Bozal - Juan Malebrán

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Juan Malebrรกn

Bozal


©Juan Malebrán, 2014 © Editorial Yerba Mala Cartonera. 2013 Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro. yerbamalacartonera@gmail.com http://yerbamalacartonera.blogspot.com https://www.facebook.com/yerbamalacartonera Telfs. 70751017, 70727847 Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países. Impreso en: Imprenta “Magda I” en alguna parte de Cochabamba. Impreso en Bolivia

El autor del presente texto autoriza la copia total o parcial de este material.


“Para hablar con los muertos hay que elegir palabras que ellos reconozcan tan fácilmente como sus manos reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad” Jorge Teillier

“La única cosa que me precio de haber comprendido muy pronto, antes de cumplir los veinte, es que no había que engendrar” Emil Cioran



A la memoria de mi padre



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Salmuera Sobra la confesión y sin embargo, el coraje no alcanza para arrancarnos de cuajo la lengua que nos mantiene balbuceando en el regazo de nosotros mismos, al interior de una pieza reducida a un solo plato y a una taza en la que lento se derrite el hielo. Lejos la familia, la porfía en lo cotidiano o el dominó camino a casa en el desvío de los feligreses. Lejos como los callos endureciendo los codos ahora que no hay barra ni festejo posible ni comensal que se encargue de poner los fideos en el fuego. Un estropajo por lengua es lo que se tiene como un nudo que se ciega y se traba con el segundo vaso asegurando la incontinencia y el tiro al blanco en los urinarios. Sobra la soledad crujiendo en este catre las colillas, los algodones las costras en las canillas y sobre todo el rebote de la propia imagen proyectándose apagada en la tele. 9


Posta Habrá quien murmure como yo este mismo relato deslenguándose en el miedo que la carne impone sumido en la hemorragia o en el tejido que negro cicatriza y se endurece en la persistencia de la sed. Palabras como hielos hechos agua junto al lavatorio y la salmuera aliviando la hinchazón o como piedras recorriendo el intestino haciendo ruido como un tarro agitado ante la inminencia del desastre. Habrá quien escuche este rumor y concilie conmigo en que de nada sirve llevarse a la boca el puño, cuando desborda el desahogo y la vergüenza al miedo que la carne impone: Una mucosa ulcerada garganta abajo o el contagio de esta llaga propagándose a lo largo de este orinal.

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Tendedero Lejos el calor de las tardes en la fuente de soda La radio perdiendo la señal con el paso de los autos o el recuento del sueldo tambaleando en la caseta del baño Sudor en la comisura del párpado es lo que nos queda y un poco de espuma en los bordes de los labios cuando enseñamos al farmacéutico rugosa nuestra receta. Mira, sino, este eriazo el paisaje que nos acompaña el ramo de ruda para cuidarnos en la pobreza y esta paila sin su mango para freír cebollas en el desayuno No pasará demasiado para que la fiebre te alcance y ardan tus pies, igual que tu garganta en la temperatura de una sala como ésta a la espera que sea tu apellido quien te presente como el próximo en el turno.

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Poco cambiarรก hasta entonces esta pampa seguirรก este mismo sol avinagrando para siempre este mismo caldo

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Bozal*

*Pagarás apenas con un poco de bilis el derecho a sacarle el jugo a la lengua. A morderla muela por muela con el desgano de quien apunta al centro de la botella sabiendo que el ojo y el pulso ya no acompañan. 13


Volutas

“Adiós, adiós a nada. Doy gracias, muchas gracias” Robert Lowell

De las cuatro cosas que vivimos ten en cuenta la tarde en la que te dije: “cuídate de la tierra de cementerio en las esquinas de tu casa. Los muertos hablan un idioma que algunos aprendieron de la calaca con la que beben. Cuídate de ellos y de la sal en el fondo de tus bolsillos. De aquel que comparte tu mesa y guarda en su corazón el bálsamo del evangelio -aléjatede las plegarias de tu madre y de la familia en su liturgia. Ten en cuenta que no todos han nacido para leer el mundo en el filo de los vidrios que en lo alto de los muros el viento desgasta lentamente”.

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Anafre Porque esta casa que no es tu casa caerá, finalmente, como la otra y serán restos la familia. El recuerdo de tu madre pedaleando la Singer a medianoche o tu hermana esquivando mi beso antes de dormirse. Todo caerá, incluso tú, que confundes mi voz con tu voz para hacer de este entuerto tu propio sepelio Todo, cayendo -ya veráscomo las cenizas del cigarrillo que dejamos consumirse entre los dedos, mientras, caía también la tarde en la que bebimos de una misma lata con el cemento quemándonos las uñas en las bloquetas.

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Purga Lo mejor es entregarse -cada quien a lo suyolanzando cristales contra las paredes, haciendo sombras en los baños de los bares. Sin queja, ni pena, ni caso alguno a la advertencia que nos previene de los vasos y de su ritmo. Que otros lloren la derrota el desgaste o hasta el triunfo El tiempo -no lo olvideses tan solo un soplo fijando un hueco en el centro del hielo. Una mosca olfateando en la distancia la ruta más breve para llegar a destino. Un manchón sobre la mesa o un pedazo de gasa cicatrizándose en el piso. Nada de fotografías borroneándose al sol ni jarras, ni flores plásticas, ni marchitas esta pampa no da para tanto y el engaño en el recuerdo no es lo tuyo.

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Cerilla Poco importa que hoy las manos tiemblen, que la sopa esté fría o que la sal sea el recuerdo de aquellos años en los que el hogar fue un refugio como lo es ahora la asepsia de este pabellón. Poco en comparación a la sed que se sigue teniendo cuando por encima de la úlcera que se abre en cada salivar la garganta es una llaga, que se recorre manguera adentro. Poco si la tarde es el reloj que avanza y las visitas no aparecen o si se estiran los dedos amarillos como pupilas y éstos no alcanzan las fuerzas para cambiar de canal.

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Punta roma Lo otro, todo lo otro serán siempre esos ojos que nos miran detrás de las cortinas o la caridad de aquellos que nos muerden las manos justo después de servirnos el plato. Un fósforo consumiéndose en tus dedos o la baliza de una ambulancia que tarde o temprano te alejará de casa, del fuego de tu casa y de la sed que ahora tienes, mientras secas mi babeo en el delantal. Me hago agua en la intemperancia de esta sala y en los gritos de aquellos que padecen la ausencia de esta sed. mordiéndome las uñas y los cueros de las yemas por no arrancar de raíz este colgajo que me mantiene bata abierta balbuceando en el suero y en la mariposa que craquela la flacura de mi sangre y su languidez.

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Para cuando comiencen a fallarte las rodillas y la sed continĂşe intacta, dejo la sal de esta piedra al borde de la camilla, como el amuleto que desde hoy llevarĂĄs bajo la lengua

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“¿Y cómo va a ser el alma de un hombre más grande que la vida que ha vivido?» Edgar Lee Masters 21


XV Mi nombre es Ernesto y nunca supe muy bien de mí, ni yo, ni mis hijos, ni mi esposa que ahora envejece en medio de la soledad y el desvarío Ernesto Malebrán muerto el seis de noviembre del año dos mil trece y enterrado al día siguiente: -Jueves 17:30- en mi santoral. Yo fui quien vivió lo que se cuenta en estos textos que ahora escribe otro Ernesto. Se lo conté al oído una mañana, mientras la enfermera tardaba en sacarme el líquido. Le dije: “para cuando seas tú el que como yo ahora espere el calor del suero, las jeringas, la povidona y los algodones”

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XVI Mi nombre es Ernesto del Rosario y mi hijo será quien corra el colchón en el que dormí antes de caer en medio de la plaza. Él y su madre -mi esposadescubrirán las cajas de vino y los gargajos debajo de la cama, en la almohada y al borde de las paredes de la pieza en la que tuve miedo y me sentí solo como se siente un enfermo minutos antes de la última arcada.

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XVII Ernesto del Rosario Malebrán Rojas nacido el 9 de febrero del cincuenta y dos. Le dije a la enfermera que llenaba la ficha mientras, mis hijos a lo lejos no se enteraban que esa misma mañana dejaría las sábanas para pasar al cajón.

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“El hombre es para la mujer un medio; el fin siempre es el hijo” Friedrich Nietzsche 25


Malebrán Esta suerte la define un apellido que letra a letra se paga como una deuda pactada en la sed y el parentesco. Un mismo hígado y las ganas de lanzarlo boca afuera, como se lanza el asco cuando atora o el chorro caliente contra el poste o en los bordes de la mesa. Malebrán te llaman en las cantinas como a mí mismo siendo niño paseando con la leche de la burra. Porque de líquido en líquido nos gastamos el medio siglo que nos corresponde. Porque que nadie sale tan fácil de esta -te digoPorque letra a letra nuestra deuda se paga cada noche -peso a peso- en cada sorbo.

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FricciĂłn Porque no basta balancearse en los balcones soltando bajo la lluvia la calentura de nuestro chorro a la luz de las farolas en ciudades lejanas en monocromo y por supuesto, en otro idioma. No basta ficcionarlo todo, pretender que la lengua nombre y levante lo difunto Ni sentarse a contemplar en la distancia ĂŠste y todos los momentos que nos precedieron borrosos y a pedazos como nosotros mismos al abrir los ojos y encontrarnos atados a una misma camilla balbuceando aĂşn bajo el peso de la anestesia.

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Malebrán -te digo- beberás hasta por la punta de los codos de la cerveza derramada por los otros, los que antes de darse por enterados sabían perfectamente que no hay cerrojo, ni ventana, ni mapa alguno que los saque de sus vasos. Beberás sobre la leche derramada, sorbo tras sorbo el agua, que celosamente guardaste para tiempos de sequía.

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Entonces, una sombra de nosotros mismos seremos camino al baĂąo en la zancadilla de las pantuflas en el mismo asco que al despertar seguiremos sintiendo.

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Hijo mĂ­o-te digo No habrĂĄ lĂĄpida, ni verso, ni brindis alguno capaz de calmar la sed con que se amanece -siempre al bordebabeando en la almohada, contra el poste o bajo las sillas del comedor. Sed que te heredo en medio del miedo como la polio, el tropiezo y la cojera en el concho de la tinta y en los pasillos camino al consultorio o en el timbre del clandestino sonando un domingo entre perros y cholguanes casi al fondo del callejĂłn.

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No habrá rezo, ni epitafio posible para el perdón de aquellos a quienes se vende o se empeña a cambio de una caña a media mañana, oscura como el asco -siempre al bordede la várice y el picor anal. A lo más cuatro monedas que contar contra la barra y un piso recién baldeado con el cloro filtrándose por las baldosas como, luego, la grasa cemento abajo desde el nicho.

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Para entonces quizá tu hermana, haya dejado de soñarme cada noche cubierto entre mortajas como un cristo ebrio bajo la sombra de un viñedo y comience a soñarte a ti, lejos de casa intentando arrancarte de cuajo la lengua Lejos de la familia, de la porfía en lo cotidiano y del desborde en el desahogo y en la vergüenza que el miedo a la carne impone.

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A mi sobrina, mi hermana y mi madre



Ediciones Yerba Mala Cartonera

Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.

Otros títulos: Heroinas sin Coronilla, Antología Cuento Viscarra en Cartón, Antología Cuento y poesía Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara Pablo César Espinoza, Cantar, reir llorar Beto Cáceres, Línea 257 Cuentos desde la masa, Club del cuento “Pan de Batalla” Juan Malebrán, Reproducción en curso Santiago Roncagliolo, El arte nazi Juan Pablo Salinas, Moscardon bistrot Nicolás Recoaro, 27.182.414 Roberto Oropeza, Invisible Natural


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