Año 1 Número 3 • Diciembre 2014
Revista El Perro
Edi-
torial
Suena la chicharra. Dar besitos en la panza. Respirar. Pegar chicle en perro. Cambiar de trabajo. Insultar al gato. Contar tus ahorros. Pedir parada al camión rojo. Brindar. Correr hacia atrás. Traducir un bebé. Tener fans. Saborear la tierra. Imaginar desnudos. ¡Vacaciones! Soliloquear. Proteger al ganso. Seguir a las hormigas. Vivir a primera vista. Creerse muy chingón. Explorar en los desechos. Pedir la bajada por adelante. Usar la mano izquierda. Hacer méritos con los infiernos. Pensar en la electrónica de microcomponentes. Escuchar la construcción más cercana. Resolver la mente. Crear un nuevo dios. ¡Recreo! Converger con todo. Hacer reír a los puercos. Generar un paisaje atonal. Dar nalgaditas. Celebrar el advenimiento del último juglar. Gol. Caricaturizar tus genitales. Llamarte José 8A. Sonreír a las normas felices. Quemarlo todo. Usar feisbuc para no usar feisbuc. Meditar en los ángeles negros. Inventar un lenguaje multiorgásmico. Saber que hay más películas que vida. Hablarle a la cortesana. Perder un diente. Punto. Sugerir por más vacaciones. ¡Libertad! Leer un tratado de memorias. Proxenetiar. Abrazar a tus tocayos. Vestir una máscara de ropa interior. Comerte mis pantalones. Que te embarguen las penas. Pedir ayuda. Vomitar canciones. Pensar aleatoriamente. Conviértete en el rey del pandero y las maracas. Píntate bonita. Vuélvete agua. Es quizá la práctica de la libertad. Estudia lo más difícil del mundo. Imagina Marsuf. Reposa el perfil. Róbale una sonrisa al budita mamá. Sé esa batería imaginaria. Asalta un café de chinos 5 pesos. Carcajéate de samsara. Baila con tu jaina. Sé el jolgorio de tu vida. La que nos motiva. Mándalos a la verga. Encuéntrate rebotando. Patrocina al perro de la esquina.
Adquiere una idea pendeja. Fluye. Pierde el tiempo. Siéntate en un pito dibujado. Juega chichilengua. Da rait. Sólo permanece. O se nos acabaron las ideas Engaña tus sentidos. Siempre cumplir años. Rájate la raja. Ocasiónate dos hemorragias. Consagra tus pies. Agradezco el tiempo. Sé vacuo. Suena bonito. Genera sismos. Usa globos como condones. Campeona a alguien. Atrapa al gallo. O Nada. Que le hallen el ritmo. Actuá natural. Huele sobacos. Juega las sonrisas. Abúrrete. Pide tiempo en lugar de sueldo. Cántale al atlas. Describe tus hormonas. Vive la anarquía. Salte de la ciclo vía. Suena la chicharra. Trata el corazón. Deséale provecho a todo. Reprime al representante. Regálale flores a tu tortuga. Desobedece civilmente. Regala dinero. Toca congas. Saca las cagüas. Informadrogas. En cada gozo. El recreo no termina. Reclama luz. Silabea. Hazte de un compita vagabundo. Poesía cosquillas. Ahora soy punk. Sé tu propio maestro…
Consejo Editorial (Los Perros)
Este
Perro No tiene
Correa
Directorio Cola
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María Fernanda Centeno Víctor Osuna Palomino Andrea Guzmán Jorge Silvadoray Desly Solorio Balmori Daniel Gómez Jáuregui Ketzal Muñiz Lucio Eckmon Ulises Avalos Atenco María José Toscano Jessica Flores Martínez Alberto Romo Martínez Daniel Zavala
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Jesús Beniel Velasco Reyes Bruno Maximiliano García Cortés Pedro Miguel Guillen D. Domingo Valtierra Robles Víctor Manuel Elizondo Santos
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Contenido
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Convocatoria Enero 2015
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L覺 te ra tu ra 7
Poema
eco- olítico Preocupados más colocarle los istas, los atas y los anos a las palabras (los socialistas, los marxistas, los anarquistas, los capitalistas, los demócratas, y los anos) que simplemente ser libres, o libresistas, libreatas o líbranos. Somos lo que aprendemos, somos el éxito o la derrota y lo que le sigue, somos la caída y lo que le sigue; y lo que sigue es el aprendizaje, o el aprendizajismo.
Si te vas... Linette
Preocupados más por tener que por ser; sólo somos lo que tenemos y ya no somos lo que semos. Encantados por poseer, se nos olvida que somos de la tierra, no que la tierra es nuestra. La escarcha en mente fría se abulta, en mente tibia se convierte en agua pura para beber.
b Vittorio Valente
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Si te vas ahora no habrá sueño que te arrulle, mi sombra te abrazará fría y queda, vaciará tu pecho y sentirás la soledad, No hay rincón de tu cuarto que no tenga mi aroma, ni silencio donde no anheles mi voz. No hay brazos que te deseen como los míos, ni boca que te inspire besar. Caminarás entre la gente buscando mi rostro, y a la vez no querrás encontrarme. Tu mirada se nublará de recuerdo. Mi nombre cortará tu garganta, y se enredará en tu lengua. Despertaremos en este mar revuelto, naufragando. Si te vas ahora, olvidarás. Si te vas ahora, nos olvidaremos.
La luna la cuidaba Se encuentra subiendo los últimos escalones para llegar a la cima de la colina y por fin llega al bosque. Ha sido un largo camino, no recuerda cuándo empezó todo, pero por alguna extraña razón solo cree saber que cuando empezó a subir (si es que una vez hubo algún comienzo) sus ojos no paraban de cerrarse. Y que mientras se acercaba a la cima, se sentía cada vez mejor, cada vez más libre. Vo l te a a ve r d e d ó n d e v i e n e , h a c i a e l interminable vacío. Tiene la extraña sensación de que algo muy importante se le ha olvidado, pero por más que se esfuerza no logra recordarlo. Deja atrás el dolor de su frío y roto corazón para volver su mirada al bosque. Justo en ese momento se da cuenta de que aunque lleva toda
una vida caminando, nunca se ha puesto a disfrutar de su entorno. Se encuentra en un lugar donde las montañas rodean al bosque y los árboles son inmensamente altos, llenos de flores que brillan. Junto a ella hay un pequeño río que avanza a su ritmo. Camina lentamente adentrándose al bosque mientras la noche le muestra el camino a través de las ramas de los árboles que se mueven indicando su destino. Una brisa de aire frío la consuela. Eran lugares extraños. Donde los cantos de las aves crean perfectas armonías. Se escuchan entre las ramas los distintos animales que aúllan reafirmando su presencia, cada uno destacando a su modo. Las sombras de las hojas cambian de diferentes formas, algunas parecen rostros de
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personas que conoció en alguna ocasión, mientras otras, toman formas de los momentos claves de su vida. Camina hasta llegar al corazón del bosque. Encuentra un pequeño lago rodeado de flores, se arrodilla junto a él, pues nunca había sentido tanta sed como entonces. Con sus manos toma un poco de agua y observa detenidamente su reflejo. Se puede ver a ella misma en primer plano y al fondo al cielo, donde se encuentran las estrellas más coloridas que se puedan imaginar, sobresaliendo la inspirada luna. Su rostro lo cubre parte de su cabello, con su mano lo acomoda de tal forma que no le moleste,
y por fin logra verse por primera vez en años. Recuerda que nunca le gusto ver su reflejo, ahora aprecia cada pequeño detalle, se ve más joven de como se recuerda. Comienza a sentirse bastante agotada y se aleja del lago donde deja toda su inseguridad. Y en medio de las flores cae, donde los pétalos brillan y la cubren con su fragancia dándole un cálido abrazo. La esperanza que le ha hecho falta desde siempre y con un último esfuerzo se levanta débilmente, dirige su mirada al cielo mientras, con su mano intenta tocar las estrellas para después desvanecerse. No muestra miedo, la luna la cuidaba invitándola a descansar.
Raúl Duarte Nací en Hermosillo, Sonora, México, el 14 de septiembre, actualmente vivo en Guadalajara. Estudio la carrera técnica en música en la Universidad de Guadalajara (U de G). He escrito desde que tengo memoria, siempre me han gustado las historias, mas hace un año comencé a tomarme más en serio todo esto de escribir. Escribo todos los días desde entonces. El arte de crear “vida” a través de las letras. Este mismo año gané el primer lugar un concurso de cuento corto, organizado por los alumnos del Centro Universitario de Tonalá (U de G), con una historia de terror llamada “Y volveremos a vivir”. Espero en el año 2015 publicar mi primera novela.
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María José Anchustegui Icaza
ota viajera
Nuestro amor es como una gota en el océano Y sin esa gota el océano no sería el mismo Oh gota lejana, ahora en el aire te encuentras Te unes a una nube viajera Hasta que te decidas por volver ¿Qué no ves que el agua ahora es distinta Y que ya no refleja lo que debe de verse? Vuelve pues amor a tu lugar de origen que el agua sabe distinta Mas tengo esperanzas Pues el agua de mar regresa del cielo sin estar salada Ve pues a volar y viajar que ahí tu sal no ha de estar Y cuando regreses aquí estaré Para devolverle contigo al mar su auténtica hermosura.
Men uar sueños Hoy he visto morir a mis sueños. Eran masacrados por un cuchillo de veinte centímetros de largo y ellos no ponían reparo. Yo dormía. Ellos morían. El sueño tan confortable y envidiable, lleno de luces brillantes y elementos armoniosos, se tornaron grises en un abrir y cerrar de... ¿Ojos? Al tener mis ojos cerrados durante el proceso de sueño no sabía si en realidad los tenía o sólo eran mis delgados parpados que tapaban dos cuencas grotescas sin fondo. Las luces se apagaron de repente, todo se volvió triste, lúgubre, decadente. Y yo estaba ahí sin protección alguna. Una débil estela de luz caía al fondo, alumbrando una enorme piedra, y sobre la piedra una caja. Me acerqué a ellas con paso lento, mal queriendo tropezar con la hierba rebelde que danzaba al son del aire pesado, moviéndose de un lado a otro. Cajita de madera seguramente (no lo sabía, podría ser cualquier cosa) pequeña y delicada, la desharía de un golpe contra el suelo descuidado. La abrí lo más lento que pude, como queriendo no destruirla o estropearla y ahí estaban dentro. Mis sueños. Juntos, unidos, casi abra-
zados unos con otros, pequeños en esa cajita café. Se veían tan desprotegidos, me causaban repulsión, no por ellos, sino porque las pesadillas los cubrían alrededor de ellos. Yo quería salvarlos, deshacerme de los malos sueños y quedarme con los buenos, los que todos esperan tener todas las noches. Tomé un cuchillo de veinte centímetros de largo y apunté sin margen de error a las pesadillas para acabar con ellas. No contaba con que éstas se desvanecerían y dejarían al paso libre de la afilada navaja del cuchillo a los sueños. De pronto ya no pude detenerme y acabé con ellos, tristemente se esfumaron... ¿Y ahora? Ahora tengo miedo de dormir. Sé que ya no habrá sueños, sueños buenos y placenteros. Los había matado. Ahora ese mundo mágico está invadido por las pesadillas que se burlan de mí y de mi infortunio, y estoy totalmente seguro de que no dormiré en un buen rato...
Christian Anguiano (Guadalajara, Jal. 1993). Cuentista por amor al arte y por compromiso con las letras. El sinsentido y el humor negro son temas predominantes en sus historias. Actualmente es estudiante de la licenciatura en letras hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Fue publicado por la revista El Perro (“La muerte”, noviembre 2014, número 2, año1).
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Guerra
te
Soldados en las sombras bajo un follaje de muerte, sangre en tu tronco, por savia, codiciosos ramales de hojas demagogas, desquebrajándose en heridos la corteza. Enraizado a los hijos caídos mutilados, masacrados, sacrificados y a la vana gloria que abona.
Tadeo Itzcuintli Oriundo de Colima, llegué a Guadalajara muy joven. Cuando alcancé la edad suficiente, intenté estudiar una profesión, terminé prefiriendo la vida, como escuela, el día a día, como compañero y la experiencia, como maestra. He sido muchas cosas: desde carpintero, hasta carnicero, pasando por mensajero y comerciante, pero las letras han sido siempre mi gran vocación, anhelo hacerles honor o intentarlo en lo que muero. Fui publicado por la revista El Perro (“La muerte”, noviembre 2014, número 2, año1).
Ya antes hilvané notas y dibujé sonetos con tu recuerdo probé tu mirada y lozano encadenó el sabor aún de una verde fragancia tirita su aroma en deseo. En lunas pasadas le he cantado... a tus manos de brisa de mayo a la nostalgia celeste en tus ojos al resonar enervante de tu nombre, privilegio de aves. Landa preciosa que gorgotea ante mis ojos, égloga contoneo que se prende y manifiesta; tonadilla, casi un murmullo, tu brillante cabello; ignoto suspirar de una piel de exquisito donaire, cánticos, cuan estrellas invocaría a tu prosa, inconquistables para colmarte sonrisa de Venus, adorna el regazo de tu cielo con mi beso de gorrión. Me has convertido tú, luna encarnada, de placible arroyo al tibio sonsonete, en torrente impetuoso sin más fortuna por destino reclamado que verterse en tu mar de labios, naufragio seguro, añorado, entre sueños y el adiós de la mañana, no te esfumes anhelo, sin antes de ahogarme entre tus brazos sirenos. Ya antes he hablado de ti, landa preciosa, sonrisa de Venus, déjame ahogarme en tu aliento y renacer en tus bembos al fuego, mar exquisito de resonar excitante. Soy el gorrión, sé tú el canto.
Irene Rivas
El canto y el orrión 13
Sin título
nec ario
Me negaste todo cuanto tenías, cuanto deseaba, cuanto olfateaba, sin miramientos, premeditado, en carácter de causa perdida, con la ternura del soplo vampiro de aquel mosquito contrabandista. Te hiciste con las horas muertas en mi cama, me arropaste en sueños, me hacías trillar y anhelar tu olor… puedo creer que lo hiciste sin querer, qué culpa tienes, ninfa, de ser tan miel y yo tan hambrienta mosca, zumbando. De lo que no te absuelvo, ni en broma, ni por misericordia auténtica, es que no me soltases. Corrías y corrías, yo, papalote, volaba. La lluvia nunca ha sido linda con quienes tenemos papel por estola, con fuego, jamás ha ido bien aquello de besar un corazón de madera, ni eso de inspirar con nieve la brasa. Pero, eres calvario, en éxtasis, ya ignoras, ya absorbes, eres todo y también caos, me tengo por mártir y tú.
Domingo Valtierra Robles
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Me negaste todo cuanto pudiste, lo único que, de veras me diste fue tolerar lo robado, eso, y ¿qué esperabas, si tú eres agua, yo cuenca, viento y polvo sediento? Me negaste tus manos nerviosas, me negaste la piel bajo tu cuello, me negaste mirar tras tus ventanas, me negaste esculpirte un beso por día, me negaste tu belleza imperfecta, pero lo que más duele: que me negaste la indiferencia. En carácter de causa perdida con la ternura del soplo vampiro te hiciste con las horas muertas, de lo que no te absuelvo, ni en broma. Con fuego, jamás ha ido bien aquello de besar un corazón de madera.
Jizem Principal exponente del acicalamiento de gatos y amante de los xoloitzcuintles, ha dedicado su vida a explorar el arte y ciencia de la escritura. Conocedora del nombre del viento y talentosa malabarista, Jizem actualmente se dedica a estudiar: defensa contra las artes oscuras, esperando aprobar el curso en la brevedad. Sus numerosas publicaciones incluyen los éxitos “como te voy a olvidar” “de políticos y otros demonios” y “el político mexicano honesto y otras fabulas infantiles” esta última acreedora del premio “lentes de oro” en la noche de publicaciones libres del café “la cafeterería”. Sin duda una vida llena de logros y galardones le ha abierto el paso a este el próximo paso en su exitosa carrera literaria.
Cicatrices Años después, cuando Martina girara la vista para ver por última vez el pueblo que la vio nacer, recordaría el día que Julián la volvió a llevar al bosque, y de nuevo el olor a copal y begonias marchitas le inundaría las entrañas justo como lo hizo aquel fatídico día que ahora la obligaba a marcharse... Comenzaba el mundo. El día más caluroso de la canícula y la tarde oliendo a una camisa tiesa de tanto planchar. Un olor que te ponía triste, como el mar. Los pies descalzos siguiendo torpemente el sendero que otros pies más hábiles habían abierto y un punzar que bajaba por sus muslos como si pudiera sentir cómo la sangre le comenzaba a hervir a un fuego muy lento. Conocía aquel lugar. Ya había estado ahí en algu-
na ocasión perdida en el subconsciente. Años después recordaría con un ligero escozor en el corazón las tardes violáceas bajo las copas de los árboles que apenas dejaban filtrar una luz lánguida y perezosa sobre sus tobillos desnudos y una voz que recordaría como la de su padre cantándole en un idioma que jamás entendió. Aquel hombre habría cruzado ya aquel hilo rojo que separaba los dos mundos incluso antes de que Martina hubiera estado segura de que alguna vez existió. Fue hasta que Julián la llevó de nuevo al bosque que se dio cuenta de quién era. Y sintió. Un tapón botado de la parte insensible del alma. Sintió un nuevo alumbramiento a los pies de su segunda madre y a los pies de Julián. Y Julián, que había llegado al mundo con su nube de copal y silencio contándole de la omnipresencia de los árboles. Sus ojos brillaban cuando hablaba de esa extensión del corazón que pasaba a ser parte de ellos, aquellos seres divinos existiendo en los tres mundos, con sus raíces enterradas en el inframundo,
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alimentándose del aliento dulce de la muerte, sus troncos clavados a la tierra, aferrados a este mundo, compartiendo su vida con los humanos y sus ramas alzadas al cielo, como plegarias enredadas y perdidas en su encuentro con Dios.
Una regresión suficientemente dolorosa para no intentarlo de nuevo. Así, hasta que semanas después se volvía a ver con sus huaraches desgastados y las mismas ojeras de siempre, decidida a encontrar al ser que la había abandonado.
Un día que el silencio era insoportable lo dijo: «¿Hacia dónde vamos?» se escuchó decir a sí misma. Las palabras confundiéndose con el vaivén de las hojas, temblando como criaturas recién nacidas. Julián no contestó. Con la mirada fija en la nada sacó un puñal y grabó una «M» con líneas burdas en la parte alta de su árbol gemelo, aquel que compartía la mitad de su corazón. La miró una última vez con sus ojos milenarios y se marchó. Jamás regresó…
¿Por qué ésta vez podía ver el camino con claridad? Un mensaje que le decía que antes de dejar el lugar en donde nació tenía que despedirse del lugar donde la oscuridad y la luz un día formaron el camino donde alguna vez un fantasma escribió su nombre sobre su propio corazón ausente. Mensaje o no, Martina regresó una vez más a aquel árbol. Después de 30 años y cientos de noches creando un muro en contra de su memoria consumida, el dolor sólo se había reducido a una costra ocre que palpitaba cada madrugada cuando intentaba pronunciar su nombre entre soplos. Ahora que había regresado para despedirse de su propio árbol gemelo que jamás volvió a ver después de aquel último día, pudo sentir la barrera que había impuesto contra su recuerdo desmoronándose como azúcar. Un dolor agridulce clavándosele en la parte carnosa del corazón cuando en el lugar donde Julián había escrito su nombre alguna vez no había nada. Un borde grisáceo y burdo ocupaba su lugar. Las raíces apagadas y muertas. Martina pasó sus níveos dedos por la corteza reseca y, por un instante, fue casi como si hubiera tocado las huellas dactilares de aquel ser que había tocado su alma y que ahora comprendía, tanto llegó a amar.
Martina abrió los ojos al evocar una vez más la mirada desazonada con la que Julián se despidió. Un escalofrío blandiéndole los huesos fríos de la espalda al intentar regresar el instante donde aquellos ojos negros dejaron de existir. Partiendo como estaba, desde donde el pueblo sólo era un manchón perdido entre la selva, volteó una vez más al rincón de su memoria y ahí estaba. Los árboles. El eco de vidas anteriores intentando romper las cadenas que alguna vez les impuso la muerte. Y era su padre cantando canciones autóctonas, meciéndola en sus brazos antes de dormir. Y era el recuerdo y sus silencios contemplando la magnificencia de la nada. El viento y miles de voces pasadas persiguiéndola todas las tardes. Era Julián. La idea absurda de que regresaría. En un año. Un mes. Mañana. O al día siguiente. Ya casi ¿O no? Sí, ya casi. Un rato más, sólo un rato más… Algunas veces, cuando la luz le permitía vagar por las calles sin ser vista, intentaba recordar el camino a tientas por los senderos olvidados. Apenas se volvía a internar en la selva, volvía.
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El árbol había muerto y, por un momento, le pareció ver a Julián, alimentando con su aliento las raíces de algún otro árbol cercano. Dijo su nombre una última vez. La boca vacilante temerosa de pronunciarlo después de tantos años. Regresando a su propio cuerpo, finalmente se marchó. Jamás regresó.
El tejedor de tortugas –Así, por debajo de la tela –le expliqué a mi pequeña amiga de caparazón rosado–. Después pasas el hilo por encima de esta manera. Nunca olvides ponerle los ojos, recuerda que deben ser botones diminutos como los tuyos. El relleno es importante, algodón de primera, siempre lo he dicho, si no es algodón, ¿de qué otra cosa puedes rellenar tu tortuga? De arena quizá. Ya es hora –le dije a mi pequeña amiga–, se nos hará tarde y tú sabes que no me gusta llegar tarde. Mira que no se nos olvide nada. El tejedor se levantó de su puesto y caminó en dirección a la playa. Al sentir el agua en sus pies sacó de una bolsa las tortugas tejidas que llevaba, las colocó con cuidado sobre la arena. Quince tortugas hechas a mano. Esperó a que la marea viniera a reclamar la orilla que tanto le pertenecía. –Vas muy bien –le dije a mi pequeña amiga cuando por fin decidió entrar al agua–. Observa a las demás. Mueve tus patas. Que la ola no te dé una sorpresa –le aclaré mientras yo tomaba el hilo y me cosía el corazón y la imaginación al pecho. Pedro Miguel Guillén Mejía Sin nadie que hiciera preguntas sólo quedaban algunos puntos suspensivos… Me describieron por primera vez el 6 de marzo de 1992. Hasta la fecha soy un personaje de las letras que lo que busca va más allá de las páginas en blanco. Soy un personaje, que como muchos otros, juega a escribir, soy un personaje al que le pusieron por nombre Pedro Miguel Guillén Mejía.
Alejo Amargo Bebe cejas guapas y se enamora de cervezas; en ocasiones pasa al revés. Hace poco, Amargo era adolescente, y no le dieron permiso de dispararse en la sien con un revólver que le vendieron en la central vieja. Creció molesto y se enseñó a escribir con la pistola. Para sobrellevar el alcoholismo mezcla el cine grindhouse con la literatura. Piensa que la creación literaria es un mustang del 65 rojo que viaja por el desierto de Texas con Jenny Lewis amordazada en la cajuela y Cotton Fields de los Creedence escapando por el radiador. He colaborado en los dos primeros números de la revista El Perro.
Y Heideggerear un ratito; para Álvarocampearte un escrito en el que pueda decirte que aunque parezca que tengo un amor bukowskiano contigo, me gusta imaginar que tus ojos bonitos me entregan algo más Lavineante. Que un saborcito Beneditezco nos envuelva el alma. ArturoAcciarme un cigarrillo mientras me pongo a pensar que mientras tu Rosenvingéas queriendo mantener “la distancia adecuada” entre mis “flores raras” y tu corazón “cerrado”, yo estoy acá Loringeando un cachito. Deseando no ser el “hombre que inventó Manhattan”, porque tarde que temprano terminaría apodándote tokio [por no decir el estado del que tú eres] pasando el miedo de un día decirle a mis conocidos que “Tokio ya no nos quiere” y que por más que trato ahora «ya sólo hablo de amor».
Metatextual 17
Tiempo Cada error, cada caída Cada acierto, cada retrospección Cada beso, cada caricia Todo en la vida que compartimos los dos Cada sueño, siempre dormidos Cada respiro, cada canción Cada noche, cada alivio Todo en la vida que compartimos tú y yo Cada tristeza, cada alegría; Cada sonrisa, cada decepción Cada café de las tardes frías Todo en la vida que compartimos los dos Cada suspiro, cada mirada; Cada enojo, cada intromisión El mismo cielo de cada mañana Todo en la vida que compartimos tú y yo Cada horario al ser impuntuales Cada comida, cada imprevisión Cada llegada, cada partida Todo en la vida que compartimos los dos Cada encuentro, cada visión Cada reencuentro, cada separación Cada faceta de cada reacción Todo en la vida que compartimos tú y yo Cada ocasión vivida Hizo verdad la ilusión, La distancia nos separó aquel día En que se unieron el espacio, el tiempo y el dolor… Luigui Nací en la ciudad de Guadalajara en noviembre de 1988. Actualmente curso el 5° semestre la Licenciatura en Educación Primaria, en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco. Comencé a escribir en el otoño del 2005 y desde ese entonces, mis creaciones son en su mayoría poesías, aunque de vez en cuando también lo son pequeños relatos bastante breves. Este año inicié a compilar dichos escritos para formar una obra de mayor extensión. Hoy en día trabajo en ese proyecto, sin mencionar que, obviamente, sigo escribiendo, sigo creando.He colaborado en los dos primeros números de la revista El Perro.
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Era el 2014, fue en ese año, cuando las moscas nos invadieron. Una primavera nacieron y durante todo el varano y parte del otoño las malditas no se morían o es que tal vez son sus hijas e hijas de sus hijas. A Mapimí lo conquisto una familia de moscas. Somos famosos por muchas cosas, como los minerales que las empresas sacan de nuestros cerros (bellos cerros machos, pelones y secos), los fósiles que murieron bajo nuestros pies y el asado rojo. Aquel verano, le quité al tío Segundo de la herida en su pierna una tonelada de moscas, estas parecían querer vivir dentro de mi tío, y mi tío tan pobre y acabado, no hacía ya nada para espantarlas, el médico seguía diciendo cosas sobre tenerlo muy limpio pero tampoco tan limpio, cubierto con gasa pero no tan cubierto. Y entonces mi tío Segundo falleció. Cuando por la mañana le llevé su café con leche y su cigarrillo que cada día consumía sin falta, de manera religiosa, me llevé el susto de mi vida. Espantosa mi visión, mi tío era ahora color de carbón, la boca abierta de donde salían y entraban moscas; y el zumbido era tan fuerte y hacía que mi pecho se moviera de manera que no podía respirar; zumbaban a un ritmo inalcanzable. Corriendo sin parar, llegué a la iglesia y recé. —Pinche virgencita ahora sí, lo juro, dejo de tener malos pensamiento con la hija del herrero y con la dueña de la marroquinería, lo juro, lo juro chingado, pero... (Y, tomando aire, puse una monedita en la urna de donaciones) por favor quítale todas las moscas a mi tío Segundo. A Mapimí lo olvidaron todos, a mi tío Segundo lo olvidaron todos, menos las moscas.
El asalto de las
moscas
Ilse Mezo Ilse A. Mezo, nacida en Torreón Coahuila, criada bajo las constantes tolvaneras laguneras. Estudiando Letras Españolas intenta convertir los granos de arena en algo poético, sublimar la tierra que gira bajo las piernas. Escribe cuento y poesía, amante del arte plástico aspira crear imágenes fuertes con elementos desérticos.
La primera letra de su nombre Bajé los párpados; y mientras le contemplaba echada en la cama de mi cuarto, el cuarto de mi mente, desnuda bajo la sábana y ofreciéndome su espalda mientras dormía… le escribí. Le escribí callada, hablando sólo conmigo misma, en mi pensamiento; no quería despertarla. Recordaba todo de ella; sus años, sus medidas, sus gemidos, sus pesares, sus gozos, su historia; todo, excepto su nombre. De su nombre sólo me quedaba la primera letra en el borde de la lengua, atorada casi entre los dientes… ¿el resto?… el resto resbaló entre mis comisuras justo después del primer beso. Buen día y con mesura… y entre mis sábanas blancas, bienvenida sea la vida hoy entre tus brazos y bienvenido el placer entre tus piernas y sobre tu regazo. Busca siempre… y que sea en mí dónde de vez en cuando encuentres. Quiéreme en silencio, ódiame a gritos... Dame de más… dame de menos… enloquéceme y obséquiame cordura. Que de tus besos siempre esté necesitada y que sea tu boca siempre fuente de colmarme. Déjame beberte… ruega por beberme… bebámonos mutuamente. Regálame un sonido, regálame una sonrisa, una lágrima… un berrido. Quiero que me dediques una prosa… que me maldigas y luego me bendigas. Y si un día me faltaras… si un día te alejaras o me marchara, que quede en tu cuerpo el sello de mi piel y en mi piel la huella de tus manos. Que mi mano siga paseando en tu cabello, pero sólo en medio de las sombras, por la noche… en tinieblas. Entonces que a oscuras me sigas pensando… y al menos una vez más deseando. Que cuando te quedes en la penumbra el recuerdo de mis exhalaciones te cubra y mi muslo extraviado se enrede en las fantasías de tu vientre y de tu abrazo. Que tus labios pronuncien mi nombre… con agrado, con enfado… pero sin olvidarle nunca. Quiero ser recuerdo indestructible de tu mente… ¡Qué más da si soy un recuerdo extraviado… incluso uno indeseado! Deja cabalgar a mi voz cerca de tu oído… aun cuando mi rostro te sea ya desconocido. Cierra los ojos y jamás a menudo, pero sí “casi nunca”, permite que mi aroma se pierda entre tu olfato, y que mi imagen difuminada se entregue a tu atención y arrebato. Vuelve a tomarme… vuelve a hacerme tuya; imagíname, recuérdame, ámame… entonces vuelve a dejarme, a rezagarme en un confín de tus “me acuerdo cuando…” y ahí, perdida en tus ideas, deja que me marche, que huya… sólo para volver más tarde.
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Bien amada… Bella Buena amiga, Bestia amante. Barca sin puerto, pero siempre con rumbo. Bohemia existencia. Burdo entorno que hiere, que lastima… que te blasfema y después de blasfemarte te besuquea. Bostezo que se disfruta en silencio. Bosquejo que se dibuja en verso. Beneficio y Burla, Burla y Beso. Y entre tanto brote escrito, que sea la primera letra de tu nombre la que bien o mal permanezca en mi camino. Marisol Entonces abrió los ojos; bostezó. Yo seguía escribiendo, pero ella se paró, me tomó por el rostro y justo como la noche anterior, me besó. La letra que pendía aun de mis labios se pegó a los suyos; intenté rescatarla en un balbuceo que resultó absurdo y en medio de las bocas y caricias, se bamboleó un instante y luego se deslizó hasta extraviarse. ¡Basta! me dijo cuando intenté bogar hacia ella y volvió a Besarme. María del Sol Nací en Guadalajara; aunque por mi familia, me considero mitad zacatecana. Pasé la primera parte de mi infancia en un pequeño pueblo jalisciense, para después mudarme a una pequeña ciudad y posteriormente a Zapopan; donde a la edad de 12 años comencé a escribir poesía. Desde pequeña sentía una fuerte inclinación hacia la pintura, así que estudié Artes Visuales. Sin embargo con el tiempo y de manera más instintiva que consiente, descubrí mi gusto enorme por las letras y me di cuenta de que desde mi adolescencia no había dejado de escribir, pasando por diversos temas plasmados básicamente en poesías y cuentos. Actualmente resido en Quintana Roo y mi encanto por las palabras continúa creciendo. He colaborado en los dos primeros números de la revista El Perro.
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(Ciencia que estudia a la imaginación y sus distintas aplicaciones) Cuando el señor Octavio Muñiz despertó con una extraña erupción en la frente, no dudó dos veces en ir al doctor. El doctor Ramírez le pidió que le explicara cómo se lo había hecho. —Simplemente desperté y ya tenía la roncha en la frente. —Podría darme más detalles, por. —La noche anterior estaba imaginando como sería la escultura de un mosquito que debía hacer para una exposición de insectos que habrá en el museo la ciudad. Ya lo tenía muy claro en mi mente, sólo me faltaba hacer el boceto en mi cuaderno. Así que me levanté rápidamente por mis lápices. En ése momento fue cuando me golpié muy fuerte la cabeza en el foco que colgaba del techo. Sólo se escuchó un trash y todo se volvió tinieblas. El golpe me provocó un terrible mareo, sólo quería acostarme. Además del golpe en la lámpara, sentía la sensación de que algo había salido de mi cabeza. —Interesante. Pero no podré hacer mucho. Mire, en este papel está el teléfono y la dirección del Doctor Fifi Gabels: un especialista que sabrá tratar muy bien su caso. —¿Qué tipo de doctor es? —Él le explicará y aclarará todas sus dudas. Octavio se trasladó rápidamente al consultorio del doctor Gabels. Al llegar le explicó su problema. Después de que el doctor analizara la zona afectada con instrumentos extraños que Octavio nunca había visto, llamó a su enfermera para que anotara el nombre de la enfermedad y el tratamiento. Luego que la enfermera salió del consultorio Octavio preguntó al doctor qué era lo que tenía. —Debo decirle —el doctor contestó con seriedad— que su caso es uno de los más raros. Pero no se preocupe, aún estamos a tiempo de revertir su mal. Le voy a explicar, lo que a usted le suce-
dió es que no pudo encadenar su mosquito imaginado al papel y de allí a la escultura debido al golpe que sufrió en la cabeza, cosa que aprovechó el escurridizo insecto para fugarse de su mente y ser liberado en esta realidad. Lo mejor sería que siguiese en su habitación. —Discúlpeme, doctor, pero eso no es posible ¿Cómo puede algo, que es producto de mi imaginación, saltar a la realidad, materializarse? —Bueno, si no me cree a mí, tal vez pueda creer en lo que dicen los estudios científicos. El doctor abrió un cajón de su escritorio e hizo una pantomima, como si sacara algo grande y pesado y lo colocó sobre el escritorio. Miro a Octavio a los ojos y le dijo: —Ahí lo tiene, puede echarle un vistazo, si quiere. —Yo no veo nada. —¿Cómo que no ve nada? —El doctor hizo el ademán de levantar algo de la mesa— este libro le explicará perfectamente de lo que hablo. Es una edición especial, pasta dura y contraportada invisib… ay, cómo pude olvidarlo, perdón, error mío —El doctor hizo como que le daba la vuelta al supuesto libro y de repente, como por arte de magia apareció frente a Octavio un libro. El doctor lo abrió en una página y le señalo un renglón con el dedo. —Mire, lo que usted tiene se llama erupción microportalica en primera fase. Pero debemos actuar de inmediato, antes de que llegue a la tercera fase. —Bueno, ya he escuchado suficiente. No tengo tiempo para tantas mentiras. Nunca pensé que el doctor Ramírez fuera tan poco profesional para mandarme con un timador como usted. —Señor Muñís, no lo entiende. Usted está en un pro-
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blema grave. No puede irse, debe estar en examinación constante. Su imaginación… no, su vida corre peligro. Esa erupción no es normal, aproveche que aún queda tiempo, después puede ser muy tarde. —No moleste, y ni crea que le pagaré por la consulta —. Octavio salió del Consultorio, azotó la puerta con mucho coraje, cruzó por el pasillo en dónde estaba la secretaria, a la cual también le dijo que no pagaría un solo peso; salió a la calle, tomó su auto y se dirigió a casa. Al llegar, llamó inmediatamente al doctor Ramírez para reclamarle por haberlo enviado con un charlatán. —... Pero ya verá, mañana mismo lo denuncio a usted y su cómplice… no, no es amenaza, valla preparando a sus abogados. Tranza, miserable, cabrón. Colgó el teléfono y fue a su cuarto. El enfurecimiento le había agotado todas sus Energías. Así que se desvistió y se tiró en la cama, todavía con el ceño fruncido. Soñó que el mosquito, su mosquito, volvía a posarse en su frente para chuparle la sangre, pero no era un sueño, realmente el mosquito se paró en su frente para volver a picar exactamente en el mismo sitio, desencadenando, de este modo, la fase dos. Un par de horas más tarde inició la fase tres: la imaginación de Octavio salía de su mente en cientos de miles de formas a través del piquete de mosquito, que en realidad era una especie de portal que iba directamente de la mente de Octavio a la realidad. ¿Qué era lo que salía de la cabeza de Octavio? Eso se lo dejo de tarea a usted, querido lector. Salía todo lo que usted quiera, lo que usted se imagine, cualquier cosa: plantas, animales, personas, monstruos, objetos inanimados o lo que usted quiera (si es capaz de imaginarse todo un universo saliendo le cabeza de Octavio, adelante, ¡imagine! Tres días después lo encontraron, muerto y con la cabeza parecida a un globo desinflado.
Daniel Jáuregui
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d cumen
Esta cosa del tema libre no me gusta… Es demasiado complicado encontrarse enfrente a esa inmensa libertad que nos da ese tema, que no es un tema, porque no define ningún límite. Todos ya hemos experimentado este vértigo de no saber qué escribir, la angustia de la página blanca… Sentir todas las palabras pegadas en tus manos, justo en los dedos, sentirlas mover, adelantarse un poco del teclado de la compu, para por fin regresar en los dedos, y con ese va y viene, darte una impresión de mareo que casi te mata. Pero sí que las tienes, estas ganas de escribir, como siempre. Estas ganas de aliviarte de tus pensamientos, dejando todo sobre el papel, sobre la pantalla. Pero tus dedos no te dejan. Tienes todo dentro de tu mente, pero hacer pasar las palabras de la inmaterialidad de tu cerebro a la materialidad (toda relativa que sea) de la pantalla es la etapa clave de la escritura. Este momento en el cual apuntas las palabras, tanto para ti, como para los otros. Para ti, porque es la única manera de aliviarte. Si sólo te quedas con las palabras en la cabeza, te vuelves loco. Y eso lo sabes. Necesitas vomitar las ideas que tienes, para poder tener otras, y otras, y otras, y seguir vivo. Pero también escribes para compartir, para poder sentirte entendido. Sí nadie te lee, nadie podrá entenderte. Porque cuando escribes, sale todo lo que no conoces de ti mismo, sale todo lo que te compone, aún sin que lo sepas tú. Escribes, escribes, escribes… Y te quedas un poco más libre. Ya puedes pensar en otras cosas, y volver a escribir. Siempre estarás en este círculo infernal, prisionero de tus pensamientos, y al mismo tiempo el creador de todo eso. Así que te encuentras en la posición del verdugo y de víctima. Pero debes ser un poco masoquista, porque siempre sigues. Y te gusta hacer todo eso. Te gusta esta locura a la cual te lleva la escritura, saber también que sí no escribes por un tiempo dema-
siado largo, vas a agobiarte en tus pensamientos, y escribir. El mar dentro de tu cabeza tiene varios humores, pero nunca se queda tranquilo. Y puedes alegrarte de eso, porque así vives, y siempre tendrás la libertad de pensar. Libertad. ¿Es difícil, no crees? Ser libre. He tenido que luchar contra la libertad que me ha dado este tema para escribir sobre sólo una cosa. Es que siempre tenemos ideas, y que elegir ciertas siempre significa renunciar a todas las otras. Y como no pudo elegir entre todas las ideas que tenía… He escrito sobre nada, y todo. Porque, ¿quién quiere leer una vez más un texto a la Sartre (pero menos bien que Sartre, porque sólo hay un sólo Sartre) diciendo como complicado ser libre es, pero que también es una tremenda suerte etc., etc? Yo no. Porque la libertad, la tenemos, pero aún así, es complicado vivir, y elegir, y renunciar. Y que sólo pensando en todo eso, siento la tormenta del mar despertándose en mi cabeza. Tormenta que viene, a eliminar algunas ideas parasitas, para que pueda enfocarme sobre las ideas importantes, como todo lo que está pasando en México.
var las cosas hasta impedirle su rol de padre a un padre? En eso, estos eventos están destruyendo las instituciones más antiguas y tradicionales de todas, y eso no debería ser. Todos deberían poder tener la elección de sus ideas. Todos deberían tener opiniones, y luchar por ellas. Eso debería ser normal. Un país en el cual no se puede tener una opinión propia por la cual luchar no solo es una dictadura, sino que es también un caos total, un vacío. Si no hay ni ideas, ni opiniones, se muere todo. Se muere la cultura del país, su personalidad, su gente. Y eso no debería pasar en ningún país, pero aun menos en México. No hace falta que diga nada más, ya han entendido mi punto de vista, el punto de vista de una Francesa revolucionaria, hasta siempre.
Céline Guillemot Soy francesa, de París, estudiante de 20 años. Viví en México, los 6 primeros meses de 2014, y ahora estoy en Madrid, por lo que resta del año. Me gustan los artes, el cine, la foto, la música, y el teatro, un poco de todo. Me encantan los viajes y el descubrimiento de nuevas culturas y personas. He sido publicada en los dos primeros números de El Perro.
Desde Europa, tenemos a la vez muchas y pocas noticias de México. Sabemos que pasan cosas, pero no sabemos exactamente lo que está pasando, y en qué medidas. Pero leí un artículo hace ya varias semanas, que me ha movido más que los otros. Trataba de otro pueblo en el cual jóvenes habían desparecido, robados por milicias a la salida de la universidad o del instituto, bajo los ojos de sus padres. Habían tomado también al padre de una chica, quien trataba de defender a su hija, y le habían mandado a casa después de haberle cortado el dedo, diciéndole de huir y que nunca iba a volver a ver a su hija. Leer eso me ha destrozado. Saber que este padre tenía que abandonar, que renunciar al amor que tenía por su hija... Luchar contra su deseo de ir por ella, porque de todos modos, no tenía el poder de hacer nada para salvarla. Es como empezar una película de Hollywood, en la cual el padre sería el superhéroe, pero sin que haya ninguna película, porque no estamos en Hollywood, sino en México, y siempre se puede esperar por el Happy-ending. Me duele tanto saber y ver que en este país del cual tengo memorias mágicas e increíbles, pueden pasar cosas tan feas e inhumanas: ¿cómo lle-
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La verdadera pesadilla antes de navidad Por Víctor Osuna Generaciones recientes considerarían The Nightmare Before Christmas (1993) como una cinta, entre muchas cosas, original por jugar con el concepto de entrelazar algo tan macabro como el día de brujas con algo regularmente cargado de felicidad y buenas intenciones como la época navideña.
Tan equivocados de ello como del pensar que esa cinta fue dirigida, en lugar de producida, por Tim Burton, pues es el fantástico animador Henry Selick, quien estuvo al frente de dicho bizarro cuento de navidad. Existe en la extensa y amplia historia del cine, una cinta considerada de culto que muchos años antes jugo no solo con la idea de un día festivo convertido en tragedia, sino que también marco una pauta en muchos aspectos cinematográficos e incluso ostenta el honor de ser la primera en su género.
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Estamos hablando de Black Christmas (1974) de Bob Clark. Este filme es considerado dentro de la historia del horror y el suspenso cinematográfico, como el primer “slasher” (cintas con maniacos que asesinaban de maneras brutales) que se filmó, irónicamente unos cuantos años antes del que regularmente suele brincar a la mente entre muchos fanáticos como el precursor y pionero del género, en este caso, Halloween (1978) de John Carpenter. Black Christmas cuenta la historia de una frate r n i d a d d e mujeres quienes tienen una fiesta por motivos de las épocas navideñas y que reciben la visita de un hombre que entra a hurtadillas a su casa y no es precisamente Santa Clos, mucho menos viene cargado de regalos o villancicos, sino con la clara intención de aniquilar a todas y cada una de ellas por considerarlas unas “sucias cerdas”. Utilizando el recurso de la cámara como el punto de vista del asesino al que nunca vemos completamente, el director logra de manera perfecta generar
una angustia en el espectador que se refuerza aún más con la constante presencia de las llamadas telefónicas que se realizan a la casa de las chicas, plagadas de palabras obscenas, sonidos y frases que a cualquiera le pondrían los pelos de punta y un fantástico score cortesía de Carl Zittrer, que captura y presenta de manera perfecta la tétrica atmosfera y psique que rodea a todo el filme. El detonador de la historia es la desaparición de una de las chicas, quien un día antes acuerda con su padre que está de visita, el verse temprano en el centro del pueblo. El personaje del Teniente Fuller, encarnado por quien después de esta cinta se convertiría en un emblema de las cintas de horror, John Saxon (10 años después encarno al padre de Nancy en Pesadilla en la calle del Infierno y también formo parte de Tenebre del gran Dario Argento) se da a la tarea no solo de encontrar de nuevo a la desaparecida, sino de resolver el misterio de las obscenas y constantes llamadas telefónicas que han perturbado la paz de dicha fraternidad durante un buen tiempo. Otro punto a favor en la película recae en su montaje, pues enlaza de manera inteligente algunas
escenas que sirven tanto de puente narrativo como de herramienta para el sobresalto y el horror. Irónicamente, el director de esta legendaria cinta, Bob Clark, no solo se volvió famoso unos años después con la soez saga denominada Porky´s sino que también es el autor de uno de los más grandes filmes navideños en la historia del cine, Una Historia de Navidad de 1983. Además de la vaga pero claramente intencional referencia a Santa Clos con el misterioso asesino, la cinta juega con otros elementos, como la chica embarazada que debate con el novio sobre el destino del niño que viene en camino, la envoltura de regalos y la princesa de hielo, dándoles igualmente un giro bizarro y perturbador al incluir un posible aborto, una novedosa manera de asfixiar y una memorable escena que incluye un unicornio de cristal.
matografía mundial y es precisamente, una joya poco exhibida, por lo oscuro de su temática y su clara referencia antagónica a la época navideña desde su mismo título. Amantes del terror, del cine de suspenso, de cintas con temática navideña con un giro perverso y aquellos auto proclamados cinéfilos empedernidos no pueden dejar pasar la oportunidad de verla. Calificación:
(Clásico instantáneo)
Una película ideal para quienes prefieren pasar las frías noches decembrinas con la novia férreamente abrazada u ocultos bajo varias cobijas en la sala de televisión en vez de hacerlo con ponche, villancicos y cintas llenas de duendes, juguetes y felicidad. Esta no solo es una película de culto, una precursora del género y un fantástico ejercicio audiovisual que serviría de catálogo y guía infalible a tantos realizadores novatos que piensan que copiar el mal y más barato cine de clichés gringo es la fórmula perfecta (Y para prueba solo bastaría ver el espantoso remake del 2006) Esta además es una joya de la cine-
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¿Crees que la música te necesita? Por Beni Hace poco caí en las garras de esa pregunta y no sé a dónde me llevará todo esto. Para esto hemos de encerrarnos en la jaula del lenguaje, de las palabras, de alguna forma tenemos que darnos a entender como seres humanos. La música trata un fenómeno sonoro, vaya usted a saber si existía antes del humano o no, eso dependerá de las percepciones de cada individuo. Para esto mismo el homo sapiens se inventó un palabra para definirlo, la mayoría y el autor del presente estuvo de acuerdo sin que le preguntaran que ésta palabra sería “Música”. Una barrera más de percepción es esta palabra que deriva de las musas griegas, las cuales no queremos analizar en este momento, al parecer quien no sabe nada de griego y Grecia ya se perdió de la música. El punto es que sintetizar todo ese fenómeno auditivo en una palabra y creérselo ya es mucho esfuerzo para un ser.
Hemos de ser diestros para detectar las convenciones que nos han impuesto los barrotes del lenguaje, convencionalmente se le considera a la música como una organización, tanto de sonidos como de silencios cuyo parámetro es el ritmo o mejor especificado, el tiempo (otro mundote). Ha de ser bien organizada, encajonada en la palabra “armónica” otro ladrillo en la barda de adobe. No tengo la más mínima idea desde cuándo data o es vigente la palabra música, pero el fenómeno supone algo tan antiguo como lo es la conciencia auditiva y quién sabe si hasta antes de ésta. El tiempo en la música como en el fenómeno parecieran compatibles e irse acompañando de alguna forma, si es para usted el sonido de las olas, el viento, los días y las noches, etcétera, un ejemplo de música, favor de imaginar e intentar moldear ese ente. ¿Cuánto no se ha tocado ni se ha cantado ya? ¿Parece explotado por completo para usted? La música a través del
tiempo ha adquirido tantas formas, colores, adjetívese si lo desea. Que se presenta hasta nuestros días, quizás hasta escuches música mientras lees, cuando una mente le dio un orden también le dio una intención, hay sonidos y músicas que siguen en nuestro top 5 de favoritas e inclusive hay algunas que han sido interpretadas por siglos, otras que no han sufrido cambios y otras que han cambiado bastante. La música durante el tiempo puede servirnos de testigo de cómo era el oído humano en determinada época, qué le gustaba o de qué se alimentaba el oído medieval, cuán sagrado puede ser el oído y su capacidad, y si hay oído quisquilloso, que degustaba y que depuraba el oído, y nos ofrece una escucha milenaria al escuchar la sonoridad del fuego, el aire, el agua que ha fluido... ¿Cuánto tiempo se ha escuchado Monteverdi? ¿Por cuánto tiempo se escucha Mozart? ¿La cumbia lunera? ¿Piazzolla y los Bitols? Pregúnteselo a usted mismo. El fenómeno es maravilla, que al mismo tiempo y ampliando nuestra perspectiva de
la foto panorámica, la música organizada por el hombre se encuentra aún en pañales. Y está la música tan pensada por el hombre que pareciera que se necesita más de una vida para desarrollar esa habilidad o el genio es para algunos cigotos privilegiados nada más. Aún nos queda el enigma del tiempo en la música… “Nuestra única manera de escuchar el caudal y el rumor del tiempo.” Mozart: Quinteto para clarinete y cuerdas en La mayor, K.58. –José Emilio Pacheco
“Nuestra única manera de escuchar el caudal y el rumor del tiempo.” Mozart: Quinteto para clarinete y cuerdas en La mayor, K.58. –José Emilio Pacheco
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María Fernanda Centeno @Grafocafe Grafóloga con grafocafe mariafernandacenteno.com
Hace varios días al estar en reunión con varios colegas, uno de ellos menciono que se cambiaría de religión, su forma de vestir, de comunicación e incluso sus amistades. La mire y después de contar sus motivos del porque tomo esa decisión. En
quieran. Creo que al final, hasta el más estepario de los lobos, quiere que alguien lo quiera. Que alguien le regale una mirada que lo haga sentir diferente y especial. O sea que para que nos quieran, somos capaces de decir si aún cambio de religión o a una síntesis, es una práctica desagradable para nosotros con tal de mujer enamora- "no hacer sentir mal al da la cual está otro" (léase como yo lo c a m b i a n d o s u veo, con tal de que no forma de vivir, de m e d e j e d e q u e re r ) creer y sentir con Somos capaces de no exigir respeto, que nos tal de estar al lado amen tal cual somos. del hombre que Podemos cambiar tanto ama. con tal de que no vayan a pensar que somos inútiLa frase que se quedó les y preferimos jugar taladrando mi cerebro ruleta rusa con nuestra fue cuando dijo que se vida y todo para que nos había sentido culpable quieran. porque la idea no le agrada en lo más mínimo, y Estar en una relación su pareja se dio cuenta. ridícula que no es amoShock e iluminación. rosa, pero que tampoco Pensé inmediatamente es amistosa, pero que no en todas las cosas que se puede dar por termihacemos para que nos nada. Digo ridícula no
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porque no entienda lo que duele o porque nunca me haya pasado, sino porque quienes se han visto envueltos en un melodrama de éstos, se sienten débiles, sin fuerza de voluntad y poco queribles. Todo para tener migajitas que nos digan que alguien nos quiere aunque sea a ratos o aunque sea un poquito. ” Explíquenme porque existen personas que aguantan de todo menos el ser felices consigo mismo” Regalamos cosas para que nos quieran. Una mujer que conozco (no diré su nombre por resp e to ) s e g a s t a b a l a mitad de su sueldo en comidas, cenas, regalos de cumpleaños y tragos para sus amigos. Nunca le faltó dinero pero un buen día se dio cuenta de que nadie la invitaba nunca a ella, nadie le regalaba nada en su cumpleaños y cuando no era tan espléndida, muchos amigos se desaparecían. Todo para que nos quieran. Además los adultos muy adultos parecen niños saltando la cuerda frente a sus padres, tratando de ser vistos y aplaudidos por encantadores. Sólo que en la adultez lo hacen luciendo sus cualidades y
logros frente a los padres, que si no supieron cargar positivamente el narcisismo infantil, tampoco lo harán con sus hijos adultos. Es nuestra vida y “El límite somos nosotros mismos y nuestro deber de amarnos”. Si tengo que convertirme en quien no soy, dejarme humillar, gastarme el dinero que no tengo, aparentar vidas perfectas, poner en riesgo mi salud física o mental, con tal de que me quieran, es probable que esté en un intento fallido de reparación de una grave herida narcisista infantil, que me empuja a actuar sin pensar en mí, a "darlo todo" creyendo que eso es algo bueno para mí y para los demás. Yo pienso que todos,
tenemos que aprender el valor de la reciprocidad. O j a l á d e j á ra m o s d e hacer tantas cosas para que nos quieran y fuéram o s m á s s e l e c t ivo s sobre cuánto y a quién darle nuestro amor.
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Convoca: A todos los que profesan la lengua escrita, a participar con el tema:
MONSTRUOS Requisitos: Convocatoria con apertura a Enviar un archivo los siguientes géneros: en word, con un máximo • Poesía de 900 palabras, a: • Narrativa revistaelperroeditorial@gmail.com (cuento, minificción, crónica) • Ensayo. Los trabajos ganadores serán publicados en la "Revista El Perro" en su 4ta. edición el 31 de Enero.
• La presente convocatoria está vigente desde el día de su publicación hasta el 15 de Enero de 2015. • Una persona puede participar en las tres categorías, pero sólo un trabajo por categoría. • Los seleccionados serán notificados el día 15 de Enero, vía correo electrónico.
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