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diciembre de 2014

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Especial: Mundial de Aventura HUAIRASINCHI EXPLORER 2014


Es más que una nueva colección Es un concepto

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EDITORIAL

Seguimos la Aventura

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a edición de la Revista Montaña sigue siendo una aventura. Como toda aventura, tiene una serie de matices que se parecen a caminar por lo desconocido, aprender de las experiencias y disfrutar de las vivencias para cambiar el rumbo a cada paso. Esta vez, este número, tiene que ver con la experiencia de la carrera de aventura Huairasinchi Explorer 2014; por eso hemos querido entender y compartir con nuestra audiencia lo que las carreras de aventura en la montaña pueden enseñarnos a los amantes de la naturaleza. Siguiendo la carrera Huarasinchi, al principio pensé que debía entrevistar y fotografiar mucha gente para poder entender el por qué de lo que estaba pasando, pero me di cuenta que la motivación de lo que hacían sus participantes era bastante simple: estaban viviendo un reto en la naturaleza más que participando en una competencia. Caminan, pedalean, reman, pero no tienen que hacerlo, lo hacen para conocerse a sí mismos, para llegar más allá de sus límites, piensan en el siguiente paso más que en el final. Mientras los aventureros encuentran razones y motivaciones para practicar sus deportes, nosotros nos aventuramos a construir una conceptualización de lo que viven y cómo lo viven, para entender de mejor manera el por qué lo hacen y qué es lo que están buscando. Como parte de esta apuesta, hemos recurrido a la sabiduría y experiencia de Fabián Zurita, quien ha vivido la aventura y compartido enseñanzas con muchísimas generaciones la mayor parte de su vida. Esperamos que estas ideas e interpretaciones de lo que vivimos en los eventos en que hemos tenido la oportunidad de participar, puedan servir como una guía o motivación a los practicantes de la aventura, para que de esa forma cuestionen o refuercen lo que hacen, y así, puedan tomar decisiones acertadas en los siguientes pasos de sus aventuras. Milton Moreno Salas



contenido EDITORIAL

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SEGUIMOS LA AVENTURA Milton Moreno Salas

COMENTARIO

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DESDE EL VIVAC Marcos Serrano Dueñas

ESPECIAL

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MUNDIAL DE AVENTURA HUAIRASINCHI EXPLORER 2014 MÁS QUE UNA CARRERA, UN RETO

Milton Moreno Salas

PERSONAJE

O DEL CO ISM LE

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GABRIEL SAN

RUPO ASCE

N IO

EL ESFUERZO DE LO SENCILLO Milton Moreno Salas entrevista a Fabián Zurita

O GI

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Foto de Milton Moreno Salas.

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GRUPO ASCENSIONISMO COLEGIO SAN GABRIEL


Revista fundada por Fabián Zurita en diciembre de 1960

MONTAÑA INSÓLITA

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UNA NUEVA RUTA EN EL KARAKÓRUM Roberto Morales

Foto de PORTADA El Nevado Tocllaraju, Perú. Henry Moya Número 40 diciembre de 2014

LA NOTICIA

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EL CHO OYU

UN NUEVO RETO PARA REFLEXIONAR

Carla Pérez

Producción

Taller de Comunicación Audiovisual

CRÓNICA

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KYZYL AZKER BÚSQUEDA Y APRENDIZAJE

Nicolás Navarrete ASCENCIÓN AL DIABLO MUDO O RAJU COLLOTA

Nelson Albán

Dirección y edición Milton Moreno Salas Consejo editorial Oswaldo Freire Joshua Jarrín Milton Moreno Salas Sara Palacios Marcos Serrano Dueñas Edición gráfica Fabrizio Moreno Salas Diseño y diagramación Laly Moreno Salas

GALERÍA FOTOGRÁFICA

50 EXPOSITOR HENRY MOYA ESCALADA

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CON EL HULK EN LAS MANOS Felipe Proaño FESTIVAL ECUADOR CINE AVENTURA ¿POR QUÉ EN LA MONTAÑA?

Martín Gonzalez, Afuera Producciones MONODEDO ROCKFEST

PRIMER FESTIVAL Y COMPETENCIA DE ESCALADA EN ROCA DE ECUADOR

Edgar Aulestia

CULTURA

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UN COPO DE NIEVE EN EL COTOPAXI Jorge Juan Anhalzer

NUESTRAS MONTAÑAS

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EL CORAZÓN: 4.786 msnm Marco Suárez Carrera 10 DÍAS DE TREKKING EN LA CORDILLERA HUAYHUASH Los Montañeros del Sol

Corrección de estilo Kintia Moreno Yánez Distribución y ventas VivaImagen Impresión EDIECUATORIAL 15100 Articulistas Nelson Albán, Edgar Aulestia, Jorge Juan Alhalzer, Martín Gonzalez, Roberto Morales, Milton Moreno Salas, Nicolás Navarrete, Carla Pérez, Felipe Proaño, Marco Suárez Carrera, Marcos Serrano Dueñas, Afuera Producciones, Los Montañeros del Sol. Fotografía Nelson Albán, Francisco Endara, Santiago Espinosa, Jorge Juan Alhalzer, Milton Moreno Salas, Nicolás Navarrete, Henry Moya, Felipe Proaño, Marco Suárez Carrera, Nancy Toala, Andrés Valencia, Singular Foto. Los textos pueden ser reproducidos, de manera total o parcial, siempre que se cite la fuente. Se prohibe la reproducción de las fotografías sin la autorización del editor. Las opiniones son responsabilidad de los autores de los textos y no comprometen a MONTAÑA.

Revista MONTAÑA Veracruz N34-38 y Av. América Quito - Ecuador Teléfonos: 2246537 / 0987458340 montana@vivaimagen.org publicidad@vivaimagen.org


COMENTARIO

Marcos Serrano en el Antisana. Foto colección Marcos Serrano.

Desde el vivac

Marcos Serrano Dueñas

¡

Por favor, pónganse de acuerdo!

Desde hace algunos días, para poder ingresar al Antisana, además del permiso del MAE se requiere otro permiso: el de Agua Potable. Estas nuevas ocurrencias se han asumido sin la divulgación adecuada, de manera que los excursionistas no las conocen. Es más, este fin de semana –29 y 30 de noviembre– el señor Patricio Taco, Jefe de Área de la Reserva Ecológica Antisana del MAE, no nos informó sobre el permiso del Agua Potable. Al llegar a la zona, no nos permitían ingresar en la montaña y una funcionaria del MAE, Ingeniera María Luisa, se negó a sellar el permiso otorgado por el Señor Taco, que es la exigencia del guardia de Agua Potable. En definitiva, el montañismo está a merced de la burocracia. Quince días atrás, los furibundos guardaparques del Parque Nacional Cotopaxi dificultaron nuestra entrada exigiendo un carnet para ascender la montaña. Curiosamente, en la cima había una cordada que empleaba un cabo fortex blanco y rojo, uno de los tres integrantes ni siquiera estaba encordado sino que llevaba dicho cabo en bandolera. Lo dicho anteriormente nos conduce a algunas reflexiones: si, supuestamente, la “patria ya es de todos” y por lo mismo las montañas ¿Cuál es el sentido de pedir permisos? Y por otro lado ¿No sería más adecuado que en lugar de entorpecer la actividad se la facilite? ¿Para qué hacen falta dos permisos? Si a los montañeros de toda la vida nos importunan con exigencias de carnets y actas de descargo ¿No sería conveniente hacerlo a personas absolutamente novatas?

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ESPECIAL

Mundial de Aventura


HUAIRASINCHI

EXPLORER 2014

Texto y fotos de Milton Moreno Salas


Más que una carrera, un

reto

El Huairasinchi en breve

L

a carrera de aventura Huairasinchi Explorer 2014, organizada por Proyecto Aventura, fue un evento extraordinario en todos sus aspectos. El auspicio y colaboración que ha entregado Explorer para su realización, va más allá de la ayuda que prestó a los periodistas para cubrir la carrera, pues sobre todo ha ofrecido a un país la oportunidad de ver y conocer de cerca este deporte. Quienes participamos en esta experiencia, creo que podemos estar de acuerdo en que la belleza y diversidad del país es incomparable, que los ecuatorianos tienen un gran corazón y que con su apoyo convierten a nuestro país en un lugar ideal para este tipo de proyectos y que, probablemente, el lodo fue la parte más difícil de la competencia. El Ecuador les agradece por hacernos parte de algo tan especial y espectacular. Para poder describir la dimensión de este evento de forma sencilla, hemos resumido algunos datos importantes que hablan de su magnitud:

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• 50 equipos de 20 países diferentes. • 200 participantes, entre ellos 52 mujeres, empezaron la aventura. • 13 equipos ecuatorianos participaron, 10 terminaron la carrera completando todas las etapas. • 5 equipos ecuatorianos clasificaron entre los 22 mejores del mundo. • Los corredores demostraron sus destrezas en caminata, ciclismo, kayak y manejo de cuerdas. • Los corredores hicieron más de 30.000 horas de recorrido y esfuerzo en los paisajes ecuatorianos. • 150 personas constituyeron el staff de la carrera. • Cientos de voluntarios. • Sumaron más de 100.000 km de recorrido en los caminos de la Costa, Sierra y Oriente del Ecuador.


Los primeros pasos Mi contacto inicial con las carreras de aventura se dio cuando decidíamos el material que íbamos a usar en nuestra primera publicación como Taller Vivaimagen de la Revista Montaña, cuando aún todo era nuevo. En el material que revisamos en ese momento había una foto, tomada por Santiago Cevallos Fuensalida, de la llegada de tres aventureros en La Patagonia Run (100k). La expresión del corredor en el centro de la fotografía me intrigó inmensamente, su nombre es Nico, quién con “su problema de vista por el cansancio extremo, parece que tiene nublada la visión y corre casi sin ver…”. En esa expresión pude ver el éxito interno logrado en cada paso de una aventura que nos empuja al limite y que creo podría compararse con lo que los escaladores de alta montaña hemos vivido. Desde entonces, esa expresión ha sido una de las motivaciones de mi aproximación personal y de nuestra Revista a esta desconocida forma de aventura. Con este antecedente, puedo decir que cuando me preparaba mentalmente para cubrir la carrera de aventura

más importante que se iba a realizar en el país, el famoso Huairasinchi, reviví esa imagen de la fotografía, ese momento de la llegada, ese espíritu de esfuerzo y compañerismo, porque quería entender ese instante para poder mostrar lo que los corredores de aventura viven en su interior. Mi

deseo de mostrar al ser humano se convirtió en prioridad, para eso había muchas cosas que tenía que entender primero. Con esta intención y gracias al auspicio de Explorer, empezamos el seguimiento de la carrera un domingo espectacular con el Antisana mostrándonos su inmensidad.

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El primer contacto El primer contacto que tuve con los corredores fue el día en que ellos se estaban registrando en el antiguo Aeropuerto Mariscal Sucre. En principio, puedo decir que se podía sentir el entusiasmo de lo desconocido y el sentimiento de estar listos para la aventura; sin embargo, vale más encontrar en las palabras de los propios participantes la respuesta de lo que les motiva a someterse a 710 km de intensa tarea. Hablando con Johnny Solórzano, el capitán del equipo FEDE VGR, un competidor con algunas carreras en el exterior –que no incluyen una de 710 km– y otros representantes de diversos países, pude sentir lo que comparten, pues me dijeron: “somos amantes de la naturaleza, sabemos que al practicar este deporte estamos promoviendo un estilo de vida saludable y además podemos estar en lugares increíbles a los que quizá nunca llegaríamos”. Esto les ofrece “un mundo emocionante lleno de aventura, de sacrificio, de esfuerzo. La montaña te da vida, energía y fuerza para continuar en la lucha cotidiana. El hecho de salir, mojarnos, no saber qué es lo que va a pasar, es lo que nos motiva”. La pregunta: ¿Qué es lo que están buscando? A pesar de que esta actitud y sentimientos son profundos y nobles, sigo tratando de encontrar en su motivación un sentido más intimo que les lleva a someterse a lo que para muchos podría definirse como “tortura”. Entonces, empecé a formular la pregunta: ¿Qué es lo que están buscando? La pregunta sorprendió a algunos, lo que me dio la impresión

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de que andábamos por buen camino para encontrar algo profundo entre sus respuestas. Avril Copland, la representante femenina del equipo irlandés, hizo la primera acotación al respecto cuando le inquietó si la pregunta se refería a algo “personal, espiritual ¿En qué forma? ¿Quieres decir por qué lo hacemos?”. Por otro lado, para Jenny Sanin, del equipo colombiano, la respuesta fue más simple, lo que ella está buscando es “lo que uno no tiene normalmente, ir a la naturaleza, mirar paisajes distintos a los de todos los días, el contacto diferente con la gente cuando se sale de la cotidianidad”. La búsqueda de la belleza, especialmente la diversidad que el Ecuador ofrece, es una razón para algunos corredores como Richard Nunan, del equipo de Irlanda, quien reconoce sin vacilación que lo que él está buscando es “la belleza como prioridad, aunque es una carrera muy dura, la única razón por la que participamos es porque tenemos la oportunidad de ver partes del país a los que de otra forma no podríamos llegar. La carrera nos lleva a conocer partes hermosas de la naturaleza, en vez de lugares llenos de edificios en zonas urbanas. Estamos buscando lugares de belleza inmensurable.” La belleza alrededor Sigo tratando de entender –porque como andinistas compartimos el mismo terreno– que mientras los montañeros tratamos de disfrutar de cada paso caminado, en las carreras de aventura el ritmo acelerado puede impedir el goce


de la misma naturaleza. El hecho de correr o andar deprisa, cuando la motivación es llegar a la meta, podría limitar el disfrute de la belleza. Aproximándome un poco más a cómo llevan los corredores este contraste, Richard me dijo que “la caminata es donde se ve más la belleza a diferencia de cuando se va en bicicleta, debido a que uno tiene que concentrarse más en el camino para cubrir más distancia”. Karen Lundgren, una estadounidense que participa en un quipo sueco, comparte con nosotros: “probablemente soy buena para referirme a los dos deportes porque he subido a las siete cumbres y conozco estas disciplinas muy bien. Creo que estos deportes son más similares de lo que la gente piensa, nosotros corremos en ciertos terrenos pero estamos ahí por 24 horas o más, sin parar, sin dormir en una tienda, de día y de noche, con buen o mal tiempo, simplemente nos seguimos moviendo; eso nos permite cubrir mucho terreno en la misma cantidad de tiempo. Es la mejor forma de conocer un país, si vienes como turista nunca podrías ver lo que nosotros conocemos, no hay una mejor manera de tomar vacaciones y ver el mundo sino haciéndolo como nosotros. Esto nos lleva a los sitios más hermosos por donde quiera que vamos. No es que estamos corriendo todo el tiempo, generalmente caminamos en las cuestas, trotamos un poco en las bajadas, luego nos subimos a las bicicletas y canaleteamos en los kayaks”. Harper Forbs, del equipo canadiense, expresa claramente una de las razones por la que le apasionan las carreras de aventura: “cuando nos preguntan por los mejores sitios en los que hemos estado, la respuesta siempre va a ser en las carreras de aventura. Si no recuerdo mucho una carrera es porque no la disfruté tanto, incluso si los resultados de ésta no fueron tan buenos y recuerdo una montaña o un río, eso para mi es más importante que tener una buena competencia y olvidarse de la ruta porque pudo haber sido aburrida. Yo prefiero estar en un país hermoso a tener una buena competencia, porque así disfruto más de la experiencia”.

Harper Forbs: “es como tener la vida comprimida en una semana, es el tener los altos más altos y los bajos más bajos en la menor cantidad de tiempo, es como unir todas las experiencias que podrías tener en un año en una sola semana, es como una montaña rusa.” diciembre 2014 MONTAÑA 15


Aproximándome un poco más a la forma en que ellos viven este deporte, se me ocurre preguntar cuánto disfrutan de la belleza de los caminos que recorren, asumiendo que para ellos esa es una de las motivaciones por las que compiten. Una vez más, la respuesta es segura, y Harper Forbs nos dice que para él “puede ser difícil a veces, pues cuando vas a un lugar hermoso y participas en una carrera tienes que forzarte a dar un paso atrás y mirar la belleza a tu alrededor, en vez de bajar la cabeza y tratar de ir lo más rápido que puedas sin darte el tiempo de disfrutarlo. Nosotros tratamos de disfrutar porque a pesar de ser competitivos esta es nuestra vocación, tomamos fotos, paramos y disfrutamos un par de minutos cuando podemos, porque sabemos que no estuviéramos en Ecuador si no fuera por esta carrera”.

Un pie delante del otro Los pensamientos de los corredores son sencillos y seguros, pero quiero llegar a algo más íntimo y profundo que pueda hacer que gente con menos experiencia pueda entender mejor lo que ellos hacen. Para eso, enfoco mi conversación con Avril, pidiéndole que nos defina cuál es la dinámica para practicar este deporte; así, de manera muy cordial nos dice: “pienso que todos podríamos hacer las carreras de aventura, es simplemente poner un pie en frente del otro, sin importar cuan rápido o despacio lo haces. El secreto es no pensarlo mucho y simplemente hacerlo, solo se puede aprender haciéndolo”. Karen Lundgren admite que para ella “este deporte no es para todos, pero sí puede ser para mucha gente que piensa que no lo puede hacer, porque esta disciplina implica simplemente poner un pie delante del otro. Cuando llegamos a los puntos de revisión es como llegar a un campamento de montaña y cuando llegas al final es lo mismo que llegar a la cumbre de la montaña, es el mismo sentimiento porque hiciste algo que tal vez pensaste que no podías hacer, porque has empujado tu cuerpo físicamente al límite, porque mentalmente has superado los retos en el camino y estás con un grupo de gente con la que has compartido la experiencia y de quienes dependes para sobrevivir.” La compensación física y emocional, como todas las cosas buenas que nos pasan, tienen que esperar. Al igual que en la montaña hay que saborear la victoria para poder disfrutarla plenamente. Este es el sentimiento que también Avril comparte con nosotros: “cuando haces algo como esto se puede apreciar más la vida, lo sientes cuando regresas y tomas una buena taza de café, cuando puedes dormir en una cama de verdad, es como estar en recreo. También creo que la vida está hecha de conexiones y el estar conectados con los miembros del equipo, con la naturaleza, andar por ahí sin ninguna distracción, sin computadoras, sin teléfonos; eso es parte de la aventura, el ser capaz de desconectarse completamente y poder resetear tu cuerpo y mente”. Finalmente, Harper añade que: “cuando los amigos nos preguntan cómo nos fue en la competencia, es difícil expresar lo vivido, porque es como tener la vida comprimida en una semana, es tener los más altos y más bajos en la menor cantidad de tiempo, es como unir todas las experiencias que podrías tener en un año en una sola semana, es como una montaña rusa”. De menos a más Tratando de comprender el rol de la mujer en las carreras de aventura, se me ocurrió definirlo como la función de la mujer en el equipo; entonces Nathalie Long, del equipo canadiense, hizo la distinción: “mi función en el quipo es la de organizar las cosas, sobre todo para las transiciones. Soy muy detallada y siempre me preocupo de que todos tengan lo necesario

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y no olviden algo importante”. Me pareció respetable y me causó admiración que Nathalie se vea como parte del equipo funcionalmente y no se defina solo por ser mujer. Por otro lado, Avril explicó en detalle que “está científicamente aceptado que la fisiología de la mujer es diferente a la del hombre, nosotras no tenemos la misma musculatura que los hombres y podríamos estar un poco en desventaja, especialmente en los primeros días de competencia, porque todos empiezan a presionar fuertemente al principio; sin embargo, en la larga distancia las mujeres pueden igualarse y, en algunos casos, pueden resistir más que los hombres porque han medido su energía desde el principio”. Karen también establece la diferencia entre hombre y mujer cuando nos comenta: “mientras más participo en estas carreras, más me doy cuenta de cuán diferentes hombres y mujeres somos, pero es útil aprender la habilidad de hacer que esas diferencias trabajen bien en equipo. El hombre no puede solo jugar el rol de ser macho y la mujer delicada, lo que funciona es encontrar el término medio y trabajar juntos, eso es parte del proceso y es más difícil de lo que la gente cree. Los hombres empiezan muy fuerte en el competencia, mientras que nosotras mantenemos un mismo ritmo a través de la carrera, cuando la competencia avanza encontramos un nivel y a veces las mujeres pueden terminar siendo más fuertes”.

“A nivel personal es un desafío. Mi primer reto fue de 5 km, igual de especial que esta carrera de 700 km. Así he venido subiendo poco a poco en estos años hasta encontrar nuevos retos. Estoy enamorado del país, creo que eso es algo muy importante, si alguien no está enamorado de las montañas, de los ríos, de los mares, de la gente que uno encuentra no podría dedicarse con tanta pasión a la aventura en general. Demostrar que los ecuatorianos somos capaces de cumplir sueños que parecen inalcanzables y llegar a un mundial es un orgullo para mí, el llevar la bandera, estar entre los 20 primeros equipos del mundo para nosotros sería un gran privilegio. Queremos ser el primer equipo 100% ecuatoriano en llegar a la meta”.

¿Por qué competencia? Con Jenny descubro que ella “está acostumbrada a competir, que es muy competitiva”. Lo competitivo no es un elemento al que estoy acostumbrado como montañista y aventurero tradicional, pero me parece interesante ver la seguridad con que Jenny admite: “mi motivación es ser la mejor corredora de Colombia y vamos bien, estoy entre las primeras 5 competidoras”. Por otro lado, Richard mantiene que para él las carreras de aventura son la mejor forma de cumplir un objetivo: “no se podría tener la misma experiencia cuando vas de vacaciones, porque en ese momento la gente te pide que te relajes. El territorio que puedes cubrir en 8 días en una carrera es fenomenal. Cuando estás de vacaciones nunca podrías cubrir 700 km caminado, en bicicleta, en kayak.” René Ávila, competidor ecuatoriano, nos dice: “una de las cosas que me motiva para estar en esta carrera es el hecho de que llegas a lugares que de otra manera no lograrías conocer. En esta travesía vamos a recorrer las entrañas del Ecuador, hacerlo siendo ecuatoriano, recorrer tu país mega diverso, hacerlo por las tres regiones y por lugares que sabes que probablemente nunca vas a volver, es una experiencia única. Seguramente si no fuera por este mundial no podría llegar a esos lugares, son otras vivencias: estar en el equipo, estar expuesto al límite de tus capacidades físicas, es otra forma de disfrute. Invito a todo el mundo a que lo haga poco a poco”.

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La organización

Johnny Solórzano: “un mundo emocionante, lleno de aventura, de sacrificio, de esfuerzo; la montaña te da vida, te da energía, fuerza para continuar en la vida diaria.”

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La organización de este evento obviamente debe ser muy complicada, de hecho se nota por lo que dicen los corredores y por lo que hemos podido ver: todo está en orden y la planificación es excelente. Es por esto que me acerco a Rodolfo Peralta, para que comparta con nosotros lo que significa montar un evento de esta magnitud: “la idea es que los participantes puedan recorrer esta ruta disfrutándola, de una forma segura. Para eso estamos aquí, para brindar seguridad y apoyo a los equipos locales e internacionales, para que puedan disfrutar la experiencia en Ecuador. El equipo de Proyecto Aventura viene trabajando mucho tiempo, se compone de varias personas divididas en diferentes departamentos: hay personas que están trabajando en logística, en lo directivo, otras son jueces de tiempo, personas en Quito monitoreando los rastreadores satelitales. En fin, es un equipo grande que viene trabajando, empapándose bien de lo que son las competencias de aventura, de cómo operarlas, y hoy están aquí dando el mejor esfuerzo para que todo vaya bien.”


“La principal motivación que nos tiene aquí es que amamos la naturaleza y el deporte de aventura, somos personas que hemos crecido en este medio, en las montañas, caminando, pedaleando. Por eso para nosotros es un privilegio tener aquí un mundial de aventura, tener los mejores equipos del mundo recorriendo estos hermosos paisajes es una de las principales motivaciones. La parte económica no es lo que prima, sino hacerlo porque nos gusta, porque estamos involucrados en este proyecto hace mucho tiempo.” Durante la carrera también pude conversar con Santiago López, le pregunté acerca de qué pensaba del evento y esto es lo que compartió con nosotros: “en realidad te puedo decir que es muy divertido pero a la vez cansado. De hecho, ahora tengo esa sensación de cansancio pero de satisfacción inmensa al mismo tiempo, porque estamos brindando a la agente la oportunidad de que conozca el país de una manera diferente, a los ecuatorianos esto les permite descubrirse a sí mismos en lugares que no son normalmente visitados; con esto

hacemos que la gente esté consciente de que existe una manera de vivir junto a la naturaleza de una manera extraordinaria, es decir fundirse con la naturaleza haciendo deporte, tratando de vivir de una manera saludable y además conociendo el Ecuador.”

he buscado hace rato y como Proyecto Aventura estamos haciendo algo que nadie ha logrado en el país y que además marcará un hito. Espero que sea un referente para que esto siga creciendo, que no sea la cúspide o el clímax sino más bien el punto de inicio.”

“Lo bueno es que el Ecuador se presta para hacer este tipo de proyectos, porque existe una gran cantidad de caminos y mucha diversidad. Para nosotros, por un lado, es muy entretenido porque pasamos de la Sierra al bosque, al Oriente y terminamos en la playa. Por otro lado, existen comunidades como ésta, un pueblo pequeño, un caserío con la escuelita, es muy bonito, todo se vuelve muy pintoresco. A veces nosotros como ecuatorianos no apreciamos este tipo de cosas. Siempre es una aventura salir a conocer rutas, descubrir, hablar con la gente, abrir puertas, uno nunca sabe que va a encontrar. Yo me siento muy contento, hemos venido buscando esto desde hace mucho tiempo, poner al Ecuador en los ojos del mundo. Personalmente siento que estoy cumpliendo algo que

Colaboradores Respecto al grupo de personas que son parte de la organización y apoyo del evento, Santiago comenta que “los colaboradores aman la naturaleza, el campo, el deporte, vienen de diferentes perfiles pero son personas que pueden sentarse aquí sin tener la mejor comida del mundo y simplemente gozar el ambiente. El mismo Huairasinchi atrae a varios colaboradores que ayudan de corazón y no por la plata, porque realmente tendrías que cobrar mucho por este tipo de trabajo: sin dormir, sin buena comida. etc. Siempre que hablo con los voluntarios les digo que esta es una experiencia de vida, de esas cosas que no te olvidas, que cuando miras atrás dices tal vez la pasé mal un rato pero vale la pena”.

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“El Huairasinchi, a nivel nacional e internacional, es una carrera muy respetada, creo que con el equipo hemos logrado consolidar un buen trabajo y, sobre todo, una labor muy humana. Considero que el Ecuador tiene ese calor humano para que la gente se sienta atraída y quiera regresar”. Nosotros como Revista Montaña también nos unimos a este esfuerzo que Explorer auspicia y mucha gente apoya, porque entendemos que la divulgación de este deporte implica la participación de un país. El beneficio de poner al Ecuador en el mapa de las carreras de aventura es de todos y esperamos seguir apoyando este proyecto para que, como Santiago dice, sea sólo el principio de una disciplina que se va acoplando en nuestro país. ¿Qué le decimos a la gente? Después de haber recorrido los 710 km hablamos con Santiago Miño del por qué, de la motivación –él es un gran ejemplo de promoción y práctica del deporte– y nos comenta que “esta disciplina está creciendo porque brinda a las personas experiencias que no lo hacen otros deportes. Esta es una disciplina que te da la oportunidad de sobreponerte a cosas difíciles y eso te hace mejorar como persona. Sería genial que los deportistas nos vean como íconos, porque en realidad eso es lo que queremos. Cada año han aparecido nuevos equipos, buenos muchachos, buenos amigos. Queremos contribuir para que este deporte crezca, porque el Ecuador tiene todo para ser un país de aventura, eso es lo que queremos aprovechar.” Richard es un irlandés que ha visitado algunos países del mundo participando en las carreras de aventura, expresa lo que considera positivo de esta actividad: “yo nunca hubiera venido al Ecuador, un lugar hermoso como otros lugares en los que competimos. Nosotros compartimos fotos y experiencias con la gente que conocemos y ellos también tienen la oportunidad de asombrarse. Es importante que la gen-

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te aprecie la naturaleza grandiosa que vemos, para que ellos también entiendan la importancia de conservarla”. Jenny también comparte su experiencia: “casi siempre cuando conozco personas que no hacen lo mismo que yo, los invito a que corran conmigo, que se motiven y que comiencen a vivir esas experiencias que uno no vive en la calle. Siempre lo he hecho, creo que no va a llegar el día en que no lo haga, eso define mi vida”. Harper Forbs, del equipo canadiense, se aproxima profundamente al sentimiento cuando admite que “salirse del camino fácil no siempre es malo, forzarse a una situación desconocida puede ser una oportunidad, porque es admirable

cuán lejos te puede llevar la mente. La gente piensa que somos atletas, pero lo atlético te lleva solamente hasta cierto punto, en realidad es la mente la que te traslada más allá de tus limites. Todos nos admiraríamos de cuán lejos se puede llegar a pesar de que pienses que no puedes, en realidad se puede hacer mucho más de lo que pensamos”. Finalmente el representante ecuatoriano, René Ávila, nos comparte un mensaje sutil y profundo: “yo le diría a la gente que salga a caminar, que salga a enamorarse de la naturaleza y que poco a poco empiece a encontrar sus retos. Después de una caminata, unos 5 km uno se puede dar cuenta que las cosas se van dando, lo digo porque soy un ejemplo de eso.”


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La única forma de saber es intentándolo Conversando con Harper entiendo profunda y detalladamente lo que para él significa la motivación, cuando comparte con nosotros sus preguntas: “nos preguntamos a menudo de dónde viene la motivación que nos hace hacer lo que hacemos, pero creo que en general a todos nos gusta empujar nuestros propios limites y tenemos un extraño sentido de disfrutar un poquito del sufrimiento. Pero todos tenemos otro tipo de vida además de éste, tenemos trabajo y a veces es bueno dejar de lado eso por un momento, para enfocarse en instintos primitivos como poner un pie delante del otro y llevarnos el limite. Cuando se termina una carrera como ésta, se experimentan los mayores altos y bajos que puedes sentir, te sientes orgulloso de tu equipo, en realidad es un gran deporte”. Al igual que en la montaña, básicamente se podría decir que practicamos una actividad que en realidad no tenemos que hacerla, lo mismo sucede con las carreras de aventura. Harper continua diciendo: “a menudo me pregunto si tengo que hacer esto y creo que esto es parte de nuestro estilo de vida, incluso si no lo hiciéramos competitivamente estaríamos

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haciendo bicicleta en las montañas o pasando el tiempo en ellas, en los bosques, en los ríos. Las carreras de aventura son las que ponen el componente competitivo en nuestro estilo de vida. Yo soy bastante competitivo en las carreras y como lo tengo resuelto gracias a este deporte, cuando regreso a mi trabajo o juego billar no necesito competir”. Lo que se aprende De acuerdo a Harper: “las carreras de aventura ponen la vida en perspectiva. Si pensamos en algunas de las situaciones a las que nos exponemos con nuestro equipo y las cosas que podemos superar, cuando regresamos a otras situaciones de nuestras vidas podemos decir: ‘esto en realidad no es tan difícil, al recordar la cima de esa montaña con hipotermia, sin comida por 12 horas y salir bien de allí”. Podríamos decir que lo más importante es la conciencia y aprendizaje de las experiencias que nos ofrecen las carreras de aventura. Este entendimiento que parece ser la herramienta esencial para el éxito en una carrera y también para la aplicación de lo aprendido en nuestras vidas cotidianas, es algo que tiene


Karen Lundgren: “Cuando llegamos a los puntos de revisión es como llegar a un campamento de montaña y cuando llegas al final es lo mismo que llegar a la cumbre de la montaña, es el mismo sentimiento porque hiciste algo que tal vez pensaste que no podías hacer, porque has empujado tu cuerpo físicamente al límite, porque mentalmente has superado los retos en el camino y estás con un grupo de gente con la que has compartido la experiencia y de quienes dependes para sobrevivir.”

un campo común con la actividad de montaña. Karen incluso ha establecido esas similitudes basada en sus experiencias personales: “creo que lo que tenemos que entender es que hay que poseer la convicción necesaria de que, a no ser que uno se ponga en la situación en la que pueda aprender y conocerse a sí mismo, es muy difícil poder aseverar si se puede o no.” De acuerdo a lo que los corredores han compartido con nosotros, el poder mental es más importante que la condición física. “Un pie delante del otro”, no importa si vas despacio o rápido pero tienes que llegar al final. También nos ayudaría identificar a qué le tenemos miedo, si a salir de nuestra zona de confort o a las dificultades de la competencia, incluso cuando los corredores nos han contado las historias de lo que se puede aprender cuando llevamos al borde nuestros propios límites. Finalmente, en la importancia de la progresión podríamos encontrar el éxito, donde su definición podría estar enlazada a hacer un poco más en cada etapa, en cada carrera, competir contra uno mismo mejorando lo que hicimos ayer, dar un paso más cada día hasta llegar al final.

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PERSONAJE

El esfuerzo de lo

sencillo

Milton Moreno Salas entrevista a FABIĂ N ZURITA Fotos de Milton Moreno Salas



V

isitando a Fabián Zurita en su campamento, descubrimos la simpleza de su vida y de su enseñanza. Él tiene claro que la naturaleza es la que nos da la oportunidad de aprender, por eso es que, durante nuestra conversación, entendimos que en la diversidad todos podemos aprender lo que precisamos y no necesariamente lo que alguien nos quiere enseñar. Fabián se ha convertido, por muchos años y pasando por varias generaciones, en el agente de la enseñanza; proceso simple y sencillo que llena su vida y ayuda a muchos a encontrar lo que están buscando.

Fabián nos recibe en su casa para hacer esta entrevista. Nos dice que ese es su refugio, que no lo cambiaría por ningún palacio en Quito. Vive rodeado de artículos antiguos: botas, crampones, piquetas de madera, cámaras de fotos, inmensas fotos de: Jesús, Gandhi, Osho y Monseñor Leonidas Proaño. ¿Cómo se dio tu primer contacto con la montaña? Cuando salí de sexto curso entré directamente a la Compañía, eso me cambió radicalmente la vida; sin embargo, la montaña estaba siempre ahí como un símbolo, como un eje en mi vida. Cuando entré a los jesuitas creí que no iba a volver a subir a una montaña, renuncié a todo a los 18 años ¡Una barbaridad! Recién había descubierto que estaba loco por la montaña, enamoradísimo, pero el ideal de entrar a la Compañía era más fuerte en esa época y renuncié a conciencia, total conciencia. Ya estando en la Orden, cuando era profesor, inclusive se rompieron mitos porque siendo novicio una vez me fui al Rucu, me escapé, no se cómo. Después de estudiante del Instituto Superior de Humanidades Clásicas en Cotocollao, todos los jueves que había vacación me iba a la montaña, esto lo hacía con algunos compañeros y formamos un grupo. Nadie había hecho eso antes en la Compañía, sin embargo sí nos lo permitieron; inclusive siendo filósofos fuimos al Chimborazo, eso era rarísimo dentro de la Orden. Mi plenitud fue cuando fui al magisterio en San Felipe en Riobamba, ahí lo primero que hice fue formar un grupo de montaña; luego estuve en el San Gabriel, pero ahí no hacía falta porque ya estaba formado el grupo, eso fue parte de empezar a romper el mito de “los poquitos”, porque siempre en el San Gabriel eran los escogidos, digo sinceramente, los pelucones. Ahora parece que es menos… Sí, lo he notado, pero en esa época era terrible, solo “los escogiditos” estaban, esa era mi diferencia con el Padre Ribas. Por, eso desde esa vez, dije: “esto es para todos ¿Por qué tiene que ser solo para un grupito?”. Por ejemplo, al Rucu pudo ir todo el colegio, de hecho me acuerdo una vez que –fue la primera en la historia del andinismo ecuatoriano– subí con 75 internos al Rucu, porque en esa época había internado, les ayudé a todos coronar. Entonces me di cuenta que la mayor pedagoga que puede haber en la naturaleza es la montaña, desde ahí me dediqué a eso. Luego vino el San Felipe, el refugio que construimos. Luego en España, lo del Saday, todo en base a una filosofía completamente distinta.

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Desde entonces y pensando en todo el tiempo que has estado en contacto con la montaña ¿Encuentras una relación entre lo que estabas buscando y lo que has encontrado? Propiamente yo no estaba buscando, estaba encontrando, porque era completamente distinta la cosa hace 65 años, no sabíamos qué había en la montaña, era un mundo completamente desconocido, no sabíamos qué nos esperaba. Había emoción, expectativa, pero más que nada era un encuentro, no podía ser una búsqueda porque todavía no entendíamos lo que era. Era una gran aventura ver qué nos deparaba la montaña. Poco a poco fui definiendo una especie de filosofía de la montaña, pero al inicio más que nada fue un encuentro, una emoción, una aventura. ¿Cuál era tu motivación para seguir “encontrando”? La motivación a esa edad era la aventura, buscar lo desconocido fuera de la ciudad, fuera del ambiente normal. El ascensionismo comenzó como eso, porque me acuerdo que habían los scouts –que me contaba el Padre Ribas hace años– antes del ascensionismo. Pero con el tiempo se empezó a buscar a la montaña como meta, como aventura. La aventura en sí exige coraje, exige buscar lo desconocido, a diferencia de lo que ahora significa en este mundo mercantilista, donde la aventura es una cosa segura, se tiene planeado el mapa, la cosa exacta, todo. Antes representaba lanzarnos al vacío, porque no había nada, no sabíamos cómo era, y esa era la gran emoción: ir descubriendo la nieve, las rocas, la montaña, el éxtasis de la cumbre, todo eso era fantástico; por eso no teníamos una motivación precisa, nos lanzábamos a la aventura ¿Qué va a pasar? ¡Ahí veremos! Así era la cosa. Si tuvieras que identificar un elemento que te ha mantenido subiendo a la montaña todos estos años ¿Cuál sería?

He subido a la montaña durante 65 años –este año los cumplo en diciembre– y para mí, en resumen, la montaña me ha enseñado a ser totalmente libre, lo que ahora es muy difícil, entonces yo he tratado de liberarme. Yo me siento libre, pero para eso he tenido que salir de la ciudad, no tengo celular, no tengo internet, y no es que desprecie eso porque, por ejemplo, mis hijas están funcionando con eso perfectamente. Pero yo a estas alturas no necesito nada de eso. Eso en este tiempo podría considerarse un lujo… Me doy el lujo. Creo que soy el único ecuatoriano que no tiene celular, entonces me dicen: “cómo te ubicamos”, y les digo: “de dos a seis todas las tardes en la oficina si quieren verme, no hay ningún problema, o sino aquí en el campamento si algo gravísimo sucede, como era antes, porque el celular ha esclavizado a la gente”. Antiguamente con los amigos de la jorga era así: “nos vemos en la esquina del penal –yo vivía en San Roque– para irnos al Rucu”. Dos días antes quedábamos: “nos vemos a las ocho de la mañana” y teníamos que vernos porque no había celular, no había nada, éramos más responsables. Todo eso me ha dado la montaña, una filosofía, una enseñanza, porque estas cosas no funcionan en la ciudad, por ese temperamento que tenemos tan flojo, tan perezoso. ¿Qué enseña la montaña? ¿Qué enseña el medio ambiente? El mensaje creo que es personal, no se puede definir alguno en general, porque cada uno va a la montaña y recibe sus propias lecciones de acuerdo a su temperamento, de acuerdo a lo que necesita. Pero si hablamos de líneas generales: en la montaña buscas aventura, emoción, una meta; pero creo que lo que la gente encuentra está de acuerdo a su mentalidad. Por eso no se puede definir exactamente: “él encontró esto, él encontró lo otro”, porque somos muy distintos. Pero una idea general sí hay, al menos es

conquistar la meta, el simbolismo de llegar, de luchar, eso sí está en todos. ¿Esa meta es la cumbre? Lógicamente la cumbre, evidentemente. Llegar a la cumbre después de horas y horas de lucha, eso es emocionante, lo que nosotros llamamos “la alegría del esfuerzo”. “Las verdaderas alegrías solo brotan del esfuerzo” es lema de nuestro campamento, eso enseñamos a los chicos, pues todo lo que te demanda esfuerzo es lo que te produce más placer espiritual. En los campamentos les enseñamos a que dejen de ser espectadores para ser actores, porque ahora la gente solo especta –espectar significa ver en latín– la gente solo está viendo y disfruta con eso, pero disfruta momentáneamente, nada más; disfruta del concierto, del futbol. Por ejemplo, los hinchas de futbol son locos, sufren, lloran, pero es ese rato; salen del estadio y se sienten vacíos porque esa emoción se evapora. En la montaña tú eres el actor de tus propias emociones. ¿Crees que todo el mundo siente el llamado de la montaña? No. Bueno, podrían sentirlo, pero no todos tienen la oportunidad. Sobre todo al comienzo, hace 65 años solo había Nuevos Horizontes y el San Gabriel. Nuevos Horizontes tiene el gran mérito de haber sido el pionero en la montaña, los primeros ecuatorianos que coronaron el Chimborazo y todas las altas montañas. Evidentemente eran mis ídolos en esa época, pero se reforzaba mucho la idea de que es peligroso, de que solo es para un grupito escogido. Por eso decidí romper ese mito con el Saday, llevando a ciertas personas a algunas salidas, aunque no siempre a la cumbre, porque el montañismo no es solo la cumbre, la gran montaña, el alpinismo, estar colgados diez días en una pared, eso está bien para quienes son privilegiados. La misión con la que fundé la Revista Montaña era tratar de difundir esto

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para todo el mundo, por eso el lema es “el Cotopaxi para jóvenes de toda edad”. Yo no creo en la tercera edad, por eso celebré mis 80 años en la cumbre del Rucu con una ascensión, para que vean que la tercera edad es un cuento, es un mito, no tiene sentido, es injusto. ¿Crees que la montaña es para todos? Exacto, el montañismo es para todos. A veces me preguntan si he coronado el Everest, y no lo he hecho físicamente, pero hay un Everest mucho más profundo para mí, que es haber ayudado a unas 52.000 personas, porque han sido miles y miles quienes han estado en varios proyectos, en los colegios. Una vez salí con 1.500 estudiantes del Manuela Cañizares a Cruz Loma. Para mi es eso, todo el mundo tiene derecho, todo el mundo debe vivir esta experiencia, no solo los pocos privilegiados. Ya sé que la mayoría no van a ir al Everest, no van a ser Iván Vallejo, pero ¿Por qué no pueden disfrutar de esa emoción de la montaña sin hacer grandes y tremendas hazañas? El problema es que ahora la hazaña está unida al mercado, a la publicidad, al negocio y eso es horrible, no estoy de acuerdo con eso. Es como la venta del futbolista que vale diez millones, treinta millones; ahora el alpinista también está en dólares ¡No pues! Se pierde la filosofía de la montaña. En contraste con lo que dices, otra de las dinámicas que también identificamos en la montaña es la competencia y a quienes se identifica como buscadores de adrenalina ¿Cómo ves esta lógica? No estoy de acuerdo con la competencia en la montaña, nunca lo he estado. No creo que la montaña es para competir

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sino para generar un mundo de solidaridad, de fraternidad, de ayudarse mutuamente. Está bien la competencia en las carreras, en las olimpiadas, pero en la montaña no; nunca he entendido eso de: “haber, quién hace al Kilimanjaro en seis horas, en cinco minutos, en diez segundos”. La montaña no es eso, la montaña es un mundo para buscar paz, tranquilidad, serenidad, encontrarse a uno mismo. Pero no para luchar igual que en la ciudad o para romper un record, eso no. Respeto pero no estoy de acuerdo. No me gusta y jamás voy a organizar algo así en los grupos, o decir: “haber, quién llega primero a la cumbre”. Eso es absurdo, de hecho es todo lo contrario, la cordada es el símbolo de unidad, de emoción, no de lucha por ganarle al otro. Para mi no debe haber una dinámica de competencia en la montaña, yo no lo puedo prohibir, pero mi mentalidad es esa, al menos personalmente jamás se me ha ocurrido algo así. Quizás aquí en el campamento como una broma a los chicos les digo “suban al Ilaló, haber quién hace menos tiempo”, pero jugando. Hay que tomar en cuenta que subir al Ilaló te toma una hora, pero en alta montaña puede ser altamente peligrosa la idea de competencia. ¿Qué crees que la gente está buscando ahora? ¿Hay diferencia con lo de antes? La gente en este 2014, por lo que trabajo con ella, está tratando de desligarse de un mundo tan mecánico, tan cómodo, tan rutinario, están hastiados de la diversión de siempre. Tengo muchos jóvenes, por ejemplo, los que están entre 15 y 20 años, son jóvenes que han conservado sus cualidades, tiene sus ideales, tratan de buscar algo distinto de lo que viven en la ciudad, algo más emocionante, más puro; están hastiados de tanta cosa de la ciudad, de tanta


comodidad, tanta televisión, tanto internet, tanto celular. Han roto algo de eso y realmente se emocionan, cambian, descubren un mundo desconocido. Cuando ves que la gente está en la cuerda floja, entre otras opciones de vida y la montaña ¿Qué le dices para motivarla y animarla a que se decidan por nuestro lado, el lado de la montaña? Para motivar a la gente lo fundamental es mostrarles el proyecto: ¡Vamos el domingo al Quilotoa! ¡Vamos, no te pasa nada! Yo he convencido a gente mayor: ¡Vamos, has la prueba! Por ejemplo, tres señoras de más de 50 años coronaron El Pasochoa; ya no avanzaban pero yo les decía: “!Vamos, usted puede señora, quítese de la mente que no puede!”. Al final estaban felices, nunca habían hecho cosas de esas en la vida. La montaña es la meta: “Tienen que llegar ¡Vamos!”, así se motivan. Tengo un grito para eso: “¡Cuál es el camino! ¡La meta es la cumbre! ¡Sonría carajo!”, ese grito les anima.Hay que motivar a la gente pero sin conferencias, les podría dar unas lindas conferencias pero si no van a la montaña… Hay gente que dice que ama la naturaleza porque ve National Geografic todos los domingos ¡Por Dios! Bien acostadote viendo National Geografic no tiene ningún sentido. La gente tiene que ir, solo así aprende, esto es vivencial, no es de palabras.

¿Crees que las enseñanzas de la montaña han tenido impacto en la gente para modificar su vida en la ciudad? Sí, muchos han cambiado, algunos reciben el mensaje muy profundamente, algunos se han hecho guías, han seguido Biología, o lo que ahora está de moda: Ingeniería Ambiental. Antes no habían descubierto nada de eso, y luego regresan con las baterías cargadas para luchar contra la ciudad, para no dejarse absorber tanto, porque la civilización actual nos absorbe, nos esclaviza. Entonces hay que buscar un poco de libertad, y esa libertad se encuentra en la montaña. En los campamentos y excursiones ¿Qué es lo que pretendes enseñar y cómo lo haces? Yo no enseño, enseña la naturaleza. Lo que hago es transmitir lo que la naturaleza me ha enseñado: libertad, responsabilidad, solidaridad, sencillez. Al campamento viene gente de los colegios más caros de Quito, de los departamentos de lujo, de las quintas de lujo; pero lo que viven acá es un verdadero lujo, estos árboles tienen veinte y cinco años, yo los sembré cuando este era un terreno botado. Por ejemplo, los acampados ponen la bolsa de dormir en esas cabañas que llamamos “gallineros”, que son de tabla y eso es todo, ahí tienen que aprender. En los campamentos te

Lo que he hecho toda mi vida es invitar y motivar, para que cuando vayan a la oficina no se desanimen, que luchen, que sigan. No es fácil, eso les digo, tienen que luchar, que esforzarse. Esa es la idea que he mantenido durante 65 años, ese ha sido mi trabajo, mi ilusión, mi pasión. Cuando hablas de la montaña y de que ésta es para todos, dices que es una oportunidad para que la gente se eduque ¿Sientes que esa es tu misión? Cuando fundé la Revista Montaña era completamente distinta mi misión, porque no habían grandes hazañas; por ejemplo, con Nuevos Horizontes lo máximo era ir al Chimborazo, al Cotopaxi, les hacía entrevistas, pero como algo formativo, educativo, esa fue la esencia. Me he dado cuenta cómo educa la montaña a los chicos, les obliga a esforzarse, a ser puntuales. En una excursión al Ilaló, desde una visión práctica, puedes aprender miles de virtudes sin hablar nada, porque la vivencia te educa. Ahora todo es teoría, todo es internet, todo es dato, información, pero la gente no hace nada, no profundiza, no interioriza nada, esa es la diferencia. Creo que todo el mundo debe intentar escuchar el llamado de la montaña, alguna vez tienen que ir a sentirlo. Esa ha sido mi misión en estos 65 años, ayudar a la gente a que reciba el mensaje de la naturaleza, porque no soy yo, es la montaña, es la naturaleza la que te lo da. En los campamentos y excursiones les hablo frente al fuego, les hago reflexionar sobre la importancia de “la alegría del esfuerzo”.

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acostumbras a dormir en la nieve, en la roca, en el páramo, sin ningún problema, eso aprenden los chicos. ¿La mayoría de gente que viene son quienes tienen dinero? Lamentablemente sí. He presentado proyectos a varios gobiernos, y la única persona que me ayudó fue Lourdes Rodríguez del Municipio hace algunos años. Con ese proyecto hicimos salidas con 3.000 niños de escuelas fiscales. Con ellos fuimos al Rucu ¡Vieras la maravilla! ¡Qué felices los niños! Para que estos aprendizajes se den ¿Cómo planificas los campamentos? No se les dice nada, forman las patrullas, van a la cabaña, ponen un nombre a su grupo –nombres de la naturaleza– se designa el guía y punto. No damos instrucciones, no damos conferencias, es una vivencia pura desde que llegan. No tienen celular, se les quita las golo-

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sinas, se les quita los perfumes, se les revisa las mochilas, no hay pijamas, no hay nada. Exagerando les digo: “van a vivir tres semanas como salvajes: fuego, tierra, agua y aire ¡No se necesita nada más para vivir!”. Les cuesta horrores al comienzo, pero luego están felices, libres de celulares, libres de musiquitas en el oído, libres de todo. Así descubren algo completamente nuevo, que para nosotros –hace cincuenta años– de niños era lo normal, pero para ellos es una cosa “anormal” porque viven una vida terrible en la ciudad. Al inicio les cuesta muchísimo, el silencio por ejemplo, hay un solo interruptor para todo el campamento que se apaga a las nueve en punto de la noche ¡Y zas! Silencio absoluto. Les cuesta las primeras noches, por eso a veces tengo que sacarlos a hacer flexiones para que hagan silencio, pero luego lo asimilan y valoran la riqueza del silencio.

Hiciste una breve mención sobre la celebración de tus 80 años en el Rucu. Cuéntanos cómo te sentiste… Ahí me di cuenta de los maravillosos valores de la montaña. Yo podía haber celebrado los 80 como cualquier persona en un hotel lujoso, pero decidí que sea en la montaña. Allí me di cuenta del verdadero aprecio de la gente, fueron como 200 personas de todos los grupos que he formado hace 65 años. Vinieron de Cuenca, Guayaquil, Latacunga, todos unidos por esta fraternidad, por esta emoción de la montaña. Demostrando el aprecio puro que me han tenido y el amor a la montaña, nada más, porque no había nada, no hubo discursos, solo unas palabras que tuve que decir y punto, de ahí subir, subir, subir. Algunas de las personas que participaron, se animaban a subir a los 20 y 30 años de haber dejado la montaña,


algunos eran andinistas, algunos de la Poli, el Piolín que le decíamos, el Nicolás Dueñas ¡Fue una maravilla! Nos reímos y, sin ningún interés, disfrutamos de la pureza de la montaña. En la montaña no encuentras joyas, vestidos, regalos, como en las bodas; nunca voy a una boda, me siento muy mal, si quieres soy un excéntrico, un exagerado, pero me parece fingido, me parece tan distinto a la sencillez de la naturaleza. Sabemos que te gusta mucho leer y escribir ¿Cuántos libros has escrito? Publiqué en el 2004 el libro “Montaña, pasión y mensaje”. Ahora estoy trabajando en otro que nace con la celebración de los 80 años, esto pasa porque en la invitación pongo “Los 80 años, mi cuarta juventud se inicia”. En el 2013 dejé el proyecto “Del Ilaló al Cotopaxi” porque quería volver a mis emociones personales, entonces

empecé a subir todos los domingos al Rucu, la mayor parte de las veces solo. En estas salidas me encontraba con mucha gente, me decían: ¡Estás igualito! No creían que tenía 80 años, tenía que mostrarles la cédula, me preguntaban: ¿Qué haces para estar así a los 80? De ahí nació la idea de escribir un libro sobre cómo llegar a los 80 de esta forma, este se llamará: “Los 80, mi cuarta juventud”. De esto ya tengo bastante escrito. Para cerrar este encuentro visitamos el campamento… Hacemos juntos un recorrido por el campamento. Fabián nos muestra “los gallineros” que ahora son cabañas; el “Ilalito” que es una pequeña montaña hecha de basura vegetal de chambas, ramas y hojas; la casa del árbol; el “puente mortal” que es un palo redondo que atraviesa una pequeña laguna de agua por donde pasan los acam-

pados; la tribuna desde donde Fabián dirige las actividades de los campamentos y que está acompañada con las banderas de cada una de las patrullas; nos muestra el lugar de la fogata donde las patrullas duermen de acuerdo a turnos. Finalmente, nos comenta que su “gran ilusión es fundar aquí –en el campamento– un jardín de infantes, que los niños vengan y hagan lo que les da la gana, sin juegos mecánicos, que correteen formándose en la naturaleza, que no tengan clases sino que estén aquí en el agua, en el lodo, en las flores, en los árboles.”


MONTAÑA INSÓLITA

Nueva ruta en el

Karakórum Roberto Morales


Apreciando el atardecer en el campamento alto de la Torre sin Nombre un dĂ­a antes de empezar a escalar la ruta Eternal Flame. Foto de Roberto Morales.


Felipe Guarderas escalando uno de los últimos largos en la Eternal Flame, posiblemente uno de los mejores tramos de la escalada. Foto de Roberto Morales.

A

portar nuevas rutas a la comunidad de escaladores lo es todo para mi, ya sea abriendo nuevos boulders, rutas deportivas o grandes paredes en los lugares más remotos del mundo. En esta última expedición a Pakistán, no solo tuvimos la posibilidad de establecer FreeTanga Ecuatoriana (7b+ A1+, 680 m), sino también de escalar Eternal Flame en la Torre sin Nombre, gran parte de Parallel World y la ruta Americana en la Great Trango y, finalmente, la Pequeña Trango por una ruta desconocida pero muy estética. Escalar las tres Trango fue, sin lugar a duda, una de las mejores experiencias de mi vida. Nunca imaginé que esto iba a pasar, pero gracias al clima y a mi compañero de cordada, Felipe Guarderas, lo logramos. Hace un año, cuando empezamos a trabajar en este proyecto, todo fue muy complicado. Más que la preparación física o técnica, los problemas surgieron con el financiamiento, pues un mes antes de nuestra partida no íbamos a ningún lado, ya que los auspicios no salían y sólo teníamos, como máximo, los recursos para llegar a Perú en bus. Sin embargo, las cosas se fueron dando, la suerte se puso de nuestro lado y nos encaminamos rumbo a la Cordillera del Karakórum con el objetivo de escalar alguna torre y, sobre todo, pasarla bien.

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Roberto Morales divisando los últimos 5 largos mixtos de la Torre sin Nombre. Una hora después alcanzaríamos la cumbre. Foto de Felipe Guarderas.


Todo es mucho más complejo de lo que uno imagina cuando comienza a preparar una expedición de este tipo. La parte logística suele moverse lentamente y pueden surgir varias dificultades, además de los problemas políticos en los que se encuentra el país actualmente y que obviamente, es un riesgo más que asumir. Después de 12 días de viaje entre aviones, carreteras desastrosas y largas jornadas de acercamiento, finalmente establecimos nuestro campamento base a los pies de las inmensas paredes de las Torres del Trango. Uno de nuestros objetivos era escalar la ruta Parallel World de la Gran Trango. Después de dos días de progresión, al llegar al largo 33 y 2.000 m de altura, decidimos bajar y cambiar de plan, pues la vía no resultaba muy bonita debido a la discontinuidad de su escalada y la calidad de la roca; de modo que con tantas opciones a nuestro alrededor, acordamos no perder tiempo y encaminarnos hacia la Torre sin Nombre, puesto que nuestro objetivo era intentar la mítica Eternal Flame –que desde mi punto de vista, posiblemente, sea una de las mejores rutas del mundo–. Escalamos la vía en 12 horas, disfrutando de cada largo al máximo y desde su cumbre contemplamos una espectacular vista de toda la Cordillera del Karakórum.

Este. Nos llevamos una gran sorpresa cuando empezamos la ruta, ya que resulta bastante aérea, muy estética y con largos de calidad. Completamos la vía en un par de horas, así, el premio final fue llegar a su diminuta y expuesta cima, donde disfrutamos de un hermoso atardecer. Mientras que, al anochecer, hicimos los rápeles necesarios y establecimos nuestro campamento alto, para al día siguiente partir hacia la Gran Trango por la ruta Americana. A las 5:00 am salimos y, sin mucha dificultad, llegamos a su cumbre temprano por la mañana, pudiendo disfrutar de un increíble amanecer. Las baterías ya estaban llegando a su fin y los días de expedición también. Lo único que nos faltaba por hacer, para cerrar con broche de oro esta aventura, era abrir una nueva ruta, de modo que eso fue lo que hicimos. Teníamos los ojos puestos, desde el primer día que llegamos, en una pared del Haina Brack, la cual se encuentra frente a las Trango, a tan solo 30 minutos del campo base. Escogimos la línea más directa que encontramos y nos aventuramos en un mar de roca de 700 m de altura. Tardamos tres días en alcanzar su cumbre debido a la cantidad de escalada artificial que tuvimos que hacer a causa de la presencia de vegetación en las fisuras. Entre descansos y

más días de trabajo, decidimos dejar la ruta totalmente limpia y equipada para un pegue en libre y futuros intentos. Esta línea bautizada como FreeTanga Ecuatoriana (7b+ A1+, 680 m) puede ser considerada cinco estrellas por varias razones: la escalada es increíble con varios largos de off with, la roca muy compacta, bien protegida y, sin duda alguna, es una gran opción para aclimatar, entrar en calor e ir a apretar cerca del campo base. Actualmente, estamos embarcados en un gran proyecto que lo denominamos “7 Continentes - 14 Paredes”, que consiste en escalar las dos paredes más representativas de cada continente. Por el momento, ya hemos escalado cinco de ellas: Fitz Roy (Patagonia), La Esfinge (Perú), El Capitán (Estados Unidos), La Torre sin Nombre (Pakistán) y El Naranjo de Bulnes (España). Para continuar con este proyecto, contamos con el respaldo de algunas marcas como: Mammut, Finalín, PETZL, Explorer, Municipio de Quito, Natura-Nestlé, Afuera Producciones, Superior, Greco, Strong Sports Nutrition, Faiquito y Godard Catering Group; y seguimos buscando apoyo para completar nuestro objetivo. Gracias a esta última expedición, nos hemos convertido en los primeros sudamericanos en conquistar las Torres del Trango.

Tras unos días de descanso y mal clima, decidimos dar un pegue express. A pesar de que el parte meteorológico no era el mejor, salimos al medio día del campo base con la intención de escalar la Pequeña Trango por su cara

Escalar las tres Trango fue, sin lugar a duda, una de las mejores experiencias de mi vida. Nunca imaginé que esto iba a pasar, pero gracias al clima y a mi compañero de cordada, Felipe Guarderas, lo logramos. En una de las cumbres del Grupo del Haina Brak después de hacer el primer ascenso de FreeTanga Ecuatoriana, 700m, 7b+.

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LA NOTICIA


El

Cho Oyu

un nuevo reto para reflexionar

Carla PĂŠrez


C

uando en mayo de 2013 decidí dar media vuelta a tan solo 200 m de la cima del Everest, las cosas empezaron a cambiar extrañamente. Para ser sincera, en un principio, pese a que sentía mucha pena de que las condiciones no hayan jugado a mi favor y no arriesgué más mis dedos por la sonada cima, estaba tranquila; sin embargo, poco a poco sucumbí a la presión y crítica social de las personas cercanas y de mi propio ego que me llevó a un profundo estado de ensimismamiento que, aunque suena paradójico, se fue convirtiendo lentamente en una hermosa sensación de renacimiento; es decir, mi fracaso en el Everest se convirtió en la puerta de nuevas oportunidades, de nuevos cuestionamientos, de nuevas búsquedas.

Mientras bajaba del Everest me senté en algún lugar de la arista a contemplar la belleza de la situación. Estaba sola y el poder sentir esa conexión con la vida y el momento que estaba viviendo me permitió darme cuenta de cuán real e irreal es el mundo físico y el mundo de las ideas, de cómo hemos construido una sociedad en base de creencias, dogmas, ciencia, ideas, etc.; donde rigen leyes de comportamiento muchas veces buenas a favor de la convivencia y otras que nos esclavizan como hormiguitas trabajadoras conquistadoras de “éxitos” en beneficio de cualquier cosa, excepto de nuestra paz, tranquilidad o felicidad. Y aunque esos logros puedan ser muy valiosos en nuestras vidas o para la sociedad, en realidad duran un instante, se desvanecen en

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El estar sola no fue lo único que me permitió afrontar muchos cucos y temores personales, sino también me abrió los ojos sobre el hecho de cómo a la mayoría de las personas les cuesta aceptar o les asombra la fortaleza femenina. el tiempo y lo único que nos queda de eso es nuevamente el presente: un presente vacío y listo para ser dibujado. Entonces, me pregunté el por qué de lo que hacemos ¿Por qué invertimos tanta energía vital, tiempo y amor en eso? En lo personal, creo que hay algo mas fuerte que me lleva a buscarlo ¿Algo filosófico, existencial, energético? No lo sé. Todas estas cavilaciones me llevaron a buscar algo, que en hechos físicos se resumía en ascender sola a una montaña, de preferencia alta, no muy técnica y que se encuentre en el Himalaya; es decir, canalizar estos pensamientos a través de un reto deportivo. Así surgió la idea de querer subir al Cho Oyu, que mide 8.201 m y es la sexta montaña más alta del mundo, sin un equipo de expedición, sin sherpas y obviamente sin oxigeno suplementario. Así empezó este viaje. Llegué el 8 de septiembre a Katmandú, la capital de Nepal. Traía conmigo el cansancio y la felicidad de 45 días de expedición con el equipo “Somos Ecuador” en la cordillera de Tien Shan en China, donde abrimos una nueva ruta de gran dificultad en uno de los lugares menos visitados del planeta. Ya en Nepal, el viaje hasta el campo base del Cho Oyu –que por cierto se encuentra en el


Tibet– se hizo largo y, en vista de que de entrada ya llegaba un poco tarde para la temporada, me sentía un tanto temerosa de no alcanzar a aclimatarme antes de las ventanas de buen clima que permiten un ataque de cumbre, pero a la vez tenía la tranquilidad de que lo que venía a experimentar era algo más valioso que la cumbre misma. Llegamos al campo base (5.600 m) avanzado el 20 de septiembre y al siguiente día empecé la ardua tarea de montar mis campamentos. Tenia que armar tres campamentos, el primero (C1) a 6.400 m, el segundo (C2) a 7.100 m y el tercero (C3) a 7.400 m, lo que de hecho equivalía a aproximadamente 70 kg de carga, que por el poco tiempo que tenía los repartí en tres viajes. Estaba súper feliz y me sentía realmente conectada con la montaña. Desde que llegamos el clima fue bastante bueno por casi dos semanas, lo cual es muy raro en el Himalaya. De esta manera tuve la suerte de armar en solo 5 días mi C1 y C2, además abrir parte de la huella al C3. El proceso de armar mis campamentos estuvo excelente, ya que tuve la oportunidad de estar casi siempre sola en la montaña y en los campamentos a partir del hecho de que todas las otras expediciones ya estaban en el campo base aclimatadas y, por ende, esperando una ventana de buen tiempo. El estar sola no fue lo único que me permitió afrontar muchos cucos y temores personales, sino también me abrió los ojos sobre el hecho de cómo a la mayoría de las personas les cuesta aceptar o les asombra la fortaleza femenina. Siempre intenté mantener una actitud abierta y positiva, y con el pasar de los días me di cuenta de que la mayoría de personas, sobre todo sherpas, habían tomado una actitud de simpatía o de admiración hacia mi, e inclusive me habían apodado “ramro strong didi”, que significa “bonita hermana fuerte”. Pese a que el parte meteorológico apuntaba a la mejor ventana de tiempo para el 4 de octubre, me sentía lista y tenía la premonición de que sería el 1 o 2 de octubre el mejor día. Así que me lancé. Subí progresivamente al C1, al C2 y luego al C3. El 2 octubre de 2014 salí de mi carpa a la 1:30 am. Como era de esperarse –en una montaña tan visitada como es el Cho Oyu– en pocos minutos y aunque retrasé bastante mi salida, alcancé a las grandes filas de sherpas y clientes. Frente a las paradas sin cesar de estas enormes filas opté por caminar fuera de la huella sin usar las cuerdas, lo que implicó un cansancio mucho mayor que pudo, sin duda, significar un sobre esfuerzo que no me permitiese alcanzar la cima, pero prefería eso que regresar por principios de congelamiento esperando que la gente suba por las cuerdas.

quedado atrás, alcancé la cumbre a las 7:15 am junto a dos iraníes. Tuve la suerte de disfrutar alrededor de una hora y media en la cima y conectarme con el todo. Cuando la gente empezó a llegar opté por bajar. Al frente y con todo su esplendor se mostraba el Everest, tan misterioso que podía sentir su llamado. Después de aquel momento casi celestial empecé a bajar desarmando mis campamentos 3 y 2 y directamente al campo base, y oyendo continuamente en mi cabeza una voz familiar que me decía: ¡Baja Charlie! ¡Baja! Como en el Manaslu. A las 5:00 pm del 2 de octubre llegué al campo base, abracé a mis amigos sherpas y cocineros de otras expediciones, y me senté a llorar y admirar el Cho Oyu. Tan agradecida y enamorada quedé de esta montaña que hasta ahora siento las mariposas en el estómago cuando la recuerdo tan generosa y abierta a recibirme. Muchas cosas pasaron durante estos 15 días: mochilas extremadamente pesadas, noches literalmente sola a 7.100 m sin dormir por la altura, fuertes diarreas, dolores de cabeza y una sinusitis que no me dejaba respirar, vientos fuertes al momento de armar o desarmar los campamentos y muchas situaciones más. Pero, en realidad, muchas cosas misteriosas se presentaban en el momento oportuno, como las voces del Topito, el Ivancito y el Ossy, que resonaban constantemente en mi cabeza en pos de mi sobrevivencia. Lo que más aprendí de este viaje es cuán fuertes y llenos de energía llegamos a ser o sentirnos los seres humanos cuando nos creemos desprotegidos, y cuán importante es buscar dentro de nuestros grandes retos algo que trascienda más allá de solo ponerle el nombre de “logro” a nuestras experiencias, algo que nos despierte y nos haga reflexionar. Finalmente, quiero mencionar que esta expedición fue posible gracias al apoyo de Iván Vallejo, quien auspició personalmente el proyecto tras caerse el auspicio del Ministerio del Deporte durante el viaje; a Finalín; a The North Face; y a Peztl Ecuador.

A las 6:00 am llegué al plateau somital, me sentía exhausta pero feliz. La mayoría de gente había

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incubation

preservation

sterilization

Guide to Laboratory Equipment Advanced Products and Technologies for Life Science, Pharmaceutical, Biotechnology, Clinical and Industrial Laboratories

Panasonic‌ the new name for SANYO www.panasonic.com/biomedical

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CRÓNICA

Kyzyl Azker

búsqueda y aprendizaje

Texto y fotos de Nicolás Navarrete

Campamento Base, Kyzyl Azker al fondo, en espera del buen clima.


M

ientras manejaba mi bicicleta por el tráfico de la 10 de Agosto, ya de regreso a casa, recordaba que el tiempo es relativo. Cuando esperas impaciente el cambio de color de un semáforo puede ser una eternidad, al igual que un día de mal clima en la montaña puede “romperte la cabeza” o, simplemente, cuando estás pasando demasiado bien el tiempo vuela. Entonces, todo resultaba estar supeditado al punto de vista, en realidad, tampoco es que el punto de vista haga milagros. Así, lo que ejecuta el proceso de preparación para tales torturas mentales es controlado por el nivel de motivación que cada uno pueda darle. Pensaba en los 30 días que había durado la expedición, todo el proceso de aproximación había resultado un verdadero via crucis. En un momento pensé que era imposible escalar una línea en el Kyzyl Azker pero, de repente, todo el esfuerzo se vio reflejado en las intensas vivencias que nos otorgó la pared a cada uno de los expedicionarios. Toda esa paciencia que debemos tener para soportar situaciones incómodas que nos lleven al instante por el que tanto esperamos, donde desaparece todo y solo disfrutamos de las texturas, formas y paisaje que nos rodea. Creo que la fuerza con la que deseé estar en un lugar alejado de toda la civilización fue suficiente para poder superar las intensas noches de frio, que no fueron pocas, que tuvimos que pasar en la pared en las carpas colgantes ó portaledges. Es parecido al momento de levantarse para ir a la escuela, esa falta de fuerza de voluntad y, de repente, nos levantamos, caminamos hacia la ducha y pasamos del momento somnoliento a ponernos activos y listos para un nuevo día. Hubo momentos difíciles, como cuando me dolían demasiado los hombros por el peso que llevaba en la espalada, o mis brazos hinchados por toda la escalada, más aún cuando comenzaban a bombardearnos con grandes pedazos

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de hielo cayendo por el calor de la mañana. Esos momentos me preguntaba ¿Por qué estaba tan lejos recibiendo impactos de trozos de hielo? ¿Qué estaba buscando en ese lugar? Pienso que el ser humano necesita salir y explorar, conocer nuevos paisajes, formas y maneras de apreciar la vida, es lo que nos ayuda a conocernos mejor. Esto nos permite disfrutar de los momentos sencillos y placenteros: un plato de comida hecho en casa o de la buena compañía de un amigo, del abrazo de tus padres y, por qué no, de un excelente largo de escalada. Esa es mi búsqueda y aprendizaje, ese es el camino por el cual quiero recorrer la vida. Entonces me di cuenta por qué estaba ahí, por qué lo había dejado todo, por ese momento, por ese sueño… ¡Por esa forma de vida! La incertidumbre mezclada con el mal clima fue la combinación perfecta para sazonar el Kyzyl Azker, sin tomar en cuenta la dieta rigurosa que tuvimos que llevar: una porción personal de desayuno para dos bocas, un almuerzo que consistía en un chocolate con una carne seca y nuevamente una porción unipersonal de cena para dos bocazas ¡Compartir era una de nuestras fortalezas!

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La primera impresión que nos dio la pared, sin tomar en cuenta la hostil climatología, fue la verticalidad de sus paredes, surcada por sistemas de fisuras incompletas y perfiles que parecían desafiar la gravedad. Escoger una línea por la cual subir fue un reto que lo habíamos aceptado. La toma de decisiones es el pan de cada día de los seres humanos, desde las más sencillas a las complicadas, todas ellas determinan el desenlace de acontecimientos, ahora lo que queda por hacer es decidir y eso muchas veces significa arriesgar algo, es la delgada línea entre acertar y fallar, este tipo de decisiones para mí son las más difíciles. A pesar de estar preparado física y técnicamente, el Kyzyl Azker entre sus verticales paredes, entre diedros, entre sistemas de fisuras de bloques sueltos, roca y hielo, es un terreno difícil de predecir, pues existen probabilidades de no conseguir el objetivo deseado. Antes de emprender el viaje a China renuncié a mi trabajo, decidí una vida con menos obligaciones y más tiempo para hacer lo que me gusta. Una pequeña contradicción


Esto nos permite disfrutar de los momentos sencillos y placenteros: un plato de comida hecho en casa o de la buena compañía de un amigo, del abrazo de tus padres y, por qué no, de un excelente largo de escalada.

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si analizamos que para hacer lo que me gusta, viajar y escalar, necesito básicamente dinero, la verdad es un medio necesario ¡Jamás un limitante! Estoy seguro que si haces lo que te gusta con pasión, las oportunidades en absoluto no faltarán. Más allá de la historia de una excelente escalada, lo que de verdad quisiera transmitir es que gracias a la toma de decisiones acertadas en el momento preciso disfruté de 1.000 m de escalada cinco estrellas y que, a pesar del frio y el hambre, lo volvería hacer.

¿Qué es lo que mueve tu vida? ¿Qué quieres hacer? O mejor aún ¿Qué te gusta hacer? Desde un domingo paseando con tu amada mascota o salir a la roca entre semana sin necesidad de esperar el feriado o fin de semana. Todos podemos romper la rutina, dejar lo que nos agobia y comenzar a invertir nuestro tiempo en hacer lo que nos apasiona y llena de risas ¿Por qué esperar tanto para comenzar a entrenar duro? ¿Por qué esperar para visitar a un amigo? ¿Por qué esperar para viajar?

Volvería a internarme en un país donde ni siquiera conozco su lengua y nadie me puede entender, solo así creo que comprenderé un poco más las intenciones que mueven nuestro planeta tierra, solo así pude regresar a casa con mi familia y de amigos, locos escaladores, que tanto extrañé y con los que pude compartir esta aventura inhóspita y lejana.

Antes de salir a escalar al Himalaya Chino tenía muchas incógnitas, desde cómo será estar parado frente a frente al Kyzyl Azker, hasta el extraño sabor de sus comidas y desayunos picantes. Todo el desenlace de la expedición fue un suspiro. Ahora que estoy sentado escribiendo, tratando de expresar lo que me ha llevado hasta este punto de mi vida como escalador fanático, tratando que cada una de las personas que lea esto decida volcar sus vidas a sus pasiones más intensas, solo así me doy cuenta que si no hacía esto en este momento nada sería igual, nada sería tan maravilloso como acostarme en mi camita caliente o comer un delicioso desayuno no picante. Fue la decisión de no esperar más y hacerlo ahora. La verdad que no es nada fácil dejar la zona de confort ,pero vale la pena regresar a ella con muchas lecciones aprendidas y, sobre todo, con ganas de dejarla otra vez y aprender más ¡Hazlo ahora, hazlo bien! Gracias al equipo “Somos Ecuador” que indudablemente formó parte de una de las mejores experiencias de mi vida y el comienzo de otra gran aventura. Gracias a Petzl Ecuador y Roberto Gutiérrez que siempre respaldan incondicionalmente a todos los deportistas apasionados que están haciendo historia en Ecuador.

Chapico resolviendo uno de los últimos tramos de escalda mixta.


Ascensión al

Diablo Mudo o Raju Collota Nelson Albán

Los Montañeros del Sol en la Cumbre del Diablo Mudo. Foto de Nelson Albán.


Niño de las montañas Que vives en el silencio Con el arrullo de las montañas Cobijado con la blancura de los nevados Que duermes con las oraciones del viento Santiguándote casi tocando las estrellas, yo te bendigo… JAAM.

E

sta montaña-nevado tiene una altura de 5.300 m, se ubica en la franja Oeste de la Cordillera Huayhuash. Tras 7 días de largas jornadas de trekking en la Cordillera Huayhuash pudimos contemplar el gran reto de esta aventura. Despúes de visitar el pueblo de Huayllapa a 3.500 msmn, emprendimos una fuerte ascensión al campamento de Huatiac a 4.350 msmn, una bella pampa que en el horizonte nos brindaba la primera impresión del Diablo Mudo. Me quedé frio, pese a estar sudando, cuando Vladimir –nuestro guía– me dijo: “Te presento, he aquí tu reto, el Raju Collota”; en ese momento pude ver una inmensa masa de hielo impenetrable que estaba frente a nosotros. “No era lo que pensábamos antes del viaje”, me dije a mí mismo. “Tranquilo, esta es la cara Sur, subiremos por el lado Norte”. Y así fue al día siguiente, pues avanzamos por Punta Tapush (4.800 msnm) y luego de unas 4 horas de caminata llegamos a nuestro campamento base Gashcapampa. El clima era variable, entre despejado y nublado se nos presentaba el cielo, pero al atardecer la montaña nos brindó su belleza y motivó nuestro anhelo de cumbre. Luego de haber descansado unas dos horas, nuestro guía Panchito Valerio nos reunió para la charla técnica de indicaciones para una ascensión de alta montaña y formación de cordada, además nos informó que la hora de salida sería a las 2:00 am. Así fue, luego de una ligera cena, a dormir se ha dicho.

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Paco Endara (Rastita) desescalando el Torreón 2 sin usar cuerda. Foto de Nelson Albán.


De izquierda a derecha: Nevado Toro, Yerupajá Grande, Nevado Rasac, Nevado Tsacra Grande, Nevado Huacrish, Nevado Ancocancha. Foto de Nelson Albán.

2:00 am, y sin necesidad de que nos despierte el guía, ya estábamos listos. Nelson Albán, Paco Endara “Rastita” y Andrés Valencia llevaríamos la bandera de este grupo a la cumbre. Un ligero desayuno: café en agua y pancito duro de hace 8 días con mermelada. Mochilas al hombro, 2:40 am empezamos a caminar con una noche despejada, con poco viento y sin mucho frío, la cumbre nos esperaba. La primera hora discurrió por senderos de suave pendiente, de ichu o pajonal, luego arena y roca fina hicieron que bajemos el ritmo. Y empezó lo bueno, una larga arista con una morrena bien empinada de grandes rocas y dos paredes de unos 5 m de escalada hicieron interesante esta parte del trayecto. Lo curioso de este lugar fue la oscuridad, las linternas no alcanzaban fondo, era una oscuridad misteriosa en una noche estrellada… Con el amanecer llegamos al glaciar, calzamos crampones, las buenas condiciones de la nieve nos permitieron avanzar sin dificultad por tramos de entre 50° y 60°. Nuevamente sorteamos roca, nieve, roca y nieve en el trayecto hasta llegar al Torreón, donde hay que instalar una cuerda fija o un rapel –dependiendo de las condiciones– para descender entre 10 m y 15 m de pendiente con 70° y 75° de inclinación en uno de sus lados, con una caída que no termina, y así llegar a un collado de unos 60 m. Superado este “pasito tun tun” y tras subir dos domos llegamos a la arista cimera.

cias al excelente estado del tiempo estuvimos una hora en la cumbre disfrutando de esta majestuosidad y belleza. El descenso lo realizamos por la cara Este, fue relativamente fácil en relación a la información que teníamos, unos buenos tramos de nieve, otros de arenal y poco de roca suelta nos permitió llegar al fondo del valle, quebrada que se convirtió en un largo e interminable sendero que debía unir al camino normal del trekking para descender hasta el campamento Jahuacocha, donde el resto del grupo nos esperaba con un fuerte abrazo. Al día siguiente emprendimos el feliz y triste retorno vía Pampa Llamac, 4.350 m hacia el pueblo de Llamac-Chiquean-Huaraz y ahora sí podemos decir ¡Tarea cumplida!. Pese a realizar una jornada de más de 12 horas, a diferencia de la gran mayoría de las montañas de la Cordillera Huayhuash, el Diablo Mudo nos permitió ascender a su cumbre con moderada dificultad por su arista Norte.

Cerca de las 8:00 am llegamos a la cumbre, una linda explanada con una vista espectacular y privilegiada de la cadena Oeste de la Cordillera Huayhuash, el Jirishanca, Siula, Yerupajá, Carnicero, Rasac, Sarapo, entre otros, nos dieron la bienvenida. A lo lejos, la Cordillera Blanca también nos saludaba. El gran abrazo montañero de cumbre no se hizo esperar, el primer objetivo de la cordada se cumplió. GraNevado Diablo Mudo (izq.) y Nevado Tapush (der.) Vista de la laguna Susucocha. Desdenso del paso Tapush. Foto de Nancy Toala.

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GALERÍA FOTOGRÁFICA

Expositor

Henry Moya

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El Nevado Ranrapalca visto desde campo alto Tocllaraju 5.000 msnm, Perú.


Los Andes bajo la mirada del Condor.

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El Nevado Shaqsha, PerĂş.

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Vista del Nevado Chacraraju desde el campamento base del Yanapaccha, PerĂş.

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TravesĂ­a en el nevado Shaqsha 5.703 m, Cordillera Blanca.


Cashan y Huants.

En el col del nevado Pisco, al fondo los Huandoys.

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Vista del Antisana desde el Cotopaxi, Ecuador.


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ESCALADA

El Hulk

Con en las manos Felipe Proa単o

Fotos de Santiago Espinosa y Felipe Proa単o Felipe Proa単o en las 炭ltimas fisuras de Positive Vibrations.


E

l 18 de agosto me paré en la cumbre de El Hulk con la bandera ecuatoriana en mis manos. El Hulk es una pared que está en California en el sector de las Sierras Nevadas. Es una pared alucinante, de granito blanco y de excelente textura; tiene aproximadamente 500 m desde su base hasta la cima y cuenta con casi una decena de vías para ascenderla. En enero de este año, le escribí a mi gran amigo y compañero de expedición Santiago Espinosa para hacer nuevamente ascensos en los Estados Unidos durante el verano, pues en 2013 habíamos pasado un mes en el Valle de Yosemite para subir exitosamente El Capitán, pared icónica en el mundo. California, Alaska, Wyoming y Nevada eran algunos de los destinos que nos llamaban; sin embargo, uno en especial tenía un significado importante para mi: El Hulk. En el año 2010, después de ver el Festival de Cine de Escalada Reel Rock Tour 2010, me enteré de la existencia de El Hulk, pues uno de los segmentos de un video presentado era del legendario escalador Peter Croft en su nueva vía “Venturi Effect” en esa pared ¡Qué ganas tenía de estar ahí y escalarla! Pero en esa época no tenía la capacidad, ni fuerza física ni mental para un ascenso de ese estilo, ni mucho menos la experiencia necesaria. “Algún día estaré en El Hulk como Peter Croft”, pensé… ¡Y ese día llegó!

El Hulk nos llamaba por algunas de sus características. Por un lado, es una pared indudablemente hermosa, alta y compleja; elementos que tanto a Santiago como a mi nos han ido formando como escaladores para intentar desafíos de este tipo. Por otro lado, simplemente sentíamos que era una formación que debíamos escalar, pues ningún ecuatoriano se había aventurado a hacerlo. Las vías propuestas para ascender tenían un grado de 5.11b en escala estadounidense, algo parecido al 6c o 7a en la escala francesa/ecuatoriana ¡Todo debía ser escalado en libre! Lo que quiere decir que no usaríamos ninguna técnica artificial, sino el 100% de la fuerza de nuestro cuerpo. No había visto El Hulk más que en libros y revistas y, por supuesto, en el video; pero desde ya, me hacia la idea de verlo con mis propios ojos y escalarlo con mis manos y pies. El 11 de mayo salí para Colorado en Estados Unidos –lugar muy famoso por ser una de las “mecas” de la escalada a nivel mundial– con el propósito de entrenar para cumplir nuestro objetivo y además trabajar como instructor de escalada en roca y montañismo para la escuela de Colorado Outward Bound School. Santiago –también miembro de esta institución– me daría el encuentro allí, para en agosto dirigirnos a California. El verano pasó rápido, con muchísima diversión y duros entrenamientos. Visitamos lugares

catalogados “cinco estrellas” para escalar, como: Rifle, El Dorado Canyon, Boulder Canyon, Monitor Rock e Independence Pass. De todas ellas, logramos subir una vía clásica en El Dorado Canyon llamada The Naked Edge, la cual puso a prueba nuestras habilidades, así como nuestra percepción para escalar grados de dificultad 5.11+. La vía fue hermosa, dura, continua, y al mismo tiempo muy divertida. Antes de ir a El Hulk tuve la enorme suerte de encontrarme con una pared de altísimo nivel y prestigio, El Diamond de Longs Peak. Esta pared es extremadamente hermosa y famosa por ser increíblemente cruel con los escaladores, pues tiene sistemas de clima muy húmedos que entran desde las Rocky Mountains, las vías son 100% verticales –al estilo El Capitán o Half Dome– a 14.000 ft sobre el nivel del mar, o sea a unos 4.000 m. Esta pared es sumamente famosa en el mundo de la escalada, tanto por su estética, verticalidad, dificultad y cercanía a Boulder en Colorado. El sábado 2 de agosto salí, junto con mi amigo Ryan Edwards, desde Leadville hacia Boulder con El Diamond en la cabeza. Desde el año anterior había querido subir a éste pero por varias razones, incluyendo el largo acceso a pie antes de la pared, no había logrado conseguir un compañero para tal objetivo. Ryan, había estado allí antes y conocía la logística para llegar. El sábado a las 12:00 pm, con apenas dos o tres horas de sueño emprendimos el viaje a la entrada del sendero Longs Peak. A nuestra llegada me impresionó ver la cantidad de gente, que no necesariamente va a escalar pero sí a caminar o pescar, pues usan el mismo ingreso a las montañas. La caminata no fue fácil, fueron 7 millas de entrada en la noche con todo el equipo. Esta travesía me recordó al acceso de Half Dome en Yosemite el año anterior y a las docenas de veces que hice ascensos nocturnos en Ecuador. Ryan y yo caminamos rápidamente para dejar atrás a todos, pues él me decía que debíamos llegar primeros a la base de la pared para evitar el riesgo de caída de roca. Y así fue, a las 6:00 am estábamos en la base, pero había gente arriba que había dormido en la pared y nos llevaba la delantera. Nunca había estado en un lugar tan expuesto a la caída de roca –por causa de los escaladores o causa natural– literalmente llovían piedras del tamaño de pelotas mientras escalábamos en simultáneo unos 100 m por The North Chimney hasta llegar al pie de la vía, una repisa llamada Broadway. La vía que elegimos se llama Pervertical Sanctuary, está graduada en una dificultad de 5.11a o entre 6b+ y 6c, para quienes la conocen. La vía resultó ser muy dura. El crux –parte más difícil de la vía–

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es una fisura Offwidth, lo suficientemente grande para que no entren los puños y brazos del escalador, pero lo suficientemente pequeña para que el escalador no pueda meterse como en una chimenea. Fueron 60 m de Offwidth.

cumplido, pero no era mi objetivo principal, no era para lo que vine, y no era tan grande y difícil como El Hulk. Sin duda, ayudó como entrenamiento físico, técnico y mental.

Habíamos decidido ir hasta la cumbre de la montaña después de escalar la vía, por lo que escalamos con mochilas nada ligeras: con ropa, bastante agua, zapatos y comida. Usamos una cuerda para escalar y Ryan subió con otra cuerda más delgada por sí nos tocaba abandonar. El Diamond se caracteriza por la entrada rápida de tormentas, lluvia, granizo y rayos, y siendo el punto más alto de la cordillera hay que estar listos para evacuar la vía en cualquier momento. Además, teníamos presente que una semana antes se había registrado la muerte de varios escaladores en esta pared a causa de rayos.

De vuelta en la sede de Outward Bound en Leadville, no había tiempo que perder, debía seguir escalando y entrenando. Con mi buen amigo Adam Pecan decidimos ir a Vedauwoo, lugar clásico en Wyoming, para escalar fisuras por tres días. Ese lugar es mítico, las rutas son explosivas y muy agresivas, la calidad de la roca es buena pero muy muy filuda. Las manos, los pies, y la ropa se destrozan. Saliendo de Vedauwoo me encontré nuevamente con Santiago, recogimos nuestro equipaje y salimos para California.

La escalada empezó con dos etapas largas de poca dificultad pero bastante resistencia, las cuales nos pusieron en el crux de la vía. La fisura de manos y dedos que se va agrandando hasta hacerse Offwidth, donde hay que entrar con hombros y rodillas, no fue fácil pero sí muy divertido. La exposición en la pared es impresionante, muy parecida a Half Dome en Yosemite, las fisuras son continuas y largas. Mientras pensaba en seguir, hubo algo que me impresionó: la escaladora Steph Davis subió esta pared por esta misma vía en estilo Free Solo, sin cuerda y sin ninguna seguridad ¡Simplemente impresionante! La fisura no es fácil, los pies son delicados y se necesita mucha fuerza. Sin duda, es una de las vías que requieren más esfuerzo físico que he escalado, es continua y te deja literalmente sin aliento. Además, está sobre los 4.000 msnm. Terminada la primera fisura empieza el Offwidth –fisura más ancha que las manos– también larga y continua. Y el último largo es una salida 5.9 o 6a hacia la repisa. Al llegar al fin de la vía y tomar algunas fotos, decidimos caminar hacia la cumbre por la arista. A las 2:00 pm pisamos la cumbre de El Diamond. Me sentí muy feliz y afortunado porque la mayoría de gente no logra subir esta pared en el primer intento; tomando en cuenta que el horario, el clima, nuestra eficiencia y obviamente nuestra motivación por escalar ayudaron. Nos esperaba un largo descenso de 2 o 3 millas más de lo que habíamos subido la noche anterior. Comimos algo, retomamos fuerzas y empezamos a caminar. A las 7:00 pm llegamos muy cansados y estropeados, pero contentos. Regresamos a Boulder por algo de comer, parecíamos dos zombies entre la gente. Al final, a las 9:30 pm pudimos descansar. Fue un día largo de 19 horas entre caminar y escalar, pero hicimos bien las cosas como equipo y cumplimos nuestro objetivo; por eso sentimos que fue una inmensa satisfacción subir esta pared y esta vía. El trabajo en equipo entre mi amigo Ryan Edwards y yo, fue excepcional. Otros escaladores nos felicitaron al llegar al parqueadero pues nos habían visto por muchas horas en la travesía. El Diamond quedará en mi memoria para siempre. Después de este ascenso tuve que cambiar mi mentalidad hacia el granito gris de El Hulk. Sentía la satisfacción de algo

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En el viaje decidimos pasar por Joshua Tree – otro lugar famoso para escalar en California– pero debido al intenso calor del verano no pudimos escalar mucho, así que decidimos continuar hacia nuestro destino. Las Sierras de California son muy hermosas, pero algo distantes y desérticas. Cerca de El Hulk se encuentra el pueblo de Bridgeport, donde haríamos base para abastecernos de recursos y energías para subir la pared. La entrada a El Hulk es un acceso de 5 a 6 horas y 1.200 m de desnivel, lo que implicó que carguemos equipo y comida para estar unos cuantos días en la base de la pared. Para hacer esto pedimos permiso –Wilderness Permits– en la estación de Rangers del pueblo, pues en ese sector del Estado se limita el acceso. Nos dieron 5 días de permiso, por lo que tuvimos que adaptar nuestro plan a ese tiempo. El primer día entramos con mochilas algo pesadas pero nada fuera de lo común. Entre nuestro equipo llevamos: un rack doble de camalots, nutz y micronutz; una cuerda de 60 m y un tag line o cuerda delgada de 60 m en caso de que nos toque rapelar. Entramos sin ningún problema por un sendero muy frecuentado por aficionados y expertos. Después de un ascenso empinado hacia el drenaje, donde se empiezan a divisar las paredes, vi El Hulk con mis propios ojos por primera vez. La pared resplandecía con el sol y sentí, una vez más, el llamado hacia la aventura, el riesgo y las alturas. Poco a poco entrábamos aun más en el drenaje, lleno de bloques de piedra gigantes que ruedan en el invierno, árboles y alguna que otra marmota y ardillas. A las 3:00 pm, al tener El Hulk en la cara, Santiago eligió nuestro lugar de campamento cerca de una fuente de agua y con una vista espectacular. Nos sentamos a contemplar la pared y la vía que ascenderíamos al día siguiente, Red Dihedral. Cocinamos y ordenamos el equipo, nos hidratamos y descansamos. Intentando dormir, me puse a pensar en el pasado, todas las escaladas del año anterior y del verano, solo entonces supe que estaba listo para este nuevo desafío. Sabía que no


Admirando la belleza del granito blanco de las Sierras en California. Atrás El Hulk.

iba a ser fácil, pero la vía iba a salir en libre, sin caerse y sin colgarse de nada, ese era mi objetivo. Aunque parezca raro, la escalada no es todo en una expedición, pues uno piensa mucho en el grado de dificultad y las partes más difíciles, pero también hay mucho que reflexionar y disfrutar: el acceso, la vista, las mañanas frías y los atardeceres; todo forma parte de la experiencia como tal. Sin olvidar que el trabajo en equipo entre Santiago y yo es sólido y eficiente; además de que somos muy amigos, nos matamos de la risa y nos ayudamos cuando algo debe hacerse. A las 4:00 am suena el despertador, cansados y con mucho frío nos levantamos, cocinamos algo simple, yo cargo el rack y Santiago las cuerdas, y nos encaminamos hacia la aventura. Una media hora después, con el amanecer en el cielo, estamos en la base de la pared. Con Santiago acordamos turnarnos para la apertura de largos –segmentos de cuerda de 60 m aproximadamente– de 3 en 3; es decir, yo abriría 3 y él 3 más. La vía Red Dihedral se caracteriza por tener una fisura de Dihedro (ángulo) de 60+ m y de dificultad 5.10b, donde no hay descansos. Sería en esta parte donde pondría a prueba mi entrenamiento y habilidad. El primer largo en El Hulk me sorprende, la calidad de la roca es inigualable: granito blanco, sólido, con textura adherente y perfecta para escalar, no muy agresiva y nada resbalosa; me atrevería a decir que es hasta de mejor calidad que algunas paredes en Yosemite. Los primeros pasos son run out (sin seguros), pero después entro a un sistema de fisuras que me lleva 60 m más arriba, a la base del famoso Red Dihedral. No nos toma mucho tiempo, Santiago sube después de mi cargando una pequeña mochila con su cámara, algo de agua extra y comida. Juntos conversamos sobre el ritmo de la escalada y la increíble vista del valle con el sol naciente, mientras evalúo la siguiente fisura: el Red Dihedral.

Roberto Morales en Tangan. Foto de Jack Bermeo.

Recupero el equipo y la cuerda, y empiezo mi escalada. Los primeros pasos se sienten sólidos y continuos, hasta que empieza la fisura en la cual debo empotrar mis manos y pies para ir avanzando poco a poco. Los seguros son buenos y me dan confianza para avanzar unos 50 m más arriba al crux, la que se transforma en un techo muy expuesto donde la protección es escasa por algunos metros. Intento ir de un solo envión pero me quedo atrapado entre la mano izquierda y el pie derecho mal posicionado. Me cuesta algunos minutos descifrar la secuencia para revertir el proceso y descansar en una buena posición, donde evalúo los siguientes pasos. Con mucha confianza y cabeza supero el paso hacia la derecha, donde veo a la distancia –60 m debajo de mi– a Santiago, y a nuestro campo base al final del valle. Me siento feliz, pero sé que todavía no se acaba, sigo progresando y armo una reunión para que Santiago suba. Nos esperan 5 largos más para salir a la cumbre, entre ellos otra fisura cortante y 100% vertical. Es el turno de liderar de Santiago, pero me siento con mucha confianza y velocidad, por lo que sigo liderando en terreno moderado y fácil unos 200 m más arriba. El día pasa y nos sentimos algo cansados cuando salimos a la arista de la pared y vemos todo lo que hemos ascendido. Nos quedan dos largos más en chimenea para salir a la cumbre principal. Con dolor en los pies pero fuerza y motivación supero la chimenea, salgo a la cumbre y aseguro a Santiago ¡Cumbre de El Hulk! ¡Otro sueño hecho realidad! Observamos la magnífica vista de las Sierras y el valle, la gran pared que acabamos de ascender, y disfrutamos de la enorme satisfacción de otro objetivo cumplido. En ese momento valoré mucho el esfuerzo que me había puesto en ese punto, los años de escalar, a veces sufrir y golpearse con la roca, pero seguir adelante y cumplir las metas. La escalada me ha enseñado todo en los últimos 10 años, me ha convertido en la persona que soy, me ha dado la capacidad extraordinaria de amar la vida y ser completamente feliz escalando. Como dijo alguna vez el escalador Ron Kauk, la escalada me sacó de ese mundo materialista en el cual crecí y me enseñó que hay dos formas de vivir: aquella en la que el dinero es lo único sagrado, y la otra, en la que sagrado es todo lo demás. Sin apuro emprendimos la bajada, lo que implica la segunda parte y, tal vez, la más importante de ascender una gran pared. Hicimos algunos rapeles atrás de la pared y encontramos una gruta que en dos horas nos llevó de nuevo al campo base. Poco a poco cayó la noche, cenamos, y fuimos a descansar, pues nuestro plan era intentar otra vía más

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difícil, ya que las ganas de escalar al tener una pared de ese nivel y prestigio al frente son muy fuertes. Al día siguiente nos levantamos tarde, arreglé el equipo y cargué mi panel solar. Nos hidratamos y comimos. Escalamos algunas fisuras y bloques fáciles a nuestro alrededor, para a la mañana siguiente ir en busca de más aventura con la vía Positive Vibrations, la cual tenía dos crux de nivel 5.11b y un largo de 35 m de solo micronutz –los seguros más pequeños de los que un escalador puede sostenerse–. Era el turno de Santiago de liderar el ingreso a la vía, por lo que lo hizo en los primeros 4 largos. Empezamos a las 5:00 am y comenzamos a escalar con el sol saliente. Sin dificultad y con tiempo progresamos hacia más o menos la mitad de la pared, donde yo tomaría la delantera. Adelante venía un largo relativamente fácil, que me dejó sin aliento aunque fue muy divertido. Y a continuación, venía un segmento con protección muy precaria: micronutz. La sección empieza saliendo de una repisa en la cual pierdo el contacto con Santiago, quien me asegura, lo cual me causa algo de inseguridad pues él no esta viendo qué hago ni en qué situación estoy. Subo un par de metros en terreno completamente vertical, expuesto al vacío con 2 micronutz, y veo que falta mucho de esta fisura diminuta y agarres muy pequeños para las manos. Empiezo a sudar y respirar rápido, pues nadie quiere caerse sobre esas piezas. La escalada es dura, me cuesta y, mentalmente, es tenaz. Siento miedo pero sigo escalando con fuerza y concentración. Logro poner 4 micronutz más mientras avanzo por los siguientes 10 m hasta que logro divisar un techo donde puedo poner un buen seguro –un camalot C3 00 morado muy pequeño– y ese es ahora mi objetivo. Santiago me pregunta si ya puse un buen seguro y mi respuesta es: “no, no, sigo en micronutz”. Me estiro parado en diminutos cristales de granito, con el hombro derecho exhausto y la mano izquierda apoyada contra la pared completamente lisa, saco el seguro pero me faltan 2 cm para poder colocarlo.

Dije muchas malas palabras y odié el momento, pero subiendo poco a poco los pies logré poner el seguro y entrar al techo que se transformaba en una fisura de manos. Unos 15 m más arriba, con mucho viento, logro descansar, relajarme y sin pensar dos veces convoco a una reunión para que Santiago suba. Estamos cansados, nos esperan todavía 4 largos para salir a la cumbre de El Hulk nuevamente. La vía es continua y la dificultad también. Las fisuras de manos llevan a una cruz de dedos que sale a un paso expuesto a otra repisa, y la vía continúa. En el último largo cometo un error e intento salir de una sola hasta la cumbre pero me quedo sin equipo, por lo que tengo que improvisar una reunión y asegurar a Santiago para después escalar los últimos 15 m. Con un poco de nieve, viento y frío llegamos a la arista de El Hulk nuevamente. Acabamos la vía y completamos nuestro objetivo. Optamos por rapelar la pared por una vía alterna con bolts –anclajes fijos– para llegar rápido a la base. Los rapeles van bien y llegamos unas horas después al piso. Felices y contentos decidimos bajar al pueblo esa misma noche. Ordenamos el campamento y salimos con la caída de la noche. El trayecto no es difícil pero sí muy extenuante. En la salida nos acordamos de lo vivido un año atrás en Yosemite, de los grandes ascensos, historias chistosas y momentos de miedo; nos damos cuenta que hacemos un gran equipo. Casi a media noche llegamos al parqueadero para descansar y contemplar nuevamente el cielo, con la enorme satisfacción de tener ahora un logro más: El Hulk en mis manos. Me quedan muchas ganas de volver por más, nuevas paredes en Estados Unidos y el mundo entero. La escalada es ahora mi vida y a lo que me dedico. Me he dado cuenta que no es a dónde uno vaya ni en qué forma uno lo haga, sino cómo uno se siente en un momento especifico de la vida. Y, sin duda, es ahora donde la aventura recién empieza, como escalador, como ecuatoriano y como persona. Les invito a todos a ver mi video de la expedición en el Reel Rock Tour 2014 el 26 y 27 de Noviembre. Un agradecimiento especial a The North Face Ecuador por todo el apoyo, el mejor equipo para escalar y logística; a Adelca Acerías del Ecuador; Natura; 220V; Alegría Valdez Nutricionista; y a mi segunda casa, la Universidad San Francisco de Quito, por la inigualable confianza, apoyo y motivación para poner el nombre de Ecuador en alto. A todos quienes ayudaron en el transcurso del entrenamiento, viajes y rutas. A mis amigos ecuatorianos en Boulder, Colorado, Daniel y Edwin Terán; y a Sisa Derechinsky por el apoyo en ese lugar. A mi familia Iturralde, a quienes dedico este ascenso por los largos meses de espera e incertidumbre hasta mi regreso; y más que a nadie, a mi gran pana y compañero infaltable Santi Espinosa, por todo el trabajo en equipo, escalada, y total diversión.

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Felipe Proaño en la progresión a la cumbre de El Hulk.


¿Por qué en la montaña?

Martín González, Afuera Producciones Fotos de Singular Photo

Q

uienes se consideran aventureros se enfrentan a preguntas de enormes proporciones, tienen que asumirlas por sí solos, únicamente contando con su voluntad. En la cima de un nevado, en el crux de una vía, en un chaquiñán bajando por la montaña o en los rápidos de un río torrentoso, el aventurero se encuentra solo. No hay público que aplauda su coraje, ni un estadio repleto donde sus hazañas puedan ser vistas a plenitud por las masas. La fuerza de la naturaleza arremete amenazando con intimidarnos, y son contadas las ocasiones en las que podamos compartir con alguien la duda: ¿Por qué me expongo de este modo? ¿Por qué no me quedé en casa viendo tele? ¿Qué hago aquí? Pasado ese punto llega la satisfacción de haber llegado a la meta. Aquella satisfacción que representa una fiesta interna y que desconocen quienes optan por la vía fácil, por seguir cuestionándose su rutina desde la comodidad de la misma. Cuando se completa una hazaña, la grandeza del aventurero no se exterioriza ni se celebra estrepitosamente. Es ahora, que gracias a la tecnología y a las artes visuales, podemos tener un testimonio cercano de todo lo que implica “hacer Aventura”. El Festival Ecuador Cine Aventura nació para eso. Su origen se dio hace 13 años, con un público y deportistas que se contaban por puñados, y con la idea de una muestra de fotos y videos aun siendo ambigua y hasta inimaginable. Hoy por hoy, su evolución y crecimiento han sido impresionantes.

Ecuador. El Festival se ha consolidado como una vitrina para la fuerza de espíritu de quienes lograron enfrentarse a esa pregunta escalofriante: ¿Por qué en la Montaña? Gracias al Festival, a su conexión con la muestra del BANFF Mountain Film Festival y a todas sus actividades, nuestros atletas tienen un lugar para exponer al mundo todo su sacrificio y toda la magnitud que viene de querer romper con la rutina y salir a jugar en la naturaleza. El Festival nació como nace la inquietud de explorar en un aventurero, y ahora tiene la forma que tendría esa inquietud cuando se convierte en la gloria de haber completado una hazaña. Pero, a todo esto ¿Cuál es la respuesta a esa incógnita? ¿Cuál es la motivación para querer explorar lo inexplorado? En esencia, no se trata de locura, ni se trata de querer llamar la atención, tampoco tiene que ver con competir por demostrar que uno es más capaz de grandes proezas que otros. Cuando estamos lejos de casa, y nuestro cuerpo y mente están al límite, aquello que nos mantiene adelante y responde a la pregunta se vuelve evidente para quienes tienen convicción en sí mismos y en su propia grandeza: Vamos a la Montaña, al Río, a la Pared porque eso nos hace Felices.

www.singularph.com

Con una gran cantidad de obras y participantes en el Concurso de Videos y Fotos de Aventura, se vivieron 4 días de sala llena en un teatro para casi 500 personas; y una expansión a tres y, próximamente, a cinco ciudades del

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Monodedo RockFest Edgar Aulestia

L

a idea de crear un festival y competencia de escalada en Ecuador nació de las ganas de fomentar esta práctica, mostrar lo divertido que puede ser compartir un día de escalada con amigos y con quien quiera ser espectador de algo tan emocionante. Todo comenzó en 2013 con la primera edición del Festival. Queríamos organizar una competencia diferente y con muchas actividades para todos los competidores y el público en general. César, Dani, Moe y Fisho lo concibieron y así nació el RockFest. Este se llevó a cabo en el gimnasio y tienda de Monodedo. La acogida fue enorme. El Festival consistía en una competencia de Boulder y retos adicionales para los asistentes. Las actividades eran pruebas de destreza física y habilidades múltiples: enrollar la cuerda, dar la vuelta a una banca de 50 cm de altura sin topar el suelo, pasar la cuerda floja, competencia de campus, entre otras. Fue un día completo de escalda a muerte y muchas risas. Al constatar el éxito del RockFest nos dimos cuenta que era posible crear un festival que perdure en el tiempo y

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se repita todos los años. Sentíamos el compromiso de crear una competencia que transmita la esencia de la escalada, que es una mezcla de constancia, amor por lo que haces, mucha diversión, compartir con amigos y disfrutar del aire libre. Así, siendo un poco más arriesgados como buenos escaladores, organizamos el Monodedo RockFest 2014 en Cuyuja, ubicado en el cantón Quijos de la provincia de Napo. Este Festival tenía como meta trascendental promover los sitios de escalada en roca de todo el Ecuador, lo que cambiaría la historia de la escalada en el país. Con ese objetivo, empezamos por uno de los lugares más representativos: Cuyuja. Con más de 15 años desarrollando Cuyuja, en un principio con pocos recursos y metiendo el hombro entre escaladores y aperturistas como Edgar, Javier, Huber; gracias a la pasión por la escalada y la reciente intervención y colaboración del Estado, hoy en día este parque de escalada cuenta con más de 100 rutas de diversas dificultades, que van desde rutas para novatos hasta expertos a nivel internacional.

La competencia se llevaría a cabo en parejas. Consistía en 30 rutas de escalada y 7 retos distribuidos en 12 rutas en punta para expertos, 12 rutas en punta para intermedios y 6 rutas en top rope para principiantes. Los retos estaban diseñados para todos los competidores: El Cubo, El Muro, La Cuerda, Las Trivias, La Cinta Floja, La Torre y El Tótem; actividades muy divertidas por su complicación y las extrañas posturas en las que ponían a cada competidor. El día por fin había llegado, con 28 equipos nacionales de Pichincha, Tungurahua y Azuay, y 3 equipos internacionales de Francia y Chile ya inscritos, teníamos muchas expectativas. A pocas horas del arranque de la competencia, en un pequeño hostal en el poblado de Baeza, todo mi equipo descansaba, alistándose para enfrentar un duro trabajo en las paredes de Cuyuja desde muy temprano en la mañana, pues la competencia arrancaba a las 6:00 am del sábado 22 de noviembre. No puede pegar los ojos durante toda la noche, una mezcla de ansiedad y la necesidad de cargar baterías de todos


Primer festival y competencia de Escalda en Roca de Ecuador

los equipos fotográficos y de video consumieron mis pocas horas de sueño. Mientras tanto, en los otros puntos de reunión, Sofía, César, Fer y todos los involucrados en la logística estaban afinando detalles y tratando de tomar fuerzas para la larga jornada. Llegó el día. El escenario estaba montado junto al muro móvil, las carpas en las que la gente de la comunidad vendería todo tipo de comida estaban listas y organizadas en el parqueadero. Sportime levantaba un arco inflable que daba la bienvenida al parque de escalada, Sofy daba instrucciones a los jueces de cada zona y todo el mundo iba tomando sus puestos. El RockFest comenzaba acorde a lo planificado, 6:00 am, Roberto (Huber), Nico, Lenín e Isaac estaban subiendo las primeras rutas del día. Seguían incorporándose el resto de equipos y las actividades comenzaron a tomar vida en lo que sería la competencia de escalada en roca más grande de los últimos tiempos. Nuestra idea al crear el RockFest fue simple, queríamos promover la escalada en Ecuador y eso lo lograríamos al cambiar la forma en que se habían organizado estas competencias hasta ese momento. Queríamos involucrar a escaladores de todos los niveles y no solo enfocarnos en la dificultad de las vías, sino incorporar retos en los que

los diferentes aspectos de este estilo de vida se vean reflejados. Nos dimos cuenta que para lograr la meta de promover la escalada y sus destinos debíamos mostrar a ésta en todo su esplendor y belleza, fue entonces cuando la alternativa de un maratón de escalada tomó fuerza y se complementó con juegos de destreza física y una trivia con preguntas sobre escalada, cultura general de montaña y vida al aire libre. Para puntuar en esta competencia, los equipos de escaladores tenían que ascender la mayor cantidad de vías marcadas y definidas en un mapa de ruta que se les entregó. Cada ruta tenía un puntaje acorde a su dificultad. Para lograr la mayor cantidad de puntos los equipos tenían que encontrar una estrategia que les permita alcanzar todos los retos y descansar lo suficiente entre cada ruta; alternar las vías según las habilidades de cada miembro o planificando descansos, en los cuales hacían frente a los retos que complementaban los puntos adquiridos en la maratón de escalada. Poco a poco se fue convirtiendo en una fiesta y todos los preparativos, que creíamos serían demasiado complejos, funcionaron como un reloj. La tarde se fue convirtiendo en noche mientras los últimos escaladores terminaban con sus misiones. Nos reunimos todos

en la tarima principal, ahí La Matilda nos ofreció una gran sorpresa con un recital improvisado que le dio un toque musical al evento. Mientras tanto, los resultados se fueron entregando, a lo que le siguió un emotiva premiación. Los ganadores fueron anunciados después de una calurosa felicitación a los pioneros y apasionados de este deporte. Tenemos que agradecer enormemente a nuestros colaboradores por todo su apoyo, sin el cual este evento habría sido imposible: a Shick por creer en nosotros y respaldarnos; a Sportime que manejó la logística de los escenarios y retos estupendamente; a Waxa Digital Branding por su trabajo de convocatoria, promoción y auspicios; al Ministerio de Turismo por el apoyo e intervención para la apertura de vías en Cuyuja, y toda la gestión que ha fortalecido el deporte y turismo de aventura en estos últimos años; a Annie Hall Producciones y los hermanos Gavilánez por su entrega incondicional en la realización del pequeño documental; al gobierno local y a la comunidad de Cuyuja por la hospitalidad de estos 15 años; y a todo el personal de Monodedo que, además de ser estupendos trabajadores, los consideramos nuestros amigos. ¡Gracias a todos los competidores y escaladores que los fines de semana Viven la aventura de escalar en Ecuador!

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CULTURA


Un copo de en el Cotopaxi

nieve

Texto y fotos de Jorge Juan Anhalzer


U

n copo de nieve que atine a caer en la cumbre del Cotopaxi quedará atrapado en el glaciar por mucho tiempo. Con algo de imaginación, podría decirse que esa partícula helada es el primer paso en la aparición de un río, equivale de alguna manera al mismo momento de concepción de un ser vivo, siendo entonces esa partícula helada el “esperma” del futuro curso de agua. Con el pasar de los días más nieve caerá sobre la cumbre, enterrando al copo que nos interesa. El peso de todo lo que se acumula encima lo compactará eventualmente en hielo, exprimiéndolo de todo aire y lo empujará cuesta abajo. El glaciar es un río helado de lento movimiento. Largo estado de gestación para este pedazo de hielito que irá dando tumbos en las entrañas del ventisquero. Si el calentamiento global no acelera drásticamente su camino, no verá la luz hasta un poco más de un siglo después de su circunstancial aterrizaje en la cumbre. Derretido y transformado por el calor del sol, ya ahora en gota volverá rápidamente a perderse en los porosos arenales con los que, por tiempo indeterminado, viste sus

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faldas el Cotopaxi, para aflorar de nuevo en las múltiples vertientes que asoman a los pies del volcán. El agua que hoy emerge en estos “pogyos” debió haber sido nieve antes de que Whymper correteara por estos lares. El riachuelo nace puro y cristalino en esas vertientes, viene filtrado por cientos de metros de arena limpia, se compara al aire propio de estas alturas. Quien se atreva a sumergir los ojos en esas frías aguas así lo comprobará, no hay limo ni nada suspendido que obstruya la vista. A los pocos metros, o da lo mismo, a los pocos minutos cuesta abajo la vida invade el hilo de agua, asoman patos y garcitas que comen algas o pequeñitos camarones. Las ranas (Gastrothecas) depositan “guilliguillis” y la mano del hombre colabora sembrando truchas, peces exóticos que desplazaron a las nativas criadillas que antes poblaban estos cursos de agua de altura. El riachuelo va pequeño pero engordando lentamente, se le unen primos y hermanos nacidos en circunstancias parecidas, vienen de otras vertientes del mismo Cotopaxi o de cerros cercanos. Corre el agua alegre su niñez, todo es

Río Pita.


Río Machángara.

brinco y espuma. Va limpio y sano, no hace falta pediatra ni sicólogo. La juventud le llega con bríos, apuro y bautizo, se descuelga el Pita, ahora tiene nombre. En saltos atléticos, en varias grandes cascadas. Para ahora, ya la gente ha comenzado a servirse de él. Los campesinos de Latacunga se llevan parte de su caudal por un canal. La empresa de agua potable de Quito lo desangra tanto que a veces lo seca del todo. Se reconstituye con otros afluentes para seguir un camino que se vuelve tortuoso aguas abajo. El resto de su caudal se va en acequias de riego para la agricultura y un par de hidroeléctricas capaces de transformar nuestro níveo copo en vatio. La mayoría de lo que el hombre sacó del caudal fue a préstamo, lo devuelve de una u otra manera, regresa en alcantarillas cargadas de desechos, acequias que acarrean insecticidas y fertilizantes, llega en tubos de agua turbinada.

Río Guayllabamba.

De a poco la vida desaparece del agua, los patos se quedaron aguas arriba, las truchas que logran los pescadores ya no huelen a fresco páramo sino a repisa de almacén agropecuario. El río agoniza joven, temprano, antes de llegar a la madurez. Cuando cambia de nombre de Pita a San Pedro, en el Valle de los Chillos, está biológicamente moribundo, el puntillazo final, el de gracia, le da el Machangara que llega nauseabundo y sin remediación, es la cloaca abierta de Quito. El enfermo terminal de aquí en adelante se llamará Guayllabamba. Digo terminal porque aunque corra entre breñas rompiendo la cordillera, es ya un río sin alma, no tiene cabida para la vida, sus aguas acarrean veneno. El ciclo no acaba cuando el río muere definitivamente en el mar, como muchos ciudadanos suelen creer, los tóxicos regresan a la gente de la gran ciudad, están en las hortalizas que se regaron con las aguas de Guayllabamba, están en los cebiches de mariscos que viven en los manglares, al norte de la desembocadura, donde la corriente del Esmeraldas pega de lleno.

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NUESTRAS MONTAÑAS

El Corazón: 4.786 msnm Marco Suárez Carrera Fotos de Milton Moreno Salas

E

timología: Según Wolf, se desconoce su nombre antes de la llegada de los españoles, pero se sabe que Cerro Corazón fue un nombre dado por éstos porque su pirámide somital tiene un ligero parecido o semejanza a esta víscera. Autores como Aquiles Pérez manifiestan que fue llamado Guallancatzo por los panzaleos y Anchasit por los incas. Otros dicen que proviene del colorado Guallancatzo, gualla: camisa y catso: dormir, es decir camisa de dormir; es también llamado Chamalari según Francisco Terán. Historia: Cuando Edward Whymper llegó a la cumbre encontró dos piedras talladas de unas nueve pulgadas de largo, lo que aparentemente demuestra que mucho antes de la llegada de los españoles a tierras quiteñas, esta cima ya fue visitada por pobladores de la región con el objetivo de dejar ofrendas a sus dioses. Situación Geográfica: Se encuentra en la Cordillera Occidental, provincia de Pichincha, 4 km al Oeste de la ciudad de Machachi, latitud S 0º32’ y longitud W 78º40’. Geología: Es un volcán apagado. Su caldera erosionada ésta abierta hacia el Occidente, por la fuerte acción erosiva de los glaciares y los ríos se han formado grandes cañones y depresiones

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que han hecho que la caldera prácticamente desaparezca. En su constitución encontramos andesitas piroxénicas, andesitas piroxénicas-anfibólicas y dacitas. Su edad se estima es del Pleistoceno temprano o mediano. Acceso/Horario: 1. Quito – Machachi – Aloasi – Los Pinos 1 ½ H – Arista final del Camino carrozable 1 H. 2. Quito – Machachi – El Chaupi – Por el barrio Unachi Pucará tomar la vía que se dirige a las antenas de Clirsen, continuar hasta encontrar el control del Ministerio del Ambiente del Bosque Protector Los Ilinizas a 3.700 msnm, registrarse, y desde este sitio se puede comenzar la caminata; caso contrario, si queremos seguir en vehículo pedir al guardia la autorización para continuar hasta los páramos de Escudero/Potrerillos o Quebrada del mismo nombre 4.100 mts, sitio en el que se deja los vehículos 2 ½ H (aunque la vía continúa hacia el Occidente no hay que seguir). Tomar en cuenta la época de lluvia para evitar dificultades, ya que la vía es de tierra. Ruta de ascensión: 1. Ruta Normal: del final del camino carrozable tomamos el sendero que va por la arista hacia la base de la monta-

ña, a la altura de los pequeños arenales giramos hacia Occidente en dirección a la arista que baja de la cumbre; seguimos por la base de ésta ganando altura hasta encaramarnos en la arista cimera 4.600 msnm; continuamos escalando por pequeñas paredes, las mismas se encuentran señaladas con hitos hasta llegar a la cima (3H). 2. Desde el sitio en que se deja los vehículos, continuamos por un sendero en dirección Norte por un valle formado por la Loma Gorda y la Loma Surucho hasta llegar a las primeras rocas 4.400 mts, la caminata es cómoda con ligero desnivel. Ascender por un terreno de piedra suelta y arenal siguiendo la arista cimera, donde encontraremos algunos pasos relativamente fáciles en roca que hay que escalar hasta llegar a la cima (3H). 3. Si dejamos los vehículos en el control y no queremos seguir por el camino carrozable, tomar el sendero que va a la derecha de la Loma Gorda por los páramos de Cochapamba, seguir la dirección de la quebrada Pucará hasta llegar a las primeras rocas 4.400 msnm, continuar hasta la arista cimera y por ésta a la cumbre (5H).


Siula Grande 6344 msnm, Yerupajá 6.634 msnm, Yerupajá Chico, Jirishanca 6.094 msnm. Foto de Nelson Albán.

10 días de trekking en la

Cordillera Huayhuash Los Montañeros del Sol

P

ara los amantes de las caminatas, de conocer nuevos lugares y, sobre todo, de quienes disfrutan de las montañas, queremos compartir nuestras vivencias en los “10 días de trekking en la Cordillera Huayhuash”, considerada como una de las diez mejores rutas de caminata en el mundo. La Cordillera Huayhuash está ubicada en los Andes del Perú, entre los departamentos de Ancash, Huánuco y Lima. Es un lugar lleno de hermosos paisajes con la segunda montaña más alta del Perú, el Yerupajá (6.634 msnm), el famoso Siula Grande (por la película “Tocando el vacío” filmada en 2003) y espectaculares lagunas color turquesa que nacen de los glaciales de los nevados. Para llegar a la Cordillera hay que salir de la ciudad de Huaraz con dirección Sur, destino a Chiquean y Llamac. El viaje dura aproximadamente 5 horas, en las que uno se va despidiendo poco a poco de la Cordillera Blanca y dando la bienvenida a la Cordillera Huayhuash. Durante esta travesía, se pasa por pueblos pintorescos con carreteras de segundo y tercer orden, tan estrechos, que a veces se te corta la respiración al ver los precipicios en el camino. En transporte se llega a Cuartelhuain (4.100 msnm), a esta altura ya se siente

el rico frío de las montañas, en este lugar se cargan las mulas con todo el equipaje, carpas y provisiones necesarias. En este caso, la carga que realizamos fue para 16 personas entre caminantes, guías y arrieros. El grupo de caminantes lo conformamos siete ecuatorianos: Nelson Albán, Gina Galindo, Marcelo Galindo, Francisco Endara, Lupe Altamirano, Paco Endara “Rastita” y Nancy Toala; dos peruanos: Anita Quishpe y Andrés Valencia; y un argentino: Diego Angelucci. Vladimir Torres (Scheler Artizon Trek) fue quien nos acompañó como guía, Francisco Valerio fue chef y guía (espectacular como siempre), Eber Vásquez era el ayudante de cocina; además estuvieron con nosotros tres arrieros, los cuales se encargaron de 12 mulas y 3 caballos. La Cordillera es una “reserva natural”, por lo tanto la entrada no tiene costo, sin embargo se acostumbra a dar una contribución económica a cada comunidad por la que se atraviesa, para la limpieza del lugar. Con todo listo y el ánimo en alto se inicia la aventura de 10 días, cada uno marcado con caminatas que varían entre 5 y 7 horas. Lo mejor de cada jornada es llegar a lo que se llama “paso de altura”, los que oscilan entre 4.300 m y 5.000 m.

Para los que conocen los paisajes de “El Altar y el Valle de Collanes” es como ver un espectáculo similar cada vez que se sube los pasos de altura y cada uno de éstos es como hacer una cumbre de cuatro mil y pico de metros. Las jornadas de caminata necesitan de un gran estado físico, los senderos presentan subidas empinadas con roca fina suelta, donde luego de horas de camino el premio es la visión de espectaculares paisajes compuestos de valles, lagunas color turquesa, montañas nevadas, paredes verticales de hielo y roca que parecen impenetrables, y grandes glaciales que a pesar del calentamiento global se resisten a desaparecer. Los pasos al ser expuestos suelen ser fríos y ventosos pero hermosos por sus paisajes. Las noches en el campamento también son frías –sin embargo el premio es poder observar un cielo estrellado, un hotel de millón estrellas– por lo que es necesario una buena chompa de plumas, pantalón polar, medias abrigadas y para poder descansar es preferible un buen sleeping de -15°. En las noches y madrugadas baja la temperatura fuera de la carpa a -5° y a veces desciende aun más. En una de las jornadas de “cae y levanta”, la naturaleza nos dio un rega-

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Glaciar Quesillojanca 5325 msnm, Nevado Pukacalle 5260 msnm (izq.) y Cullcushjanca 5550 msnm (medio), nevado Yarupac 5685 msnm. Foto de Francisco Endara. Primer paso de altura “Cacananpunta” 4.700 msnm. Foto de Nancy Toala.

lo, éste fue un reparador baño en las aguas termales de Catucancha (sector Laguna Viconga). A pesar del frío de la tarde, nos animamos a cambiar nuestra abrigada ropa por trajes de baño, el agua estaba deliciosa –cerca de 40°– tanto que no daba ganas de salir. El baño renovó nuestras energías para continuar el camino. Describir la belleza del lugar y lo que cada uno sintió en este viaje es difícil, las emociones se mezclan: felicidad, admiración, alegría de vencer el cansancio, etc. Hay momentos que solo te sientas y disfrutas, te llenas del maravilloso espectáculo de vivir y de poder estar en ese lugar, en ese momento y, lo mejor de todo, en compañía de tus hermanos de montaña. Nosotros optamos por un trekking de 10 días, pero para esta travesía hay variaciones: desde una caminata de 7 días hasta una de 18; todo depende del estado físico, el tiempo y lo que se quiera realizar. Compartimos el cronograma de caminatas y lugares que conocimos: DÍA

FECHA

PASO DE ALTURA

CAMPAMENTO

Salida de Huaraz

Cuartelhuain 4.100 msnm

TIEMPO

OBSERVACIONES Viaje en bus.

1

17/06/2014

Cacananpunta 4.700 msnm

Janca 4.200 msnm (Sector Mitucocha)

5 a 6 horas

Nevados Ninashanca, Rondoy, Laguna Pucacocha.

2

18/06/2014

Punta Carhuac 4.650 msnm

Laguna Carhuacocha 4.100 msnm

4 a 5 horas

Nevados Jirishanca Chico, Jirishanca Grande, Yerupajá Chico, Toro, Yerupajá Grande, Siula y Carnicero, etc.

3

19/06/2014

Paso Siula 4.850 msnm

Huayhuash 4.350 msnm

7 a 8 horas

Lagunas Garangacocha, Siulacocha y Quesillococha

4

20/06/2014

Paso de Portachuelo de Huayhuash 4.750 msnm

Laguna Viconga 4.400 msnm

5 a 6 horas

Nevados Carnicero, Jurau, Trapecio, Puscanturpa, etc. Aguas termales Catuscancha 4.400 msnm.

5

21/06/2014

Cuyucpampa o Elefantepampa 4.500 msnm

5 a 6 horas

Vista panorámica de la parte Sur de la Cordillera Huayhuash.

6

22/06/2014

Paso Santa Rosa 5.100 msnm

Cutatambo 4.250 msnm

6 a 7 horas

Nevado Jirishanca, Sarapo, Jurau, Laguna Sarapacocha y Laguna Jurau.

7

23/06/2014

Bajamos al pueblo Huayllapa 3.500 msnm

Subimos a Huatiac 4.300 msnm

6 a 7 horas

Descendemos por el Valle Guanacpata, bajamos 1.000 m para subir 1.000 m.

8

24/06/2014

Punta Tapush 4.800 msnm

Gashpapampa 4.600 msnm (C.B. Diablo Mudo)

5 a 6 horas

Nevados Juitush, Huacshas, Tapush, Diablo Mudo, etc.

Paso Cuyuc 5.000 msnm Paso San Antonio 5.050 msnm

9

25/06/2014

10

26/06/2014

Cumbre del Diablo Mudo 5.350 msnm Grupo 1 Paso Yaucha 4.850 msnm Grupo 2 Pampa de Llamac 4.300 msnm

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9 a 12 horas Laguna Jahuacocha 4.100 msnm

Vista panorámica de la Cordillera Blanca, Huallanca y Huayhuash.

5 a 6 horas

Nevados Jirishanca, Yerupajá, entre otros.

Llamac 3.250 msnm

5 a 6 horas

Última vista de la Cordillera Huayhuash.

Viaje Llamac - Huaraz

4 a 5 horas



¿Está lista tu estrategia? Transmítela con vídeo, la mejor alternativa de comunicación.




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