Matar a un ruiseñor. esquema actancial de Greimas.

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Begoña García Sastre 3ºPER-CAV Vicálvaro

MATAR A UN RUISEÑOR (To kill a mokingbird, Lee Harper, 1962) · Relación con “en el umbral de la caverna” (Román GUBERN en Espejo de fantasmas, 1993): Gubern comienza diciendo que las fabulaciones narrativas son depositarias de las turbulencias emocionales causadas por racionalidad e instinto. En esta película esto se ve claramente reflejado en el conflicto que siente Mayella Ewell entre su atracción sexual por un hombre negro y el código del honor de la época por el cual una mujer blanca no puede sentirse atraída por un hombre negro. Esto nos hace pensar también en lo que dice Gubern acerca de que interpela a nuestros miedos y a las regiones más oscuras de nuestro psiquismo; en este caso haciéndonos reflexionar sobre hasta dónde somos capaces de llegar para ocultar cosas que hacen que la sociedad piense mal de nosotros. También se dice en el texto que el cine es “un espejo de un imaginario colectivo configurado por los deseos, frustraciones, creencias, aversiones y obsesiones que componen su población”. En esta película se ve el reflejo de una sociedad con prejuicios hacia los que son diferentes, ya sea por el color de su piel o por que se les considera monstruos aun sin conocerlos, y los miedos que estos le provocan. Sin embargo, se muestra un claro deseo por parte de los sujetos de la acción por hacer que eso cambie y conseguir la igualdad entre seres humanos (sueño público compartido), tratando de implantar una nueva moral: cine como transmisor de ideología, que, según el autor, en el caso de ver la película en una sociedad con una moral socialmente consensuada se vería al cine como legitimador de dicha moral y que, además, la refuerza. Por otro lado, esta película sigue la lógica del comercialismo de la que habla Gubern. Parte de no conseguir ese sueño de igualdad pero sí acaba satisfaciendo la necesidad emocional de la audiencia al no denunciar a Boo Radley y vengar así al inocente muerto y conseguir que prime el bien y la justicia. Sigue también la lógica de la eficacia (imagensentimientoidea) mencionada en el artículo, ya que apela a nuestras emociones y llegamos a sentir mucha pena por Tom Robinson y Boo Radley, marginados sociales, y de ahí llegamos a la idea que se trata de transmitir acerca de la necesidad de una sociedad más justa e igualitaria, que, en ocasiones, pasa por burlar lo socialmente aceptado (que sería llevar a Boo Radley ante la justicia). · Aplicación del modelo actancial de Greimas: bajo mi punto de vista, en este relato hay dos tramas simbólicas diferenciadas que transcurren separadas pero que al final del relato convergen (montaje alternante convergente). Por un lado, y a la que a partir de ahora llamaremos trama 1, está la trama simbólica que tiene como aspirante a héroe a Atticus Finch, que a su vez será el destinador de la trama 2, cuya aspirante a heroína es la hija de este, Jean Louis Finch. Como ya se ha mencionado, en la trama 1 el sujeto de la acción y aspirante a héroe es el abogado Atticus Finch, viudo y con dos hijos y con una clara fe en el ser humano y en la justicia. Se le presenta recogiendo unas nueces que le trae el señor Cuninham como pago por un servicio y explicándole a su hija lo que significa la pobreza, por lo que le vemos ya como un hombre compasivo y bueno. La tarea encomendada a Atticus pasa por defender a un hombre negro, Tom Robinson, de una acusación que se nos presenta como falsa. El objeto de deseo aquí no es tanto la justicia (que también), sino la transmisión de una nueva moral a las nuevas generaciones que vienen representadas por sus hijos. Por lo tanto, el destinador en este caso sería su propia moral y su propia ética. Esto se ve reflejado en la película cuando la niña le pregunta: “¿si no deberías defenderle, entonces por qué lo haces?”, a lo que responde: “entre varias razones, porque si no lo hiciera no podría ir con la cabeza bien alta, ni siquiera podría deciros a ti y a Jem qué es lo que debéis hacer”. Al decir que no podría ir con la cabeza alta está defendiendo la moral, y cuando habla de sus hijos se refiere a la necesidad de defender al hombre negro para poder así implantar en ellos esa nueva moral que se configura como el objeto de deseo. Por lo tanto, hasta aquí tendríamos el aspirante a héroe, Atticus; el destinador, la propia ética del protagonista; el objeto de deseo, la creación de una nueva moral que vaya más allá de los prejuicios sociales; y los destinatarios, sus hijos y, por extensión toda la humanidad que necesita un cambio de visión

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