LA VIOLENCIA FILIOPARENTAL

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LA VIOLENCIA FILIO-PARENTAL: CUANDO LOS PADRES SON VÍCTIMAS DE SUS HIJOS “Mi hijo me humilla, no respeta mi autoridad y en ocasiones me insulta cuando no consigue lo que desea. ¿Soy víctima de violencia por parte de mi hijo?”

«Siento miedo, angustia, no sé qué hacer» ¿Mi hijo es mi agresor?» «¿Qué hice mal?» «Tengo la culpa de lo que está ocurriendo, no supe hacerlo mejor», «me siento frustrado, soy un mal padre/mala madre». Estos son algunos de los testimonios de familias que sufren la violencia filio-parental, un problema que cada año afecta a más personas. La violencia filio-parental ha sido objeto de alarma debido a su aumento y a su frecuencia en los últimos años. Los medios de comunicación han tratado este tema a través de la emisión de varios programas televisivos dirigidos a mostrar y dar luz a esta realidad (el más conocido, “Hermano Mayor”), así como a servir de ejemplo para intentar lograr una mejora en la situación. En este artículo vamos a abordar en qué consiste y cómo podemos prevenir que ocurra.


¿QUÉ ES LA VIOLENCIA FILIO-PARENTAL? La violencia filio-parental (en adelante VFP) es una variante de la violencia intrafamiliar. Mientras que la violencia intrafamiliar puede ser ejercida por cualquiera de los integrantes de un núcleo familiar hacia otro, la violencia filio-parental es aquella a través de la cual un hijo exhibe conductas de maltrato contra sus progenitores (o contra aquellos que ejerzan de progenitores), de forma consciente e intencionada, a lo largo de un tiempo y en repetidas ocasiones, que viene a causar daño y sufrimiento en los mismos. Cabe señalar que los dos elementos anteriores, la intencionalidad y la repetición, son factores determinantes para que las conductas sean definidas como maltrato, y se distingan de una agresión puntual que no se considera violencia filio-parental (MollaEsparza y Aroca-Montolío, 2018). Por lo tanto, se trata de un acto de abuso ejercido por los hijos hacia los padres cuyo objetivo es ganar poder y control sobre ellos. Este comportamiento se diferencia de las conductas disruptivas propias de la adolescencia, ya que se considera inaceptable y conlleva importantes secuelas para las víctimas.

TIPOS DE VIOLENCIA FILIO-PARENTAL En la actualidad diferenciamos tres tipos de VFP: 1.- Física, que consiste en actos de violencia directos como empujar, abofetear, dar patadas o puñetazos a los padres, pegarles con algún objeto, amenazarles con elementos peligrosos, o romper, dar patadas o pintar/rayar objetos del hogar familiar.


2.- Psicológica, que implica insultos, gritos, humillaciones, intimidar a los padres, jugar maliciosamente con ellos, conducirles a pensar que están locos, hacerles exigencias irreales, insistir en que acaten sus normas, mentir, huir del hogar, y amenazar con suicidarse o con marcharse del hogar sin tener intención de hacerlo. 3.- Económica o financiera, con conductas como robar dinero o pertenencias, vender posesiones de los padres, incurrir en deudas que deberán pagar los progenitores, o exigir a los padres que les compren cosas que no pueden permitirse. Esta violencia es continuada, y no se produce como defensa propia de agresiones, abusos sexuales o trato vejatorio hacia uno mismo o hacia otros miembros de la familia. Su prevalencia internacional se estima en torno al 10%-18%, dependiendo del contexto de estudio. En España hablaríamos del 3.1% en violencia física y del 12.9% en violencia psicológica dentro del ámbito judicial. Respecto al perfil del maltratador, son mayoritariamente adolescentes varones que ejercen la violencia hacia las madres o cuidadoras que asumen el rol de la crianza, con edades comprendidas entre los 40-50 años. Algunos trabajos muestran que, en general, los chicos ejercen más violencia física y las chicas cometen más violencia psicológica; no hay diferencias por género en violencia financiera.

¿CÓMO SE COMPORTA EL HIJO QUE AGREDE?

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Siente una pobre empatía por sus progenitores. Impulsivo y con baja tolerancia a la frustración. Se muestra irritable, con dificultades para controlar la ira. Exige e impone normas en el hogar.


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Su modo de actuar es egoísta, suelen creer que las cosas ocurren por azar o por el poder de otros (y por tanto no pueden controlarlo por mucho que se esfuercen). Recurre a amenazas y chantajes para conseguir lo que quiere. A nivel emocional su autoestima suele ser baja, se siente poco satisfecho con la vida, tiene dificultad para expresar sus emociones (alexitimia), y puede presentar una combinación de síntomas como angustia, problemas de sueño, etc. que le causa sufrimiento o malestar psicológico. Por otro lado, el consumo de sustancias tóxicas suele ser un disparador de la violencia, y en algunos casos la VFP converge con problemas de salud mental infanto-juvenil o con otro tipo de problemáticas antisociales fuera del ámbito familiar.

¿CÓMO SE COMPORTA UN PADRE Y/O MADRE VÍCTIMA DE VFP?      

Evitan situaciones para no incomodar a su hijo. Sienten vergüenza de reconocer el problema ante los demás, y frustración por lo que están viviendo. La conducta del hijo les intimida, les produce miedo. Sienten pérdida de autoridad y de autoestima. Se sienten fracasados, culpables y confusos, no saben cómo actuar en sus aspiraciones educacionales. Se sienten amenazados y obligados a darle a su hijo lo que desea.


¿POR QUÉ OCURRE LA VIOLENCIA FILIO-PARENTAL? El psicólogo clínico-forense y Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, es uno de los especialistas más reconocidos en investigación y descripción de la violencia filio-parental. Nos dice que en la mayoría de los casos la ejerce un menor varón de entre 12 a 18 años, y que la agresión ocurre principalmente hacia la madre. Suele ser el hijo mayor, aunque puede tratarse de hijos menores, lo que generalmente ocurre cuando los mayores han abandonado el hogar. El mismo psicólogo explica que la violencia filio-parental se relaciona con el desarrollo de personalidades y conductas dominantes de los niños, lo que a su vez es consecuencia tanto de una sociedad excesivamente permisiva, como de la exposición previa a la violencia.

Siguiendo lo anterior, a continuación veremos brevemente la relación entre la violencia filio-parental y las experiencias de violencia dentro y fuera del seno familiar, así como algunas de las causas por las que la violencia filio-parental se intensifica dentro de las familias:

Relación entre violencia filio-parental y exposición a la violencia Urra (2006) nos dice que algunas de los elementos que rodean la violencia filioparental y que representan factores importantes de riesgo, son los siguientes: 

Violencia aprendida de manera vicaria (por imitación), por ejemplo, del trato del padre hacia la madre. Ser testigo de violencia en la familia aumenta la


probabilidad de que los hijos ejerzan violencia, ya que la identifican como legítima, útil y eficaz para resolver los conflictos. 

Cuando se trata de hijos de padres separados, puede ocurrir por la influencia de comentarios del padre sobre la madre, y viceversa, así como por ciertos estilos de convivencia con las nuevas parejas.

En chicos adoptados puede ocurrir por antecedentes de violencia o por estilos de crianza condescendiente que compensan la falta de vinculación sanguínea.

Por otro lado, Molla-Esparza y Aroca-Montolío (2018), en su revisión sobre la literatura científica sobre violencia filio-parental, nos dicen que la conducta violenta ocurre cuando el individuo ha aprendido a utilizar la fuerza de cualquier tipo sobre otro individuo, siendo este un mecanismo para lograr objetivos, resolver problemas y solucionar conflictos, dentro de un marco donde hay un desequilibrio de poder real o percibido. Esto último se suma a los estudios sobre el modelo explicativo de la teoría intergeneracional de la violencia, que reportan cómo la observación o la experiencia de maltrato es un factor de riesgo desencadenante de la violencia filio-parental. En otras palabras, la exposición directa o indirecta a la violencia, que entre otras cosas trae consigo la incapacidad de rechazar de manera firme las conductas inapropiadas, aumenta la probabilidad de que se desarrolle una dinámica de violencia de hijos a padres. Dicha exposición suele ocurrir dentro del hogar, aunque también puede pasar en la calle o dentro de otros entornos cercanos.

Intensificación por violencia bidireccional en el seno familiar Siguiendo la línea anterior, nos dice Sancho (2016) que la violencia filio-parental es un fenómeno que no es sólo un problema del niño, sino de la familia en su totalidad. Es así ya que, por un lado, las dinámicas violentas suelen ser vividas de manera negativa por todos los miembros de la familia; y por otro lado, todo tipo de violencia


intrafamiliar tiene una serie de elementos que hablan de dinámicas y conflictos relacionales y no sólo individuales. Por ejemplo, suele pasar que se produzcan intentos desesperados por restablecer la jerarquía, instalando así una dinámica de violencia bidireccional, que, al ser percibida como una agresión por ambas partes, se justifica como una forma de defensa propia (Molla-Esparza y Aroca-Montolío, 2018).

Estilo educativo en el entorno familiar Recientes investigaciones relacionan el estilo parental excesivamente permisivo como un factor de riesgo de la VFP (Coogan, 2012; Garrido, 2005; Tew y Nixon, 2010). El estilo parental permisivo hace referencia a la ausencia de normas y reglas, donde los padres no asumen su rol como educadores, por lo que los padres no son percibidos como figuras de autoridad a respetar, provocando que el hijo piense que puede cumplir todos sus propósitos sin ningún tipo de límites. Es fundamental tener en cuenta que «el NO» de hoy, es «el gracias» de mañana. Por consiguiente, siguiendo los estilos de crianza de Baumrind, el estilo educativo más saludable para prevenir la VFP es el democrático. Los padres democráticos son firmes y establecen límites claros, aunque también tienen en cuenta el punto de vista de su hijo y le muestran cariño y afecto. Los padres democráticos explican las consecuencias negativas de las conductas no deseadas y refuerzan a su hijo cuando llevan a cabo una conducta deseada. En este estilo parental, los hijos y padres expresan lo que sienten, hablan de sus emociones, a la vez que establecen límites claros de lo que está bien y lo que no con sus respectivas consecuencias. En definitiva, el estilo democrático se caracteriza por una adecuada comunicación con una correcta disciplina, un ambiente donde prima la confianza y la comprensión.


Otros estilos educativos relacionados con la VFP son el autoritario y el negligente; si bien en términos generales hablamos de padres que ejercen un tipo de disciplina inconsistente, son críticos con sus hijos, y se percibe una baja cohesión afectiva entre ellos.

Factor laboral y social Actualmente el trabajo ocupa gran parte de nuestro día. Por ello, el número de horas de contacto con los hijos disminuye, se llega cansado a casa y en el poco tiempo que se convive con los hijos se tratan de evitar, en la medida de lo posible, situaciones de tensión y angustia. Asimismo, pasar poco tiempo en el hogar provoca que se eviten situaciones que generan frustración dejándolas pasar sin darle importancia alguna, generando un estilo educativo permisivo, tal y como explicamos en líneas anteriores. Respecto al factor social, un estudio del CSIF apunta a que actualmente los jóvenes tienen acceso a cualquier tipo de contenido violento en las redes sociales e internet, factor clave que influye en el inicio y mantenimiento de la violencia. Este hecho, unido a la falta de autoridad y el poco reconocimiento que se les da a los docentes en el ámbito escolar, provocan que se vea afectada la transmisión de los valores. Por esta razón, los jóvenes no terminan de identificar qué está bien y qué no.

Finalmente, también es importante destacar que la VFP no sólo concierne al ámbito familiar, sino que también atañe a los ámbitos escolar y comunitario: los adolescentes que ejercen este tipo de violencia también presentan bajo rendimiento académico, tienen problemas para adaptarse a la escuela y suelen rechazarla; sus grupos de iguales suelen ser de riesgo (bien porque también ejercen VFP, bien porque presentan otro tipo de relaciones disfuncionales). Además estos adolescentes han crecido en una sociedad con valores violentos, donde prima la búsqueda del éxito fácil y los comportamientos inaceptables se permiten con


naturalidad; el estilo democrático ha sido mal entendido y la distancia jerárquica entre padres e hijos se ha reducido dentro y fuera del sistema familiar.

FASES DE LA VFP Y ACTITUD DE LAS PARTES IMPLICADAS Estas situaciones suelen seguir siempre un modelo cíclico, parecido al de otros tipos de violencia, que se caracteriza por seguir las siguientes fases: 1. Fase de acumulación de tensión: En ella, el hijo acumula tensión debido a la existencia de enfrentamientos con sus padres. Esta tensión es cada vez mayor porque no existen factores que la desactiven. 2. Fase de explosión: En esta fase es cuando se produce la situación de violencia descontrolada. 3. Fase de arrepentimiento: Como resultado de la descarga de violencia, se produce en el hijo un falso arrepentimiento que, en muchas ocasiones, no es más que el comienzo de una nueva fase de acumulación de tensión que culminará en otro episodio violento. Otro punto importante es conocer cuál es la actitud que presenta cada una de las partes en cada uno de estos episodios: Los progenitores, en la primera fase, muestran una actitud suave y conciliadora. Son conscientes de que hay una situación tensa e intentan reducir el estrés familiar. El hijo, por su parte, interpreta esta actitud como una rendición y sumisión y comienza a exigir de forma agresiva y desmedida su pretensión, dejando sin autoridad a sus progenitores quienes, ante ello, cambian su actitud a una más hostil y severa (que conlleva nuevamente estrés familiar y lleva a la acumulación de tensión). Comienza entonces la segunda fase, en la que el hijo lleva a cabo ataques más intensos (y violentos) y con más frecuencia. Como consecuencia se produce la paralización de los padres, que aceptan la pérdida de autoridad y, reafirman inconscientemente la situación de supremacía y triunfo de su hijo, que vuelve a repetir el ciclo. Hay varios aspectos particulares que definen este tipo de violencia. Por ejemplo, el hecho de que rara vez es denunciada. Los padres sostienen la situación durante mucho tiempo haciendo que se convierta en crítica antes de tomar la decisión de buscar ayuda externa. Existe, por tanto, una enorme cifra oscura, que no puede ser medida ni controlada. También hay que tener en cuenta que los padres están cada vez más condicionados por el comportamiento abusivo y reiterado de su hijo, por lo que no saben cómo manejar la situación de manera correcta. Otro punto importante es que esta violencia, en ocasiones, deriva en violencia intrafamiliar. El hijo, tras la fase de acumulación,


puede llegar a la fase de explosión frente a cualquier estímulo de otro familiar, ya sean hermanos u otro pariente que conviva en el círculo familiar.

¿CÓMO SE SOLUCIONA LA VIOLENCIA FILIO-PARENTAL?

Una vez analizados los puntos clave de la violencia filio-parental, podemos aportar algunas soluciones:  las estrategias de prevención y  la intervención de los profesionales … son necesarias para romper la dinámica de la violencia. 1.

Por tanto, empezaremos por decir que una de las formas más efectivas de terminar con la violencia es la prevención. Antes de que la situación se produzca, los progenitores pueden orientar la educación del hijo hacia ambientes de no violencia, confianza, diálogo y comprensión, de forma que nunca se llegue a la fase de acumulación por parte de éste. Afecto, comunicación y disciplina son tres referentes educativos que deben ser equilibrados y aplicados por los progenitores.


2.

Si la prevención no es efectiva y se acaba entrando en el ciclo de violencia, lo importante es intentar modificar las actitudes que hemos estado viendo. Es decir, es necesario romper con la dinámica coercitiva, quebrar el ciclo.

3.

Otro punto importante es saber reconocer la situación y buscar ayuda externa antes de que empeore. Es importante destacar que en España existe una Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip) cuyo objetivo es promover el estudio, la enseñanza, la investigación, la regulación deontológica y la intervención de la Violencia Filioparental. Esta sociedad (Sevifip) destaca la importancia de buscar ayuda profesional para gestionar esta situación y, si es posible, acudir a un especialista desde el primer síntoma que nos alarme. En este sentido, destacar las medidas profesionales rigurosas y eficaces como las llevadas a cabo desde la Terapia Familiar Funcional y la Terapia Familiar Sistémica, terapias cuya filosofía se basa en que la conducta del adolescente ha de entenderse en el contexto en el que vive, y los objetivos de intervención van dirigidos a cambiar el patrón de interacción familiar y promover la colaboración entre los servicios implicados con el joven. La situación actual pone de manifiesto la importancia, no sólo de seguir ampliando el conocimiento sobre la VFP en todos sus sentidos, sino también de poner en marcha campañas de sensibilización y prevención temprana, ya que las consecuencias tanto para los jóvenes como para sus familias conllevan elevados niveles de sufrimiento y un importante coste vital. En conclusión, la violencia filio-parental no es algo que debamos tomar a la ligera ni que deba pasar desapercibido. Es un tipo de violencia grave que conlleva en la víctima pérdida de salud mental y calidad de vida. Los progenitores acaban sintiéndose impotentes, deprimidos, culpables y vencidos. Y, sobre todo, es un problema real y frecuente, ante el que debemos reaccionar, siendo la prevención y la educación los puntos clave.

Fuentes: www.lamenteesmaravillosa.com www.unir.net (Fundación Unir – Universidad Internacional de la Rioja). www.infocop.es, por Mª Luisa Martínez y Estefanía Estévez (Universidad Miguel Hernández de Elche).  www.psicologiaymente.com por Grecia Guzmán Martínez.   


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