La danza independiente en las décadas de 1980 y 1990 Luego del receso cultural provocado por el Golpe Militar, poco a poco comenzó una reactivación de la artes. Si bien a finales de los setenta el país aún está bajo restricciones políticas, el panorama de la danza se vio amplificado por las iniciativas de bailarines y creadores que retornaron para dar forma y consolidar una nueva escena de la danza independiente. Comenzaron así a surgir nuevas propuestas, como la Compañía Mobile, fundada por Hernán Baldrich en 1977 como un espacio de encuentro para artistas de distintas disciplinas donde desarrollar propuestas estéticas a partir de la danza; las iniciativas de Gregorio Frassler, quién fundó Estudio 17 y el Grupo de Danza del Centro, además de ser uno de los principales gestores de los encuentros coreográficos de la época; el Grupo Calle, creado en 1984 por Vicky Larraín, apostando por la danza teatro y experimentando con la improvisación; y el trabajo de Carmen Beuchat, quien fundó una compañía que lleva su nombre y cuyo trabajo se centró en estudios kinético-musculares de corte formalista. Además de los jóvenes que habían emigrado del país antes del Golpe Militar en busca de nuevos horizontes innovadores para su formación artística, y que a su regreso trajeron consigo un importantísimo caudal de conocimiento, a mediados de la década del ochenta, volvieron del exilio los consagrados contemporáneos de la escena chilena, Bunster y Turner, quienes fundaron en 1983, en Concepción, la Compañía Calaucán y luego, en 1985, el Centro Danza Espiral en Santiago, escuelas que promovieron la entrega de medios para el desarrollo del propio talento sin imponer estilos, herencia de la escuela de Joos. Este mismo año, se creó otro importante centro formativo, la carrera de Pedagogía en Danza de la Universidad ARCIS, bajo la dirección de María Luisa Malucha Solari. Paulatinamente se fue constituyendo una escena con encuentros coreográficos y con agrupaciones como la Compañía Andanzas, que fueron punto de reunión para la mayoría de los coreógrafos contemporáneos. Las compañías independientes emergieron con fuerza en los ochenta, consolidando así la danza independiente en nuestro país. Los artistas se reunían a partir de sus intereses artísticos y trabajaban sin subvención estatal; generalmente, fueron grupos pequeños, de no más de diez personas, entre bailarines, coreógrafos y diseñadores; las obras que montaban eran, en su mayoría, de pequeña y mediana escala, y eran preparadas y presentadas en espacios no convencionales. Entre los artistas que fueron parte de la consolidación de la presencia de la danza independiente en nuestro país, cabe mencionar a Magali Rivano, Luz Marmentini, Nuri Gutés, Luis Eduardo Araneda, Paulina Mellado y Elizabeth Rodríguez, artistas independientes que, mediante su trabajo de creación y gestión, potenciaron la libertad y diversidad autoral, fomentando la experimentación artística, la vanguardia y la apertura de espacios alternativos para el desarrollo de la disciplina. Entre las agrupaciones de danza, en tanto, destacan el Colectivo de Arte La Vitrina, dirigido por Nelson Avilés, que realiza actividades artísticas y pedagógicas desde el año 1991 a la fecha, y la Compañía Danza en Cruz, dirigida por Valentina Pavez y Rodrigo Fernández, la que funciona desde 1994. En los años noventa diversos bailarines, como Valentina Pavez, Elizabeth Rodríguez, Isabel Croxatto, Luis Eduardo Araneda y Nelson Avilés, entre otros, ampliaron su rol de creadores y trabajaron dando impulso a organismos gremiales y marcos legales para la educación de la danza. También gestaron publicaciones especializadas en la disciplina, revitalizado la danza y procurando darle una masividad que había perdido. De esta manera, el 29 de abril de 1994 se celebró, por primera vez en Chile, el Día Internacional de la Danza.
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Bafona: El potencial educativo de la danza • Cuaderno pedagógico