Bienvenidos a La Merced, uno de los barrios más emblemáticos y con mayor tradición del Centro Histórico.
Aquí, en este rincón especial, se encuentra el imponente Templo de La Merced, cuyo Nazareno tiene más de 300 años de haber sido nombrado Patrón Jurado de la Ciudad. Aquí también están algunas de las más antiguas cererías y algunos de los establecimientos más reconocidos por su arte religioso.
Los invito a sumergirse en la esencia de este barrio, a deleitarse con sus sabores auténticos y a maravillarse con su arquitectura. La Merced es un tesoro que nos conecta con nuestras raíces y nos recuerda la importancia de preservar nuestra historia y tradiciones. Juntos podemos hacer de este barrio un espacio aún más vibrante, lleno de vida y de respeto por nuestra identidad.
DE GUATEMALA
MUNICIPALIDAD
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Alcalde
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Síndico I
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Presidente del Consejo Consultivo
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ARQ. ARTURO PORTILLO Editor
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Diseño y diagramación
ROBERTO VILLALOBOS VIATO
Edición y textos complementarios
DR. ANÍBAL CHAJÓN
Investigación y texto
COLABORACIONES ESPECIALES
Patricia Guzmán | La famosa casa de los súchiles
Marvin Roquel | Café-Bar Roma
Claudette y Juliette Dubois | Julio Dubois, artículos religiosos
Ana María Urruela de Quezada | Museo de la Merced
Mercedes Arrivillaga | Casa de Manuel José Arce
Humberto Coronado | Casa Antañona
Antonieta Lima | Súchiles Tiky Tyki
Freddy Murphy y Lorena de Murphy | Escuela de Fotografía EFE y Centro de la Imagen
FOTOGRAFÍA
PORTADA | Rafael Rivera
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Cynthia Loria
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Emmanuel Paredes
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José Cabrera
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Comunicación Social -
Municipalidad de Guatemala
Merced
1. Parroquia de Nuestra Señora de la Merced
D. 5 calle 11-73, zona 1
T. 2251-3119
H. Misas de martes a sábado a las 7 y 12 horas; miércoles también a las 18 horas; domingo a las 7, 9 y 11 horas
W. plamerced.org
F. @JDLMOficialGt
2. La Famosa Casa de los Súchiles
D. 5 calle 10-52, zona 1
H. Lunes a domingo de 10 a 17 horas
F. @lacasadelossuchiles
3. Café-Bar Roma
D. 10 avenida “A” 4-74, zona 1
T. 3029-2954
H. Martes a sábado de 15 a 23 horas
W. cafe-bar-roma.negocio.site
F. Café-Bar “Roma”
4. Museo y Convento de La Merced
D. 11 avenida 4-49, zona 1
T. 2230-1588
H. Lunes a viernes de 8.30 a 12.30 horas y de 14 a 16 horas; sábados de 9 a 12 horas.
F. Museo Convento de La Merced
5. Comisaría 11 de la Policía Nacional Civil
D. 11 avenida y 4 calle, esquina, zona 1
H. Atención administrativa de 7 a 16 horas / Emergencias las 24 horas
6. Súchiles Tiky Tyki
D. 5 calle 10-60, zona 1
T. 5669-2603
H. Lunes a domingo de 7.30 a 17 horas
F. @suchilestikytyki
7. Casa de Manuel José Arce
D. 10 avenida “A” 4-30, zona 1 H. No abierto al público
8. Casa Antañona / Academia Arte Studio
D. 11 avenida 5-59, zona 1 T. 2238-1751
H. Lunes a viernes de 8 a 19 horas; sabados de 8 a 16 horas. W. www.artestudiogt.com F. Academia Artestudio
9. Cerería La Merced
D. 11 avenida 4-68, zona 1
T. 2251-1458 y 2253-6104
H. Lunes a viernes de 8 a 17.30 horas; sábados de 8 a 12.30 horas.
10. Dulces Gloria
D. 5 calle 11-64, zona 1
T. 2232-3626
H. Lunes a sábado de 8 a 19 horas; domingos de 9.30 a 13.30 horas. W. productosgloria.com
F. dulcesgloria
11. Escuela Normal para Maestros de Educación Musical “Jesús María Alvarado”, jornada nocturna
D. 10 avenida 2-24, zona 1
T. 5806-8368
12. Julio Dubois, artículos religiosos
D. 7 calle 11-23, zona 1
T. 2253-3068 y 5926-0216
H. Lunes a viernes de 9 a 13 horas y de 14 a 17 horas; sábados de 9 a 13 horas.
F. JulioDuboisARTRE
El barrio
La Merced
Por
Aníbal Chajón
Entre los barrios originales de la Ciudad de Guatemala se encuentra La Merced. Surgió con el establecimiento de la ciudad en el Valle de Almolonga, a los pies del volcán de Agua; luego fue trasladado al Valle de Panchoy y, en el siglo XVIII, al Valle de La Ermita.
Los mercedarios
La orden mercedaria fue creada con el nombre de Orden Real y Militar de Nuestra Señora de La Merced y la Redención de los Cautivos por el catalán Pedro Nolasco, en 1218, con el patrocinio del rey de Aragón Jaime I, el Conquistador. Fue precisamente este soberano el que legó su escudo a la congregación. Tras una batalla, marcó cuatro dedos con su sangre, que manaba de una herida, sobre un escudo dorado, que es el que actualmente ostenta la orden, con la corona de Aragón y la cruz de la catedral de Barcelona.
Los mercedarios se dedicaban a rescatar a los cristianos prisioneros de los musulmanes. En 1493 llegaron los primeros religiosos a La Española (Santo Domingo); por ello, en 1536 ya estaban en Guatemala. Entre ellos estaban fray Juan de Zambrano y Marcos Pérez Dardón1. En 1539 tenían un convento en la ciudad, cuando esta se hallaba al pie del volcán de Agua (actual San Miguel Escobar). Cuando se produjo el traslado a Panchoy obtuvieron la concesión de un terreno a tres cuadras de la Plaza Mayor, de manos de Alonso Álvarez. En 1561, este convento se convirtió en la sede de la provincia de La Presentación. A lo largo del siglo XVI obtuvieron del Ayuntamiento los terrenos adyacentes, hasta completar un solar de 156 por 246 varas. Los sismos dañaron los edificios de la iglesia y el convento. Así, entre 1749 y 1767, se construyeron de nuevo. La iglesia fue terminada en 1767 y las obras estuvieron a cargo del arquitecto Juan de Dios Estrada2. Por ello, fue el edificio menos dañado por los sismos de 1773.
La iglesia y el c onvento en La Ermita
Cuando se ordenó el traslado al Valle de La Ermita, en 1776, se les concedió un solar insuficiente, por lo que solicitaron una ubicación más lejana de la Plaza Mayor y se les concedió ese mismo año. Entre 1782 y 1784 se construyó la iglesia provisional, que tuvo un costo de ocho mil 146 pesos. La obra definitiva estuvo a cargo de Joaquín Vásquez, quien presentó los planos en 1802, mientras que las torres y la fachada siguieron el proyecto
de José Sierra, ambos aprobados por Santiago Marquí. Las primeras partes en ser concluidas fueron la sacristía y el panteón (actual Salón de Jesús). El templo fue consagrado en 18133
El convento ocupó la parte poniente del predio (hacia la 11 avenida), mientras que la parte posterior al templo fue cementerio y huerta. El conjunto era neoclásico, con dos niveles. No fue tan amplio como el construido por Estrada, probablemente porque la comunidad de religiosos pasó de 102, en 1789, cuando las obras estaban iniciando, a 43, en 1816.
Los cambios en el convento se debieron a transformaciones políticas. En 1829 los mercedarios fueron expulsados del territorio por orden de Francisco Morazán. Los documentos y libros conservados en el archivo y la biblioteca de la comunidad se dispersaron o fueron destruidos. Se recuerda una corona de la Virgen de La Merced hecha en oro y piedras preciosas que fue confiscada por Morazán. Según algunas fuentes, el saqueo ascendió a 400 mil pesos. Muchas de las obras habían sido acumuladas a lo largo de casi tres siglos. En 1840 se autorizó el retorno de los mercedarios, pero no regresó un número significativo. Así, en 1852, se concedió el convento y la iglesia a la Compañía de Jesús, cuyo regreso estuvo autorizado un año antes. En 1853, los jesuitas tomaron posesión del conjunto. Los tiempos volvieron a cambiar y, en 1871, fueron expulsados de nuevo y el convento pasó a manos del gobierno. La expulsión se hizo efectiva el 4 de septiembre a las cuatro de la madrugada. La iglesia fue autorizada a continuar con actividades religiosas, pero el convento fue acondicionado para diversos usos4
Una parte del convento fue convertido en escuela. En 1879 funcionaban una escuela diurna y una nocturna5. La parte de la esquina norte, actual 11 avenida y 4 calle, fue usada como sede para un cuerpo de la Policía Nacional.
Debido a los terremotos de 1917 y 1918, el edificio del convento tuvo varios daños. La estación de policía fue trasladada a una casa que se obtuvo en alquiler. En 1924 se inició la remodelación. Un rotativo de la época publicó: “Se trabaja actualmente en este edificio. Se derribaron viejos muros para sustituirlos por mano de obra moderna”6 .
En 1928 se inauguró la modificación. En el ángulo de la 11 avenida y 4 calle se restableció la Tercera Demarcación de Policía, con una sede para la Policía de Tránsito, creada en 19257 En 1948, la parte central de lo que quedaba del convento fue acondicionado para utilizarse como Hospital de la Guardia Civil. Esta sección se concluyó en octubre8
Del convento se conserva únicamente un claustro, restaurado en 20109. Como toda obra neoclásica, cuenta con elementos del repertorio de la Antigüedad, como arcos de medio punto, pilastras, bóvedas de medio cañón y otros. La fuente actual fue obra de Guillermo Aguirre.
1. Varios Autores: El tesoro de La Merced. Citibank, Compañía de Jesús, Miami, 1997, páginas 13-28. Annis, Op. Cit., página 87.
2. Annis, Op. Cit., páginas 87-89.
3. Varios, Op. Cit.
4. Varios, Op. Cit.
5. El Guatemalteco, 20 de febrero de 1879, páginas 1 y 2.
6. Diario de Centro América, 23 de febrero de 1924, página 6.
7. Diario de Guatemala, 15 de septiembre de 1928, páginas 2 y 3.
8. Diario de Centro América, 18 de octubre de 1948, página 1.
Los oficios religiosos se celebraron en una iglesia provisional. En 1778 se construyeron dos obras definitivas, la sacristía y el panteón funerario, actual Salón de Jesús. La iglesia fue construida por Joaquín Vásquez, mientras que la fachada y las torres son diseño de José Sierra. Santiago Marquí aprobó los planos. Se inició en 1802 y fue consagrada en 1813.
Dos años antes se había trasladado el órgano desde la Antigua Guatemala y fue restaurado por Mariano López10. En el interior del templo se instalaron las obras de arte religioso que tenía la iglesia en Panchoy. El diseño de Sierra era eminentemente neoclásico, con uso de piedra vista, columnas estriadas y un frontón flanqueado por ángeles inspirados en las esculturas de la capilla de los Medici, en la iglesia de San Lorenzo de Florencia, obras de Miguel Ángel. En 1847, la señora Luz Zea donó un reloj que fue colocado en el campanario sur.
Tras la expulsión de los mercedarios, el templo pasó al cuidado del clero secular y, después de la salida de los jesuitas, en 1871, volvió a los sacerdotes seculares. Con los terremotos de 1917 y 1918 la iglesia quedó severamente dañada, sobre todo la fachada, campanarios y cubierta. La cúpula se desplomó. Por ello fue necesario reconstruirla. La obra se encargó a Gustavo Novella, con el apoyo artístico de Agustín Iriarte11. En 1919 se había completado la cubierta de las naves, obra a cargo del maestro Ardón12
En 1924 se inició la nueva cúpula bajo la inspección de Novella, con diseños de Julio Dubois para los leones, y del maestro Cancinos13. El nuevo domo fue concluido en 1931 con un diseño distinto al original, más alto, peraltado, con linterna, con tambor decorado con columnas, cornisa coronada con leones y cubierta por azulejos. En esta reconstrucción no se completaron los campanarios, quizás por temor a los sismos.
Los jesuitas regresaron a Guatemala en 1938. Así, en 1950, el arzobispo entregó la iglesia de La Merced a esa congregación y la convirtió en sede parroquial en 1968.
En 1960 se había intervenido el órgano del templo, muy deteriorado, que fue fabricado por la casa Walcker de Alemania. En 1970, la iglesia fue declarada Monumento Nacional. El terremoto de 1976 volvió a dañar la estructura; se derrumbó parte de la bóveda del presbiterio, el muro testero y las bóvedas subterráneas14
Desde octubre de 1977 se inició la reconstrucción por el Instituto Guatemalteco de Arte Colonial15. Al año siguiente ya se
estaba reparando la fachada16. Entre 1981 y 1983 se recuperó el edificio, a cargo del ingeniero Jorge Baechli y del maestro de obras Alfonso Toje Gómez. En 1983 se construyó la actual casa parroquial. En 1996 se concluyeron las torres, aunque se modificó notablemente el remate. Ese año se instaló un nuevo reloj luminoso y, al siguiente, se colocaron las campanas17
Arte en el templo
Junto con la iglesia de Capuchinas, La Merced fue de las pocas que revalorizó las obras de arte que se conservaban en Panchoy. Los retablos y pinturas fueron readecuadas para el nuevo templo, aunque el de Vásquez era más alto que el de Estrada. Según los conceptos del neoclasicismo, el interior era más iluminado que el estudio barroco de Estrada. Por ello, fue necesario hacer modificaciones a los altares.
En la nave de la epístola (sur) se conservan retablos barrocos y ultrabarrocos. El que se encuentra a los pies del recinto, es decir en el ingreso, es el dedicado a San Judas Tadeo. La devoción a este santo parece haberse incrementado en el siglo XIX y, actualmente, cuenta con numerosos devotos; se le celebra cada miércoles, por lo que cada semana acuden los fieles para ofrendarle arreglos florales, candelas y veladoras. Su gran día, sin embargo, es el 28 de octubre, cuando se le organiza una fiesta pomposa que atrae a fieles de la ciudad y de otros puntos del país. Según el historiador Ricardo Toledo Palomo, la imagen fue obra de José de Valladares, quien se inspiró en grabados de Juan Bautista Piazzetta (1682-1754) y fue pintada entre 1756 y 1775. El retablo es ultrabarroco, por la falta de sentido estructural en las pilastras. Tiene las pinturas de San Pedro Nolasco y Santa María Cervelló, fundadores de la orden mercedaria en la rama masculina y femenina, respectivamente18. El frontal de plata es del siglo XX.
En dirección al presbiterio, siempre en el sotocoro y después del altar de San Judas Tadeo, se encuentra San Pedro Pascual, obispo de Jaén, España, durante parte del siglo XIV; aparece junto a una hermosa escultura barroca que lo presenta con atuendo episcopal. Las pinturas tratan sobre la aparición del Sagrado Corazón de Jesús a San Ramón Nonato y San Pedro Pascual, así como la aparición de la Virgen a San Pedro Armengol y San Pedro Pascual. El retablo también es ultrabarroco.
De hermosa talla barroca salomónica es el siguiente retablo, dedicado a San Lorenzo. Es importante para los mercedarios porque la orden se fundó el 10 de agosto de 1218, día en que se le celebra. Es de mayor altura, pues se ubica en la nave libre del coro alto. Ostenta la escultura del santo con su parrilla, así como escenas de su vida en pinturas como la curación de la ceguera de Lucilo y el papa Sixto II, otro mártir, quien fue su contemporáneo.
El retablo fue modificado para alojar la escultura del Niño de la Demanda. Es una talla completa que presenta a Jesús como niño, pero con la cruz a cuestas y con las laceraciones previas a
su muerte. Según Gerardo Ramírez, en 1731 se mandó a esculpir la imagen para solicitar limosnas para la procesión del Nazareno. Esta imagen es sacada en procesión infantil el sábado anterior al Domingo de Ramos desde 1955.
Luego se encuentra el magnífico altar ultrabarroco dedicado a Santa Ifigenia, de origen etíope. Se sabe que fue dorado por Agustín de Astorga en 1766. El movimiento de masa mural que presenta su hornacina es un alto logro del efectismo y del estudio de claroscuro de su época. Cuenta con pinturas que narran su vida y sus milagros. En el segundo cuerpo aparece la escultura de San Mateo, quien bautizó a la africana y, en el remate, la de un santo rey, probablemente uno de los Magos de oriente o el padre de la santa. El retablo fue modificado para alojar la cabeza de San Anastasio Mártir. Esta pieza evidencia la importancia de la comunidad afrodescendiente en la ciudad de Santiago de Guatemala y en la Nueva Guatemala de la Asunción.
A continuación se encuentra el retablo dedicado a San Ramón Nonato que, actualmente, cuenta con la imagen de San José y con pinturas de la Anunciación, San Ramón Nonato Niño ante Jesús y María, la Visión de las dos coronas que tuvo el santo, la aparición de la Virgen, Jesús que lleva el viático a San Ramón Nonato, Santa Gertrudis Magna y Santa Teresa de Jesús, importantes místicas veneradas en la época.
En el brazo del transepto, del lado de la epístola (sur), se encuentra el altar dedicado a Jesús Resucitado hecho con fragmentos de otros retablos. Tiene una pintura de Jesús como el Buen Pastor en el sagrario, así como las esculturas de un santo
joven, probablemente San Pedro Armengol en el momento de su conversión; San Raimundo de Peñafort y San Pedro Armengol ya adulto. El entablamento hace alusión a las letanías de la Virgen: Torre de Marfil y pureza de la Virgen. En el remate se encuentra una pintura barroca de Cristo Resucitado, así como el Beso de Judas y Ecce Homo en medallones.
Cierra el transepto el retablo de Jesús Nazareno. El original fue tallado por Francisco Javier de Gálvez, en 1758, por 1 mil 250 pesos, para la iglesia de Panchoy. Sin embargo, en La Ermita, la iglesia es mucho más alta en el transepto, por lo que tuvo que ser modificado. Después de los terremotos de 1917 y 1918 fue reparado por José Garrido. En 1983 volvió a ser intervenido por Jorge Álvarez para alojar al Nazareno de La Merced con su cruz a cuestas. Cuenta con dos cartelas que indican las indulgencias que reciben los cofrades que sirven al Nazareno. Tiene un sagrario de plata. Además, aloja las esculturas de Jesús del Pensamiento, Jesús atado a la columna, Virgen Dolorosa, San Juan, San Vicente Mártir, San Marcos y San Lucas. Por sus pilastras es ultrabarroco.
10. Varios, Op. Cit.
11. Varios, Op. Cit.
12. Diario de Centro América, 27 de octubre de 1919, página 2.
13. Varios, Op. Cit.
14. Varios, Op. Cit.
15. El Gráfico, 5 de mayo de 1983, página 55.
16. El Gráfico, 19 de agosto de 1978, página 4.
17. Varios, Op. Cit.
18. Este y los siguientes párrafos datos de Gustavo Ávalos en: Varios, Op. Cit.
arquitectura La del templo
Conjunto Mercedario
Diseño original
Cúpula diseño original
Cúpula diseño actual
Sección transversal
Sección transversal
Estado actual
Nazareno El
Según el historiador Manuel Morales19, la escultura de Jesús Nazareno de la iglesia mercedaria es la única imagen procesional de la Ciudad de Guatemala que tiene una documentación que ha permitido hacer una historia de la imagen y de la procesión. El autor de la escultura fue Mateo de Zúñiga, quien residía en Santiago de Guatemala. En 1654, los miembros de la Cofradía de Jesús Nazareno decidieron contratar a Zúñiga para la talla de una imagen del Nazareno, a un costo de 65 pesos; el encarnado le fue asignado a Joseph de la Cerda.
La imagen fue puesta en veneración en marzo de 1665 y es uno de los mejores ejemplos del barroco hispánico guatemalteco, con su estudio psicológico del alma y la personalidad de Cristo, que buscaba la identificación del penitente con la imagen. La importancia llegó a tal punto que el 5 de agosto de 1717, el obispo de Guatemala, Juan Bautista Álvarez, originario de la ciudad, consagró la imagen.
El sentimiento de la comunidad fue expresado por un clérigo de la época, fray Antonio de Loyola: “Dichosos nosotros que tenemos esta sagrada imagen porque es verdadera imagen de Jesús”. Cuatro años después fue nombrado Patrón Jurado de la Ciudad de Santiago de Guatemala por los milagros atribuidos.
Con las órdenes del traslado de la capital, la imagen fue sacada de Santiago en un cajón mientras las personas rezaban el rosario, el 7 de julio de 1778. Al llegar al límite de la ciudad “se cantó el Alabado y, al entonar el Santo Dios, se bañaron todos en lágrimas sin poderse contener, aún los mismos reverendos padres, con cuyo motivo mandé cargar el cajón para seguir el camino”, narra el Libro Primero de la Cofradía. A lo largo del trayecto la gente salió para ver el paso de la imagen; en San Lucas Sacatepéquez y Mixco también rezaron el rosario. Por eso el Nazareno llegó hasta el 9 de julio, siendo recibido con gran alegría por los frailes en la nueva capital.
Por los daños ocurridos en el templo en 1917 y 1918, la imagen fue resguardada en un rancho de paja en el actual barrio Moderno, zona 2. Mientras tanto, José Garrido intervenía el retablo, que restauró incluso con algunas piezas del altar mayor que quedó destruido. En 1976 otro terremoto dañó el templo, por lo que el Nazareno estuvo en el colegio de los jesuitas, adyacente al templo. En tanto, Jorge Álvarez y Anabella Pensabene restauraban el camarín, al que agregaron tallas entre agosto de 1985 y abril de 1987. También en 1987 se concluyó un trabajo de restauración de la imagen, en la que se resanaron los daños ocasionados por el paso del tiempo y las manipula-
ciones que tiene la talla cuando se cambia de lugar, sobre todo para colocarla en las andas; en la obra participaron Alberto Carías y Ramiro Irungaray.
En 1582 se fundó la Cofradía del Nazareno en la iglesia de La Merced de la Ciudad de Santiago de Guatemala. Era “una cofradía de españoles conformada por la élite económica y política de la ciudad”, indica el historiador Gerardo Ramírez. Durante mucho tiempo, la cofradía celebró los oficios paralitúrgicos con una imagen propiedad de los frailes, pero tuvieron algunas diferencias con ellos y por eso se mandó tallar la imagen de Zúñiga20
Durante el período hispánico, la procesión de La Merced salía la noche de Jueves Santo, terminados los oficios de la instauración de la Eucaristía. Según los testimonios citados por Ramírez, se iniciaba a las 23 horas y terminaba a las 3 horas del Viernes Santo.
A finales del siglo XVII, los cofrades de La Merced tuvieron enfrentamientos con otras organizaciones similares, porque alegaban tener la exclusividad de recabar limosnas para la procesión: en 1677 con la cofradía indígena de Candelaria y en 1681 con las cofradías de Las ánimas del Purgatorio, de la iglesia de San Sebastián; con San Nicolás, de San Agustín; con María Santísima del Rosario, de Santo Domingo; con María Santísima de la Encarnación, de la Catedral, y con San Benito, de San Francisco. En el litigio de 1681, el obispado de Guatemala falló a favor de las otras cofradías, pero el caso fue llevado al Arzobispado de México, donde se mantuvo el privilegio de los cofrades de La Merced.
En 1702 se consignó por primera vez la procesión del Martes Santo y, con el nombramiento de Patrón Jurado, en 1721, quedó instituida definitivamente. En 1774 y 1775 salió la procesión de La Reseña, pero no la de Jueves Santo. Una vez efectuado el traslado de la imagen a la nueva capital, el Nazareno fue sacado en procesión los Jueves Santos de 19 a 21.30 horas. Por conflictos con los cofrades, la procesión dejó de salir entre 1792 y 1800, pero se reinició en 1801.
En el siglo XIX hubo muchos cambios en la organización de la procesión del Nazareno. A principios de esa centuria, para lograr el aumento en el número de cofrades, se permitió que los mayordomos segundos fueran de origen mestizo. En 1802 ya había mujeres en la cofradía, aunque aún se pagaba a indígenas para que cargaran el anda.
En 1806 se prohibió la procesión en horario nocturno, y como al ser sacado en horas de la tarde interrumpía la celebración
eucarística, se optó por salir el Viernes Santo por la mañana; se hicieron algunos intentos por regresar al viejo horario pero ya en 1821 quedó con el horario de Viernes Santo por la mañana definitivamente. Desde entonces solamente ha variado para dar cabida a mayor cantidad de cargadores, como en el 2001, cuando salió una hora antes.
Entre los datos interesantes curiosos, se sabe que fue nombrado coronel del Ejército por el gobierno de Rafael Carrera. La imagen fue sacada en procesión de rogativa en 1717 y 1773, por los sismos; en 1724 por plaga de chapulines; en 1783 por temblores; en 1789 por epidemia de ganado; en 1801 por plaga de langosta en El Salvador; en 1857 por la guerra contra los filibusteros, y en 1976 por el terremoto. Se recuerda que, en 1975, en la procesión del Viernes Santo, la decoración del anda llevaba un cartel o rótulo con la inscripción “¿Estáis preparados?” Se ha interpretado esto como aviso por el terremoto del año siguiente.
Santos y marchas
En la procesión del Viernes Santo por la mañana, salen del templo de La Merced las imágenes del Nazareno y de la Virgen de Dolores, San Juan y Santa María Magdalena. Durante algún tiempo se dijo que la talla de la Dolorosa fue realizada por Pedro Mendoza, entre 1650 y 1670. Sin embargo, los investigado-
res Luis Luján y Ana María Urruela la calificaron de estilo rococó y fecharon su tallado en el siglo XVIII. Según el investigador Haroldo Rodas, la escultura de Santa María Magdalena también es de la misma época. Rodas anota que la talla de San Juan que actualmente acompaña el cortejo es del XIX y sustituyó a otra efigie dañada por un incendio.
El repertorio musical guatemalteco se ha enriquecido gracias a la inspiración que mueve el Nazareno, con marchas fúnebres como La fosa, de Santiago Coronado y estrenada en 1888. También la marcha Señor, pequé, estrenada en 1926, y que es la oficial de la procesión, obra de Monseñor Joaquín Santamaría y Vigil, quien ejerció sus funciones sacerdotales en el templo mercedario. Otras importantes obras son La Reseña, de Mónico de León, que es la oficial del Martes Santo; Señor de La Merced, de Salvador Iriarte; A los pies del Maestro, de Víctor Lara; El camino del Gólgota, de Mario Paniagua, y Una plegaria, de Carlos Díaz. Para el Niño de la Demanda, Alfredo Farfán compuso la marcha oficial, en conmemoración de los 25 años de la procesión moderna e infantil con la imagen, titulada Bodas de plata
enseñanza Otras obras de religiosa
Para completar el ajuar del brazo de la epístola del transepto se encuentra el retablo de La Piedad, plasmada en una hermosa pintura barroca. Cuenta con la imagen de Jesús de la Caída, la beata Mariana de Jesús y Santa Gertrudis Magna, San Jerónimo, San Joaquín Santa Ana y la Virgen Niña, así como la Virgen de Dolores. También está hecho con fragmentos y tiene columnas salomónicas idénticas al retablo que se encuentra enfrente21
En el testero de la calle de la epístola se encuentra el retablo ultrabarroco de la Virgen de Concepción, con la talla de la Inmaculada; el Tránsito de la Virgen, en una urna adecuada que alteró el retablo; la pintura de la Virgen de La Merced, San Emigdio, San Cesario, San Cristóbal y Santa Bárbara.
El retablo mayor fue encargado a un taller en Barcelona e instalado en 1958; se retiró el escudo de la orden de La Merced y se colocó el de los jesuitas. Aloja a la Virgen de La Merced, que probablemente fue obsequiada en 1604 por Jacomé López Corzo; la imagen lleva al Niño Jesús en brazos y junto a ella se encuentran San Pedro Nolasco y cautivos liberados. Es una escultura de estilo manierista, por la diversa altura entre la Virgen y el resto de figuras. También en el altar mayor se encuentra la escultura del Sagrado Corazón de Jesús. Fue tallada por Mariano Ganuza, entre 1845 y 1890, como figura de bastidor, es decir que tenía talladas la cabeza, manos y pies, pero el resto de la imagen era de piezas sin tallar, cubiertas por el ropaje. En 1960, el traje fue tallado y estofado por Estaban y Santiago Rojas González y José Garrido, quienes le dieron cuerpo. También se encuentran en el altar las imágenes de San Pedro Nolasco, San Ignacio de Loyola, San Francisco Borja y San Francisco Javier. El sagrario fue realizado por Manuel de Jesús de Ballinas y Gálvez, en 1817.
20. Este y los siguientes párrafos en: http://www.cuaresmaysemanasanta. com/jesusdelamerced.html
En los muros laterales están las tribunas del coro bajo, donde cantaban niños para alternar notas agudas con las voces graves de los frailes, quienes estaban sentados detrás del altar mayor original, que ya no existe. En los pilares que sostienen la cúpula se encuentran cuatro esculturas, entre las que destaca la Virgen de la Asunción, magnífica talla barroca que exalta a la Madre de Jesús en el momento de ser llevada a los cielos por ángeles. Su cabellera es un pretexto para mostrar la técnica del escultor y su dominio para expresar el movimiento.
El altar de la Virgen de Dolores es gemelo del de Concepción. Hasta hace algunos años alojaba la imagen de San José, que era congruente con la tradición de colocar un altar dedicado a la Virgen en equilibrio con otro de San José. En la actualidad aloja a la Virgen de Dolores en escultura de vestir. En pintura se encuentran el Escarnio, el Ecce Homo, la Última Cena, la Santísima Trinidad, San Jerónimo, Cristo Resucitado, el Bautismo de Cristo y San Juan Evangelista.
El brazo del evangelio del transepto (norte) tiene la puerta de ingreso a la sacristía. Luego, en el muro del extremo, el altar de la Sagrada Familia. Al igual que el retablo del otro lado del transepto (el del Nazareno) fue modificado. El original era de Francisco Javier de Gálvez, contratado en 1758 por mil 250 pesos; estuvo dedicado a la Virgen de la Esclavitud, devoción de afrodescendientes. Su proximidad al altar mayor indica la importancia que tuvo esta comunidad en la iglesia mercedaria. En el sagrario se encuentra una pintura de Jesús bendiciendo el pan. El fanal está ocupado por un conjunto escultórico barroco que representa a la Sagrada Familia y a los pastores. En el resto del retablo se encuentran las esculturas de San Joaquín, Santa
Ana, el Padre Eterno, San Pedro, San Pablo, San Gregorio Magno, San Ramón Nonato y San Pedro Pascual.
Por último, este brazo del transepto tiene el altar dedicado a la Virgen de Guadalupe. En el sagrario se halla una pintura de San Luis Gonzaga. Tiene las pinturas de San Pedro Pascual, San Ramón Nonato y las apariciones de la Virgen de Guadalupe y una pequeña escultura de San Juan de Dios.
Ya en la nave del evangelio, en dirección hacia los pies del templo, se encuentra el retablo del Cristo de la Agonía, atribuido a Mateo de Zúñiga. Cuenta con las pinturas de la Virgen, San Juan, San Pedro, Santa María Magdalena, San Miguel y ángeles pasionarios; fue reparado entre 1987 y 1988 por Jorge Álvarez Sánchez de Movellán y Anabella Pensabene.
Sigue el altar dedicado a Santa María Cervelló con dos esculturas de la santa y pinturas que presentan su vida y milagros, especialmente contra las tormentas en el mar, por lo que era muy venerada por los españoles que habían llegado a salvo al cruzar el océano Atlántico. Fue modificado para alojar a la escultura de la Virgen Niña.
Hacia el poniente se encuentra el altar de San Eloy, un santo que usó sus bienes para rescatar cautivos y, por lo tanto, realizaba una actividad similar a la orden mercedaria. Su importante retablo se debe a la relevancia social y económica del gremio del cual era patrono, el de los plateros. La escultura fue hecha con tela encolada, por lo que es una obra de finales del siglo XVIII. Las pinturas narran escenas de su vida. El fanal aloja la imagen del Señor Sepultado, conocido como Cristo Yacente de la Paz, tallado por Julio Dubois en 1916 y que es sacado en procesión durante el Sábado Santo. En el altar se encuentran también la Virgen de Dolores, San Pedro —patrono de los cerrajeros—, San Pablo —patrono de los espaderos—, San Roque, San Miguel y San Gabriel.
En el sotocoro está el retablo ultrabarroco de San Nicolás de Bari con las imágenes de Santa Ana y San Joaquín. Completa el repertorio devocional el retablo de la Virgen de Chiquinquirá. El culto a esta imagen del Rosario fue introducido desde Nueva Granada (actual Colombia) por el fiscal de la Audiencia Felipe de Herrera. La pintura original fue realizada por Alonso de Narváez antes de 1563. Cuando ya estaba borrosa, apareció reno-
vada milagrosamente, en 1586. Este acontecimiento aparece narrado en una de las pinturas del altar; en otra hay escenas de las curaciones milagrosas atribuidas a esta advocación mariana, que se representa junto a San Antonio de Padua y San Andrés.
En los pilares del templo, además, pueden verse las pinturas de los Apóstoles, elaboradas entre 1756 y 1775 por José de Valladares, inspirados en los grabados de Juan Bautista Piazzetta y renovados por Juan José Rosales, en 1813. El cuadro de Jesucristo fue pintado en 1756. También se encuentran los cuadros de fundadores de órdenes: San Bernardo de Claraval, San Bruno, San Cayetano, Santo Domingo de Guzmán, San Felipe Neri, San Francisco de Asís, San Francisco de Paula, San Ignacio de Loyola y San Juan de Dios. También puede verse un estupendo púlpito barroco, con una talla de la Virgen de La Merced, seis confesionarios y las insignias o cruces de consagración.
21. Este y los siguientes párrafos datos de Gustavo Ávalos en: Varios, Op. Cit.
Museo y de La Merced Convento
Se localiza en la 11 avenida 4-49, zona 1, a un costado de la Iglesia del mismo nombre, donde estuvo el claustro del antiguo convento de La Merced. Como museo se fundó el 11 de diciembre del 2008.
El recinto exhibe diversos objetos religiosos, entre ellos esculturas, pinturas y textiles, tanto de La Merced como de otras iglesias, cuyo rango histórico se extiende del siglo XVI al XIX. Asimismo, narra la historia de esa Orden en nuestro país.
Ahí dentro se aprecian las esculturas de las vírgenes de La Merced y de Concepción talladas por el escultor Ventura Ramírez. Asimismo, hay una sala con piezas religiosas de oro y plata. En otro espacio hay exposiciones temporales.
Este antiguo convento, entonces, es un espacio cultural, artístico y social, con espléndidos espacios arquitectónicos. Sus salas tienen paredes blancas que resaltan el carácter sacro de sus obras de arte, mientras que sus corredores, puertas y paredes recuerdan las cicatrices de un período de represión. Pese a ello, el museo ahora se enfoca en lo positivo, en dar esperanza y, por supuesto, en mostrar las magníficas piezas religiosas que se conservan en nuestro país.
Por Acuerdo Gubernativo, el Ministerio de Cultura y Deportes le delega a la Asociación de Amigos de La Merced las funciones de Registro Alterno de Bienes Culturales de la Iglesia Católica, lo cual le permite hacer un minucioso trabajo en los templos de La Merced, Santa Teresa, Capuchinas, Belén, Santa Rosa, San Francisco, Catedral Metropolitana y Palacio Arzobispal, además, de otras iglesias fuera del Centro Histórico.
Esta labor ha hecho que los bienes artísticos y culturales de la Iglesia hayan sido incluidos en el Memorandum of Understanding, firmado entre Estados Unidos y Guatemala, lo cual protege nuestro patrimonio.
Asimismo, en noviembre del 2015, se abrió el Taller-Escuela de Restauración Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, institución que procura mantener en buen estado los bienes eclesiásticos.
Por todo esto, se considera que el templo y el convento de La Merced son puntos turísticos relevantes de la Ciudad de Guatemala.
Vecinos siglo XIX del
En 1876 se realizó un catastro de los propietarios del barrio. Por eso se sabe quiénes eran los vecinos entre 1875 y 187622. La lista incluye a varios personajes.
La 12 avenida estaba poblada únicamente en la banda poniente, es decir que la parte hacia San José eran solo predios baldíos y potreros. Los residentes eran las familias Estrada y Vargas, de la 1 a la 2 calles. Eran casas modestas, porque la renta era de cuatro pesos y 10 reales, respectivamente. La siguiente cuadra estaba ocupada por las familias Pérez, Justiniano, Mancilla y García, y también eran estructuras sencillas. La cuadra de la 3 a la 4 calles contaba con dos casas, pero estaban deshabitadas.
Seguían los muros del convento de La Merced, que habían sido expropiados y allí funcionaban dos escuelas. La última cuadra del barrio en esta vía estaba ocupada por los García, Arrivillaga, Vizcaíno y Zelaya. Como sería de suponer, por pertenecer a una familia de élite, la residencia ocupada por los Arrivillaga, propiedad de la señora Refugio Batres, era de buena construcción, pues pagaba 40 pesos mensuales de alquiler. Como puede verse, conforme las casas se construían más cerca del centro, eran más grandes, cómodas y costosas.
La 11 avenida “A” tenía las mismas características. En la cuadra de la 1 a la 2 calles estaba ocupada solamente por una hilera de casas, pues el otro extremo estaba sin construir. Allí vivían las familias Leiva, López y un pariente pobre de los Arrivillaga, pues las propiedades estaban valuadas en dos y tres pesos mensuales. La cuadra entre la 2 y 3 calles era parecida, con las familias Monterroso, Noj, Aguilar, Castillo y Ávila, con alquileres de entre 12 reales y tres pesos. Hubo pocas familias indígenas en el barrio; una de ellas eran los Noj. En la siguiente cuadra, todos los inmuebles eran de buena construcción, con alquileres de 11 a 25 pesos. Allí vivían las familias García, Cruz, Matute, Servi y González, aunque había propiedades deshabitadas. La más grande era la de Adolfo García, en la que vivía José Lowenthal, con un alquiler de 30 pesos, mientras que la de la familia Cruz estaba en construcción. Las casas de estos precios estaban entre las más importantes de la ciudad; pocas sobrepasaban ese límite. Lo interesante de este catastro fue que, aunque los propietarios vivieran en las residencias, se estimó el valor en el mercado de su alquiler, por lo que se puede identificar el aspecto que tenían y las instalaciones con que contaban. Al ser arquitectura tradicional, tenían muros de mampostería recubiertos
con argamasa, con techo de teja y artesón, patio al centro y corredores, y patios secundarios.
La 11 avenida compartía su aspecto con las otras. Las casas empezaban en la 2 calle y solamente en la banda oriente. Allí había dos construcciones; una era una galera, de Manuel Fino, en la que se alquilaban habitaciones por ocho pesos. La otra era una propiedad de la familia Montes de Oca, de buen aspecto, también valuada en ocho pesos. La siguiente cuadra tenía casas sencillas en la banda poniente, donde residían las familias Aceituno, Arévalo, Torres, Montes de Oca y Mencos, con alquileres de tres y cuatro pesos. Mucho mejor era la de la familia Luna, de ocho pesos, y la que ocupaba Vicente Sabino, por 16 pesos. La parte de enfrente tenía mejores residencias, con alquileres de 12 a 20 pesos, con las familias Chacón, Cayetano, Santizo, Rivas, Lobos y Valido. La más modesta era la de los Calderón, de 10 pesos.
Frente al conjunto de La Merced vivían los Sánchez y Cerda, en la parte septentrional, en casas de ocho y 10 pesos. Luego estaban las casas de Padilla, Minera y González. La mejor de la cuadra era la que estaba frente a la iglesia, donde vivían los Samayoa, por 35 pesos al mes, y propiedad de Dolores de Sinibaldi. En la esquina, propiedad de Juan Jaramillo, vivía Francisca Sepúlveda.
La siguiente cuadra estaba ocupada por los Lanuza, que tenían un billar y una casa valuada en 40 pesos mensuales; los Robles, Hurtado y Gatica, así como los Solares, Arce, Castellanos, Índice, España y González. La mejor de esa sección era la de Marcelo Molina, alquilada en 50 pesos al mes. Debió ser de dos niveles y con aspecto imponente.
La 10 avenida “A” tenía construcciones a partir de la 3 calle. Sus edificios eran modestos y en el lado poniente eran galeras con cuartos de alquiler, propiedad de Antonio Martínez y Manuel Ariza. Las otras eran casas valuadas en dos y cuatro pesos, donde vivían las familias Cruz, Barraza, Garrido, Sandoval, Chicará (probablemente Xicará) y López. Aquí se encontraba la segunda familia de origen indígena en el barrio.
La siguiente cuadra tenía tres casas modestas donde vivían los Ramírez, Ortiz y Delgado, de cinco y seis pesos. Las otras, de los Molina, Rivera, Barberena, Garavito, Gatica, Montes de Oca y Silva eran casas de 10 a 15 pesos. Entre la 5 y 7 calles había cuatro inmuebles modestos, dos de los Gálvez, de seis pesos, y de los Zúñiga y Villalta, de cinco. Las otras, de los Sánchez, Aparicio, González y Sandoval estaban entre 10 y 15 pesos. Las mejores eran las de Escolástico Ortega, ambas de 25 pesos. En la esquina norponiente de la 7 calle estaba la de los Beteta, valuada en 22 pesos mensuales. Esta fue la residencia que sirvió de referencia para estimar el valor de las otras. Era una construcción sobria, con balcones de hierro, dos patios, zaguán, guardacantón y varias habitaciones, que indican solvencia económica (aunque los actuales propietarios intentaran demolerla, para lo cual fue destechada a finales del siglo XX).
La 10 avenida estaba poblada a partir de la 2 calle y solamente en el lado poniente, con casas pobres, de 12 reales a cinco pesos. Entre la 3 y 4 calles había estructuras modestas, como las de Cruz, Torjes, Rosales, Muñoz y Pérez, en la banda oriente, cuyo máximo valor era de cuatro pesos. Aunque estaban las de Zea, con ocho, y Rivera, con 10. La mejor era la de la familia Saravia, con 22 pesos mensuales, propiedad de Manuel Nájera. En la banda poniente vivían los Paniagua y Zelada en construcciones modestas, así como Manuel Nájera, valuada en 30 pesos de alquiler.
Entre la 4 y 5 calles, los vecinos pobres eran los inquilinos que ocupaban las habitaciones de la casa de Isabel Queller, que sumaban seis pesos. Los residentes modestos eran los Navarro y Ramírez. Los más acomodados eran los Peña, Gatica, Aparicio y Rodríguez. Las mejores casas eran de los Orellana y Guzmán, así como los Zavala, quienes vivían en la propiedad de Lorenzo Montúfar por 30 pesos mensuales, y los Andrino, en la casa de Valerio Contreras, por la misma cantidad.
En la siguiente cuadra había una casa modesta ocupada por los Ramírez, y otra buena construcción, donde vivían los Rodríguez. Los otros inmuebles eran de élite. Ahí estaban las propiedades de Mercedes Crocker y Solís, ocupada por Antonia Vásquez y alquilada en 50 pesos; la de Valentín Escobar, en 20; la de Julián Aycinena, habitada por Julián Yela, en 20, la de Escolástico Ortega, donde residía el cafetalero, en 31; una de Josefa Batres, ocupada por el erudito Juan Gavarrete, en 25; y la de Anselma Sánchez, ocupada por seis tiendas, en 35. Pero, sin duda, la mejor era la otra casa de Josefa Batres, donde residía Dolores Aquino, quien pagaba 80 pesos mensuales. Sobre Ortega, fue el primer cafetalero a gran escala en el país, por lo que no es de extrañar que sus casas fueran de importancia urbana23
Como en las otras vías, la 9 avenida tenía casas de escaso valor económico en la periferia. Entre la 1 y 2 calles residían las familias Montenegro, Rodríguez y Quevedo, cuyas propiedades
estaban valuadas en uno y dos pesos. Mejores construcciones eran las de los Sánchez, Ortiz y una de Ana Castillo, ocupada por varios inquilinos, todas tasadas en 4 pesos. En la casa de Castillo, la suma se recaudaba de todos los ocupantes. En la siguiente cuadra, siempre del lado del barrio de La Merced, vivían los Flores y Abelar, en casas a tres pesos mensuales. En cambio, estaba la residencia de Dolores Yela, tasada en 17 pesos, y la Antolina Polanco, cuya inquilina, Milagro Murga, pagaba 25 pesos al mes.
Frente a lo que había sido el convento carmelita se encontraban las modestas casas de los Cisneros y Cruz, así como las de familias más acomodadas como los Palacios y Luna, y dos expropiadas por el gobierno. Entre la 4 y 5 calles estaban las de los Rojas, que pagaban 10 pesos, y la de los Ávalos que, con sus 15 pesos, era las menos ostentosas. También estaban las de Josefa Viteri de Aqueche, una valuada en 20, habitada por ella, y otra, cuyo inquilino José Lara Pavón pagaba 22 pesos. La de Josefa Navarro estaba alquilada a Abraham Padilla por 25 pesos; la del político y abogado Francisco Lainfiesta, tasada en 30 pesos mensuales, así como una de las mejores del barrio, de Rafael Mendizábal, cuyas tiendas reportaban la suma de 85 pesos, aunque el resto estaba deshabitado.
La siguiente cuadra tenía las tres casas de Manuel Vega, alquiladas dos a Domingo Porres por 65 pesos y la otra a Diego Meany, por la suma de 60; así como la de los Cruz, tasada en 25.
Las calles tenían vecinos correspondientes al rango de las avenidas. La 7 calle estaba habitada por las familias Cifuentes y Medina, con casas valuadas en 10 pesos; las de Irungaray, Arrazola y Rottman, en 25; la de Batres, en 30; la de Zepeda, en 40, y la de Alvarado, con 50 pesos mensuales. Todas entre 11 y 12 avenidas. En la siguiente cuadra, hacia el Mercado Nacional, se hallaban las ocupadas por las familias Valenzuela, Colmenares, Beteta y Velasco, alquiladas en 15 y 16 pesos. La de Luis Valenzuela estaba en construcción. La de Rodríguez estaba valuada
en 25 pesos y las de otra rama de los Valenzuela y los Beteta, 30 pesos cada una. La ocupada por Timoleón Barantini costaba 50 pesos mensuales. En la cuadra al poniente estaban las de Ramírez, tasada en 27. La familia Lomeliani alquilaba una en 32, los varios inquilinos de Agustín Pinagel y el de Encarnación Palomo pagaban 35 respectivamente. La casa propiedad de Esteban Aparicio estaba en reparación, pero se tasó en 45 pesos, y otra de Agustín Pinagel, en 50. Este mismo propietario tenía allí su casa, estimada en 660 pesos anuales. Al mismo precio se valuó la de Manuel Asturias, donde vivía Ricardo López, el célebre español propietario del Potrero de Corona y quien donó, años después, el Parque Isabel La Católica.
La 5 calle tenía diversos habitantes. Entre la 11 y 12 avenidas solamente estaban las casas de la banda sur, pues al frente quedaba el convento de La Merced. La más económica era la de Teresa Samayoa, tasada en nueve pesos; la de Apolinario España, alquilada en 13; la de Alonso Padilla, valuada en 16; dos de la familia Bauseles, una en construcción, y otra de las señoras Samayoa, alquilada en 50 pesos al mes. La cuadra entre la 10 y 11 avenidas tenía dos casas de precio módico; la de Mata, valuada en 10, y la de Orellana, en 16. Las de Sandoval, Sosa y Vega estaban tasadas en 20 y 22 pesos; las de Villacorta, Garavito, Martínez, Solares y Azurdia estaban entre 32 y 35 pesos. De Miguel Ruiz eran tres casas, una alquilada en 32, otra en 35 y la tercera en 37 pesos. Por último, la de Valentín Escobar estaba en 40.
La siguiente cuadra estaba habitada por los Quezada, valuada en 15 pesos al mes. Las casas de los Azmitia, Vega y Mendizábal, en 20; otra casa de los Mendizábal, su residencia, tasada en 30 pesos, lo mismo que la vivienda de Pedro Arrazola. Otra casa de Vega era alquilada en 35 pesos; Antonia Flores de Barrundia alquilaba una en 40 y Tomás Palomo otra en 60 pesos al mes. Pero la mejor casa del barrio era la de Manuel Suárez Castiello, que ocupaba el ministro plenipotenciario de México, quien pagaba 120 pesos al mes.
Lorenzo Montúfar
Nacido en la Ciudad de Guatemala en 1823, probablemente en una casa del barrio de La Merced, fue uno de los políticos liberales más influyentes en el siglo XIX. Su familia había llegado al país en el siglo XVII y, por lo tanto, era uno de los representantes criollos de la élite capitalina. Entre sus familiares se encontraba el pintor que plasmó el retrato del Hermano Pedro, en dicha centuria. En 1844 se graduó de abogado en la Universidad de San Carlos. Como muchos miembros de su familia, intervino en la vida política, pero en el grupo liberal. Se opuso al retorno de Rafael Carrera en 1848, por lo que al regreso del caudillo, emigró a El Salvador, donde fue catedrático universitario. Luego se trasladó a Costa Rica, donde contrajo matrimonio con María Madriz Enríquez, en 1851. En ese país fue ministro de Relaciones Exteriores, entre 1856 y 1857, así como rector de la Universidad de Santo Tomás, donde obtuvo el doctorado en Derecho Civil. Viajó a Estados Unidos y, a su regreso, se trasladó a El Salvador, donde fue nombrado ministro plenipotenciario en Estados Unidos por el país cuscatleco. Después retornó a Costa Rica, donde fungió como ministro de Instrucción Pública y de Guerra y Gobernación, en 1870, y otra vez como canciller entre 1870 y 1873. Con el triunfo liberal, regresó a Guatemala. Fue nombrado rector de la Universidad Nacional. Fue el autor del Código de Procedimientos Civiles, así como de la Constitución de 1779. Luego fue representante de Guatemala en el litigio por la frontera con México, que defendió en favor de su país. Sin embargo, Justo Rufino Barrios impidió sus gestiones y lo destituyó, por lo que se mudó a Costa Rica. Regresó en 1885; fue expulsado y regresó en 1892 como candidato presidencial. Murió en Guatemala en 1898.
Francisco Lainfiesta
El barrio de La Merced contó con otro destacado liberal, Francisco Lainfiesta. Nació en Salamá, en 1837, hijo de un español y de una guatemalteca. En 1865 se graduó de notario y, 10 años después, ingresó a la Sociedad Económica. Desempeñó los cargos de diputado a la Asamblea Constituyente en 1879, presidente del Organismo Legislativo entre 1880 y 1883, segundo designado a la presidencia en 1881, ministro de Fomento en 1883, ministro plenipotenciario y enviado extraordinario en Washington y El Salvador, presidente interino en 1885, embajador de Guatemala en Estados Unidos en 1891 y mediador en el conflicto Nicaragua-Costa Rica en 1899. Escribió las obras Los cadáveres azules, A vista de pájaro, Cuento fantástico, Composiciones poéticas y otros. Murió el 20 de junio de 1912.
La 4 calle contaba con personas de menos recursos. Frente al muro del convento mercedario vivían los Bran, Espinosa, Salguero, Rendón, Leiva, Zúñiga y Castillo, con alquileres de entre 4 y 10 pesos. En la siguiente cuadra había pocas casas, por el tamaño de las construidas en la 10 avenida “A”. La de Francisco Altamirano estaba tasada en 10 pesos, la de Bartolomé Jiménez en 16 y la del sacerdote Trinidad Gutiérrez estaba alquilada en 25. La siguiente cuadra, donde vivían los Solares, Lara, Garrido, Asensio, Ariza, Figueredo y Ruedas estaban alquiladas o tasadas entre 10 y 20 pesos. La más importante era la de Gabriel Santa Cruz, alquilada a Refugio Valle en 60 pesos mensuales.
En la 3 calle, entre 11 y 12 avenidas estaba la ladrillera de Chacón, así como las casas de los Castillo, Ávila, Estrada, Rosales, Aragón y Nájera, muy modestas, valuadas entre uno y cinco pesos. Ocupadas por los Gándara y los Marroquín, estaban dos residencias alquiladas en 10 pesos. En la siguiente cuadra estaba la vivienda de Dolores Villegas, tasada en tres pesos, y el resto estaba ocupado por sitios y zacatales. A continuación estaban las casas de los Arteaga, Zúñiga y Juarros, valuadas o alquiladas entre siete y 10 pesos. La banda norte era el zacatal de a familia Cervantes.
La 2 calle solamente contaba con construcciones de la 10 avenida hacia el poniente. En la cuadra de la 9 a la 10 avenidas vivían los Bolaños, Véliz y Rodríguez, con alquileres de cuatro pesos mensuales. A la siguiente cuadra estaban las tres propiedades de los Izquierdo y tres de los Mencos, alquiladas entre tres y nueve pesos. También las residencias del sacerdote Salvador Solís, Simón Salvatierra y Gregoria Fuentes, tasadas entre cuatro y seis pesos. Por último, la 1 calle tenía construcciones solamente en el barrio de San Sebastián.
22. En los siguientes párrafos: Archivo General de Centro América, B.78.10, legajo 663, expediente 14127.
23. Libro Azul de Guatemala, Searcy & Plaff Ltd., Nueva Orleáns, 1915
del barrio Arquitectura
Aún se conservan algunas de las casonas de antiguos vecinos y familias de este barrio y, en consecuencia, hay varios ejemplos estupendos de arquitectura del siglo XVIII. De hecho, un pequeño recorrido por la 5 calle deja en claro la importancia del sector. La vivienda de la esquina de la 10 avenida aún se conoce en la actualidad como floristería “Las Acacias”, negocio que la ocupó durante cierto tiempo y que ha dejado en la retina de los vecinos su imponente presencia, quizás por detalles como su enorme pórtico de piedra en el ingreso o su ventana en la esquina. Si seguimos caminando por esta calle, al llegar a la 10 avenida “A” encontramos en la esquina suroeste una vivienda que muestra sus hermosos vanos de perfil mixtilíneo.
Después, en la banda norte, entre la 10 avenida y la 10 avenida “A”, encontramos una humilde casa con herrería de factura espectacular. El grosor de las piezas de hierro se observa en la foto inferior de la siguiente página. Desde la esquina de la 11 avenida, al mirar hacia el sur, en el número 5-59 y abierta al público como Academia de Arte Studio, nos encontramos con la Casa Antañona, la cual se describe en otro de los artículos.
Para disfrutar del barrio también se recomienda pasear por el antiguo Callejón Corona, el cual conectaba a los potreros con el centro de la ciudad. Hoy, la 10 avenida “A” es conocida como Callejón del Fino, pues allí vivieron Francisco Cabrera —a quien apodaban “el Fino” por la minuciosidad de sus obras— y Manuel José Arce Leal, de cuya vivienda presentamos un ejemplo de piso de cemento líquido y algunas fotografías internas en la página 36.
Nos quedamos cortos de espacio, pero las viviendas de una sola planta del siglo XVIII y principios del XIX, con su clásica estructura de patio al centro, siguen allí esperándonos; en ellas, su ambiente colonial nos traslada al tiempo donde predominaba la quietud de la antigua capital. Sus gruesas paredes cubiertas de teja y sus ventanas protegidas por hierro nos resguardan del ruido de la calle, pero ya estamos listos para el siguiente itinerario.
Casas historicistas
Iniciemos el recorrido con la vivienda que se encuentra más al norte, la de la 2 calle. Esta antigua residencia ha prestado sus espacios para diversos usos. En ella han tenido sede instituciones educativas y un partido político, por mencionar algunos. La propiedad perteneció a Rafael Muñoz Plaza, quien era dueño de otros inmuebles en el Centro. Nació en Antigua Guatemala en 1882; fue copropietario e impresor en la Unión Tipográfica, reconocida porque el diario “El Imparcial” se producía allí. Pero regresemos a la arquitectura de esta majestuosa casa de esquina. El zaguán da paso a un patio principal rodeado por 14 ambientes. Las columnas que circulan el patio tienen capiteles historicistas con ornamentación que “cae” sobre el fuste y termina en argollas. Balaustradas con un típico motivo fitomorfo, muy al estilo modernista, rodean por completo el patio en la parte superior, mientras que los pisos, por contraste, son de diseños art déco. En el exterior destacan su portón de madera, el remate de la esquina y la herrería de sus ventanas.
Otro ejemplo único en el barrio es la vivienda de la familia Rendón Pacheco, ubicada en la 3 calle. Es una seguidilla de construcciones de un mismo estilo y están fechadas en 1930, tal
como se lee en una de sus gradas de granito. Las tres casas se encuentran unidas por un largo corredor que atraviesa cuatro patios internos. Desde un segundo nivel se obtienen vistas privilegiadas del barrio. Aquí también se observan balaustradas que responden al gusto de la época, mientras que la mayoría de los pisos de cemento líquido de las viviendas muestran patrones curvilíneos en tono con el modernismo y el art déco.
En tanto, la residencia de la familia Sandoval destaca por el ochavo que domina su esquina, en la 11 avenida y 4 calle. Este inmueble se conoce como la Casa del Hielo, pues los pobladores acudían ahí para abastecerse del mismo. Los primeros propietarios del predio, según registro de mitad del siglo XIX, fueron los Argueta; sin embargo, en 1922 pasó a manos de Juana de Sagastume, abuela del actual dueño. El traspaso seguramente fue consecuencia de los terremotos y el posible oneroso costo de reconstrucción. Fue entonces que se modificó la construcción y se sustituyó el artesonado de madera para crear la azotea y el tercer nivel. Además, tiene un zaguán poblado de pinturas en sus paredes, hermosos pisos y detalles arquitectónicos de una vivienda señorial, cuya magnificencia se aprecia en las fachadas y el mirador en el ochavo.
Arquitectura art déco y moderna
Luego de los terremotos de 1917 y 1918 hubo múltiples reconstrucciones, pero esta vez con una imagen moderna gracias a los diseños art déco. Dos ejemplos comerciales con clara influencia de este estilo se encuentran en las cercanías del Parque Colón. A las viviendas populares, cercanas al Cerro del Carmen, se unen otras de corte más sofisticado y de dos niveles, como las que encontramos en las avenidas, en las proximidades al Templo de la Merced (4-54) o a las propiedades de Eloísa Velásquez (2-28).
De las viviendas de la época llama la atención una de variante “Streamline” o art déco náutico localizada en el Callejón de Jesús (10 avenida “A” y 5 calle), pues la curvatura en los relieves que enmarcan sus ventanas la hace sobresalir. Estas características se extienden al interior y, a pesar de la sencillez de sus pisos o decoración interna, sus paredes en cocina y ambientes se alinean al diseño externo. Los materiales de construcción también son importantes al determinar texturas (piedra en el ingreso), transparencias (bloque de vidrio en la esquina) o comodidades (pérgola en la azotea).
Si nos dirigimos a la 12 avenida encontraremos dos ejemplos sobresalientes de la arquitectura art déco del barrio, el primero, en la vertiente geométrica de este estilo. Es un inmueble que quizá corresponda a 1947, cuando Arturo Paiz fundó la Farmacia Colón. A pesar de contar con pisos y trabajo de carpintería bastante sencillos, su famoso rótulo, así como los relieves en la fachada, hacen que este inmueble sea reconocido fácilmente. Aunque en la actualidad ya no se visita aquí al boticario, sino que se adquieren piñatas, bien vale la pena ver de cerca sus características, entre ellas las tres filas de relieves que forman el zócalo y la barandilla de concreto que corona la esquina.
Muchos son los ejemplos en el barrio, pero el más visible es el vecino al frente de la farmacia, el Cine Colón, construido en 1949 y que por su diseño nos recuerda al Cine Popular. La esquina redondeada y la simplicidad de las ventanas lo vinculan además con el movimiento Bauhaus. En él se presentaban en cartelera los éxitos de la cinematografía internacional, en especial la norteamericana, o recibía la visita de artistas como las españolas Mili y Pili. Su rótulo luminoso dominó la avenida durante décadas y en su sala se instaló tecnología de Cinemascope.
Casa Arce
Casa del Hielo
Casa Rendón Pacheco
Casa Muñoz Plaza
Casa Muñoz Plaza
Casas de la Merced
Lugares emblemáticos del barrio
Al final de la calle de La Merced, actual 11 avenida, en la esquina opuesta al convento, estuvo la pila homónima. Su principal función era abastecer de agua a los vecinos que no tuvieran fuente en su propia casa. Por las características del barrio, cuyos miembros pertenecían a la élite, no parece haber tenido la misma demanda que otras pilas. De cualquier manera, en 1899 fue reparada24; para entonces la ciudad se había extendido hacia el norte, por lo que esos vecinos eran quienes más la utilizaban.
Como era un barrio de élite y residencial, por lo general no aparecen noticias sobre las viviendas en los periódicos. Apenas se sabe que entre los vecinos se encontraban las familias Gálvez, que vendieron una residencia en 1851 en la calle de La Merced (5 calle); los Lara, que vendían otra en el mismo año, en la calle del Caballo Rubio (7 calle)25; y los Gramajo, que tenían una propiedad en la calle de La Merced, en 185026 .
Al finalizar el siglo XIX se pusieron en boga diversos deportes en la ciudad. Uno de los principales promotores fue el presidente José María Reyna Barrios. De esa cuenta, entre los miembros de la élite se generalizó su práctica. En 1926 se estableció la sede del Club Deportivo Orión, cuya directiva estaba integrada por miembros de las familias Abularach, Herrera, Antillón, Móbil, Narváez, Kong y Solís, en la 12 avenida, al final de la 4 calle. Tenía campo de baloncesto y un chalé27
La sede de la institución benéfica fue establecida en 1927 en la 4 calle No. 64, casi en la esquina de la 12 avenida. Las oficinas fueron inauguradas en 193428. En 1939 se pavimentó la calle29 frente a la Cruz Roja, con lo que se sustituyó el empedrado. En 1950 se solicitó al gobierno la concesión del inmueble para construir allí un edificio, según planos de Rafael Pérez de León y Enrique Riera30. Al final, el edificio se construyó en el barrio de San Sebastián.
La pavimentación continuó en 1947, cuando se concluyó la 5 calle hasta la 12 avenida31. En 1965, en estilo funcionalista, se
construyó la Casa del Estudiante Universitario, en la 10 avenida “A” 5-40, cuyo diseño estuvo a cargo de alumnos de la casa de estudios superiores estatal32
En la 7 calle, esquina de la 10 avenida “A”, vivió el impresor Ignacio Beteta, quien en 1793 obtuvo del entonces presidente de la Audiencia, Bernardo Martínez Troncoso del Rincón, la autorización para publicar la Gaceta de Guatemala. De estas tres viviendas aún existen los muros de la de Beteta, que fue destechada en el decenio de 1990 con la finalidad de derribarla. El guardacantón, una pieza de piedra colocada en el ángulo de la vivienda para proteger la pared del roce de carruajes, fue robado, lo que ocasionó el desplome de los materiales del muro. Aún se conservan los balcones.
Otros sitios importantes
Entre los lugares que representan al barrio de La Merced se encuentra la Casa Antañona (11 avenida, media cuadra al sur de la iglesia). Algunas fuentes indican que la estructura principal data de 1810, aunque conserva elementos del siglo XVIII, tal como su fuente con pila.
Asimismo, lo que hoy se observa es tan solo la mitad de lo que era, pues la propiedad fue dividiéndose con el paso del tiempo debido a las herencias.
En cualquier caso, la primera escritura formal de venta del inmueble evidencia su antigüedad; está fechada en 1877 y dice: “Casa situada en esta ciudad, en la calle que de La Merced va para el teatro, marcada con el No. 8”.
En 1901, la residencia fue dada en herencia por su antiguo dueño, constando que tenía una paja de agua de Mixco y Pinula, y se escribía como “Casa No. 10 de la 11 avenida norte”.
El 7 de octubre de 1919 fue adquirida por la familia Santolino, y a la fecha sigue en poder de sus descendientes.
Aparte de su fuente con pila, tiene otros detalles arquitectónicos destacables, entre ellos un pasadizo que era usado por personal de servicio y que también servía para conducir a los caballos hasta el patio trasero, donde se encuentra la pileta en la que se les daba de beber y se les bañaba.
Asimismo, tiene un búcaro de la época con las siglas JHI y un horno artesanal de leña en el que se preparaba el pan. Además, tiene una hermosa cúpula que le da su aspecto colonial, aunque esta fue construida durante su restauración, la cual se llevó a cabo en el último decenio del siglo XX.
Afortunadamente, en la actualidad es posible admirar su aspecto señorial, tal como muchas casas de élite de antaño.
En la 5 calle, en la esquina de la 10 avenida “A”, se encuentran tres casas con muros del siglo XVIII. La de la esquina sur ponien-
te fue remodelada en el siglo XX, tras los terremotos de 1917 y 1918, con piso de cemento líquido y puertas con vidrieras. Al convertirse en colegio tuvo otras modificaciones. Sin embargo, sus muros exteriores son del siglo XVIII. En la esquina sur oriente se encuentra una refresquería, famosa por su venta de refresco de súchiles. En ella, además de una extensa colección de fotografías, puede verse el tejado tradicional y un arco interno, barroco, del siglo XVIII. Frente a esta casa, unos metros hacia el oriente, se encuentra otra casa con muros de la misma centuria. Tiene la particularidad de contar con una puerta forrada de metal, con clavos artesanales, rasgo característico del siglo XIX.
En la 10 avenida “A” vivió Francisco Cabrera (1780-1845), grabador y pintor guatemalteco a quien apodaban el Fino por la exquisita técnica de sus obras, muchas de ellas en miniatura. De hecho, debido a este personaje, dicha vía se conoce ahora como Callejón Del Fino.
24. Diario de Centro América, 26 de enero de 1899, página 1.
25. Gaceta de Guatemala, 30 de mayo de 1851, página 4.
26. Gaceta de Guatemala, 5 de julio de 1850, página 4.
27. Diario de Guatemala, 2 de marzo de 1926, página 1.
28. El Imparcial, de 1934, página 1.
29. El Imparcial, de 1939, página 8
30. Diario de Centro América, 11 de marzo de 1950, página 1.
31. Diario de Centro América, 20 de marzo de 1947, página 3.
32. Prensa Libre, 6 de abril de 1965, página 9.
En esa misma avenida, entre la 4 y 5 calles, residió el dramaturgo, poeta y periodista Manuel José Arce Leal (1935-1985); el lugar tiene una placa de mármol identificativa. Esa casa posee muros y decoración del siglo XIX. También en esa calle se encuentran las casas del locutor Enrique Arce Behrens (19252013) y la del dramaturgo y artista Hugo Carrillo (1929-1994).
Cerca se localiza un establecimiento elegante y sensible para los temas del amor: el Café-Bar Roma. Ahí cualquiera se decanta por la arquitectura de finales del siglo XIX y principios del XX, con sólidos y anchos muros en los cuales ahora cuelgan adornos de tendencia barroca; entre ellos hay imágenes religiosas, marcos tallados en madera y piezas de orfebrería que remiten al pasado de la residencia y de la ciudad.
En la 10 avenida pueden encontrarse diversas residencias de estilo art déco, así como algunas más antiguas. Entre estas últimas se halla la ubicada en la esquina de la 5 calle. La vivienda conserva muros del siglo XVIII en el exterior, así como un balcón de ventana de esquina, del mismo siglo, modificado al elevarse los muros, probablemente a finales del siglo XIX. Después de los terremotos de 1917 y 1918, la casa fue remodelada y de ello
queda decoración neogótica en el patio interior. Actualmente es sede de una organización católica.
En la misma avenida, entre la 3 y 4 calles, se encontraba la casa de la Locha, un lupanar célebre en la primera mitad del siglo XX. Era propiedad de Eloísa Velásquez (1898-1983), quien protagonizó un incidente notorio cuando su compañero, Eduardo Felice Luna, miembro de la élite capitalina, fue acusado y fusilado por un asesinato, en 1931. Este hecho dio origen a una obra de teatro, Casa de citas, de Douglas González Dubón.
También en el barrio se encuentra una hermosa residencia historicista, en la esquina de la 11 avenida y 4 calle, con segundo nivel y balcón, donde funciona actualmente una fábrica de hielo que no ha dañado la estructura original. En la esquina de la misma avenida y 2 calle, se encuentra un centro educativo que en los decenios de 1960 a 1970 fue sede del Partido Institucional Democrático (PID), cuyos miembros participaron activamente en la vida política en esos años. Fue fundado por el jefe de gobierno Enrique Peralta Azurdia y su tendencia fue anticomunista. El partido perdió relevancia en la década de 1980 y desapareció.
Comisaría 11 de la PNC
El terreno donde hoy se encuentra la Comisaría 11 de la Policía Nacional Civil (esquina de la 11 avenida y 4 calle, zona 1) perteneció a la orden mercedaria y era parte de su convento. No obstante, dicha propiedad fue expropiada por la Reforma Liberal en la segunda mitad del siglo XIX.
Décadas después, en la época del presidente Jorge Ubico, la entonces Policía Nacional (PN) contaba con dos cuarteles principales, y uno de ellos estaba en la 11 avenida Norte, No. 26.
Luego de la Revolución de Octubre fue creada la Guardia Civil, que tomó las atribuciones de la PN. En 1945, la institución se reorganizó y se establecieron ocho estaciones; la tercera de ellas regía desde la 8 avenida y 10 calle hacia el oriente. Un año después hubo necesidad de tener nuevos espacios para la recién fundada Escuela Técnica de Aspirantes, y aquel predio pareció perfecto para ese cuerpo de seguridad.
De esa cuenta, se construyó un edificio para la institución, el cual quedó terminado en 1948, cuando su director era el general Víctor Manuel Sandoval. De esa sede dependerían la Esta-
ción de la Parroquia y el Destacamento de Bethania. Dentro de esas instalaciones, además, hubo un hospital, que en el futuro sería el Hospital del Reo.
Se desconoce el constructor de aquel inmueble que hoy ocupa la Comisaría 11; sin embargo, su diseño responde a un Art Déco sobrio. Su volumetría da prioridad a la esquina, cuyo remate denota la importancia del ingreso. Además, se remarca la horizontalidad por medio de los dentículos con arista viva que decoran la parte superior. Pese a ello, un par de curvas (una a cada lado del ingreso) en el borde superior y su torre, le dan cierto aire de elegancia cuando se le admira desde la esquina.
Registro de Garantías Mobiliarias
En el barrio se encuentra esta institución pública, creada como una dependencia del Ministerio de Economía, que en el artículo 40 de la Ley de Garantías Mobiliarias especifica que tiene como objetivo “la inscripción de la constitución, modificación, prórroga, extinción y ejecución de garantías mobiliarias y, consecuentemente, la publicidad de las mismas”. Este inmueble se sitúa en la 11 avenida 3-14, zona 1.
Bebidas de Cuaresma
Durante este periodo del año, el barrio de La Merced se llena de múltiples manifestaciones culturales y costumbristas, lo cual se refleja, incluso, en sus bebidas.
Por eso, el sector es popular porque ahí se encuentran algunos de los refrescos más tradicionales de Semana Santa, entre ellos súchiles, chinchivir, tiste, chilacayote y pepita.
El súchiles es la estrella de esta refrescante selección de la Semana Mayor. Su nombre deriva del término náhuatl xóchitl, que significa “flor”, y quizás se le bautizó así por el aroma que se percibe al momento de su preparación. Este clásico lleva frutas de temporada (fermentos de piña, jocotes maduros, guayabas o nances) y se le añaden diversos ingredientes, entre ellos maíz amarillo, cebada, tamarindo, clavo de olor, pimienta gorda y canela, así como cáscara de piña, jengibre, anís y dulce de panela.
En tanto, la receta del chinchivir data de la época de la Colonia y se cree que su autoría corresponde a la familia antigüeña de José Armas. Entre sus ingredientes están la raíz de jengibre, azúcar, canela, clavo y pimienta gorda, así como una mezcla de limones —de preferencia criollo, persa y real—. Algunos le agregan hierbabuena y chan.
Entre los establecimientos de mayor tradición que sirven estos refrescos están La Famosa Casa de los Súchiles (5 calle 10-52, zona 1) y Súchiles Tiky Tyki (5 calle 10-60, zona 1).
Nació en 1957 como una pequeña fábrica de caramelos duros fabricados de manera artesanal.
Con el paso del tiempo y con los procesos de innovación, este establecimiento creció y empezó a elaborar todo tipo de dulces y a vender piñatas, juguetes, globos y otros productos para fiestas infantiles, quizás influenciados por la competencia de otros almacenes cercanos, sobre todo con los vecinos del barrio de Santa Rosa (Colón).
Hoy, Dulces Gloria sigue siendo uno de los referentes del barrio de La Merced, pues, además de ofrecer una gran cantidad de caramelos de diversas formas, colores y sabores, ha incursionado en la industria repostera y de pastelería.
Colegio Loyola
Esta es una comunidad educativa inspirada en la espiritualidad ignaciana.
Surgió de la mano del padre Isidro Iriarte SJ, quien fundó el colegio el 2 de febrero de 1958. Desde entonces su localización ha sido la misma: 12 avenida 4-30, zona 1, aunque ahora se ha ampliado en la misma cuadra.
Hoy sigue siendo uno de los colegios más reconocidos del barrio mercedario.
Eventos Católicos
Este es un ministerio de laicos que funciona desde 1984 y se inspira en su lema: “Trabajamos para que Jesús sea más conocido, más amado, más predicado y más servido”.
Ofrece una gran diversidad de servicios de calidad y a bajos precios. Cuenta con más de 20 especialidades médicas, entre ellas cardiología, dermatología, fisioterapia, ginecología, urología, oftalmología, otorrinolaringología, nutrición, radiología, psicología, odontología, proctología, neurología, pediatría, traumatología, reumatología, nefrología, gastroenterología, cirugía y medicina interna y general. También tiene un centro de diagnóstico en el que los interesados pueden hacerse exámenes de laboratorio, ultrasonidos, rayos x, tomografías y resonancias magnéticas, y una farmacia con precios accesibles.
Asimismo, la institución tiene una radio dedicada a evangelizar en la fe católica, la cual está al aire en el dial 940 AM y en internet.
Julio Dubois, Arte Religioso
Se localiza en la 7 calle 11-23, zona 1. Sus orígenes se remontan a la época de Julio Dubois (1880-1960), afamado escultor y pintor de arte religioso, quien tuvo como maestros a Cipriano Dardón, Pedro Castillo —especialista en la talla de Cristos—, al padre Arcadio Escobar y al venezolano Santiago González.
Su trayectoría inició en 1906, cuando abrió el taller “El arte cristiano”. Ese año realizó la réplica que sustituyó a la imagen de la Virgen del Rosario de Amatitlán, la cual había resultado destruida en un incendio.
Luego creó múltiples esculturas religiosas y entre estas destacan un pequeño Crucificado que pertenece a la colección del Vaticano, el Cristo Yacente de la Iglesia de La Merced en Guatemala, la Virgen de Loreto en la Catedral Metropolitana, un altar de mármol y bronce en el Templo de la Medalla Milagrosa, y el Nazareno y los pasos del Vía Crucis de la Iglesia del Espíritu Santo en Quetzaltenango. A esto se suma una numerosa cantidad de imaginería que conservan particulares.
También asumió la dirección de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1942-1944). Asimismo, le enseñó escultura y las técnicas de restauración a su nieto (1937-2016), quien tenía el mismo nombre. Este último estableció su propio taller y esculpió diversas imágenes que ahora son reconocidas en varias iglesias del país. En 1971 inauguró un edificio en la 7 calle y 11 avenida, zona 1, y estableció su negocio: Julio Dubois, el Arte Cristiano, que desde entonces se dedica a la fabricación y restauración de imágenes religiosas. Hoy, sus herederos continúan con su legado.
Dulces Gloria
Créditos Fotográficos
3 Cúpula de la Merced, vista interior, Nelo Mijangos
6 Escultura de un ángel, Cynthia Loria
7 Vista de la 12 Avenida desde el Cerro del Carmen, Eadweard Muybridge
8 Detalle de la cúpula de la Merced, Rafael Rivera
9 Escudo mercedario y detalle en la fachada, Arturo Portillo,
10 Santa Ifigenia, Arturo Portillo
11 Altar Mayor, Arturo Portillo
12 Vista aérea, Comunicación Social – Municipalidad de Guatemala
15 Jesús Nazareno, Comunicación Social – Municipalidad de Guatemala
16 Cargador, Mehalcar Álvarez
17 Escultura, Arturo Portillo
18 Altar de la Virgen de Guadalupe y detalle, Arturo Portillo
19 Altar, José Pablo Martínez; detalle, Arturo Portillo