Me gustan las nieblas y los mares de nubes. No podría ser de otra forma, viviendo en Asturias. Si eres de aquí aprendes a convivir con ellas, pues son tan frecuentes y persistentes a veces como antiguas son la imaginación y la fantasía que las envuelve. Nos ayudan a no mirar siempre igual, a ir con prudencia ya sea en el valle, en la montaña o en la orilla de la mar. Ellas hacen que acentuemos nuestros sentidos, nos inspiran historias, desarrollan nuestra imaginación y fantasía. Forman parte de nuestra idiosincracia, van indisolublemente unidas a nuestro territorio. Por eso hemos de aprender a convivir con ellas, hemos de tolerarlas sin perderles el respeto. Por eso hemos de jugar con ellas, pues ellas nos enseñan a ver las cosas de otra manera, sin ellas todo sería más monótono.