Barrio icónico. Barrio hermoso. Barrio que, pese a su pequeño tamaño, irradia grandeza en su esencia y en su historia. Es un lugar donde el pasado y el presente convergen, y donde se crea una atmósfera única que nos enorgullece.
En este sector, por ejemplo, se encuentran el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, gran lugar de devoción y fe, así como la Casa del Niño No. 1, un faro de esperanza que brinda oportunidades a las generaciones futuras. También se localizan aquí el Benemérito Comité Pro-Ciego y Sordos, una organización valiente y trabajadora, o la Academia de Geografía e Historia, un sitio de conocimiento que nos ayuda a comprender nuestro pasado y a valorar nuestro entorno.
Sean ustedes bienvenidos al barrio del Santuario, el cual es un reflejo de nuestra diversidad, un recordatorio de nuestro legado histórico y un testimonio vivo de la pasión y el espíritu emprendedor de nuestra comunidad.
LIC. RICARDO QUIÑÓNEZ
Alcalde
ARQ. CARLOS SOBERANIS
Síndico I
ARQ. VICTOR COHEN
Presidente del Consejo Consultivo
GRISCELDA CRUZ ORELLANA
Directora del Centro Histórico
ARQ. ARTURO PORTILLO
Editor
D.G. EDDY FLORES Diseño y diagramación
ROBERTO VILLALOBOS VIATO
Edición y textos complementarios
DR. ANÍBAL CHAJÓN
Investigación y texto
2 / Santuario de Guadalupe
COLABORACIONES ESPECIALES
Pbro. Antonio Zuleta Ordóñez | Santuario de Guadalupe
Presbítero Julio Barrios | Santuario de Guadalupe
Ricardo Escobedo | Santuario de Guadalupe
Gilberto Rodríguez | Academia de Geografía e Historia
Luis de León | Casa Roja
Luis López | Lutheria Studio
Marta Casaús Arzú | Fundación María y Antonio Goubaud Carrera
Claudia Cienfuegos | Familias del barrio
FOTOGRAFÍA
PORTADA | Arturo Portillo
Ismael Meneses
Museo Nacional de Historia
Dirección de Comunicación Social de la Municipalidad de Guatemala
Rita Villanueva
Mario Rivera
barrio
1. Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe
D. 1 avenida y 8 calle, zona 1
T. 2232-5333
H. Misas de lunes a sábado a las 7 horas, y domingos a las 8, 10.30, 12 y 17 horas.
2. Casa del Niño No. 1
D. 1 avenida “A” 8-65, zona 1
T. 2491-7500 y 2491-2527
H. Lunes a viernes de 8 a 16 horas. W. spn.org.gt
3. Aprofam
D. 8 calle 0-48, zona 1
T. Lunes a viernes de 7 a 16 horas; sábados de 7 a 12 horas. H. 2321-0033 y 1586
W. aprofam.org.gt
4. Academia de Geografía e Historia
D. 3 avenida 8-35, zona 1
T. 22535141 y 2220-8327
H. Lunes a viernes de 9 a 17 horas.
W. academiageohist.org.gt
5. Benemérito
Comité Pro-Ciegos y Sordos
D. 3 avenida y 9 calle, zona 1
T. 2382-1800
H. Lunes a viernes de 7 a 15.30 horas. W. prociegosysordos.org.gt
6. Café de Imeri
D. 6 calle 3-30, zona 1
T. Lunes a sábado de 8 a 18 horas; domingo de 9 a 17 horas. H. 2206-0400 W. deimeri.com
7. Hogar de Ancianos de los Hermanos de Belén
D. 2 avenida 7-17, zona 1 T. 2232-4467
8. Casa Roja
D. 3 avenida 6-51, zona 1 T. 2230-6813 y 4817-0654
H. Lunes a miércoles de 7 a 20 horas; jueves y viernes de 7 a 22 horas.
9. Restaurante Aída
D. 6 calle 3-34, zona 1 T. 2232-3722
H. Lunes a sábado de 7 a 19 horas; domingo de 7.30 a 16 horas. W. aida.gt
10. Lutheria Studio
D. 6 calle 3-42, zona 1 T. 2221-0145
H. Lunes a viernes de 10 a 18 horas; sábado de 10 a 14 horas. 11. Long Wah
D. 6 calle 3-70, zona 1 T. 2319-8000
H. Lunes a domingo de 10 a 18 horas. W. longwah.com
12. Fundación María y Antonio Goubaud Carrera
D. 8 calle 3-51, zona 1 T. 2298-3398
H. Lunes a viernes de 8 a 13 horas, y de 15.30 a 19 horas. W. fundacionmag.org
Santuario El barrio del de Guadalupe
El culto guadalupano tuvo su origen con las apariciones de la Virgen en el cerro del Tepeyac, en 1531, en las cercanías de la Ciudad de México. Tomó el nombre de Guadalupe por la devoción de los españoles a una imagen de la Madre de Jesús, en Cáceres.
Su culto se extendió en el siglo XVII y, una centuria después, era de gran importancia en Guatemala, a tal punto que el Altar del Perdón de la Catedral estaba dedicado a la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, a diferencia de los otros barrios de la actual capital de Guatemala, el de Guadalupe no existió como tal en Santiago, en el Valle de Panchoy, aunque se sabe que se intentó establecer una ermita dedicada al culto guadalupano, pero al final fue destinada al Hospital de San Lázaro, para enfermos de lepra.
El Santuario
En la Nueva Guatemala de la Asunción se destinó una manzana para la iglesia de Guadalupe en la sección norponiente de la traza. Esta disposición obedeció a un culto personal, pues el sacerdote Pablo Joseph de Jáuregui fue su promotor —incluso adquirió varios lotes y costeó su construcción, según afirmó uno de sus herederos, Mariano Jáuregui, en 18951—. De esa cuenta, obtuvo derecho de patronato sobre el santuario.
La iglesia, de modestas proporciones, fue concluida en 17932 y, por lo que puede verse en la fotografía tomada después de los terremotos de 1917 y 1918, era sencilla, con cubierta a dos aguas y con una pintura de la Virgen. El terreno, en cambio, era de una manzana.
A la par del templo se estableció la plazuela de Guadalupe. En 1862 se produjo un sismo, conocido como de la Octava de Guadalupe, justo cuando el rezado de la Virgen se dirigía del templo de San Juan de Dios al Santuario, por la calle de La Floresta (1 avenida).
Según los apuntes del historiador Víctor Miguel Díaz, “el tiempo era despejado, aunque muy frío. Habían dado las nueve de la noche y el público se aglomeraba en los cuatro laterales de la plazuela. Al sentirse el temblor, el bullicio se convirtió en plegaria. Pasaban por esos momentos por la plazuela, encaminándose al centro de la ciudad, el presbítero don Ignacio Prado y el licenciado don Vicente Sáenz, y hubo un segundo en el que casi no podían permanecer en pie. En varias torres de iglesias el movimiento terráqueo hizo tocar las campanas”3. Para fortuna de los vecinos, no sucedió ninguna tragedia.
En 1893 se verificó un proceso legal entre los herederos de la familia Jáuregui y los vecinos del barrio, quienes se consideraban con derechos sobre el templo. El Ayuntamiento de la capital apoyó a los vecinos4, mientras que el Gobernador de la Mitra —en ausencia del arzobispo Ricardo Casanova y Estrada, expulsado en 1887— apoyaba a los Jáuregui5. Mientras se solventaba el juicio, el gobierno ordenó que el templo fuera clausurado. Sin embargo, los vecinos lo abrieron para seguir sirviendo al culto6 Para solucionar el conflicto, el gobierno compró el terreno de la plazuela y el templo a la familia7
Por el tiempo de abandono del templo, en 1900 se hicieron varias intervenciones en el edificio. Se reparó el presbiterio, se elevó el techo y se transformaron las ventanas8
El templo quedó destruido durante los terremotos de 1917 y 1918. Los muros laterales se desplomaron y, con ellos, el techo. Por su amplia plazuela, en ella se instaló uno de los campamentos para los damnificados9
Al poco tiempo se pensó en la reconstrucción, pero no hubo recursos. Los primeros planos para levantar la iglesia fueron hechos por el arquitecto Guido Albani, en 1929, y aprobados por el entonces canónigo José Ángel Montenegro10. El proyecto de
Albani incluía columnas dóricas en las fachadas, cúpula y dos torres11. En 1931 se publicó en un periódico otro plano; este tenía aspecto neogótico12. En ese momento había gran expectativa por el cuarto centenario de las apariciones de la Virgen en México, por lo que se estrenó una nueva campana13. Como parte de las celebraciones se confeccionó el marco para la pintura de la Virgen, tallada por Alberto Navas y Manuel Herrera Rubio. Para entonces promovía las obras de construcción el sacerdote Julio Martínez Flores14
Sin embargo, se avanzó poco en el templo. Al año siguiente estaba trabajándose en los campanarios y se planificó la instalación de un reloj. Los trabajadores eran el maestro Cipriano Juárez, Timoteo Juárez, Guillermo Herrera, José Toc, Francisco Marroquín y Felipe Hernández, quienes estaban en la obra desde que iniciaron los trabajos. También se presentaron tres proyectos para la cúpula; el más importante era el del alemán Erick Kuba15
En 1933, el barrio estaba de fiesta, pues se concluyó la primera de las dos torres diseñadas para campanarios16. Al terminarse se continuó con la fundición del techo. Cipriano Juárez seguía en los trabajos, bajo la dirección de Samuel Cáceres. Para las vigas se utilizaron rieles de ferrocarril. El armador de hierro era Guillermo Juárez; el electricista, Arturo Arauz, y el ayudante, David Juárez, además de los peones José Toc y Felipe Hernández17
Con el techo fundido, se avanzó el interior. En 1935 se concluyó el coro y la base del cimborrio. En ocho años se habían gastado más de Q40 mil. El 12 de diciembre de 1936 se estrenó la iluminación eléctrica18
Hubo que esperar otros seis años para que se concluyera la fachada. En 1942 se terminó la principal, con recubrimiento de imitación de piedra en punta de diamante. No se mencionó la otra torre del edificio19. En 1945 se inauguró la puerta de bron-
Por Aníbal Chajón
ce con relieves, con un peso de 6 mil libras, fundida en los talleres de Benjamín Granados20
En 1946, el arzobispo Mariano Rossell bendijo la primera piedra del altar de mármol21. Ese mismo año se terminó la escultura tallada de la Virgen para el altar mayor, obra de Enrique Acuña, quien falleció poco después de terminada la imagen. Además, ya estaba colocado el recubrimiento poniente del edificio22 .
En 1951, el español Ramón López Morelló pintó uno de los dos murales en las paredes de las tribunas del transepto. Su obra era la apoteosis de la Eucaristía23. Sin embargo, columnistas como Héctor Menéndez de la Riva criticaron la obra, pues la consideraron mundana al exhibir ángeles con aspecto femenino, lo cual consideraron insinuante24. No obstante, el pintor completó el otro mural. El 11 de noviembre de 1952 se estrenó la obra y se dio por concluida, aunque nunca se realizó la segunda torre25
El terremoto de 1976 afectó la estructura, pero no de gravedad, por lo que pronto estuvo a disposición del culto. Sin embargo, en 1978 se realizó un proceso de remozamiento. Se abandonó el uso del baptisterio y se inició la colecta para cambiar las ventanas. Las originales eran de madera, con vitrales de colores con las banderas de los países americanos y símbolos religiosos. Ostentaban tallas en forma de cruz para alojar los vidrios. En 1980 ya habían sido sustituidas por las actuales, estructuras sencillas de metal con vidrios opacos. En tiempos recientes, durante una de las actividades se produjo un accidente que quebró los grandes vidrios que servían de cancel. Por ello se realizó otro en madera, que se donó posteriormente al templo de Santa Catalina, y se colocó el actual. También se revalorizó el antiguo baptisterio y se convirtió en capilla para el Señor de Esquipulas y, posteriormente, se levantó una reja para proteger el atrio.
Samuel Cáceres Vecinos destacados
Dedicado a la construcción, fue uno de los más célebres encargados de obras de la ciudad. Entre sus aportes se encuentra el Santuario de Guadalupe, en el que trabajó casi tres decenios. Aunque el diseño original no fue suyo, sino de Guido Albani, y la cúpula fue realizada con planos de Erick Kuba, la decoración fue obra de Cáceres.
Los detalles ornamentales, inspirados en el renacimiento italiano, fueron su principal aporte. El revestimiento de la fachada principal, basado en las puntas de diamante del siglo XV en los palacios florentinos y retomado muchas veces en los palacios manieristas y en las reproducciones de los tratadistas del siglo XVI, dan un aire inconfundible a la iglesia guadalupana. Lo mismo puede afirmarse de los muros laterales, dispuestos de manera que armonizan con a portada principal.
En el interior logró captar el mismo elemento romboide del exterior, pero en estuco, con relieve fitomórfico que se reproduce hasta cubrir todos los arcos, lo cual le aporta elegancia. Esto, sumado a la característica única de pisos de mármol, hace singular al templo.
Sus gustos historicistas pueden verse en la Casa Ruiz, diseñada enteramente por Cáceres, en la 5 calle entre 5 y 6 avenidas, que hizo que el propietario de la residencia publicara una nota de agradecimiento en los periódicos de la época.
1. Diario de Centro América, 11 de febrero de 1895, página 3.
2. Diario de Guatemala, 15 de agosto de 1926, página 4, Cuarta Sección.
3. Diario de Centro América, 26 de febrero de 1918, página 4.zzz
4. Diario de Centro América, 10 de enero de 1895, página 1.
5. Diario de Centro América, 15 de julio de 1895, página 1.
6. Diario de Centro América, 12 de julio de 1895, página 1.
7. Diario de Centro América, 8 de noviembre de 1895, página 1.
8. La República, 13 de octubre de 1900, página 3; 8 de noviembre de 1900.
9. Diario de Centro América, 4 de enero de 1918, página 1.
10. El Imparcial, 7 de octubre de 1929, página 1.
11. El Imparcial, 28 de septiembre de 1929, página 6.
12. El Imparcial, 24 de octubre de 1931, página 1.
13. El Imparcial, 26 de noviembre de 1931, página 1.
14. El Liberal Progresista, 29 de agosto de 1931, página 9.
15. El Imparcial, 31 de agosto de 1932, página 1 y 4.
16. El Imparcial, 3 de marzo de 1933, página 1.
17. El Liberal Progresista, 23 de febrero de 1934, página 2.
18. El Imparcial, 6 de diciembre de 1935, página 1 y 7; 11 de diciembre de 1936, página 7.
19. El Liberal Progresista, 11 de diciembre de 1942, página 8.
20. El Imparcial, 10 de diciembre de 1945, página 3.
21. El Imparcial, 15 de octubre de 1946, página 9.
22. El Imparcial, 12 de diciembre de 1946, página 3.
23. El Imparcial, 23 de mayo de 1951, página 3.
24. El Imparcial, 6 de diciembre de 1951, página 3.
25. El Imparcial, 14 de junio de 1952, página 1; Nuestro Diario, 11 de noviembre de 1952, página 10.
El interior Guadalupe del Santuario
Aparte de vivir la devoción por la Guadalupana, la experiencia de ingresar al templo resulta enriquecedora debido a la gran cantidad de obras de arte que atesora.
En el Altar Mayor se encuentra la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, tallada en cedro por los hermanos Esteban y Santiago Rojas, y encarnada por Enrique Acuña Orantes. La escultura mide 2.80 m, y alrededor de ella se observan 168 rayos que forman su resplandor; atrás de cada uno está grabado el nombre de la persona o familia que lo obsequió. La Virgen, además, tiene una corona de plata y oro.
Unos metros más abajo se encuentra el Sagrario, el cual fue fabricado en Suiza. Este elemento es una especie de caja fuerte a prueba de explosiones, incendios y terremotos. Tiene una custodia de plata sobredorada donde se expone al Santísimo, fabricada en Antigua Guatemala por el orfebre Antonio Ordóñez.
En uno de los costados del Altar Mayor se observa la efigie de Juan de Zumárraga (1468-1548), arzobispo de México que, según la tradición católica, atestiguó las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Al otro extremo está la efigie de San Juan Diego, indígena chichimeca a quien se le apareció la Virgen en el cerro del Tepeyac, en 1531.
En tanto, el mismo Altar Mayor, así como la pila bautismal y el piso del presbiterio están hechos con mármol importado de Carrara, Italia. El piso, además, tiene uniones de bronce de tres centímetros.
En la nave principal hay otros tesoros artísticos, entre ellos varios cuadros anónimos que representan las 14 estaciones del viacrucis de Jesucristo; cada marco está adornado con pan de oro. En el techo se observa una cuadrícula con tonos bronce, detalles que, a propósito, son semejantes a los de la iglesia de San Pablo, en Roma. También destacan cinco lámparas de cristal de Murano; tres están en el templo, una en la sacristía y una más bajo la cúpula.
A lo largo de la nave principal se aprecian 12 ventanales, la mayoría de color celeste y amarillo. Antes de 1976 había otros que tenían los escudos de los países de América, pero se quebraron con el sismo; de estos, solo cuatro resistieron y aún se conservan.
En esta sección del templo también sobresalen las 36 bancas, las cuales datan de 1950; cada una tiene una jaculatoria.
En el techo del transepto se aprecian dos pinturas con motivos celestiales, las cuales fueron obra de Ramón López Morelló, y que datan de la década de 1950.
Justo arriba de la puerta de ingreso se instaló el órgano Opus 3289 de Walker y Cía., importado de Ludwigsburg Württemberg, Alemania, el cual se fabricó específicamente para este templo luego de evaluar su acústica. Este enorme instrumento tiene tres mil 900 pipas y fue entregado en 1955.
En el interior de la iglesia también se encuentra el Altar de la Virgen del Cuadro, fabricado con mármol; algunos bloques estuvieron en un predio municipal hasta la primera década del siglo XX y originalmente se iban a utilizar para fabricar el pedestal de la estatua de Francisco Morazán, en el Hipódromo del Norte, pero esa obra quedó inconclusa.
En esa misma capilla se observan tres pinturas: una en la parte alta, al centro, que es de la Virgen de Guadalupe, resguardada por un marco tallado por Alberto Navas y Manuel Herrera Rubio. Esa imagen vino a la capital guatemalteca en 1790 y se dice que estuvo en contacto con el lienzo de la Ciudad de México.
Las otras dos obras de arte están más abajo; una hace alusión a San Juan Diego y la otra a San Nicolás de Bari. También hay una pequeña escultura de San Rafael Arcángel.
Debajo de ese altar está enterrado el sacerdote Julio Martínez Flores, quien lideró la construcción del santuario.
Otra de las secciones relevantes del templo es la capilla del Señor de Esquipulas, donde hay una imagen del Cristo Negro y que es una pequeña réplica de la que está en aquel pueblo chiquimulteco. Es obra de los hermanos Esteban y Santiago Rojas, y encargada en 1973 por el presbítero Tomás Barrios. Se entregó un año después y se le confió al Santuario en 1975.
Ahí mismo se encuentra una imagen de Jesús Nazareno, una pieza artística elaborada por Adrián Arriola, hijo, y data de la década de 1970.
En el exterior también hay valiosos elementos; uno de ellos es el campanario. Tiene ocho campanas de bronce fundidas en talleres de los Países Bajos. Era eléctrico, pero ya no funciona. También están instaladas dos campanas volteadoras.
En la fachada destaca un enorme medallón que tiene un ángel al centro, el cual derrama unas rosas. En tanto, el balcón principal tiene detalles con motivos florales, mientras que las puertas principales fueron fabricadas con metal de miles de cascabillos obsoletos que estaban abandonados en el Cuartel de Matamoros —por eso tienen un peso de unas seis mil libras—. En la parte de arriba están las letras MA que hacen referencia a la Virgen María.
Por último, alrededor de la estructura de la iglesia están instalados ocho mástiles que sirven para colocar las banderas de los países de Centroamérica, del Vaticano y de México.
arquitectura La del templo
Fachada lateral
Proceso de construcción
Planta arquitectónica
Sección longitudinal
Guadalupe La festividad de
Las actividades de Semana Santa se realizan por todo el barrio. Hasta el decenio de 1980, las procesiones de La Recolección, San José, La Merced y Santo Domingo motivaban la creación de hermosas alfombras.
Después, Santo Domingo se alejó del barrio, pero a sus calles llegaron las procesiones de la Parroquia Vieja, Santa Teresa, El Calvario y, en tiempos recientes, Santa Catalina.
Sin embargo, por derecho propio destaca la festividad de Guadalupe, que se realiza en los días previos al 12 de diciembre y, en épocas no tan lejanas, duraba una semana y hasta diez días.
En las calles adyacentes al templo se coloca una gran cantidad de ventas de juguetes tradicionales y misceláneos. Asimismo, es posible hallar comidas tradicionales de temporada, en especial buñuelos, torrejas, churros, garnachas y platillos salados.
Característicos de esta festividad son los puestos de fotografía, espacios donde se captan las imágenes de niños de hasta siete
años vestidos con trajes regionales, algo que se toma como una ofrenda a la Virgen —simboliza las apariciones de la Madre de Jesús al indígena Juan Diego—.
Esta costumbre —la de vestir a los niños con trajes indígenas— data al menos de mediados del siglo XIX, escribe el historiador Arturo Taracena Arriola en su obra “Guadalupanismo en Guatemala, culto mariano y subalternidad étnica (2008)”.
Las primeras imágenes de este tipo que se conocen son unas postales de la colección Taracena Arriola, las cuales se conservan en la Fototeca del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Cirma). En una de ellas hay un retrato de un niño de la familia Palomo Castells, vestido con indumentaria de Chichicastenango, y otra de Amalia Arzú Herrarte, que data de 1892, quien luce un huipil y una falda de mengala.
En 1936 apareció una de las primeras notas alusivas a la vestimenta de los niños. Fue escrita por Víctor Miguel Díaz en
La Voz Guadalupana: “Después de nuestra independencia se intensifican en Guatemala las fiestas de Guadalupe: niños y niñas con trajecitos de indios eran llevados a las fiestas el día 12 de diciembre”.
Otro aspecto relevante es que, a principios del siglo XX, no se fotografiaba a los niños junto a la Virgen, por cuestión de reverencia a las imágenes. Esto cambió a mediados de esa centuria, cuando se captaron las primeras fotos al lado de la Virgen morena, en forma de cromos o pósteres enmarcados.
En la década de 1960 se popularizaron los estudios fotográficos en los alrededores del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Algunos vecinos, incluso, montaban “ranchitos” en sus casas para que la gente llegara a retratar a sus hijos.
En el decenio de 1970, la postal costaba alrededor de Q1.50, mientras que en la siguiente década se crearon paquetes con precios que oscilaban entre los Q15 o Q20.
Hasta principios del siglo XXI, el costo por un juego de imágenes rondaba los Q25. No obstante, los tiempos de bonanza quedaron en el pasado, pues ahora se acostumbra tomar fotos con el celular, aunque también es cierto que algunos siguen requiriendo los servicios de un fotógrafo.
En cualquier caso, en los días previos al 12 de diciembre, las inmediaciones del Mercado Central y de la Catedral empiezan a colocarse múltiples ventas de trajes regionales.
También se acostumbra a presentar a los niños ante la imagen de la Virgen, un cuadro del siglo XVIII que se conserva en una capilla del templo y que se coloca en el altar mayor únicamente los días 11 y 12 de diciembre.
Como es tradición, antes del recorrido de la Virgen se realiza un convite festivo que indica a los vecinos el rumbo que tomará el rezado —denominado así, y no procesión, pues el cortejo no está relacionado con la Semana Santa ni con la Pasión de Cristo—.
En la víspera, los conjuntos de mariachi de la capital, y algunos de poblaciones cercanas, como Mixco y Villa Nueva, ofrecen un concierto a la Virgen en forma gratuita y se turnan para hacer el homenaje durante varias horas.
El día del rezado de Guadalupe (12 de diciembre), la escultura tallada por Juan Ganuza en 1894 es colocada en su anda y recorre las calles de su barrio y de sus vecinos —El Sagrario, San Sebastián y La Recolección—.
Delante del anda se realiza la danza de Moros y Cristianos, la cual le acompaña en toda la jornada. Al llegar el crepúsculo se inicia una “competencia” de pólvora entre los devotos, pues muchos fuegos artificiales se queman en honor a la Virgen en cada cuadra del recorrido, sobre todo por la noche.
Concluido el rezado, la animación va cediendo hasta la tranquilidad absoluta, en espera de la celebración del año venidero.
Niño Casa del
Uno de los edificios más significativos de inicios del siglo XX fue la Escuela Práctica de Señoritas. Se inauguró el 4 de febrero de 1906 y estaba en el antiguo Conservatorio, en el Convento de Santo Domingo. Este recinto, sin embargo, fue trasladado a la Plazuela 9 de Febrero o de Guadalupe, el 16 de septiembre de 1910, a un costo de 450 mil pesos. Su ingreso estaba sobre la 2 avenida, entre 8 y 9 calles, zona 1.
Este lugar quedó prácticamente destruido durante los terremotos de 1917 y 1918. Ese predio, que comprendía 9 mil 686 varas cuadradas, fue cedido por el presidente José María Orellana el 18 de julio de 1922 a la recién fundada Sociedad Protectora del Niño, la cual proyectaba establecer varias guarderías para
hijos de madres trabajadoras. De esa cuenta, en ese lugar se construyó la Casa del Niño No. 1 y se inauguró el 6 de agosto de 1923, justo en los terrenos de la antigua Plaza de Guadalupe26
Es importante mencionar que para esa estructura se utilizaron los vestigios que quedaron en pie de la Escuela Práctica de Señoritas. Luego se “adosaron”, por lo que buena parte del interior y una sección de la fachada sur corresponden al antiguo inmueble y contrasta con la arquitectura art déco de la edificación más reciente.
Para 1926 aún se trabajaba en la obra, en la parte hacia la 2 avenida27. En 1929 se estaba ampliando el edificio28. Poco a poco, el espacio fue ocupado por la institución. En 1937 se estaba construyendo otra parte de la Casa del Niño (1 avenida “A”)29. Dos años después se construía el consultorio prenatal, edificado según planos del arquitecto e ingeniero Rafael Pérez de León30 Las instalaciones del Hospital de Niños fueron inauguradas en 194131. Tiempo después, sobre la 9 calle, se construyó la dependencia más reciente, obra que se atribuye a Roberto Aycinena.
Sociedad Protectora del Niño
Es una institución semiprivada de bienestar social infantil y educativa fundada el 29 de octubre de 1920, con estatutos aprobados el 27 de mayo de 1922, según Acuerdo publicado en El Guatemalteco No.30, y con personería jurídica reconocida el 1 de junio de ese año.
La idea de esta sociedad surgió de los periodistas José Palmieri Calderón y Carlos Bauer Avilés, quienes la propusieron para ayudar a las madres en situación de extrema pobreza y a niños desamparados.
El 11 de octubre de 1920, el diario Nuevo, en carta firmada por el ciudadano estadounidense Tomas R. Dawley, señalaba la excesiva mortalidad infantil, la falta de higiene, la desnutrición, miseria y abandono en que se encontraban los menores de edad, por lo que exigía solución a las autoridades.
De esa cuenta, a finales de octubre de ese año, en el Teatro Principal de la Ciudad de Guatemala se reunieron 36 personas para crear la Sociedad Protectora del Niño, la cual incluía una serie de objetivos, entre ellos establecer hogares diurnos donde las madres confiaran a sus hijos, así como la apertura de una estación para distribuir leche a quienes no podían adquirirla.
A partir del 6 de febrero de 1921, por gestiones de la Junta Directiva, el Ministro de Guerra de ese entonces, Emilio Escamilla, cedió un ala del antiguo cuartel La Rápida, en la 4 avenida y 8 calle, zona 1, para que funcionara como Casa del Niño. Sin embargo, un destacamento de tropa tomó el local, por lo que fue clausurada.
Nuevas gestiones lograron que el presidente Carlos Herrera pagara de sus propios ingresos el alquiler de una casa en la que se desenvolvería la fundación. Allí se creó el primer consultorio y al año de establecido, el sitio tenía una asistencia diaria de 100 niños.
Por ser una entidad que surgió del aporte espontáneo y voluntario de muchos contribuyentes, el carácter de ayuda se distorsionó. Por eso, al tomar posesión el gobierno de José María Orellana, sus funcionarios desocuparon la Casa del Niño, y la Junta Directiva la clausuró temporalmente.
Pese a los altibajos, la institución quedó plenamente establecida a mediados de 1922. Cinco años después se fundó la Escuela
de Niñeras, destinada a formar personal capacitado en el cuidado y atención de niños.
En abril de 1928 se construyó un Hospital Infantil que tenía dos consultorios, clínica oftalmológica y estomatología, laboratorio clínico, servicios de rayos X y farmacia. Todo esto con la ayuda de las familias Nottebohm, Cambi, Koenigsbrger, Engel y de integrantes de la colonia Israelita.
26. Diario de Centro América, 9 de julio de 1924, página 2
27. Diario de Guatemala, 15 de agosto de 1926, página 5, Cuarta Sección.
28. El Imparcial, 8 de marzo de 1929, página 9.
29. El Liberal Progresista, 30 de diciembre de 1937, página 7.
30. El Imparcial, 1 de marzo de 1939, página 1 y 7.
31. Nuestro Diario, 8 de noviembre de 1941, página 1.
El Incienso
Uno de los guardas de la ciudad era el del Incienso, que estaba ubicado al extremo poniente de la calle que comunicaba con el Ayuntamiento; por ello tenía el nombre de Calle del Incienso, actual 6 calle. Los guardas eran aduanas que se encargaban de asegurar el pago de los impuestos en los productos que entraban y salían de la ciudad. Según algunos testimonios, tenía el nombre de Incienso porque los cargadores indígenas quemaban incienso frente a una cruz que se encontraba fuera del guarda, en el camino que bajaba al barranco para continuar por la actual zona 7. Otras referencias indican que el nombre se debe a la neblina que habitualmente se formaba en el barranco en las primeras horas del día.
Por ese guarda huyeron las tropas de Francisco Morazán, en 1840, después de haber sido vencidas y expulsadas por las de Rafael Carrera. Además, tenía una “hermosa alameda” que comunicaba con el potrero De los Padres, Lo de Bran y Lo de Carrillo.
Con el aumento de transporte de carga tirado por animales, el guarda del Incienso fue perdiendo importancia, puesto que el tránsito se realizaba por el Guarda Viejo. Este fenómeno se incrementó con el transporte motorizado. Sin embargo, con el paso de los años, se hizo evidente que era necesario comunicar esta parte de la ciudad con el poniente. En 1971, como parte de la construcción del Anillo Periférico que circunvalaría la ciudad y la comunicaría en forma rápida y eficiente en sus diferentes barrios, colonias y lotificaciones, se planificó la construcción de un puente sobre el barranco del Incienso. Por las características del suelo y la prolongación de la vía, se seleccionó el extremo de a 8 calle y no la 6.
Se estimó que el costo del Anillo Periférico tendría un valor de Q20 millones de la época, y ya estaba en construcción el tramo que comunicaría el antiguo predio llamado Lo de Bran con la Calle Martí. La Municipalidad esperaba la colaboración del gobierno central. En esa época, el Organismo Ejecutivo estaba
presidido por el general Carlos Manuel Arana Osorio, mientras que la comuna era liderada por Manuel Colom Argueta.
En 1972 se planificó la expropiación de 109 fincas urbanas para la construcción del Periférico, y el gobierno central se comprometió a edificar el puente sobre el Incienso. Al año siguiente
Dentro del perímetro del barrio se encontraba el convento de la Congregación del Oratorio, fundada por San Felipe Neri, conocida como Escuela de Cristo por los ejercicios espirituales que se brindaban a los laicos en el templo.
En el Valle de Panchoy, la Escuela de Cristo estaba en uno de los extremos de la ciudad y se estableció, en 1664, en lo que fue una ermita del barrio de San Francisco, de población indígena. En el Valle de La Ermita se le asignó un solar adyacente al Real Palacio y fue la iglesia originaria del barrio.
A finales del siglo XIX, el escritor Jesús Fernández apuntó: “En el centro de la ciudad había un diminuto templo provisional llamado Escuela de Cristo, iglesia de la casa de los padres del Oratorio, que poseían toda la manzana de terreno en que estaba situado dicho templo”. Por la situación económica que se vivía durante el traslado de la capital, no se erigió el templo formal en casi un siglo, sino que se utilizó uno provisional32.
En 1866, el arzobispo Francisco de Paula García Peláez bendijo la primera piedra de la iglesia, para la que Julián Rivera hizo los planos correspondientes. Sin embargo, en 1871, con la llegada de los liberales al poder, la obra fue suspendida y, poco después fueron expulsados los religiosos.
En 1884, mientras se realizaba una misa, se inició la demolición de la iglesia, por lo que se trasladó el Santísimo Sacramento al templo de Santa Catalina, mientras que las imágenes y retablos fueron a la iglesia de la Parroquia Vieja, que estaba sin concluir. La imagen de la Dormición de la Virgen fue llevada a la iglesia del Carmen (8 avenida y 10 calle). Fue así que desapareció por completo la evidencia de este templo y su convento. Los terrenos fueron adjudicados a particulares y hoy es una manzana con varios propietarios. En el 2004 se colocó una placa en azulejos para señalar el sitio donde estuvo la iglesia y la imagen del Nazareno que se venera en la Parroquia Vieja.
32. Jesús Fernández: Monografías de los templos de Guatemala. En: Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, Tomo XXXI, 1958, páginas 305-307. continuaban los trabajos. En 1974, la construcción estaba casi terminada. Fue concluida en 1975 y recibió el nombre de Martín Prado Vélez, quien fungió como alcalde entre 1949 y 1951. El terremoto de 1976 dañó la estructura, por lo que se interrumpió la circulación por el puente. Las reparaciones concluyeron dos años después.
Escuela de Cristo
Otros sitios de
interés
Originalmente se fundó en la 3 avenida y 12 calle, zona 1. En el decenio de 1980 adquirió una casa del siglo XVIII que se ubicaba en esa misma avenida, pero en la esquina de la 7 calle; esta se demolió para construir un nuevo edificio que funcionaría para sus bodegas y oficinas.
En la década del 2010, Librería Fátima desocupó esas instalaciones y se trasladó a la 9 avenida y 12 calle, zona 1, en tanto que el inmueble ahora es utilizado por el Departamento de Tránsito de la Policía Nacional Civil.
Rutas Lima
La empresa Rutas Lima se ubicaba en la 8 calle 3-63, zona 1. Brindaba el servicio de transporte desde la Ciudad de Guatemala hasta el occidente del país.
La estructura es de estilo art déco, aunque bastante sobrio y plano. Destaca la losa volada que cubre los ingresos, así como las dos ventanas que, cada una, apenas formarían 1/4 de círculo.
En el segundo piso hay cinco ventanas unidas por un dintel y un sillar corrido, y un pequeño balcón-ventana de forma vertical. Antaño tenía un enorme letrero que identificaba a la firma de autobuses.
Asociación General de Agricultores
Se fundó el 17 de agosto de 1920 en una casa de la 10 avenida, entre 5 y 6 calles, zona 1.
Integraba a todos los productores agropecuarios del país y, por lo tanto, los más importantes empresarios en la primera mitad del siglo XX. Después, su sede fue trasladada a una residencia propia en la 9 calle entre 3 y 4 avenidas; en 1968 fue víctima de un atentado con un explosivo.
La institución tuvo una amplia participación política hasta finalizar el decenio de 1980; lideró la oposición a la Reforma Agraria de 1952-1954, y sus miembros participaron directamente en la formación de otras agrupaciones relevantes del país.
Aprofam
En la 9 calle 0-57 se encuentra la Asociación Pro Bienestar de la Familia, Aprofam, fundada el 27 de agosto de 1964.
Según sus estatutos, “es una entidad privada no lucrativa que prioriza el bienestar de las familias mediante la prestación de servicios de salud, con calidad, calidez, equidad de género, sin discriminación de identidad sexual o discapacidad y con énfasis en la salud sexual y reproductiva”. Asimismo, busca atender a las personas menos favorecidas socioeconómicamente.
Hoy, la institución presta los servicios de hospitalización, planificación familiar, laboratorio clínico, clínica de especialidades, diagnóstico por exámenes y farmacia.
Estación de servicio Packard
Se inauguró en 1929 y se localizaba entre la 3 y 4 avenidas, zona 1 (8 calle No. 21, según la antigua nomenclatura). Era de dos niveles y fue construido en cemento armado por un costo de US$80 mil.
En la primera planta se exhibían los automóviles de las marcas Pontiac, Oakland, taxímetros Citroën y camiones White. Tenía capacidad para 30 automóviles. En el segundo nivel estaba el taller. El encargado era A. H. McKenney y el miembro principal de la agencia era Carlos Matheu. Según un rotativo, solamente Argentina y Brasil tenían locales similares. Posteriormente, el lugar fue transformado y actualmente es un hotel.
Cine Capri
Fue un reconocido centro de entretenimiento; se ubica en la 8 calle, entre 3 y 4 avenidas, zona 1. Se estableció a finales de la década de 1950 y fue construido por Raúl Minondo.
Fue uno de los últimos centros de este tipo que se abrieron en el Centro Histórico, pues dejaron de ser rentables; en cambio, las salas de cine se trasladaron a los centros comerciales.
En cualquier caso, mientras estuvo abierto, el Cine Capri fue famoso por sus presentaciones para niños. A finales del decenio de 1980 fue convertido en sede de una iglesia evangélica.
Restaurantes chinos
La 6 calle, entre 3 y 4 avenidas, zona 1, es famosa por sus variados restaurantes, los cuales se establecieron ahí por su proximidad con el Cine Variedades. Sin duda, en esa cuadra destacan los sitios que ofrecen comida china; por eso, popularmente se le conoce como la Calle de los chinos.
Uno de los más famosos es el Long Wah, que significa el Dragón de Wah —este último término es una localidad en China—. Fue inaugurado en 1974 por don Porfirio Jo, originario de Guangzhou (Cantón, China). Su primera sede estuvo en el edificio Tikal, a tan solo una cuadra (6 calle 4-17). Poco después del terremoto de 1976 se trasladó al local que ocupa actualmente (6 calle 3-70). El restaurante creció, por lo que se construyó un segundo piso y, desde principios de la década de 1980, alquila el local aledaño, que antes fue la Farmacia Washington, que era propiedad del catalán Justo Comas Folch.
El Long Wah fue el primer restaurante de comida cantonesa-estadounidense del barrio, con platillos como chow mein, arroz frito con camarones, chop suey y wan tang.
Poco después se instalaron el Palacio Dorado —que tiene dos establecimientos en esa cuadra—, el Jou Jou, el Long Kei y El buen chapín —también con comida china—.
Antes también existió la Cafetería Capri, en la esquina de la 4 avenida y 6 calle —en la actualidad es una de las sucursales del Palacio Dorado—, y a pocos metros estaba el restaurante Asados Capri. Ambos eran propiedad del locutor Jorge Méndez, uno de los vecinos del barrio de La Recolección —vivía en la 3 avenida 5-58—.
En las inmediaciones también se estableció el bar y restaurante Tuz-Tepito, cuyo nombre fue tomado de la novela “El Señor Presidente”, de Miguel Ángel Asturias. Ese establecimiento ya no existe.
Lutheria Studio
En la 6 calle, entre 3 y 4 avenidas, zona 1, se encuentra la Lutheria Studio, que es parte de la Asociación Latinoamericana de Lutheria.
Inaugurado en el 2010 por Luis López, Alejandro Torun y Javier Herrera, este establecimiento se dedica a la reparación, mantenimiento y construcción de instrumentos musicales. Entre sus proyectos también están las capacitaciones y las clases de música. Desde el 2013 se especializa en la recuperación y construcción de violines, chelos, guitarras y otros instrumentos de cuerda —de ahí su nombre: Luthería—.
Entre sus clientes distinguidos están el Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara, la Sinfónica Nacional, la Escuela Nacional de Música, y las agrupaciones Alux Nahual y Bohemia Suburbana. También han restaurado instrumentos tan antiguos como un chelo de 1850 o una viola de 1810.
Librería Fátima
Casa de Jorge Meany
En la denominada Calle de Pearson (9 calle, entre 2 y 3 avenidas, zona 1), se encuentra este inmueble de estilo tradicional que lleva el numeral 2-05. En su fachada hay una placa que dice: “En esta casa nació y vivió el ingeniero Jorge Meany, distinguido catedrático, poeta y humanista”, a lo que le sigue su fecha de nacimiento y fallecimiento: 24 de diciembre de 1916 al 10 de junio del 2004.
Jorge Meany González era hijo único, de padre guatemalteco y madre española. Fue un destacado estudiante del Colegio Inglés y del Instituto Cervantes, y luego pasó a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Guatemala, donde se graduó de ingeniero civil en 1944.
En esa facultad impartió varias cátedras en los años posteriores; incluso, fue parte de la Junta Directiva.
Quienes fueron sus alumnos lo rememoran como alguien puntual y que preparaba sus clases de forma concienzuda, las cuales impartían en un viejo edificio de la 8 avenida y 11 calle, zona 1.
También se le recuerda como una persona que admiraba a la Gran Bretaña y su historia y cultura. De hecho, en su vivienda solía recibir visitas a las 17 horas para tomar el té. Para las ocasiones, interpretaba el piano y disfrutaba de la música de los grandes maestros. También era un excelente ajedrecista.
En cuanto a su obra, escribió libros como Versiones sobre el Réquiem de Guerra de Benjamín Britten, Divagaciones sobre un problema conciso y Tres versiones de Keats, entre otros. En 1967, la Academia Guatemalteca de la Lengua lo aceptó como miembro debido a sus méritos literarios.
Meany González falleció a los 87 años si dejar descendientes. Sus propiedades las legó al Benemérito Comité Pro-Ciegos y Sordos, mientras que su extensa biblioteca fue recibida por la César Brañas de la Universidad de San Carlos.
Es uno de los negocios más reconocidos del Centro Histórico.
Se localiza en la 6 calle, entre 3 y 4 avenidas, zona 1, y la casa que ocupa fue mandada a construir en la década de 1950 por José León Imeri. Ahí residió con su familia y, además, tuvo su estudio fotográfico en el primer piso.
Fernando, uno de los hijos de don José, se casó con Aída Flores. Precisamente con ella empezó la historia de este establecimiento: primero atendía pedidos de comida y pasteles para familiares y amigos; luego, en 1988, fundó el local formalmente, siempre poniéndole el mismo amor y pasión a sus creaciones.
Hoy, esa misma entrega y dedicación la ponen sus colaboradores. De su menú sobresalen las recetas tradicionales de pan, volovanes, pasteles, galletas y empanadas.
Restaurante Aída
Abrió sus puertas en 1990 en una casa de estilo historicista localizada en la 6 calle, entre 3 y 4 avenidas, zona 1. La residencia está decorada con finos toques de madera, hermosos balcones, chimenea y un tupido jardín.
El nombre del establecimiento se lo colocó Fernando Tito Imeri en honor a su mamá, Aída Flores de Imeri, quien siempre destacó por su cocina.
La especialidad de este lugar es la “comida casera bien preparada”, por lo que es posible degustar tanto recetas tradicionales como innovadoras, y siempre acompañadas de un ingrediente especial: el amor.
Su menú incluye desayunos, almuerzos, pizzas, postres y una amplia variedad de bebidas frías y calientes.
Casa Roja
Esta residencia se localiza en la 3 avenida y 7 calle, esquina, zona 1. Ahí, en el 2015, como iniciativa del cineasta y antropólogo Alfonso Poncho Porres, surgió el proyecto Centro Cultural La Casa Roja, un espacio no convencional de arte, cultura y ciudadanía crítica.
Porres fue una de las personas que permitieron que este sitio fuera más conocido dentro del barrio del Santuario de Guadalupe y dentro de las esferas intelectuales del Centro Histórico capitalino, ya que era integrante de la Asociación Luciérnaga Guatemala, dedicada a crear material educativo audiovisual para abrir espacios de reflexión y discusión sobre temas sociales, y también por su involucramiento en los círculos de poesía —de hecho, participó en la creación de la antología poética Los 7 versos—. Incluso, su obra también fue publicada en Los Novísimos, una compilación del escritor Marco Antonio Flores.
Porres falleció el 17 de abril del 2016, por lo que el proyecto en esa residencia tuvo una pausa, aunque se rescató con premura gracias a la labor de Luis de León y de un grupo de voluntarios. De esa cuenta, ese mismo año, se logró poner en marcha un café-galería.
Hoy, la Casa Roja tiene un menú que ofrece un platillo diferente cada día durante el almuerzo, así como un menú fijo en el que destacan los paninis con recetas tradicionales de Guatemala —con hilachas, jocón o pepián—. Asimismo, cuenta con espacios donde diferentes artistas y colectivos exhiben sus obras sin costo alguno, aunque hay varios que hacen donaciones como agradecimiento a dicho centro cultural.
En cuanto a la casa, esta perteneció originalmente a Ana Cofiño, y luego adquirida por la reconocida artista guatemalteca Íngrid Klussman Oates.
Fotocopias
En los límites del barrio del Santuario de Guadalupe, sobre todo a lo largo de la 9 calle y en la 4 avenida, zona 1, se concentra una gran cantidad de fotocopiadoras e imprentas.
En estas últimas era común que se mandaran a hacer almanaques o tarjetas navideñas, aunque su fuerte eran los pedidos de facturas contables, las cuales han caído en desuso desde que se autorizó la facturación electrónica en el 2007.
En el caso de las fotocopiadoras, proliferaron en la 8 calle y sus alrededores desde la década de 1960, pues ahí se juntaban los estudiantes para abordar los buses que los transportarían hasta la Universidad de San Carlos, en la zona 12, y aprovechaban a sacar copias de libros, apuntes y otros documentos.
Zona de ópticas
El barrio del Santuario de Guadalupe, en conjunto con el de La Recolección, se caracterizan por tener una zona en la que concentran una gran cantidad de ópticas.
Precisamente en la 6 calle —que es la que divide los dos barrios y que se conoce como Calle de los chinos— es donde aparecieron los primeros establecimientos de ese tipo. De hecho, doña Irma Núñez de Vertolaza, distinguida vecina del barrio guadalupano, recuerda que durante su adolescencia —década de 1940— compró sus entes en ese sector.
El fenómeno de las ópticas, posiblemente, fue impulsado por la fundación del Benemérito Comité Pro-Ciegos y Sordos de Guatemala, el 3 de diciembre de 1945, en el barrio del Santuario de Guadalupe.
Sin embargo, su proliferación se dio en el sector de la 6 calle, entre 3 y 4 avenidas, zona 1, así como en sus alrededores. Hubo bastante apertura de ópticas en la década de 1970, cuando la tecnología para la fabricación de lentes, aros incluidos, se abarató y simplificó, sobre todo por la utilización de plástico y derivados —atrás quedaron los años de los vidrios gruesos y pesados, y que además, eran onerosos—.
Hoy, la zona sigue teniendo gran cantidad de ópticas con productos y servicios accesibles para todo tipo de bolsillos.
Café de Imeri
MAG
En la 8 calle 3-51, zona 1 se encuentra la Fundación María y Antonio Goubaud Carrera.
Esta es una organización no lucrativa que inició su recorrido público en el 2019. Su objetivo es fomentar el diálogo e intercambio de ideas, proyectos y conocimientos entre los pueblos mayas, garífuna, xinca y mestizo-ladinos que conviven en Guatemala y Centroamérica, y así mejorar las condiciones económicas, sociales y de cumplimiento de la justicia y de los derechos humanos.
También promueve las actividades culturales, artísticas, ecológicas y de salud, así como las investigaciones históricas, antropológicas, políticas y sociales, sobre todo en el ámbito intelectual y de las relaciones interétnicas y de género.
En cuanto al sitio que ocupa, su primera inscripción catastral data del 13 de noviembre de 1885, cuando se registró como un terreno. Ya para el 21 de septiembre de 1912 aparece como un inmueble, por lo que se asume que una primera construcción se realizó entre esas fechas. Sin embargo, lo que se observa en la actualidad podría tener sus inicios en 1925, por lo que la casa podría tener alrededor de 100 años.
Ahí vivieron doña María y su esposo, el antropólogo Antonio Goubaud Carrera. Este último, junto con David Vela, formularon las bases organizativas del Instituto Indigenista Nacional de Guatemala.
Al ser desocupado por ellos, el inmueble fue utilizado como colegio. Luego, en el primer lustro del siglo XXI, empezó un monumental proceso de restauración que ha permitido que la residencia luzca de nuevo con sus mejores galas.
En su fachada se observa una puerta principal al centro, con cinco ventanas en cada costado, las cuales están protegidas con balcones forjados en metal y contraventana de madera. Asimismo, tiene cenefas, molduras y detalles típicos de finales del siglo XIX y principios del XX, con zócalo en relieve.
Adentro hay un zaguán que conduce a sus corredores, habitaciones y patio principal. Al fondo se encuentra lo que posiblemente fue el comedor, y más atrás, los sanitarios, pila y área de servicio.
Todos los ambientes cuentan cielo falso de machimbre, sustentado por vigas y columnas de madera. También tienen puertas y ventanas que dan hacia el corredor.
Hoy, la Fundación MAG, aparte de su aporte académico e investigativo, organiza actividades culturales y sociales, entre ellas seminarios, talleres, presentaciones y exposiciones. Asimismo, tiene una biblioteca dedicada al maestro, filósofo, periodista, poeta y político salvadoreño Alberto Masferrer, así como un amplio salón que lleva el nombre de la escritora guatemalteca Margarita Carrera.
de Ancianos de los Hermanos de Belén
Se localiza en la esquina de la 2 avenida y 7 calle, zona 1. Esta Orden —la de los betlemitas—, fue fundada por el Hermano Pedro de San José de Bethancourt en 1656, en Antigua Guatemala. La congregación fue suprimida en 1820; su rama femenina se restauró en 1861 mientras que la masculina resurgió hasta el 16 de enero de 1984 con el nombre de Orden de los Hermanos de Belén, en Tenerife, España.
Casi de inmediato, algunos de sus integrantes emigraron a Guatemala. Cuenta la historia que una religiosa carmelita puso a disposición una casa que tenía en el barrio del Santuario, en la dirección antes referida. Los Hermanos de Belén la adquirieron y se instalaron ahí desde el 2 de febrero de 1987.
La residencia era de un solo nivel y, como estaba muy deteriorada, solicitaron ayuda al alcalde Álvaro Arzú, cuya administración municipal colaboró con la restauración. Así lograron empezar a atender su Casa de formación y Hogar de ancianos.
Gracias a las donaciones, en 1992 construyeron un segundo nivel y, además, colocaron un mural de azulejos en la esquina de la fachada donde se observa al Hermano Pedro ante el nacimiento de Jesús.
Adentro se conserva su antigua pila, así como algunas puertas y ventanas —algunas han sido reutilizadas y ahora son adornos con espejos—. En la recepción, luego de cruzar el portón de madera que da a la calle, hay otro mural de azulejos que tiene el poema “Al anciano olvidado”, escrito por Maricela de Mansylla; tiene fecha del 20 de enero de 1995.
Hoy, esta vivienda es administrada por fray Roberto de la Concepción (Roberto Díaz Santa Cruz). En el sitio se da cobijo a unos 20 ancianos, mientras que la Casa de formación se trasladó a Antigua Guatemala en el 2007—.
Comunidad San Bonifacio (Casa San Benito)
La comunidad surgió el 17 de abril de 1949 en la Abadía de Schweiklberg, Alemania, durante la festividad de Pascua. Por entonces no tenían posesiones: ni casa, ni dinero, ni programa. Solo eran un sacerdote benedictino y un pequeño grupo de mujeres. Pero en el discurso de apertura, el padre Cyprian Mayr, fundador del Instituto San Bonifacio, citando al papa Pío XII, alentó a aquellas personas a “actuar, no a lamentar”.
Así, el Instituto nació con el lema “entusiasmo apasionado por Dios; servicio a los necesitados”, en la que actúan mujeres consagradas. Esta comunidad secular benedictina misionera persigue el ejemplo de Jesús: pobre, casto y obediente, para comprometerse con la gente, en especial con quienes buscan sentido de su vida.
Hoy tienen presencia en Europa, África y Latinoamérica. En Guatemala están desde 1965, cuando arribaron las tres primeras misioneras, y desde entonces han abierto diferentes sedes, incluida la ubicada en la 7 calle 0-54, zona 1.
A lo largo de los años se han dedicado a la lucha contra la injusticia y la pobreza a través de la puesta en marcha de cursos de formación integral, algunos avalados por la Universidad Popular, entre los cuales están: corte y confección, bordado a máquina, música, cocina, estilismo o medicina alternativa.
Quienes integran sus grupos también colaboran con parroquias por medio de clases de catequesis y con el acompañamiento de iniciativa de grupos de mujeres y comunidades eclesiales base.
En la Casa San Benito también se ofrece un espacio hospitalario, atención a mujeres trabajadoras de casa particular, hospedaje a religiosos e instituciones, y apoyo psicosocial y laboral.
Hogar
Fundación
Benemérito Comité
Pro-ciegos
y Sordos
Esta es una de las instituciones de más prestigio en Guatemala, pues lleva a cabo múltiples actividades científicas, sociales y educativas, y cuyo objetivo principal es prevenir y combatir la ceguera y sordera, así como la rehabilitación de quienes las padecen.
Su sede central está en la esquina de la 3 avenida y 9 calle, zona 1, en un edificio de corriente funcionalista que se inauguró poco después del terremoto de 1976.
Comité Pro-Ciegos y Sordos de Guatemala se fundó el 3 de diciembre de 1945 gracias a la iniciativa de Elisa Molina de Stahl, como parte de las actividades de la Asociación Nacional de Muchachas Guías.
El 27 de octubre de 1998, el Congreso de la República le otorgó el título y dignidad de Benemérita “por su encomiable labor que ha beneficiado ampliamente, sin discriminación alguna, a la población guatemalteca”.
A la fecha, la institución cuenta con 36 programas en los que ofrece servicios médicos, educativos y de rehabilitación.
Entre los médicos, cuenta con ocho centros especializados: Hospital de Ojos y Oídos Doctor Rodolfo Robles Valverde (Guatemala), Hospital de Ojos Doctora H. C. Elisa Molina de Stahl (Quetzaltenango), Hospital de Ojos y Oídos Doctor Fernando Beltranena (San Juan Chamelco, Alta Verapaz), Centro Regional de Prevención de la Ceguera (Zaragoza, Chimaltenango), Hospital de Ojos Manuel Ralda Ochoa y Concepción González de Ralda (El Asintal, Retalhuleu), Hospital de Ojos Elisa Molina de Stahl (Zacapa) y Hospital de Ojos y Oídos Acogua (Zacapa).
Cabe mencionar que el Hospital Rodolfo Robles Valverde fue inaugurado en 1974 y que es el principal centro asistencial de oftalmología del Comité Pro-Ciegos y Sordos. Asimismo, presta servicios de odontología, neurología, psiquiatría y pediatría para personas ciegas o sordas. Ahí, desde 1980, también funciona el Instituto de Ciencias de la Visión, donde médicos guatemaltecos y extranjeros cursan el posgrado en Oftalmología, con el respaldo de la Universidad Francisco Marroquín.
En cuanto a los centros educativos, tiene múltiples programas dirigidos a niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Tiene cinco sitios especializados para tratar discapacidad auditiva, un centro para personas con discapacidad visual, tres lugares regionales que atienden discapacidades visuales y auditivas, dos Centros de Rehabilitación y 36 programas de apoyo técnico y tecnológico distribuidos en Quetzaltenango, Zacapa, Retalhuleu y Ciudad de Guatemala.
¡Lotería!
Para financiar los programas, doña Elisa Molina de Stahl estableció la reconocida Lotería Santa Lucía, la cual opera a nivel nacional desde el 15 de septiembre de 1956. Esto, aparte de aportar fondos para el funcionamiento de la institución, permite que miles de ciegos adultos se ganen la vida con la venta de los números de lotería.
En general, la distribución de los ingresos se hace de la siguiente forma: el 65 por ciento se destina a premios y reintegros; el 16 por ciento corresponde al descuento para los compradores mayoristas; el 5 por ciento es para gastos de funcionamiento de la Lotería; el restante (14 por ciento) es para e Benemérito Comité.
Organización
El Benemérito Comité se rige por la Asamblea General y está dirigida por una Junta Directiva que la integran 11 profesionales guatemaltecos, quienes brindan sus servicios ad honorem. A la fecha, la presidencia la ocupa la licenciada María de os Ángeles de Rueda.
Elis a Molina
Martínez de Stahl
Nació en la ciudad de Quetzaltenango el 24 de marzo de 1918, fruto del matrimonio entre José Vicente Molina Valverde y Concha Martínez de Molina.
Su formación educativa estuvo influenciada por su tío, el médico Rodolfo Robles Valverde, famoso por sus estudios sobre el parásito Ochocerca volvulus, causante de la oncocercosis o “ceguera de los ríos”.
Luego de graduarse de Trabajadora Social, doña Elisa contrajo nupcias con Rodolfo Stahl Robles.
En 1945 fundó el Comité Pro-Ciegos y Sordos de Guatemala, y fue su presidenta y directora ejecutiva en la década de 1950. En 1971 promovió la impresión del primer libro de texto a nivel mundial en Braille —para uso de ciegos— el cual versaba sobre cooperativismo; este fue registrado en la Biblioteca del Congreso de Washington D.C.
En 1974 participó en el debate que logró la aprobación de la ley para fortificación del azúcar con vitamina A, y así prevenir la ceguera nutricional.
A lo largo de su trayectoria recibió numerosos reconocimientos internacionales y nacionales, entre ellos Mujer de las Américas (Organización Mundial de la Salud, 1962) y Orden del Quetzal en el grado de Gran Cruz (1992), año en el que fue nombrada candidata al Premio Nobel de la Paz. Molina de Stahl falleció el 3 de noviembre de 1996. Su legado continúa ayudando a miles de guatemaltecos.
Academia de
Geografía e Historia
Esta institución de carácter científico y cultural se fundó el 25 de mayo de 1923 en un acto llevado a cabo en el desaparecido Palacio Centenario —en ese entonces se le dio el nombre de Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala—.
Los objetivos, según sus estatutos, son: “Promover la investigación y divulgación de los estudios geográficos e históricos y de sus disciplinas afines, particularmente de Guatemala y de Centroamérica, así como contribuir a la conservación, protección e incremento de los archivos, bibliotecas, hemerotecas y museos del país”.
También está dentro de sus funciones contribuir al análisis y publicación de las fuentes histórico-documentales de Guatemala; colaborar con entidades científicas y culturales nacionales y extranjeras; conmemorar hechos históricos de Centroamérica; participar en actos culturales y cívicos relacionados con sus finalidades, en Guatemala y en el exterior; emitir dictámenes e informes relacionados con su objetivos cuando se los soliciten dependencias estatales, entidades científicas acreditadas, o bien, cuando estime conveniente dar solución.
Su primer presidente fue Antonio Batres Jáuregui (1847-1929), descendiente directo de otros reconocidos historiadores como Bernal Díaz del Castillo y Francisco Fuentes y Guzmán.
El 6 de septiembre de 1928 se acordó fundar su biblioteca, aunque estuvo disponible para el público hasta el 25 de julio del siguiente año —su primer bibliotecario fue José Luis Reyes—. Desde el 2021, ese recinto lleva el nombre del historiador Jorge Luján Muñoz.
En aquellos primeros años, la Sociedad recibió del presidente Lázaro Chacón la donación de un solar, el cual fue permutado poco después por una casa que estaba en la 3 avenida 8-35, zona 1, donde la institución ha estado hasta ahora.
Esa vivienda fue severamente dañada durante el terremoto del 4 de febrero de 1976, por lo que tres años después empezó la construcción de su edificio actual. Este fue inaugurado en 1981; tiene un auditorio y varios muebles antiguos, algunos de ellos de
la Sociedad Económica de Amigos del País. Entre estos hay escritorios y sillas, y un emblema con marco de madera que tiene el escudo de la Inquisición. También hay un mascarón que data de finales del siglo XIX y que funcionó como buzón de correo.
A principios de la década de 1980, el interior de la nueva Academia fue adornada con murales del artista Guillermo Grajeda Mena. Uno de ellos está en la entrada y representa la historia de Guatemala desde la época prehispánica, pasando por la colonial, hasta la formación de la República. El otro está en la pared junto a las gradas que conducen al segundo piso. Este mural muestra a Bernal Díaz del Castillo escribiendo la historia de nuestro país. Ahí mismo se exhibe una colección de máscaras tradicionales donadas Grajeda Mena.
En 1979, la institución cambió de nombre —pasó de Sociedad a Academia—, para estar más acorde con sus actividades científicas y culturales.
Hoy, el recinto cuenta con una sala de lectura y una extensa y valiosa biblioteca con más de dos mil ejemplares que se dividen en cinco áreas: Fondo antiguo, Bibliográfico, Publicaciones periódicas, Leyes de Indias, y Documentos especializados y tesis. Además, tiene tres depósitos de material bibliográfico y hemerográfico —destaca la Gazeta de Guatemala—.
A los usuarios también se les hace más fácil la búsqueda, ya que la biblioteca tiene una gran cantidad de material clasificado bajo el Sistema de Melvil Dewey y con catálogo automatizado por autor, título y tema.
Se debe destacar también la Biblioteca Goathemala, que surgió en enero de 1929, que es una colección en la que se han reunido a los historiadores y cronistas más importantes de la época colonial y que ahora se proyecta prolongar a períodos más cercanos.
La Academia, además, ha editado 51 obras que forman la serie de Publicaciones especiales, con investigaciones de fray Francisco Ximénez, J. Joaquín Pardo, Pedro Zamora Castellanos, Luis Luján Muñoz, Paul Burguess, Francisco Lainfiesta, Ricardo Toledo Palomo, Adrián Recinos, Cristina Zilbermann de Luján, Heinrich Berlín, Ernesto Chinchilla Aguilar, Jorge Luján Muñoz y Bárbara Arroyo, entre otros.
Asimismo, ha publicado dos volúmenes de la serie Viajeros: Viaje a Guatemala y Centroamérica, de Jabobo Haefkens, y Viaje a América Central (Yucatán y Guatemala), de Arturo Morelet.
Entre sus obras editadas también destaca el Atlas Histórico de Guatemala (2011), el cual incluye alrededor de 200 mapas, textos explicativos e ilustraciones —fotografías, grabados y documentación antigua—. Su importancia radica en que da a conocer con precisión cómo ha evolucionado Guatemaa en su cartografía.
Uno de sus proyectos actuales es la digitalización de la Historia Natural del Reino de Guatemala, escrita en Sacapulas en 1722 por fray Francisco Ximénez, y cuyo manuscrito original se conserva en ese recinto académico —a propósito, este también tendrá un proceso de restauración—.
Pero, sin duda, la publicación icónica de la institución es Anales de la Academia de Geografía e Historia, cuya primera edición data del 25 de julio de 1924; además, es su órgano de comunicación oficial. Es una publicación anual, aunque en los primeros años se editaron entre cuatro y hasta seis números por tomo.
En ella se abordan temas de Historia, Arqueología, Geografía, Etnohistoria, Sociología, Lingüística, Antropología, Genealogía y otras ciencias afines, en particular de la región mesoamericana, aunque con énfasis en Guatemala.
Su formato es impreso, pero ahora se ha digitalizado con el apoyo del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Cirma), con sede en Antigua Guatemala, Sacatepéquez.
La AGHG también resguarda una gran colección histórica de fotografías, postales y negativos de diferentes acontecimientos del siglo XX.
En cuanto a sus aportes, ha asesorado al Gobierno en litigios como el de los límites entre Guatemala y Honduras, y en la conocida controversia con el Reino Unido sobre la reivindicación del territorio de Belice. Asimismo, ha tenido participación en el descubrimiento de importantes sitios arqueológicos como Iximché, Quiriguá y Uaxactún, y estuvo involucrada en la repatriación de los restos del doctor Mariano Gálvez, don Miguel Larreynaga y del poeta Rafael Landívar.
Antonio Batres Jáuregui (1847-1929). Era hijo de Cayetano Batres Díaz del Castillo y Beatriz Jáuregui.
Desde niño recibió una educación esmerada y clásica, habiendo estudiado latín, filosofía y matemática en la Escuela Pública del Convento de Belén y luego en el colegio San Buenaventura. La Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo de Guatemala le confirió los grados de Bachiller en Filosofía el 19 de mayo de 1862 y de Bachiller en Derecho Civil el 21 de agosto de 1865.
En 1867 fue condiscípulo de Marco Aurelio Soto, Ramón Rosa y Ricardo Casanova y Estrada en las clases particulares de Literatura que impartía el escritor guatemalteco José Milla y Vidaurre.
Cuando recibió el título de Abogado, el 15 de noviembre de 1869, había obtenido sobresaliente en 22 de sus exámenes de fin de curso, razón por la que sus profesores —entre ellos Milla y Vidaurre— lo designaron para actos públicos en representación de las asignaturas de Derecho político y Literatura española y americana. Tras terminar sus estudios, en 1870, realizó un viaje por Estados Unidos y Europa, en el cual perfeccionó sus conocimientos de inglés y francés. Batres Jáuregui estaba de vuelta en Guatemala en 1871, y luego de la Revolución Liberal de junio de ese año abrió su oficina junto a la dirección del periódico El Centroamericano, que editaba el intelectual hondureño Ramón Rosa.
El nuevo gobierno liberal lo nombró agregado de la Legación de Guatemala en Washington, D. C., y luego contrajo matrimonio con María Teresa Arzú y Saborío el 12 de septiembre de 1877, con quien tuvo cinco hijos.
del barrio Arquitectura
Cada diciembre, el sector del Santuario de Guadalupe se convierte en un punto de peregrinación, pero históricamente también ha sido un importante sitio de paso, sobre todo desde que el Guarda del Incienso se estableció como ingreso a la ciudad en su parte occidental. Esa comunicación terrestre con el Altiplano guatemalteco permitió que las cercanías del templo se poblaran poco a poco, y que dado a la apacibilidad de sus calles, el barrio tomó un carácter residencial. Este aspecto, sin embargo, cambió radicalmente el 26 de junio de 1974, cuando se inauguró el puente del Incienso, y también influyó la reconstrucción emprendida después del terremoto de 1976. De esa cuenta, el barrio tuvo una renovación total, en especial la 8 y 9 calles, las cuales dan acceso al bulevar Adolfo Mijangos, popularmente conocido como Periférico.
Un recorrido por la 8 calle deja ver el señorío del sector, que aún preserva importantes construcciones residenciales de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX.
En agosto de 1918, el gobierno inauguró la Escuela Delfino Sánchez en el predio que había ocupado la Escuela Modelo, fundada por el educador Rafael Aqueche. Esta fue patrocinada por el departamento de Retalhuleu, que en ese tiempo estaba bajo la jefatura de Jorge Ubico. El edificio contaba con salón de actos, aulas y un jardín “estilo inglés” con fuente.
En 1919, aunque muchas calles aún estaban obstruidas por los escombros dejados por los sismos, se estaban construyendo casas en cemento armado, como la del señor Serrano Muñoz y “otras familias acomodadas”.
En la actualidad, dos centros educativos privados funcionan en el barrio: el Instituto Rafael Landívar, fundado en 1967 en una casa que data de la década de 1920, y el Colegio Winbridge, establecido en 1984; ambos se localizan en la 8 calle, entre 2 y 3 avenidas.
El Instituto Rafael Landívar destaca por su banda de guerra, ya que se lució por muchos años en los desfiles del 15 de septiembre; de hecho, en el 2007 ganó un certamen llevado a cabo en El Salvador.
Con el paso del tiempo, el barrio de Guadalupe se pobló con viviendas de personas de la élite capitalina. Entre las residencias más destacadas estuvo el bloque de casas de la 8 calle entre 2 y 3 avenidas, propiedad de los Mirón, que se dedicaban a las exportaciones del café y la banca. Entre los miembros más prominentes de esta familia se encontraba Carlos Mirón, quien, junto con otros cafeteros, recibió en 1948 a la delegación estadounidense para incrementar la propaganda del consumo del café guatemalteco en el país del norte.
Otro integrante de la familia era José Mirón, quien, en 1960, fue miembro de la Junta Directiva de la Oficina Contralora del Café, antecesora de la Asociación Nacional del Café, y también presidente de dicha Asociación en 1965. A su vez, Juan Luis Mirón fue miembro de la Junta Directiva del Banco del Agro, en 1961.
Por su parte, Gustavo Mirón Porras fue presidente del Banco de Guatemala y de la Junta Monetaria en el mismo año y, en 1966, fue candidato a la vicepresidencia de la República junto al aspirante presidencial Juan de Dios Aguilar, quedando en segundo lugar frente a los electos Julio César Méndez Montenegro y Clemente Marroquín Rojas.
Como correspondía al rango económico, político y social de la familia, las viviendas ostentaban fachadas historicistas con detalles muy elaborados. Cuando la familia fue abandonando el centro para residir en otras partes de la ciudad, una de las viviendas fue alquilada a una empresa naviera europea, una farmacéutica y, en tiempos recientes, ha sido ocupada por una institución religiosa.
Las viviendas de finales del siglo XIX y principios del XX, cuyas fachadas no fueron alteradas, o se reconstruyeron después de los terremotos de 1917 y 1918, cuentan con ornamentos modernistas o historicistas que invitan a detenerse y observarlos con curiosidad. La sede de la Fundación MAG, por ejemplo, mezcla el típico pórtico de piedra que muy pronto relacionamos con la época colonial, pero que en realidad corresponde a un diseño de inspiración modernista. Los relieves de flores acompañan a los capiteles de ingreso y remarcan la clave. Además, si bien es cierto que la herrería que acompaña a las ventanas tiene influencia geométrica, es sobre los dinteles que la riqueza del estilo se aprecia con facilidad.
Otra vivienda con una decoración interesante es el Centro Cultural de las Américas, cuyos elementos se repiten en otras casas de la ciudad. La rosa, en este caso triple con estilo cubista. es lo que resulta visible en la fachada. Sumemos la decoración en arenado, típica en las ventanas de las viviendas remodeladas durante el apogeo del modernismo.
En tanto, en las residencias preservadas, como en el caso de un inmueble a cargo del Colegio Winbridge, se observan detalles como los del cielo falso de cinc prensado. Aquí a un solo color (blanco), cuyo dibujo vemos en páginas anteriores.
En la propiedad, en la banda norte, los marcos de madera, los pasamanos, los vidrios de color y los detalles de la balaustrada también son típicos de la arquitectura guatemalteca historicista. O los pisos, en página posterior. El colorido y el diseño puede variar, desde el más rico y complejo de instalación debido al tamaño y forma de sus módulos (hexágonos), hasta los más sencillos de motivos florales, o con relieves antideslizantes, si es que se utilizan en el zaguán. Mostramos una selección de ellos en los que, indistinto del módulo, se colocan con cadena u orilla, y destacamos los motivos con uso de pigmentos azules o con mezcla que requirió el mismo, pues su frecuencia en las viviendas del centro de la ciudad es rara, y por tanto, resultan valiosos como muestra del rico colorido de nuestro patrimonio arquitectónico.
Modernismo e Historicismo
Si nos adentramos en las calles menos transitadas descubriremos tesoros arquitectónicos; por ejemplo, en un detalle de la vivienda de los Montalván (7 calle), que sirve de portada para el artículo de arquitectura, se observa la elegancia de una esquina cuyo interior, a doble altura, corresponde a una estancia familiar que, a pesar de contar con algunos elementos internos sencillos, deja ver al viandante la delicadeza de detalles externos, tales como sus estrías, así como la calidad de los materiales con la que fue construida, mostrando aún hoy con orgullo sus ventanas de tipo guillotina y su herrería. El diseño se atribuye a la oficina de Roberto Hoegg, pues resulta fácil comparar este proyecto con el Teatro Lux, aunque no existe confirmación documental.
A pesar de que durante las décadas de 1940 y 1950 el barrio no estaba conectado directamente con el occidente del país, la bonanza económica y las novedades en el transporte permitieron que en sus predios se ubicaran dos importantes negocios relacionados: el concesionario de los vehículos Packard, hoy un inmueble renovado para apartamentos (Centenario 3-18), así
como la sucursal de Rutas Lima, negocio de la familia Lima, originaria de Quetzaltenango, localizada en las cercanías del Cine Capri. Ambas construcciones son una muestra del apogeo del art déco en la capital guatemalteca. De la primera resaltamos su puerta de ingreso y los grandes ventanales, cuya función era la exhibición de vehículos, mientras que de la segunda, que tiene una fachada que es dominada por la curva, se destaca el pequeño balcón del segundo nivel que servía de residencia para el hijo del propietario.
Hoy en día, la mayor parte de viviendas con diseños art déco o modernos se han convertido en negocios, oficinas de profesionales o instituciones educativas. Sin embargo, aún preservan las fachadas, los remates sobre sus ingresos, la herrería con motivos geométricos o los surcos y relieves que muestran el interés de los antiguos propietarios de contar con una estética original. Un caso muy particular es el de las cinco casas Zillioli, diseñadas por Wilhelm Krebs, cuyo uso sigue siendo residencial, aunque algunas hayan tenido negocios de manera intermitente o por largos periodos.
Art Déco
Casa Roja
Colegio Winbridge Colegio Winbridge
Colegio Winbridge
Casa Roja
Casa Roja
nombre propio Callejones con
Pío Porta
Uno de los personajes destacados del barrio fue Pío Porta. Aunque vivía en la casa de la esquina de la 11 avenida y 8 calle, era propietario de los terrenos que se extendían al poniente de la Avenida Elena y la parte comprendida de la 6 a la 7 calles de la Avenida Elena “A” hacia el oeste. Por ello, la Avenida Elena “A”, entre 6 y 7 calles, era conocida como el Callejón de Pío Porta.
De origen español, hizo una fortuna que dio origen a la tradición oral que afirmaba que había hecho pacto con el diablo. Lo cierto es que, en 1919, era el representante en Guatemala de la firma Chas E. Doddrige & Co., con residencia en la 5 avenida de Nueva York. La firma se dedicaba a financiar la reconstrucción de edificios en la capital, destruida por los terremotos de 1917 y 1918. Ofrecía un promedio de cinco mil pesos en préstamo. A pesar de la mala fama que se le hiciera como “empactado” o pactado con el diablo, Porta donó el terreno para la construcción del Hospital de Chiquimula y para la ampliación del cementerio de esa localidad.
Se dice que fue alcalde de Chiquimula durante la presidencia de Justo Rufino Barrios y que edificó otra casa en la manzana que tenía en el barrio del Santuario de Guadalupe. Con este personaje se relacionan las historias de un afrodescendiente que se aparece en las casas que fueron de su propiedad.
La Séptima Calle
De las calles del barrio del Santuario de Guadalupe, la 7ª. es quizás una de las más silenciosas.
En esta, después de los terremotos de 1917 y 1918, se construyó la vivienda neoclásica de don Francisco y doña Fermina; esta contaba con zaguán, dos patios separados por el comedor y ambientes con pisos alfombra. Al fondo estaba el baño, tal como se acostumbraba en la mayoría de las casas de la época. Años más tarde se convirtió en una de las pocas casas del sector que contaba con línea telefónica propia; de hecho, en cierta ocasión, el general Miguel Ydígoras Fuentes, quien después llegaría a ser presidente del país, llegó a esa casa para pedir prestado el aparato telefónico.
Entre los vecinos de cuadra estaba la familia Montalván, cuya casa está en la esquina de la 2 avenida y 7 calle, probablemente diseñada por el alemán Roberto Hoegg. Esa residencia, así como las que completan el conjunto, eran propiedad de Marta Samayoa, a quien Antonio Montalván compró en 1946. Una de las secciones del inmueble fue sede de Radio Mundial y aún se recuerda la visita del cantante Enrique Guzmán.
Sobre la 7 calle habitaron otras familias distinguidas. En esa vía, entre la 3 y 4 avenidas, estuvieron la clínica del dentista Mariano
La 7 calle, de la 2 a la 3 avenidas, zona 1, lleva el nombre de esta periodista y poeta (1938-1980). Fue hija de Fernando Flaquer, productor teatral catalán, y de la guatemalteca Olga Marina Azurdia, cantante de ópera.
Inició su trabajo de manera independiente. Escribía artículos y laboraba para programas radiales. Se le reconoció por su columna “Lo que otros callan”, que durante 13 años fue parte del diario La Hora.
En la década de 1970, en el periódico La Nación, criticó la represión política, la corrupción y las violaciones a los Derechos Humanos. El 16 de octubre de 1980 fue secuestrada, acción en la que murió su hijo Fernando Valle. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), instauró en Guatemala el Premio al Periodismo Investigativo “Irma Flaquer”, que pretende contribuir al acceso a la información y a la democratización, esperando que así se fomente la investigación, en especial en los temas relacionados con la mujer, la salud y el desarrollo.
Rodríguez Genis —ahora es el Hotel Vía Jalón— y la casa de la española Altagracia Castellanos, que por un tiempo fue una fábrica de cajas de cartón y que después fue un hogar para niños abandonados; dicho sitio estaba justo al lado de la Casa Roja.
En tanto, los quetzaltecos Rodolfo Stahl Robles y Elisa Molina Martínez, casados en 1938, encontraron en una esquina de la 7 calle la residencia en la que desarrollarían su vida en la Ciudad de Guatemala.
Don Rodolfo, quien provenía de una familia de origen judío-alemana, siempre apoyó los proyectos de doña Elisa, quien tomaría como línea de proyección social el trabajo con no videntes, creando en 1946 el Comité Pro-Ciegos y Sordos de Guatemala, y en la siguiente década la Escuela para Ciegos Santa Lucía.
Sus vecinos los recuerdan con cariño, y quienes tuvieron la oportunidad de ingresar a la casa de los Stahl (apellido que significa “acero” en alemán), saben que la decoración interior correspondía a una familia de clase alta, con un mobiliario rico en antigüedades, de los cuales destacan el jarrón Meißen, porcelana alemana de larga tradición y que algunos consideran que era reservado solamente para estancias reales.
Otro destacado del barrio fue el periodista Salvador Girón Collier (1902-1981), quien residió en la 3 avenida y 7 calle. Se considera el precursor de la crónica deportiva en Guatemala, pues publicó en este género en El Imparcial, El Liberal Progresista, Excélsior, Diario de Centro América, Nuestro Diario y Prensa Libre —este último fue fundado por él y otros empresarios en agosto de 1951—.
En el vecindario también vivió la familia Bianchi Kauffman, propietarios de los desaparecidos Almacenes Magno —uno de ellos estaba en la 9 avenida y 8 calle, zona 1—, los Schlesinger y los Díaz Reyna.
Otro dato a resaltar en el barrio del Santuario es que la niñez de las décadas de 1950 y 1960 tuvo una nueva opción de entretenimiento: el cine. Uno de ellos era el Capri, que los sábados tenía función a las 14 horas por un costo de 25 centavos. En aquel entonces ponían caricaturas y la permanencia era voluntaria, aunque a partir de las 18 o 19 horas ponían alguna película.
Pero, sin duda, uno de los aspectos más relevantes para los vecinos del sector siempre ha sido la festividad de la Virgen de Guadalupe, ocasión de mucho movimiento.
Siempre sobre la 7 calle, pero entre la 2 y 3 avenidas, estaba el consultorio del astrólogo de origen chileno Urbano Madel (1933-2018), famoso por los horóscopos y predicciones anuales que publicaba en el diario Prensa Libre.
Irma Flaquer Azurdia
Créditos Fotográficos
3 Interior del Templo de Guadalupe, Arturo Portillo
6 Altar, Arturo Portillo
7 Templo, Presbítero Julio Barrios
8 Ángel en la portada del templo, Arturo Portillo
9 Virgen de Guadalupe, Arturo Portillo
10 Santísimo, Mario Rivera / Lámpara, Arturo Portillo
11 Detalle de altar y frescos, Arturo Portillo
12 Vista aérea, Ismael Meneses
13 Construcción del Santuario de Guadalupe, José Cruz
14 Festividad de Guadalupe, Rita Villanueva
15 Niña con traje tradicional guatemalteco durante la festividad de la Virgen de Guadalupe (ca. 1946), University of Southern California; interior de templo, Rita Villanueva
16 Casa del Niño, Arturo Portillo
17 Detalle de ventana, Arturo Portillo
18 Barranca del Incienso, Eadweard Muybridge
19 Guarda del Incienso, Eadweard Muybridge
21 Comida, Long Wah, Instrumento musical y herramientas, Ismael Meneses
22 Pan, Ismael Meneses
23 Lentes, Ismael Meneses
24 Detalles arquitectónicos, Arturo Portillo
25 Nacimiento del Hogar de ancianos de Belén, Facebook; Comida, San Bonifacio
39 Vista antigua de la 7 calle, zona 1 (fotografía cedida por Claudia Cienfuegos); niños con trajes tradicionales guatemaltecos durante la festividad de la Virgen de Guadalupe (ca. 1946), University of Southern California Ilustraciones y gráficas
1 Detalle del Santuario de Guadalupe, David Ruiz
4 Guadalupe, David Ruiz. Montalván y Casa del Niño, Eddy Flores
12 Planta arquitetónica, Guillermo Aguirre
13 Fachada lateral y sección longitudinal, Guillermo Aguirre
16 Fachada de la Casa del Niño, Eddy Flores
30 Detalle de la Casa Montalván, Eddy Flores
33 Fachada, detalle de herrería y módulos cielo de zinc, Eddy Flores
35 Fachadas y detalles, Eddy Flores
36 Diseños varios de pisos de cemento líquido, Eddy Flores
37 Ejemplos de inmuebles art déco en el barrio, Eddy Flores
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