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¿Cómo hablar de emociones con mi(s) hijo(s)?

No sólo debemos enseñar a los niños a razonar y cuestiones académicas, también debemos enseñarles a entender sus emociones y sentimientos, los cuales son tan importantes como el saber sobre matemáticas, historia, alemán, química, biología, etc.

El hablar con nuestros niños sobre emociones y sentimientos no siempre nos es fácil, pues en ocasiones nosotros mismos no identificamos lo que estamos experimentando a nivel emocional o no estamos acostumbrados a hablar sobre nosotros mismos.

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El hablar sobre sentimientos y emociones resulta muy beneficioso para los niños, el poder contar con la disponibilidad de tiempo de las palabras necesarias para expresar sus emociones, sus pensamientos más íntimos, sus enojos, su amor, etc.

El diálogo y la comunicación entre padres e hijos favorece de manera considerable la convivencia en el seno familiar y la hace más placentera. El fomentar el diálogo en la familia ayudará a que, todos, se conozcan mejor y puedan ayudarse.

Crear un ambiente tranquilo, de confianza, donde cada uno pueda expresar y experimentar sus sentimientos, emociones, su opinión, miedos y preocupaciones ayudará a construir un clima más saludable a través de la confianza y la comprensión.

Hablar con los niños sobre su día, que han aprendido en el colegio, que han hecho, con quienes han jugado, etc., sin duda es una forma de conocerlos, pero el preguntarles cómo se han sentido en el colegio, si se han sentido enojados, felices, tristes es una forma de construir un lazo aún más perdurable. Los lazos de unión más fuertes se dan cuando es mayor la capacidad de hablar sobre los aspectos más íntimos e individuales.

Reconocer que, a veces, nos cuesta hablar sobre nuestras emociones, es un primer paso para poder acercarnos a nuestros niños y enseñarles a expresarse.

Por ejemplo, ¿cuántas veces vemos a nuestros hijos y les hemos querido decir que los amamos o simplemente darles un beso?, pero no lo hacemos o nos callamos. Estos sólo son un par de ejemplos, pero nos ha pasado por las prisas, por pena, etc., la cuestión es que nos vamos haciendo los duros, soportando las tensiones o emociones, y de manera indirecta, se lo vamos transmitiendo y enseñando a nuestros niños.

Lo mejor sería permitir a nuestros niños a que rían cuando quieran reír, que lloren si así lo desea, si sufren de una injusticia pidan justicia, y cuando se equivoquen pidan perdón. Para nuestros niños nosotros somos sus principales modelos, somos los más indicados para brindarles las herramientas necesarias para que ellos se puedan expresar.

Nunca es tarde para comenzar a hablar de nuestras emociones y que nuestros hijos nos puedan decir cómo se sienten el día de hoy; esto nos hará vivir más felices. Recibir el beso o un “te quiero” de nuestros hijos nos alegra el día, imagínense hacerles feliz el día también a ellos y que se vuelva algo recíproco y constante en nuestra vida familiar.

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