Políticas educativas y educación artística Lucina Jiménez
EDUCACIÓN, ECONOMÍA Y FORMACIÓN ARTÍSTICA La educación constituye un sector estratégico para Iberoamérica, porque el presente y el futuro de la economía, de las relaciones sociales, la biodiversidad y el aprovechamiento sustentable del medio ambiente, así como el papel de nuestros países en el mundo global, dependen esencialmente de la formación, los perfiles, competencias y capacidades de sus ciudadanos para interactuar, moverse, relacionarse y participar de un mundo acelerado, rodeado de incertidumbre y fragmentación, y cuya geopolítica reclama el establecimiento de nuevos equilibrios. El mundo contemporáneo vive el auge de la economía creativa, fincada en el valor de lo intangible, el capital intelectual, la capacidad de producir conocimiento e innovación en todos los campos, no solo en la ciencia y la tecnología; así como en la posibilidad de actuar en contextos interculturales e interdependientes, reales o virtuales, interconectados. La economía gira también en torno al entretenimiento y al ocio, en el cual las industrias culturales movilizan recursos nada despreciables. Por otro lado, nuevos retos de convivencia y de participación social van aparejados al crecimiento de sociedades fragmentadas, donde la vida urbana y los ambientes escolares enfrentan contextos multiculturales, desintegración familiar, pobreza y una tendencia creciente hacia la violencia; asimismo, se encuentran ante una escuela en crisis y el poder de las nuevas comunidades de aprendizaje en las que influyen de manera rotunda los medios de comunicación, las tecnologías electrónicas y nuevas estrategias de acercamiento al conocimiento, la lectura y la escritura, además de una cultura visual saturada de imágenes. Estos contextos impulsan profundas reflexiones en torno al perfil de egreso de los estudiantes en los diferentes niveles educativos, acerca del lugar y el cometido de la escuela básica, así como en torno a los retos de la educación superior en la ciencia, la tecnología y otras ramas sociales o humanísticas. Es aquí donde la educación artística, bajo diferentes enfoques y concepciones, ha comenzado a ganar mayor comprensión de su necesidad y de sus posibilidades en la educación básica y también en otros niveles educativos. En un diálogo con Enrique Villa, director general del Instituto Politécnico Nacional de México, organismo público creado en los años treinta para la formación científico-técnica, donde los jóvenes, en su mayoría de escasos recursos, estudian ingenierías, administración, robótica y física, entre otros ámbitos, este sostenía, después de leer un ensayo sobre educación artística, que era ineludible y urgente que los estudiantes de ese Instituto pudiesen acercarse a la literatura, a la música, al teatro, a la danza y a otros lenguajes y conocimientos artísticos. “Tenemos los mejores técnicos, los mejores ingenieros, los mejores físicos –comentó–, pero muchas veces no pueden
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