INTRODUCCIÓN El área de estudio en el que nos vamos a centrar en este trabajo es la simbología en la religión cristiana desde la época paleocristiana, del siglo I al V, hasta el Imperio Bizantino, que se mantiene hasta 1453 con la toma de Constantinopla por los otomanos. Analizaremos cómo ha evolucionado, a lo largo de estos siglos, englobándolo en su contexto tanto histórico como social, así como comparándolo con otras religiones y determinando su impacto en la actualidad. Para ello es indispensable conocer el concepto de religión y el de simbología. Según la RAE, la religión es “el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”; mientras que la simbología se puede definir como un conjunto de representaciones que se asocian a la realidad por convención social. Si trasladamos estas definiciones a la época que vamos a estudiar, podemos observar que esa convención social tiene su base en la religión cristiana, ya que los que tienen estas creencias aceptan esos símbolos e interiorizan su significado. Nuestros objetivos con esta investigación son: - Conocer el origen de la simbología cristiana. - Averiguar la expansión de estos símbolos a otros ámbitos diferentes a la creencia cristiana. - Descubrir cuáles son las relaciones icónicas entre el cristianismo y otros dogmas. - Establecer la conexión entre esta religión y su contexto social. - Comprender cómo fue el cambio de una simbología primitiva a otra más compleja y elaborada. - Determinar la evolución representativa de Cristo. Llegados a este punto, nos hacemos varias preguntas para abordar el tema: · ¿Provienen de esta época nuestros símbolos cristianos actuales? · ¿Fue muy grande el cambio de las representaciones artísticas entre la sociedad paleocristiana y bizantina? · ¿No son realmente los primeros símbolos cristianos una copia de la simbología pagana? · ¿Fue la creación de los símbolos fundamental para la pervivencia de la religión cristiana? 1
El tema que se tratará tiene una gran importancia en el ámbito de la historia de la comunicación. Los símbolos son, en sí mismos, relevantes para nuestras relaciones sociales porque es una forma de comunicación que tenemos interiorizada, y permiten que nos relacionemos independientemente de nuestra lengua, ya que muchos de ellos son universales. Trasladando esto a la época a tratar, es incluso mayor puesto que, en un principio, era una forma de comunicación secreta entre los miembros de la comunidad cristiana. A pesar de las dificultades que encontraron para expresar su fe libremente, construyeron esta simbología para evitar la muerte, y poder establecer una comunicación entre ellos en cualquier lugar. De esta manera la imagen se convirtió en la forma de transmisión del mensaje divino para una población mayoritariamente analfabeta. La metodología que vamos a seguir para responder a estas y a otras preguntas que nos vayan surgiendo consiste en una revisión documental de fuentes escritas o digitales que hagan referencia a nuestro tema de estudio. En una primera fase de investigación vamos a intentar crear una base más general tanto histórica como sociocultural para poder contextualizar el tema, y lo haremos analizando libros como “Historia del arte 2”, de Ana María Arias de Cossío y otros. De aquí obtendremos la información básica sobre el periodo de tiempo a tratar, como por ejemplo sus inicios, su evolución simbólica y artística y sus relaciones sociales. En una segunda fase, profundizaremos más en el tema analizando la evolución de los símbolos, sus características y su repercusión en la sociedad de la época. Para esta parte de la investigación, vamos a recurrir a fuentes más especializadas como revistas, por ejemplo “Historia” de National Geographic, así como enciclopedias de historia universal y libros más específicos como “Símbolos, protagonistas e historia de la Iglesia” de Rosa Giorgi, entre otros. Como última fase, analizaremos la repercusión en la actualidad y lo compararemos con la simbología en otras religiones, como la judía o la islámica, las creencias paganas, así como las practicadas en las antiguas civilizaciones egipcia, griega y romana. Para llevar a cabo todo lo anterior, además de los libros ya mencionados utilizaremos los siguientes: “Arte paleocristiano y bizantino” de John Beckwith. “Cristianismo y mitos clásicos en el arte moderno” de José María Blázquez. “Mitología clásica e iconografía cristiana” de Cruz Martínez de la Torre. “Biblia”
CONTEXTO HISTÓRICO 2
Toda religión engendra una creación artística, caracterizada por la construcción de templos u otros edificios con finalidades religiosas, las pinturas o esculturas representando sus principios divinos, etc. Precisamente, esto sucedió con el cristianismo durante sus primeros cinco siglos de existencia, surgiendo así el arte paleocristiano en el Imperio Romano. Se inicia a finales del siglo I d.C., durante el gobierno del emperador Tiberio, y abarca hasta el siglo V d.C., coincidiendo con la caída y fin del imperio; es decir, se desarrolló en una etapa de pleno esplendor del arte y del imperio romanos. Una serie de características hizo que esta religión llegase a ser rechazada y perseguida por las autoridades romanas: -El hecho de que la religión cristiana fuese monoteísta, en oposición a la religión romana, la cual era politeísta. - La predicación de unos valores de esperanza y de igualdad ante la muerte, lo que atrajo a muchos sectores de la sociedad romana, sobre todo a partir del siglo III, cuando una gran crisis económica y espiritual ponía en duda para los ciudadanos los valores romanos tradicionales. - La gran concentración de poder por parte de los sacerdotes cristianos. Si bien es cierto que en un principio, al igual que se consideraba “lícito” el judaísmo, el cristianismo fue respetado por el imperio, los judíos no opinaban lo mismo de esta nueva religión, tachándola de herejía. Estos apoyaban a las autoridades romanas en las persecuciones que se llevaban a cabo, como ocurrió durante el gobierno del emperador Nerón en el siglo I, o durante el mandato de Docleciano. A causa de esto, sus representaciones artísticas no serán desde un principio para ser contemplado por el público, sino que serán simbólicas y estarán escondidas, para solo ser reconocidas por sus practicantes. La necesidad del artista paleocristiano de representar una realidad espiritual y de que esta pueda ser asimilada por la comunidad, le obligará a: -
Desentenderse del aspecto exterior de sus obras concentrándose en el aspecto interno. Será un arte simbólico y expresivo. La utilización de la imagen en un doble sentido: Como medio para hacer llegar una serie de mensajes religiosos o morales a las personas que no sabían leer o escribir, y como un vehículo de adoración a Dios, la Virgen, los santos, etc.
Sería el emperador Constantino quien promulgase, tras observar el gran número de conversiones a lo largo y ancho del imperio, el Edicto de Milán en el año 313, que decretaba la libertad de culto. Después del Concilio de Nicea en el año 325, y con la ley del 341, que abolía el paganismo, el cristianismo se fue implantando como religión oficial en el imperio. Esta oficialidad sería corroborada en el año 380 por el emperador Teodosio al publicar el Edicto de Tesalónica. El arte paleocristiano pasa por dos fases: - El comprendido entre los siglos I y III, el llamado “periodo de la iglesia perseguida”, donde los cristianos llevaron a cabo una “creatividad camuflada”, 3
solo legible para la comunidad cristiana. Esto favoreció a la creación de temas simbólicos con gran repercusión en el posterior arte cristiano. -
Durante los siglo IV y V se desarrolló el llamado “periodo de la iglesia oficial o triunfante”, favorecido a partir del año 313 por los diferentes edictos y el concilio nombrado anteriormente. Así emergió la nueva iglesia totalmente libre en su doctrina, así como en sus manifestaciones sociales, culturales y artísticas; dando lugar a una nueva forma de expresión totalmente distinta a la de la etapa anterior, y a la primera arquitectura cristiana.
En el año 395, el Imperio Romano se dividió en dos partes, la Occidental y la Oriental, tras la muerte del emperador Teodosio; y esta separación fue el comienzo del llamado Imperio Bizantino, que desarrolló una peculiar concepción artística. Acabó en el siglo s. XV, exactamente en el año 1453, en el que Constantinopla fue conquistada por los turcos. Su origen se enmarca en el año 330, cuando el emperador Constantino, “El Grande”, fundó la nueva Constantinopla sobre la antigua colonia griega de Bizancio, y estableció en ella la capital del Imperio Romano de Oriente. El imperio quedó dividido así: - El Imperio Romano de Oriente, gobernado por Arcadio, y con capital en Constantinopla. -
El Imperio Romano de Occidente, bajo el cargo de Honorio, y con centro en Roma.
Este último sucumbió definitivamente en el 476, tras las invasiones de los pueblos germánicos; mientras que la parte oriental se convirtió en el Imperio Bizantino, conservando la tradición cultural romana (derecho y administración) y la que se sumaron la griega (lengua y civilización) y la cristiana (creencias y costumbres). Dentro del Imperio bizantino hay que distinguir varias fases: - Del s. IV al s. IX. Es la época de la dinastía Teodosia, destacando el mandato del emperador Justiniano (527-565), que trató de recomponer lo que había sido el Antiguo Imperio Romano, a través de conquistas por el Mediterráneo (sur de la Península Ibérica, Italia, norte de África), aunque duraron poco tiempo. Bajo su gobierno se erigieron algunos de los edificios más representativos del arte bizantino (Ejemplo: Santa Sofía de Constantinopla). El poder de los emperadores se reforzó considerablemente, llegando incluso a participar en las decisiones religiosas, lo que se denominó “cesaropapismo”. En el fondo se trataba de un Estado teocrático en el que la interrelación entre la política y religión era muy grande, existiendo prácticamente una fusión entre el poder civil y el religioso. Los dos centros fundamentales fueron Constantinopla y Rávena (hasta su pérdida en el 751).
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Es destacable de este periodo la llamada “disputa iconoclasta”, que provocó que en el 726 se prohibiese la realización y exhibición de iconos religiosos, y que se destruyesen muchos de ellos. Durante esta etapa, también, se produjo la invasión musulmana (siglos VII y VIII) que privaron al Imperio Bizantino de algunas de sus provincias más ricas: Egipto, Siria y Palestina.
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Del s. IX al s. XI. Fue otro periodo de esplendor protagonizado por la dinastía Macedónica, durante la cual se logró una considerable expansión del Imperio Bizantino, y un gran apogeo cultural, gracias a la difusión del alfabeto cirílico, que toma como modelo la letra mayúscula griega, sobre los pueblos eslavos de Europa Oriental. Por otra parte, los defensores de las imágenes, los llamados “iconoludos”, lograron imponerse a mediados del s. IX, elaborándose a partir de entonces un completo programa iconográfico, con la creación de modelos que tendrán una amplia continuidad temporal: Pantocrátor, representaciones de la Virgen, etc.
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Del s. XI al s. XV. De esta fase, de deterioro y de crisis, hay que subrayar:
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El cisma promovido por el patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario, en el año 1054, que originó la separación de la Iglesia de Oriente (Iglesia Ortodoxa) y la de Occidente, dirigida por los papas, y con sede en Roma.
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La penetración, desde el s. XIII, de un pueblo procedente de Asia: los turcos otomanos, que se asentó en Asia Menor y que liquidó definitivamente al Imperio Bizantino, tras la toma de su capital, Constantinopla, en el 1453.
El hecho de que el Imperio Bizantino perdurase durante muchos siglos es un factor clave para entender el arte que lo caracteriza. A modo de resumen, se puede decir que todas las representaciones artísticas giraban en torno a la religión cristiana, desde la construcción de basílicas con cubiertas abovedadas, con materiales mucho más ligeros para poder elevarlas cada vez más; hasta las pinturas que las adornaban. Desde las primeras muestras de arte paleocristiano hasta la construcción de grandes basílicas en el Imperio Bizantino ha habido una gran evolución, que analizaremos a continuación.
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SOCIEDAD La época paleocristiana es una etapa de grandes cambios tanto sociales, políticos y artísticos. La sociedad sufre una gran transformación desde el período republicano. Es una época de anarquías militares por lo que hay una ausencia de poder político fuerte y centralizado que da lugar a una gran inestabilidad en el poder imperial. De esta manera, se suceden unos veinte emperadores en un corto espacio de tiempo a la vez que se realizan usurpaciones y escisiones territoriales. La disgregación territorial, la pobreza y la inseguridad provocaron un cambio radical en la sociedad y como consecuencia de ello el desmantelamiento de la civilización romana. La sociedad era consciente del estado de crisis en el que se encontraba el Imperio por lo que se mostraban reacios a los cambios. La decadencia de las ciudades romanas fue uno de los primeros síntomas de la crisis, así como la caída en el número de esclavos. La ciudadanía ya no era un estatus social, ya que había grandes diferencias entre sus integrantes. Hubo una fuerte jerarquía social impidiendo la movilidad social, es decir, las posibilidades de ascender en la pirámide social eran muy limitadas o, incluso, imposibles ya que se trataba de una condición heredada. La sociedad se dividía principalmente en dos estamentos: 1. Honestiores. Formado por la clase senatorial y el orden ecuestre, que fueron heredados en la época republicana. En esta se integran también muchos militares y decuriones. Se trataba de una clase social privilegiada, su riqueza se basaba en las posesiones de tierra explotadas por colonos y esclavos. A su vez, este estamento se dividía en : a. Clarissimi. Miembros del orden senatorial, funcionarios y militares que no se remontan a la época republicana. b. Eminentissimus/ perfectissimus. Cortesanos, burócratas. c. Curiales. Eran los encargados del gobierno de las ciudades, sus cargos eran hereditarios. 2. Humiliores: artesanos, marinos… Este tipo de oficios estaban organizados en corporaciones, y dentro de ellos también los cargos son hereditarios. En este estamento destacan los colonos, frente al escaso campesinado libre y los esclavos. Se dedican sobre todo a la explotación de la tierra
En la época de la República la sociedad era esencialmente esclavista, sobre todo en la época de las grandes conquistas. Un esclavo era alguien cuya vida estaba sujeta a la arbitrariedad de su amo, realizaban toda clase de trabajos, lo que facilitaba a las clases altas dedicarse a actividades no productivas como la política o la cultura. El descenso en el número de esclavos provocó que estos se debieran preocupar por su propio sustento. 6
A su vez, los amos que una vez pudieron dedicarse a la cultura o la política ahora deben suministrar sus propios alimentos y dedicarse a otras cuestiones. Las ciudades son el referente del mundo romano en las que basaron su poder. En algunos ámbitos, las ciudades eran elementos artificiales, que requerían una población estable y una armonía entre los ciudadanos. En los últimos años del Imperio el esplendor de la ciudad decae en favor del campo. Ante esta situación de crisis, gran parte de la población encuentra en la religión cristiana una respuesta a sus problemas. De esta manera, sienten una conexión especial con la simbología cristiana que provoca en ellos admiración y serenidad, vuelven a tener algo en que creer después de la estrepitosa caída del Imperio. El Imperio Bizantino, según el historiador Gibbon, no es sino una devaluación del Imperio Romano. Este gran Imperio tuvo una gran capacidad civilizadora debido a su poder para transmitir su cultura y sus valores a lo largo de todo el Imperio. La sociedad bizantina, debido a su carácter profundamente cristiano, no consideró el modelo de castas privilegiadas por razones de nacimiento. El poder era de naturaleza divina, es decir, era Dios el que designaba a los poderosos. De esta manera, los emperadores eran elegidos del Cielo, lo que les otorgaba una adoración celestial. Esta comunidad se organizaba en tres estamentos. La base de la pirámide social estaba compuesta por los campesinos que trabajaban para los grandes terratenientes, los esclavos, siervos y mendigos y no tienen ninguna clase de privilegios. El siguiente estamento es el de los grupos medios compuesto por el clero, los mojes, funcionarios, comerciantes y campesinos libres. Por último se encuentran en la cúspide de la pirámide el alto clero y la aristocracia que ejercían su poder sobre los demás estamentos y gozaban de grandes privilegios. Por encima de todas estas clases sociales se situaba el emperador, jefe político y divino del Imperio. A diferencia del Imperio de Occidente, había una convivencia entre lo urbano y lo rural. El mundo rural estuvo sujeto a una estructura social de relaciones personales próxima al sistema feudal pero el mundo urbano se asemejó bastante al de la antigua Roma. En las ciudades del Imperio la masa de la población de obreros ocupaba su tiempo de ocio o ponía de manifiesto sus inquietudes políticas en el circo.
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EVOLUCIÓN DE LAS SIMBOLOGÍAS CRISTIANAS En la primera etapa, como ya hemos mencionado, la práctica del cristianismo era perseguida por los romanos, por lo que estos ejercían sus liturgias en casas particulares o en catacumbas. Las catacumbas eran pasadizos bajo tierra, estrechos, donde profesaban su fe a Dios, predicaban su palabra, y celebraban reuniones y el ágape (comida fraternal destinada a estrechar los lazos que los unían). Se utilizaron, además, sus muros para enterramientos ya que en Roma estaba extendida la incineración y no había muchos cementerios; estos nichos llamados lóculos eran decorados sencillamente con el nombre del difunto, un símbolo cristiano o el deseo de paz en el cielo. Con el paso del tiempo la red de catacumbas aumentó y se convirtió una trama invisible a la ciudad. Algunas de las más conocidas son las Catacumbas de San Calixto y las de San Priscila en Roma. Estos primeros artistas cristianos desarrollaron una iconografía que se basaba principalmente en el simbolismo. Las pinturas son en su mayoría monocromáticas, realizadas con las técnicas del fresco, sobre un fondo blanco. Aunque no se puede apreciar en ellas una técnica depurada ni elaborada, tienen un gran valor puesto que fueron realizadas por personas que carecían de una sólida formación pictórica. Lo esencial en este tipo de representaciones era el símbolo, por lo que las figuras aparecían aisladas entre sí, desarrollando un tipo de pintura plana, sin volumen. La importancia del color radicaba en la significación ideológica que transmitía la propia imagen, y se destaca lo lineal frente a lo pictórico para no distraer al espectador con métodos descriptivos. Las líneas del dibujo delimitan las formas, en cuyo interior está el color. En la iconografía paleocristiana influyeron los modelos iconográficos de origen pagano, para conseguir acercamiento entre los dos tipos de creencias y la mejor aceptación del cristianismo por parte de estos. Algunos ejemplos son el Buen Pastor, el Pavo Real o el cordero, que explicaremos más adelante. Aunque el paleocristianismo comprende el inicio de la expresión cristiana, ya en esta época aparece los símbolos que van a definir todo el arte cristiano, como son la cruz, la Virgen María, el niño… Los principales símbolos que encontramos en esta época son los siguientes: Pez: A partir del s. II la Iglesia tomó la palabra griega pez, «Ichthys», como símbolo de Cristo. Las letras de esta palabra significan: I: Iesous (Jesús), Ch: Christos (Cristo), Th: Theou (Dios), U: Uios (Hijo), S: Soter (Salvador). Jesús, Cristo, Hijo de Cristo, 8
Salvador. El símbolo del pez se usaba como signo de reconocimiento entre los miembros de las diversas comunidades cristianas. Cuando uno sospechaba o quería averiguar si otro era también cristiano, hacía un dibujo (comúnmente en el suelo con un palo) en el que se incluía uno de los dos arcos que forman el pez. Si la otra persona era cristiana, completaba el dibujo trazando el arco que faltaba. Casi inmediatamente el dibujo se borraba para no levantar sospechas. También es común la imagen de un pez con una crátera (vasija griega) llena de panes que expresa que el pan y el vino son el mismo Cristo que se multiplica para ser comido por todos. Delfín, ancla, pan, áncora: todos ellos remiten a la salvación eterna, al camino hacia la otra vida y la esperanza. El ancla es uno de los objetos simbólicos más antiguos del arte cristiano y representa, además, la firmeza de la fe en Cristo. El ancla unida al pez indicaba entonces la esperanza en Cristo. Pavo real, ave Fénix: símbolos de la inmortalidad o resurrección. El pájaro simbolizaba el alma salvada, haciendo referencia al Ave Fénix, ave mítica de Arabia que, según creían los antiguos, renacía de sus cenizas después de tres días. El pavo real nunca se representa con la cola extendida, pues sería símbolo de la soberbia, y simboliza, como decimos, la resurrección porque, en primavera, el tiempo que coincide con la Pascua, muda las plumas renovando completamente su plumaje. Alfa y Omega: principio y fin (Dios es el principio y fin, la eternidad), asociadas al crismón, anagrama de Cristo, está formado por dos letras del alfabeto griego, X y P, las letras Alfa y Omega, dentro de un círculo o rueda (el círculo es símbolo de eternidad, el sol es símbolo de Dios que es la luz). Si el crismón incorpora una S (Espíritu Santo) se convierte en un crismón de significado trinitario. El monograma de Cristo puesto en una tumba indicaba que el difunto era cristiano. Vid, espiga y uva: representan la eucaristía. La vid y la uva están tomadas de las parábolas de Jesús. La uva, de la que se hace el vino, es una alusión a la muerte de Cristo, a su sacrificio. El agua representa a Cristo, que aplaca la sed del hombre. Según el evangelio de san Juan (4, 14), el propio Jesús es fuente de agua viva que da vida a los hombres. En las antiguas representaciones del paraíso nunca falta una fuente de gracia, para representar a Cristo como agua viva. En el siglo III comienzan a surgir imágenes de episodios del Antiguo y del Nuevo Testamento. Escenas recurrentes son las de Adán y Eva, como alegoría del pecado, el sueño de Jacob, Jonás y la Ballena, el sacrificio de Abraham (con el que se representa la 9
obediencia a Dios), Noé y el Diluvio Universal (muestra a los fieles el castigo divino) o la resurrección de Lázaro. En la imagen podemos admirar la escena de Jonás y la Ballena, que simboliza la resurrección, ya que al desobedecer Jonás la orden de Dios fue tragado por una ballena siendo devuelto a tierra firme tres días después, al igual que resucitó Jesús.
El Buen Pastor: uno de los motivos más conocidos y populares del arte paleocristiano es el del Buen Pastor, representado como un pastor vestido con una túnica, que carga sobre sus hombros una oveja. Es el moskóforo de tradición griega, un oferente que porta la ofrenda que va a sacrificar a los dioses, constituyendo así, una representación pagana. Este tema simboliza a Cristo como salvador de su rebaño. En tiempos del cristianismo primitivo se usó esta imagen para decorar lápidas, sarcófagos y esculturas funerarias, con el fin de mostrar la salvación del alma. Este motivo se utilizó también para ornamentar otros objetos como lámparas de arcilla que iluminaban los pasillos de las catacumbas. El relieve de la derecha data del siglo III y fue encontrada en la catacumba de Prestato, en Roma. El Cordero o “Agnus Dei”: Simboliza a Cristo, que se entrega como víctima para salvar a la humanidad. A San Juan Bautista, primo de Jesús, se le representa junto a un cordero que lleva entre sus patas delanteras una cruz. La paloma: Simboliza el bautismo, la pureza. En la narración del Diluvio, la paloma trajo un ramo de olivo al arca para indicar que el peligro del diluvio había cesado, creándose una alianza en Dios y el hombre. Las palomas reflejan, además, la inocencia y pureza de los fieles que buscan a Cristo. El lobo y la serpiente: Se asocian con el demonio. Jesús es el buen pastor que defiende a sus ovejas de los ataques del lobo. El pelícano: Simboliza el sacrificio de Jesucristo pues, según la mitología, alimenta a sus crías con su propia sangre hiriéndose en el pecho. El pelícano aparece en algunos altares del arte cristiano. La palmera: Los mártires aparecen representados con una rama de palmera como signo de su triunfo contra la muerte. Un león al lado de un sepulcro representa la resurrección, el círculo, todo aquello que no tiene principio ni fin, es decir, la eternidad: el triángulo equilátero, las tres divinas personas de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) La mayoría de estas representaciones recogían el testimonio de la crucifixión de Cristo o sus milagros, aunque no se representaba de forma directa la figura de Jesús, a causa de la prohibición para representar este tipo de imágenes. De ahí que al querer realizar la efigie de Cristo, ya en el s. III nadie recordara sus rasgos; no existía ningún retrato suyo y los evangelistas habían omitido en todos sus escritos la descripción física del Mesías: 10
Estas omisiones eran fruto de la mentalidad judía, ya que Moisés había prohibido a su sociedad hacer imágenes para no incurrir en la idolatría desde el momento en que sorprendió a los israelitas en el desierto adorando a un becerro de oro cuando bajaba del monte Sinaí con las Tablas de la Ley. Jesús fue representado como un Cristo Apolíneo, es decir, similar a la imagen del dios Apolo, un dios joven, sin barba como un adolescente. Posteriormente se fue desechando esta imagen y se tomó la imagen del Cristo Siriaco, como un Cristo de unos 30 años, con barba y cabellos largos y oscuros, y un nimbo crucífero detrás rodeando la cabeza, amplios ropajes y sentado en majestad. Aparecen las imágenes de Cristo como filósofo, maestro o doctor enseñando la Ley a sus apóstoles y discípulos. En los sarcófagos se observa una evolución, desde su decoración únicamente con molduras sinuosas y cóncavas a la organización del frontal en forma de friso o cobijando las figuras y escenas bajo arcadas. Nave mística, simboliza la Iglesia como la nave en la que Cristo es el timonel y a la cual guían los evangelistas. El Orante es una figura muy recurrida, representa la imagen pagana de la Piedad, interpretada como el alma cristiana en el cielo. Esta pintura lleva la marca de la tradicion grecorromana e invita a la oración. Más tarde aparecieron las figuras de la Virgen María. En las paredes de las catacumbas se pueden encontrar además, imágenes no solo religiosas si no que hay representaciones de las profesiones de los artistas pintores como carniceros, toneleros u hortelanos. Algunos cristianos pedían que se labraran en los sarcófagos de mármol episodios del Antiguo y Nuevo Testamento. La intención de estas manifestaciones artísticas era la certeza de la salvación de la Fe en Dios. Hay una evolución desde la decoración con molduras hasta escenas bajo arcadas.
Uno de los más interesantes es el de Junio Basso, un antiguo cónsul, decorado con temas del Antiguo y Nuevo Testamento, dispuestos en dos registros entre pequeñas columnas
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En la imagen de este sarcófago se aprecia el motivo de la “nave mística”, simbolizando a la Iglesia como la nave que Cristo dirige.
Aquí vemos una lápida en donde se representa la vida terrenal como un viaje peligroso, cuya meta final es la luz del faro, alegoría de la Fe cristiana.
Durante la fase posterior al Edicto de Milán (313-siglo V), el Cristianismo se convierte en una religión fuerte, donde los cristianos tienen total libertad para manifestar públicamente sus creencias. A partir del siglo IV vemos las muestras más importantes de la arquitectura paleocristiana, ya que es una época donde las realizaciones artísticas son arquitectónicamente más espectaculares: basílicas, mausoleos y baptisterios. Los baptisterios son edificios situados cercanos a un templo, por lo general de planta circular, aunque había también octogonales, que correspondían a la concesión del bautismo, por lo que en su centro siempre se situaba una gran pila bautismal, pues en aquella época este sacramento se celebraba en personas adultas. Su cubierta solía ser una cúpula y estaban ornamentados con mosaicos y pinturas. Los mausoleos eran construcciones funerarias con carácter monumental que solían edificarse sobre el lugar donde estaba enterrado un personaje histórico o heroico y que, asociado a la figura de un mártir, tomaba el nombre de «martyrium» donde se acudía a venerar sus reliquias. Entre los mausoleos, tenemos que citar la tumba monumental de Gala Placidia en Ravena. Entre los baptisterios, destacamos el de Santa Constanza en Roma o los de Ravena (el de los arrianos y el de los ortodoxos). Es en esta época cuando surge la imagen de la Cruz, principal símbolo de la fe cristiana, y no anteriormente como podríamos pensar. Las primeras representaciones de la cruz fueron aceptadas con gran dificultad, preferían evitar la representación del instrumento de tortura o del verdadero suplicio sufrido por Jesús. Las basílicas Paleocristianas datan de los siglos IV y V, y representan la principal manifestación de la época. Su decoración se basa, fundamentalmente, en mosaicos ubicados en bóvedas y paredes de interior, contrarrestando a los romanos con una decoración en el suelo. Estamos ante una etapa en la que predomina el hietarismo (recurso artístico que pretende plasmar la solemnidad) y el antinaturalismo, por lo que son imágenes y pinturas desmaterializadas y alejadas del mundo real. La línea va a ganar peso en detrimento del color, se elimina el claroscuro y se representan espacios bidimensionales. Los mosaicos más destacados son los de las bóvedas del Mausoleo de 12
Gala Placidia y del Baptisterio de los Ortodoxos ubicados en Rávena, ya mencionados. La funcionalidad de estos lugares es la realización de los ritos cristianos, en concreto, la Eucaristía para que el pueblo mire hacia el altar (el altar cristiano tiene su origen en la mesa de La Última Cena. Los primeros altares eran mesas familiares donde al principio se reunían los cristianos. Tras la ritualización del ya mencionado ágape, esta mesa doméstica pasó a utilizarse exclusivamente en las celebraciones del culto y, por tanto, en altar. Compuesto por «alta» y «ara», significa, por tanto, «lugar del fuego», donde se quema la víctima ofrendada a Dios). Vemos que el interior de estas basílicas es un elemento fundamental en estas construcciones, así, cada espacio está jerarquizado en función de los motivos decorativos y la significación simbólica de cada zona. Encontramos estos detalles, por ejemplo, en la Basílica de San Pedro del Vaticano en Roma. La estructura de la misma entramaba una simbología muy completa: el hecho de que hubiera un altar simbolizaba la existencia única de iglesia, fe y Dios; la orientación del ábside (cabecera) hacia el este simbolizaba el lugar por el que salía el sol, dirigiendo la parte sagrada hacia los Santos Lugares de Jerusalén. La estética cristiana tenía un rechazo hacia la elaboración de estatuas, para evitar que la forma destacara el valor material de la imagen. Sin embargo, quedan algunas esculturas como el Cristo Doctor del Museo del Vaticano del siglo IV. Cristo aparece, en la imagen de la izquierda, representado como un maestro, sentado y con el rollo de la ley en la mano derecha al modo de los antiguos filósofos griegos, otorgándole el poder de juez. Es joven, imberbe y con el pelo largo, pero a la vez, majestuoso. Es el antecedente del Cristo en majestad medieval. A partir del siglo IV d.c. se desarrolla el arte bizantino, un arte subordinado al poder del emperador y de la religión cristiana. Además del cristianismo, se verá influido por el Islam y el racionalismo. Es entonces, cuando todo este proceso de creación artística cristiana que ya estaba desarrollándose, adquiere una mayor profundidad, creándose una sintonía entre el arte y los cánones cristianos. Los iconos van a adquirir un papel importante en la sociedad y serán colocados en las casas, edificios públicos, etc. Las imágenes bizantinas pretenden enfatizar el carácter divino de los personajes representados, como hemos visto en la anterior imagen. Aparecen con actitudes muy serias, que marcan el carácter trascendente de estas figuras. Por ejemplo, la imagen de Cristo Pantocrátor es la de un dios justiciero, temible por los humanos. Para Bizancio, el suceso más concluyente de la historia es la Encarnación en la que Dios se hizo hombre y llega a este mundo para salvar a la humanidad. La icnografía de la época intentará transmitir a Cristo como el Rey de de los Señores, con rasgos majestuosos. Cada color, además posee su propio significado, por lo que no hay una colocación aleatoria, sino que en función del mensaje que se quiera transmitir se utilizará uno u otro. El blanco simbolizará la divinidad, es el color de la luz y de la vida, el negro el mal o el infierno, el morado el poder de Dios, penitencia, espera y luto, el dorado el espacio fuera de este mundo, el rojo la sangre de Cristo… En esta etapa, el 13
mensaje que transmite cada imagen es eterno. Es por ello que las técnicas empleadas son especiales (mosaico o temple al huevo) para conseguir la supervivencia a lo largo del tiempo, tanto de Cristo como de su imagen artística. Este arte bizantino produce impresionantes mosaicos, iglesias y esculturas, que van a permanecer casi intactos hasta nuestros días. Para los mosaicos, la técnica empleada es el opus tesselatum, que consiste en la mezcla de piedras y vidrio al color, al igual que el arte tardío romano. El dorado va a ser un color muy marcado en estas elaboraciones artísticas, ejerciendo funciones didácticas y simbólicas en su representación. Los mosaicos que transmitan una idea terrenal se colocarán en el inferior de los muros interiores, mientras que en el medio lo harán las representaciones de transición y en la zona superior el símbolo del cielo. Los mosaicos de San Vital son uno de los conjuntos bizantinos mejor conservados e interesantes, junto con los de Justiniano y Teodora. Se concentran en torno al ábside, indicando que se trata del espacio más importante de la iglesia. Los temas de estas imágenes son figuras religiosas que responden a motivos iconográficos convencionales y rígidos: Pantocrátor, Virgen Teothokos, Cristo crucificado… La arquitectura bizantina es muy variada, heredera de la Arquitectura Romana del Bajo Imperio y de la Paleocristiana, basándose en el plano de la basílica romana, el plano circular de los mausoleos y la cruz griega. Una importante finalidad era conseguir un gran tamaño, para lo que multiplicaron las bóvedas, los arcos e, incluso, las columnas. Las cúpulas eran ligeras, hechas con ladrillo y cerámica. La Basílica de Santa Sofía, en Estambul, es una de las más importantes construcciones bizantinas. El arco de medio punto era un elemento esencial en sus construcciones, como elemento decorativo de las paredes. Las iglesias están repletas de ventanas que llenan el espacio de luz natural para destacar el simbolismo espiritual. Las columnas son, también, decorativas y completan el juego de luz y colores propio de estos edificios. Los motivos decorativos, en este caso, están relaciones con la vegetación y la naturaleza. Las esculturas bizantinas frontales y formales, donde los ojos suelen aparecer mirando hacia arriba para transmitir inquietudes trascendentales. Las imágenes religiones solo se aceptaban si la figura humana no se representaba como algo tangible, es decir, mediante diseños planos centrar Basílica de Santa Sofía, Estambul la visión en la propia composición. Los espacios son muy reducidos para destacar las figuras sobre fondos lisos, sin perspectiva y con actitudes mecánicas. Suelen tener tres puertas simbolizando la trinidad.
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Entre los siglos VIII y IX el Imperio Bizantino sufrió varias crisis Iconoclastas, como ya se ha mencionado, donde se pretendía evitar el culto y la idolatría a las imágenes, pues esto podía ocasionar una carrera hacia el lujo o la ostentación que amenazaban incluso al propio poder imperial de León III. Posiblemente esto se debiera a la lucha que mantenía con los musulmanes y la erupción del volcán de la isla de Tera, la cual León vería como evidencia de la ira de Dios que la Iglesia había traído por su veneración de imágenes. Tras esta lucha, la arquitectura dio un gran giro, realizándose ahora edificios de menor tamaño. Buscaban un ambiente interior de penumbra donde el hombre pudiera centrarse en la oración, meditación y penitencia, y la belleza exterior. A modo de resumen y como conclusión, es interesante observar la transformación que sufrieron tanto el arte como el simbolismo en el cristianismo durante estos siglos que estudiamos. De una religión prohibida y ocultada bajo tierra, donde las imágenes eran simples y estaban cargadas de contenido y fuerza simbólica, donde los difuntos eran enterrados en secreto, se pasa a la ostentación, a la construcción de grandes, cuanto más grandes mejor, edificios que se convierten ellos mismos en símbolos. Símbolos de poderío, prestigio y religiosidad. En estos edificios todo está pensado y meditado, ya no son simples dibujos en el suelo o en las paredes los que comunican cosas, sino que forman parte, como decimos, de un gran conjunto simbólico. Incluso los cristales de las ventanas, las columnas, las formas abovedadas y la altura de los campanarios y torres, deseo de «llegar al cielo», tienen su propio significado. Nos encontramos en una de las épocas de mayor esplendor del cristianismo.
COMPARACIÓN CON OTRAS SIMBOLOGÍAS: 15
La cruz: Uno de los símbolos más utilizados en la historia de la humanidad ha sido la cruz, cuya representación es utilizada por religiones, sectas, organizaciones, gobiernos y personas de todo tipo de creencias. La”Cruz latina” es utilizada por la religión cristiana principalmente como un signo representativo. Sin embargo, hasta el Renacimiento era la “Cruz griega” (cuyos cuatro brazos poseen el mismo tamaño) la que cumplía esta función; la religión ortodoxa continúa utilizándola junto con la “Cruz ortodoxa” de ocho brazos, que también recibe el nombre de “Crucifijo”. Esta cruz marca una diferencia clave con el cristianismo, ya que representa que los pies de Cristo no estaban atravesados por un solo clavo, como en la católica, sino por dos, uno en cada pie. Por otro lado, la cruz denominada “Las Manos de Dios” es un símbolo pre-cristiano perteneciente a la mitología eslava, simbolizaba el equilibrio con el universo y la vida, y se decía que otorgaba suerte. La “Esvástica” es una cruz con los brazos torcidos y en sentido horario (si es en el sentido contrario se la denomina seuvástica), y originariamente significaba “forma bendita” en el sanscrito, la lengua clásica de la India, pero actualmente se la relaciona con el nazismo. La “Cruz Satánica” asemeja una combinación de la Cruz Lorena (con un doble travesaño, más corto el superior) y el símbolo del infinito, y encuentra utilidad en diferentes sectas. La “Cruz Ansada” o “Anj” (cruz con la parte superior en forma de óvalo) es un jeroglífico egipcio que significa “vida”.
Judaísmo:
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Dentro de la religión judía está prohibido el representar a su Dios de ninguna forma posible, es por esto por lo que sus símbolos son representaciones de su sistema de creencias en general. La “Estrella de David”, “Escudo de David” o “Sello de Salomón” es un hexagrama, una estrella de seis puntas, que representa la interacción entre lo divino y lo terrenal, según la cual, aquellos que tengan fe serán elevados hacia el Cielo, como muestra el triangulo cuya base se apoya en el suelo y su vértice está hacia arriba (triángulo rojo) mientras que aquellos que solamente se preocupen por los bienes materiales descenderán, señalado mediante el triangulo cuyo vértice mira hacia abajo (triángulo azul). Tiene doce puntas y está compuesta por seis triángulos, conmemorando, así a las doce tribus del pueblo judío, los hijos de Iaacov, el Patriarca. Además, los triángulos exteriores simbolizan los campamentos de los Hijos de Israel, situados alrededor del espacio central que sería el Santuario con los sacerdotes. El Escudo de David podría compararse, en cierta medida, con la Cruz cristiana porque se trata de símbolos fácilmente reconocibles, aunque también hay que tener en cuenta que el judaísmo y el cristianismo comparten su origen en el antiguo testamento, de donde surge el sello de Salomón. La “Menorah” es un candelero o lámpara de aceite de siete brazos y uno de los símbolos más antiguos de la religión judía. Supuestamente representa el árbol en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí, pero el significado espiritual de sus siete brazos es la perfección de Dios (el número siete significa perfección). De esta forma, la luz de este candelabro es la luz de Dios, perfecta y eterna, símbolo en el cristianismo también. Más adelante las vitrinas góticas cumplieron esta función representativa que también realiza en Menorah. Si el candelero tiene nueve brazos en vez de siete, se llama “Hanukiyah” y se utiliza durante el festival de ocho días del Chanukah representando una vela cada día y una más, el Shamash, que ilumina al resto. Hinduismo: El “Yin-Yang” es un círculo formado por dos peces, uno blanco y otro negro, que representa la dualidad de dos fuerzas aparentemente opuestas pero que se complementan. Dentro de cada una de las dos zonas encontramos un punto del color opuesto, lo que simboliza una semilla del complementario en el seno de su contrario que provoca su transformación. En el cristianismo no se posee un símbolo para mostrar esto a los creyentes pero también se habla de realidades que aunque signifiquen lo contrario se complementan, como son el Cielo y el Infierno, transmitidos mediante amenazas sobre la posibilidad de recibir castigos si no se obedece a Dios. En los antiguos monasterios cristianos existen esculturas de monstruos que representan las consecuencias que obtendrán los creyentes que se comporten de forma contraria a la indicada por Dios, mientras que las esculturas de ángeles simbolizan la recompensa eterna de aquellos que sigan las enseñanzas de la Iglesia. 17
La “Rueda de Dharma” es la ley universal de la naturaleza, representando movimientos cíclicos y constantes, y simboliza para cada persona su deber ético y religioso. En el cristianismo el circulo representa a Dios, eterno y perfecto, sobretodo en el Renacimiento con la importancia que adquirieron las matemáticas y la geometría, pero también en el paleocristianismo lo encontramos en el “crismón” q representa a Dios como principio y fin de todas las cosas.
Jainismo: El Jainismo es una religión creada en la India basada en la creencia de que la salvación la conseguirán aquellos que superen su vida material. La “Mano Jainista” o “Áhimsa” consiste en una mano con una rueda (con el mismo significado que la “Rueda de Dharma”) en la palma. La rueda representa el ciclo de reencarnación y este símbolo significa “no violencia”. En el cristianismo la paloma es la que simboliza la paz. Islam: El “Rub el Hizb” es una estrella de ocho puntas que se utiliza en el Corán (su libro sagrado) para indicar que un capitulo finaliza. Según sus creencias el paraíso estaba rodeado de ocho montañas, por lo que puede simbolizarlo. Algunos estados islámicos lo utilizan como signo en sus banderas. Encontramos una semejanza con el cristianismo en la utilización del círculo y formas geométricas rodeándolo formando un símbolo simétrico, al igual que en el cristianismo se recurre en muchas ocasiones a estas figuras para simbolizar la perfección. Además, el “Rub el Hizb” cumple un valor significativo semejante al que cumple la cruz. Otros: Las religiones de las antiguas civilizaciones estaban plagadas de simbolismos. En la religión egipcia, por ejemplo, se representaban las figuras humanas con un tamaño jerárquico indicando su importancia de más pequeño a mas grande (al igual que en muchas representaciones bizantinas se representa a Cristo más grande que el resto de los apóstoles o que los evangelistas) y su propio sistema de escritura a través de jeroglíficos estaba compuesto de diferentes símbolos o imágenes que utilizaban para transmitirse y comunicarse con las siguientes generaciones y preservar su memoria. En Mesopotamia, dentro del Imperio Sirio, uno de sus iconos más importantes son los Toros alados de Khorsabad, unas esculturas antropomórficas con cuerpo de toro, para representar su fortaleza, alas, para indicar su rapidez, y cabeza humana, para indicar su inteligencia. Estas figuras se colocaban a la entrada a la ciudad para describirse ante los visitantes extranjeros. En esta ocasión podemos comparar estas estatuas con las fachadas de las 18
iglesias, ya que una de sus funciones es la de presentarse ante aquellas personas que se encuentren en el exterior, por ejemplo, como ya hemos mencionado con la grandiosidad de las basílicas en el Imperio Bizantino. En la Antigua Grecia, incluso las columnas eran símbolos para indicar si estas estaban dedicadas a una divinidad masculina, femenina o guerrera. Las formas de sus edificios y templos eran calculadas matemáticamente y sus esculturas realizaban a escala, ya que querían mostrar la perfección de sus dioses y del ser humano. Lo más impresionante de todas estas culturas, y de las que les preceden, es que al igual que en el cristianismo trataban de transmitir su ideología a través de la representación y de la arquitectura. Los símbolos utilizados varían según la civilización pero todas lograron comunicarse sin necesidad de utilizar la escritura.
REPERCUSIÓN EN LA ACTUALIDAD En la actualidad el uso de símbolos está totalmente interiorizado por los individuos. Cualquier cosa la podemos representar de forma icónica y mucha información es recibida por las personas a través de símbolos que le son familiares. Por ejemplo, los iconos que señalan dónde hay aseos o ascensores, señales de tráfico, banderas, etc. En el caso que nos ocupa, son muchos los símbolos creados en el paleocristianismo y posteriormente en la época bizantina que aun siguen teniendo importancia en la sociedad tanto dentro del ámbito de la religión cristiana como fuera de ella. Además, al igual que los símbolos paleocristianos no se inventan sino que se utiliza lo que se conoce del mundo romano y se le dota de otra significación añadiendo lo divino, posteriormente estos símbolos han sido utilizados por otros para generar sus propias significaciones o simplemente matizar las anteriores, como hemos comprobado. El arte se va adaptando a las necesidades que tiene la religión en cada época, pero algunos usados en las épocas mencionadas siguen utilizándose hoy en día. Para argumentar esto se pueden mencionar varios ejemplos: · La paz representada con una paloma con una rama de olivo en el pico es un símbolo reconocido universalmente, que tiene su origen en la Biblia. · La cruz se ha mantenido como emblema del cristianismo representando la crucifixión. Además, todos usamos la cruz para referirnos a esta religión. También es un símbolo unido a la muerte, pues siempre se representa que alguien ha fallecido por medio de una cruz, fuera practicante o no. · La figura del pastor se utilizaba en el paleocristianismo para representar a Jesús cuidando de los cristianos, y en las misas actuales, aunque no se presente tanto la figura del pastor de forma icónica, si que se sigue hablando de Cristo como un pastor que guía y protege a su rebaño. Además de verse también la figura del cura como el pastor que guía a los fieles. · Durante el Imperio Bizantino se pintaban las paredes de dorado y había ventanas en lo alto para que todo tuviera sensación de luz, y en las Iglesias actuales, y de hecho ya desde el Gótico, se hace lo mismo pero con vidrieras, donde además se representan iconos a través de los cuales se narran escenas de la Biblia al igual que se hacía ya en la época paleocristiana en diferentes soportes para transmitir los pasajes del libro a 19
aquellos que eran analfabetos. Además ahora se hace también por tradición, y las vidrieras se asocian ya, la gente al verlo lo reconoce. · En la época de Navidad, las escenas de la natividad se imitan en las tiendas y en las casas, aunque quien las coloque no sea cristiano. Además, es en esas fechas donde reaparecen muchos iconos procedentes de épocas cristianas anteriores, ya que muchas imágenes son representadas en las felicitaciones, en los adornos, en los anuncios publicitarios, etc. · Una imagen que ha evolucionado desde esas épocas es la de la Virgen María con el niño en brazos. Esta ha cambiado sus características, sin embargo la composición de María con la cabeza reclinada hacia el bebé que está en sus brazos no se ha modificado. Además, es una imagen que también se imita en múltiples familias cuando un hijo nace, la cual da una sensación de ternura y amor fraternal que proceden, probablemente, del cristianismo de épocas antiguas. · Los curas y el Papa visten actualmente tal y como se representaba en las pinturas de los apóstoles, totalmente tapados con túnicas y enseñando solo su cara y sus manos; lo cual muestra la relación que se quiere mantener entre los apóstoles y los altos cargos cristianos. · Es convencional actualmente ver las serpientes como algo malo, y es que antiguamente este animal significaba el demonio por la historia de Adán y Eva. · La imagen del arca de Noé ha sido también muy utilizado en la actualidad en películas, anuncios, dibujos…, aunque ya no tiene el significado que tenia del castigo divino y la salvación de los justos. · David y Goliat representaban cómo la inteligencia supera a la fuerza y en las películas actuales, así como en la literatura, suele ser el personaje inteligente y débil el que gana al que es físicamente más fuerte.
CONCLUSIONES 20
A modo de conclusión diremos que, como ya hemos mencionado antes, el tema investigado es importante en el campo de la historia de la comunicación ya que la simbología, y no solo la cristiana, es un elemento esencial en la interacción entre los individuos. El uso de símbolos es casi inconsciente y siempre estamos rodeados por miles de ellos, incluso, sin que nos demos cuenta. La importancia de la simbología radica en que es un método de comunicación muy primitivo, anterior al lenguaje y, por supuesto, a la escritura. Permite el intercambio comunicativo entre personas, aunque hablen diferentes lenguas. En concreto, la simbología creada en la era paleocristiana, ayudó a consagrar la religión cristiana y su supervivencia. Además, resulta muy importante en cuanto a comunicación, ya que los símbolos se utilizaron para llevar a la población analfabeta no solo la Biblia, sino también una serie de valores que se han mantenido hasta la actualidad, puesto que nuestra base social y cultural sigue sustentada sobre los principios cristianos. Comenzamos esta investigación proponiendo unas preguntas que, a través de la elaboración de este análisis, hemos sabido responder: · ¿Provienen de esta época nuestros símbolos cristianos actuales? Ya hemos visto que sí. Aun en la actualidad esos iconos siguen presentes en los ritos cristianos, en las iglesias, en las vidrieras, en las casas, etc. Además, ya no están solamente expuestos en el ámbito religioso, sino que también la población que no es cristiana los utiliza, como puede ser el ejemplo de la Navidad. · ¿Fue muy grande el cambio de las representaciones artísticas entre la sociedad paleocristiana y bizantina? Al comienzo del paleocristianismo los cristianos eran perseguidos y debían ocultar sus creencias, mientras que en el Imperio bizantino el cristianismo no solamente ha sido aceptado sino que se ha establecido como religión oficial. Esto supone que los símbolos, creados en un principio para transmitir sus creencias, se convierten en una manifestación artística, que ya no se basa en un código secreto sino que trata de ilustrar su religión a través de estas representaciones. Por lo tanto, es evidente la evolución de los símbolos de esta religión, desde una iconografía subterránea basada en figuras con un significado oculto que tan solo una comunidad reducida conocía, hasta convertirse en un arte imperial que trata de exhibirse y mostrarse de forma suntuosa. Su mayor cambio, desde las representaciones paleocristianas hasta las bizantinas, se encuentra en que las primeras eran rudimentarias, pobres y humildes, mientras que las segundas eran exuberantes, ricas y espléndidas. · ¿No son realmente los primeros símbolos cristianos una copia de la simbología pagana? Los cristianos, al ser rechazados abiertamente por los paganos, adoptaron varios de sus dogmas para lograr su aprobación, como la Navidad, ya mencionada. Se ha demostrado que la cristiandad de la época se basó en algunos de ellos para representar determinadas 21
imágenes dotándolas de nuevos significados simbólicos. Pero, no todos los símbolos cristianos iniciales corresponden a iconos paganos. · ¿Fue la creación de los símbolos fundamental para la pervivencia de la religión cristiana? Sí. La simbología se utilizó para evitar la captura de la población cristiana por la persecución de los romanos, lo que permitió que estos individuos se mantuvieran unidos a través de la fe, provocando que la religión cristiana no se extinguiera y permaneciera viva hasta su aceptación social posterior. La representación de las imágenes pudo suponer la visión de los cristianos de que no estaban solos, que había más gente que compartía sus creencias, y como decimos, que se mantuvieran fuertes y unidos, con determinación y seguros de su fe. Con la investigación realizada, hemos sido capaces de alcanzar nuestros objetivos anteriormente propuestos, ya que ahora conocemos el origen de la simbología cristiana y su relación con su contexto histórico y social, su influencia en otros ámbitos más allá de la religión, su relación con otras creencias así como su evolución en el tiempo. Como sabemos, en cada religión y en cada momento histórico se ha representado a “Dios” de una manera distinta. Durante el periodo de tiempo que hemos tratado a lo largo del trabajo, se puede apreciar cómo esa evolución iconográfica ha estado determinada por el contexto en el que se enmarca; es decir, del Dios piadoso, se pasa poco a poco a uno todopoderoso, que advierte a los hombres del camino a seguir. Como ya hemos desarrollado a lo largo de este trabajo, el poder adquirido por la Iglesia hace que sus representaciones sean cada vez más ostentosas y que se cree una simbología capaz de representar dicha grandeza. Dios, protagonista indiscutible de esta, junto con la Virgen María que mantiene al niño en sus brazos, son representados en las cúpulas (cada vez más altas) de las basílicas mostrándonos cómo vigilan todos nuestros actos. Para concluir, puede ser interesante y revelador mostrar las posibles líneas de investigación futuras. Por ejemplo, sería atrayente hacer especial énfasis en la arquitectura bizantina, su modo de construcción y su organización para comprender la relación entre la época cultural del momento y su trascendencia en todos los ámbitos de nuestra vida. Ya hemos comentado la simbología plasmada en las catedrales o basílicas, pero por el objeto de estudio en el que nos hemos centrado, ha sido imposible analizar en profundidad las características de estas edificaciones. Centrándonos en la simbología religiosa, otra línea de análisis puede ser las nuevas doctrinas de la edad moderna, algunas con raíces cristianas, su propio sistema de signos y su efecto en la sociedad actual. En definitiva, a raíz de esta investigación, podemos indagar en multitud de aspectos relacionados con la simbología cristiana y su evolución que nos aportarán un conocimiento más exhaustivo sobre la el paleocristianismo y el Imperio Bizantino.
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