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Pedernal. La zambra de los guijarros
Hace unos años el artista Jordi Mitja creaba una gigantesca roca inflable como símbolo de la primera piedra del Canódromo, un centro de arte barcelonés con su propio biopic hollywoodiense. La piedra de Mitja era un inicio, un posible comienzo, un ritual ya cotidiano que pretendía activar la maquinaria que construye y pone a caminar las cosas.
Hace unos años doña Consuelo, mi tutora de gran parte de EGB, nos aseguraba que, dentro del medio natural en el que vivíamos y con el que debíamos coexistir durante toda nuestra vida, existían los seres vivos y los inertes. Las piedras, para doña Consuelo, estaban muertas.
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El acto mágico que planteaba Mitja sobredimensionando el objeto piedra me hizo pensar en algo que, si bien partía de una piedra, empezó a cuestionar toda la lógica de mi educación básica. Si las piedras están muertas o, lo que es lo mismo, son inmortales, no deberían verse afectadas por el paso del tiempo, y si a esto le adherimos mis aleatorios conocimientos de lógica, llegaremos a una incuestionable conclusión: las piedras no están muertas.
Pedernal. La zambra de los guijarros crea una instalación sonora que vincula la Litoteca de la Universidad de Granada y el Centro José Guerrero. Construye un display expositivo en el hall del Centro José Guerrero, que funciona para el visitante como un paisaje, un jardín, una naturaleza construida a partir de guijarros del propio archivo de la litoteca.
Este ecosistema pétreo es el escenario de una intervención sonora pensada para ser escuchada desde el dispositivo móvil de cada visitante. Es decir, el paisaje de cantos se activa con una capa sonora creando una experiencia individual de recorrido a partir del sonido, a partir, más concretamente, de la escucha de una obra musical, a través del canto, a través de la voz de Lourdes Gálvez del Postigo, a través de una zambra. En esta zambra, la letra actúa como elemento diferenciador del resto de composiciones del mismo corte.
Pedernal es en sí una reivindicación del papel de las piedras como testigo presente de la historia de la humanidad, un lamento y un echar en cara la pasividad del ser humano ante la debacle climática y planetaria.