DÍA 3. Mateo 1, 21 “Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de los pecados” Este anuncio que les hemos contado en días anteriores, no fue sólo una noticia que el ángel Gabriel le da a María; el ángel tiene la tarea de contar a José todo lo que está sucediendo para que el Salvador pueda venir al mundo. María ya le había contado a José que había concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, pero José no creyó esto. Así que se propuso dejarla secretamente. Mientras dormía se le apareció en sueño un ángel y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que ha sido engendrado por obra y gracia del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Cuando José despertó del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado. José acepta ser el padre adoptivo de Jesús, el padre de Aquel que nos salvó a todos. Fiel al plan de Dios, inicia la dulce espera del que vino al mundo en forma de niño, que así como todos los niños y niñas del mundo necesitaría de una familia que brindara un nombre, amor, protección, cuidado y compañía. Recordemos que el nombre de Jesús, responde a la misión que le es encomendada: Salvar al pueblo de sus pecados. Nuestro nombre nos identifica como ser diferenciado de los demás, pero ¿cuál es nuestra misión cristiana con la familia, con los amigos, con los vecinos? Jesús nos invita a abrir nuestro corazón al amor, no temamos entregar nuestra vida a Él. Los niños y las niñas tenemos derecho a tener un nombre que nos identifique de los demás y que nos dé identidad. En esta preparación para el nacimiento de Jesús en nuestros corazones, haremos el propósito de eliminar de nuestras vidas los apodos, cada amiguito y amiguita tiene un nombre que debemos respetar.