L
os diarios publican a veces historias que, más que de la realidad, parecen extraídas de la imaginación de los mejores guionistas de Hollywood. Es el caso de la detención, el jueves, del mafioso James Whitey Bulger, uno de los hombres más buscados por el FBI, que había puesto precio a su cabeza: dos millones de dólares de recompensa. La historia de Bulger, de 81 años, asesino y confidente de los servicios secretos, y huido de la justicia desde 1994, cuando un exagente del FBI le dio el chivatazo de que iban a por
El epílogo
La tele cazó al mafioso JUANCHO
Dumall director ADJUNTO
él, ya es una novela. De hecho, en ese personaje se inspiró Martin Scorsese para su película Infiltrados, donde Jack Nicholson da vida al criminal de Boston. Pero lo más sorprendente de esta historia no es la detención en sí, sino el método utilizado por los detectives para dar con su presa: la inserción de anuncios en programas de televisión dirigidos específicamente a mujeres de cierta edad. Se trataba de que identificaran a la compañera de fuga del mafioso, una higienista dental amante de los perros y aficionada a los salones de belleza.
de Catalunya
elPeriódico elPeriódico
Tan sencilla estrategia dio resultado, lo que habla del sentido práctico del FBI, así como de la eficacia de los mensajes publicitarios cuando está bien seleccionado el público potencial, lo que los técnicos en mercadotecnia denominan target.
El camino más fácil Cuando las series de ficción nos muestran técnicas de investigación basadas en tecnologías sofisticadas, rastreos del ADN e inmensos avances de la medicina forense, ahora nos encontramos con que un espot
en programas del estilo de La noria es el camino más fácil para atrapar al enemigo público número uno. En cualquier caso, la historia de Bulger, en la que no falta un hermano senador en Massachusetts que tuvo que abandonar el cargo arrastrado por el escándalo, nos remite a que las conexiones entre los malvados y las cloacas del Estado son una realidad, pese a que los Eliot Ness del siglo XXI desenmascaren las tramas por el expeditivo método de una buena campaña de publicidad. El maestro Scorsese ya tiene materia prima para un Infiltrados 2.
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Año XXXIV. Número 11.641. D.L.: B 36.860 - 1978
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25 DE JUNIO DEL 2011
al día siguiente vinieron todos a clase vestidos de blanco.
Gente corriente
Cristina Montiel
–¡Como los chicos que se dejan manipular en la película! –Me asusté mucho y me enfadé. Ellos lo hicieron como una broma, pero cuando vieron el final de la película ya no les quedaron ganas de reír.
Profesora a contracorriente. Habla con pasión de una asignatura en peligro de extinción: la filosofía.
–¿La filosofía es una asignatura antimanipulación? –Totalmente, al menos yo intento que lo sea. Muy poca gente se pregunta el porqué de las cosas. Yo animo a mis alumnos a discutirlo todo. Un día uno me dijo: «Nunca me habían hecho pensar tanto como tú». Aquello me hizo llorar.
«Desde niña me he indignado por las cosas» JOAN CASTRO / CLICK ART FOTO
Gemma
Tramullas
Estos días, más de 400 personas se presentan a las oposiciones para 18 plazas de profesor de Filosofía en institutos catalanes. Tras varios años haciendo sustituciones, esta es la oportunidad de Cristina para poder seguir dedicándose a lo que le apasiona: enseñar a pensar. –Mira que estudiar Filosofía. ¿A quién se le ocurre? –Desde que era niña me he indignado por las cosas, me gustaba mucho discutir. En séptimo de EGB no dejaba de plantearle preguntas a la profesora: «De mayor te gustará la filosofía», me dijo. Tuvo que explicarme lo que significaba la palabra: el amor por el conocimiento, la pasión por saber más aun sabiendo que nunca llegarás a saber.
–Muy bonito, pero ¿para qué sirve? –Para mí la filosofía es básicamente reflexión, crítica y humildad. A veces parece que lo sepamos todo, pero hay mucha gente que ha pensado muchas cosas antes que nosotros. –Sigo sin verle la utilidad. –No la tiene, en el sentido material. Pero ser crítico, plantearte las cosas y no quedarte con la inmediatez es muy útil. Hoy en día todo es muy visceral, no se piensa, y esto puede traer consecuencias nefastas. –¿Por ejemplo? –Se me revuelve el estómago cuando veo tantos chicos a favor de la pena de muerte. ¿Realmente lo han pensado? No, han oído cosas y tienen una reacción visceral. La filosofía es muy útil para desmontar las seguridades que tenemos. –Debería ser una asignatura vital, pero parece la más prescindible.
«Pensar está mal visto. Un futbolista llamó filósofo a Guardiola como si fuera un insulto» –Pensar está mal visto. Un futbolista llamó filósofo a Pep Guardiola como si fuera un insulto, como si dijera: «Este piensa y no hace nada». La filosofía, como la literatura, va a contracorriente. Tú quizá nunca actuarías como el personaje de una novela, pero puedes llegar a entender sus razones y para mí la empatía es vital. –¿La filosofía enseña a ponerse en la piel del otro? –Hay mucha gente que dirá que no, pero yo creo que sí, en el sentido de que te muestra otras maneras de pensar.
–¿Cuál es el filósofo favorito de los adolescentes? –Quizá Nietzsche, porque es el más crítico con el statu quo y el que tiene un lenguaje más potente. –¿Y la frase que más les suena? –«Solo sé que no sé nada», de Sócrates, o «pienso, luego existo», de Descartes, pero no saben exactamente por qué lo dicen. Lo que les impacta es la frase. Un día vi que en la pizarra habían escrito conguitos amb suc debajo de la frase cogito ergo sum. –¿Y qué hizo? –Reírme. Se quedaron con la rima, con lo divertido, con el lema, porque así es la sociedad de hoy. A mí me gusta la broma, pero también sufro mucho. Un año les puse la película La ola, sobre un profesor que hace un experimento con sus alumnos para demostrarles con qué facilidad se manipulan las masas. Ese día no terminaron de ver la película, pero
–¿Empatiza con ellos? –Entiendo a los adolescentes airados. ¿Qué pinto yo en el mundo? Para mí no tiene mucho sentido. Quizá somos un accidente de la naturaleza y la vida es lo que es y ya está. Es duro pensar esto desde joven. –Y morimos sin hallar el sentido. –La vida solo tiene el sentido que tú le das. Tenemos que apañarnos para vivir lo mejor que podamos. Lo decían Adorno y otros: no se puede ser feliz en un mundo donde los demás no lo son. Yo no sé si puedo ser feliz en este mundo donde se sufre tanto. –¿Y si no aprueba las oposiciones? –Me dolería dejar la enseñanza porque es mi vocación, pero se puede practicar la filosofía desde cualquier otro ámbito. Vivo en Llagostera, un pueblo con mucha inmigración y a menudo oigo comentarios despectivos sobre «negros y moros». Seguiré intentando darle la vuelta a este tipo de afirmaciones. La filosofía es un arma contra el dogmatismo. H gentecorriente@elperiodico.com