Revista el perro3

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Año 1 Número 1 • Octubre 2014

La vocación, el ánimo y la desfachatez de romper la quietud

y el estándar de la

Revista El Perro

cultura y el arte.


Edi-

torial

La vocación, el ánimo y la desfachatez de romper la quietud y el estándar de la cultura y el arte. Cuando nos resolvimos a abandonar la habitación de la apatía, decidimos hacerlo a lo grande: por la ventana y hasta la calle, a cuatro pisos de distancia. Hartos de las imposiciones, de los cánones infranqueables que clasifican a autores y obras, y de la mercadotecnia que violenta gustos y mutila la curiosidad: triste auditorio, resignados a recibir el maná de los profetas intocables, ungidos por vicarios de falsos dioses mercenarios, que nos evangelizan respecto a lo que es in y lo que es out. No nos consideramos expertos, si alguna filosófica verdad nos aventuramos a portar de estandarte, debería ser la socrática, de sólo saber que nada sabemos, pero aseveramos que somos curiosos, ávidos de conocer y sorprendernos, olfateadores por naturaleza y amantes de lo inédito, por mera vocación de vida. Palpar, probar, espinarnos, suturar las heridas de la aventura y acicalarnos, con el aroma del grato encuentro inesperado, viajeros frecuentes a las tierras donde habitan los que no son reconocidos, pero sí son creadores.

Por enemigos, aunque no irreconciliables, únicamente, reconocemos a los que no toleran y le temen al horizonte; por aliados: a los espectadores anhelantes de nunca perder la aptitud de asombro y los creadores, pequeños dioses que transmutan su mundo, nuestro universo y preñan la cotidianeidad de aquello que se llama arte, a veces, hasta por involuntariedad. Desde este montículo, colina que se alza por encima de la rutina les gritamos: ¡vengan, que los estábamos esperando! EL PERRO somos todos, todos los que deseamos ser libres para expresarnos y recibir las expresiones, sean nuevas, irreverentes, desconocidas o irreconocible, de inmutable espíritu fisgón y con una lealtad, de grado canino, para extraer, compartir y transmitir la esencia de nuestra cultural, esa que está a tiro de piedra y a la vuelta de la plaza, entre callejones, en las cocheras e incrustada en los sueños y visiones: tiernos, frustrados, abatidos, renacidos y adoptados.

Consejo Editorial (Los Perros): Pero admitámoslo, también nos llama el olor a cuero usado y taberna citadina, nos regocijamos en la comodidad y armonía que lo clásico ha reclamado para sí, apreciamos lo creado, lo agradecemos, pues ha sido inspiración y vara para nuestros saltos.

Jesús Beniel Velasco Reyes Bruno Maximiliano García Cortés Pedro Miguel Guillen D. Domingo Valtierra Robles Víctor Manuel Elizondo Santos


...evidentemente no se anuncia aquĂ­.



interview

Jazzman

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Ent evista al ma t o de ma t os:

Juan José Valdivia Santa María Pocos son los elegidos para ser maestros y, sin embargo, todos terminamos por recibir enseñanza de alguno. Maestros de percusión los hay muy contados. Desde muy pequeño, el maestro Valdivia ya se encontraba rodeado de música. Formó parte del cuarteto mexicano de Jazz, además ha impartido clases en la escuela de Bellas Artes, en la ciudad de México. Por razones de salud tuvo que emigrar a Guadalajara, donde actualmente se desempeña como docente en el departamento de Música de la Universidad de Guadalajara y como director de la Big Band Jazz, de esta Universidad. Es maestro de grandes intérpretes (Antonio Sánchez, por ejemplo) y maestro interminable de sí mismo; un gurú percusivo, cuya motivación es la música. Hablar con él es sinónimo de recibir una clase: “por corazón, un tambor con taquicardia”. La entrevista a continuación se realizó un día de Julio (de los nublados), rodeado de música y con el permiso de los santos y del “jazz-man.” ¿Recuerda usted cuáles fueron sus primeras lecciones musicales? Sí, fueron a los 9 años, en 1968 en la Ciudad de México, con el Maestro Javier González. ¿Recuerda cuál fue su primera enseñanza o el contenido de sus lecciones? Fueron los ritmos de Bossa Nova, ritmos Latinos y de Jazz. ¿Considera usted que éste fue su nacimiento o surgimiento musical? Sí. ¿Cómo es o cómo debe de ser la relación música–humano? A través del instrumento, que es una extensión del

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propio cuerpo. No es un elemento ajeno, si existe esa conexión, entonces hay una relación, esto es humanizar el instrumento, transformarlo en otra extensión de ti mismo. ¿Qué lo llevó a tocar la batería y cómo fue su primera Batería? La intuición. No hay nada más, simplemente la intuición. La primera batería que tuve era una batería marca Broadway, modelo 1922, con parches de piel. Una batería híbrida que tenía elementos modernos y con antiguos parches de piel, algunos parches de plástico y platillos antiguos. ¿Cómo fue que llegó hasta usted esa batería? Me la regalaron; fue un regalo de mi cuñado. ¿Cree que la percusión, el tambor, lo llamó a usted? ¿O fue que entre ambos se llamaron? Es algo mutuo. Cuando era niño y escuchaba algún ensamble donde había bombo o platillos, yo sentía que mi cuerpo vibraba y me daba miedo, hasta que descubrí que eso es lo importante, que uno vibre junto con la música. ¿Cómo fue su primera vez como maestro, qué expectativas tenía, qué sintió? Fue en el 83', en Bellas Artes. Pues sentí el miedo, ¿no? Miedo de enfrentarse a uno mismo. Una cosa es tocar y otra es enseñar: enseñar es algo que tiene que ver con la humildad y compartir. Finalmente, el mundo artístico es algo muy egoísta, muy personalizado; entonces, como enseñar es compartir, yo creo que eso fue lo más difícil, entregar lo que tanto trabajo me había costado aprender. ¿Cuáles fueron las primeras lecciones para sus


primeros alumnos? Con el “Stick Control,” Páginas cinco, seis y siete; y el “Carmine Apice,” método de rock; y el de Jazz, Jim Chapin, ahí en Bellas Artes. Abordando el tema del Jazz, ¿Qué es el Jazz? El Jazz es una forma musical contemporánea que es interactiva y que además es muy versátil. Tiene diferentes elementos, no es un estilo musical. Es un organismo complejo que comprende diversos estilos eclécticos de diferentes épocas. Conforman en un estilo: el tema, la improvisación y al solo. ¿Cuándo o cómo es que se rompe el cascarón del jazz para un músico? Cuando tiene ganas de aprender a improvisar. El jazz no es algo estereotipado o un paradigma, es una situación mental en la cual, tú, en cualquier estilo que toques, empiezas a improvisar. En cuanto deseas improvisar, toques la música que toques, ya estás tocando Jazz. ¿Cómo puede, entonces, enseñarse o aprender el Jazz? Conociendo la intuición de cada persona. O sea, tú no enseñas a improvisar a nadie, ellos te enseñan cómo quieren improvisar y utilizan los recursos que se enseñan siempre: las técnicas, las escalas, el Groove, el beat; todo es parte del jazz pero, básicamente, el jazz o la improvisación es algo que tiene cada quien espontáneamente. Es una forma de expresarse. ¿Cree que el Jazz es todavía un “género” vigente? El jazz siempre ha existido, la actitud de crear e improvisar siempre ha existido. Para la gente, el jazz es un nombre que se le ha dado para comercializar ese tipo de música. En toda la música, a través de la historia, ha existido la improvisación; el jazz, lo único que hace, es resaltar ese aspecto que en la mayoría de la música que hay ahora, pues está dormida o se ha eliminado por los patrones comerciales que existen. Entonces, ¿en qué consiste ser un “Jazzero” o un jazz-man, como se le llama a alguien que toca jazz? La época del jazz comprende simplemente 40 años, de 1917 a 1948. La era del jazz termina ahí. Todo lo posterior, el post-jazz, pues es la música llamada

contemporánea. ¿Cómo se define a un “jazzista”? Pues es una persona que maneja ese lenguaje de casi 30 años. Ya, lo que sigue después, no es jazz. ¿Nos podría mencionar algunos artistas para los neófitos en el jazz? Hay diferentes artistas, los más conocidos son Neil Armstrong, Benny Goodman, Glenn Miller, Dave Brubeck, Chick Corea, Los hermanos Brecker, Art Blakey, Miles Davis. Hay varios, pero los más destacados son éstos. Usted menciona, en los ensayos, que el Jazz es como hacer el amor, ¿Cuál fue su primer encuentro amoroso con el Jazz? Cuando ya empecé a tocar con músicos de jazz, cuando tuve la oportunidad, a mediados de los 70's y principios de los 80's, de conocer el lenguaje... No era tanto como que lo tocara, era más bien empezar a escuchar el jazz. Tenía un primo que iba a Tepito y compraba acetatos usados. Él era un amante del jazz; a mi papá y a mi mamá también les gustaba mucho el swing, el foxtrot, el bebop. Entonces, el empezar a tocar con la gente que tocaba esa música que yo escuchaba fríamente en los acetatos, fue lo que generó esa relación amorosa que todavía sigue. En cuanto al futuro del Jazz, ¿cuál es la evolución? Y, si ha habido, ¿cuál fue la revolución? El jazz no tiene futuro, lo que tiene es la espontaneidad que va surgiendo. Es como un síndrome, no es algo específico, no es algo así como programado, es algo que aparece, evoluciona, implosiona, causa una infección y, luego, se aleja un tiempo y vuelve a aparecer. Es algo que siempre ha existido y siempre existirá. No es, en sí, un estilo. O sea, el nombre de “Jazz” es un cliché que se aplicó en los años 40 para vender ese tipo de música. Realmente, es música afroamericana alternativa. El jazz no existe tal cual, sino que es un nombre que se inventó para poder vender, igual que el rock & roll, igual que el swing. Todos ésos son clichés comerciales, nada más. ¿Podría decirse que el jazz es siempre una primera vez? Sí, sí. Porque siempre la improvisación va a ser nueva. Es renovarse o morir. Nunca vas a improvisar igual, esa es la ventaja del jazz y, tal vez, también su

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desventaja, porque lo vuelve efímero. Pero ese principio de existencia y no existencia es lo que le da vida al jazz, y lo que le da permanencia, después. ¿Cuál fue la primera big band donde tocó? En el año del 84', con una big band que se llamaba Orquesta de Free Jazz, en la ciudad de México. No era exactamente jazz de la era del jazz, sino free jazz. Esa fue la primera vez. ¿Cómo conjuntar tantas primeras veces para que suene esto que se llama música? Pues, partiendo de la eternidad del arte, de la divina proporción que es la misma imagen que viene desde la antigüedad, desde las vírgenes neolíticas hasta las modelos de “miss mundo”. Ahí vez la eternidad, pueden morir las figuras originales, pero el eterno femenino y el eterno masculino ahí estará; lo mismo con el jazz, el siempre empezar partiendo de algo que no conoces es algo que tiene cualquier forma de arte; no hay un límite para esto. En cuanto a la big band que dirige hoy en día ¿Cuál fue su motivación para crearla o seguir con ella? Es un accidente que ocurre en la vida de cualquier músico, reencontrar aspectos que parecen perdidos. Vas de una ciudad a otra y, donde terminaste una cosa, comienza otra. Entonces es como una mandrágora, es como una medusa a la que le cortas un extremo de un lado y vuelve a renacer en otro. Esto es la continuidad en la que ya había pasado en otras ciudades. ¿Cómo puede discernir con sus alumnos esa intuición de poder tocar jazz, rock, etc.? Ese es un mero formalismo, tú tiras la red y la gente te dice qué es lo que quiere, entonces tú ya te das cuenta de qué es o hacia donde se dirige. Tú no puedes interferir en ese sueño. Hay gente que puede estar un segundo en la Big Band y aprender lo que necesita, y hay gente que puede estar un año, un siglo ahí y nunca llega a completar sus expectativas. Simplemente tiras la red, tiras el señuelo, y la gente hace el trabajo. La misma gente te va diciendo qué es lo que quiere. Eso, pues, ya es una cuestión de experiencia personal, de realización personal que uno va teniendo, conforme pasan los años te puedes ir dando cuenta, pero tú no tienes que dirigir o conducir a la gente, la gente ya trae lo que tiene que hacer.

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¿De todas sus primeras veces cuál es la que recuerda con más cariño? Cuando leí un libro de Paulo Fraire, que decía que la educación era el principio de la libertad y la autogestión. Fue cuando entendí que la retroalimentación de cualquier momento en que toques un tema de jazz es lo más importante, si te lleva a la autorealización y a la libertad. Entonces, decir “cuándo” es más bien decir “quién sabe,” porque no creo que haya empezado o haya terminado. Yo creo que siempre es un ciclo que está renovándose, no hay principio ni fin, sólo es actuar, interactuar y continuar.


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literatura

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Xeno-

Los niños pirómanos

no deben Vete, vayámonos, quizá a distancia sí funcione; Conoce personas, hazte de heridas, córtate el cabello, quema tu ropa. Yo, por mi parte, voy a la guerra; A embriagarme, dejarme la barba, tener mil amantes, abandonar mi tierra abandonar mi familia y amigos.

jugar con fuego

Ten hijos, cuantos quieras deja las cicatrices, trabaja esfuérzate al límite, o déjalo todo atrás puede que yo haga lo mismo, en Dheli, en Hawai, no sé dónde. Así nos volvemos a encontrar, por muy lejos que estuvimos ahora al no reconocer el uno al otro puede que esta vez lo hagamos bien.

Daniel Orozco Nací un veintisiete de noviembre del año mil novecientos noventa y tres, en el municipio de Guadalajara, del estado de Jalisco. Soy estudiante de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad de Guadalajara, estoy cursando el quinto semestre de la misma y es la primera vez que me publican. Por seudónimo estaría de maravilla que me publiquen con mi nombre, no necesito anonimatos.

Recuerdo la emoción cuando raspé el cerillo prístino contra el costado de una caja Yo era un niño fascinado por la pequeña flama vacilante. De inmediato me aficioné a las diversiones que proporciona el fuego. Mi vehemencia se igualó a la de un pirómano adulto. No preví las graves consecuencias. Pronto descubrí que dos o más cerrillos

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juntos, enlazados por el palito y con las coloridas cabezas unidas, aumentaban la potencia de la llama. A partir de ahí fue fácil extrapolar la ecuación. Aprendí a tejer racimos de fósforos. Dedicaba las tardes a entrelazar, uno a uno, docenas y docenas de cerillos. De esta manera elaboré varias esferas semejantes a moras. Ardían con el poder de antorchas. Un día decidí llevar mi habilidad hasta el extremo. Conseguí todas las cajas de cerillos posibles. Compré varios paquetes en la tienda, como si se tratara de un encargo materno. Luego recolecté las cajas de mi casa, de casa de la abuela y de casa de los tíos. En la escuela, intercambié mis juguetes con niños que me llevaban más cajas. Sin exageraciones, logré reunir un millar de cerillos. Necesité varias noches de trabajo incansable para armarlos. Mis tiernas manitas infantiles anudaban los tubitos de papel encerado. Ingenuamente confeccioné el arma que desgració mi vida. Conseguí formar una pelota de fósforos tan grande como la cabeza de un perro. El entusiasmo me hizo prescindir de la cuenta regresiva antes de la ignición. ¿Por qué no llegó un adulto responsable que frenara la tragedia? El armatoste encendió con un flamazo violento y una humareda copiosa. A mí me pareció que era un sol en miniatura. Sin embargo, apenas se consumieron la mitad de los cerillos, el humo desprendido fue demasiado. El fuego se asfixió. Ante el triste artefacto medio chamuscado, sentí una decepción tremenda. Debido a ese fracaso, el mayor y el primero de mi vida, comprendí que las grandes empresas acarrean grandes frustraciones. Crecí y me convertí en un pusilánime. Krsna Sánchez N. Escritor de cuentos fantásticos y de ciencia ficción. Al escribir minificciones, intenta seguir los ejemplos de Arreola y Monterroso. Nació el 26 de agosto de 1988. Originario de Michoacán. Estudiante de la licenciatura en letras de la universidad de Guadalajara. Publicado anteriormente en algunos números de La Cigarra, revista literaria.

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a


¿Cómo intentar( epito, intentar) llevar por primera vez

una elación de larga

distancia?

Si usted es de esos que se encaminan por primera vez (y quién sabe, tal vez la única) por el ancho sendero de las relaciones de larga distancia, aguarde un momento para leer esto, que de seguro le va a interesar. Primero que nada, sépase afortunado, no todos en el mundo son capaces de mantener una relación de este tipo, bien porque no hay confianza, bien porque no hay contactos físicos, bien porque no se les da la gana, bien porque creen que es una tontería, bien porque ni ellos mismos saben por qué. Así que no sólo sépase, sino siéntase afortunado, ahora forma parte de la minoría que lleva una relación en la que dos personas están separadas. Ya q u e a d o p t ó l a f o r t u n a c o m o estandarte, comience a pensar en la otra persona, día y noche, hora tras hora y repítase a sí mismo que uno eligió al otro y viceversa. Por tal motivo usted, si es que es su caso, sepa que no es el único que sufre. El ser amado, que se encuentra, no sé, digámoslo así, a 195 km de distancia, también lo está haciendo, ¿por qué?, sencillo, tal vez por las mismas razones y motivos que usted. Ahora que se sabe afortunado, que piensa en el ser amado y que sabe que no es el único que sufre, erradique todo comentario que crea dañino para su relación, esto es, haga caso omiso a palabras como “no te quiere”, “anda con alguien

más”, “jamás lo lograrán”, “amor de lejos, amor de tres” (o de cuatro, en el mejor de los casos) y un sin número de etcéteras que harían este punto interminable. Así que sólo no haga caso. ¿Cómo?, hágase el sordo, el tonto, el loco, las tres juntas y adoctrínese: si nos elegimos, fue porque nos amamos (aunque sólo usted sea el que esté enamorado).

Finalmente, si ninguno de los pasos anteriores funciona y siente temor de dejar ir lo que hasta ahora cree que es suyo, tome un autobús que lo lleve directo hacia su ser amado, bésense en los labios y den gracias a la vida por estos momentos en los que están juntos, cortitos, insulsos, pero llenos de significado. Ahora que si no está en condiciones de viajar, por el motivo que fuere, despiértese del sueño, porque esto no es más que una ilusión, dé media vuelta y salga corriendo. Es mejor afrontar la realidad, esa que muestra que las relaciones de larga distancia cuestan caras, y huir, que perder el corazón en los trayectos. Luigui Summer Nací en la ciudad de Guadalajara el 16 de noviembre de 1988. Actualmente estudio la Licenciatura en Educación Primaria, estoy en 5° semestre, en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco. Hablando de proyectos literarios, tengo uno que otro, pero éste viene a convertirse en mi primera publicación. A pesar de eso, debo decir que comencé a escribir en el otoño del 2005. Desde ese entonces, mis creaciones son en su mayoría poesía, aunque de vez en cuando también lo son pequeños relatos bastante breves. Este año inicié a compilar dichos escritos para formar una obra de mayor extensión. Hoy en día trabajo en ese proyecto, sin mencionar que, obviamente, sigo escribiendo, sigo creando.

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Hoy he despertado con unas ganas tremendas. He

ido al baño y, por cuestiones del movimiento parabólico, he tenido que orinar sentado para no mojar la taza. Cuando regresé a la habitación sentí que Animal, mi perro salchicha, me movía la cola, me sacaba la lengua y me miraba con deseo, coqueteándome. Entonces decidí seguirle el juego. Le guiñé un ojo, me pasé la lengua por los labios como esas mujeres de las películas que a mí me gustan, provocándolo, y me quité los calzoncillos. Ahora le doy palmaditas a la cama, mirándolo, y Animal brinca y se sube. Lo volteo, le levanto la cola y me quedo atento observando ese lugar estrecho, extraño, oscuro, excitante. Me intenta lamber la cara, y eso me disgusta, me fastidia. Entonces lo cargo y lo pongo entre mis piernas abiertas y le señalo el objetivo, ahí abajo, y le digo que ánimo, que lamba, que me interesa, que cero moralismos, que me aproveche… pero mi salchicha se acerca, despacio se acerca, huele y chillando se va. Decepcionado me sigo tocando, hurgando, consintiendo, y las ganas reprimidas me desesperan, me agobian, y lo llamo: “Animal, Animal, ven, amor, ven”, y no viene y me toca ir por él. Está en la cocina, debajo de la mesa de p l a n c h a r, e n t r e e l rebujo escondiéndose de mí. No responde a mis llamados, no quiere salir. Lo saco a la fuerza y lo traigo cargado a la cama, lo suelto lentamente y le digo, como les decía a mis exesposas, cositas bonitas al oído; le hago ojitos, caritas, lo acaricio y, ganado el terreno, lo cojo de la cabeza, de las orejas, y lo aprieto allí. Pero no, no hay caso. Patalea y se va. Ya no aguanto más. Las ganas me mortifican. Por eso, para evitar que mis apetitos me hagan ir al centro por furcias o hacer locuras, me he puesto a buscar en revistas modelos en ropa interior, en vestidos de baño o de falda y mal sentadas, pero solo veo letras y letras, sangre, promociones, actores, balones, basura y mujeres con cuerpos de photoshop que no provocan obturar. Desisto. Entonces voy a la nevera y saco una papaya. Se ve provocativa. Me mira. Le abro con cuchillo un orificio para mi tamaño y me la llevo para nuestra habitación. Debajo de las sábanas blancas la miro con deseo, la lambo con pasión, la toco, me toco, me imagino que me toca, le digo que la amo, espero a que se caliente y la penetro muy despacio, la perforo. Se siente bien, pero le falta vida. Animal regresa a la habitación y me ladra guau guau, como diciéndome

pervertido, zoófilo, frutófilo. Me mira desde el piso y eso me excita, me enloquece sentirme observado. Dejo la papaya a un lado por mala amante, le tiro un pedazo a mi salchicha para que coma, pero él lo desprecia, le ladra, lo reta, le propone duelo. Está celoso, seguro. Me sigue mirando fijamente. Entonces, para que no me desprecie otra vez, me limpio los rastros de la fruta y le doy palmaditas a la cama. Animal brinca de nuevo y se acomoda entre las almohadas mientras yo me lambo un dedo en movimientos ascendentes y descendentes que le muestro para que aprenda de la imitación. Lo cojo de las orejas. No hay caso. Sale corriendo y creo que jamás volverá a subirse a esta cama. Parece que me tiene miedo, que le teme a la culpa luego de la cópula, y por eso me evita. Ahora está escondido debajo del lavadero, donde viven las ratas. Tengo que acabar con el problema, así no más, como hacen los solitarios. Así que miro mi media naranja, parada contra el muro, tiesa, y me la pongo de condón. Me ubico boca abajo y rítmicamente penetro la almohada imaginando piel, curvas, b u ltos, or i fici os, manos… Me abrazo, beso desesperadamente las palmas de mi mano, me hago el amor, gimo, ohh, ohh, y, de un momento a otro, un impulso me lleva a pararme, bañarme, vestirme, y me voy a la calle en busca de alguien que se merezca estas ganas, que me las quite. Primera vez en la vida que mi salchicha no sale a despedirme. Ahora estoy parado en una esquina del centro de la ciudad fingiendo esperar el bus, mirando con deseo y disimulo a esas mujeres que aguardan a alguien como yo. Tengo la mano derecha dentro del bolsillo de la sudadera, pegándolo contra el pubis para que no se advierta mi excitación. Miro el reloj, fingiendo esperar a nadie, para no despertar sospechas, les pongo la mano a los taxis ocupados, hablo con nadie desde el teléfono público, nadie me llama al celular y le hablo un rato para no parecer un cliente… Afuera de las pensiones hay grupitos de mujeres mostrando sus atributos. Miro para todos lados y, cuando no veo a nadie, entro presuroso a uno de esos lugares, sin determinarlas, y me siento en las escaleras, lejos de la vista de futuros chantajistas. Soy el centro de

Mi salchicha

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Extran-

je os en

xico

¡Bonjour, Guadalajara! ¡Ah ouai, il fait chaud! Fue la primera cosa que pensé al bajar del avión. Como somos humanos: las cosas, las más sencillas y fundamentales son las que nos tocan en primero: clima, comida, mosquitos. El clima ha sido increíble siempre. ¡Qué bueno es disfrutar de tanto sol en invierno! Para los franceses, el sol nunca viene antes de Mayo, y aún en Mayo, no hace calor, y el sol es muy débil; todo lo contrario de lo que vi en Guadalajara. Segunda cosa: la comida. Waouh.

"¡Nunca comí cosas tan ricas, con perfu‐ mes y gustos tan nuevos!" Al principio, no me atreví a comer en puestos de la calle, porque tuve miedo de enfermar; pero después de 2 semanas, no pude resistir. Tuve que probar todo lo que pude encontrar. Y sí, enfermé algunas veces, pero la comida fue siempre tan rica, que no me importó. Te r ce r p u n to, a l go m u y pesado: los mosquitos. En Europa, los mosquitos sólo salen entre Junio y Septiembre y en las regiones calientes; entonces, no hay tantos mosquitos como aquí, nunca. Esas fueron las cosas triviales; lo que no pensamos pero que sí nos toca. Vino después el descubrimiento de la universidad, de la ge n te y d e l a c i u d a d d e Guadalajara. Estudiar en otra lengua, en otro país, es muy

atención para ellas. “Mi amor, treinta y usted paga la pieza”, me dice una rubia fea que me sirve, pero yo tan solo tengo veinte, “y la pieza vale diez la media hora, bien rico, papi”, pero yo le digo que gracias, mami, que solo me senté a descansar, que me sentía mal, mareado, indispuesto. Cuando se me acerque una más barata le diré que sí, sin dudar, sea como sea. Estoy muy mal, que exploto. Me he quedado mirándolas un buen rato. Ellas me sonríen y me guiñan el ojo, se prodigan, y eso me excita más. Una morena me ha dicho con señas desde afuera que subamos, otra que cincuenta con los dedos, otra que cuarenta con todo… Pero ya n o a g u a n to m á s y a c á tampoco se pudo. Entonces miro para todos lados, miro unas nalgas y unos pechos detenidamente para guardármelos de recuerdo para la casa y, cuando no veo a nadie por ahí, salgo a la carrera. Ahora estoy en el parque, cerca de mi casa, por si de pronto, uno no sabe, se arrima una mujer que me coja de la mano sin decir nada y me lleve a mi casa y me haga de todo y se vaya sin decir nada. Pero nada pasa. La Virgen solo se les aparece a l o s o t ro s. E n to n ce s, cansado de esperar, sin esperanzas ya, pienso que lo mejor será volver a casa y sentarme en la sala, detrás de la cortina de la ventana, y acabar con el problema viendo la primera cosa pasar. En este momento

todas sirven. Estoy subiendo por la loma, aburrido, urgido, y las calles están más solas que nunca. Entonces aprovecho y meto la mano dentro de los calzoncillos y me toco y me excito más, más me mojo, y pienso que soy un animal, ¿Animal?, que todos los hombres somos animales, primarios, primates, y me acuerdo de mi salchicha querido y se me envenenan los pensamientos. Se me ocurre una idea. Voy a la tienda y compro dos tarros pequeños. Serán suficientes. He entrado a la casa y Animal me ha mirado con amor, me ha reído con su cola. Ya no me tiene miedo, es noble, y ha olvidado lo de la mañana. En la cocina le muestro uno de los tarros abierto y estira su largo cuerpo lo más que puede para alcanzarlo. Me persigue a donde voy. Está ansioso. Tiene muchas ganas. ¡Lo tengo en mis manos! Aprovecho y me quito la ropa y me acuesto en las baldosas del corredor. Me mira. Me huele. Ahora sí le parezco interesante. ¡Interesado! Me desea. Entonces ensayo primero untándome en las tetillas. Las lambe, medio mordiendo. Se siente bien, placentero. Lo miro esperar ansioso. No dudo en embadurnármelo todo, también los testículos y, ahora sí, por fin, Animal me da placer, ahh, mucho placer, ahh, ahh, me lambe rápido, delicioso, mejor que cualquier mujer. Es la perfección, el ideal, el Perro Maravilla: además de buen amante no pide perfumes caros, cadenas, nada; tampoco pone pereque. Y me echo más, más y más, y me froto y la excitación aumenta y el placer y me vuelvo loco y cierro los ojos y me echo más, y me imagino otra boca, con labios rojos, y otro cuerpo, con senos, sin pene, sin cola, sin pulgas, y me ayudo con las manos y no para de lamber y gimo y estoy a punto del orgasmo y no se cansa, no se puede cansar y ya, ya, ya, ya casi, y la boca y la lengua y los dientes y ya, ya, ya, y los ojos se me blanquean y la leche condensada se riega… y cierra los ojos y aprieta por impulso los dientes, muy fuerte, y grito y chilla, tose, babea, gruñe y mi salchicha se va y llega mucha sangre, mucha, y no soporto el dolor y no sé qué voy a hacer con esta pérdida tan grande. David Betancourt David Betancourt (Medellín, Colombia, 1982). Ha publicado cuentos en prestigiosos medios de su país. Además, en revistas internacionales, como Ónice (Perú), Letralia (Venezuela), SoHo (México), Río Grande Review (Estados Unidos), The Barcelona Review (España), Cuadernos del matemático (España), Hómines (España), entre otras. Algunos de sus cuentos han sido incluidos en importantes antologías. Ha ganado varios concursos de cuento a nivel nacional e internacional. Libros de cuento publicados: Buenos muchachos (Editorial Universidad de Antioquia, Colombia, 2011). Yo no maté al perrito y otros cuentos de enemigos (Editorial Equinoccio, Venezuela, 2013; Ediciones Escritura Creativa, Colombia, 2014). Una codorniz para la quinceañera y otros absurdos (Pulso y Letra Editores, Colombia, 2014). Cuentos de Risa (inédito) es su cuarto libro. Escribe en México Beber para contarla, cuentos sobre el alcohol.

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El paragua de

peces

Cuando abrí los ojos sentí frío. Todo estaba pintado de un azul profundo, que por instantes me hacía pensar irremediablemente en el negro. De pronto y no sé de dónde, un ligero viento, húmedo y denso, que se abrazaba a los vellos de mi piel y me abanicaba el cabello en ondas suaves y pausadas. Levanté un brazo y con el dorso de mi mano y la yema de mis dedos, golpeaba de izquierda a derecha el espacio que me contenía; mi palmoteo era lento, no por elección; lento por el peso del ambiente y fluido a la vez, lentamente fluido. Dejos de mi claustrofobia comenzaban a asomar en medio de aquellas extrañas sensaciones y ese indescifrable escenario, cuando de la nada vislumbré un punto claro que crecía constantemente a la distancia. Estaba flotando entre las capas de mi azul profundo, flotando y andando… en mi dirección; en cuestión de segundos pasó de ser un simple punto, a ser un cuerpo de luz del tamaño de una regla escolar que se bamboleaba hacia un lado y hacia el otro, impulsándose hacia el frente. Pompas traslúcidas surgían de aquel cúmulo de resplandor. Estaba yo enajenada con esa curiosa escena cuando el pequeño personaje se acercó a mí y me rodeó. Entonces se detuvo, dándome “la espalda”, justo a unos 30 o 40 cm. de mi cara. Quería tocarlo; alcé la mano a la altura de mi rostro, recordé cuando de niña perseguía luciérnagas lanzando palmadas huecas para atrapar alguna en el recoveco de mis manos; así que avalancé mis dedos en un movimiento rápido hacia adelante, pero antes de llegar a mi objetivo, este viró vivazmente hacia mí y detuvo cualquier acción de mi parte al clavarme su mirada.

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Era la primera vez que un pez me miraba a los ojos. Un pez… Un pez que parecía que tuviese una farola en el estómago llenando sus entrañas de luz. Un pez mirándome; ¡Qué absurdo! Hubiese pensado de no haber estado tan absorta en el mismo hecho. En medio de aquella oscuridad casi absoluta, sus escamas amarillas centelleaban en colores tornasoles, irradiando eso que parecía ser una suave e intensa luz que le emanaba desde adentro, como si se hubiese tragado una bombilla y tuviese el estómago diáfano. Quise agarrarlo de nuevo, esta vez sin reflexionarlo, de manera instintiva, incluso lúdica, infantil; por arco reflejo levanté los brazos, y simulando la línea de un aplauso, dejé caer una palma sobre la otra. Podría asegurar que el pez se rió de mi osadía, justo antes de batir sus aletas, dar media vuelta y desaparecer, dejándome sumergida en aquel casi negro vacío y sofocante. De pronto, a lo lejos… ¡Luciérnagas!...

interesante. Tenemos la elección de todas las materias, entonces, todo lo que hacemos nos gusta. Ok, no todo; pero casi todo. Estudio en el CUCSH (Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades) donde se estudia letras, idiomas, historia, filosofía, antropología, etc... Somos todos (maestros y alumnos) muy relajados en este centro. La universidad cambia mucho de lo que conozco en Francia: podemos fumar entre las clases, comer y beber en clase, l o s m a e s t ro s y a l u m n o s pueden salir de la clase para telefonear, el "retraso" no existe...

"Los mexicanos han cambiado la universidad en algo muy divertido y agradable". Sí, así es la gente aquí. La gente que conozco es muy amable, muy interesada por las otras culturas y podemos hablar de todo, intentando cambiar el mundo durante horas. Los Mexicanos son mucho más fuertes que nosotros, europeos, porque van a la universidad y trabajan al mismo tiempo. En Francia, terminamos los estudios antes de empezar a trabajar. Y eso no funciona tan bien, porque los estudios son demasiado largos. En lo que concierne la ciudad, lo que descubrí de Guadalajara son los monumentos, los más conocidos de la ciudad: la Catedral, el Teatro Degollado, San Juan de Dios, los tianguis y mercados... Todo eso y más, en una ciudad gigante.

"El tamaño de la ciudad es 2 veces el tamaño de París". Las distancias son inmensas. Pero después de algunas semanas, me acostumbré. Y andar por la ciudad durante horas para descubrir pequeñas calles y lugares escondidos es un verdadero placer. Al platicar con amigos, me di cuenta de ciertas cosas muy extrañas sobre México. Es un país lleno de paradojas. Culturalmente primero:

"Guadalajara es una de las ciudades más tradicionalistas y


católicas de México, pero también la capital gay del país". Súper raro, desde mi punto de vista. Encontramos esa paradoja otra vez, al abordar el tema de las drogas. Se encuentra marihuana por todas partes en esta ciudad. En Europa, todo lo que concierne a las drogas es ilegal y caro. Súper caro. Para los europeos, las drogas son malas. Aquí, es más complicado definir la marihuana como algo malo. Me di cuenta de esto muy rápidamente. A mí me encanta este pensamiento, y esta cultura de la marihuana, considerada como algo casi tradicional. Y el tema de la droga nos lleva automáticamente al tema de la corrupción, corrupción que vemos to d o s e n n u e s t ra s v i d a s cotidianas. Pero no se debe pensar que no hay corrupción en Europa. Hay corrupción como aquí, pero todo es más escondido. Y se ve más en el mundo del trabajo y en la política que en nuestras vidas cotidianas. Aquí, es suficiente pagar un sexto del precio de una botella de alcohol para comprarla en los Oxxos, después de la hora legal para vender alcohol. Eso nunca pudiera existir en Francia, por una razón muy sencilla: no tenemos tiendas abiertas 24/7. Ni Oxxo, ni Seven Eleven. No sé cómo haré al regresar a París. Para concluir con mis observaciones, tengo que decir que vivir aquí es tan diferente de la vida que tengo en Francia, que comparar casi sirve para nada.

" A h o ra , te n go d o s vidas: la que tuve en Francia, y la que amo, aquí en esta ciudad mágica". Regresar será duro.

Céline Guillemot Soy francesa, de Paris, estudiante de 20 años. Viví en México, los 6 primeros meses de 2014, y ahora estoy en Madrid, por lo que resta del año. Me gustan los artes, el cine, la foto, la música, y el teatro, un poco de todo. Me encantan los viajes y el descubrimiento de nuevas culturas y personas.

dos, tres, cuatro, diez, veinte, docenas; cien, más, muchas; decenas de puntos luminiscentes aparecieron de la nada. Era ese mismo pez, multiplicado por muchos más… todo un cardumen que ahora me envolvía con su resplandor y su silencioso nado; silencioso al oído, puesto que a la vista resultaba una danza tan obvia que mi mente creó al instante una melodía metal que me sumió en una tranquilidad absoluta. Me olvidé de todo, si es que en algún momento me había acordado de algo… de todo y sonreí. Entonces abrí los ojos. Habían encendido la luz; mi paraguas de aluminio estaba ahí… y sobre mi mesa un montón de bocetos del mecanismo y los peces; ilustraciones del cardumen; anotaciones de peso, de medidas, de cantidades, de aproximados de esto y de aquello. Apuntes sobre los tiempos, los bailarines, la escena musical en que aparecerían un montón de marionetas marinas luminiscentes. Tiras de leds, cables, pinzas, tela, alambres, una batería eléctrica, conexiones… y un

esqueleto de fierro con forma de pez, con una tira de luces dibujándole el perímetro. Encendida. Todos mis peces se habían ido, todos excepto ese; el primero de muchos… el mismo que me miró… el mismo que yo había creado. Era la primera vez que jugaba con la luz. Era la primera vez que jugaba con un pez de luz… con muchos… con mi paraguas trazando líneas para sostenerlos y llevarlos, y hacerlos flotar, y producirles movimiento, y hacerlos danzar. El pez empezó a respirar; se levantó y flotó sobre la mesa. Nadó hacia el paraguas y se ancló a una de las varillas junto a un montón de esqueletos que tiritaban colgantes. Seguía soñando; lo supe cuando las lámparas volvieron a extinguirse y a hundirme en aquella densa oscuridad y miré el reloj: eran las 11 am. Volvió a mirarme y entonces le seguí; nadando y lanzando burbujas, respirando agua y aleteando. Era un pez. Un pez hechizado por el encanto de ese paraguas que se alejaba elegantemente, dando giros como carrusel. El paraguas; el pez, mi pez; otro pez, yo.

María del Sol Nací en Guadalajara; aunque por mi familia, me considero mitad zacatecana. Pasé la primera parte de mi infancia en un pequeño pueblo jalisciense, para después mudarme a una pequeña ciudad y posteriormente a Zapopan; donde a la edad de 12 años comencé a escribir poesía. Desde pequeña sentía una fuerte inclinación hacia la pintura, así que estudié Artes Visuales. Sin embargo con el tiempo y de manera más instintiva que consiente, descubrí mi gusto enorme por las letras y me di cuenta de que desde mi adolescencia no había dejado de escribir, pasando por diversos temas plasmados básicamente en poesías y cuentos. Actualmente resido en Quintana Roo y mi encanto por las palabras continúa creciendo.

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El primer

hom-

be

Un estruendo abrió la tierra Un hermano supo por vez primera Lo que dolía no ser amado, Y derramó en un acto de redención El sacrifico.

El origen de tu naturaleza No te perdonó: no ser como el Dios inmortal, Lagrimas por una eternidad no elegida, Silencio inmutable, Desde tu sangre Se marcaron para siempre En toda la humanidad. En ti clamo el mandato de la divinidad Y la piedad que ya no nos alcanzó, Bajo las manos de tu hermano El sueño profundo Iluminó tu rostro: La muerte del primer hombre.

Si no sangra, no uye En el bar sonaba una mezcla de guitarras tristes y bajos que se resistían a morir, mientras que una chica de fleco negro y botas negras ladraba cosas con filo por la boca. En la batería, una chica agitaba una melena rubia y cuando cantaba en los coros su voz era como vidrios rotos. Era como cuando una chica termina de llorar y habla: esa mezcla de aguardiente en la garganta y nudo de corbata chueco en el cuello que no te deja hablar. Y, entonces, fue allí cuando la vi, camuflada entre todos. En la barra, el novio de la guitarrista me dijo que era un cover de una canción llamada Starving, de una banda americana que nadie conocía llamada Sunday Munich. Luego, cuando vio que estaba observando para otro lado, para donde estaba ella, me dijo que ni lo pensara. Dijo cosas que yo ignoré, porque yo ya estaba en lo mío. Sólo hasta ese instante en que la vi, supe que mi mundo estaba por demás fracturado. Ella era una mezcla insana de gritos sin ruido y riffs de guitarras distorsionados. Ella fue un remix de infiernos en mi mirada. El tiempo que la tuve entre mis brazos fue tiempo que nunca fue mío; pero igual tenía que acercarme, tú entiendes, si morir no fuera tan fácil, estar vivo, soportando tanta joda, no tendría ninguna maldita gracia. Y allí sigues, cuentas el tercer cruce de miradas y no te queda nada más idiota por hacer que acercarte. ¿Lo ves? Incluso con toda esa joda colgando de nuestros pantalones, con todos los modos sencillos de suicidarse, te empeñas en seguir viviendo.

Vianey Mendoza Nació en la ciudad de Guadalajara, en Julio de 1986. En la actualidad es Licenciada en Filosofía, y estudiante de la Licenciatura en Trabajo Social, por la UDG. Se inició en la escritura de poesía a los trece años. Aunque su formación académica no lo es en las letras, siempre se ha considerado una espectadora de todo aquello que en la vida cotidiana del hombre lo impulsa a crear y a soñar con otras realidades, ese hilo de Teseo, es a su juicio, el arte, y concretamente la poesía. Sus participaciones en el ámbito de la poesía han sido breves: con la lectura y creación de poesía en el proyecto “Peña, el jardín” realizado por la Mtra. Sofía de los Ángeles Acosta Villavicencio, del Departamento de Filosofía (UDG) en el CUCSH, en 2008. Con la publicación de un poema en la revista digital Fedra, Pensamiento y Palabra bajo la dirección de Federico Jiménez, no. 10 en 2008. Y con la publicación de un poema en Catálogo poético de Guadalajara, editorial Edhalca, bajo la dirección de Sergio Haro Alcaraz en el 2011.

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En el momento en que sonrió y se acomodó el mechón por detrás de la oreja, supe que todo sería caótico. Luego vi cómo me miraba directo a las pupilas y el instinto de supervivencia zombie se me excitó de golpe. Me susurra: vas a salir más madreado de cómo entraste.


Allí te quedas, tocas la vena y sabes que adentro lleva sangre y aunque tienes miedo de pincharte mal, te aguantas y le invitas una cerveza y te jodes. Y te dice su nombre y te sonríe y te jodes más. La arteria comienza a vomitar por el pinchazo chueco. Un escritor me dijo una vez: si no sangra no fluye. Alejo Amargo Bebe cejas guapas y se enamora de cervezas; En ocasiones pasa al revés. Hace poco, Amargo era adolescente, y no le dieron permiso de dispararse en la sien con un revólver que le vendieron en la central vieja. Creció molesto y se enseñó a escribir con la pistola. Para sobrellevar el alcoholismo mezcla el cine grindhouse con la literatura. Piensa que la creación literaria es un mustang del 65 rojo que viaja por el desierto de Texas con Jenny Lewis amordazada en la cajuela y Cotton Fields de los Creedence escapando por el radiador.

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El

Abor-

daje

2

Al final de mis días, rodeado de la negrura de la jungla de Nassau y el brillo de las estrellar en el cielo, escuchando atentamente el oleaje, ese sonido que me ha acompañado por casi cincuenta años, no puedo evitar derramar las lágrimas en mi lecho, sin poder manejar algo más pesado que una pluma que solamente atraviesa la boca de su tintero, extrañando cuando en vez de la pluma empuñaba una cimitarra traída de las lejanas tierras orientales, la cimitarra que atravesó a cientos de personas y que yace ahora colgada frente a mí, en la pared de la que cuelgan los retratos de mi mujer y mis hijos.

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Mi nombre es Gaven Iduan: mi padre era un navegante árabe, mi madre una tabernera inglesa, y yo un problemático que abandonó Inglaterra en 1692, con sólo dieciséis años a mis espaldas, para perseguir mi sueño de navegar el Caribe. El destino y varias acciones mías no me permitieron llegar a ser un capitán mercader, y terminé siendo un pirata apodado como El Árabe, debido tanto al apellido, a mi piel morena desde antes de asolearme, y a un interés muy propio sobre la cultura de la que descendía. En mi vida presencié muchos actos deshonestos, ataques, asesinatos, pero no puedo dejar de negar que la piratería fuera un momento más en este mundo, como lo dicen las obras que leía, y ese momento ha quedado atrás. Mi bergantín, El Soberano, y su tripulación han quedado ya en los días pasados. Esos días de los que ahora me apoyo para escribir mis memorias. Y ya que hemos llegado aquí, voy a contarte mi primer abordaje siendo ya capitán, lo que significa que este abordaje fue debido a mí, y así debe quedar en la historia. Navegábamos entre pequeñas islas, evitando a toda costa encallar en su arena, buscando un lugar donde detenernos y dejar descansar a la tripulación, pues estas islas que he mencionado era uno de los destinos de descansos en nuestras acostumbradas rutas para asaltar a barcos mercaderes. Tres días antes habíamos interceptado a un par de cañoneras que viajaban con madera, pólvora y municiones de mortero naval, así que teníamos reserva para la lucha. Supongo que fue lo mejor, pues sino probablemente no habríamos soportado la sorpresa: tras una isla, había aparecido una fragata imperial. Y era una fragata hecha para la guerra, pues gracias al catalejo, pude observar sus treinta cañones laterales, cuatro principales, un mortero y un


espolón que apuntaba peligrosamente hacia nosotros. No perdí tiempo, y a pesar de la fatiga, mis hombres tampoco lo hicieron: todos corrieron a sus puestos, giré a estribor y los cañones de babor tuvieron a tiro lejano a la fragata. Ordené que se cargaran los dos morteros, y después de calcular la puntería, fueron disparados. Los resultados fueron daños a cubierta, a las velas y al mástil central de la fragata. Dañado este último, no duró mucho antes de bajar drásticamente su velocidad y quedar casi varada. La fragata respondió con los cañones delanteros, cuya mayoría de tiros pasó zumbando junto a la cubierta, dañando partes menores, y un cañón de cubierta que quedó volcado sobre su operador. Con mi Soberano a media vela, fue acercándome cautelosamente a nuestros enemigos, procurando evitar sus laterales y los cañones que tenían listos para destrozar nuestra nave. Otro tiro de nuestros morteros provocó un daño no sólo en la fragata, sino en su tripulación, así que decidí que era el mejor momento para abordarla. El espolón del Soberano partió la parte delantera de babor de nuestros enemigos, y ambas naves quedaron unidas. Dejé a mi contramaestre, Narval, para que piloteara el timón, mientras yo me lanzaba hacia la fragata imperial, cimitarra en mano, a la vanguardia de mis hombres. Con mi pistola abatí a un soldado que rechazó a uno de mis hombres con otro tiro, y justo tras caer en la cubierta, degollé a otro soldado descuidado. Iba directo hacia su capitán, que distinguía allá en su timón. Recogí un mosquete dejado por un soldado muerto y disparé contra un enemigo que luchaba contra un pirata, siendo alcanzado en el cuello y enseguida por la espada del pirata. Solté el mosquete y corrí a enfrentarme con dos soldados que habían

vencido ya a uno de mis hombres; una estocada y uno de ellos quedó herido, mientras que el otro demoró tres golpes en sucumbir. Junto a mí dispararon un mosquete, que me ensordeció y casi causa que un soldado me rajara el torso, pero lo esquivé y le disparé a quemarropa con mi pistola secundaria. En ese momento pude contar unos cuarenta piratas en cubierta de la fragata, el número que consideraba que soportaría hasta la muerte del capitán. Así que fui por él. El cobarde era custodiado por otros dos soldados, que usaban mosquetes. Esquivé las bayonetas de los mismos, atravesando con mi cimitarra en el acto a uno, y después deteniendo varios golpes contra mi persona, degollando al otro soldado después. Tomé un mosquete de las manos inertes de una reciente víctima y disparé a bocajarro contra el capitán, quién no creía ver su sangre manar de la nueva herida. Atravesé descaradamente su pecho con mi cimitarra, y girándome sobre mis pies, les indiqué la victoria a mis hombres, obligando a los soldados imperiales a rendirse o perecer. Se rindieron los sobrevivientes, era la decisión inteligente.

Quetzalcóatl Muñiz Lucio Participé en una página (es.gta.wikia.com) en un proyecto de fanfictions. Fundé y mantuve por dos años una página (es.creadorhistorias.wikia.com) para crear universos literarios. He escrito probablemente entre 20 y 30 historias y cuentos en mi vida, variando desde una página hasta el máximo mío actual, ciento treinta. Gané varios premios de Historia Destacada en es.gta.wikia.com, concursando contra otras historias. Gané tercer lugar y primer lugar en dos concursos separados en la preparatoria. Tengo un cuento publicado en el libro “Escritores del Futuro Vol.1” (antología).

19


El

fondo

Éramos alrededor de siete en la misma celda. Yo tenía dos días de haber sido ingresado y estaba más o menos tranquilo, sabiendo la falta de seriedad en mi asunto. Me habían detenido por fumar marihuana y nada pude hacer (mis veinte pesos nada pudieron hacer) para que me dejaran ir. Esa fue, pues, la primera vez que me habían encerrado; también la primera vez que fumé “vegetal verde” como dijeron los incorruptibles oficiales. Fue también la primera vez que me tomaron las huellas digitales y todos esos trámites que uno pasa adentro y que lo convierten formalmente en un delincuente. Todo aquello, ahora, me parece un poco secundario. Lo que en realidad pudiera ser algo de contar, supongo, es la paradójica sensación de libertad en que de pronto me encontré. Es decir: afuera, uno se la pasa hostigado por la idea de descender, de caer. ¿Descender aqué? ¿Caer de dónde? Nunca lo he sabido. Un debe sostenerse de la altura que pueda, según esto. Yo no sé. El caso es que, una vez dentro, cuando “caí” y ya tirado supe que más abajo no iba a llegar, me creció una tranquilidad como juro no la había sentido. Ahí, yo era mío. El lugar era reducido y a toda hora las lámparas del pasillo estaban encendidas. No había manera de saber la hora. Unos se la pasaban dormidos, tramitando la sentencia en sueños, alejados del influjo del tiempo y de su goteo impreciso que menoscababa los

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estribos. Ese tiempo estancado me gustaba, la verdad. Podía desmenuzar las horas a gusto, sin prisas; podía agarrarles el sabor. Los otros platicábamos. Ese sótano duro, de cierto modo, a todos nos iguala; eso también me gustaba. No sé cuántas veces conté la de cómo fue que me agarraron, había que hablar de algo y las historias luego se acababan. Cuando llegaba alguno de recién era mejor, porque entonces se podía hablar más. Uno de ésos, que le decían el Perro (sí parecía un perro viejo), entre tantas, contó una historia notable: que cuando él había caído a la “Grande” (la Penal de Puente Grande), conoció a un tal Paco el “Fugas”, creo que así le decían. Me acuerdo que me dijo que estaba como psycho, el tipo, y que se la pasaba solo, más que nada. En una ocasión, en la noche, no supe por qué tipo de suertes o astucias, el bueno de Paco se escapó del penal. Nadie dijo nada, previsiblemente; en su lugar ya no estaba. Lo buscaron esa noche, sin demasiadas ganas ni esperanzas, supongo. Ahora: si ya el hecho de que este Paco haya logrado escapar del penal es algo extraordinario (y genial, qué duda cabe), lo más extraño es lo que luego ocurrió: en la mañana, Paco el “Fugas” regresó al penal, andando, muy a su gobierno, a presentarse en la puerta principal. Lo arrestaron otra vez, como se adivina, y le han de haber ajustado la sentencia. La historia de este reo se tomó a burla por los otros, él contó que, una vez afuera, atravesó la avenida y se sentó nomás a ver el tráfico de la madrugada, luego, ya de día, se regresó. La historia, como la contó el Perro, pareció muy peregrina. Yo duré encerrado dos días más, esos días no me pude sacudir la historia: ¿por qué regresó Paco? ¿Por qué se salió? Ensayé varias versiones, pero la mayoría fueron poco interesantes o aburridas; me quedo con la más romántica: tengo para mí que aquél retraído malandrín, sentado en la avenida, debió sentir de pronto la velocidad de las cosas, el vértigo, y que, por primera vez, echó en falta la libertad que aquel tiempo elástico traía consigo. Paco regresó porque, sencillamente, ya llevaba mucho adentro y afuera ya no cabía. Eso pienso.

Alfonso Cervantes Puente. Nació en Parral, Chihuahua, el 25 de marzo de 1988. En 1995 su familia se mudó a Paracho, Michoacán. En un taller, en Santa Clara de Balladares, aprendió la construcción artesanal de instrumentos de cuerda. En 2003 se mudó a Guadalajara, donde hasta la fecha reside. Su labor literaria es poca: El fondo (que cuenta un hecho verídico) es el único relato publicado. Su quehacer musical, por otro lado, es más abundante: no se funda en la canción, sino en la translación de teorías de Física al esquema musical. Trabaja en una conversión (lo más fiel posible) de poesías al pentagrama.


Pirámide // Alberto Romo Martínez


Lillith // Alberto Romo MartĂ­nez


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Requisitos: Enviar un archivo en word, con un máximo de 900 palabras, a:

revistaelperroeditorial@gmail.com

Los trabajos ganadores serán publicados en la "Revista El Perro" en su segunda edición el 30 de Noviembre.

• La presente convocatoria está vigente desde el día de su publicación hasta el 12 de Noviembre de 2014. • Una persona puede participar en las tres categorías, pero sólo un trabajo por categoría. • Los seleccionados serán notificados el día 15 de Noviembre, vía correo electrónico.

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cine alternativo

Esperanza Distribuci贸n 29


E SPERANZA D ISTRIBUCIÓN es un proyecto enfocado a la difusión, distribución y exhibición de material audiovisual (principalmente cortometrajes y documentales), de artistas locales y extranjeros en escenarios formales. Estas actividades las realizamos principalmente en la ciudad de Guadalajara, además de tener enlaces en otras ciudades. • Nuestra misión es formar un público numeroso y llevar las obras a distintos puntos donde puedan ser admiradas. En cada evento proponemos una charla entre los directores y el público que no exceda los 20 minutos de duración. Lugares de exhibición de Esperanza Distribución: 2013 • Cineforo, Noviembre. 2014 • Instituto Cultural Cabañas, Febrero. • Auditorio Tec Milenio, Tlaquepaque, Marzo. • Congreso "El Cine Expresa", Universidad de León Salamanca, Abril. • Baho Sur de Francia, participación para mandar dos cortos en el evento "Les suds", Mayo. • Evento "Comunicare" Universidad Enrique Díaz de León y Ceti Tonalá, Junio. • Convocatoria Invisible Gaceta, participación como parte del jurado para una convocatoria de cortometrajes D.F., Julio.

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• Acuerdo con el GIFF de Guanajuato para difundir sus proyectos. • Ay Guana shot invitado por la Universidad de Guanajuato como conferencista y proyección de cortos del concurso de Invisible y Proyección en Zapopan, Calle 2, Septiembre. • Muestra en el Centro Cultural de Zapopan, Octubre. • Exhibición en la Biblioteca Central de Guadalajara, Noviembre. • Exhibición Bar Cultural Rendez Vous, Diciembre. 2015 • Rojo Café, Enero. • Propuesta con Café Benito y Museo López Portillo, Febrero. • Evento Universidad de la Salle y el Instituto de la Juventud, Marzo. • Difusión en el Instituto Cultural Mexicano Norte Americano, Abril. Contacto: esperanza.distribucion@gmail.com


Communicare, Enrique D铆az de Le贸n 25 de Junio, 2014.

Participaci贸n con la muestra Miax, Febrero 2014 Instituto Cultural Caba帽as, Sala Guillermo del Toro.

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Muestra Audiovisual

SELECCIÓN NACIONAL TAPATÍA Y DEL GIFF 2014




Ayotzinapa Porque somos estudiantes, porque somos mexicanos, porque somos humanos.

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