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DARIELA LUDLOW AMC
El cine como mecanismo de lucha
Por Kenia Carreón y Milton R. Barrera Fotogramas: ‘Ruido’
En la desesperación por saber el paradero de su hija Ger (Nicolasa Ortiz Monasterio), quien lleva varios meses desaparecida, Julia (Julieta Egurrola), se inmiscuye poco a poco en un mundo cada vez más turbio y sombrío. Esta es la trama ‘Ruido’, la más reciente película de Natalia Beristáin (‘Los adioses’, 2018).
Natalia Beristáin y la directora de fotografía ganadora del Ariel 2021, Dariela Ludlow AMC, nos revelan, a través de una historia devastadora, una realidad que azota a miles de personas que hoy en día siguen en la búsqueda de sus seres queridos.
“El tema de esta película es bastante fuerte, no es precisamente algo agradable de ver, pero sí necesario para hacer visible las injusticias que tenemos en este país, los graves problemas sociales, políticos; la ineficacia del sistema burocrático y el gran problema del narcotráfico; pero, sobre todo, la trata de mujeres, las desapariciones forzadas”.
‘Ruido’ presenta una crítica a través de temas que aunque frecuentes, no dejan de impactar por el simple hecho de ser parte de nuestro contexto actual. Uno de los principales retos para las realizadoras, fue combinar la crudeza de los eventos con una narrativa visual diferente que no se centrara en la violencia explícita. Dariela comenta que “la mayor preocupación al realizarla fue ¿cómo mostrar la violencia sin caer en lo vulgar, en el amarillismo, pero conservando lo crudo de la realidad?”.
“Natalia tenía tiempo queriendo contar esta historia, incluso, antes de que hiciéramos ‘Los adioses’ en 2018. Es una mujer comprometida con los temas sociales y por ello era muy importante hacer esta película, no sólo para ella, sino para todos aquellos que han sido víctimas”.
Con especial interés por apegarse a la realidad, se realizó una ardua investigación junto a colectivos de familias buscadoras como Vozydignidadpor los nuestros de San Luis Potosí, al conjunto de colectivos que hicieron la Okupa en la CNDH en la Ciudad de México y equipos de rastreo. Cabe destacar que estos colectivos tienen espacio dentro de la ficción para explicar su lucha y funciones.
“Estuve con Natalia desde el inicio. Nos empapamos de artículos periodísticos, documentales, pláticas con colectivos, incluso se hizo investigación con víctimas reales; sin embargo, seguía presente la interrogación de cómo abordaríamos tal problemática en escasos noventa minutos”.
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Un lenguaje propio
Una vez que la directora había concluido el guion junto a Diego Enrique Osorno (‘El alcalde’, 2012) y Alo Valenzuela (‘El comediante’, 2021), se hizo un cribado de los momentos más necesarios para narrar la historia y, a partir de ese momento, se tomaron las decisiones estéticas que mejor funcionaban.
“Al igual que en ‘Los adioses’, creamos un sistema o lenguaje consecuente con cada momento por el que transita nuestra protagonista. Empezamos por mantener la cámara estática, como si se dedicara a observar a Julia puesto que ella, de cierta manera, también se encuentra estancada en esa sensación de incertidumbre. Para este segmento hice una búsqueda grande de imágenes donde se seccionaran los cuerpos, es decir, la cabeza cortada, los brazos cortados pero no en los puntos convencionales, imágenes en las que el personaje se viera chiquito en comparación con su entorno”.
“Julia se mantiene anquilosada hasta que se da cuenta de que ninguna autoridad tomará acción y es ahí cuando ella emprende su propia búsqueda y comienza la deriva. Natalia y yo definimos a “la deriva” como una cámara que acompaña a descubrir el mundo junto a Julia. Esto lo hicimos con Steadicam para tener un movimiento fluido que se asemejara a la sensación de Julia que sigue sin saber a dónde ir. Y es que cuando alguien desaparece, ¿a dónde vas? La cámara a veces la encuentra, pero después la deja, permitiéndonos descubrir los espacios”.
El momento de la deriva comienza en la Torre Latinoamericana cuando Julia está contemplando la ciudad y una fuerte tormenta se aproxima.
“Estás entrando a un universo donde todo lo que viene después, será aplastante. Hacer esta escena, en la que la cámara parece salir desde el mirador de la torre fue posible gracias a Chucho, mi grip , quien construyó unas plataformas que entraban cuando Julia salía de cuadro lo que permitía hacer el acercamiento a la ciudad. Ya en postproducción quitaron los barrotes, pero el efecto se consiguió”.
“Cuando Julia se encuentra con las rastreadoras ya cuenta con más herramientas para saber dónde y cómo buscar. Decidimos cambiar nuevamente el estilo de cámara y preferimos usar cámara en mano para que se sintiera más enérgica”.
Todos los tránsitos en el lenguaje cinematográfico fueron diseñados junto a la directora desde el principio.
“El personaje transita a lo largo de la película por diferentes procesos emocionales; es un ir y venir, sentir que ya estás cerca, pero luego estás a la deriva y luego tienes que aprender otra vez”.
‘Ruido’ recibe este nombre por varias razones: la primera, como metáfora para representar a las voces que luchan por hacerse escuchar y hacer frente a las injusticias. De la misma manera, se usa como parte del lenguaje cinematográfico y narrativo que querían conseguir.
“Julia padece tinnitus, el cual aparece en momentos de desconcierto y descontrol dentro de la historia. Nosotras buscamos generar ese momento, que es muy inmersivo, para tratar de meternos en su cabeza. Para lograr separar esa imagen de todo lo demás, se decidió utilizar un Lensbaby , cuya característica principal es que logra dar foco en un punto pequeño dentro del cuadro, todo lo demás se distorsiona y te lleva a poner atención en una sola cosa. Este recurso se usó en varios momentos de la película, como en el desierto, con una Julia completamente sola, asfixiada por el calor y también al final de la película cuando ella despierta. Esta óptica le aporta a la imagen una sensación onírica e irreal debido a que su textura es muy suave”.