4 minute read

El espacio público como espacio político en Venezuela

ción en la población, y consolidará un modelo de ciudad autista que rechaza todo signo de conflicto y diferencia, pero que, sin embargo, acentúa la anomia social y la indiferencia frente a la consolidación de estas fronteras que se reafirman a partir de la exclusión del otro.

La naturaleza política del espacio público trae consigo el conflicto y la negociación, puesto que cada grupo social se apropiará y utilizará el espacio público para manifestar y evidenciar posturas diferentes frente a acontecimientos y situaciones de la vida urbana, social, económica y política que comienzan a generar malestar entre la población. Acciones como «[…] tomar las calles, ocupar una plaza pública, tatuar las paredes […] constituyen recursos […] para manifestar su disenso y oposición en un espacio que permite, precisamente, la visibilidad y la publicidad de la protesta» (Makowski, 93).

En este sentido, «desde la perspectiva de Borja, los espacios públicos cumplen una inminente función política al constituirse en escenarios de manifestaciones de afirmación o de confrontación social y política, así como de procesos comunitarios que requieren de plazas, avenidas y calles para su expresión» (Makowski, 93). Existe en consecuencia, una codependencia entre el espacio físico (contendor) y el espacio social y político (contenido), uno no existe sin el otro.

Otra concepción del espacio público como espacio donde se hace visible la protesta, es la planteada por Sandra Pinardi (23), denominada espacio de la ceguera, entendido éste como «el acontecimiento mismo del espacio, es el espacio-acontecimiento, el tener “lugar” de algo (que no es ni el algo ni el lugar —sitio— donde está ubicado)». Esta definición surge a partir de un acontecimiento cívico de raíces políticas, como lo fue el paro general ocurrido en Venezuela entre los meses de diciembre de 2002 y enero-febrero de 2003, así como de las manifestaciones públicas que lo acompañaron, donde espacios como la Plaza Altamira en Caracas y la Plaza de la República en Maracaibo, por señalar sólo dos que, claramente, se trasfiguraron en el lugar de la disi-

dencia política del gobierno del difunto presidente Hugo Chávez. Este fenómeno, de polarización política manifestada en el espacio público, produjo lecturas sesgadas de los espacios, convirtiendo la afiliación política en un límite intangible para la apropiación y uso de dichos espacios públicos. Hoy «... las diferencias ideológicas no sólo se manifiestan a partir del debate (acalorado), sino a partir de la apropiación y delimitación de territorios» (Ontiveros, 407).

Estas acciones de calle, comienzan a instaurar sentimientos de frustración, miedo y descontento, que disuaden y excluyen a otros grupos sociales e individuos de la apropiación y uso de estos espacios públicos, al otorgarles significados que modifican la percepción que se tiene de estos lugares, al tiempo que los mismos son asociados con determinados grupos políticos (opositores u oficialistas) y/o acciones delictivas o de represión, que llevan al abandono de éstos.

En el año 2014, se vuelve a tomar la calle y los espacios públicos pero en esta oportunidad las acciones son encabezadas por los estudiantes a nivel nacional, iniciándose las protestas en la ciudad de Mérida, para rápidamente ser replicadas en las principales ciudades de Venezuela (San Cristóbal, Caracas, Maracaibo, Coro y Valencia, entre otras), esto en reclamo a la grave situación de inseguridad, violencia, desabastecimiento de productos básicos y el alto nivel de inflación que vive el país.

A las protestas estudiantiles, posteriormente, se unieron distintos sectores de la sociedad civil, prolongándose las acciones de calles por más de cuatro meses (enero, febrero, marzo y abril, 2014), tiempo durante el cual, los estudiantes, —principalmente— fueron brutalmente reprimidos por la Guardia Nacional Bolivariana (gnb) y por el Cuerpo de la Policía Nacional Bolivariana (cpnb), al tiempo que las protestas eran criminalizadas en los discursos del presidente Nicolás Maduro, quien respaldó las acciones ejecutadas por la gnb y el cpnb (figuras 19, 20 y 21).

Debido a esta fuerte represión y violación de derechos humanos por parte del Gobierno Nacional, las protestas llevadas a cabo durante esos meses, dejaron un saldo de 43 muertos, 873 heridos, 3123 detenidos y 3400 encarcelados (279 menores de edad) en el año 2014

Figura 19.

Manifestaciones en la Plaza Altamira, Caracas y en la Plaza de la República, Maracaibo, 2014

Figura 20.

Represión a manifestantes en Venezuela, 2014

Fuentes diversas.

Figura 21.

Caricaturas de Pedro León Zapata, febrero y marzo 2014

Fuente: Periódico El Nacional.

(Foro Penal venezolano, 2015). Asimismo, el líder opositor Leopoldo López (febrero 2014), el alcalde opositor de San Cristóbal, Daniel Ceballos (marzo, 2014), el alcalde opositor del municipio San Diego, Edo. Carabobo, Vicencio Scanaro (marzo, 2014), fueron encarcelados y aún continúan presos por apoyar estas manifestaciones. En febrero de 2015, el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, fue encarcelado por conspirar presuntamente contra el gobierno venezolano.

En la ciudad de Maracaibo, la Plaza de la República, uno de los dos espacios públicos donde se realiza el estudio, se consolida como espacio físico donde se visibiliza la lucha y la protesta contra la violencia y la represión del Gobierno Nacional frente a las manifestaciones estudiantiles. Se constituye en el lugar simbólico de la condena de las acciones de quienes ostentan el poder y lo imponen mediante el miedo y la tortura, irrespetando el derecho que todo ciudadano tiene de manifestarse pacíficamente (figura 22).

Figura 22.

Llamado de los estudiantes y la sociedad civil a manifestarse en Plaza de la República, 2014

Fuentes diversas.

3

This article is from: