HISTORIA DE APRENDIZAJE PROYECTO MEJORAMIENTO DE CUENCAS COSTERAS Y MEDIOS DE VIDA
Una escuela de campo se convierte en escuela de vida para producir y conservar el medio ambiente Aprender buenas prácticas agrícolas y que son amigables con el medio ambiente se convierte en un primer paso para que René García de 22 años, oriundo de San Alejo , El Salvador, cambie su vida y su forma de cultivar mediante las escuelas de campo.
“Me ha gustado todo, más que todo hacer venenos orgánico, porque si uno se come un producto se lo come sano y no está tirando mucho químico, porque uno siente cuando tira un químico que no le perjudica pero al final lo está perjudicando, y si uno hace venenos orgánicos pues si hoy lo tiro, ya mañana o hoy mismo puedo cortar cualquier producto que este cultivando y se come. Me han enseñado a cultivar la tilapia, que estaba nulo en mi mente, hemos aprendido bastante. Lo que más quisiera que cambiara es que la gente, los productores, dejaran de aplicar tanto químico, y fuera mucho que mejor, si no se aplicaran tanto químico, no andar incendiando las parcelas, porque estamos molestando el medio ambiente. Por eso creo que no nos cae tanta agua acá”. Renè es un ejemplo de esfuerzo y trabajo, que desde muy pequeño ha dependido del cultivo para su sobrevivencia, junto a su abuelo y abuela llevan toda una vida cultivando sus propias tierras.
LA CUENCA A LAagricultura, COSTA “Me he crecido más queDEtodo en la cultivando maíz con mi abuelo, cultivando frijol, sandía, hasta esta edad siempre hemos seguido cultivando, gracias a Dios no ha ido un poco bien y ahí estamos siempre con el cultivo. Nos va muy bien porque si cultivamos maíz, sacamos un porcentaje muy bueno, lo mismo si es sandía, nos va bien por una parte con la sandía porque cuando está a buen precio la vendemos bien, y sacamos el dinerito que invertimos y logramos sacarle algo de ganancia.”
Hace varios meses René se unió a la escuela de campo del Chicaguito, un espacio de aprendizaje productivo ambiental que promueve la organización Funsalprodese co-implementadores del proyecto Mejoramiento de Cuencas Costeras y Medios de Vida, dónde mediante el uso de parcelas demostrativas, los miembros de la comunidad pueden ir haciendo prácticas ecológicas para el aprendizaje que benefician al medio ambiente y mejoran su productividad. Durante diferentes jornadas, las personas capacitadas van aprendiendo desde el uso correcto de los suelos para evitar la erosión y sobreuso del suelo, así como mejorar el rendimiento del mismo para mejorar su producción, mediante las buenas prácticas agrícolas hasta otras medidas que tienen que ver con la disminución del uso de químicos en sus cultivos. Actualmente hay 37 personas en dos escuelas de campo situadas en el Chicaguito en San Alejo y Ojos de Agua en Concepción de Oriente. René ha sido de los que han aplicado todos los conocimientos adquiridos en sus propias parcelas logrando una mejora en la manera de manejar sus cultivos y manejar correctamente todos los recursos que lo rodean, y aunque ha tenido dificultades, que incluso lo han hecho pensar en dejar su país, ha encontrado en Funsalprodese y el proyecto un apoyo para seguir trabajando.
“Hace unos dos años intente un viaje pa los Estados Unidos buscando el sueño americano pa ver si cambiar un poco la economía en la familia pero la cosa se pone dura en esos caminos, así que decidimos quedarnos aquí y cultivar. El año pasado fue el problema de la manta del invernadero, tenía el invernadero pero no tenía la manta original, entonces cultive el chile y para este tiempo (octubre) se me cayó el invernadero, se me seco la mitad de la planta, se me secaron 250 plantas, si la manta la costure 5 veces, fueron poquitas quizás, ahí estuvimos batallando, pero así estuvimos saliendo. El dinero que invertí lo saque pero no fue la gran ganancia. El año pasado me fue muy mal, ahora que me donaron la malla es diferente, hay que echarle ganas, es poca la planta que cabe pero la producción que me tira, estamos hablando de 25 sacos cuando está en buen proceso la planta cada 8 días, y la pipianera hemos estado cultivando 7 pailas de pipianes, 2 de frijoles, 2 de ayote y así conformemente se mantiene una familia. Además me echaron la mano con una pila y estamos cultivando tilapia de agua dulce, una sandillera a base orgánica y nos fue bien en el cultivo, en todo lo que fue el proyecto, me están ayudando y lo estamos mejorando muy bien, y estamos también poniendo de nuestra parte en la familia”.
La parcela de René, ahora es un ejemplo para la comunidad ya que promueve la diversificación productiva (con 3 cultivos: pipián, ayote y frijoles), haciendo un mejor uso del suelo y proveyendo opciones en sus medios de vida si uno de los cultivos falla, así como promoviendo el uso de repelentes orgánicos que no afectan el medio ambiente.
Además de la inserción de René en el proceso de educación de las escuelas de campo, él también fue beneficiado con la donación de una malla para arreglar la que había perdido por lo temporales y la construcción de una pecera para la reproducción de Tilapia con la cual está aprendiendo sobre medidas adecuadas de crecimiento y alimentación, y esta misma agua de los tanques es utilizada para el riego de su cosecha lo que promueve un uso eficiente del agua lluvia. Y pensando en el futuro y los posibles cambios de clima e inviernos fuertes como el que le tocó vivir el año pasado, ha decidido probar crear una cortina rompe viento de bambú, que además de convertirse en una barrera y proteger su cosecha, ayudará a fijar el suelo para la retención de materia orgánica que es arrastrada por las lluvias, mejorará las capacidades de filtración de agua por el sistema de raíces del bambú y proveerá madera permanente para utilizar en sus tutores de madera y construcciones, evitando así la deforestación de árboles nativos de la zona.
“Lo que hacía antes, era tirar químico, tirar venenos fuertes y ya en la tarde o mañana siguiente corto el cultivo y se manda al mercado. El bien dice que es para uno porque uno lo manda a vender pero uno le está haciendo el mal a la gente, la está dañando con tanto químico que lleva el producto, y así como estamos haciendo ahorita tirando venenos orgánicos yo siento que hacemos muy bien. El producto es igual, con más confianza se lo come uno, siente uno que no lo va a perjudicar demasiado”.
Según los mismos datos que René ha ido recolectando ahora que ha hecho el cambio de uso de químicos, el uso de los repelentes orgánicos ha sido un éxito en cuanto a su aporte a mejorar el medio ambiente y su inversión económica. Antes en una cosecha de 3 meses utilizaba galón y medio de químicos puros representando un gasto de 155 dólares, y ahora utilizando el sulfocalcico (repelente natural a base de sulfuro, cal y agua) aunque usa 3 galones y medio para la cosecha, su gasto es aproximadamente de 10 dólares, reduciendo en un 80% sus gastos. Incluso en este momento su esposa se ha insertado al negocio, siendo la encargada de las ventas en el centro de La Unión, lo que ha logrado disminuir sus costos por uso de intermediarios, y la productividad de su parcela depende de la venta directa. Esto sumado a que este repelente natural ayuda a conservar el equilibrio ecológico de las poblaciones ya que no mata a los insectos solo los ahuyenta pero mantiene a los que son benéficos, como las abejas.
Así que no es solo la parte productiva la que ha mejorado para René, sino que su relación con el medio ambiente y la biodiversidad que lo rodea es mucho mejor, así como el conocimiento de los riesgos del uso de insecticidas para los seres humanos, compartiendo sus conocimientos con la población que le rodea y convirtiéndose en efecto multiplicador con otros jóvenes.
“Andábamos con un muchacho limpiando la pipianera, entonces me dijo : ¿ Esas matas virosas para que las tenés? (yo tenía como unos 500 pozos y tenía como 60 matas afectadas), no pues le digo yo: Dejémoslas porque las vamos a pulsar con un veneno que me acaban de enseñar a hacer y vamos a ver cómo le hace. Lo aplique y regresamos unos días después con el chamaco que me había dicho que botara las matas y se asustó, y me dijo: ¿No tenés más? Y le conteste que si tenía pero crudo, que había que cocerlo para que le apliquemos, entonces le fuimos dando seguimiento y viendo que mejoraba. Varios chamacos de aquí de la Guacamayera me han visto que he tirado el abono orgánico, varios están haciendo también y están produciendo a base de orgánico ahora. Todo es bueno, después de que Funsal me enseño a mí, le he enseñado como a 15 muchachos a hacer los venenos, los foliares y si ellos lo siguen aplicando, si toda la gente que produce hiciera lo mismo, todo lo que pudiera cosechar fuera base orgánico sería mejor para uno y para el planeta. Hay que echarle ganas”.
Fotografías: Ramiro / FUNSALPRODESE Carlos Palma y Wanda Villeda / UICN