Percepción de la Calidad de Vida del Adulto Mayor y su derecho a la ciudad en Valparaíso

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V Jornada Internacional de Vivienda Social. "El Derecho a la Ciudad y a la Vivienda ". Fadda, Cortés y Olivi. Percepción de la Calidad de Vida del Adulto Mayor y su Derecho a la Ciudad en Valparaíso

Percepción de la Calidad de Vida del Adulto Mayor y su Derecho a la Ciudad en Valparaíso 1

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Giulietta Fadda , Alejandra Cortés y Alessandra Olivi 1 Facultad de Arquitectura, Universidad de Valparaíso, Valparaíso, Chile. gfadda@vtr.net 2 Carrera de Arquitectura, Universidad Técnica Federico Santa María, Valparaíso, Chile. alejandra.cortes@usm.cl 3 Centro de Investigaciones Sociológicas, Universidad de Valparaíso, Valparaíso, Chile. castchile@vtr.net

Resumen La presente ponencia se inscribe en una Investigación (FONDECYT # 1061179) denominada “Calidad de Vida del Adulto Mayor en el Hábitat Urbano: Estudio del Caso de Valparaíso”. La investigación trata de establecer las posibles relaciones entre envejecimiento y calidad de vida en el contexto urbano de la ciudad de Valparaíso. Esta ponencia presenta algunos resultados obtenidos en el estudio de campo realizado con el método cualitativo Focus Group y con el apoyo de mapas SIG. Analiza la percepción que los adultos mayores tienen en relación a su calidad de vida y a su derecho a la ciudad, sugiriendo algunas recomendaciones para garantizar una ciudad que permita incluirlos como actores sociales. Se parte de la relación e integración de los conceptos de ciudad (in)sustentable, envejecimiento, calidad de vida y barrio para indagar sobre la forma en que determinadas condiciones del hábitat urbano inciden en la calidad de vida del grupo etario más anciano de la población. Palabras Claves: Calidad de vida, ciudad sustentable, envejecimiento, barrio, percepción del adulto mayor. 1. Hacia la construcción de un Enfoque Conceptual La ciudad como todo producto humano, es un fiel reflejo de la sociedad que la produce. Ella, además, personifica el hábitat, el entorno físico y socio cultural, en el que vive una parte mayoritaria de la población. Las condiciones de ese hábitat van a determinar muchas de las posibilidades de desarrollo y bienestar de las personas. En el mundo globalizado actual, la ciudad es vista, cada vez más, como una mercancía. La globalización está cambiando la estructura urbano-regional en una forma y ritmo sin precedentes históricos. Las fronteras nacionales pierden su importancia como barreras comerciales y las ciudades se convierten en entidades más autónomas, abriendo su producción, comercio y servicios financieros a la competencia internacional. Desde mediados de los años ochenta, la economía chilena ha manifestado un rápido crecimiento sustentado en una progresiva inserción en la economía global. Y, aunque la globalización afecta también a las áreas rurales y periurbanas, las fuerzas y operaciones globales se concentran en las ciudades, las cuales evidencian con claridad, los efectos producidos por sus actividades. Las características de las ciudades -y sus respectivas regiones- contribuyen a dar forma a la globalización, poniendo, por ejemplo, a su disposición la infraestructura física y tecnológica que ella requiere, ofreciendo un conjunto de servicios que le son necesarios, contribuyendo con los incentivos financieros y la capacidad institucional, sin la cual la globalización no puede prosperar. Así, las ciudades median las relaciones recíprocas entre la globalización económica y el desarrollo humano. Ellas constituyen un eslabón importante en los procesos de globalización y las consecuencias que ellos implican para el desarrollo humano (van Vliet, 2002). En la actualidad, la globalización dominante determina y menoscaba de distintas formas la habitabilidad en la ciudad. Ella actúa jerárquicamente -de arriba hacia abajo- y se orienta, principalmente, hacia el crecimiento económico para el beneficio privado. No es inclusiva, ni democrática, tampoco está dirigida hacia la justicia social ni a la sustentabilidad ambiental. Claramente, las ventajas atribuidas a la

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globalización no han favorecido a todos en forma equitativa. De hecho, mientras para algunos las condiciones han mejorado, para otros muchos, se han deteriorado. En innumerables regiones del mundo sigue la discriminación contra los grupos más vulnerables: indígenas, inmigrantes, mujeres, niños y ancianos. Existe un acceso muy desigual a los recursos y millones de personas viven en condiciones de extrema pobreza y en viviendas precarias. Frente a esta realidad, cabe plantearse que ésta no debería ser la única vía de desarrollo posible y que se pueden hacer aportes para mejorar estas condiciones. Al igual que la urbanización, la globalización trae tanto oportunidades como problemas, los que son claramente evidenciables en la ciudad. Los beneficios y costos de estos cambios han sido desigualmente distribuidos: los representantes del capital global han usado las ciudades como una mercancía organizacional para maximizar sus beneficios, lo cual implica perjuicios para otros grupos de la población, quienes necesitan de la ciudad como un lugar para vivir. Según van Vliet (2002), el desafío es entonces, poder implementar soluciones a los problemas asociados a la globalización y, al mismo tiempo, percibir sus atributos positivos y sus potencialidades. Las ciudades pueden jugar un papel clave en este sentido, a través de una buena gobernabilidad y asociaciones eficaces, ellas pueden ayudar a eliminar la pobreza y reducir la desigualdad e inequidad. Los gobiernos locales, al igual que los nacionales, no son meros observadores, sino que pueden desempeñar roles importantes. El reto sería entonces, hacer funcionar las ciudades, no sólo como motores del crecimiento económico, sino también como agentes de cambio para una mayor justicia social y sustentabilidad ambiental. La globalización, por su parte, debería, además del crecimiento económico, perseguir otros objetivos. De acuerdo a van Vliet (2002), el papel de de los gobiernos debe ir más allá de la mera facilitación del funcionamiento de los mercados. Ellos deberían asumir la responsabilidad de la cohesión social, la equidad y la resolución de conflictos, el apoyo del ejercicio ciudadano, de los “derechos a la ciudad", incluyendo los derechos a la vivienda. Y, los planificadores urbanos inevitablemente forman parte de esta dinámica, contando para ello con la nueva planificación, que es menos codificada y técnica, más innovadora, participativa y emprendedora. Valparaíso, ciudad objeto de nuestro estudio y recientemente declarada Patrimonio de la Humanidad, no ha estado exenta de los impactos que conlleva la globalización. Importantes inversiones, tanto públicas como privadas, han fortalecido una nueva imagen de ciudad, que favorece principalmente su desarrollo económico y turístico. Estos cambios, asociados principalmente a su condición de ciudad patrimonial y cultural, no siempre favorecen equitativamente a todos los grupos sociales. El desarrollo de ciudades globales con potencialidades culturales, como es el caso de Valparaíso, abre oportunidades de calidad de vida excepcionales para sus habitantes, siempre que se configuren como ciudades amables, inclusivas y sustentables. Sin embargo, la dinámica de esta nueva ciudad patrimonial produce la transformación del espacio urbano que en muchos casos conlleva procesos de expulsiónexclusión y diferenciación social de los grupos que tradicionalmente habitan la ciudad. Es por eso que nuestro estudio apunta a analizar los efectos de estos procesos sobre un grupo particularmente vulnerable como es el de los adultos mayores. La presente investigación se focaliza al estudio de la calidad de vida de las personas mayores de 60 años que residen en la ciudad de Valparaíso. Además, por inscribirse dentro de los enfoques de sustentabilidad y de inclusión, el estudio aspira promover un avance de estos paradigmas para la ciudad de Valparaíso y sus habitantes, contraponiéndolos, a manera de desafío, a aquéllos de la ciudad global. La sustentabilidad implica integrar -en la ciudad en este caso- los tres procesos que componen el desarrollo local: social, ecológico y económico; cada uno de los cuales tiene sus propios imperativos. Con mucha frecuencia, los intereses de estos procesos de desarrollo entran en conflicto, motivo por el cual, la implementación de una estrategia para el desarrollo sustentable demanda una negociación entre los diferentes grupos sociales e intereses involucrados (ICLEI, 1996). El enfoque de la inclusión se remite al concepto de ciudad inclusiva, esto es, al “lugar donde cualquiera, independientemente de la condición

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económica, del sexo, de la edad, de la raza o de la religión, puede permitirse participar productiva y positivamente en las oportunidades que la ciudad tiene para ofrecer” (Hábitat II, 2000). Ello presupone un derecho equitativo a la ciudad. Por otra parte, el concepto de calidad de vida, aplicado en estudios anteriores1, proporciona la base teórico-metodológica de la investigación. Por su condición de ser un concepto eminentemente evaluativo o valorativo y capaz de abarcar gran cantidad de fenómenos (objetivos y subjetivos), él resulta de una gran eficacia para evaluar las circunstancias y bienestar de grupos sociales en su hábitat. En base a lo anteriormente expuesto, se hace necesario precisar algunos de estos conceptos, que son inherentes y están implícitos en nuestro estudio. Ellos son: ciudad sustentable, envejecimiento, calidad de vida, y barrio. 1.1. Ciudad (in)sustentable La “Brown Agenda” (Bartone et al., 1992), incluye una serie de problemas urbanos, que se relacionan directamente a la falta de sustentabilidad del desarrollo de nuestras ciudades. Entre ellos, para este caso son especialmente atingentes: la segregación; el déficit de equipamiento, servicios e infraestructura; la mala calidad en la construcción y diseño de las viviendas y su equipamiento; la ocupación de espacios no aptos para la vida humana; la deficiencia en las condiciones de los suelos; la inadecuada planificación del tránsito urbano; la mala gestión de los residuos sólidos y líquidos; la contaminación de las aguas y el aire; y los riesgos de inundaciones o deslizamientos. Además, la precariedad de la calidad ambiental de los barrios pobres urbanos ha sido reconocida como uno de los problemas más urgentes y de mayor escala, con consecuencias sobre la salud y el bienestar de sus habitantes (BID-UN, 2003)) Estos problemas, aparte de relacionarse directamente a la insustentabilidad del desarrollo de nuestras ciudades, impactan mayormente a los sectores más vulnerables de la población urbana, como son los más pobres, las mujeres, los adultos mayores y, en especial, a aquéllos que combinan más de uno de estos factores. De lo anterior se puede colegir una inequidad y discriminación en el derecho a la ciudad. Actualmente, la planificación se ha propuesto revertir tales problemas y, entre sus objetivos prioritarios, figura el de elevar la calidad de vida de estos sectores y, por ende, la sustentabilidad urbana. Es también nuestro objetivo, colaborar en este sentido, pesquisando cuáles son los aspectos que deterioran o mejoran la calidad de vida de los adultos mayores en Valparaíso, de modo de proponer las medidas adecuadas. 1.2. El envejecimiento Ante la tendencia mundial al envejecimiento de la población, el Plan de Acción Internacional Madrid (ONU, 2001) plantea el desafío de construir sociedades integradoras de las personas de edad. Esto es, una sociedad funcional a la participación de los mayores; al reconocimiento de su potencial de contribución económica, social y cultural, a la prolongación de su actividad y su inclusión social; a los lazos de solidaridad intergeneracional a nivel de familia y comunidad; a la erradicación de la pobreza; y a la consolidación de una cultura de vejez saludable, con énfasis en la prevención de problemas de salud y riesgos propios de esta fase vital. El Plan de Madrid, dentro de sus orientaciones prioritarias, propone la instauración de un entorno propicio y favorable para el envejecimiento. Estimula así, la creación de barrios y ciudades amigables con las personas mayores. Esto implica que el estudio de la situación de este grupo etario en grandes urbes adquiera primera prioridad para poder llegar a establecer mejoras en este aspecto, tanto en el diseño urbano, como en el acondicionamiento de los espacios públicos y en la reestructuración del espacio urbano (CEPAL)

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Investigaciones FONDECYT números 1980865/98, 1000414/00 y 1061179/06.

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En este sentido, Valparaíso constituye un caso de especial interés, dado que es la ciudad con mayores índices de envejecimiento de las tres grandes urbes chilenas: según el Censo 2002, mientras a nivel nacional registra un 11,4% de adultos mayores, en la comuna de Valparaíso llega a 13,94% y, de acuerdo al último informe de población, es la zona que experimenta el envejecimiento más acelerado (INE citado por La Tercera 13/07/07: 26). Además, Valparaíso reúne condiciones que pueden implicar ventajas o desventajas para la integración urbana de los adultos mayores. Entre otros aspectos, ella es una ciudad costera, de carácter cultural patrimonial, con una topografía peculiar y una dinámica inmobiliaria emergente. 1.3. Calidad de Vida Para Glatzer y Zapf (citados por Palomba, 2003), la calidad de vida “constituye un término multidimensional del bienestar que significa que las condiciones de vida ‘objetivas’ son satisfactorias y que se tiene un alto grado de bienestar ‘subjetivo’; incluye, además de la satisfacción individual de las necesidades, el bienestar colectivo”. Así, la calidad de vida es un concepto multidimensional, que contiene aspectos materiales y no materiales, objetivos y subjetivos, individuales y colectivos del bienestar y de las riquezas. “Todos estos aspectos están estrechamente relacionados entre sí. Las condiciones de vida objetivas influyen en la capacidad de las personas de ejercer control sobre su propio medio; por otra parte, la experiencia de vida subjetiva se relaciona con la evaluación y los sentimientos de las personas respecto de sus condiciones de vida” (Palomba, 2003). Debido a su complejidad, el concepto de calidad de vida puede ser interpretado de distintas formas, según sean los factores evaluativos considerados respecto a la vida de una persona o comunidad (Brock). En nuestro caso, además, él ha sido planteado como una construcción social o constructo, forjado por el observador colectivo, en el que, además de las medidas objetivas e indicadores cuantitativos, deben tenerse presentes otros, de tipo subjetivo y cualitativo. De este modo, se evalúa la calidad de vida de las personas no sólo a través de los datos objetivos, sino también a través de la experiencia y la vivencia subjetiva del observador (Fadda and Jiron). 1.4. El Barrio Con el objetivo de crear un instrumento de análisis, se estudió la noción de “barrio” (Fadda y Cortés, 2007). Según ésta, un barrio se caracteriza por tener “personalidad propia”, formar una “familia de familias” y representar una “microciudad”. Además, “la principal función del barrio en la ciudad moderna fue, desde hace mas de medio siglo, haber permitido la persistencia de la percepción e idea de ciudad, de la voluntad social de construcción de su identidad, de reconocerse en un lugar, de la cohesión de la ciudad como territorio identificado y culturalmente vivo” (Gonzalez et al., 2001). El barrio, en esta perspectiva constituye un escalón entre la ciudad y el individuo, es un espacio perfectamente conocido, familiar y sentido como propio por sus habitantes a través de la percepción personal y social. También, es funcional y principalmente residencial. Sus respectivas áreas resultan también acotadas a distancias recorribles por un peatón, lo cual permite que cada uno de ellos sea una realidad sociológica basada en la noción de proximidad y de vecindad. Por otra parte, entendemos el barrio tradicional como “un espacio social integrado, delimitado como un hecho físico y virtual, polifuncional y con una identidad propia en el conjunto de la ciudad” (González et al., 2001). 2. Hallazgos investigativos: El Adulto Mayor en la trama urbana de Valparaíso En esta ponencia se analizan algunos resultados, obtenidos en el estudio de campo, a través del método cualitativo Focus Group, con el apoyo de algunos mapas SIG. El Focus Group es un procedimiento de investigación social que recauda información, a través de la interacción grupal. Es una experiencia comunicativa que favorece la construcción de significados colectivos a partir de la visión subjetiva de los participantes (Morgan, 2001; Sharken, 1999), que aportan con sus propias percepciones y visiones, un conocimiento pertinente y relevante en términos conceptuales y terminológicos.

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En base a los mapas SIG elaborados, se seleccionaron cuatro grupos, adoptándose, tanto criterios de densidad de adultos mayores (AM) por zonas de Valparaíso, como de diferencia socio-económica. Interesaba contrastar la opinión de grupos más vulnerables con aquélla de otros menos vulnerables en el aspecto socio-económico. Así, se realizaron dos Focus Groups en el sector del plan (Sector Almendral y Sector Comercio) y dos en los cerros (Cerro Barón y Cerro Alegre). El Mapa 1 representa una síntesis de los tres criterios antes mencionados. Los dos ejes temáticos planteados fueron la relación del adulto mayor con el entorno físico (barrio y ciudad) y con el entorno significativo (redes formales e informales). Como soporte para el análisis de las conductas verbales y corporales, en cada uno de ellos se realizó un registro andiovisual. 2.1. La percepción del hábitat urbano A continuación se presenta una breve panorámica sobre las principales valoraciones y percepciones de los adultos mayores en relación al espacio urbano. Los relatos fueron extraídos de los registros de los Focus Groups. El análisis de los discursos acerca de la percepción del hábitat urbano nos permite reconocer que las personas se colocan frente a la ciudad con una doble mirada: como habitantes y como visitantes. A este desdoblamiento de la mirada corresponden visiones, apreciaciones y criticas distintas. El reconocimiento de Valparaíso como ciudad patrimonial incentiva la adopción de la actitud del visitante, entendido como el sujeto que se coloca frente a la ciudad con proyecciones y expectativas de descubrimiento. Es así que los adultos mayores, a través de un proceso de re-significación del espacio urbano donde han transcurrido toda su vida, logran renovar su mirada y proyectarse en la imagen del Valparaíso patrimonial como algo nuevo y distinto. Cuando se refieren al patrimonio, en muchos casos, se sitúan más desde el imaginario que desde lo vivido, y el habitar el patrimonio asume una connotación positiva e incentiva la apropiación del mismo, el “sentirse parte de”. Esta nueva percepción suscita un insólito interés por parte de los adultos mayores por descubrir y re-descubrir la ciudad y los lleva a interesarse en conocer o incorporar nuevos recorridos en su transitar cotidiano. “Bueno, yo creo que el hecho de que se haya nombrado a Valparaíso patrimonio de la humanidad, yo creo que todos nos sentimos felices y también nos sentimos comprometidos con la ciudad. Como adulto mayor siempre se está reclamando por la subida del cerro, por la iluminación, por los perros que es el tremendo problema que existe no sólo en la parte alta sino también en la parte baja y es porque se siente la gente comprometida, es bonito que venga gente de otras partes a ver cierto sector que es patrimonio de la humanidad, a ver de que hay un patrimonio de todo el mundo entonces es bonito eso.” (Relato AM, Sector Comercio, Plan) Así también, la apreciación patrimonial no invisibiliza las limitaciones morfológicas o de infraestructura de la ciudad, sin embargo, desde la perspectiva del visitante parece prevalecer lo pintoresco por sobre lo funcional. Las limitaciones se vuelven atractivos turísticos, que enorgullecen quienes habitan el patrimonio. “Y eso creo que es lo que le gusta a todo el mundo de Valparaíso. De tener tanta dificultad en sus calles, que cuesta, pero es la atracción que hay, es lo bello que hay…así que yo creo que es difícil cambiarlo porque ya perdería todo el atractivo Valparaíso, al cambiar sus calles, ir modernizando eso ya cambiaria toda la estructura, y Valparaíso es así, es precioso tal como está aunque es dificultosos subir cerros de repente, bajar, pero es lo que llama la atención, lo que gusta”. (Relato AM, Sector Comercio, Plan) La mirada del habitante, en cambio, es la del adulto mayor frente a las dificultades de acceso, tránsito y movilización que caracterizan el espacio urbano. El habitar la ciudad está relatado desde la rutina cotidiana, visualizando las problemáticas anexas a la morfología de Valparaíso. El adulto mayor como visitante percibe la belleza de las escaleras, de las calles estrechas y de los cerros; en cambio, como

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habitante, transforma esos aspectos pintorescos en aspectos negativos. El deterioro estructural, la mala calidad de las calles y las inadecuadas intervenciones son los aspectos que los participantes identifican como más problemáticos, en cuanto que ponen en riesgo la indemnidad física de la persona al transitar en el espacio urbano. Los adultos mayores que viven en el cerro bajan constantemente al plan para realizar sus trámites, acudir a los servicios o simplemente para ahorrar en las compras domésticas. “Vamos envejeciendo y la ciudad está cada vez más deteriorada, los caminos, uno no camina y se tropieza…se tropezó no más”. (Relato AM, Cerro Barón) No obstante las dificultades que se experimentan para desplazarse entre el cerro y el plan, en general, las personas asignan un valor positivo al habitar en el cerro. Esta percepción positiva estaría dada por un conjunto de atributos que hacen del cerro un espacio más amigable, más saludable, donde la dimensión comunitaria favorece la construcción de vínculos y redes de apoyo. Vivir en el cerro se constituye como un inductor de la identidad social; las personas se reconocen y reafirman a través de su barrio. Es así que el cerro delimita el espacio donde se comparten lugares y significaciones; los sujetos se encuentran y se reúnen estableciendo relaciones permanentes. “Por ejemplo yo llegué a este cerro a los 22 años…hay una casa que está quebrada, terremoteada y todo, pero si a mi me mueven de ahí yo me muero, imagínese más de 60 años ahí, viviendo en el mismo barrio, en el mismo cerro. Yo lo adoro, no importa que las casas no estén ya lindas, porque uno se acostumbra”. (Relato AM, Cerro Alegre) La valoración de la dimensión comunitaria incentiva la percepción positiva del residir en el cerro. El hecho de que las personas se conozcan personalmente o se relacionen con alguien familiarmente, es un factor que hace que los adultos mayores se sientan más seguros al vivir en el cerro. De acuerdo a los relatos, vivir en el cerro permite disfrutar de una mejor calidad de vida, puesto que resulta ser más saludable, tanto social como físicamente. El aire menos contaminado, el menor tránsito vehicular y las vistas, son elementos muy valorados. Bajar al plan caminando es considerado como un ejercicio para mantenerse en buenas condiciones físicas. El cerro asume una dimensión positiva en contraposición al plan, que es visto como un espacio donde las personas pierden sus redes comunitarias, muchas veces fuentes de mecanismos de reciproca solidaridad. “Lo positivo de vivir en el cerro es la vista, no hay tanta bulla ni tanto smog como en el plan, porque en el plan casi no se puede comunicar de tanto vehículo que hay... uno que ni escucha”. (Relato AM, Cerro Barón) “En el plan eso no se da porque como que la gente del plan casi todos trabajan y llegan en la tarde o en la noche a su hogar y en cambio la vida en los cerros es más familiar, hay más unión entre vecinos… La gente que vive en el cerro hay más comunión, se junta más la gente, que hay club deportivos, junta de vecinos hay tantas actividades, se juntan en la esquina o van a la casa y se juntan, hay más actividad que en el plan, porque aquí (en el plan) uno a veces ni sabe quien vive al lado ni se hablan, pero arriba casi todos se conocen. Se juntan para una u otra cosa. (Relato AM, Sector Comercio, Plan) “Lo otro es el espíritu de solidaridad que tiene la gente aquí en el cerro, eso es algo importante, yo creo que por ahí la gente se queda, se hace mucha gente de familia, se sienten más seguros también”. (Relato AM, Cerro Barón) Sin embargo, independientemente de la contraposición plan-cerro, en los relatos de los adultos mayores emerge transversalmente la sensación de inseguridad que experimentan en el espacio público así como en el espacio doméstico. Se reconocen como un grupo vulnerable desde esta perspectiva, y blanco fácil

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para la microcriminalidad urbana. Precisamente esta sensación de inseguridad y vulnerabilidad condiciona el actuar de los adultos mayores, determinando el uso de ciertos espacios urbanos y preferentemente en ciertos horarios, llegando en casos extremo a transformar la percepción del propio barrio y fomentando comportamientos de desconfianza y auto segregación. Conclusiones La importante exigencia internacional a la que está sometida actualmente la ciudad de Valparaíso, le demanda cumplir con una imagen de ciudad patrimonial acorde a los estándares internacionales. Esta nueva imagen no sólo demanda importantes inversiones, sino que además implica someterla a los mercados internacionales como un producto de venta. Tal como explica Muxí (2004: 22), “… la búsqueda de atractivos por conseguir las inversiones globales ha provocado que, en muchos aspectos, las ciudades se asemejen cada vez más y pierdan sus peculiaridades, poblándose de íconos de la modernidad global”, es decir, ciudades con una imagen asociada al marketing internacional. Este riesgo trae consigo una planificación urbana disociada de la realidad social y cultural, y más asociada a la variedad de ofertas de negocio, ocio y comercio, dirigidas principalmente al turismo o a una masa flotante de habitantes no radicados en la ciudad. Estos procesos de transformación-patrimonialización de la ciudad provocan un desplazamiento del barrio tradicional y de su forma de vida -entendida como entramado de cultura, tradición urbana y relaciones sociales- hacia los sectores menos céntricos o menos patrimoniales. Este proceso, transforma las áreas periféricas en barrios que favorecen una nueva forma de vivir la espacialidad. En Valparaíso se pueden observar las primeras manifestaciones de un proceso de producción espacial patrimonial, cuyas características principales son la especulación con el suelo urbano y la pérdida de la heterogeneidad socio-cultural, propia de los barrios tradicionales, los que son paulatinamente substituidos por islas homogéneas y cerradas, que promueven una dinámica de segregación más que de integración (González et al., 2001). En este mismo sentido, el actual desarrollo urbano de Valparaíso, obliga a reflexionar sobre los peligros de generar áreas exclusivas y excluyentes, despoblando y desalojando a los habitantes tradicionales, para que nuevas poblaciones flotantes, orientadas hacia el turismo o hacia la residencia temporal, se apropien de esos espacios. Este fenómeno, mundialmente conocido como ‘overgentrification’, se está manifestando en la masiva aparición de los “bed and breakfast”, hoteles, restaurantes, cafeterías; “segundas viviendas”, “lofts”, de clara estética global-patrimonial. Lo antes descrito redunda en una peculiar morfología de la ciudad, la cual permite que algunos barrioscerros se mantengan como un reducto de la forma de vida urbana tradicional, en contraposición a la nueva forma anónima del centro-plan y de los cerros en proceso de transformación patrimonial. Los relatos de los adultos mayores evidencian la peculiar percepción y vivencia de la vida urbana. Es así como a través de sus palabras es posible realizar una lectura de la trama de la ciudad. En general, los adultos mayores manifiestan su valoración por la ciudad patrimonial, pero, al mismo tiempo, en referencia a la vida cotidiana, privilegian las características propias del barrio-cerro por sobre sus atractivos turísticos. Esto produce una aparente contradicción, dado que, si bien las condiciones físicas, propias de la edad dificultan el tránsito entre el plan y los cerros, estos últimos son investidos de significaciones positivas. La dimensión comunitaria en los cerros proporciona un sustrato propicio para tejer y mantener las relaciones humanas, que constituyen el soporte fundamental para la vida del adulto mayor. Es a partir de la dimensión de la vida de barrio-cerro, que los adultos mayores estrechan vínculos de amistad y solidaridad con los vecinos. El plan, al contrario, es vivido como el espacio del anonimato. En este último, el adulto mayor pierde su propia identidad y es percibido únicamente y genéricamente por su condición etaria. El plan, para los adultos mayores, vendría a ser algo semejante a un “no lugar” (Augé, 1993), es decir, un lugar en el cual el individuo no tiene un espacio específico. El plan somete al adulto mayor a la vulnerabilidad de la invisibilidad, en contraposición a un barrio-cerro, experimentado como espacio de reconocimiento, de lazos comunitarios y por lo tanto, como lugar más seguro y saludable.

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La irregular topografía de Valparaíso, que podría considerarse como algo negativo en la calidad de vida del adulto mayor, resulta ser una ventaja para la preservación de una ciudad más amigable y más sustentable. Esto se atribuye a la riqueza de la vida comunitaria y del hábitat que proporcionan sus cerros. En los relatos se evidencia que el miedo a la invisibilidad, a la muerte social y a la segregación excede al miedo a la muerte biológica. La muerte urbana, entendida como una degradación intensiva de las características de la ciudad, coadyuva a la pérdida de los lazos afectivos y relaciones con el territorio. En este sentido, la estructura urbana juega un rol fundamental en preservar o incentivar dinámicas relacionales que afectan positivamente a los adultos mayores. Esto permite vivir esta etapa de la vida más satisfactoriamente tanto en el plano personal como social, volviendo el futuro menos incierto. Estas consideraciones llevan a vislumbrar una correlación directa entre las políticas urbanas y las políticas sociales dirigidas a garantizar el derecho a una ciudad más vivible e incluyente para la población en su conjunto y, en particular, para los adultos mayores. Resulta de fundamental importancia la adopción de medidas que favorezcan la mediación entre la realidad social y cultural propia y los nuevos patrones y dinámica de la ciudad global-patrimonial.

Referencias bibliográficas AUGÉ, M. (1992). Los 'No Lugares' Espacios del Anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona, Gedisa Editorial.

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