Revista Zoque Nº 10

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W W W.R EVI STAZ O Q U E.C O M

R E V I S T A L I T E R A R I A / N ยบ 7/ E J E M P L A R G R A T U I T O

R E V I S TA L I T E R A R I A / N ยบ 10 / EJ E M P L A R G R AT U I T O

W W W . R E V I S T A Z O Q U E . C O M


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R E V I S T A

ZOQUE S T A F F

N Ú M E R O

10 OTOÑO 2015

La Portada Autor: Dictinio De Castillo-Elejabeytia Gómez. Título: Vida. Serie: Ilustración para Verde como el Hielo de Pedro Sánchez Negreira. Editado por: Zaera Silvar. Técnica: Mixta. Web: dictiniodecastillo.com / verboestudio.com

El Sumario 04 / NARRATIVA LA NIÑA MÁS FEA 06 / POESÍA EL MURO 08 / NARRATIVA DESDE QUE LEE 10 / NARRATIVA ALETEO 12 / NARRATIVA MICRORRELATOS 14 / NARRATIVA THE END 15 / NARRATIVA NAUTILUS CARIBE MIX 16 / NARRATIVA EL TERROR DEL OTRO 18 / NARRATIVA ROMEO SIN JULIETA 19 / NARRATIVA INDECISIÓN 20 / POESÍA A GATAS 22 / NARRATIVA SUERTE CONTRAPORTADA / Y DE REPENTE MI SUEÑO

Málaga. España © De los autores www.revistazoque.com RevistaZoque @Revista_Zoque @Revista_Zoque

ISSN 2174-565x Depósito Legal: MA 1370-2011 Edita A. C. Proyecto Zoque info@revistazoque.com

Dirección: Gabriel Vargas Zapata Correcciones: Pilar Arijo Dirección de arte: Sacha Reyes Marketing: Mary Iribarren Ayudante de dirección: Nacho Mayorga

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La niña más fea

POR Ángel Sanchidrián FOTOGRAFÍA Xavier Loquesa

Era una niña muy fea. Aunque tuviera la boca cerrada se le veían los dientes de arriba. Por eso la insultábamos y le tirábamos piedras. Lo hacíamos para divertirnos y para que supiera que no podía venir con nosotros. A veces, además de piedras le lanzábamos barro o cualquier cosa que tuviéramos a mano. Algunos simplemente se reían, pero otros se lo tomaban más en serio y estaban todo el rato persiguiéndola sin dejarla en paz. Ni una sola vez la vi llorar, quejarse o enfrentarse a alguien. Yo les habría devuelto las pedradas y les habría insultado a gritos. Ella no. Siempre estaba sola, no hablaba con nadie y nadie hablaba con ella. En los recreos se sentaba a jugar con sus muñecas y no prestaba atención a otra cosa hasta que sonaba el timbre. Un día la pillé a solas en el patio de atrás y me acerqué. Estaba sentada en el suelo dibujando en un cuaderno y no me oyó llegar. De una patada en el suelo le llené la cara y el pelo de arena. Ella levantó la cabeza y me miró, pero no dijo nada. Seguí echándole tierra, cada vez más rápido, pateando el suelo con los dos pies, mientras la insultaba y le gritaba. Le escupí y respondió volviendo a bajar los ojos hacia su cuaderno. Me quedé mirando cómo limpiaba con las manos su dibujo, como siempre, en silencio, indiferente, con el pelo y la ropa cubiertos de polvo y gravilla, y me dio pena. No sé por qué, fue de repente. Me dio lástima, me agaché a su lado y la abracé. Y entonces ella también se abrazó a mí y empezó a llorar. Muy fuerte. Sollozaba sin dejar de rodearme con sus brazos y apretarme. Justo en ese momento, gracias a aquel abrazo, aprendí a hacer daño de verdad a la gente.

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El Muro TEXTO María Ramos COLLAGE Sonia Marpez

Pistolas, amapolas y un ramo de locos en mis manos, mi solapa y mi bolsillo. Camino encadenada a un muro de piedras unidas con respuestas negativas. Es mi Berlín particular. Tus motivos, más altura. Tu despego, más anchura. Y de pronto me miras de frente, una fisura. Y deslizas tu mano por mi pelo, una grieta. La inconsciencia de mis vísceras me cuela al otro lado, serpenteando carnívora por el adobe. Y me besas mientras se desploma el edificio de aislamiento con sísmicos latidos destructivos. Y me abrazas y lo conviertes todo en arena… Antes tenía un muro, ahora tengo un desierto sin más agua que la humedad de mi aliento dibujando un SOS en los espejos.

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Desde que lee POR Rubén Rodríguez ILUSTRACIÓN Omar Janaan

Tenía razón Benito, desde que le regalé esos libros en Navidad, mi Mari está como una moto, irreconocible vaya, y mira que le gustaba poco leer, pero ahora parece que no hubiera otra cosa. Ahí viene, le voy a poner el disco ese de Bertín Osborne que tanto le gusta, esas rancheritas la ponen a mil y yo que estoy hecho un toro mecánico... ¿De dónde ha sacado ese látigo? si parece un domador de caballos, ¿qué hace? eso ha pasado muy cerca, casi me atiza; con lo poco que le gustaba leer, que se compraba las revistas cuando íbamos a la playa y solo leía el horóscopo. ¡Qué alegría más grande!, el otro día no me dejó ni ver el partido y yo “Mari espera que todavía empatamos” y ella gateando hacia mí con el cinturón entre los dientes; otro latigazo cerca, al final vamos a tener un disgusto, ¿y por qué no suena el disco de Bertín? ¿Qué hace ahora con mi cinta aislante? se está pasando ya de castaño oscuro, esta mujer está como una regadera, no creo que se le ocurra... ¿y esas esposas?, ¡genial!, ahora parezco un perrillo chico, aquí, a cuatro patas, en pelotas, amordazado y esposado a la cama, pero… ¿dónde va con esa sartén la hija de puta? ¿Quién le ha dicho que liarse a sartenazos es excitante? ¡Me cago en Benito, en los libros y en la madre que los parió a todos! Sí, y ahora que tengo el culo “morao” se pone tierna, por lo menos ya parece que suena el disco, a ver si eso la amansa como a las fieras, un momento…, eso no es música, ¿qué coño es ese ruido?, espero que no sea capaz, ¡deja eso por favor!, se suponía que era para... no, no, no... ¡ay! aaaay qué gustito, nunca pensé que... ¡no pares!, ¿esto irá a pilas o enchufado? Y yo me lo quería perder, cuánto la quiero desde que lee, verás cuando se lo cuente a Benito.

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Aleteo POR Rosa Acosta ILUSTRACIÓN Producciones 1984

Y así, tontamente, acabé pegándome un tiro. No es algo que hubiera podido prever, ni siquiera imaginar. En mis planes nunca había existido esa opción. Sin embargo, las cosas se pueden torcer como una veleta que cambia a norte, o un aguacero en el corazón del desierto; o quizás, una mirada de odio que un segundo antes había sido precedida por una sonrisa. Eso debió ser. Creo que ese gesto tuvo la culpa. Dice un proverbio chino, que el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. Y aquella mirada, desencadenó una serie de sucesos que aún hoy, no he llegado a comprender. Tenía las manos manchadas de tierra. Pasaba demasiadas horas arreglando el jardín. No me había percatado de la situación. Esa misma mañana fue al vivero a por plantas pero volvió sin ninguna. Estuvo todo el día afanada. En la cena me explicó la diferencia entre los cuidados que necesita un pensamiento y un geranio. No le presté mucha atención. Nunca lo he hecho. Después salí a fumar al jardín. Aunque no soy conocedor de las flores que moran en mi propiedad, me pareció que eran las mismas que había el día anterior; y al fondo divisé un gran agujero excavado en el césped. Entré al salón sin terminar el cigarrillo

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y con una sonrisa me preguntó: —¿Te gusta cómo ha quedado? —Sí, mucho —respondí parcamente. En ese momento, su mirada se volvió oscura como un eclipse de luna, y sentí caer todo el peso del reproche sobre mis entrañas. Sin embargo, le di la espalda y subí a acostarme. Desperté a media noche y no estaba. Me asomé por la ventana y vi una sombra en el jardín junto al agujero. Instintivamente, cogí la pistola de su estuche y bajé a buscarla. No había nadie. Me acerqué al hoyo y me pareció más profundo. Al volverme estaba allí, con las manos manchadas de tierra. Pensé que me iba a arrojar, que su intención era enterrarme y la sepulté yo. La supremacía de la fuerza física del hombre sobre la mujer siempre ha sido el origen de todos los males de la feminidad, y esa noche, determinó su suerte. Al día siguiente, la furgoneta del vivero paró junto a mi puerta. —Le traemos el olivo que nos encargó ayer su mujer. —Pensé que había ido a por flores. —Sí eso nos dijo ella, también nos dijo que usted no repararía en ello ¿Tiene el agujero preparado? —¿El agujero? —Nosotros nos ofrecimos a cavar, pero ella no quiso. Si la culpa es un parásito que vive en


tus vísceras, y la mente es el peor enemigo del hombre; un tiro puede ser la salida a una existencia de mierda. Lo peor viene cuando la bala atraviesa tu estómago y la fortuna te castiga con la vida. Mientras veo cómo se consume mi cigarro, el olivo del fondo guarda entre sus

raíces un secreto y una mirada apagada. Puede que el aleteo de la mariposa que revolotea sobre este terreno baldío, así, tontamente, desencadene una catástrofe tal, que un imbécil al otro lado del mundo nunca pueda llegar a entender.

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La Boticaria POR Carmen Quinteiro

Muer-to-pe-ro-mí-o-pa-ra-siem-pre, silabea mientras una tras otra —y hasta diez— caen las gotas dentro del vaso.

Elvis y la nostalgia POR Mary Iribarren FOTOGRAFÍA Andrea Cay

Con calma, con nostalgia. Haciendo viajes al pasado, a piel y algodón, a zapatillas y café con tertulia. Hay momentos que surgen para ser recordados. Y lo sabíamos, que todo lo vivido iba a ser fugaz pero eterno. Algo así como llenar una despensa para vivir de ella un invierno de nieve. Tus recuerdos están en botes de confitura.

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POR Jhon Arango ILUSTRACIÓN Alexandre Ríos

Pensé que era el momento perfecto: salté y este puto paracaídas se abrió. Otro día será. La imperfección no es para siempre.

Carmelita Roja POR Inmaculada Mora Cañete

Desde el colegio del barrio de Carmelita a Caperucita, por su eterno anorak rojo con capucha. De Tobías al Tobo, y más tarde al Lobo, apodo ganado por su dependencia a la heroína además de su tráfico y otras menudencias. La espera cada día en la esquina del boulevard —la acompaña—. —Hoy hay “movida”, no tires por el poblado. —Necesito ayuda Lobo, se está pudriendo en la cama. —No te preocupes, por ti… La misma puerca vida que me pidieras. Y así, no de otra manera, murió Carmela, abuela de Carmelita, de una sobredosis. Según Lobo, la mejor manera de palmarla. Nº10 OTOÑO 2015 / ZOQUE / 13


The End POR Ana Vidal

The end. Hace un tiempo descargué una aplicación en facebook: «Escribo por ti»; ya no perderé más tiempo, pensé. En realidad le vas enseñando, te pregunta cuando quiere publicar un estado y puedes corregirlo, dejarlo tal cual o anularlo. La máquina aprende. Los primeros estados eran muy básicos, muy de cualquiera, generales, no tenía nada que ver conmigo, pero poco a poco ha mejorado, han debido actualizarla. Empezó con los juegos de palabras hace un par de meses, algún relato, luego se atrevió con alguna canción y buscaba fotos para acompañar los textos, ni idea de dónde las saca, pero son de las que me gustan, sugerentes, etéreas. Y los textos, antes los corregía, después solo alguna coma, un y, un qué, pero ahora los dejo y hasta apunto cosas en mis libretas, anoto frases, escritas como si las hubiera pensado yo. Me pregunto, a veces, cómo hacen unas máquinas tan perfectas, cómo programan así, de qué inteligencia sale todo esto. Los últimos días también le dejo contestar comentarios y chat, me fascina observarla ¿observarlo? es brillante, divertida, inteligente, sin duda más que yo. A partir de hoy será la aplicación quien se encargue de todo esto. A partir de este final, que es su principio.

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Nautilus Caribe Mix POR Manuel Montesinos ILUSTRACIÓN Nacho Mayorga

Las sirenas, en cola para entrar al baño, intentan recolocarse las bragas antes de que Ulises, hooligan del sexo, pueda aprovecharse de ellas si las ve en ese estado. Fuera, el resto de criaturas se mantiene en pie gracias al ron, las rayas de sal y las algas alucinógenas. Medusa, con la lengua fuera, baila lasciva, el malparido Leviatán macho, fuma la mejor hierba del abismo y el arponero Ned tambaleándose, juega a los dardos. A los mandos de la nave, atiborrado de pastillas, el mismísimo Capitán Nemo, con la música a tope, gira el timón directo hacia las rocas.

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El terror del otro POR Elena Carrasco ILUSTRACIÓN Sergio Navarro Ruiz

El vecino del sexto se ha suicidado esta noche y creo que yo tengo algo de culpa. Estaba segura de que esa criatura nos traería problemas, su comportamiento extraviado, su forma de aparecer por sorpresa, sus rabietas. Nunca imaginé que llegaría tan lejos y eso que me avisaste. No sabes, no te lo conté para no preocuparte, las veces que aparecía en medio del pasillo sobre las once de la noche, cuando mi hijo ya estaba dormido, las veces que se colaba en mi habitación de madrugada para tirarme la mesilla de noche, enfadado. Si venía algún amigo, lo empujaba hasta hacerle perder el equilibrio, se sentaba a su lado o le soplaba en la nuca, provocando miedo, extrañeza, escalofríos. Hice todo lo que me aconsejaron, quemé incienso y romero en cada habitación después de abrir cajones y armarios, no fuera a esconderse para escapar del humo purificador, lavé el suelo con agua bendita, rocié canela en todos los muebles, nada sirvió. Recé mucho, todas las oraciones que recordaba. Anoche probé lo que tú me indicas-

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te tantas veces, abrí las ventanas de la casa y la puerta de la calle, alto y claro le pedí que se marchara, que se fuera para siempre, que no quería seguir pasando miedo ni que me asustase, lo dije varias veces, después cerré con llave. Fue tan malvado como para colarse en la casa de otro, el único que vivía


con su puerta abierta. Aquél hombre inválido, sin familia, se encontró con la presencia errante que acababa de marcharse de mi casa. Sé que me vas a decir que yo no soy responsable, quizás tenía que haber encontrado otra solución, consultar con un sacerdote, no sé, no pensé que estas

bromas pesadas provocarían terror en otros, en un hombre solo y enfermo, que no debió soportarlo, pobre. Se ahorcó. Espero que, con él, se llevara a ese ser extraño, que no lo dejara entre los muros del bloque de pisos esperando que algún otro deje abierta su casa o su alma.

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Romeos sin Julieta POR María Luisa Ríos

12:24 Eric sin Plancton Asunto: Cuando descubres que Julieta usa leotardos Si has abierto este correo eso quiere decir dos cosas: una es que ¡tío, estás muy solo! y dos, te mola la Juli. El otro día vi como la mirabas en el patio con cara de lobo famélico. Pues bien, yo, tu amigo, lo tengo resuelto y te digo, de hombre a hombre: no merece la pena. Así de simple. ¡En serio! Te preguntarás que cómo he llegado a esta conclusión. Muy fácil. Estudio de campo. Ayer, después de clase, me acerqué a esta gente en el parque. Andaban con el rollo del examen del Mortadelo. Me puse cerca, mochila al hombro, en plan interesante. Mi don natural con las féminas es mítico, te lo he dicho mil veces, paso, pero ellas miran y yo me dejo. Total, que estaba ahí, a mi bola, cuando la Juli me miró con cara de quiero tema. ¡Bah! somos colegas, sabes que no jugaría con algo como esto. A ver, fue inevitable, pensé que si hablaba con ella podría sacarle algo de información para ti, no me lo agradezcas, es lo mínimo a cambio de los apuntes de Mates. Tú eres el empollón y yo…, ya me conoces. El caso es que se acercó más de la cuenta y las manos van al pan. ¡Joder! Sí, me líe con ella. Lo siento, no quería, bueno sí, es que tengo problemas para negarme pero no te mosquees porque al final te he hecho un favor. Tío y aquí la noticia bomba ¡usa leotardos! ¿Hay cosa más antimorbo que eso? Bueno sí, las fajas de mi abuela. Además te diré que besa mal, apenas tiene conversación y va a lo que va. Tú necesitas a alguien con más clase. Pasa de ella. He preferido decírtelo así, de frente, porque como dice mi madre: “Algún día me lo agradecerás”. Espero que no te moleste. ¿Amigos?

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17:30 Eric sin Plancton Asunto: Tío contesta ¡Ya te vale! Te he llamado a casa, sé que estás ahí ¿desde cuándo sales un domingo por la tarde con tu madre la sargento? No cuela, si estás cabreado, dímelo, yo he sido sincero. Vale, besé a la Juli pero no tiene importancia, ni si quiera me gustó. Pensaba que éramos amigos, sabes que no es lo principal. En el vestuario me dijiste que pocas cosas podrían hacer que me dieses de lado. Sé que soy un desastre, que voy de chulo y demás. Perdona, te juro que no se me vuelve a ocurrir. Llámame o escribe, anda. 21:00 Eric sin Plancton Asunto: La verdad Llevo todo el día rayándome. Sabes por qué lo hice, me gustas. Di algo. 21:06 Raúl Sin asunto ¿No usarás leotardos?

Indecisión POR Charo Matas (*L*)

Eran casi las tres de la tarde y todavía no sabía lo que iba a comer ni lo que iba a hacer con su vida... Lo primero se solucionaba con dos huevos. Lo segundo, también.

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Resulta que por la noche todos mis ojos son pardos y se estiran las pupilas despertándose. Casi un millón de veces he tenido que decir que no me he colocado aún que son así, no eligen un color pudiendo tener varios. Cuando intuyo una soga pretendiendo acercarse o cadenas de luz en las muñecas, rodeados de súplicas los tobillos, se activa el escapismo que aprendió a liberarme y no miro hacia atrás ni cambio el rumbo mientras estén pisando mi camino. Pero las voces infinitas que he callado al mirarte me susurran lo que no quiero escuchar todavía. Es el resorte de la curiosidad eso que empuja las ganas de saltar, trepando por el tronco hasta una boca con nombre impropio, ideas ajenas, latidos en plena consonancia con la música, que sabe hablar también con el silencio y se sumerge a pulmón sin fuga entre las manos. Podría acabar maullando de tejado en tejado, bajo una vía láctea que me encoge la sed, hasta encontrarme cara a cara con el riesgo o contigo de frente y sin testigos.

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A gatas POR Nuria Barea ILUSTRACIÓN María i punto

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Suerte POR Carlos Buj

La buena suerte llama a mi puerta con una sonrisa en los labios. Una sonrisa llena de promesas que nunca se cumplen. Asegura que va a quedarse para siempre, pero se marcha al cabo de las semanas. Le preparo el desayuno, le doy masajes en los pies, la llevo a ver películas románticas, pero no hay forma de retenerla. A veces, ni siquiera deja un teléfono o una nota de despedida. Su recuerdo, la esperanza de que vuelva algún día, me sirve para sobrevivir por un tiempo. Como si aún estuviese tocado por la fortuna. Pero terminado ese plazo, vuelvo a la miseria. Entonces llega la mala suerte. Suele presentarse de madrugada. Habitualmente, no tiene para pagar el taxi y no pierde ocasión de pedirme dinero prestado. Dice que se instalará por unos días, pero lo normal es que se quede varios meses. Ninguna estratagema da resultado. Le doy a leer mis poemas, le sirvo el café frío, pero no hay forma de que se vaya. A veces me voy a otra ciudad, cambio mi aspecto, pero siempre me localiza más tarde o más temprano. Y si no es ella, es alguien de su familia: la adversidad, el infortunio, la desdicha, todos con la desgracia a cuesta y portadores de malas noticias. Cuando por fin se marcha, pues la mala suerte está más repartida que la buena, suspiro aliviado. Lo peor es que siempre deja la misma nota de despedida: “Gracias por todo, cariño, pronto volveremos a estar juntos”.

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Y de repente mi sueño POR David Martín de la Torre

Y de repente mi sueño, sin previo aviso ni nada, va… y se convierte en ti…


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