Diversidad cultural y educación artística Imanol Aguirre y Lucina Jiménez
La sociedad contemporánea tiene en la diversidad cultural uno de los retos fundamentales para la convivencia y el entendimiento. La formación de la ciudadanía, en términos de sus capacidades para reconocer y respetar a quienes son distintos e interactuar con ellos, constituye una de las claves de la educación para la vida que la escuela ha de aportar, pero también están implicados en ella otros ámbitos formativos que no excluyen la educación artística. La diversidad cultural en Iberoamérica se ha visto amplificada a causa de la migración, pero esta solo ha contribuido a generar flujos, tránsitos, mezclas e hibridaciones que vuelven más complejas las condiciones multitemporales y multiculturales en que se desenvuelve la mayoría de las culturas en las ciudades y aun en los pueblos más recónditos. Es decir, se ratifica el hecho de que actualmente es difícil seguir vinculando la cultura a una base territorial. Cualquiera pensaría que la comprensión y el respeto a la diversidad cultural estarían garantizados en la educación artística, pero ello no necesariamente es así, debido al predominio eurocéntrico de los enfoques decimonónicos de las artes, los cuales se convirtieron en dominantes en muchas escuelas superiores de artes durante el siglo xx. En otros casos, la educación artística ha ratificado saberes correspondientes a determinadas corrientes estéticas o sectores sociales, dejando muchas otras formas artísticas y memorias estéticas fuera de los espacios del saber consagrado. En ese sentido, la educación artística puede ser tan colonizadora como cualquier otra formación que hinca sus pilares única y exclusivamente en la cultura occidental. Por fortuna, las cosas están cambiando, no tan aceleradamente como quisiéramos, pero, al fin al cabo, estos enfoques están cada vez más cuestionados. Cuando se habla de la diversidad cultural en los ámbitos artísticos, se insiste en mirar al otro como alguien externo y lejano, como si el otro no viviese en nosotros y como si el ser “otro” hubiera quedado restringido solo para quienes asumen alguna forma de identidad étnica. La diversidad cultural es mucho más que un sentido identitario vinculado a lo indígena. Más bien está presente aun entre quienes aparentemente se consideran menos heterogéneos o no indígenas. En ese sentido, necesitamos construir un nuevo discurso sobre la diversidad cultural para abordar la educación artística, a fin de que esta no se limite a una visión etnicista, por demás descontextualizada, que también despoja a lo indígena de su dimensión contemporánea y diversa. Por ello vale la pena adentrarse en el debate de la “multiculturalidad” dentro del contexto general de la educación, para ver cómo se entronca con el tema de la educación artística. La atención a la diversidad cultural es una preocupación prioritaria para la educación actual, que ha cuajado en la mayor parte de los sistemas educativos de todo el mundo bajo la denominación de “educación multicultural”1. 1
Aunque en los últimos tiempos el concepto de multiculturalidad está dejando su lugar al de “intercultu-
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