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Ensayo- Sigamos as\u00ED

Sigamos así

XIMENA PEINADO FABREGAT

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Definitivamente no hay mejor época que esta. Vivimos en la era de las oportunidades, de la tecnología, de la libertad. Una era de cambio y superación. No entiendo cómo hay personas que se quejan de nuestros tiempos, cuando en realidad lo tenemos todo. Es decir, ¡por Dios!, ¡ahora tenemos acceso a los avances en medicina! Esos mismos que antes se desconocían, por lo cual millones de personas sufrían a diario. ¡Operaciones sin anestesia!, ¡cáncer por todos lados! Además, ¡antes las personas no tenían la opción de la modificación genética! Imagínense vivir en un mundo en donde no puedes escoger el físico de tus futuros hijos. ¡Qué espanto! De verdad que admiro nuestros tiempos. ¡Sigamos así! Sí. Sigamos impulsando a los hijos a absorberse con la tecnología. Que la tecnología los críe, de esa manera los padres tendrán menos peso sobre sus hombros. ¡Que milagro que existen las tabletas electrónicas! Ahora ellas cumplen la función de las molestas niñeras. Es un alivio, es decir, a quién le gusta estar cuidando de sus hijos todo el santo día. Los niños son molestos,

en verdad. Siempre lloran, se quejan y se la viven rogando a los padres para que jueguen con ellos. Es muy cansado, y todos los padres de familia coincidirán conmigo. Pero, ¡buenas noticias!, ahora, con las tabletas electrónicas, no tenemos que esforzarnos con los infantes. Los berrinches, los lloriqueos y la intensidad se esfuman al momento en el que los niños ponen los dedos sobre la pantalla. Es más, ya ni nos fastidiemos con la cansada tradición de leerle cuentos a los niños por la noche antes de dormir. ¡El Ipad puede hacerlo fácilmente en una aplicación! ¡Qué bendición! Sigamos así e incrementemos nuestra comunicación en línea. ¿Por qué

hablar con una sola persona cuando puedes hablar con todos tus conocidos al mismo tiempo? Tenemos que admitir que las pláticas cara a cara son algo cansadas; normalmente tenemos que esforzarnos para prestar atención y a veces tenemos que fingir para no quedar mal frente a alguien. Pero el celular… ¡es maravilloso! Puedes hablar con quien sea y al mismo tiempo tienes la libertad de contestar a tus tiempos sin que nadie te presione. Uy, y para el coqueteo ni se diga. Es más fácil armarse de valor cuando no estás viendo directamente a la persona que pretendemos.

Ya no hay necesidad de repasar una y otra vez en el espejo la conversación; ya no hay necesidad de estar sufriendo por nerviosismo. ¡Y más maravillosas aún son las relaciones que se conocen en línea! Muchos de ellos ni siquiera se conocen en persona, pero aun así se aman. No le veo nada de malo a eso, al contrario, todos deberíamos de ser así. ¿Para qué dejamos que nuestras parejas absorban nuestro tiempo en incómodas citas en donde además uno tiene que pagar una buena cantidad de dinero para poder llevarlas a cabo?

Sigamos conservando nuestros buenos recuerdos en fotografías. ¡Qué maravilloso es presenciar algo hermoso y poder capturarlo en un video o en una fotografía! Ya no tenemos que estar intentando absorber todo con nuestros ojos para poder grabarlo con la memoria. Es más, ya ni tenemos que ver un espectáculo o un concierto. Es preferible y más cómodo para todos si en el momento del evento nos dedicamos únicamente a tomar millones de fotos y videos para después tenerlos encerrados en el celular para siempre. De esa

manera, los recuerdos jamás se irán de nuestra memoria. Los tendremos ahí, apretujados por toda la eternidad para poder disfrutar de la experiencia a través de ellos. ¡Y aún mejor!, ¡los podemos compartir en las redes sociales para que todos nuestros amigos los vean! Porque, la verdad, lo más importante es dar a conocer que fuiste al evento en primer lugar. Es más importante eso que el evento en sí. ¿Si vas a una fiesta y nadie se entera, ¿cuál es el chiste entonces? El punto es que nuestros conocidos lo vean, le den like, y después comenten entre sí sobre lo cool que somos por haber ido.

Son una bendición las redes sociales. Mediante ellas nos podemos dar a conocer al mundo. Decimos lo que pensamos, lo que estamos haciendo, lo que hicimos ayer, con quién estamos, qué nos gusta, qué no nos gusta, desahogarnos, reírnos, llorar… Quien necesita de la convivencia en persona cuando podemos convivir y hacer muchas otras cosas más en las redes sociales. Piénselo bien, de hecho, las redes sociales nos ayudan. Estas maravillosas herramientas virtuales, en efecto, hacen que nos volvamos más populares. Al exponernos en ellas, nos adentramos a la sociedad actual. Sólo teniendo una puedes

tener una vida normal, la verdad. Por qué, ¿cuál sería el caso de tomarnos una fotografía en donde salgamos apuestos cuando nadie la va a ver? Tenemos que admitir que el punto de esas fotos es demostrarle al mundo lo encantadores y deseables que somos. Lo mismo sucede en las reuniones sociales. Claramente no tiene caso ir a una fiesta si no sales con evidencias de que estuviste con tus amigos tomando y pasándotela increíble. Al subir las fotografías con nuestros amigos la gente se percata de que, en efecto, somos personas que tienen muchas amistades; y al notar eso, nos volvemos aún más deseables. El control de nuestro estatus social, por primera vez, está en nuestras manos. Sigamos rompiendo las estúpidas costumbres impuestas por las generaciones pasadas. Ya evolucionamos. Ya no tenemos que estar comprometiendo nuestro cuerpo a una sola persona. Es más, en las series de televisión y en las películas se impulsa mucho a la poligamia. Y, ¡qué bueno que lo hacen! Porque de no haber sido por ellas, nunca nos hubiéramos podido escapar de los frustrantes compromisos. ¿Para qué acostarse con una sola persona cuando lo puedes hacer con el número de personas que quieras? A eso lo llamo plena libertad. Me es impensable el hecho de que antes las personas debían mantenerse con la misma persona durante toda su vida. Qué suplicio. Llegaremos a un punto en donde el matrimonio cesará de existir. Es lógico. Es evolución. Seguiremos teniendo la oportunidad de procrearnos, pero sin tener que estar atados a una sola persona por la eternidad. Pero para cuando ese momento llegue, tenemos mientras tanto el maravilloso acto del divorcio. Actualmente todos parecen hacerlo.

Antes, el divorcio era muy mal visto, pero ahora se comprende completamente que muchas veces es necesaria la separación. No me imagino la presión por la que pasaban los novios ante la decisión de contraer matrimonio con alguien. Seguramente lo pensaban una y otra vez. Era una decisión de vida o muerte; pero ahora ya no tenemos que sufrir tanto por ello, ya que ante cualquier conflicto podemos acudir a la instantánea disolución del matrimonio. Ya no hace falta vivir a lado de una persona eternamente arrepentidos. En un dos por tres nuestros problemas se esfuman y podemos volver a zambullirnos en el mar de la soltería, con la página en blanco, en busca de nuestra próxima presa. Sigamos desgastando el planeta en donde vivimos, al fin y al cabo seguramente en el futuro habrá la opción de mudarse a otro. No es necesario que agotemos nuestra energía reciclando o haciendo el enorme sacrificio

de optar por la caminata en lugar de la cómoda opción del automóvil. Si es que hay en verdad un Dios, este lo que más querría es que nosotros gozáramos del fruto de la tierra que Él mismo nos dio en un principio. La tierra existe para ser explotada a nuestro parecer. Sería algo ilógico que pusiéramos en pausa todas nuestras actividades sólo para conservarla. No niego que exista la contaminación, pero, ¿para qué cuidarla si no nos afecta directamente? Se podrán morir los ecosistemas y los animales se podrán extinguir, pero a nosotros nos falta mucho para llegar a esa crisis. Falta tanto tiempo para que este fenómeno nos afecte, que es mejor no pensar en eso.

Sigamos viralizando el uso de las drogas y el alcohol. Bien sabemos que esos temas son los que más nos interesan, y por esa misma razón son estas adicciones las que protagonizan actualmente los medios de comunicación masivos. La vida es para vivirla, ¿cierto? No hay nada más grato que pasar una buena tarde drogados o ebrios con los amigos. Todos estamos de acuerdo en que ninguna buena historia ha comenzado con un “bueno, entonces estaba comiendo mi ensalada cuando…” ¡No! El dulce alcohol es el motor de esos buenos momentos; ¡y de las drogas ni se diga, porque estas son aún más gloriosas! Aceptémoslo: la vida es monótona, rutinaria y aburrida. Sin estas substancias no habría sentido alguno en vivir, y de esto mismo se han estado dando cuenta las generaciones más recientes. De hecho, los jóvenes aprenden cada vez más rápido a divertirse. Ahora, los niños de 12 años se divierten tan bien como lo hacían antes los jóvenes de 21. ¡Dichosos ellos que han experimentado desde antes los placeres más grandes de la vida! Ignoremos las molestas “advertencias” que se nos plasman en los consultorios médicos o en los centros de salud; bien sabemos que esa publicidad sólo quiere engañarnos para que no podamos disfrutar del fruto prohibido que tanto se ha luchado por legalizar. Sigamos así, actuando como si no nos distinguiéramos de los animales. Sigamos así, echando por la borda todas nuestras tradiciones, cuya única función es la de limitarnos en nuestras acciones. Sigamos así, tratando de excluirnos del mundo real para poder adentrarnos al fabuloso universo virtual. Sigamos así, persigamos nuestras metas sin dejar que nadie se interponga en el camino. Sigamos así… sigamos destruyendo la poca humanidad que nos queda.

grato que pasar una buena tarde drogados o ebrios con los amigos. Todos estamos de acuerdo en que ninguna buena historia ha comenzado con un “bueno, entonces es- taba comiendo mi ensalada cuando...” ¡No! El dulce alcohol es el motor de esos buenos momentos; ¡y de las drogas ni se diga, porque estas son aún más gloriosas! Aceptémoslo: la vida es monótona, rutinaria y aburrida. Sin estas substancias no habría sentido alguno en vivir, y de esto mismo se han estado dando cuenta las generaciones más recientes. De hecho, los jóvenes aprenden cada vez más rápido a divertirse. Ahora, los niños de 12 años se divierten tan bien como lo hacían antes los jóvenes de 21. ¡Dicho- sos ellos que han experimentado desde antes los placeres más grandes de la vida! Ignoremos las molestas “advertencias” que se nos plasman en los consultorios médicos o en los centros de salud; bien sabemos que esa publicidad sólo quiere engañarnos para que no podamos disfrutar del fruto prohibido que tanto se ha luchado por legalizar. Sigamos así, actuando como si no nos distinguiéramos de los animales. Sigamos así, echando por la borda todas nuestras tradiciones, cuya única función es la de limitarnos en nuestras acciones. Sigamos así, tratando de excluirnos del mundo real para poder adentrar- nos al fabuloso universo virtual. Sigamos así, persigamos nuestras metas sin dejar que nadie se interponga en el camino. Sigamos así... sigamos destruyendo la poca humanidad que nos queda.

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