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Querido Ozzy - Arte - Música - Daniel Tristan
15 de febrero del 2022. Querétaro, México.
Querido Ozzy:
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Mi respetable y admirado príncipe de las tinieblas. No tienes idea de la cantidad de veces le di vueltas en mi cabeza a la idea de escribirte esta carta.
En primer lugar porque obviamente jamás llegará a tus manos, y si por casualidades y azares de la vida así sucediera estoy seguro de que ya no te encuentras en condiciones para siquiera descifrar ni este ni cualquier otro mensaje.
Aún así decidí escribir estas líneas pues, aunque me negara, las cartas tienen vida propia y se escriben solas. Los mensajes siempre encuentran la manera de salir a flote y se cuelan por donde sea necesario, usando al remitente como un simple canal de comunicación.
Si he decidido escribirte esta carta es por el simple y sencillo motivo de que me siento en deuda contigo y me queda claro que el tiempo se acaba. No podría irme a la cama hoy con el pendiente de no haberlo hecho y mañana levantarme con la noticia de que ya no estás.
Hay cosas en este mundo que están presentes desde mi primer segundo de vida. Desde que nací el sol sale por el horizonte todas las mañanas, sin fallar jamás. Nací y ya existía el baseball, la Coca-Cola, Chabelo, y una interminable lista de personajes sin los cuales simplemente no comprendería mi día a día. Cuando llegué a este mundo por supuesto también ya estabas tú desde hace unas cuantas década, aunque mi encuentro con tu trabajo no fue hasta ya entrada mi adolescencia.
En algún momento de mi vida dudé si tu influencia en mi fue positiva o si hubiera sido mejor jamás escarbar en la oscuridad de tu mundo. Sin duda muchas de las conductas nocivas y negativas a las cuales me acostumbré en la rebeldía de la adolescencia fueron por influencia tuya. Mientras muchos admiraban los superpoderes de Spiderman o los X-men yo crecí admirando la oscuridad del lunático que inhalaba líneas de hormigas, orinaba monumentos históricos y escupía en la cara de políticos de cuanto país visitaba.
Me acostumbré a tomar como ejemplo al personaje que puso a prueba las capacidades corporales metiéndose cantidades ridículas de cuanta sustancia se cruzaba en su camino.
Si te soy sincero, en mi adolescencia no fuí fan de tu música, incluso llegué a tomarla como una broma, como una baratija prescindible sin la cual el mundo podría continuar su rumbo sin problema. Aún así te tomé como ídolo y eso, sin duda, me cobró la factura en alguna etapa de mi vida.
Terminé sintiendo repulsión por tu persona bastantes veces, sobre todo cuando teñiste tu cabello de rubio en los 80’s y más que una estrella de rock terminaste por lucir como una de mis tías.
A pesar de todo esto me di la oportunidad de escuchar tu nuevo álbum, o tal vez deba decir “tu último álbum”, pues estoy seguro de que este disco es una despedida. Algo me dice que ya estás muerto aunque aún no te han enterrado, algo me hace saber que no sólo sientes la muerte cerca sino que deseas profundamente que te tome en sus brazos. Me bastó escuchar la primera línea de “Under the Graveyard” para entender que estás impaciente, mirando el reloj y esperando que llegue el momento: “Today I wake up and I hate myself, death doesn’t answer when I cry for help”.
Tus últimas apariciones en público te muestran evidentemente disminuído, con el cabello cano y aferrado a un bastón para poder dar pasos lentos y torpes. No te juzgo por desear la muerte, al contrario, creo que por ahora sería un alivio enorme para ti.
Si me atreví a escribirte esta carta es para decirte que asumo mi responsabilidad por mis malas conductas y por el error de haberte tomado como ejemplo. Y también hacerte saber que puedes irte en paz.
Si te dijera que hoy ponen vampiros guapos y jóvenes en las pantallas de cine, si te dijera que hoy las estrellas de rock no se atreven siquiera a ponerse el 1% de las épicas pedas que tú agarraste y prefieren vender camisetas y cosméticos en la T.V.
Aunque tu corazón aún late débilmente yo sé que ya comenzaste la travesía desde hace meses, lento pero seguro. Buen viaje viejo socarrón, déjate ir sin dudarlo. A final de cuentas hoy en día el concepto del vampirismo y la oscuridad están ridículamente abaratados y tal vez ya no haya mucho que puedas hacer al respecto.
Atentamente: Daniel Tristán.