
1 minute read
colaboración
ha coincidido con una nueva corriente apóstata de la cultura. La sociedad hace apología de la ignorancia y se propaga una imparable tendencia de renuncia a todo aquello que tenga el aroma de la ilustración. El analfabeto moderno es un ignorante vocacional cuyo déficit no consiste ya en no saber leer y escribir, sino en el hecho de que, disponiendo de estas capacidades, no las ejerce. Por su parte, Lotta Edholm, ministra sueca de Educación, considera que no se han constatado lo suficiente los posibles efectos que la digitalización puede tener en el aprendizaje. Añade que el abuso de las pantallas ha provocado el descenso del nivel de comprensión lectora entre los niños suecos, con riesgo de crear “una generación de analfabetos funcionales”. Por ello, ha decidido, a partir de junio de 2023, restringir la digitalización de las aulas y potenciar la lectura comprensiva. Esa misma actitud la están adoptando muchos pedagogos actuales. Por ejemplo, Patricia Zeas Alarcón destaca la urgente necesidad de la lectura reflexiva en la era digital porque suple algunas de sus carencias: desarrollo del pensamiento, de la imaginación y de la creatividad; además enriquece el vocabulario y la expresión oral y escrita. Algunas investigaciones concluyen que el regreso a la escritura a mano es aconsejable debido a los habituales mensajes de texto en dispositivos móviles. Supone mejorar la caligrafía y la legibilidad de los textos.
Advertisement