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37 · diciembre de 2013
Un refugio en los caminos del sol y del viento
Cultura Astropografía del Ecuador Montaña Incógnita (
)
Crónica El viento traza una nueva vía en el Tullparraju
Las Deltas alzan un vuelo de amistad
mountainharwear.com
es realmente aventura
MARISCAL: Juan Le贸n Mera y Veintimilla EL BOSQUE: Centro Comercial - Local 21 PB
editorial
La fuerza de ánimo que nos une
M
e da una satisfacción muy especial escribir un nuevo editorial de la Revista Montaña y extender una invitación a nuestros lectores para que se sumerjan en estas páginas que indagan hoy sobre la pasión. La pasión por la montaña y por la aventura están en el centro de lo que hacemos, y los artículos que presentamos a continuación intentan acercarse a esa fuerza de ánimo de sus protagonistas. En el trayecto constatamos que las formas de esa pasión pueden ser diversas, de acuerdo con los deportes que se practican. Nuestra intención ha sido encontrar las conexiones, un campo común que nos permita hablar de lo mismo, para así compartir nuestras experiencias. Con el paso de los años he podido advertir que la montaña no es para todos; nuestra actividad puede incluso resultar incomprensible para algunos. Nosotros tuvimos la oportunidad de que grandes amigos nos mostraran qué es la montaña. Como muchos, al principio, solo quisimos probar que podíamos llegar a una cumbre y con mucha sutileza amigos como Luis Naranjo o Ramiro Navarrete -que influyeron en épocas muy importantes del andinismo nacional-, nos enseñaron a cultivar ese deseo. También aprendimos de ellos cómo subir a la montaña: la importancia de la técnica, de la seguridad, y a compartir estas enseñanzas con otros. Creemos que la amistad, la comunidad que se crea entre los andinistas, se encuentra también entre quienes corren o compiten en equipos. Todos queremos alcanzar una meta, pero también vivir la enriquecedora experiencia de depender unos de otros. Aunque haya diferencias en las distintas prácticas del deporte de aventura, hay unos soportes que nos son comunes. Esperamos que los artículos y las fotografías de este éste número toquen su deseo de aventura, sobre todo en nuestros lectores más jóvenes, en quienes buscan un espacio ya sea encordados en alguna cima, subidos en una bicicleta, corriendo por sus propios medios o, simplemente, tomando fotografías. Queremos acompañarlos en esas búsquedas que nos sacan de la ciudad y nos llevan a sitios poco conocidos, a veces bajo la lluvia o bajo un intenso sol, siempre ante el reto de hallar una forma de vida más genuina, en comunidad con la naturaleza. Milton Moreno Salas
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contenido
Aiguille Verte F. Christoph Wolter publicaciones
11 ABSTRACCIONES de Jorge J. Anhalzer noticias
12 LA NUEVA RUTA DE LA ASEGUIM Joshua Jarrín
O DEL CO ISM LE
GR
GABRIEL SAN
RUPO ASCE
N IO
O GI
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especial
GRUPO ASCENSIONISMO COLEGIO SAN GABRIEL
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14 UN REFUGIO EN LOS CAMINOS DEL SOL Y DEL VIENTO SE NECESITABA TENER CORAJE Y SOÑAR
Rv. José F. Ribas S.J. UNA IDEA QUE HICIMOS REALIDAD HOMBRO A HOMBRO Pablo Araujo
motivación
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CARTA A MI AMIGO Y MAESTRO RAMIRO NAVARRETE Marco Suárez LAS MUJERES QUE AMAN A LOS HOMBRES QUE AMAN LA MONTAÑA Andrea Suárez
nuestras montañas
30 PICOS PLAZA DE ARMAS Jorge González Solórzano especial
34 KAMCHATKA PENINSULA, SIBERIA “La Tierra De Fuego y Hielo”
Gustavo Fierro Carrión 38 LA TRAVESÍA DEL ESPAGUETI ITINERARIO DE VERANO Joshua Jarrín 42 EL VIENTO TRAZA UNA NUEVA VIA EN EL TULLPARRAJU Carlos Maximiliano Vicuña Andrade galería
48 Hugo Córdova, Carlos Vaca, Josué Olivos, Carlos Cuvi, Raúl Yépez Collantes (YEPO) cultura
62 ASTROPOGRAFÍA DEL ECUADOR Robert Gibson deporte extremo
68 CARRERA NON STOP EXPLORER Una Nueva Forma de Compartir la Montaña
Milton Moreno Salas
pedaleando
74 LA VUELTA AL COTOPAXI Las Delta Alzan un Vuelo de Amistad Marcia Cevallos
PORTADA Refugio del Cotopaxi Foto: Mauro Morán Número 37 diciembre de 2013 Producción VivaImagen Taller de Comunicación Audiovisual Dirección y edición Milton Moreno Salas Consejo editorial Milton Moreno Salas Marcos Serrano Joshua Jarrín Oswaldo Freire Edición Gráfica Fabrizio Moreno Salas Diseño y diagramación Taller Vivaimagen Corrección de estilo Marcia Cevallos Distribución y ventas Santiago Garcés Impresión EDIECUATORIAL 14484 Articulistas Joshua Jarrín, Rv. José F. Ribas SJ, Pablo Araujo, Marco Suárez, Andrea Suárez, Jorge González Solórzano, Gustavo Fierro Carrión, Carlos Maximiliano Vicuña A. , Robert Gibson Z, Milton Moreno Salas, Marcia Cevallos. Fotografía Mauro Morán, Christph Wolter, Jorge Anhalzer, Marco Suárez, Milton Moreno Salas, Jorge González Solórzano, Gustavo Fierro Carrión, Carlos Maximiliano Vicuña A , J. Crosslin, Robert Gibson Z, Santiago Palacios Rodríguez, Alejandra Jaramillo Toledo, Jim Desrosiers. Los textos pueden ser reproducidos, de manera total o parcial, siempre que se cita la fuente. Se prohibe la reproducción de las fotografías sin la autorización del editor. Las opiniones son responsabilidad de los autores de los textos y no comprometen a MONTAÑA.
Revista MONTAÑA Veracruz N34-38 y Av. América Quito, Ecuador Teléfonos: 2241843 / 0987458340 montana@vivaimagen.org redaccion@vivaimagen.org diciembre 2013 MONTAÑA
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noticias
Paige Claassen, atleta Marmot, visita el Ecuador E
n febrero de 2014, el equipo Lead Now visitará el Ecuador para colaborar con Heifer International, una organización cuya misión es trabajar con las comunidades para acabar con el hambre y la pobreza y promover el cuidado de la tierra. Heifer ha trabajado durante 54 años apoyando el desarrollo rural con organizaciones de agricultores en Ecuador, y recientemente ha dado prioridad al trabajo directo con las organizaciones rurales. Las relaciones que mantiene Heifer con organizaciones asociadas, especialmente rurales, afrontan el reto de construir, sobre la base de la soberanía
alimentaria, una vida decente para la gente del campo. Este trabajo se promueve e impulsa a través de acciones con los pequeños agricultores. Como distribuidores de Marmot en Ecuador, la empresa Tatoo realizará
algunos eventos con Paige (clínica de escalada, presentación de fotos, autógrafos, etc.) y, a su vez, ella trabajará con Heifer Ecuador en apoyo de la labor social y deportiva.
Los refugios, hecho leña, y otras tonterías...
Parece que las autoridades del MAE
leyeron erróneamente a Fuenteovejuna, pues mal entendieron el “todos a una”. Sí, se han lanzado ahora, al mismo tiempo, a la remodelación y demás gracias de los tres principales refugios de alta montaña: Chimborazo, Cotopaxi y Cayambe. Por ello, hay que informarse bien antes de planificar una ascensión a esas montañas. Del Chimborazo sabemos que ya no se pernocta ni en el refugio Whymper ni tampoco en el de los Hermanos Carrel. Ahora se duerme o en tienda o en el control, desde este último sitio hay que salir en la noche con el auto hasta el parqueadero junto al Hermanos Carrel, y desde allí continuar con la ascensión. En el Cotopaxi, la primera cosa que debe quedar en claro es que todos los inconvenientes, como la inexistencia de baños, NO se deben a la administración
del refugio José Ribas, sino a quienes lo están remodelando (MAE). Entre otras cosas graciosas lo primero que hicieron fue derrocar los tanques de agua, que se nutrían básicamente con la nieve que caía sobre el techo del refugio. Por ello, no se extrañen si falta la misma. Además, llama la atención el que estén construyendo con bloques, ¿se imaginan compañeros lo que supone subir bloques desde el parqueadero? Quienes hace más de 40 años lo construyeron, utilizaron el material que abunda en la zona: piedras, y lo hicieron bien; recordemos que soportó la avalancha de hace unos años En el Cayambe hay un individuo, con aires de capataz de plantación, a quien le molestamos los montañeros y que a toda costa no nos quiere allí. Con prepotencia y malos modos, nos increpa y nos quiere impedir que ingresemos. Y pasándonos de unas montañas a
otras, pero siempre bajo el mismo signo de Caín, resulta que las autoridades han dispuesto la prohibición para acampar en el Cotacachi, así que olvídense de pensar en armar las carpas junto a las antenas. Hay que acampar junto a la cadena, sí compañeritos, junto a la cadena, y esperar a que el funcionario abra la misma a las 8 de la mañana, para poder seguir con el vehículo hasta las antenas y desde allí a la cima, pero deben volver antes de la 5 de la tarde o no podrán pasar la cadena. Por ello, o se hace el Cotacachi en versión criolla non stop, o en tres días. Gracias a la inteligencia de algún perdido burócrata. Y las malas lenguas nos han contado que piensan hacer algo parecido en el Iliniza, es decir se podrá pasar solo después de las 8 de la mañana, ¿maravilloso no?
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noticias
Nueva vía en solitario y sin oxígeno en la cara sur del Annapurna “P
ienso que finalmente he encontrado mi límite en altitud, si escalo algo más duro que esto, creo que me mataré”. La vía de Ueli Steck fue la que intentaron en 1992 los franceses Pierre Béghin y Jean-Christophe Lafaille (entre la británica de 1970 y la japonesa de 1981). En el intento del 2007 al Annapurna, una piedra le golpeó en la cara y abandonó la escalada. Un año después (2008) renunció a la tentativa por colaborar en el rescate del navarro Iñaki Ochoa. El 9 de octubre de 2013 a las 5:30 de la mañana, parte junto al canadiense Don Bowie. El tiempo era bueno aunque con fuertes vientos. Don Bowie decidió al pie de la rimaya retirarse, escalar la vertiente sin cuerda era demasiado exigente técnicamente. Como en otras ocasiones las cosas se ensamblaron convenientemente. A los 6.100 metros, había un pequeño depósito: cuerda, tienda, reverbero y algo de comida. Con la tienda y el reverbero en la mochila, continúa hacia arriba (deja la bolsa de dormir y la cuerda –se arreglará con una de 6 mm-). La ascensión fue relativamente fácil (para él) hasta los 6.600 metros, posteriormente el viento le dificulta el ascenso. Cerca del final de la primera parte de la vía,
encuentra una rimaya donde monta su tienda y decide esperar hasta ver si el viento amaina o no, para continuar o descender al siguiente día. Come y se hidrata, y al atardecer las condiciones del viento ceden y el tiempo es perfecto para continuar. El headwall es esa sección de hielo y neveros, posible de escalarse con la frontal. A esa altura se mueve con facilidad, solo el frío es una amenaza. Poco antes de la salida del sol, una ráfaga potente de viento y nieve estuvo a punto de arrancarle de la pared, perdiendo una manopla y la cámara fotográfica. Tuvo que continuar el resto de la escalada intercambiándose la manopla de mano, para evitar las congelaciones. Siguiendo su instinto continúa escalando lo más rápido que puede. Llega a la parte más alta bastante rápido. Allí, cae en cuenta por primera vez de dónde estaba realmente y lo que eso significaba. Ahora, se trataba sólo de resistir el frío y el viento. Continúa paso a paso, sin dejar de luchar una y otra vez. Cuando alcanzó la arista cimera, apenas podía creerlo. Era de noche, el cielo estaba lleno de estrellas y la arista bajaba delante de él. Comprobó todo muy cuidadosamente con su altímetro, estaba en el punto más alto. No permaneció ni cinco minutos en la
cima antes de comenzar a descender. Su objetivo era alcanzar la rimaya y entonces todo estaría bien. Varios de su equipo salen a recibirlo en el glaciar. Ahora son los otros quienes toman las decisiones. La tensión disminuye. El 10 de octubre de 2013 a las 9:30 de la mañana, todos estábamos de vuelta en el campo base. Posteriormente en una entrevista afirmó: “ …para mí, ahora, es muy importante encontrar la manera de vivir la vida como es y dar un pequeño paso atrás. No digo que vaya a dejar de escalar o el alpinismo, pero no puedo ir más allá en esta dirección, porque de lo contrario no voy a sobrevivir. Tengo que ir para atrás”
Foto: www.uelisteck.ch
Nueva ruta para la ascensión al Chimborazo P
or las evidentes y conocidas condiciones glaciares de la actualidad, la llamada “vía normal” del Chimborazo, se ha constituido en una peligrosa ascensión por el constante peligro de caída de piedras tanto en la madrugada, durante el ascenso, cuanto, y de peor manera, en el descenso. Han sucedido ya varios sustos y percances. Por ello, y ante la temporada alta de montaña, un grupo de Guías de la ASEGUIM, ha realizado una exploración y ha propuesto una “vía normal alternativa”, la misma que discurre por la arista llamada de Guargallá, es decir la que separa los glaciares de Thielmann y Stubel. Para más detalles de la misma se han abierto los siguientes links: (https://www.facebook.com/henry.moya.valdez?fref=ts) ( https://www.facebook.com/aseguim.aseguim?fref=ts) ( http://www.aseguim.org/) Se puede recabar información en la página web de la ASEGUIM, y mirar algunas de las fotos que señalan la nueva “vía normal” en los links de Facebook. Consideramos que es muy importante antes de planificar la ascensión al Chimborazo, obtener información directamente de los Guías de la ASEGUIM.
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s e ion
c c a r t s b
A
je a s i a p l e d a e r é a a t s i v una
Jorge J. Anhalzer
Desde el aire se aprecia un paisaje diferente, detalles que vistos desde tierra parecen comunes, a ratos, desde lo alto, se asemejan más a cuadros de una exposición que a rincones de la geografía. Hay pedazos del paisaje que son pinturas, cuyos maestros creadores son en algunos casos los agricultores que rayan el lienzo con sus arados y los colorean con variedades de semillas. Cuadros vivos con tonos que cambian ayudados por las épocas del año. En otros casos los artistas son los vientos, las mareas o los repentinos aguaceros. Son “gubias” que graban bajo relieves o dedos que repujan contornos y siluetas. Los minerales a flor de tierra, los estratos erosionados, las diferentes bacterias que prosperan en aguas salinas o minerales, también participan con coloridas creaciones. Todas son imágenes temporales, frágiles creaciones en el tiempo, a merced de las fuerzas naturales que constantemente ensayan nuevas obras.
noticias
La nueva ruta de la ASEGUIM En marzo pasado, el arquitecto José
Luis Peralvo fue electo presidente de la ASEGUIM. Con él se incorporó un nuevo directorio integrado por: Fabricio Erazo como vicepresidente, Édison Oña como tesorero, Joshua Jarrín como director de la escuela de guías (ESGUIM), y Franklin Varela como director del grupo de rescate (GRA), entre otras dignidades. Entre los proyectos que se están llevando a cabo se puede mencionar que se ha conseguido inscribir a ASEGUIM como la representante oficial de los guías de montaña del Ecuador ante la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (UIAGM). Esto como primer paso para que en el futuro, cuando hayan 20 Guías con titulación internacional (actualmente hay 13), el Ecuador se con-
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vierta en miembro oficial de la Unión. Al mismo tiempo se han realizado negociaciones con el Ministerio de Turismo, Ministerio del Ambiente y Ministerio del Deporte para estandarizar y profesionalizar el oficio. Como resultado, la Escuela de Guías se ha incorporado al servicio de capacitación profesional SECAP, en la formación regular de los guías de montaña, y se ha reconocido al Grupo de rescate de la Asociación como el servicio oficial encargado de auxiliar a personas en altitud dentro del país. Dicho grupo de rescate acompañó al presidente de la República Ec. Rafael Correa en su ascenso al volcán Cotopaxi. También la Escuela de guías graduó en noviembre seis nuevos guías de montaña, quienes culminaron su formación aprobando los estándares requeridos en escalada deportiva, escalada en roca de montaña, escala en hielo, nieve, mixto, instrucción para adultos, jóvenes y niños y rescate. Con ellos suman ochenta y uno los guías de montaña agremiados. Para el futuro la ASEGUIM desea incorporar más guías, por lo que ha propuesto dos métodos: la convalidación de guías no asociados que cuenten con más de veinte años de experiencia y que pasen por un curso de actualización, así como la formación de nuevos guías. Para esto
Fotos: Juan Estellanos último es importante mencionar que el proceso para convertirse en guía de montaña ASEGUIM no dura menos de dos años, para poder garantizar máxima seguridad en la práctica de montañismo a nivel comercial. En este marco la escuela de guías de la ASEGUIM llama al próximo Curso de Aspirantes a Guía que tiene las siguientes fechas: Examen de Admisión: 15 y 16 de marzo del 2014 Curso de Aspirante a Guía de Montaña: Del 22 de marzo al 6 de abril del 2014 Para más información se puede visitar www.aseguim.org
Disfruta de las montañas con seguridad! Escala con un Guía certificado ASEGUIM o UIAGM Enjoy the mountains with safety! Climb with an ASEGUIM or IFMGA certified guide
La Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña es la única organización en el país reconocida por la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña UIAGM. Cada uno de sus guías ha sido profesionalmente entrenado para brindar máxima seguridad en la práctica del Montañismo. The Ecuadorian Mountain Guides Association is the only organization in the country that is recognized by the International Federation of Mountain Guides Associations IFMGA. Each one of it's guides has been professional trained to offer maximum security in the practice of mountaineering.
Visítanos en/ Visit us at: www.aseguim.org Email: aseguim.org.ec@gmail.com aseguim.aseguim
especial
Un refugio en los caminos del sol y del viento
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Foto: Joseph Bergeé (archivo digital Mauro Morán)
especial
Foto: Milton Moreno Salas
Se necesitaba tener coraje y soñar Rv. Padre José F. Ribas y Rv. Pedro Niño, celebrando la Eucaristía.
Miembros del Grupo Ascensionismo del Colegio San Gabriel y sus familias dijeron adiós al Refugio del Cotopaxi con una Eucaristía en las faldas del mismo monte. Compartimos fragmentos de lo expresado por el Rv. Padre José F. Ribas, gestor de la construcción del refugio hace 42 años.
Tengo que reconocer que he venido a esta Eucaristía solamente por el aprecio y gran respeto que tengo por todos ustedes. Queridos amigos ascensionistas, no he venido con gusto ni con gran alegría, porque para mí esto es como la despedida de un ser querido o como la desaparición de alguien y algo que ha vivido unido a mi durante casi medio siglo, que marcó parte de
mis mejores años en la vida del ascensionismo. La construcción de este refugio, que hoy se queda el Estado ecuatoriano, está ligada a los nombres de amigos entrañables que no están más con nosotros, pero que junto a mi dejaron en estas instalaciones muchos sueños, esfuerzo, trabajo y sufrimientos. Además, y esto es muy importante,
la construcción de este refugio fue la razón final de la fundación de la sección Montañeros del Grupo. Fue la idea de contar con un refugio lo que le dio vida, lo que dio sentido a nuestra actividad montañera y nos permitió amalgamarnos sólidamente como Grupo. Con motivo de los 25 años, en las festividades por las Bodas de Plata del Ascensionismo, reunidos en el
Foto: Milton Moreno Salas
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Foto: Milton Moreno Salas
El refugio después de la ampliación de su ala izquierda. Foto: Joseph Bergé (archivo digital Mauro Morán)
De izquierda a derecha: Javier Subía, Rv. Pedro Niño SJ, Diego Andrade, Rv. Padre José F. Ribas SJ, Santiago Palacios, Pablo Araujo, Fabián Cáceres y Fabián Almeida, vistiendo los diferentes uniformes que el Grupo ha tenido en su tiempo de existencia.
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Miembros del Ascensionismo del Colegio San Gabriel comparten el fuego del campamento en la faldas del Cotopaxi. Foto: Milton Moreno Salas
local apenas 10 ó 12 andinistas, decidimos, en enero de 1970, construir un refugio de alta montaña en la ladera norte del Cotopaxi, el más bello volcán de nuestros Andes. Se necesitaba tener coraje y soñar, porque no teníamos ni un sucre, ni un dólar, ni un euro. La construcción del refugio fue una “locura”, y fue lograda con el esfuerzo y la unión de los pocos que éramos “montañeros”. No puedo negar que nos ayudaron muchas personas, empresas, instituciones. Pero esto fue posible debido, sobre todo, a que sabíamos lo qué queríamos hacer, y a que contábamos con personas capaces y únicas, que no se repiten cada día.
Hay nombres que el Grupo tendría que recordar siempre como padres de esta obra: Joseph Bergé, Carlos Oleas, César Ruales, Carlos López y Miguel A. García, difuntos todos. Entre los que todavía están entre nosotros, gracias a Dios, es obligado recordar a Fausto Ayarza, José Lecaro, Fernando Duque, Pablo Araujo, Héctor Reinoso y Jorge Morán, así como a cada uno de los trabajadores que participaron en la obra. Si me dejo algún nombre, tengan la bondad de perdonar mi debilidad de memoria. Fueron tantos años y tantas vicisitudes por los caminos del sol y del viento. No era tan sencillo ni fácil salir cada fin de
Foto: Milton Moreno Salas
Oswaldo Freire , jefe del Ascensionismo y encargado de la administración del Refugio del Cotopaxi, junto a César Román, la noche de la despedida.
semana con buen o mal tiempo, con nieve o lluvia, a supervisar la obra, a dar instrucciones a los maestros y retribuirles su justo salario. Nunca dejamos de pagar religiosamente cada semana a todos los trabajadores. Hay un error en el tema del manejo del refugio que hasta ahora no me perdono, y es no haber hecho todos los trámites para conseguir que el Estado nos asignara en propiedad una hectárea de terreno alrededor de nuestras instalaciones. Es cierto que lo intenté con el Consejo Provincial, y que ahí me indicaron que era imposible. Debido a ese criterio no realicé ninguna gestión adicional. …. A todo esto, se une hoy la decisión de las autoridades del Colegio de destruir el local del Grupo, que era un ícono de la Historia del Andinismo del San Gabriel. Lamento como el que más esta decisión que considero inadecuada y abusiva, pero ¡así se escribe la Historia! Rv. José F. Ribas SJ
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especial
Una idea que hicimos realidad hombro con hombro Pablo Araujo
Pablo Araujo cuenta historias a miembroe de la directiva del Grupo, Sara Palacios, Oswaldo Freire, Santiago Garcés y su esposa. Foto: Milton Moreno Salas
Tengo la suerte de haber marcado
mi existencia como Ascensionista del Colegio San Gabriel. Más que un deporte, ésta ha sido para mí una escuela de vida, la que más satisfacciones me ha dado. Fue un gran acierto de mi maestro, el Padre José Ribas SJ (Suco), dar continuidad al Ascensionismo y fundar la sección Montañeros con los andinistas egresados del Colegio. Muchos, al dejar las aulas, no encontrábamos mayor campo para seguir con nuestro deporte. Un acierto, sobre todo, por la mística que esta actividad inculcaba en nosotros. Con el paso del tiempo, los recuerdos de la época iban quedando rezagados hasta que llegó el día en que me he visto obligado a hacer memoria. Al saber que nuestro refugio en el Cotopaxi pasaría a manos del Gobierno, que al Club se le reconocería una cantidad irrisoria por la construcción y mantenimiento del mismo, y luego de un campamento al que fui invitado para despedirnos del refugio, me
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siento en la obligación de recordar alguna anécdota de todo lo que supuso la construcción del ícono que es para nuestro Club este refugio de montaña. Cuarenta y dos años han transcurrido desde que mi grupo Ascensionismo del Colegio San Gabriel, en su sección Montañeros, decidiera construir el refugio en el Cotopaxi. Antes, cuando ascendíamos a esa montaña, teníamos que lograr el acercamiento por Limpiopungo hasta un sector al que difícilmente ingresaba un vehículo, y desde allí con equipo completo alcanzar el filo de la nieve, un sitio en que difícilmente podíamos plantar más de tres tiendas. Limitados por el espacio y para buscar la protección del viento, al día siguiente intentábamos la cumbre. El descenso hasta Limpiopungo resultaba otra odisea. Había que confiar en la suerte, esperar que nuestro transporte estuviera allí, que el contratado para el efecto se presentase. O llegar a pie a la carretera. No se puede negar que cada vez que salíamos de
excursión a este nevado, vivíamos una aventura diferente. Empezábamos a integrarnos como Montañeros del Ascensionismo del Colegio San Gabriel. Las excursiones y campamentos eran nuestro fin primordial, y alternábamos estas actividades con reuniones sociales en las casas de campo de los miembros del club, donde se proponían proyectos que involucraban a nuestras familias, que poco a poco se multiplicaban. Nuestro director, El Suco Ribas, inspirado en algún refugio visitado por
El refugio en plena construcción Foto de archivo
pocos días teníamos en nuestro poder un poco de dibujos. Con estos parámetros y gracias a los profesionales del club, la idea maduró y decidimos ejecutarla con los planos y especificaciones por nosotros definidos. El viejo Jeep y amigos que construyeron el refugio.
él en Europa, venía madurando la idea de construir un refugio en el Cotopaxi. Ya existían para esa época refugios en el Chimborazo, mentalizados y construidos por Fabián Zurita, y Nuevos Horizontes había hecho lo suyo en “la refrigeradora” de los Ilinizas. Decidimos construir el refugio en el Cotopaxi. La idea era magnífica, pero ¿cómo empezar un proyecto para el cual no se disponía de un solo medio económico, ni de un proyecto en concreto? Recuerdo al arquitecto que realizaba unos trabajos en el Colegio, a quien el Suco le pidió la primera referencia de un refugio de montaña. Este profesor de la Facultad de Arquitectura propuso a sus alumnos que presentasen un esquicio con este tema, y en
El proyecto estaba planteado, sabíamos lo que teníamos que hacer, pero no teníamos la menor idea de por dónde empezar. No disponíamos de un centavo de sucre y requeríamos de personal de albañilería, herramientas, materiales, transporte y mil rubros más. Había que buscar personal que quiera ayudarnos en la construcción, y por fin logramos convencer y comprometer a un grupo de trabajadores del Pedregal para que nos asistiera. El siguiente problema fue el del material, especialmente el cemento, y tengo que señalar que fue Carlos López, ingeniero y miembro del club, quien generosamente nos suplió de este elemento, y su transporte. Tampoco contábamos con madera, clavos, herramientas… De lo único que disponíamos era de piedra, ripio y arena, pues estaba disponible en el sitio, aun-
Santiago Garcés colabora con Javier Santillán, durante la guitarreada la noche de la despedida del refugio. Foto: Milton Moreno Salas
que hubiese que minarla para utilizarla. Minar el sitio para la implantación del refugio ya fue suficiente para animarnos a seguir adelante, ya podíamos poner allí más de cuatro tiendas, y nos imaginábamos como sería cuando el refugio estuviera armado.
Atahualpa Núñez, Diego Andrade y Pablo Araujo se entretienen antes de la Eucaristía. Foto: Milton Moreno Salas
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especial bustible. Entonces optamos por canalizar el agua desde el glaciar a través de mangueras. Fue la mejor solución, pero la cantidad de agua tampoco era suficiente para la preparación del hormigón. Se nos congelaba la tubería en la bocatoma y en muchos casos se rompía la manguera, de modo que dejando todos los esquemas técnicos de construcción optamos por dosificar la mezcla de concreto directamente con la nieve, como un agregado más al mortero. Esto impuso un mayor esfuerzo manual no previsto, pero en cierta forma fue la solución….
Uno de los primeros letreros que llevaba el Refugio del Cotopaxi. Foto de archivo
Las salidas de fin de semana se hicieron obligatorias, y gracias al jeep del Suco, poco a poco lográbamos ascender un poquito más en el arenal. Las huellas quedaban grabadas paso a paso. Nos extrañaba que de semana en semana no se perdieran, parecía de buen augurio. Poco a poco nos fuimos apoderando del arenal hasta llegar al sitio donde ningún vehículo pudo avanzar más. Decidimos entonces construir allí la guachimania o chozón, en el mismo sitio donde permanece hasta ahora. Desde este punto había que transportar los materiales aproximadamente una hora más. Intentamos transportarlos en mulares, pero estos no pudieron con la dificultad. No quedaba más que hacerlo a ‘lomo de indio’, y me incluyo. Muy pocos eran capaces de transportar los 55 kg. de un saco de cemento -y esto apenas dos veces al día-, y arriba se requerirían algo más de 800, pues la decisión fue realizar la obra con hormigón ciclópeo, para aprovechar el material disponible, y lograr el menor golpe ambiental en el paisaje. Al respecto recuerdo una anécdota: adapté mi mochila para embalar un saco de cemento y sugerí a los trabajadores que la usasen, pues ellos subían el cemento en un costal que cargaban con sus brazos hacia atrás. Una vez equipada la mochila, el
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trabajador la puso sobre su espalda y empezó a ascender, cuando llegó al sitio del refugio su satisfacción fue evidente, se sentía muy cómodo y aliviado, pero cuando bajo su carga se dio cuenta de que uno de los anclajes de la mochila había roto la funda y el cemento había dejado una huella en todo lo largo del arenal. Era claro que no llegaron ni diez libras, de modo que el peón nunca más ocupó la mochila… En vista de que construíamos en el filo mismo de las nieves, habíamos pensado que no sería problema proveernos de agua. Error, el agua estaba ahí pero en sus otros estados: nieve y hielo… Agua líquida existía limitadamente en el glaciar de la derecha, a mínimo 30 minutos del sitio. Hubo que aventurarse para transportarla en tanques, tarea durísima, tanto o más que subir la carga desde el Chozón. Intentamos derretir la nieve de mil formas, pues no había leña. Fausto Ayarza construyó toda una instalación de medios tanques con quemadores de gas. Cargamos los depósitos con nieve, prendimos los quemadores, pero el resultado fue algo menos que nefasto, el frío existente era mayor que la temperatura de los quemadores y la recuperación de líquido no compensaba el sacrificio de subir el com-
Las noches en el Chozón, mi vivienda y guachimanía durante algunos periodos, supuso la convivencia con los trabajadores, hombres del sector como el Lucho Rivera y el Néstor Cadena, y muchachos como el Zambo, para esa época un niño. Compartir la comida con ellos fue una experiencia muy especial. Gran parte de las compras se hacían con antelación, entre ellas, carne. Amparados en el frío ambiental supusimos que no requería de refrigeración pero, en la práctica, al cuarto día ya no resultaba nada apetitosa, aunque haya seguido siendo la base de las sopitas y del seco. Las etapas se marcaban semana a semana, y veíamos emocionados cualquier avance en la obra bajo la supervisión “del montañero”, el ingeniero
Imágen de la primera etapa construida. Foto de archivo
Carlos López. Observábamos como progresaba la construcción. Recuerdo que de regreso, con el Suco, parábamos en Limpiopungo y nos extasiábamos al verla a la distancia. A veces, teníamos que hurgar en el paisaje hasta descubrir dónde estaba: era una piedra más, y nos imaginábamos como se la vería en el futuro. Al retornar a la realidad había que pensar nuevamente en los salarios de los cinco albañiles y de los veinte peones que debían ser cubiertos la semana siguiente. Había que pensar en la comida, los materiales, el transporte, pero siempre con la decisión de volver la próxima vez con más ánimo.
más emocionante que cuando lo inauguramos, aunque solo habíamos concluido una etapa y quedaba mucho por hacer. Estaban pendientes los pisos, puertas y ventanas, los recubrimientos interiores, la cerámica en la cocina, los baños, y concretar las mil ideas más que poco a poco se iban proponiendo. Alguna vez tuvimos que recuperar las planchas ya colocadas que habían vo-
lado con el viento. Para esta época, y con el minado del terreno, se había conformado una pequeña explanada junto al refugio. Una vez realizado el muro de protección para que no se nos baje el monte, surgieron la cancha de vóley y la pelota improvisada. Poco a poco se fue juntando gente al
No me puedo olvidar de la ocasión en que Fausto Ayarza, a la hora del refrigerio y con la sed ocasionada por el esfuerzo, echó mano de la primera botella con líquido que encontró, y sació su sed con un sorbo del “acelerante” que utilizábamos para el hormigón… ¡A cualquiera se le ocurre poner el producto en una botella de cola! Acelerado el Faustito, igual se comprometió a la fabricación del tanque elevado y de la campana para la chimenea. La etapa que marcó de mayor manera la construcción fue el armado de la cubierta. Era emocionante ver llegar a uno de los camiones del Ejército transportando las estructuras de hierro y las planchas de eternit que serían colocadas. Subimos las estructuras como ciempiés, entre varias personas, pero ascender con las planchas de eternit resultó una tarea dura. Intentamos transportarlas de varias formas: tomándolas entre dos, o una sola sobre la espalda, arrastrándola, pero muchas veces el viento nos jugó una mala pasada y se nos rompían en el trayecto. Personalmente perdí una al llegar al refugio, carajo. Fue magnífico cuando por primera vez nos pudimos quedar a dormir en el mismísimo refugio techado. No nos cabía tanta emoción en el cuerpo. Ya no nos importaba que nieve, truene o relampaguee, ya teníamos casi un refugio. Para mí este momento fue aún
El refugio en su etapa final de construcción. Foto de archivo
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especial transporte de materiales gracias a las gestiones del Suco. Ya se manifestaban el resto de clubs de Andinismo, el Ejército, las empresas privadas, y sobre todo familiares y amigos que los fines de semana fueron de gran ayuda. Yo recuerdo que, más de una vez, tuvimos que desechar a “cuasi andinistas” que ya querían hacer uso del refugio como tal. Una tarde, cuando estábamos ya de regreso en el Chozón, se presentó un grupo que dijo que intentaría la cumbre al día siguiente. Cabe indicar que todavía estábamos en la etapa de mampostería. Llegada la noche nos sorprendió ver fuego en el refugio. Sorprendidos tuvimos que subir y, desesperados y enérgicamente, mandarlos de regreso. Habían echado mano de los encofrados para hacer su fogata. En uno de los viajes para el mantenimiento del refugio, mientras subíamos con el Suco en el Toyota, veníamos conversando del cuidado que se me-
rece el camino. Estábamos sorprendidos de que varios vehículos acortaran las curvas cruzando a campo traviesa y causando daños. En ese momento vimos que una camioneta bajaba haciendo esta misma trastada. El Suquito entró en ira, dio la vuelta el jeep, y pretendió alcanzarlos para reclamarles por lo que estaban haciendo, mejor dicho putearles con justa razón. El caso es que en la maniobra de dar la vuelta, el jeep perdió los frenos y quedó neutralizado. ¡Íbamos camino a matarnos! Quiso Dios que un montículo del camino ocasionara un salto espectacular y detuviera bruscamente al jeep, sembrándolo de trompa en el arenal. Como resultado quedé con una muy buena herida en la frente y bastante sangre en la cara, que el Suco limpió con sus manos, buscando mi ojo. Gracias a Dios, a él no le pasó nada, nada más que el terrible susto que pasamos, y que estamos aquí para contarlo. Felizmente el vehículo tuvo arreglo, aunque hubo que reemplazar todo el
frontal. Yo quedé con una marca más. A la semana siguiente regresamos. Muchas serían las anécdotas que tendría que contar. Me produce más bien tristeza recordar, al cabo de 42 años, lo que con tanto esfuerzo, mística y cariño logramos hacer con este grupo de montañeros, muchos de los cuales ya no están entre nosotros. El Gobierno Nacional nos arrebató nuestro refugio e ícono del Club. La historia está escrita. Invoco a los compañeros activos del club a encontrar nuevos derroteros, no solo para conquistar cumbres extraordinarias. Tratemos de plasmar nuevamente en una obra física nuestros ideales y no permitamos que nuevamente nos los arrebaten. Que sea más bien un motivo de unión entre los socios, que unamos esfuerzos y construyamos el nuevo refugio de los montañeros que perdure en el tiempo.
Pablo Araujo Miembro del Ascensionismo Gestor de la Construcción del Refugio del Cotopaxi
1581 W 49th ST #304, Hialeah, FL 33012, USA / José Puerta N39-188 y Eloy Alfaro, Quito, Ecuador
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motivación
Carta a mi amigo y maestro Ramiro Navarrete Annapurna, 18 de octubre de 2013
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Foto: Milton Moreno Salas
H
ola RA, te cuento que el otro día, en el Rucu Pichincha, me pareció verte, apresuré el paso para alcanzarte y conversar, pero me fue imposible. Sin embargo no me quiero quedar con las ganas de contarte lo que ha pasado durante tu ausencia de estos años, lo que ha pasado con tus amigos de montaña, agradecerte y recordar las vivencias de esas, nuestras primeras expediciones. Estoy seguro de que allá donde te encuentras estarás incentivando a esos seres especiales a soñar en alcanzar las montañas más altas y grandes del universo y a disfrutar de ellas, como en su momento lo hiciste con nosotros. Recordar todas esas experiencias que han quedado tan grabadas en nuestras vidas, se han convertido en parte de nuestra existencia y son una forma de vida. Con Rogelio López (Doc) nos acordábamos de la anécdota en Bolivia, con la cámara de fotos, cuando te vaciló diciendo: “Oye, Ramiro, qué buena esta cámara, ya voy tomando unas 200 fotos y todavía no se acaba el rollo”. Con cara de asombro le retaste: “¿Pero Doc, no sabrá que hay que cambiar de rollo”? Acto seguido te quedasteaún más asombrado al recibir como contestación una carcajada de todos. Viene a mi mente tu figura de montañero fuerte y recio, pero con el alma del niño que atesora y protege sus juguetes, y lo demostraste en aquella discusión con Marcos Serrano, por la tienda que te habías traído de España y que pregonabas que era la última maravilla. Cuando la armaste en el Illampu, Marcos exclamó: “¡Qué huevada de carpa y más la propaganda!”, y tú, con tono enérgico, contestaste:“¡Serrano, métete conmigo y no con mis cosas!”. También recuerdo cómo Rafael Martínez (Enano) te sacaba de quicio con el apodo de Taburete, y tú otra vez enérgico, cosa que no era muy común en ti, le decías: “¡Rafael, por favor, trátame por mi nombre! Dime Ramiro o Ra, pero no Taburete, que con ese nombre no me han bautizado”, y el Enano te contestaba: “Bueno, Taburete”. Tú solo lo mirabas con una sonrisa de malestar y te alejabas. El Kiki me hizo llegar un pensamiento que escribió para ti y que dice lo grande que fuiste y lo mucho que significaste en su vida: Ramiro, Cómo se pueden definir estos 25 años de tu ausencia, si has caminado con nosotros por las montañas, en nuestras vidas, y hemos seguido tus huellas. Nos encontraremos pronto en alguna cima permanente, para agradecerte, para contarte alegres, cómo hemos seguido tus pisadas. Con el compadre Rojas nos acordábamos de las primeras reuniones en tu casa de la Baquedano y las llegadas temprano de los miércoles para ganarles la sala a los compañeros de teatro de la Charo (Grupo Malayerba), porque de lo contrario nos tocaba reunirnos en algún café de la Mariscal. Eso se acabó cuando acordamos cambiar los días de reunión, y nos convertimos en los dueños absolutos de la sala. Tu biblioteca y tus conversaciones amenas fueron la salvación en mis días difíciles y complicados, y la llave para soñar en montañas lejanas y trazar vías y rutas que fortalecerían mi vida y mi ser, en este camino terrenal. Creaste en mí la necesidad de alimentar mis sueños de montaña a través de los libros. Cómo olvidar aquella primera expedición, en ese diciembre de 1980, a la Sierra del Cucuy, en Colombia, cuando regresamos felices y contentos por haber hecho tres cumbres: las primeras nacionales Ritacuba Negro, Castillo y Pico Sin Nombre, abriendo nuevas rutas en las dos primeras, y lo más importante, con un cargamento de libros de montaña por el que tuvimos que pagar exceso de equipaje. Maestro, te cuento que todos quienes conformamos las primeras expediciones seguimos saliendo al monte, unos más, otros menos, pero jamás nos alejamos de la montaña. Muchos montañeros, con tu ejemplo, se han convertido en ochomilistas. Hay una gran cantidad de escaladores jóvenes que están empujando con fuerza, y haciendo realidad muchos de nuestros sueños. Cada día crece el número de montañeros y amantes de la naturaleza, pero se topan con la gran cantidad de obstáculos que pone la gente de los ministerios de Turismo y de Medio Ambiente porque en otras palabras ya no hay libertad para salir al monte, el refugio del Cotopaxi ya no pertenece al GACSGM. ¡Asómbrate!, nos lo arrebató el Estado. Ra, la otra noche me emocioné al asistir al recital de la Elena, y me vinieron a la mente aquellos paseos por la calle Tamayo para entretenerla, mientras conversábamos de montaña o preparábamos la próxima salida. Espero que el día en que pueda poner mis pies en el campo base del Annapurna llegue pronto, para de esa manera contemplar emocionado tu morada, agradecerle al Hacedor de todo por habernos prestado a este montañero que supo abrir y enseñarnos el camino hacia las cumbres más altas de la tierra; y a ti Ramiro, decirte que hiciste un excelente trabajo, y que el mejor homenaje que te podemos tributar es poner en práctica tu frase: ¡CUÁNDO SALGA AL MONTE, MAESTRO, DISFRUTE, DISFRUTE! Hasta pronto Ra, Marco diciembre 2013 MONTAÑA 27
Las mujeres que aman a los hombres que aman la montaña
motivación
Foto: Marco Suárez
Andrea Suárez.
Por: Andrea Suárez
C onociendo todo lo especial y mágico que la montaña puede regalar, es más que comprensible pensar que los montañeros deseen hacer parte de esa experiencia a las personas que aman. Desafortunadamente, en ocasiones, sus deseos no se cumplen en la forma y tiempo en que quisieran y sus madres, esposas, hijas, novias y hermanas deciden –como yo– mantenerse lejos, muy lejos de las montañas. Pero entonces surge una pregunta ¿qué tan lejos de la montaña puede estar una mujer que ama a un hombre que ama las montañas? Es posible que en el armario, entre los zapatos altos y los vestidos, no haya cabida para un par de botas de trekking y una chompa rompevientos, pero lo cierto es que decir que la montaña no es parte de una misma cuando ella es una invitada más a la sobremesa, se la toma en cuenta para planear los fines de semana y se la considera incluso en el presupuesto familiar, sería una gran mentira. La montaña ha tomado también la vida de las mujeres que rodean a quienes la aman, las ha tomado en una forma distinta. En muchos casos no ha conseguido que calcen las botas, carguen la mochila y caminen horas y horas, pero indudablemente se ha integrado a su existencia a través de la espera impaciente, el optimismo por la próxima cumbre y la alegría de la llegada. La montaña las ha cambiado y hecho de ellas mujeres especiales, tanto o más que los hombres a quienes aman.
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Estas mujeres de las que hablo, son especiales porque han desarrollado –gracias a la montaña– unas características que están por sobre el promedio. Han desarrollado la paciencia en niveles dignos de una santa, de no ser así las agresiones por dejar el equipo en medio de la casa, entrar a la sala con las botas llenas de tierra, vaciar el refrigerador para llevar la comida a la excursión, entre otras, serían más comunes de lo que se piensa. Sin importar la profesión de estas mujeres, cualquiera de ellas está preparada para negociar en la mismísima ONU. Es una habilidad que han adquirido tras tener que lidiar con los planes de montaña que se cruzan con el feriado o circunstancias similares, y aunque el historial de acuerdos registra en algunas ocasiones ganancia para los montañeros, en la mayoría de casos deja indudablemente ganancia para ellas. Son especiales, también, porque se han convertido en mujeres de fe; esa fe que se necesita para despedirlos con una sonrisa, confiando en que los encantos de la montaña no sean tales que los seduzcan y que olvidando que en la ciudad hay quien los espera, corran demasiados riesgos para tratar de conquistarla. Ellas no suben a las montañas, pero profundizan sus conocimientos geográficos y meteorológicos solo para sentir que los acompañan. No están físicamente en el asalto a la cumbre, pero en la madrugada son las primeras en despertar para mentalmente –y con algo menos de entusiasmo que ustedes–, encordarse y caminar hacia la cima; no pasan frío ni aguantan lluvia, pero las
acompaña la preocupación de saber que ustedes sí, y eso, en el caso de las madres por ejemplo, creo que es peor. Creo honestamente que mientras los montañeros entrenan su cuerpo, las mujeres que los aman entrenan su corazón. Ellos se preparan para cruzar el mundo y quedarse con su otro amor por semanas, mientras ellas se aleccionan en el arte de la espera sin noticias. Este entrenamiento tiene un mérito particular si tomamos en cuenta que, ocasionalmente, forman parte de él películas, fotografías e historias de cadáveres en las montañas y estadísticas de accidentes que los montañeros comparten con singular interés. Pero quizás la serenidad y fortaleza de carácter de estas mujeres sean sus más especiales características. Tras ver sufrir a los hombres que aman por la pérdida de un amigo de montaña, han conseguido no solo sobrellevar su propia angustia sino también convertirse en apoyo y consuelo. Sobrepasando cualquier entendimiento y lejos de sucumbir bajo todas las posibles tragedias que rodean la montaña, con una fuerza de espíritu admirable han logrado transformar ese cúmulo de zozobras en esperanza, la esperanza del retorno seguro, de la cumbre feliz, de que aquel que se fue sea un ángel más cuidándolos en el camino. Sé que no son las mismas experiencias y aprendizajes que ganan quienes ascienden a la cumbre, y por eso que digo que el deseo de los montañeros de compartir la experiencia de su amor por la montaña se cumple en una forma y tiempo distintos, tanto, que es posible que ni ellos mismos caigan en la cuenta de que así es. ¡Nosotras amamos la montaña! No lo expresamos con salidas, campamentos y ascensiones, pero lo importante es que entiendan que no por ser un amor diferente es menos honesto y sincero. Aunque sea de lejos, tenemos una decena de razones para amar la montaña, pero la principal y más fuerte es el saber que los hombres optimistas, leales y perseverantes que tenemos a nuestro lado los formó ella… la montaña.
nuestras montañas
Picos Plaza de Armas Jorge González Solórzano
Muy poco visitados y con una fau-
na silvestre que puede verse con frecuencia, los picos Plaza de Armas se encuentran hacia el oriente, cerca del Antizana. Se llega hasta Píntag y desde allí se dirige hacia la laguna de Muertepungo (Puerta de la muerte). Desde Píntag hasta la laguna se necesitan unos 50 minutos en vehículo. Se recomienda un vehículo de doble tracción, ya que las lluvias forman
lodazales y huecos que dificultan la circulación. El nombre de Muertepungo se debe a que durante una erupción volcánica del Antizana se abrió una brecha, un cráter por donde se vertió la lava y se difundió hacia abajo, taponando el río que existía en el lugar. Este taponamiento dio origen a la laguna. El corredor de lava se extendió unos 13 km de largo y unos dos km de ancho. El nombre Picos Plaza de Armas es
más difuso y difícil de explicar. Se dice que en el lugar se encontraron armas de origen español, pues se supone que hubo algún enfrentamiento militar en esa zona. Personalmente no creo en el enfrentamiento, pienso más bien que hubo una persecución a alguien que se escondió en el sitio, y que al verse agotado abandonó sus armas. No se sabe qué paso con ésta o estas personas, pues no se han hallado restos humanos.
Fotos: Jorge González Solórzano
La laguna de Muertepungo desde lo alto del camino. Casa del Guardaparque y refugio. 30 MONTAÑA diciembre 2013
Al pie de la laguna
En camino por el páramo
La ascensión se hace en dos días. El primer día se llega hasta el refugio y se pernocta allí. El costo de ingreso es de $3, por persona. El refugio cuesta $5.00. El refugio está a una altura de 4100 m. A la mañana siguiente, temprano, después del desayuno, abrigados lo suficiente, pues el sitio es frío, ventoso y se nubla con frecuencia, hay que dirigirse al sur oriente. El trayecto es largo, hay que ir orientándose, y dejar señales para no perderse en la niebla y poder regresar. Luego de un par de horas de caminar en el páramo, si está despejado se divisan los dos picos. El primero, hacia el sur, es el más alto (4625m), y hasta el momento se han hecho dos rutas, la normal y la ruta de la canaleta que es mucho más emocionante y agradable. El segundo pico, más bajo, requiere tiempo extra para su ascenso. En las fotografías adjuntas se ve lo hermoso del paisaje.
El grupo de Nuevos Horizontes en la aproximación al Pico de Armas.
El grupo de Nuevos Horizontes ganando altura.
El camino al Segundo Pico
El uso de casco es obligatorio por la caída de piedras. diciembre 2013 MONTAÑA 31
En el camino de regreso tuvimos la fantástica oportunidad de ver ocho cóndores que revoloteaban sobre nuestras cabezas. El guardaparque habla de una población de 54 cóndores en la región.
Las dos rutas de acceso a la cumbre
Parte de la hermosa flora de la región
Un cóndor que posó para la foto
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Los cóndores en pleno vuelo
Escalando por la canaleta
En la parte superior de la canaleta la roca es floja y se desprende con facilidad.
Miembros del Grupo Nuevos Horizontes en la cumbre de 4625 m que coronaron el 4 de agosto del 2013, a las 11:20.
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montaña insólita
Kamchatka Península, Siberia “La Tierra de Fuego y Hielo” Gustavo Fierro Carrión
Atardecer sobre el volcán Avachinskaya, sur de la península de Kamchatka.
Fotos: Gustavo Fierro Carrión
Al cabo de unas 8 horas de una lar-
ga e incómoda jornada en un tieso Unimog convertido en una especie de buseta, estamos por llegar, cerca de la medianoche, al campo base, y en realidad, único lugar apto para acampar, en la base del volcán Tolbachinskaya, en el centro-este de la península de Kamchatka, Siberia oriental. A mediados de agosto predomina un frio húmedo y armamos las tiendas en medio del áspero terreno volcánico. Lo que más llama la atención es una permanente refulgencia rojo-anaranjada que asoma en el horizonte inmediato. Es el resplandor de flujos de magma que siguen emergiendo de manera incesante desde las profundidades del volcán. Es un resplandor fantasmagórico y algo inquietante, pero después de un buen rato terminamos familiarizándo-
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nos con su presencia. Al día siguiente recorremos los extensos campos de lava, la mayoría con flujos muy recientes, y hallamos fácilmente flujos y efusiones activos de
magma. Luego preparamos la subida del día siguiente, que ha de ser larga, porque debemos superar casi 1800 m de desnivel y recorrer unos 29 km. Uno de los cráteres rotos del volcán Mutnovskaya.
Vulcanología: 127 volcanes, con 29 muy activos; una de las regiones de la Tierra más jóvenes y activas y parte del “cinturón de fuego” del Pacifico. La mayoría de volcanes están ubicados en la gran falla geológica al este de la cordillera Vostochnaya. El volcán Klyuchevskaya con 4750 m es el más alto no solo de la península de Kamchatka sino de toda Asia. Meteorología: Veranos cortos, acuosos y templados, aprox. desde mediados de junio a fines de agosto. Inviernos largos y severos con temperaturas típicas de 60°C bajo cero, abundante precipitación. Tormentas de nieve de varios días con más de 6 metros de nieve y vientos de más de 60 km/hora son comunes. Entorno natural: Tundra siberiana con bosques en las regiones bajas y costeras y estepa en las regiones altas. Grandes extensiones de terreno volcánico, flujos de lava basáltica pahoehoe & a’a y flujos profundos de magma, cuya temperatura supera los 1500 °C. Extensa y compleja red fluvial, gracias a la abundante precipitación. Los ríos de la península contienen quizás las mayores reservas de salmón del mundo. Esto da lugar a la mayor densidad de poblaciones de Oso pardo siberiano Ursus arctos En los declives inferiores, volcán Koryakskaya.
Para todos en nuestro grupo internacional (7 británicos, un noruego y una noruega, una pareja belga, dos austriacos, y un ecuatoriano) es indiscutible que estamos en un lugar único y especial del mundo.
Descenso desde el volcán Mutnovskaya, en una tarde espléndida.
Geografía: Extremo oriente de la Siberia, entre el mar de Okhotsk al este y el mar de Bering al Oeste, Pacífico Norte. 1200 km de extensión norte - sur, desde 65° hasta 50° 57’ N. 300 km de este a oeste en su punto más ancho. Extensión aprox. 370,000 km2 (100,000 km2 mas grande que Ecuador). Dos cordilleras principales: Sredinny (Central) & Vostochnaya (Oriental). El río Kamchatka fluye en dirección nororiente por cerca de 760 km entre las dos cordilleras.
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montaña insólita
Uno de los cráteres rotos del volcán Mutnovskaya.
beringianus del mundo, cuya principal fuente de alimentación es el salmón. Otras especies comunes: Kamchatka snow sheep, Renos silvestres, Castores, Águilas pescadoras, Gansos & Patos. Antropología: Poblaciones nativas semi nómadas de Siberia & el extremo oriente Ruso: Koryak en el norte de la península y el istmo; Itelmen en la costa oeste y el rio Tigil; Chukchis, vecinos de los Koryaks en el norte; Aleutas en las islas Kommander, otras islas menores y extendiéndose hasta la cadena Aleutiana de Alaska. La mayoría de poblaciones nativas mantienen rebaños de Renos para alimentación, lana, transporte, e intercambio comercial.
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Exploración: El extraordinario explorador Vitus Bering llevó a cabo dos grandes expediciones en 1725 y 1741, obedeciendo las órdenes del Zar Pedro I (Pedro el Grande). De origen Danés, Bering hizo toda su carrera naval en la Marina Rusa. El principal interés del Zar era determinar si había una conexión entre Siberia y el continente de Norteamérica. En 1728 Bering navegó de la costa este de la Península de Kamchatka hasta el mar Ártico atravesando el estrecho que ahora lleva su nombre y comprobando que no existe conexión entre Siberia y Norteamérica. En Agosto de 1741 Bering muere de escorbuto (una causa muy común de muerte entre los marinos de la época). Sus restos se hallan en la mayor de las islas Kommander, en el mar de Bering.
11 de agosto 2013, ascenso del volcán Tolbachinskaya, al este de Kozyrevsk, unos 480 km al norte de Petropavlovsk, el único puerto y la ciudad más grande. Las distancias son vastas y los campamentos necesariamente deben ser ubicados en las bases de los volcanes y regiones bajas debido a que en lo alto difícilmente hay lugares apropiados y a duras penas se encuentran fuentes de agua. No hay ninguna posibilidad de conseguir caballos y peor porteadores. La infraestructura y servicios para turismo están en su infancia. Todo esto enmaraña la logística de manera considerable. La única solución existente es transporte en helicópteros, pero estos dependen de que haya buen clima y visibilidad. Saliendo del campamento a eso de las
7:00 am alcanzamos el cráter del volcán a las 14:45 luego de recorrer 29 km y superar 1760 m de desnivel. Estuvimos de regreso cerca de las 19:40 pm, aun con algo de luz del verano boreal. En días sucesivos subimos también los volcanes Mutnovskaya, al sur de Petropavlovsk & Koryakskaya directamente al oeste, que aunque más accesibles son trepadas algo exigentes, en especial el Koryakskaya, por lo accidentado y áspero del terreno volcánico en las laderas más altas del volcán.
GPS: Campo Tolbachinskaya 55° 44.524’ N 160° 19.174’ E Campo Mutnovskaya 52° 34.638’ N 158° 04.985’ E
Uno de los numerosos flujos profundos de magma. Volcán Tolbachinskaya.
crónica
La travesía
del Espagueti
Itinerario de Verano
Joshua Jarrín S
i en medio de un viaje a Europa puede contar con una semana para escalar, la travesía de las cumbres del macizo del Monte Rosa es un opción formidable, tanto técnica como estéticamente. Con diez cumbres posibles, cada una de más de cuatro mil metros, transitar por la frontera misma entre Suiza e Italia, entre objetivos de variada dificultad, constituye uno de los viajes más interesantes de los Alpes. En este artículo detallaré pormenores de la travesía con la esperanza de que algún lector se motive a “cruzar el charco” y disfrutar de una verdadera experiencia alpina. Día 1: Se arranca desde Zermatt en el corazón de los Alpes de Valais, en
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Travesía de las cumbres del Breaithorn. Foto: J. Jarrín
Suiza, donde se debe tomar el teleférico que va en dirección a la cumbre del Klein Matterhorn, hasta la última estación. Desde allí hay que calzarse crampones y encordarse para cruzar un plateau glaciar hacia el Este, en dirección del Breithorn. La primera cumbre que se alcanza es la máxima del Breithorn con 4164m. Esta no es nada complicada, implica una travesía de glaciar por rampas nevadas de hasta 35 grados (2 horas), sin embargo recomiendo estar atentos a las grietas en la base de la montaña. De acuerdo con la hora y las condiciones climáticas de la montaña y de los participantes, después de esta cumbre, se puede transitar por la misma arista hacia la cumbre Este del Breithorn, aunque esta parte del trayecto es más
complicada e involucra pasos en roca, algo de aseguramiento y un terreno mucho más aéreo (3 horas extras). Con cualquiera de las dos opciones lo importante es, al final, enrumbar el itinerario hacia el sureste en dirección al refugio de Val d’Ayas, en territorio italiano. La noche será muy confortable en este lugar. Día 2: El segundo día se asciende primeramente hacia el Norte y como primer objetivo se escala el Pollux, de 4099m (3-4 horas). Para esta escalada conviene estar familiarizado con el alpinismo de arista, pues hay que sacar ventaja del mismo terreno para asegurar, en lugar de perder demasiado tiempo instalando anclajes artificiales, sin que se entienda que no haya que asegurar, pues la arista sur (por
la que se escala) es aérea y una caída no resulta deseable. Además, cerca de la cumbre hay un largo de V grado que la mayoría de las veces se resuelve fácilmente agarrándose de las cadenas y cuerdas que están colocadas en la montaña. Para esta parte recomiendo rapelar en el descenso o descolgar a los participantes menos experimentados. De regreso, en el glaciar inferior, hay que dirigirse a la cara Oeste del Castor para escalarla. Esta es una rampa de nieve con algunas inclinaciones fuertes de hasta 45 grados y grietas intermedias; la recompensa al esfuerzo llega cuando se alcanza la arista final (frontera) que es muy afilada y por lo tanto estética (3-4 horas). Después de la cima (4228m) hay que seguir hacia el Este por la misma arista hasta que se abra en un plateau donde se distinguirá una bifurcación clara. La de la izquierda subirá hacia las estribaciones del Liskam y la de la derecha, por la que se debe continuar, se abrirá en una rampa que desciende al lado italiano. Una vez en el glaciar inferior conviene navegar hacia el Sur hasta el refugio Quintino Sella, que no es tan confortable como el anterior pero tiene las suficientes comodidades para recuperar fuerzas y estar listo para la siguiente jornada (2 horas). Día 3: Al igual que el día anterior hay que volver a ganar altura hacia el norte. Ahí hay tres opciones que las mencionaré en orden de dificultad y esfuerzo.
Travesía de las cumbres del Breithorn. Foto: J. Jarrín
-La más fácil: escalar el Naso (3 horas), pico satélite ubicado a lado sur del Liskam, lo cual es obligatorio para cambiar de vertiente y avanzar en la travesía. Después, descender.
y tiempo se puede avanzar hacia la Pirámide Vincent, de 4215m, que es el siguiente pico en la línea de cumbres, todos estos de dificultad moderada (F), y donde será necesario estar atentos a las grietas que se cruzan y probablemente asegurar al llegar a las cumbres. (4–5 horas).
-La segunda es incluir a la anterior el Balmenhorn (4167m), que se distinguirá fácilmente pues es una Isla de roca negra en la mitad del glaciar, que tendremos al frente al mirar hacia el Noreste desde la cumbre del Naso, y donde se encuentra una estatua grande de Cristo. Si quedan fuerzas
-En tercer lugar, para los más ávidos en coleccionar cumbres, ese día se puede escalar el Liskam en lugar de los otros picos mencionados. Esto requiere estar preparado para una jornada de alrededor de 10 horas y una escalada por un terreno de arista con pasajes aéreos (AD).
Refugio de los Guías de Val d’Ayas. Foto: J. Jarrín
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crónica En cualquiera de los casos el descenso es el mismo. Hay que alcanzar la base del Balmenhorn y bajar hacia el Sur (1 hora extra). La primera opción para pernoctar es el refugio Capana Gnifetti, y media hora más abajo, el refugio Cittá di Montova. Ambos cómodos, con buena comida y bebida; escoger uno de los dos refugios depende más bien de las reservas que se puedan hacer de antemano. Día 4: Regresar al collado entre el Balmenhorn y la Pirámide Vincent y cruzar hacia el Noreste. Los siguientes picos en la línea son el Schwarzhorn (4231m), el Ludwigshohe (4341), el Parrotspitze (4432m) y, finalmente, el Zignalkuppe (4554m). Cada uno de estos picos toma entre una y una hora y media. Son ascensiones nevadas en las que habrá que
alargar y acortar la cuerda entre los participantes de acuerdo con el terreno. Al mismo tiempo se puede hacer la travesía únicamente por la base de las montañas, lo cual tomará entre 4 y 5 horas. Independientemente de los picos que se escalen o excluyan, hay una cosa obligatoria y es alcanzar la cumbre del Zignalkuppe, pues sobre esta se encuentra construido el refugio donde se pasa la última noche de la travesía: La CapanaMargherita. Este es el más antiguo de los refugios y, según el día, puede ser un poco incómodo, sobre todo si está lleno. Sin embargo, si se lo compara con una noche en tienda y lo que involucraría cargar en la mochila, sigue siendo una buena opción. Día 5: Para completar la temporada se debe salir muy temprano (4am). La primera cumbre es el Zumsteinpitze
(4563m), a solo media hora del refugio. Desde ahí se continua por la única arista hacia la cumbre visible más alta (Noreste–Este). Para esta parte será bueno estar muy al día con las técnicas de escalada mixta, pues de eso dependerá no perder tiempo en un par de pasajes aéreos. Algunos empotradores y el manejo de la cuerda en arista serán de mucha utilidad. Después de tres horas, aproximadamente, se alcanzará la cumbre más alta del macizo: la punta Duffor (4634m), que a su vez es la segunda cumbre más alta de los Alpes después del MontBlanc. El descenso requiere tomar la ruta normal del Monte Rosa que atraviesa el glaciar del mismo nombre hacia el lado suizo. Se puede almorzar en el refugio Monte Rosa, al final del glaciar, para luego continuar a la estación de Rotenboden y tomar el tren de regreso a Zermatt.
En la cumbre del Zumsteinpitze, punta Dufor detrás. Foto: J. Crosslin
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A tomar en cuenta:
Jens Nielsen en la cumbre del Pollux, Castor atrás. Foto: J. Jarrín
• La travesía siempre mantiene un rumbo general de Oeste a Este. Cada día baja a Italia (Sur) para descansar, con excepción del último trayecto en que se retorna a Zermatt. • Es muy importante reservar los refugios con anterioridad. Buscar en internet los respectivos portales y llenar los formularios. Si no se toma esta precaución hay un alto riesgo de no encontrar vacante o de pagar precios elevados por una cama. Los precios varían en cada refugio. No hace falta sleeping. • Los refugios tienen servicio de restaurante. La pensión completa incluye cena y desayuno, que siempre son de menú fijo y dado que son en Italia, siempre se sirve pasta. ¡De ahí el nombre de la travesía! No se sirve opción vegetariana (para plato fuerte). Además se pueden comprar otros platos y bebidas. • Para acceder a descuentos es conveniente ser miembro del algún club alpino o tener licencia de Guía UIAGM.
diciembre 2013 MONTAÑA 41
crónica
El viento traza una nueva ruta en el Tullparraju 5795msnm TD- 700 metros Carlos Maximiliano Andrade 42 MONTAÑA diciembre 2013
Desde Tulpacocha
Era mi tercera temporada en Huaraz,
había llegado con la intención de escalar en la Cordillera del Huayhuash, conocí a Jakob Lohmann por medio de unos amigos, y cuando nos enteramos de que los dos éramos montañistas, me propuso escalar un cinco mil grande para empezar la temporada. Nos decidimos por el Tullparaju, hermosa montaña enclavada en el fondo del valle de Quilcayhuanca, muy poco conocida, y que a la vista tenía una sola ruta abierta (1964) por la arista hasta la cumbre. Fue entonces cuando nos propusimos liberar una de sus caras. Después de mucho discutir decidimos que sería la cara oeste, una tarea bastante grande si se considera que no habíamos escalado juntos nunca. Jakob era un corredor de montaña, había hecho muchos seis miles y actualmente tiene el record de ascensión al Huascarán, con un tiempo
de 6 horas y 45 minutos. Por mi parte, me había convertido en un escalador en solitario que venía de un accidente grave que me sacó de la montaña durante seis meses. Teníamos estilos de escalada diferentes, sin embargo estábamos seguros de que juntos podíamos escalar bastante rápido. Después de hacer todos los arreglos referentes a la comida y el transporte partimos hacia Quilcayhuanca el día 20 de junio, establecimos el campo base al pie de la laguna Tullpacocha y decidimos que atacaríamos la montaña por el lado izquierdo, pues a pesar de ser más empinado presentaba menos peligros objetivos. Al día siguiente decidimos rodear la laguna por la parte derecha. Fue un arduo trabajo, cruzando matorrales, debido a que al parecer nadie visita esa montaña. Al fin alcanzamos la morrena; no presentaba ningún problema.
Jakob Lohmann
Establecimos el campo alto al borde del glaciar justo en el momento en que una tormenta caía sobre la motaña. Después de descartar la posibilidad de bajar, optamos por esperar hasta al otro día para ver si la tormenta cedía un poco. A las 2:30 de la madrugada del 22 de junio, con el cielo despejado, decidimos salir y atacar la cara.
La pared del Tullparraju
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crónica
La ruta escalada en el Tullparraju
Al principio era solo un cruce de glaciar que atravesamos bastante rápido hasta la rimaya que divide el glaciar de la pared. Al iniciar la escalada de la pared nos dimos cuenta de que la nieve estaba bastante floja, nos habíamos metido en un glaciar colgante con el riesgo de que todo se viniera abajo, seguimos escalando con la esperanza de encontrar algo más sólido. Estábamos conscientes de que no podíamos asegurar ese tramo así que lo hicimos en ensamble, y muy rápido llegamos a “la columna”, un tramo de unos 100 metros de hielo vertical, 85 grados cóncavo hacia fuera, precisamente en forma de una columna, y que a diferencia del resto de la pared estaba hecha de hielo sólido. Me tocaba la punta de la cuerda, al final decidimos hacerlo también en ensamble, gastamos un par de tornillos de hielo en superar ese tramo, y al fin volvimos a
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la pared con nieve floja. Luego de varios metros de avanzar en ensamble nos cayó un viento infernal que amenazaba con botarnos de la pared. Después de tanto gritar nos pusimos de acuerdo en cruzar diagonalmente hasta una banda de seracs a 5600. El viento cedió, eran las 4:30 de la madrugada, nos acercamos hasta que la pared se puso muy vertical: 85 grados. Era el turno de Jakob a la punta, pensamos que sería un largo de hielo sólido, pero Jakob tardó casi una hora en resolverlo, y al poco rato de comenzar a escalar, me di cuenta de por qué: el largo estaba hecho de algunos pedazos de hielo intercalados con nieve en forma de pequeñas bolitas y de nieve en polvo, ese tipo de nieve en que no agarra nada, y para colmo estaba muy expuesto, 600 metros de caída libre. Me di cuenta de que Jakob había asegurado el largo únicamente con una estaca que liberé con solo tirar de ella. Hacia
el final me vi cavando la nieve como un topo, y me era imposible salir. Solo a punta de un incomparable esfuerzo fui capaz de salir de ese mar de nieve hacia la afilada arista. El infernal viento sopló de nuevo, y me heló la sangre en cosa de unos segundos, Jakob había estado asegurándome e inmóvil, parado en la arista durante casi un cuarto de hora, me dijo que se sentía muy frío, también yo me enfriaba rápidamente. Entonces me lleve la ingrata sorpresa de comprobar que la arista no era amplia y se podía subir fácilmente, como lo habíamos pensado observando la montaña. Era una arista de máximo 30 centímetros de ancho que al otro lado caía por la abrupta y rocosa cara norte, incluso más escarpada que la cara oeste. Comprobamos el altímetro: estábamos a 5700, a menos de 100 metros de la cumbre. Jakob empezó a caminar, apenas 2
metros más adelante rompió una cornisa, se quedó inmóvil. El viento iba en aumento cerca del amanecer. Entonces le dije: “ya completamos la cara, la cumbre no importa”, Jakob lo pensó un poco, y al final dijo: “bajemos”. Tuvimos que desescalar varios tramos ya que no teníamos muchas estacas. Al regresar a Huaraz, las típicas cervezas y el nombre de la ruta: “La ruta del viento”. Mi amigo la llamo así a última hora al registrar nuestra ruta en la casa de guías, ya que lo único que no faltó en la escalada fue mucho pero mucho viento, y es que lo habíamos logrado: habíamos abierto una nueva vía en la Cordillera Blanca, habíamos hecho la cara oeste del Tullparaju. Carlos Vicuña Andrade, 27 años, 5 años de experiencia en alta montaña. Ascensos importantes: nueva ruta directa cara sur del Chimborazo, 6310msnma. Arista noreste del Ranrapalca en solitario 6132msnm. Egresado Administración de Empresas vive en Quito.
Carlos en la pared del Tullparraju Jakob Lohmann, 26 años, 6 años de experiencia en alta montaña. Ascensos importantes: Aconcagua 6962msnm, como guía e independiente. Huascaran sur 6768msnm, record de ascención en 6h45m.Estudiante de Derecho en la University of Freiburg vive en Santiago de Chile.
Una vista del Tullparraju
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Empresas amigas que cuidan nuestras montañas y el ambiente pedro almeida torres
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galería
Hugo Córdova
Nació en la ciudad de Riobamba y ha residido en Porland-Oregon, desde el año 2007. Miembro del club de alpinismo MAZAMAS de Portland, OR.
Foto de Mt. Rainier tomada durante el ascenso de la montaña Old Snowy en el estado de Washington
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Ascendiendo el Mt. Hood en Oregon. Vista de los Pearly Gates, lado Sur.
Foto en la cima de Mt. Hood , Oregon (3,420 m). diciembre 2013 MONTAĂ‘A 49
galería
Carlos Vaca
Atardecer en el Pedregal (Machachi)
Vista panorámica desde el Iliniza Norte 50 MONTAÑA diciembre 2013
JosuĂŠ Nolivos
fiel lector de revista MontaĂąa y apasionado por la aventura.
Descendiendo en el Altar
Valle de Collanes desde el Campamento Italiano diciembre 2013 MONTAĂ‘A 51
galerĂa
La honestidad 52 MONTAĂ‘A diciembre 2013
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Foto: Carlos Cuvi
es al hombre, como la luz a la fotografĂa
galería
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Carlos Cuvi
Querido miembro de Ascencionismo del Colegio San Gabriel quien nos dejó su entusiasmo e imágenes hace ya 25 años.
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galería
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Foto: Raúl Yepez Collanes YEPO
galería
“EL SALAR DE UYUNI” Raúl Yépez Collantes YEPO
No es que sea únicamente la planicie de sal más grande del mundo, ni que estando a los 3650 msnm sea la más alta, ni que aún para cruzarla por su lado más corto se tenga que recorrer 150 km, por una vía, casi inexistente e insegura, sino que, además cuando ha llovido, se convierte en el mayor espejo de agua del planeta. No es usual ver que la totalidad del cielo se refleje en la superficie terrestre ni que las densas y caprichosas nubes que lo adornan se repitan ,al contrario, en el mismísimo piso sobre el cual reposa el trípode.
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La hora, el lugar, el instante, el momento de atmósfera y sol, se enhiestan en el ojo y en el sensor de la cámara fotográfica, como si más nunca hubiese manera de capturarlos. Y es que el momento fotográfico es así, fugaz y eterno al mismo tiempo, fugaz cuando el referente resurge y eterno cuando se fija y perdura… Por eso el momento de ver es el momento mágico del ahora, y el momento de fijarse es aquel que ya pasó. “La foto en sí no encierra una verdad”.
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galería
El reflejo es fascinante, el paisaje abrumador, son la suma de varias capas de emociones despilfarradas en un solo instante, son todo y nada como si fuesen los pasos que damos cuando subimos montañas. Están allí un lago que no existe, el volcán Tunupa (4700 m) rompiendo el horizonte, las aves y las llamas en rumbos inesperados, los cactus, las viviendas de tierra y sus habitantes, tan silenciosos como la propia planicie de sal que los encierra… 60 MONTAÑA diciembre 2013
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cultura
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Astropografía del Ecuador
Robert Gibson Z.
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cultura
Al abrirse paso entre la estrellas, empezamos un viaje fantástico que despierta nuestros sentidos. Un código secreto ha sido develado en lo mas profundo de los Andes Ecuatorianos. Un reflejo que nos muestra cuando la realidad supera la ficción. Entre remolinos de luz violeta, el tiempo se detiene en colores que brillan en tus manos de cristal. Tu rostro andino nos devela una belleza salvaje que nos transporta a fluir. Todo es parte de todo en el universo.
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Al andar entre los altos páramos invisibles se puede sentir el vórtice que se desenreda para abrirse una flor celestial a otros paralelos visuales. Aquellos que distorsionan la realidad al convertirse en fantástica. Déjese envolver por la sutileza del universo, que lo desconocido sea su guía en esta experiencia visual. Que el polvo de las estrellas entre a su retina y despierte divina presencia cósmica. Bienvenidos a la comunión entre le planeta y el infinito. diciembre 2013 MONTAÑA 65
cultura
El sol interior derrama luz, mientras los mensajes de frecuencia son expuestos en una vibración de tiempo y espacio. Se conjuga en suaves movimientos hacia el misterioso lado de lo invisible, lo abstracto, lo fantástico. Un balance entre niebla violeta sobre sus brazos de espiral que se extienden al infinito. Estrellas y tierra, 2 fuerzas creadoras que se funden en un paisaje deslumbrante en el Ecuador.
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Situado estratégicamente en la línea equinoccial, este aspecto geográfico le otorga un lugar privilegiado para la astronomía de los 2 hemisferios. La cordillera de los andes esta formado por más de 70 volcanes, varios de ellos se encuentran en diferentes periodos de actividad eruptiva. Entre las heladas cumbres, prosperan valles fértiles y semi desiertos. A sus costados hay selvas con una mega flora y fauna. Explorar los andes en la noche nos abre una perspectiva de observar nuestro entorno de manera maravillosa, otro mundo se abre ante nuestra mirada. La fotografía fue logrado durante la noche con cámaras digitales con potentes sensores sensibles a la luz baja. Con ajuste manual de la cámara, podemos capturar lo que la visión humana no puede ver. Esta característica nos abre una vía excitante para aprender y explorar nuestro mundo de manera asombrosa.
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deporte extremo
La Carrera NON STOP de Milton Moreno Salas
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e Explorer
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deporte extremo
El sábado 26 de octubre se dio inicio a
la competencia de aventura NONSTOP Explorer, que convocó a 27 equipos, los cuales fueron puestos en competencia partiendo el día sábado a las 8h30 desde Yaruqui. Un duro trayecto acompañó a los deportistas quienes tuvieron que pasar por pruebas como trekking, bicicleta de montaña y orientación. El buen clima favoreció el paso de los equipos por los puntos más altos y difíciles de la ruta. Una gran competencia NONSTOP Explorer 2013, donde 14 equipos llegaron a la meta, terminando
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exitosamente las tres primeras etapas de la carrera. En la primera etapa, 13 equipos desistieron de la carrera y abandonaron la misma. Una competencia que puso a prueba la audacia, el físico y la energía de los competidores por alcanzar un puesto en el mundial master de aventura que se desarrollará el próximo año en Ecuador. El equipo ganador Explorer/ Asertec/ USFQ, conformado por Gonzalo Calisto (capitán), Mirtha Realpe, Paul Riera y Martín Sáenz, se coronó ganador con un tiempo de 18:17 hrs. Con un minuto de diferencia, llegó en
segundo lugar el equipo The North Face/ Ateneas/ USFQ, conformado por Joaquín López (capitán), Karl Egloff, Felipe Munchmeyer y Carolina Pinilla, con un tiempo de 18:18. En tercer lugar, el equipo Militar FEDEME, integrado por Johnny Solórzano (capitán), Luis Gualavisí, César Iza y Alejandrina Villacrés, equipo conformado en su totalidad por ecuatorianos. Santiago López, organizador de la carrera, señaló que se espera conjuntamente con la NONSTOP 2014 la clasificación de 10 equipos ecuatorianos al Mundial del 2014. Gonzalo Calisto considera que el Mundial es una gran oportunidad para dar a conocer al Ecuador como destino turístico de deporte de aventura, tal como lo es la competencia del Mont Blanc.
Una forma nueva de compartir en la montaña Milton Moreno Salas Fotografía: Santiago Palacios Rodríguez Alejandra Jaramillo Toledo Milton Moreno Salas
D ebo admitir que la simple idea de asistir al cursillo de instrucciones para el inicio de la carrera NON STOP, auspiciada por Explorer, me había dejado otra vez ante la expectativa de descifrar lo inusual. Que gente de aventura se reúna para salir al monte, prácticamente sin orientación, abre una serie de preguntas: por qué, cómo y cuál es el impacto que tienen estas actividades en las vidas de los participantes. ¿Quiénes son esos locos que se preparan duran-
te meses, sino años, para pasar un fin de semana sufriendo bajo la lluvia o el intenso sol cuando la mayoría prefiere pasar, y de hecho pasa, de forma cómoda, simple y haciendo lo menos posible?
El ambiente de la reunión fue definitivamente diferente al de las reuniones de andinistas a las que estamos acostumbrados, por lo específico de la información y lo limitado del propósito, y porque un día antes de la competencia todo parecía bajo control y pre determinado, equipo para el frío- es también común aunque fuera solo en apariencia. entre los montañeros, tanto como la incertidumbre que está vivamente preLa camaradería entre los presentes era sente durante los preparativos de últievidente, quizás un poco más de lo que ma hora. Algunas instrucciones sobre puede esperarse de gente que compite cómo actuar en la naturaleza son parepor alcanzar una misma meta. Lo colo- cidas en el amplio desempeño de estos rido de las reuniones -chompas de to- deportes, a fin de cuentas la montaña es das las tonalidades, bicicletas, cascos, la misma para todos. Lo que hacemos
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en la naturaleza, el reto que nos proponemos y por qué lo hacemos, constituye la diferencia básica entre las diversas disciplinas. Al día siguiente todo comenzó muy temprano. La largada fue intensa, particularmente por la lectura de los mapas que se hace justo antes de la competencia. Tratar de definir la ruta minutos antes de la partida resultó un verdadero desafío, y al ver lo que esperaba a los competidores me encontré pensando en lo peligroso que resulta pasar la noche corriendo en un terreno que no es fácil. Pude definitivamente identificar las dificultades del trayecto, pero ante la idea de correr en las montañas preferí pensar que para disfrutar de la naturaleza es suficiente con andar a buen ritmo. También recordé como al subir a las altas montañas, el páramo y lo que
está debajo de la cumbre pierden importancia. Es como si empezáramos a disfrutar plenamente cuando la altura y la dificultad se incrementan. Seguimos a los participantes de la mejor forma posible, gracias a la logística brindada por Explorer. La gente se internó en el monte, acompañamos el progreso del único grupo compuesto por cuatro mujeres que se convirtió para muchos en el símbolo del esfuerzo y la tenacidad. La carrera resultó compleja para la mayoría y muchos tuvieron que retirarse por diferentes circunstancias. Lastimosamente el grupo de mujeres fue uno de ellos. La última vez que las vimos se dirigían a las faldas del cerro Puntas, y puedo suponer lo que el terreno agreste y la noche hicieron de ellas. En todo caso, y porque compartimos las motivaciones detrás de estas aventuras, puedo asegurar que todos salieron diferentes de la carrera, después de haber
aprendido algo más de sí mismos, y quizás eso sea lo único que nos llevamos de regreso a la normalidad de la ciudad. De la curiosidad inicial de saber el por qué de los deportes extremos nace la intención de encontrar los lazos y conexiones entre estas actividades, más cuando ocurren en el mismo terreno de los montañeros. La idea de ponerse un reto sin más compensación que la personal es lo que hacemos, y sí, a veces hay que apurarse y las jornadas resultan largas... Las salidas al monte en bicicleta se han practicado mucho antes de que haya competencias, como en las carreras que hacíamos a Cruz Loma a modo de entrenamiento. Pero ahora como Revista Montaña decidimos tomar la posta e integrarnos a este nuevo campo de aventura que supone muchos momentos de dificultad, coloca a los participantes ante la posibilidad de abandonar la carrera y, muchas veces, ante el dolor físico y sentimental debido a la dureza de la ruta.
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En la montaña el formato es diferente, en la cumbre no hay público, a veces nadie sabe que estás allí o es un espacio que compartes solamente con tus compañeros. Pero la idea de salir a vivir una experiencia en la naturaleza es algo que tenemos en común, el reto de hacer lo imposible es la razón por la cual algunos salen de la rutina y se exponen a lo que no es fácil o habitual. Una de las referencias más conocidas de nuestra actividad montañera aparece en el libro “Conquistadores de lo inútil”. ¿Por qué subimos a las montañas? “Porque están ahí”, los corredores de aventura podrían decir lo mismo.
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pedaleando
o t o C l
i x pa
a a t l e u V La s
llo a v e aC i c r Ma
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pedaleando
Las Deltas alzan un vuelo de amistad Marcia Cevallos
En una noche despejada en las faldas
del Cotopaxi, después de una larga jornada, los ciclistas recobran energía y comparten sus experiencias. Este diálogo tiene lugar en ese escenario, un campamento donde se han reunido aproximadamente 600 personas, con ocasión de una competencia de alto nivel. Entre los corredores encontramos a las mujeres del Grupo Delta. Esta ruta técnica y exigente supone bordear el volcán en dos etapas, a día seguido y por parejas. En la última hazaña ellas atravesaron chaquiñanes, ríos, puentes, bajadas pronunciadas de piedra suelta, un recorrido que alcanzó en un momento los 4.200 msnm. Milton Moreno Salas, director de la Revista Montaña, abre el diálogo con varias de sus integrantes pues la revista intenta encontrar las conexiones entre el reto, la aventura y las actividades al aire libre... “Para que la gente encuentre su propia motivación, para que se incluya en
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Fotografía: Santiago Palacios Rodríguez Alejandra Jaramillo Toledo Milton Moreno Salas
estas actividades, porque creo que aquí hay una oportunidad”. Por otra parte, el campamento resulta impresionante. Es una comunidad, “y queremos que la gente diga: ‘me encantaría hacer eso’. ¿Cuál es el impulso que les ha puesto en marcha?”. Tatiana Calderón, una de las fundadoras del este club de ciclismo, relata que el grupo se ha constituido de modo casi imperceptible, pero se encuentra en pleno movimiento y produciendo cambios. Las deltas se proponen que cada vez más mujeres hagan deporte, que crezca una actividad por la que sienten una verdadera pasión. Para ello, además de las excursiones permanentes, mantienen una escuela de ciclismo que ofrece instrucción incluso a quienes
nunca han subido a una bicicleta. Le corresponde a cada participante fijar la línea de su propio horizonte. La gente llega al grupo por afición, por ir a los paseos. Pero allí esa afición toma forma y el modo de lograrlo es promoviendo la competencia, pues las metas que cada quien se plantea y consigue alcanzar, suelen dejar huellas profundas. Queda también la alegría por lo logrado, a pesar de lo duro de la carrera, de las frecuentes caídas en el trayecto, y más allá de los podios que se conquisten. Al final del camino, las amigas de la red de apoyo, que se han mantenido atentas a las mínimas señales de sus compañeras, esperan a las deportistas con un abrazo. Las deltas funcionan como club desde abril pasado, y cuentan ya con 50 integrantes. El nombre del grupo se inspira en el vuelo en forma de V de las aves migratorias, un símbolo de trabajo en equipo, pues al volar de esa manera las aves consiguen romper el viento. “Somos gente íntegra, unida por el compañerismo y la solidaridad”, dice Tatiana. Ciertamente, logran
más que eso. Fue posible ver como con ellas la bicicleta se vuelve maleable, y es fácil notar que el viento sopla de un modo distinto cuando le imprimen su propia velocidad. Algunas integrantes aprendieron la técnica en otro club de la ciudad, hasta el día en que unas cuantas decidieron dar a su pasión un curso distinto. Para Tatiana su esfuerzo se concentra hoy en convertir el ciclismo en una actividad inclusiva, tolerante, abierta, y no cerrada a un número de personas que piensa de una manera particular. Como suele ocurrir con las buenas ideas esta surgió entre risas y casi por casualidad, durante una pedaleada a las antenas del Pichincha. En la cumbre, a pesar de todo el esfuerzo que supuso alcanzar la cima, se encontraban alegres, entre amigas, y pensaron que era la hora de invitar a otras mujeres a participar. Ellas son la prueba de que hombres y mujeres hacen cada vez más cosas en conjunto, entonces ¿por qué un club
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pedaleando
solo para mujeres? Tatiana asegura que el club les da identidad, que al entrenar con hombres, las mujeres se llenan de justificaciones. “Si los hombres bajan un talud o hacen una carrera, ellas se dicen a sí mismas frases del estilo de: ‘es que los hombres son más fuertes’. Ahora, cuándo una de ellas consigue desarrollarse en el ciclismo, las demás comienzan a atreverse, alcanzan el equilibrio cuando todo parece inviable”. A los paseos están invitados los esposos, enamorados, amigos… Entre las deltas no cuentan las habilidades deportivas, la edad o el dinero. El grupo tiene integrantes de más de 50 años, que luego de un esmerado entrenamiento corren la vuelta al Cotopaxi o los 80 km del Papagayo, otra ruta tradicional. La socia más joven es una niña de 11 años. Por otra parte, no se preguntan las edades porque “entre las mujeres la edad resulta irrelevante”, dice Tatiana. Luego cada quien cumple las metas que se ha trazado, y si es el caso las amplía. Las integrantes han encontrado un lugar para desplegar la afición por el ciclismo, y, a la vez, han conformado un grupo de amigas. Muchas de las
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socias no hacían antes ejercicio porque no tenían con quién salir. Un chat se ha convertido en el lugar de encuentro, y allí es fácil hallar tres, cuatro o cinco planes de salida de fin de semana. De paso se trata de incorporar la cultura del deporte en las familias, pues han constatado que cuando la mamá es deportista, los niños suelen serlo en un mayor porcentaje. Para María Paz Terán, otra de las competidoras en la carrera, ésta ha sido la oportunidad de poner a prueba un deseo compartido. “Estamos interesadas en vivir una experiencia diferente, en aprender de las demás, y vemos cómo, al apoyarnos, crecemos muchísimo”. Y aunque los últimos meses han supuesto mucho trabajo, percibe que el grupo está haciendo algo bien, que de algún modo se conjuga con el cosmos. El acierto quizás consiste en que al llegar a los entrenamientos, a las excursiones, madres, profesionales, jefes de hogar, estudiantes, olvidan las responsabilidades de la vida cotidiana, de lo que les espera en casa, y se permiten un momento para ellas mismas. “Cuando vemos el reloj, casi siempre se ha hecho tarde, y todo el mundo sale corriendo luego de un rato inolvidable”, dice María Paz. Para participar no hay requisitos previos, excepto contar con una bicicleta en buen estado, ganas de integrarse, y un casco. En realidad
más ganas que bicicleta. No importa la bici en la que cada quien esté montada, porque esta puede ser una actividad tan costosa o tan económica como se quiera. Hay bicis de 200 ó 300 dólares y las hay de 14.000 dólares. Al fin y al cabo no están juntas para alcanzar podios. Pero si en el camino se presenta una competencia, el grupo lo asume con determinación, sin retroceder, porque es una recompensa a muchas horas de dedicación. El ciclismo de alto nivel supone una preparación prolija. En la Vuelta al Cotopaxi, por ejemplo, el deportista impone su ritmo, pero la altura representa una dificultad extrema. Tampoco el clima depende de los competidores. María Paz cuenta que hace tres años, cuando corrió la Vuelta por primera vez, granizó. Se registraron 60 abandonos de equipos, incluida gente de élite. La agilidad,
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pedaleando
la velocidad, encuentra dificultades prácticas en lo pertinaz del clima. Esto puede generar en las familias un cierto recelo, pero casi siempre los seres queridos están en la meta para esperarlas. Ellas regresan satisfechas de un recorrido en el que han podido disfrutar del paisaje, de los sentidos expuestos a la velocidad, a la crudeza de los elementos. Como en la montaña, Milton constata que el ciclismo supone un reto, una pasión… Cecilia Falconí, montañista desde muy joven y una de las deltas de mayor edad, responde que se trata de vencer las dificultades reales, pero sobre todo las limitaciones propias. En su caso, el miedo. No ha sido fácil para ella ya que el ciclismo ha demandado mucho de sí misma, sobre todo por las caídas, que quizás se deben a que no montó bici cuando niña. Su aprendizaje ha sido un asunto de golpearse y de caerse, al punto de que después de cada paseo, soñaba que se
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caía. Con esos sueños, dice, ha podido procesar las dificultades reales de la carrera. La montaña le enseñó que se trata de seguir adelante, de continuar, de no rendirse. La ventaja es que con el paso de los días el esfuerzo realizado deja sus frutos. Para ella el ciclismo va acompañado de cierta fascinación, pues le permite salir de sí misma, y dejar por un momento las dificultades del trabajo o la familia. El grupo ofrece un campo de fuerza, porque “una amistad hecha a través del esfuerzo se convierte casi siempre en una amistad profunda”, dice Cecilia. “Tengo 52 años, no soy joven, y con esta edad te empiezan a discriminar, te ven como la amiga loca o la mamá de los ciclistas”. De cualquier modo ella se “juega la vida en el ciclismo”, como antes lo hacía con la montaña. Poco a poco, algo se modifica en ella, y quienes la conocen empiezan a notarlo. Sabe de los mil pretextos que tiene cualquier persona para seguir dedicada a lo de siempre. Cree, sin
embargo, que “hay que sacudirse de eso y empezar a moverse, para tener una madurez y una vejez sanas”. Esta es la primera vez que esta deportista hace la Vuelta al Cotopaxi. Su compañero de equipo fue Jimmy Desrosiers, un estadounidense que vino al país solo para la competencia. Cecilia le invitó en un correo a ser su pareja, y él contestó enseguida. Jimmy llegó una semana antes para una aclimatación a la que “le faltó tiempo”. La pareja salió de la línea de partida entre los últimos, pero rebasaron a muchos de los participantes en el camino. Fue difícil, sobre todo el cruce del río, porque no encontraron el paso esperado y les tocó meterse en el agua…
A Jimmy el ciclismo le ha permitido situarse en un nuevo plano, hallar algo que le resulta “lo más próximo a la fuente de la juventud, y aceptar que la vida es corta, que conviene hacer algo diferente, salir de la zona de confort, y tener una ilusión”.
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