FAMILIAS RECONSTITUIDAS: SEGUNDAS PAREJAS CON HIJOS
Madrastra: suena a la mala del cuento, por culpa de “Cenicienta”, “Blancanieves” y otros tantos relatos infantiles en los que esta figura siempre ha sido el personaje más despreciable de la historia. Así que esta circunstancia no ayuda a que los hijos acepten con naturalidad a las nuevas parejas de sus padres. Las consultas de psicólogos las conocen muy bien porque van en aumento. Las dificultades que enfrentan son complejas y se necesita todo un máster en el manejo de las emociones para librar la batalla con éxito. Hablamos de las familias reconstituidas, aquellas en la que uno de los miembros de la pareja o los dos aportan hijos de una relación anterior. Las investigaciones recientes sugieren que los niños de entre 10 y 14 años son lo que pueden experimentar mayores dificultades a la hora de adaptarse a una familia reconstituida, con actitudes de rechazo y/o enfrentamiento hacia el nuevo progenitor, porque se trata de una edad en la que están formando sus propias identidades.
Isabel acude a consulta preocupada por su situación familiar. Hace cuatro años se divorció de su ex marido, y desde entonces ha vivido sola con su hijo Óscar, de 12 años. Ambos han tenido siempre una relación muy estrecha: tenían muy buena comunicación y lo hacían prácticamente todo juntos. Pero ahora todo parece haber cambiado.
Familias reconstituidas: ¿Cómo hacer que mi hijo acepte a mi nueva pareja? Isabel lleva un año conociendo a una persona de la que se ha enamorado. Hace un mes decidieron empezar a vivir juntos en casa de ella, con vistas de consolidar su relación. Desde entonces, la relación con su hijo se ha enfriado considerablemente; ya casi no habla con ella como lo hacía antes, se encierra en su habitación a jugar a videojuegos y ha llegado a contestar de forma maleducada a la nueva pareja de su madre. Ella se percibe joven y no quiere quedarse sin rehacer su vida sentimental ni desea elegir entre su nueva pareja y su hijo, pero está angustiada y tiene miedo de que las reacciones de éste vayan a peor y de que la convivencia se vuelva insostenible. ¿Qué puede hacer para que Óscar entienda que su madre puede tener nuevas relaciones sin necesidad de perder el buen vínculo que tenían entre ellos?
Las familias reconstituidas, organización familiar
una
¿nueva?
Aunque familias reconstituidas ha habido siempre, hace algunas décadas eran mucho menos visibles, dado que no estaba bien visto que una persona se divorciara, y menos aún que volviera a emparejarse tras la separación, especialmente si tenía hijos a su cargo. Con la liberalización de la sociedad actual y el aumento elevado de los divorcios, cada vez es mayor el número de núcleos familiares en los que convive una pareja de reciente formación y los hijos de matrimonios previos (de uno de los dos, o incluso de ambos miembros de la pareja). Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2001 eran 235.385, y diez años después, en 2011, ascendían a 496.135, más del doble. Con el fuerte incremento de las familias reconstituidas aparece una nueva demanda social, que básicamente es de asesoramiento psicológico, ya que la convivencia de todos los integrantes de la nueva familia no siempre resulta fácil. Es bastante común que a los hijos les cueste aceptar la presencia de la nueva pareja en el hogar, y que se acaben creando diferencias que lleguen a alterar de forma indeseable el buen clima del hogar. Para que estas nuevas relaciones y vínculos tengan un buen inicio y desarrollo se necesita una gran dosis de paciencia, comprensión y comunicación. ¿Te interesa aprender cómo conseguir que tus hijos acepten al nuevo inquilino?
¿Por qué a los hijos les cuesta aceptar a la nueva pareja? El principal componente con el que ha de contar una familia para que exista un buen clima familiar es un alto grado de empatía entre todos sus miembros. Y la empatía es algo que se enseña con el ejemplo. Por eso, lo mejor que puedes hacer para que tu hijo te comprenda a ti es aprender a comprenderle tú a él primero. Para ello, es bueno que conozcas y entiendas algunas razones que pueden estar afectándole con respecto a tu nueva pareja: * Los mayores deben entender que, al principio, los niños pueden rechazar a la nueva figura, cuestionando sus atribuciones y la autoridad que se le pretende otorgar. Los hijos, inconscientemente, perciben a la nueva pareja de sus padres como un rival o presunto sustituto. No hay que caer en la trampa de sus provocaciones ni presionarles para le acepten rápidamente. * Los pequeños son más sensibles que los adultos a los cambios de rutina. El hecho de que haya un nuevo adulto en casa -que además es una figura parental- altera en gran medida el curso de la vida cotidiana. Tu hijo tiene que reajustarse al nuevo funcionamiento familiar. * Es habitual que lo desconocido genere una primera reacción de miedo: nos pasa a todos. Les provoca cierta inseguridad ya que se confirma para ellos la pérdida de sus padres biológicos como pareja. Además, tú has elegido a esa persona como tu pareja, pero tu hijo no ha participado de esa decisión. Probablemente todavía no le conoce lo suficiente como para crear una relación de verdadera confianza con esa persona que ahora convive con él. Todo al principio requiere de un período de adaptación. * Hay algo de lo que los hijos nunca se sacian, y es de la atención de sus padres. Cuanta más, mejor. Acostumbrado a tenerte para él solo, ahora tiene que compartirte. Inevitablemente (y aunque intentes lo contrario), pierde parte de
tu atención porque se la cedes a esa nueva persona; ¿No es lógico que eso le genere rabia y celos? Además, en algunos casos también pierde algunos privilegios, tanto tangibles (como dormir en la cama del progenitor) como simbólicos. * Normalmente, a los niños y adolescentes comprender la sexualidad de sus padres.
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cuesta
Aún no saben muy bien de qué se trata, ni en ellos mismos ni en los demás. Muchos se sienten violentos porque les molesta ver a uno de sus padres en un momento romántico con su nueva pareja, y sienten rechazo (algunos llegan a expresarlo como auténtico “asco”) ante sus muestras físicas o verbales de cariño. Tu hijo está en busca de una explicación a sus propias emociones románticas y su sexualidad, y, como toda etapa de cambio vital, no suele ser sencilla.
EFE/EMILY WABITSCH
Factores que influyen (positiva o negativamente) en una familia reconstituida
Existen una serie de factores que pueden aumentar o disminuir la tensión de la familia reconstituida, y son los siguientes:
- La edad del niño Mientras que los niños menores de 10 años suelen ser los que mejor aceptan al nuevo adulto, los niños de entre 10 y 14 años son los que más dificultades tienen para adaptarse. Cuanto mayores sean los hijastros, más difícil les resultará la adaptación al padrastro-madrastra", explica Álvaro Cabo Rivas, psicólogo clínico del Gabinete Psicológico GOP. "En primer lugar, porque llevan más tiempo con un modelo anterior y, en segundo lugar, porque cuando se trata de adolescentes que están intentado independizarse de la familia, les cuesta aceptar que la nueva pareja esté intentando reconstruirla". En este último caso, puede ocurrir que muchos padres y padrastros sin información confundan esta actitud de independencia del adolescente con el sabotaje de éste a la nueva pareja. Más que por el deseo de no querer ver a sus padres, a los adolescentes les disgusta vivir en dos casas porque normalmente les impide mantener la relación con sus amigos. Esta actitud suele ser entendida por los progenitores como una muestra de que no les importan o que están enfadados con ellos, en lugar de entender que a esta edad el grupo de amigos tiene mucha importancia. Además, es importante aclarar que muchos de los problemas que plantea el adolescente en la nueva familia los plantearía igualmente en la familia primaria"
- Causas por las que se disolvió la anterior relación entre ambos padres biológicos Por ejemplo, no es lo mismo si se trata de una separación voluntaria que si se trata de una separación por la muerte del otro progenitor. Este último caso es el más complicado, puesto que el hijo puede sentir que, teniendo una nueva pareja, su progenitor le está faltando al respeto al difunto, y le culpabiliza por ello.
- El apego que tiene hacia el otro progenitor Si la relación era dañina (por ejemplo, una separación por violencia de género), no resultará difícil aceptar una nueva pareja de ejemplo positivo. Sin embargo, si la relación de apego era buena y el niño mantiene estrecho contacto con la otra parte, puede negarse a aceptar a la nueva persona porque quererla sería una especie de traición a su verdadero progenitor.
- La personalidad y la predisposición de la nueva pareja y del niño No hay que olvidar que las actitudes tanto del niño como del nuevo miembro de la familia son importantes e influyentes. Puede existir una compatibilidad positiva, en el mejor de los casos, o ciertas diferencias de carácter y valores que complicarían la situación (como un adulto con actitud autoritaria, o un niño desafiante).
- El tiempo Cuando se conocen, las segundas parejas quieren correr mucho, es una vivencia muy fuerte y positiva y muchas veces se precipitan a la hora de decidir que quieren vivir juntos y formar una nueva familia. Hay que facilitar el paso a esta nueva etapa de familia, ir creando poco a poco el sentido de pertenencia, buscar y aprovechar los puntos de unión, a través de actividades comunes.
- La comunicación Normalmente no se les explican las cosas a los hijos, no se les dice: “esta es mi nueva pareja y queremos vivir todos juntos”. Se tiende a practicar la política de hechos consumados. Con tiempo y diálogo los hijos lo llevan mejor. -
Las fratrías o agrupamientos de hermanos
Las fratrías recompuestas son las formadas por hijos no comunes de uno o de ambos cónyuges nacidos de una relación anterior más los hijos comunes que puedan nacer de la nueva unión. En este caso nos encontramos con lo que los especialistas (Cherlin y Furstenberg, 1995; Théry, 1996; Poittevin, 2006) denominan siblings (hermanos de padre y madre), helfbrothers (medio hermanos de padre o de madre) y stepbrothers (cuasihermanos, hijos no comunes de los dos miembros de la pareja). Según se trate de un tipo u otro de fratría recompuesta, los cambios que introduce en la posición y status del niño/a son: Cambios en el orden generacional, pues puede pasar de ser el mayor dentro de su propia fratría de hermanos a ser el segundo o el menor en su nueva fratría recompuesta. Cambios en la distribución de los sexos: de tener solo hermanos en la propia fratría puede encontrarse con hermanas en su nueva fratría o viceversa. Cambios en el tamaño de la fratría: de ser hijo/a único/a puede pasar a tener varios hermanos/as (medio y/o quasi).
Etapas de la adaptación a la nueva situación familiar 1. Fase de luna de miel. Al principio de la convivencia de la nueva familia, es normal que todos intenten mostrar lo mejor de sí mismos. Los dos miembros de la pareja, ilusionados por formar una familia feliz, se muestran pacientes, comprensivos y constructivos ante los pequeños reveses cotidianos. 2. Fase del conflicto. Surgen las tensiones y se hacen evidentes las dificultades de adaptación. Los miembros de la familia se muestran pesimistas. En parejas poco consolidadas, la unión se
rompe; pero si se supera esta difícil etapa, el núcleo familiar continúa su progreso. 3. Fase de adaptación. Los conflictos se afrontan y se resuelven con más o menos éxito. Las relaciones, aunque no llegan a ser ideales, son más cómodas y adaptativas. La familia está más unidad y los sentimientos optimistas vuelven a aflorar. 4. Fase de resolución. Lo peor ha pasado. Las relaciones entre los miembros de la familia son de aceptación, respeto y a menudo de afecto. Los conflictos, cuando surgen, se resuelven de la mejor manera posible. El ambiente, en general, es cordial. El objetivo se ha conseguido.
Estrategias, claves, consideraciones. Estrategias iniciales para la aceptación de la nueva pareja Estos prácticos y sencillos consejos facilitados por la Psicóloga Lourdes Mantilla Fernández pueden ser de gran ayuda: Dejar pasar un tiempo prudencial después de producirse la separación y antes de dar a conocer una nueva pareja. No hay nada peor que presentar a la nueva pareja provocando un encuentro casual, sin haber hablado previamente de ella a su hijo. Es preferible que antes de conocer físicamente a esta persona se expliquen algunos detalles de su vida. Es preferible que los primeros encuentros se realicen fuera del hogar y que sean breves: compartir un paseo, una comida o un refresco es suficiente para el primer día. Dejar vía libre para que el niño le pregunte a la nueva pareja todo lo que desee saber, demostrando que no hay nada que ocultar entre ellos. Está en su derecho de saber quién es y cómo es. Dejar claro a los hijos que, a pesar de la aparición de esta persona, sus padres biológicos siguen siendo los mismos y que no van a perder su apoyo y cariño.
Limitar en el hogar los espacios, para que cada cual tenga la intimidad que necesita.
Siete claves para crear un buen clima en una familia reconstituida 1.- Id los dos a una, tú y tu pareja Los primeros que debéis poneros de acuerdo sois vosotros, intentando aunar vuestros estilos educativos.
2.- Crear juntos unas normas Crea unas normas explícitas de respeto en casa hacia todos los miembros de la familia (incluidas mascotas), y también hacia el cuidado de lo material.
3.- Comunícate, habla con tu hijo Exprésale tu situación, tus emociones y sentimientos, y también tus miedos y preocupaciones (por ejemplo, con respecto a la convivencia familiar con la nueva pareja). Para él será mejor saber de primera mano lo que está ocurriendo antes que notar que le ocultas algo. Adapta la conversación a su nivel de comprensión según su edad.
4.- Ponte en el lugar de tu hijo Exprésale siempre que puedas tu comprensión y tu cariño, tanto con palabras como con gestos de amor y reconocimiento. Dile (y demuéstrale) que no le vas a querer menos por tener una nueva pareja. Transmítele seguridad; es lo que necesita.
5.- Mantén los hábitos Procura mantener los hábitos que teníais juntos antes de que apareciera la nueva pareja. Dedícale tiempo de tu día, un espacio que sea para él y en el que nada ni nadie os interfiera. Eso le hará sentir que sigues ahí, por lo que estará mejor predispuesto a aceptar a tu pareja.
Fototeca Elena
6.- Aumenta progresivamente la autoridad de tu pareja No es fácil acatar, de un día para el otro, la autoridad de un “intruso”. Por eso, al principio, es preferible que seas tú quien continúe con la mayor parte de responsabilidad de la crianza, para ir
progresivamente, y con el paso del tiempo, equilibrando los papeles. Si nada más llegar el nuevo adulto pretende imponer sus normas, implantar su estilo y hacer valer su autoridad, el fracaso está asegurado. Es preferible que al comienzo se dé una relación más horizontal y amistosa entre el hijo y la nueva pareja, para consolidar la confianza.
7.- Respeta los tiempos y la distancia Respeta los tiempos del niño y su distancia si fuera necesaria. No intentes forzar la unión o la buena relación con la nueva pareja, ya que a veces eso produce justo el efecto contrario al esperado. Deja que todo siga su curso natural y espontáneo.
Consejos y consideraciones varios Para concluir, algunos consejos concretos y consideraciones que pueden ser de utilidad en el día a día.
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Ser uno mismo, actuar con naturalidad y no representar el papel de "padre bueno" porque los niños ya tienen un padre.
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Ser primero esposo-esposa y después padrastromadrastra. La actitud de los pequeños puede influir negativamente en la relación de pareja.
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No convertirse en padrastro-madrastra si no se quiere, pero es obligatorio ser honesto con los niños desde el principio.
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Definir claramente su papel dentro de la familia, hacerse respetar y respetar a los demás.
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No confundir 'querer a la pareja' con 'querer a los hijos de ésta', ni pensar que porque la pareja le quiere también le van a querer sus hijos.
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No forzar el vínculo entre hermanastros, tiene que cuajarse de forma natural, los adultos crearemos situaciones que lo favorezcan, nada más.
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Reaccionar con serenidad ante descalificaciones como “tú no eres mi padre”. Ante este tipo de frases se puede responder diciendo: “Es verdad, no soy tu padre, pero a él le gusta que las cosas las hagas así y yo también creo que es mejor”. De este modo, sentirá que nadie rivaliza con nadie y se respetan los lugares de todos los miembros de la familia.
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Aceptar con naturalidad la desconfianza, el malhumor o las reacciones defensivas de un primer momento. Hay que tener en cuenta que es, al menos, la tercera situación familiar por la que pasa: la de vivir con sus padres biológicos, la de hacerlo con padres separados y la de integrar a la nueva pareja en la familia.
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Entender que, al principio, los niños pueden rechazar a la nueva figura, cuestionando sus atribuciones y la autoridad que se le pretende otorgar. Los niños, inconscientemente, perciben a la nueva pareja de sus padres como un rival o presunto sustituto. No hay que caer en la trampa de sus provocaciones ni presionarles para le acepten rápidamente.
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Rol de la nueva pareja: no se trata de ponerse en el lugar del padre o la madre, ya que nunca podrán ser del todo sustituidos. Es preferible tratar de potenciar y aceptar la relación con el progenitor que no vive con él, ya que tiene un lugar incuestionable dentro de su psiquismo.
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Es importante fomentar nuevas relaciones en la "nueva familia", sobre todo si los hijos son chicos o adolescentes. Por ejemplo, que padrastros y los hijastros tengan algún proyecto en común, o hagan actividades juntos.
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Para poder desarrollar estas relaciones, se necesita tiempo y cuidado. Forzar a un hijo a amar a su madrastra o padrastro es imposible y contraproducente. La expectativa del amor instantáneo entre padrastros e hijastros puede conducir a muchas decepciones y dificultades. Por lo regular son necesarios dos años y, a veces, más.
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Pocos saben que si la nueva pareja se une en matrimonio, el padrastro o madrastra pasa a ser pariente político de los hijos de su cónyuge. Este parentesco - por afinidad en primer grado: equivalente al del yerno con su suegro- crea una obligación de protección y cuidado hacia el hijastro, y ubica legalmente a la nueva pareja dentro de la "nueva familia".
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Las decisiones más importantes sobre la educación del hijo deberían ser consensuadas por el padre y la madre aunque estén separados, lo que no excluye que se le deba hacer entender que ha de cumplir las normas de la nueva familia.
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El niño debe poder elegir el tipo de relación que desea o puede mantener con la nueva pareja de su padre o madre. Por tanto, no hay que imponerle que le llame "papá" o "mamá", ni criticarle si se dirige a él por su propio nombre.
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Por otro lado, muchos niños fantasean con la idea de que sus padres se reconciliarán un día y serán de nuevo una familia feliz. Mientras el intruso aparecía sólo de vez en cuando no era una amenaza; ahora que está aquí para quedarse echa por tierra las esperanzas de ese soñado final de cuento de hadas. Puede incluso que el ex o la ex les transmita su resentimiento y su antipatía hacia el recién llegado; o puede que, si éste les cae bien, se sientan culpables, como si estuvieran traicionando a aquél o aquélla.
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Ser padrastro o madrastra es una tarea poco clara y a veces difícil. El mito de la madrastra malvada puede producir malestar en muchas mujeres; y factores personales, culturales y estructurales afectan el rol del padrastro. En este sentido, si la nueva pareja tiene hijos, no discriminar entre los de la vieja y de la nueva unión, proporcionando más exteriorizaciones de cariño y complacencia a cualquiera de ellos, es elemental.
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El ser padrastro o madrastra es generalmente mucho más productivo si la persona crea su propio rol.
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Es importante que la pareja aparque el intercambio de pareceres para cuando se encuentre a solas. Si los niños intuyen que no existe un frente común y sólido, aprovecharán las grietas para intentar salirse con la suya, manipulando las diferencias de criterio para enfrentar a uno contra otro.
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La carga del pasado. Cada vez hay más casos de divorcios de segundas relaciones, porque se da un planteamiento muy ingenuo que parte de la premisa de “he fracasado una vez y no voy a equivocarme otra”. Todas las expectativas se disparan ante la nueva relación. La carga del pasado, si se ha dado una ruptura dolorosa, planea también sobre la nueva relación y al mismo tiempo en el que te ajustas a la nueva familia hay que aprender además a manejarse con ésta pérdida y el proceso emocional que conlleva.
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La intromisión de los cónyuges anteriores puede ser otra dificultad añadida y todos los psicólogos aconsejan además que los padres/madres no hablen en contra de sus ex delante de los niños, sus postura debe ser lo más conciliadora posible fomentando la comunicación y el contacto entre ellos.
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Además las normas de funcionamiento, historia y rituales de cada miembro de la pareja son diferentes y hay que aprender a ajustarlos.
Autoridad y disciplina Las consecuencias o castigos que aplicar ante un mal comportamiento acostumbran a ser un punto de fricción en los primeros años, sobre todo con los pequeños que ya no lo son tanto. Cuanto mayores sean los hijos, más acostumbrados estarán a recibir órdenes de sus padres y madres y más extraño les resultará identificar a la nueva pareja como figura de autoridad. Explica el psicólogo Carlos Gayoso que la autoridad de las decisiones con relación a los hijos debe recaer siempre en los padres biológicos, ya que así funcionan mucho mejor y además se evita que se rebele o acumule resentimiento, sin desterrar la posibilidad de que en un momento dado el padrastro pueda ejercerla,
sobre todo, cuando cuenta con el apoyo del padre biológico. "Lo recomendable es que tenga siempre el respaldo del padre biológico para ejercer autoridad y que la ejerza en momentos puntuales”. En las situaciones en las que no se encuentre presente, su pareja debería situarse simplemente como “el adulto a cargo de la situación”. Especialmente al principio, hay que tener mucha precaución y dar tiempo a los niños, primero, para que se habitúen a su presencia, y, segundo, para saber que también pueden recibir órdenes de ellos e, incluso, les pueden imponer castigos. “Llega un momento en que la nueva persona está tan integrada que actúa con los niños de una forma natural, aunque no sea el padre o la madre biológicos", detalla. Para Álvaro Cabo, el padrastro o la madrastra "pueden y deben mostrar autoridad ante los niños" porque, a su juicio, el grado de cohesión de la nueva familia es directamente proporcional al grado de cohesión de la pareja. Esto significa que el padre o la madre que ha formado una nueva pareja debe admitir "y exigir" que ésta participe en la educación de los hijos, ya que de lo contrario se convertiría en una figura de adulto extraña en el hogar y en la vida afectiva del niño. Por ello, el psicólogo considera que cuando el segundo matrimonio falla casi siempre está causado por discusiones sobre los hijos, porque la autoridad de padrastros y madrastras no es aceptada generalmente por los niños hasta que se establece una relación amistosa entre ellos, que suele tardar entre uno y dos años. Es muy importante que los miembros de la nueva pareja se apoyen mutuamente y que el padre o madre biológicos cedan poco a poco terreno al padrastro-madrastra en casa con los menores. Es fundamental que cuente con el respaldo del padre y de la madre para ejercer esa autoridad y que los hijos reciban el mensaje de que, en su ausencia (de los padres biológicos), deben cumplir esas instrucciones. Sólo así el padrastro o la madrastra podrán ejercer más adelante la autoridad aunque el progenitor se halle en casa, porque conocen el respaldo de los padres a esta actuación.
Fuentes El Portal del Hombre. Estefanía Mónaco Gerónimo (Psicóloga). Familias reconstituidas: todo un máster en el manejo de las emociones. Pilar González Moreno. Madrid/EFE/ 25.01.2016 Magazine de la Vanguardia, sección de Salud-Psicología La Voz de Galicia, programa Prensa-Escuela. “La novia de mi padre” http://www.inteligencia-emocional.org. Fundación Retoño http://www.solohijos.com http://www.consumer.es/web/es/salud/psicologia/2006/03/08