividad al aire libre, en general.
Por nuestra parte hemos dicho sí a seguir las huellas de un gran amigo y miembro de nuestro club, autor del salto gigante que ha dado la Revista y que consiguió posicionarla en el lugar privilegiado en que ahora se encuentra. Por más de una década de trabajo, con 17 números editados, que representan la mitad de la vida de la Revista, queremos reconocer el trabajo de nuestro querido David Coral, quien llevó adelante esta empresa como si de escalar una montaña se tratara: abriendo ruta la mayoría del tiempo. El andinismo nacional y el Grupo ACSG le agradecen por su labor. Para el Grupo VivaImagen, que decidió seguir las huellas de David y decir sí a la transición, este corto período ha transcurrido por rutas difíciles. Mantener lo que David logró en tantos años nos ha permitido tener una mejor idea de la intensidad de su trabajo. En pocos meses nos ha tocado subir esa cima y estamos “saliendo por arriba”, filosofía de montaña. Juntar en tan poco tiempo estas cordadas, lograr que caminemos bien con fines comunes, nos deja una mezcla de sobriedad y alegría. Nuestra meta era el 28 de agosto y todos quienes se han encordado, algunos por primera vez, hemos alcanzado el ritmo necesario para alcanzar la cumbre. Ha sido algo similar a cualquier actividad al aire libre: respirar junto a otros, pensar igual que otros y poner lo mejor de cada uno para alcanzar el objetivo. Este período, de transición para mí por mi reciente llegada al país, me ha permitido descubrir otra vez el sentimiento de los montañeros, de esos colaboradores que te hacen sentir vivo, que marchan contigo hacia arriba. La transición ha traído ciertos cambios y esperamos que sean positivos. Entre ellos, nuestro deseo de ampliar la audiencia de la Revista y abrir sus páginas a actividades que comparten con el montañismo características como alcanzar el reto, conquistar lo inútil, encontrar tu propio límite, entre otros. Ofrecemos esta Revista a sus comentarios y opiniones, les pedimos que se unan al esfuerzo de tanta gente y de tantos años. La Revista es nuestra, no solo del ACSG sino de los andinistas. Intentamos que esta publicación cruce las fronteras y se convierta en Andina. Confiamos en que la nueva etapa haya de hecho comenzado. Los agradecimientos y el éxito les pertenecen a los colaboradores, a quienes han trabajado durante mucho tiempo y a todos quienes, con sus capacidades y entusiasmo, se han unido en esta ocasión, se han encordado y nos han permitido salir adelante. Milton Moreno Salas
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5
F. Milton Moreno Salas.
contenido
noticias
9
EL MINISTERIO DEL AMBIENTE Y SUS DISPOSICIONES
piblicaciones
11 ANDES NIGTH NOCTURNO
especial
O DEL CO ISM LE
GR
GABRIEL SAN
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N IO
O GI
NS
12 LOS PROTAGONISTAS DEL CAMINO AL EVEREST ECUATORIANOS EN EL TECHO DEL MUNDO
19 4 4
GRUPO ASCENSIONISMO COLEGIO SAN GABRIEL
IVÁN VALLEJO: EXPEDICIONARIO EN LAS MONTAÑAS DE ALEJANDRÍA - Marcia Cevallos EVEREST COMO NEGOCIO - Joshua Jarrín UN ASCENSO MARCADO POR EL TIEMPO Oswaldo Freire (Ossi) ¿VAMOS TODOS AL EVEREST? - Marcos Serrano, Milton Moreno Salas
crónica
30 MIS RECORDS EN LAS MONTAÑAS Marco Suárez 34 HUANDOY ESTE–CARA NORTE: ASCENSO ECUATORIANO
Joshua Jarrín
PORTADA Amanecer en el Everst Foto de Joshua Jarrín Número 36 agosto de 2013 Producción
galería
• la actividad en la montaña •
40 Santiago Palacios, Jorge Anhalzer, Edú Naranjo, Fabián Almeida técnicas de hielo
52 ESTACIONES EN NIEVE Y HIELO Juliana García, Marcos Serrano Dueñas escalada
56 ZONAS RECOMENDADAS PARA LA PRÁCTICA DE LA ESCALADA TRADICIONAL Nicolás Navarrete cultura
64 SOBRE CHUQUIRAGUAS Y LICOPODIOS Juan F. Dueñas deporte extremo
68 EL ULTRA TRAIL Gustavo Cevallos Fuensalida
carrera
74 LA PATAGONIA RUN 100K 2013 Gustavo Cevallos Fuensalida
pedaleando
82 RUMBO A SANTIAGO DE COMPOSTELA Francisco Espinosa
Taller de Comunicación Audiovisual
Dirección y edición Milton Moreno Salas Consejo editorial Milton Moreno Salas Marcos Serrano Mauricio Reinoso Marcia Cevallos Asistencia editorial Fabrizio Moreno Salas Diseño y diagramación Laly Moreno Salas Corrección de textos María Belén Cevallos Marcia Cevallos Ilustración Carlos Moreno Distribución y ventas Santiago Garcés Impresión EDIECUATORIAL 15100 Articulistas Marcia Cevallos, Santiago Palacios Oswlado Freire, Marcos Serrano Marco Suárez, Mauricio Reinoso Nicolás Navarrete, Juan Dueñas Francisco Espinosa, Joshua Jarrín Gustavo Cevallos Fotografía Jorge Anhalzer, Edú Naranjo, Fabián Almeida, Santiago Palacios, Oswlado Freire, Marco Suárez, Juan Dueñas, Milton Moreno Salas, Francisco Espinosa, Lenin Lopez, Nicolás Navarrete, Pedro Jurado, Gustavo Cevallos, Joshua Jarrín, Alfonso Alvares, Joseph Berge (archivo digital Mauro Morán), Kevin Flores, Ariel Pila, Manolo Guerra, Biográfica Los textos pueden ser reproducidos, de manera total o parcial, siempre que se cita la fuente. Se prohibe la reproducción de las fotografías sin la autorización del editor. Las opiniones son responsabilidad de los autores de los textos y no comprometen a MONTAÑA.
Revista MONTAÑA Veracruz N34-38 y Av. América Quito, Ecuador Teléfonos: 2241843 / 0987458340 montana@vivaimagen.org redaccion@vivaimagen.org www.revistamontana.com
noticias
El Ministerio del Ambiente y sus disposiciones
E
l domingo 2 de junio falleció, mientras intentaba el ascenso al Cotopaxi y como consecuencia de la caída de un sérac, la ciudadana canadiense Danielle Kendall. Ella participaba en un programa de ascensiones que tenía un Guía de Montaña calificado para tales labores. La muerte en la montaña causa siempre una gran tristeza, todos los accidentes en la montaña tienen un ingrediente humano. La preparación, el conocimiento, la técnica y el equipamiento, minimizan este riesgo, pero nunca lo hacen desparecer. El peligro es inherente al montañismo. Esta realidad es desconocida por los burócratas del Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), ignorancia de quienes nunca han realizado una ascensión, de quienes nunca se hacen asesorar por quienes sí conocen de la montaña. Ante este lamentable fallecimiento, esos burócratas de manera irreflexiva dictaminan una normativa absurda para el ingreso a las montañas que el MAE controla. Para realizar montañismo se requerirá de un Guía de Montaña, “reconocido por ellos”, y para los grupos mayores de cinco ciudadanos que quieran realizar un paseo a la zona, la obligación de llevar un Guía Naturista “reconocido por ellos”. Esta pretensión irracional ya se intentó en octubre del 2012, cuando se accidentaron y fallecieron Freddy Velásquez, Sergio Gómez y María Fernanda Chacha durante el descenso el Iliniza Sur. En ese entonces, luego de varios reclamos de montañeros amateurs y profesionales se la dejó insubsistente. Entonces se implementó la obligatoriedad, para realizar montañismo, firmar una declaratoria en la que se eximía al MAE de cualquier responsabilidad ante un accidente, con ello estamos totalmente de acuerdo.
Pero con esta nueva regulación, hay en la actualidad, una innumerable cantidad de quejas de grupos de montañistas a los que se les ha prohibido ingresar a las montañas (por ejemplo a los amigos de la AMOPAL, para circunvalar la laguna de Cuicocha); y con una actitud abusiva e ilegal, se les ha confiscado el equipo de montaña para impedirles la ascensión. Estas actitudes aberrantes recuerdan lo irracional de la década de los años 1920-1930, cuando a un burgomaestre se le ocurrió prohibir la ascensión de la cara norte del Eiger (Oberland Bernes-Suiza). Por supuesto, dicho ridículo, quedó luego olvidado. Existen muchísimos montañeros sumamente expertos, que no son Guías de Montaña (no todos los andinistas pueden y quieren serlo), pero que están más que capacitados para realizar ascensiones dentro y fuera del país. Nunca existirán suficientes Guías de Montaña para todos los andinistas
que no tienen esa profesión. De otra parte, no tiene sentido anunciar que los parques Nacionales y Áreas Protegidas “ahora son de todos” y por otra parte poner cortapisas imprudentes para ese ingreso libre. En lugar de este prohibicionismo fruto del desconocimiento, deberían emplearse los fondos estatales para la capacitación de los montañeros, y a los guardaparques prepotentes y abusivos, que deberían tener un mínimo de conocimiento del montañismo, mayor cultura y educación y clara conciencia de que son servidores públicos, no fuerzas represivas. De seguir adelante con esas disposiciones, se debería prohibir bañarse en la playa si no se cuenta con un Salvavidas Profesional, o salir a la calle sin un guardaespaldas. Las montañas son de los andinistas, montañistas, excursionistas, que asumen el riesgo de sus fatigas, sus peligros. No son del MAE.
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noticias
Expedición a Las Torres del Trango
S
ebastián Carrasco, Daniel Carrión, Felipe Guarderas, Andrés David Herrera, Roberto José Morales y Nicolás Navarrete planifican para el próximo verano escalar una de Las Torres del Trango, míticas agujas de granito que se levantan en la zona del Baltistán pakistano. Este grupo de potentes escaladores se ha planteado un reto formidable, felicitaciones a estos amigos y qué bueno para el montañismo ecuatoriano dar este enorme paso a la escalada de dificultad.
Asesinato en el Naga Parbat
E
l 23 de junio, un grupo de 15 miembros del Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), asesina a once montañeros que se encontraban en el campo base de la montaña, en el flanco del Diamir. Chungfeng Yang, Jianfeng Rao y Honglu Chen de China; Igor Svergun, Dmitry Konyaev y Badawi Kashaev de Ukrania; Peter Sperka y Anton Dobes de Eslovaquia; Sona Sherpa de Nepal; Ernestas Marksaitis de Lituania; y, el pakistaní Ali Hussain; fueron las víctimas de este hecho repudiable. Bajo protección armada, los otros expedicionarios que se encontraban en la montaña y que el día de la masacre salvaron sus vidas al hallarse en los campamentos de altura, abandonaron la montaña. En la zona del K2 y Gasherbrum, muchas expediciones retornaron a sus hogares y algunos que ingresaban a esa zona, tuvieron que detenerse en Skardu por varios días. Si bien el gobierno paquistano, rápidamente envió fuerzas de seguridad a la zona, el impacto en la comunidad internacional montañera ha sido enorme, varias expediciones previstas para el próximo año han sido canceladas. La inseguridad en la zona parece evidente, toda vez que este pasado martes 6 de agosto tres oficiales de la policía de Pakistán, que investigaban la masacre del Nanga Parbat, han sido asesinados. Pese a todo, una expedición rumana en esa montaña, establecida en la vertiente del Rupal (ruta Schell) permaneció en ella y el pasado 19 de julio alcanzó la cima.
Expedición Gabrielina al Makalu, primavera del 2015
U
n grupo de experimentados montañeros del Ascensionismo del Colegio San Gabriel, ha organizado una expedición al Makalu, que con sus 8.470 m de altura es la quinta elevación más alta del mundo. Fabián Almeida, Oswaldo Freire, Santiago Garcés, Juliana García, Joshua Jarrín, Sara Palacios, Mauricio Reinoso, Marcos Serrano, Carlos Stael, Marco Suárez, Xavier Subía y Tito Villacís, son los expedicionarios que partirán al Nepal, en la primavera del 2015. La expedición tendrá una duración de 55 días. Han elegido la vía francesa para su ascensión.
Eco de los Andes
F
ranklin Velasco Garcés (1945), conocido montañero, ha publicado un libro: Eco de los Andes. En el mismo y a lo largo de sus más de 400 páginas, nos lleva de la mano para compartir, desde su Alausí de la infancia, la primera nacional al Aconcagua a la celebración de su cumpleaños número 60 en la cima del Cotopaxi, entre otros relatos entrañables y documentados de muchos acontecimientos importantes para el montañismo ecuatoriano. Incluye una revisión de los ilustres viajeros que llegaron a nuestro país desde fines del siglo 18 hasta inicios del 20. Así como muchas referencias de montañistas femeninas en años en que su presencia en las montañas era muy escasa. Acompaña el texto con fotografías del recuerdo y otras más recientes. Revista MONTAÑA felicita a Franklin por esta importante cima.
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publicaciones
Andes Night Nocturno Autor: Robert Gibson Idioma: Inglés y Español Al abrirse paso entre las estrellas, empezamos un viaje fantástico que despierta nuestros sentidos. Un código secreto ha sido develado en lo más profundo de los andes ecuatorianos. Un reflejo que nos muestra cuando la realidad supera la ficción. Entre remolinos de luz violeta, el tiempo se detiene en colores que brillan en tus manos de cristal. Tu rostro andino nos devela una belleza salvaje que nos trasporta a fluir. Todo es parte de todo en el universo. Al andar entre los altos páramos invisibles, se puede sentir el vórtice que se desenreda para abrirse una flor celestial a otros paralelos visuales. Aquellos que distorsionan la realidad al convertirse en fantástica.
Déjese envolver por la sutileza del universo, que lo desconocido sea su guía en esta experiencia visual. Que el polvo de las estrellas entre a su retina y despierte divina presencia cósmica. Bienvenidos a la comunión entre el planeta tierra y el infinito. Situado estratégicamente en la linea equinoccial, este aspecto geográfico le otorga un lugar privilegiado para la astronomía de los 2 hemisferios. La cordillera de los andes está formada por más de 70 volcanes, varios de ellos se encuentran en diferentes períodos de actividad eruptiva. Entre las heladas cumbres, prosperan valles fértiles y semi desiertos. A sus costados hay selvas con una mega flora y fauna. Explorar los andes en la noche nos abre una perspectiva de observar nuestro entorno de manera maravillosa, otro mundo se abre ante nuestra mirada. La fotografía fue lograda durante la noche con cámaras digitales con potentes sensores sensibles a luz baja. Con ajuste manual de la cámara, podemos capturar lo que la visión humana no puede ver. Esta característica nos abre una vía excitante para aprender y explorar nuestro mundo de manera asombrosa.
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especial
12 MONTAĂ‘A agosto 2013
los protagonistas del camino al
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F. Joshua Jarrín
EVEREST
especial
ecuatorianos en el Techo del Mundo Desde que Iván Vallejo ascendió por primera vez al Everest (1999), otros 12 ecuatorianos se le han sumado, dos de ellos como guías profesionales en esa montaña. ¿Deberá considerarse todavía el ascenso al Everest, una hazaña? Esta es una pregunta que la Revista Montaña se plantea en este número ante lo que parece ser la tendencia del montañismo nacional.
NOMBRE
DÍA DE CUMBRE
RUTA
OXÍGENO SUPLEMENTARIO
TIPO EXPEDICIÓN
Iván Vallejo
27 de mayo de 1999
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
No
Internacional
Iván Vallejo
23 de mayo de 2001
Collado Sur-Arista Sureste (Nepal)
No
Internacional
José Luis Peralvo
25 de mayo de 2002
Collado Sur-Arista Sureste (Nepal)
Si
Comercial -guía-
José Luis Peralvo
02 de junio de 2005
Collado Sur-Arista Sureste (Nepal)
Si
Comercial -guía-
Patricio Tisalema
16 de mayo de 2006
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
No
Internacional Internacional
José Jijón
17 de mayo de 2006
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
Si
Patricio Crausaz
25 de mayo de 2006
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
Si
Internacional
Jose Luis Peralvo
24 de mayo de 2008
Collado Sur-Arista Sureste (Nepal)
Si
Comercial -guía-
Jairo González
21 de mayo de 2009
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
Si
Internacional
Joshua Jarrín
25 de mayo de 2012
Collado Sur-Arista Sureste (Nepal)
Si
Comercial -guía-
Santiago Quinteros
21 de mayo de 2013
Collado Sur-Arista Sureste (Nepal)
No
Internacional
Paulina Aulestia
21 de mayo de 2013
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
Si
Comercial -cliente-
Oswaldo Freire
25 de mayo de 2013
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
No
Ecuatoriana-Somos Ecuador
Esteban Mena
25 de mayo de 2013
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
No
Ecuatoriana-Somos Ecuador
Rafael Cáceres
25 de mayo de 2013
Collado Norte-Arista Norte (Tibet)
No
Ecuatoriana-Somos Ecuador
Investigación y elaboración Marcos Serrano Dueñas.
14 MONTAÑA agosto 2013
Iván Vallejo: expedicionario en las montañas de Alejandría Marcia Cevallos
E
n casa de Iván Vallejo, en Quito, imágenes del dios Shiva miran de forma lateral, como él mismo cuando intenta guiar el curso de la conversación para impedir que esta se aproxime a una zona de peligro. Muestra una peculiar sensibilidad a las aristas de los otros, a esos detalles que en lo alto de la montaña pueden poner en riesgo el curso de una expedición, la posibilidad de volver al campamento base, a la promesa de los abrazos de los amigos y de la familia.
Quien dirige una expedición por las montañas más altas del planeta debe poder advertir posibles contingencias, y saber que estas radican a veces en una palabra demás o… simplemente en pretender llegar demasiado lejos. La conversación entre Iván Vallejo y Milton Moreno (montañista –primera nacional al Alpamayo y a la Monja Grande, fotógrafo y editor de Montaña) se encauza en el relato de una experiencia compartida por ambos, aunque de modo distinto. El encuentro
aborda una dimensión poco explorada del montañismo pese a ser practicada por muchos, y que se resume en que la montaña se puede leer, y se escribe, en todas sus posibles variaciones. El diálogo alrededor de este asunto mostrará pliegues y cimas, hasta hallar el camino de retorno, donde se localiza el nuevo Everest de Iván Vallejo. Es una tarde a fines de julio. Algunas semanas atrás Vallejo ha dejado sentada su molestia por lo que ocurre en las cumbres más altas del mundo.
agosto 2013 MONTAÑA 15
especial
Los famosos ocho miles padecen los efectos de la masificación del turismo de aventura. Ha manifestado que si vuelve al Himalaya lo hará a un lugar no visitado, distinto, nuevo. Bajo la mirada precavida del expedicionario preguntamos si la intensa actividad ligada a alcanzar los lugares más alejados del mundo, en la era de las comunicaciones inmediatas y con ascensos transmitidos en directo desde la cima, no supone la pérdida de la dimensión de lo remoto, y con ello de la figura misma del expedicionario. De ese personaje que traía noticias de lugares desconocidos, de asuntos sorprendentes, de sucesos inverosímiles. Vallejo habla con calma, como quien ha iniciado, en efecto, un año sabático. Con más distancia respecto de lo ocurrido durante su última escalada a los Himalayas con su equipo de Somos Ecuador, cuando Esteban Mena, Rafael Cáceres y Oswaldo Freire alcanzaron la cima, sin oxígeno, mientras que Carla Pérez, alcanzó los 8.600 metros, también sin oxígeno, este expedicionario asegura que aún queda muchísimo por explorar para quien hace del montañismo un ejercicio continuo de humildad. “Subir montañas, llegar a una cima en cualquier cordillera del planeta es el equivalente a regresar en el tiempo a la biblioteca de Alejandría. Al alzar a ver sabes que por más buen lector que seas, eres insignificante”. Cuenta entonces que una cima como el Manaslu ofrece una visión magnífica de 360 grados de montañas. Que durante su último viaje, a 8.700 metros de altitud, con una vista muy linda del Himalaya, aunque con viento, aparecieron ante sus ojos centenares de montañas sin nombre, bellísimas. Y que el año pasado, en los Alpes, llegó a la conclusión de que no le alcanzará la vida entera para escalar los cientos de cimas que logró divisar desde ahí. Vallejo se sitúa en la vertiente despejada por Yannic Seigneur, el alpinista francés que logró abrir 500 nuevas rutas a lo largo de su vida,
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y veía en el montañismo “un ideal que jamás será satisfecho”. Es la amplitud de la mirada de quien ha logrado la proeza de los 14 ochomiles. Vallejo cree, sin embargo, que el mundo se ensancha también para quienes conocen de estas hazañas por las noticias. Comenta que hoy es común que mucha gente en Quito diga: ¡Ah, Katmandú! Y que vaya al Internet y reconozca una imagen de Buda hecha por algún montañista ecuatoriano. “Esto nos ha llegado con el siglo, y es bueno. Por lo demás, hay un mundo que permanece aún desconocido”. La conversación se ata ahora a ese otro aspecto clave del montañismo: el cuento que el montañista hace del viaje. “Si le pedimos a Kiki (Milton Moreno) que se acuerde del día en que llegó a la cima del Alpamayo (en la cordillera Blanca de Perú), te dirá probablemente que llegó en la noche, que le tocó dormir en la cima, un relato del que no me olvido jamás, y sabemos del excepcional acontecimiento por el artículo escrito por Ramiro Navarrete (maestro de muchos montañistas del país) que concluye con la narración de cómo brillaba esa noche la Cruz del Sur. En la cima, añade, se alcanza “una sensación ambivalente”. “Te dices: somos únicos, y a la vez te das cuenta de que eres una cabeza de alfiler en semejante universo”. En una era de tremendos avances en materia de comunicación, “cuando un what’s up que envías te contestan desde Madrid, Londres o Riobamba, aún quedan muchas cosas por descubrir”, todo dependerá de la lectura que se haga del trayecto. Nos remite a la página web desnivel. com, una publicación especializada en montañismo, donde de repente el lector se puede enterar de la historia de un polaco que ha realizado una escalada por una vía muy difícil. “Y dices: ‘Dios mío, ¿cómo se le ocurrió eso’? Y elogias que siga habiendo creatividad en los montañistas para descubrir nuevas rutas”.
En la medida en que Vallejo da sus respuestas, la pregunta inicial ciertamente se reformula en la dirección que su palabra deja al descubierto. Nos interesa saber si los exploradores de estos días abren efectivamente nuevas rutas, si persiste el afán de exploración, o si se impone, más bien, el rasgo de competencia y de negocio que están presentes en esta actividad. Vallejo responde que las dos posibilidades están ahí: abrir nuevas rutas o seguir las conocidas. “Una nueva ruta equivale a que te den un cua-
Escalando Dhaulagiri.
derno en blanco y te digan: escriba usted ahí lo que quiera. En cambio, transitar por una ruta abierta por otros supone saber leer”. Cita a modo de ejemplo las vías abiertas en los Alpes por Walter Bonatti (19302011) que otros escaladores intentan permanentemente descifrar. “Cuando vas por una vía ya conocida, aunque seas el primero en repetir, estás más tranquilo porque te dices: ‘por aquí ya pasaron otros, de modo que tiene que haber una manera de salir’. No renuncias. Cuando escoges
una ruta por primera vez, es posible que digas no hay salida”. En todo caso está en juego el nivel de riesgo al que un expedicionario decide someter su empresa, lo cual supone negociar con la incertidumbre. –¿Qué escribe el expedicionario en su trayecto? Para Vallejo se trata de una escritura de los miedos, alegrías… dudas. Y cuando llega a la cima en buenas condiciones “escribirá un prólogo de gratitud, de felicidad”. Aconseja no
escalar con demasiada premura, pues al final del día no quedará mucho por decir. Al final, el epílogo deberá redactarse de regreso, en el campamento base. Según Vallejo durante su segunda escalada en el Everest tuvo la ilusión de ascender por donde lo hicieron los pioneros, Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay, en 1953. Lo consiguió, y al llegar al denominado escalón de Hillary, un paso clave en el ascenso del monte Everest, pudo tocar la roca por donde ellos dos
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especial
pasaron. “Quería conocer el libro donde escribieron su ascenso. Era el acto de seguir unas huellas”. Vallejo se inscribe en la tradición de los viajeros que atesoran su cuaderno de viaje, pues no hay una verdadera expedición sin un diario que lo registre… “Y probablemente por eso Kiki ha sido fotógrafo toda la vida”, añade. Entre los montañistas ecuatorianos la escritura es uno de los legados dejados por Ramiro Navarrete. Este maestro, extraordinario fotógrafo y escritor, entregaba a sus alumnos un cuaderno donde debían anotar todas las peripecias del ascenso. Moreno le pide que comente la idea de que para el montañista alcanzar la cima no es lo más importante, pues lo que cuenta es el camino. Vallejo contesta que, en efecto, su trayecto ha sido el resultado de 14 años de camino, en el que cada paso era un paso nuevo. “Cuando subí al Everest sin oxígeno, en 1999, me convertí en el número 120 del mundo en lograrlo. Por ahí habían pasado 119 personas, pero era la primera vez que yo estaba en ese escenario, a 8.300 metros de altitud. Era la primera vez que me identificaba con esa cantidad de pulsaciones, con esa forma de respirar, y aunque había leído todo esto en los libros, era mi propia experiencia. Mi propia manera de ver el camino que conduce a la cima, y pese a que había visto la foto de la cumbre del Everest cientos de veces, esta era mi cima del Everest”, explica.
Acercamiento al Dhaulagiri.
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en que no falta el humor a más de siete mil metros de altura. Este es su relato del último tramo del Pico Pobeda, la montaña ubicada en la cordillera del Tien Shan y considerada la más fría del planeta. “El espolón final es un gigantesco cono de roca, nieve y hielo que se yergue con imponencia desde los siete mil metros hasta los casi siete mil quinientos metros de la cima… Para hacer más emocionante el asunto, hay una arista de nieve delgadita como una cuchilla de navaja, donde no hay lugar para equivocarse con algún tropiezo, porque la humanidad del marchante iría a parar a los glaciares de China o a los glaciares de Kirgistán (tres mil metros más abajo), en caso de que el susodicho rodase por la ladera oriental, en un caso; o por la ladera occidental, en otro caso. A mí me preocupaba que no llevaba el pasaporte conmigo para ninguno de los casos…”. Este relato concluye con el momento en que Vallejo abraza a sus camaradas en lo alto del Pobedita, que es el modo en que al final de la escalada y por razones de respeto denomina a la montaña, porque “también podemos dar fe de las montañas a cuya cima no hemos podido llegar o solo lo hicimos en el tercero o cuarto intento, y del valor que eso tiene”. -¿Qué se aprende de la experiencia de no alcanzar la cima?
El explorador requiere mantener vivo su deseo de descubrir. Vallejo coincide con el afamado chef español Ferran Adrià, cuando señala que el mundo debe ser aburrido para los sabihondos que cuando abren el ojo ya saben todo lo que tienen que saber. “Lo contrario es decir a ver ¡qué onda, hoy qué me toca aprender!”.
El ochomillista considera que el aprendizaje se hace alrededor de cómo se interpreta no llegar, de cómo se interpreta la derrota, de la tolerancia mantenida con el equipo y contigo mismo, pues en el montañismo, no hay un árbitro. Alguien que diga: ‘siga, siga’. “Cada quien sabrá si sigue o no, y luego deberá confrontarse a esa decisión”.
En la página web de Vallejo (www. ivanvallejo.com) es posible toparse con fragmentos de sus diarios de viaje, y reconocer un estilo de narración
La charla bordea ahora un límite. Vallejo plantea que en la montaña, en situaciones duras, muchas veces el montañista se dice: ‘y si ahora no salgo’.
Moreno acota que esto se agrava por el hecho de que el montañista se pone ante la dificultad de que la única forma de salir es “por arriba”. “Como paso las dificultades, porque la meta está por arriba”. Vallejo acota de forma inmediata que se trata de que la pregunta no sea tan recurrente, pues eso significaría estar colocados con demasiada frecuencia en situaciones jodidas. Pues aunque el sueño de un montañista consiste en llegar a la cima, en última instancia lo más importante es estar con vida. Moreno y Vallejo coinciden en que “salir por arriba” resulta más bien una metáfora. “Patria o muerte’ en el montañismo no funcionan”, dice Vallejo. Al respecto relata el grave accidente que sufrió en el año 88. “Estaba con Reno Román, Peter Ayarza, Marcos Serrano y mi buen amigo Javier Cabrera, cuando caí en una grieta a 40 metros. Gracias a que estaba atado a la cuerda, pudieron seguir la línea y me rescataron. Entonces me dije: ‘qué manera más absurda de morir’, y me dio miedo la muerte, a mi que estaba haciendo aquello que me apasionaba”. Quería estar con vida, y esa era la cima de Vallejo en ese Chimborazo.
bre, “y está bien porque no hay nada más difícil que escalar”. Vallejo recuerda su ascenso por la pared sur del Aconcagua: cinco días y cuatro noches súper exigentes. “Escalas y no llegas a la cumbre. La cumbre está a unos 30 minutos más, pero la vía per se es lo más difícil de lograr”. Ahora Moreno pregunta sobre qué significó el Everest para Iván Vallejo. El responde señalando que el significado del Everest lo puede encontrar cualquier persona en cualquier lugar. “Si eres una persona impetuosa a quien le gana la impaciencia, y por la impaciencia haces daño a los demás, dominar esa impaciencia será tu Everest. Si eres una persona muy tímida, que por timidez no da los pasos para conseguir su objetivo, ese será tu Everest”. Cada quien tiene sus 8.848. Moreno piensa en esos tiempos del montañismo ecuatoriano en que ir a
Puelazo era como llegar a Katmandú. A continuación se pregunta por el futuro de las expediciones nacionales. Quiere saber si los nuevos deportistas conocen el Ecuador, si han subido a nuestras montañas… ¿Por qué tienen que irse fuera?. Vallejo le responde que él entrena en Ecuador, donde encuentra cada vez nuevas rutas de escalada. Menciona lo que ocurre en el Cayambe, donde una serie de vías han sido aseguradas por grupos de escaladores nacionales. Para quien viaja alrededor del planeta, Ecuador es “una maravilla”. Hay, sin embargo, un Everest, para este deportista de élite, y ese está precisamente en Ecuador… El Everest de Iván Vallejo es la pared norte del Obispo. “Una montaña muy linda, en la que ha estado cinco veces y donde he sufrido dos accidentes graves”. Un Everest que no se deja descifrar.
Trae ahora a colación la frase de ese montañista austriaco para quien la cumbre de un 8.000 solo le pertenece al montañista al llegar al campamento base. “Si llegas a la cima del 8.000 y no tienes asegurada la bajada, no puedes decir que has llegado, porque la verdadera cima es regresar”. –Entonces ¿la satisfacción está en el ascenso? El camino permite conocerse a sí mismo, exponerse, consiste en ponerse un reto y seguir, dice Moreno. “Te quedas a 100 metros de la cumbre y no le quita absolutamente nada a todo lo que has hecho”. Cuenta que una vez superados los asuntos técnicos, mucha gente que se ha preparado con mucha dedicación decide no subir a la cum-
Con el equipo SOMOS ECUADOR en la cima del Khantengri en la Cordillera del Thien Shian (7 010 m), agosto de 2010. Esteban Mena, Carla Pérez, Oswaldo Freire e Iván Vallejo. Joshua Jarrin toma la fotogafía.
agosto 2013 MONTAÑA 19
especial
Y sobre el futuro ... Por ahora Iván Vallejo se encuentra empeñado en descansar. Han sido 17 años en los que no ha parado, desde que fue en el 96 al Ama Dablan. El resto del año se tomara de descanso, se ocupará de las cosas que ha debido aplazar por las exigencias del entrenamiento. “En febrero nos vamos a los Alpes, ya veré qué escalaremos ahí, con Somos Ecuador”. Y no sé si haré alguna cosa más en el 2014, porque quiero darme un año sabático un poco largo. Y luego en el 2015, otra vez tengo la ilusión de que nos vayamos al Gasherbrum 4. Esa es una montaña que por 20 metros no alcanza los 8.000, pero es súper exigente, y el equipo de Somos Ecuador está listo para eso”. Somos Ecuador se expande. Vallejo quiere invitar a su equipo a dos personas más. “A jóvenes con proyección”, para que puedan seguir escalando por el mundo. Su objetivo es integrar un grupo con “personajes diversos”, para que su legado siga. Fotografías Iván Vallejo
En el tercer intento de camino a la cima del Kangchejunga, la tercera montaña más alta del mundo, a menos 32 grados. Mayo de 2006. Logré la cima junto a Joao García, ese dia 22 de mayo a las cinco de la tarde, después de catorce horas de escalada. De regreso en el Campo IV estuvimos a las diez de la noche.
Marcia Cevallos. Periodista.
No se conquistan las montañas, ellas con benevolencia, a veces, nos dejan hollar sus cumbres. Y ese es el camino.
Regresando al Campo 1 después de haber logrado la cima del Pobeda 7 439 m. Carla Pérez, Esteban Mena, Iván Vallejo. 20 MONTAÑA agosto 2013
De camino a la cima del Dhaulagiri, la séptima montaña más alta. agosto 2013 MONTAÑA 21
especial
Everest como negocio Joshua Jarrín*
Joshua Jarrín llega al campo base del Everest después de haber ayudado a cinco clientes llegar a la cumbre.
C
onfesión. Yo, Joshua Jarrín, Guía Internacional de Montaña certificado, confieso haber lucrado del Everest, así como también lo he hecho del Aconcagua, del MontBlanc, del Cotopaxi y de toda montaña donde se me ha dado la oportunidad. Confieso también haber ayudado a mis clientes, ninguno de ellos montañista experimentado, a alcanzar lo que constituía un sueño, y como si esto fuera poco, también confieso querer
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seguir haciéndolo. De todo lo anterior me declaro culpable. Amigas, amigos lectores, quiero agradecer a la revista Montaña por haberme dado la oportunidad de expresar lo que pienso, sobre todo ahora que, a quienes estamos envueltos en expediciones comerciales se nos ha “satanizado” en la escena. Con mucha pena he leído últimamente un sinnúmero de declaraciones en las que se confunden, a conveniencia, conceptos que para mí
son completamente distinguibles, aprovechando el desconocimiento del público en general. Pues sí, es evidente un desconocimiento general. Por un lado, tenemos a escaladores profesionales que reclaman que hay gente sin experiencia en la actividad apropiándose de su territorio; por otro lado, tenemos a los no profesionales tratando de aprovechar la coyuntura para poder lucirse como si fueran los mejores en el montañismo. Ambos grupos
tienen algo en común: ese inexplicable vicio de dar seguimiento a detalles de lo que dicen o hacen los del otro grupo, para compararse y poder obtener un argumento Pienso que la solución a esa inconformidad es no invadir mutuamente los espacios y ser tolerantes con una realidad existente. Creo que todos podemos ser felices y vivir intensamente en las montañas sin afectarnos unos a otros y hasta podemos emigrar de un grupo al otro. Por ejemplo, no es lo mismo un partido Joshua Jarrín en la cumbre del Everest. 25 de Mayo 2012.
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especial
de fútbol de barrio (jugado ¡a muerte!) que la final de la Champions League, pero dentro de los corazones de esos jugadores, todos tienen el derecho y la oportunidad de sentir como si ese fuera el partido más importante de sus vidas… ¿o no? De esa manera, creo, los montañistas debemos manejar las cosas. No es justo que los “inexpertos” regresen a sus países y, como “inventores del agua tibia” se declaren los mejores representantes de la actividad, confundiendo a quienes no entienden del tema, sin aceptar que han subido con oxígeno, siguiendo por cuerdas fijadas por otras personas, con todo tipo de comodidades, y pagándonos a los que ofrecemos el servicio. Pero tampoco es justo que los “profesionales” regresen a sus países a sacar en cara su “ética contra el espectáculo” y su compromi-
so por un montañismo puro. Pues vale recordar que en un ambiente que solo entiende de fútbol, es más espectáculo irse a la ruta normal de una montaña popular, que a una cara desconocida de alguna montaña que no se ha escalado nunca y que nadie sabe dónde queda... ¿o no?
las rutas pesen por lo que son. Si nos vamos como escaladores innovadores a alguna expedición, vayamos a un proyecto que realmente proponga algo nuevo y valioso en la escena montañera, y, sino, aceptemos que somos repetidores, guías o clientes... en fin, nada novedoso.
Digamos la verdad, pero completa. Eso es respetar a los otros, sobre todo en un país como Ecuador donde el pastel de los promotores es pequeño. Recuerdo que Iván Vallejo dijo hace un par de años: “a mi me daría vergüenza pedir auspicios para ir al Kilimanjaro”(la montaña más popular de Africa), eso me parece una actitud ejemplar. Nada de adornos alrededor de proyectos no innovadores, nada de subir lo ya escalado hasta la saciedad, un poquito más rápido, un poquito más solos, sin tanto oxígeno, etc. Que
Como alguien que vive del negocio de la montaña, no me queda más que decir que la cancha está trazada, las rutas normales de algunas montañas son simplemente muy transitadas, no pertenezco a la generación que causó esto, pero me adapto a una realidad existente, todos lo sabemos de antemano, así que si no nos gusta, vayamos a otros lugares, que montañas, gracias a Dios, sobran. *IFMGA/UIAGM Licensed Mountain Guide Fotografías Joshua Jarrín
Joshua Jarrin facilitando el cruce de grieta a una clienta. Glaciar del Khumbu. Everest.
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un ascenso marcado por el tiempo Oswaldo Freire (Ossi)
E
l 25 de mayo pasado, a las 07:00, Oswaldo Freire (Ossi) llegaba a la cumbre del Everest, sin oxígeno, por la vertiente tibetana. MONTAÑA: ¿Que significó para ti el ascenso al Everest? Quizás lo más significativo ha sido que mi familia, mi esposa, mis hijas, mi padre, sientan orgullo por lo que he alcanzado. Escalar montañas es una parte de mí. No importa si se trata del Ruco Pichincha, el Pumori o el Everest, cuando escalo busco la esencia de lo que soy. Tengo la suerte de formar parte del equipo Somos Ecuador, y esta vez escogimos el Everest como lugar de escalada. Solo mucho después de llegar a la cumbre asimilé que había subido a la montaña más alta de mundo. Siempre tuve presente que iba con mis amigos, por lo que experimenté la alegría de otras ocasiones, y solo al bajar, cuando todo el mundo me felicitaba, entendí que mi ascenso era un motivo de alegría para muchas personas que me quieren. M: ¿Consideras que esa ascensión determina un cambio en tus aspiraciones montañeras? No creo… Siempre he tratado de hacer cosas nuevas, especialmente para saber qué siente mi cuerpo, cómo reacciona mi mente. En la búsqueda de estas cosas nuevas me encontré con el Everest. Además, y sin falsas modestias, me considero una buena persona y un buen montañero, y no creo que deba cambiar mi esencia debido a cualquier éxito que alcance. En el futuro me gustaría mucho conocer la cordillera de Karakórum, en Pakistán, o subir con mi grupo de andinismo, al que quiero mucho, a una montaña de 8.000 metros. Pero la montaña es solo una parte de mi vida. Además están mi familia y mi trabajo. Por otra parte
me gusta combinar las actividades de mi familia, la montaña y mi trabajo. Espero no dejar de escalar, hay muchos lugares por conocer, no necesariamente los más altos, los más difíciles o los más renombrados.
esperar más para crecer y seguir sus pasos. Cuando debía entrar al colegio, me preguntaron a cuál quería ir, y por supuesto elegí el Colegio San Gabriel, porque sabía que había un gran grupo de Andinismo.
M: Cuéntanos del camino que has recorrido desde tu infancia hasta llegar a la cumbre del Everest.
Ahí conocí a mis grandes amigos. Aprendí las técnicas de roca y hielo, y lo más importante, aprendí que si uno tiene sueños y lucha por ellos, estos se vuelven realidad. Cerca de graduarme del colegio tenía claro que quería ser Guía de Montaña, para seguir escalando. Esto me permitió mejorar mis destrezas, me abrió la posibilidad de trabajar dentro y fuera del país y de conocer las diferentes cordilleras del mundo. Además, escalando conocí a
La primera vez que salí a una montana tenía unos cinco años. Fui con mi familia al Corazón, para aprender a rapelar. Desde entonces me gustó el aire libre y subir montañas. Siempre veía el esfuerzo y dedicación que mi padre ponía cuando salía a sus excursiones con sus amigos, y yo no podía
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especial
mi esposa. Ahora soy parte del equipo Somos Ecuador y asisto regularmente a las reuniones del grupo Ascensionismo del San Gabriel, del cual ahora soy Jefe General. Creo muy firmemente que si uno elige un camino en la vida, ese camino te lleva a cumplir tus objetivos siempre que seas persistente y trabajes en equipo. M: ¿Cuáles eran los sentimientos y emociones en esas horas solitarias en las que ascendías? Los sentimientos varían mucho según la etapa en que te encuentres. Cuando empiezas tu día de cumbre sientes euforia y emoción, pues has esperado mucho para lo que estás iniciando, alistas tus cosas y empiezas a ascender. Pasan las primeras horas y, en mi caso, comienzo a sentir angustia y miedo. Cuando subí al Everest, después de las primeras horas de escalada, me di cuenta de que me había separado demasiado del grupo, pero al detenerme para tratar de que los demás se acerquen, sentía mucho frío, y tuve un miedo inmediato de no poder recuperarme y, peor aún, de sufrir congelaciones. Conforme pasaban las horas, comenzó otra vez la angustia. Temía que el mapa mental que me había trazado para la ascensión, no se cumpliera. Había llegado al primer resalte durante la noche, cuando el cronograma de ascensión decía que debía estar con luz. La imposibilidad de comunicación con el resto del equipo te conduce a dudar, y el cerebro empieza a jugarte malas pasadas debido a la preocupación y a la hipoxia. Finalmente logré comunicarme con mi esposa en el campo base, y ese pequeño detalle, saber que alguien estaba conmigo, permitió que el círculo vuelva a iniciarse. Me sentí otra vez lleno de energía positiva y con ganas de continuar. Al llegar a la cumbre la euforia resulta incontrolable, pero a la vez experimenté por unos pocos minutos una sensación de alivio. Inmediatamente
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sentí la preocupación de que faltaba la mitad más difícil del recorrido: bajar. Hay un cúmulo de emociones durante un día de cumbre en una montaña alta, entre positivas y negativas. M: ¿Crees que las ascensiones con oxígeno, en el contexto de una expedición comercial, resultan significativas para el montañismo? Es muy difícil juzgar las expediciones comerciales. Como en muchas cosas de la vida, tienen un lado bueno y un lado malo. Además, creo que cada uno es responsable de las decisiones que toma en la montaña. Personalmente, nunca he considerado usar oxígeno para una ascensión. La cumbre en sí no es tan importante como el hecho de conocer mis límites, y estar siempre lo más seguro posible. Lo que me molesta del tema oxígeno es que las personas que lo usan pretendan hacernos creer que no lo hacen. Independientemente de si usas o no oxígeno, hay que ser sinceros en el momento de hacerlo público. M: Cuéntanos tu secreto, no eres un montañero de entrenamiento riguroso, pero en la montaña, concretamente en el Manaslu y el Everest, tu desempeño ha sido muy alto. Quizás el secreto radica en la combinación de tres factores. En primer lugar, el crédito se lo llevan mis padres, porque tengo una genética magnífica para adaptarme a la altura. No me considero ni el más rápido ni el mejor, pero una vez que estoy expuesto a largos periodos en la altura, mi cuerpo responde muy bien. En segundo lugar, creo que tengo alta tolerancia al sufrimiento, y esto lo he logrado a través de muchos años de mochilas pesadas, frío hasta los huesos, y situaciones en las que en vez de estar lo más cómodo posible, trataba de estar preparado para el momento de esforzarme al máximo, en el peor de los escenarios. En tercer lugar, soy muy estricto en mi control mental. Me gusta mucho seguir al pie de la letra lo que me pongo como regla, especialmente el día de
cumbre. En el Everest, por ejemplo, decidí que si en ocho horas no llegaba a la cumbre desde el campo tres, debía regresar. Y esto porque iba a perder demasiadas energías para volver al campo uno en el mismo día, y ese fue siempre mi objetivo. También pensé no quedarme más de 48 minutos en la cumbre por ninguna razón. Tenía la alarma en mi altímetro para empezar el descenso y a los 48 minutos exactos, empecé el camino hacia abajo. Mi control mental consiste en que cada hora descanso, como, bebo, voy al baño, y chequeo cómo está el cronograma general de la ascensión. Por más cansado que esté al llegar a la cumbre, concentrado y presionando a mi cuerpo, cumplo mi objetivo de bajada. Soy muy riguroso en el momento de reponer líquidos, especialmente en los campamentos. Tengo que ser riguroso, pues esto me asegura regresar a abrazar a mis cuatro hijas y a mi esposa, que siempre me esperan de vuelta. M: ¿Cuáles son tus consejos para los jóvenes que se están iniciando en esta actividad? El andinismo ha sido para mí una escuela de vida. Me ha formado como mejor hombre, mejor padre y mejor amigo. A la gente que está empezando, de cualquier edad, porque nunca es tarde para empezar, les digo que no se rindan, especialmente al inicio. Hay muchas dificultades y las barreras parecen infranqueables, pero conforme sigan saliendo a la montaña empezarán a darse cuenta del valor de las cosas simples de la vida, y verán la vida con ojos diferentes. Fotografías Oswaldo Freire
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¿vamos todos al Everest? Marcos Serrano Dueñas, Milton Moreno Salas
R
evisando la colección de revistas Montaña en busca de datos, encontramos en uno de los primeros números un artículo que hablaba del tráfico en el Everest. Hace ya 50 años se advertía lo que sucede ahora. Es rutinaria la imagen de más de 300 turistas enganchados a una cuerda fija, pretendiendo, como si se tratara de un gigantesco cien pies, subir la montaña. Cómo hemos entendido al Everest y qué significa esa montaña para cada uno de nosotros es tan enigmático como las propias motivaciones de quienes sueñan con conquistarlo. Qué es lo que cada uno de nosotros puede o debe aprender de este enigma merece un cierto análisis. Por un lado hemos leído la confesión de Joshua Jarrín que con su simpleza y honestidad representa la sinceridad que define a quien se compromete con la montaña. El camino al Everest es el mismo para todos los que se aproxi-
man, pero la forma en que lo hacemos establece una diferente experiencia vital, significativamente distinta. Cómo entender que el cliente y el guía están en una posición diferente cuando los dos suben juntos manteniendo una meta común, y muchas veces lo hacen encordados. Cómo satisface el montañero su deseo de conquistar la cima bajo esas circunstancias, cuando la prioridad para él es el camino que conduce a ella, como lo podemos deducir de la conversación con Iván Vallejo. Desde que Iván ascendió al Everest (1999), otros 12 ecuatorianos se le han sumado, dos de ellos como guías profesionales en esa montaña. ¿Deberá considerarse todavía el ascenso al Everest, una hazaña? Indudablemente desde el plano personal, lo será; pero el camino elegido para hacerlo (nuevas rutas o la repetición de rutas de dificultad conocida); marcará la diferencia. No es lo mismo una cima lo-
grada con una expedición comercial equipada con cuerdas hasta la cumbre (por los sherpas), con oxígeno (transportado por los sherpas) y campamentos (levantados y abastecidos por los sherpas), que la aventura del explorador y montañero que hace del Everest el escenario de un reto aceptado como inútil y asume la responsabilidad de su propio desafío. No parece que el turismo de aventura deba ser considerado una hazaña montañera pues no aporta nada (salvo la experiencia personal) al montañismo, a los montañistas, y por ello no debería beneficiarse de subvenciones, y menos del dinero estatal. Esto implica un retroceso a los logros forjados por tantos montañeros en el pasado, que abrieron el camino para hacer de la montaña el deporte que amamos. En términos generales, el montañismo implica aventura: lo desconocido, la altura, la dificultad, el manejo racional de las situaciones de peligro, la resolución de los problemas que plantea la ruta, la montaña. Esta breve definición es asumida por los montañistas; pretender la cima sin que importe el cómo se la ha conseguido, sin merecérsela, es poner en práctica el sofisma de que “el fin justifica los medios”. Subir a la cumbre de una montaña, tocado por el viento, usando todo el esfuerzo que tenemos, es una sensación incomparable. Subir a la cumbre del Everest, el punto más alto del planeta donde el esfuerzo alcanza una intensidad única, debe ser aun más incomparable. Y, sin embargo, lo que represente en nuestras vidas, en nuestro entorno, su relevancia, debería permanecer en una dimensión personal, íntima. El pretender que esto tenga relevancia social, universal, que sea una suerte de conducta ejemplar o modélica es inadmisible.
Everest, Lhotse, Nuptse en la mañana.
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Lo que nos queda después de subir a una cima, de conquistar lo inútil, lo imposible, de conseguir el reto que nos habíamos propuesto, no puede ni debe quedarse en la montaña. Esa misma actitud la deberíamos mantener en el día a día, en la cotidianidad, en el llano, cuando hemos regresado. Nos conocemos, sabemos nuestras fortalezas, sabemos que somos capaces de luchar, de esforzarnos. A los montañeros nos reconocen por nuestra actitud en la vida diaria y corriente. Para el joven montañista o para quien da los primeros pasos en los cerros, vale la pena resaltar lo dicho por Ossi (Oswaldo Freire), en esta edición de la Revista: si un muchacho o muchacha se esfuerzan, se comprometen en ser buenas personas, y tienen unos
ciertos dones naturales (el montañismo, no es para todos), tendrá frente a sí muchísimos Everest que conquistar. Pues nadie debería ascender por la gloria efímera que esto trae (decía C. Pérez de Tudela). Si miramos las montañas con humildad y en silencio, podremos entenderlas y oír sus voces, que son sencillas, simples, elementales, las voces del hielo y las rocas, del viento, no las de los aplausos o las primeras planas. Del Everest sería más útil dar vuelta a la página y concentrarse en la montaña, cualquiera que esta sea, en una cordillera lejana y muy alta, o en el día a día de nuestra realidad. En la aventura de los retos al aire libre hay que concentrarse en el proceso y no solo en la meta, no hay que tomarlo apuradamen-
te. Es mejor disfrutar la aproximación y el camino, para que al volver podamos saber de dónde venimos y a dónde vamos en nuestra siguiente aventura, y así definir bien nuestro próximo reto, porque ya nos conocemos mejor. “Ni siquiera tenemos que ir al Everest para tener nuestro propio Everest”. Fotografías Edú Naranjo
Marcos Serrano Dueñas. MD, MSc. Treinta y ocho años de andanzas por las montañas nacionales y extranjeras. Neurólogo, Profesor Universitario, Instructor de Alta Montaña de la UPAM. Milton Moreno. Montañista, fotógrafo y productor de documentales. Licenciado en Arte, Medios de Comunicación Audiovisual, EEUU. Director de la Revista Montaña desde 1980 a 1984, y director artístico del Festival de Cine Experimental, EEUU y Ecuador. Profesor de fotografía y comunicación contemporánea.
Atardecer en la Pirámide del Everest.
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mis records en la MONTAÑA
Marco Suárez en la Rampa del Pumori - F. Marco Suárez.
Marco Suárez
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crónica
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an sido 48 años de montañero y de pasión por las montañas, entre éxitos y fracasos. Después de regresar del Annapurna y saber que debido a múltiples congelaciones y amputaciones no podría volver a escalar más montañas, Maurice Herzog manifestaba que hay otros annapurnas en la vida de los hombres. Este pensamiento me llegó tan profundamente que lo tome como filosofía de vida y de montaña. Los éxitos y los record logrados durante 48 años de montañero se resumen en haber ascendido las montañas de mi patria y otros países siempre encordado con amigos, disfrutando de la verdadera amistad y solidaridad. Con muchos de ellos hemos roto el record de 40 años de amistad y de escalar montañas.
Éxitos, porque he podido anteponer mis principios: la solidaridad y fraternidad de la cordada a la ilusión de escalar un 8.000. Muchos fracasos han sido éxitos, porque la montaña me ha dado lecciones de humildad y tenacidad para volver a intentarlo una y otra vez. Éxito, porque llegar a la cumbre de una montaña no es un deber ni una obligación, sino -y cuando se puede- una forma de vida, porque la conversación al caminar ha hecho que las distancias se acorten, porque he podido llenarme del olor a sopa de sobre y arroz quemado, porque durante las tormentas he podido atemorizarme con los sonidos de los truenos, y también deleitarme con las voces del glaciar. Record, porque el viento ha sido mi fiel compañero en la jornada, porque el sudor y la lluvia han purificado mi
cuerpo, por poder escuchar la respiración jadeante o las maldiciones que grita mi compañero de cordada cuando está pasando un mal rato, por vencer el miedo y los temores en los momentos de peligro, porque he podido sentir ese sonido hermoso de los crampones y la piqueta al acariciar la nieve o el hielo, por la solidaridad mantenida en el vivac, por poder recibir el amanecer con la sonrisa en los labios o haber compartido la galleta o el caramelo que nos quedaban. Éxito, porque las rocas, el páramo y las tiendas nos han servido de cobijo y abrigo; record, porque decenas de estrellas fugaces han velado mi sueño y por haber podido dormir cubierto por un toldo de estrellas; éxito, porque las cumbres me han hecho sentirme como un gigante y al mismo tiempo un ser insignificante al ver la grandiosidad
En el Campo Base del Pumori - F. Edú Naranjo.
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de la creación, por la felicidad de cumbre de mi compañero de cordada que ha realizado su sueño, por esos cada veinte pasos en la pendiente, en que he podido llenar mis pulmones de oxígeno con una dosis de ¡ya llego!, ¡cuánto falta!, ¡falta poco! Record, por la solidaridad de mi compañero al renunciar a una cumbre debido a mi cansancio, por mantenerme en pie y optimista pese a los vientos huracanados, al frío, hambre, sed y cansancio. Éxito, por bajar del monte completo y poder transmitir a mis amigos y familia las sensaciones vividas, porque al llegar a la ciudad he sentido la transformación que la montaña ha obrado en mi ser, y éxito porque como decía Alexei Bolotov: “Las montañas por sí mismas no significan nada, son solo piedras y hielo. Quien les da vida es el ser humano al subirlas y hablar de ellas; al vivirlas les damos entidad”. Creo firmemente que el éxito no está solo en hacer grandes cosas que causen admiración o lograrlas con métodos lícitos o ilícitos, como suele
decirse: “el fin justifica los medios”. El éxito llega en el momento que das el primer paso y que lo realizas con amor, con gusto, con pasión, con alegría, con determinación aunque el objetivo no sea alcanzado. No participo del concepto de éxito que se maneja en la actualidad. Las cordilleras de los Andes, Alpes, Himalayas son el terreno en que los deportistas luchan encarnizadamente por conseguir otro tipo de record y de éxito: ser el más rápido en escalar una montaña, o el más joven en lograr determinada cumbre, ser el hombre o mujer de mayor edad, hacerlo en solitario, conquistar la mayor cantidad de montañas en una sola temporada, y utilizan cualquier cantidad de artilugios por lograr su objetivo. Su único fin es conseguir fama, gloria, aplausos, reconocimiento económico, publicidad, etc. Estos deportistas han renunciado a la esencia del montañismo y, en muchos casos, han transformado sus deseos en obsesiones sin límite.
En el Nepal, junto a R. Messner. F. Marco Suárez.
Marco Suárez Carrera. (Quito, 1955.) Empezó su pasión por las montañas subiendo a las lomas y cerros que rodean Quito con sus primos y amigos de barrio. Más tarde, y ya como miembro de El Sadday, realizó ascensiones significativas. Fue fundador de la AMOPAL y desde hace 25 años del Ascensionismo del San Gabriel. Ha escalado todas las montañas del Ecuador. En el Perú, abrió una vía nueva en el Santa Cruz; en Bolivia, participó en la primera nacional al Illampu, además de realizar otras expediciones en Argentina y Colombia. En 2010 participó en la ascensión al Pumori, en el Himalaya de Nepal. Ha seguido diversos cursos de montaña y ha sido instructor de otros. Pero su distintivo más importante es su amor por las montañas y su fidelidad a los principios del gran montañismo: la solidaridad y amistad de la cordada. Trekking circunvalación al Morurco - F. Marco Suárez.
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crónica
Huandoy Este-Cara Norte: ascenso ecuatoriano Joshua Jarrín*
P
ara que una escalada resulte exitosa, muchas cosas han encajado previamente: la dedicación de los personajes al objetivo y también, el azar. Juliana García y yo coincidimos en Perú el verano pasado durante unos días que pudimos sacar de nuestras agendas. La idea era olvidarnos un poco de lo que atravesaba nuestra cotidianidad en esos momentos y dedicarnos a lo que más nos gusta: escalar. La línea la había visto yo un par de temporadas atrás guiando en La Esfinge y ya era hora de sacarla de la lista de asuntos pendientes. El 15 de agosto partimos de Huaraz hacia la quebrada de Parón. La aproximación fue bastante sencilla, comenzamos desde la laguna que tiene el mismo nombre de la quebrada y ascendimos por el costado Este de una gigantesca morrena, que desciende desde el circo de los Huandoys, hasta plantar la tienda lo más cerca del glaciar, en la base misma de la pared y a 4.600 m (4 horas). El segundo día lo destinamos a inspeccionar la zona, por la mañana salimos con el equipo y buscamos paso por el glaciar inferior hasta alcanzar la rimaya aproximadamente a 5.000 m. Hicimos un depósito de material y descendimos a descansar en la tienda. A las 03h00 del 17 de agosto salimos nuevamente, esta vez con la intención de subir hasta la cumbre, o lo más alto que pudiésemos. Después de remontar sobre la rimaya, varios largos sobre hielo y nieve, llegamos a nuestra primera complicación: una banda de rocas bastante inclinada (75º). Juliana abrió estos largos que nos condujeron a la segunda pala de la pared. En ésta,
Juliana García asegurando un mixto en HK Huandoy Este 2012.
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Juliana García escalando el HK. Huandoy Este 2012.
tuvimos que hacer una travesía sobre pendientes de hielo hacia la izquierda (Norte) para poder encarar la segunda banda de rocas, por el, según nuestra perspectiva, sitio más practicable. La segunda banda de rocas fue, a mi parecer, la que le dio el carácter a la vía. Cuatro largos consecutivos de progresión en terreno mixto vertical con algunas repisas, hicieron de la escalada algo bastante interesante (MD+ V+ M3/4). Terminada esta sección podíamos ya divisar la salida,
aunque estábamos conscientes que en distancia sólo habíamos recorrido la mitad de la ruta. El resto del día fue más penoso de lo que esperábamos, si bien la escalada ya no era tan técnica, se hizo bastante incómoda, pues tuvimos que subir por canalones de nieve y polvo que ralentizaron mucho el avance. A las 17h00 paramos y cavamos una repisa para pasar la noche, una “de aquellas noches”. Al siguiente día, 18 de agosto, terminamos el trabajo. Ascendimos por ca-
nalones de nieve y hielo hasta la arista de cumbre a 5.900 m. No continuamos hasta el punto más alto porque queríamos destinar el esfuerzo de ese día para la bajada (por la misma ruta) y porque las condiciones no nos parecieron seguras. Siendo las 20h00 estábamos de regreso en el campamento después de 14 rapeles y descenso por el glaciar inferior. Según nuestros altímetros ascendimos 1.300 m, de los cuales 900 m fueron de escalada y el resto de travesía de glaciar.
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crónica
El 19 de agosto por la mañana desmontamos la tienda y bajamos por el mismo camino de la aproximación hacia la bocatoma de la laguna de Parón para esperar el taxi que habíamos contratado para nuestro regreso a Huaraz. Juliana contaba con una ruta más para su libro de “Aspirante a Guía” y los dos con una nueva vía a nuestro haber. El nombre “HK”, lo puse yo por motivos personales, gracias a la aprobación de mi compañera.
Por último, y, aunque resulte bastante odioso hablar de uno mismo, fue muy agradable cuando nos enteramos que la ruta fue incluida en la lista de escaladas del año 2012, por la organización “Piolets de Oro”, versión 2013. *IFMGA/UIAGM Licensed Mountain Guide Fotografías Joshua Jarrín
Juliana García en las palas finales de HK. Huadoy Este 2012. 36 MONTAÑA agosto 2013
Lo que está pasando con el refugio José Ribas en el Cotapaxi Convenio Ministerio del Ambiente y Ascensionismo del Colegio San Gabriel Luego de un largo proceso de dos años, este pasado mes de junio, el Ministerio del Ambiente y el Parque Nacional Cotopaxi, han firmado con el Ascensionismo del Colegio San Gabriel un acuerdo interinstitucional para la remodelación y administración del Refugio del Cotopaxi, que comprende varios aspectos.
1971
Siguiendo la política del gobierno de tomar posesión estatal de las infraestructuras dentro de las áreas protegidas, el Ascensionismo del Colegio San Gabriel, que construyó el Refugio José Ribas en la ladera norte del Cotopaxi y a 4.800 m de altitud en el año 1971, y que ha prestado servicio ininterrumpido por más de 42 años a turistas y montañistas nacionales y extranjeros, va a transferir la propiedad del Refugio al MAE mediante un contrato, a cambio recibirá una compensación económica muy modesta. El Refugio José Ribas va a ser remodelado por el MAE de acuerdo a los lineamientos arquitectónicos generales que tienen definidos para las áreas protegidas. El MAE llevará a cabo la remodelación mediante un contratista elegido por licitación pública. Durante la remodelación se mantendrá el Refugio abierto el mayor tiempo posible y con los servicios actuales. Durante el tiempo que el Refugio esté cerrado por las obras, se ha planificado la instalación de un campamento temporal para dar acogida a los turistas y montañistas en la zona del parqueadero. Las obras deberían realizarse durante el segundo semestre de este año y serán financiadas con fondos provenientes de la Cooperación Alemana en el Ecuador. Posteriormente a la remodelación el Ascensionismo seguirá al frente de la administración del Refugio bajo un modelo de gestión con objetivos comunes acordados con el MAE para seguir ofreciendo servicios de alto estándar y con una operación sustentable. Mauricio Reinoso Fotografías Joseph Berge - archivo digital Mauro Morán
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• la actividad en la montaña •
Amaneciendo en busca de sueños y nubes.
Escalando, buscándonos en las alturas. 40 MONTAÑA agosto 2013
Luz de niebe y cielo.
“Metáforas de montañas y sueños”
Santiago Palacios Miembro del Grupo Ascencionismo del Colegio San Gabriel por 40 años, ha escalado montañas en Ecuador, Perú y los Himalayas. Un fotógrafo persistente que mira la luz con el intenso deseo de comunicar siempre más que solo imágenes. Miembro de la comunidad de Cine Experimental auspiciada por la Fundación ponte en mi Piel.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero. (del Romero solo de Leon Felipe)
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• la actividad en la montaña •
Jorge Anhalzer Fotógrafo del paisaje, la gente, la fauna y flora del Ecuador. Montañero, aventurero y piloto de ultraligero. Cronista gráfico de los andes, la amazonía y Galápagos, de la arquitectura vernácula, las fiestas indígenas, los páramos y los cielos del Perú y Ecuador.
Vista aérea de los glaciares del Cotopaxi.
Anhalzer es autor y editor de un par de docenas de libros, aparte de calendarios, afiches, postales, revistas y guías. La fotografía aérea de Anhalzer abarca tanto el paisaje, hasta en grandes formatos panorámicos, como en detalles abstractos. Desde el paisaje infinito aéreo o desde tierra hasta el macro de las flores y los insectos.
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Encaramado en los glaciares del Cayambe.
El Cotopaxi visto al amanecer desde los ilinizas.
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galería
• la actividad en la montaña •
Himalaya Inmensurable, al sueño de mi padre, ¨Papi Lucho”
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Edú Naranjo
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galería
• la actividad en la montaña •
Edú Naranjo Arquitecto, fotógrafo, artista radicado en Quito.
En la quebrada Ishinca.
En la cumbre del Cayambe. 46 MONTAÑA agosto 2013
Siluetas bajo la luna.
Preparando la salida al Morurco. agosto 2013 MONTAĂ‘A 47
galería
• la actividad en la montaña •
“Gratificaciones para nuestras almas ilusas”
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Fabián Almeida
1960, Ascensionista del Colegio San Gabriel desde 1972, Instructor de Alta Montaña, Fotógrafo aficionado, Profesión: Mecánico.
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empresas amigas que cuidan nuestras monta単as y el ambiente
incubation
preservation
sterilization
Guide to Laboratory Equipment Advanced Products and Technologies for Life Science, Pharmaceutical, Biotechnology, Clinical and Industrial Laboratories
DISEÑO INSTALACIÓN MONTAJE MANTENIMIENTO
Panasonic… the new name for SANYO www.panasonic.com/biomedical
técnicas de hielo
Estaciones en nieve y hielo Juliana García, Aspirante a Guía ASEGUIM Marcos Serrano Dueñas, Instructor de Alta Montaña UPAM
E
ste artículo es una continuación del que escribiera Carla Pérez (Anclajes de roca, hielo y nieve, tercera parte), en la edición de Montaña No. 31, de diciembre de 2011. Recomendamos que antes de leerlo revise el precedente. Una estación o punto de reunión es el elemento fundamental para la seguridad en la escalada sobre hielo y nieve en el caso de que se produzca una caída. Por ello debe ser “a prueba de bombas”. Revisaremos algunas claves para la elaboración de una estación y nuevos criterios para realizar túneles Abalakov. Estaciones. Antes de elaborar una estación es importante recordar ciertos elementos físicos de las fuerzas que intervienen sobre los anclajes. En el diagrama 1, observamos que si sobre un punto de anclaje, llamado X, se ejerce una fuerza de 100 kgs, llamada A, para contrarrestarla deberemos oponer una fuerza de otros 100 kgs, llamada B. Es decir que sobre el punto X, en realidad se cargan 200 kgs. Diagrama 1 x. 200 kg
En el diagrama 2, podemos ver que si unimos dos puntos de anclaje, la angulación que existe entre ellos y la carga de fuerza determinarán el peso que debe soportar cada anclaje. En definitiva, mientras más agudo es el ángulo que se forma, las fuerzas de carga se reducirán prácticamente a la mitad, mientras que si la angulación se acerca a la del plano, las fuerzas de carga se duplicarán. Considerados estos dos elementos vamos a delinear algunos criterios para elaborar una estación a “prueba de bombas”.
Diagrama 2 50% 50%
2.1 aprox. 00
Bien
58% 58%
2.2
Cualquier estación debe reunir las siguientes características básicas: a) que sea redundante y ecualizada (eso significa al menos dos puntos de anclaje) y, b) que no sea susceptible de extenderse si falla uno de sus puntos de anclaje. a) Redundante y ecualizada. Siempre se colocan dos puntos de anclaje (dos tornillos sobre hielo; dos estacas o equivalentes sobre nieve), que se llaman A y B (redundancia). Estos dos puntos se deben unir con una cinta o cordino adecuados de modo que la carga se reparta sobre los dos puntos de anclaje (ecualizada).
60 0
Bien
71%
En caso de utilizarse tornillos de hielo, se aconseja que estos estén separados: en sentido horizontal unos 15 cm y unos 80 en sentido vertical. Para 100% las estacas de nieve se considera un metro de separación horizontal y otro metro de separación vertical. 2.4
a. 100 kg
b. 100 kg
52 MONTAÑA agosto 2013
71%
2.3 90 0
Precario
120 0
100%
Precario
Diagrama 3 3-1
Una vez pasado el cordino (o la cinta) por ambos anclajes se forma un círculo con ese elemento que, a su vez, está formado por un segmento superior a los anclajes y uno inferior (diagrama 3). Si se gira cualquiera de ellos o se le da una vuelta sobre sí mismo y se une el mosquetón a este pequeño anillo con el segmento que queda, se obtiene un sistema de seguridad ecualizado y multidireccional.
3-2 b) Que no se pueda extender. Ahora bien, con este sistema, en caso de que falle uno de los anclajes, se produciría una brusca extensión con carga fuerte sobre el anclaje restante, con la posibilidad de que éste también falle. Por ello, para que no se extienda el cordino o cinta, se recomienda realizar un nudo de (ocho) 8. Con el 8 se pierde la multidireccionalidad, el sistema se torna unidireccional, pero en cambio si falla uno de los anclajes, el restante no se verá afectado por una carga brusca (diagrama 4). Existen otros métodos para tal propósito, sin embargo el que emplea el nudo 8 es el más sencillo y seguro. 3-3
Ahora se dispone de un asa pequeña debajo del nudo 8 y otra grande sobre el nudo. Se coloca un mosquetón de seguridad en cualquiera de las dos asas y éste pasa a ser el punto central o “master point” que sirve para asegurarse a uno mismo y asegurar al compañero. Una alternativa es colocar un mosquetón en el asa pequeña para asegurar al compañero y otro en el asa superior para nuestro seguro.
master point
master point
agosto 2013 MONTAÑA 53
técnicas de hielo
Túneles Abalakov. A Vitaly Abalakov (1906-1986), montañero soviético, se debe este astuto e ingenioso sistema de elaborar anclajes sobre el hielo. Resulta muy interesante saber que sobre hielo de buena calidad y consistencia, un Abalakov puede resistir sobre los 10 Kn; es decir, más que un tornillo de hielo tubular de 10 cm. Elaborar una estación con dos túneles Abalakov puede consumir un tiempo excesivo (será bueno tenerlo en mente cuando solo dispongamos de un tornillo de hielo). Estos túneles son indispensables a la hora de rapelar sobre hielo pues permiten ahorrar material y son sumamente seguros. En general, hay una profusa utilización de estos túneles, pero siempre en el sentido horizontal. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que realizados en forma vertical, dichos túneles son más resistentes que los horizontales. Las pruebas se llevaron a cabo empleando un tornillo
tubular de 22 cms, con ángulos de 60 grados entre ellos y con respecto al hielo, es decir, formando un triángulo equilátero. Los túneles horizontales resistieron una media de 11,3 Kn frente a los 14,4 Kn de los verticales. En resumidas cuentas, a mayor superficie de hielo, más resistente es el túnel. Si se elaboran de manera ocasional, es suficiente disponer de un solo tornillo (eso sí debería ser de 22 cms), un gancho que se elabora con alambre y mucha, mucha práctica. Con dos tornillos resulta más fácil. Si los túneles se van a emplear con frecuencia, se recomienda contar con un dispositivo como el“First Shot Ice Screw Guide”, de Black Diamond, que tiene dos brazos. Con ellos se puede elaborar el túnel “sin pensar mucho”. Además, cuenta con una cuchilla para cortar un cordino cuando haga falta, que sirve también como gancho para recuperar el cordino o cinta. Pesa solamente 82 gramos. (foto) Con este
dispositivo se puede elaborar un túnel en cinco minutos. En conclusión, lo recomendable será una estación con dos puntos de anclaje y entre ellos formar el ángulo más agudo posible, con un cordino o cinta al que realizaremos un nudo de 8. Para los túneles Abalakov emplearemos tornillos tubulares de 22 cms y los realizaremos en sentido vertical. ¡A practicar! Ilustraciones Carlos Moreno
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escalada
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Cojitambo La Chorrera El Acantilado Columnas de Tangan Nicolás Navarrete
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Nicolás Navarrete escalando “Bolts de Atahualpa” en el Cojitambo - F. Lenin Lopez.
zonas recomendadas para la práctica de la ESCALADA tradicional
escalada
COJITAMBO El Cojitambo es un pueblito que se encuentra ubicado al sur del país, en la provincia de Azogues. A lo lejos se puede divisar cómo el domo resalta en el paisaje. Al pie de ese monte vive Juan Gabriel, un escalador experimentado que conjuntamente con Pedro Montezuma, ha desarrollado la apertura de varias rutas en la roca. Hace cinco años anduve escalando por sus paredes naranjas y desde entonces puedo dar fe de que el Cojitambo ha sido una de las zonas que más ha crecido en el país. Las exigencias físicas y sobre todo técnicas que estas rocas demandan de los escaladores le convierten en un lugar perfecto para desarrollar destrezas muy útiles. Puedes escalar desde rutas con ligeros desplomes hasta placas con finos bordes para pies, que fatigarán hasta las más fuertes pantorrillas, más aún si es a vista (sin previa práctica de la ruta). La zona cuenta con más de 100 rutas distribuidas en varios sectores. Juanito tiene un hostal para escaladores, un lugar acogedor donde podrás encontrar toda la información y los tips para las diferentes rutas en la roca Rutas Recomendadas: Garota /6c+: ruta mixta de protección natural (L1) con dos largos deportivos de una placa sostenida y aérea que le da el grado a la ruta. (L2, L3). Se accede escalando una V que se llama “mandarineando”. El Vuelo de San Pedro /7ª+: ruta mixta (tradicional y deportiva) de 25 metros. Tiene pasitos de bulder que tumban. Qapaqñan /6b: esta ruta tiene dos largos anteriores: “huasa huasa” y “misa de honras”, a continuación siguen 80 metros de escalada tradicional que transcurren por diedros de alta calidad de roca. Esta vía llega hasta la cumbre del Cojitambo.
Nicolás Navarrete escalando “regletas frigidas” en Cojitambo - F. Kevin Flores.
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Triangulo Miñón / 6b+: ruta mixta de 60 metros, tiene 4 bolts y protección hasta camelot 3, una de las clásicas en el “Coji”.
De los Franceses /7b: si buscas probar tu nivel en clásica, esta es una de las mejores rutas de la zona. Su protección es complicada y su dificultad, constante. Tiene un movimiento de bulder que marca el crux de la vía. Los camelots No. 3 son la mejor protección, un número cuatro te será útil. Es necesario escalar un bulder y un contraplomo de unos 6 metros sin protección. Perreo Intenso/ 6b: ruta tradicional de 15 metros, recomendada para gente con mediana experiencia en este tipo de escalada. Una ruta corta pero “gozona”. Además de las rutas “tradicionales” existen rutas deportivas 5 estrellas con excelente calidad de roca. El Cojitambo es un destino que todo escalador aventurero debe visitar. Perfecto para practicar multi-largos deportivos y tradicionales.
LA CHORRERA – EL ACANTILADO Se encuentra al sur del país, al pie del Chimborazo. Hay que tomar la vía Riobamba–Guaranda, de 30 a 40 minutos, hasta llegar a “la Chorrera”. Esta es una gran herradura de roca que en su punto más alto llega a medir hasta 100 metros. Queda a 10 minutos de San Juan, un pueblito donde podrás conseguir víveres básicos y una que otra golosina, lo mejor es aprovisionarse en Riobamba. Cuando pienso en El Acantilado, recuerdo lo mucho que cuesta calentar. Mi segundo recuerdo inmediato es que se trata de una roca de calidad, a pesar de estar a más de 3.000 msnm. Con una correcta aclimatación se puede disfrutar de una escalada cinco estrellas. Con más de 50 rutas, entre deportivas y tradicionales, es uno de
los mejores lugares para entrenar con frío y en altura. A pesar de que la mayoría de la escalada es sobre placas, puedes encontrar muchas “pancitas” que forman resaltes desplomados y que le dan un toque de primera a las rutas de este mágico lugar. También existen fisuras donde podrás aprender, junto a un escalador experimentado, las distintas técnicas de la escalada tradicional. Con un juego de camelots hasta del No. 4, y un juego de nueces pequeñas, y con un No. 5, si quieres aventurarte en fisuras más grandes. Si tienes chompa de pluma, este es un magnífico lugar para llevarla. Unos guantes podrán ser útiles para guardar calor mientras descansas antes de la siguiente ruta. Es un lugar perfecto para acampar, puedes conseguir agua. No del río, es mejor la que viene de las rocas.
Nicolás Navarrete escalando en la nueva zona de escalada tradicional “Columnas de Tangan” - F. Ariel Pila.
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escalada
Martin Ramírez escalando “5.8” en el acantilado San Juan - F. Alfonso Alvares.
Rutas Recomendadas: Milicos/ V /deportiva: es perfecta para personas que quieren aprender a escalar o para quienes sea su primer contacto con la roca. Factor2/ 6b/deportiva: ruta de dos largos. Comienza en una fisura de dedos y termina en una repisa. El segundo largo es un poco más técnico y requiere de un buen manejo de la adherencia en los pies. Todo protegido con bolts. El vuelo del abuelo/ 6ª+/tradicional: una ruta tradicional, la calidad de la roca es excelente. La mayoría de la escalada va por la fisura, y aunque muchos resaltes en la placa sirven para
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progresar no le quitan encanto a la escalada clásica. Completos/6b/tradicional: comienza en un techito lleno de hollín lo que vuelve negra a la roca. Queda justo al lado de un hueco hecho por la caída de agua. Es una fisura corta pero es perfecta para disfrutar del calor de los últimos rayos del sol del día. Buldersito/ 6b+/deportivo: los primeros movimiento son el crux de la ruta, a pesar de eso es una ruta sostenida durante todo el recorrido, ¿puede ser un 6c? Colombiche/7b deportivo/7ª clásico: es una fisura ciega que tiene bolts, pero se la puede escalar con protección mó-
vil. Recomendada para los que quieran “apretar” y tengan la cabeza fría para ir protegiendo la fisura ciega de movimientos finos con presas pequeñas para manos y apoyos para pies. También puedes optar por la manera más tranquila, escalando con bolts. La vampiresa/6c+/ tradicional: fisura imponente con una especie de huecotecho en el medio de la ruta, con un pasito de bulder que marca el crux de la ruta. El descuelgue es de un solo bolt, hay que chequearlo antes de bajar de él. Mar de sensaciones/V+/tradicional: para llegar a esta ruta tendrás que escalar unos 12 metros de un 4to grado. La mayoría de la escalada va por
agarres grandes que se encuentran en las placas y por la mitad vas protegiendo por la fisura, puede que te sea cómodo usar dos camelots No. 4. ¡Es muy aérea! Torre de Pisa/6b+/ tradicional: transcurre por un diedro y un pequeño techito. Se llama torre de pisa porque en medio de la ruta está empotrado un bloque de aproximadamente un metro que se mueve, hay que tener cuidado de no proteger ahí porque se saldría el seguro con la mínima carga. Harry Potter/7c/mixto(deportivo/clásico): es una ruta muy exigente a nivel de protección, pues tiene un run out (escalar lejos de un seguro con riesgo de tener una larga caída). Comienza con protecciones con químicos (anclajes empotrados a la roca mediante mezcla de compuestos) para luego de un techo con diedro entrar a la fisura que cada vez se hace más pequeña hasta desaparecer. Tendrás que seguir escalando por una placa hasta alcanzar los últimos químicos que te llevaran a la reunión. COLUMNAS DE TANGAN Esta zona no es de fácil acceso. Requiere de una explicación detallada y, en el mejor de los casos, ir acompañado de algún escalador que conozca de antemano el lugar. A breves rasgos, uno deberá dirigirse hacia un pequeño poblado al sur del país, en la provincia de Cotopaxi, llamado Sigchos. Para llegar al lugar se deberá tomar una carretera de segundo orden en dirección a Cerro Azul, y después de aproximadamente una hora y media de viaje se llega a la entrada del sitio. El paisaje es espectacular, todo verde, lleno de vida y con escaso rastro humano. Javier Salas nos orientó por el escondido chaquiñán que rodea la quebrada donde se encuentran las columnas de Tangan. Él había participado en la apertura de las primeras rutas conjuntamente con el estadounidense Steven Lozano. Realmente era un lugar impresionante. Después de ca-
minar durante una hora a través de la maleza, nos encontrábamos frente a frente con las famosas columnas. Mi primera impresión fue: “hay mucho más potencial del que imagine”. Apenas existían 6 fisuras limpias que podrían ser el 1% de la capacidad de la zona. La idea de tener un área de escalada con fisuras cerca era la energía que movía al grupo. La zona se encontraba resguardada por grandes árboles andinos, que refrescaban el ambiente con el aire más puro del planeta. Podía sentir como mis pulmones se llenaban de vida, purificando la sangre y los músculos hasta el último rincón de mi cuerpo. Una vez más estaba agradecido con las fuerzas de la naturaleza. En mí nacía la obligación de impulsar la escalada en el sector tanto como proteger este frágil ecosistema. Ahora que la zona está prácticamente nueva es momento de buscar una escalada “sustentable”, que se preserve y mejore las condiciones de la zona sin perturbar su estado natural. Nosotros los escaladores tenemos el poder para hacer de este lugar uno de los más lindos para escalar en el Ecuador. ¡Tangan, por fin un lugar con mucha fisura! David Alarcón, que salía de una lesión en el hombro, estaba tan motivado como todos y se disponía a escalar la primera fisura del día. Al mismo tiempo Ariel y Javier escalaban cerca de nosotros. Es increíble que las fisuras estén tan juntas, una tras otra se alineaban las columnas formando desde chimeneas hasta diedros con fisuras ciegas diseñadas para escalarlas en artificial o para futuros escaladores que logren alcanzar un alto nivel de ejecución. ¡Esta zona pide a gritos que la equipen! Eso fue lo primero que se me vino a la cabeza después de escalar mi primera fisura en Tangan. El acceso es perfecto como para poner fuertes las piernas y más cuando es de regreso. Exhausto por la empinada colina llegaba al primer descanso de la caminata, desde ahí
Nico Navarrete escalando “Anguila” en el Cojitambo en uno de los sectores mas aéreos de la zona - F. Pedro Jurado. agosto 2013 MONTAÑA 61
escalada
miraba las columnas y recordaba que hace unas horas había estado escalando en ese magnífico lugar. La calidad de escalada que había experimentado solo provocaba en mi el deseo de volver a sentir los empotres de pies y manos. Este sería un lugar perfecto para mejorar “horas de vuelo”. Familiarizarse con este tipo de escalada requiere mucha práctica, como toda actividad en la que uno quiera obtener maestría y dominar cada una de sus técnicas. Así concluía un fin de semana productivo en Tangan, el objetivo ahora será promover la apertura de rutas en esta zona. Es un potencial de escalada tradicional. Aquí escalarán futuras generaciones y las actuales podremos mejorar este tipo de escalada tan particular. Este descubrimiento me motiva mucho y reafirma la idea de que en Ecuador existe mucha roca por explotar y un futuro lleno de grandes escaladores. Nicolás Navarrete. Escalador. Entrenador de la Selección de Pichincha de Escalada Deportiva durante tres años. Ha realizado ascenciones destacadas a la Esfinge (Perú, ruta Cruz del Sur), el Fitz Roy, el Mocho y la Media Luna (en La Patagonia, Argentina), entre otras.
Martin Ramírez escalando “5.8” en el acantilado San Juan - F. Alfonso Alvares.
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Chuquiraguas - F. Archivo Biográfica ©.
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sobre chuquiraguas y licopodios Juan F. Dueñas agosto 2013 MONTAÑA 65
cultura
E
n la adolescencia, durante mis primeras ascensiones, tenía la costumbre de llevar de regreso a casa, un elemento simbólico de la montaña. Ese sencillo pero sagrado ritual, nació en parte porque la mayoría de miembros de mi familia son animales de ciudad. Pero también porque una cámara de fotos figuraba muy abajo en la lista del equipo prioritario para continuar mis aventuras. Los pequeños objetos que llevaba a casa, una mezcla de talismán y souvenir, me servían para transmitir el asombro por aquel mundo maravilloso que había descubierto. En mi versión del proverbial mandato mahometano, al traer algo de la montaña a mi casa, yo podía compartir mi experiencia con los seres que más quiero. No nos engañemos, también habían motivos ulteriores detrás de mi regalo. A esas edades, uno no goza del comando entero de su vida, por lo que se requería de un sufrido permiso para poder asistir a la cita con las cumbres. Yo no sé en su casa, querido lector, querida lectora, pero en la mía, la que daba los permisos era mi mamá. De tal manera que los objetos transportados debían conmover el intuitivo corazón materno. Para mi padre era suficiente con una piedra importada de la cumbre, en su caso, el esfuerzo de haberla conseguido era más valorado que la estética. Para mi madre, la cosa estaba un poco más jodida. Los regalos para ella tenían que convencer por partida doble, ya que estos objetos eran también presentados al sabio escrutinio de la abuela. Sin el aval de la matriarca, mis aspiraciones cumbreleñas serían causa perdida. Por fortuna, la lenta y a veces forzada marcha hacia la cima de algún cerro, daba tiempo para pensar en una estrategia. También ofrecía una detallada panorámica del suelo paramero. Mientras caminaba, mis ojos y mis pies tropezaban con la diversidad de seres que en el alto páramo conviven. Fue ahí cuando se me ocurrió que la solución
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Chuquiraguas - F. Manolo Guerra, Archivo Biográfica ©.
estuvo frente a mí todo el tiempo. La evolución se había encargado de darme las opciones, lo que pasara después ya era cosa mía. Decidí entonces que un buqué de flores alto-andinas tenía que llegar a casa a cualquier precio. Sin embargo, las poderosas fuerzas evolutivas y el medio ambiente que predomina en el alto páramo hacen que las plantas tiendan a ser austeras en sus hábitos y despliegues. Unas producen flores muy pequeñas y frágiles, mientras que otras las produ-
cen estrechamente compactadas con las demás estructuras de planta para evitar el desecamiento y la congelación. Incluso algunas, aprovechando el accionar del viento o el denso pelaje animal, no han necesitado crear elaborados elementos para atraer polinizadores. Una espigada antena y un polen abrasivo son suficientes. Difícil hacer un buqué con esos materiales. Pero había dos componentes perfectos para mi floral. Las chuquiraguas (Chuquiragajussieui y Chiquiragaarcuata)
y los licopodios (Huperzias). Estas plantas, adaptadas a vivir en grandes alturas, con pequeñas hojas estrechamente pegadas a los tallos, son lo suficientemente robustas para llegar a casa casi intactas. El hecho de que las estructuras de la planta sean diseñadas para reducir la deshidratación por el accionar intenso del sol y del viento, permitía su transporte por un extendido periodo sin preocuparse mucho por el agua del florero. Las diferentes especies de licopodios, por su parte, daban contraste y substancia al buqué. Verdes, rojos, y hasta amarillos, eran un perfecto acompañante que no opacaba la belleza de las chuquiraguas. Las chuquiraguas o chuquirahuas, son arbustos leñosos adaptados a los climas más severos. El género Chuquiraga se compone actualmente de 23 especies que se distribuyen en las altas cumbres andinas desde el sur de Colombia, pasando por los desiertos chilenos hasta llegar a las agrestes tierras patagónicas. Las flores de la Chuquiragua, de un intenso color rojo-anaranjado, proveen el néctar predilecto para uno de los animales más
asombrosos de nuestros Andes, el colibrí del Chimborazo (Oreotrochiluschimbrazo). También son usadas por las gentes de estas tierras como leña, y para elaborar una infusión tónica, a la que se le atribuye la propiedad de reducir la fiebre. Los licopodios en cambio, son plantas vasculares que empezaron su camino evolutivo hace unos 200 millones de años, incluso antes de que existieran los Andes. Aunque los primeros empezaron a aparecer muy temprano, los licopodios que nosotros podemos ver actualmente son más bien diseños recientes. Con más de 60 especies, el género Huperzia está bien representado en los páramos del Ecuador. Emparentados con los omnipresentes helechos, los espigados y aparentemente primitivos licopodios soportan las arremetidas del clima juntos, formando grupitos compactos. Arriesgándose a levantarse en donde la mayoría trata de pegarse al suelo. No tienen flores, sino más bien esporangios, y no necesitan más que el viento para su dispersión. A los licopodios poco les importa atraer
animales. Más bien parece que se contentaran con la soledad. La reciedumbre de los buqués montañeros que colectaba en mi adolescencia es tal, que 15 años después alguno todavía cuelga en las paredes del hogar materno sin haber perdido mucho de su belleza original. Aunque no creo que haya sido la única razón para que mi madre me haya permitido seguir visitando los hermosos páramos y cerros de nuestro país, si puedo decir que el detalle ayudo bastante. El antiguo ritual continúa, aunque ya las flores no sean ni para mi madre, ni mi motivo sea conmover el corazón de quien me espera. Solamente se siente bien, de vuelta a casa, traer algo de la montaña.
Licopodios - F. Manolo Guerra, Archivo Biográfica ©.
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deporte extremo
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el ultra
TRAIL
Gustavo Cevallos Fuensalida
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deporte extremo
L
as montañas nos regalan, sin duda alguna, una posibilidad de auto encuentro y conocimiento personal, de desarrollo y aprendizaje, alejados de eso que el mundo moderno presenta como el único camino a seguir, y que supone olvidar el concepto real del sacrificio del cuerpo, de la mente, del espíritu, y su valor. Para la mayoría de la gente, caminar de frente, con viento, nieve, lluvia, frío…, y la sensación que eso deja, son acciones destinadas a un puñado de locos. Pero esos locos, los que corren y caminan por las montañas, tienen una larga historia detrás de sí, más cercana a la realidad humana que las comodidades, los placeres o las estancias sin riesgo que se ofrecen en la actualidad. A lo largo de la historia el ser humano se ha dedicado a correr. Al principio corría para conseguir comida o para no ser el bocado de la cena de algún animal hambriento. Corría para buscar alimento cada vez más lejos, para
demostrar su fortaleza física y poder asegurar, así, la reproducción de su sangre. Corría para jugar, corría para no llegar tarde, corría porque no quería ser el último en sentarse a la mesa. Con el paso de los años ese afán se fue perdiendo. Como cuenta Christopher McDougall en su mítico libro Nacidos para Correr, todos hemos nacido para correr y “no dejamos de correr por hacernos viejos sino que nos hacemos viejos por dejar de correr”. Históricamente el ser humano ha ligado su vida a correr. Los correos personales del inca, los chasquis, o los lacayos franceses que hacían de correos a pie, son una clara manifestación de ello. Hacia 1592 se realizó en Reims una de las primeras carreras registradas, con 82 km de recorrido. Pero sin duda correr nace de jugar, de disfrutar, de vivir y sentirnos en estado natural, de ir y volver hasta el árbol, de ir y volver dos veces, de ir y volver cinco, diez, veinte veces. Pos-
Gordon Ainsleigh. Fotografía de Charles E. Barieau.
teriormente el árbol se fue moviendo cada vez más lejos y llegó hasta la montaña, después hasta más arriba, y después, ¿por qué no?, hasta donde la vista puede. Como decía George LeighMallory al responder a la pregunta de por qué subir a la montaña: “Porque está ahí”. En ese afán de correr por la vida y por el mundo, los griegos decidieron circunscribir el duelo entre los corredores a un estadio y establecieron los 190 metros como distancia estándar de una carrera. Habían inventado las bases del atletismo actual. Pero muchos sintieron que esto era como correr enjaulados en un espacio físico determinado y comenzaron a correr por las montañas, alejados de las reglas, las normas, los jueces, y cada vez más cerca de lo natural, lo esencial y lo primario. Volvieron otra vez a correr de un modo básico y puro. Gordon Ainsleigh en 1974 - Fotografía Charles E. Barieau.
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El trail moderno alcanza su gran boom en la década de los setenta. Así como en la escalada existieron los pioneros de Yosemite, que se dedicaron años a escalar y a vivir solo para ello, en el trail muchos se marcharon a las montañas simplemente para correr, vivir en ellas, compartir, aprender, disfrutar y correr, correr y correr. El nacimiento del Ultra Trail moderno se remonta al 4 de agosto de 1974. Ese día un corredor llamado Gordy Ainsleigh, sin pensar mucho en el efecto e impacto que tendría su decisión y ac-
ción en el futuro, se paró en la línea de partida con sus 92 kilos junto a 200 caballos, dispuesto a correr y participar de la Western States 100 miles. Puesta la primera semilla de los ultras, el germen fue creciendo y expandiéndose. Nacieron las grandes y míticas pruebas de los Ultra Trail: Western States 100 miles, Leadville 100 ultra, en Estados Unidos, y en Europa, la Zegama, Cavalls del Vent, Transvulcania, así como la famosa Ultra Trail du MontBlanc. El listado puede resultar infinito.
En el desarrollo del trail América Latina se quedó un poco rezagada. De vez en nunca llegaba un gringo loco que corría por las montañas, pero la altura era un factor determinante para desanimar hasta a los más fuertes. Ya para fines de la década de los 90, en el sur de nuestro continente y debido a la fuerte influencia de inmigrantes, se inician las primeras manifestaciones “organizadas” del trail sudamericano. Comenzaron las grandes pruebas y carreras, y poco a poco fueron más y más los “locos” que se sumaron a las actividades de correr por las montañas, por los bosques, por los ríos, de día, de noche, con nieve, con sol, con frío, correr y correr, como manifestación única de libertad, de encuentro, de vida. Cada uno con una historia diferente, con la desgracia de practicar un deporte en el que no podían continuar o que no les llenaba más, ante rechazos e inclusiones, o por la simple búsqueda de algo nuevo, acabaron “en lo peor”: convertirse en un ultrero de esos que corren por el monte solos. Y, aún peor, que corren en manada, con otros seres semejantes. Actualmente el trail tiene tres tipos de pruebas: los Ultras, los SkyRace, los Kilómetros Verticales y el Vertical World Circuit que ha ganado mucho espacio últimamente. Todas estas modalidades son consideradas parte del traily. Una federación agrupa y organiza a todas estas, la International Skyrunning Federation. Lamentablemente todas las pruebas de este circuito se encuentran en Europa y Estados Unidos. Los Ultras consisten en carreras de grandes distancias (80k, 100k, 120k, 160k), con desniveles positivos acumulados que dependen de la distancia. Un ejemplo: el Ultra Trail du MontBlanc, que consta de 168 km con cerca de 9.600 metros de desnivel positivo. Las SkyRace consisten en carreras con distancias un poco menores, pero muy respetables, con un desnivel positivo muy alto porcentualmente respecto
Das Matterhorn überragt die Laufstrecke - Fotografía Veranstalter.
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deporte extremo
de la distancia que se va a recorrer. Un ejemplo es la Zegama, en el país Vasco, con 42 kilómetros y 5.472 metros de desnivel positivo acumulado. Finalmente están los Kilómetros Verticales, pruebas de un recorrido mucho más corto, pero con desniveles positivos muy grandes. Un ejemplo es la Cara Amón, con una distancia de 4,7 kilómetros y un ascenso positivo acumulado de 1.380 mts. Tienen mucho para escoger… Siempre he creído que mi acercamiento al mundo del trail no fue buscado, sino que más bien llegó a mi vida. Más específicamente, los Ultras. Poder ver y entender la capacidad real de tu cuerpo de hacer cosas para las cuales uno mismo no se cree capaz, y la posibilidad real de compartir y transitar por las montañas de la forma más natural posible, me sedujeron por completo. Como montañero había
que entrenar duro para poder subir cada vez más alto, por la ruta más difícil, a la montaña más lejana, y así, poco a poco, me vi corriendo en las montañas que tanto quería subir. El acercarme de una forma tan ligera, tan natural y, a la vez, tan expuesta, humana y humilde, me hizo enamorarme de este deporte de manera muy profunda. La montaña, espacio de encuentro y reflexión, me ha dado todo lo que he buscado en la vida: grandes aprendizajes, grandes lecciones, enseñanzas de amistad y de humildad. Ahí he podido entender el verdadero sabor y valor de la vida, de las cosas pequeñas y simples, pero no por ello menos importantes… He podido agradecer la posibilidad de estar vivo, de estar sano, de poder salir a correr y disfrutar del paisaje, del aire, de la tierra, de la nieve, del terreno. Como dijimos antes, en un mundo donde lo determinante es el valor del
Mireia Miro skyrunning dolomitas kilometro vertical 2012, publicado julio 20, 2012 en Skyrunning: Dolomites Sky Race 2012.
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dinero, de las cosas materiales y del poder de acumulación que se puedan alcanzar a lo largo de la vida, la montaña en sí misma y por sí sola enseña el valor del sacrificio, del esfuerzo, del compromiso, de la amistad, de compartir, de vivir con lo básico y lo necesario, de ser feliz. Así, mi vida me condujo a la montaña y al trail, a correr por las montañas y, por medio de ésta, a vivir y ser feliz. Les comparto en las próximas páginas de la Revsita Montaña un escrito sobre la carrera que más aprendizaje ha generado y dejado en mi vida. Gustavo Cevallos Fuensalida. Un enamorado de las montañas y de la aventura, ha sido entrenador del Running Club The North Face.
Marco Antonio Chura, el ganador del primer skyrace-Bolivia - Fotografía Patricio Crooker.
Kilian Jornet Skyrunnner dolomites sky race 2012, por mayayo oxigeno, publicado julio 24, 2012.
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La Patagonia RUN 100k 2013 Gustavo Cevallos Fuensalida
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an Martín de los Andes, Argentina. Nos propusimos esta meta varios meses atrás. Buscaba un Ultra para esas fechas y llegó hasta mí el nombre de esta carrera. Averigüé, pregunté, finalmente escribí a la organización y me puse en campaña, pues se trataba de llegar a toda costa. Las cosas no fueron fáciles, muchas puertas se cerraron, pero a medida que pasaba el tiempo, las dificultades en lugar de desanimarme, me llenaban de fuerza y de convencimiento: no podía dar un paso al costado. Resulta muy complicado encontrar alguien que crea, confíe, comparta y sueñe lo mismo. El camino me llevó por varios senderos hasta que las cosas mejoraron, y finalmente el sueño de participar en “la Patagonia” tomó forma. Así
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que, primero que nada, quiero agradecer a quienes me han apoyado en este sueño, en esta meta, en este estilo de vida, en esta apuesta que se veía lejana y que aún hoy, una vez realizada, resulta indescriptible. Es el día anterior a la carrera, las cosas están listas, ordenadas sobre la silla del cuarto del hotel, como las del niño que va por primera vez a clases. Los nervios se sienten en la guata pero uno no quiere decir nada, trata de estar tranquilo, de respirar, de tomarse con calma las últimas horas. Revisado todo muchas veces para no olvidar nada, retirados el kit de la competencia, el chip, la camiseta, y concluida la charla técnica, es el momento de intentar descansar. Pero la cabeza va a mil, las ideas cruzan sin
descanso y en posición horizontal el cuerpo solo espera el ruido de la alarma para pegar un salto y empezar a vestirse. Me hidrato, no puedo dormir de verdad, solo tengo ganas de correr, de vivir nuevamente el 3, 2, 1… Falta poco, respira me digo, respira. Poco antes de que suene la alarma ya estoy en pie. Bajo al hall del hotel a tomar un té caliente, son casi las 9 pm, largamos a las 00:00, pero el bus nos pasará recogiendo por el puesto de la organización a las 10:30 pm. Estamos bien de tiempo, pero lo temporal se torna muy irreal en estas circunstancias. El tiempo no pasa o pasa demasiado rápido. Vestido y listo, salimos rumbo al bus. Dentro, todo el mundo está en silencio como intentando encontrarse a sí mismo. Unos
15 minutos después, en el lugar de la largada, caminamos en la oscuridad hacia una casa grande que pertenece a los militares. La organización es de primera, en verdad espectacular, siempre. Nos esperan con comida caliente, té, café, agua, hidratantes... Se escucha por los micrófonos que llaman a los corredores a la largada, ¡faltan 15 minutos! Ya no hay tiempo de nada más, lo que se hizo se hizo y el resto, ¡pa’ la próxima! Llegamos a la línea de meta, me pongo adelante y respiro, me concentro y pienso en lo que vine a hacer… En primer lugar a disfrutar, en segundo lugar a terminar la carrera, y por último, a lograr un buen puesto en mi categoría y un buen puesto en la general. Me abrazo con el FeliMunch, con Canuto, Marlene, Sofía, Vero, vuelvo a respirar. La adrenalina va a mil por el cuerpo… ¡Uffff, esto es lo que amo, me digo, esto es por lo que vivo! Se escucha 5, 4, 3, 2, 1… ¡Salimos! El inicio de la carrera supone un ritmo muy duro, sé que en este momento se trata de abrir los pelotones, así que hay que mantenerse. Me siento bien, fuerte, sólido, confiado, pero cauteloso respecto de lo que viene. Sé que soy el nuevo del grupo al que todos van a querer poner de pato. Inmediatamente se arman dos pelotones, adelante va Reyes con cuatro más, atrás van otros cuatro, estoy en ese grupo. La primera parte recorre por unos senderos muy empinados de tierra suelta, técnicos, duros. La señalización es de primera pero no hay muchas posibilidades de rebasar debido al ancho del chauquiñán. A la altura del km 10, Reyes y su pelotón nos sacan unos 100 metros, nosotros seguimos a buen ritmo. Nadie quiere ponerse a la cabeza, todos quieren ser satélites de alguien más para no fundirse. Respiro, estoy en calma y todo parece ir bien, me siento perfecto, quizá con las piernas un poco cansadas pero con la potencia necesaria para apretar a buen ritmo. Llegamos al km 14,5 y al primer Puesto de Asisten-
cia, PAS Corfone, donde me dicen vas sexto, ¡carrerón, vaya ahí! Full motivación pa’ seguir. Viene la primera cuesta grande en el Cerro Colorado, toda trotable. Sin problema mantenemos el paso, nadie quiere aflojar. Sabemos que queda mucho por delante así que la cabeza es lo principal. La noche es preciosa, hace mucho frío (-7° a la salida), y a medida que subimos el frío se intensifica y se torna más presente. Los bastones se me caen al río y con los guantes meto la mano al agua para recogerlos. Seguimos subiendo, trato de comer algo pero tengo las manos completamente congeladas y no puedo hacer pinza para abrir el cierre del cinturón. Intento, intento, pero es imposible. A aguantar se ha dicho, llegamos a la cumbre… ¡preciosa! Estamos aproximadamente en el km 27. Me doy 2 segundos para ver alrededor y agradecerle nuevamente a la vida por una cumbre más. Viene una bajada técnica y hay que apretar un poco, termina la bajada, he sacado algunos metros a la gente de mi pelotón, respiro por fin y como alguna cosa, pues he podido abrir el cierre. Me siento bien, de verdad bien, estoy gozando como loco, el sentimiento de libertad y gozo es único. Empieza el enlace al cerro Quinlalahue, llegamos al PAS Colorado 1 (km 33) y tengo algo de dolor en el peroneo y las tibiales, nada grave. Bebo un poco de coca cola y como algunas galletas. Sigo, voy delante de la gente de mi pelotón y tengo a la vista al otro grupo, estoy muy bien, sé que puedo mantener el ritmo que llevo. Llegamos a la subida del Cerro Quilanlahue, correr solo por la noche es una experiencia indescriptible; como estar en un mundo paralelo donde la realidad tiene otra forma, como moverse en otra dimensión.
indispensable poner atención y cuidado. De repente siento un tropezón y vuelo, empiezo a rodar sin poder parar, con cada vuelta que doy noto que agarro más velocidad, los bastones no ayudan para nada y en cada vuelta los brazos llevan cada uno un ritmo diferente de caída, rebotan como locos. Finalmente paro en una posición toda extraña, con la cabeza para abajo. No me duele nada, estoy bien. Venga, arriba, me digo. Ya está, ¡ya pasó! Pero en el momento en que me levanto tengo un dolor en todo el peroneo izquierdo. Respiro un rato y trato de estirar, a medida que bajo me duele más y más. Algunos me pasan y mi cabeza empieza a volar a mil… Todo se me cruza, son miles de ideas que van y vienen, frustraciones, iras, mucha bronca… Y empieza la típica: que si es esto, que si aquello... Sé que tengo que seguir, no hay posibilidad de quedarme ahí bota-
Llego a la cumbre del Quilanlahue -km 41 aproximadamente- con un brasilero (parecía una refrigeradora, el pana), y empieza la bajada… Debemos apretar de nuevo, la bajada es muy muy técnica. A la velocidad a la que voy no hay margen de error, es
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do, así que a caminar se ha dicho… En mi cabeza me repito mil veces: no hay dolor, no hay dolor, aunque el dolor se hace cada vez más presente. Busco entre mis cosas una pastilla que llevaba, me doy cuenta de que la perdí en algún momento. No hay otra, aguantar es la única opción, sin embargo el dolor se hace cada vez más intenso y las cosas en la cabeza más tiesas. Tengo ganas de llorar y gritar, pero ¡descontrol jamás! Primera regla del monte. Me demoro casi 40 minutos en unos pocos km hasta poder llegar a PAS Quilanlahue, en el km 43. Entro y los paramédicos inmediatamente se acercan a atenderme, me revisan, me ven y evalúan, su energía es espectacular. Uno de ellos me mira como quien va a decir algo que no quiero oír. Dice… ¿qué quieres hacer, piensas seguir o retirarte? El mundo se me viene encima, quiero desplomarme, estoy como aturdido, no sé qué hacer, mi cuerpo pide a gritos parar pero mi cabeza y corazón se rehúsan a hacerle caso. Me estiro, me toco y me toco, como buscando que el dolor desaparezca. Me tomo una pastilla y como algo, estoy perdido en mis propias ideas. Han pasado ya unos 4 minutos desde que llegué y es tiempo de decidir. Regreso a ver a mi costado y encuentro a Gustavo Reyes (el ganador del año anterior) acostado, bajo cuidado de los paramédicos, y me digo: No, vamos a seguir. Entonces llega Mauri, un corredor de Neuquén al que había conocido por Facebook varios días antes de la carrera, porque manejaba las redes de la organización y me había escrito para hacerme una entrevista. Ya nos habíamos visto a mi llegada a San Carlos y de una nos hicimos amigos… Una energía a lo bestia la de él. Está acompañado de otro corredor, Nico, y ambos me preguntan qué pasó, les respondo alguna cosa, pero antes de terminar me dicen: ¡vengaaaa!, vamos a seguir con todo. No lo pienso ni un segundo, me pongo en pie, agarro los bastones y me pego a ellos. Empieza un enlace en “falsos planos” hacia PAS
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Quechuquina, en el km 58, e hidratación Quechuquina, en el 65. Vamos a toda raja, el medicamento surtió efecto y aunque el dolor está presente, sé que aguanto. El paisaje, increíble. Estoy completamente concentrado para no dejarme vencer y en compañía de estos dos grandes amigos logro continuar. Qué gusto correr con un amigo, en verdad, son esos momentos en los cuales las palabras no son necesarias. Una palmada en la espalda o un ¡vengaaaa!, dicen todo lo que se debe decir.
terna grande y agarro una pastilla que había dejado en unas bolsas que la organización permitía mandar a este punto. La ruta, muy técnica, sigue por unos bosques. Hay que mover bien los pies. Cada vez el cansancio se hace más presente pero la cabeza no se puede quebrar. Seguimos, vamos muy bien, imponemos el ritmo alternadamente y nos damos aliento entre todos. Llegamos a la vertiente del río, vienen unos 4k por las orillas y desde ahí una subida bien compleja.
Llegamos a PAS Quechuquina y vamos a buen ritmo, estamos en los puestos 7, 8 y 9 de la general. Nada mal después de tanto lío. Dejo la lin-
Vamos bien pero mi dolor se vuelve cada vez más intenso. No es momento de quejarse, se trata de aguantar como se debe. La cabeza repite: aguanta,
aguanta, solo quedan 15k hasta el próximo PAS, en el km 76, (me digo: son las Últimas 15k) vamos ahí, con todo, no más. A medida que avanzamos Nico se siente un poco mal, hay que bajar el ritmo, caminamos un poco, trotamos lo que se puede, apretamos lo que podemos. Mauri está muy fuerte en ese momento y se transforma en el responsable de abrir, aprieta y aprieta para que tengamos buen ritmo. A medida que vamos avanzando y los km pasan y pasan, el dolor es cada vez peor pero me toca ayudar a mí. Le pido la mochila al Nico y le paso mis bastones, para ayudar en lo que puedo. Avanzamos y los km se van sumando.
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Ya estamos cerca del km 77 cuando vino el peor dolor de todos, sentía que me quebraba pero no podía dejarme, he pasado por tanto que ahora por nada me quedo…“Vamos p… madreee”, me repito, “vamos mierdaa”. Pero voy con el último de los alientos. Siento como mi cuerpo se parte con cada paso. Lo que me mueve es algo que no se entrena, que no se enseña, que no se aprende en ninguna escuela, en ningún libro, en ninguna conversación, es algo que está ahí guardado y que hace clic en un momento determinado. Entre que lloro y sufro, me concentro, disfruto, soy feliz de una manera muy extraña, sigo y sigo, escucho las palabras del Mauri y Nico
y entre todos le damos, metemos lo que tenemos cada uno para entregar y cada paso se transforma en un reto personal. Pienso en todos, en la gente que quiero, en todos, en todos… Sé que debo llegar y tengo pena y rabia porque después de tanto entrenamiento quería muchísimo llegar entre los 10 de la general y los 3 de mi categoría, pero todo ha cambiado, ahora es una lucha por sobrevivir, por llegar sin importar lo que pase, por no quebrarme, por aguantar y por no rendirme. Una enseñanza gigante: ganar o perder es algo sublime, pues al final uno lucha contra uno mismo. Seguimos y seguimos, es el km 83,5 y pasamos el último PAS (Colorado 2). A la salida nos pasa el grupo en que va Marlene. Por dios, qué ejemplo de mujer, qué fuerte, qué cabeza, qué espíritu, me da ánimos y seguimos. Nos dicen que estamos entre los 15 primeros y no lo puedo creer. Después de tanta mierda, tanto dolor, tantos problemas, no estamos tan atrás. Me motiva a seguir, pero cada paso que doy es una batalla interna, sé que falta cada vez menos y que con cada paso estoy más cerca, pero no es momento para quejarse, no es momento de nada que no sea seguir y seguir. Van pasando los km y finalmente llegamos a la bajada final, a San Martín, en el km 92… Por Dios, las bajadas son terribles, parece que los peroneos se van a partir con cada paso, pero entre Nico y Mauri me dan aliento, me preguntan cómo voy, respondo: ¡Voy, a la llegada les cuento! El Nico continua con sus problemas en la vista por el cansancio extremo, parece que tiene nublada la visión y corre casi sin ver… pero estamos juntos, somos un equipo, uno solo, un grupo de panas que la vida ha puesto a medirse y conocerse a punta de sufrimiento y dolor. Somos 3 amantes de la naturaleza y de la aventura que no se van a rendir y menos tan cerca de llegar. La bajada última -unos 6k- es un calvario, pero al llegar a lo plano
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y entrar al pueblo todo parece tomar sentido nuevamente. El dolor desaparece y lágrimas de felicidad salen de mis ojos. Veo a Nico y a Mauri, y todos lloramos, doblamos a la derecha y llegamos a la calle San Martín, la principal. Quedan 200 metros para la llegada, saco mi bandera del Ecuador y quiero reír, llorar, reír, saltar, gritar y seguir llorando. Agarro la bandera con mi mano izquierda y la mano de Mauri con la derecha. Río y sonrío con cada paso. Soy libre y estoy extremadamente feliz. Él le da la mano al Nico, y a medida que nos vamos acercando a la meta la gente grita y grita como loca, nos alienta, nos aplaude… Cruzamos la meta con los brazos en alto. Nos abrazamos y nos ponemos a llorar. Los tres abrazados solo repetimos la palabra: gracias. Gracias muchachos, gracias en verdad por tanto aguante, tanta guerra, tanto sufrimiento entregado durante tantas horas, tanta compañía, tanta amistad. De verdad que pocas amistades pueden iniciarse con un momento tan sincero, tan puro, duro y verdadero. Porque en la montaña las amistades se cultivan de otra manera, se siembran en tierra distinta y por ende crecen diferentes. Nos conocimos tal como somos, sin más ni más. Recibo la medalla de manos de María Inés, una de las organizadoras que siempre estuvo atenta a nosotros, full buena onda. Vuelvo a llorar. Nos vemos de nuevo con Mauri y Nico, nos damos un abrazo más tranquilo. Les digo que les esperamos en The North Face Endurance del Ecuador. Ojalá se pueda, sería un honor correr con ellos nuevamente. De no ser así, el año que viene regreso si o si a la Patagonia Run 100k. Vine a la Patagonia con una meta deportiva en la cabeza, quedar entre los 10 primeros de la general y los 3 de mi categoría, y la vida me dio una cachetada de enseñanza. Jamás, lo juro, jamás en mi vida he sufrido tanto y por tanto tiempo, y asimismo, jamás
he aprendido tanto de la vida, de la gente, de la amistad, de mí mismo. De que los límites no están ahí, están donde uno sea capaz de moverlos a pesar del dolor y el sufrimiento que eso genere, que los límites no existen. Simplemente no existen… Con las horas me enteré de que quedé segundo en mi categoría, no asistí a la premiación de esa noche porque estaba en calidad de bulto, medio muerto en el hotel, jeee. Me hubiera encantado poder subirme a la tarima con el Mauri y mi bandera tricolor, y agradecerle nuevamente. Ese segundo puesto es de él, que jaló y jaló en la carrera, y que a pesar de estar bien nunca nos dejó y siempre
repitió… Yo estoy con ellos, estamos juntos. Sin duda cambiaría mi segundo puesto por el tercero de él. Quizá ese sea el mío... Ya más recuperado veo todo y solo me queda agradecer a todos los que han estado pendientes de mí. Gracias por todo el apoyo y amor a la distancia, mucho de lo que avancé fue gracias a ustedes. A mis amigos, desde los más deportistas hasta los más destructivos, jaaaa, a todos por el apoyo en cada paso de esta aventura. A todos los corredores que me han escrito dándome su apoyo, y a todos los que confiaron en mí nuevamente… Muchas gracias.
Gustavo Cevallos Fuensalida. Un enamorado de las montañas y de la aventura, ha sido entrenador del Running Club The North Face.
Fotografías Gustavo Cevallos Fuensalida
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antiago de Compostela constituye una de las tres mecas del peregrinaje católico en el mundo. En la Edad Media fue una ruta recorrida por muchos católicos que buscaban llegar al lugar donde, según la historia, descansan los restos del apóstol Santiago El Mayor. Tiempo atrás mirando un reportaje, me enteré sobre este magnífico camino; la idea de recorrerlo empezó a rondar mi cabeza. Desde pequeño soñaba con esto, sabía que esta era la oportunidad para hacer realidad un sueño albergado desde niño: viajar por el mundo en bicicleta. Así que no lo dudé. Los caminos a Santiago son variados y parten desde muchos puntos de España, Portugal y Francia. Intrigado y profundamente convencido de que este viaje espiritual cambiaría mi vida, decidí recorrer el camino francés, que parte desde el pequeño poblado de Saint Jean Pied de Port, atraviesa los Pirineos y entra a España avanzando por el norte de la península hasta sus territorios occidentales. Las responsabilidades del día a día no me permitían concretar el sueño, luego de cinco años decidí hacerlo a mediados de 2013, pero a principios de este año sufrí una caída que afectó mi columna vertebral. Pese a que el doctor no me lo recomendó, tras tres meses de terapia y otros dos meses de entrenamiento puse todo mi esfuerzo y perseverancia para prepararme al gran reto. Mi plan era recorrer los casi 790 km de la ruta en 14 días, a un promedio de 60 km diarios con tiempo suficiente para descansar y visitar lugares con legado histórico, cultural y artístico. Alquilé una bicicleta y preparé el equipo: dos mudadas de ropa, cascos, guantes, una manta térmica, una chompa rompe vientos, cámara fotográfica, teléfono, botiquín, equipo mecánico y un pequeño panel solar para recargar baterías. Partí solo al viejo continente, deseoso de vivir nuevas experiencias y aventuras en este gran periplo.
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Al llegar a Saint Jean Pied de Port, en Francia, tomé mi bicicleta rentada, cargué mi equipo en las alforjas e icé la tricolor en mi bicicleta. Solicité la credencial del peregrino, que es similar a un pasaporte. En cada poblado por el que atraviesa la ruta el peregrino debe solicitar un sello, así el documento es probatorio de la ruta recorrida. Si “preguntando se llega a Roma”, para ir a Santiago “hay que seguir la
flecha”. Todo el trayecto se encuentra marcado por flechas amarillas que indican la dirección que se debe tomar. Un mapa suele ser útil pero mientras los peregrinos no salgan de la ruta no tendrán problema en llegar. Muy feliz empecé a pedalear y desde el primer momento conocí gente maravillosa con quien pude compartir partes del trayecto. Ascender los Pirineos no fue fácil, la primera etapa
es la más dura del camino, debido a la fuerte cuesta de casi 1.260 m, a los vientos, a la lluvia y en ciertos puntos al fango. Recorriendo el camino visité poblados como Roncesvalles y Zubiri. Poco antes de llegar a Pamplona el freno hidráulico delantero de la bicicleta de averió. Me detuve en esta bella ciudad, una fortaleza que el tiempo no la dejó morir. Recorriendo sus calles conocí a su gente, muy atenta y amable, dispuesta a dar una mano a los peregrinos que diariamente transitan por el camino. A medida que seguía avanzando encontré a muchas personas en el trayecto, conocí a un monje tibetano que recorría el camino descalzo, un discapacitado que junto a su esposa recorría el camino en una bicicleta modificada para pedalear con los brazos, otros que recorrían el camino a caballo o junto a su perro, inclusive, y fue lo que más me sorprendió y motivo a continuar hasta el último, una mujer asiática no vidente que hacía el camino sola. La espiritualidad que se respira es difícil de explicarla y compartirla, solo se la vive día tras día. Saliendo de un fango pesado encontré a Carlos, José, Iván y Antonio, españoles que hacían el camino en bicicleta y con quienes compartí hasta el final. Ellos me mostraron la otra cara del camino, lo que no cuentan los libros ni las fotos. Las jornadas diarias eran divertidas y entretenidas. En cada poblado por el que pasábamos nos deteníamos para degustar platos típicos de la zona, acompañados de un buen vino. Muchas veces, con la barriga llena, debíamos continuar al siguiente pueblo. A medida de que nos alejábamos de los territorios de Navarra y nos adentrábamos en Castilla y León, la ruta se volvía más llana permitiéndonos pedalear hasta 85 km diarios sin mucho problema. Las nubes desaparecían pero el sol entraba con mucha fuerza desde tempranas horas del día por lo que había que cuidar
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la piel y beber agua constantemente. En la ruta se contaba con bebederos y tiendas que nos permitían abastecernos sin problema. Todos los días empezábamos a pedalear a las siete de la mañana y terminábamos la jornada entre las tres o cuatro de la tarde. Al llegar a los poblados buscábamos rápidamente un albergue para pernoctar la noche. Hay albergues públicos y privados. Algunos reciben donativos de los peregrinos y en otros el valor oscila entre cinco y diez euros. Los ronquidos y los ruidos son parte de la convivencia en estos sitios, pero sin duda siempre se vive un aire de camaradería y alegría entre todos los peregrinos. Al terminar el octavo día, estábamos en León y éramos un grupo de doce ciclistas rumbo a Santiago. El cansancio era notorio en todos y los dolores se hacían presentes cada día y con mayor fuerza. Siempre me llamó la atención algo: nunca tuve un solo dolor en la espalda. Yo sabía que este era unos de los regalos del camino. Entrados en los territorios de Galicia, fuertes pendientes eran el reto diario de todos nosotros. Los paisajes de postal iban y venían kilómetro a kilómetro. Bromeando, cantando y relatando anécdotas todo el equipo recorría el camino, con tiempo suficiente para parar y visitar imponentes
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iglesias, castillos, monasterios y otros sitios importantes del trayecto. Era el décimo día del recorrido y faltaban casi 190 km por recorrer. Llegamos a la Cruz del Ferro, un lugar emotivo para todos los peregrinos donde cada uno deja una pequeña piedra, que la llevaba desde mi casa, a los pies de este hito todos pronuncian esta oración: “Señor, que esta piedra que arrojo a los pies de la Cruz Salvadora, símbolo del esfuerzo de mi peregrinación, sea la que, llegado el instante en que se juzguen los actos de mi vida, sirva para inclinar la balanza a favor de mis buenas obras. Así sea. Amén.” Como peregrino estos instantes nos hacen creer firmemente que ya no somos lo que éramos, que hemos sufrido una transformación y todo en una sencilla vivencia personal. Los últimos kilómetros pasaron lentos y nadie sintió apuro en llegar. Todos fuimos a nuestro ritmo. Dejábamos atrás también penas, tristezas y lágrimas que sin duda nos llenaron de paz. Luego de doce días de pedaleo llegamos a Santiago de Compostela. Al contemplar su imponente catedral la alegría fue inmensa. Emocionados y algunos de nosotros con lágrimas, dimos gracias a la vida por este generoso encuentro con uno mismo.
Entregamos la credencial de peregrino para recibir la compostelana, un certificado escrito en latín que se confiere a los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela luego del peregrinaje. En la noche asistimos a la Misa del Peregrino en la Catedral y al final de la ceremonia se encendió el botafumeiro, un enorme incensario que oscilaba velozmente en la nave frontal de la catedral mientras ocho personas mantienen su movimiento en un sistema de poleas. Fue un instante inolvidable y lleno de gran emotividad. Pude concluir que esta experiencia de cumplir un sueño albergado desde niño me llevó a conocerme, a reconocer mis falencias y a descubrir mi parte espiritual, aprendí a valorar todo lo que la vida nos da y aprovechar cada instante, cada paso que damos en nuestro camino de la vida. Fotografías Francisco Espinosa
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La exposición al sol requiere más cuidado en las montañas ¿Por qué nos tenemos que proteger del sol? En las células existen moléculas que absorben la radiación ultravioleta. Estas reacciones son fundamentales en los seres vivos, pero su exceso produce quemaduras solares y daños estructurales como el envejecimiento y el cáncer de piel. ¿Qué radiaciones solares son peligrosas para la piel? El espectro de la radiación solar es muy amplio. La luz infrarroja tiene un efecto térmico, da calor. La luz visible tiene un espectro que permite ver. La luz ultravioleta, que genera efectos sobre los cromóforos celulares, es la que produce las quemaduras solares. Las quemaduras solares son desencadenadas por la luz ultravioleta B (UVB). La radiación ultravioleta A (UVA) no produce quemaduras solares pero es la causa del envejecimiento de la piel. ¿Qué es una quemadura solar? Todas las personas tiene una Dosis Eritematosa Mínima (DEM). Esta es la cantidad mínima de radiación que puede producir eritema o rojez en la piel. 1 DEM produce eritema; 4 DEM producen dolor, y 8 DEM, ampollas. La quemadura solar se produce por la radiación ultravioleta B (UVB), con un espectro de 280 a 300 nanómetros. La quemadura solar es una reacción retardada, que se hace evidente cuatro horas después de la exposición al sol. ¿Por qué las radiaciones solares son más peligrosas en las montañas? Existen varios factores. En primer lugar, hay que tener en cuenta que por
cada 1.000 metros de altura el índice ultravioleta aumenta en un 10%. En segundo lugar, la luz solar se refleja en superficies como la arena y la nieve. En tercer lugar, el frío elimina la sensación térmica generada por la luz infrarroja que de alguna manera permite contar con una señal de alarma. Además, el frío provoca una disminución del metabolismo celular y las congelaciones generan daños celulares. El tiempo de permanencia en la montaña, sobretodo en la escalada puede superar las 8 DEM que es el máximo tolerable. ¿Cómo se mide la radiación solar? La radiación ultravioleta que llega a la superficie terrestre se mide a través del Índice de Luz Ultravioleta (I-UV). Este índice mide la cantidad de UVB, la radiación de mayor afectación de nuestra piel. Los servicios meteorológicos emiten datos sobre el I-UV, estos valores son importantes para orientar la protección solar en las ciudades. El I-UV tiene un rango de 0 a 16. Calores mayores a 10 exigen una protección extrema. ¿Cómo hay que protegerse del sol en la montaña? Para protegerse del sol lo mejor es el uso de protectores solares. Estas son sustancias tópicas que se presentan en lociones, cremas o pastas, pueden ser pantallas o filtros. Las pantallas, al reflejar la luz, tienen un efecto de barrera. Por su parte, los filtros son sustancias químicas que absorben la radiación UVB y UVA. Existen principios activos de última generación que en sinergia (ectoina + manitol) no solo evitan quemaduras solares sino también daños en las células importantes
de la piel (células de Langerhans), evitando de esta manera el cáncer de piel. ¿Qué significa el Factor de Protección Solar (FPS)? El FPS se aplica para los filtros solares (la protección máxima se consigue con FPS 50, los factores 100 son la suma de varios componentes), cuyas sustancias químicas absorben la radiación UVB y UVA. Las pantallas solares que reflejan la luz protegen de toda radiación pero son menos estéticas. Es importante insistir en que las pantallas solares que contienen partículas como óxido de zinc, dióxido de titanio son los protectores ideales en la montaña. Artículo y fotografías de Santiago Palacios