MARCO MONTELLANO GUTIÉRREZ
Narciso tiene tos
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© Marco Montellano Gutiérrez © Editorial Yerba Mala Cartonera de Bolivia, 2007. Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro. yerbamalacartonera@gmail.com http://yerbamalacartonera.blogspot.com
Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países. ____________________________________________ Impreso en: Imprenta “Magda I” Av. Oquendo 371 dpto. 2A. Cochabamba Publicación posible gracias a la colaboración de la editorial “Eloisa Cartonera” Impreso en Bolivia Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo desinteresado de Magda Rossi.
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A Alicia
¿Quién eres tú, que solo deseas que se te diga lo que ya sabes? Walt Whitman
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1 Soy la lágrima silenciosa que desciende. La vela que se extinguió.
Cuánto mundo hay en mí, única y solitaria gota salada… Cuánta luz hubo en mí.
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2 Un pasadizo de la oscuridad que la borrachera inventa... (Soy, otra vez, un asterisco de la nocturnidad.)
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3 QuizĂĄs soy, simplemente, una hermosa melodĂa, tocada en un piano desafinado.
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4 O esa clase de persona que pondrĂĄ siempre el moco en la pared, asĂ tenga a mano papel higiĂŠnico del blanquito.
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5 Entonces, cuando el perro ladr贸, supe cual era mi nombre.
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6 Las palabras que desconozco son las que pueden explicar los secretos que aún no puedo decir...
Soy, ahora, esos secretos. Seré, algún día, esas palabras.
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7 Cuarto verde de lento pulso, ya nada te sorprende.
En silencio expandes mi silencio.
(Viejo abandono eres un cofre adonde un ni単o espera.)
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Existes, como yo, para callar.
Muerte verde: S贸lo creces... Solo me contraigo.
Cuarto verde voy a pintarte con mi sangre.
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8 ÂĄFui un niĂąo tan hermoso, padre! Pero no me pudiste querer. No me quisiste querer.
Soy ahora, la mirada perdida de la foto, el tiempo incomprendido del recuerdo.
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Soy el llanto a medianoche. La cicatriz...
El fracaso sin mĂŠrito,
el poema sin tĂtulo.
Sigo bueno, y silencioso...
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Soy un cerdo y soy un hombre,
pero aĂşn, no me puedes querer...
AĂşn no me quieres querer.
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9 Sobresaltado, en la tarde, me despert贸 la voz de mi madre, gritando mi nombre.
Ella existe al fondo de sus letras y todos los gritos son su voz.
Y todo mi nombre es ese grito.
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10 Y un dĂa, tal vez, abrazarme y cambiar mis moscas por flores, su fragancia por mi hedor.
Adornar mi cueva hasta convertirla en jardĂn. Perfumar mi vida hasta convertirla en vida.
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11 Puedo afirmar que, en este instante, el futuro ya existe porque no ceso de recordarlo.
Pero tú, Pasado, ¿adónde estás? ¿adónde me has llevado?
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Eternidad, no est谩s hecha de la totalidad de los instantes del tiempo, ni de los triunfos de la memoria: eres apenas, como yo,
una infinita acumulaci贸n de olvido.
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12 Absurdos, ajenos. Cuánto daño nos hacemos, compañero, cuánta incuria hay en nuestras caricias, cuánto filo en nuestra ternura. He querido conquistarte, Marco Montellano. ¡He intentado tanto quererte y que te quieran! Pero eres tan difícil y estás tan enfermo y tan ajado... Todo se derrumba en
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quince minutos, traidor. El mundo entero —tu mundo entero— es una pantomima.
¿Qué haremos contigo? ¿Cuándo serás alguien?
Cualquier... cualquiera. Todo menos esta farsa. Todo menos tú. Todo(s) menos yo. Todo menos palabras-paraguas y poemas-escudo. Naciste por la tarde, cuando ya era demasiado tarde.
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Morirás una noche, tarde también, demasiado tarde... La muerte pudo habernos salvado aquel tiempo, pero siempre fuiste tan cobarde y tan indigno. Infame infante, te aferraste a la vida como el pez que se resiste a soltar la carnada.
¿Qué esperas del mundo si parte de él eres tú? Te he visto crecer compañero, expandir tu mirada y tu comprensión hacia lugares remotos,
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hacia miradas ingratas, Te he visto también contraerte...
Somos apenas dos hermanos, pero ninguno se llama Abel. Tú, a quien podría hacer feliz un avión de papel por sólo volar, has decidido no voltear ninguna página, no cerrar ningún capítulo. Morderás siempre la carnada, te morderás.
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La tristeza es como la tos pero hacia adentro.
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Aire inánime nervándose, felina lasitud de panteras. Ezra Pound Entender la dimensión de las actitudes. Lo ideal es lo humano por su naturaleza irreal y la realidad es la cualidad de lo divino, indiferente de si lo divino existe o no. Lo infinito es el camino, porque la pregunta es falsa. Incursionamos en la vida apenas para elegir entre la indolencia y el paroxismo; la espera y la búsqueda germinan en nuestras limitaciones. Somos una continua e infructuosa válvula de escape de nosotros mismos, la oscura hondura de nuestra soledad; no hay espejo que esto entienda. Yo rechazo el diálogo humano, pulseada egoísta, no aprendimos a escuchar porque nunca tuvimos-tenemos-tendremos, nada que decir. Cada uno es un tamiz, a través de nosotros solo podemos filtrarnos indefinidamente a nosotros mismos. No podemos tocarnos, el concepto de contacto es irreal —por lo tanto humano—, no somos una tribu, nos obligamos a asociarnos para subsistir, la palabra, en este entendido, es la antesala de un objetivo mayor llamado especie. No busquemos en el éter ni en el otro lo que tiene origen nérveo, reorientemos pues, el sentido del Ser. ¡Urgente golpe de timón! Archivos cifrados en el estante de la fantasía: el amor y la conversación. Osadía... Nuestro interlocutor es la muerte.
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Ediciones Yerba Mala Cartonera Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente ganas de leer. Un libro cartonero, casero, tu mejor cómplice.
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