DÍA 9. Lucas 2, 22 “Llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor” Cuando se cumplieron los días, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como lo dice la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor. En aquella época los padres de los recién nacidos llevaban a sus bebés al templo como muestra de agradecimiento por esa nueva vida que llegaba a su hogar, a la vez que llevaban una ofrenda. Realizada esta presentación, como muestra de la presencia viva de Jesús; regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. La presentación de los niños, es una tradición que hoy se sigue realizando aunque de manera diferente, ahora es por medio del bautismo; generalmente nuestros papitos eligen un nombre para nosotros y nos llevan al templo para recibir el sacramento del bautismo. Así, el bautismo es la puerta de entrada a la Iglesia, es nuestra presentación a la sociedad como cristianos, como Iglesia viva y como hijos de Dios. Los niños y las niñas de hoy, merecemos un reconocimiento especial en la sociedad, merecemos que nuestros padres se sientan felices por nuestra existencia y que la sociedad respete nuestros derechos. Niño Jesús, hoy, la Iglesia y la comunidad celebra tu nacimiento en nuestras vidas; queremos que así como a tí te presentaron ese día en el templo, hoy te presentamos y ponemos en tus manos a todos los niños y niñas del mundo, para que sus papitos los amen, los cuiden y los protejan de los peligros que los rodean, para que la sociedad aprenda a respetar sus derechos y para que los niños y las niñas sientan tu presencia en sus vidas y así tengan en sus corazones el amor, la alegría y la esperanza que nos enseñaste en estos días de preparación espiritual para tu venida. Ayúdame Padre Bueno a crecer como Jesús. A ser más bueno cada día, y querer a todos los que me rodean. Ayúdame a estudiar mucho en la escuela y a ser buen amigo y compañero. Quiero aprender mucho, llenarme de las cosas de Dios como Jesús. Quiero aprender a rezar, a hablar contigo, a vivir como Jesús vivió. Enséñame a seguir sus pasos y a dejarme llenar por el Espíritu de Dios. Que todo lo que aprenda, Señor, aprenda a transmitirlo, que no me lo guarde para mí, sino que lo comparta con los demás, como Jesús. ¡Que así sea, Señor!