DÍA 5. Lucas 2, 6 “Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto” Cuando María vuelve a su ciudad, luego de visitar a su prima Isabel; se entera que el emperador César Augusto ordena que todas las familias debían registrarse en su ciudad de origen. Es así como emprende su viaje con José a la ciudad de origen de éste: Belén. A pesar de que María estaba en embarazo tuvieron que salir; y así se acerca la hora del nacimiento de Jesús. Al llegar la noche, José empieza a buscar un lugar donde quedarse; sin embargo, al no encontrar y ver que en ninguna posada hay lugar para ellos, se presenta la angustia de dos padres, José y María, que no tienen un lugar digno para su hijo que está a punto de nacer. Sólo encuentran una pesebrera, donde podrán pasar la noche y descansar; con la dulce espera de su hijo. Aún en medio de la carencia y el frío, sus corazones están llenos de alegría y de ilusión porque serán padres del salvador. Hay muchas familias en el mundo, madres que esperan a sus bebés en su vientre con amor y alegría, pero también son muchas que piensan en destruir a esos seres maravillosos que llevan en su vientre y padres que no se hacen cargo de sus hijos; por esto se hace la invitación para que juntos elevemos una oración desde el corazón al papito Dios por los niños y las niñas que sufren la indiferencia de los adultos. De igual manera demos gracias al Señor por el milagro de la vida, por nuestros padres, por nuestros hermanos, porque tenemos un lugar para vivir, por el alimento de todos los días, y por aquellas cosas que nos hacen felices cada momento de nuestra existencia.
Los niños y las niñas tenemos derecho a tener una familia y no ser separado de ella. Además la familia tiene el deber de cuidarnos y protegernos. Faltan pocos días y ya llega la Navidad. El niño Jesús, está pronto a nacer. Ayúdame buen Dios a preparar mi vida para encontrarme contigo. Necesito cambiar, ser más bueno con los demás, aprender a decir siempre la verdad, ayudar a todos en lo que pueda yo hacer, compartir siempre y dar gracias por todo lo que me diste. Quiero recibirte con los brazos abiertos y dispuesto a vivir como nos enseñas haciendo el bien y amando a los demás. ¡Que así sea, Señor!