Zocalo 176 octubre el fotoperiodismo en estado de guerra

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El fotoperiodismo en estado de guerra* OCTUBRE 2014

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Claire Hemery

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arís, Francia.- ¿Declive o mutación? El fotoperiodismo se ilustra hoy en día por una gran precariedad de profesionales de su sector. De cara a la competencia y a la redefinición del género, la inquietud y el optimismo, se codean. Mientras que la primavera árabe, el sismo en Japón y la crisis en Costa de Marfil revivieron el interés del público por el fotorreportaje, los profesionales del fotoperiodismo continúan advirtiendo acerca de las dificultades de una “profesión que no se acaba de morir”. En los Encuentros de Arlés en julio 2011 y después en el Festival de Fotoperiodismo de Perpiñán, Visa pour l’mage, en septiembre 2011, la atención de los medios, del público y de las instituciones, sacó a la luz un malestar persistente. ¿Son ellos una especie en peligro de extinción, como lo titulaba un reporte de la Federación Europea de Periodistas en 2009? En Francia, el declive de las agencias de fotoperiodismo se confirmó en 2011, con la nueva compra de la agencia Sipa Press por la agencia alemana DAPD. La reestructuración implica el despido de 34 de los 92 asalariados, entre ellos 16 de los 24 fotógrafos. Si la noticia ya no sorprende más, sí da, como lo explica Capucine Cousin, un golpe fatal al fotoperiodismo, acabando con la última gran agencia francesa. La agencia Sygma, adquirida en 1999 por el grupo Corbis -propiedad de Bill Gates-, fue liquidada en mayo de 2010, mientras que la agencia Gamma, retomada en abril de 2010 al Tribunal de Comercio por François Lochon, vive casi exclusivamente de sus archivos, que

representan el 80 o 90 por ciento de su volumen de negocios. Todas han padecido las mismas dificultades: la competencia de agencias filiales (AFP, Reuters, AP) y la nivelación de los precios por lo bajo. Ellas difícilmente han resistido desde hace una decena de años, diversificando sus actividades (video, difusión de archivos, renovación de ofertas y suscripciones) y apuntando a nueva clientela (ONG, empresas). “Si aún tenemos imágenes de todo lo que acontece en el mundo, se lo debemos a tres (agencias) telegráficas”, declaraba en 2001 Jean-François Leroy, fundador y director de Visa pour l’image. El desarrollo de los servicios de fotografía de las grandes agencias de prensa mundiales que son la AFP (Francia), Reuters (Reino Unido) y Associated Press (Estados Unidos) ha transformado profundamente el equilibrio de poder: el costo de equipos digitales les fue menos difícil de soportar y la mejora en la rapidez de transmisión de los clichés, del terreno en las salas de redacción, permitido por sus nuevas herramientas, favorecieron su autonomía. De cara a tal competencia -los recursos humanos y financieros de las agencias mastodontes- , las agencias de fotoperiodismo vieron el corazón de su profesión acaparado y un mercado de “venta al por mayor” de imágenes de actualidad constituirse, “en detrimento de los trabajos personales de fotógrafos comprometidos”. Es entonces, el valor mismo del fotoperiodismo y de sus producciones es cuestionado: muchos deploran el desinterés de la prensa cotidiana y de revista por la foto de reportaje, en beneficio de imágenes de ilustración o people.


cordaron la urgente necesidad de legislar acerca de las obras huérfanas y expresaron su desacuerdo por el sello PUR de Hadopi: “Han etiquetado a Fotolia, un suministro de fotos vendidas a 14 centavos la unidad, recuperadas a través de agencias poco escrupulosas. De esta forma, los fotógrafos profesionales no pueden vivir”. En respuesta a sus inquietudes, así de fuertes durante Visa pour l’image, el Ministerio de la Cultura y la Comunicación llevó a cabo, el 12 de septiembre de 2011, un aviso recordando los compromisos del gobierno con respecto de esta profesión: un fondo de ayuda a la producción a favor de la fotografía documental, anunciado en marzo de 2011 y del cual la apertura es inminente, la creación de un observatorio de fotoperiodismo y la persecución de discusiones alrededor de la proposición de ley de las obras huérfanas presentada en mayo de 2010. Frédéric Mitterrand, ministro de Cultura y de la Comunicación, declaraba en Perpiñán, el 2 de septiembre de 2011, que “si dejamos periclitar un tal modo de expresión (el fotoperiodismo) cometeríamos un verdadero crimen contra el espíritu”. Si el fotoperiodismo está amenazado en su acepción clásica, no obstante tiene perspectivas, a condición de reinventarse. Podemos así observar diversas evoluciones, que si para algunos desnaturalizan a la profesión, para otros son el futuro. La prensa dedicada al fotoperiodismo, por ejemplo, muestra cifras alentadoras: la revista 6mois, fundada en marzo de 2011 por Patrick de Saint Exupéry y Laura Beccari, los creadores del mook XXI, aumenta de 8 mil ejemplares su tiraje original de 40 mil, la revista trimestral Polka, fundada por Alain Genestar, antiguo director de la redacción de Paris Match, pasándola a bimestral en septiembre de 2011, apenas manteniendo el equilibrio en 2010.

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Pero incluso sin cuestionar estas decisiones editoriales, los fotoperiodistas se inquietan sobre todo por su remuneración. La Unión de Fotógrafos Profesionales (UPP) organizó en los “Encuentros de Arlés” en julio de 2011, una marcha fúnebre: una cincuentena de profesionales deambularon en la ciudad, vestidos con ropas de la muerte (capa negra y oz en mano) escoltando un ataúd simbolizando al derecho de autor y agitando pancartas tales como: “Fotolia”, “me ha matado” o “las imágenes libres de derechos de autor conllevan una muerte lenta y dolorosa de la fotografía”. Interpelando a los poderes públicos, sus reivindicaciones portaban, por una parte, la multiplicación de “contratos ilegales o leoninos”. Ya en 2001, Marc Laimé señalaba estas prácticas, muy alejadas de la concepción francesa de la propiedad intelectual: “los clientes (agencias o medios) se atribuyen todos los derechos de explotación y de comercialización de sus fotos, a través de una remuneración inicial, adquirida una vez por todas”. La marcha fúnebre de la UPP denunciaba, por otro lado, “la utilización abusiva de la mención DR (derechos reservados)”. Igualmente, re-

Foto: blacque_jacque

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Las agencias de fotoperiodismo vieron el corazón de su profesión acaparado y un mercado de “venta al por mayor” de imágenes de actualidad constituirse, “en detrimento de los trabajos personales de fotógrafos comprometidos”.

FOTOPERIODISMO

Jean- François Leroy, en 2009, se indignaba: “hay temas de prensa rosa que se compran a un presupuesto que permitiría enviar 12 fotógrafos a Darfur o a Chechenia”. El fotorreportaje ya no es financiado por la prensa, constata igualmente Neil Burgess, fundador de la agencia de fotografía británica NB Pictures. En una entrevista con The Guardian, él explica que en efecto los trabajos de “decoración visual” han suplantado al fotorreportaje, el cual es ahora autofinanciado, sostenido por un precio, ordenado por una ONG, o bien extracto de una obra. ¿Desinterés o simple falta de recursos? La crisis de la prensa ha incontestablemente precarizado la profesión: “en tres años, el precio promedio de la foto se ha dividido en dos”, según Béatrice Garette, directora general de Sipa Press. Ciertamente, internet ha endurecido la competencia, con el advenimiento de agencias y bancos de imágenes en línea, que proponen clichés, menudo de aficionado, gratis o malvendidos a menos de cinco euros. Aunque esas fotos no rivalizan en nada con el trabajo de un reportero, nutren sin embargo las redacciones de prensa, la imagen de ilustración sustituyendo a la imagen de información.

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Foto: Hervé Kerneis

Foto: La tribu du bubu

A las revistas y galerías especializadas se suma otro modo de difusión posible: la web, que invita a los fotoperiodistas a explorar formas narrativas inéditas.

te a sus hermanos mayores, la nueva generación ha integrado totalmente la dimensión artística dentro de la fotografía documental y de reportaje”, afirma Guillaume Herbaut, cofundador del colectivo Oeil public, en una entrevista a Télérama. A las revistas y galerías especializadas se suma otro modo de difusión posible: la web, que invita a los fotoperiodistas a explorar formas narrativas inéditas. “Desde hace tres años, vemos un cambio de postura, periodistas se meten al video, en binomio con periodistas que se convierten en autores-productores”, observa Wilfrid Esteve, presidente de la asociación Freelens, a la iniciativa de un encuentro de los nuevos medios en el Festival de Perpiñán. El documental web o las diapositivas sonoras (Diasporamas, Mediastorm), “nuevos formatos de la información visual”, experimentan también nuevos modos de financiamiento, como el crowdfunding, gracias a plataformas como Kiss kiss bank bank o Emphas.is que pueden ser una pista para los fotoperiodistas. Rauline y Caroline D’Avout, del blog de foto editado por Les Échos, les sugieren también que aprovechen las oportunidades tecnológicas, más que sufrirlas: aprovechando por ejemplo el boom de las tabletas, donde las revistas deben apostar por la imagen y su calidad, o intentando en 3D. Los fotoperiodistas están en estado de guerra, manteniéndose en hacer valer su trabajo, tanto financiera como jurídicamente. Pero el malestar viene sobre todo de una crisis de identidad que reaviva la nostalgia de unos por una edad de oro del fotorreportaje y suscita en otros el entusiasmo por los nuevos formatos multimedia.

“Rencontres d’Arles”, festival de fotografía en la ciudad de Arlés, Francia. * Texto original en francés “Le Photojournalisme en état de Guerre” publicado el 22/09/2011 actualizado el 26/09/2011 en InaGlobal http:// www.inaglobal.fr/idees/article/le-photojournalisme-en-etat-de-guerre Traducción Sacnicté M. Caballero Vázquez.

El éxito de estas publicaciones testifica un desplazamiento del fotorreportaje de prensa hacia una práctica que tiene por blanco a los coleccionistas, lo que confirma la multiplicación de galerías acogiendo los trabajos de fotoperiodistas. Algunas lo han hecho su especialidad, tales como la galería Magnum, Fait et Cause, La Petit Poule Noir , e incluso Polka la galería asociada a la revista homónima. Guillaume Binet, fotorreportero fundador de la agencia Myop y de la galería La Petit Poule Noir en París, ve en sus lugares de exposición una forma de mostrar imágenes ignoradas por la prensa. “Contrariamen-


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