Cajita feliz, 2016, 2

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Cajita Feliz 2016©


walterio

obra reciente


walterio iraheta


cajita feliz

Pintura, fotografĂ­as y objetos


Game Boy Figuras de resina cubiertas de grafito Dimensiones variables



Cajita Feliz Sin lugar a dudas, nuestra cultura globalizada contemporánea es una cultura de consumo, y una cultura que come con los ojos. La imagen, que vale más que mil palabras, es soberana en este mundo donde mirar, desear y devorar son casi el mismo verbo. Nuestra compulsión consumista se alimenta de una producción exagerada de consumibles: una avalancha de imágenes y objetos, cada vez más abundantes y más deseables y más desechables y más intrascendentes. En medio de esta vorágine habita Cajita Feliz. Cajita Feliz es un estudio sobre los detritos que los centros hegemónicos le regalan a las periferias, documentando la vida tardía de los juguetes chatarra de los restaurantes de comida chatarra tras el inevitable pasar de la moda. Cajita Feliz es también un estudio sobre la imagen y el objeto, y sobre la imagen del objeto, que finalmente cuestiona el objeto de la imagen. Pero más que nada, Cajita Feliz es un proceso de transmutación de los bajos fondos de la cultura de masas a las más altas esferas del arte contemporáneo. Estos juguetitos se rescatan de las cajas de remate de las tiendas de ropa americana de segunda mano y, tras ser tocados por la mano del artista, se mudan a las vitrinas de las más prestigiosas galerías, colecciones y publicaciones de arte del mundo. Sin embargo, esta transmutación no es un simple toque de Midas, sino un minucioso proceso que efectivamente separa imagen de objeto. Un baño de gris brillante anula el colorido de los juguetes, cuidadosamente calib-


rado para ojos jóvenes, y los despoja de todos sus atributos gráficos, generando un anti-colorinche que revela la insospechada esculturalidad de esos objetos ordinarios. Liberados de toda distracción pop, las mentes cultivadas pueden detectar vínculos con precedentes nobles: desde los ejercicios de dibujo en chiaroscuro del Renacimiento hasta la escultura grecorromana en mármol, mejor conocida y más fácil de venerar ahora que el tiempo ha borrado su policromía original. Que el manto gris que cancela la imagen sea precisamente polvo de grafito, aquella materia prima esencial para la producción de imágenes, le añade todo un nivel poético adicional al trabajo. La imagen no ha sido borrada, sino tachada. Aquí, la imagen es lo que se come a la imagen. Cajita Feliz enfrenta la naturaleza del objeto y de la imagen y termina produciendo precisamente nuevos objetos e imágenes. El baño de grafito convierte al juguete en un objeto puro, en una anti-imagen. Luego, esta anti-imagen se reproduce en fotografías y pinturas: imágenes de anti-imágenes. Y los resultados son tan poderosos que cada exhibición del trabajo produce en Instagram y Facebook una infinidad de imágenes nuevas de estas anti-imágenes e imágenes de anti-imágenes. Entonces, un ejercicio que parte de la obliteración absoluta de la imagen culmina en un hervidero de nuevas imágenes, lo que no es más que un recordatorio que, finalmente, las artes visuales son una manifestación más —o quizá la apoteosis— de la voracidad de nuestra cultura de consumo. Darién Montañez, Panamá, abril de 2016.



Tres Gracias, Ă“leo sobre tela, 1.50 x 1.22 mts.


Jack Jack 1, Óleo sobre tela, 1.10 x 1.10 mts.


Mr. Increíble 2, Óleo sobre tela, 1.22 x 1.50 mts.


Buzz Lightyear, Óleo sobre tela, 1.10 x 1.40 mts.


Sherman, Ă“leo sobre tela, 1.10 x 1.40 mts.



Página anterior. Adán y Eva,(versión 1), Díptico. Óleo sobre tela, 2.40 x 2.40 mts. En ésta pàgina. Kent y Hans, Óleo sobre tela, 2.00 x 1.20 mts.


Súper Mario, Óleo sobre tela, 1.10 x 1.40 mts.


Lucas, Óleo sobre tela, 1.10 x 1.40 mts.


Página opuesta. Pie Grande, Óleo sobre tela, 1.10 x 1.40 mts. Siguientes páginas. Tipología, Detalle, 500 fotografías blanco y negro, dimensiones variables.





TipologĂ­a, Detalle, 500 Fotos blanco y negro 17 x 17 cms. C/U.




Princesas, FotografĂ­a en color, 0.51 x 0.51 mts. C/U.


Mr. Increíble, Fotografía en color, 1.00 x 1.00 mts.


Batman, FotografĂ­a en color, 1.00 x 1.00 mts.


Delicatesen, FotografĂ­a en color, 1.60 x 1.10 mts.


Juguetes blancos, FotografĂ­a blanco y negro, 1.20 x 0.90 mts.


Game boy 2, FotografĂ­a blanco y negro, 1.10 x 0.90 mts.


Game boy 3, FotografĂ­a blanco y negro, 1.10 x 0.90 mts.


Lección de anatomía, Fotografía blanco y negro, 1.10 x 0.90 mts.


Ăšltima cena, FotografĂ­a blanco y negro, 1.50 x 0.90 mts.


Personajes 1-4, Figuras de resina cubiertas de grafito, dimensiones variables.


Personaje 5, Figura de resina cubierta de grafito, dimensiones variables.


Pikachu, Figura de resina cubierta de grafito, dimensiones variables.


Princesas, Figuras de resina cubiertas de grafito, dimensiones variables.


Happy Meal, Mesa de madera con 365 figuras de resina cubiertas de grafito, dimensiones variables.



En ésta página: Berlín, (Osos de plata),Figuras de resina cromadas, dimensiones variables. Siguiente página: Venecia, (León de oro) Figura de resina, dimensiones variables.



Cajita feliz, figuras de resina en caja de plexiglas, dimensiones variables.





Colorin book siguiente y anteriores pรกginas. Dibujos y collages sobre papel y acetatos. Dimensiones variables. ร leo sobre pรกginas de libros para colorear. Dimensiones variables.



Happy Meal It is a well established fact that our contemporary globalized culture is a culture of consumption; it also happens to be a cuture that consumes with its eyes. The image, which is worth a thousand words, reigns supreme over a world where looking, desiring, and devouring are almost synonymous. Our consumerist compulsion feeds off an exaggerated production of consumables: an overwhelming deluge of images and objects, ever more abundant and desirable and disposable and forgettable. In the middle of this turmoil dwells Happy Meal. Happy Meal documents the dregs that the centers of production push towards the peripheries, focusing on the destinies of the junk toys of junk food restaurants after they inevitably become obsolete. Happy Meal is also a study on the image and the object, and on the image of the object, that ends up questioning the ultimate object of the image. But above all, Happy Meal is a process of transmutation that picks up products from the lowest depths of mass culture and elevates them into the highest spheres of contemporary art. These trinkets are rescued from the dollar bins of second-hand american clothing stores and, ater being touched by the hand of the artist, are placed in the vitrines of the most prestigious art galleries, collections and publications of the world. However, this transformation is not a simple Midas touch, but an elaborate process that effectively accomplishes the divorcement of image and object. A dousing of shiny gray cancels out all the toy’s colors, which have been carefully calibrated for young eyes, as well


as all of its graphic attributes, producing a minimal spectrum that reveals unsuspected sculptural values in these everyday objects. Liberated from all pop distractions, cultivated minds can invest the pieces with connections to noble precedents: from the chiaroscuro drawings of the Renaissance to greco-roman marble sculpture, which is better known (and easier to revere) now that time has eroded its original polychromy. And the fact that the gray coat that obliterates the image is precisely powdered graphite—the most primeval of materials, essential for the production of images—adds a whole new poetic dimension to the exercise. The image has not been erased, but overdrawn. In Happy Meal, the image is what eats the image. Happy meal confronts the nature of the object and of the image, and ends up producing precisely new objects and new images. The coating of graphite transforms the toy into a pure object: an anti-image. Later, these anti-images are reproduced in photographs and paintings, which become images of anti-images. Ant the results are so powerful that each exhibition of the work spawns a plethora of new images of these anti-images (as well as of the images of anti-images), this time on Instagram and Facebook. Therefore, an exercise that starts from the absolute undoing of the image culminates in a barrage of new images; which is nothing more than a reminder that, in the end, contemporary visual arts are yet another manifestation—if not the apotheosis— of the voracity of our culture of consumption. Darién Montañez, Panamá, april 2016.



Walterio Iraheta Estudió artes gráficas en la Universidad Dr. José Matías Delgado de El Salvador, en el Chicago Cultural Center, EE.UU. y en la Escuela de Artes Visuales La Esmeralda, México. Ha recibido el primer lugar en la

Bienal de Arte Paiz de

El Salvador 2007, una mención de honor en el concurso de arte contemporáneo de Palma de Mallorca, España 2004 y

el primer premio

en la Bienal de Arte Contemporáneo del Istmo Centroamericano 1998, entre otros. Ha participado en la Bienal de Valencia - São Paulo 2008; en la X Bienal de La Habana 2009; la primera Bienal de Pontevedra en 2010 y la 54 bienal de Venecia 2011. A la fecha cuenta con más de 35 exhibiciones personales y más de 150 colectivas. En este momento está muy interesado en temas relacionados con las dinámicas de consumo, el fenómeno de la migración y las culturas hibridas, se interesa por las mezclas de valores y tradiciones entre personas de distintas regiones. Vive y trabaja en San Salvador, El Salvador.


walterio iraheta


Cajita feliz, obra reciente, 2016.


Cajita Feliz Walterio 2016Š cadejoblanco@gmail.com 503. 75 99 00 02


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