ITINERARIO POR EL PALACIO REAL DE MADRID
CONTENIDOS DIDテ,TICOS
PALACIO REAL DE MADRID: Este edificio barroco del siglo XVIII es la residencia oficial del Rey de España Juan Carlos I. Pese a que ni el Rey ni la Familia Real habitan en el Palacio, éste sigue siendo utilizado para celebrar las ceremonias de Estado. Sus impulsores Felipe V, el primer borbón español, mandó construir este palacio para sustituir al Viejo Alcázar de Madrid, destruido por un incendio en 1724. Las obras del Palacio Real comenzaron en 1737, empezando por la fachada del mediodía. Las obras del exterior, de gran parte del interior y de parte de la ornamentación se concluyeron durante el reinado de Fernando VI. Sin embargo, fue Carlos III el que se ocupó de terminar el edificio y, además, le añadió un ala que habilitó como su residencia. Otros monarcas posteriores como Isabel II o Alfonso XII continuaron con algunas obras complementarias que se dieron por concluidas durante la regencia de María Cristina. Sus arquitectos Los italianos Felipe Juvara y Juan Bautista Sachetti fueron los arquitectos del Palacio Real. Sachetti simplificó el proyecto, lo hizo más elevado, con una forma más cuadrada, patio interior y elementos ampliadores en las esquinas. Pero él no fue el único que participó en la construcción. El extenso periodo de tiempo que duraron las obras hizo que otros arquitectos, casi todos italianos, participaran en ellas. Los materiales empleados El Palacio está construido con piedra blanca de la localidad madrileña de Colmenar de Oreja y con piedra berroqueña gris de la sierra de Guadarrama. Además, se utilizaron ricos materiales para su decoración y ornato: mármoles españoles, estucos dorados, madera de caoba en puertas y ventanas y notables pinturas de todo tipo, destacando sus importantes frescos. El edificio Su arquitectura, de imitación francesa posee proporciones italianas. Es de una gran majestuosidad y belleza, resaltada por los bellos jardines que lo rodean: los Jardines de Sabatini al norte y el Campo del Moro al sur. Destaca su fachada, inspirada en los dibujos que Bernini realizó para el Palacio del Louvre de París. Los balcones de las principales dependencias se separan con columnas jónicas y pilastras dóricas. Encima de la planta principal se encuentra otra sin salida al exterior, y sobre ésta otra planta con ventanas. Una balaustrada de piedra blanca remata la cornisa. Allí debían colocarse las estatuas de los reyes de España que en la actualidad se encuentran en el Parque del Retiro. Principales estancias Escalinata Conduce a la planta principal y fue diseñada por Sabatini. El Salón de los Alabarderos Posee un extraordinario fresco de Tiépolo
Salón de las Columnas Aquí se firmó el tratado de adhesión de España a la Unión Europea. Está decorado con tapices de la Real Fábrica. Sala del Trono La bóveda ofrece un fresco de Tiépolo que representa la alegoría de la Monarquía española. Este salón se conserva exactamente igual que en la época del rey Carlos III. Salitas Gasparini Son tres salas decoradas por el artista italiano que les da nombre: antesala, salón de Carlos III y vestidor. De gran lujo y belleza, destacan los suelos de mármol taraceado, las paredes tapizadas en seda y plata y el mobiliario rococó. Sala de porcelanas Esculturas de Bernini y paredes recubiertas de azulejos de la madrileña Fábrica del Buen Retiro. Gran comedor de gala Se conserva la ampliación que realizó el rey Alfonso XII. Las pinturas que lo decoran son de Mengs y de sus discípulos González Velázquez y Francisco Bayeu La capilla Fue construida entre 1749 y 1757 por Sachetti y Ventura Rodríguez. La biblioteca Encierra más de 300.000 volúmenes, entre los que destacan bastantes incunables. También posee interesantes mapas, grabados, dibujos y manuscritos. La Real Armería Está situada a la izquierda del patio de Armas. Su origen está en la colección privada del rey Carlos V que Felipe II trasladó a Madrid en el año 1561. Reúne interesantes piezas únicas, destacando las de la época del Renacimiento. Otras salas de interés son: La sala de música, la sala de la Plata y la Sala de los instrumentos musicales con dos violines una viola y dos violonchelos de Stradivarius HISTORIA. DE ALCÁZAR A PALACIO. El Palacio Real Nuevo de Madrid es el resultado de una larga historia arquitectónica que arranca del siglo IX y que no concluye hasta el siglo XX. En su desarrollo se distinguen dos momentos principales: a) Desde la dominación árabe hasta 1734. De fortaleza musulmana a imponente alcázar. b) De 1734 a la actualidad. Destrucción del alcázar y creación de un Palacio Real Nuevo. Como resultado de las numerosas intervenciones que se han sucedido en el Palacio , el resultado es un edificio reflejo del s. XVIII español, realizado en ladrillo y piedra dentro de la tradición barroco–clasicista basada en los modelos de Bernini (*). Su planta es cuadrangular con cuatro torres o resaltes en los ángulos y estructurada en torno a un gran patio central. El
alzado consta de un gran basamento almohadillado en el que se abren vanos, sobre el que van otros dos cuerpos recorridos por pilastras planas toscanas entre las que se abren las ventanas, a excepción de las torres y los tramos centrales de las fachadas en los que se ha empleado un peculiar orden jónico. Coronando todo el edificio una cornisa sobre la que se asienta una balaustrada decorada con esculturas y jarrones. La fachada principal, la sur, tiene una triple portada con pórtico por el que se accede al vestíbulo, en cuyo lado derecho se abre la Escalera principal. Frente a esta fachada se abre la Plaza de Armas, delimitada al este por un ala fruto de la ampliación del Palacio a finales del siglo XVIII. Frente a la sobriedad del exterior, el interior destaca por la suntuosidad y magnificencia de la decoración gracias a las pinturas de sus bóvedas, cuadros, tapices, papeles pintados, esculturas y objetos de toda índole que fueron realizados por los mejores artistas y acumulados a lo largo de diferentes épocas. EL ALCÁZAR DE MADRID
La historia del Alcázar de Madrid se remonta a los orígenes mismos de la ciudad, más concretamente a su fundación por el emir musulmán Muhammad ben Abd al Rahmman entre los años 850 y 866 con una función puramente militar; esto es, reforzar el sistema defensivo de la Marca Media. Poco sabemos sobre el Alcázar musulmán, que debió ser un simple castillete que junto con la muralla conformaban el entramado de fortificaciones que protegían la ciudad. En cuanto a su ubicación, hay varias interpretaciones; una tradicional, según la cual estaría situado sobre el posterior Alcázar -actual Palacio Real-, y otra más reciente que lo emplaza más al sur, entorno a la ladera norte de la calle Segovia. Del mismo modo, vuelven las controversias en los años posteriores a la conquista cristiana; así, mientras que para unos la antigua fortaleza musulmana fue paulatinamente reformada por
diversos reyes castellanos, otros hablan de construcción ex novo ya sobre el solar del actual Palacio Real. Sea como fuere, lo cierto es que el Alcázar madrileño no empieza a alcanzar cierta entidad hasta que la dinastía de los Trastámara lo elige como residencia regia, convocando en la Villa cortes sucesivamente. Así, Enrique III -según nos cuenta León Pinelo-, le confirió un aspecto más palaciego, realizando para ello diversas obras de importancia como el levantamiento de algunas torres. La misma política siguió su hijo, Juan II, quien también realizó importantes reformas como la construcción de una nueva capilla, y de una sala, que decorada con un gran lujo se la acabó conociendo como la “Sala Rica”. Posteriormente, Enrique IV eligió de nuevo el Alcázar como una de sus residencias favoritas, y en él residió durante largas temporadas, naciendo en una de sus salas Juana la Beltraneja, el 28 de febrero de 1462. Pocos años después, tras el estallido de la guerra civil, el edificio sufrió numerosos daños puesto que en 1476 los seguidores de la Beltraneja fueron sitiados en el recinto por las tropas de Isabel I. Poco a poco el Alcázar madrileño se fue convirtiendo en una de las residencias reales más importantes del reino de Castilla, a pesar de los destrozos que sufrió durante la Guerra de las Comunidades, y de servir de prisión al rey Francisco I de Francia tras su captura en la batalla de Pavía (1520). En 1536, el emperador Carlos V decidió otorgarle una impronta más cortesana y palaciega, encargando su reforma a los maestros Luis de Vega y Alonso Covarrubias, quienes además de renovar las estancias ya existentes, duplicaron la superficie del edificio con la construcción de un nuevo cuarto para la reina entorno a un segundo patio, y una nueva fachada rematada por las armas imperiales. Pero el personaje clave en las obras de modernización y ampliación del Alcázar va a ser sin ninguna duda Felipe II. Ya desde su primera regencia en 1543, el todavía príncipe imprimió un nuevo ritmo a las obras, que se incrementará más aún si cabe a partir de 1561, cuando decide trasladar la Corte a Madrid. Paralelamente, Felipe II ordenó al arquitecto Juan Bautista de Toledo que se pusiera al frente de las obras, siendo este autor el que consolide definitivamente el Alcázar como la principal residencia real. Juan Bautista de Toledo, remodeló principalmente la parte más antigua, reconstruyendo salas, levantando galerías, y sobre todo, construyendo la denominada Torre Dorada en el extremo sudoeste. No acabaron aquí las obras del Alcázar, pues prosiguió su renovación durante los siguientes reinados. La fachada sur fue reformada con Felipe III y Felipe IV. El proyecto inicial, que pretendía uniformizar las trazas del edificio con las de la Torre Dorada, fue realizado en 1609 por Francisco de Mora. Pero fue el sobrino de éste último, Juan Gómez de Mora, quien se hizo cargo de su construcción introduciendo algunas modificaciones respecto al proyecto original -portada y tres torres más-, aunque sólo se realizó en parte. Durante el reinado de Carlos II continuaron las obras; se remató con un capitel la llamada Torre de la Reina (simétrica a la Dorada), y se cerró la plaza sur mediante algunas dependencias y galerías. Esta plaza será testigo de la proclamación de Felipe V el 24 de noviembre de 1700. Con Felipe V comienza la última etapa en la historia del Alcázar de Madrid. Ésta, se
caracterizará por las exhaustivas obras de reforma interior que llevó acabo la nueva dinastía para adecuar el viejo palacio al gusto francés, y que tendrán como protagonistas indiscutibles a la reina María Luisa de Saboya y sobre todo a su camarera mayor, Ana María de la Tremoille, princesa de los Ursinos. La princesa, hasta la muerte de la reina en 1714, fue quien al margen de toda burocracia ordenaba las obras en palacio, que eran ejecutadas por el arquitecto Teodoro Ardemans, y en una fase posterior por el francés René Carlier. Pocos años después, concretamente en la Nochebuena de 1734, y hallándose la corte en el Pardo, un incendio que se prolongó durante cuatro días redujo a cenizas los siglos de historia del Alcázar. EL PALACIO REAL
Su historia como Palacio, comienza en la nochebuena de 1734, cuando un gran incendio redujo a escombros el Alcázar de Madrid, principal centro de poder de la monarquía hispánica y residencia de los soberanos de la Casa de Austria. Felipe V y su familia entonces residían en el palacio del Buen Retiro, pues era conocida la aversión del rey a este edificio de trazas barrocas que en nada se parecía a los grandiosos palacios rococó de su Francia natal. La desaparición del Alcázar y la construcción de un nuevo Palacio Real iban a permitir al primer soberano de la Casa de Borbón mostrar la imagen de la nueva monarquía. Así, Felipe V dispuso que el nuevo palacio fuera digno de una capital monumental, con capacidad para albergar no solo la residencia de la familia real, sino también a diversas instituciones político administrativas de la corona. La construcción del nuevo palacio, sin duda el edificio más importante que aparecerá en Madrid en el siglo XVIII, tenía, según Marín Perellón, una triple finalidad: de cara a la nación como muestra de las reformas; de cara a los otros príncipes para recalcar la grandeza del monarca y de cara al pueblo como símbolo de la reforma, pero sobre todo de la fuerza de la monarquía. La traza del nuevo palacio fue encargada al italiano Filippo Juvara, quien vino a Madrid en 1735 para hacerse cargo de su construcción. Desde un principio, Juvara tuvo en mente la realización de un gran palacio comparable con el de la corte de Versalles, y proyectó un colosal edificio tres veces mayor que el actual. Evidentemente, el emplazamiento del antiguo Alcázar era inadecuado para una obra de tal envergadura, por lo que dispuso que fuera construido en los altos de San Bernardino, en torno a la actual calle Isaac Peral. Pero Felipe V, rechazó inexplicablemente el proyecto de Juvara, imponiéndole que el nuevo palacio fuera construido sobre el solar del antiguo Alcázar. Esta decisión contenía una carga simbólica y política de primera magnitud. Tras la muerte de Juvara en marzo de 1736, Felipe V quiso que fuera su discípulo Juan Bautista Sachetti quien adaptara el proyecto de Juvara al solar del antiguo Alcázar. Este emplazamiento era mucho más pequeño que el elegido por su maestro, por lo que Sachetti tuvo que modificar notablemente el proyecto inicial, haciendo vertical, lo que Juvara había proyectado como horizontal. Esto no quiere decir que el proyecto de Sachetti fuera minimalista, pues junto a la construcción del palacio había recreado todo un espacio áulico o cortesano que se prolongaba hasta la Basílica de San Francisco el Grande, con la construcción de una catedral y un viaducto que salvaba el desnivel de la vaguada de la calle de Segovia. La limitación de recursos aconsejo acometer exclusivamente las obras del palacio, aunque la idea del viaducto de Sachetti no se olvidaría. A Sachetti por tanto, se le debe el diseño de la planta general, que sería cuadrada y dispuesta entorno a un solo patio principal rodeado de un pórtico y galería con nueve arcos de frente en cada lado. Además, se aprovecharían parte de los cimientos y los sótanos del antiguo Alcázar, sobre todo, los muros de contención que salvaban el abrupto desnivel del Campo del Moro, e incluso se siguió conservando la toponimia de las torres antiguas (torres del rey, del príncipe, de la reina y de la princesa).
Las obras comenzaron el 7 de abril de 1738 con materiales que resistieran al temido fuego; esto es, la caliza de Colmenar de Oreja para fachadas y ornamentos, el granito de Guadarrama, Villalba, Becerril, Galapagar y otros lugares, para muros y cimentaciones; el ladrillo para suelos, muretes y bóvedas; los jaspes para columnas y basamentos se trajeron de El Molar, Lanjarón, El Espejon, la Mañaria, Pedro Muñoz, Tortosa, Los Yébenes y Villamayor de Calatrava; y el mármol para los relieves de la fachada, los peldaños de las escaleras y otras decoraciones de la localidad almeriense de Macael, Valencia, Novelda, Montesclaros y Granada. El uso de la madera se redujo estrictamente a lo necesario. Para la construcción del palacio se movilizó a buena parte de canteros, carpinteros, trajineros, yeseros, oficiales y aprendices de los gremios de Madrid, incluso vinieron de las provincias vascas buen número de canteros y tallistas, pues tenían fama de ser los mejores del país. Todos estos trabajadores se sumaban a buen número de artistas, maestros y artesanos que habían venido desde tierras italianas y francesas. Al frente de todos ellos se encontraba el turinés Juan Bautista Sachetti, arquitecto mayor de las obras del rey, asistido por los cuatro arquitectos que se encargaban de construir cada una de las torres del nuevo palacio, a la sazón Virgilio Ravaglio, Juan Tami, Pedro Frasca y José Lezzen. Con posterioridad, Carlo Giamboni y Andrés Rusca sustituyeron a Ravaglio y Lezzen. Tal mezcolanza de gentes, técnicas y formas de entender la arquitectura, la escultura y la pintura permitió convertir las obras del palacio real en un auténtico laboratorio de experimentación en el que aprendieron Ventura Rodríguez, José de Hermosilla y otros grandes artistas que trabajarían durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. La organización técnica de las obras estuvo bajo la dirección de un secretario de Estado del rey, con el que realizaba las consultas pertinentes sobre la marcha y las necesidades de las obras. Por debajo se encontraban un intendente, que era el responsable directo de las obras y entendía en la contratación de mano de obra y materiales; un tesorero, un contador y un comisario de obras. Este último cargo lo ostentaba Carlo Sachetti, hermano del gran arquitecto. Las obras fueron en buena medida sufragadas con las rentas estancas que se obtenían del tabaco, además de otras contribuciones y rentas de la Corona. Durante los primeros años la construcción fue lenta, de tal manera que cuando Fernando VI sube al trono en 1746 sólo se había realizado la planta baja del edificio, así como las bóvedas que soportaban el suelo de la planta principal. Bajo su reinado se terminará la obra global del palacio y sus exteriores, se construirá y decorará la Capilla Real y se comenzarán a pintar algunas estancias como las dos cajas de la escalera principal que nunca llegaría a construirse. De las decoraciones escultóricas de fachadas, estatuas del patio interior (1751) y de la balaustrada se encargaron Doménico Olivieri y Felipe de Castro; de las composiciones artísticas y de las pinturas de los interiores se encargó Corrado Giaquinto (entre 1753 y 1762); de los estucos Juan Bautista Andreoli (desde 1753) y de las puertas y ventanas en caoba maciza el ebanista Mateo de Medina (década de 1750). La aversión que Fernando VI sentía hacia su madrastra Isabel de Farnesio, que desterró de la corte a comienzos de su reinado, quedó de manifiesto al excluirla de las estatuas de los reyes españoles que se estaban haciendo para ornamentar las fachadas y la balaustrada del palacio.
Cuando Carlos III subió al trono en 1759, además de reparar esta afrenta a su madre retirando todas las estatuas, se obstinó en darle un impulso definitivo a la terminación de las obras del palacio. Por orden del rey fueron cesados en sus cargos Sachetti, Giaquinto y los principales cargos que estaban al frente de las diferentes dependencias y oficios que se encargaban de la construcción del palacio. Desde este momento la dirección de obras y su intendencia recaían en el flamante arquitecto y militar Francisco Sabatini, que había llegado a Madrid con Carlos III desde Nápoles. Con Sabatini la organización de las obras y el diseño de las decoraciones tomaron un aire más militar, y cuatro años después, el 1 de diciembre de 1764, Carlos III y su familia se convirtieron en los primeros moradores del palacio. No obstante, todavía faltaba mucho por hacer, como el acondicionamiento y las decoraciones de buena parte de las salas. Para este cometido Carlos III hizo venir a Madrid a los mejores artistas del momento. El decorador Matias Gasparini se encargó de diseñar y embellecer buena parte de las estancias que componían el cuarto del rey; para pintar los frescos de las bóvedas se hizo venir a Madrid al bohemio Antonio Rafael Mengs (1761) y al veneciano Juan Bautista Tiépolo (1762), junto con sus hijos y colaboradores como Doménico y Lorenzo Tiepolo, Francisco Bayeu, Mariano Salvador Maella y Antonio González Velázquez; de los estucos se encargaron los hermanos Brilli y Michel, e incluso se sustituyeron todas las puertas y ventanas que se habían realizado a comienzos de la década de 1750. Buena parte de las nuevas decoraciones del palacio se realizaron en las Reales Fábricas de Cristales de la Granja, de Porcelana del Buen Retiro y de Tapices de Santa Bárbara. La creciente centralización de la administración puso de relieve la necesidad de espacio que precisaban algunas dependencias de la Casa Real y del Estado, razón por la que en 1772 Francisco Sabatini comenzó el «aumento» o ampliación de la torre sureste. Con el inicio de estas obras, que alteraban la simetría del proyecto original de Sachetti, también comenzaba un largo periplo de obras y derribos que se prolongarían prácticamente durante todo el siglo XIX. Así, durante el breve reinado de José Bonaparte (1808-1813) se produjeron los derribos de casas que había junto a la fachada oriental del palacio y cuyo solar Narciso Pascual y Colomer transformaría en la monumental plaza de Oriente (1844). El mismo arquitecto se encargaría del cerramiento de la plaza de la Armería, obra que culminaría en 1892 el también arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, con el derribo de las antiguas Caballerizas y la Armería Real, y con el cerramiento definitivo a través de una verja.
Las decoraciones de las salas también fueron objeto de profundas transformaciones estéticas durante el siglo XIX. Del reinado de Carlos III se conservan prácticamente intactos el Salón del Trono, el Salón de Gasparini, la Real Capilla, la Sala de Porcelana, el Salón de Alabarderos y buena parte de los frescos que se pintaron en techos y bóvedas. El resto de las salas fueron cambiadas por los sucesivos soberanos predominantemente en estilos imperio y neoclásico. Y es que cada vez que subía al trono un soberano hacían reformas y se cambiaban las decoraciones y el emplazamiento de sus habitaciones en palacio. Las más conocidas fueron el cambio de orientación de la escalera principal que realizó Sabatini por deseo de Carlos IV en 1789, y la construcción del Comedor de Gala por José Segundo de Lema en 1879. Junto al Palacio, además de la Plaza de Oriente, hay dos espacios verdes que realzan la belleza del entorno. Frente a la fachada occidental se extienden los jardines del Campo del Moro, que debe su nombre al sitio que realizaron los musulmanes en el siglo XII para intentar tomar la ciudad. Cuando Felipe II estableció la corte de la monarquía en Madrid compró este espacio para dedicarlo a cazadero y sus sucesores lo utilizaron para celebrar festejos y ceremoniales cortesanos. Durante el siglo XVIII, y a raíz de la construcción del nuevo palacio, se intentó mejorar el aspecto de los jardines, pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando el paisajista catalán Ramón Oliva le da el diseño definitivo (1890). Las fuentes de los Tritones y de las Conchas fueron ubicadas en los jardines durante el reinado de Isabel II. Por último, frente a la fachada norte, y en el lugar donde estuvieron las dependencias de las antiguas Caballerizas Reales, Fernando García Mercadal realizó los Jardines de Sabatini a comienzos de la década de 1930, siguiendo un proyecto original del propio Francisco Sabatini. LA VISITA AL PALACIO REAL DE MADRID:
RECORRIDO RESUMIDO DEL PALACIO Vestíbulo Da a la Plaza de la Armería y su forma ovalada supone el desarrollo en planta del Barroco de origen italiano. Escalera principal. La caja de la escalera y la decoración fue realizada en tiempos de Fernando VI por Sacchetti y Corrado Giaquinto. Giaquinto pintó el fresco de” España rindiendo homenaje a la religión”( con profusión de nubes y colores terrosos )y dibujó todo el rico conjunto decorativo que materializó el estuquista Giovanni Battista Andreoli entre 1758-59, con casetones adornados de flores, guirnaldas, cestas de frutas y conchas. Los medallones trilobulados de las esquinas representan los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. El desarrollo de la escalera principal no se realizó hasta el reinado de Carlos III por Sabatini , que se inspiró en la proyectada en Caserta por Vanvitelli, con una pendiente muy suave y tramos solemnes, de gran anchura; con un tramo central que se desdobla en dos tramos tras el giro del rellano, para alcanzar la planta principal. Y antes de entrar al Salón de
Alabarderos nos sorprenden los maravillosos bustos de Felipe V e Isabel de Farnesio, cincelados en mármol por René Fremin( autor de numerosas esculturas y fuentes en la Granja ). Salón de Alabarderos. El fresco de la bóveda lo pintó Tiépolo en 1766 y representa la “Apoteosis de Eneas”. Es una composición en zig-zag llena de colorido y movimiento ,y con esa luminosidad que caracteriza la pintura de Tiépolo. El Héroe troyano Eneas es conducido ante Venus por la Justicia, la Fortaleza y el Valor. Mercurio, mensajero de los dioses vuela por los cielos con la noticia de la victoria de Eneas en el Lacio; Cronos mide el tiempo y Vulcano está forjando armas. Sabatini diseñó, en 1761, este sobrio espacio para el cuerpo de Alabarderos .Está decorado con estucos y molduras de Rusca. En los suelos contrastan una de las alfombras más antiguas del Palacio con una de las más modernas. Empiezan aquí los relojes pertenecientes a la colección de trescientos catorce que se deben al rey Carlos IV, Salón de columnas. Aquí estuvo la primitiva escalera de Sabatini. La decoración de estuco de Rusca no es tan espectacular como la realizada por Andreoli en la escalera principal. Aquí los trazados son más fríos y se van acercando al Neoclasicismo:parejas de sátiros sostienen en las esquinas medallones ovales con angelitos que portan emblemas de los cuatro elementos. Los tapices que cubren los muros son de Bruselas, del s.XVII, con temas como “S.Pablo y Bernabe en Listra”, “El Milagro del paralítico”, “El castigo de Elymas”. El grupo de Carlos V dominando el Furor es una reproducción del sXIX del de los Leoni que está en el Prado. Aquí hay parte de la colección real de bustos de Emperadores romanos y también de la serie de los Planetas( fundidas en bronce por el escultor renacentista de los Países Bajos, Jonghellink, y regaladas por el cardenal infante D.Fernando a su hermano, Felipe IV). El techo de Giaquinto representa el “Triunfo del Sol”, con Apolo guiando el carro tirado por dos briosos caballos y, abajo,Baco sentado en un burro coronado por las ninfas. Esta sala fue comedor oficial hasta 1859, celebrándose banquetes y bailes. Después han tenido lugar aquí acontecimientos importantes para la historia de España( como la firma de adhesión a las Comunidades Europeas o la Conferencia de Paz de 1991 ). También se utiliza para conciertos. Salón del Trono. También llamado Besamanos o de Audiencias. Se conserva tal y como era en la época de Carlos III. Constituía la estancia más grande de palacio y punto central de la vida cortesana. El techo fue pintado en 1763 por Tiépolo, ayudado por sus hijos, y representa “La glorificación de la Monarquía española “(con curiosos personajes que simbolizan todos los estados de la Monarquía ) .Un aristócrata italiano, Felipe Gazola , recibió el encargo de decorar este salón y pensó en los artesanos que habían trabajado para él en Nápoles: el terciopelo rojo lo encargó en Génova y lo mandó bordar en Nápoles con unas preciosas filigranas de plata sobredorada, las consolas y espejos son de ebanistas napolitanos. El barroquismo de este salón denota el eclecticismo artístico de Carlos III. Los leones de bronce proceden del antiguo Alcázar. Los encargó Velázquez en Italia para hacer de soporte de las consolas de mármol que decoraban el salón de los espejos. También hay aquí algunas de las esculturas de los Siete planetas que se salvaron del incendio
de 1734 . Las cuatro estatuas de las virtudes cardinales son de René Fremín, las realizó en tiempos de Felipe V para el salón del trono de la Granja. Saleta Gasparini. En el ceremonial de los Borbones, el llamado “Cuarto del rey Carlos III” constaba de numerosas salas: la Antecámara( Saleta oficial ),Salón del Trono, pieza de Comer( Saleta Gasparini ), Pieza de la Conversación o de Cenar( Antecámara Gasparini), Pieza de Vestir( Salón Gasparini ), las tres piezas del Despacho, paso a la Pieza de Vestir y Oratorio( hoy no son dos salitas, sino una sola llamado el tranvía de Carlos III) , Dormitorio del Rey( Salón de Carlos III ) y Pieza de la China( Sala de porcelana). Lo más destacado de esta sala son los estucos diseñados por Sabatini y materializados por Andreoli en 1761-63( palmas, conchas y temas alusivos a las cuatro estaciones ). Así como el fresco de Mengs, pintor que había trabajado para el padre de María Amalia de Sajonia, que representa “La Apoteosis de Trajano”( donde intenta la perfección clásica y huir de todo barroquismo). Los cuadros son de Lucas Jordán. Antecámara Gasparini. Era la sala donde el rey cenaba. En tiempos de Carlos III la decoraban con tapices de la Historia de José, confeccionados por la Real Fábrica, sobre cartones de José del Castillo. Antes del famoso incendio, de sus paredes colgaban cuadros como los retratos ecuestres de Felipe III, Felipe IV y las reinas Margarita y Mariana de Austria, el retrato del Conde Duque de Olivares y Carlos V a caballo, de Tiziano. Pero hoy toda la decoración es de comienzos del s.XIX: retratos de Carlos IV y MªLuísa de Parma son de Goya( 1800), las sedas son de la época de Fernando VII. Destacan el reloj sobre la chimenea, que imita a un jarrón, y el otro gran reloj montado allí mismo de unas lujosas piezas que venían de Paris por Dugourc,en 1801: la estructura es un templete de columnas de caoba con adornos de bronce, en cuyo interior se encuentra Cronos, el Dios griego del tiempo con su guadaña, labrado en mármol. En el techo Mengs pintó la “Apoteosis de Hércules” y también diseñó los estucos a Rusca. Salón de Gasparini. Mattia Gasparini llego a España en 1760 como pintor de Cámara de Carlos III, procedente de Nápoles y ,en seguida, se hizo cargo de la decoración de esta sala y los pequeños gabinetes contiguos, que se conocieron como “despachos de maderas de Indias” . Dibujó todos los bocetos para los mármoles del suelo, las sedas de las paredes y los estucos del techo, haciendo juego en un estilo Rococó. En la bóveda, las figuras de orientales, pájaros y flores son realizadas en estuco con apariencia de porcelana. Los bordados de las sedas los hacía su mujer, Luísa Bergonzini, quién dirigió la decoración de estas salas a la muerte de Gasparini en 1774. Pero los bordados y bronces se terminaron muy tarde, ya en 1803. Los trabajos de madera se llevaron a cabo por el ebanista flamenco Josef Canops y las entalladuras de maderas rosas y violetas de los marcos y mobiliario son únicas en el mundo. Esta era la sala en la que el rey se vestía y desayunaba. Sólo tenían acceso el Ayuda de Cámara y el Sumillers de Corps. Hoy en día en ella suelen tomar café después de los banquetes oficiales. La lámpara de Fernando VII de cristal y bronce es de las más grandes del Palacio. En él se encontraban veinticinco cuadros famosos, como “la Rendición de Breda”,”la Fragua de Vulcano”, “Esopo”, “Menipo”, retratos de Felipe IV y el principe Baltasar Carlos vestidos de cazadores( Todos ellos de Velázquez ) o ”La Natividad” de Mengs.
Dormitorio de Carlos III Fernando VII, en 1828, decidió dedicar esta sala a su abuelo. Encargó sedas azules con los emblemas de la orden de Carlos III, creada en 1771. Vicente López pinta en el techo la “Creación de la Orden de Carlos III”. En el retrato de Maella también aparece Carlos III con el hábito de la orden. Los sillones de madera pintada de blanco con cisnes y adornos de talla dorada son de estilo fernandino y están tapizados con sedas bordadas con los anagramas, que tanto se repiten aquí, de el león, la torre y el número tres romano. La lámpara de bronce, plata y cristal, representa la flor de lis. Sala de porcelana Era el cuarto de aseo del rey Carlos III, quien se trajo a los jardines del Buen Retiro la maquinaría y operarios de su fábrica de Nápoles en 1759. La pasta se fabricaba allí por Gaetano Schepers, según una fórmula secreta. Giussepe Gricci se encargaba de la decoración de la sala y del modelado de las figuras, que luego pintaban otros( como De la Torre o Boltri ).Las escenas son de la mitología clásica y , las porcelanas se desmontan, pués van clavadas a unas placas de madera detrás. La Sala de Porcelana comunica con el Dormitorio del Rey y, por otro lado, con las habitaciones de su madre Isabel de Farnesio. Sala Amarilla. Era el gabinete de Isabel de Farnesio y lo más interesante son los muebles de la época de Carlos IV, del más famoso diseñador francés de antes de la Revolución, que huyó después a España, Dugourc. Este les diseñaba muebles, joyas, relojes, que enviaba a Madrid a través del louis Godon, relojero de los reyes españoles y proveedor de todo tipo de objetos de lujo: como el escritorio de 1790 y el curioso velador central que, en realidad, es un reloj de seis manillas y compleja maquinaria( ya que además de indicar la hora y el día, indica los signos del zodiaco y las fases de la luna ). La sillería es de estilo imperio de peineta y la lámpara representa una fuente. Comedor de Gala Eran las estancias de la reina, pero muy poco habitadas por la prematura muerte de la reina MªAmalia de Sajonia en 1760. Así que las habitó Isabel Farnesio, desde 1764 hasta 1766, año en que falleció: el Dormitorio, decorado por Mengs con el tema de la “Aurora en su carro”, la Cámara de la Reina con el fresco de Antonio González Velázquez “Colón ante los Reyes Católicos” y la Sala de Comer o Besamanos , con el fresco de “la Conquista de Granada” de Bayeu. Pero, en 1880, Alfonso XII unió las diferentes salas para obtener un gran salón de baile y comedor de gala. Decoran este salón tapices flamencos del s. XVI( de Pannemaker), tibores de porcelana china del s.XVIII y jarrones de bronce dorado con placas de porcelana de Sevres, de Fernando VII. Los suelos son más modernos, de finales del s.XIX, que es cuando se empieza a utilizar parquet de madera en Palacio. La mesa tiene 40 ms de larga, está pensada para cuarenta comensales y son tableros que luego se pueden desmontar para bailar. Diferentes salas-museo - Sala de Música, con una preciosa mesa y una exposición de medallas conmemorativas. Era la primera antecámara de la reina madre, Isabel de Farnesio y Sala de cine con Alfonso XIII. Hoy es donde se sitúa la orquesta.
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Sala de la Plata, con numerosas piezas españolas( sobre todo de vajillas ) y algunas francesas. Era la Segunda antecámara de Isabel de Farnesio. Instrumentos musicales que realizó Stradivarius para la Corona en el s.XVIII. Las paredes se cubren con papel pintado a mano en los talleres de palacio. Se conoce como la antecámara de la Infanta Isabel o “la Chata”, también fue cámara del hijo de Carlos III, D. Gabriel. Otra Sala de música con pianos y guitarras de época .Era la cámara principal del infante D.Gabriel, y también de “la Chata”o infanta Isabel. Sala de vaijllas o saleta, que fue la primera antecámara del infante D.Gabriel.
Capilla Real La Capilla Real se construyó entre 1750-57 y fue el primer lugar terminado del palacio antes de la llegada de Carlos III. El vestíbulo y el templo son de forma elíptica, con el altar mayor al este y otro altar en la cara norte, frente a la entrada. Giaquinto dirigió la decoración y controló los estucos de Andreoli, Felipe de castro, Rusca y Robert Michel. La cúpula pintada por Giaquinto presenta “La Coronación de la Virgen”, sobre el altar del lado norte se encuentra el cuadro de “La Anunciación “ de Mengs y el cuerpo de San Félix, que le regaló el Papa a Isabel II. En el altar mayor una copia de Bayeu del San Miguel de Lucas Jordán. El dosel está bordado en tiempos de Fernando VI. Antesala de la Reina MªCristina Era la primera antecámara de las habitaciones de MªLuísa de Parma, donde se encontraba su guardia personal. Observamos unas estructuras arquitectónicas de gran belleza que se utilizan para decorar las mesas. Comedor de diario Corresponde al balcón central de la Plaza de Oriente. Fue el Besamanos y Salón de Baile de Mª Luísa de Parma. La cúpula la pintó Bayeu con el tema “La caída de los gigantes”. Sabatini organizó la decoración de espejos, estucos y combinó mármoles de diferentes tonalidades. Sala de Billar Salón japonés y Dormitorio de Mª Luísa de Parma La reina Mª Luisa dividió esta sala en una decorada con motivos orientales y, en otra para dormitorio, con decoración pompeyana de grutescos y frisos clásicos. Intervienen los hermanos Brilli y Vicente Gómez. También destaca el suelo de mármol con un óvalo central y rosetones diagonales y circulares que se contraponen. PLANO DEL PALACIO REAL DE MADRID