Rodolfo Angulo/Cuartoscuro
Pronunciamiento Carmen Aristegui Febrero 9, 2010; Casa Lamm
Frente al súbito despido de la periodista, las audiencias de muchas partes del país quisieron saber su propia versión. La conferencia del miércoles 9 atrajo a muchos radioescuchas y a medios de comunicación del país y extranjero. En su comunicado, la periodista expone su punto de vista pero sobre todo reivindica el derecho de los periodistas a preguntar; y de igual manera reclama el ejercicio de la libertad de expresión y el derecho de las audiencias a estar debidamente informadas. Reproducimos algunos fragmentos del texto leído por Carmen Aristegui aquella mañana. Muy buenos días amigos ciudadanos, colegas y periodistas:
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e permitiré dar lectura a un texto que escribí para asumir una postura pública en torno a mi despedida del noticiero matutino de Noticias MVS, asunto que generó múltiples muestras de solidaridad que agradezco. Éste es un suceso que -si bien afecta la vida profesional y laboral de un grupo de personas-, tiene una trascendencia mayor. Quiero pronunciarme acerca de este hecho que impacta de diversas maneras a la sociedad mexicana. Una sociedad que en estos días y horas dio muestras de determinación y capacidad de respuesta frente a un hecho que la agravia y lesiona sus derechos fundamentales. La vigorosa, fuerte y decidida voz de miles de personas en las redes sociales, así como las manifestaciones en la calles son un gran acontecimiento. La gran noticia de que estamos vivos; que los mexicanos a pesar de la violencia, muerte y horror que nos acompañan todos los días, estamos aquí para reconocernos en el espejo y luchar por un México mejor. El tema nos pega a todos. No sólo se nos afecta a nosotros como profesionales y a los ciudadanos a los que se les quita un espacio; se afecta también a este medio de comunicación y al grupo empresarial que desarrolla diversas actividades productivas a favor del país y fundado por uno de los hombres más queridos y respetados de la industria como fue Don Joaquín Vargas Gómez. Lamento sinceramente que sus nombres estén siendo acribillados en las redes sociales por la decisión tomada. Tenemos que preguntarnos por qué y cómo sucedió. El pasado viernes 4 de febrero, haciendo uso de mi libre derecho de expresión, formulé un comentario editorial que aludía a un incontrovertible hecho noticioso. A raíz de lo ocurrido en la Cámara de Diputados el día anterior, cuando un grupo de legisladores exhibió una manta mostrando la foto de Felipe Calderón con los ojos enrojecidos, en la que se leía: “¿Tú dejarías a un borracho conducir tu auto? ¿No, verdad? ¿Y por qué lo dejas conducir el país? Naturalmente se
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produjo una gran rispidez que ocasionó suspender la sesión en el recinto legislativo. Había ahí una historia que contar a nuestras audiencias. Reconozco que el cuestionamiento era duro, pero de ningún modo injurioso o difamatorio; tampoco se transgredía en ningún punto al código de ética que ha sido aludido. Era simple y llanamente la formulación de una pregunta válida, misma hecha por una periodista cuya intención quedaba perfectamente delimitada. El estado de salud y grado de equilibrio de un mandatario, que, por supuesto, es un asunto de claro interés público. La sociedad mexicana tiene derecho a saber con certeza, sin ofensas, sin caricaturizaciones acerca de las condiciones de salud de quien ha tomado y seguirá tomando todos los días decisiones gravísimas que impactan sobre el destino de una nación. Se dijo que el motivo de mi despido fue haberme negado a ofrecer una disculpa y transgredir el código de ética, lo cual es falso y se convirtió sólo en una coartada. En este momento no sólo no rectifico ni me disculpo, porque no hay nada que disculpar, sino que, por el contrario, ratifico la pertinencia de que la Presidencia de la República se manifieste al respecto. Personalmente lamento que el Presidente y su familia se hayan sentido ofendidos por el cuestionamiento; no hubo ni hay en la formulación de mi pregunta ninguna intención o ánimo de ofender. Es claro que así ocurrió, pero aún así la pregunta sigue vigente. El ejercicio del poder hace que las figuras públicas sean sujetas a escrutinios e interrogantes a los que no estarían sujetas otras personas por razón, precisamente, de sus responsabilidades y del impacto de sus decisiones. En una democracia es parte del juego: ¿por qué en México se castiga con el despido a una periodista que se atreve a preguntar; por qué en México los empresarios de los medios pueden ser sometidos a presiones indebidas para que silencien a sus comunicadores; por qué la sociedad mexicana se tiene que conformar con una sola visión de las cosas; por qué fatalmente tenemos | marzo 2011
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República. Ahí está, por ejemplo, una tele bancada en el Congreso, algunos sujetos reguladores capturadas por sus regulados. Como nunca en la historia del Estado mexicano se han dejado crecer a estos poderes en México que han llegado al punto de querer también apropiarse de la propia Presidencia de la República. De otra manera no se explicaría la multimillonaria inversión que han hecho de construirle una candidatura presidencial al gobernador mexiquense. El trasfondo de lo sucedido en nuestro caso y que ha generado todas estas reacciones tiene que ver, precisamente, con este clima. Por esa razón es que una empresa decide, en sentido contrario a sus intereses, cancelar en el momento de mayor expansión, mayor prestigio, mayor influencia, un espacio de información crítica, de debate y opinión que ha sido valorado por anunciantes y audiencias… Por eso toma una decisión suicida. Joaquín Vargas sabe perfectamente que yo no infringí ningún código de ética… sabe lo que sucedió; que fue una coartada… sabe- porque las sufre todos los días- de las razones verdaderas que están detrás de esta decisión que está a punto de costarnos la cabeza; y digo a punto porque voy a plantearle una salida digna, decorosa e inteligente. Ya sabrá si la toma. La Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), ha dicho que nuestra salida del aire es una pésima noticia para la sociedad mexicana. La decisión tomada es desafortunada para todos. El país no está más para seguir perdiendo los espacios que hemos ganado; el país no está para que nos sigan regateando los derechos que nos pertenecen. México atraviesa por un momento crítico: el nivel de descomposición, de violencia y de debilitamiento institucional es profundamente grave como para quedarse parado. No nos puede ganar el pasmo cuando el futuro de México se ha ensombrecido… Necesitamos estar informados, en alerta, críticos; no nos podemos dar el lujo de tirar por la borda lo ganado ¿a cuenta de que lo justificaríamos? Tiendo la mano y escucho a los que están en la calle y me dicen “tienes que regresar”. Estoy dispuesta a regresar al aire este próximo lunes, siempre y cuando se cumpla una condición básica y única: que MVS anuncie que retira de forma oficial el comunicado emitido junto con mi salida en el cual afirma falsamente que “transgredí” nuestro código de ética y que promoví la difusión de rumores como noticias. Si MVS acepta hacerlo, se reconocerá tácitamente la naturaleza real de lo sucedido; eso sería suficiente. Joaquín sabe muy bien que mi integridad profesional y ética nunca estuvo en entredicho realmente; fue una coartada para tomar una decisión que le imponían; el verdadero problema está en otro lado: regresemos al aire y quedará evidenciado. A partir de aquí cierro mi comentario, no agregaría más porque el planteamiento está formulado y lo que resta es esperar las respuestas. GRACIAS A TODOS Y BUENOS DÍAS
LIBERTAD DE PRENSA
que vivir con la existencia de un duopolio televisivo que no sólo envilece las pantallas, sino que es ya en sí mismo un poder que ha dañado la vida democrática nacional? ¿Qué clase de democracia es ésta que, debido a un comentario editorial que irritó al gobernante, se le corta la cabeza a quien opinó; por qué desde el poder político pueden llevar las cosas al extremo, escándalo, el conflicto, deliberadamente, hasta lograr hacerle las cosas imposibles tanto al empresario, como a la periodista ocasionando la ruptura; cómo es que pudieron elevar desde Los Pinos, el grado de exigencia pidiendo casi la humillación, por un hecho absolutamente sobredimensionado? ¿Cómo es que a un empresario, a quien tenemos como decente, lo llevaron a comportarse de esta manera; cómo pudieron lograr que se sintiera obligado a tal punto como para exigirme la lectura de una carta –obviamente no escrita por mí- en términos que me eran ajenos y que por supuesto no empataban con lo que dictaba mi conciencia, para satisfacer la ira presidencial? Persiste en nuestros días un elemento que condiciona y distorsiona la relación de los medios con el gobierno, que es esta discrecionalidad política en la toma de decisiones en materia de refrendo y otorgamiento de concesiones en el ámbito de las telecomunicaciones. Es ésta una de las razones fundamentales por las cuales en México no se despliega a plenitud un derecho fundamental como el de la libertad de expresión… Asuntos que deberían resolverse con la mayor certidumbre jurídica, en materia de plazos, planes de cobertura, plan de negocios y de inversión terminan siendo asuntos de decisión política y no de las áreas técnicas en la materia. En la medida en que los comunicadores y los empresarios batallan frente al gobierno, en esa medida las audiencias ganan o pierden información. Lo más grotesco y paradójico de esta realidad, es que los que más se benefician de esta herencia del viejo régimen son los grandes monopolios que ahora son capaces de mantener este diseño para evitar nuevos competidores. Y aparece de nueva cuenta la enorme responsabilidad de un poder legislativo que ha preferido el mantenimiento de reglas no escritas en lugar de una legislación moderna que dé certidumbre jurídica a los empresarios, tutele los derechos de los periodistas y garantice el derecho a la información de todos los ciudadanos. Sobre este ambiente de presión del gobierno hacia algunas empresas de comunicación actúa un fenómeno aún más grave que el antiguo control estatal sobre los medios. Se trata del debilitamiento del Estado y de sus instituciones en virtud de una supeditación política que parte desde el Presidente de la República, atraviesa las Cámaras del Congreso, amplias franjas del poder judicial, órganos reguladores a manos de nuevos poderes informales o fácticos que han logrado imponer su lógica de chantaje e intimidación que los ha llevado a niveles de audacia y en un cálculo de poder, para sustituir –por lo menos parcialmente- a poderes de la
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