Aire Quemado

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GLADYS GONZALEZ

Aire Quemado

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© Editorial Yerba Mala Cartonera 2010. © Gladys Gonzales, 2010 Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro. yerbamalacartonera@gmail.com http://yerbamalacartonera.blogspot.com

Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países. ______________________________________________________ Impreso en: Imprenta “Magda I” Av. Oquendo 371 dpto. 2A. Cochabamba Derechos exclusivos en Bolivia Hecho el depósito legal: 3-1-1101-10 Impreso en Bolivia ______________________________________________________ Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de Magda Rossi.

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Si sigues manteniendo el equilibrio asĂ­ al borde del abismo suficiente, adquieres una gran destreza: te empujen del lado que te empujen, siempre recuperas el equilibrio.

Henry Miller

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“Todas las ciudades son iguales”, es el verso que abre este libro de poesía de Gladys González, con el que de inmediato dialoga con Gran Avenida, su anterior entrega. Antes la poeta parecía sorprendida por haber descubierto la vida, la noche, los bares; hoy recorre el mismo camino pero de regreso y ya todo parece darle lo mismo. Por algunas de sus páginas, sin ir más lejos, da la sensación de que estuviéramos ante una poeta vieja y casi jubilada: “He vivido en casas vacías / con el techo partido por la mitad / sin dinero / para comer / para lavar la ropa / y conseguir un trabajo”. Podríamos incluso deducir aquí que estamos frente a una “vieja pobladora”, pero Gladys González es una poeta joven que ha destacado en su generación y este libro es su jubilación de esa otra vida que nos presentó en Gran Avenida. “Busco un lugar / dónde morir”, nos machaca y luego agrega: “Mi corazón / tiene setenta años / y ya no puede ser / una niña suicida”. Aire quemado posee una voz flagelante, castigadora, que inquieta pero también empatiza. Hay pasajes en el que uno cree que la autora está muerta y que este libro es su testamento. Muchas voces jóvenes y otras no tanto abordan la poesía desde la indulgencia. Este no es el caso. De ahí su radicalidad. “no te quiero muerta no te quiero tirada en la calle con la ropa interior en las rodillas las medias rotas alrededor de tu cuello amarradas a un alambrado público”

Gonzalo León 5


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ADIESTRAMIENTO todas las ciudades son iguales si haces el mismo ejercicio buscar una cama encontrar alguien en esa cama construir una ciudad dentro de otra ciudad sin puertas sin ventanas sin salidas dejar pasar el tiempo con los ojos cerrados como si todo fuera familiar como si los golpes y los amigos muertos no estuvieran en frĂ­as bodegas como fichas clĂ­nicas todas las ciudades son iguales todas las ciudades se provocan en el mismo ejercicio todas las ciudades se queman al cruzar la frontera 7


DERRIBO hay un espejo bajo la cama que repite la imagen de esta habitaci贸n hasta que la ceniza de un cigarrillo cae desmantelando la noche

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MANUAL DE INSTRUCCIONES escucho la música y me pongo rebelde pero ya no tengo edad para ser rebelde ninguno de los que esta acá tiene edad para serlo soy el poema más cruel de la habitación he vivido en casas vacías con el techo partido por la mitad sin dinero para comer para lavar la ropa y conseguir un trabajo de medio tiempo en un centro comercial o en un supermercado sin amigos a los que llamar por teléfono y decir: “estoy destrozada” mi día se reduce a sangrar en un espejo boca abajo mientras pasan los meses como un manual de primeros auxilios y se delatan los signos de tortura en el rostro tal como el moho en mi ropa

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NATURALEZA MUERTA hubo noches en las que buscaba con un cuchillo de cocina el origen de las voces aterrorizada con el rostro amoratado y revuelto hubo noches en las que hacía barricadas para que no me asesinara con una cortadora de pasto abriéndome lentamente hubo noches en las que me golpearon tanto que caí al suelo con un diente destrozado y la cabeza rota como una granada hirviendo hubo noches sin dinero sin cortes profundos caminando por la carretera con la boca sangrando los ojos perdidos el rostro blanco resplandeciente entre los reflectores de los automóviles 10


ESCENARIO

la pel铆cula da vueltas una y otra vez en una habitaci贸n en la que se prenden y apagan las luces una y otra vez en un perfecto nocturno

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COLIRIO voy trazando la lĂ­nea blanca que deja el colirio con la negrura del delineador decoro lo que pueda verse herido bajo las luces como una perfecta y experimentada zurcidora

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MALEZA busco un lugar dĂłnde morir, como un elefante ciego perdido entre la maleza que arrastra tras los aĂąos, como los lentos suicidios de una pieza de mĂşsica demolida en el papel

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POSTAL DE VIAJE mi corazón es una radiografía sin pulso en la asistencia de socorro mi corazón tiene setenta años y ya no puede ser una niña suicida

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FRONTERA tengo miedo de cruzar la frontera sin ropa limpia y doblada en un armario que me espere llenรกndose de polvo, quieta

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GALPÓN la ciudad se reconoce a sí misma después del derrumbe marcas de lápiz labial en viejas cortinas de residencial iniciales de nombres y corazones trazados en paredes enmohecidas de baños de hotel cigarrillos a medio fumar sobre el lavamanos la ciudad y nosotros nos reconocíamos con una tristeza salvaje apostábamos y bebíamos mirando los fuegos artificiales del nuevo año en un galpón que tenia de fondo un puerto y una hilera de sacos de harina colgados para secarse al sol

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CENIZA el aire estĂĄ quemado todo huele a miedo y silencio nos miramos a los ojos y no encontramos nada que sirva para construir una advertencia aĂşn menos los escombros de esta noche

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ALUMBRADO PÚBLICO no te quiero muerta no te quiero tirada en la calle con la ropa interior en las rodillas las medias rotas alrededor de tu cuello amarradas a un alumbrado público no te quiero muerta no te quiero con la boca llena de agua los perros rasgándote los ojos en un canal hasta que tu cuerpo desaparezca por tiras entre los bares de esta ciudad no te quiero muerta no te quiero golpeada con la mandíbula rota desfigurándote el rostro

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HÁBITO durante cuatro años la misma rutina empacar desempacar llenar el suelo con colillas de cigarros botellas papeles arrugados dormir días sin ver el sol sin hablar con alguien que no sea un taxista o un vendedor de almacén escuchar los gritos y el calor de los neones cosidos a la ventana a los espacios vacíos de las puertas del techo del armario

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HUIDA esta noche termina como todas las otras encerrada en una habitaci贸n de un hotel de paso viendo flotar en el agua del inodoro colillas de cigarrillos que se desploman por el suelo las luces de ne贸n de la boite iluminan la ventana como las llamas de un gran incendio en la ciudad como si todo este desierto celebrara mi huida

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TERMITAS antes de alejarnos de ese lugar regresamos a la antigua casa para recoger las cosas que habĂ­amos olvidado esa casa infectada de termitas que volaban desde los orificios de los sillones de mimbre regresamos en silencio para no despertar antiguos fantasmas para no despertar ninguna lecciĂłn que quedara allĂ­

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CERTEZA la seguridad se resume ahora en cerrar la puerta con llave y cerrojo mantener las luces encendidas de la casa teniendo la confianza de que nadie llamará esta noche porque ya no importa no existe ese dolor todo se resume a mirar por la ventana y observar a los vecinos sacar la maleza del jardín a los niños jugar en el pasaje esperando el turno para usar la bicicleta a tomar un libro de botánica y plantar semillas de albahaca en el huerto hecho sobre tubos de plástico dejaron de importar muchas cosas porque cuando no se tuvo nada que perder sólo queda la costumbre de mirar mas allá de la supervivencia con ojos profundos como si algo mejor fuera a llegar 22


puedo ver la destrucción con la ternura de los ojos de un novillo en el minuto en que es degollado en un matadero a pesar de que aún no puedo dormir sin despertar sobresaltada sin revisar la llave del gas los pasadores de las ventanas escribir nosotros pensando en singular tengo la memoria rota que es lo único que obtuve de ese desierto en cambio, mi corazón se quedó en ese profundo silencio congelado en las pensiones perdido en el tiempo sin posibilidad de rescate como una cadena de la que no se puede tirar

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Gladys Gonzales Ha publicado «Gran Avenida» (Ediciones La Calabaza del Diablo, 2004). Ha sido incluida en las antologías «Poesi av kvinnor fran latinamerika» (colección Skrap-poesi 1, Pochas Vanner, Suecia, 2008), «El lugar de la memoria» (Selección de Isabel Gómez y Alejandro Lavquén. Santiago, Editorial Ayún, 2007), «(SIC)» de la Biblioteca Nacional de Chile (Valente Editores, Chile, 2004) y en «Cantares: nuevas voces de la poesía chilena»

(Selección de Raúl Zurita, LOM

Ediciones, Chile, 2004). Ha sido invitada a diversos festivales de poesía, como Latinale (Berlín, 2006), La poesía iberoamericana

contemporánea

escrita

por

mujeres

(Colombia, 2006), Salida al Mar I y II (Buenos Aires, 2004, 2005) y Novissima Verba, entre otros. Recibió una beca del Consejo del Libro y la Lectura para realizar Conrimel: Primer Encuentro Internacional de Mujeres Poetas del Cono Sur (Coquimbo, 2006). Ha obtenido Mención Honrosa en los Premios Municipales de Santiago con el libro «Gran Avenida» en la categoría Mejoras Obras Editadas año 2004 (2005), Beca Fundación Pablo Neruda (2004), Beca Taller Biblioteca Nacional (2003) y la Beca Fundación Gabriel & Mary Mustakis a Jóvenes Talentos (2002, 2001).

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Ediciones Yerba Mala Cartonera Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.

Otros títulos Crispín Portugal, Almha, la vengadora Gabriel Pantoja, Plenilunio Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara Jessica Freudenthal, Poemas ocultos Beto Cáceres, Línea 257 Darío Manuel Luna, Khari-khari Gabriel Llanos, De muertos y muy vivos Santiago Roncagliolo, El arte nazi Vicky Aillón, Liberalia Adolfo Cárdenas, Sueño de Reyes Juan José Podestá, Novela Negra Saavedra, Lourdes: Memorias De Un Walkman Cuentos De Alasitas (Ganadores Concurso Cuento Breve Oscar Cerruto 27


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