Revista el perro 7

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ARTE Y CULTURA

año 1 número 7 mayo 2015

@elperro_revista Revista El Perro


EDITORIAL

En medio del espectáculo, vulgar, demagogo, cínico y tremendamente costoso que representa la política, nosotros (el pueblo) seguimos con nuestra vida, soportando el bombardeo indecente y permanente, comparables con los estragos que causara la Luftwaffe sobre terreno enemigo, con los spots en radio, televisión, internet; con la invasión abrasiva de las brigadas de fomento al voto, de cada partido, que asaltan ferozmente cada crucero, cada esquina, cada cuadra, algo así así como el desembarco en Normandía, en pequeño, pero repetido innumerablemente; con los discursos, ya de viva voz, ya de letras (impresas o digitales) de personajes que se autodenominan como mesiánicos, pues prometen esperanza, redención, paz y prosperidad, y va, aquí seguimos, soportando esa agresión contra la psique, la inteligencia (tanto colectiva, como individual) y contra el bolsillo público, que se repite, religiosamente, cada tres años. Tan sistemático es esto, que casi seguro, algún día, se elevará al grado de crímenes contra lesa humanidad. El meollo del asunto radica en que, aunque la gran mayoría está(mos) en franca inconformidad el sistema, los que más lo odian, los que menos lo ignoran, no importa por quién se vote, que no se vote o que se anule el voto, aquellos mismos mequetrefes, fanfarrones, patéticos y patanes, seudo administradores públicos, quedaran al frente de los despachos que deciden sobre el presupuesto, las leyes y las vidas, regidas por el contrato social, de nosotros, la perrada, y a pesar del aparente fatalismo en nuestro destino, seguimos con nuestras vidas. Lo único rescatable: la notable resistencia que se está surgiendo desde los diversos frentes de el gran y pluricultural conjunto de naciones que conforman el mosaico que llamamos México, voces que se alzan, ahí, acá, allá, algunos con más fuerza que conocimiento, otros por venganza, unos más por entrarle a la bola, pero casi todos, por necesidad. Voces que retumban en el silencio colectivo que tolera, rencoroso, pero timorato, que soporta las reformas enajenantes, que aguata a los hijos caídos y supura la herida abierta de los desaparecidos, pero que al menos están gritando, tal vez en el desierto, ¡carajo!, pero gritan. En esta hora, en que se tambalean todos los cimientos sobre

los que se construyó la malograda realidad, hoy que todos los sentimientos apuntan a la deshumanización encarnizada, a la indiferencia que muerde y escupe, es cuando más falta hacen los artistas. Dando vida a aquellas voces alejadas de la rutina, despertadores de sueños, ejecutores de realidades, en el arte se encuentra la memoria espiritual de la humanidad, lo único realmente autentico y, por tanto, no debe sorprender su capacidad de sensibilizar, de recordar aquello que importa por encima de lo mundano y superfluo (al margen de que existe seudo-arte). No es momento de abandonar, a la apatía, la oportunidad de participar en la política, pero supérese, por favor, el concepto, limitadísimo y mediocre, del sistema partidista, de los órganos de administración y de dirección, y de los personajes sui generis que luego deambulan por tan sórdido mundo, atiéndase la idea original de participación en los asuntos públicos con la intención de conseguir un bien común, porque desde su trinchera el arte-artista puede cambiar la perspectiva de una persona y ahí es donde nacen las revoluciones, las que perduran y unen, las que hermanan y evolucionan. Artista, no hace falta que hagas más que lo que ya haces, pero hazlo, con respeto y pasión, transmite tu don a través del medio que posees, comparte tu mundo y enseña al que quiera aprender, tu trinchera es esa realidad que no puede ser corrompida, esa belleza que no puede ser comprada, ese sentimiento indomable, pero hazlo y haz coparticipe de ello a tu prójimo, no te alejes de opinar, de proponer y de realizar, porque hoy la sociedad en la que vives a y la cual perteneces esta desgarrada, y tu arte es el mejor bálsamo para sanar y reconstituir el tejido social que tanto se ha lacerado. En palabras más acertadas, Epicteto de Frigia nos dijo: “El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y un cobardía ceder el paso a los indignos”. Y como sea que lo hagas, por favor, no dejes de crear.

ConSejo editorial (Los perros)


ANDAMOS D E PERROS

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DIRECTORIO dirección general Domingo Valtierra Robles

diseño e imagen Víctor Manuel Elizondo Santos (Diseño corporativo y mercadotecnia) Gisela Hernández de la Torre (Diseño Editorial)

consejo editorial Jesús Beniel Velasco Reyes Bruno Maximiliano García Cortés Quetzalcóatl Muñiz Lucio Daniel Gómez Jáuregui

colaboradores Víctor Osuna Palomino Andrea Guzmán Jorge Silvadoray Eckmon Ulises Avalos Atenco Jessica Flores Martínez Alberto Romo Martínez Laura Michel David Bravo Alejandro Durón

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CONTENIDO Literatura PAG. 7 Perro sonero PAG. 26 galeria

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convocatoria PAG. 51 5


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LITERATURA


La

Piñata Francisco Olmos 22 de agosto de 1988, Guadalajara Jalisco.

G

ugús nació pequeñito. Muy gordito, prietito, prietito. Solía morderle la espalda, tan tierna, tan carnosa, de lechón, hasta hacerlo lloriquear. Antes de que doña Guille llegara a descubrirme, ponía al bomboncillo boca arriba para que no notara en su piel mis dientes recalcados. Disimulaba consolarlo, planchando sobre su pancita pasmosa las playeras de color blanco y papilla de manzana que lo estrujaban, haciendo de él una cosa más apetecible. El tiempo hizo que su piel de color de canela se fuera aclarando, a diferencia de Chiquis que nació antes, pero blanquito, y terminó de cartón mojado, como si uno hubiera nacido mientras amanece y otro cuando se hace la noche. Cualquier hijo de Guillermina Chávez podía hacer el mandado desde muy crío. “¿Quién va con Altagracia por un cuartito de aceite?”, gritó mi mamá una vez. Cada quien olvidó lo que hacía para ofrecerse a doña Guille con las manos levantadas hacia el frente, haciendo una vasija. “¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo!”, se escuchaba el griterío. Porque la señora Altagracia, curiosamente una enana, era buena con nosotros y por eso nos daba dulces de a montón. Finalmente Gugús recibió la monedita. Dos años tenía. Pobrecito. Se dirigió Gugus, pues, inmediatamente, por dulces y un cuartito de aceite. La casa de doña Altagracia se encontraba en la cuadra de enfrente, a la vuelta. Guillermina lo siguió con la mirada hasta perderlo en la esquina. De repente, unos ladridos, luego, el llanto de Gugús, escandaloso. Doña Guille corrió a ver. Algunos vecinos que ya andaban afuera la siguieron. Ella su-

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puso el percance y gritó mientras llegaba a la escena: “¡Perro, vete! ¡Vete, perro cabrón!”. Pero el perro ya no estaba, había corrido a esconderse entre los árboles que rodeaban el campo de futbol, al frente de la casa de Altagracia. Perro prófugo. Así que Guillermina sólo encontró un Gugús que protegía su herida, en el antebrazo izquierdo, del viento empolvado y de su propia curiosidad. “¡Háblenle a doña Caro!”, clamó mi mamá, como siempre. Como una loca, pues. Y doña Caro se hizo presente, tan veloz como el día en que se murió el perico de la Guille. Era, además de zurcidora, bien versada en las curaciones, porque había estudiado enfermería en una escuela técnica. Toda cuadrada, de cuerpo cuadrado, de lentes cuadrados, de pelo corto en forma de cuadrado, se le consideraba en el barrio costurera de alto nivel y fiel consejera medicinal. Después de colocarle un vendaje, sugirió: hay que llevar rapidito a Daniel al antirrábico, junto con el animal, para diagnosticar. “¿Vivo el perro?”, consultó doña Guille. “Vivo o muerto, da igual”, se le dijo. Acompañé a mi mamá hasta la entrada de la casa. No se tardó en salir. Atravesó la puerta con su pistola, sin verme, como si sólo pudiera ver perros. La seguí. La siguió Chiquis y todos los niños y niñas de la cuadra. Yo me armé con una rama larga, picuda, que encontré de paso, y Chiquis con piedras; el amigo, el más callejero, con el mecate que ya traía. Otros, más sofisticados, sacaron de sus casas juguetes de guerras fantásticas, lentes, binoculares; Carolina, la chiquita, llevó un encendedor.


La tropa se consumía de la euforia cuando encontró al perro criminal. “¡Que no se escape! ¡Hay que derrotarlo! ¡A sacarle un ojo! ¡Rompámosle las patas! ¡Le enterraré este palo!” La distancia que nos separaba de aquella bestia, de ladridos desquiciantes, sólo podía ser trasgredida por un verdadero guerrero que, con un solo paso más al frente, daría principio a otra batalla en el universo. Para desilusión de la compañía, Guillermina enfundó su pistola y dio una orden definitiva al amigo, la primera y la última orden: “dame ese pinche mecate que traes”. Y sintiéndose por primera vez útil, supongo, el amigo le tendió el pinche mecate que traía. Súbitamente, doña Guille formó un nudo y dio vueltas a la riata, la lanzó hacia el perro y, a la primera, le remachó el pescuezo. La bestia estaba dominada y nosotros cada vez más convulsionados al ver como en la faena de la charra de Xaltianguis, el animal era arrastrado, sin piedad, hasta el lugar de su muerte infeliz.

mano y después con la otra, pausadamente, acaso lo disfrutaba, hasta que el perro dejó de pisar la tierra por última vez. Sujetó la riata al tronco del árbol y el perro quedó dando vueltas, desesperado, de un lado para el otro, hasta que lo surtió con un culatazo en la cabeza. En ese momento, Oscar, yo y los demás salimos del transe salvaje. Solo el amigo se quedó mirando el cadáver suspendido, como si hubiera descubierto una cosa fascinante, hasta que mi mamá lo metió en una bolsa. No me dejó que la arrastrara. A Gugús lo encontramos en la casa, se había ido a llorar donde siempre, frente al espejo del corredor, porque le gustaba contemplarse a sí mismo en sufrimiento. Se miraba con media carita tapada con una mano, después con la otra, un rato parado, otro de cuclillas. Sacaba la herida de la venda para empezar otra vez a gemir.

Ya cerca de la cancha, donde el resto de la gente podía presenciar la ejecución, el perro aún se resistía. Doña Guille pasó la riata por encima de una rama propicia para hacer un columpio; jaló firmemente, con una

Ilustrado por:Ajolote Estudio creativo /Jorge Silvadoray

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Ansío Te

M.C. Gabriel Granados Gutiérrez.

V

íctimas de la ansiedad / presos por la ansiedad por decirlo de otra manera: ansiosos hasta la médula errantes de lucidez y cuerpo / pero ansiosos a favor de la humedad y el delirio únicamente tu / yo y ésta ansiedad de nosotros sedientos de esa muerte oculta en el placer y el recuerdo de la agitación como ley para liberar gemidos manadas de gemidos ansiosos gemidos que flotan por la alcoba en la iridiscencia de las formas protesto por todo por este deseo que se alimenta con las mismas vísceras que el veneno de la ausencia -que también es desesperaciónse lleva en los terregales tan ciego y rabioso Pequeña locura hagamos de esta ansia una eternidad porque no quiero envejecer sin tus labios y me refiero a todos tus labios ni que dejes en la transparencia las líneas de mis manos porque más que amar o urgir te ansío.

Escritor, sociólogo y docente (Torreón Coahuila, 1976). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en múltiples revistas, periódicos y portales web de México. Parte de su obra fue seleccionada y publicada en las antologías “Bosquejo de la noche” (Dirección municipal de cultura de Torreón, México, 2012), “Poesía ahora. Nueva poesía coahuilense” (Editorial Atemporia, México, 2014) y en “Versos desde el corazón” (Diversidad literaria, España, 2015). Su web personal es http://speedsterggg.wix.com/pulsion

Ilustrado por: gisela hernández de la torre (Gjizela Acheté)

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GOLDEN Shower Aleqs Garrigóz

Del surtidor de oro líquido en tu vientre deja una lluvia caer en mí. ¡Que choquen y rompan sus picos sus estrellas para quedar sin remedio mancas, buscándose unas a otras en mi cuerpo que iluminas con la emulsión de tu lumbre! Dorado es el color de la suerte. Déjame tan bien mojarte con mi cascada de afecto, con mi chorro caliente de sol fundido, con este rayo dividido en chispas que la fricción del aire redondea. Fluyen por nuestros cuerpos accidentados los diminutos ríos enfriados tan rápidamente. Hemos derrochado la riqueza en un instante, apostándola en un juego de niños, en una travesura brillante y amarilla que nos deja bruñidos, en suspenso mirándonos, y nos hace abrazarnos más que amigos: cómplices de la misma fortuna gastada, del mismo vicio repetido una y otra vez. Y otra vez. Varias veces al día.

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(Puerto Vallarta, México, 1986). Premio de Literatura Adalberto Navarro Sánchez 2005, otorgado por la Secretaría de Cultura de Jalisco; Premio de Literatura 2008 de la municipalidad de Guanajuato; Premio Espiral de Poesía 2011 y 2012, otorgado por la Universidad de Guanajuato. Ha publicado poemas en diversos medios impresos y electrónicos de México, España e Hispanoamérica. Es autor de varios títulos de poesía y figura en algunas antologías editadas en México. Aficionado al cine de horror, la pornografía, la pintura y varios subgéneros musicales del Metal.


Irreal y Marina Daniel Medina Rosado

La osa no se hunde en el mar Paul Blackburn

He emprendido un viaje hacia alguna parte. En las inertes horas de la playa, como roca inamovible, me he cultivado de energías, de líquidos vivaces y de espumas, de caracoles abiertos y el sexo infuso de sirenas. En tifones de luz se consagra el siempre conmovido océano. Y alucino con la visión de un mar que yace muerto en la orilla. Floto a veces entre algo que tiembla, alguien vivo que se muere y se asfixia con el rayo. ¡Y también me he sumergido con mujeres Atlántidas!

(Mérida, Yucatán, 1996). Es poeta. Editor y fundador de la revista literaria Bistró. Autor del poemario Mímesis para Gusanos (2015). Ha publicado en diversas revistas nacionales y del extranjero. Ganador del Premio Nacional de Poesía Joven “Jorge Lara”, y del Concurso de Cuento Breve y Poesía “100 Años de Letras Mexicanas”; ambos en 2014.

En más extensos mares me he perdido. Bebiendo todo el tiempo, estoy ya ebrio de sal. Completamente oscuro, con el cuerpo a la deriva, extraviándome, me alejo de la presencia del frio. ILUSTRADO POR: F. Xavier Núñez García (Uwxavier)


DHVANI Aldo Vicencio

La verticalidad se rompe; micras de la rama violácea bailan y vibran:

ILUSTRADO POR: Alberto Romo Martínez

se alteran los oídos del espacio

Inconsciente suspiro de tiernas hojas Se acerca la melodía: es el día en que la luz palpita y canta Pulsa el faro del sonido primigenio; extravío de lo sentido, es la cumbre del abismo que vulnera - el vacío es un polizón de piel reptiliana Áspid deslenguado, estruja dócilmente las manos - sutura monocorde del silencio matutino Irremediable

Irreconocible Irradiante voz innombrable, presentida y sentida en un fulgor que reverbera sobre la luz - sinestesia coral del jadeo divino – Cuentagotas de su eco escurren por la boca Se prescinde de los oídos: el altar de su presencia es un cuerpo desnudo y desbaratado

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(Ciudad de México, 1991). Pasante de la Licenciatura de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue coordinador de poesía en el colectivo artístico Proyecto Sirena. Ha publicado su trabajo en diferentes revistas literarias, como La Piedra, Letras de Reserva, El Comité 1973, Libélula Nocturna, Errr-Magazine, Primera Página, Opción del ITAM, Monolito y LUMO. Asimismo ha presentado sus poemas en diferentes festivales culturales, destacando La Semana de las Juventudes, realizado en el Zócalo de la Ciudad de México, en agosto de 2014. Progetto 7Lune presentó material de su autoría en el evento de solidaridad Tutti siamo Ayotzinapa, realizado en Venecia, Italia, en diciembre del 2014.


NARANJA E. Lizbeth Márquez

Balanceaba sus pies y miraba hacia el cielo. Era el momento del día que está próximo a la noche, sin serlo aún. El Momento. El cielo poseía entonces todos los colores de la paleta de un pintor y, tal vez, otros más; azul, rosa, amarillo, naranja, morado... ¿negro? No. La noche es negra, y no era noche, era El Momento (así con mayúscula). Su momento favorito en el día completo. Las aves volaban cerca de ella, eran pájaros de los mismos colores que el cielo, eran pájaros cielo, pinceladas caprichosas de un artista sobre el lienzo. Hacia adelante, hacia atrás, sus pies no alcanzaban el suelo. Cerró los ojos y sintió el viento en sus cabellos, en sus alas, brincó del columpio y voló. Voló como los pájaros cielo, se convirtió en una pincelada más. Abrió los ojos. Era tarde, pero no noche, estaba acostada en el sillón de la sala, como si el tiempo se hubiera detenido o el mundo terminado. Sus ojos paseaban de un punto a otro. Era igual, nunca lograba reconocer nada de esas cuatro paredes, los retratos mostraban a personas desconocidas, diplomas en idiomas incomprensibles, espejos que no reflejaban, pinturas un nivel más arriba de lo abstracto. Su mirada adormilada se sentía herida por la luz que entraba desde la ventana, luz color otoño que bañaba la casa como si fuesen pequeñas gotas de infierno.

color). No fue en primavera, ni en verano, porque no podría haber sentido ese frío que helaba sus huesos, sus plumas y su piel. Aquel día (no noche, irónico) tuvo por primera vez una pesadilla. Al despertarse no concebía algo tan aterrador. Le pareció irreal, sin embargo, después recordó que lo verdaderamente espantoso es la realidad. La realidad asusta tanto como la noche o la oscuridad. Soñó (debería existir un verbo distinto para referirse a las pesadillas, que no son lo mismo a los hermosos sueños) con negro. No con “el color negro”, sino, negro. Todo era oscuridad, sus manos, su voz, sus ojos, los sonidos, los sabores, el silencio… La oscuridad le aterraba. No toleraba la noche. En las sombras se escondían las pesadillas, porque metamorfosean cómplices de la imaginación traidora. Ella no podía aguantar un minuto falta de luz. La paleta del pintor se volvió gótica. Estaba sentada en su columpio de siempre, el viejo en el parque descuidado, donde el pasto ya no crecía, ni las flores, y se balanceaba rítmicamente un árbol seco. Veía cómo se pintaba en el lienzo un cielo nuevo, y unas aves iguales a las anteriores.

No escuchaba música, pero comía algo sin nombre, con sabor. El sabor era lo importante: pasaba de sus labios, a su lengua, a sus labios otra vez, en una sonrisa No volaba, no había columpio. Ojalá no hubiera melancólica. despertado. Faltaba también el aire, y faltaban sus alas. Decían de ella que parecía estar llorando siempre. Empezó a reírse hasta llorar. Ellos también llorarían si fuesen conscientes Llora, llorar… cuando lloraba se quedaba dor- que están imposibilitados de volar. mida, pero esta vez no fue así. Ojalá pudiera ser un pájaro. Extendería las alas, Había días de sequía, días de alegría, días húmedos y saltaría del columpio, y no tocaría el suelo otra vez, y días tristes. Recordaba especialmente un día frío volaría y volaría… y volaría. (¿ayer?), tal vez un día de invierno, o de otoño (es- Luz de otoño a mitad de verano. taciones iguales, fácil confundirlas, sólo cambia su Antes de que cayera la noche, caminó hacia su

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casa. Llovía, pero olvidó el pañuelo, como todos los días. Oscuridad. Sonidos y oscuridad. Más sonidos. Ruidos. Gritos. Sorpresa (es muda). No hay aroma, no existe el perfume. ¿Dónde está el sol? ¿A quién seguirá si el sol falta? ¿Cómo volará si sus alas son negras? Abrió los ojos. Era de noche. Los cerró. Oscuridad. Los abrió. Noche. Lloró. Naranja. El atardecer es naranja, aunque el mundo entero afirme que es rojo. Es naranja, personas ciegas, personas inconscientes (personas que no son capaces de volar). El columpio se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, como una flor solitaria en la carretera. Dormía, y no era de noche, ni había oscuridad. Soñaba sin pesadillas, el verdadero sueño. Sonrió, porque olvidó el departamento de luz otoñal, el departamento que no reconocía como hogar.

Amaba dormir, no había dolor, no había llanto. No faltaba la luz, no faltaba el artista con su pincel, con aquellos pájaros cielo que la hacían feliz. Aquí nadie veía sus ojos húmedos, aquí el pasto estaba bañado por el rocío. Aquí. Disfrutó del silencio que no era noche. Adelante, atrás. Adelante, atrás. Adelante. El Momento. Extendió sus alas, sintió el aire. No recordaba haber sentido un aire tan real mientras dormía. El silencio se tiñó de sonidos fuertes, como una calle con tráfico pesado. El sabor en su lengua y en sus labios no era dulce, pero le provocó una sonrisa de cualquier manera. Viento en su cabello, viento en su piel, viento en sus plumas. Extendió sus alas y voló. Nadie alcanzó a despertarla.

(Guadalajara, Jalisco, 1995). Estudiante de licenciatura en Letras Hispánicas, Universidad de Guadalajara. Ha publicado el cuento llamado “Bestias” en la revista de la Preparatoria Número Cinco.

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ILUSTRADO POR:AJOLOTE ESTUDIO CREATIVO/ANDREA GUZMÁN


HOLÍSTICA Carlos Vallín

Lectura de tarot y café Chi positivo ilumina los hermanos holística cubre la negrura la personalidad la rige el zodiaco. El “aquí y ahora” nos ha vuelto egoístas irracionales y mezquinos predicar con el ejemplo falso. Prevención de adicciones los viernes sábados de cerveza y marihuana. Alabamos a Cristo y a Buda la comunión y el yoga mandalas y diez mandamientos. Géminis no compagina con piscis pero sí con aries y tauro. El i ching predijo sabiamente la extinción de animales salvajes por la mano del erudito y bondadoso ser humano. (Mi chakra es un zancudo podrido el Reiki me lo paso por los güevos). (Guadalajara, Jalisco, México. 20 de junio de 1983). Estudió la carrera de psicología en Centro universitario UTEG. Publica el primer poema en la gaceta universitaria del CUCS Evocaciones (2002). Poemas de su autoría aparecen en las revistas Non Nominous (2005 y 2006), La Ira de Morfeo (2013), Neurosis (2013), Liga Latinoamericana de artistas (2013), Papalotzin (2014) y Va de Nuez (2014). Publica el primer poemario de su autoría “Oasis envenenado” con editorial La Rueda Cartonera (2012) y el segundo poemario “Canciones sobre una Musa infinita” editorial Edhalca (2013). Ganador por dos años consecutivos del Premio “La Siembra” de la gaceta universitaria “Voces”, en la categoría de mejor poema (2004 y 2005). Participa en el II Encuentro de Poetas Francisco González León, en la Casa de Cultura de Lagos de Moreno, Jalisco (2014). Es miembro del colectivo de escritores tapatíos y de taller literario “Puntos Suspensivos”.

ILUSTRADO POR: GISELA HERNÁNDEZ DE LA TORRE (GJIZELA ACHETÉ)

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APOLOGÍA EN DOSIS PÚBLICA

Jorge G Muñoz

A últimas fechas me ha dado por dejar de lado la discusión, las interrogaciones y los puntos suspensivos. Me enervan las pláticas de barandilla y los juicios descendentes de quien cree tener la razón. Salgo corriendo de los vituperios y los abrazos fraternos que terminan estrellándose en la espalda como antídoto de complacencia.

Pero regreso al mismo punto, a aborrecer estos años y todo cuanto suena a sermón, a las charlas de autoayuda o a dogmas diligentes que no expían nada porque no tienen poderes mágicos. Para qué escucharlos, mejor abro los apuntes y encuentro letras avejentadas, líneas de grafito apenas entendibles, recortes de revistas y recados de cuando lo que sobraba era tiempo, eso que si se Voy por la avenida despojando juicios y haciendo del sabe hacer termina convirtiéndose en virtud. discurso unívoco un collar que luce mejor combinado Voy cavilando antes de subirme al camión. Medito si con una remera negra y unos jeans desgastados. La no- eso de escribir en mis apuntes es un discurso goebche es a esa hora cualquier cosa y los discursos capri- beliano como tantos que he leído de buenos amigos. chos de leguleyos. Lo tengo presente por un tiempo, pero no, lo mío es

ilustrado por: Alejandro durón


otra cosa con tal de ganarle espacio a la hoja en blanco para que no esté sola.

disertación del compromiso beligerante de la discrepancia y el activismo, ese que escuche en la última reyerta del club de los más progres, esos que autonombran Luego de unas cuadras de arrastrar los pasos subo al la independencia de las ideas siempre y cuando les deje transporte público y tengo curiosidad por terminar de buenos dividendos. leer mis apuntes pero algo me detiene. Algo cruza en mi cabeza, fugaz como los ojos del chico que me gusta y 30 minutos desde que comenzó la historia el viaje por que acabo de ver ayer. Guardo los apuntes en la maleta. fin llegó a su fin. Subo cinco pisos más a fuerza que con Busco un asiento que me saque del ruido y del lupanar voluntad. Una noche más, una jornada más y los pasos que es la ciudad a esa hora dentro del metrobús. Para y mi alforja pueden sentirse tranquilos; los discursos o entonces voy pendiente sólo del ringtone del celular alegatos han llegado a su destino. que poco suena y cuando lo hace, es para recordar que son las 10 de la noche; la hora de Elisa, la Ya en casa enciendo la luz, corro las cortinas haciendo ruido para que el silencio note que he llegado. Me tiro en hora wester blot, la hora que agranda como en mirilla la cama y saco un libro a medias para proseguir la lectura. de microscopio mi sangre y su tránsito caótico de virus Después de todo adoro sentirme acompañado por mucha más que el de Insurgentes a esa hora. gente que no aturde y sólo habla de sus vidas a través de las palabras inertes que están impresas con tinta. Vuelvo los ojos a la maleta, hurgo adentro y ahí petrificado está un libro. Mi maleta es un estanque donde Pienso que he pasado la prueba una vez más. Tomo el pueden navegar tres libros a la vez por si en la lectura frasco con las pastillas y como si comulgara en silencio uno deja de inspirarme y naufraga como barco de papel con ellas suspiro, la homilía del día llega a su fin no y al hundirse se desgajará el mundo en partes iguales. junto las manos ni me arrepiento de mis pecados, a mí me han costado mucho para abortarlos así como así. Me doy cuenta que el metrobús no avanza, hay mucho Para qué, no soluciono nada, como nada resuelvo con tráfico y se ha formado un tapón en la bocacalle de Via- mil y un charlas bizantinas que vienen y van con amiducto más enredado que el discurso de la izquierda en gos o detractores. época de elecciones. Respiro metiendo a mis pulmones el poco aire fresco que queda; no lo logro, meto más La alarma vuelve a sonar, segunda llamada. Hago un hacinamiento de la ciudad comprimida en cápsulas de alto para tragarme dos pastillas, dos fantasmas que vivtransporte público. Trato de relajarme, vuelvo en mí y en haciendo revoluciones y me mantienen vivo. Son el al hacerlo, me entero de la letanía de la vecina de viaje ying y el yang. Mando al diablo las pasiones con todo que cuenta a otra sus amoríos con peor cara de hartazgo lo que cuelga en ellas. Mañana volveré a discutir con la que la mía. ciudad y la polifonía de sus voces. Pasan cuatro, cinco minutos mientras en la pantalla del camión aparece un poema con música nauseabunda de fondo. Debería prohibirse en esta ciudad que en los espacios convulsos hubiese como bálsamo cualquier intento sublime de arte que termine transformándose en infernal discurso. El bus está que revienta. Frente a mí unos chicos van remendando los trozos de amor que les quedan, aunque como uno de ellos advierte, “ya es demasiado tarde”. Los miro, todos callamos o hacemos que no sucede nada para que el tiempo avance. 10:15 pm mi cabeza va haciendo bolitas de papel el día y comienza a encestar en el bote de basura la última

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Morelense de nacimiento, mexiquense por decisión, chilango por convicción. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UVM Tlalpan. Ha participado en el compendio de poemas de la desaparecida revista Voz y Cultuarte de la Universidad y en lecturas de poesía en lugares como Atrio espacio cultural Roma y La Miscelanea. Fue Coordinador general de Milk Sero +, grupo de apoyo para personas viviendo con vih. Publica en su blog www. sintiempoexacto.blogspot.com y actualmente prepara su primer plaquette de prosas.


LA FUENTE DE LOS DESEOS María del Sol

Se sentó sobre la fuente; los pies le colgaban sobre la roca gris y fría, mientras la parte alta de sus muslos y la piel blanca de sus nalgas estaban medio hundidas en el agua clara. La organza color arena de su vestido bailaba suavemente al compás del va y ven del estanque. Una docena de lenguas submarinas, sin ojos, ni nariz, salieron disparadas hacia arriba, en busca del deleite; como esperma ansioso por encontrar la tibieza de un útero deseoso. Llevaba entre las manos un libro de tapa azul; “Del amor y otros demonios” de García Márquez. Aun no empezaba a leerlo, pero con el solo título había dado rienda suelta a su imaginación. Se veía a sí misma bebiendo del cuenco de las manos de cualquiera que se hiciera pasar por un demonio. Su demonio tendría la dermis

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clara, negro y abundante cabello y ojos color almendra… cada vez que ella parpadeara, la nariz y los párpados y las cejas de él, sucumbirían ante las ganas de ella de sentir su lengua… y sería entonces sólo manos y boca. Un poco más allá, debajo de una jacaranda, una anciana hincada sobre el césped salpicado de pasto seco, apoyaba sus axilas sobre la fuente para hundir sus palmas en el agua y con un frenesí casi devoto, se frotaba el rostro corrugado y repleto de pecas. Musitaba frases sin volumen ni sentido, después volvía la mirada al reflejo pantanoso que se dibujaba ante ella; le sonreía a la mujer joven y bella que se escondía bajo la delgada capa de hojas y flores muertas y partículas de un todo que se juntaban en ese lado de la superficie, y

volvía a bañarse la cara. Con cada lavado de bruces los años se desvanecían y una juventud antaña se pausaba en sus memorias haciéndose pasar por visión presente. A su lado, una mujer delgada con las ojeras amplias opacando su mirada, sumergía sus manos buscando luciérnagas en el fondo; y cuando el agua le cubría casi los hombros, las sacaba rápida y efusivamente, y convencida de que había atrapado tres o cuatro, mantenía los puños cerrados. Tomaba por la cabeza a los inexistentes insectos y se embadurnaba la luz de sus colas sobre su bata. Se levantaba entusiasmada para correr por todo el jardín y entablar charlas cortas con las estatuas y los arbustos… les presumía la fluorescencia efímera de su vestido y a los tres o cuatro


minutos tornaba el ceño triste y regresaba para atrapar más luciérnagas… ¡Qué ganas de que la luz perdurará al menos un poco más! “¡Denisse, Denisse!” gritaba la del cabello negro que le danzaba hasta las ingles. Agitaba con desesperación el agua, justo en el punto en que estaba más clara… “¡Denisse, Denisse!... ¡No te veo!... ¡El fango es tan espeso!”. Así permanecía un par de minutos, para después dar rienda suelta a un llanto contenido y amargo que empezaba en un grito corto y acababa en gemidos ahogados entre sus manos. Entonces volvía a intentarlo. “Denisse…” susurraba mirando el agua… “¡¡Denisse!!” gritaba. Permanecía en silencio a veces cinco minutos… a veces una hora. De pronto con su mano izquierda sostenía algo y con la derecha iba lentamente de arriba abajo. “Está lloviendo Denisse… quédate conmigo. Tienes tanto cabello Denisse… Jaja sí Denisse… No Denisse… Me gusta cuando silbas… No deja de llover…”, y reía y discutía, y tarareaba y volvía a reír; durante horas, cepillando un cabello ajeno, cepillando el suyo.

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La que yacía sobre la losa del fondo, mantenía los ojos cerrados. No sabía si estaba viva o estaba muerta. De hecho esperaba el momento en que tal cuestión le fuera resuelta. Recordaba absolutamente nada; sólo se sentía a sí misma nadando en aguas infinitas; las mismas aguas que la habían impulsado a nacer y que la recibirían al morir… ¿O era al revés?... ¿las mismas aguas que la habían impulsado a morir y que ahora la recibirían al nacer? Daba igual, disfrutaba su condición de no tiempo y no espacio; movía sus brazos arriba y abajo como si volara en cámara lenta. Sonreía. La mujer de unos cincuenta años que vagaba a un costado de la fuente sin prestar atención a algo en particular, escuchó el chasquido de un trozo de metal al contacto con el agua. Sonaba igual que el inicio de aquella canción que le gustaba tanto. Buscó… encontró en el fondo una moneda. La agarró y acto seguido la lanzó… y así una y otra vez. Era su canción. Una niña que pasaba lanzó una moneda a la fuente. Había apretado los parpados y con vehemencia imploraba en secreto. Un golpecito corto y seco la

hizo abrir los ojos. ¡Qué lástima! ¡La fuente estaba seca! Pensó en coger su moneda, pero había caído más allá de donde su mano le permitía estirarse. ¡Qué tristeza! Habría sido un bello jardín de haber tenido agua la fuente… pero todo era gris y mudo. Ni pasto, ni agua, ni gente. Sólo la sensación de un murmullo que flotaba en la densidad del aire.

Nací en Guadalajara; aunque por mi familia, me considero mitad zacatecana. Pasé la primera parte de mi infancia en un pequeño pueblo jalisciense, para después mudarme a una pequeña ciudad y posteriormente a Zapopan; donde a la edad de 12 años comencé a escribir poesía. Desde pequeña sentía una fuerte inclinación hacia la pintura, así que estudié Artes Visuales. Sin embargo con el tiempo y de manera más instintiva que consiente, descubrí mi gusto enorme por las letras y me di cuenta de que desde mi adolescencia no había dejado de escribir, pasando por diversos temas plasmados básicamente en poesías y cuentos. Actualmente resido en Quintana Roo y mi encanto por las palabras continúa creciendo. He colaborado en los seis anteriores números de la revista El Perro.


FICCIONES DE

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

LA MUERTE

de la carne y la mansedumbre, andar, oír llover, curtir la garganta con licores y saberse libre, fatigado al finalizar los días. Esto de la muerte es una farsa, Uno es quien descubre la engañosa trama de uno se sale del ataúd si así lo quiere, los telares va, toma un par de cervezas del refrigerador que se usan para confeccionar mortajas, y se sienta a la puerta de la calle y no siente golpes en el estómago, a mirar con qué prisa andan los transeúntes. ni flemáticas caricias en la nuca, Los ojos se abren con la soltura de un papel sino un leve cascabeleo en las rodillas. rasgándose bajo la intemperie. Uno es quien se levanta sin conservar Se puede llenar el vaso en el grifo de la las gélidas gotas de la noche sobre la frente muerte y va y come, y trabaja y fornica, y no beber. sin mirar el reloj, para no angustiar al Uno llega al mundo desnudo y triste ocaso. sin saber nada de nadie, ni de nada, Uno es el que despierta, sólo vestido por el miedo, por los prejuicios; el que saluda a la vejez y a la peste, así los primeros pasos da, el que no deja nada sin hacer, las primeras palabras pronuncia. nada sin haberlo conocido, sin venerarlo, Ama y odia, y ama por vez primera; y carga en la conciencia el pecado de amar y por vez primera se sobrecoge la vida. por la dulcísima frigidez en el cuerpo que saluda bajo la sombra de un árbol. El ángel de la muerte es un fantoche inso(Texcoco, Estado de México, 1986). M.C., Economista. portable, Estudió en la Universidad Autónoma Chapingo. XVI que presume del ropaje, del correr de la Premio Nacional de poesía Tintanueva 2014, con el arena; poemario Reminiscencias. Mención honorifica en el 3er certamen de poesía Francisco Javier Estrada 2011, va y visita a los enfermos, a los mártires y a de la Casa del poeta Gonzalo Martré. 1er lugar del III las putas, certamen Buscando la Muerte, del CCMB, 2014. Pubaguarda sentado sin saludar siquiera. licado en las revistas Salamandra, Molino de Letras Uno escoge aventarse a los cuernos de la (Texcoco), Aeroletras (Querétaro,); digitales: Penumbria 23, Revarena Vol. 6, y otras. Libros colectivos reluna, cientes: Sobre la brecha (C. Entrópico), Masturbación pasear en los brazos del otro a quien siemLatina (La Fonola Cartonera, Chile), Lo poéticamente pre amará, incorrecto (MiCielo Ediciones), Hostal Entrópico (C. en los senos de las mujeres que conocen el Entrópico), ¡Está vivo! Homenaje a Frankenstein (Sadeseo, liva y Telaraña), El infierno es una caricia (Fridaura), Turdus Mirula (Revista Mirlo, España), entre otros. Acnadar en el agua fría, tomar los frutos y las tualmente es el Editor del proyecto Colectivo Entrópico. flores Yaya, in memoriam “Amor animi arbidrio sumitur, non ponitur.” Publio Sirio

levedadlunar.blogspot.mx. Fb: E Adair Z V

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@adairzv

ilustrado por: Alberto romo martínez


gorki Victoria Falcón Aguila

El osito de peluche se le quedó mirando fijamente, pensando en que la niña estaba creciendo y pronto lo abandonaría; lo cambiaría por una Barbie y más tarde un Ken de carne y hueso.

Su pancita regordeta brincó de felicidad, había encontrado la solución a su angustia. Se quedó quieto esperando la llegada de la noche. -Angelita ¡hija! ¿Es éste el oso que ya no quieres?

No podría soportar su existencia arrumbado en una caja de cartón o exhibido en un maloliente - Sí. No lo quiero, está feo y sucio. Llévalo a bazar, tenía que hacer algo, pasaban los días y a regalar al bazar de la iglesia. la niña no le atraía jugar con él, por las noches ya no lo invitaba a su cama. ¿Cómo hacer para que ella ya no creciera?, ¿para oler por siempre sus rizos, mientras lo cargaba? Gorki estaba enamorado. Sí, su corazón de guata la necesitaba y su tibia piel de felpa la imploraba, tenía que hacer algo y pronto. En su pequeña cabeza surgieron muchas ideas las cuales le provocaban en momentos confusión, se sentía hombre, enojado y enamorado, por eso pensaba y pensaba como detener el tiempo en esa linda chiquilla. Por fin tuvo una genial idea: En la noche cuando ella lo llevara a su cama y durmiera profundamente con su boquita entre abierta, se deslizaría poco a poco y desde sus entrañas sacaría relleno y lo introduciría dentro de su boca, así por siempre seria niña y él, su osito amado; pasarían toda la eternidad abrazados.

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Abogado, egresada de la UdeG. Coautora de: “El vuelo del colibrí”, 2011. Relatos, cuentos y poemas. Autora de: “Sonidos Bizarros”. Cuentos 2013. Coautora de “Memento”, recopilación de textos sobre la deshumanización a partir del mal uso de la tecnología, 2014. Autora del poemario “AnocheSer”, Abril del 2015. Sus poemas han sido traducidos al Bengalí y publicados en revistas y periódicos en Calcuta, India. Colabora en la revista Tapatía “Punto i” con una columna llamada: “Punto Victoria”. Y en la revista Española- Argentina: “Gealittera”. Miembro fundador de “Tinta Fresca, Colectivo de Artistas Integrales”, actualmente tiene a su cargo la dirección de dicho grupo. Tallerista de escritura creativa. Miembro del círculo

de escritores y periodistas del Estado de Jalisco.


ESA COSA

LLAMADA MIERDA Rubén Vázquez

Estaba harto, todo era cuestión de enfado, de hastío, hace tiempo que he estado reflexionando acerca de todo, constantemente lleno de hipótesis estúpidas mi cabeza, todo se clarifica cuando consumo un poco de alcohol, he tratado de dejarlo pero ya es muy tarde, se ha convertido en parte de mi vida. Normalmente despierto por la mañana con un dolor agudo en la parte baja de la espalda, ese maldito dolor no me deja dormir un par de horas más, siempre que me levanto voy directamente al cagadero, y me encargo de hacer mucha mierda, una vez evacuado el asunto, salgo rápido de ahí y enciendo el televisor, doy un recorrido por los mismos canales, siempre hay mierda pura, programas, series, noticieros, “morning shows” y todo es pura mierda, pero de esa mierda que apesta y tiene el peor de los aspectos y sí, adivinaste, me quedo un par de horas entretenido con la mierda.

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Y también acertaste, desayuno mierda, de esa mierda que viene en forma de sopas instantáneas, creo que es la única mierda que podría comer. Inmediatamente salgo volando a trabajar, y en el transcurso enciendo la radio del coche y otra vez ahí están, locutores que hablan mierda, personas que cantan mierda, todo el tiempo me quejo, pero igual los escucho. En mi trabajo siempre hay gente chismorreando, quejándose por la poca paga, pero nunca dejan su empleo, veo empleados que corren de aquí para allá, me gusta el ambiente, me fascina ver gente con estrés tratando de arreglar esto o aquello, me pregunto qué harán en su tiempo libre o cómo se limpiaran el culo, esas cosas que uno siempre se pregunta de los demás. Noté que tras mi cubículo había un par de empleadas hablando en voz baja con sus miradas apuntando hacia mi escritorio, y miré como les escurría mierda por sus labios, de esa semejante a cuando tienes diarrea, tenían el cuello lleno de esa mierda, y no paraba de salir era increíble


ya la cantidad que se desbocaba, incluso lle- Durante mi trayecto me percaté de imgaba a sus senos, casi tuve una erección, así ágenes perturbadoras, gente comerciando que no les presté más atención. mierda, mierda comerciando gente, mierda regalando mierda, gente montando Regresaba a mi mente la imagen de los mierda, aceleré a fondo mi coche, pisenos llenos de mierda, cuando me in- saba mierda, chocaba con ella, era algo terrumpió el sonido chillante del telé- impresionante, el edificio donde vivía fono. Era mi jefe, ¡había una junta ex- era una mierda de tamaño colosal...y traordinaria! Una vez reunidos yo no sí, ahí estaba el chico ese que siempre lograba captar el sonido de la voz del viste de negro, usa playeras tipo rockjefe, era como si se estuviera pedor- star, cabizbajo, y me grito: “Te lo dije reando por la boca, y cuando menos lo todo es una mierda.” espere apareció la maldita mierda, ahí estaba otra vez...mierda. Esta vez la imagen que estaba frente a mí, era totalmente opuesta a la de las dos chismosas, era repugnante, en verdad detestable, la peor mierda jamás vista, era dura, se le desmoronaba en la boca, y caían trozos que a su vez se volvían migajas que rodaban buscando víctima por toda la sala de juntas, todos los empleados huían, de las morusas de mierda, en unos minutos aquello era un caos, se convirtió en un carnaval de heces y encorbatados.

Pronto busqué la salida, estaba harto de tan bizarro espectáculo, tome el maletín de mi cubículo, por poco caía al resbalarme con la mierda que habían dejado las chismosas.

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Nace en 1988 en Guadalajara Jalisco, ciudad en donde realizó sus estudios. Un apasionado de la lectura, que ahora ha incursionado en el mundo escrito, se caracteriza por su amor a las letras ácidas, a los textos incómodos, actualmente busca espacios para dar a conocer su obra. Sus géneros favoritos son la narrativa y la prosa. Un joven con sueños grandes.


Morir de Amor

Joshua Escamilla

Si estudié medicina no fue sólo por mi interés o el gusto de salvar vidas, ni para tener consultorio propio; fue por el deseo de encontrarme con un caso de muerte causada por amor. La gente del pueblo hablaba en velorios y funerales que fulano de tal había muerto queriéndola hasta la muerte, que si se había muerto de la tristeza por no tener a su lado a quien amaba. Esos mitos de tintes románticos influyeron en gran medida para que estudiara medicina; más que interés, fue mi escepticismo el que anhelaba revelar lo incierto de esas declaraciones; ellos morían de alguna enfermedad, no de amor.

Recuerdo a Federico, aunque nunca lo consideré muy mi amigo, la frecuencia con que nos veíamos y platicábamos, estrechaba nuestra amistad y cualquiera juraría que éramos muy amigos. Nos conocimos cuando compañeros médicos lo presentaron, él les caía en gracia por sus ocurrencias, también porque como médicos encontrábamos extraña su constitución corporal; era delgado, de ojos saltones y escaso cabello. Él estudiaba en la misma escuela, pero psicología; era un lector empedernido, cliente asiduo de las librerías de viejo y usado. Yo también leía novelas de varios autores, compartíamos el gusto por los relatos de Julio Cortázar. Ya egresados, pasó a mi consultorio como algunas veces lo hacía, de esas ocasiones casi siempre era a platicar y no como consulta; intercambiábamos pareceres literarios. Esa vez yo iba saliendo del consultorio y estaba cerrando la puerta, cuando vi que él venía hacia mí. Miré que cargaba un par de libros de pasta dura; su

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frente sudaba, probablemente porque había acelerado el paso cuadras antes. Llegó dando zancadas. -¿Ya te vas?- preguntó agitado. -Sí, pero si quieres entramos. -No, mejor vamos al bar que está a unas cuadras de aquí, por unas cervezas. Acepté, entramos en el sórdido lugar; recorrimos los asientos negros para sentarnos y pusimos los brazos sobre la mesa de madera oscura y desgastada. Se acercó alguien con unas hojas pequeñas de papel y anotó nuestro pedido: tarros de cerveza y alguna botana para acompañar, cuando regresó el sujeto vimos sedientos los fríos tarros de cerveza oscura que derramaban blanca espuma por los lados; en el borde de la charola con las bebidas, estaba el platito con cacahuates de cáscara con sal. -¿Te acuerdas cuando estudiabas medicina? Me dijiste que querías saber de alguien que muriera de amor- Me cuestionó Federico entre las charlas de borrachos de viernes en la noche, paré la oreja para escucharlo mejor. -Sí-. Contesté. -¿A qué viene la pregunta?- Tomé un puñado de cacahuates y bebí, esperando su respuesta. -Fue en este bar donde vi a un colega escritor; él no escribía narrativa como yo, era un poeta frustrado. Esa vez él estaba sentado frente a una chica y pronunció algunas palabras que no alcancé a oír, algunos dicen que juró que la quería con locura; otros, que recitó poesía romántica, sus palabras cayeron en oídos sordos. Se levantó tambaleándose de ebrio, con los ojos llorosos y ya nadie volvió a saber de él. -¿Y eso qué? ¿Murió?- Pregunté con interés.


-Creo que sí. -Eso no prueba nada-. Le repliqué. -No importa, en estos momentos estoy igual que él, la diferencia está en que yo sé que sí me moriré por algo similar-. Lo dijo haciendo a un lado los tarros consumidos por él. -Eso no lo puedes saber, además nadie muere de amor-. Le dije mientras tomaba más de mi cerveza. -Veo mi muerte en sueños. Me veo acostado en la cama, a mitad de la noche fría; entre sollozos, menciono los nombres de las que amé, las que no volverán y la nombro a ella, a la de ahora que se va. Abrazo fuertemente la almohada, mientras por la boca me sale espuma de la rabia que me da por quererla y no poder hacer nada. La espuma de la rabia almacenada en el estómago, de las palabras que no pronunciaré ni escribiré, todo aquello que he querido decirle y no diré. Me muero con las letras saliéndome de la boca, flotando todas en la espuma; muero desnudo flotando entre letras negras y espuma blanca. Muero anhelando respirar el dulce perfume de sus cabellos negros, revueltos en el centro de su cabeza; y las cuencas oscuras que alguna vez albergaron estos ojos míos, húmedas hasta el amanecer; el cuerpo reducido hasta quedar en los puros huesos, a la par, el cráneo suelta una solitaria y última lágrima de las oscuras cuencas sin ojos. La calavera escupe un corazón roto, en el cráneo se imprimen flores de colores y así me encontrarán en la mañana, con la mandíbula clavando sus dientes en la almohada abrazada-. Terminó de hablar y salimos del bar. A los días de nuestro encuentro fue hallado muerto como me había contado que sería. Recuerdo perfectamente nuestra conversación ese día en el bar, todo lo que previó sucedió. Una nota de su muerte leí en el periódico; ahora creo en la muerte causada por amor, no era un mito y he sido testigo de ello. Lo dejo a usted que me ha escuchado con paciencia y se lo agradezco; voy al lugar donde murió, su cuarto y él son expuestos en las mismas condiciones en que fue encontrado muerto. La casa se ha vuelto museo.

Joven estudiante en la carrera en Ciencias de la comunicación de la Universidad Enrique Díaz de León; interesado en el periodismo y las letras, es un lector, reportero en Radiorama de occidente en la estación Ciudad 1480 de AM y ha escrito algunos cuentos. Fue el relato erótico, El juguetero, el que le abrió las puertas para ser publicado en un espacio de letras de alguna revista. La revista digital donde se publicó dicho cuento erótico fue, Think Magazine.

ilustrado por: Ajolote Estudio creativo / Jorge Silvadoray

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el perro sonero

¿QUÉ ESCUCHAS

CUANDO ECUCHAS? Definitivamente hay tantas cosas para escuchar como capas de sonido en el ambiente, así como en una pintura se plasman cosas en diferentes planos, sucede así con el mundo auditivo, en general estamos habituados a voltear solo cuando escuchamos un sonido que se encuentra fuera de lo “normal” del ambiente en el que estamos. E inclusive si este sonido es muy alto puede llegar a asustarnos y sacarnos de nuestra tranquilidad, éste mismo truco ha sido utilizado por muchas personas que desean atención: elevan su voz por arriba de lo normal o del que se encuentra hablando en ese mismo momento, sin pedir la palabra, mera imposición. E incluso sucede en un nivel aun mayor, cuando se quiere distraer a

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Por Beni.

alguien o a una masa, se monta una escena para que el ávido espectador deje lo que está haciendo o se fije en otra cosa. En la misma música hay diferentes trucos para enviar la atención a diferentes planos, o para no darse a entender o simplemente para que quien escucha no enfoque su atención en algún punto, estos métodos pueden ser, desde un punto de vista técnico, como alguna dinámica o algún gesto musical que sirva de muro de humo, o también de forma electrónica, cuando se graba una obra en el proceso de mezcla se puede elevar volúmenes de algunos instrumentos (inclusive de frecuencias) o bajar los de otros ya sea bien, para resaltar o sacarlo de la atención del oído.


Cuando se viaja es muy fácil distraerse con el panorama visual, pero como ejercicio les recomiendo preguntarse: ¿Qué estoy escuchando? El sonido del vehículo en el que viajo, mis propios pasos, los pasos de los demás, alguna conversación, el viento, el sonido de los otros autos, algunos pájaros o animales que se encuentren cerca, o hasta el sonido mismo de “ciudad”, el sonido de mi comunidad o si las condiciones lo permiten mis sonidos interiores, sin miedo a escuchar esa voz que puede surgir dentro, que muchas veces apagamos sin siquiera reconocer sus intenciones.

tos de lo normal. Existe todo un mundo al cerrar los ojos. La invitación es primordial a escuchar sus propios sonidos, desde el sonido de su voz en diferentes estados en los que se encuentren, incluso el sonido de sus pasos y si acostumbran a hacer algún sonido cuando se encuentran desesperados, y al mismo tiempo que sonidos son los que hacen que su atención se vea dirigida abruptamente hacia otro parte, el sonido que emiten sus manos y su cuerpo en general, a sólo escuchar a esa vocecita interna ¿Es igual a como crees que es tu voz? Grabar su voz e incluso a cantar experimentar con todas las posibilidades vocales y del lenguaje. E imaginen que tantos sonidos pueden hacer con su propio cuerpo y que tantos ecos resuenan de ustedes mismos, una vez la búsqueda interna se invita a reflexionar sobre si ésta música es en realidad la que quiero que escuchen los demás o si me gusta está música que sale de mí, de ustedes, de todos.

Te has preguntado alguna vez: ¿Cómo suena un oboe?, un instrumento por más cálido y con un sonido tan potente y orgánico, has identificado en la música que escuchas si hay algún instrumento adicional de los que ya conoces, muchas veces los músicos se ayudan de otros instrumentos para generar texturas diferentes, e inclusive lanzan nuevas versiones volviendo a mezclar las viejas grabaciones y parecieran que son otras canciones, como si las volviesen a grabar. https://youtu.be/eOfRD8zO2MQ https://youtu.be/8BIsudZeGh0 https://youtu.be/KQm3ndwteVs Si el oído es más fino en su escucha es también improbable que se le pueda engañar, reconocemos el sonido de la voz de nuestra madre y de las personas con las que más nos relacionamos, tanto que si algún bromista llama por teléfono quizá no sepamos quien sea, pero si se identifica por nuestra hermana en seguida escucharemos que no es así, por la voz. En verdad nuestro oído tiene esa capacidad y más solo que no lo hemos sabido desarrollar, la palabra educar me parece muy estricto, si nuestra paciencia no es amplia y nuestro oído ultra fino será un terror soportar todo nuestro rededor y será como una tortura auditiva para reconocer terroristas lo cual terminará volviéndonos locos. Podemos reconocer cuando alguien llega a casa simplemente por el sonido de sus pasos o a lo lejos por su forma de cerrar la puerta o de escuchar cuando deja sus cosas y el orden en que las ha dejado, la tortura china de la gota de agua se vuelve cada vez con alta calidad y alta efectividad. Otra curiosidad es que podemos reconocer el estado de ánimo de alguien simplemente por las inflexiones de su voz, y es por eso que muchas veces las madres saben reconocer cuando el hijo o hija se encuentran afligidos o cuando vienen más conten-

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Título: Uno de 43 Técnica: Fotografía digital Autor: Pacho de la Vega Nació en Mérida, Yucatán en 1997. Estudiante del Centro de Educación Artística “Ermilo Abreu Gómez” en el área de Artes plásticas y Visuales. Obtuvo el tercer lugar en el Premio Estatal de Dibujo “Sexualidad camino a la Felicidad”, convocado por la Preparatoria Yucatán en 2013. Parte de su trabajo visual ha sido incluido en la revista literaria Bistró.

Título: ARIA 1 Artista: 7EVEL Audiovisual


Título: Sin título Técnica: Piroxilina y masking sobre cristal y fondo con papel calca, 30 x 40 Autor: Horses https://www.facebook.com/horsesartwork


Título: Colección Real de Catorce, San Luis Potosí. Autor: Erika Mora. Nací el 17 de diciembre de 1987, en Guadalajara Jalisco México, soy Maestra de Inglés y apasionada de los viajes.















Título: Open Up Autor: Brissa Mendoza.

Nací en el Área de la Bahía de San Francisco, de padres de origen Jalisciense. Estoy inspirada por la naturaleza, el graffiti, y la vida urbana. Mis obras, ambas abstractas y figurativas, son expresiones catárticas que exploran los temas de vulnerabilidad, chaos, y harmonia. Uso diferentes combinaciones de color y gestos usando variedades de materiales para crear una conexión visual entre lo emocional y lo físico.



Título: MARZO Autor: Beatriz Valdez Valencia (Mazamitla, Jalisco). Fecha de nacimiento 25 de agosto de 1989. Es Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara, su ejercicio profesional se ha desarrollado tanto en la docencia del español a nivel Medio y Medio superior como en la edición ortotipográfica y de estilo de libros. En la actualidad, se desempeña como coordinadora del área de Lingüística, así como en la elaboración de los distintos libros en los cursos de preparación para el ingreso a la universidad, en la Coordinación de Servicios Estudiantiles de su casa de estudios. Su interés por la fotografía surge como necesidad de contar a través de las imágenes, el mundo que ve.






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