Padres frente a piercings y tatuajes de sus hijos adolescentes

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Padres frente a piercings y tatuajes de sus hijos adolescentes

Estamos papá, mamá o ambos en el salón o en la cocina viendo la tele o leyendo cuando, de repente y con sigilo, aparece nuestro querido/a adolescente rondando con su cortejo habitual. Empieza nuestro “mosqueo”. A continuación viene la frase de “quiero hablar con vosotros”, y ya nos ponemos en alerta como un perro de caza cuando ve a su presa. Y por fin la bomba: “Me quiero hacer un tatuaje (lo puedes sustituir por un piercing)”. Se acabó la tranquilidad. Problema al canto. Lo dice firmemente convencido. Nada le va a disuadir de su deseo; sus amigos también lo hacen y él/ella no va a ser menos. ¿Cómo actuar? Ante esta situación, la inmensa mayoría de los padres responden con negativas tajantes: “Ni lo sueñes”, “te vas a arrepentir de por vida”, “mientras vivas bajo mi techo ni hablar”, “no te contratarán en ningún sitio con un piercing”, “eso es de perroflautas”, etc. En muchos hogares esta noticia cae como un jarro de agua fría. Estalla la tormenta, se genera cierto conflicto familiar y, pasado un tiempo, parece que las cosas se vuelven a calmar. Pero si tu hijo vuelve a la carga, ¿qué se puede hacer? ¿Qué recomiendan los psicólogos? La verdad es que, a priori, el hecho de que un menor de edad quiera pintar el cuerpo o agujereárselo no es un asunto sencillo ni recomendable, sobre todo porque los chicos están pensando en el corto plazo, en cumplir sus sueños de hoy, mientras que los padres están con el ojo puesto en el día de mañana: ¿qué será de sus hijos si se hacen eso que tanto desean? ¿Cómo les afectará?


Sobre el papel, lo más lógico sería que los niños no decidiesen nada de eso hasta alcanzar cierto nivel de madurez, pero ¿quién nos garantiza la edad a la que son maduros para tomar buenas decisiones? Nadie. Así que, para resolver esta duda, podríamos establecer la mayoría de edad, los 18 años, como momento para dejarles decidir. Esta es una realidad cada vez más frecuente, de hecho hay estudios que confirman que hasta un 33% de adolescentes de 3º y 4º de la ESO se han realizado alguna de las dos cosas, y que al 80% de este grupo de edad le gustaría hacérselo en un futuro.

La edad media en la que se realizan estas prácticas es de 15,3 años, por debajo de la edad legal para poderlo hacer sin permiso de los padres, que es de 16 años; de los 16 a los 18 años, con vuestro consentimiento y a partir de los 18 años ya pueden hacer quieran al respecto, queramos o no.

Razones por las que un adolescente quiere un piercing o un tatuaje 1.- Símbolo de identidad La principal razón es sentirse diferentes a los otros adolescentes y para ello se tatúan, se convierten en seres únicos externamente, pero a la vez, tienen un comportamiento gregario, ya que no les importa amontonarse detrás de sus cantantes, deportistas e incluso, políticos preferidos. 2.- Acto de afirmación o de rebeldía Un motivo es la rebeldía, especialmente contra los padres, pero también contra la familia o la sociedad. Si nuestro hijo adolescente se tatúa o se hace un piercing sin nuestro consentimiento debería pensar, sobre todo, en el ejemplo que está dando a sus hermanos menores con el posible efecto dominó, más -esencialmente- una falta de comunicación con los padres, ya que a ellos debería haberse dirigido buscando su opinión y aprobación.


3.- Expresión de la pertenencia a un grupo En algunas ocasiones indican la pertenencia del adolescente a alguna banda o tribu urbana ya que – en el caso de los tatuajes – al ser perennes, indican la continuidad de por vida en dicha banda, tribu o marca. Puede ocurrir que, una misma tribu, establezca un determinado tatuaje – como si fuera un mensaje secreto – que, a su vez, es interpretado como una provocación por una tribu contraria. Este mismo deseo de pertenencia es aplicable a otros grupos de su entorno ya sea familia, colegio, deporte,…ya que los adolescentes se hallan en el período de búsqueda y adaptación de su propia identidad que les llevará a convertirse en adultos.

4.- Verse más atractivos La Sociedad de Investigación y Consumo de Nuremberg hizo un estudio en 2007 según el cual un tercio de los adolescentes de menos de 20 años creen que los piercings y, especialmente los tatuajes, les embellecen. Ahora, haz un ejercicio de memoria – vamos, que tampoco ha pasado tanto tiempo – y recuerda cuando te querías poner un pendiente en la oreja, ¿nos acordamos? Además, según el mismo estudio, un tercio de los adolescentes de menos de 20 años creen que si sus piercings son alfileres o aros, esto les hace más atractivos para el sexo contrario. En cambio, los tatuajes gustan de una forma diferencial. Al 40% de las chicas pero sólo al 11 % de los chicos y – curiosamente – cuando se traspasa la línea de los 20 años y hasta los 30 años, estos porcentajes se invierten, de modo que los tattoos gustan más a los chicos. Y, para acabar de completar el estudio, decir que a un 10% de las adolescentes les resultan atractivos los tatuajes en los chicos mientras que a estos les pasa en un 25% de las chicas.


5.- Sexual Hay diferentes estudios según los cuales los piercings genitales los usan un 50% de los adolescentes – a pesar de ser más comunes en adultos – para aportar un nuevo tipo de estimulación y, por tanto, una nueva experiencia sexual. La mayoría son chicos que lo hacen es para proporcionar placer a sus novias, como prueba de amor o, sencillamente, porque están bajo los efectos del alcohol o por un impulso irrefrenable. 6.- Moda Los adolescentes también definen su identidad a través de la moda y eso es lo que hace que vayan vestidos, más o menos, siguiendo los dictados de una misma tendencia o que lleven el tipo de peinado “a la última”, pero también, que escuchen “su” música, lean a “sus” blogueros o influencers y, por tanto, se hagan su piercing o su tatuaje, simplemente como parte del ritual de esta moda que les engulle como una ola. Aunque las chicas se inician en esto de la moda antes que los chicos, para ambos sexos la forma de vestir se identifica con su propia manera de ser. Por tanto, la moda juvenil es una forma de reafirmación en quién soy yo y a qué grupo pertenezco, por oposición a otro grupo y, a la vez, a los propios criterios de los adultos. De esta manera, llevar pantalones caídos o rotos, enormes sudaderas o camisetas muy ceñidas, tops que dejan al descubierto el ombligo, una visera en un día nublado y un piercing que “atraviesa” la lengua, se conforma en todo un sistema de signos – un lenguaje – con el cual se comunican con sus iguales que entienden el mismo lenguaje. Sin embargo, los “carrozas” de sus padres, no entienden ese código o bien lo interpretan de otra manera, con lo cual hay malentendidos que suelen generar múltiples conflictos.

¿Puede ir aumentando hasta convertirse en adicción? En principio, el “culto” a la imagen y a los complementos decorativos en la piel es controlado por los adolescentes, pero en algunos casos, puede derivar en una práctica de tipo adictivo, ya que el sujeto no es capaz de “parar”. Estamos hablando en el fondo de un conflicto con la propia identidad. No sé quién soy, mi yo verdadero, me busco y en esa búsqueda creo que si cambio mi imagen – múltiples veces- me encontraré a mí


mismo. Sin embargo, llegados a ese punto, probablemente estemos hablando de trastornos de personalidad, especialmente de tipo obsesivo- compulsivo más trastornos de ansiedad o depresivos, entre otros. Nos podemos preguntar si estos adolescentes necesitan ayuda y diríamos que, efectivamente, si ello está afectando a su vida personal, familiar, social, académica o laboral, es el momento de iniciar una terapia psicológica puesto que es posible que hayan perdido el control y producido una pequeña distorsión de la realidad, creando una situación que les podría poner en peligro.

¿Se produce alguna reacción a nivel cerebral? Existe una estructura cerebral denominada sistema mesolímbico, una de cuyas funciones es otorgar recompensas a los sujetos en forma de sensación de placer, ya que segrega varias hormonas como la dopamina. Por tanto, en el adolescente que se hace modificaciones corporales se activa dicho sistema, con lo cual -al sentir placer- aumentan las posibilidades de que las repitan, bien porque el adolescente se siente así más interesante y atractivo o porque funciona como si fuera una automutilación (placer en el dolor).

Por tanto, es muy posible que el adolescente que empieza por un piercing, se acabe haciendo uno o más tatuajes y, al revés, con lo cual podríamos decir que el cerebro los inicia en la “adicción”, pero sólo en determinados casos los adolescentes acabarán convirtiéndose en “adictos”.

¿Qué hago si mi hijo me dice que quiere hacerse un piercing y/o un tatuaje? Primera aproximación: pautas generales ¿Entonces, se les deja o no? Una vez puesto el primer límite de los 18 años también hay que tener en cuenta que cada familia tiene sus normas y su manera de ser. Tan respetable es quien prohíbe estas prácticas en sus hijos como quien lo permite con ciertas reservas. No obstante, hemos de tener en cuenta que la negativa tajante suele generar conflicto y rebeldía.


La necesidad de ser ellos mismos y cumplir sus objetivos puede llevarles a saltarse las normas más férreas en un arranque de autoafirmación adolescente. Si optas por la vía intermedia -dejarle pero con condiciones- puedes hacer un trato con él: hacerse un tatuaje reversible (duran un tiempo y se pueden quitar) y, si al cabo de unos meses sigue convencido, permitirle hacerse uno pequeño y en una zona que no interfiera en su vida futura. Eso sí: no le deberíamos financiar el coste. Si lo hace con su propio dinero, puede pensarlo mejor o, al menos, valorar bien la decisión. Si opta por el piercing y vas a transigir, negocia con tu hijo para que lo haga de pequeño tamaño y en una zona de poco riesgo, para que pueda cicatrizar sin problemas si cambia de opinión. No hay un criterio infalible; la vida en general supone ir bregando con los acontecimientos y retos que nos va planteando, así que medítalo, no actúes por impulsos y pide consejo a un psicólogo si necesitas aclararte antes de autorizar o no a tu hijo. Lo que siempre supone una ventaja es educar bien a los hijos, pues esto favorece la toma de decisiones maduras, así que no dejes de enseñarle.

Prohibido prohibir. Cuando a un adolescente se le prohíbe algo, se le está abriendo la puerta de los deseos más inconscientes; quizás sólo quería saber vuestra opinión, pero al usar una prohibición, le habéis abierto los ojos hacia algo que le parece mucho más atractivo que antes de contarlo. Por tanto, evitar el conflicto es muy importante, pero igual de importante – o quizás más – es que vuestras frases empiecen con un “ no” rotundo. Además, vuestro hijo va a pensar que no confiáis en él, en su madurez para tomar decisiones y esto sí va a ser claramente perjudicial para la relación familiar. Vamos a hacer un ejercicio muy sencillo, a través de algunos ejemplos: 

No le digas “y no te lo vas a hacer porque a mí no me gusta “. Piensa que él es otro individuo, diferente de ti, y no olvides que se hace como una afirmación de su identidad, por lo que le estás armando de razones para hacérselo por su cuenta. Dile mejor “a mí no me gustaría que te lo hicieras, pero te respeto”. No le digas “No te lo dejo hacer porque esta moda no va contigo”. Es el mismo caso anterior sólo que – como también hemos dicho- otra de las razones por las que se lo hacen es precisamente para “ir a la moda”. Dile mejor “pues, fíjate, que yo te hacía más de otro estilo, pero ya veo que no entiendo de moda, aunque estas son pasajeras, ¿qué harás entonces, cuando pase?” No le digas “No te lo dejo hacer porque aquí mando yo”. Piensa que también se lo hacen como manera de expresión de su espíritu rebelde y eso es tanto como


prohibir. Dile mejor “Mira, cuando te veamos mejor en el instituto, menos irritable, porque es tu cuerpo y ahora, quizás, podría ser una decisión equivocada”.

Dialogar sinceramente. Es muy importante que le deis a vuestro hijo/a la oportunidad de explicar exactamente lo que quiere y cómo lo quiere y que, a su vez, vosotros le podáis explicar tanto los riesgos como los inconvenientes. Es básico que vosotros, como padres, tengáis todos los elementos para valorar si su deseo procede de un interés real como resultado de una expresión de su propia identidad o sólo sigue los designios de una moda que – como acabamos de decir- puede ser pasajera. Si decides que tu hijo no se haga un piercing o tatuaje, de momento, pacta. El adolescente no va a comprender por qué te niegas “después de tanta charla”, si no le das unas razones plausibles, coherentes, en positivo. De lo contrario, lo va a entender como un menosprecio a sus deseos y, por ende, a sí mismo y es más que posible que tengas a tu hijo con un piercing/tatuaje con o sin tu consentimiento. Por tanto, mejor reflexionar juntos las causas para hacerse la modificación corporal, que pueden ser desde cualquiera de las anteriormente mencionadas, hasta imitar a alguien, no sentirse menos que ese alguien o sencillamente, quedar bien con su grupo. Hablad – siempre en positivo – de las diferencias existentes entre “mi imagen real” y “la imagen que quiero proyectar” y de los posibles, o no, desajustes entre ambas; de usar el piercing o el tatuaje para “marcar mi personalidad”, porque eso es un error, la personalidad es una cuestión interna, no la llevamos expuesta. Tened en cuenta que vuestro hijo puede decir “no me dejáis tener mi propio criterio” y, de la misma manera, explicarle que el piercing le puede hacer sentir mejor pero, obviamente, no cambia las opiniones que el adolescente pueda tener acerca de éste u otro tema.

Explícale los inconvenientes en el futuro. Cuando tus hijos adolescentes se conviertan en jóvenes a la búsqueda de su primer trabajo, llevar un piercing y especialmente un tatuaje, puede significar un problema para muchas empresas. De hecho, un estudio realizado por la Universidad de Milkwaukee demostró que aquellos candidatos que aparecían con piercings en las cejas eran menos elegidos que el resto por parte de la empresa y a igualdad de currículum. Si hay algo obvio es que tanto los piercings como los tatuajes son formas de decoración corporal, que no hacen ni mejores ni peores a las personas que lo llevan, que aunque existan estudios que señalen una mayor tendencia al consumo de estupefacientes, eso no significa que exista relación directa entre ambos aspectos y que, en cualquier caso, debe respetarse como expresión de la identidad de la persona que lo lleva. Sin embargo, numerosas empresas encuentran incompatible el tener entre su plantilla a personas con decoración corporal puesto que consideran que no dan la “imagen de marca”. Una posible solución sería decorarse en zonas del cuerpo no expuestas a ser vistas, es la única forma de que, dentro de unos años, tus hijos no se arrepientan de no


haberte hecho caso. Piensa que, en el fondo, tu hijo/a esta tan desconcertado como tú, se halla en “una tierra de nadie” entre niño y adulto, entre las normas y límites que les imponéis y el placer que siente al saltárselas debido a su espíritu rebelde. Es en este periodo conflictivo cuando vosotros, como padres, debéis hacer un esfuerzo para que el adolescente cumpla vuestras exigencias mínimas sin alterar la paz familiar y sin entrar en conflicto con ellos.

Recomendaciones y/o consejos frente a la práctica de un piercing o un tatuaje (información institucional) Las condiciones que se deben cumplir para aplicar estas técnicas invasivas de tatuaje y perforación cutánea, están reguladas por la ley, que establece los procedimientos para garantizar su aplicación y disminuir el riesgo de transmisión de enfermedades a través de la sangre (como la Hepatitis, o el virus del SIDA) entre otras. Antes de tomar la decisión de realizarse un piercing o un tatuaje hay que tener en cuenta varias cuestiones:

Lo Primero... Confirmar que el establecimiento está autorizado por el Ayuntamiento local para el ejercicio de las actividades de arte corporal que pretendes recibir. Asimismo, el profesional que te aplicará la técnica debe estar en posesión de la certificación válida que le acredite para poder realizarla (ésta se obtiene por una de dos vías: por la


convalidación expresa de la formación teórica y práctica, o tras superar en centros homologados los cursos preceptivos -de un mínimo de, generalmente, cuarenta horas-). Todo usuario tiene derecho a recibir la información completa sobre todo el proceso de la aplicación, los cuidados necesarios posteriormente y las posibles complicaciones, y es obligación del establecimiento facilitártela. Si es preciso, pregunta en distintos sitios. Para más información, puedes consultar en los organismos de salud de tu provincia.

Instrumental y Local Se debe tener en cuenta que las técnicas invasivas de arte corporal no son inocuas y que, además del representar un riesgo elevado de transmisión de enfermedades, pueden ocasionar infecciones y/o reacciones alérgicas en nuestro organismo. Para reducir los riesgos, el instrumental debe estar debidamente esterilizado o ser de un solo uso. El local debe estar limpio, contar con suficiente ventilación y una zona de lavado de manos, limpia y fácilmente accesible. El personal aplicador debe utilizar guantes estériles de un solo uso y, opcionalmente, mascarilla.

¿Y después...? El profesional que te ha aplicado la técnica debe explicarte los cuidados que deben realizarse después de la aplicación. En la mayoría de los casos estos cuidados son responsabilidad del propio usuario, así que deberás seguir las indicaciones según los casos. Tras una técnica invasiva puede ser que haya que realizar una limpieza especial o aplicar algún producto concreto con una frecuencia determinada para garantizar una correcta cicatrización. Una recomendación general para estos casos suele ser la abstención de tomar el sol durante las primeras semanas, cubriendo la zona con protectores solares o vendaje según la amplitud del área tratada. Para el caso de piercings, existirán diferentes cuidados necesarios según el tipo y la zona de aplicación y es muy importante seguirlas. Adicionalmente, para los accesorios a utilizar es recomendable utilizar materiales nobles (como el oro) para reducir el riesgo de reacciones alérgicas y adversas para nuestro organismo. En todos los casos, si el resultado no es el que era de esperar, se puede hacer uso del libro o impreso de reclamaciones, que debe estar disponible en cualquier establecimiento público.


Fuentes: www.siquia.com Artículo de María Dolors Mas (psicóloga) www.elportaldelhombre.com Artículo de Manuel Fernández Antón (psicólogo) www.juntadeandalucia.es/salud Tatuajes y piercings


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