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En el escenario, las bolsas. En el jurado, los banqueros centrales, que serán los que dicten sentencia con sus decisiones lo que resta de un año en el que la pista de baile ha estado vacía y en la que apenas solo unos pocos inversores habrán ganado dinero. Con la inflación todavía descontrolada, los organismos monetarios han tenido que parar la música en seco, elevando a un ritmo nunca antes visto los tipos de interés. Esto, a sabiendas de que provocaría primero un frenazo en la recuperación económica posterior a la crisis del coronavirus y, después, una cada vez más probable recesión con la esperanza de que deteriorar la demanda aplaque la subida de los precios, que al final es la misión principal de estas instituciones. Con sus últimos movimientos, de subir 75 puntos básicos más respectivamente el precio del dinero, claramente a los bancos centrales les preocupa mucho más la inflación que la recesión. No obstante, al resto de los actores del mercado no está tan claro ya que no han terminado de acompañar con compras estas últimas decisiones, mostrando que la desaceleración económica también es algo muy preocupante.
De cara al último trimestre del año, tanto el BCE como la Reserva Federal han ajustado sus cuadros macro, reduciendo las perspectivas de crecimiento e incrementando las de IPC, con lo que se elimina la esperanza de que el PIB crezca por encima de los precios, al menos, hasta 2025. De cara al año 2024, los precios seguirán creciendo por encima del objetivo del 2%, por lo que no se puede esperar que los tipos de interés se sitúen ni para entonces en niveles normalizados. ¿A qué ritmo seguirán las subidas? El dot plot de la Fed apunta a que se rozará el 5% el año que viene y se reducirá hasta el 4% el siguiente. El mercado, por su parte, está descontando que se alcanzará el 4,5% (150 puntos más de subida) y, desde ahí empezará a bajar a un ritmo más lento. "Este punto medio es más alto de lo que descontaban la mayoría de los economistas antes de la reunión, pero no descarta que se produzcan recortes en los tipos ya en 2023, aunque es cierto que cada vez es menos probable", explican desde Ebury. "La postura ultra agresiva de la Fed es una clara señal de que sigue preocupada por la persistente y elevada inflación, que ha mostrado ser mucho más rígida y amplia de lo que el banco central esperaba pese a que se asume que la recesión está en camino", añaden. Desde AXA IM creen que mientras la subyacente siga fuerte y el mercado laboral no se desplome, "a la Fed no le va a temblar el pulso a la hora de subir los tipos; hay que tener en cuenta que estas medidas tienen efectos que no son inmediatos en el tiempo".
En el caso de Europa, el pico llegará al 3,5%. "Seguimos pensando que el BCE es demasiado optimista sobre las perspectivas económicas. El escenario de referencia del BCE
https://epservices.eprensa.com/cgi-bin/view_digital_media.cgi?subclient_id=8908&comps_id=770850013
es de un crecimiento del PIB del 0,9% en 2023, lo que es mucho más optimista que nuestras propias previsiones. Ni los miembros del BCE confían en estas proyecciones y la prueba es el tono tan agresivo de la última reunión", aportan desde ING.
Casi todos los titulares se los llevan los tipos de interés, que es la herramienta principal que tienen los bancos centrales para controlar la oferta monetaria en circulación. Sin embargo, también hay que atender a su actividad en el mercado de deuda. De su rol de comprador masivo del pasivo de gobiernos y empresas ya queda poco y ahora han pasado a drenar capital también a través de la venta de sus activos en cartera. Esto lo está haciendo especialmente la Reserva Federal a través de los repos inversas (operaciones por las que el sistema financiero aparca efectivo en el banco central). En el caso de la eurozona el balance tocó su máximos al final de junio, por encima de los 8,8 billones de euros. Al otro lado del Atlántico, en abril se rozaron los 9 billones. Ahora prácticamente se sitúan en línea sobre todo a raíz de la depreciación del euro frente al dólar.
"Esperamos que el balance siga reduciéndose este año, pero el gran descenso vendrá el año que viene, a partir de junio", explican desde Bank of America. "Las expectativas de más subidas de tipos están llevando a los bancos a mantener sus TLTROs y la perspectiva de una herramienta antifragmentación en la eurozona hace pensar en desequilibrios en las compras y ventas de deuda a medio plazo", agregan.
Este puede ser uno de los grandes catalizadores para la renta fija en los próximos meses. Los bonos soberanos tanto en EEUU como en Europa están en zona de máximos de rentabilidad y ahora la cuestión es si este rendimiento asegurado supone ya un atractivo suficiente para el inversor o todavía hay que esperar a que las subidas de tipos lleven presionen un poco más a las principales referencias. Desde MFS IM creen que "las valoraciones se revelan atractivas, especialmente para los inversores con un horizonte temporal más a largo plazo, teniendo en cuenta que en la última década los rendimientos han sido desalentadores". "No obstante, el reciente aumento de los spreads ha modificado considerablemente la dinámica y ha conllevado una mejora considerable en el plano de las valoraciones de esta clase de activos, por lo que sugerimos a los inversores que sopesen aumentar sus asignaciones a renta fija", agregan. En Vontobel, no obstante, creen que "a medio plazo se reducirá la volatilidad pero todavía hay que esperar un poco para ver el punto máximo de rendimientos". "Ya se ha descontando la continuación de una política monetaria restrictiva y, a largo plazo la Fed bajará los tipos de interés al 2,5%; por contra, el margen de maniobra para el BCE parece menor", concluyen desde Generali Investments.
Por último, pero no menos importante, hay un tercer factor en esta ecuación, que es la divisa, sobre todo desde un punto de vista europeo. La debilidad del euro, cotizando ahora en mínimos no vistos desde hace 20 años, por debajo ya de los 0,98 dólares, es un una fuente extra de inflación para la eurozona y responde, como es lógico, a que ha sido la Fed la primera que ha pisado el acelerador de la subida de tipos. De medio, los expertos esperan que el euro cierre el año por debajo de la paridad, y a medio plazo que apenas se acerque a los 1,05 dólares, aproximadamente.
EUR (146
Tiempo de Inversión •
Los italianos tienen una nueva cita con las urnas este domingo, 25 de septiembre. La coalición de centro-derecha liderada por los Fratelli dItalia de Georgia Meloni, parece que obtendrá la mayoría parlamentaria, según las encuestas. Este previsible resultado preocupa a los mercados e inversores, que temen que algunos de los partidos populistas de esta coalición, contrarios a la UE, entren en desacuerdos con otros Estados miembros. Además, también preocupa que el nuevo Gobierno rehúya algunas de las reformas necesarias para garantizar que Italia obtenga acceso a unos 200.000 millones de euros de fondos de la UE de su Mecanismo de Recuperación y Resiliencia.
¿Qué opinan los expertos?
Alvise Lennkh-Yunus, director de análisis de Scope Ratings y Giulia Branz, analista senior, de Scope Ratings
Cualquier nuevo Gobierno en Italia tendrá poco margen para hacer retroceder las reformas o aplicar políticas económicas «poco ortodoxas» debido a las limitaciones políticas y del mercado.
La coalición de centro-derecha liderada por los Fratelli dItalia de Georgia Meloni, la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi parece que obtendrá la mayoría parlamentaria en las elecciones del 25 de septiembre.
Elecciones en Italia: ¿Qué se espera del nuevo gobierno?, ¿Cómo responderán los mercados?
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23/09/2022 España 399 EUR (394 USD) 150 EUR (148 USD) https://epservices.eprensa.com/cgi-bin/view_digital_media.cgi?subclient_id=8908&comps_id=769975447
Encuestas de opinión sobre las elecciones generales de 2022 en Italia*. % de apoyo de los votantes
*El próximo parlamento italiano tendrá un número reducido de escaños, 400 para la Cámara Baja y 200 para el Senado. El sistema de voto mixto asigna el 37% de los escaños por el sistema de mayoría de votos y el 63% por el sistema proporcional. En las circunscripciones de mayoría relativa, el sistema de votación favorece mucho a los partidos capaces de formar coaliciones, lo que beneficia a la derecha política.
Centro-derecha: FdI (Fratelli dItalia), Lega, FI (Forza Italia), NM (Noi Moderati); Centro izquierda: PD (Partito Democratico), Otros de centro-izquierda son: Alleanza Verdi e Sinistra, + Europa, Impegno Civico; Terzo polo: Azione, Italia Viva.
Fuente: Encuesta de encuestas de BiDiMedia
Existe la preocupación de que un nuevo Gobierno pueda rehuir algunas de las reformas necesarias para garantizar que Italia obtenga acceso a unos 200.000 millones de euros (199.000 millones de dólares) de fondos de la UE de su Mecanismo de Recuperación y Resiliencia posterior a la crisis. Sin embargo, creemos que las limitaciones a las que se enfrenta cualquier Gobierno italiano una vez en el poder reducirán significativamente su margen de maniobra y, por lo tanto, determinarán en última instancia un estrecho conjunto de opciones de política económica.
El manifiesto de la alianza derechista prometía fuertes recortes fiscales, jubilaciones anticipadas y amnistías para resolver los litigios fiscales en curso, que parecen difíciles de aplicar en un país cuya deuda pública se sitúa en el 147% del PIB este año. No es factible que una coalición de extrema derecha sea capaz de aplicar su programa político durante varios años, incluso aunque los partidos obtengan una mayoría parlamentaria, pues hay que tener en cuenta las importantes diferencias políticas en muchas áreas y la rivalidad entre sus líderes.
Por tanto, los riesgos de que Italia posponga o incluso revierta las reformas y la política fiscal prudente en los próximos 12 a 18 meses son gestionables. Así pues, pensamos que Italia se mantendrá en su camino de reformas, lo que respaldará su rating actual en «BBB+» con perspectiva «estable».
En este escenario, es probable que la deuda pública italiana se mantenga en torno al 145%150% del PIB durante los próximos años, lo que se traducirá en unas necesidades brutas de financiación de alrededor del 25%-30% del PIB.
Con el rendimiento del BTP a 10 años ya en torno al 4%, esto implica un espacio fiscal muy limitado, si es que lo hay, para el próximo Gobierno de Italia, dadas las débiles perspectivas de crecimiento a medio plazo del país.
No vemos las próximas elecciones de Italia como una preocupación relevante. La historia muestra que el Gobierno italiano permanece de media en el poder menos de dos años, como ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, el abrupto final del Gobierno de
Mario Draghi y la posibilidad de un Gobierno más conservador, simplemente acaba de anticiparse un semestre.
La soberanía real y la capacidad de acción de cualquier Gobierno están bastante limitadas por las funciones de supervisión del BCE y de la CE, y el diferencial del BTP (el mejor indicador del factor de incertidumbre de los inversores en torno a la política italiana), ya está valorando el resultado más probable: un Gobierno de derechas, con un apoyo inferior al máximo registrado en 2018, cuando Italia tuvo una coalición de gobierno antieuropeísta (Lega Nord y Movimento 5 Stelle).
Además, sigue existiendo un mecanismo del BCE, el Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI, por sus siglas en inglés) que debería proporcionar una protección de último recurso en caso de que el BTP sea el blanco de los inversores internacionales. Además, a cualquier nuevo Gobierno le convendría seguir cumpliendo con los compromisos acordados con la CE para seguir recibiendo transferencias de la UE (Plan Nacional para la Recuperación).
En resumen, aunque efectivamente estamos entrando en una fase recesiva para los próximos trimestres y la crisis energética pondrá a prueba una vez más a los ciudadanos y empresas italianas (Italia es el segundo mayor importador de gas ruso después de Alemania), cabe destacar que la economía del país está mejor posicionada que al principio del último periodo recesivo (2016-18): el impulso del PIB es más fuerte que el de Alemania o Francia gracias al buen trabajo del Gobierno de Draghi, a las favorables transferencias de fondos de la UE (PNR) y al mecanismo del BCE para mantener bajo control el coste de financiación de Italia.
Por último, el mercado de renta variable de Italia, junto con el de Alemania, suele ser el más cíclico y altamente sensible al punto de inflexión del PIB de la UE. En caso de que el impulso económico de la región se agotara en cualquier momento de 2023, hay que tener en cuenta que la renta variable de Italia es la más barata, la que tiene menos accionistas y la más sensible a que la recesión toque fondo y a la mejora de las perspectivas económicas.
Se espera que una coalición de derechas liderada por Georgia Meloni, líder del único partido de la oposición a Draghi, gane las elecciones en Italia. En contradicción con las posiciones históricas de todo el partido de extrema derecha, la Sra. Meloni ha hecho todo lo posible para moderar su imagen en los últimos años y calmar las preocupaciones cambiando de posición para convertirse en pro occidental (dejando de lado las opiniones pro rusas) y diciendo que renegociará el presupuesto europeo y las normas del plan de recuperación, pero dentro de las normas de los tratados y manteniendo el euro.
Por el momento, esto está funcionando relativamente bien, ya que el diferencial entre el BTP y el Bund se ha ampliado moderadamente, en torno a los 30 puntos básicos: no hay amenaza a corto plazo sobre el euro como en 2018 y las compras de deuda italiana por parte del BCE siguen siendo favorables. No obstante, debería volver la volatilidad en el momento de las negociaciones con Europa, que deberían comenzar en noviembre. Las negociaciones sobre el plan de recuperación podrían retrasar algunos programas de inversión en Italia y las negociaciones sobre el presupuesto deberían ser complicadas, ya que Italia no tiene margen de maniobra sin las transferencias de dinero europeo y que el programa de la coalición de derechas prevé muchas reducciones fiscales y de gasto, pero no indica cómo financiarlas, excepto reclamando nuevos fondos europeos. Por último, pero no por ello menos importante, desviarse de las normas presupuestarias podría impedir el uso de la nueva herramienta antifragmentación del BCE si fuera necesario.
Otros desacuerdos con la postura de Europa deberían suceder: el aborto, el estado de derecho, la independencia de los medios de comunicación podrían ser puestos en cuestión por el nuevo gobierno como se hace en Hungría por el Sr. Orban y podrían retrasar o incluso impedir la aplicación de las inversiones del dinero europeo. Habrá que ver hasta qué punto el nuevo gobierno es capaz de resistir la presión de los mercados para utilizar el peso
François Raynaud, Gestor de multiactivos & Overlay de Edmond de Rothschild Asset Managementeconómico de Italia para negociar y hasta qué punto Europa aceptaría cierta valoración del riesgo de fragmentación en los mercados para no conceder demasiado y allanar el camino a otros éxitos soberanistas.
Seguimos siendo cautelosos con la deuda italiana, ya que las negociaciones podrían elevar los diferenciales muy por encima de los 250 puntos básicos. Para tener en cuenta, es posible una gran victoria que dé más del 60% de los escaños en el Parlamento a la coalición de derechas y abriría la puerta a cambios constitucionales como un sistema presidencialista con posibilidades de un referéndum más amplio. La posibilidad de que se produzca un debate sobre el euro sigue siendo remota, incluso en este escenario, lo que debería afectar al diferencial de forma marginal.
En este momento es difícil predecir qué riesgos traerá al país una coalición de este tipo, y depende de si Giorgia Meloni es capaz de formar una mayoría con dos o tres partidos. Últimamente, ha estado en desacuerdo con la Lega de Salvini, que está a favor de un mayor gasto deficitario para contrarrestar el creciente coste de vida. Sin embargo, Giorgia Meloni ha adoptado un tono más constructivo en relación con Europa y un enfoque más prudente respecto al gasto y las normas fiscales. Para las perspectivas económicas de Italia, sería más conveniente una mayoría sólo con Forza Italia.
El sistema electoral italiano ha demostrado que los resultados son inciertos, y no sería sorprendente que surgiera una gran coalición. Si ese fuera el caso, los mercados reaccionarían positivamente, ya que se vería como una continuación de las políticas fiscales de Draghi. En cualquier caso, el nuevo gobierno no tendrá tiempo para completar un nuevo presupuesto para 2023. El presupuesto de 2023 será presentado por Draghi sobre la base de un objetivo de déficit sin cambios para el próximo año. Los diversos paquetes de ayuda proporcionados este año se han pagado con impuestos adicionales a las empresas energéticas. Esto debería continuar y, por lo tanto, no anticiparíamos una mayor debilidad en los rendimientos del gobierno italiano.
En caso de que se produzca una victoria de la coalición de derechas, Giorgia Meloni debería intentar respetar las normas fiscales de la Comisión Europea y, en mi opinión, sólo debería introducir cualquier cambio presupuestario de forma gradual. Por ejemplo, el impuesto único puede costar sólo 13.000 millones de euros en su primer año si se adopta, respetando así las normas fiscales que pretenden mejorar el equilibrio presupuestario en torno al 0,5%.
La actual situación económica y de deuda del país supone un reto para el nuevo gobierno. Sin embargo, independientemente del resultado, la nueva herramienta antifragmentación del BCE, diseñada para reducir los riesgos fiscales a medida que suben los tipos, parece estar limitando el riesgo soberano y creo que el riesgo de impago de los bonos soberanos en Italia o en cualquier país de la periferia es más bien bastante bajo.
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SERÁN EL ‘JURADO’ DEL ÚLTIMO TRIMESTRE DEL AÑOMás allá de lo que suceda en Ucrania, de cara a este último trimestre del año que está a punto de comenzar, el protagonismo en el mercado se lo llevarán los bancos centrales, responsables de decidir si es mejor asumir una recesión que golpee la economía o una inflación fuera de control
Por Carlos Simónn el escenario, las bolsas. En el jurado, los banqueros centrales, que serán los que dicten sentencia con sus decisiones lo que resta de un año en el que la pista de baile ha estado vacía y en la que apenas solo unos pocos inversores habrán ganado dinero. Con la inflación todavía descontrolada, los organismos monetarios han tenido que parar la música en seco, elevando a un ritmo nunca antes visto los tipos de interés. Esto, a sabiendas de que provocaría primero un frenazo en la recuperación económica posterior a la crisis del coronavirus y, después, una cada vez más probable recesión con la esperanza de que deteriorar la demanda aplaque la subida de los precios, que al final es la misión principal de estas instituciones. Con sus últimos movimientos, de subir 75 puntos básicos más respectivamente el precio del dinero, claramente a los bancos centrales les preocupa mucho más la inflación que la recesión. No obstante, al resto de los actores del mercado no está tan claro ya que no han terminado de acompañar con compras estas últimas decisiones, mostrando que la desaceleración económica también es algo muy preocupante.
De cara al último trimestre del año,
tanto el BCE como la Reserva Federal han ajustado sus cuadros macro, reduciendo las perspectivas de crecimiento e incrementando las de IPC, con lo que se elimina la esperanza de que el PIB crezca por encima de los precios, al menos, hasta 2025 –ver gráfico–. De cara al año 2024, los precios seguirán creciendo por encima del objetivo del 2%, por lo que no se puede esperar que los tipos de interés se sitúen ni para entonces en niveles normalizados. ¿A qué ritmo seguirán las subidas? El dot plot de la Fed apunta a que se rozará el 5% el año que viene y se reducirá hasta el 4% el siguiente. El mercado, por su parte, está descontando que se alcanzará el 4,5% (150 puntos más de subida) y, desde ahí empezará a bajar a un ritmo más lento. “Este punto medio es más alto de lo que descontaban la mayoría de los economistas antes de la reunión, pero no descarta que se produzcan recortes en los tipos ya en 2023, aunque es cierto que cada vez es menos probable”, explican desde Ebury. “La postura ultra agresiva de la Fed es una clara señal de que
EL ‘DOT PLOT’ DE LA FED APUNTA A QUE LOS TIPOS ROZARÁN EL 5% EL AÑO QUE VIENE Y CAERÁN HASTA EL 4% EN 2024
LOS BALANCES SE HAN EMPEZADO A REDUCIR Y SE SITÚAN EN LÍNEA DESPUÉS DE LA CAÍDA DEL EURO FRENTE AL DÓLAR
sigue preocupada por la persistente y elevada inflación, que ha mostrado ser mucho más rígida y amplia de lo que el banco central esperaba pese a que se asume que la recesión está en camino”, añaden. Desde AXA IM creen que mientras la subyacente siga fuerte y el mercado laboral no se desplome, “a la Fed no le va a temblar el pulso a la hora de subir los tipos; hay que tener en cuenta que estas medidas tienen efectos que no son inmediatos en el tiempo”. En el caso de Europa, el pico llegará al 3,5%. “Seguimos pensando que el BCE es demasiado optimista sobre las perspectivas económicas. El escenario de referencia del BCE es de un crecimiento del PIB del 0,9%
en 2023, lo que es mucho más optimista que nuestras propias previsiones. Ni los miembros del BCE confían en estas proyecciones y la prueba es el tono tan agresivo de la última reunión”, aportan desde ING.
Casi todos los titulares se los llevan los tipos de interés, que es la herramienta principal que tienen los bancos centrales para controlar la oferta monetaria en circulación. Sin embargo, también hay que atender a su actividad en el mercado de deuda. De su rol de comprador masivo del pasivo de gobiernos y empresas ya queda poco y ahora han pasado a drenar capital también a través de la venta de sus activos en cartera. Esto lo está haciendo especialmente la Reserva Federal a través de los repos inversas (operaciones por las que el sistema financiero aparca efectivo en el banco central). En el caso de la eurozona el balance tocó su máximo al final de junio, por encima de los 8,8 billones de euros. Al otro lado del Atlántico, en abril se rozaron los 9 billones. Ahora prácticamente se sitúan en línea sobre todo a raíz de la depreciación del euro frente al dólar.
“Esperamos que el balance siga reduciéndose este año, pero el gran descenso vendrá el año que viene, a partir de junio”, explican desde Bank of America. “Las expectativas de más subidas de tipos están llevando a los bancos a mantener sus TLTROs y la perspectiva de una herramienta antifragmentación en la eurozona hace pensar en desequilibrios en las compras y ventas de deuda a medio plazo”, agregan.
Este puede ser uno de los grandes catalizadores para la renta fija en los próximos meses. Los bonos soberanos tanto en EEUU como en Europa están en zona de máximos de rentabilidad y ahora la cuestión es si este rendimiento asegurado supone ya un atractivo suficiente para el inversor o todavía hay que esperar a que las subidas de tipos lleven presionen un poco más a las principales referencias. Desde MFS IM creen que “las valoraciones se revelan atractivas, especialmente para los inversores con un horizonte temporal más a largo plazo, teniendo en cuenta que en la última década los rendimientos han sido desalentadores”. “No obstante, el reciente aumento de los spreads ha modificado considerablemente la dinámica y ha conllevado una mejora considerable en el plano de las valoraciones de esta clase de activos, por lo que sugerimos a los inversores que sopesen aumentar sus asignaciones a renta fija”, agregan. En Vontobel, no obstante, creen que “a medio plazo se reducirá la volatilidad pero todavía hay que esperar un poco para ver el punto máximo de rendimientos”. “Ya se ha descontando la continuación de una política monetaria restrictiva y, a largo plazo la Fed bajará los tipos de interés al 2,5%; por contra, el margen de maniobra para el BCE parece menor”, concluyen desde Generali Investments.
Por último, pero no menos importante, hay un tercer factor en esta ecuación, que es la divisa, sobre todo desde un punto de vista europeo. La debilidad del euro, cotizando ahora en mínimos no vistos desde hace 20 años, por debajo ya de los 0,98 dólares, es un una fuente extra de inflación para la eurozona y responde, como es lógico, a que ha sido la Fed la primera que ha pisado el acelerador de la subida de tipos. De medio, los expertos esperan que el euro cierre el año por debajo de la paridad, y a medio plazo que apenas se acerque a los 1,05 dólares, aproximadamente.
Europa recela de las políticas económicas de la líder de la extrema derecha
Europa mira a Italia. E Italia parece no inmutarse. Este domingo más de 40 millones de italianos están llamados a depositar su papeleta en las urnas en otras elecciones. Éstas estarán marcadas por la indiferencia de los votantes tras la crisis política que lleva arrastrando el país desde hace años y que ha desembocado en unos nuevos comicios, en los que la gran favorita es la ultraderechista Georgia Meloni. Pero nuestro país vecino no solo vive momentos de incertidumbre política. La economía italiana está demasiado expuesta ante una crisis que ya está a la vuelta de la esquina tras la invasión rusa en Ucrania, que ha disparado los costes energéticos de todo Occidente, dando paso a una inflación que no se recuerda desde hace más de dos décadas. E Italia, ni
mucho menos, es ajena a todo lo que ocurre en el Viejo Continente.
Las principales instituciones económicas europeas y mundiales dejan entrever que gran parte de los países de la Unión Europea entrarán en recesión técnica en los próximos trimestres e Italia tiene todas las papeletas para ser uno de ellos. El mercado no se fía de Italia y la rentabilidad del bono a diez años se está pidiendo a más de un 4%, unos niveles similares a los vistos en la crisis de 2010 o durante los meses de confinamiento.
Meloni espera que su victoria «marque el camino» para el triunfo de Vox en España
Las letras a tres meses tampoco invitan al optimismo y dejan claro que los mercados recelan de la economía italiana. El interés que exigen los inversores alcanza cotas no vistas desde 2013, cuando las deudas soberanas estaban ya respaldadas con los programas del BCE.
Los datos macroeconómicos, a su vez, reflejan la desaceleración que se está produciendo en Italia. «Los datos cualitativos siguen apuntando a un deterioro del entorno económico durante el tercer trimestre. Esto es lo que nos dicen los datos de confianza de agosto, con algunas excepciones», explican los analistas de ING. Pese a tener un 7,9% de desempleo, el consumo y la actividad industrial ya dejan síntomas de debilidad. «Al terminar la temporada de verano, sospechamos que tanto los servicios como la industria manufacturera actuarán como un lastre para el crecimiento», matizan los expertos.
La guerra en Ucrania, por tanto, ha dejado huella en la política y en la economía italiana. La coalición de derechas, en la que Meloni parte con ventaja sobre el partido de Berlusconi o Salvini, ha asegurado que ya es “hora de poner soluciones” a la crisis económica que azota Europa e Italia. A través de mensajes económicos fáciles y populistas se han asegurado un buen puñado de votos y todo hace indicar que tendrán la mayoría absoluta.
La lideresa de la ultraderecha es firme defensora de una economía más cerrada y abandonar la globalización económica para reforzar el tejido
empresarial patrio. Tal es su postura que llegó a defender la salida de Italia de la eurozona y regresar a la lira. A pesar de que su discurso ha cambiado, sigue siendo muy crítica con la Unión Europea.
El discurso de la política italiana ha provocado cierto nerviosismo en Italia. Y no es para menos. En pleno pulso político y económico contra Putin, lo que menos necesita la Unión Europea es encontrarse con un país que no arrime el hombro. Y mucho menos una nación como Italia, que está llamada a ser uno de los grandes hubs energéticos de Europa gracias a sus interconexiones.
El país transalpino cuenta con los gasoductos que la unen con Argelia y Libia, proveedores alternativos a Rusia, y a las interconexiones con el norte de Europa a través de Suiza, Austria y Eslovenia. Además, el país llegó a un acuerdo con Argelia para aumentar las compras de materia prima hasta en un 40% hace pocos meses. España también mira con lupa lo que ocurra ya que el Gobierno califica como “esencial” el gasoducto que una los dos países para obtener una mejor interconexión gasística.
Los inversores consideran que las malas relaciones con Europa puede suponer un grave problema. “Existe la preocupación de que un nuevo Gobierno pueda rehuir algunas de las reformas necesarias para garantizar que Italia obtenga acceso a unos 200.000 millones de euros (199.000 millones de dólares) de fondos de la UE de su Mecanismo de Recuperación y Resiliencia posterior a la crisis”, subraya Alvise LennkhYunus, director de análisis de Scope Ratings.
La deuda italiana es otra de las cuestiones que más preocupa a los italianos y, sobre todo, a la coalición de derechas. Durante todos su campaña se ha hecho hincapié en el debe en las arcas públicas. La deuda de las administraciones públicas aumentó ya sobrepasa los 2.766.000 millones, marcando un nuevo récord, y se ha incrementado en los últimos meses casi 15.000 millones de euros.
Azad Zangana, economista senior y estratega para Europa de Schroders, señala que ante este panorama, “las agencias de calificación de deuda soberana podrían rebajar el rating de Italia haciendo aumentar el rendimiento de los bonos, lo que provocaría una reacción negativa en los mercados de renta variable”.
Una vez que la derecha acceda al poder, tal y como indican las encuestas, deberá acometer la reforma fiscal que dejó a medias el anterior Gobierno y
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que Europa apremia. Mario Draghi era partidario de introducir una nueva reglamentación que contemplaba una reducción general de la presión fiscal y una simplificación del sistema de impuestos del país que permita hacer frente a la enorme evasión fiscal que soporta cada año.
Por último, hay algo que no podrá hacer el nuevo Gobierno. Los presupuestos de 2023 están marcados y parece imposible que se puedan retocar. “El presupuesto de 2023 será presentado por Draghi sobre la base de un objetivo de déficit sin cambios para el próximo año. Los diversos paquetes de ayuda proporcionados este año se han pagado con impuestos adicionales a las empresas energéticas. Esto debería continuar y, por lo tanto, no anticiparíamos una mayor debilidad en los rendimientos del gobierno italiano”, arguyen desde Montobel.
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