Ideas que forman palabras, palabras que forman a ver qué

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Ideas que forman palabras Palabras que forman a ver quĂŠ

f. santizo



DON FLORISEL DE NIQUEA



Introducción

El contenido de este trabajo es diverso. Diverso como lo es la propia vida y la experiencia que se puede tener durante el tiempo de nuestra existencia en este mundo. Como trata de exponerse en el título que se escogió para nombrarlo, son eso: Ideas que, juntas, van formando palabras; palabras que, reunidas, van construyendo textos. Textos que, expuestos, van configurando una forma particular de pensar. Intentos de reflexionar sobre las cuestiones humanas más significativas para quien lo escribe. Se espera que para quienes lo lean, también. El trabajo no tiene una estructura, propiamente dicha. Comienza con algunas frases que, a guisa de re-flex-ion sobre diversos temas, pretenden exponer un punto de vista. Aquí, se vale disentir. La segunda parte está hecha de diversos textos que se fueron produciendo en distintos momentos y motivados por acontecimientos que marcaron la vida y, de algún modo, fueron relevantes. transcendentes. Algunos son la narración de algo y otros que, a manera de ensayo, contienen diversos asuntos. Por esa razón, el trabajo no 5


obliga a una lectura lineal. Puede tomarse cualquier página y, si es de interés leer los temas de forma independiente. Cuando las ideas que se convirtieron en palabras y éstas al irse hilvanando cada una formaron estos textos, no se pretendía escribir un libro. No fue esta la preocupación central que llevó a plasmar el pensamiento en estas líneas. Sólo fue eso, Ideas que forman palabras, palabras que forman a ver qué…

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Re-flex-iones

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Ideas que forman palabras. Palabras que forman a-verqué.

Dejar salir las palabras. Dejarlas correr como las aguas del río que bajan de la montaña: sin diques, sin estanques. Esa es la forma más bella de ser libres. Que no reposen las ideas. Que se tornen en acciones inmediatas o mediatas. Que tengan la oportunidad de materializarse en cosas buenas que beneficien y no cause daño a la gente. Yo no sé por qué la gente quiere triunfos y no hace nada para lograrlos; es mejor llegar al último piso subiendo por las escaleras y no por el elevador. Aunque para el visionario no hay últimos pisos; todos son penúltimos para él. Cuántas cosas útiles podríamos hacer cada uno de nosotros si nos lo propusiéramos. Si así fuera, no habría injusticias, ni pobreza ni nada que perjudiquen a la humanidad y a la naturaleza.

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¿Cuándo comenzó el hombre a ser egoísta? ¿Es el egoísmo una condición natural del hombre? ¿Un arma para asegurar su destino? No lo creo. La ambición malsana parece ser la característica más arraigada en nuestra juventud. ¿Cuántos de ellos han muerto por satisfacerla sin lograrlo? ¿De dónde viene el rechazo de los maestros a las reformas? De la pérdida de credibilidad a los gobiernos. Aun cuando sean necesarias para acogernos a los nuevos tiempos, la perversidad de algunas las vuelve sospechosas. El fin de un sexenio y del turno de un gobierno es la época más fértil para que periodistas y comunicadores se tornen críticos. ¿Por qué no lo fueron hace unos meses, o años o desde el principio? Ya estarán haciendo y diciendo lo mismo cuando el que comienza acabe. Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Ellos “crían cuervos que les sacaran los ojos” o, como dice el otro refrán: “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”. Cuántos maestros hay que deberían ser evaluados en su desempeño para ver si cumplen con la sagrada misión de educar y de enseñar a las nuevas generaciones. ¿No serán éstos los que no aceptan esos cambios? Y no me refiero a que sean evaluados en su conocimiento, conozco a muchos que se 10


pasaban “estudiando” en las aulas antes de un examen, desentendiéndose de sus alumnos. Hubo otros que hasta pedían permiso para hacerlo. Nunca entendieron lo de carrera magisterial, pensaron que era una competencia. Tendríamos que evaluar si cada escuela tiene y mantiene las condiciones más óptimas para favorecer una educación digna y de calidad. Si así fuera, ya sabríamos dónde están las causas de nuestro retrazo. Eso que los reformadores llaman “ambientes para el aprendizaje”. ¿Qué perfil de vida y profesional tenemos la mayoría de los maestros? ¿Cuáles son nuestros hábitos? ¿Nuestras creencias? ¿Hay un hábitus culto en cada uno de nosotros? O, como lo decía un anónimo: “La mayoría somos prófugos del machete”. Tres cosas hay que no tienen sentido hacerlas, decía uno de mis maestros: 1.- Bañar a los perros. 2.- Contar a los chinos y, 3.Capacitar a los maestros. Infiera usted. Todo proceso de capacitación resulta, para muchos, más un proceso de confusión. ¿Es la actitud y no la aptitud la que más cuenta? No pienso que sea así. El asunto es más complejo.

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El acto de escribir ya no tiene la magia de antes cuando se arrastraba el lápiz sobre el papel. ¿Llegaremos a perder esa habilidad con el tiempo? Dejemos que las palabras se ocupen y desocupen lo que traemos dentro. Aprendí a ser maestro en el contacto con los niños… Ahora entiendo por qué no fui tan buen maestro: Me faltó más contacto con ellos. Se alborotan en mi cerebro las palabras buscando fervientemente ser expresadas y salir como torrente de mi boca. ¿Pensamos porque tenemos algo que decir, o decimos porque tenemos algo en qué pensar? Languidecen en mis adentros mis ideas porque no encuentran la forma de enunciarse. Parco soy de palabras, pero algunas cosas que veo de la vida de plano me enmudecen. Mi crítica contumaz hacía la actitud de algunos maestros y maestras no es gratuita: se sustenta en lo que he visto en ellos. En ese criticar su práctica y su comportamiento va implícito la parte que a mí me corresponde. Si la buena actitud es contagiosa, no dudo que los optimistas puedan ganarle la partida a los indiferentes. 12


Durante mi trayecto, a cuántas y cuántos maestros vi aplicarse en su tarea. Ellos llevaban la responsabilidad de su trabajo más allá de la escuela. ¡Ay!, si, así como ellos hubiéramos sido todos. El que inventó la celebración del Día del Amor y de la Amistad, el 14 de febrero, no se imaginó que ese día habría muchos ofendidos porque no alcanza el día para felicitar a todos. Se podrá tener muchos compañeros en el trabajo. Amigos, sólo algunos. Y es porque la Amistad es un bien que no se comparte con todos. El Amor es otra cosa, ese puede regalarse fácilmente. La mejora y el cambio educativos son dos componentes que dependen de la actitud de los directores de las escuelas. Son, en cierta forma, inherentes a la persona de éstos. Los demás miembros de una escuela sólo esperan la iniciativa de sus directores para actuar. Lo que se haga en el plano material de una escuela repercute en la calidad de los aprendizajes de los estudiantes, en el desempeño de los maestros y en la actitud de colaboración de las familias. Al fin de cuentas construye un ambiente de aprendizaje más propicio. Construir un clima de trabajo colaborativo no es fácil. Depende en mucho de la congruencia del directivo. Un director cuyo liderazgo sea de ejemplo en las acciones que se emprendan, que esté adelante o a la par de sus compañeros de trabajo y no 13


sólo se base en dar las órdenes para que los demás las cumplan. Somos diversos…es cierto. Pero no por eso tenemos que ser tan diferentes. Sobre todo, no en ciertas cosas. La gestión escolar es una de ellas. Gestionar la escuela es una manera de construirla todos los días. Voy a dejar que caminen delante de mí todos los que alguna vez acompañaron mi camino para que, llegado el momento, ellos puedan dirigir mis pasos a mi final destino; aunque, lo sé muy bien, en el último tramo de mi vida, cuando tenga que bajar los escalones que me llevarán al inframundo, allí nadie, aunque lo quiera, podrá acompañarme. Ese tramo del camino es estrictamente mío. Sólo yo solo tendré que cruzarlo. “El hecho de que cualquiera sea capaz de enseñar algo no quiere decir que cualquiera sea capaz de enseñar cualquier cosa” (F. Savater, 1997) Aristóteles decía: “El Sabio no dice todo lo que piensa, pero piensa todo lo que dice”. No es fácil ser sabio. La escolaridad obligatoria -dice Savater-, ha constituido una maquinaria formidable de desposeer a los padres de familia de su poder educativo, para hacer pasar por el aro a los buenos 14


creyentes, luego a los buenos ciudadanos, más tarde a los buenos trabajadores y ahora, a los buenos consumidores. La escuela obligatoria norma y horma a todos. ¿Qué seguirá después? “Todo hombre es un fin en sí mismo y no debe ser el medio para el fin de nadie (E. From) o más claro, como lo canta Atahualpa Yupanqui: “Que nadie escupa sangre pa’ que otro viva mejor”.

¿Qué impacto pueden tener los uniformes escolares en la conformación de la identidad de las niñas y los niños? Los uniformes pueden derivar en la pérdida de la individualidad. El miedo a ser diferente. La uniformidad _decía From_ es el aspecto más degradante, más inhumano y más peligroso de nuestra cultura. Por algo lo diría. La paradoja de nuestro tiempo: “Creamos máquinas que obran como humanos y producimos hombres que obran como máquinas”. ¿Comienza nuestra sociedad a ser incluyente o continúa simulando serlo cuando, en la cotidianidad de la vida, hay otros muchos que siguen fuera de la muralla que la segregación construye? ¿Dónde se ubican las personan con discapacidad en esta realidad que se aferra a mantenerse? Aunque la educación, principalmente la especial mantiene una lucha tenaz contra las 15


fuerzas segregadoras para incluir a todas las personas con discapacidad al mundo en que vivimos, esta batalla no siempre cuenta con las familias ni con las mismas personas con discapacidad como sus aliados, perpetuando asĂ­ su condiciĂłn de marginados. No basta derribar murallas y tender puentes para lograr que crucen de un lado a otro, es menester que sean ellos mismos los que estĂŠn decididos y dispuestos a hacerlo. Formarlos resilientes.

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Ensayos y relatos o cosas parecidas

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I Peteando. Hoy, nuevamente como la semana antepasada, directivossupervisores y asesores liderados por el equipo del departamento de educación especial federalizada, nos reunimos para bosquejar lo que ha de ser el Plan Estratégico de Transformación Escolar (se ve y oye rimbombante del nombrecito) el PETE y el Plan Anual de Trabajo 2013 es decir, el PAT. Entre PETE y PAT esperemos no hacernos PATOS solamente. Las dificultades que entraña planificar el hacer y quehacer de una modalidad educativa como la especial, con sus ideas y prácticas arraigadas: virtuosas unas, viciosas las más, para proyectarla hacía nuevos horizontes desde otra mirada, no es tarea fácil. Pareciera que nos gana el inmediatismo o pareciera que, atrapados en nuestras concepciones y creencias anquilosadas por el tiempo, recicláramos prácticas añejas que, de tanto usarlas no sólo se han desgastado, sino que constituyen los ropajes que nos cubren y que nos identifican. ¿En qué sentido es estratégico el plan que pretendemos? Con este término adoptado del argot militar. nos vemos, cual generales, moviendo nuestras piezas y colocándolas adecuada y 19


correctamente para ganarle la batalla a quién-sabe-quéenemigo-común. Aun cuando iniciamos el ejercicio planteando los problemas que en común nos aquejan y que hacen las veces de enemigo a vencer, valdría preguntarse: ¿Son esos problemas que percibimos como evidentes nuestros verdaderos enemigos a enfrentar? O constituyen tan sólo la parte visible, manifiesta, de un iceberg que se oculta en las profundas y oscuras aguas del fenómeno educativo-humano y del sistema escolar. Si así fuera correríamos el riesgo de plantear acciones, objetivos, metas y estrategias para luchar contra un enemigo que no es, o que es sólo en apariencia. Estaríamos picando piedra en el mismo sitio y con el mismo cincel y martillo y, por tanto, nuestra acción sería menos que estratégica. ¿Son esos molinos de viento quijotescos nuestros contrincantes en la batalla? Si no lo son y permanecen ocultos a nuestras miradas, ¿Qué hacer para desvelarlos? En la medianía de nuestro análisis –lo digo con respeto, porque no es por falta de capacidad sino de tiempo- falta el rigor y el fundamento. Lo más que hemos hecho es verter nuestra opinión y el malestar que nos aqueja. La monologicidad se sobrepone al dialogo. Defendemos posturas que a veces son indefendibles por carecer de sustento o bien, asumimos el peor de los defectos del carácter: creer que tenemos la razón en todo. Nuestra productividad es escasa por carecer de disciplina o porque, atenidos a los otros, dejamos que esos otros hagan el trabajo. 20


¿Qué realmente queremos transformar de lo escolar? ¿Qué marco de acción real tiene nuestro departamento para transformar lo establecido en el sistema escolar que nos envuelve? Antepusimos como baluartes responsabilidad y compromiso, pero valdría preguntarnos ¿Responsabilidad para quién y compromiso con quién? ¿Con el sistema? ¿Con el cumplimiento de una función determinada? De qué sirve que formulemos la más correcta y visionaria misión si faltan su comprensión y entendimiento por parte de propios y extraños. Qué aspectos de nuestra práctica escolar, de la gestión de esa practica son susceptibles de transformación sin correr el riesgo de trastocar lo establecido o, ¿Podemos? Inmersos como modalidad educativa en el conjunto de la educación básica pareciera que cualquier transformación aquí sin que se de allá, no tendría mucho sentido. Bajo esta perspectiva de pertenencia y, en cierto grado, de supeditación a la educación básica ¿Qué nos corresponde hacer? La educación especial, históricamente, tanto como sistema paralelo, antes y como modalidad de la educación básica ahora, ha aportado a las prácticas escolares y a la reflexión teórica de esas practicas innumerables elementos. Podemos seguir haciéndolo desde la cotidianidad de nuestras acciones; solo que para hacerlo debemos prepararnos. Nuestro plan de transformación, entonces, debe apuntar a transformar primero lo primero, es decir, a lo que es fundamental: la mentalidad que prevalece en cada uno de los elementos que formamos la educación especial en cada centro de trabajo. Aunque esta transformación es necesaria, no siempre resultará suficiente sino endosamos a esa transformación una nueva 21


dimensión de la gestión administrativa que garantice la más correcta y oportuna dotación de los recursos apropiados, necesarios y suficientes. Identificar esas áreas de oportunidad que nos lleven a transformar lo que es deseable, factible y pertinente es lo primero. La desorganización en la que, sin querer, hemos caído y que ha llevado a la construcción de una visión de informalidad o de falta de credibilidad hacía la administración por parte de los que laboran en los centros de trabajo tiene su explicación en cuestiones de orden financiero y temporal. Cómo poder cumplirles a maestras y maestros en un tiempo tan corto que se mide por periodos escolares, cuando los recursos financieros necesarios para operar cualquier acción de las planeadas son adjudicados en razón de años fiscales y comienzan a ser liberados para su ejercicio hasta bien entrado el año civil, allá por los meses de marzo o abril y para noviembre-diciembre cerrar el ejercicio. Nos queda mayo-junio para ejercerlos; nos llega luego el periodo de receso julio-agosto y, de aquí que se planeen las nuevas acciones del nuevo ciclo escolar, ya se nos fue octubre. En esta tensión planeación-tiempo, caemos en muchos desaciertos: planeamos actividades que después, por falta del recurso no se pueden cumplir o queremos realizarlas todas en ese breve tiempo. La alternativa de planificar las actividades considerando el año civil, es un acierto; únicamente nos queda irresuelta la necesidad de hacerlo a tiempo.

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El PETE que buscamos construir, es la oportunidad de dar a la modalidad su prospectiva. A qué plazos planteamos cerrar la brecha entre lo que somos y lo que esperamos ser. Qué aspectos susceptibles de transformar formularemos para ser abordados en el corto, mediano y largo plazos. Qué metas son factibles de lograr en esos plazos. Cuáles las estrategias para lograrlas. Con qué indicadores verificar si se cumplieron. Respecto al PAT es necesaria la reflexión siguiente: Escaparnos a la tradición de planificar considerando el tiempo que abarca un ciclo escolar no va a ser nada fácil. Y no lo va a ser, no por nosotros solamente, sino porque el sistema educativo en su conjunto lo hace así. En educación el tiempo se mide en ciclos escolares. Cada ciclo escolar es un comienzo; se cambian los maestros, nuevos alumnos plantean nuevas necesidades y, en fin, todo comienza. Habría mucho más que decir y de reflexionar sobre esta nuestra pretensión de planificar nuestro trabajo. Ni es mi intensión hacerlo aquí ni tengo ya más ganas por esta noche… Tapachula…una noche.

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II Inclusión y exclusión educativas, las dos caras de una misma moneda. Con el título de este trabajo intento mostrar que, en la práctica pedagógica y educativa, en general (moneda) persisten y conviven los fenómenos de inclusión y exclusión. Esta contradicción o paradoja se acentúa como resultado de la puesta en marcha de una política educativa que se autodenomina inclusiva; misma que busca aplicarse en un contexto social y económico (principalmente) caracterizado por excluyente, segregador y marginador. Estas características de la sociedad son fácilmente visibles en otros tantos fenómenos que trascienden lo educativo: Marginación, inequidad, desigualdad. La falta de oportunidades para acceder a la educación o para culminarla exitosamente, rematan, invariablemente, en la falta de oportunidad para acceder a una vida digna en cada persona (empleo, vivienda, salud, recreación) en una palabra: Justa. Específicamente ¿Es injusta la dinámica socio-afectiva con la que se lleva a cabo la práctica docente? ¿Qué hechos de la vida escolar y áulica se pueden enumerar para afirmar que son 24


injustas estas prácticas? ¿Son conscientes los actores de la escuela de tales injusticias y de sus consecuencias? La educación como Bien Público y en tanto derecho fundamental, no debiera tener más limitaciones que aquellas que las mismas personas se imponen, es decir, su propia elección. Hoy, sin embargo, en nuestra sociedad, muchas restricciones para acceder a ella no dependen de la capacidad y voluntad de la cada persona. La educación se asume como un mecanismo selectivo de control social que perpetua y legitima la estratificación. Lo peor de esto es que muchos asumen, consciente o inconscientemente, tal determinismo, conformándose con esta situación. Para muchos, el acceso, la permanencia y el logro exitoso de la escuela está vedado. Quienes logran ingresar a la educación básica desde su niñez temprana, no siempre logran permanecer en ella o en los niveles posteriores. Menos aún a lograr el éxito en la vida como resultado de su escolaridad. Si bien la tasa de ingreso a la educación básica en México ha logrado la universalización en las últimas décadas, aún persisten grupos humanos que permanecen excluidos de ella. Son personas que no siempre aparecen en las estadísticas oficiales. Bastaría que cada escuela de preescolar, primaria y secundaria adscritas a las comunidades informaran si han logrado captar en su población escolar correspondiente a todas y todos los niños de ese grupo de edad para conocer, en detalle, el número de niños que no recibe educación. 25


Al egresar de la educación básica, después de doce años de permanecer “cautivos” en las escuelas; sin que este tiempo en ellas garanticen su inclusión en la llamada, “sociedad del conocimiento”, muchos, y por múltiples razones, pasan a formar parte de la, también recién nombrada “sociedad de la ignorancia” o, del analfabetismo funcional como lo definen otros. La mayoría de los egresados de este nivel inicial de escolaridad se enfrentan, ahora, ante “el cuello de botella” que representa la educación media-superior y quedan a la vera del camino en sus sueños de transformar su vida mediante la educación. Quienes logran abordar el tren de la preparatoria, habrán de afrontar ahí muchos desafíos que atentan, incluso, con su dignidad de ser humano. Pocos son los que logran ingresar y permanecer en este nivel de estudios preparatorio. Las fuerzas y la inexperiencia propios de la adolescencia, los placeres fáciles de la vida, los incentivos a los que son inducidos otros por una sociedad centrada en el dinero y el consumo, los lleva a desertar de ella antes de haberlo concluido. La exclusión a la que son sometidos los jóvenes que cursan el bachillerato tienen su fuente también, en muchos casos, en las prácticas viciadas y viciosas de no pocos docentes y directivos que “empujan” a los estudiantes, con su actitud o incompetencia pedagógica, a abandonar la escuela. No existe o desconozco si lo hay, algún estudio que dé cuenta de estos fenómenos escolares que son causa del abandono de la escuela por parte de los estudiantes; independientemente de la existencia de otros que también inciden en lo mismo. 26


De la educación superior, ya ni se diga. Es este el nivel educativo en el que la exclusión se manifiesta en toda su dimensión. Al bachillerato lo puede salvar un tanto, su calidad de obligatoria, ahora. No sucede lo mismo con la educación superior en todas sus modalidades. La poca oferta de instituciones de educación superior (IES) públicas, en México rebasa, en mucho, la demanda. La gratuidad y la calidad educativas en muchas de estas, están en entredicho. La sobresaturación en algunas de las carreras tradicionales que brindan y la falta de otras, es otro factor que favorece la segregación. El problema más grave de la educación superior, en general, es la falta de oportunidades de empleo de los profesionistas que de sus instituciones egresan. La inclusión laboral de muchos en el mundo del trabajo es mítica. Si algún nivel educativo se ha privatizado en México, en los últimos años, es este. Para los muchos jóvenes que aspiran a tener una profesión y para quienes las puertas de las IES públicas se han cerrado, la voracidad de las instituciones privadas los aniquila. A aquellas cuyo prestigio académico es reconocido, sólo pueden aspirar la clase pudiente; los otros, la gran mayoría, son víctimas del abuso de tanta “universidad” que no siempre garantiza una formación profesional sólida. Pero, lo grave no está en aquellos que, bien o mal, ingresan a la IES y terminan una carrera. Estos, de algún modo, resultan triunfadores en esa larga carrera con obstáculos; aunque no siempre logran alcanzar sus sueños. La universidad no sólo sirve 27


para hacer dinero. Lo grave de la educación superior está en los miles y miles de jóvenes que, habiendo concluido el bachillerato, se quedan fuera de las murallas que rodean a la educación superior. Engrosando las filas de los jóvenes sin futuro. Por eso, antes de promulgar con la reforma una educación con calidad, debió garantizarse una educación con justicia para todos. ¿Qué tipo de hombre está formando nuestra sociedad actual? ¿Qué precio pagará la humanidad entera por hacer (o no hacer) lo que ahora hace?

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III Ella. Utopía, Pilla Fuiste el ejemplo de un amor perfecto. Tenía un-no-sé-qué en sus ojos que atraía irresistiblemente la mirada. Era imposible no voltear a verla. Grácil su postura. Blanca su hermosura. Pero lo que más embeleso le causaba eran sus pupilas doradas: potentes imanes que arrastraban al centro de sus ojos toda la atención de la mirada de él. Al verlos quedaba como paralizado ante su influjo. Miel pura se podía saborear de ese par de ojos. ¿Qué abejas misteriosas habían podido producir tan delicioso manjar? ¿De qué flores prodigiosas extrajeron el néctar que le daba su dulzura? ¡Ni qué decir de su brillo! El brillo de su mirada equivalía al fulgor de dos estrellas en las noches obscuras. Titilaban radiantes en el centro de sus hermosos ojos y producían en él un delicioso encanto. Si, encanto, porque con sólo verlos, se hechizaba. Era un brillo especial…brillo que expresa vida, felicidad, armonía con 29


el universo. Él no sabía resistirse a sus encantos. Se dejaba llevar por ellos. Se quedaba atrapado en la profundidad de esa mirada y sentía placer hacerlo. Gozaba, como nada, beber de la pócima encantadora el delicioso brebaje que paladeaba y disfrutaba; sin importarle en nada la porción en que lo iba tomando: mucho, poco, a veces nada. La embriaguez que de ello resultaba le era placentera. Con ella sentía que su alma se llenaba a la vez que se vaciaba. Podía quedar sin vida por esa borrachera. Nada importaba. La exquisitez en ella era tal que el concepto mismo dejó de ser abstracto. En ella se concretaba en su expresión más alta. En toda ella se materializaba: su figura, exquisita. El color y la tersura de su piel, exquisitas. Su sonrisa… En su sonrisa la exquisitez se manifestaba en grado superlativo. Esa bella cualidad y la palabra misma, con todas sus letras, no bastaban para describirla. Sería imposible tratar de adjetivarla con otros términos. Nadie querría que esa exquisitez se perdiera con el tiempo. Que se mantuviera, eso sí, por toda la infinitud con que se mide el tiempo. Que nada en ella cambiara. Por lo menos, esa será la condición con la que él la recordará siempre. Esa condición que era inherente a su persona…Sólo a ella. Sin exageraciones, Ella era para él la personificación misma de la diosa que encarna lo exquisito. De sus labios sólo brotaban delicias para sus oídos. Delicias convertidas en palabras, en risas o en sonrisas calladas, frescas y genuinas. Puras cual cascadas de aguas cristalinas. Hasta su molestia por algo, lo que escasamente sucedía, lo manifestaba con delicia. Delicada como una flor, frágil como una gota de 30


rocío suspendida del pétalo de una rosa en la alborada. Siempre correcta. Puntual y certera en sus cometarios. Y muy sincera. Era, como se dijo antes, la exquisitez andando. Se conocieron un día de tantos. Uno de esos días que no queda registrado en ningún calendario. Se conocieron en el trabajo. Por el trabajo se conocieron. No fue ningún encuentro casual, nada fortuito. Solo se conocieron y ya. Nunca, talvez, pensaron el día en que se conocieron que el hacerlo tendría implicaciones para sus propias vidas. Sobre todo para la vida de él. Se conocieron como se conoce a tanta gente en el paso por la vida y en el transcurrir del tiempo. Fue éste, el tiempo el que fue provocando en él el sentimiento que le profirió a ella. Sentimiento que fue creciendo en el silencio, inadvertidamente como crece el musgo entre las piedras hasta cubrirlas totalmente. Así se conocieron y así vivieron, como dos desconocidos. El Amor platónico si existe. Ese tipo de amor se declararon. No quisieron o no pudieron materializar sus sueños porque simplemente, al hacerlo, éstos dejarían de serlo. Como un Amor Platónico lo describió él. Ella lo escuchó sin comentarle nada. Como ratificando con su silencio que eso era: un amor platónico. A ellos les tocó vivir el mismo tiempo. Sus espacios vitales, sin embargo, no coincidieron. Cada uno en su esfera flotó en espacios distintos. Nunca esas esferas se encontraron para ser una sola. Hacerlo habría significado la explosión de alguna, o de ambas. Apenas un par de tímidos besos y unas cuántas caricias se prodigaron. Ese fue el escaso capital de esa relación amorosa única, especial que se tuvieron. Bastó un 31


breve encuentro para hacer perpetuo el sentimiento que cada uno en su interior albergara. Ese sentimiento aumentaba cada vez que la vida los juntaba. El ambiente mismo se cargaba de la energía poderosa que de su amor se derivaba. Cuántos intentos fallidos tuvieron que no les permitió salir a tomar una taza de café, juntos, alguna de tantas tardes en alguna de tantas cafeterías de la ciudad donde vivían. “Si no se ha dado, será por algo” sentenció ella un día que lo intentaron. ¿Qué fuerza poderosa impidió que sucediera? Entre más se negaba la ocasión de verse, más crecía el sentimiento que unía esa mágica relación que se tenían. Era tan exacta esa relación, tan matemática, que la proporción entre una y otra era directa. Sucedió una mañana. Cuando las cosas parecían marchar hacia la consolidación de su relación amorosa. Quedaron de encontrarse en el restaurante de un hotel para platicar las mil cosas que cada uno se guardaba para el otro. Emocionado por el encuentro, llegaron los dos al sitio acordado. Buscaron una mesa donde pudieran platicar ampliamente sin escuchas incómodos. Pidió cada uno una taza de café para amenizar su charla. Le tomó él las exquisitas manos y la miró en el abismo profundo de sus melíferos ojos como queriendo sumergirse en su mirada y la dejo hablar. Mejor no lo hubiera permitido. _ Lo nuestro no puede ser posible, dijo ella como una sentencia al preso condenado. Un automático por qué surgió de los labios del aturdido sentenciado. _Porque yo no sería capaz de robarle el amor a una amiga, contestó ella. Más confusión en su mirada…más signos de interrogación en el ambiente. _Una amiga a la que estimo mucho me ha confesado que está 32


enamorada de usted, dijo, y yo no puedo traicionarla. ¡Oh, dolor! ¡Oh, pena, ¿Por qué se presentan ambas en los momentos menos esperados? Un rayo habría sido más benévolo para causar su muerte. Le explicó…le juró él y le dijo que no sabía nada. Fueron vanos sus ruegos y sus explicaciones. Firme ella en su decisión de no traicionar el sentimiento de la amiga anónima, sacrificando el suyo. Ni la explicación posterior de la citada amiga fue capaz de modificar su postura. Permaneció así por siempre y para siempre.

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IV Rosas blancas En recuerdo de mi padre. Era una fresca mañana. El rocío de la noche aún cubría el verde pasto que rodeaba la escuela. Llegamos ahí muy temprano, después de viajar de la ciudad de Tuxtla a ese mágico pueblo de Zinacantán, en los altos de Chiapas. En la entrada de la escuela nos esperaban ya, algunos maestros y trabajadores de la misma. Vi en el pórtico de la escuela normal algunas personas que habían cosechado rosas de los sembradíos que abundan en ese lugar y las tenían formando ramos con flores muy frescas y de gran colorido. Uno de ellos, después de los saludos correspondientes, se dirigió a mí para decirme: _ ¿Va a llevar sus rosas, maestro? A lo que, sin pensarlo respondí: _ ¡y yo para qué quiero rosas! No obstante mi negativa, insistió: _Ándele, llevé unas. Mírelas, están bien frescas y bonitas. Uno de mis acompañantes, que en ese entonces fungía como director de la escuela, enfatizó: _Llévese unas, maestro. Para sus hermanas, dijo. Ante la insistencia de comprar algunas, contesté: _Está 34


bien. Córtenme una docena, pero que sean blancas y me las llevo cuando salgamos de la reunión. En ese pueblo enclavado entre las montañas que lo rodean está la Escuela Normal “Jacinto Kanek” en la que se forman maestros que egresan con el grado de licenciatura en educación indígena. Fue una visita que se hizo para resolver algunos asuntos propios de la vida académica de la escuela esa mañana. Nos entretuvimos ahí todo ese día del veintiséis de junio del 2009, ocupados en resolver los que era necesario. Por su ubicación geográfica, en la escuela no había señal para recibir llamadas por la vía de los teléfonos celulares, por lo que estuvimos “incomunicados” toda esa jornada de trabajo. Por esos días colaboraba en un departamento encargado de administrar las escuelas normales federalizadas que existen en el estado de Chiapas. Entre ellas, la escuela normal de ese lugar. En consecuencia, radicaba en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez desde unos meses atrás. A esa ciudad llegó un día, mi padre, en una de sus tantas visitas a las hermanas que allí viven. No obstante sus ochenta y nueve años, la salud y constitución física de mi padre le daba fuerzas para viajar desde su casa, ubicada en las montañas de la Sierra madre de Chiapas, hasta la ciudad capital, como lo había hecho incontables veces; solo o a veces acompañado de algún familiar. Ese día, como lo había hecho en otras ocasiones, viajó de San Cristóbal de las Casas a Tuxtla en una de los autobuses que hacen ese recorrido. Lamentablemente, al bajar del camión, resbaló o la fuerza de 35


una de sus piernas no resistió y sufrió una caída que le provocó un golpe sin mayores consecuencias, aparentemente. Cuando lo visité en casa de una mis hermanas una tarde que estuve libre de trabajo, me comentó, molesto consigo mismo, lo que le había pasado: _ ¡Ummmh, conejo, yo! me resbalé al bajar del camioncito y me golpeé la nalga. Ahora me duele un poco y no me deja caminar. Sin poder levantarse de la camita en que estaba acostado, me platicó que había decidido venir a visitar a sus hijas y aprovechar para verme porque: _Creo que ya tengo que despedirme de ustedes, me dijo, con la serenidad que siempre le caracterizó. _Creo que Andrea ya quiere que me vaya con ella, comentó, refiriéndose a mi madre que había fallecido algunos años atrás. _Cómo cree, le contesté, todavía hay Don Tebo para rato. Y me sonrió. _Ya pasé a despedirme de todos tus hermanos, me dijo, por si ya no regreso con vida a la casa. El lugar en que mis padres procrearon a sus hijos –once en total- está enclavado en las montañas de la Sierra Madre de Chiapas. Para viajar de ahí a la capital es necesario toda una jornada; ahora que las vías y medios de transporte son más ágiles. Antes, cuando no los había, significaba jornadas de dos o más días, pernoctando en algún lugar intermedio. Entre el pueblito y la ciudad algunos hermanos tienen sus domicilios en 36


varios lugares. El primero en visitar fue al hermano que vive en un ranchito que produce café, en la cañada que lleva el nombre de “Caballo Blanco”. _A tu hermano Marte y Florinda, ya los pasé a ver, dijo mi padre. _Ya les pedí que se cuiden mucho y que cuiden a sus hijos. Y a ver si ya deja de beber. Me comentó. _También visité a tus hermanos de Emiliano (Emiliano Zapata) Joel está bien. Tu hermana Hilda, también. Querían que me quedara unos días con ellos, pero les dije que no podía, agregó, entristecido. El camino de la casa de la sierra hasta esos lugares, necesariamente se hace a pie, o a caballo, cuando existe. Es un camino que sigue el curso de un rio que baja de la sierra delimitando el vértice de las dos montañas que forman la uve de la cañada; entre cafetales y los árboles que les sirven de sombra. _Ya pasé a despedirme de Chevo, en Comalapa y de ahí pasé a visitar a los de Comitán. Ya visité a todos, me platicó, casi con la certeza de que este sería su último viaje. Lo distraje con otros temas para que dejara de pensar en esas ideas, pero presentí que no me hizo ningún caso. Un día, de los que permaneció sin poder valerse por sí mismo para caminar, y cuando el tratamiento médico y las terapias que le daban parecía mejorar su salud, llegó a visitarlo a la casa de Bety, la hermana que lo cuidaba, en Juan Crispín, un medio 37


hermano del que no había tenido noticias durante muchos años, por vivir ambos en lugares distantes. Esa tarde vi a mi padre muy contento y animado por la inesperada visita de su hermano. Sin embargo, cuando se despidieron dándose un fuerte abrazo, mi padre dijo: _Bueno, hermano. Gracias por la visita. Yo no sé si voy a poder ir a tu casa algún día. Creo que me voy a adelantar a prender el fuego, ¡allá los espero! y lágrimas brotaron de sus ojos. Un fuerte dolor en su estómago lo aquejo al día siguiente. Aunque su nieta, la doctora, y una amiga de ella lo revisaron y dieron algunos medicamentos, la molestia no cedió. Decidimos, entonces, llevarlo a la clínica del ISSSTE para que lo atendieran el siguiente día. El día 25 de junio lo acompañé toda la noche en la sala de urgencias del hospital. Se dolía mucho y preguntaba _ ¿Qué será lo que tengo, pues? Y decía: _Doctor, deme algo para que se quite este dolor que siento aquí, y se tocaba el vientre. _Vamos a hacerle unos estudios para ver por qué le duele, le respondió el doctor que lo atendía, mientras, trate de dormir, Don Esteban, aconsejó. Así pasó toda esa noche. Por la madrugada lo trasladaron a los laboratorios para practicarle unos estudios. Cuando llegó el día, muy temprano, Vilma, otra de mis hermanas, llegó para relevarme de sus cuidados porque yo tenía el compromiso de estar muy temprano en la escuela de Zinacanatán. Dejé a mi padre despierto. Me despedí de él 38


asegurándole que lo vería tan pronto regresara de San Cristóbal. Cuando salimos de Zinacantán como a eso de las tres de la tarde, al bajar rumbo a San Cristóbal de las Casas, mi teléfono celular se reactivó y vi que tenía algunos mensajes. Los abrí y el primero que leí, de una de mis sobrinas, decía: “Abuelo, falleció”. Marcaba la 1.30 de la tarde. Llorando, con mi ramo de rosas en mis brazos, llegué a Tuxtla directamente a la clínica del ISSSTE donde mi familia, reunida ahí, recibía el cuerpo de mi padre. Esa misma noche, en caravana, regresó Don Esteban a su casa de la Sierra. Acompañaba su ataúd un ramo de rosas blancas…

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V Cuentero precoz. César, uno de mis compañeros de aventuras cuando terminamos la educación primaria en la escuela de la cabecera del municipio al que corresponde el lugar donde viví los primeros años de mi vida, era un contador de cuentos. Con los cuentos que contaba acompañábamos el camino de regreso a casa por la empinada y no pocas veces lodosa cuesta que representaba el camino en tiempos de lluvia. Nuestro paso por las pedregosas curvas de “El Caracol” se hacía menos pesado por la amena e incontenible charla que César mantenía. Incansable. ¿De dónde tanto oxígeno para sostener una conversación subiendo por esas serranas veredas del recuerdo? Nuestro lento y cansino caminar de niños, de subida porque de bajada el mismo camino lo hacíamos casi corriendo. Apoyando nuestros menudos pies a veces tan levemente en la punta afilada de una piedra o del borde del camino con el morral sostenido de los hombros, no era igual cuando faltaba César. 40


_A tío coyote lo engañó el astuto conejo cuando amenazó que lo comería. _No me comas tío coyote, le dijo, aparentando estar muy asustado. Mejor cómete esta fruta que es más rica y nutritiva que mi carne, le dijo, mostrándole unas semillas de la palma del coyol que abundaba en el lugar del fatídico encuentro. No muy convencido, por su instinto de animal carnívoro, Tío coyote pregunto a conejo: _ ¿Y qué tengo que hacer para comerme esa fruta, amigo conejo? Es muy dura su cáscara, dijo, presionándola con sus afilados dientes. _Espera, gritó conejo, esa fruta no se come así. Buscó por el sitio donde estaban dos piedras, las más apropiadas, para triturar la semilla y pidió a Tío Coyote que se sentara sobre una de ellas de tal forma que sus testículos quedaran encima de la más grande. Cuando Tío Coyote, un tanto desconfiado aceptó ponerse en esa posición, Conejo tomó la segunda piedra y, asegurándose que los “compañeros” de tío coyote estuvieran bien expuestos, dio con ella un brutal golpe sobre ellos que hizo aullar de dolor al pobre coyote mientras que él aprovechó para darse a la fuga, tan veloz como sus ágiles patas se lo permitieron. Desde ese día nunca más Tío Coyote osó intentar comerse a un conejo. Luego de las risas que el desenlace del cuento desataba, César aprovechaba para dar una “reflexión” que, a guisa de moraleja 41


cerraba su cuento. _Por eso no hay que ser muy confiado en todo. Sentenciaba, y comenzaba en seguida su siguiente historia. Un día iba por el camino un hombre con unas ganas incontenibles de defecar. Se retorcía y sostenía su vientre como intentando detener esas urgentes ganas de sacar de dentro lo que le estorbaba. Sin embargo, el pobre hombre, ya sudoroso por tan ingrata molestia, no se atrevía a hacerlo por el temor de que alguien pasara por allí y lo viera en tan íntima tarea. Incontenible necesidad fisiológica no puede soportarse. Ante esto, al desdichado no le quedó más que perder el miedo y hacerlo ahí mismo, porque un paso más en esas condiciones era imposible darlo so pena de hacerse en los pantalones. Presuroso, desabrochó el cinturón que sostenía sus pantalones, se los bajó hasta la altura de las rodillas y se puso en cuclillas a la vez que expiraba con tal alivio. En eso estaba cuando vio que por el mismo camino en dirección opuesta se acercaba otro viajero. Desesperado nuestro afligido amigo apresuró la evacuación y como pudo, sin pararse, colocó en su lugar los pantalones y se quitó rápidamente su sombrero para tapar con él la evidencia de su vergüenza.

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Cuando el segundo personaje estuvo junto a él, intrigado le preguntó qué hacía en esa postura y sosteniendo así el sombrero. _Buen día estimado amigo. Me puede usted contar que es lo que hace allí. Qué tiene escondido debajo de su sombrero. _Ah, respondió el primero, caminaba por aquí y un duende del camino me regaló esta paloma de oro que tengo aquí, atrapada debajo de mi sombrero. El duende me advirtió que para poder verla no debería estar acompañado de nadie más porque, de ser así, la paloma de oro desaparecería mágicamente. Por eso la tengo oculta con mi sombrero. Ambicioso, el segundo hombre ofreció: _Y cuánto quieres por la paloma de oro, te ofrezco mucho dinero. _No, no puedo venderla porque el duende del camino me la dio a mí. _Vamos, insistió el otro. Te doy el dinero que traigo conmigo en este momento a cambio de tu paloma de oro. Ante tal insistencia y seguro de lo que debajo del sombrero había, nuestro hombre pensó aprovecharse de la situación y de la ambición del otro. _Está bien, le dijo. Voy a incumplir mi promesa que le hice al duende del camino cuando me la dio y te la voy a vender. Pero no olvides que no puedes verla mientras yo 43


esté cerca. Te dejo mi sombrero para seguirla tapando mientras yo me alejo. Pasado unos minutos, calculas que ya esté lejos y la tomas en tus manos con mucho cuidado para que no se te vaya a escapar. Cerraron el trato y nuestro urgido amigo comenzó a caminar lo más rápido que pudo, guardándose en su bolsa el fajo de billetes que el otro le había dado a cambio de la paloma de oro… Risas y más risas se escucharon entre el bosque que cubría la vereda antes de llegar al tanque de agua que surte al pueblo de donde veníamos y que ayudaba a aliviar con su fresca y cristalinas aguas nuestra sed que para entonces ya era bastante por lo andado del camino.

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VI ¡Si vas…vamos! Al tío Lucio. Al tío Lucho le gustaba la cacería. Eso sí, casi siempre cazaba solo, sin compañía. Ni siquiera, como lo acostumbraban otros, un perro acompañaba al tío Lucho cuando se iba, por las tardes o por las noches, a buscar la presa del día. No obstante, su costumbre de andar solo por las faldas de los cerros o por los pequeños vallecitos que forman las montañas de la sierra, entre el bosque o entre los sembradíos de maíz donde abundaban los conejos, allá por el mes de mayo, cuando los tiernos tallos de la milpa atraían a los juguetones y suculentos animalitos de la montaña, a veces, aceptaba acompañarme en mis incipientes correrías. Por las tardes, al caer el día, cuando las sombras de la noche se tornaban en la cómplice ideal para nuestro propósito y cuando 45


la tenue lluvia había pasado, me acercaba a la casa del tío Lucho y le decía: _Tío, ¿vamos a salir hoy a cazar conejos? Y, desde un rincón de su cocina, sentado al lado del confortable fogón que amortiguaba el frío de la tarde, el tío contestaba: _ ¡Si vas…vamos! Conejos, cazaba poco. Venados cola blanca…ya casi no existían. Los hombres, en su conquista de los montes los había extinguido. La ancestral costumbre de rozar para sembrar el ansiado maíz había diezmado el bosque y los animales que en él vivían se alejaron. Pero aún sobrevivían algunas montañas, es decir, áreas de espesa arboleda que semejaban pequeñas selvas o bosques donde aún habitaba la presa predilecta del tío Lucho: el pequeño tepezcuinte. Parecía que sólo él conocía los lugares que este pequeño, pero perseguido animalito frecuentaba para alimentarse o para beber el agua de los pequeños arroyuelos que de la montaña nacen. Allí, el tío Lucho, con anticipación, preparaba su famoso tapesco. Este consistía en un sitio que construía sobre las ramas de algunos árboles, con las ramas que de ellos cortaba. Allí, subido y escondido en su tapesco, el cazador esperaba a la confiada presa. Cuando escuchaba las imperceptibles pisadas del animalito el tío preparaba su arma. Un Winchester calibre 22 del que no se separaba casi nunca. Atento a la llegada de la presa, esperaba. Y, en el inesperado instante en que más 46


confiado comía, una fuerte y extraña detonación de plomo y pólvora, asustaba a los demás habitantes de la montaña, y una de ellas, caía fulminado por la precisa puntería del experto cazador que, feliz por su logro, bajaba de su escondite y, con la luz de su inseparable linterna, buscaba y tomaba a su víctima para regresar a casa con ella. Dos recuerdos guardo profundamente en mi memoria de mis andanzas con él. Una tarde, cuando los conejos abundaban, pasé por él a su casa y, como siempre lo hacía, dijo: _Si vas… vamos. Tomó sus cosas y salimos a caminar. Ese día no nos alejamos mucho de las casas. _Vamos allá donde el tío Tono sembró milpa, dijo. Allí como está lejos de las casas, llega mucho conejo porque los perros no los asustan, comentó. Yo seguí sus pasos. Los caminos de la montaña obligan a uno a caminar en “fila india”. Habíamos recorrido unos cuántos metros del camino cuando, de pronto, el tío detuvo su marcha intempestivamente. Al hacerlo, obligó que yo también me detuviera y casi chocara con su espalda. Un gato de monte, como le decíamos a esa especie de animal que habitaban en la montaña, se cruzó en el camino. Tío, conocedor de los secretos de los montes dijo: _ ¡Ya salió este condenado animal! Mejor regresemos. Esta no es buena señal, concluyó. Me platicó que cuando un gato de monte se cruza en el camino de un cazador presagia alguna desgracia o simplemente que no será fructífera la caza. Incrédulo, insistí: 47


_ ¡Bah, no crea usted en esas cosas!, le dije, sigamos. No convencido el todo, el tío Lucho continuó el camino. Cuando llegamos al lugar escogido para nuestra cacería esa noche, un pequeño vallecito acurrucado entre los cerros donde el tío Tono había sembrado su maíz, nos adentramos en la milpa que comenzaba a crecer. Sus tiernas hojitas, bañadas con las gotas de la lluvia, brillaban con el reflejo de la luz de nuestras lámparas. La noche estaba obscura. Propicia para el ejercicio de cazar. Tío, barrió con la luz de su linterna el sembradío y, de pronto, dos pequeñas lucecitas brillaron en la noche. _ ¡Allí hay uno! dijo, muy quedo y preparó su rifle. Apuntó. Los ojos del animalito no se movieron. Encandilado por el fuerte haz de luz, se quedó ahí, suspendido. La bala surgió acompañada de un chispazo de rojiza flama. Al instante, el animalito pegó un brinco y lo vimos caer en el mismo sitio donde comía. ¡Qué infames somos con la naturaleza por tratarla de esa forma, reflexiono ahora! _Allí está, dijo tío. Tráelo. Sin dejar de enfocarlo con la luz de mi linterna, caminé los diez o doce metros que nos separaban de él y me agaché a tomarlo de las orejas. Cuando mis manos se cerraron sobre el cuerpo del animalito, sentí, como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo y erizó mis cabellos. Cuando levanté el cuerpo, en mis manos tenía, no un conejo, sino un trozo de madera tiznado por la lumbre que había dejado la roza. Asustado, solté el madero y regresé corriendo, lleno de miedo a dónde me esperaba el tío que, sin más me dijo: 48


_ ¡Ya lo viste! Te lo dije. ¡Ese pinche gato de monte no falla! Y, temblando, no de frío, sino de espanto, nos regresamos con las manos vacías esa noche.  Decían los viejos sabios de la montaña que no se podían cazar los hermanos animalitos del monte, ni tumbar un árbol del bosque, sin antes pedirle permiso a la Madre Tierra o al Creador de Todas las Cosas. Ellos lo hacían. Con copal y velas como ofrendas, se internaban en los montes y, al llegar al sitio elegido, hacían su plegaria; pedían perdón y permiso para poder tomar de la Naturaleza, a uno de sus hijos. Sólo a uno. Para proveer de alimento a su familia. Luego de esto, comenzaba la respetuosa cacería. Eso me dijo, años más tarde, Don Juanito, mi nuevo vecino. Y eso fue lo que no hicimos nosotros aquella noche en que salimos el Tío Lucho y otros a cazar en una tupida y oscura montaña allá en la Sierra; montaña a la que muchos temían y respetaban por su intrincada vegetación entre cerros y cañadas intransitables y por lo que contaban de ella. Aquella tarde nos preparamos para salir. Además del Tío Lucho y yo, iban otros amigos. Como el lugar escogido estaba distante unos cuatro kilómetros de donde vivíamos, los preparativos fueron más cuidadosos. Rifles bien aceitados, cartuchos suficientes del calibre 22, no eran necesarios otros calibres. Las lámparas de mano o las linternas de cacería con pilas nuevas y de repuesto por si se ofrecían, la ropa adecuada por el frío de la 49


noche y de la montaña; sin olvidar las botellas con café preparado y algo para comer por si se antojaba. Salimos en procesión la caravana, rumbo a la temible montaña. El temor que la gente le tenía a esa montaña se incrementó un día cuando, luego de salir a espantar a las ardillas que se comían el tierno maíz que la familia de Ramiro había sembrado a la orilla de la montaña, Ramiro ya no volvió. En la búsqueda que los vecinos de la colonia hicieron para hallarlo, la recorrieron toda, hasta los desfiladeros desde donde se divisan otras montañas. Pasaron tres días buscándolo. Al último, unos de los que lo buscaban, escucharon en el fondo del monte los ladridos de un perrito que, supusieron, era el que acompañaba al primo cuando salió a correr las ardillas, aquella fatídica tarde de verano. Allí, junto al perrito estaba Ramiro. Irreconocible. No tanto por la falta de alimentos o por el frío que, de seguro había pasado, sino por un inexplicable rostro de temor y pánico que cubría su rostro. Sin poder hablar para explicar lo que le había sucedido, lo cargaron para llevarlo a su casa que estaba en la orilla de esa montaña. El primo Ramiro no sobrevivió a esa desventura. Sin poder platicar lo que había vivido, se fue de este mundo siendo aún un adolescente. Cuando llegamos a las postrimerías de la montaña, la noche comenzaba a caer. El cielo, sin embargo, no amenazaba lluvia, tan común a esas alturas. Esperamos a que obscureciera más y nos internamos en el monte, siempre bajo las indicaciones y consejos del Tío Lucho, experimentado en esos menesteres. A 50


mí me apostó en un sitio junto al tronco de un frondoso árbol cuya copa ya no se distinguía en la oscura noche. _Tú te quedas aquí, me dijo, listo a cualquier señal. Un ruido, pisadas o lo que escuches. Ten a la mano tu linterna y tu rifle. Sólo disparas si estás seguro que es un animal. De esa forma, apostó a los otros en lugares estratégicos de tal forma que ninguno podía hacerse compañía, sólo en su sitio, en esa impenetrable obscuridad de la montaña. Permanecí así durante un buen rato. La dimensión del tiempo y del espacio se pierde en esas circunstancias. Pensé en el primo Ramiro. Lo que habrá vivido, sólo en esa inmensidad de plantas, bejucos, árboles y sonidos de animales. No sé si me predispuse por esos pensamientos o si el espíritu de la montaña me capturó esa noche. Lo cierto es que lo que voy a narrar a continuación, lo sentí y lo viví en carne propia. ¿Cuánto tiempo transcurrió desde la partida de los otros para ocupar sus sititos? No lo supe exactamente. Estaba en posición de mi guardia cuando, con mucha claridad, y aumentado por el silencio de la noche, mis oídos percibieron el sonido de unos pasos entre la hojarazca y ramas secas tendidas en el suelo. Un paso…luego el otro. Seguro es un animal, me dije a mí mismo. Pero no lograba saber de qué tipo, aunque la firmeza e intensidad de sus pisadas señalaban alguno grande. _Una vaca no puede ser, me dije, aunque algunas que andan sueltas en la cercanía se aventuran a internarse en la montaña. Seguí 51


aguzando el oído y las pisadas se escuchaban cada vez más cerca de mí. Cuando creí tenerlo a unos pasos me decidí a poner el rifle en posición de tiro y encender mi lámpara para sorprender a la presa. Cuando tuve el rifle en posición y la lámpara lista, presioné con el pulgar el encendido y nada…ni una luz. Volví a intentarlo, una y otra vez y nada. La lámpara no encendía. Una sensación de frío comenzó a cubrir mi cuerpo, inexplicablemente. Quise gritar para avisar a los compañeros lo que me sucedía y la voz se quedó hecha un nudo en mi garganta. Mi última opción, me dije, es el rifle. Al animal o lo que fuera lo seguía sintiendo muy cerca de mí. Un tiro al aire fue la decisión que tomé en mi aturdimiento. Levanté el cañón del rifle y halé del gatillo esperando que la detonación espantara a lo que allí estaba y alertara a mis compañeros de cacería. Sorpresa. Por más que halé y halé el gatillo del rifle, ni una bala pudo percutirse. El miedo se convirtió en terror y mis piernas no me respondían. Paralizado junté mi cuerpo al tronco de aquel árbol, hasta que la voz y la luz de la lámpara del Tío Lucho que se acercaba preguntando si había oído algo, me sacó de mi estado de pánico. Ya más repuesto del susto, le platiqué el suceso. La luz de mi lámpara que ahora había encendido me permitió ver la sonrisa que el tío reflejaba en su rostro y no hizo ningún comentario. El tío Lucho era un hombre valiente. La obscura soledad de la montaña no le arredraba. Qué pacto tenía con la naturaleza que siempre le obsequió una presa. Nunca lo dijo. Su figura, caminando por los senderos de la sierra, con su rifle colgado al 52


hombro, su sombrero, su morral y su camisa guayabera, nos resultaba tan familiar a todos. El tío Lucho vivió joven. Y joven también murió, abatido por una bala. “El que a hierro mata, a hierro muere” sentencia el conocido refrán. Pero el tío Lucho no merecía morir así. O, ¿sí? No lo sabremos. En su memoria

VII “Vaca comi-de-zope”. Para Rola, en su memoria _Vaca-comi-de-zope_ gritaba el niño, impotente ante la terquedad y fuerza de una mañosa vaca que siempre lo arrastraba para irse a meter a la milpa. Era una vaca negra y flaca, pero con tanta fuerza, que el lazo que la sostenía por los cuernos, fácilmente arrastraba al pequeño por entre el monte y la verde hierba donde pastaba. “¡Vaca-comi-de-zope, te voy a romper la panza”! gritaba más desesperado el pequeño porque veía cómo la vaca enguía de un solo bocado las tiernas plantas del maíz atrapándolas entre su larga y áspera lengua negra 53


igual que su piel, pero temiendo más el regaño o la chicotiza que le darían en casa por no cuidar adecuadamente la milpa. Por esos rumbos y por esos tiempos, la gente del lugar que lograba poseer algunas cabezas de ganado vacuno, ovino o equino acostumbraba “persogar” sus animales para que se alimentaran en el monte. Amarrados con lazos hechos de ixtle que compraban en los pueblos cercanos, ataban las vacas y los caballos, mulas o burros a una estaca o a algún arbusto para que allí comieran, protegiendo así, los sembradíos que ellos mismos u otros hacían en sus parcelas. La falta de dinero no permitía a todos circular sus terrenos con alambradas. Así, con esta práctica que se repetía de dos a tres veces al día para mudar el sitio donde los animales pudieran alimentarse se sucedía la vida en ese lugar. Tocaba a los niños hacer ese trabajo. Y no pasaba nada cuando el animal del que se tratara era manso y bien portado. Pero, en este caso que cuento, la canija vaca era, en verdad, muy, muy mañosa y rebelde. Un día, cuando el niño, con no más de siete u ocho añitos de vida le tocó ir a hacer ese trabajo, los sembradíos de milpa estaban en floración. Las verdes hojas y los tiernos caños de la milpa resultaban un suculento manjar para la canija vaca. Desató el niño, como pudo, el lazo que la ataba a la estaca para cambiarla de lugar donde pastaba cuando ésta olfateó el rico olor de la milpa que recién comenzaba a florecer. Corrió la vaca al sembradío ajeno y el pobre niño, por más que intentaba 54


detenerla con su incipiente fuerza, no pudo con ella. Desesperado le gritaba: _Vaca-comide-zope, te voy a romper la panza, y la vaca no paraba. En su desesperación enrolló el niño el lazo en una de sus piernitas, creyendo así incrementar la fuerza de sus bracitos para detenerla. Fatal le resultó esa osadía. Se enrolló el lazo en su pantorrilla y así, la vaca haló al niño por entre las matas de milpa que devoraba de un solo lengüetazo. _Vaca comide zope_ gritaba entre lloridos, mientras el lazo más daño le causaba. Desde ese fatídico día y por culpa de la condenada vaca negra, Rola se lesionó su piernita y quedó así, marcado para siempre. ¡Vaca-comide-zope…te voy a romper la panza!

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VIII La danza de los Toros.

El recuerdo es fugaz. Las imágenes se agolpan desordenadas en la memoria como queriendo dar forma a un pasado que, lejano, quiere hacerse presente a toda costa. Recuerdos de la infancia. Añoranzas de viejo surgidos como fragmentos de vidas ya vividas. Antesala de la otra existencia, resistencia, re-existencia. Juegos simbólicos, ritos sagrados y mundanos que expresan la cosmovisión de los Pueblos Originarios: mitad indígenas, mitad mestizos. Amalgama de creencias milenarias reproducidas por 56


la tradición oral de su gente. Puntuales en el calendario de los días, de los dioses. “El frijolillo”, “El espanta muchacho” y otros nombres de hombres-toro bailando al vaivén acompasado de folclórica música ejecutada en la marimba. De ancestral origen guatemalteco proveniente de la cultura Mam, Maya-Quiché. De cuando las fronteras geográficas no existían o apenas comenzaban a demarcarse, proviene esta danza. El Baile de los Toros. Se realizaba puntualmente en los meses de abril de cada año. En la incipiente feria del pueblito dedicada a la Virgen de Dolores. Por esas fechas, los hombres Viejos de Maíz que habitaban las comunidades de la Sierra preparaban la fiesta. Los Priostes, el rol que la comunidad asignaba a algunos de ellos, se esforzaban por hacer de esos días, la festividad religiosa más importante de la comunidad donde vivía. En ese marco de cultura religiosa, el Baile de los Toros era infaltable. Señores de la misma comunidad eran los protagonistas de ese baile. Los recuerdo. Había caporales y toros. Muchos toros. Estos últimos, vestidos con sus capas de purpura rojo, con pequeños espejuelos incrustados, ocultaban sus rostros bajo máscaras que simulaban al animal vacuno. Bravos, fieros toros de monte de difícil captura. Se internaban, recuerdo, por los montes cercanos a la iglesia en cuyo patio, previamente habían sembrado el “Bramadero”. Este consistía en un poste de la madera más dura que encontraban y lo sembraban en el centro del pequeño patio de entrada del templo en el que se veneraba a la Virgen de Dolores. 57


La gente del pueblo, hombres, mujeres, niños y jóvenes, ataviados con la prenda del estreno, rodeaban el pequeño patio en una de cuyas esquinas tocaban los marimbistas, viejos sones apropiados a la fiesta de los Toros. Los tíos Goyo y su hermano Nato, eran los principales ejecutores de esa danza. De pronto, a la pequeña calle del pueblito, salían del monte los bravísimos toros, Bailando al compás de la música con chinchín y flores silvestres cortadas en los montes, en cada mano, espantando a la gente ahí reunida. Cada “animal” tenía su nombre. Sobresalía el que encarnaba don Chepe Pérez por su bravura. “El espanta muchacho” se decía. Todos le temíamos y salíamos huyendo despavoridos a su paso, evitando la fatal cornada. La bravura de los “toros” se incrementaba, en la medida en que el “comiteco”, el alcohol que ingerían, como parte del rito, se iba acumulando en su organismo, otorgándoles una fuerza descomunal que bien representaban. Cuando los “caporales”, otro grupo de señores y jóvenes que se iniciaban en el rito, se disponían a lazarlos, los fieros animales se echaban al monte de donde costaba más atraparlos. Cuando, por fin eran capturados con riatas echas de ixtle, nuevas todas, traídas de otros lugares exprofeso para el baile. Cuatro o cinco caporales luchaban contra la fuerza de los bravos toros y los halaban por las calles del pueblo hasta llevarlos al bramadero donde eran atados fuertemente, mientas iban por el siguiente toro escondido entre los montes cercanos. Y la marimba tocaba. Y así se sucedían, uno a uno hasta tener a todos bien atados. El último, el que más batalla daba, era siempre, “El Espanta58


muchacho”, el fuerte toro representado por Don Chepe a quien todos apodábamos, después de la ceremonia, Chepe toroespanta-muchachos. Don Chepe ya no existe, el baile ya no se practica. Se fueron yendo de a poco, desaparecidos por las nuevas costumbres.

IX 29 de mayo Es frágil el hilo sobre el que camino. ¡Puede romperse en cualquier instante! F. Santizo

¿Qué hemos hecho mal para padecer los males que nos aquejan? ¿Serán irreversibles? ¿Qué daño le hicimos y hacemos a la Tierra, a la Naturaleza y a nuestro propio cuerpo que ahora nos cobra la factura en alto precio? ¿Hasta cuándo estaremos convencidos y decididos a revertir esta tendencia? Hoy me llegó la noticia. Lamentable y funesta. Zaira, Zairita, una joven mujer-madre falleció esta tarde en el hospital del ISSSTE allá en Tuxtla. Desbastada por el cáncer. Ese terrible flagelo. Ella 59


es (fue) una víctima más de esta letal enfermedad que surgió de pronto y llegó para quedarse. En nuestro cuerpo. En nuestra sociedad. Zaira luchó, como nadie, contra este mal. Lo enfrentó como pudo. Nunca le tuvo miedo, o no lo manifestó. Su fuerza y su voluntad para vivir la llevaron a padecerla durante muchos años. Nunca la vi derrotada. Nunca mis ojos y oídos la vieron o escucharon lamentarse por ella. Fue una gran guerrera y como guerrera sucumbió en el combate. Nos queda tu ejemplo, amiga mía. Tu cuerpo fue carcomido por el cáncer, pero a tú espíritu no lo tocó, siquiera. Tu cuerpo se convirtió en cenizas. Así quisiste derrotar, aún sin vida, a esas células malignas que profanaron tu cuerpo. Tu espíritu, sin embargo, se queda aquí, entre nosotros. Convertido en luz que nos ilumina. El mal acabó contigo, pero al final, tú también lo has vencido. Ya nunca más volverá para causarte más dolores.

Mayo, 2014

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X La pugna Uno podía “amarrarse el dedo”, “fingir demencia” o taparse la boca para no enunciar/denunciar lo que está pasando. La educación pública en Chiapas está en crisis. Todos los acontecimientos que está generando la implementación de la reforma educativa, por parte del gobierno y la resistencia a ella, por parte del magisterio, a fuerza, impacta el hecho educativo. Resulta redundante repetir lo que, históricamente se sabe y se reconoce: el atraso educativo que caracteriza a nuestro estado en el contexto nacional e internacional. O lo que de él se dice. Pareciera, sin embargo, que “los demonios andan sueltos”. Que cada una de las fuerzas en pugna contribuye, a propósito, a perpetuar esa condición de marginalidad. Que hablaran un mismo lenguaje, secretamente acordado, para sumir al estado en el fracaso escolar con discursos que pregonan lo contrario. “La política _-decía un líder famoso-, no es más que el conjunto de las ‘razones’ para obedecer y de las razones para sublevarse”. Hacen política. El conflicto entre la razón/sinrazón/cerrazón de unos y de otros, está carcomiendo más, la ya cada vez más corroída estructura educativa chiapaneca. Sería relativamente fácil enumerar las causas y consecuencias de esta pugna que se 61


repite, cíclicamente. Hoy por esto, ayer por aquello, mañana por no-se-sabe- qué, pero sería en vano. ¿Qué razón más poderosa que éstas en conflicto puede salvar la situación? ¿De dónde puede venir lo más razonable para mediar/remediar esta, ya histórica pugna? ¿Podría ser la razón las niñas, los niños y los jóvenes que hoy están en la escuela y los que vienen?

Octubre, 2015.

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XI La Chikongunya. La novedad de inicio del 2015 en estas tierras, es una nueva y rara enfermedad. Otra. Pronto se volvió famosa, temida y endémica. Tiene un nombre que suena chistoso, extraño e impronunciable: chi-kon-gun-ya. Al parecer esta expresión significa “hombre encorvado” o algo así porque así pone a todo aquel o aquella que la padece: Encorvado. Uno de sus síntomas son los fuertes dolores musculares y en las articulaciones, que obligan a uno a doblarse al caminar, cuando esto es posible. Los tendones se entumecen. Los músculos no responden. Duele hasta los huesos. También provoca altas temperaturas que van de los 39 a 40 grados centígrados en la lucha del cuerpo por eliminar los bichos invasores. A veces se acompaña de rojas erupciones en la piel. Extraño. La transmite un mosquito. Aquí le llaman zancudo. Aedes aegipty es su nombre científico. El mismo que transmite el dengue simple y hemorrágico. Y que abunda en esta húmeda y calurosa tierra del trópico. Afectó a muchos: niños, adultos; hombre y mujeres. Fue el azote de este tiempo.

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Una forma casera de curarlo, o de mitigar sus efectos, es tomar mucha agua preparada con hojas de mango (no cualquier mango: el de coche) acompañada de pimienta negra y canela o tomar mucha miel con bicarbonato. ¿Quién habrá ideado estas pócimas? me pregunto. En algunos, se supo, fue causa de muerte por complicaciones con otras enfermedades que ya se padecían. Por lo pronto a mí me comenzó el domingo pasado (22 de febrero) y provocó que una infección que traía en el oído derecho se agravara, sangrándome de pronto esa noche. Así, apenas pude tomar el lapicero para escribir esta nota y pergeñar lo siguiente: Pronto se volvió famosa La bendita chikongunya Sólo que muy dolorosa Parece que algo te puya Un mosquito la transmite, Insignificante creatura. Da dolores musculares Y alta temperatura. Nadie la puede aguantar, Hasta el más fuerte se dobla No se puede soportar, el dolor que a uno agobia. No se ha inventado la cura Para este extraño mal Los médicos solo recetan 64


Reposo y paracetamal (Perdón: paracetamol)

Febrero, 2015

XII Burbujas Dentro de la Gran Burbuja que forma el universo. La gran esfera en la que flotamos. En la que flota todo…En la pequeña burbuja que es la Madre Tierra, vientre supremo que dio luz a todos, a todo…allí flotamos. En ellas coexistimos. En ellas vamos sin saber a dónde. Sin saber, si quiera, cuál es el camino. En el aparente caos gobernado por leyes aún indescifrables. Allí vivimos. Aquí moramos. Aquí también morimos. Mi particular esfera que envuelve mi mundo, flotó y flotó empujado por vientos invisibles e insensibles; y aunque no ha flotado mucho por el mundo conocido, un día me trajo hasta aquí. Hasta esta calurosa tierra. No nací aquí. No crecí como nacieron y crecieron tantos que, paradójicamente, ya no están en ella. Que decidieron, como yo, migrar un día hasta otros lugares. Tierra de tantos que la eligieron para ser de ella su casa, nuestra casa. Tierra-pueblo que me adoptó. Que yo adopté para vivir en ella. Con este pueblo formado con nativos y extranjeros. 65


Tapachula, pequeña ciudad que fue creciendo inadvertidamente, pujante, silenciosa; producto del trabajo de tanta gente a la que dio cobijo. Con su calor permanente nos abrigó a todos. Aquí viví los días cruciales de mi vida. Nacieron y crecieron en ella mis tres hijos. Nací yo en el plano profesional. Surgí también en la esfera de las relaciones con compañeros, con amigos. Aquí sinteticé mis ambiciones y mis sueños. Forastero soy, extraño en esta tierra. Traído hasta aquí por la amorosa relación con mi pareja. Llegué a Tapachula sin haber considerado antes vivir en ella, fincar mi futuro en esta ciudad. Mi mundo estaba en otro lado. Fue el destino, si creemos en él, el que me ubicó aquí para vivir mi existencia en este mundo, temporalmente. Llegué a Tapachula a finales de la década de los setenta, 1978 exactamente. El año en que dos esferas se encontraron para hacerse una. Conocí a la mujer que sería mi compañera y con ella y por ella decidí radicar en este lugar.

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XIII Juventud sin futuro. Y allí van. Buscan sin encontrar. Se aferran a todo atisbo de esperanza. Prefieren no pensar en el mañana para no desilusionarse más por lo que éste pueda depararles. Los he visto caminar con la mirada hacia el suelo. Temen ya levantar la vista al cielo. Porque han perdido la fe, Porque ya no creen en nada. Tienen la fuerza de la juventud como principal recurso; sus sueños e ilusiones como armas, pero ninguna de estas les es útil ante la atroz realidad que aniquila. Han perdido la guerra, no sólo una batalla. Parece que el horizonte para ellos se ha perdido. Confunden fácilmente mar con cielo. Ya no tienen anhelos; 67


los que tuvieron, la realidad ha carcomido. Pesimista resulta mi mirada de este mundo. No puedo evitarlo. Los veo a diario caminar tras un mejor futuro.

XIV Palabras de bienvenida al Foro y Encuentro de la Red de Familias de hijos con discapacidad. Los humanos somos los únicos seres que tejemos nuestras propias redes y nos enredamos en ellas.

Aunque el filósofo que dijo estas palabras lo hizo en razón de que somos nosotros, los seres humanos, quienes tejemos nuestras propias redes para quedar atrapados en ellas, aludiendo a aquellas trampas que nuestra civilización ha construido para su propio perjuicio, en esta ocasión, la retomo, con la intensión de que sea para todos los aquí presentes, un beneficio y no un perjuicio. Crear redes para entendernos mejor. Admirables jóvenes y personas con discapacidad decidieron estar aquí este día. Los saludo con respeto. 68

que


Apreciables familias con hijos con discapacidad y trastornos del espectro autista, reunidos aquí esta mañana. Respetables personalidades que acompañan desde su respectiva función, el esfuerzo que las personas con discapacidad y autismo y sus familias hacen para ser resilientes de esa condición. Estimados representantes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que apoyan con su presencia y con los recursos necesarios la realización de este trascendental encuentro y foro. Bienvenidas y bienvenidos todos. La ciudad de Tapachula y la zona escolar número once de educación especial los recibe con afecto. Crear y consolidar la Red Estatal de Familias de hijos con discapacidad y trastornos del espectro autista es una tarea que se nos ha planteado desde las políticas de inclusión social y que, desde el sector educativo en la modalidad especial, en particular, se ha venido promoviendo. Con ésta, son ya varias las experiencias que en Chiapas se han realizado para alcanzar ese propósito. Celebramos que, en esta oportunidad, sean las comunidades de la Costa-Soconusco las beneficiadas con esta estrategia. Con estas redes, por grandes o minúsculas que sean en razón del número de sus miembros se busca compartir, aligerar la 69


carga, intercambiar experiencias. No caminar solos el sinuoso camino que la discapacidad representa. Abrir puertas, derribar barreras, construir puentes con la fuerza que da la unión entre las familias. Fortalecer la capacidad de resiliencia para hacer de la condición que la discapacidad impuso en nuestras hijas o hijos, una ventaja que los impulse a ser los vencedores. Ejemplos, hay muchos. Con el foro que inauguramos hoy y que seguramente no se clausura terminada esta jornada, buscamos construir la palestra desde donde las personas con discapacidad y sus familias se hagan escuchar. El espacio social comunitario que de voz a los que han permanecido callados tanto tiempo. El amplificador de esas voces para que llegue a tantos oídos sordos y los escuchen o para que, quienes ya los hemos escuchados, pongamos atención y actuemos en consecuencia a lo que sus necesidades nos demanden. Encuentro y foro que agradecemos a la CNDH, encabezada esta vez, por el licenciado German Emanuel Bautista Hernández y a sus colaboradores, su realización. Sin su apoyo y decidida colaboración no habría sido posible. Desde ya, mi mayor deseo es que este acto que nos reúne a todos, nos deje insatisfechos porque, como diría el filósofo español. “Lo que más vale en el hombre es su capacidad de insatisfacción”. Es ésta, la insatisfacción, la que nos moverá a buscar otros encuentros, a seguir tejiendo la red que nos proteja a todos. 70


Discapacidad: Hacedora de milagros Escudo de gladiadores Espada de vencedores.

XV Una visita celestial. Para mi hermano Marte. Martín se había acostado temprano aquella noche luego de cenar algo ligero y de tomarse su acostumbrada taza de café que él mismo cultiva en el ranchito que tiene en la cañada. Una voz desconocida que repetía un “¡Buenas noches!” detrás de la puerta del cuarto donde dormía, lo despertó, sorprendido. _ ¿Quién? Preguntó, aún adormilado, sin considerar que lo avanzado de la noche tornaba extraña alguna visita. Serían, calculó Martín, la una o dos de la mañana de esa noche tranquila. Recordó que había dejado cerrada con candado la puerta del corral que protege la casa y que, por tanto, era difícil 71


que alguien pudiera haber entrado hasta la casa y tocar la puerta del cuarto que le servía de recamara. _ ¿Quién es?, volvió a interrogar, al mismo tiempo que se levantaba de la cama y tomaba la lámpara que siempre tenía a mano, bajo su almohada. _ ¡Buenas, noches!, volvió a repetir la voz desconocida. _ Soy yo, dijo, sin dar ningún nombre. Sorprendido, pero, curiosamente sin asustarse, Martín caminó el pequeño espacio que hay entre la cama y la puerta de entrada y la entreabrió. Con la claridad de la noche, distinguió fácilmente a quien llamaba a la puerta. Era un hombre alto, con la cabellera a la altura de los hombros, lacia y totalmente blanca; su tez y la ropa que vestía eran del mismo color. Un personaje desconocido y muy distinto a las personas que Martín conocía. _ ¿Quién es usted? Preguntó Martín, intrigado. _ ¿Qué se le ofrece? El personaje desconocido respondió: _ Soy yo, el Arcángel Gabriel, ¿No me conoces? _ El Jefe me mandó que pasara a visitarte. Voy camino a Bellavista y me detuve para verte. Martín no supo que contestar. Sin preguntar más, abrió la puerta, encendió la luz y dejó pasar al extraño y celestial visitante. 72


Tuvo éste que agacharse considerablemente para poder cruzar el umbral de la puerta por su estatura y el alto de ésta. Ofreció Martín una silla al visitante y él se sentó en la orilla de la cama. Extrañamente, una sensación de confianza cubrió su cuerpo. _ Vengo a ayudarte, continuó el visitante. _ El Señor, tú sabes a quien me refiero, me ordenó que lo hiciera. Pero antes que te explique de qué se trata mi visita, quiero que pongas dos canciones de las que tu acostumbras escuchar. Las que tú gustes, pidió. Sin cuestionar la petición, Martín encendió el aparato de sonido que tenía cerca y dejó que reprodujera dos canciones. Una estaba interpretada por Javier Solís y la segunda por Vicente Fernández. Estos dos intérpretes, junto con José Alfredo Jiménez son los cantantes que Martín gustaba escuchar en sus tardes de descanso, después de la faena en el cafetal. _ Ponlas con mucho volumen, solicitó el visitante. Así lo hizo y la música se esparció por la cañada, incrementando su volumen con el silencio de la noche. Seguramente por esto, algunos vecinos preguntaron a Martín al día siguiente, si había estado bebiendo durante la noche, por el sonido de la música. Les respondió que no, sin comentarles nada de lo que le había sucedido. Cuando la música terminó, el Visitante continuó su plática. 73


_ Es bonita la música que escuchas, le dijo. Puedes escucharla siempre. No te hace ningún daño. Pasé a verte porque queremos ayudarte. Yo soy el Arcángel Gabriel, pero además tu Ángel, y mencionó un nombre que Martín no pudo recordar, estamos para eso. Sabemos que tienes un problema y vamos a apoyarte para que lo superes, dijo. Para eso, tienes que colaborar. Debes salir de la burbuja en la que estás atrapado. Con ayuda nuestra y del Señor, lo vas a lograr, continuó. Martín, asentía, sin mencionar palabra. _Tu alcoholismo, continuó el visitante, te ha traído muchos problemas con tu salud y con tu familia y ya es tiempo que lo dejes, aconsejó. _Por eso esta vez, te vamos a ayudar. Martin agradeció la ayuda y preguntó, interesado. _ ¿Qué tengo que hacer para curarme? ¿Cómo me van a ayudar? _ Vas a tomar por última vez, le dijo el Arcángel. Toma todo lo que quieras y los días que quieras. Al final, cuando creas que ya fue suficiente, vas a poner en tu bebida este polvito que te voy a dar. Al tiempo que decía esto, entregó a Martín un sobrecito pequeño que contenía un polvo blanco y muy fino. _Pones en el resto de la bebida este polvo y te la tomas toda. Con este remedio tu enfermedad va a terminar, pero te pido que tú mismo colabores para que eso pase.

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Tomó Martin el sobrecito que le daban y lo guardó cuidadosamente en un compartimento de la maletita que siempre usaba. Luego de intercambiar algunas otras palabras de consejo, el Arcángel dijo que tenía que retirarse para continuar con su camino. Abrió Martín la puerta, y se despidió de Él, agradecido por su visita. Al día siguiente, muy intrigado pero seguro de que lo sucedido no había sido un sueño o algo parecido, se dispuso a realizar el trabajo pendiente y, por la tarde, viajó de su ranchito a la ciudad donde estaba su familia. Por esos días, en la ciudad se celebraba la feria comercial del mes de agosto que se efectúa en honor al Patrón del pueblo, San Caralampio. Como todos los años, la feria comercial, agrícola y ganadera, convoca a mucha gente de la región por el atractivo que representa. Muy cerca del lugar donde se realiza esta tradicional feria comiteca, tiene Martín su casa. Llegó ahí por la tarde y se vistió para salir a divertirse. Lamentablemente o por decisión propia, Martín comenzó a tomar ese día. Tardó en ese estado varios días; seis dijo él cuando platicó esto. Cuando tomó la decisión de dejar de beber, recordó las recomendaciones que le hicieran en la visita de esa noche, en su rancho de la cañada, y buscó en su maleta la bolsita con el polvo que le había dado Gabriel. Vertió en la botella del licor que tomaba y bebió todo el resto del aguardiente. 75


_Cuando me levanté al otro día, ya bueno, dijo Martín, ya no estaba borracho, pero, como nunca me había pasado, me sentí muy mal del estómago y estuve yendo al baño muchas veces en el día, con vómito y diarrea. _Me sentí muy mal, como nunca me había pasado. _Creí, de verdad que era el efecto del remedio porque así me dijo el Arcángel que pasaría. _No platiqué con nadie lo que me había pasado porque también me lo recomendó el Ángel. Porque nadie te lo va a creer, me dijo. Han pasado varios días de eso y hasta hoy se los digo porque creo que ahora sí me voy a curar de este vicio. Escuchamos esta historia que nos contó Martín, una tarde en su casita de Comitán cuando tomábamos el café, acompañados de su esposa, una de sus hijas y su nietecita. Como es natural, no dimos crédito a su historia y más bien, nos alarmó diciéndole que tuviera ya cuidado porque esto podría ser un síntoma muy grave de su enfermedad. Que pudo haber sido una alucinación por su mismo problema o qué, si en verdad había sucedido lo que nos platicó, que lo tomara como algo serio y que agradeciera el haber sido elegido para esta celestial ayuda. _No, dijo Martín, muy seguro de sí. Esto que les cuento no fue un sueño ni una alucinación. Fue algo verdaderamente cierto. Yo sé distinguir entre una y otra cosa porque ya las he tenido. Pero esto, en verdad me pasó, aseveró convencido. Agradecimos el que nos hubiera confiado su relato y le dimos crédito con la intención de brindarle nuestra confianza y la 76


seguridad en él mismo para que pueda romper esa burbuja en la que ha estado preso por mucho tiempo. Un Arcángel y un Ángel, acompañen a Martín en la liberación de su alcoholismo.

Agosto, 2016

XVI Calavera a los del Palo-de-mango. Atareada la huesuda Llena de felicidad Así, sin ropa, desnuda Vino por los de la fraternidad. Del palo de mango hizo Improvisado panteón La muerte así lo quiso, llevó a todos de un jalón. 77


A la primera que vio Fue a la inocente Noemí Tus libros no me interesan. Sólo te quiero yo a ti. Uno a uno fue metiendo En el mismo ataúd Primero a los más viejitos Y a los que no tienen salud. El médico Orozco dijo: A mí no puedes llevar, Si me perdonas la vida Un cuento te he contar. Qué cuento ni que la tiznada, La calaca, respondió A otra con esa jalada Y enterito lo metió. Un dilema se encontró Cuando tocó a Tavernier A este lo llevó solito Con otros no va a caber. Mario se quiso defender Con una prensa y taladro 78


No lo podía creer Cuando lo metió al cuadro. Hasta aquí llegan tus días Le dijo al amigo Sumuano Por todas tus fechorías No te escapas de mis manos. A las mujeres juntitas Irma, Ade y las demás Las tomó de las patitas Y ya no les dijo más. El que se quiso esconder Tras el poder de su patrón La Muerte llevó también Pa´ que no ande de fisgón. Yo te pintaré en un cuadro Dijo a la Muerte Adarcilio Para qué le dijo eso Le cambió su domicilio. Mira mi teniente Chang Tu cuatrito no me asusta Porque las ganas me dan Te meteré en esta fusta. 79


Paquito Luna, asustado Quiso correr a su prepa Le dijo la muerte molesta También usted se me trepa. Nadie se pudo salvar Ni siquiera el que esto escribe A usted lo voy a llevar A ver si en algo me sirve. Ya el parque quedó muy triste Los sábados ya no hay reunión La Calaca en un tris Llevó a todos al panteón.

XVII Otra calavera Estupefactos quedaron, los de la fraternidad Cuando, inesperada visita, Les quitó la tranquilidad. Sus planes de publicar Su primera antología, 80


La muerte vino a quitar, Todo fue de apología Uno a uno se llevó La Catrina, insensible, Al panteón los transportó, Escapar no fue posible. Ahora en su lecho descansan Bajo el árbol centenario. Así la comunidad avanza, En el parque bicentenario. Ya no están los que hacía bulla Los sábados por las mañanas. La muerte ya los arrulla Envueltos en telarañas.

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XVIII Un ejercicio. Amigos, lo que se dice amigos, hay muy pocos. Bastante pocos son los verdaderos amigos Contar con ellos en los momentos más difíciles de la vida De veras que significa una bendición. Ellos están allí cuando más los requieres Fieles a la amistad que te ha dispensado Grandes son al momento en que llegan en tu auxilio Hubieras preferido contar con ellos y no con dinero muchas veces Inolvidables resultan esos momentos cuando Juntos resuelven los problemas que parecían no tener solución Kilos de oro representan las fieles amistades Lamentas su partida o la ausencia de ellos cuando no están contigo Llevas su corazón a todas partes y dejas en ellos el tuyo Mientras te acompañan, tú estás seguro Nada te falta cuando una palabra de alientos recibes de ellos Olvidas tantas cosas de la vida, menos a un amigo verdadero Puedes vivir con alegría al lado de las buenas amistades Quisieras responderles como se merecen Ruegas al cielo para que su vida transcurra en armonía Sientes mucho placer cuando te reencuentras con ellos y Temes que tus atenciones no basten para prodigarles tu cariño Unos se van y surgen otros Valoran tu persona y lo que tienes, sin envidia 82


Wallace dijo: “Todas las personas mueren, pero no todas viven realmenteâ€? X. Esto aplica para lo buenos amigos. Ya no resulta agradable ni divertida tu vida si los pierdes. ÂĄZaz!, se acaba este escrito que hice para los amigos.

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XIX A Ningún lado. Me preguntan mis amigos a dónde iré estas vacaciones Y yo les contesto: a Ningún lado. Ningún lado es un lugar mágico en el que no se hace nada. Allí no se necesita nada para divertirse y pasarla bien. Cuando vayas a Ningún lado, procura aligerar la maleta. Es más, mejor si no llevas nada, ni siquiera el cepillo de dientes. Ningún lado te tiene preparadas muchas sorpresas. Podrás disfrutarlas todas en la medida en que estés dispuesto a hacerlo. Ningún lado es el lugar perfecto para meditar sobre tu vida. En Ningún lado, las cosas y los servicios no tienen ningún costo Por eso, no necesitas llevar dinero, ni tarjetas de crédito, ni nada. A Ningún lado vas sólo. No requieres de ninguna compañía que te distraiga o que te abrume. Ningún lado es exclusivo para ti. No dejes de visitar ese mágico lugar llamado Ningún lado.

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XX Lo educativo en crisis. El campo de lo educativo está en crisis. Crisis que se acentúa en algunas regiones; que está latente en otras y que se confunde con otras crisis que permean la vida social, económica y política del país. Los actores de dicha crisis, lo mismo que sus razones, son diversos. Obedecen a varias racionalidades. Persiguen diversos fines y afectan por igual a la gobernabilidad de un estado, a la credibilidad de unas instituciones, a la estabilidad de un profesorado y al aprendizaje de una población escolar que, impávida, es testigo de un conflicto que no llegan a comprender. Para intentar comprender y dilucidar dicha crisis es necesario contextualizarla. Atender y enumerar las razones de unos y otros de los que son sus protagonistas. De las fuerzas antagónicas que la generan y que la multiplican en su complejidad y de aquellos otros que, más que actores de esas batallas, resultan ser sus víctimas y que, acalladas sus voces, parecieran no tener nada qué decir. ¿Quién puede mediar ese conflicto? ¿Quién se erige en el árbitro para que de su resultado nadie pierda ni gane sino todo lo contrario? Las fuentes de la crisis. Poner a modos las cosas pareciera ser la razón de esta y otras crisis. El modelo de producción que caracteriza al mundo en 85


estos momentos y que se configura como el deseable para el futuro próximo por parte de algunas entidades financieras y económicas, es la fuente de todas esas pugnas. Un capitalismo decadente que busca aferrarse en su dominio. Un mercado voraz que pretende obtener y multiplicar ganancias, a costa de lo que sea. Un modelo económico depredador de la condición humana y de la naturaleza misma, constituye la fuente de esta crisis. Y con ellas, la muerte del Estado. O más bien, la transfiguración de un Estado que dejó de ser mediador para convertirse en el instrumento de ese modelo de producción. Las “reformas estructurales”, de donde deviene la educativa son la evidencia más palpable de ese poner a modo las cosas para beneficio del modelo y de unos cuántos, incluidos los que gobiernan (desgobiernan) a los pueblos.

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XXI Formación pre-laboral. Esta opción formativa de Educación Especial que se propone, está dirigida a niñas – niños con discapacidad u otros trastornos, cuyas edades oscilan entre los doce y trece años y que, por su condición, no pueden acceder a la educación secundaria ni a los Centros de Atención Múltiple (CAM) en los que se ofrecen opciones de formación para el trabajo. Pueden ser egresados de educación primaria, no tener escolaridad o tenerla incompleta. El objetivo es que este grupo poblacional de alumnos reciba la atención psicopedagógica pertinente y adecuada que les permita desarrollar habilidades, actitudes y conocimientos básicos para su posterior integración/inclusión en centros de formación laboral más especializada o, en su caso, continuar su educación básica. La formación Pre- laboral será impartida en los Centros de Atención Múltiple Básicos o en las escuelas primarias que cuenten con el apoyo de personal de las USAER. Para su atención será necesario que la escuela elabore el informe de habilidades básicas de cada alumno y el Programa de Intervención pre- laboral correspondiente. Con base en el seguimiento y evaluación de este programa, la institución emitirá la certificación al alumno, al finalizar el ciclo escolar. 87


La organización curricular del Programa de Intervención Prelaboral se elaborará considerando las siguientes áreas formativas: 1. Formación de habilidades sociales. 2. Formación de Habilidades Académico – Funcionales. 3. Formación de Habilidades Prácticas. 1.- Habilidades sociales. La relación con el mundo y las interacciones con los otros requieren que cada persona, de acuerdo a su grupo de edad y al contexto en el que lo hace, cuente con las habilidades, las actitudes y los conocimientos necesarios y adecuados para establecer las conductas y los comportamientos apropiados para desempeñarse en todos los ámbitos que la vida en sociedad demanda: relaciones sociales, afectivas, culturales y económicas, entre otras. Este campo formativo está orientado a desarrollar tales habilidades en términos de conductas y actitudes, principalmente, expresadas en aspectos como el respeto, la responsabilidad, la colaboración, la puntualidad, entre otros valores que distinguen a la persona educada. 2.- Habilidades académico – funcionales. El respeto a la condición de discapacidad de los alumnos a los que va dirigida esta propuesta implica tener un alta expectativa respecto a las 88


posibilidades que cada uno manifieste en relación al dominio de algunas habilidades básicas relacionadas con la lectura, la escritura y las matemáticas elementales, en tanto herramientas que les permita aprehender la realidad que les rodea y continuar su desarrollo, aprendizaje y participación como sujeto social. Como persona. El trabajo pedagógico - didáctico en este campo está orientado a promover el dominio de esas habilidades en estricto respeto a la condición de cada alumno y aprovechando el uso de las tecnologías que lo faciliten como herramientas de apoyo. 3.- Habilidades prácticas. Sin menoscabo de las anteriores y con la intención filosófico–pedagógica de favorecer la Formación integral de los alumnos, el interés que la propuesta curricular pone en el desarrollo de las habilidades, actitudes y conocimientos indispensables para este campo, se justifica en la medida que es éste el eje articulador que establece la propuesta pre- laboral. En ese sentido, el desarrollo y aprendizaje que los alumnos requieren para un desempeño práctico, cotidiano o laboral en el contexto que les rodea, requiere que, desde la escuela, la casa y su entorno inmediato, se favorezcan los aprendizajes que les dotarán de la autonomía, la independencia y las habilidades básicas para su posterior inclusión social, económica, productiva y laboral. La formación Pre-Laboral si bien se ubica entre el momento formativo que corresponde a la educación secundaria y la formación para el trabajo, busca dar continuidad a la educación 89


básica y alcanzar los rasgos del perfil de egreso que el Plan de Estudios 2011, establece para este nivel; con los niveles de logro y alcance que las condiciones de cada alumno lo permitan. Para lograr estos rasgos o el máximo posible de ellos, además de los contenidos que se establezcan para cada área formativa, de la estrategia organizativa que la escuela adopte, del uso de recursos educativos y didácticos diversos, entre otros elementos curriculares, para orientar el proceso de intervención pedagógico, se sugiere el siguiente enfoque didáctico:

XXII Didáctica de la implicación. “Dímelo y lo olvido. Enséñamelo y lo recuerdo. Involúcrame y lo aprendo” (B. Franklin). El “aprender a ser” y el “aprender a hacer” son dos de los pilares en que se sustentan los modelos educativos vigentes en muchas partes del mundo. Ser y hacer son también los elementos filogenéticos y ontogenéticos que han dado como 90


resultado la síntesis humana que constituye al hombre- especie actual. Con el hacer, el hombre fue siendo. Su evolución filo y ontogenética como especie está basada en la capacidad de hacer que a lo largo de su desarrollo ha tenido. Desde el Hommo Faber, hasta el homo videns que somos ahora, pasando por el Homo Sapiens, el hacer constituye el nodo central de la formación del hombre. Tradicionalmente la escuela enseña. Producto de esa enseñanza, el alumno aprende. O se supone que aprende. ¿Qué aprende? No siempre lo que se enseña. Y no siempre sólo lo que la escuela enseña. Los modelos didácticos que se han sucedido a lo largo de la historia de la educación han centrado su atención en alguno de los distintos elementos que participan en el proceso. En la didáctica tradicional, fueron los contenidos de enseñanza y la función del maestro. En la didáctica constructivista, los aprendizajes y la acción del alumno. El enfoque basado en competencias, pasó sin pena ni gloria y pocas veces tuvo su concreción en las aulas. Métodos y metodologías que la escuela ha empleado, tienen en común la supeditación del alumno. En ese contexto, “Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada”, sentenciaba Einstein. ¿Qué se entiende por didáctica de la implicación? Esta propuesta también podría denominarse didáctica del involucramiento, haciendo caso al decir de Benjamín Franklin que sirve de parágrafo de este apartado. Por algo lo habrá 91


aconsejado el gran inventor. Implicarse, involucrarse en la realización de algo, en la solución de algo puede ser una forma interesante de aprender, de crear, de resolver problemas. Para que una persona o grupo de ellas que decide enseñar o aprender algo lo haga con el mayor nivel de éxito esperado, es necesario que se implique en el asunto, que se involucre en el proceso y que se responsabilice de sus resultados. La enseñanza dirigida por más interesante que sean los contenidos que proponga, por más variados que sean sus recursos siempre será algo impuesto. Esta imposición del otro o de los otros sobre el mi-mismo de alguien no genera implicación, más bien puede generar rechazo o resistencia. La persona o personas que aprenden no se implican. No son cómplices en la solución de algo. Desde la postura de la imposición y de la supeditación no puede haber involucramiento. Si las cosas se hacen. Si los contenidos se “aprenden” es por mandato, obligación que, peor aún, debe pasar el filtro de la evaluación. De la mirada ajena. Bajo este enfoque, es deseable que los actores del hecho educativo en este proyecto se impliquen en las tareas e impliquen a los alumnos. La implicación debe darse desde la planeación misma, o más aún, desde la identificación del asunto o problema que se quiera abordar. La identificación de un problema –decía Einstein- es más importante que su solución. No sólo se trata que se impliquen en la realización dirigida por el docente. Eso solo enseña la obediencia. Se trata que ellos tomen decisiones sobre lo que quieren hacer y aprender, sobre 92


las formas en que quieres hacerlo, en lo que se necesita para hacerlo y en los resultados que el hacer produce. La formación pre-laboral de los alumnos, exenta del formulismo y el formalismo de las disciplinas que la escuela enseña (matemáticas, español, ciencias) puede ser una buena oportunidad para experimentar esta didáctica. La participación de los directivos, docentes padres y madres de familia y de los alumnos, en su adopción, puede cambiar el tradicional modelo de aprender que prevalece en la escuela. El modelo basado en la instrucción.

XXIII Dos modelos educativos confrontados. La educación actual se debate entre una disyuntiva: continua como factor decisivo del desarrollo de las personas, o sigue el camino que en muchos países ha iniciado: ser factor de producción de riqueza. Humanismo vs economicismo. La lucha que ambas posturas han asumido, es cruenta. Una porque representa el lado humano de la educación. La otra porque representa el interés del dinero 93


como máxima realización. Ambas posturas filosóficas tienen, cada una de ellas, sus principios, sus razones y sus prioridades. Educar al hombre para desarrollar al máximo sus potencialidades de manera integral o “educarlo” para que forme parte del engranaje que produce riqueza, bien como productor, bien como consumidor. Al frente de ambos enfoques educativos están organismos internacionales. El Humanismo lo sostiene, entre otras instancias, la UNESCO y otras organizaciones no gubernamentales y bloques de países no alineados. En tanto que el modelo economicista está impulsado por organizaciones que controlan el mercado tales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y otras entidades financieras como el Banco Mundial y grupos de empresarios locales afiliados a sus propios organismos creados para ellos. ¿Y el Estado? Invención humana creada para equilibrar estas fuerzas, peligrosamente se ha inclinado hacia un lado.

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XXIV Durante otro viaje. Otra vez, como en tantas ocasiones, voy viajando rumbo a Tuxtla. El camino me es tan familiar que ya no me causa ninguna emoción. Me sirve si, para reflexionar sobre algo que no se puede pensar en otras circunstancias. Entre ellas, el cambio. ¡Cómo ha cambiado todo! Y cómo ese cambio te lleva consigo, Te arrasa. Te da y te aniquila. Desde que comencé mi peregrinar a esa ciudad hace ya algún tiempo, muchas cosas han cambiado. El tiempo del recorrido es uno de ellos. El camino es otro y los medios también. Reactivo la memoria y ésta en su rejuego me lleva hacía unas décadas atrás. Se ubica en los años setentas y ochentas del siglo pasado cuando, joven aún, me disponía para un viaje de ocho o diez horas, casi siempre de noche, por un camino estrecho y altamente riesgoso. Viajaba entonces, en uno de esos autobuses de asientos incomodos del que uno salía todo maltrecho. Comparo. Ahora, voy viajando cómodamente en los asientos de un coche de reciente modelo que sirve como taxi y que hace el 95


recorrido hacía esa ciudad en la mitad del tempo. La carretera, aunque no es precisamente una moderna autopista, mucho de parecido tiene con una de ellas. Prodigio de la ingeniería que lo transforma todo, construyó puentes que salvan cañadas, túneles que perforaron la montaña y la penetran, violándola inmisericordemente. Y eso sí, en la ruta, casetas de cobro que no perdonan a nadie y que enriquecen a unos cuantos. Y así. Llegamos a la ciudad en otro tiempo amada, y allí también es todo diferente. Autos y más autos, sinónimo de prisas. Casas por doquier que invaden las montañas; hacinadas con otras sin dejar espacio vital a las personas. Caos. Carreras de la gente que intentan ganarle la batalla al tiempo. “Las ciudades destruyen las costumbres”, cantó alguna vez José Alfredo. Cierto. Ahora lo veo. Envejecimiento Duele el lento transcurrir del tiempo Los segundos se clavan como agujas Que carcomen el cuerpo Carcoma, polilla-insecto Cómete en silencio mi existencia Desmorona la frágil materia de la que estoy hecho ¿En qué momento inadvertido tomaste por asalto mi esqueleto? Fue desde el momento mismo en que llegué a este mundo Ahora, muy tarde, es que lo advierto 96


No hay marcha atrás Lo irreversible, aquí ya no es posible El Tiempo por sí mismo no destruye Por ahí me lo advirtieron Es el cambio el que causa el envejecimiento Es ésta la condición a la que me he expuesto.

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XXV Bertha La causalidad de la vida nos puso frente a frente un día insospechado. Ni tú sabías de mí, ni yo tenía conciencia de tu existencia. ¿Cómo pueden dos almas gemelas ignorarse? ¿Cómo puede un encuentro casual impregnar nuestras vidas? Bertha, ahora sé lo que significaste en mi estar en este mundo. Ahora que te veo en retrospectiva, cobro conciencia de ti. Ahora que te pienso de este modo quiero volver a vivir ese episodio de mi vida. Y lo revivo desde este punto distante y distinto. Y duele. ¡Ay, cómo duele! No imaginé siquiera que te encontraría esa mañana. Te subiste al camión en el que viajaba y te sentaste a mi lado. Tal vez había otros lugares vacíos pero tú elegiste ese. Te ofrecí la ventanilla y la aceptaste. Tendríamos dieciséis o diecisiete años, no quiero saberlo. La edad de cada uno no interesa, aunque, de algún modo fue ésta la que hizo especial ese nuestro primer encuentro. Puros de alma. Dos adolescentes que se encuentran y que no saben bien a bien en qué terminará ese momento de sus vidas. 98


Mil imágenes se agolpan desordenadas de ti en mi memoria. Recreo tus negros, grandes ojos y veo con claridad el lunar que habita en uno de ellos. Siento cerca de mí tu aliento que surge en torrentes de esos labios acorazonados. Con razón me enamoré de ti a la primera. Tu traías el corazón a flor de boca y mi alma impetuosa deseaba beberlo todo. No recuerdo qué cosas nos dijimos el tiempo que duró nuestro viaje a ese lugar común al que íbamos. Embelesado con tu juvenil belleza no puse atención en lo que hablamos. Desde aquí te pido una disculpa. Desde esa primavera, vez primera hemos vivido cada uno nuestro respectivo verano y ahora en el otoño de nuestras vidas nos disponemos a enfrentar el crudo invierno. Por eso, tal vez, me apresuro a escribir esto. No quiero que la infalible muerte me sorprenda un día y no pueda expresar jamás esto que siento. Porque te siento junto a mí ahora que te hablo. Percibo el calor de tus manos cuando te ayudé a subir por la ladera, entre cafetales, esa mañana que me enseñaste tu rincón secreto: la posita de aguas cristalinas que forma el arroyuelo al que me llevaste presumiendo la belleza de tu pródiga Cañada. Pregunté tu nombre. Te di el mío, pero eso fue lo que menos importó ese día. Mis ojos, mis oídos no percibían otra cosa sino tu encanto de tierna y delicada flor de mediodía. El aroma de tu cuerpo, el candor de tu vida. No alcanzo a comprender cómo es que pude resistir a no besarte, a no estrechar tu cuerpo junto al mío. 99


Cuando bajamos del autobús en la terminal del pueblo al que llegamos, la tarde comenzó a caer. Los rayos del sol, benignos con nosotros, acompañaron nuestro camino en el ocaso de ese día. Así cruzamos el puente colgante que salva el viejo río. Desde lo alto vimos correr sus aguas en el fondo de la estrecha cañada que tuvo que vencer para continuar su eterno destino. Allí, en el umbral de la noche, solos, tú y yo continuamos el camino sembrado de abrojos y de las muertas hojas que mudan los árboles. Tus pies menudos y ligeros, niña de mis recuerdos, se movían por ese sendero tantas veces andado. El manto de la noche cubrió nuestro camino y fue el marco perfecto que nos dio para que de él naciera un amor agradecido. Serendipia de la vida. No manifiesto todavía por la timidez de nuestros corazones o por temor a lo desconocido. Cuando llegó al punto en que teníamos que separarnos, según me habías dicho, con otra sorpresa me saliste. No ibas al lugar al que dijiste, Continuabas el mismo que era el mío. Así, platicando y aún desconocida seguimos el sendero hasta llegar al próximo pueblito en el que vivía la hermana en cuya casa pernoctaría aquella noche de mi viaje. ¡Otra sorpresa! tú también tocaste la misma puerta. Sólo hasta después de los saludos identifiqué el parentesco que nos unía. Un parentesco también insospechado. Resultaste ser mi prima. 100


Una abuela paterna mía y materna tuya era el eslabón que nos unía. Sólo eso, Sólo eso que a la postre definió nuestro destino. ¿Qué impidió sobreponernos a esa casualidad si pudo ser más fuerte el amor que nos dijimos? Nunca lo supe. ¿Tú sí? No obstante la hora que era, ya muy entrada la noche, no aceptaste quedarte en casa de la hermana y decidiste continuar tu viaje hasta tu casa. Tuve que acompañarte esa noche por ese escarpado camino en la montaña, alumbrado por la llena luna que alumbró el sendero. Llegamos a tu casa pasada la media noche y sorprendimos a tus papás y a tus hermanos. No puedo olvidar, porque no lo consideraría justo, la atención que prodigaste esa noche ya en tu casa: preparaste la cama donde dormiría y perfumaste la almohada. ¡Indescifrable el placer de esa noche inolvidable! ¡Mi memoria olfativa pervive en mis recuerdos, tan vivo como ese instante! Efímero resultó lo nuestro, reina de la cañada, aquello que en un principio creímos y deseamos seria sempiterno. Eterno, perenne como el verdor de las hojas de los árboles que nos cubrieron con su bienhechora sombra esa mañana. Como la tenue brisa de las pequeñas cascadas que formaba el arroyuelo desparramando sus cristalinas aguas en las faldas de la montaña.

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Tus pies menudos, trigueña, brillaron con las gotas de agua que tornaba tu piel iridiscente. Fresca y delicada como la perfumada flor del cafeto que se convertía en grano. O como el trino de las aves que acompañaron el bien amado momento. Retozamos ahí, cual niños, en la frescura de las aguas que nacen de la montaña igual que donde tú naciste, impregnada del aroma de mil árboles, de mil flores. Las minúsculas gotas que formaba el agua recorrían tu cuerpo de niña inocente, cubriéndolo completo y sin recato, atrevidas. Junio fue el mes que testificó ese nuestro primer casual encuentro. La cómplice lluvia tornó más atractivo el arroyuelo que nos prestó sus aguas para apaciguar el calor que brotaba desde nuestro interno cuerpo. Por el lado de donde el Sol nace, niña mía, apareciste un día, perlada de sudor tu frente. Tus pies menudos cubiertos con la arcilla habrán tropezado infinidad de veces con las rudas piedras del sinuoso camino. ¿Qué te llevó a mí, aquel lluvioso mes de julio en la montaña? ¿Qué te hizo decidir a recorrer tan cruel camino? Fue nuestro amor, ni duda cabe. Fue tu cariño. Tu manera de entregarte conmigo. Llegaste, acompañada de tu hermana a celebrar mi cumpleaños dieciocho, lo recuerdo ahora. Tres regalos me hiciste ese día: Una bufanda azul tejida por tus tiernas manos que mitigó el frío de mis tardes. Un disco sencillo con una melodía que me lástima el corazón cada vez que de nuevo la escucho. El viento, la brisa y tu recuerdo. Y tú presencia, tu imborrable presencia. Ahora, en lontananza, el viento me trae la brisa de tu recuerdo 102


niña mía. Qué atinada melodía que dibujó nuestro futuro incierto me diste aquella tarde. Dónde quiera que yo estoy tú estás/ en mi mente nada más… Ingrato, muy ingrato fui contigo en esa tu visita a casa. Mi inmadurez provocó contigo una injusticia. Caro pagué mi error y mi comportamiento de ese día, contigo. Tan sólo recordarlo me causa vergüenza y arrepentimiento. No quiero ni nombrarlo. Te fuiste sin poder despedirte de mí por mi torpeza y me quedé vacío. Más tarde tuvimos otros encuentros, pero sentí de ti que ya no era lo mismo. Revivo en mis recuerdos la casita en que viviste en esa ciudad que, como tú y yo, estaba en crecimiento. Dónde quedaron las piedras y los arbustos que rodeaban la casita de madera en la que, cual amorosa madre dabas cuidado a tus hermanitos. Te veo, rodeada de su compañía y recuerdo que hasta te diste tiempo para cuidar de la mía, la más pequeña de la casa que vivió contigo. Sacrificaste tu futuro en ellos; sólo espero que, como yo, no sean unos mal agradecidos. Labraste tu futuro, mujer de mis recuerdos, por tu lado. Formaste tu propia familia tal como yo también lo hice sin que tuviéramos la ocasión de comentarlo. El tiempo y las circunstancias de la vida volvieron, Bertha, a separar nuestros caminos. A enfrentar cada uno su destino. Ya de ti, sólo me 103


queda tu recuerdo; no te exijo lo mismo porque no creo merecerlo.

XXVI La CNTE. (Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación) Todo es cíclico. El tiempo, como el reloj que se inventó para medirlo, da vueltas y regresa al mismo punto. Hace ya 37 años que surgió en las montañas del norte chiapaneco, un movimiento magisterial que, alimentado por la juventud de muchos maestros irredentos y por la experiencia de otros, hartos de la clase política sindical que entonces gobernaba el SNTE, decidió poner un límite. De ese insipiente movimiento que cundió como lumbre en pasto seco en todas las regiones chiapanecas, surgió la CNTE. 1979 enfrentó maestros con maestros. Democratizar el Sindicato fue la consigna. Romper la hegemonía del grupo empoderado y apoderado del Comité Ejecutivo Nacional y todos los Seccionales sin excepción encabezada por Jongitud Barrios, autodenominada "vanguardia revolucionaria" (pido perdón a la ortografía por no usar aquí las mayúsculas). 104


La lucha fue cruenta. Maestros partidarios de vanguardia versus docentes disidentes. Escuela contra escuela. Palos contra pistolas en algunos casos. Davides contra Goliates. El Ombligo de la Luna, como siempre, fue escenario de esa lucha intergremial que dio luz a la CNTE. El gobierno en turno, como siempre, protegió al instituido. Los aliados de ese movimiento, como siempre, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y las secciones sindicales de la ciudad de México. De entonces para acá, reiteradamente, la CNTE necesitó del combustible para seguir creciendo. Para ser la llama encendida que Prometeo heredó a los hombres para que fueran libres. Muchos fueron sus triunfos y muchas también las derrotas que en las batallas le inflingieron. Poco a poco, se consolidó como un movimiento. Hoy a 37 años, la CNTE enfrenta otra batalla. Esta, sin embargo, no es una batalla menor. El Goliat al que se enfrenta es poderoso y peligroso y sus fundadores ya no están activos. Las entidades económicas y políticas que impulsan las reformas contra las cuales luchan, son inhumanas, voraces y anónimas. El Estado, creado para garantizar el justo equilibrio entre las fuerzas sociales, se ha inclinado, peligrosamente, para favorecer a esos entes invisibles: La "Mano Negra" del mercado ambiciosas de dinero, que no de riquezas porque la riqueza viene de otro lado. 105


Mayo fue el mes que vio nacer el movimiento. Mayo vuelve a ser el mes que marcará el destino de la CNTE. Y el reloj de la historia seguirá corriendo. Caprichoso el tiempo ya pasó y otros fragmentos más inevitablemente pasarán. Hoy como ayer, entre las filas de la CNTE y su dirigencia hay maestras y maestros con experiencia y jóvenes ávidos de justicia que llevan en sus hombros la responsabilidad de enfrentar nuevas batallas por las justas demandas que por años han luchado. Y de nueva cuenta el tiempo se encargará de colocar a cada quien en su lugar. Ayer el personaje central fue Carlos Jongitud Barrios, hoy es Aurelio Nuño Mayer titular, hasta ahora, de la SEP, quien no había nacido cuando la lucha magisterial ya se forjaba en las aulas, en las comunidades y sus calles, viviendo como ahora tiempos de lucha, tiempos de incertidumbre y de esperanza. Mayo, 2016

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XXVII Reforma energética Pese a todo y contra todo se aprobó ayer la reforma energética. Desde ya, los "políticos" chiapanecos en el Congreso del Estado se apresuraron a emitir su voto en favor. ¡Pobre Estado nuestro! Más depredado a partir de ahora. Compañías extranjeras con la "puerta abierta" a sus inversiones nos caerán como plagas buscando extraer más petróleo de la tierra, construir más hidroeléctricas o minas a cambio de la destrucción de nuestra verdadera riqueza: la naturaleza, su selva, sus ríos, su flora y su fauna y su gente. Los políticos, esa rara especie subhumana que dice gobernarnos no tienen Patria. Su mundo es el poder y el dinero fácil. Mucha culpa de ello lo tiene nuestra mal llamada democracia. Con elecciones temporales por tres o seis años, esta rara especie voraz y depredadora busca aprovechar al máximo ese breve tiempo para enriquecerse al máximo a costa de lo que sea. En fin, la sociedad los crea, que ella los padezca.

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Dic. 2013

XXVIII La (I) legitimidad de la Reforma Educativa: el caso de la Ley del Servicio Profesional Docente. Para la gente ordinaria el resultado más grande e inmediato de la reducción de la legitimidad del Estado es el miedo, el miedo a perder el sustento, su seguridad personal, su futuro y el de sus hijos. I. Wallerstein, 1998. ¿Puede llamarse Reforma Educativa a un conjunto de normas que ya se practican en el país, de antaño? ¿Puede argüirse que se busca la calidad educativa de los mexicanos con esas reglas jurídicas punitivas que sólo contribuyen a desprestigiar y descalificar a los maestros en una clara actitud de acoso laboral? El mecanismo de evaluación mediante concursos de oposición para ingresar y para promoverse en el magisterio no representa ninguna novedad en el sistema educativo mexicano; particularmente en el nivel básico. Los jóvenes que egresan de 108


las escuelas normales, de las unidades de la Universidad Pedagógica Nacional y hasta de otras instituciones avaladas por la SEP, sin ser instituciones formadoras de maestros, han adquirido un lugar en las filas del magisterio mediante estos concursos de oposición; que no evaluaciones para la selección. La promoción para lograr un ascenso vertical a los puestos de director, de supervisor y de jefes de enseñanza también ha sido mediante un proceso de evaluación que comprende un examen de aptitudes que da o quita el derecho a participar si no se aprueba. Los maestros que voluntariamente decidieron participar en el Programa Nacional de Carrera Magisterial para adquirir beneficios económicos adicionales a su salario base, lo hicieron como resultado de su participación exitosa en los cursos proporcionados por la SEP a través de este programa o del Programa Nacional de Formación Continua de los Maestros en Servicio; asistiendo y aprobando cursos de actualización y presentando y aprobando los exámenes nacionales. Además de ser evaluados en su desempeño por parte de sus Consejos Escolares. Para los maestros, la evaluación y los exámenes no les resulta ninguna novedad ni les incomoda. Están preparados para eso. Ellos mismos por decisión y cuenta propia han emprendido estudios de profesionalización que los ha llevado a tomar cursos, talleres, seminarios, diplomados, maestrías y hasta doctorados buscando ser mejores profesionistas-educadores. Y lo han hecho sin una ley que los mandate a hacerlo. La 109


formación continua es un proceso libre y voluntariamente asumido, no el resultado de un decreto o mandato gubernamental que solo provoca resistencias, simulaciones y rechazo en muchos de ellos. Desde la década de los cuarenta del siglo pasado, el Reglamento de la Condiciones Generales de los Trabajadores de la SEP sancionaba a los trabajadores que incurrían en faltas injustificadas a su trabajo después del tercer día consecutivo. El acta administrativa de abandono de empleo era la figura administrativa a la que se hacía acreedor el maestro faltista. ¿Dónde radica la novedad de la tan cuestionada Ley del Servicio Profesional Docente? Esa norma que estuvo vigente hasta el día en que se publicó la segunda, fue aplicada en numerosos casos por directores de los planteles educativos a maestros que incurrieron en esa irresponsabilidad. ¿Cuál fue el resultado de la aplicación de dicha norma? Ninguna. Porque en la mayoría de los casos, las autoridades de la propia Secretaría o la intervención sindical salían en defensa del sancionado. Lo único que provocaba era la enemistad del trabajador faltista con los directores o con sus compañeros que se atrevían a fungir como testigos. ¿Lectura?: Letra muerta. ¿Puede una ley terminar con esas prácticas viciadas y corruptas? ¿Debe generalizarse para un magisterio responsable que cumple a diario con su responsabilidad de educar-enseñar? La reacción unánime, manifiesta o no, de los maestros a esta reforma, va más allá de la actitud sancionadora de un gobierno autoritario que evidencia así su falta de calidad moral y de 110


legitimidad para gobernar, con consensos, un país. El tal “Pacto por México” de donde se dice emanan demandas sociales que se tornan en iniciativas que después de convierten en leyes (laboral, educativa, hacendaria, energética, etc.) más parecen “acuerdos” de grupos privilegiados que, cual mafias, buscan satisfacer sus propios intereses o el de los grupos que representan y no los de un pueblo que aspira a ser democrático. Los burócratas y los políticos de estados débiles (e incluso de los fuertes), que se están debilitando aún más y están perdiendo su legitimación popular (y por lo tanto cierto control popular), han tendido en muchos casos a fusionar sus intereses con los de las mafias externas al Estado. En algunos casos, quizá no valga la pena tratar de distinguir entre los dos grupos. (Wallerstein, 2003: 49-50) ¿Cómo se aspira a tener un México en Paz con educación de calidad golpeando y sancionando a priori moral, psicológica y laboralmente a sus maestros y a su pueblo?

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XXIX El desarrollo del razonamiento del niño preescolar a partir de la resolución de problemas. Participación en el Panel organizado por la SE el 24 de marzo de 2011. 1.- Más allá de los enfoques teóricos de la psicología del desarrollo infantil. Más allá de las propuestas curriculares reformadas o reformantes; más allá aún, de las propuestas metodológicas que promueven la formación de competencias o que subdividen la educación del niño en campos formativos o que promulgan una educación basada en la resolución de problemas. Más allá de todas estas deliberaciones conceptuales y entuertos metodológicos que pretenden guiar la acción de las maestras y maestros educadores, hay una realidad incuestionable: niñas y niños que nacen y que pasan sus primeros años de vida en unas instituciones metafóricamente denominadas Jardines de niñas y Niños. 2.- La alusión naturalista con la que Froebel denominó a estos establecimientos escolares y que ha trascendido hasta nuestros días, implica la acción/noción de cultivar. Si como dice el programa de estudios de educación preescolar del 2004 y como 112


lo han señalado otros anteriores “Los primeros años de vida ejercen una influencia muy importante en el desenvolvimiento personal y social de todos los niños…” (SEP, 2004:11) La tarea de madres, padres y maestras de los preescolares, es el cultivo de estos, tiene una gran trascendencia, porque, el paso de los años por sí mismos, no garantiza que el niño y la niña desarrollen adecuadamente su identidad personal; adquieran las capacidades fundamentales o aprendan reglas básicas para integrarse a la vida en sociedad. Los Jardines de niños, lo mismo que otras instancias creadas socialmente, tienen, como las monedas, dos caras. O forman o deforman o hacen ambas cosas. 3.- ¿Han cambiado los niños y las niñas al paso de los años? ¿Ha cambiado su naturaleza infantil? ¿Estamos ante un sujeto biológico, psicológico y social distinto al niño que fuimos o al niño educamos hace 5,10,15, 20 o más años? O, mejor, ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Ante que nuevas circunstancias está enfrentándose la tarea de educar a los niños 3-6? ¿Qué incógnitas no hemos develado? Si dijéramos, junto con Dorothy Cohen (1972), que la naturaleza del niño sigue y seguirá siendo la misma: el niño que corre, que juega, que imita, que “mete las narices” para curiosear por todos lados, que pregunta, que cuestiona, que crea fantasías para responder a sus interrogantes, que inventa, que ríe y se pelea con los otros; que crea y que destruye; que crece y se desarrolla, las preguntas habría que enfocarlas a otro lado. 113


4.- La educación encargada de atender a los niños de este grupo de edad es preescolar. ¿Qué significa el prefijo para las educadoras? ¿En qué sentido es pre-escolar el preescolar? ¿Qué tiene lo escolar que sea distinto a la educación que se imparte en el Jardín? Ahora que tenemos una visión más optimista de la educación, es decir, ahora que sabemos que los niños saben y pueden saber más de lo que creíamos cuando teníamos de ellos un concepto de “adulto” en miniatura, sabemos que toda actividad que ellos realizan, predominantemente el juego, constituye un mecanismo cognitivo para apropiarse del mundo y aumentar la comprensión sobre sí mismo y las del otro y de los otros. Entonces, si correr, jugar, dibujar, imaginar, cantar, bailar, reír, etc. Son las actividades que ocupan el tiempo de los niños y si mediante ellas se desarrollan física, intelectual, emocional y socialmente, es fácil advertir porqué la educación preescolar es pre- escolar. Tendríamos que pensar un poco en esa educación escolar formalista, casi escolásticas que caracteriza y caracterizó a la escuela tradicional, desde la educación primaria hasta la superior, para enfatizar lo preescolar del jardín de niños y. de ser posible, contribuir a que los niveles posteriores a ella abandonen el modelo que los caracteriza. 5.- Pero, ¿En verdad es pre-escolar la educación que el jardín de niños imparte? ¿Es una educación centrada en dotar a las niñas y a los niños de aquellos elementos básicos que, a decir de los constructivistas, constituyen los esquemas previos al desarrollo de un pensamiento, de una personalidad, de un sujeto física y 114


emocionalmente formal y maduro que será cuando crezca? ¿O es una educación que, urgida y presionada por las demandas del adulto, secuestrada por las expectativas de éstos, se olvida de los niños y de sus particulares formas de aprender y los sumerge en un mundo de escolarización formalista? Ejemplos habrá muchos: baste mencionar el de la lectura y la escritura y el aprendizaje (obligado) de algunas nociones matemáticas. 6.- El programa de educación preescolar que está vigente señala que “La conexión entre las actividades matemáticas espontáneas e informales de los niños y su uso para propiciar el desarrollo del razonamiento, es el punto de partida de la intervención educativa” en el campo denominado pensamiento matemático (SEP, 2004:71) La tendencia a agrupar los propósitos fundamentales y las competencias que implican en campos formativos es sólo metodológica. El carácter abierto de la educación preescolar no debería perder de vista que niñas y niños constituyen un todo unitario e integral. Que es, está y actúa en el mundo con toda su unidad. En ese sentido, para propiciar el desarrollo del razonamiento infantil, las actividades matemáticas espontáneas e informales son, tan sólo, un “punto de partida”. Habrá muchas otras opciones para hacerlo en otras situaciones, siempre que la intervención de la educadora tenga en cuenta esta cualidad. Los problemas, los dilemas, el análisis de situaciones reales o imaginarias del contexto del niño, el debate, el juego y el dibujo, etc. pueden ser vías muy valiosas para favorecer el razonamiento infantil. 115


7.- El razonamiento mismo, sin embargo, no deja de estar influenciado por el mundo y la visión que de éste tenemos los adultos. El tipo y las formas de razonar el mundo propio de la sociedad que vivimos y de la problemática que afrontamos los adultos son los mismos que a veces queremos imponer a los niños. En ese sentido “favorecer el razonamiento” con los niños preescolares también tiene una doble dimensión: o respetamos sus particulares formas de razonamiento más psicológicas y particulares o imponemos las nuestras, más lógicas y generales. La resolución de problemas es una vía. Pero, ¿Qué tipo de problemas? ¿Qué se entiende por problema? Nuestra formación escolarizada nos restringe muchas veces a entender como tal, situaciones que involucran algunos contenidos matemáticos, es más, aritméticos, De tal modo que si es ésta nuestra concepción de problemas, la intervención educativa centrará su actuación en el campo del pensamiento matemático creyendo que este se reduce a enseñar a los niños las nociones de cantidad y espacio. (Número, operaciones; cuerpos y Figueras). Desde esta perspectiva limitada, empobrecemos la capacidad que puede desplegar el niño para potenciar sus particulares formas de razonamiento cuando se comenta un texto, analiza un dibujo, discute un hecho o fenómeno social o natural, interpreta una situación, o simplemente cuando juega… Un problema - nos dice Capistrano – es toda “situación en la que hay un planteamiento inicial y una exigencia que obliga a transformarlo. La vía para pasar de la situación o planteamiento inicial a la nueva situación exigida, tiene que ser desconocida…” (Capistrano. 1998 IX) Esta capacidad de construir una respuesta 116


desconocida ante cierta situación, para darle solución, es la que utiliza formas distintas de razón y, en consecuencia, lo favorece. 8.- La bien llevada exploración y conocimiento del mundo por parte de la educadora, las oportunidades que crea o aprovecha para expresar e interpretar el mundo artístico; para favorecer el desarrollo del lenguaje y un ámbito propicio para la comunicación; el adecuado desarrollo físico saludable del niño y, en síntesis, su desarrollo como persona y como sujeto en sociedad son puntos de partida y de llegada, a la vez, para favorecer la capacidad de razonamiento en los niños. Un razonamiento que los lleve a ser lo que son para alcanzar lo que pueden ser. 9.- “La vida en el jardín de niños no es sólo un asunto de relación emocional y social” o, como a veces lo dicen los propios padres de familia, de juego. Estimular el desarrollo intelectual y con ello el razonamiento requiere de un ambiente propicio que es y debe ser el que prevalezca en ellos. ¿Cómo lograrlo? Estando muy atentos y teniendo clara conciencia de lo que hacemos y que lo hacemos. Cohen relata en Cómo aprenden los niños (1997) una situación que nos debe de alertar para que no nos suceda: Un niño volvió del jardín de niños al hogar y describió un paseo por el parque durante el cual recogió bellotas y las llevó a la escuela. Sus padres le preguntaron si sabía de donde procedían las bellotas, y el respondió: “Sí, de la 117


hierba”. Su padre le explicó la relación de las bellotas con el roble y la razón de porqué entonces se las pudiera encontrar. El niño escuchó con interés y luego comentó prudentemente: “Si la señora Wilson (la maestra del curso anterior) fuera mi maestra, nos habría dicho todo eso, pero creo que la señorita Harrison no lo sabe” (Cohen, 1997: 121)

El razonamiento del niño, entonces, aunque válido es incompleto y provisional. Corresponde a las educadoras y a los maestros, en general, propiciar las situaciones didácticas que lleve a enriquecerlo. 10.- Como padres y como maestros hemos presenciado muchas veces, situaciones en las que nuestros hijos o alumnos expresan sus particulares y peculiar forma de razonamiento. ¿Qué interés les damos? ¿Cómo las aprovechamos para favorecer y no inhibir estos actos genuinos de pensamiento que expresan? Cuando el segundo de mis hijos tenía entre cuatro y cinco años de edad y comenzaba sus primeros actos de lectura nos regaló la siguiente experiencia: En casa de la abuela materna, ella tiene sobre una de las puertas de las habitaciones un cuadro en el que está escrito un versículo de San Juan que textualmente dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para que todo el que en él crea, no se pierda, 118


más tenga vida eterna”. Todos conocemos ese texto. Un día, al llegar a la casa, el niño enfrentó a su mamá diciéndole: “Mami: tú me dijiste que Diosito sólo había tenido un hijo: Jusecristo (No pronunciaba bien el nombre de Jesucristo) Me engañaste porque yo acabo de leer en la casa de mi abuelita que tuvo otro hijo. Uno que se llamaba Unigeníto” (Así, con acento en la i) Esta manera particular de reflexionar que muestra la experiencia es una clara evidencia de la actividad intelectual que las niñas y los niños viven en sus interacciones con el mundo y con los otros. Es también un ejemplo vivo de que el razonamiento como función superior del ser humano, es una actividad que no únicamente se genera desde el campo de las matemáticas. Está presente en la vida total del niño.

Bibliografía referida. Capistrano, Luis y Rizo Celia. (1996) Aprende a resolver problemas aritméticos. Introducción. Editor Cohen H., Dorothy (1997) Cómo aprenden los niños. SEP, Biblioteca para la actualización del maestro. México. SEP (2004) Programa de Educación Preescolar 2004. México.

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XXX Crónica de un reencuentro La aplicación WhatsApp de mi teléfono móvil anunció un mensaje. Sin enterarme, alguien había subido mi número para formar un grupo de usuarios. El nombre del grupo me sorprendió y emocionó sinceramente, “Grupo Mactumactzá 7478” lo había bautizado alguien. Doce o catorce miembros estaban agregados en ese virtual directorio telefónico. Poco a poco, al pasar de los días, otros números anónimos y nombrados iban apareciendo. La emoción que provocó este virtual reencuentro de compañeros egresados de la histórica Normal Rural “Mactumactza” allá, a finales de la década de los años setenta del pasado siglo XX, fue contagiosa. En cada mensaje, en cada palabra escrita en los celulares, en las risas, en las bromas y en las imágenes que se enviaban y que se recibían se advertía alegría, emoción, sorpresa que causaban. Como de la nada, como las plumas del Ave Fénix que surge de las cenizas, fueron surgiendo otros inolvidables compañeros. Nombres, sobrenombres, rasgos que los caracterizan. La memoria de todos de pronto fue activada. Surgieron los recuerdos activados por otros recuerdos. Imágenes de algunos borrosas por el tiempo. Esfuerzos memoriosos por saber de 120


quién se trata. ¿Quién es? ¿Quién está al lado de …? ¿Dónde estuvimos? Imágenes setenteras capturadas por la magia de las cámaras y el tino de algún compañero que nos transportó al pasado. Ese tiempo que ya no es y que ya sólo regresa en el recuento de los años idos. De la aventura vivida. De la anécdota inolvidable. Llamadas telefónicas de algunos que, cual eco de las voces que escuchamos en nuestro añorado dormitorio, se esparcen en el espacio traspasando distancia y tiempo. Cuatro años bastaron y, en algunos casos menos, para hermanar a esa juventud ansiosa por ser alguien. Deseosa por trascender su vida mediante el ejercicio del magisterio. Cuatro años de convivencia formativa. Meses, días, horas construyendo una amistad que el tiempo no ha borrado. La necesidad de reunirnos fue apremiante. Se fijó el día. Sábado once de marzo de dos mil diecisiete. Cuarenta y tres años después de aquel inolvidable año en que nos juntó la vida para ser estudiantes en esa señera escuela de nuestros recuerdos. Treinta y nueve después de nuestra despedida de esa materna escuela en el cada uno tomó su camino para ejercer, con responsabilidad y compromiso la labor del maestro. Ismael se apuntó, sin vacilar siquiera, ser el anfitrión de ese reencuentro. Ofreció su casa en el Ojo de Agua. Ofreció su amistad como lo hizo y lo hará siempre.

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No estaremos completos por las circunstancias del tiempo y del espacio en ese primer momento. Los hermanos de Oaxaca y los que habitan el mundo en otras partes no estarán con nosotros. Tampoco estarán los que de él se han ido para siempre adelantándose a nuestro destino. Así se ha anticipado. Muchos de los locales tampoco lo harán por cuestiones especiales. Otros porque aún no están enterados. Se va a lamentar su ausencia. Su presencia, sin embargo, estará entre nosotros. Once de la mañana la hora señalada. La ciudad de Oaxaca recibirá a sus hijos que, simultáneamente allí estarán reunidos. Días de ajetreo. Bromas, recuerdos, recuentos se anticipan. Nos veremos de nuevo. De nuevo escucharemos voces olvidadas. Imágenes borrosas por el tiempo. “En Ojo de Agua se reunirá el animalero. Pez, pulpo, venados, conejo, buitre, boa”. Y otros especímenes. ¿Quiénes vendrán a nuestro encuentro? ¿Cómo estará tal fulano, mengano y el zutano? ¿Los Reconoceremos? Y llegó el día del encuentro anunciado. Tiembla el corazón emocionado. Yo pasaré por el Abuelo. Los otros llegaran de todos lados. Un punto de reunión hemos fijado en el camino. Seis de la mañana, hora de la partida. Tenemos que estar a las diez de la mañana en el lugar del encuentro…del reencuentro. ¡Y allí estuvimos! Llegaron unos…después los otros. Risas. Abrazos. Palmadas en la espalda. Volví a ver al Abuelo, con su andar y su sonrisa de siempre silenciosa y breve. Aparecieron venidos de la Fraylesca Víctor Manuel y Reynol con su bullicio eterno. Detrás de nosotros llegó Pedro acompañado de su esposa-compañera. 122


Pendientes de la carretera para ver llegar a los del Valle. -Ahí pasó uno que se parece al “pijulllito” dice emocionado, Pedro, el “sub-buitre”. -Seguro lo reconociste por el pico, responde el venado. Efectivamente. Son ellos. Ahí vienen Néctar, Erasmo, Marte, Gilbert, y David de Cintalapa unos, de Jiquipilas otros. La alegría cubre es espacio en donde estamos. Más abrazos. Más saludos afables. Cómo han cambiado algunos. Cómo se han mantenido inalterables otros. El tiempo…el cambio es inexorable. Ya no somos los adolescentes que vivimos en nuestra adorada escuela. De canas se tiñen los cabellos. Surcos sembrados de experiencia los rostros asombrados. Ya estamos todos los que aquí teníamos que reunirnos. Vámonos al encuentro con los otros. Y continuamos el camino. El Ojo de Agua, un lugar al que se llega fácil por lo bueno de la carretera. Con seguridad no era así antes cuando carretas haladas por las yuntas recorrían lo abrupto del camino de nuestros sufridos antepasados. Alguien que conoce el camino rebasa la comitiva que forman nuestros autos. –Ha de ser algún compañero, dice Mateo. Efectivamente. Es Yáñez quien, conocedor de la casa de Ismael se ha adelantado para enseñarnos el rumbo. Ya nos esperan varios. Entre ellos está nuestro anfitrión de ese histórico e inolvidable día. Lo acompañan Enrique Wleeschower, el conejito. También está el Chavo, Raúl Avendaño y poco a poco, pasados los minutos, se fueron incorporando otros. Risas, carcajadas, abrazos, saludos envuelven el ambiente de mil 123


emociones encontradas. Tristeza, alegría. Recuerdos. Bromas y más bromas. Nos esforzamos por recordar otros nombres. Opípara comida. Vino, cerveza y licor todo con medida. Los años y la salud hacen que los tomemos precavidamente. Palabras, acuerdos, llamadas y mensajes con los oaxaqueños para tomar consensos. ¿Cuándo y dónde será el próximo encuentro? Transcurren los minutos y con ellos las horas. La tarde se cierne sobre nosotros y las sombras anuncian el retiro. Es hora de iniciar la partida para regresar cada quien a continuar su destino. A seguir labrando sueños. Nos vamos complacidos. Felices con la vida que nos dio la oportunidad de mirarnos de nuevo. Queda como constancia para los que detrás de nosotros vienen que el día de nuestro encuentro estuvimos Ismael Zebadúa Hernández Daniel Ortiz Jiménez Néctar Maza Pérez Gilbert Rodríguez Ramírez Mateo Sánchez Martínez Pedro Antonio Robledo García Exen Huber Velázquez Ramírez Marte Santos Santiago David Escobar Solar Erasto Ramírez Martínez Víctor Manuel Santiago Morales 124


Reynol Ventura Madariaga Enrique Wleeschower Constantino Roberto Yañez Fuentes Raúl Avendaño Constantino José Antonio Jiménez López Floricel Santizo Velázquez. En Oaxaca, lo hicieron. José María Piñón Toledo Ignacio Rivera Guzmán José Juan Ruiz Ruíz Juan Luis Santiago López Sabás Sosa Pacheco Artemio Valdemar Vásquez Galán Alberto Vásquez López Nos faltan varios de los cincuenta que en un momento fuimos. Marzo, 2017. Sábado 11-03 Sábado once de marzo Año, dos mil diecisiete Allá en el Ojo de Agua Del Municipio de Coita Se reunieron complacidos 125


Muchos hermanos-amigos Que allá en su adolescencia Estuvieron acogidos En una normal gloriosa Mactumactzá fue la casa Que los crió y los educó Para servir a su raza Como un buen profesor Mucho tiempo había pasado Sin que pudieran mirarse Por eso hoy aprovecharon Para reír y abrazarse. Mil anécdotas contaron De aquellos años vividos Recordando a aquellos otros Que de este mundo se han ido. En ese Ojo de Agua Se juntó un animalero Pulpo, pez, boa y buitre Una yegua y un conejo Venado también llegó A reunirse en el festejo. El chavo ya estaba ahí 126


Acompañando a Ismael Y el chiquitillo de Yáñez Preparando qué beber. Se reunieron los políticos Y a quienes gusta el futbol Los de Oaxaca no vinieron A degustar buen pozol. Néctar Maza como siempre, Alburero el señor Quiso joder al abuelo Éste no le respondió Contó su historia de vida Y a muchos hizo llorar Con todo ese sufrimiento Que nos hizo recordar Nuestra infancia Nuestras vidas Las ganas de progresar. De San Cristóbal bajó El Joseantoño Jiménez Pero a la tía dejó Administrando sus bienes. Exén Huber y Daniel 127


Llegaron juntos al solar Ahí les dio mucho gusto Encontrar entre otros muchos A David Escobar Solar Marte y Erasto nos cuentan Que ahora ya son campesinos No olvidaron que su origen Está en esos campos divinos. El día se fue muy rápido Como se han ido los años no hubo tiempo de contar tanta experiencia vivida lo que sí es de adivinar qué a nadie le ha sido sufrida. Volveremos a reunirnos Que de eso no haya duda Sólo esperamos que entonces Esté la gran mayoría Porque otros, aunque quisieran No los deja la huesuda.

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XXXI Bernardino En la presentación de Aurelia, Forjado en el rigor del clima de las frías tierras de Tlaxcala. En el arduo y duro trabajo que formó su espíritu, herencia cultural de su familia y de su raza, creció Bernardino. Las faldas de las montañas de Malintzi fueron testigos mudos de sus afanes cotidianos. San Bartolomé Cuahuimatlac lo vio nacer un día del año sesenta y tres del Siglo próximo pasado. Chiautempan es el crisol en el que se formó nuestro reciente y caro amigo. Bastó una tarde de breve platica con él en esta calurosa Tapachula para encontrarnos. Para compartir hechos comunes. Circunstancias parecidas. Hijo de la cultura del esfuerzo, Bernardino quiso compartir con nosotros noticias de su existencia; de su presencia en este mundo. Su Ser-aquí, arrojado para disfrutar/padecer los hechos de la vida. Un libro fue el pretexto, signo irrefutable de que el Libro no sólo es un amigo; ¡Hace amigos! Bernardino Vázquez Mazatzi, “El príncipe náhuatl de las letras” como atinadamente lo nombraron sus amigos en Guatemala, es dueño de una rica imaginación que crea y de una capacidad narrativa que no se pierde entre los enredos de la lengua. Su

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prosa es clara, sencilla, natural, humilde. Fiel reflejo de lo que él es como persona. En sus cuentos y relatos, da cuenta, valiéndose de la ficción, de una realidad que más de una vez hemos visto o sabido. Son relatos que representan la vida cotidiana. Su palabra, convertida en letra, cautiva. Nos envuelve en la trama y la urdimbre de sus textos. Fiel a su formación de periodista, en cada cuento que no es sólo cuento, Bernardino historiza. Cada obra es la crónica de un suceso que ocurre en la tierra de las fantasías que es esta tierra. El libro que hoy nos liga y que nos regala a un nuevo fraterno se llama “Aurelia”. A ella, Bernardino le escribe “desde este lado del tiempo (desde este) lugar en que se aferran, se acumulan y se marchitan los recuerdos”. Por Ella, nuestro autor “se descubrió explorador audaz y conquistador temerario”. Pero no es el único: “Crisálida”, “El suicida”, “La casa de los relojes”, “Tu pueblo está lleno de recuerdos” “Trivialidades” y “Los trenes no van hacia el sur” a dónde él vino, son títulos de los libros que ha esculpido con la pluma. “A la Duquesa la sepultaron en un jardín” es otro de ellos. Pero Don Bernardino no sólo cuenta fantasías. Desde su oficio de periodista también enuncia y denuncia realidades. Su trabajo en la radio y en la televisión de Tlaxcala le han brindado la oportunidad de informar pues ha sido corresponsal de Televisa 130


y TV Azteca. Ha dirigido periódicos en su Patria chica: “Siete días” y “El cronista”, dos de ellos. Su obra le ha abierto caminos por la América Latina haciendo eco en Cuba, la República Dominicana, Colombia, Guatemala en los que ha recibido reconocimientos por su obra literaria. He aquí el recuento de algunos de ellos: El Premio Internacional Letras Libres de América en Puerto Plata, República Dominicana en 2003. Premio Latinoamericano al Mérito Literario “José Miguel Casso” en la Habana, Cuba en 2004. Homenaje y Reconocimiento a su labor literaria por parte de la 57 legislatura del Congreso de Tlaxcala, 2004. La presea “Román Saldaña Oropeza” al mérito literario en su Chiautempan, en 2007. Reconocimiento Homenaje de escritores latinoamericanos en Bogotá, Colombia en 2008. Premio Latinoamericano Arte, Tolerancia y Perseverancia 2012, en Guatemala. Premio Estatal de Periodismo Tlaxcala 2014. Pero es y ha sido otras cosas: “Nadita es”, diría el huehueteco. Y está con nosotros esta mañana, aquí “Debajo del Palo de Mango”, disfrutando de su magnífica sombra y nosotros de su compañía. Noviembre, 2016. 131


XXXII Por una evaluación necesaria. Es una pena y hasta un hecho vergonzoso que el gobierno del estado que encabeza J.J. Sabines Guerrero haya tomado la decisión de no aplicar el Examen Universal a los maestros de educación primaria, como estaba considerado hacerlo en todo el país, en tanto compromiso emanado de la firma de la Alianza Nacional por la Calidad Educativa entre el gobierno federal a través de la Secretaría de Educación Pública, los gobiernos locales y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, a través de su cúpula dirigente, que no de los maestros. Y lo es, no por el hecho de la suspensión en sí misma; finalmente, el que se aplique o no este año escolar no tiene la mayor trascendencia para mejorar la calidad educativa que recibe o no, el alumnado de la educación básica. No van a ser mejores o peores estudiantes solo porque sus maestros no vayan a ser evaluados esta vez, por la “salomónica” decisión de quien gobierna. La decisión es vergonzosa porque, a todas luces, resulta de una circunstancia que teme pudiera generar un escenario de conflicto magisterial en un entorno de proximidad al cierre de una administración que se caracterizó, hay que reconocerlo, de paz y armonía social más o menos evidente o engañosa. Como quiera verse. 132


Es vergonzosa también, porque su aplicación primera, coincide con un proceso electoral federal y local que se busca no enturbiar con un conflicto magisterial propiciado por un sector del propio magisterio agrupado en el denominado Bloque Democrático de la Sección VII del SNTE que abandera esta protesta. ¿Garantiza esta decisión frenar las movilizaciones de los maestros? Habrá otras banderas. En ese sentido, parafraseando a Smith, se deja notar “la Mano Negra” de la política en un ámbito que debiera ser estrictamente educativo y académico. Ya se escuchan voces en los medios de comunicación que señalan la vulnerabilidad de los gobiernos locales a las presiones ejercidas por los maestros inconformes con la política educativa nacional vigente. ¿Cómo hay que responder a esos señalamientos? Lo cierto es que las justificaciones a la decisión tomada y anunciada a toda la estructura educativa de la básica, no resiste un análisis contundente. Es cierto que la tan anunciada y criticada evaluación universal responde a fines aviesos externos a la política educativa nacional y a intereses de orden económicos más que educativos propiamente dichos. Que se desconocen los criterios con los que se pretende evaluar a los maestros. Que todos ignoramos los contenidos y las características del o de los instrumentos de evaluación que se pretende aplicar. Qué, sobre todo, se desconoce el uso pedagógico-didáctico del resultado de dicha 133


evaluación que, hasta lo que se ha visto con su similar, la Evaluación Nacional del Logro Académico del Centro Escolar (ENLACE) también ampliamente debatida y cuestionada, únicamente ha servido para fines punitivos (premiar y castigar) o, peor aún, para vilipendiar y desprestigiar a los maestros por los resultados que con esta evaluación han obtenido los estudiantes. De ahí la sospecha. Por eso, ahora esperaríamos que el magisterio de la educación básica en todas sus modalidades y niveles y sin importar su filiación ideológica saliera a manifestar a la sociedad su inconformidad con la medida ofensiva adoptada y, a reclamar, con justicia, dignidad y profesionalismo, el diseño de una evaluación de su desempeño congruente con la diversidad educativa chiapaneca en la que ejerce. Qué se evalúe cada maestro. Qué nos evalúen nuestros alumnos. Qué digan las madres y padres de familia y la sociedad en su conjunto qué maestros quieren tener para sus hijos. Que los maestros usemos esa información para buscar el cambio y la mejora en nuestras prácticas y no únicamente en los resultados. Es tiempo que tomemos la evaluación como componente formativo en nuestras manos. Pero es tiempo también que nuestro sistema educativo chiapaneco y, particularmente las autoridades educativas en turno, estén dispuestas a aportar lo que corresponda para que dicha evaluación tenga sentido. Es tiempo de que Chiapas diga NO a las evaluaciones estandarizadas, pero SI a una evaluación con 134


carácter idiocrática. A una evaluación que responda a la búsqueda de respuestas y soluciones en cada aula, en cada escuela, en cada zona escolar, en cada nivel y modalidad educativos. Es tiempo de ponernos a trabajar en ello. De lo contrario, grises nubarrones obscurecerán el escenario educativo en el futuro. Mayo, 2012

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XXXIII Oda al Árbol de Mango El jardín en que habitas, árbol nuestro, no pertenece a ningún gigante egoísta que se atreva a impedir que lleguemos a ti para disfrutar tu regia sombra protectora. Ninguna tapia, barda o muro, impide que todo aquel que quiera venga a jugar contigo a la palabra. Todos en ti, protegido por tus ramas, somos niños felices jugando en las ideas. Construyendo mundos posibles con la imaginación creadora de quienes vienen a ti, mañana o tarde, a dejar su impronta en tus raíces y a convertir en risas nuestras penas. En ti, hermoso árbol, siempre vivirá la eterna primavera. Ni veranos, otoños ni el invierno frío podrán quitarte tu verdor eterno; antes bien, éste resplandecerá por siempre a la luz del sol o de la luna, abonado por la fértil savia de los versos, los cantos y las fantasías que paciente escucharás siempre, cual amoroso abuelo. Mil voces resonaran multiplicadas por el eco de las hojas de tu tupida y frondosa copa, eterno amigo, y quedaran grabados en la rugosa corteza que te cubre. Cómplice fiel de nuestras travesuras literarias, más de una vez jugaste con nosotros a darnos de mangazos en las testas, sin llegar jamás a descalabro alguno.

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Bastó que uno te eligiera, añoso amigo, para que otros corrieran a tus brazos-ramas creando con la magia de tu sombra, una fraternidad de amigos. Un corro de niños-hombres celebrando, alrededor tuyo, la fiesta de las letras convertidas en cuentos, historias, canciones y poesías. Dos años ha que estamos aquí reunidos bajo la fragancia de tu sombra, centenario amigo. Un instante en tu vida como árbol. Bajo ti vendrán los otros a recrearse, aquellos que llegarán para sustituirnos algún día. Dales, viejo árbol, la fuerza y la grandeza de tu esencia para que tengan la paciencia de proseguir el ejemplo que les dimos.

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Bajo el palo de mango. Para la Fraternidad Literaria Hermosa copa de verdor perenne. Que das cobijo a reuniones sabatinas. Las palabras que de tus raíces nacen, Se elevan por tu tronco en serpentinas. Inunda nuestra imaginación, precioso árbol. Multiplica en tus ramas nuestro canto. Alimenta las ideas desde adentro. Y convierte en risas nuestro llanto. Lo dulce de tu fruto sazone nuestros versos. Compártenos tu savia enriquecida. Protégenos de seres tan perversos, Que eliminarnos quieran de esta vida. Coronado de tropical palmera palo-e-mango, Como apuntando al cielo las ideas Sin tener a nadie con un rango, Convocas en libertad a las aldeas. Fraternidad alegre y bullanguera, Que sin celos, envidias ni arrebatos. Comparte bajo el- palo-de-mango sus quimeras, Alegrándonos la vida por un rato. 138


XXXIV En un cumpleaños Hoy es un buen día para escribir esto. Se supone que mi calendario de vida, cierra y comienza hoy otro recorrido por el cíclico movimiento del tiempo llamado año. Hoy se cumplen cincuenta y cinco veces trecientos sesenta y cinco días de mi estar en el mundo. ¿Qué habré hecho cada uno de los veinte mil setenta y cinco días de respiro? Si pudiéramos llevar un registro exacto y puntual de todo lo que hacemos, ¿Para qué serviría? Quiero vivir ligero los días que me faltan. Pienso que es posible si asumo una actitud desinteresada por las cosas y las situaciones que circundan nuestra vida. Sé que esto no siempre es posible sin asumir una conducta un tanto irresponsable o, por lo menos, indiferente a lo que pasa, porque se de antemano que mi actuación individual no alcanza para resolver los problemas del mundo y de la gente. Ahora mismo, justo cuando escribo esto, me llega al móvil un mensaje que textualmente dice: “…que el baño está tapado y por más que le hacemos no queda. Ya le metimos manguera a presión y nada. A lo mejor la tubería. Felicidades por tu cumpleaños. ¿Qué haces? Nosotros acá sufriendo porque ya se quebró el lavabo y ayer el pinche carro que hace de las suyas y 139


tuvimos que llamar la grúa para llevarlo a la volks. ¿Cómo lo ves? Disfruta tu día sin broncas…” A esto me refiero. A estar distante de este tipo de problemas cotidianos. A estos reveses de la vida que tornan en malestar las cosas que, se supone, se eligieron para darnos el bienestar querido. Pero, en fin. Eso no basta para que deje de celebrar un día más de mi intrascendente existencia. Un día nodal que cierra y abre, a la vez, otro año más de vida. ¡Mi vida! Julio, 23 201

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XXXV Cotidianas Hurgando en el archivo de los apuntes personales me encontré el manuscrito que transcribo. “Hoy me quede con las ganas de hacer muchas cosas. Me ganó, sin embargo, la apatía y pasé toda la tarde consumiendo vilmente el tiempo, acostado en mi cama. Arrullado por la brisa de un ventilador que lucha, en vano, contra la calurosa temperatura de una tarde de verano en esta ciudad húmeda. Leí, a ratos, algunas páginas que me faltaban de La casa de los espíritus que Isabel Allende escribió en 1982. Es la segunda vez que leo esta novela. De ella disfruto su capacidad narrativa, pero me espanta lo aborrecible de la ambición o la insensatez de la gente cuando asume, como válida, una ideología o una particular posición política que le hace perder toda dimensión humana a la vida. Ficción que mucho tiene de realidad.

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XXXVI De individuo a persona, un rasgo relevante de la reforma al Tercero Constitucional. La tarde del 24 de abril de1887 mucha gente se hallaba reunida en el patio central de la Escuela Nacional de Medicina de la ciudad de México: Maestros, estudiantes y periodistas, pero también numerosas mujeres que, por lo general, no frecuentaban aquel hermoso edificio. En el aire flotaba un gran nerviosismo. En el primer piso, en una gran sala, se estaba realizando un examen profesional. No se trataba de un estudiante cualquiera, sino de una joven llamada Matilde Petra Montoya Lafragua. Las cosas no habían resultado fáciles para Matilde. A pesar de ser una persona muy inteligente e inquieta, tuvo que enfrentar el rechazo y las críticas de aquellos que se oponían a que las mujeres ejercieran su derecho a decidir su futuro. En su época era muy mal visto que una mujer fuera a la escuela y trabajara. Cuando se supo que una mujer quería inscribirse a la Escuela Nacional de Medicina hubo muchas maestras y damas de la sociedad que la apoyaron. No obstante, también surgieron voces que se oponían. Un grupo de médicos inició una campaña de difamación en su contra y no faltaron maestros que se negaron a darle clases. Casi al final de su carrera y pese a sus buenas calificaciones estuvo a punto de ser expulsada. Esto le obligó a escribirle una carta al presidente Porfirio Díaz contándole su situación. El primer mandatario envío una 142


solicitud a la Cámara de Diputados para que se actualizara el reglamento de la Escuela Nacional de Medicina y pudieran graduarse mujeres médicas. A las cinco y media una mujer salió de la sala donde se realizaba el examen y se asomó hacia el patio. ¡Aprobada!, gritó. Minutos después, salió la propia Matilde. Una gran sonrisa iluminaba su rostro. En su mano derecha sostenía un documento atado con una cinta roja. Era su título profesional. La referencia a este relato que aparece publicado en el Calendario de Valores que la CONALITEG de la SEP distribuye junto con otras entidades del sector empresarial y que corresponde al mes de febrero del 2017 dedicado al valor de la Igualdad, viene a cuenta por lo siguiente: Desde su creación en el Constituyente del Cinco de febrero de 1917, el Artículo Tercero ha sido objeto de múltiples reformas (diez en total, incluyendo la última en 2016). En el texto reformado, de pronto uno se encuentra con el siguiente precepto: “Todo individuo tiene derecho a recibir educación:” Para, de pronto, encontrarse con que ahora (2016) ya no es el individuo sino la persona: “Toda persona tiene derecho a recibir educación”. ¿Cómo se justifica este cambio que pasa del concepto de individuo al de persona en el marco legislativo que rige a nuestra sociedad? ¿Cuáles son los fundamentos filosóficos y sociológicos que llevaron a elegir ambos términos? 143


¿Cuáles sus implicaciones para la formación de hombres y mujeres de nuestra sociedad? Las sociedades animales, afirma Jaques Maritain, son sociedades de individuos, y no se les llama sociedades sino metafóricamente. La sociedad propiamente dicha, la sociedad humana, es una sociedad de personas; si una ciudad es digna de este nombre lo es por ser una sociedad de personas humanas. Sin el afán de profundizar en la discusión de ambos términos y en sus diferencias conceptuales, voy a referir algunos elementos que desde la filosofía se han construido para sustentar el debate, ahora que nuestra Carta Magna, cumple su centenario. Persona. En la antigua Grecia los actores utilizaban una máscara que tenía un orificio en la boca y por medio de la cual hablaban, esta máscara llegó a nosotros por medio de la cultura latina y se llamaba persona. Y su etimología es personare, que significa sonar a través de. El término persona pasó con el tiempo a designar de manera genérica al sujeto jurídico. Desde la perspectiva cristiana se designó al ser humano señalando su diferencia específica "sustancia individual de naturaleza racional". 144


Existe en el término persona una conciencia de su existencia como ser humano y que busca su realización plena. Las características de la persona son: * Es Única: sólo ella existe de manera particular, ocupa un lugar propio en el universo, tanto en tiempo como en espacio, es irrepetible. * Es Libre: Esta llamada a una realización por medio de la autonomía, y su libertad por lo tanto no puede ser esclavizada, ni darle un precio, mucho menos abusar y explotarla, con la libertad determina su propio camino sin estar atada a leyes. * Es Trascendente: para casi todas las culturas la persona es una realidad que va mucho más de la vida. * Es Espiritual: está dotada de una naturaleza espiritual que le da una auto conciencia intelectual, aspira a la perfección, por esto no es lícito utilizar una persona como cosa. La tarea del hombre como persona es desarrollarse libre y voluntariamente conforme a la ley de su propia naturaleza humana y dar el gran paso de persona hacia la búsqueda de la madurez de la personalidad. Eso, en esencia buscaría el precepto constitucional y la práctica educativa, en concreto. La persona como tal cuando se concretiza en actitudes y acciones cotidianas, ya que por su propia naturaleza tiende al 145


bien y a la verdad, se debe desenvolver en estos campos, esto es, debe amar y dejarse amar, debe ser solidario, cumplir con sus obligaciones y defender sus derechos, respetar la igualdad del otro, al igual que exigir ser respetado. Individuo Proviene del termino latín individum que significa lo indiviso, es decir el individuo es uno y único, no puede existir multiplicado. De individuo se deriva individuación, es decir, las características que hacen que tal individuo sea así. En términos generales es un sujeto concreto, el individuo se opone a lo universal, sólo el individuo existe, mientras que lo universal como tal se elabora en el pensamiento conceptual. ¿Hay un componente de sospecha interesada, de política perversa, maquiavélica cuando se adopta el término individuo como concepto legal justo en la apertura de una política neoliberal que cabalga o cabalgó por todo el mundo? Contrario a esto, conviene dar un sentido riguroso al dicho de Aristóteles según el cual el hombre es por naturaleza un animal político, y ello en la medida en que es animal racional; pues la razón requiere desarrollarse por la educación, por la enseñanza y el concurso de los demás hombres. Cito a Maritain: 146


He dicho al principio de esta conferencia que el mundo moderno ha sido víctima de una equivocación trágica: ha confundido la individualidad con la personalidad. De la exaltación de la individualidad disfrazada de personalidad deberá resultar el envilecimiento de la personalidad verdadera, este envilecimiento que la crisis actual de la civilización nos hace sentir a todos de manera tan cruel. No caigamos nosotros en el mismo error. Persona e Individuo 19 Sería no menos trágico. Al reaccionar contra el individualismo, no comprometamos la dignidad de la persona. A decir verdad, los contrarios, como lo observa Aristóteles, son del mismo género. Reaccionar pura y simplemente contra el individualismo y contra el liberalismo es caer en un individualismo y en un liberalismo al revés. Lo que se nos pide no es reaccionar contra el individualismo sino superarlo, y al descubrir la raíz de su error, descubrir también la verdad que ha buscado y salvarla. Mientras tal no hagamos, nada habremos hecho; digo, por el bien de la cultura. Los errores del siglo XIX han corrido hacia el individuo buscando la persona; el solo remedio está en un descubrimiento mejor de la persona misma. Dejo hasta aquí este aporte para continuar su reflexión futura.

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XXXVII Una reflexión para los que escriben Cuáles son los temas y las razones por las que, día a día, se consumen megas y megas de memoria en los dispositivos electrónicos que vinieron a sustituir el uso del papel y la pluma. Cuáles las motivaciones por las que se consume gran cantidad de tinta y papel en el caso de aquellos que se atreven a imprimir lo escrito. ¿De qué se “habla” en la escritura? ¿Del pasado ya pasado en piezas llenas de triste melancolía o de recuerdos? ¿Del presente potente que, inmediatamente, en un instante, se convierte en pasado? ¿O del futuro anunciado, “visto” o previsto desde la perspectiva audaz de cada escritor presagiando atrocidades o perfilando un mundo más perfecto? No quiero escribir, esta vez, sobre esta realidad que es bien sabida y nos rodea; sobre estas condiciones sociales que son las que más se notan. Sobre esa realidad económica que es la que más lacera los bolsillos de la gente toda. Ni de las políticas que son las que más ofensa causan por la sinvergüenza de algunos que la practican sin la ética necesaria. No quiero hacerlo. Y 148


menos en este momento y en este lugar de esparcimiento, de ocio productivo y de recreo. Quiero esta vez, Ăşnicamente, celebrar la Palabra. Celebrar el que pueda expresarla, decirla, enunciarla. Sin vetos, sin cortapisas. Celebrar el que haya muchos que la digan en su prosa, en sus versos, sus relatos o en la mĂĄs simple de sus piezas: el enunciado.

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XXXVIII Un sueño Los sueños ¿son ficciones o manifestaciones de una realidad inconsciente? ¿Un “algo” que quiere manifestarse a toda costa? Puedo describir mis sueños, hacerlos texto y reflexionar sobre ellos. …el camino era tosco, abrupto. De tierra y piedras como tantos otros. El autobús en el que viajábamos era incómodo; todos los asientos estaban ocupados. En él viajábamos, mi madre, mi padre y otros cuyos rostros, en la bruma de mi sueño, no llegué a reconocer. Resultaba tan incomodo viajar en él que mi padre decidió bajarse y seguir el camino a pie. Pude verlo quedarse atrás acompañado de otra persona que vestía un traje raro de color negro. Mi padre, en cambio, vestía un elegante traje blanco. Todo era de ese color en su vestimenta: los zapatos, el cinturón y su sobrero no desentonaban con la pulcritud de todas las prendas que vestía. Se fue quedando atrás, pero no tan atrás como para perderlo yo de vista. Llegamos por fin a nuestro destino. Una loma en el cerro que reconocí de inmediato porque allí me críe de niño. Es un hermoso paraje en el que habitan unas viejas encinas…tan viejas 150


como el tiempo mismo. Los vi tan reales como siempre los veo cuando visito ese lugar. Olí su aroma, y el frio de su sombra cubrió mi cuerpo. Pero estábamos allí por un motivo. Una razón poderosa nos congregaba allí amucha gente, algunas conocidas, otras que jamás había visto en mi vida. Un eclipse era la razón que nos reunía. Nunca supe, en mi sueño, si ese eclipse era de sol o de luna. Sólo supe que ese remoto lugar, precisamente ese, de tantos puntos de la geografía, era el sitio escogido para presenciarlo a cierta hora específica del día (o de la noche) nunca pude aclararlo. Tenían que reunirse allí, astrónomos venidos de diversas partes del mundo: Estaban los americanos de la NASA, los europeos de la Agencia Espacial Europea, rusos, chinos, brasileños y japoneses; estaban también los mexicanos de la UNAM; uno de cada país u organismo por razones de espacio que, para el caso resultaba reducido. Para dar cabida a toda esa gente y a su sofisticado equipo, alguien se había encargado de limpiar el sitio de arboles y arbustos. Vi con coraje y tristeza, que habían tenido que cortar un hermoso y tierno árbol de encino que yo había visto crecer y con el que “platicaba” cuando visitaba el sitio. Fue tanto mi coraje como airado y enérgico mi reclamo por lo que habían hecho ahora que estaba en pleno crecimiento, pero nadie pudo consolarme. ¿Por qué no lo trasplantaron a otro sitio donde no estorbara, dije? Sin que nadie respondiera mi pregunta. 151


Una curiosidad en ese sueño: el público que había invitado para presenciar el fenómeno que sólo duraría, escasos minutos, el tiempo justo en que el sol o la luna (seguía sin saberlo) atravesara el cielo desde su aparición en los ceros del Sur para perderse tras las frondosas copas de los viejos encinos, en el lado contrario (otro absurdo que solo los sueños se permiten). Estos invitados eran, todos, personas con discapacidad. Por alguna razón desconocida, eran ellos, y únicamente ellos, quienes presenciarían tal maravilla de los cuerpos celestes. Por esa misma razón, me encontré allí, entre la gente que llegaba acompañándolas, a Paty, (amiga y compañera funcionaria de la secretaría que, inconforme pero acogedoramente sentada entre la suave broza que forman las hojas caídas delos arboles, reclamaba por “este horrible lugar al que nos trajeron”, decía, sin saber que los terrenos donde ese horrible lugar estaba, eran de mi padre y, de alguna forma, míos porque ahí había crecido, porque ahí había jugado cuando niño. Nunca, en mi sueño, aclaré con ella en ese sentido. Sólo quise ofrecerle el mejor sitio para que lo disfrutara…

¿Qué pasó después? ... nunca lo supe. Terminó el sueño, desperté como siempre, para seguir la realidad de la vida.

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XXXIX Cuando me muera. Cuando yo muera, voy a seguir dándoles algunas molestias más. Háganlas con amor y como un último favor, para alguien que las y los quiso mucho, a su manera. No es mucho lo que les pido, pero es algo que talvez no les parezca a todos. Háganlo de todos modos y discúlpenme por ello. Voy a tratar de dejar dispuesto lo que más pueda prevenir para que la molestia no sea tanta. De lo demás, ustedes decídanlo. Primero.- Que mi cuerpo sea incinerado y mis cenizas, llevadas a la Sierra. Segundo.- Una vez allí, quiero pedirles que en el Potrero, ahí donde estuvo el viejo saúco que nos servía de reloj para anunciar, con su sombra, que ya era hora de volver a casa, siembren un árbol. Si es encino, mejor, sino cualquier otro será bueno. Al pie de ese tierno arbolito, depositen mis cenizas para que cuando crezca, mi espíritu esté encarnado en él y puedan verme siempre convertido en las verdes y tiernas hojas de ese nuevo ser vivo- árbol. Tercero.- Si les es posible, que al momento de sembrar el arbolito con mis cenizas al fondo, como si fuera abono, estén todos mis hermanos y hermanas que me sobrevivan; mis hijos y 153


los de ellos para que juntos, me devuelvan a la Madre Tierra, entregándome a Dios y a papá y mamá en ese lugar que me vio crecer. Cuarto.- Este es un pedido especial que Dios quiera se pueda cumplir: Que durante toda esa ceremonia, pusieran canciones del Trío Calavera. Un viejo trío de los años cuarenta que seguro les va a gustar, aunque también sé que les va a hacer llorar más de la cuenta. Pido perdón por eso. Dos canciones de preferencia: “El hijo desobediente” y “Dos arbolitos” y todas las demás que puedan. Voy a tratar de dejar preparado el disco si Doña Muerte me lo permite; si no, allí se los encargo. Quinto. - Repito y se los pido. ¡No sufran mi muerte; celébrenla! Dirán que estoy loco, por escribirles esto, pero es sólo un pedido por si…Uno no tiene la vida comprada y el tiempo de la muerte es impredecible. Adjunto dejo algunos documentos en los que se señala que todo el costo que implica ya está pagado. La vía es el correo electrónico dirigido a alguien que se encargará de todo esto. Tenlo allí, guardado para cuando suceda y gracias por hacerlo. Floricel Santizo Velázquez.

En vida y con todas mis facultades mentales.

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XLI Sus compañeros _ ¡Buenas tardes, doña Vilma! _, gritó la voz desde la calle. _ ¡Buenas tardes!, _contestó ella desde la cocina, al mismo tiempo que se asomaba por la puerta para ver quién la buscaba aquella tarde en que la luz del sol comenzaba a ceder el paso a las sombras de la noche. Cuando se cercioró quien era la persona que la buscaba, salió de la casa y atravesó el patio que la separaba del portón que da a la calle; limpiándose en su mandil, las manos cubiertas de la fresca y blanca masa de maíz que las cubría porque a esa hora de la tarde se disponía a echar las tortillas para la cena que ya tenía preparada. _ ¡Buenas tarde doña Mimi! _ repitió la visita, un muchacho adolescente de unos quince o dieciséis años que ella ya conocía. Doña Vilma corrió el cerrojo de la pequeña puerta del portón de la entrada y dejó pasar a la visita. _Pasa, le dijo, ¿qué andas haciendo a esta hora de la tarde?, preguntó, mientras caminaban al amplio corredor de la casa donde acostumbraba atender a las personas que llegaban a visitarla. Un amplio espacio rodeado de masetas con plantas de ornato traídas de la montaña, que ella y su familia cultivan con esmero. Ofreció al muchacho una silla y ella permaneció de pie disponiéndose a escucharlo. _Vengo a molestarla_, dijo el joven, iniciando con cierta angustia, el motivo de su visita. 155


_ ¡Fíjese usté que mi tío Aaron tuvo un accidente hace un rato y está muy mal allá en su casa! _ _ ¿Qué le pasó a mi compadre? Preguntó ella, sorprendida y preocupada por la noticia que el joven le daba. _Ya ve pue que a mi tío le encargan componer la luz cuando se va. _Sí, _dijo ella, sólo él se anima a hacer eso aquí… En la comunidad donde ambos viven, un lugar en la cima de las montañas que forman la Sierra Madre del Sur, a más de dos mil metros sobre el nivel del mar, es común que el flujo de la energía eléctrica que alumbra las casas de las personas que la habitan se interrumpa constantemente por varias razones. En ese, como en otros lugares parecidos, la energía eléctrica se introdujo en los años ochenta del siglo pasado, con el esfuerzo supremo de hombres y mujeres que trazaron brechas entre la montaña, cavaron huecos profundos con las fuerzas de sus manos, subieron, transportados en sus propios hombros, postes y rollos de alambre con tal que les llegara el ansiado fluido para alumbrarse en las oscuras y frías noches serranas. En consecuencia, es común que “la luz se vaya”, como dicen, porque los tramos de cableado entre casa y casa, dispersas como están, no siempre resiste el influjo de los vientos y de la lluvia o, simplemente, de su propio peso, cortándose constantemente. Aaron, uno de los vecinos del lugar, se había, en cierto punto, especializado para hacer las reparaciones correspondientes sin que hubiera sido especialmente preparado por personal experto para ello. _ ¿Y qué le pasó a tu tío? Preguntó con aflicción la aludida. 156


_Como no había luz allá donde vivimos, respondió, mi tío salió a revisar los postes para ver si había algún cable roto o si la cuchilla estaba bajada. Ya ve que estuvo fuerte el aire. Cuando vio donde estaba el asunto, se subió al poste para arreglarlo, pero como el poste estaba muy ligoso por tanta agua o saber por qué, pero recibió una descarga que hizo que se viniera desde arriba hasta el suelo. Cuando vimos que se cayó corrimos a ayudarlo. Él estaba boca arriba y desmayado y se miraba que su pantalón estaba quemado. Lo llevamos a su casa y ahí lo comenzaron a atender su familia. A mi mandaron con usté para ver si tiene alguna pomada o alguna medicina para las quemaduras. ¡Se quemó bien feo…sus piernas, su estómago y también sus compañeros…! Explicó. Cuando doña Vilma escuchó esto último, se alarmó más y afligida preguntó: _ ¿Y quiénes son sus compañeros? _ Pensando en que otros hubieran resultado heridos. _ ¡No! Respondió de inmediato el chico. _ ¡Sus compañeros! _, señalando con un movimiento de su mano, el lugar que ocupan los genitales masculinos.

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XlI Un viaje a la montaña* 5:00 AM, el despertador suena e interrumpe nuestro descanso. Nuestros cuerpos, aún tibios bajo las cobijas, quisieran continuar en su aletargamiento taciturno. Después de unos segundos más de arraigo a la cama, nos ponemos de pie y comenzamos a prepararnos para la aventura que nos espera. En menos de 30 minutos tomamos lo necesario para el viaje: ropa abrigadora, cámaras, agua y, lo mejor, un enorme deseo de partir. A las 5:30, puntual como se acostumbra en estas tierras, nos reunimos con Don Santos, nuestro guía, quien nos conduce por calles oscuras hasta encontrar a Bocho, Relámpago y Canelo, dos caballos y un burro dispuestos llevarnos en nuestro viaje. Don Santos prepara todo y tras una breve explicación de cómo montar y dirigir a nuestros amables compañeros, emprendemos marcha hacia la oscuridad de la majestuosa sierra, con la luna a nuestra espalda, como cuidando de nosotros abrazándonos con su tenue luz. Poco a poco las calles del pueblo van quedando atrás y tras unos cuantos minutos, nos hayamos rodeados de montañas que, en penumbras, esconden su esplendor. El camino empedrado y polvoriento, en ocasiones sumergido en una 158


oscuridad abismal, se revela ante nosotros cuando la luna se asoma retadora entre montañas. Así transcurre el tiempo entre piedras y riscos, a paso lento pero firme, confiando en la pericia de los caballos guiados por Don Santos con un lenguaje que parecen comprender a la perfección. Por momentos sentimos miedo, el vértigo de voltear a ver hacia los acantilados que nos acechan a unos pocos centímetros del sendero. Pero confiamos en nuestros amigos cuadrúpedos, han hecho esto cientos de veces lo cual reconfortan el espíritu. La subida parece no tener fin y el Cerro “EL Grande” aún se dibuja muy lejos, disfrazado en las sombras. Poco a poco se asoman los primeros destellos del día otorgando bellas tonalidades pastel al cielo oscuro. Ahora la sierra potosina nos revela sus secretos; ante la luz del día ya no puede esconderse más de nosotros y, súbitamente, se revela agreste, partida por el paso de los siglos, inhóspita pero hermosa. Aquí y allá aparecen manchas de vegetación que se aferran a vivir en este ambiente que podría parecer totalmente infértil, pero la vida siempre encuentra su camino. Ha pasado hora y media y por fin llegamos a la cúspide, justo tiempo para contemplar el amanecer a 3180 metros de elevación. Aquí arriba el viento no es amigo de nadie, sopla con tal fuerza que pareciera empeñado en derribarnos; nos envuelve por completo entre sus gélidos brazos y se mete por cada rincón 159


enfriando todo lo que toca. Es difícil estar acá, quisiéramos descender y protegernos entre los matorrales, pero la vista hacia el valle y la sierra es impresionante y triunfa sobre el frío. Muy a lo lejos se observa el lecho de un antiguo río, más allá vemos algunos pueblos enclavados en las montañas, y en la planicie se dibujan los trazos perfectos de carreteras y vías de ferrocarril que mantienen comunicada a esta región. Avanzamos un poco más y de repente ante nosotros aparece la silueta de la montaña que pinta de negro la tierra del valle allá abajo. ¡Qué espectáculo digno de contemplarse! Llegó el momento de dar marcha atrás, de decirle adiós a la montaña, despedirnos de su majestuosidad. La cabalgata cuesta abajo nos esperaba con caminos escarpados, llenos de peligro. Nos aferramos a nuestros amigos de cuatro patas y confiamos ciegamente en ellos. A veces parecían resbalar y la sensación de esos instantes no podría ser descrita con simples palabras. A nuestro alrededor las laderas empinadas brillaban bajo los rayos del sol con color bronce ligeramente pintado por motas verdes de matorral y pastizales. Caminando entre piedras y bajadas llegamos finalmente al famoso pueblo fantasma, vestigio de lo que alguna vez fue un asentamiento de colonos españoles hace más de doscientos años.

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Algunas paredes de piedra de lo que fueron casas están totalmente derruidas mientras otras se resisten, al paso del tiempo y permanecen allí como si esperaran ver nuevamente el esplendor que antaño presenciaron. No lejos de allí se encuentran los restos de lo que fue una mina explotada durante la colonia. No puedo evitar pensar en las vidas de miles de esclavos que eran obligados a trabajar en ellas en condiciones infrahumanas; vidas que debían sacrificarse involuntariamente para extraer los minerales preciosos de las entrañas de la tierra. Una sensación de odio, rencor e impotencia me sacude momentáneamente, imagino a esas personas, todo ese sufrimiento que debieron experimentar durante su corta vida y todo por la avaricia y ambición de una corona. Repentinamente el viento sopla y su aullido me saca de mis pensamientos. Veo a mi hermano disfrutando el viaje y vuelvo al presente, al lugar mágico donde nos encontramos. A lo lejos, perdido entre montañas se divisa Real de Catorce de donde habíamos partido horas antes. Don Santos nos guía al interior de un túnel que servía de acceso a la mina, nos sorprende al decir que al final del túnel se encuentra un tiro vertical de setecientos metros de profundidad que se interna en las entrañas de la montaña donde aún se encuentran vetas de mineral no explotadas. 161


Apagamos las lámparas y la oscuridad total nos rodea inmediatamente. La sensación es un tanto aterradora, nos hace sentir tan indefensos. Y de repente, surge nuevamente la luz y continuamos caminando hacia la salida hacia donde brilla el sol. La mañana avanza y nosotros también lo hacemos. Dejamos atrás caminos escarpados, vestigios de la época minera, poco a poco el fuerte viento va quedando atrás junto con la montaña. Parecen amigos inseparables, aunque el primero azote con gran fuerza a la segunda. Las casas de Real se acercan más y más, el camino se ensancha y las pendientes pronunciadas abren paso a un sendero plano y amigable con los caballos. Llegamos al final de nuestra aventura, nos despedimos de Don Santos, de Bocho, Relámpago y Canelo. Les agradecemos por su esfuerzo y por habernos cuidado tan bien de nosotros en todo momento. Decimos adiós a la montaña y ésta parece respondernos con el armonioso silbido del viento que acaricia su cumbre y resguarda sus secretos y su magia. *Un viaje a la montaña, relato de mi hijo Amós que incluyo sin su permiso en este trabajo. Espero que sepa perdonarme.

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XLII Veintiséis de diciembre. En toda familia como en todo pueblo de toda civilización hay una fecha especial, simbólica, única, emblemática que fortalece los lazos de unión entre sus miembros que renueva el amor, la unidad y la alegría. Es la fecha esperada por todos, la que se prepara con anticipación, la que se planea, la que se festeja. El veintiséis de diciembre era esa fecha en la familia a la que pertenece quien escribe. Está, según el santoral, destinado a San Esteban (Stephanos) cuyo nombre significa “corona”, diácono de la primera iglesia de Jerusalén y mártir primero del cristianismo. Cuando los judíos lo apedrearon por haberles reclamado no haber reconocido al Salvador y haberlo crucificado, San Esteban les dijo, arrodillado y con voz fuerte: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado” y, dicho esto, murió. Pero el veintiséis de diciembre, con la disculpa al santo, no era él el celebrado, al menos no directamente. Don Emeterio Santizo y Doña Andrea Ramírez, habitantes del lugar donde nacimos, tuvieron el 26 de diciembre de 1919 su primer hijo. Esteban de Jesús lo bautizaron, por San Esteban y por el Recién Nacido.

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Hermano mayor de dos hijos más del matrimonio Santizo_Ramirez y de otras tres provenientes del segundo matrimonio de su madre, las Muñoz - Ramírez, creció el niño Esteban de Jesús cuidando a sus hermanos. Desde pequeño se distinguió de entre los otros niños. Su carácter y personalidad distintos lo acompañaron siempre y, de no ser por las circunstancias que rodearon su vida, pudo haber llegado muy lejos. El rol paterno que asumió desde muy joven por el temprano abandono de su padre que se fue para fincar su vida en otra parte y por la resistencia y apego de su madre al nido marcó profundamente su destino. Viviría toda su vida entre esa disyuntiva. Salir a buscar otras tierras para mejorar la condición de vida de su prole y, contradictoriamente, volver otra vez al seno de la amada tierra de la sierra que lo trajo al mundo. Y así, siempre en esa dualidad. Muy joven conoció a la otra Andrea. Casó con ella y tuvieron once hijos, la muerte los visitó temprano y les arrebató a uno. Y los hijos tuvieron sus propios hijos… Así, Esteban de Jesús se convirtió en Don Esteban, título que le asignó la gente que lo conoció y trató, la gente a la que respetaba mucho y que le devolvió el respeto que él se merecía. Se convirtió también en abuelo, más tarde en bisabuelo y tuvo la dicha de tener entre sus brazos a una tataranieta… Llegó a ser tatarabuelo lúcido, sano y consciente.

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No hubo veintiséis de diciembre que no se celebrara mientras estuvo en vida. Ese día era “El Día Grande” para la familia. Ya numerosa, hijos e hijas, yernos, nueras. Nietas, nietos y bisnietos y todos los que podían acudían a la cita sin importar las condiciones o el lugar donde la fiesta se hacía. Llegaban también los amigos, los compadres, los vecinos. ¡Era una gran fiesta! Y no era fácil llegar. Sobre todo, cuando se hacía allá en su casa de la sierra y no había más forma de llegar que a pie o a caballo. Más tarde, recuerdo la expresión de José Esteban, el heredero del nombre, cuando por el accidentado camino de terracería, el camión en el que veníamos de regreso, un Ford de tres toneladas, de redilas, estuvo a punto de desbarrancarse, allá, en lo más agreste de la montaña dijo: “¡pero algún día se acabará la chinga!”. Bromista como es, nos hizo reír a todos olvidándonos del susto. Cada uno podría contar su anécdota. Las vivencias que tuvo para estar allá, puntual en esa cita. A las seis de la mañana en punto, reunidos todos frente a la puerta del cuarto donde dormía, cantábamos las mañanitas, con voces temblorosas por el frío invernal que nos cubría. Salía él impecablemente vestido con las prendas de de ropa especial para ese día. Con sus manos grandes y callosas, rompía las cortinas de papel crepe que las hijas colocaban en el marco de la puerta, esas cortinas que simbolizan salir de las tibias 165


entrañas de la madre para encarar la vida. Lo abrazábamos todos y él agradecía. Así iniciaba el festejo que continuaba en el comedor de la cocina en el que previamente estaba dispuesto el pan hecho en casa un día antes y las jarras con el aromático café que nos quitaba el frío. Toda alegría, toda armonía. La felicidad de todos volcada ese día. Con el sol más alto, los grupos de amigos y vecinos platicando. Niñas y niños nietos y no nietos corriendo de aquí para allá, festejando a su manera al abuelo. Y él, con la felicidad en su rostro, lleno de orgullo. ¿Cuántas reses, marranos, guajolotes y gallinas habrán ofrecido su vida para la comida del festejo? A las ocho de la mañana estaba listo el desayuno. Un ejército de señoras y muchachas familiares, amigas o vecinas se movían como hormigas guerreras preparando y sirviendo todo: el caldo de gallina, la sopa, las tortillas recién hechas. Mesas en filas con hileras de sillas engalanadas con manteles comenzaban a llenarse de invitados. El ágape se repetía llegada la hora de la comida. Los platillos, distintos según la preferencia del convidado. Mole de pavo, cochito horneado, carne de res guisada o en caldo con verduras, sopa de arroz y los infaltables frijoles refritos. Pero ahora, acompañado del son de la marimba. Todo el día la fiesta 166


se prolongaba hasta la noche en que, cansados pero llenos de contento, como el jibarito, los invitados regresaban a sus casas y a sus lugares de origen. Mientras la familia, reunida en la cocina, abrigados como pollitos bajo las tibias plumas de mamá gallina, continuaba la celebración con la cena o con el café con pan, para cerrar el día. ¡Veintiséis de diciembre! Te fuiste con él cuando en otro veintiséis, pero ahora de junio, 89 años después de que llegó a este mundo, Don Esteban de Jesús nos dejó huérfanos de su presencia para ir a festejar la eterna vida en la otra dimensión del tiempo y del espacio. Desde entonces ya no hubo festejo, se acabó la algarabía y, desde el lugar donde está seguro de que su expresión es esa misma que antaño pronunció su tocayo: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”.

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XLIII ¡Apúrate! ¡Ya es hora, vámonos, de prisa porque ya va a comenzar! Mimi ya debe estar ahí y hay que ayudarla a prepararlo todo: el agua para el café, las sillas y el aparato de sonido. _ ¿Qué ya tienen aparato de sonido, pué? _ Si, que no te acordás que Quique llevó uno para un evento y ahí se quedó para siempre. Ahora es el que utilizamos pa que nos oigamos mejor, digo, porque la gente que pasa por ahí nomás nos mira y sigue su camino. Pero ya se quedarán un día, vas a ver. _ Pero apúrate porque hay que llegar temprano pa poder anotar nuestros nombres en la lista y pasar luego, luego, si no ahí tenemos que esperar a los demás y ser los últimos. Aunque tiene su chiste ser de los últimos, así escuchamos las cosas serias y una que otra pendejada que de repente se nos ocurre decir. _ Oí, pero ya vi que su cable de su micrófono está muy cortito, apenas da pa que lo estén jalando y alcance en la boca del que está hablando. _ Si pué, había uno más largo que compró el teniente, pero el 168


Godo lo jodió un día porque se sentó en su silla y no se fijó que el cable pasaba debajo y como está algo galán, con su peso lo jodió. _ ¡Mmmmh, mira pue ese Godofredo! Oí, ¿y qué tanto es que hacen ahí debajo de palo de mango cada sábado, pue? La gente nomas los queda viendo y saber que tanto pensaran. Tal vez creen que son testigos de jehová predicando o pior, políticos haciendo campaña y embobando a la gente. _ ¡Cómo serás de ignorante! Claro se ve que no vas muy seguido o que nunca has ido. Qué testigos ni qué políticos, ahí sólo llega gente que ama eso que otros llaman literatura. Escritores pue, pa que lo entendás mejor. Al principio sólo unos cuántos llegaban, pero cada vez llegan más, ahora hasta chamacos se están acercando, ¡podes creerlo! Dicen que ahí bajo el palo de mango se siente bonito oír y decir esas cosas que uno trae aquí adentrito. Y más si lo aplauden a uno. Eso dicen y así ha de ser porque la verdad cada vez llega más genterio. Ahora hasta cafecito dan. Fíjate que un día a alguien se le ocurrió decir que pa no estar contaminando con tanto vaso de esos que venden y que se usa y tira a la basura mejor cada uno llevara una de su casa pa echarse su cafecito y ¿qué crees que pasó? 169


_ ¡No aceptaron la idea! _ No, algo mejor… A la Kary, una de las fraternas, se le ocurrió decir que ella se encargaba de donar unas tasas pa la fraternidá y los hubieras visto cuando llegó con su caja con el taserío, parecíamos unos Chamacos bien emocionados cada uno con su tasa en la mano y la verdá es que están bien bonitas… ¡Hasta su dibujito tiene! Se sacó un diez la Kary. Ahora hasta preguntan si son pa vender porque las quieren de recuerdo. Creo que vamos a mandar hacer otras como suvenir de la fraternidá. _Ya nos acostumbramos al cafecito mientras escuchamos lo que cada uno lleva pa leer o platicar. ¡Hasta pan comemos!, al Adarcilio que es el que lo lleva ya no le dicen su nombre cuando va llegando, ahora decimos: ¡ya llegó el pan! Ja ja ja. _ Y ¿cómo es qué le hacen pue, pa ir midiendo el tiempo para que todos alcancen a participar? Dos horas son muy poquito. _Ah, buena tu pregunta. Pos ahí cada uno le va tantiando, pero ahora por si alguien se pasa de listo y no quiere parar porque ya está picado con la habladera, a la Mimi se le ocurrió gritar ¡Bravo! Unas dos o tres veces y ni modos, se da por aludido el cliente y le tiene que cortá a su rollo. Ahora a la Mimi ya la dicen “la Chacala” por aquel de la corneta que salía en ese programa de don comsellama que pasaba en la tele. 170


_ Pero apúrate, ya vámonos. No vaya ser que lleguemos tarde y ya haya pasado el Quique, el cuentero, ese de verdad que nos hace reír con sus cuentos. Tiene unos de chuchos que de verdad son bien divertidos. Ocurrente el doctorcito, no en balde ya escribió dos libros el rincón sobaco y el chumul de cuentos. Otro que nos hace reír con sus escritos es Godofredo, qué bárbaro el hombre, ni parece… Ahí me vas diciendo si te gusta o qué no te gusta pa que lo vayamos componiendo, viste. También hay Cosas un poco más serias…. Poesía, historia, relatos… Ese mayito dice bien las cosas de la ciudad… Debería ser cronista. O escuchar al Fernando, qué bárbaro el hombre pa tener memoria, se sabe la vida de todos los escritores famosos, imagináte. En fin, ahí lo ves si te gusta, pero apúrate porque a mí me toca poner las sillas y conectar el aparato… ¡Córrele!

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XLIV Milpa-conejo-hombre Hombre-conejo-vida En mayo, cuando las primeras lluvias del año comienzan a regar el suelo y los granos de maíz sembrados por callosas manos campesinas han germinado, las pequeñas plantitas del mítico alimento se preparan para teñir de un verde tierno las laderas de la montaña o los pequeños vallecitos y llanos de la prodigiosa Madre-tierra. Las tiernas hojas del maíz recién nacido que brillan con las gotas de la leve llovizna que cayó en la tarde abre el apetito de los animales que merodean la milpa. Familias de conejos en las que hay de todas las edades pues recién se reprodujeron se disponen, aprovechando la penumbra de la tarde que se vuelve noche, a disfrutar del tierno y suculento manjar de hojitas tiernas. Inteligentes los conejos, no se comen toda la planta como lo haría una vaca o un borrego que también, al menor descuido de sus dueños aprovechan el sembradío para saciar su hambre. Ellos no, como sabiendo que de eso depende la sobrevivencia de la planta y la de ellos pues, de hacerlo, estarían condenados para siempre a ya no comer suculento alimento. Sólo hojitas. Una de aquí, otra de allá que en cada saltito le van comiendo a la milpa; ésta, sin más dificultades, sigue su 172


crecimiento para proveer de maíz al hombre y su familia que lo sembró en el suelo. Cazador como es, como lo ha sido siempre, el hombre saca provecho. Al caer la tarde cuando la noche es propicia y la luna no aparece para alumbrar la tierra, el hombre sale a recorrer los campos sembrados donde crece la milpa, a buscar para su comida, al suculento conejo. Con lámpara y fusil en mano, busca; como a él, la naturaleza le negó el olfato fino de los depredadores, usa la vista apoyada con el has de luminosa luz que brota de una lampara de mano que usa baterías. Afoca, barre con la luz el campo y de pronto, el haz se releja en dos pequeños y brillante ojitos…Allí está. Pero no hay forma de saber si es un conejo grande, un papá o una mamá conejo o un pequeño recién nacido. No hay tiempo para averiguarlo… prepara la escopeta, apunta y fuego. Un estrepitoso sonido se esparce por el monte multiplicándose con el eco de la montaña en su breve viaje portador de la muerte. Un conejo ha caído. Ha ofrecido su vida para nutrir otras vidas igual que las tiernas hojas del maíz lo han hecho con él y su familia. Bastará uno más. Otra presa de la caza de esta noche y volver a casa a prepararlo para el siguiente día. En los montes y en los campos sembrados quedan otros, plantas y animales para perpetuar el ciclo de la vida. Ese ciclo vital que pone y quita, que mata a unos para que otros vivan; así, en ese perfecto equilibrio de la Naturaleza. 173


¡Cuidado! El equilibrio se ha roto. Algo ha pasado. Porqué ya no veo a los conejos ¿A dónde se habrán ido? Ya no salen alegres a brincar entre la milpa, probando aquí y allá la hojita escogida. Los ahuyentó el hombre mismo en su proliferación sin medida: sus casas, sus perros y sus gatos han invadido los campos antes suyos. La luz de los focos que la energía eléctrica provee, los asusta. Peor aún. El daño es más grave. Ese letal e invisible veneno llamado herbicida, ese que el hombre usa ahora para limpiar de maleza su cultivo, lo que antes hacía de otras formas, los ha disminuido. Muchos habrán muerto contaminados con letal veneno. Las mismas hojas antes puras, tienen ya, desde que nacen, el ingrediente maldito que las torna impuras: fungicidas, plaguicidas y otros “cidas” homicidas amenazan acabar con ellos. Ya pronto seguirán con el propio hombre. Ya lo están haciendo cada día, por la insensatez de él mismo.

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XLV Otras Katimatikas

Cuando, para satisfacer el apetito de la mañana me decidí por las quesadillas que la familia de Doña Carmelita hace y vende desde hace ya muchos años en el mercado San Juan, concretamente en la sucursal que uno de sus hijos atiende en el tianguis de ese mercado, aquí entre nos, de lo mejor que hay en Tapachula, me encaminé hacía allá, hice mi pedido y esperé a que las hicieran. Las hay de todo: de carne, de flores de calabaza, de champiñones, chicharrón, carne de pollo y de quesillo; sencillas o combinadas como uno las prefiera. Mientras esperaba las que ordené, me puse a observar el trabajo organizado que ahí se hace. El responsable, el propio dueño, es el encargado de preparar la tortilla con la masa que previamente tiene ya preparada, una combinación secreta de harina de maíz y de trigo que le da la consistencia y sabor deseados y que la prensa que usa se encarga de dar la forma ovalada que el producto terminado tiene. Una muchacha de sus trabajadoras se encarga de poner el guisado que se ha pedido, en una proporción exacta para todas. Otra cuida de que la cocción del producto sea el correcto dándoles vuelta en el comal donde se cuecen…y así, cada una con una función específica en esa pequeña empresa. 175


Un detalle llamó poderosamente mi atención: las características físicas y hasta de carácter de las chicas que allí trabajan. Conté ocho en total. Muchachas de edades más o menos comunes. Su estatura y complexión también muy parecidas. Hasta físicamente se parecen en sus rostros como si hubiesen sido seleccionadas a propósito. Pensé: si a todas estas chicas se les vistiera y maquillara de manera uniforme, no habría forma de distinguirlas una de otra. Y entonces vino a mi memoria un cuento que leí de niño. El cuento y el personaje se llamaban Katimatika. Como mi memoria no alcanza para contárselos tal como era, ambas situaciones me llevaron a reinventar la historia de esta manera: Vivía en una casa muy humilde una familia formada por papá, mamá y un niño pequeño que tendría unos cinco años, llamado Katimatika. Un día, mamá enfermó y tuvo que guardar cama por la gravedad del mal que padecía. Una tarde cuando la noche comenzaba a inundar con su obscuridad el lugar donde vivían, la mujer llamó a su esposo y le pidió que le sirviera un vaso con agua para mitigar la sed que la enfermedad le provocaba. _Esposo mío, sírveme un poco de agua, por favor_ suplico ella. Tomó él un vaso y caminó al rincón de la casa donde se guardaba la provisión de agua que servía en la cocina porque el manantial donde la surtían estaba un tanto lejos de la casa.

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Cunado inclinó la jarra para servir el agua, se percató de que ésta estaba vacía y que tendría que ir al manantial a surtirse de vital líquido. _ ¡Ya no tenemos agua esposa mía! _Tendré que ir al manantial a traerla para darte la que ahora necesitas. _Ve pronto y con cuidado porque ya el camino está obscureciendo, dijo ella postrada en la cama. Tomó el hombre el apósito para traer el agua y se dispuso a recorrer la distancia que había entre la casa y el manantial que les proveía de la fresca agua. _Cuida bien a tu madre y no salgas de la casa_, recomendó el padre a Katimatika que se entretenía jugando en el piso de la casa. _Si papá,_ contestó el niño, distraído en su juego. Se encaminó hacía el lugar donde se encontraba el manantial. Para llegar a él había que descender una hondonada de unos veinte o veinticinco metros de profundidad donde vertía un pequeño brote de agua que bajaba del interior de la montaña y salía en una pequeña grieta de donde la gente la recogía empleando cubetas o cántaros hechos de barro. Para juntar el agua que vertía del techo de la pequeña cueva, los lugareños colocaban unas pequeñas canoas echas de 177


madera con las que recogían el agua y las canalizaban al exterior de la oquedad. Junto a esta pequeña gruta surtidora, había dos enormes hoyos que profanaban el interior de la tierra sin saber bien a bien la profundidad que ambos tenían y que había provocado muchas veces que algunos animales cayeran en su interior, sin poder jamás recuperarlos. Entre uno y otro de esos agujeros naturales, apenas quedaba un espacio reducido por donde se tenía que pasar para llegar a recoger el agua. Era un lugar sin duda tenebroso. Pocos o nadie se atrevía a bajar hasta allá solo o muy temprano en la mañana o por la tarde por temor a lo que de él se decía. Sin pensar en eso, más preocupado por satisfacer la sed de su esposa enferma, bajó el hombre hasta el manantial y se dispuso a llenar el traste que llevaba. Cuando estuvo inclinado en la boca del la pequeña caverna surtidora recogiendo el fresco y cristalino líquido, el eco de las gotas de agua que caían al suelo desprendidas desde el techo de la montaña, multiplicaba su rítmico sonido: click…clock…clik…clok se repetían. Sintió de pronto, que una pesada y fría mano le tocaba el hombro. No podía ser de alguien conocido porque no había escuchado las pisadas que al bajar el camino forzosamente se producían. Trató de no asustarse y, lentamente volteó la cabeza sin dejar de sostener su cántaro para ver quien le tocaba así su espalda.

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Cuando lo vio, un calosfrió recorrió su cuerpo y sus manos le temblaron soltando el cántaro que derramó el agua que había recogido. Era un ser indescriptible, horroroso. Alcanzó a ver que sus ojos parecía dos carbones encendidos y la mano peluda, remataba con unas uñas largas y curvas. No tuvo tiempo para contemplarlo más porque el monstruoso ser con una voz gutural, cavernosa espetó muy cerca de su oído: _¿Por qué robas mi agua?, le dijo _¡No te he dado permiso para venir por ella y tú no me lo has pedido! Impedido para poder hablar, por el temor que invadía su cuerpo, el hombre no supo ni pudo contestar. _Ya se que necesitas de mi agua para calmar la sed de tu mujer que está muy enferma, continuó diciendo _voy a dejar que te la lleves y hacer que cuando ella la tome se alivie del mal que tiene, pero ha de ser con una condición. Tú dirás si quieres pagar el precio que te pongo, exclamó. Más repuesto del susto, el hombre escuchó el ofrecimiento del monstruoso ser y tímidamente se atrevió a preguntar, casi entre dientes: _¿Y qué cómo tengo que pagarte el agua que me lleve…? Preguntó tímidamente. _¡Con la vida de tu hijo! exclamó sin piedad el monstruo. Sé que tienes un niño de cinco años que se llama Katimatika. Lo quiero a él. Espetó sin piedad al pobre hombre que no supo, por 179


momentos, que contestar asustado por la proposición tan cruel que aquel le hacía. Más repuesto del susto y la sorpresa y angustiado por la enfermedad de su querida esposa el hombre, envalentonado dijo: _¡Está bien! Acepto el trato. Me llevaré el agua ahora y cada vez que la necesitemos. Con ella sanará mi esposa y a cambio te daré a mi hermoso hijo. _Dime. ¿Cómo y dónde quieres que te le entregue? Preguntó elevando la voz como retando al monstruo. _Mañana, dijo éste. Deberás de mandar a tu niño muy temprano a su escuela. Lo vestirás de pantaloncito corto de color azul y con camisa blanca y lo peinarás de tal modo que yo pueda identificarlo de entre los demás niños. Yo pasaré por él para llevármelo. Aceptó el hombre el trato. Volvió a llenar su cántaro con agua y subió la empinada cuesta que separaba el manantial del camino que lo llevaba a casa. Al llegar, dio de beber a su esposa el refrescante líquido y ésta de inmediato se quedó dormida. Llamó entonces a Katimatika y le platicó lo que le había sucedido con el monstruo. Escuchó el niño atentamente la

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historia y el sacrificio que su papá había hecho por la salud de su madre y le dijo, sin asustarse: _¡No te aflijas, papá! Yo sabré qué hacer con ese monstruo y se dirigió a su cama para pasar la noche. Al día siguiente, se levantó el niño muy temprano cuando su papá aún dormía y vio, contento, que su mamá estaba en la cocina preparando los alimentos, tan sana como si nunca hubiese enfermado. Dirigió sus pasos al baúl donde guardaba sus juguetes y sacó de una caja, los huesos de duraznos que ahí atesoraba. Los tomó entre sus pequeñas manos y acercándoselos a su boca le platicó la historia como hablándoles en sus oídos. Pidió a su mamá que lo vistiera y peinara como su papá le había dicho y alegre, se dirigió a su escuela cuando llegó la hora. Unos minutos antes de la hora acordada, sacó el niño de su mochila todos los huesos de durazno que había llevado…más de veinte y, diciendo unas palabras misteriosas ordenó que todos los huesos se convirtieran en niños como él. Cuando el monstruo llegó puntual a la escuela, buscó a Katimatika. Confundido de ver a tanto niño parecido, preguntó: _¿Quién es aquí Katimatika? Dijo con voz estruendosa. 181


Al unísono y parados frente a él, de forma retadora, dijeron: _ ¡Todos somos Katimatika! Sorprendido y confundido por la respuesta de los niños, el monstruo no supo qué hacer y desapareció en un instante para ya no volver a aparecerse jamás en la comarca.

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XLVI Zaachila, dos mil diecisiete, la magia de Oaxaca.

Uno Y el día llegó. Llegó como todo lo que con ansia y placer se espera. Con la emoción de saber que aún estamos, que aún somos. Con la certeza que nos da la vida de que aún podemos vernos, abrazarnos, escuchar nuestras risas. Esas risas que tanto disfrutamos en nuestro voluntario encierro formativo, la risa de los otros y la propia, la que condimentó nuestras vidas y que, una vez más podemos disfrutarla. Jueves 27 de julio, luego de una noche de viaje que nos pareció muy corta pues no alcanzaron sus horas para contarnos nuestras historias, llegamos a la ciudad de Oaxaca. Unos kilómetros y minutos más y estábamos en el lugar acordado: la villa de Zaachila, tierra que vio nacer, crecer y desarrollarse a Alberto Vázquez. No. No es el Alberto de la voz gruesa y cigarrillo eterno entre sus dedos de la mano, no. Es otro Alberto, nuestro hermano. Ahí estaban todos ellos esperando: Sabas Sosa, Nicasio García, Valdemar Vázquez, Juan José Ruiz, Juan Luis y, por supuesto, Alberto. No quiero en este solemne escrito, referirme a nadie por su apelativo, no porque sea una manera irrespetuosa de 183


dirigirme a ellos de esa forma con la que lo hicimos siempre, sino porque también los nombres nombran y dicen mucho. Estaban ahí junto con otros visitantes que llegaron antes que nosotros, listos a darnos el abrazo de la bienvenida. Bajamos de la unidad los que en ella venimos: Néctar Maza, Raúl Avendaño, Beltrán Marroquín, Exén Huber Velázquez acompañados ambos de sus respectivas esposas, y yo. Una unidad semillena porque otros no pudieron viajar. Saludos, abrazos, bromas y risas… Muchas risas. Los serios también se reían, o un dejo de sonrisa se dibujaba en su rostro, pero su corazón, seguro que carcajeaba. El mercado gastronómico de Zaachila fue el lugar del encuentro. Muy a propósito para los estómagos que ya, por la hora, reclamaba alimentos. Degustamos ahí la clásica y abundante comida oaxaqueña: el amarillo, el coloradito, las quesadillas de tasajo, de hongos o flor de calabaza sazonadas, siempre, con el entrañable sabor del epazote, las tlayudas, el pan de yema acompañando el café de olla, el atole blanco o el chocolate con agua o con leche, servido, no en tasas, sino en los típicos pocillos de barro oaxaqueño. Y con más algarabía. La emoción fue tanta que olvidé pagar mi consumo, aunque, apenado lo hice al otro día en que volvimos a degustar exquisitos manjares de la gastronomía oaxaqueña. Luego del desayuno de ese primer día del encuentro, visiblemente emocionados, nuestros anfitriones nos llevaron a 184


conocer y a reconocer los que allí estudiaron, la histórica escuela de Reyes Mantecón en la que muchos de ellos cursaron su educación secundaria internos en esa vieja escuela que lucha por mantenerse erguida a pesar del paso del tiempo. ¡Cuánta emoción en los rostros de los que allí terminaron de ser niños! Con efusividad y el sentimiento a flor de piel nos fueron enseñando los espacios más queridos: el pórtico que ahora alude a la secundaria que sin omitir el mítico nombre: Escuela Secundaria Técnica Internado Reyes Mantecón, está ahí como fiel testigo de tanta historia resguardada por sus muros. La fuente engalanada con el busto del Gran Benemérito, orgullo de esas tierras. El viejo comedor, los dormitorios que ahora sirven para otra cosa… Las aulas y los campos de labranza donde se formaron bajo la férrea disciplina de sus viejos maestros. Por la semejanza con la Normal en la que después nos encontramos, la sensación de alegría y nostalgia también la compartimos. Se agradece este encuentro con el pasado que no es pasado sino presente porque está encarnado en el espíritu de cada uno de ellos que vivieron en ese espacio vital y que los convirtió en hombres. En esa mágica transformación humana. Aunque poco tiempo duró tal visita, bastó para que cada uno tomara el baño con las aguas de la remembranza que satisface la sed que da el olvido para seguir siendo, para seguir viviendo, para seguir muriendo, pero más fortalecidos. Salimos de allí. Del lugar en el cada uno de ellos vivió a su 185


modo, adoptando, eso sí, el modo del hombre que se formó en un internado, el que nos hace comunes, el que hermana. Las mágicas manos del hombre y la mujer que transforma el barro en creaciones, como replicando el bíblico relato de que de ahí provenimos, fue el siguiente punto de visita: San Bartolo Coyotepec donde la herencia ancestral, continúa dando forma al barro negro sorprendiendo a propios y extraños la magistral habilidad con que se va construyendo cada pieza. Pero faltaba la sorpresa mayor. En un salón previamente seleccionado, los hermanos de la Tierra de Juárez nos tenían preparado un programa: hermosas mujeres y jóvenes muchachos deleitaron nuestros sentidos con baile y música. Todo un festival que caracteriza la famosa Guelaguetza dedicada a los visitantes venidos del sur. Allí se lució Alberto, promotor de esa mítica cultura y creador del grupo de danza que nos obsequió este día. ¡Inmerecido regalo! La Danza de la Pluma cerró el programa para dar paso a la comida. ¡Cuánta alegría! Lástima que no pudieron disfrutarla todos. Hubiésemos querido los que gozamos de esa extraordinaria vivencia que así hubiera sido. No se pudo. Abrió Nicasio el programa leyendo las palabras que para ese propósito mandó Ignacio. Él, que no pudo estar con nosotros por el estado de salud en se encuentra, estuvo allí en sus palabras portadoras de un pensamiento lúcido y de un 186


sentimiento genuino que a punto estuvo de provocar que alguna lágrima rodara, si no es que lo hizo. Gracias, Nachito, extrañamos tu presencia física más no tu espíritu que estuvo allí esa inolvidable tarde de Zaachila como estará por siempre. Con libaciones a la salud de tantas cosas culminó el día. Doy cuenta en este relato, para que haga constar en la historia, los compañeros que, acompañados de sus familias, llegaron por su cuenta: Gilbert Rodríguez, Pedro Antonio Robledo, Mariano Sánchez, José Antonio Jiménez, Ismael Zebadua y Omar Maldonado. Sus esposas, sus hijos, nietos y demás familia fueron testigos de nuestras alegrías. Dos Llenos de orgullo, como si ellos personalmente los hubieran construido, los hermanos de Oaxaca dispusieron que el día siguiente de nuestro fraternal encuentro lo dedicáramos a recorrer famosísimos sitios que dan a Oaxaca la personalidad que como destino histórico y turístico tiene: Montalbán, Mitla y la iglesia de Santo Domingo, sin olvidar, por supuesto, el famosísimo Árbol de Tule. Muy temprano en la mañana del viernes 28 de julio, luego de la resaca que la felicidad dejó la tarde anterior, estábamos todos dispuestos a seguir deleitando el paladar y calmando el hambre en la plaza de la gastronomía. Un pocillo con caliente café de olla aromatizado con canela fue el mejor alivio. Una pieza de pan, y algo de comida para iniciar la excursión de ese día. 187


Organizados los muchachos, cada uno asumió la comisión asignada: Alberto será el guía de los que venimos en la unidad desde Tuxtla; Valdemar se llevará en su auto a los que no traen vehículo y Sabas y Nicasio se encargaran de guiar a quienes si lo traen. Salimos, emocionados rumbo a Montalbán. No importa cuántas veces se haya visitado ese histórico sitio, muestra y herencia suprema de los ancestros Mixtecos y Zapotecos precolombinos que la construyeron, Montalbán siempre sorprenderá a sus visitantes. Los comentarios, las bromas y las risas no dan pie a la reflexión sobre la majestuosidad del sitio, sin embargo, cada uno lo disfruta a su modo. Se activan las cámaras de los teléfonos celulares que, inadvertidamente vinieron a sustituir a la vieja cámara fotográfica, tomando una y otra fotografía como queriendo atrapar en esa imagen, el momento. El instante de vida que nos pertenece, ese que es nuestro y que quedara para la posteridad convertido en imagen. El recuerdo. El día avanza. Los rayos inclementes del sol que baña la planicie donde Montalbán fue construida no amilana a sus visitantes que se cuentan por miles. Y entre ese cúmulo de gente, extranjeros todos, extraños a nosotros, ahí estamos, disfrutando el momento y el encuentro que más nos hermana. ¿Habrá otra oportunidad para que estemos todos? Es la una de la tarde. Hora acordada para reunirnos y continuar el recorrido. ¿Quién falta? ¿Dónde se habrá metido? ¡Háblale a su teléfono! ¡No hay señal, ya debe estar por llegar! Por fin, ya estamos todos. ¡Vámonos! 188


Comenzamos a dejar atrás la histórica Montalbán descendiendo la montaña, el tránsito por la ciudad es lento. Una parada obligada en el mirador de la ciudad para apreciarla en su magnificencia. Referencias al festival cultural ya clásico de la Guelaguetza, bajo el moderno auditorio que ahora lo protege y que recién pasó en su edición del diecisiete. El anuncio oportuno de que no hay paso a la altura de la terminal del ADO porque un grupo de maestros de la Normal Superior que está en protesta nos obliga a buscar calles alternas de salida. La pericia de nuestros guías se pone a prueba. Llegamos al otro sitio de por sí famoso: Mitla, Mixtlan, la ciudad de los Muertos. La hora del día y el ejercicio obligan a buscar la comida. Algo rápido porque la zona cierra temprano. Una comida amena, condimentada de risas y alegría. El recorrido a los templos dedicados a personajes anónimos importantes. El asombro por el ornamento finísimo y exacto labrado en piedra que ostentan las paredes del monumental sitio. ¡Cuánta belleza que los conquistadores no pudieron borrar con espadas ni cruces y que siguen ahí, como fieles testigos de la grandeza de sus hombres de una raza indomable! Comienza el sol a ocultarse en las montañas, dando paso a la noche. Aprovechamos el tiempo para deleitar del paladar con unas nieves, las hay de todo: Besos de ángel, de mezcal, de frutas… Ni de niños las disfrutamos tanto como ahora. En el trayecto de regreso a Oaxaca nos detiene el árbol. Majestuoso ahuehuete milenario que se ha convertido en la delicia de los visitantes. Niños que apoyados con un apuntador eléctrico señalan figuras imaginarias que la ancestral corteza del 189


árbol ha diseñado: el elefantito dormido, las pompis de Thalía, la nariz de Fox, y un largo etcétera que sólo puede ver el que así lo imagina. Más fotos, más alegría que termina porque hay que continuar el recorrido. Vamos directo a la Iglesia de Santo Domingo. Ahí nos reuniremos con la idea de hacer el recorrido por el andador turístico de la capital de Oaxaca. Una finísima llovizna que cae nos lo impide, pero no impide que entremos a deleitar la vista y el espíritu con la basta ornamenta religiosa que encierra el templo dedicado al patrón de la ciudad. ¡Cuánta riqueza salida de las manos de los orfebres que construyeron esa gran obra! ¡Cuánta fe dispuesta ahí por quienes fueron sus constructores: nativos y españoles! No hay tiempo para más. La noche se nos vino encima. Una informal reunión en la plaza para agradecimientos mutuos y tomar algunos acuerdos. Uno sobresale: el lugar y fecha para el próximo encuentro. En San Cristóbal de las Casas será el siguiente. Abril del dieciocho nos espera. Los abrazos que nos llevamos será la motivación para allá vernos.

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XLVII Antipedagógicas. Relatos de lo que no debe hacerse en educación. En el complejo mundo de la escuela pasa de todo. Desde experiencias ejemplares que honran y hacen digna la profesión docente y contribuyen a formar y a instruir correctamente a los alumnos, hasta hechos vergonzantes y vergonzosos que inciden en todo lo contrario. Anécdotas de lo vivido, lo visto y lo sabido que pasó en la escuela son el contenido de este trabajo. Prácticas y creencias de docentes reales con alumnos reales que sólo quieren servir de ejemplo de lo que no debe hacerse en el proceso de educar y enseñar a los niños o a los jóvenes. Contraejemplos del buen-hacer pedagógico deseable y esperado en todo quien escogió la profesión para hacerla parte de su vida. Muchas son las fuentes de donde se recuperan estas anécdotas. Algunas fueron narradas por los propios maestros que las vivieron, en una muestra palpable de autocrítica a su desempeño. Otras, lamentablemente dichas por alumnos o familias de éstos que las sufrieron en carne propia. Las más, fueron observadas desde el desempeño como supervisor escolar de quien esto escribe. El propósito de escribirlas y contarlas es una y bien intencionada, hacer público lo que muchas veces permanece oculto y callado para que sirvan como punto de reflexión personal y colectiva para mejorar lo que se hace y evitarlas. Una nueva forma de ser maestro y de hacer pedagogía puede salir de todo esto. La pedagogía es la ciencia de la educación por excelencia dicen los legos. El arte de enseñar, afirman otros. Para el 191


maestro de escuela es, esencialmente, práctica, es tradición, es costumbre. ¿Se hace pedagogía en el aula, verdaderamente? ¿Se hace ciencia? ¿Es el maestro el artista de la educación o es tan sólo un artífice de la enseñanza? Antipedagógicas no es una denostación al quehacer de los maestros. Es un relato de lo que, tal vez, sin pretenderlo ni desearlo hemos hecho en el difícil camino de educar y de enseñar a otros. ¿Maestro o cowboy del viejo Oeste? Eran sus primeros días de trabajo como maestro. Llegó a ese remoto lugar de la montaña un día, comisionado para ser el maestro de la escuelita rural que impartía educación primaria a los niños de esa comunidad. Por ser el último en presentarse ese ciclo escolar, el director de la escuela le asignó el grupo de más de cincuenta alumnos que iniciaban su instrucción primaria, el Primer Grado. Práctica, ésta, muy socorrida y arraigada en la cultura escolar. Pantalón de mezclilla ajustado a su delgado y correoso cuerpo. Camisa a cuadros, botas, sombrero vaquero y una barba de días enmarcando el rostro. Hombre de ciudad o al menos de pueblo grande y de la Tierra Caliente. Mochila al hombro sin más objetos que los de uso personal, llegó una tarde después de caminar la distancia que separa la comunidad de la cabecera de zona a la que fue comisionado. Al verlo, uno pensó que sólo le faltaban dos cosas para completar su atuendo. Caballo y revólver al cinto. Era la imagen viva del personaje de las películas Western.

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Al día siguiente, después de la presentación de rigor del nuevo maestro que el director hizo durante la formación de los alumnos antes de entrar a clases, llevó a sus pequeños, asombrados y tímidos niños a su salón de clases. Ya instalados todos en sus respectivos sitios, parado frente al grupo sin saber qué hacer, permaneció un largo tiempo. Los niños solo lo miraron. Más asustados que felices por tener maestro. Decidido, comenzó la lección en este tono - ¡A ver niños!, les dijo, alzando el volumen de su voz para que fuera escuchado por todos en esas largas filas de mesabancos de madera alineados en la improvisada aula. - ¿La ele y la a…? y el silencio de los niños aludidos fue intenso. Intercambiaban inocentes miradas de interrogatorio entre ellos. - ¡La ele y la a…! Volvió a repetir el maestro, pero ya no en sentido de interrogación sino respondiéndose él mismo a la pregunta. ¡laaaa! - La ele y la a…laaa. Repitió desesperado ante el silencio de los niños. El maestro vaquero estuvo en ese lugar sólo unos días. Nunca más volvió a saberse de él en esa zona escolar y los niños, volvieron a quedarse sin maestro. El maestro del gran cinturón Era un maestro gordo, muy gordo. Todos se preguntaban cómo habría hecho para subir hasta ese remoto lugar de la montaña para ejercer ahí su función docente. La pobre mula que lo llevó del pueblo a dónde llegó en autobús, hasta la sierra, después 193


de caminar por más de ocho horas, habrá pasado lo indecible para transportarlo. Nadie recuerda cómo se llamaba. Únicamente su imagen quedó grabada en mi memoria. Su imagen y el feo y grueso cinturón negro de enorme hebilla que usaba recurrentemente como recurso didáctico para poner orden en el aula y para “motivar” que todos aprendieran los contenidos que enseñaba. Fiel representante del precepto “pedagógico” de que “la letra con sangre entra”, el gordo profesor, no dudaba ni un momento en usarlo. Parece que sólo para eso le servía, porque para detener los pantalones en su sitio, bastaba la enorme barriga. Una silla para zurdos Las Unidades de Servicio de Apoyo a la Educación Regular USAER, por sus siglas, es la modalidad que la Educación Especial tiene para atender las necesidades educativas especiales de los alumnos de la educación básica que lo requieren y como primera estrategia de política educativa para integrar a niñas y niños con discapacidad a las escuelas. Con la atención psicopedagógica que el personal de la USAER brinda a los docentes, a las familias y a los alumnos se busca eliminar o reducir las barreras que los alumnos enfrentan para acceder a la participación y al aprendizaje que la educación escolar les proporciona. El aula de la escuela que visité ese día estaba, como tantas, con el bullicio propio que caracteriza el clima escolar de las escuelas de nuestro medio. Niñas y niños ocupados en la actividad que el docente del grupo había puesto esa mañana.

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En un rincón del aula, lo vi de pronto. Era un niño de unos siete u ocho años que se esforzaba por realizar su tarea escribiendo en su cuaderno. Llamó mi atención la posición que su cuerpo tenía en su silla de paleta que usaba como mueble. Prácticamente hecho un ovillo sobre sí mismo, el niño se esforzaba por escribir. Su naturaleza de niño zurdo que usaba la mano izquierda para hacer sus actividades le provocaba esa incómoda posición de su tierno cuerpo. A su lado se encontraba la maestra USAER. Cuando me acerqué a ellos lo primero que pregunté a la maestra fue sobre el sistema de apoyo que había diseñado para el niño, toda vez que, según ella, su condición de zurdo le impedía avanzar al ritmo de aprendizaje de los demás compañeros de su grupo. Ni el docente del grupo, ni la maestra USAER supieron darme una respuesta. Pregunté entonces si alguno de ellos sabía si en la escuela había algún mueble de esos de paleta que fuera apropiado para niños con esa lateralidad. Ambos dijeron que en la biblioteca habían visto sillas adaptadas para ese propósito. Pedí que trajeran una para el niño y todos fuimos testigos de la emoción y la correcta posición que él adoptó una vez que estuvo en su nueva silla. Ilumina de amarillo Hay colmos que colman más que otros. La anécdota que nos ocupa, es uno de ellos. Ocurrió en un Centro de Atención Múltiple, nombre que recibió, resultado de tantas reformas que los gobiernos en turno imponen en su respetivo sexenio, las 195


escuelas de educación especial destinadas a dar educación básica a niñas y niños con alguna discapacidad que, por esa condición, sus padres deciden inscribirlos allí. En cierto sentido, el profesorado que trabaja en esos centros escolares, no está teórica ni metodológicamente preparado para ser docente allí. En ocasiones, ni siquiera actitudinalmente. Algunos acceden a ellos en los procesos de cambio de adscripción que se realizan, tan sólo por el interés personal de estar cerca de su domicilio. En una de las visitas de supervisión que realicé una mañana, a uno de los grupos del CAM, observé lo siguiente La maestra se esforzaba por atender a los cinco o seis alumnos que ese día habían asistido a clases. La actividad que realizaba consistía en que los niños debían colorear unas figuras geométricas previamente fotocopiadas en papel tamaño carta. La intensión pedagógica, supongo, era desarrollar la habilidad psicomotriz necesaria para el trabajo de escritura con papel y lápiz y, de paso, trabajar los colores y las formas geométricas básicas. Hasta ahí, la actividad era más o menos adecuada, considerando las características de los niños. El asunto estuvo cuando observé a un niño que, apoyado por su papá, que ese día se había quedado como observador del trabajo pedagógico que se realiza en el CAM, muy cerca de su hijo, empeñados, ambos en hacer la actividad que, en su caso, consistía en colorear de amarillo un rectángulo. Cuando me acerqué a ellos, por el interés de saber por qué el esfuerzo de 196


ambos era distinto al de los otros, me llevé la sorpresa. El niño del caso, era uno de los alumnos ciegos que recién se había incorporado a la escuela. ¡Un niño invidente realizando una actividad propia de los niños que ven! Y ya no quiso ir a esa escuela Por los años ochenta, la Secretaría de Educación Pública en México introdujo, en forma experimental, una nueva metodología para la adquisición de la lengua escrita y las matemáticas que, una vez demostrada su efectividad se incorporó a los programas de estudio en los años noventa. Estas propuestas metodológicas de corte teórico psicogenético, develaron la hipótesis de que los niños, antes de ir a la escuela a aprender a leer y a escribir “formalmente”, han desarrollado sus propias formas de adquirir y practicar estas nociones, como resultado de la interacción inteligente que tiene en el mundo cultural y natural en el que se desenvuelven. Como por esos años yo trabajaba en los grupos integrados, opción que la educación especial creo para dar respuesta educativa a todos los niños de los primeros grados de la escuela primaria que fracasaban en el aprendizaje de la lectura, la escritura y las matemáticas, sabía y practicaba esa metodología con algunos de ellos en las escuelas de Tapachula, donde comencé a trabajar en el año de 1982, estas novedades pedagógicas. En esa década también, nació mi hija. De tal suerte que, cuando tenía entre tres y cinco años de edad, su mamá y yo poníamos en práctica esa teoría con ella. 197


Y, efectivamente, se demostraba en sus producciones escritas que comenzaba a realizar, los momentos evolutivos de representación de la palabra escrita que ella tenía. Recuerdo que, antes de ir a surtir la despensa, los fines de semana, la niña hacía su lista de cosas y su representación escrita de los nombres de los productos que anotaba en su lista, la hizo, desde el principio con una representación silábica, es decir, una grafía para cada sílaba, aunque esta grafía no fuera precisamente una letra del alfabeto que usamos. Por ejemplo, para escribir MANZANA, la niña usaba tres “rueditas” y la “leía” sin confundirse con otra “palabra” aunque tuviera el mismo número de sílabas. Así, con esta metodología, la niña aprendió a leer y a escribir sus primeras palabras. Cuando tocó inscribirla al primer grado porque ya estaba en la edad para cursarlo, nuestra decisión fue llevarla a una de las escuelas públicas reconocidas en la ciudad por su “prestigio”. Entró la niña emocionada a su nueva escuela y nosotros nos fuimos a la nuestra que estaba por el mismo rumbo. Cuando a la hora de salida de las clases pasamos por ella, pensando en lo feliz que habría estado en su primer día de clases, un gesto de muina y de coraje se reflejaba en su, ya no tan inocente rostro de niña y, una vez en el auto nos dijo con un tono de voz que no dejaba lugar para contradecirla. “¡Miren… esto es lo que hicimos!” Y nos mostró más de dos hojas de su cuaderno llenas de la ma, me, mi, mo, mu, que su maestra le había puesto como

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ejercicio de escritura. La socorridĂ­sima plana de sĂ­labas sin sentido.

XLIII Una injusta reforma.

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La convocatoria para el ingreso al Servicio Profesional Docente publicada para el periodo 2015 consideró 20 horas académicas para las asignaturas de física y matemáticas en un Centro de Educación Tecnológica y de Servicios (CETiS) adscrito en la ciudad de Tapachula. Dos jóvenes profesionistas presentaron la evaluación y resultaron idóneos para ocupar ambas plazas, según los criterios establecidos por el Instituto Nacional de Evaluación y la Secretaría de Educación Pública en el nuevo marco que norma estos procesos. Con este resultado, en agosto de ese mismo año, comenzaron a laborar en sus respectivas asignaturas con los grupos formados por 50 alumnos que la administración del Centro les asignó.

No obstante, la carencia en ese centro escolar de otros maestros que por motivos de jubilación de los que ahí laboraban llevó a la dirección del mismo a pedir el apoyo de ambos jóvenes docentes de hacerse cargo de otros grupos, además de los que, por el número de horas les correspondía, con tal de que los alumnos no perdieran su tiempo sin tener las clases completas. Así lo hicieron durante todo el ciclo escolar 2015_2016 y el periodo agosto_febrero del siguiente ciclo que también comenzó sin el personal completo; incumpliéndose así uno de 200


los rasgos de normalidad mínima que tanto se divulgó para lograr la calidad educativa. Aún cuando los noveles docentes a los que se refiere esta historia se mantuvieron conscientes de la situación laboral que mantenían en su condición de provisionalidad hasta conseguir, mediante la evaluación de su desempeño, la definitividad de la clave, no dejaron de preguntar y de preocuparse por alguna manera de hacerse de más horas para satisfacer las necesidades de la escuela y mejorar su condición salarial y laboral, sin tener la respuesta satisfactoria. En esa condición de incertidumbre continuaron laborando sus veinte horas y apoyando sin remuneración a otros grupos hasta que, en el mes de febrero del diecisiete, una noticia los dejó anonadados: ¡al CETyS llegaron dos nuevos docentes con cuarenta horas cada uno para las mismas asignaturas: matemáticas y física. Muchas interrogantes y emociones de sorpresa, coraje, sentimientos de injusticia y otras tantas se apoderaron de ellos. ¿Cómo es posible que un mecanismo de ingreso al servicio profesional docente sea así de injusto e inequitativo? Si su carácter de provisional con veinte horas, hasta cumplir los dos que la norma (anormal) establece y que les deja fuera de la posibilidad de mejorar su condición laboral incrementando horas en ese centro al que ya han apoyado, sólo porque a otros 201


les tocó en suerte hallarse en la circunstancia de tener el doble, no es injusto entonces no se entiende la justicia. Ambos son profesionales empáticos. Saben que quienes llegaron a ocupar cuarenta horas, no tienen la culpa, siempre que el mecanismo haya sido honesto. Porque han revisado la convocatoria 2016 y en ella no encontraron que para el CETiS se hubieran considerado Ochenta horas y porque saben también que, desde antes que ellos llegaran a esa escuela ya existían muchas horas vacantes que nunca fueron publicadas para el concurso. Ni ocupadas por lo menos de manera interina. ¿Generan sospecha ambos datos? Si la Ley del Servicio Profesional Docente como toda ley, es perfectible, entonces situaciones como ésta debieran considerarse. ¿O, sólo porque es ley tiene que ser así de injusta?

XLIX Tu espera, Esperanza

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Tu espera Esperanza. Tu larga y vana espera me avergüenza. ¿Qué sería de ti después de tantos años de no verte? Recuerdo el verde que teñían tus ojos. Era, como tu nombre, verde de esperanza que marchité con el injusto olvido. El olvido no tiene color. O si lo tiene debe ser gris o algo más oscuro. Te perdiste de mi recuerdo con el tiempo. Poco a poco se fue borrando de mi memoria y mis pupilas tu bello rostro. Ese rostro inocente que esperaba de mí, todo. Me esfuerzo y rememoro tu sonrisa. Esa tierna sonrisa con la que me esperabas y recibías en tu casa. La casa de tus padres que no dudaron en abrir sus puertas para albergarme a mí y a mis amigos los fines de semana. Tu rostro de piel blanca. Tu cabello castaño cortado a la altura de tus hombros. Tu sonrisa discreta y tu mirada directa que buscaba la mía para entrelazar un futuro incierto. ¿Dónde? ¿En qué momento te perdí, Esperanza? La desesperanza me atrapó ahora en que mi vida está de salida. Quisiera decorrer el tiempo. Volver atrás los más de treinta años que hemos vivido sin mirarnos. El amor no se nos hizo. Se esfumó como se pierde el viento cuando va sin rumbo. Como se pierde una gota de lluvia cuando cae en el suelo seco. Secó mi destino. Viví, es cierto. Pero no dejo de preguntarme ahora, cómo habría sido nuestra vida unidos. Te veo salir de la academia a la que ibas a prepararte para enfrentar la vida. Siento el calor de tus manos cuando me las 203


dabas para caminar juntos rumbo a la terminal de los camiones que nos llevaban a tu casa. Terán, ese pueblo que no se aparta de mis recuerdos. Siento en mis labios ya viejos, el sabor de tus besos. Las fiestas a las que íbamos. Los fines de semana en tu casa. El fútbol o las peleas de box que disfrutaba acompañando a tu padre. Las atenciones que recibía de tu madre. El cariño de tus hermanas, hermosas como tú, pero distinta cada una. Resuenan en mi mente sus nombres y sus risas. Irma, la pequeña. Maricel, la mediana. Las dos muy bellas. O bien los juegos de tus hermanitos más chicos que compartían conmigo. Ahora han de ser ya unos señores. ¿Cuánto tiempo duró nuestro romance, niña de mis recuerdos? No lo recuerdo ahora. El tiempo y el olvido se nos vinieron encima y sepultó eso que fue tan bello. Estuviste conmigo en el momento más significativo de mi vida. Ese día en que nos graduamos de maestros mis compañeros y yo. Estuviste ahí. Allí conociste a mi familia y todos se alegraron de que fueras tú mi compañía. ¡Ni una fotografía conservó de ese instante! Algo que me diga cuáles eran en ese momento tus emociones. Supongo que compartiste la felicidad que a mí me embargaba. Debí haberte besado muchas veces ese día. No se cuánto tiempo bailamos esa noche de fiesta en el Club Rotario. No sé si te llevé a casa o si volviste sola. ¿Por qué la memoria nos traiciona? ¿Será que busca protegernos del dolor que implica el abandono? Esperanza, tu nombre se asocia a la esperanza y causó, 204


absurdamente lo contrario. Desesperanza habrás sentido cuando deje de verte sin darte una justificación o una razón para no hacerlo. Salí de madrugada con rumbo a otra ciudad pata seguir preparándome ¿preparándome para qué? ¿Para perderte? Aunque en la distancia tu seguías ocupando mis sueños. Viajé algún fin de semana para estar contigo y tomarte de las manos… Tus manos tiernas, delicadas manos. Vi tus ojos y en ellos se reflejó mi imagen. Cual agua cristalina verde claro tomé el refresco necesario para regresar a mis estudios. Y ya no volví más. Me ocupé en mis asuntos de trabajo, cruel y egoístamente no tomé en cuenta tus sentimientos. “la novia del estudiante no es la esposa del profesionista” dice un absurdo refrán que yo, tal vez tomé en serio. Lo lamento. Después vinieron otras cosas a mi vida. Cambié mi circunstancia yo mismo. ¡Y tú en el olvido! Ya no tiene ningún caso lamentarme y lastimarte más abriendo una herida que se negó a cerrarse. Fui hace poco a la iglesia de tu pueblo y el dolor de tu recuerdo golpeó mi pecho. Me pregunté por ti pero me dio vergüenza buscarte. Acepté estoicamente el reclamo de tu hermana cuando la casualidad nos puso un día en el mismo camino. Me dijo que te quedaste esperando mi llegada y que así, en esa condición seguías. ¡No puedo buscarte Esperanza! No podría mirarte a los ojos ni dirigirte la palabra. No puedo hacerlo. Y no debo. ¿O sí? Dímelo tú de alguna manera. Dime que perdonas mi torpeza. Dime que no te importaría. Dime una palabra que 205


alivie

mi

tormento.

Dime‌dame

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Esperanza.


Ideas que forman palabras, Palabras que forman poesĂ­a.

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Mensajeros de amor Pensé en las nubes como mensajeras Para llevarte hasta las ventanas de tu casa mis palabras, Pero me arrepentí porque sabiéndolas lloronas Podrían dejar regado por el suelo mis amores. Entonces pensé en el viento Él, más rápido y ligero, Sería el mensajero ideal para llevarte mis suspiros Y con ellos decirte que te quiero. No obstante, lo pensé de nuevo Porque, juguetón como es, podría desviarse del camino Y llevar a otra parte el grito de amor que va a tu destino. Se lo pediré a la luna… Ella sabrá decirte en las noches cuánto te amo, Pero, ¿y si se pone en menguante y se le olvida todo…? ¿Quién podrá llevarte mis muestras de amor, entonces? Palomas mensajeras, ya no existen Una carta postal, ya no se usa Con las redes sociales: ¿Un mensaje en el whats, ¿Un video en el Facebook? ¡Falta de estilo! ¡Ya lo pensé muy bien! 208


No necesito de ningún mensajero. ¡Iré personalmente a decirte que te quiero!

Tapachula Un canto a tu encanto Espléndida ciudad Revestida de verde De luz y de humedad Es mi bella Tapachula una ciudad calurosa. Es de todas la más chula La ciudad más amorosa Flanqueada por sus dos ríos El Cahoacán y el Coatán Que traen entre sus aguas El olor del cafetal Poblada por mucha gente Que vino de otro lugar A cada uno de ellos Tú les diste su lugar 209


Mi Tapachula hermosa Bella perla tropical Al Soconusco completo Tú coronas por igual Música de marimba Se escucha allá en tus parques La Perla y la Corona Hacen eco en la ciudad Cuántas mujeres hermosas Caminando por tus calles Ellas muy jacarandosas Se pasean por tus plazas

Qué linda es mi ciudad Que entre el mar y la montaña Con el favor de mi Dios Despierta cada mañana No se podría omitir Al hablar de Tapachula Que un majestuoso guardián De muy cerca la vigila Es el volcán Tacaná 210


De donde los ríos nacen Es esa Casa de fuego Donde los sueños se hacen Uno quisiera vivir Para siempre en Tapachula Más, un día ha de partir Por eso con tristeza dice: ¡Adiós, adiós! ¡Adiós, chula!

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C H I C H I A P A S P A S Chiapas, quiero nombrarte con la fuerza de cada una de las letras que forman tu palabra. Deletrear tu nombre para hilvanar tu historia… también tu geografía. Honrarte de esta forma, en forma de poesía y agregar un canto a tanta pleitesía que hombres del pasado y algunos del presente han hecho al suelo amado. 212


La C de tus caminos por los que tantas veces llegué a tu capital, desde tu Comalapa pasando Comitán y tú Ciudad Real o por toda la Costa, desde Cacahoatán, marcaron para siempre la cruz de mi destino. Tu H, Chiapas, esa que no suena en otras partes es la que te hace vibrar como vibra el chinchín en manos de parachicos cuando baila en las fiestas de enero en la Chiapa de los chiapas o en cualquier otro lugar. La I de tus iglesias sembradas por doquier a las que tanta gente llega a expresar su fe con cohetes y con flores con pan y con café. O las de tus iguanas de allá de Mazatán, la de la vieja Izapa testigo de tu mundo o bien la de tus indios, orgullos de tu ser. La A representada en tus miles de aves que cruzan con su vuelo tu cielo siempre azul, 213


emulan los colores de esa gran bandera que voluntariamente decides adoptar. El verde en parvadas de escandalosos loros, el blanco de tus garzas que habitan tus llanuras y el rojo de cada guacamaya de tus tupidas selvas. La P que está presente en tu himno de paz y en la cruz de Palenque, esa gran capital que hombres inteligentes de la cultura Maya supieron conservar. Hay otra A en tu nombre Chiapas de mis amores, la A que por tus aguas discurre en cascadas, en ríos y en lagunas, todas de mil colores. La A de mis amores. La S de tus selvas, la S de tus sierras, la que está en tus caminos sinuosos por montañas, la S de tu suerte, la S de tu sino la S que mi padre me dio por apellido. Dos sílabas vibrantes las que forman tu nombre, que truena como truenan los rayos en tus montes anunciando la lluvia que caerá muy pronto, fecundará los campos y llegará hasta el mar. 214


Seis letras que, reunidas Así, en ese orden, forman tu geografía, tu historia y tu nombre

Un club Es un club de poetas y escritores Que se reúne un día a la semana. Un círculo de grandes relatores De muy buen corazón y mente sana. Bajo un árbol de mango se reúne Esa tropa de genial talento A compartir relatos y poesía O a escuchar un divertido cuento Cada vez más, el círculo se ensancha Como bola de nieve va creciendo, En divertida y pródiga avalancha El fraterno grupo se va extendiendo Hombres, mujeres; jóvenes y adultos Sin prejuicios y menos sin temores Platican y conviven sin insultos Hablan abiertamente, sin rumores 215


Ven tú también a compartir la savia De ese árbol que da tanta alegría Convertida en piezas literarias Que se premia con mucha algarabía.

SNTE vs CNTE Como en cualquier matrimonio Que se precie de normal El snte y la cnte viven En un conflicto total. De ilegitima la acusa A la segunda el primero Aunque sus recursos usa Malgastando ese dinero La jerarquía del snte Amafiada al gobierno No reconoce a la cnte Que reclama el contubernio La diferencia es histórica Y reclama democracia 216


Nada mĂĄs que la retĂłrica En ambas hace su gracia Al snte se le reclama Democracia sindical Pero en algunas secciones TambiĂŠn pasa algo igual Entre los pleitos de hermanos Que el mismo sistema provoca Se acaba el sindicalismo Y los derechos trastocan.

Mundo Mundo ignoto, Quiero conocerte. Mundo remoto, Quiero aprehenderte.

217


Silencio Silencio: tus dedos sobre tus labios rojos Como si fuera un beso. Silencio: Ya no soportan mis oídos, tu silencio Ni un sonido en el cel. Ni un mensaje en el watt No hay tormento más cruel Que tu silencio. Tus palabras no vienen a mi encuentro Mi corazón acongojado Y mi alma herida Lloran en silencio No mes castigues más con tu silencio Dale paz a mi vida ¡Te lo ruego!

Delincuencia Involución humana… Decadencia.

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Así Futuro inasible Presente invivible

Corrupción Cáncer de la Nación

Niñez Futuro presente Pasado que es

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Mi encanto: Chiapas Chiapas es en el Cosmos Lo que una nave al mar Es roca sobre roca Flotando sobre ígneo metal Es agua…es Tierra…es mar Es verde, de sus frondosas selvas la casa del jaguar Es el azul de la cauda de sus ríos Esos que pintan la mar Lagunas de mil colores Montañas donde habita el quetzal Comidas con mil sabores Es Tierra de cafetal Antigua herencia de Mayas Dejada allá en Palenque Lo mismo que en otros sitios Muestras de avanzada mente Es también modernidad En sus ciudades recientes Aunque esa prosperidad No llega a tantas gentes 220


El mexicano que habita En la piel de un chiapaneco Es el hombre que te invita A tomar un “comiteco” Es el árbol de cacao Que produce chocolate Con el que se hace el pozol Y se refresca el gaznate Es llanuras de maíz En sus valles y en sus montes Del que los dioses formaron A sus mujeres y hombres Saborear rica chanfaina Bolitas con chipilín O de plano butifarra Herencia del gachupin Es la taza de café Que produce el Soconusco Tierra que Cervantes quiso Ínsula que de él no fue Es leche pura, crema y queso Que en sus fincas de la costa Su buen ganado produce 221


Es el aroma del mango Olor a plátano frito Es limonada con chía Es el horneado cochito De los Altos y la Sierra El durazno y la ciruela Y de allá de Comitán Cafecito con canela Es fractura cuaternaria De aquel viejo cataclismo Que ahora nos asusta mucho Con tanto y con tanto sismo Es vieja y honda cañada Por donde el río discurre Es el cañón que los indios Usaron de sepultura Chiapas es magia y es música Que sus maderas producen Por la gracia de unos hombres Que en sus teclas reproducen De Ocosingo, queso de bola De Chiapa su buen pozol 222


De San Cristóbal sus dulces De Tapachula el amor Ese es mi Chiapas querido Así es mi Estado, señor En Tuxtla viví de niño Allí me hice profesor Chiapas, he de bendecir por siempre A tu prodigiosa tierra He de amarte para siempre Hasta que mi alma muera. 14 de sept. 2017

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Dicha En la pleamar dichosa de mi vida Cuando todo parecía abundante Apareciste, niña, consentida Dando a mi cuerpo un vigor vibrante Todo ese tiempo que te disfruté Bebiendo de tu néctar que me dabas Dulces palabras de tus labios escuché Cuando, en silencio, en mi oído hablabas. Ya pasó el empuje de las olas Ahora la calma ha vuelto a mi vida Y mi camino, continuaré a solas. Te toca a ti encontrar otro destino Ahora que la pleamar te corresponde Hazlo con decisión, y con tino.

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Chiapas te añoro (para los que están lejos de ti) Chiapas: extraño tu presencia En mi obligada ausencia confinado en las tierras en que ahora vivo. Me alejé de ti, un día, de madrugada Porque no quería ver el sol en tu alborada O, por vergüenza, que la oscura noche acompañara mi partida. Hoy vivo lejos de ti, añorando tu hermosura Distante de ti y de mi familia amada En un vano intento por salir de pobre No pensé en la riqueza que dejaba. Chiapas: desde aquí te añoro Desde estas tierras extrañas yo te lloro Deseando que el mañana se aproxime Para volver a ti, y vivir o morir en tus entrañas.

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Diáspora humana Diáspora humana ¿Por qué te expandes por el mundo de esta forma? ¿Qué buscas con afán, desesperada? ¿Asirte a qué sueño es tu esperanza? ¿Al calor de qué hoguera encontrarás refugio? Diáspora humana, Como la flor del Diente de león esparce sus semillas Así tú, entusiasmada y triste Vas dejando tu vida en todas partes. Basta la fuerza de un soplo misterioso Para regar tu simiente por el mundo Dejas tras de ti un pasado glorioso O experiencias de oprobio que te obligan. Diáspora humana Festín para gente desalmada Que se aprovecha así de esa suerte Que lleva a muchos a buscar otra morada. 226


Eclipse (21 de agosto 2017)

Cuando estaba la luna en perigeo Quiso morder al sol y quitarle un pedazo No se esperaba la pobre un pelmazo Ya que el calor del Rey estaba en su apogeo. Quemada quedó la pobrecita luna Por el beso atrevido que al rey le quiso dar Espera algún día la fortuna, De al sol poderlo, de veras, ocultar. Temerosos los hombres en la tierra Tantos mitos que llegan a inventar A sus dioses aclaman y se aferran Ni la mirada quieren levantar. Ya pasó el eclipse de este día El sol de nuevo comenzó a brillar Y la luna gozosa aún se mueve Y a la noche vuelve a alumbrar.

227


Con esto

Mi viejo me ha inspirado. Mi madre me ha amado. Con Amor e InspiraciĂłn Por este mundo he andado. Eso tomĂŠ por herencia Esas fueron mis riquezas Me las dieron con paciencia Superaron mis flaquezas.

228


En el Día de los abuelos. Surcos sembrados de experiencia, tus arrugas. Hilos de plata cristalina cubren tu frente En la expresión más pura de sabiduría. No es que ya escuches mal, escuchas con paciencia. Tu lento caminar es la forma especial de demostrar respeto a la vida. Entrecierras los ojos o usas lentes para ver con sutileza lo que está enfrente. No necesitas levantar la voz para que escuchen tus consejos, Tu voz de viejo... Tu vieja voz pausada y queda Llega más lejos.

229


Nieto Fruto del retoño que tuvimos Doble razón para vivir Evidencia de que aquí estuvimos Dulce esperanza para bien morir. Prolonga en tu ser nuestra existencia Que en tu gen llevarás nuestra semilla Cultívala con amor y con paciencia Para que puedas llegar a la otra orilla. Te toca a ti afrontar los retos de la vida No te heredamos más que los valores Que a su vez tus bisabuelos nos legaron. Camina con la frente levantada No te avergüencen tus predecesores Puesto que de ellos recibiste sólo amores.

230


Tarde en la playa Vi tu silueta correr en esa playa Dibujada por la luz del sol que ya se oculta Entre obscuros, dorados y amarillos Y entre la bruma del mar, formado por las olas. Tarde en la playa comparte su frescura Se tiñe el cielo con matices claroscuros Las aguas del mar tornan oscuras Resaltando con todo ello tu figura. Las aguas de las olas van y vienen Juegan con tu cuerpo, atrevidas, Una parvada de aves te entretiene Obsequiando placer a nuestras vidas Corres de aquí hacía allá como una niña Evitando que las olas mojen tu cuerpo Un pequeño crustáceo te distrae Y te en frascas con él en franco riña. La oscuridad de la noche se abrió paso Cayó la tarde con el sol devorado en su horizonte Arrecia el viento presagiando lluvia Tú corres a mis brazos buscando protegerte. 231


Tarde en la playa ¡Cuánta alegría! Tu risa forma parte del eterno sonido de las olas Lejos de ti todo es melancolía Abro los ojos, y me doy cuenta que hablo a solas.

Terremoto (7 de septiembre 2017) Terremoto, tan remoto y tan cercano Sismo en el abismo… Telurismo, cataclismo Choque de gigantes molestos por el líquido ígneo, magma ¡Oh! Magma La lava ardiente que movió todo Alumbró el cielo esa noche Con luces extrañas en las nubes Te mueves, Tierra, recordándonos que estás viva Tal vez herida por el líquido candente Que quema tu vientre, adolorida Y que buscas alivio con feroz rugido Que entre nosotros hace tanto ruido No nos asustes así, ¡Madre querida! Compadécete de tus hijos impacientes. 232


Marimba Marimba Madera que cimbra Timbra Vibran tus notas en el aire Donaire Don aire Madera Madura madera Madre era Marimba Suenan Resuenan en mi alma Tus sonidos Son nidos De aves cantoras en tus ramas Que amas Marimba DĂŠjame disfrutarte Tu arte Bailar al compĂĄs de mi marimba Con paz Con amor Con alegrĂ­a 233


Marimba Se cimbra Mi corazón Cuando te escucha Es mucha la alegría Sinfonía.

…y la lluvia, pertinaz, caía.

234


Marimba imba…imba Marimba… Tus ecos sonoros Surgidos de selvas Pobladas de loros…oros…oros Color de canela Del buen hormiguillo Olor a panela De allá del bajío…ío…ío Canción o lamento De tus notas nacen Pasión o tormento En tus teclas yacen…acen…acen También alegría También diversión Baile, algarabía Y mucha emoción…ión…ión

235


Marimba sonora Que un par de bolillos En manos del hombre Te sacan el brío…ío…ío

Se multiplican las voces; Se instala el silencio.

Para amarnos 236


Un rincón de la casa nos basta para amarnos Una cama King sise no hace falta para darte mi cariño Te amo en la entrada de la casa Igual que en la escalera O en la sala de estar con la tv apagada Te amo en la nevera con una fruta en tus labios Igual que en la bañera Te amo a mi manera En la cocina salpimentas los besos que nos damos Y en el comedor, de postre tus labios.

Alcatraces Alcatraces en la montaña Pintados con pincel divino Como queriendo adornar Al viajero su camino.

Prohibida 237


En las noches te sueño conmigo Y en el día quiero estar contigo Pócima encantada, elixir de vida ¿Será que, para mí, siempre estarás prohibida? Ven hechicera de amor Venga mi Ondina querida Ven a entregarme tu amor, ¡Ven a salvarme la vida!

Ciudad Cavidad desnuda Sin puertas ni ventanas Sin techos ni paredes Caverna de vida semihumana En la que se hacina un cumulo de gentes Lugar en que cohabitan Las mil contradicciones Lugar de paradojas De sueños e ilusiones.

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Hipotenusa Entre senos y cosenos nos conocimos. Por senos y cosenos nos casamos. No nos pudimos salir por la tangente, Nos parecía que era todo muy urgente. Y aunque fuimos catetos del mismo triángulo Uno se quedó en el vértice del encuentro Y el otro se convirtió en su oponente. No obstante, eso, la suma de los cuadrados De seno y coseno, siempre será uno.

239


Mujer, ¿De qué estas hecha?

Pétalos eres, mujer. De pétalos de flores perfumadas fuiste hecha Del color de los pétalos fue pintada tu boca…tus labios. Dos pétalos remataron la blancura de tus senos Y otros, distintos, fueron a parar en la profundidad de tu mirada. De pétalos está hecha tu piel, tan delicada que queda como cubierta de rocío con el agua. Diez pétalos especiales formaron las uñas de tus manos, Y otros diez remataron las de tus pies menudos. No eres una flor en especial; Mil flores matizaron tu hermosura, Como los blancos pétalos que formó tu dentadura. ¡Pétalos eres, mujer, de ahí lo delicada!

Oda a la maestra

240


Para Roxana

¿Cómo le haces, maestra para cuidar con ahínco los hijos de los otros sin descuidar los tuyos? Dime cuál es tu secreto. En dos y en mil pedazos te repartes y con todos ellos te compartes sin dejar que el descuido te domine. Enseñas con paciencia el alfabeto Les acercas la ciencia con afecto A escribir y a leer los encaminas Con matemáticas y otras cosas iluminas. Guerrera de mil anónimas batallas Victoriosa de ellas surge siempre Tu enemiga poderosa es la ignorancia Con amoroso arsenal la ahuyentas de sus vidas. Escalón tras escalón los acompañas Tendiéndoles tu mano siempre amiga Preparándolos para ascender con éxito la vida. Apartando de su camino las hortigas. No he visto monumento que te honre Pues para algunos eres la enemiga

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Por llevar la luz de la sapiencia Al túnel del oprobio en el que muchos, ya rendidos habitan. Sirva esta humilde Oda para honrarte Aunque se de antemano que no basta Para rendirte el tributo que hace falta Y agradecer lo que haces por mi raza.

Pleamar

En la pleamar dichosa de mi vida Cuando todo parecía abundante Apareciste niña consentida Dando a mi cuerpo un vigor vibrante Todo ese tiempo que te disfruté Bebiendo del néctar que me dabas Dulces palabras de tus labios escuché Cuando en silencio en mi oído hablabas Ya pasó el empuje de las olas Ahora la calma ha vuelto a mi vida Y mi camino continuaré a solas Te toca a ti encontrar otro destino

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Ahora que la plenamar te asola. Hazlo con decisión, pero con tino.

Octubre 2005 Y vuelve esta criatura abominable A construir donde no debía Se olvida que es mi cause inolvidable Por donde antaño mis aguas con libertad fluían. Octubre es el mes que complacido Me surte del líquido abundante Por esos días me verán crecido Y escucharán mi rugido impresionante. Yo soy el río Las montañas alimentan mi caudal Y me dan paso abriéndose en profundas cañadas Para llegar, por fin, a mi destino el mar.

09/19

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¡Y retiembla en su centro la tierra, Al sonoro rugir del temblor! Extraño sortilegio envuelve a la ciudad Septiembre se repite y la vuelve a azotar No le bastaron los muertos que el país ya ha tenido Ahora quiere almas nuevas, que sean almas de niños Sufrida ciudad sufrida treinta y dos años después Vuelves a cobrar más vidas sismo que vino otra vez Sueños que se desmoronan junto con los edificios Tiernas almas inocentes que cobras en sacrificio Con el temblor se sacude la conciencia de la gente Como uno sólo se une y aparecen los valientes Héroes que con osadía enfrentan la adversidad Sin embargo otros muestran nomas su perversidad Diecinueve de septiembre te vuelves a repetir Noches negras que la gente ya no puede ni dormir Solidarios con los nuestros viene gente de otros lados Quieren rescatarlos vivos a los que están enterrados Picos, palas, carretillas se mueve por todos lados Mientras que otros se acompañan con sus perros entrenados Aquí la solidaridad es el valor más supremo Enfrente la adversidad provoca dolor extremo Desde el siete de septiembre en que comenzó a temblar La gente muy temerosa no puede ni trabajar México, cómo me dueles, es mucho tu sufrimiento Yo no sé cómo soportas todo ese padecimiento.

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Preguntas de un niño

¿Por qué el mar es tan grande, Abuelo? ¿Por qué se rompen las botellas de vidrio? ¿Por qué flotan las burbujas? ¿Por qué el agua apaga el fuego? ¿Por qué? ¿Por qué?

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Musicalidad

Tiri lín tiri lín la marimba Tirilón tirilón el acordeón Laralá, laralá la trompeta Laralón, laralón el saxofón Sale de los metales bella música Brota de los teclados bello son Tiri lín tiri lín la marimba Tirilón tirilón el acordeón Laralá, laralá la trompeta Laralón, laralón el saxofón

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Matemรกtica 1X8+1=9 12X8+2=98 123x8+3=987 1234X8+4=9876 12345X8+5=98765 123456X8+6=987654 1234567X8+7=9876543 12345678X8+8=98765432 123456789X8+9=987654321 Enigmรกtica

Amor Arma Mortal Omnipotente Rauda

Celos 247


Cielo nublado Mente obnubilada Celo obcecado ¿Quién puede vivir así, atormentado?

Silencio Silencio: tus dedos sobre tus labios rojos Como si fuera un beso. Silencio: Ya no soportan mis oídos, tu silencio Ni un sonido en el cel. Ni un mensaje en el watt No hay tormento más cruel Que tu silencio. Tus palabras no vienen a mi encuentro Mi corazón acongojado Y mi alma herida Lloran en silencio No mes castigues más con tu silencio Dale paz a mi vida ¡Te lo ruego!

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Contenido Introducción 1.- Reflexiones 2.- Ensayos, relatos y cosas parecidas. I.- Peteando II.- Inclusión y exclusión educativas, dos caras de la misma moneda. III.- Ella IV.- Rosas blancas V.- cuentero precoz VI.- Si vas, vamos. VII.- Vaca comidezope VIII.- La danza de los Toros IX.- 29 de mayo X.- La pugna XI.- La Chikonkunya XII.- Burbujas XIII.- Juventud sin futuro XIV.- Palabras de bienvenida al Foro y Encuentro dela Red de Familias con hijos con discapacidad. XV.- Una visita celestial. XVI.- Calavera a los del “palo de mango” XVII.- Otra calavera XVIII.- Un ejercicio XIX.- A ningún lado 249

7 9 19 24 29 34 40 45 53 55 59 61 63 65 67 68 71 77 80 81 83


XX.- Lo educativo en crisis XXI.- Formación prelaboral XXII.- Didáctica de la implicación XXIII.- Dos modelos educativos confrontados XXIV. Durante otro viaje XXV.- Bertha XXVI.- La CNTE XXVII.- Reforma energética XXVIII.- La (I)legitimidad de una reforma XXIX.- El desarrollo del razonamiento en el niño preescolar… XXX.- Crónica de un reencuentro XXXI.- Bernardino XXXII.- Para una evaluación necesaria XXXIII.- Oda al Árbol de Mango XXXIV.- En un cumpleaños XXXV.- Cotidianas XXXVI.- De individuo a persona… XXXVII.- Una reflexión para los que escriben XXXVIII.- Un sueño XXXIX.- Cuando me muera XL.- Sus compañeros XLI.- Un viaje a la montaña XLII.- Veintiséis de diciembre XLIII.- Apúrate! XLIV.- Milpa-conejo-hombre…Hombre-conejo-vida

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84 86 90 93 95 98 104 107 108 112 120 129 132 136 139 141 142 148 150 153 155 158 163 168 172


XLV.- Otras Katimatikas. XLVI.- Zaachila, dos mil diecisiete… XLVII.- Antipedagógicas XLVIII.- Una injusta reforma XLIX,. Tu espera, Esperanza

175 183 191 200 203

3.- Ideas que formas palabras, palabras que forman poesía.

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Tabla de contenido.

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