EN BICI POR
HOLANDA
EN BICI POR HOLANDA De cómo cua tro primos, co n intención de conocerse mejor, decidie ron ir a Holanda y an dar en bici en un viaje de coste redu cido. Durante ocho días siguieron la ruta LF9b –la nue va costa que se trazaría si los diques fallaran– de s ur a norte, completando un total de 47 5 kilómetros, de forma más o menos satisfactoria.
En bici por Holanda Del 26 de junio al 8 de julio de 2012
2013, Xabi Requejo Es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente tanto el texto como las imágenes, así como de remezclar o transformarlos. Sin embargo debe reconocer los créditos de la obra y no puede utilizarla para fines comerciales. Si la altera o transforma, o genera una obra derivada, deberá distribuir la generada bajo una licencia idéntica a ésta. ii
INTRODUCCIÓN
Mi nombre es Xabi, y en marzo de 2012 mis primos Aitor, Maite y Unai, tomamos la decisión de marcharnos juntos de vacaciones. Todos nosotros pusimos nuestras exigencias: en el destino se tenía que hablar un idioma que no conociéramos; debía tener la posibilidad de realizar actividad física: visitar iglesias románicas nos hubiera hecho parecer 30 años mayores; y el viaje no podía ser demasiado caro. Finalmente, una vez descartados países de la antigua Unión Soviética, y Reino Unido, la elegida fue Holanda. Y visitaríamos el país en bicicleta. Durante los meses siguientes preparamos el viaje tomando como base una de las numerosas rutas ya establecidas en Holanda para bicicletas: la LF9. Y, como la recorreríamos de sur a norte, su apellido sería «b» [LF9a en caso de ir de norte a sur]. No sólo comenzaríamos en el sur, sino que además no lo haríamos desde la frontera con Bélgica, como estaba establecido. Breda fue el punto escogido para dar comienzo a nuestro viaje. La razón es que Unai tenía contactos en la ciudad, que nos podrían ayudar a poner en marcha nuestra aventura.
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BREDA Bilbao - Amsterdam - Breda. El inicio de nuestra ruta, y el lugar donde conseguiremos las bicicletas que nos acompañarán durante el viaje. Todo gracias a la ayuda de Adriaan, Paul & Dorien, amigos de Unai, quien aprovechará la parada de dos días para exponer bajo las vías del ferrocarril.
BILBAO - BREDA
Tras un ajetreado mes de junio lleno de exámenes y evaluaciones, salimos de Loiu a Schiphol el martes día 26 a las 5 de la tarde. Después cogimos un tren hasta Breda (25€). Nuestro equipaje viajaba en unas cajas de cartón que tendríamos que tirar cuando montáramos las alforjas (también en las cajas). Ninguna sufrió daños durante el trayecto. La de Breda es una parada importante. Unai conoce aquí a Paul y Dorien, de IDFX, quienes nos permiten dormir en su ático. Gracias a su ayuda y a la de su amigo Adriaan, esperamos poder comprar las bicicletas a buen precio. Son dos los objetivos de esta parada: conseguir las bicis y que Unai exponga sus brandnelets en el etalage, escaparate que IDFX tiene bajo la concurrida estación de tren. 5
BREDA
Holanda, siendo el país de las bicicletas por excelencia (con permiso de China), seguro que tendría un stock descomunal de bicis relativamente baratas. O eso era lo que pensábamos. Por un lado repetíamos en nuestras cabezas el consejo de un amigo de Maite, que decía que no pagáramos más de 50€ por una bicicleta. Y por otro lado teníamos la ayuda de Adriaan –amigo de Unai–, que era vecino del vendedor de la tienda de bicis. Pero ni por esas. Las más baratas eran las que se frenaban pedaleando hacia atrás. Por encima de los 100€ estaban las que sí tenían frenos pero no cambios. Sobrepasando los 125€ las bicis eran algo mejores, y podían incluir los cambios en el manillar y no en el telescopio. 150 era el número que marcaba la diferencia. Al final, terminamos con tres bicis de paseo (una de ellas sin cambios) y una de montaña. También conseguimos el juego de alforjas que necesitábamos, la instalación de una parrilla, y las luces reglamentarias por un total de 440€. Y en esas negociaciones ya se nos había ido toda la mañana. 6
Por la tarde nos dirigimos a la estaci贸n del ferrocarril de Breda. All铆 Unai expuso la obra que llevaba desde casa: brandnelets. Despu茅s de atender a la prensa, nos fuimos todos a tomarnos una cerveza.
Etalage o escaparate de IDFX, en el pasillo de la estaci贸n de tren
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LF9B A pesar de que la red de vias para bicicletas en Holanda es muy extensa, llegar a los destinos marcados supondrรก todo un reto.
Área de descanso
BREDA - HEUKELUM Es la primera etapa. Hasta ahora no habíamos pedaleado los cuatro juntos y nos servirá para comprobar en qué estado físico estamos. Los problemas no tardaron en llegar: sólo contábamos con dos bidones de agua, y la tensión fue aumentando a lo largo del día, marcado por la excitación inicial y la incertidumbre de si llegaríamos al alojamiento antes de que empezara a llover. Al final, la falta de agua hizo a Xabi invitar al grupo a un refresco en un hotel al borde del camino. El día se nos hizo largo y llegamos tarde a casa de Kees, donde descubrimos que no daba cenas. Nos recomendó que nos apresuráramos a ir al próximo pueblo antes de que cerraran la
cocina. Sin embargo, el [único] restaurante estaba cerrado por descanso semanal y tuvimos que alejarnos más. Finalmente encontramos un sitio abierto al otro lado de la autopista, a unos 15 kilómetros. Kees era el dueño viudo del B&B. Contaba con dos habitaciones dobles y un baño compartido en el piso superior, y un salón-comedor de Ikea y una pequeña cocina en el inferior. Había bebidas en el frigorífico. Kees fue amable y paciente con nosotros y permitió que guardáramos las bicis en un cobertizo. Nos causó una muy buena impresión y guardamos buen recuerdo de la estancia. Claro que también puede ser que no estuviéramos en plenas facultades mentales después de un día agotador. 9
HEUKELUM - UTRECHT Durante el viaje nos alojamos en diferentes tipos de alojamientos. Desde B&Bs hasta el apartamento de Ámsterdam, probamos hoteles, campings… pero de todos ellos habría que destacar el albergue juvenil de Utrecht. Tétrico, lúgubre, decadente y cutre se quedan lejos de la primera impresión que transmitía aquel lugar. Lo regentaba una mujer con problemas hormonales que se escondía bajo un sombrero del estilo de Cocodrilo Dundee. Las dos botellas de vino barato que nos entregó al hacer el check in no ayudaron demasiado a que nuestra negativa percepción cambiara. Tampoco el que algún huesped se las bebiera en lo que tardamos en asentarnos en la habitación. Cuando buscamos el alojamiento en internet y vimos que era el más barato de todos los de
Utrecht, admito que no esperaba nada bueno. En la página decía claramente que la comida era ilimitada y gratuita, y que la única condición para consumirla era tener que preparársela uno mismo. La mujer, al comunicarle que nos veríamos con un amigo que residía en Utrecht, dijo que podíamos invitarlo al hostel y hacer los cinco una barbacoa en el patio trasero, patio en el que campaban un par de conejos gigantes que hacían que temiéramos que nuestras bicicletas allí aparcadas fueran devoradas. Olvidar los ratones de la cocina - comedor recepción - sala de música - cibercafé se hacía más fácil al entrar en el dormitorio, donde 100 colchones rojos y la luz que entraba en el espacio a través de las también rojas cortinas hacían de cerrar los ojos y poner la mente en blanco la mejor opción. El baño, acorde con el resto de las instalaciones.
La decisión de comprar las bicis Alquilarlas es caro –o imposible– si quieres tomar una bici en un pueblo y dejarla 500 kilómetros más allá. Llevarlas desde casa sería una opción, pero temíamos que pudieran sufrir daños durante el traslado o ser robadas. Además, uno de nosotros no tenía bici. Pensamos que comprar una bici no sería difícil en un país como Holanda, y menos con la ayuda de uno de nuestros contactos. Sin embargo, a la hora de vender, nadie las quería. Si volviera a hacer este viaje, me llevaría mi propia bici. Comprando y vendiendo se pierde mucho tiempo, y nadie te asegura que las bicis que ofertan te vayan a gustar, o sean buenas, o se ajusten a tus necesidades, o… nada. Ten siempre la bici a la vista y lleva alguna cadena /candado de más de 8 mm de grosor; da igual cuántos millones
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El único momento en el que uno podía permitirse parar y estirarse o hacer una foto era mientras se esperaba al trasbordador.
UTRECHT - ZEEWOLDE Es una de las etapas que más larga se me hizo. Recorrimos una zona de dunas en la que no nos cruzamos con ningúna otra persona en kilómetros. Quien sí apareció fue el viento, obligándonos a realizar relevos entre nosotros mientras escuchábamos el lejano ruido de algún festival de música.
El camping donde nos hospedamos no tenía servicio de restauración o, más probablemente, la cocina estuviera cerrada para cuando llegamos. Por ello la amable mujer con aspecto de Glenn Close nos recomendó continuar por una carretera hasta llegar a la casa de Hansel & Gretel, un lugar concebido para que los niños celebren fiestas de cumpleaños. Crepes y helados para todos los gustos. 11
Sobre el dique, la bici de Maite descansa contra una mesa de picnic junto al camino; al otro lado del dique, la carretera.
ZEEWOLDE - ZWOLLE El alojamiento de este día se encontraba en las antípodas del de Utrecht. Sólo el desayuno, no incluído en el precio de la habitación, costaba 25€ por persona; la botella de agua de 1/2 litro, 4€. El agua embotellada se considera un capricho porque toda agua de grifo es potable. A la mañana siguiente, nos llevaron a un centro de salud para comprobar el estado de la picadura de Maite, que no paraba de extenderse por su pierna. No se la amputaron y continuamos con nuestra ruta.
¿Bici de paseo o de montaña? Las bicis de montaña son muy cómodas, pero no necesarias en Holanda. Las pistas son de asfalto, cemento, adoquines, tierra y, en algún caso, arena. Las bicicletas de paseo no tienen ninguna dificultad para circular. Además, las alforjas en las de montaña suelen ir más arriba que en las de paseo, por lo 12
Llegando a Meppel
ZWOLLE - MEPPEL Meppel es un pueblo agradable sin apenas trĂĄfico. Nuestro mayor problema fue encontrar un sitio que tuviera la cocina abierta, pero lo conseguimos. Cenamos en un restaurante italiano junto a unos holandeses bastante ruidosos.
Para la segunda noche optamos por llevar la pizza/kebab al merendero que nuestro alojamiento tenĂa en el patio.
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Giethoorn
LA VENECIA VERDE O el día de descanso que no fue. Este día fue pensado para poder descansar de la bici, alargar el viaje, y sobre todo quería ser un alto en el camino para lavar la ropa (el espacio en las alforjas es limitado). A pesar de ello, a proposición de Aitor, tomamos la decisión de visitar Giethoorn, también conocida como la Venecia Verde. Tuvimos problemas para encontrar el camino y atravesamos Meppel de lado a lado tres veces hasta que un amable señor se ofreció a llevarnos hasta la bifurcación correcta.
A diferencia de otros días, el bote que alquilamos en Giethoorn nos permitió hablar durante un rato entre nosotros. Entre los temas de conversación tratamos asuntos de la infancia o la velocidad de nuestras etapas del viaje. «¿Te parece que voy lenta?» pregunta Maite a Xabi en el bote. La respuesta la podemos encontrar en la primera etapa, de mano de Unai: – Maite, aunque sea llano hay que dar pedales, ¿eh? 14
Applescha
MEPPEL - APPLESCHA Cuando decidimos que íbamos a ir a Holanda en bici, los primos varones nos pusimos manos a la obra preparándonos físicamente; Maite, mientras, guardaba silencio. Para comprobar si nuestros esfuerzos estaban dando sus frutos, si era demasiado, o si todavía teníamos que hacerlo mejor, decidimos ir al pantano de Uribarri desde Gasteiz, y rodearlo. La distancia sería la misma que la de las etapas de Holanda. Lo conseguimos, pero llegamos destrozados a casa, temiendo que dos días seguidos fueran superiores a nuestras fuerzas. Y aunque no lo comentamos entre nosotros, todos teníamos en mente a Maite, que sabíamos que no tenía nuestra preparación. Sus comentarios, además, no eran nada alentadores: «El año pasado hice un curso de danza del vientre, ¿me ha tenido que servir para algo, no?». Pobre Maite, pensábamos. Por si no fuera suficiente, la bici de Maite era la única que no tenía cambios. La menos preparada junto con la peor bici. Una mala combinación. Pobre Maite. De pobre Maite nada. Dolida por el silencio que Xabi mantuvo el día anterior al ser preguntado si creía que ésta iba lenta, Maite tiró del grupo por primera vez. En exceso. Tras hacerse con el mapa huyó con él a una velocidad dificilmente superable. De poco sirvió gritar que se parara, que se había equivocado de camino, que por allí no era. No paró. Después de arrastrar las bicis por un camino de arena bajo un calcinante sol, Unai, emulando a Xabi, decide invitarnos a tomar un refresco, pero lo hace en una floristería. Lejos de los refrescos dobles de la primera etapa, en este sitio sólo tenían jugo de arándanos. 15
Tratando de recolocar la cadena en los piñones.
APPLESCHA - GRONINGEN La machada del día anterior, tuvo sus consecuencias. La razón que esgrimió Maite para defender su actitud del día previo fue la necesidad de llegar cuanto antes al lugar donde nos hospedaríamos, acostarnos temprano y partir pronto el próximo día, día en el que teníamos que vender las bicicletas antes de tomar el tren de Ámsterdam.
Los alojamientos Podemos decir que Maite consigió su objetivo: para las diez de la manana estábamos en camino. Nunca habíamos salido tan pronto. La ventaja no duró demasiado. La cadena de la bici de Maite se salió obligándonos a parar unas cuantas horas, pues la avería se reprodujo en hasta seis ocasiones. Finalmente las vendimos en Amsterdam.
Calculamos las rutas con la ayuda de una página web. 50 Kilómetros al día. 15 Kms/hora. Y después intentamos encontrar alojamiento lo más cerca posible al final de cada ruta. Muchos pueblos son tan pequeños que no tienen sitio donde dormir. Nos alojamos en hoteles, albergues, B&Bs y campings. Nuestras recomendaciones: • Spijkse Waard [Heukelum]. Dos habitaciones dobles; baño compartido.
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AMSTERDAM
Llegamos a Ámsterdam a la tarde y nos dirigimos directamente al apartamento que habíamos alquilado, que no era sino el sótano o la parte baja de los típicos edificios de la ciudad. Incluía unas escaleras que conectaban con el piso superior, cerradas, haciendo las veces de despensa. Acostumbrados a los tranquilos, solitarios y silenciosos paseos de días anteriores, Ámsterdam se nos hacía una ciudad extraña.
Lo más difícil fue intentar deshacernos de las bicis; nadie estaba interesado en ellas, al menos no por el precio que considerábamos razonable. Conseguimos cerrar el trato vendiéndolas por 50€ cada una de ellas. Supongo que podemos entenderlo como un alquiler para 8 días por 60€/bici, tomándolas en Breda y dejándolas en Ámsterdam. Metimos las alforjas en cajas de cartón y volvimos a casa.