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EndlessEnigma(Enigmasinfin)

Salvador Dalí (1938)

Óleo sobre lienzo

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Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid)

En 1938 la Guerra Civil estaba en su pleno apogeo, y Dalí, aunque pasó la guerra fuera de territorio español, no podía permitir que su pincel no examinase tan cruento evento que se había llevado, entre otras muchas cosas, la vida de su querido amigo García Lorca. No obstante, este lienzo no dispone de una mentalidad combativa tan clara que había en otros artistas coetáneos como Picasso con su Guernica, si no que buscó otra manera personal de representar miserias humanas.

En la descripción formal destaca, además de los tonos ocres, grises y marrones de carácter apagado y el amarillo opaco, el hecho de la creación de 'imágenes dobles' que se superponen y que, además, son muy diversas. La atención va directamente al centro, en un complejo de figuras que obtienen toda la atención, pero la estructura interna dice mucho más; a la izquierda hay un hombre tapándose la cara, como si fuese el Pensador de Rodin, y su hombro se convierte en un galgo cuya pata izquierda es una quilla, y su parte trasera acaba siendo de un caballo.

En el centro, un rostro ambiguo se forma a través de dos ojos que son barcas, una nariz que es una cabeza de mujer de espaldas, un pelo ondulado y unos voluminosos labios que destacan entre lo desdibujado del entorno. Es el retrato de Federico García Lorca, y el entorno desoladamente onírico, la expresión del enigma sin fin que es la destrucción que conlleva la acción humana.

Dalí utiliza en este cuadro un método propuesto y refinado por él mismo, denominado ‘paranoicocrítico’, y que encarna muchos preceptos del surrealismo en su búsqueda de una creatividad que rompa los criterios estéticos y metodológicos del arte tradicional. La razón y la lógica son tan solo limitaciones, y Salvador se propone quebrarlas a voluntad a través de los envites creativos dirigidos por lo que no maneja su voluntad completamente.

Se inspiró en la psicoanalítica de Sigmund Freud en tanto en cuanto el subconsciente es el principal protagonista del método, buscando allí las motivaciones artísticas y los deseos más profundos que pueda plasmar en los cuadros.

Para llevar a cabo sus búsquedas hacía uso de técnicas como la autohipnosis, la meditación o la contemplación de objetos inanimados; la disociación y la libre asociación de ideas eran los objetivos. Como hacía el surrealismo, otras fuentes de inspiración eran los sueños y las irrealidades provocadas por distintas formas, y se puede contemplar en otras obras como ‘La persistencia de la memoria’ o ‘El gran masturbador’, presente en nuestra exhibición.

LaVerbena

Maruja Mallo (1927)

Óleo sobre lienzo

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid)

La pintora gallega Maruja Mallo es considerada una de las principales artistas de su generación, la Generación del 27, gracias a su serie de cuatro pinturas conocida como "Verbenas".

Esta artista, coincidió en la Residencia de Estudiantes con artistas como Dalí, Buñuel y Lorca, entablando amistad con ellos, hecho que se verá, de alguna manera, reflejado en sus pinturas.

Los años en los que se pintó La verbena fueron los felices años 20 y Maruja era joven y aún optimista. Sus obras eran todavía alegres y coloridas y retratan la sociedad madrileña de la época con ironía.

Esta serie combina elementos populares y tradicionales de España con la calle, creando retratos con un fuerte punto sociológico y antropológico que muestran las diferencias entre distintas clases sociales.

Además, se puede observar una gran afinidad con Valle-Inclán y su concepto de esperpento.

La tercera pintura de la serie, llamada simplemente "La Verbena", representa una festividad popular en España, posiblemente la romería de San Isidro o la verbena de San Antonio de la Florida.

Compositivamente, la pintura se divide en dos diagonales que se cruzan para crear una serie de triángulos equiláteros, aumentando así la sensación de dinamismo. Al igual que la obra de Ángeles Santos, Mallo refleja en esta pintura la forma en la que ella concibe el mundo.

Asimismo, se debe mencionar la influencia de otros artistas, como Velázquez, El Bosco y Goya, también es evidente en la obra de Mallo (Utrera, 2003)

La obra de Maruja Mallo fue reconocida y admirada por importantes artistas de su tiempo como André Breton, el sumo sacerdote del surrealismo, quien compró su obra "espantapájaros" para ponerla en un lugar de honor dentro de su colección.

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