























De acuerdo con la estrategia de negocios, el diseño de esta oficina debía mostrar la modernidad con la que fluyen los negocios multinacionales que allí se desarrollan y la solidez de una firma con una vasta trayectoria de profesionalidad, trabajo tesonero y trato personalizado. Los encuentros de negocios discurren con total transparencia, simbolizada por medio de las divisiones de vidrios transparentes azulados que integran las diferentes áreas; La calidez de las relaciones humanas del equipo de trabajo se transmite en el uso de la madera que está presente en los diferentes ambientes, e integra las áreas sociales con las de trabajo. El resultado es una oficina amplia, cálida y con visión de futuro, enraizada en la más icónica de las torres corporativas que conforman la nueva arquitectura dominicana.
A partir de la concepción del proyecto, Haché puso a disposición de los diseñadores del proyecto mismo su amplia oferta de muebles y productos de interiores con el fin de encontrar en ella el diseño que expresara mejor la imagen de la empresa. El equipo de trabajo especializado brindó un servicio integral, dando apoyo desde la concepción hasta el servicio de post-venta.
El equipo de ventas de Haché colabora en la asesoría técnica, el diseño, la selección de productos, y la supervisión de la instalación. Para el manejo del proyecto contratado, cuenta con un equipo de logística, de instaladores, y de supervisores con vasta experiencia en instalaciones de productos arquitectónicos, altamente comprometidos con cumplir en el tiempo estipulado, y con la calidad requerida.
Dentro de los productos proporcionados e instalados por Haché cabe destacar la alfombra modular de la marca Milliken - colección Color Wash de tonalidades sombrías degradadas - que juega con otras texturas del piso y, aporta confort, calidez y sobriedad a los espacios. Una vez más, Milliken demuestra que es sinónimo de innovación. Su propuesta conjuga ciencia, diseño e intuición para crear productos excepcionales que brindan función, elegancia, belleza y eficiencia.
La recepción ha sido dotada con la nueva butaca Linger de Allsteel, una elegante pieza que acomoda una variedad de posturas. Permite descansar sobre el espaldar para apoyarse y relajar el cuerpo en interacciones cortas e informales, o tome asiento para reuniones más largas, y siéntese derecho o relajado, o haga pivotear sus piernas de lado a lado. La base giratoria le permite dominar todo el espacio, y además regresa a su posición original.
Para la oficina del presidente se escogieron las novedosas sillas Clarity, diseñadas por BMW Group DesignworksUSA. Fiel a la filosofía de diseño de la reconocida casa automotriz, Clarity conserva solo los elementos esenciales que aportan forma y función. Las mesas ocasionales Belong continúan el lenguaje arquitectónico establecido. Su escultural silueta curva proporciona amplitud en la superficie de trabajo, mientras que en la parte inferior provee espacio para acomodar los pies cuando se usa esta mesa para trabajar con laptops o tabletas. El resultado es un look puro y minimalista, con piezas despojadas de todo lo innecesario, que se adaptan fácilmente a cualquier espacio, y realzan la desnudez del ambiente.
Haché agradece a Consorcio Inconef, al arq. Antonio P. Haché M. y a la empresa Licht im Raum de Alemania, por habernos permitido ser parte de esta obra, y colaborar con servicios y productos novedosos para su proyecto de vanguardia.
Extraordinaria casa originalmente conocida con el sobrenombre de la Casa Z, propiedad de la familia
Zorrilla, realizada por Tomás Auñón y Joaquín Ortiz en Jarabacoa, La Vega, RD, c.1942. Posteriormente ha sido renombrada según sus sucesivos propietarios. Es una de las piezas de arquitectura más originales, audaces y admiradas del país. Foto de Ricardo Briones.
ARCHIVOS DE ARQUITECTURA
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Argentina: Ramón Gutiérrez, Fernando Diez, Jorge Ramos, Mario Sabugo, Cayetana Mercé
Bahamas: Diane Phillips
Bolivia: Javier Bedoya, Gustavo Medeiros
Brasil: Roberto Segre (†), Ruth Verde Zein, Hugo Segawa
Chile: Humberto Eliash, Andrés Téllez, Sebastián Irarrázabal, Horacio Torrent, María de Lourdes Muñoz
Colombia: Silvia Arango, Carlos Niño Murcia, Alberto Saldarriaga Roa, Sergio Trujillo, Claudia Fadul, Daniel Bermúdez, Lorenzo Fonseca, Gilberto Martínez
Costa Rica: Bruno Stagno, Luis Diego Barahona
Cuba: Mario Coyula (†), Eduardo Luis Rodríguez, José Antonio Choy, Omar López
Curazao: Ronald Gill, Sofía Saavedra, Ronny Lobo, Michael Newton
Ecuador: Sebastián Ordóñez
El Salvador: Francisco Rodríguez
Guatemala: Blanca Niño Norton, Ana Ingrid Padilla, Cristian Vela, Raúl Monterroso
Jamaica: Patricia Green, Jaquiann Lawson, Patrick Stanigar, Mark Taylor, Robert Woodstock
México: Carlos Flores Marini (†), Louise Noelle, Fernando Winfeld, Jaime García, Eliana Martínez
Panamá: Silvia Vega, Eduardo Tejeira Davis, Sebastián Paniza, Carlos Morales
Paraguay: Jorge Rubiani
Perú: Pedro Belaúnde
Puerto Rico: Manuel Bermúdez, Segundo Cardona, Luis Flores (†), Emilio Martínez, Ricardo Medina, Andrés Mignucci, Jorge Rigau, Enrique Vivoni
Rep. Dominicana: Rafael Calventi, Eugenio Pérez Montás, Esteban Prieto Vicioso, Mauricia Domínguez, Omar Rancier, José Enrique Delmonte, Lowell Whipple, George Latour, Marianne de Tolentino
Suriname: Jacqueline Woei A. Sioe
Trinidad y Tobago: Mark Raymond, Jenifer Smith
Uruguay: Sebastián Schelotto, Conrado Pintos, Nelson Inda
Venezuela: Francisco Feaugas, Ramón Paolini, Enrique Larrañaga, Martín Padrón, David Gouverneur, Federico Vegas
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Honolulu: William Chapman
Miami: Roberto Behar, Andrés Duany, Elizabeth Plater-Zyberk, Rafael Fornés, Carmen Guerrero, Luis Trelles, Teófilo Victoria, José Gelabert Navia, Jean François Lejeune
New York: Joaquín Collado, Rafael Albert, Germán Pérez, Rafael Álvarez
Washington D.C.: Aurelio Grisanti, Francisco Ruiz
COMUNIDAD EUROPEA
Austria: Mayra Winter
España: Antonio Vélez, Lluis Hortet, Oswaldo Román, Víctor Pérez Escolano, Juan Antonio Zapata
Francia: Kyra Ogando
Italia: Carmen A. Corsani, Stefano Topuntoli, Julia Vicioso
Suiza: Marilí Santos Munné
ASIA
Japón: Cathelijne Nuijsink
AAA © es una edición trimestral. Publicada en marzo, junio, septiembre y diciembre.
Santo Domingo: Número 54, marzo 2015.
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CARIBBEANA
Obituario:Almaestroquesefué:CarlosFloresMarini
Biblioteca:Arquitecturasinorillas:Laraízrioplatense
ArteCaribeño:Caribealucinante:RegistrocartográficodeSantoDomingo
ARQUITECTURAMODERNAENLAREPUBLICADOMINICANA,2da ENTREGA:MODERNIDADREGIONAL
Mauricia Domínguez Rodríguez
ResidenciaNadal/CasaZ(Zorrilla,Ricart,Barceló,Sierra)/ResidenciaArmenteros/ResidenciaOcaña
ResidenciaFaber(BenítezRexach)/InstitutoEscuela/ResidenciaVitienesColubi(LaTorre)
ResidenciaMolinari(VillaMango)/ResidenciaJaimePol(hijo)/ResidenciaAlfredoRodríguez/AlmacénBarceló ResidenciaRamírezGarcía-Godoy/AlmacényviviendaJulioSantos(EdificioSantos)
EnsayoHistórico-Crítico:MetamensajevisualenlaarquitecturadelCaribe: LaFeriadelaPazyConfraternidaddelMundoLibre[Apuntesparasuvalorización]
José Enrique Delmonte / César Al Martínez
FeriadelaPazyConfraternidaddelMundoLibre(hoyCentrodelosHéroesdeConstanza,MaimónyEsteroHondo)
Gustavo Luis Moré
Como ciertos números, cada cierto tiempo, AAA054 llega con un perfil heterogéneo. La sección Caribbeana, en particular, ha sido sorpresivamente rica: durante los meses de preparación recibimos varias colaboraciones, sobre todo, dos destacables, remitidas desde el Cono Sur. Hemos hecho una reseña larga del magnífico acercamiento realizado por un grupo de colegas argentinos y uruguayos, aquí representados por Jorge Ramos de Dios y Jorge Hampton, y que produjo una muestra y una publicación sobre el sugerente tema de La Raíz Rioplatense, una suerte de especulación enfocada en explorar los rasgos comunes que vinculan las naciones situadas a orillas de este mítico río. Esta idea, de alguna manera muy apropiada para la apreciación de un posible fenómeno similar en el Gran Caribe, especula sobre los posibles orígenes de una modernidad compartida, y en las expresiones actuales de una serie de autores que de alguna manera comparten un territorio y un itinerario conceptual común, con expresiones de una arquitectura de carácter localista e internacional a la vez. También del Cono Sur, Humberto Eliash nos regala un bello ensayo —magistralmente ilustrado— sobre el color en la arquitectura vernácula chilena, un aspecto siempre tan elocuente en este género constructivo de potente identidad. Eliash nos permite contrastar el espíritu de la arquitectura popular de su país, sutil, discreto, de matices truncados, con las extrovertidas expresiones pasteles del color Caribe, brillante, audaz; lindo ensayo de emocionante lectura.
Alex Martínez, joven arquitecto dominicano, ha manifestado desde sus inicios de carrera un interés multifacético poco común, con el que nos identificamos plenamente. Es diseñador de oficio, manejando varias obras desde su despacho profesional; es investigador y escritor de prometedora andadura. Ahora nos sorprende con una serie de tomas publicadas en su cuenta de Instagram, que reflejan tanto una curiosidad aguda y honda, como un ojo fotográfico muy especial. Le solicitamos nos permitiera compartir una selección de sus imágenes en AAA, a lo que accedió con entusiasmo, para nuestra suerte. Confiamos en que el lector compartirá nuestro criterio y que se deleitará con esta abudante muestra de detalles, espacios, siluetas, objetos, materiales y otros aspectos recogidos por su mirada incisiva. Este trabajo de Alex nos resulta admirable por muchas razones, pero sobre todo, por resumir una visión clásica del detalle arquitectónico, con la frescura del medio contemporáneo.
Producto del eterno fluir migratorio interegional es la presencia de Ángel Urrely, artista cubano radicado en Santo Domingo, cuya obra, premiada en bienales locales de arte, maneja temas de vocación urbana y espacial, comentados con ese humor tan pícaro como inteligente, que resume comentarios, alabanzas y críticas en igualdad de partes, propio de los hermanos cubanos. De su amplio trabajo, hemos querido incluir aquellas cartografías más vinculadas a la temática de AAA
Caribbeana incluye su sección de Biblioteca, con la reseña de varios libros críticamente relevantes publicados recientemente en la región, y con una reseña de Marianne de Tolentino del monumental libro de arte y arquitectura de Mauro Torriani y Gian Carlo Ricco, Caribemotion: Living the Dominican Republic. Este tomo de gran formato y lujosa edición, presenta al público general, residencias y villas privilegiadas de nuestro país ilustradas por el maravilloso lente fotográfico del italiano Massimo Listri. A pesar del carácter más bien gráfico del volumen, constituye un trabajo de gran factura y de pionera inspiración, sobre este catálogo de residencias privadas de difícil acceso, representadas aquí muy artísticamente por Listri y sus esmerados editores. Esperamos un proyecto similar con mayor dedicación a la arquitectura misma, con planos y detalles que permitan admirar
más a fondo el enorme avance que ha manisfestado la cultura del diseño residencial en la República Dominicana durante las últimas décadas.
Alerta Amarillo: DoCoMoMo Dominicano strikes again...
Como habíamos avisado antes, en esta edición dedicamos un importante número de páginas a continuar el catálogo de obras modernas de la República Dominicana, elegidas por el DoCoMoMo Dominicano para conformar el inventario nacional de obras significativas. En esta ocasión se estudian ejemplares de dos bloques estilísticos, tal y como fueron abordados en la Línea de Tiempo incluida en AAA053: la arquitectura Moderna Internacional, y la que hemos denominado, a falta de una clasificación precisa, el Modernismo Regionalista.
Estas clasificaciones pueden ser críticamente señaladas como inexactas. Es muy difícil hacer encajar, a posteriori, obras de naturaleza tan disímil como las de Ortiz y Auñón con las de Billie Reid; proyectos modernos tan clásicos como los de la Feria de Guillermo González con otros de sus contemporáneos (Reid y Reyes, Vega, Baquero, por ejemplo). Es por eso que hacemos este llamado de alerta amarillo, haciendo las siguientes salvedades:
- Estas listas son incompletas. No es posible hacer una catalogación exhaustiva de las obras más representativas de cada bloque, ya sea por la inexistencia de la documentación de soporte, o por la ausencia misma de la obra, previamente desaparecida.
- La lectura estilística bajo la que se incluyen obras en un bloque o en otro es inexacta. Siempre hay un elemento de interpretación que inclina los juicios hacia uno u otro. Hay obras que incluso podrían perfectamente encajar en varias denominaciones al mismo tiempo.
- El investigador acucioso podrá encontrar diferencias entre las Líneas de Tiempo incluidas en esta edición para los dos bloques estilísticos señalados, y la originalmente publicada in extenso en AAA053. Esto ya que han sido precisados nuevos datos que corrigen errores anteriores, o que abundan en aspectos previamente desconocidos. Hacemos aquí el compromiso formal de publicar, una vez abordados todos los bloques estilísticos del catálogo, durante el año próximo, una Línea de Tiempo final corregida y aumentada, que pueda formalizar las informaciones en ella contenidas.
AAA054, dedicada al maestro mexicano Carlos Flores Marini
Recientemente hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de un gran amigo, el maestro arquitecto mexicano Carlos Flores Marini. Flores Marini fue uno de los defensores más militantes de la antillanidad y el latinoamericanismo; desde su espléndida sede profesional en el DF fue directivo del ICOMOS, signatario de importantísimos documentos, presidente del CARIMOS, pero sobre todo, amigo y cómplice en las aventuras de vivir plenamente en este tiempo y este espacio. Serían demasiados los motivos para ser enumerados aquí, por los que hemos querido dedicar este AAA054 a su memoria. Gracias a Esteban Prieto por la emotiva foto tomada en Florencia hace pocos meses, junto a su querida compañera Rosa María. Reciba con estas líneas, y con el obituario escrito por el colega caraqueño Ramón Paolini, nuestra eterna gratitud e inagotable admiración.
Obituario
Ramón Paolini
Biblioteca
Marianne de Tolentino
Biblioteca
Lorena Tezanos Toral
Biblioteca
Jorge Hampton
Jorge Ramos de Dios
Ensayo
Humberto Eliash
Fototeca Virtual
Alex Martínez
Arte Caribeño
Ángel Urrely
Panorama Académico
AAA
Fototeca
MoMA / LAD / AAA / SARD
Al maestro que se fue: Carlos Flores Marini
Homenaje en memoria de Carlos Flores Marini, reconocido arquitecto mexicano destacado por su labor en la conservación del patrimonio monumental, quien falleció el pasado 12 de enero de 2015.
Caribemotion: Living the Dominican Republic
Reseña del monumental libro de arte y arquitectura de Mauro Torriani y Gian Carlo Ricco, Caribemotion: Living the Dominican Republic, donde se reseñan residencias y villas privilegiadas de nuestro país ilustradas por el maravilloso lente fotográfico del italiano Massimo Listri.
Publicaciones recientes
Presentación de cuatro libros de arte y arquitectura de reciente publicación en Latinoamérica: Casas históricas de la ciudad primada de América, de la autoría de José Battle y producido por el grupo VICINI; Treinta maravillas del patrimonio arquitectónico cubano, de Alicia García Santana, con la fotografía de Julio Larrimendi; El gran cambio: Transformación social y económica de la República Dominicana, 1963-2013 producido por el Banco Popular Dominicano con el texto de Frank Moya Pons; y Radical Cities: Across Latin America in Search of a New Architecture, de Justin McGuirk.
Arquitectura sin orillas: La raíz rioplatense
AAA publica un extracto del libro Arquitectura sin orillas. La raíz rioplatense (Buenos Aires: 1:100 Ediciones, 2014) que recoge el trabajo y la obra de 20 estudios de arquitectura del área rioplatense, que coinciden en su búsqueda y reflexión sobre tópicos tales como identidad, el sitio, la sustentabilidad latinoamericana, materialidad, tecnología aplicada, etc.
Color y arquitectura vernácula en Chile: Análisis de cuatro zonas cromáticas
Humberto Eliash, arquitecto, investigador y profesor titular de la Universidad de Chile, analiza en este artículo el uso del color en la arquitectura vernácula chilena, destacando cuatro zonas de particulares situaciones geográficas y culturales: Desierto de Atacama, Valle Central, Valparaíso y Chiloé.
Instagram: @arqalexmartinez
Selección de fotografías del perfil de instagram del arquitecto dominicano Alex Martínez Suárez que retratan detalles arquitectónicos del entorno mediante enfoques inesperados que crean composiciones inteligentes, geometrías en el espacio y texturas abstractas.
Caribe Alucinante: Registro cartográfico de Santo Domingo
Presentación de una selección de pinturas y dibujos del artista cubano Ángel Urrely dedicadas a registrar la cartografía de Santo Domingo mediante variados símbolos que plasman los aspectos culturales y socio-políticos de nuestra urbe.
Evento UNIBE : Urban Etna, espacios urbanos
Reseña del encuentro creativo y la exposición organizada por la Escuela de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) en el Centro Cultural Mirador Sur, el pasado 11 de diciembre de 2014, la cual reunió a estudiantes, familiares y profesionales del área de la arquitectura dominicana.
World Wide Instameet: Centro de los Héroes #ARQUIMOMA
Reseña fotográfica de la Feria de la Paz, producto del evento organizado con motivo de la exposición del MoMA “Latinoamérica en Construcción: Arquitectura de 1955 a 1980”.
Ramón Paolini
Con profundo dolor he recibido la infausta noticia de la muerte de Carlos. El Amigo. Nuestro Hermano Mayor con quien una generación de arquitectos dedicados a la conservación del Patrimonio Cultural Americano de la que formo parte, deambulamos por todos los caminos de esta irredenta América Latina participando en nuestro quehacer profesional y guiándonos con su inconfundible espíritu jovial, alegre y pleno de controversia, durante cuarenta años. Se nos fue el novel arquitecto que firmó la Carta de Venezia y las Normas de Quito; el que nos convocó con pasión a su México Virreinal pleno de torres barrocas enhiestas hacia el cielo y claustros conventuales empalagados de misterio. A su México de fachadas continuas y esquinas sorpresivas; a su querido México de Sor Juana, de Vasconcelos, de Paz, de su compañero Jorge Alberto y su maestro Villagrán. De sus Flores de Mazatlán que todos disfrutamos en tardes aderezadas con olor a mastranto en compañía de Guadalupe, Rosa María, Olga, Cecilia, Sarita, Patricia y Rocío bajo la mirada de Lucrecia.
Por muchos años, anduvimos como unos insensatos por el mar de los Caribes intentando hilvanar un pequeño discurso que diera coherencia al patrimonio cultural más prolijo de todo el Nuevo Mundo y nuestras correrías de Adelantados dio sus frutos en los sillares de su amada y heroica Cartagena de Indias que tantas veces transitamos. En la arquitectura del gótico tardío de los Reyes Católicos en Santo Domingo de Guzmán. En los fuertes del abandonado Portobelo y en la Arquitectura de El Canal entrometida en incesante brizna. En Cap Haitién y la fabulosa arquitectura del mundo de Chirstophe en las colinas de Milot. En los palacios habaneros atiborrados de columnas y arcos de medio-punto. En las policromías indescriptibles de Maracaibo y Wilemstad. En la Angostura del soberbio Orinoco donde nos dimos cuenta que podíamos compartir el mundo polivalente del Caribe en una dimensión más generosa.
¡Cuánto tiempo, amigo Carlos!
Cuántas horas desenterrando el tiempo en diálogo incesante con dinteles que todavía no caen y crujías envueltas en carpinterías de lo blanco; cuántas miradas a las policromías de Guadalupe… a hornacinas y nichos plenos de santos viejos con sus ojos dirigidos al cielo en comunión con el Dios de los cristianos. Con tus guayaberas de Campeche, tus piedras de Tulun, tu Tlacotalpan acariciada por la espuma del río y tu brumosa Veracruz de Agustín y de Toña. Con nuestros diálogos sobre lo humano y lo divino contemplando ese mar: azul, azul mar, azul cielo, azul de los caribes encima de sillares de inmensas fortalezas desfigurados por el tiempo…
Cuánto compartimos y aprendimos contigo en el México tuyo y de Jorge Alberto, de Manuel† y Guadalupe†, de Sergio, Ramón, Alfonso, Salvador, Federico y tantos otros.
Ese México que nos enseñaste a mirar y comprender en Zacatecas, en Morelia, en Pátzcuaro, en la Mesa Central y tantos lugares de su infinita toponimia.
Cuánto compartimos y vivimos ese mundo polivalente del Caribe que el azar nos unió hace cuarenta años en la Vieja Santo Domingo de Guzmán junto a Roberto†, Esteban, Eugenio, Fernando†, Efraín†, Albert†, Jill†, George, Edgar†, José María†, Graziano, Leoncio, Rudy, Alejandro, Gloria, Marta†, Isabel, Carlota, Orlando, Ramón el caminante de todos los caminos. ¡Cuántos muchachos del Caribe contribuiste a formar!
Quedarás para siempre entre nosotros y como lo que fuiste: un mexicano universal, y en todas las murallas de tu amado Caribe pronunciaremos tu ¡CARLOS! ¡CARLOS FLORES MARINI!!! hasta que el destino nos alcance y nos vuelva a juntar.
Ramón Paolini
Tu amigo
En Caracas, a los doce días del mes de enero del año 2015.
Marianne de Tolentino
Contemplar las fotografías que Massimo Listri ha tomado para el monumental libro de arte y arquitectura de Mauro Torriani y Gian Carlo Ricco, Caribemotion: living the Dominican Republic, contemplar este libro formidable, provoca asombro ante la fuerza y el refinamiento conjugados de las imágenes y la alta calidad de sus reproducciones.
El enfoque real maravilloso de los exteriores e interiores, a menudo el fasto de estas mansiones dominicanas —en el sentido del jus soli, ya que todas se encuentran en diferentes lugares de la República Dominicana—, que la cámara y un ojo agudo perennizan, seduce reiteradamente. La fascinación se renueva ante cada casa retratada, cada parte y estancia, cada rincón y detalle. El contemplador se siente un invitado privilegiado… a quien revelan hasta los secretos íntimos de una suntuosa propiedad.
Desde las primeras páginas, percibimos que se trata de un fotógrafo de excepción, si no conocíamos antes a ese “recreador” florentino de lo real observable o escondido… En lo que nos concierne, la magnífica exposición de despliegues palaciegos que Massimo Listri presentó en la Galería Nacional de Bellas Artes, permanece en nuestra memoria visual, como le sucederá a quienes poseen este imponente volumen, cuyo conjunto aspira a la preciosidad de una colección de arte.
Decimos adrede “para quienes lo poseen”, pues sus dimensiones y su peso hacen difícil —¡aunque no imposible!— su consulta en una biblioteca ajena. Para disfrutar esta hazaña fotográfica y editorial, la situación ideal es tener el volumen, cuidadosamente colocado en una mesa de poca altura, y abrirlo discrecionalmente cada vez que se le desea mirar y admirar, solo, en familia o con amigos. Es sin duda un “coffee-table book”. Hay obras y objetos que hablan… diciéndonos cómo los debemos ver, para aprovechar su(s) valor(es): es el caso de “Caribemotion”.
Otra vez pues, el maestro Massimo Listri nos propone “perspectivas e interiores”, si nos permitimos retomar el título de la muestra fotográfica que mencionamos, por cierto premiada por la Asociación de Críticos de Arte. Nos vuelve a seducir la perfección y variedad de su repertorio… a su vez espejo de tantas hermosuras, entre diseño, construcción, espacios, mobiliario y decoración, sin olvidar la naturaleza y el paisaje circundantes —el entorno marítimo siendo especialmente motivador.
Definitivamente, él es un gran artista, esencialmente sensible, aunque domina y exalta el documento —este libro es un documento. Se justifica afirmar que Massimo Listri “labra” visiones artísticas a partir de las distintas villas, y que él da un tratamiento estético especial a la arquitectura, a las formas y al color, magistral ése en los efectos ópticos del día o de la noche.
Portada del libro Caribemotion: Living the Dominican Republic. Exhibición de las distintas portadas personalizadas del libro, en Casa de Campo, R.D.
En fin, hay una nueva manera de ver, de hacer ver meticulosamente aquel hábitat de sueño… Señalaremos que, según sus dueños y decoradores, lo hay muy ornamentado y barroco, criollo y primordial, exótico y europeo, o comparativamente casi austero, optando por la geometría estructural, ritmos y líneas, ¡una depuración que agrada! A Massimo Listri le atraen esas concepciones diferentes, sino contrastantes, ya conocemos su talento y temperamento voluble.
Hemos reseñado la riqueza iconográfica, que refleja moderación, fantasías o fastos, en estas casas típicamente caribeñas en su mayoría, muchas ubicadas en Casa de Campo. Ahora bien, ese esplendor iconográfico está al servicio de otro esplendor, el de una edición realizada por Gian Carlo Ricco y Maurto Torriani Bellini, según un proyecto madurado durante varios años. Un excelente ensayo de Jackelyn Arvelo, Lorena Tezanos y Gustavo Moré encabeza el contenido con una síntesis histórica y geográfica, titulado “Casa dominicana, del bohío a la palapa”.
Gian Carlo Ricco y Maurto Torriani Bellini, con la colaboración de Cesare Conaccia, son también los autores de textos, concebidos en su individualidad pero con el anhelo de provocar la satisfacción general. Cada mansión se presenta con una reseña “personalizada”, que se refiere no solamente a los autores de la arquitectura y la decoración, sino a los temperamentos, los orígenes, las singularidades —presentadas como positivas siempre— de los dueños. Notamos que un denominador casi común y destacado consiste en sus dotes y cualidades de anfitriones.
Con mucha frecuencia, los comentarios manfiestan el afecto que sienten los propietarios por la República Dominicana y el pueblo dominicano, cuyo carácter afable e identidad cultural subrayan, aparte de la generosidad de una naturaleza y un clima excepcionales. Siempre, las palabras dejan fluir ternura y consideración: Gian Carlo y Mauricio, dominicanos de adopción, son personalidades, a la vez humanistas y sociales.
Nos agradó que la lectura de estos textos, muy ilustrativa, no haga concesión a la necesaria precisión de los datos, pero al mismo tiempo haya evitado tecnicismos excesivos, que hubieran reducido el círculo de lectores. Abogamos siempre por una crítica o un comentario, accesible a la mujer y al hombre inteligentes, aunque no forzosamente profesionales del arte —aquí de la decoración y la arquitectura.
Este mérito fundamental, Caribemotion lo ha logrado, y se lo celebramos a ambos autores y editores, entre tantas cualidades que convierten a una producción bibliográfica en un inventario escogido de residencias privilegiadas y fuera de lo común, sean principales, secundarias o vacacionales, todas construidas y vividas en el país.
Lorena Tezanos Toral
José Battle
Casas Históricas de la Ciudad Primada de América Santo Domingo: VICINI, 2014
Casas históricas de la ciudad primada de América es una edición de lujo dedicada a reseñar fotográficamente más de una decena de casas históricas de la ciudad colonial de Santo Domingo, casas que no sólo poseen un valor arquitectónico invaluable, sino que también tienen una rica historia, albergando en sus espacios la familia y la vida doméstica de insignes personalidades de antaño y sucesivas generaciones de dominicanos.
Estos inmuebles, actualmente propiedad de Visanto Properties (VICINI), han sido rescatados, restaurados y adaptados a nuevos usos, con el objetivo de crear valor en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, e impactar positivamente en el desarrollo sostenible del área. Como parte de esta misión, el grupo VICINI publica este libro, que en palabras de su presidente Felipe A. Vicini recoge “un panorama visual encantador, fotografiado magistralmente y presentado en un atractivo diseño con el que pretendemos mostrar la gran riqueza arquitectónica de estas viviendas”, así como “el valiosísimo trabajo restaurador que ha llevado a cabo el equipo encargado del mantenimiento de estas propiedades”.
La publicación inicia con el ensayo introductorio de José Batlle titulado “La Ciudad Colonial” donde el autor explica la fundación de la Nueva Isabela (1498) y de la villa de Santo Domingo (1502), el trazado urbano y las primeras casas de piedra, el crecimiento y transformación sufrida por la ciudad a lo largo de los siglos. Luego de este texto, se desglosan las once casas restauradas por el Grupo Vicini, con un ensayo que abarca la historia, dueños, usos originales y sucesivos de la casa, así como su arquitectura, distribución espacial y detalles decorativos. Cada casa es ilustrada con impresionantes fotografías de sus fachadas, interiores y detalles. En una última sección, se incluye un mapa de la ciudad colonial con la ubicación de residencias, así como una serie de fotos del estado original de las viviendas antes del proceso de rescate y restauración.
Entre las casas históricas reseñadas en esta edición, podríamos mencionar la “Casa de la Poetiza” donde vivió en el siglo XIX la notable educadora y poeta nacional Salomé Ureña; la “Casa Peynado” que recibió el reconocimiento del Ayuntamiento como la casa más bella de la ciudad en 1910; la “Casa Mudéjar” de singular factura; la “Residencia Vicini” diseño de Antonín Nechodoma, de estilo neoclásico-ecléctico (1911-1912) ; y la “Casa de los Mapas” y la “Casa del Árbol”, ambas del siglo XVI adaptadas para hospedaje con un impresionante diseño de interiores de Patricia Reid Baquero.
Frank Moya Pons
El gran cambio: La transformación social y económica de la República Dominicana: 1963-2013
Santo Domingo: Banco Popular Dominicano, 2014
Esta publicación, conmemorativa de 50 años de vida institucional del Banco Popular Dominicano, tiene como propósito fundamental, en palabras de su Presidente Manuel A. Grullón, “evidenciar, mediante la conjugación de las ciencias sociales y el arte, los cambios trascendentales que en sus aspectos pilares nuestro país ha experimentado en las pasadas cinco décadas”.
El volumen reúne fotografías de alrededor de 50 artistas nacionales del lente, que diagramadas en gran formato y magnífica impresión, logran captar los grandes cambios sufridos por la sociedad dominicana en los últimos 50 años. El despliegue fotográfico, curado por Jeannette Miller, se organiza en seis grandes secciones, todas ellas encabezadas por una cita del texto de Frank Moya Pons. Estas secciones son: “Las raíces del cambio” donde se ilustra la revolución capitalista y educativa; “El crecimiento económico” con imágenes que retratan la producción agropecuaria e industrial, el sector comercial y turístico, y los negocios de buhoneros y artesanos; “La revolución demográfica” que retrata la juventud dominicana, los nuevos modos de vida y la cultura urbana; “El proceso de urbanización” ilustrado por imágenes de los grandes centros urbanos; “Los caminos y las comunicaciones” donde aparecen las nuevas autopistas, el metro, los puentes y túneles, el transporte motorizado, la telefonía y radiodifusión; y por último “La nueva sociedad”, con fotos de las nuevas formas de recreación —restaurantes, conciertos, deportes, cine, televisión e internet.
Al finalizar el despliegue fotográfico se incluye el texto del historiador dominicano Frank Moya Pons titulado “El gran cambio: la transformación social y económica de la República Dominicana, 1963-2013”. El autor describe el proceso de transformación, modernización y fortalecimiento de los pilares económicos y sociales de la República Dominicana en la segunda parte del siglo XX y los inicios del siglo XXI, analizando las raíces del cambio, el crecimiento económico y demográfico, las transformaciones urbanas de cuatro de las ciudades más grandes del país —Santo Domingo, Santiago, La Romana y San Pedro de Macorís—, y la nuevas costumbres y formas de vida de los dominicanos que han acompañado a las grandes transformaciones estructurales.
El libro respira un aura positiva, abierta, esperanzadora, donde los editores deciden postergar los avatares de nuestra sociedad para celebrar en su lugar, sus muchos logros, adelantos y conquistas.
Alicia García Santana / Fotografía: Julio A. Larramendi
Treinta maravillas del patrimonio arquitectónico cubano Guatemala: Ediciones Polymita, 2012
Justin McGuirk
Radical Cities: Across Latin America in Search of a New Architecture London y New York: Verso, 2014
Como su nombre lo indica, este libro reseña treinta de las muchas maravillas del patrimonio arquitectónico cubano, valiéndose de los textos de gran rigor académico de Alicia García Santana y las fotografías magistrales de Julio A. Larramendi. En su introducción, Alicia García Santana dice: “Cuando utilizamos la palabra ‘maravilla’ no aludimos a lo extraordinario, noción que puede esconderse tras ella, sino a lo extraordinariamente valioso, a los efectos de nuestra definición cultural, de nuestro ser histórico. De esta suerte, maravillas son un modesto bohío y la espléndida catedral de La Habana; el excepcionalísimo fuerte-morada del adelantado Diego Velázquez en Santiago de Cuba y la sencilla residencia de campo de la familia O’Farrill en Madruga”.
Los monumentos y sitios seleccionados abarcan toda la geografía cubana, con una preeminencia de La Habana, pues como establece la autora “no se puede evadir el altísimo significado de paradigmas que tienen los ejemplos habaneros”. Las obras se organizan por orden cronológico y cada una de ellas es reseñada mediante un texto riguroso apoyado en informaciones y gráficas de archivo, con planos —la mayoría procedentes del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología—, y con fotografías de gran formato que logran captar y transmitir la esencia de cada arquitectura, la vida de sus interiores, sus rincones más preciados y el calor y textura de sus materiales.
La “maravillosa” selección incluye obras taínas como el sitio arqueológico Los Buchillones en Punta Alegre, Ciego de Ávila; monumentos icónicos habaneros como el Castillo de los tres reyes del morro, la Iglesia y el Convento de Santa Clara o la Catedral de La Habana; conjuntos urbano-arquitectónicos como la Plaza Vieja en La Habana, la Calle San José en Trinidad, o el trazado urbano de la Ciudad de Matanzas; e importantes obras provinciales como las iglesias parroquiales de Remedios y Sancti Spíritus, los palacios Valle Iznaga en Sancti Spíritus o Cantero en Trinidad, y las casas natales de importantes personalidades cubanas como la de Carlos Céspedes en Bayamo, la de Ignacio Agramonte en Camagüey, o la de José Martí en La Habana. Al finalizar se incluyen magníficas obras del Neoclasicismo cubano del siglo XIX como el Palacio Aldama en La Habana o las obras del famoso arquitecto italiano Daniel Dall’Aglio en la provincia de Matanzas.
En su presentación del libro, Eusebio Leal resume el valor de este tomo al decir que quienes lo posean “podrán tener una visión nítida de aquello que reconocemos como distintivo de identidad y cubanía en el legado construido por sucesivas generaciones”.
Radical Cities ha sido altamente elogiado por la crítica internacional por su “potente prosa”, sus “pensamientos profundos”, y su interesante análisis sobre la nueva conciencia social en arquitectura y urbanismo en Latinoamérica. Su autor, Justin McGuirk recorre y analiza diversas ciudades latinoamericanas en busca de arquitectos activistas, políticos disidentes y comunidades alternas, descubriendo las nuevas concepciones de ciudad y las nuevas respuestas urbanas que persiguen atacar la pobreza y la marginalidad imperante en nuestro continente.
McGuirk revela en esta interesante publicación que Latinoamérica tiene una lección global que impartir sobre nuevas estrategias y actitudes hacia la ciudad informal o barrios marginados. En palabras del autor: “Ninguna otra región del mundo ha demostrado el tipo de esfuerzo colectivo e imaginación que Latinoamérica, al enfrentar los síntomas crónicos de urbanización rápida y no planificada”. McGuirk argumenta que reconocer la informalidad como parte vital del ecosistema de la ciudad, ha sido uno de las grandes revoluciones en términos de políticas urbanas incorporadas por las ciudades latinoamericanas en las últimas dos décadas.
De Brasil a Venezuela y de México a Argentina, McGuirk desglosa proyectos e ideas incorporadas en distintas ciudades y que constituyen un nuevo repertorio de respuestas urbanas. En Chile, una forma de vivienda social construye sólo la mitad de la casa y permite al dueño adaptar el resto; la ciudad de Medellín, hasta hace poco la capital mundial del crimen, es transformada con arquitectura pública innovadora; en Caracas, invasores ilegales se han apoderado de la Torre David, un rascacielos de 45 pisos; y en Río de Janeiro acometen el proyecto de incorporar sus favelas al resto de la ciudad. Otros casos estudiados son los de Bogotá “la ciudad como escuela”, Tijuana “en el ecuador político”, así como los cambios y transformaciones de Lima, Santiago, San Salvador, entre otros.
Desde viviendas experimentales hasta revitalizaciones urbanas y arquitectónicas, este libro analiza la manera en que el continente se constituye en un lugar de experimentación para nuevas concepciones de la ciudad. McGuirk revela el gran proyecto acometido por arquitectos y urbanistas latinoamericanos de rehabilitar los barrios marginados, insertando los servicios necesarios, mejorando la calidad de vida e integrándolos al resto de la ciudad.
Jorge Hampton (Prólogo)
Jorge Ramos de Dios (Introducción)
Arquitecturas sin orillas. La raíz rioplatense. 20 estudios de arquitectura (1:100 Ediciones, Buenos Aires, 2014). Imágenes del libro.
Prólogo
“…al lugar donde fueres, haz lo que vieres…” Eduardo Sacriste
Este libro pretende volver atrás las agujas del reloj… o adelantarlas, según cómo querramos verlo. Volver atrás porque nos parece que no hace tanto tiempo la arquitectura surgía de una ligazón íntima con la región de emplazamiento, que las tecnologías aplicadas conseguían hacer del sitio una extensión natural hacia la confirmación del lugar a disfrutar, del espacio a habitar… O adelantarlas, porque las drásticas nuevas condiciones que la humanidad tecnológica han impuesto a nuestro Planeta Tierra —procesos de desequilibrio ecológico determinados por sociedades insaciables para extracción de recursos finitos— nos lleva necesariamente a revalorar aquellas prácticas sensatas de la transformación de las cosas. La construcción del hábitat —casas, pueblos, ciudades— mediante actitudes vernáculas espontáneas o, por otro lado, arquitecturas formalmente organizadas, han quedado sometidas a los efectos de la globalización de la comunicación y la tecnología… la homogeneidad de las sociedades de consumo ya poco interpretan las necesidades locales y menos las potencialidades de la mística del sitio y su contexto, del lugar y su circunstancia. Este libro pretende una revalorización de las arquitecturas regionales del pasado y del futuro entendiendo que la región es previa a los países, que nuestra región se ensambla alrededor de ese gran estuario que es el Río de la Plata, que la arquitectura de la región debiera poder plantarse, germinar y florecer como un fruto nuestro, que nuestra herencia de pueblos originarios o ADN de gringos locales es nuestra raíz cultural y que nuestra región es nuestra “patria natural”.
Por eso, este libro está dirigido principalmente a jóvenes estudiantes y arquitectos que, probablemente seducidos por los cantos de la globalización tecnológica, saben en su intuición pre académica (…todos fuimos niños!) que la confirmación del hábitat es una confirmación de la identidad, que aun en su bienvenida diversidad la matriz fundacional de nuestro quehacer es por encima de todo una actitud de comprensión local… porque…lo global es, por definición, exótico.
Introducción: Las raíces
“Es la tierra más hermosa y apacible que yo jamás pensé ver, no había hombre que no se hartase de mirar los campos y la hermosura de ellos”. Pero Lopes de Souza, Diario de navegación, Río de la Plata, 1531
Enraizar, arraigar, fijarse al suelo, absorber su sustancia, radicarse, establecerse o afincarse, suelen ser necesidades humanas básicas. En nuestro caso ese suelo extenso, en su dimensión territorial, es la región rioplatense, que une a gran parte de Uruguay, la pampa húmeda bonaerense y el Litoral argentino. La importancia del Río
de la Plata como región y de lo rioplatense como cuestión, reside en sus comunes características históricas y culturales, tales como modos de habitar, arquitecturas, trazas urbanas, giros lingüísticos, gastronomía, música, danzas, fútbol, entre otras. La razón última de esta pertenencia reside en un sentimiento común de raíz: los rioplatenses nos sentimos rioplatenses.
En nuestro propósito de explorar la relación del hombre con el ambiente, encontramos que este vínculo es un elemento central en la construcción del paisaje, de sus ciudades, pueblos y arquitecturas, con significativas permanencias y continuidades a lo largo de la historia. Durante muchos años, quienes intentaron separar la arquitectura del terreno de la historia y del terreno del “terreno”, comenzaron a marginarla del tiempo y el espacio. Nuestra concepción, por el contrario, la compromete con el tiempo y el espacio, procurando una arquitectura situada, sin dejar de reconocer e integrar los llamados “préstamos culturales”. Coincidimos con José Pablo Feinmann cuando plantea: “No queremos cerrarnos… no queremos ser una isla neurótica y contestataria. Toda cultura externa será bien recibida, pero sólo en tanto no se presente como negación de la nuestra. Incorporaremos todo aquello que nos sirva, que potencie nuestro proyecto autónomo”.
En lo referente a la cuestión espacial, observamos que las relaciones antrópicas con los soportes geográficos se evidencian en las subculturas de la región, como la costera, deltaica, litoraleña, pampeana o serrana. Esta diversidad abarca el territorio argentino con sus costas de fango y juncales deltaicos, la pampa ondulada y la pampa deprimida de la cuenca del Salado, las lomadas de Azul, los acantilados atlánticos y los bañados entrerrianos. Por su parte, en la banda oriental encontramos las lomadas de Río Negro y Soriano, las tierras bajas de Colonia, los barrancos de San José, las estribaciones de la Cuchilla Grande que llegan a la costa, las dunas de Cabo Polonio y Valizas y los palmares de Rocha. Somos conscientes, no obstante, de que el problema de la definición de los límites ha sido el principal obstáculo para la aplicación del concepto de región; incluso algunos autores consideran que una región es una construcción teórica.
Respecto a la cuestión temporal, a la construcción histórica del territorio, debemos considerar las formas de ocupación a lo largo del tiempo, detectando en cada etapa las huellas que han permanecido en su estructura, las formas de uso y ocupación tradicionales y la superposición de nuevas funciones, ya sea de explotación rural como de infraestructuras productivas industriales, de servicios, balnearias o habitacionales.
El reconocimiento de estas especificidades exige diferentes miradas e interpretaciones a la hora de estudiar, operar y proyectar sobre estos territorios. Valga como ejemplo
la necesidad de explorar la situación de frontera agua-tierra y su particular forma de apropiación, en ambas márgenes del Plata y sus afluentes. En esta interfase agua-tierra se despliegan distintas configuraciones de hábitat generando situaciones o modelos de apropiaciones determinantes del borde.
Los proyectos, las obras
“Entre la sólida reciedumbre de la pirámide mesoamericana y el inasible fluir del río de Heráclito, podríamos ubicar, hoy por hoy, los problemas fundamentales de la arquitectura”. Rogelio Salmona, Jyväskylä, 2003
Proyectar y diseñar no es una tarea menor. Es pensar, inventar, producir estímulos y opinión. Y pensar también es conocer, teorizar, preguntar. Reflexión que debe hacerse desde acá, desde una perspectiva latinoamericana y rioplatense, pues pensamos al diseño como una práctica situada regionalmente, comunitaria e incluyente.
Pensar la construcción del superobjeto ciudad desde la perspectiva de la producción social del espacio, trasciende la idea de escenario y “patio de objetos”, para explorar en toda su complejidad el habitar urbano. La forma urbana y territorial no existe al margen de las relaciones sociales, de las ideas y proyectos políticos o de los modos particulares de ocupación del espacio.
Este colectivo de una veintena de estudios de arquitectura rioplatenses ha venido sosteniendo una serie de debates o “conversaciones” a modo de reflexión sobre diversos tópicos, tales como identidad, el sitio, creatividad, sustentabilidad, materialidad, formación, ciudad rioplatense, rol del arquitecto y diversidad generacional.
La identidad, en permanente construcción, da cuenta de una cultura y un territorio. Una cultura híbrida macerada entre barcos y autoctonías. Un territorio que en el área pampeana tiene límites que se desvanecen, ocurriendo lo mismo en la pampa líquida del río. Buenos Aires está enclavado entre esas dos pampas. Un territorio atravesado por el viento, elemento fundamental de la región, que condicionó el rancho chato, pegado al suelo, con cubierta de aleros muy bajos, enfrentando los cachetazos del pampero. Un territorio suave e infinito que incorporó la cuadrícula española colonizadora del suelo americano, incitando a la valoración de la calle-corredor -tan denostada- como sustancial a nuestro paisaje urbano; y a la valoración de la manzana y la cuadra de fachada continua, contra las torres autistas que destejen el tejido.
Proyectar desde el sitio es la premisa ineludible para una arquitectura situada. Si el lugar es un espacio que puede ser ocupado con algo, el sitio refiere a actividades que se desarrollan en ese espacio, donde importa más la intensidad que la
extensión, donde importan la dimensión social, sensorial y ambiental. Nos dice el historiador Rafael Iglesia: “No importa cuál sea su naturaleza o especie: plaza, calle, esquina, accidente geográfico, explanada o monumento, el asunto es que a ese lugar podamos sentirlo como un sitio, podamos vivirlo como tal”.
En lo que atañe a la creatividad, otra de las preocupaciones surgidas en los debates, es la de trabajar con la tradición, entendiéndola como dinámica, como en continua transformación y construcción, y no ruptura total. El sentido principal de este abordaje de las raíces reside en crear partiendo de una conciencia crítica del “hacer”. Para ello se propone trabajar sobre las relaciones entre historia, crítica, teoría y proyecto (o práctica). Es decir que, apelando al saber histórico en tanto “depósito” amplio de experiencias, se puede hacer una crítica de las mismas, de manera de construir una teoría argumental, productiva y funcional respecto del crear y hacer arquitectura.
Cuando se encara el tema de la sustentabilidad, se plantea que en nuestra región debe haber menos tecnología, más diseño y más sabiduría en el proyecto, echando mano a soluciones de bajo costo para lograr umbrales de confort, aprovechando brisas, vegetación y sombras, generando sobrecubiertas, espacios intermedios, ventilaciones cruzadas, parasoles, etc. Pareciera ser que sustentabilidad y globalización son dos conceptos antagónicos. De hecho, en las ciudades del Primer Mundo los edificios son responsables de un 40% del uso energético y un tercio de las emisiones causantes del calentamiento global. Vale prestar atención al proyecto de la ciudad de Masdar en Abu Dhabi, a cargo de Norman Foster. Se trata de una urbanización de 50.000 habitantes, con emisiones de carbono cero y residuos cero.
Los edificios, que no superarán las cinco plantas de altura, se agruparán como en una kasbah, y el sistema de refrigeración se basará en torres eólicas que recogerán las brisas del desierto y expulsarán el aire caliente. La mayoría de las carreteras tendrán sólo tres metros de ancho y 70 de largo, para conseguir desarrollar un microclima que mantenga el aire en movimiento. Nadie se encontrará a más de 200 metros del transporte público. En América Latina contamos con los casos ejemplares de calidad ambiental en las rediseñadas ciudades-oasis de Mendoza (Agr. Jules Balloffet, 1863) y San Juan (Arq. José M. Pastor, 1948). Siempre en nuestra región, contamos también con las experiencias de Wladimiro Acosta y su sistema Helios y los más recientes proyectos de Ciudad Tropical Sostenible, de Bruno Stagno en Costa Rica.
En correspondencia con lo sostenible surge la cuestión de la materialidad y la consecuente lógica proyectual orientada a un material y una tecnología apropiada y adecuada. De ahí la importancia de reconocer materialidades locales populares, que en este lado del Plata se evidencian en la arquitectura palafítica maderera en el Delta,
“Arquitectura sin orillas” realizada en el Museo de Arquitectura y Diseño (MARQ), en Buenos Aires, Argentina.
la arquitectura ladrillera en el conurbano bonaerense, el balloon frame de madera y chapa en Dock Sud y La Boca, el esqueleto de hormigón con ladrillo hueco en las arquitecturas apiladas de las villas de emergencia de Buenos Aires.
En la formación de los arquitectos y urbanistas es de vital importancia la toma de conciencia de las particularidades del espacio en nuestra región latinoamericana; un espacio configurado y representado como construcción histórica material, producto de la hibridación indoeuropea. Si aceptamos esta peculiaridad vale la pena intentar –como proyecto intelectual— la construcción de una episteme latinoamericana, una nueva ciencia, técnica y arte de pensar nuestras ciudades y territorios. Para tal fin, las escuelas y facultades de arquitectura deben fomentar el pensamiento crítico y el activismo social; e introducir, en nuestro particular caso, el imperativo de todo arquitecto rioplatense: resolver la situación ciudad/río.
Ocurre que junto al río se despliegan varias modalidades de la ciudad rioplatense: Montevideo, Buenos Aires, Colonia, Nueva Palmira, San Pedro, Tigre, el Doque. En todas está vigente el orden del damero; y en varias, la ruptura haussmanniana de ese damero. Por supuesto, con diferencias como el caso de Montevideo llegando al río y Buenos Aires que no llega; o las villas de emergencia como ciudades de matriz medieval dentro de ciudades de matriz renacentista. Queda pendiente el desafío de construir una teoría del arrabal, del suburbio y las periferias urbanas.
En cuanto al rol del arquitecto privilegiamos la humildad de ejercer un saber, un oficio, contra la unción del arquitecto-estrella, pues el modelo no puede ser la pura originalidad ni las torres más altas del mundo. Conspira contra esta humildad de oficio la notable carencia de crítica de arquitectura. Paralelamente deberíamos revalorar los múltiples roles del arquitecto, como los de proyectista arquitectónico y urbano, restaurador, crítico, historiador, docente o diseñador de mobiliario y productos.
Esta veintena de estudios rioplatenses de arquitectura, está atravesada por al menos tres generaciones, que han dado en coincidir en gran cantidad de cuestiones, aunque cada una con sus urgencias, códigos, dialectos y poéticas. Efectivamente, parece estar demostrado que en todo momento histórico hay una superposición de tres generaciones: una vieja pero aún actuante, una en máxima capacidad de acción y una en ascenso que pugna por manifestarse. Esto ha cargado siempre de tensión a la historia, y a la de la arquitectura en particular, sin dejar de consignar que suele haber jóvenes conformistas pero también viejos transgresores. Conscientes de estas diversidades, apostamos a acoplar experiencia con experimentación a través de equipos multigeneración, de eficacia comprobada en nuestro medio.
De todas estas problemáticas dan cuenta las obras presentadas en este volumen, ubicadas a uno y otro lado del Río de la Plata, en sus diferentes escalas y programas, céntricas o barriales, rurales o urbanas. Exentas en gran medida de excesos, tanto de formalismo como de funcionalismo, sorteando la disyuntiva entre la arquitectura del muro y la arquitectura del vidrio. Alejadas todas del espectáculo de las arquitecturas sin referentes, de los proyectos liberados de la semántica y de la historia de la cultura.
Con respecto a esta idea de producir forma sin significado, a esa “cosa” que apareció en nuestros monitores, Jorge Silvetti opina que “hacemos ‘blobs’ porque podemos, y esa fue una razón suficiente. Su proliferación y su rápida caída, hoy, en una indiferencia benigna, expresan con claridad su prosecución fascinante pero desviada”. En suma, lo aquí presentado se ajusta a lo que muchos de ellos han dado en llamar una arquitectura de resistencia, lo que nos remite a aquel concepto del pensador nacional Juan José Hernández Arregui: “La cultura, junto a su lado estático, es creación, resistencia y asimilación”.
Buenos Aires, Argentina
Claudio Caveri, 1958 / 1996
No hay pensamiento sin suelo y que no hunda los pies en un lugar.
C. Caveri
El Movimiento Casas Blancas, surgido a mediados del siglo XX, tras el abandono de las políticas sociales por parte del nuevo Estado liberal-militar, fue una de las expresiones más auténticas y originales de la arquitectura argentina. Generado desde la resistencia, cuestionó el Racionalismo ortodoxo de los países centrales, apelando en ocasiones, a una reelaboración regionalista de esa modernidad. Un líder indiscutido de este Movimiento fue Claudio Caveri, quien abandonando el purismo acriollado, seducido por la barbarie –diría Rodolfo Kusch— optó por el orden del desorden, el pobrismo creador, las formas accidentadas, erizadas, todo en un clima de oposición a la claridad y eliminación de apariencias del Movimiento Moderno euronorteamericano, dando cuenta de un entorno urbano complejo, desde un particular soporte cultural, desde un horizonte propio, asumiendo lo popular, lo híbrido y lo pobre como un valor. Ese acercamiento a la realidad americana es uno de los argumentos fuertes de su teoría arquitectónica en discusión con la modernidad central, desde una síntesis criolla, pampeana y rioplatense.
La obra-manifiesto fundacional del casablanquismo es la iglesia de Fátima, en Martínez (1956-58), diseñada con el arquitecto Ellis. Se condensa allí con toda claridad el carácter mestizo de nuestra arquitectura, la ambigüedad radical de lo americano, poniendo en acto nuestra situación histórica de “tironeados por todo lo que nos influye desde afuera; tironeados también por nuestras voces profundas y por nuestra inmensa mezcla”, para decirlo con palabras de Caveri. Fátima es una bisagra significativa en el discurso de la arquitectura argentina comparable, salvando
las distancias, a la cripta de la iglesia de la Colonia Obrera de Cervelló, 1898-1914, de Antoni Gaudí, la cual, para Caveri, “revoluciona el meollo mismo de la modernidad”, desnudando su crisis interna.
Consumada la experiencia de Fátima, el casablanquista transita desde esa pureza silenciosa enclavada en vecindarios plácidos, hacia instalaciones en territorios de riesgo, pobreza y marginación, iniciando una experiencia comunitaria en un suburbio bonaerense. Nacía así, en 1958, la Comunidad Tierra.
Del barro, de lo hediondo, del hogar de la cultura mestiza, enriquecida por las influencias del Arca de Lanza del Vasto, de los kibutz y del hippismo local, se construye a lo largo de 38 años una trama ecléctica de arquitecturas que albergaron una experiencia autosuficiente, deviniendo con el tiempo en un condensador social abierto a la barriada de Trujui, que la rodea. Junto a las viviendas aparecieron conejeras, talleres de carpintería, una escuelita primaria, una Escuela Técnica Integral que retoma la idea de “escuela-fábrica” de la época peronista y, finalmente, la extraordinaria capilla María Madre de la Iglesia (1980).
Es aquí, en la Comunidad Tierra, donde fructifican los ensayos con metal desplegado, sin cimbras, generando esas “tiendas de concreto” que culminarían en obras significativas: la iglesia Santa María Madre, en Moreno, Provincia de Buenos Aires, 1965, y la Casa de Ejercicios Espirituales Jacarandá, en Reconquista, Provincia de Santa Fe, 1968. A través de estas prácticas y de una continua y profunda reflexión teórica, plasmada en diversos libros, Caveri fue encontrando lo seminal americano en un compromiso creciente con los sectores populares, logrando una síntesis que los exprese, e intentando, a su vez, no separar la belleza de la escasez.
Atlántida, Uruguay
Eladio Dieste, 1958-1960
En el último pueblo encontraremos oficiales albañiles tan hábiles como los mejores, que parecen llevar los ladrillos en la sangre, que sólo esperan que los sepamos guiar para hacer cosas que asombrarán.
E. Dieste (1917-2000)
Dieste tuvo una formación inicial de ingeniero, a la par de un permanente entusiasmo por la arquitectura y las artes, lo que lo llevó a especializarse en grandes naves para mercados, iglesias, galpones, fábricas, silos y gimnasios, utilizando la técnica de la cáscara de ladrillo armado, de doble curvatura, todo con una poética arquitectónica notable. Su aporte más significativo a nuestras arquitecturas de la humildad, reside en el ingenioso y creativo empleo de las bóvedas gausas en cerámica armada, que permiten una estructura sumamente liviana y económica. Al decir del propio autor, “estas estructuras laminares nos seducen no sólo por sus dimensiones o por su audacia sino porque resultan misteriosamente expresivas”.
Si tuviéramos que encontrar una fuente de inspiración plástica e intelectual en la obra de Dieste, cabría mencionar, por un lado, su amistad con Joaquín Torres García y su concurrencia al taller de Arte Constructivo; y por otro, su temprano y permanente interés por la obra de Gaudí, donde los muros y techos ondulados de la escuelita de la Sagrada Familia se replican a mayor escala en la iglesia de Atlántida. Recordemos que Torres García y Gaudí habían trabajado juntos.
En Atlántida, en medio de un barrio popular junto a la vieja estación ferroviaria, Dieste construye una pequeña iglesia de nave única, con baptisterio enterrado bajo el atrio y campanile exento. La ondulada caja de la nave responde tanto a una intención estética como a una ingeniosa y elemental solución estructural. Toda construida con ladrillos vistos, armados con hierros de 3 mm; las paredes son muros conoides dobles con cámara interior rellena de mortero, mientras que la cubierta se resuelve con bóvedas gausas de doble capa de ladrillos, terminadas con tejuelas cerámicas a modo de aislación. Se trata de dispositivos basados en técnicas artesanales arraigadas en la tradición constructiva popular uruguaya, utilizando mano de obra de los albañiles de pueblo.
En su interior, los haces de luz proyectados por la gran celosía ladrillera del coro y los huecos de vidrio coloreado en lo alto de los muros, generan una atmósfera apacible y algo misteriosa. Este espacio se puede leer como traducción de los tramos secuenciales que tienen las naves de los templos góticos, esta vez disueltos en una sucesión ondulante de continuidades. Una sinfonía de conoides y ondas cenitales, inaugurando una suerte de espacio barroco moderno rioplatense. Ya en el exterior, a ambos lados del atrio, nos sorprende el contrapunto entre la boca de acceso al baptisterio enterrado y el cilindro calado del campanario, construido con la tecnología de sus torres-tanque ladrilleras. Ascender por su escalera volada en caracol, es una experiencia alucinante.
Esta pieza paradigmática de la raíz rioplatense es una muestra más de la belleza de la escasez, de la cual el propio Dieste da testimonio cuando dice: “ofrecí construir la iglesia por el costo de un galpón”.
Mar del Plata, Argentina
Antoni Bonet, 1958 / 1963
Realizar un tipo de obra totalmente nueva, muy adecuada a la vida de Mar del Plata, ya que intenta realizar una síntesis entre la casa y el departamento, sumando ventajas. A. Bonet
La llegada del joven catalán Antoni Bonet al Río de la Plata, en 1938, estuvo precedida de su experiencia en el laboratorio proyectual del estudio de Le Corbusier, enriquecida más tarde por su liga con las preexistencias vernáculas. Como estudiante y miembro del GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), había participado en el 4° CIAM celebrado a bordo del Patris II.
La primera obra de Bonet (1913-1989) en Buenos Aires, junto a Vera Barros y López Chas —la “Casa de estudios para artistas”, en la esquina de Suipacha y Paraguay, de 1939— constituyó una obra-manifiesto de la modernidad en Argentina; un experimento espacial, técnico y plástico, que toma distancia del racionalismo radical. En el mismo año se había formado el Grupo Austral, a instancias de Bonet, integrado por Jorge Ferrari Hardoy, Juan Kurchan, Juan A. Lepera, Abel López Chas, Luis Olezza, Alejandro Vera Barros, Samuel Sánchez de Bustamante, Itala Fulvia Villa, Hilario Zalba; al que luego se incorporaron Simón Ungar, Valerio Peluffo y Jorge “El Mono” Vivanco.
Antes de su regreso definitivo a España, tras una extensa producción en ambas orillas del Plata, Bonet encara el diseño de una obra en el frente marítimo de la ciudad de Mar del Plata: el Terraza Palace. El edificio está ubicado en la zona de Playa Grande, sobre el Boulevard Patricio Peralta Ramos, en franca relación con la costa, resuelto en terrazas escalonadas, con todas sus unidades orientadas hacia el mar. De algún modo, lo podemos considerar un contrapunto crítico a la tendencia especulativa de construcciones continuas de 40 metros de altura, que generan pantallas en el borde urbano en forma de torres o cintas neutras; con dos efectos negativos: largas sombras vespertinas sobre la playa y negación de aire y vistas al tejido lindante posterior de baja y media altura. En la lógica del proyecto moderno, se destaca por el juego frontal de los parasoles, la composición plástica de los paramentos laterales, la planta baja libre sobre pilotis, las terrazas-jardín para cada unidad, como descanso entre la casa y el mar, y la diversidad de color de cada departamento.
El respeto por la particular topografía del sitio se evidencia no sólo en el aprovechamiento de los desniveles del propio terreno, sino en la continuidad con la pendiente rocosa de la costa que se despliega entre el boulevard y el mar. Como antecedente tipológico significativo cabe citar las viviendas Durand, bloques proyectados por Le Corbusier en Oued Ouchaia, en las afueras de Argel, en 1933; y más cercanamente, ya de la mano de Bonet y autores varios, el bloque escalonado desarrollado en el Plan de Bajo Belgrano, de 1948.
Definitivamente el Terraza Palace, proponiendo el cielo para todos desde su quinta fachada a la vez que un balcón al horizonte, se instaló como un landmark en la costa atlántica bonaerense.
Villa Serrana, Uruguay
Julio Vilamajó, 1946
Arquitectura es la expresión más acabada de la cultura, que es, bajo cierto aspecto, la manera de hacer o proceder peculiar de un pueblo. J. Vilamajó (1894-1948)
En su búsqueda de una arquitectura oriental rioplatense, Vilamajó define tres bases: la tradición de construcciones en piedra y barro cocido, la vinculación al lugar y la apertura a avances técnicos. Considera la piedra y el ladrillo como instrumentos estructurales de una evolución tipológica que arranca en tiempos de la Colonia, en tanto materiales de la tierra que vinculan y afianzan “la razón de existir de un lugar” y sostiene que “la arquitectura, para que tenga sentido de cultura, es necesario que sus raíces o métodos constructivos estén agarrados al suelo”. A su vez, se abre hacia las técnicas contemporáneas en la medida que éstas se entronquen con lógicas específicas. En resumen, vincula la evolución tipológica propia y el avance de la técnica al concepto de lugar. Con estos principios enfrenta la problemática urbana y rural. Lo demuestra en su crítica al Plan Regulador de Montevideo (de De los Campos, Puente, Tournier, Cravotto y Michelini), en sus estudios para Villa Salus (1942), Punta del Este (1943) y otras ciudades del interior, y muy en particular, en su Plan de Villa Serrana.
Villa Serrana está ubicada en el Departamento de Lavalleja, en el valle de los cerros Penitente y Marmarajá, atravesado por el arroyo Miraflores. Vilamajó comienza a trabajar en el planeamiento rururbano y proyectos de arquitectura puntuales en 1945, con la intención de concretar los principios teóricos señalados y mantener el carácter natural
del sitio. Se ajusta a la normativa de la Ley de Centros Poblados de 1946 y echa mano a materiales del lugar como el junco, la madera y la piedra. Dentro del Plan encara tres obras de arquitectura de excelente calidad e implantación en el paisaje minuano, destinadas a restaurant y hospedaje; estas son el Mesón de las Cañas, el merendero La Garrafa y la pieza más destacable por su emplazamiento, estructura y espacialidad: el Ventorrillo de la Buena Vista. A esta última se llega por un camino sinuoso ascendente, destacándose por su adecuación a la topografía, montada sobre un promontorio rocoso, casi volando sobre el valle, a la manera de un mirador fascinante. Se trata de una obra rústica con estructura de pies derechos —no tan derechos— de troncos de eucalipto criollo zunchados con alambre de enfardar para evitar rajaduras y cerchas de la misma madera. Los muros son de piedra del cerro y ladrillo de campo, revocados y coloreados, sin ocultar texturas.
Las cubiertas las resolvió con quincha de junco y paja de bañado. Las carpinterías son de cedro paraguayo pintado de blanco, conformando, en el restaurant mirador, una membrana vidriada independiente de la estructura. Esta fachada libre, junto a los pilotis de eucalipto que suspenden el volumen sobre la barranca y la libertad formal de la planta de conjunto, son claros rasgos de principios modernos que conviven con la tradición constructiva uruguaya. En resumen, esta obra postrera de Vilamajó es más que un rancho. Cabe destacar que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1979 y, concurso mediante, restaurada en 2009 por los arquitectos Lucía Rubio, Marcelo Viola, Guillermo Probst, Luis Zino.
Sebastian Areitio / Agostina Macchi / Soledad Allegro / Leandro Mancini
Equipo de proyecto: Constanza Quiroz / Cosentino Barbara
Año: 2014
Ubicación: Ciudad Evita, La Matanza, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Superficie: 6,500 m2
Implantado frente al Hospital Dr. Balestrini, el Nuevo Polo Tecnológico de La Matanza propone un frente urbano sobre camino de cintura para fortalecer un nodo en el sector. Una sucesión de patios son la transición entre el programa de investigación /capacitación y el parque lineal propuestos, bajo una gran cubierta abovedada. El programa de incubación y desarrollo de empresas se aísla en módulos ubicados sobre el borde del barrio contiguo. Ambos contienen una calle interna —hall principal del edificio. Este distribuidor lineal de doble altura conecta longitudinalmente patios, áreas del programa generales y sectores específicos.
La plaza de acceso es un sitio de encuentro entre usuarios del nuevo edificio y del Hospital existente. Son éstos, espacios de carácter barrial-urbano. Los patios internos son lugares de esparcimiento de los usuarios del polo, concebidos bajo paradigmas sustentables y con la memoria del sitio: el canal pluvial abierto a través de un espejo de agua, almacena la recolección de agua de lluvia para futuros usos.
La conciencia de la forma y ética proyectual Morfológicamente, responde como hito urbano destinado a quedar en la memoria colectiva de la sociedad. La propuesta pretende la economía de los recursos empleados de manera consciente y sustentable.
La gran cubierta que se posa sobre Camino de Cintura contiene el programa principal y es materializada por una superficie laminar de cerámica armada que actúa por forma y descarga sobre una estructura de hormigón. Es así que, con una sucesión de bóvedas gausas, pueden cubrirse luces mayores a las medias. El ladrillo es el material principal por su bajo peso, buen comportamiento aislante —térmico y acústico—, bajo costo, alta disponibilidad en el medio, facilidad de transporte y manipulación e independencia respecto de tecnologías complicadas y de mano de obra especializada.
La forma de la cubierta principal genera que el agua de lluvia se acumule en sus puntos más bajos donde será encauzada hasta un colector de agua a cielo abierto; esto proporciona ambientes más frescos y agradables en los patios interiores. Luego, el agua previamente filtrada, se reutilizará para riego y descargas sanitarias.
Se hace especial control de las aberturas según la orientación y se utilizan elementos tales como aleros (orientación Norte) y parasoles verticales (orientación Este / Oeste) para controlar el exceso de radiación y proporcionar espacios frescos de sombras. También su disposición permite la permeabilidad necesaria en invierno para que los rayos solares ingresen, cuando resulte climáticamente favorable.
Los patios urbanos semicubiertos y patios internos cuentan con variada vegetación que proporciona humedad, absorbe CO2 y retiene el polvo proveniente del alto tránsito de Camino de Cintura. Se erige como ‘barrera’ vegetal. Todo esto fusiona la identidad propia del entorno y las posibilidades técnicas, consolidando este sector de la Matanza.
Arquitectonika / Yablon Arquitectos
Dario Gabriel López / Laura Karin Leyt / Marcelo Alejandro López / Mariana Yablon
Año: 2005/2006
Ubicación: Campos Salles 1881, CABA, Argentina
Superficie: 733.41 m²
Es un emprendimiento ubicado en una zona residencial de baja densidad del barrio de Núñez, que está cambiando en forma muy acelerada. En un terreno de 8.66 x 28 m construimos un edificio de escala pequeña, con un programa de vivienda multifamiliar de 6 unidades, todas con expansiones propias, ya sean terrazas o balcones aterrazados.
Es un edificio pensado para un público joven, preferentemente parejas y matrimonios con hijos pequeños, que están eligiendo la zona por la dinámica de transformación. Retomando el tema central de nuestros PH, reformulamos la relación vereda-zaguánpatio, como una articulación entre el espacio público y el espacio privado a través de un cerramiento traslúcido.
Una vez en el interior, la vereda recupera protagonismo porque está planteada como una superficie continua, que liga diferentes secuencias de espacios semicubiertos y abiertos, con alternancia de solados duros y verdes, que permiten comunicar visualmente la calle con el patio interior. Desde allí, los vecinos se conectan con sus respectivas unidades a través de un juego espacial y plástico de pasarelas, escaleras y puentes.
Las unidades están resueltas en sentido frente–contrafrente, en el caso del primer bloque, y de medianera a medianera en el caso del segundo. En ambas resoluciones se obtienen óptimas calidades de luz, ventilación y visuales.
En el frente, la fachada está materializada por un marco de hormigón que alcanza la altura límite permitida sobre línea municipal. Con un retiro de 2 m se genera una segunda fachada que permite no sólo ganar mayor altura sino también producir las expansiones.
Los materiales empleados cumplen las premisas del emprendimiento respecto del bajo costo de mantenimiento acentuando las características propias del PH en su contexto, acompañando el entorno y destacándose con un lenguaje actual a la vez. El empleo plástico de colores y texturas obtenidos a través del hormigón visto, las carpinterías de aluminio anodizado, los pisos de cemento alisado y las gamas de colores —naranjas, marrones y beiges— incorpora un toque pictórico distinto y novedoso.
Un valor agregado al edificio es la instalación de un tanque independiente al que llamamos “ecológico” pues recoge el agua de lluvia y permite reutilizarla para el riego, la limpieza de veredas y los depósitos de inodoros.
BAAG / Buenos Aires Arquitectura Grupal
Griselda Balian / Gabriel Monteleone / Gastón Noriega / María Emilia Porcelli
Año: 2011-2014
Colaboradores: Santiago Chudnovsky, Darío Rivero
Ubicación: Niceto Vega 4777, CABA, Argentina
Superficie: 360 m2
Proyectar una casa para un grupo Scout fue un proceso en el que se indagó en las formas de habitar, de educar, de jugar y de organizarse que tienen este tipo de agrupaciones. Desde los comienzos, el proyecto tuvo como vocación la búsqueda de un espacio integrador, que entendiese la importancia del trabajo grupal y el respeto por el medio ambiente y el entorno.
La casa se organiza alrededor de un área central conformada por patios y vacíos en doble altura que generan un espacio interior protagonista al cual todos los ambientes miran, balconean y se expanden. Sobre una serie de losas dispuestas como bandejas alternadas, se ubican las ramas scouts —organizadas según grupos etarios— las cuales se comunican hacia el centro de la casa a través de paneles que se abren o tabiques de madera que se corren, potenciando la interacción y la comunicación entre los distintos lugares de la casa.
La planta baja se comunica con el jardín mediante puertas-ventanas plegadizas, que permiten una conexión fluida. Cada lugar de la casa posee una identidad propia y sus cualidades van cambiando, generando una atmósfera lúdica y dinámica que invita al juego, a la participación y a la articulación social que desdibuja los límites.
Todas las aulas tienen ventanales completos hacia el exterior y aperturas de paneles hacia el interior. En verano se aprovecha la ventilación cruzada y en invierno se utilizan los radiadores ubicados por debajo de los ventanales. Los espacios reciben luz exterior directa y miran hacia la calle o hacia el jardín. Sobre el espacio central se ubica una gran claraboya que ilumina cenitalmente el interior de la casa.
Una envolvente verde cubre las fachadas frente y contrafrente y el techo. Toda la vegetación, compuesta por enredaderas, flores de san juan, bignonias rosadas, aljabas y alfalfa, entre otras, ha sido plantada por los niños de la agrupación scout y crecen desde los maceteros ubicados en todos los pisos así como desde el jardín y la vereda. Esta piel actúa como aislante térmico y como filtro solar, tamizando los interiores y generando sombras y brillos que construyen una atmósfera propia para la actividad scout.
La malla metálica está realizada con barras de hierro soldadas, sirve de soporte para la vegetación y al mismo tiempo funciona como protección. Por momentos se ubica por delante de las carpinterías de madera, por momentos se pliega transformándose en pérgola para la terraza y tamiz solar en la claraboya. Esta trama hace las veces de filtro solar, de parasol, de cortina térmica e insinúa una atmósfera propia de un escenario natural, recreando el espíritu de la casa en el árbol.
Bárbara
Berson
Año: 2013
Ubicación: Colón, Provincia de Entre Ríos, Argentina Superficie: 250 m2
Desde mis inicios como estudiante, un tema de la arquitectura que siempre me preocupó fue la inserción de una obra en su contexto. Con esto me refiero no sólo al sitio, sino que además esto incluye región, cultura, paisaje y tecnología. Intentando encontrar una arquitectura que hable de nuestras raíces, decidí hacer una serie de viajes estudiando construcciones vernáculas. Allí pude comprender la sabiduría que se esconde tras ellas, donde cada decisión tiene un significado. Me interesó mucho un partido arquitectónico adoptado como vivienda popular en toda la zona guaraní que se denomina “culata jovai”.
Me encargaron hacer un complejo turístico en Colón, Entre Ríos. Para proyectar el conjunto se realizó un análisis exhaustivo del terreno y del clima de la región. Se determinó dónde se implantaría cada parte del conjunto teniendo en cuenta el recorrido del sol y así proyectar tanto lo construido como el paisaje que lo rodea.
La arquitectura busca conectarse fuertemente con su entorno, de modo que cada decisión a la hora del diseño contempla y da respuesta a cada uno de los problemas de su emplazamiento. La óptima implantación permite el mayor aprovechamiento de energías pasivas, para iluminación, ventilaciones cruzadas y acondicionamiento térmico de la vivienda.
Debido al clima y a las tradiciones locales, los espacios de galerías toman gran protagonismo. Reutilizo el partido arquitectónico de culta jovai reinterpretándolo. Aparecen grandes aleros que regulan la entrada del sol en invierno y no permiten la entrada de sol en verano. Además, las carpinterías del estar-comedor se desplazan lateralmente transformándolo en un lugar exterior pero interior los días de verano. Con esto busco entender la arquitectura como un instrumento musical que al ser atravesado por el viento genera una maravillosa melodía refrescando cada uno de sus rincones. El sol, bondadoso generador de luz penetra sabiamente en su interior retumbando según la época del año.
Las cubiertas cumplen diversas funciones. Por un lado son las encargadas de recolectar el agua de lluvia para llevarla al depósito donde será reutilizada para riego y descarga de inodoros. La lluvia hará sonar este instrumento y se desplazará a lo largo de sus canales haciendo del habitar un hecho fenomenológico. Por el otro lado, es en la cubierta donde se alojan los colectores solares y paneles fotovoltaicos para generación de energía.
La construcción se ha desarrollado a través de sistemas de construcción en seco. Los cuales son limpios y no generan residuos de obra que se transmiten a los suelos. La estructura completa fue armada en taller y montada en el terreno. La casa y las cabañas se encuentran completamente aisladas térmicamente, lo que genera gran confort en el interior. Los cerramientos se desarrollaron a través de paneles tipo sándwich con placa de roca de yeso interior, aislación térmica intermedia y en el exterior paneles de madera de eucaliptus plantados en la zona especialmente para el uso en la construcción.
Diana Cabeza / Equipo de desarrollo: M. Wolfson / Juan José Cano / Diego Jarczac
Año: 2003
Producción y Comercialización: Estudio Cabeza
Sinuoso, asimétrico e irregular, su superficie ondulada se desliza como la tierra misma, como surcos en la tierra mojada, como huellas del recorrido del agua en un territorio todavía húmedo.
Su cualidad topográfica expresa sutilezas ergonómicas a través de una materialidad dada por un hormigón cálido y amigable al uso, modelado como si fuera el negativo de nuestro propio cuerpo.
Suntuoso pero accesible, de variadas prestaciones y alta calidad dada por una puesta en valor del hormigón armado, tecnología sencilla y económica en Argentina, este elemento urbano se dignifica por la alta cualificación en su formulación. Propone gran versatilidad en sus posibilidades de configuración y apareamiento a la manera de un soporte de uso netamente comunitario a escala de los paisajes urbanos americanos.
Válido tanto para espacios interiores como exteriores, el banco topográfico lleva la intimidad de lo doméstico al exterior, y la libertad y escala urbana de lo público al interior. Emplazado tanto en museos como en parques, plazas, plazoletas y veredas metropolitanas, el banco “topográfico” se convierte en un soporte integrador y plural a la altura de nuestros espacios públicos iberoamericanos donde la cohesión social transcurre por la concepción y el diseño de espacios y soportes de uso concebidos para todos.
Francisco Cadau
Año: 2002-2003
Ubicación: Campana, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Superficie: 260 m2
El proyecto se desarrolla en un lote de frente al sur y con jardín en el centro de la manzana. La parcela se ubica próxima a la avenida Rivadavia, eje principal de la ciudad y, a esta altura, una zona caracterizada por escuelas y comercios durante el día y por locales de entretenimiento por la noche.
El edificio del antiguo cine, que se erige como referencia sobre el tejido, linda por su fondo con el solar ofreciéndole la medianera de doce metros de altura sobre la que el jardín trepó con una enredadera que redefina sus límites.
En la casa, sobre la calle, una serie de tamices suavizan la luz y los vientos y filtran ruidos y visuales mediando la relación con el espacio público. Los tamices, hechos de ladrillo, se elevan hasta la altura de la última cubierta materializando los límites del patio que establece una relación de escalas con el antiguo cine.
Dentro del patio, el volumen suspendido de la escalera-estudio cualifica el espacio organizando accesos y proponiendo el recorrido del vacío desde el interior. La relación del volumen con el perímetro de tamices virtualiza una sucesión de lugares dentro del espacio continuo del patio que se comunica con el jardín a través del semicubierto pasante.
El esqueleto de perfiles normalizados compuestos, que retoma la experiencia de las casas de Brown, enmarca tamices y muros y soporta los forjados premoldeados.
Los tamices se continúan en los muros medianeros y reaparecen sobre el jardín, en los laterales de la recova y la terraza, conformando una envolvente continua con variaciones de densidad. Ya dentro de la envolvente de ladrillos, el sistema de aberturas y panelería contrachapados de madera resuelve simultáneamente divisiones interiores, mobiliarios y estructura de la cubierta superior y da cierre al interior sobre el jardín y el patio delantero.
Taller Carnicer UBA / AUCOOP (arquitectos unidos cooperativa ltda.)
Año: 2011
Ubicación: Laprida, Pcia. de Buenos Aires
Superficie : 750 m2
A partir de la cáscara de dos de las más antiguas casas de la ciudad, con un muy bajo presupuesto y con mano de obra local, se desarrolló, en conjunto con los actores principales (maestros de música, de plástica, de danza, funcionarios, etc.) el programa de necesidades consistente en talleres y aulas para las actividades, un SUM y oficinas para la dirección de cultura local.
El edificio se estructura a partir de dos patios (música y plástica) rodeados por galerías que se articulan con el volumen de dos plantas de las oficinas de la dirección de cultura.
El desarrollo del proceso de diseño y la obra estuvo signado por la participación activa de diferentes actores: estudiantes de Arquitectura II del taller Carnicer, de la FADU-UBA, en el anteproyecto; estudiantes de nivel medio de la AUCOOP en la gestión de subsidio y la documentación; y estudiantes avanzados y profesionales en la dirección y administración de obra, trabajando en conjunto con funcionarios locales en todas las etapas.
En este momento, inaugurado el edificio en abril de 2011, se encuentra en la etapa de verificación y elaboración de conclusiones, tarea sistematizada por el departamento de Teoría e Investigación de la AUCOOP, que realizó el registro del proceso participativo a lo largo de todo el proceso, en especial de lo elaborado como mecanismos de articulación Universidad / Cooperativa / Estado Municipal.
Francesco Comerci
Año: 2004
Ubicación: Calle Las Gaviotas, José Ignacio, Maldonado, Uruguay
Superficie: 413 m2
Programa de necesidades y condicionamientos previos
El programa es una casa de vacaciones para una familia de cinco componentes, pareja y tres hijos. El proyecto intenta materializar una clara demanda de sus propietarios: ser una casa abstracta que a pesar de ser una vivienda de vacaciones sea un soporte a una marcada vocación urbana.
Justificación de la solución compositiva adoptada
El volumen posee las dimensiones máximas que la reglamentación permite, 16 m x 9 m x 6 m de altura. El prisma resultante queda así determinado por las restricciones de las ordenanzas, su posición en el lote intenta conseguir la mejor disposición posible en un predio de reducidas dimensiones para el programa. Es por esta consideración que el volumen se retira lateralmente hacia la medianera Este, para generar áreas adyacentes diferentes: acceso lateral, rampa frontal, jardín posterior, que permitan un adecuado uso del terreno disponible, a la vez que respondan a las proyecciones de los interiores sobre el entorno.
El volumen resultante es el de un prisma de hormigón dispuesto según el eje longitudinal del terreno, con sus caras menores abiertas, de las cuales emergen celosías de madera que prolongan el volumen interior, en un efecto de cajas chinas. En el interior, una plataforma recorre el prisma longitudinalmente de modo de establecer un suelo que soporta el área común, y por debajo las áreas privadas.
Esta capa que es un suelo de madera se prolonga desde el interior a la zona posterior exterior sin solución de continuidad, de modo de enfatizar el efecto de una caja abierta hacia el océano en la fachada principal y el área privada exterior en la fachada posterior. Así el gran espacio interior se constituye en el soporte principal de las actividades colectivas de la casa, a la vez que en una especie de gran mirador desde donde contemplar el entorno. Por debajo de esta capa, la suite principal y el resto de las dependencias se van especializando a medida que se desciende dando lugar a actividades privadas, dormitorios, estudio, el spa o zonas de servicios.
Características constructivas generales
El edificio pretende articular los modos de vida típicamente urbanos en un entorno de balneario a través de recursos arquitectónicos simples como los materiales elegidos para su conformación: hormigón, acero, cristal y madera, todos ellos sustanciales, fuertes y a la vez sensibles.
El prisma está construido con una doble piel de hormigón armado, con tratamiento aislante en la cámara así conformada. Todo el sistema sustentante es de hormigón armado el que queda visto en la cara interior y exterior. Las zonas posibles de sufrir cambios están armadas con paneles de madera laminada que pueden ser desarmados y producir distribuciones alternativas, tal es el caso de los dormitorios de los niños. El sistema eléctrico y sanitario se encuentra incluido en los espesores de los muros y se concentra en pasadizos accesibles en la zona de servicios en el bloque central de baños y spa.
del Puerto-Sardin / Colón
Año: 2006/ 2008
Ubicación: Maure 3310-3320, Colegiales, Buenos Aires, Argentina
Superficie: 2,400 m2
Nos interesa una arquitectura que amplíe su cualidad de sustentable, para hacerla de mayor alcance y trascendencia, hacedora de paisaje física, intelectual y emocionalmente. Acrecentar la cosmicidad del habitar para reencontrar el equilibrio entre ciudad y naturaleza y así generar un reencantamiento de los desiertos urbanos para convertirlos en lugares más amables para la vida.
Este conjunto de veinticuatro viviendas y áreas comunes en la planta baja, fue construido en dos etapas. Al terminar el primer edificio surge la posibilidad de compra del lote lindero para la construcción de Maure II que completa el conjunto.
Se trata de un edificio que quiere convertirse en un jardín vertical. Un gran arco metálico enmarca y envuelve al edificio. Este artefacto bioclimático cultivado con bignonias genera protección solar y aporta una atmósfera de enriquecimiento tanto del paisaje urbano, como de las expansiones de las unidades, generando un espacio de transición entre lo público y lo privado, entre el exterior y el interior. Una segunda piel compuesta por una pantalla de maderas, genera una cámara de aire ventilada que aísla térmicamente los muros del frente y contrafrente del edificio.
Las pasarelas abiertas al patio central están contenidas por una piel de barras metálicas, a manera de parra vertical cultivada con jazmines perfumados. De esta manera están enriquecidos los actos de ingresar y partir del hogar por parte de sus habitantes.
Las unidades son contenedores rectangulares de 60 m2 con planta libre, sin vigas intermedias y con un baño cilíndrico central que organiza el espacio. Cada ocupante personalizó su unidad con tabiques, paneles pivotantes o corredizos. Todas las unidades son diferentes, acondicionadas como loft, oficina, departamento de uno o dos dormitorios, con infinitas variantes de armado.
La concepción de un espacio indeterminado permite una forma de habitar desregulada. Es un planteo versátil que posibilita los futuros cambios y la mayor libertad de elección de modos de vida. La apropiación lúdica es brindada a cada habitante para liberarlo de las determinaciones funcionalistas y de un espacio de confinamiento en el cual parece reducida mucha de la arquitectura doméstica en nuestras ciudades.
La estructura de hormigón armado es dejada visto, con sus marcas, sin pintura, ni revestimientos y los solados rústicos de hormigón lavado reciben el verdín como un don y aportan junto a la madera y a la vegetación, un componente orgánico que contrarresta la mineralidad de la obra arquitectónica.
Gran parte de las cañerías de las áreas comunes no están escondidas, sólo en algunas partes se encuentran ocultas parcialmente bajo unas pantallas de lamas de madera.
Clorindo Testa / Asociados: Juan Fontana / Eduardo Bompadre
Año: 1997-2002
Ubicación: Calle Champagnat sobre el Río Lujan, Pilar, Provincia de Buenos Aires
Superficie auditorio: 2,400 m2
Superficie biblioteca: 2,200 m2
Campus: “Escala territorial / Paisaje natural” En Pilar, cercano al río Lujan y rodeado de un extendido horizonte pampeano, se encuentran estos dos edificios ubicados dentro del predio del Campus estableciendo un diálogo entre ellos y un contrapunto con los edificios existentes, proponiendo un nuevo orden dentro del conjunto.
El predio originariamente era un bañado inundable, para rellenarlo se dragó el río (generando una pista de remo) y se elevó el nivel del terreno, obteniendo los nuevos niveles por arriba de la cota de inundación. La materialidad de los edificios es una estructura de hormigón, mampostería, y techos metálicos.
a) Auditorio
Una especie de mastaba o montículo, irrumpe en el paisaje y modifica su topografía limitando el horizonte. A esta pieza de construcción maciza, se le contrapone una rampa liviana de construcción metálica, que recorre exteriormente todo el lateral del auditorio hasta llegar a la terraza, desde donde nuevamente se percibe el horizonte en toda su
extensión, y a su vez es un mirador de la pista de remo del Campus. En su interior el escenario tiene comunicación con el exterior permitiendo las vistas, como así también brindando desde el escenario un espectáculo hacia afuera.
El auditorio es capaz de albergar a más de seiscientos espectadores sentados, con capacidad de duplicar su capacidad al anexarse los sectores laterales del mismo. Tiene la posibilidad también de adaptarse a diferentes usos simultáneos.
b) Biblioteca
Es un gran galpón abovedado con un único techo, que contiene rajas y lucarnas que permiten la entrada de luz cenital a la sala de lectura. Desde un inicio se pensó en un espacio contemporáneo nuevo, flexible, lugar de encuentro y estudio de los alumnos. El corte del edificio busca la entrada de luz y el reconocimiento de un espacio único comunicado en todas las direcciones.
Con el correr del tiempo ese uso mixto se fue verificando. Se adaptó cómodamente el gran espacio “biblioteca”, en salas de lectura comunes y silenciosas; punto de reunión de alumnos y profesores; salas de exposición y oficinas de la institución.
Roberto Frangella / Equipo técnico de la asociación San Patricio
Año: 1990
Ubicación: Pachecho, Provincia de Buenos Aires. Superficie: 6,500 m2
Todo el suburbio está construido por autoconstrucción, con ayuda de familiares en los fines de semana. Este proceso largo puede llevar toda la vida hasta terminar la casa propia. Retomando esta propuesta natural y asegurando una fluidez de materiales, el sistema puede ser parte de la solución de la vivienda.
En los años 60, 70, y 80 varios grupos técnicos de acompañamiento a estos procesos, impulsaron esta propuesta, muchos como parte del compromiso de los sectores tercermundista de las iglesias. Así nace la Asociación San Patricio, acompañando a un primer plan de la cooperativa CAVE en José C. Paz.
Lo más redituable de estas experiencias, es el crecimiento de los autoconstructores, que emprenden un camino de autogestión, capacitación y protagonismo. Apuntando a la justicia y por otro lado el crecimiento de los técnicos que aprenden de las realidades tan alejadas de su formación profesional, se construye el sistema cooperativo como la herramienta más democrática de participación. Por último, el trabajo en equipo de técnicos y pobladores, da la dimensión de estar unos al servicio de los otros, de igual a igual.
Marcelo Gualano / Martín Gualano
Colaboradores: Christian Bernhardt / Lorena Díaz / Jorge Epifanio / Ignacio de Souza
Año: 2003/2004
Ubicación: Salto del Penitente, Lavalleja, Uruguay
Superficie: 400 m2
Paisaje esencial: arquitectura esencial
El material tal cual es, arquitectura en naturaleza, artificial en lo natural. El proyecto no pretende imponer ni mimetizarse, marca una arquitectura abstracta, honesta, de materialidades sin acabados, del hormigón hecho roca. Interviene en el paisaje, respetándolo, intentando ser materia al igual que el sitio.
El proyecto se resuelve en dos piezas que articulan en el paisaje, el parador que cuelga de la roca y emerge hacia el acantilado, agazapado, al ras del piso y el otro volumen, el del camping, que recibe al paseante del arribo en automóvil.
La piel / estructura de hormigón genera los límites y bordes duros de la obra, abriéndose y cerrándose de acuerdo a los requerimientos de programa y paisaje, y generando a su vez la estructura compositiva del proyecto.
Jorge Hampton / Emilio Rivoira / Roberto Lombardi
Año: Octubre 2011
Ubicación: Urbanizacion Nordelta, Tigre, Provincia de Buenos Aires
Superficie: 1,560 m2
La arquitectura es un estado de ánimo… es la posibilidad maravillosa de una interacción feliz y elocuente entre historia, tecnología y naturaleza… y de todos lo estados de ánimo posibles venimos optando desde hace ya mucho tiempo por una actitud ambiental. Eso es tanto un reconocimiento y celebración del lugar como de la circunstancia que posibilita la obra…
En este sentido, la historia es la del Tigre y la geografía es la del Delta. Esta obra podría leerse como la reinterpretación de la tipología básica del Tigre; en lo esencial no es más que un rancho con un techo orgánico y una galería que se amplía para la carga de combustible en los vehículos (o la descarga de naranjas de las lanchas). La tecnología es explícita y obvia: una manifestación didáctica de la tarea a cumplir por cada una de las componentes estructurales y constructivas, la posibilidad de una lectura tectónica sencilla. Cada material definido en función de calificaciones propias del debe y haber energético, de una tendencia hacia el equilibrio ideal.
Y la naturaleza, ya agresivamente reinventada por el emprendimiento inmobiliario de marras pero inmutable en su constante biológica, se asume como condición primaria que refiere al lugar, donde la clave es interpretar qué nos dice el sitio y de ahí hilvanar las condiciones de funcionamiento, belleza y sustentabilidad ideales. Y para la celebración del lugar nada como la gestualidad: un gesto abarcativo de la forma del edificio como gran arco verde ya ensayado in situ en etapas preliminares, reiterado por el intendente de Tigre en la inauguración y redefinido como indicativo del lugar cada día por cada usuario. Que
una gestualidad pueda representar unívocamente una circunstancia es particularmente gratificante para cualquier arquitecto… demuestra la vigencia primigenia de la idea pura, cruda, directa, previo inclusive al lenguaje… ¿qué más se puede pedir?
Es además importante destacar que este edificio es el resultado de un concurso de anteproyectos diligenciado por YPF que convocaron a los estudios de varios colegas. Y que nuestra propuesta ganadora, particularmente orientada a una actitud bioambiental, pudo adecuarse sobre la marcha a ciertas exigencias corporativas de aplicación de normativas de sustantabilidad internacionales. A los efectos de lograr la certificación LEED hemos instalado condiciones arquitectónicas y tecnológicas que hacen a la buena práctica de la sustentabilidad, entre ellas:
• Una gran cubierta verde como extensión paisajística del lugar y aislante térmico ideal que mitiga el efecto isla de calor; y diseño de envolvente de bajo consumo energético.
• Generación de una galería que rodea todo el edificio y un esquema de parasoles que filtran y moderan la incidencia solar.
• Sistema eléctrico alternativo conformado por colectores fotovoltáicos en la cubierta que aportan energía solar a la red eléctrica.
• Recolección y reutilización de agua de lluvia para riego.
• Reciclaje de aguas grises, de agua de lavado de automóviles y de residuos.
• Instalación de luminarias, griferías y artefactos de bajo consumo.
• Utilización de madera certificada renovable de reforestación.
• Forestación con especies autóctonas (ceibos).
• Promoción del transporte alternativo como la bicicleta y vehículos híbridos.
• Interiores con vistas al exterior a todos los usuarios y niveles de iluminación natural que permiten un significativo ahorro durante las horas diurnas; entre otras.
Carlos Levinton
Colaboradores:
Miguel Haverfeld / Dante Muñoz / Marta Yajnes
Año: 2000
Ubicación: Guernica, Argentina
Superficie: 160 m2
La Ecocasa Guernica, Premio Fondo para las Américas, resultado de un largo proceso de investigación, data de 1998, y constituye uno de los primeros ejemplos de construcciones de diseño sustentable. Su intención es aportar soluciones para resolver, con recursos mínimos, problemas masivos de hábitat en contextos urbanos. El diseño arquitectónico deberá involucrarse decididamente en los procesos de cultivo en todos los territorios porque el hambre permanece irresuelta. Cada Ecocasa puede producir 2 kg. de vegetales por día, en un lote de 8 x 26. La Ecocasa se emplazó dentro de un Ecocentro reparando la biodiversidad de principios de siglo.
Ecocasa Guernica funciona como una célula que se autoabastece de todo lo básico. Capaz de resolver las necesidades básicas de una familia tipo, producir alimentos, vitaminas, trabajo y energía necesaria para habitar, de manera autosuficiente y ecológica. La planta de esta unidad permite varias configuraciones, a partir de la disposición de distintos volúmenes —el núcleo central aloja el estar-invernadero sobre el techo y dos volúmenes periféricos alojan la cocina, dormitorios y baños. Completan la casa huerta: una usina de calor central, colectores centrales, eólicos y fotovoltaicos, conectados con una biotorre de agua y central purificadora.
El tejido vegetal cumple la doble función de alimentación y de protección natural de la casa del agua y del calor. Se puede graduar la temperatura mediante la regulación de la humedad de los cultivos.
Ejes estructuradores de la Ecocasa:
• Energía: Máximo grado de autosuficiencia energética mediante el abastecimiento a partir de sistemas y energías renovables, captación solar, acumulación energética equipamientos de bajo consumo, y aislaciones térmicas eficientes. La Ecocasa consta de tres componentes básicos: la casa propiamente dicha, el digestor que transforma excretas o basura en biogás y lombricompuestos que se emplean en los cultivos de la Biotorre, huertos espaciales de 12 metros de altura —cada uno de éstos consta de un acumulador de energía. La casa es una usina de calor: en el digestor el agua servida se acumula y genera calor; en la torre se almacena el agua, y además el muro trombe, conformado por botellas de agua post uso, acumula calor.
• Agua: Minimización del consumo de agua potable y máximo grado de autoabastecimiento, mediante estrategias de acumulación, recuperación y reutilización a partir de la depuración y recirculación a bajo costo.
• Materiales: Utilización de materiales que suponen mínimo coste y gasto energético. Muros trombe de ladrillos de adobe prensado y postes eléctricos reciclados.
• Generación y reciclaje de residuos: Reintroducción en el ciclo productivo de los recursos no consumidos.
• Optimización del uso y gestión: La Ecocasa es un sistema que concibe la producción de hábitat en base a una forma de visión del trabajo, ya que trata de producir manufacturas para consumo personal o comunal. Esto demuestra que hacer una vivienda sostenible no implica dejar la tecnología más avanzada, sino reorientarla como construcción inteligente.
Marcelo Bednarik Soares / Federico Mirabal Pietra Colaborador: Patricia Miranda
Año: 2003
Ubicación: Pinta del Diablo, Rocha, Uruguay Superficie: 98 m2
Exploraciones / indagaciones / investigaciones —constructivas, analógicas, geométricas, estructurales, semióticas…
La casa se encuentra ubicada en un lugar privilegiado de la costa de Rocha, Uruguay, en el balneario de Punta del Diablo, frente a las aguas del Océano Atlántico.
Su posición en un terreno elevado, su orientación y resolución formal, ofrecen una visión panorámica de la costa de uno de los principales balnearios turísticos del país.
La casa se conforma por un basamento de piedra y hormigón y una piel de tela asfáltica negra que cubre una estructura de pórticos de madera a modo de cáscara, traduciendo al exterior la forma asimilable al caparazón de una “Mulita”.
Estas características la convierten en una vivienda ideal para su uso, tanto en las temporadas estivales como en la totalidad del año.
Regina Mintz / Jorge Ramos
Año: 2008-2009
Ubicación: Barrio CUBE, Escobar, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Superficie: 127 m2
La casa está ubicada en la localidad de Escobar, a 68 kms de la ciudad de Buenos Aires, en una isla a orillas del río Luján. Se trata de una zona deltaica de flora nativa o aclimatada (ceibos, talas, tamarindos, álamos, sauces y casuarinas). Respondiendo a estas condiciones fundamentales del ambiente natural, la tradición tipológica-constructiva isleña y el simbolismo vernáculo de los lugareños, se optó por una construcción sobre pilotes, reparada de las eventuales crecientes del río, en madera de eucalyptus grandis (o eucaliptus rosado). Se escogió esta especie por provenir de bosques de cultivo, no nativos, muy expandidos en el país y por tener la mayor tasa de crecimiento, asegurando una silvicultura ecológica y sustentable. La arquitectura maderera, por su liviandad, se presenta como muy adecuada a este tipo de suelo aluvional, de baja resistencia.
Toda la estructura (resuelta en ballon-frame armado in situ), los pisos y los cielorrasos se construyeron en eucaliptus. En el caso de los muros se diseñó un compuesto de sucesivas capas aislantes con revestimiento interior de MDF (tableros de fibra de mediana densidad) y exteriores de eucaliptus pintado de rojo, colocado en tingladillo (weather boarded). Debido a esos aislantes térmicos, hidrófugos y barrera de vapor, estos muros aseguran un clima confortable, tanto en invierno como en verano. Los techos son de chapa de cinc ondulada gris y las aberturas son de aluminio anodizado.
La planta en “L”, organizada en base a módulos, tiene su lado mayor paralelo a la ribera, aprovechando las mejores vistas y orientaciones, mientras el ala menor corresponde a los dormitorios. Las extensiones semicubiertas, funcionan como lugares sombreados de estar, comer y descansar, tanto en el caso del gazebo de acceso como en la galería amplia hacia el parque. El ala de estar interior se ha resuelto como un espacio continuo cocinacomedor-estar con visuales abiertas hacia el río y el parque, procurando una ventilación natural cruzada. En esquina, se dispuso un estudio en altura, a modo de mirador, con techo a 4 aguas y balcón. La “zona de fuego”, reservada a la parrilla de asado, es un volumen verde exento, de mampostería.
Alejandro Sticotti / Nicolás Tovo
Año: 2007
Ubicación: Olivos, Provincia de Buenos Aires, Argentina
Superficie: 360 m2
La casa se ubica en un terreno de 15 x 35 m con todos sus perímetros de cerco vivo, rodeado por tres casas estilo inglés con amplios jardines. Encontrar este terreno fue el mejor comienzo.
Aprovechando la luz del noreste, se buscó que la casa flotara en el centro de un jardín. Sin tocar las medianeras, ni generar sombra a los vecinos.
Es una estructura mixta de hormigón y hierro con cerramientos de ladrillos de espuma de cemento, forrados en madera al exterior y multilaminado en el interior. Los pisos están hechos en maderas de demolición. Las carpinterías fueron construidas in situ con una estructura metálica y contra-vidrios en madera de lapacho. La elección de los materiales para baños y cocina: azulejo blanco y pisos graníticos negros.
La casa está pensada en 3 niveles. En primer lugar una planta baja: la zona común totalmente vidriada con el estar en doble altura, la cocina, como centro neurálgico de la casa, y el área de servicio, que se abre a un patio trasero. Luego, una planta con 4 dormitorios y un cuarto de TV-escritorio con la biblioteca en un balcón que da a la sala de estar. Y por último, en el tercer nivel, una suite con vista a la plaza y una terraza perimetral.
Gustavo Scheps
Año: 2006 (primera etapa) y 2010 (segunda etapa)
Ubicación: Calle Herrera y Reissig 567, Parque Rodó, Montevideo, Uruguay
Superficie: 3,750 m2
En el Parque Rodó, junto a la sala de máquinas de ingeniería, obra de Julio Vilamajó, entre el estadio Franzini y un pasaje peatonal que con alto índice de delincuencia estaba impedido al público, se decidió la construcción de un edificio de aulas de uso compartido por las facultades de Arquitectura, Ciencias Económicas e Ingeniería (UdelaR).
El proyecto procura resolver la relación con el edificio de Ingeniería retomando materiales, proporciones y volumetría. Tres módulos de hormigón visto y un conector metálico, estructuralmente suspendido de los volúmenes, se vinculan a los volúmenes y espacios libres existentes. El pasaje peatonal ha sido incorporado como espacio de uso exterior y proyección visual del edificio. Recuperado para el público y equipado con conectividad, bicicletero, pavimento e iluminación, promueve el encuentro de vecinos, paseantes, niños jugando al fútbol y estudiantes. El edificio universitario aporta a la comunidad, además de usos concretos, vitalidad y complejidad.
Los interiores juegan en contrapunto con la expectativa que induce la volumetría exterior, acentuados por vacíos, puentes y doble alturas cruzadas por ligeros suelos de metal.
La planta baja transgrede la lógica fragmentada sugerida por los bloques y acompaña el pasaje, del que se despega. Los tres módulos, de planta baja y dos pisos, con una franja de 4 m de servicios y circulaciones al frente, proponen espacios flexibles de 20 x 16 m sin apoyos intermedios que admiten diversas configuraciones de salones, de 50, 100, 250, 300 y 400 plazas, y una sala de actos de 340 butacas. Pueden colocarse instalaciones o modificarse la tabiquería en todos los sectores de enseñanza. La estructura que lo permite, creada para el caso, consiste en una solución “híbrida” resuelta con elementos de tracción y losa de hormigón de 16 cm.
La obra se diseñó partiendo de un bajo presupuesto. Concebida para ser construida en etapas, incorpora una escalaridad de terminaciones e instalaciones que pueden mejorarse progresivamente (a partir de un básico utilizable) en función de las necesidades y de la disponibilidad presupuestal.
Como parte de las responsabilidades del edificio en la creación de conocimiento, la arquitectura procura un aporte que trasciende su fin específico y busca investigar en términos de las lógicas de los edificios de enseñanza contemporánea y el vínculo con la comunidad. Ha recibido actividades culturales, congresos, exposiciones, actividad gremial y electoral. La sala de actos puede funcionar independientemente del resto del edificio.
Diana Schimmel / Rodolfo Sorondo
Año: 2004 / 2006
Ubicación: Riachuelo, Colonia, Uruguay
Superficie: 220 m2
Se trata de una casa de vacaciones en una chacra en la costa del Río de la Plata, 16 km al este de Colonia. Está sobre una loma, en un terreno amplio, con vecinos dispersos y con amplia vista hacia el río. Mirar el río (al sur) y la buena orientación no es coincidente, por lo que se decidió proyectar una casa con doble frente y espacios de uso exterior para invierno y verano.
Una serie de ranchos o casitas (estar, comedor, dormitorios y galpón) cosidos por circulaciones y servicios de techo plano, se articulan conformando espacios interiores y exteriores diversos, donde la galería y la parrilla (a la uruguaya) mira al sur y al río. El patio de invierno, al norte, está contenido por la casa y un muro de pirca de forma irregular que acompaña canteros de flores y hierbas aromáticas.
El criterio de tomar el sol del norte para todos los ambientes, válido para el invierno, se regula en verano por la disposición de aleros en las aberturas, estudiados según los gráficos de asoleamiento correspondientes, que impiden la entrada de sol en verano.
La construcción de la obra se realizó con una empresa local, usando materiales y terminaciones habituales en la zona. Muros dobles de ladrillo enrasado, zócalo de distintas alturas de piedra irregular, techos planos de H°A°, e inclinados de tejas sobre madera, dan una imagen coherente con el espíritu del lugar.
Finalmente, el resultado conseguido es un conjunto de lugares amables, de escalas acotadas, espacios fluidos. Sobre todo es un lugar que permite usos diversos y simultáneos debidos a la diversidad de situaciones espaciales que ofrece. Diversidad en la unidad.
Haciendo autocrítica después de varios años de uso comprobamos que no resolvimos bien el control de los vientos del sudeste, que se tornan muy desagradables en algunos días. A pesar de haber visitado mucho el “sitio” durante la ideación del anteproyecto y conversado con la gente de la zona, deberíamos haber “vivido” una semana en carpa en el lugar para sentirlo más profundamente. Por lo demás se está muy bien allí. El tiempo se vive y pasa calmadamente entre el río y las cuchillas uruguayas.
Humberto Eliash
Azul sobre muros de barro crudo: característica del cromatismo del altiplano del norte chileno.
La arquitectura vernácula o popular tiene un largo desarrollo a través de la historia de la humanidad, pero su estudio y difusión es muy escaso. El profesor Bernard Rudofsky señalaba en 1964 el valor que tenía la arquitectura de los países subdesarrollados en la Exposición «Arquitectura sin arquitectos» que realizó ese año en el MoMA de Nueva York, y que derivó en su famoso libro de igual nombre. Ahí señala que “resulta francamente polémico comparar, como se hace, la serenidad de la arquitectura en países llamados subdesarrollados, con la estéril arquitectura de los países industriales. En la historia ortodoxa de la arquitectura el énfasis está en el trabajo del arquitecto, considerado individualmente, aquí en cambio el acento está en la empresa comunitaria!”1
Sin embargo, pese a sus méritos, la arquitectura sin arquitectos no ha sido objeto de mucha investigación ya que los estudios se han concentrado en la llamada arquitectura formal, monumental o de autor. Este artículo se origina en una investigación que realiza el autor en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile sobre un tema específico de la arquitectura vernácula: el uso del color.
El color en la arquitectura chilena
A pesar de no tener la exuberancia del Caribe o de Brasil, la arquitectura chilena tiene mucho color, aunque no se aplica de la misma forma que en otras latitudes. La gente con menos recursos (pero también con menos prejuicios…) se expresa con más libertad cromática en su largo territorio que va desde los pueblos del norte altiplánico hasta los palafitos de Chiloé, pasando por los pueblos del valle central y los puertos multicolores. Las grandes ciudades también esconden rostros llenos de color detrás de sus frías máscaras de modernidad indiferente.
Chile es un curioso país que mide 150 kms de ancho por casi 5.000 kms de largo en el sentido norte sur, atrapado entre la Cordillera de Los Andes y el océano Pacífico. Esto da una enorme variedad de situaciones geográficas y climáticas que ha producido una arquitectura popular de gran diversidad y carácter.
El arquitecto Raúl Irarrázaval menciona la arquitectura popular de los pueblos, ciudades y puertos en su libro Arquitectura chilena, la búsqueda de un nuevo orden espacial2. Luego encontramos la serie de libros publicados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile entre 1980 y 1981 dedicados a documentar la arquitectura de Chiloé3, Osorno4 y La Unión y Valle Central5. En esa década también se publica el libro Inventario de una arquitectura anónima, de C. Boza y H. Duval6 que fue importante en la difusión de la arquitectura sin autor de carácter urbano en la ciudad de Santiago de Chile. Posteriormente en el libro de Osvaldo Cáceres, La arquitectura de Chile independiente7, se incluye menciones a la
arquitectura “informal” y también a la arquitectura realizada por las culturas originarias de Chile. Más recientemente podemos citar el libro Cobquecura, alma forjada en piedra de Rodrigo Díaz Alarcón8 y el libro Palafitos de Castro, Chiloé: patrimonio vernacular contemporáneo de E. Rojas y B. Elmudesi9. Más específicamente sobre el uso del color en nuestras culturas originarias es destacable el trabajo de Paulina Olivares10 respecto al Atlas cromático del pueblo mapuche. Según ella señala, éste se compone de seis colores divididos en dos hemisferios: masculino y femenino. Al primero pertenecen los colores asociados al agua: negro (Kuri), rojo (Keli) y azul (Kallfu). Al femenino aquellos asociados a la tierra: blanco (Lig), amarillo (Chod) y verde (Karu) y todos enmarcados en su potente cosmogonía.
En los últimos años podemos mencionar los libros publicados por Elisa Cordero sobre el seminario de Color de la Universidad Austral11, y Elisa Cordero, Francisca Poblete y Marcia Egert sobre el color en un barrio de Valdivia12. Este autor ha dirigido, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, tres tesis de investigación sobre el color en la arquitectura de los alumnos Diego Arcaya13, Francisco Reyes14, Stefany Fuentes y Francisca Miqueles en el año 201015
Cuatro zonas cromáticas de Chile
A primera vista la aplicación del color en la arquitectura popular es aleatoria y no responde más que a una pulsión individual por diferenciarse del vecino o del medio. Sin embargo, al estudiar con más rigor y confrontar el color con sus particulares situaciones geográficas y culturales aparecen singularidades propias de determinadas zonas y patrones de uso que se reiteran y que permiten concluir que su aplicación no es errática.
Al ser un país de singular geografía por ser tan largo y angosto, existen diferentes climas, situaciones geográficas y subculturas que tienen su correlato en la arquitectura. Para los efectos de este estudio distinguimos al menos cuatro zonas cromáticas que se describen a continuación.
Desierto de Atacama
La arquitectura del desierto de Atacama es depositaria de las ricas tradiciones constructivas de las culturas prehispánicas que habitaron el norte de Chile, Perú y Bolivia. En esta zona se destacan las culturas atacameña y diaguita que han dejado un patrimonio de alto valor cultural. Se trata de una arquitectura extremadamente austera y contenida tanto en recursos materiales y técnicas constructivas como en recursos formales. El adobe, la piedra y la madera de árboles nativos son los materiales más utilizados.
Tal contención formal se refleja también en una paleta de colores reducida donde prevalecen los colores terrosos con las variaciones propias de las piedras, arenas y
Superior: La simplicidad de las formas y colores de San Pedro de Atacama en estas dos fachadas.
Medio: La silueta del volcán Licancabur completa el skyline de las casas de San Pedro de Atacama.
Inferior: Resumen del cromatismo del desierto de Atacama: blanco, marrón y azul-celeste.
Superior: La ciudad de los muertos replica las formas y colores de la ciudad de los vivos.
Medio: Cal sobre piedra en Iglesia del Padre Negro, Caldera: acuarela de Humberto Eliash, 1998.
Inferior: Cal sobre barro en Iglesia de Chiu-Chiu: acuarela de Humberto Eliash, 2014.
Creatividad cromática en el barrio Santiago Poniente, Valle Central, Chile.
Cromatismo en fachada continua de Los Andes, valle central de Chile.
Tonos apastelados propios de la arquitectura vernácula del valle central.
tierras de una de las zonas del continente más ricas en minerales: cobre, oro, plata, litio y molibdeno.
El blanco de cal es un aporte hispánico que se emplea en los edificios públicos y religiosos y en espacios interiores donde se utiliza para alejar insectos. Además del color blanco y los colores derivados de la tierra, se usa el color azul y sus derivaciones hacia el celeste por la creencia de algunos de que ese color es el que mejor representa el cielo.
Esta paleta cromática acotada está presente en los pueblos del desierto como San Pedro de Atacama, Chiu Chiu, Lasana, Toconao, Caspana, etc. Debido a la escasez de lluvias en el desierto más árido del mundo, abundan los muros de tierra sin revestir que parecen fundirse con la naturaleza. Por otra parte, en los cementerios se repiten las mismas formas y la misma paleta de colores que en sus pueblos con lo cual parecen fundirse la vida y la muerte.
Existe una gran diferencia entre la gama de colores del altiplano de Atacama y aquella que encontramos en las ciudades costeras de la misma región. En los puertos de Arica, Iquique, Antofagasta y Coquimbo la paleta se enriquece y se complejiza producto de las múltiples influencias culturales que bulle en los puertos. Hay que señalar que hasta 1914 cuando se abre el Canal de Panamá todo el tránsito marítimo de Europa hacia los países del Pacífico se realizaba bajando hasta el Estrecho de Magallanes subiendo por Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Centroamérica, México hasta llegar a la costa Oeste de Estados Unidos y Canadá y viceversa. Eso le dio gran vitalidad a esos puertos y se manifiesta en una arquitectura ecléctica y policromática.
Valle Central
La zona Valle Central es aquella que se extiende desde la ciudad de Los Andes por el norte hasta Chillán por el sur. Aquí se funde la cultura originaria de los mapuches (“hombres de la tierra”) con la cultura española de los conquistadores en el siglo XVI posteriormente enriquecida por los aportes de nuevos inmigrantes. En esta zona predominan las edificaciones en base a muros de tierra cruda o cocida, techumbre y puertas y ventanas de madera y cubiertas de tejas de arcilla. Posteriormente se han incorporado materiales como el hormigón armado en los muros, los tableros de placas y el acero ondulado zincado o el fibrocemento en las cubiertas.
En la zona de los valles centrales rurales predominan los colores apastelados. Eso se debe al uso de pinturas con base de cal o cemento mezcladas con tierras de colores. El uso de la cal blanca (óxido de calcio) es muy común en la zona central
especialmente en los interiores debido a la mayor capacidad de reflejar la luz y al efecto supuestamente dañino de la cal sobre los insectos.
Hacemos la excepción del color aplicado en los edificios de autor o realizados por el estado o empresas donde el color se define de acuerdo a pautas prestablecidas generalmente desde Santiago, la capital del país, y no por las comunidades locales.
En esta zona del centro de Chile, en general, se utiliza una paleta reducida a colores en base a cal y tierra de color en los planos de fondo (muros) y una paleta más amplia de colores en los elementos de terminación (puertas, ventanas, molduras, rejas etc.). Esto se debe al menor costo que tienen las pinturas con base de cal y cemento.
Los colores más utilizados en el valle central son: blanco, ocre, rojo colonial, azules diversos y tonos de café en las maderas. Los colores menos utilizados son el negro, el gris, el violeta y los colores metalizados y fosforescentes. Los dos primeros debido a sus connotaciones negativas y los segundos debido a su alto costo como pinturas.
Valparaíso y litoral central Valparaíso con su conurbación es la segunda ciudad de Chile y el principal puerto del país. Nació en el siglo XVI como una caleta de pescadores ocupando el borde costero pero fue creciendo hasta ocupar los 45 cerros que forman un anfiteatro natural que enfrenta el océano Pacífico. Su arquitectura es muy ecléctica y se diferencia de aquella localizada en la parte plana de aquella que ocupa los cerros y las quebradas.
En Valparaíso y otras ciudades del litoral (San Antonio, Cartagena, etc.) y en las caletas de pescadores (Quintay, Horcón, etc.) predominan los colores saturados. Entre ellos se destacan los colores primarios, secundarios y sus combinaciones. La mayoría de las pinturas utilizadas son óleos y esmaltes brillantes en base a aceites. A diferencia de los pueblos de los valles centrales donde los techos de tejas de arcilla o de planchas de acero o asbesto cemento no se pintan, en estos casos se pintan y por lo tanto entran a jugar en la composición de colores como la quinta fachada. Esto ocurre especialmente en ciudades o pueblos que llegan al mar con fuertes pendientes como Coquimbo, Valparaíso, Puerto Montt, Ancud y Castro. En estas zonas los muros son predominantemente de madera, o revestidos en planchas de metal o placas aglomeradas o de fibrocemento y más recientemente en planchas o tejas de PVC
Los colores más utilizados en los puertos y caletas de pescadores son: amarillo, naranja, azul, rojo y verde. A menudo las mismas pinturas que se utilizan en las embarcaciones por razones de seguridad y mantenimiento son las que se utilizan en las casas para protegerlas de la humedad costera.
Superior: Arquitectura del Valle Central, Chile; Casa en Curacavi, valle central de Chile. Debajo: El policromatismo de los cerros reflejado en este mural en un restaurante de Valparaiso.
Fachada de casa en barrio Bellavista, Santiago. Cromatismo popular en el cerro Alegre de Valparaiso: croquis de Humberto Eliash, 2013.
Chiloé
Chiloé es una isla del sur de Chile que tiene el tamaño de Puerto Rico, donde viven 10.000 personas y, debido a su aislamiento, ha desarrollado rasgos culturales propios que se manifiestan en su gastronomía, mitología, música y arquitectura. Allí se mezclan las influencias culturales de los nativos (chonos y huilliches), con los españoles y misioneros alemanes llegados en el siglo XVII dando origen a una arquitectura con fuerte identidad que utiliza la madera como principal insumo. Posteriormente se han incorporado los metales, los fibrocementos y el hormigón armado.
En las ciudades y pueblos de Chiloé y la zona sur, donde se pinta con pinturas de base sintética y aceites, se utilizan más libremente los tonos saturados y los juegos de figura y fondo. En esta zona llueve 4 veces más que en la zona central, lo que implica mayor presencia de días oscuros; en consecuencia los habitantes prefieren pintar sus casas con colores más fuertes y brillantes.
Al respecto Edward Rojas señala “Las exigencias de preservación de la madera con pintura, el deseo de destacar las casas en el paisaje gris de los muchos días nublados, y quizás la búsqueda de una identidad individual, llevaron a los chilotes a usar el color con gran soltura”9
La aplicación del color tiene aquí un claro propósito diferenciador. Es decir, si se trata de una casa en medio de abundante vegetación, se pintará de cualquier color menos verde. El estudio realizado por Francisco Reyes revela que en Chiloé el color menos utilizado en las casas es el verde14
Una particular tipología de arquitectura de Chiloé la constituyen los palafitos de madera. En ellos se da con mayor libertad el uso del color que se enriquece aún más con la presencia de las embarcaciones multicolores y sus reflejos en el mar.
Notas:
1 Bernard Rudofsky, Arquitectura sin arquitectos (Buenos Aires, Argentina: Editorial universitaria, 1973), 7.
2 Raúl Irarrázaval, Arquitectura chilena, la búsqueda de un nuevo orden espacial (Santiago de Chile: Ediciones Nueva Universidad, 1978).
3 Anguita, López, Modiano, Zechetto, Casas de Chiloé (Santiago, Chile: Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, 1980).
4 H. Montecinos, I. Salinas, P. Basaez, Arquitectura tradicional de Osorno y La Unión” (Santiago, Chile: Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, 1981).
5 J. Benavides, M. Anduaga, C. Miranda, H. Montecinos, O. Ortega, S. Pirotte, I. Salinas, Conjuntos arquitectónico rurales: Casas patronales (Santiago, Chile: Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, 1981).
6 C. Boza y Duval, Inventario de una arquitectura anónima (Santiago, Chile: Editorial Cochrane, 1983).
7 Osvaldo Cáceres González, La arquitectura de Chile independiente (Concepción, Chile: Ediciones Universidad del Bio Bio, 2005).
8 Rodrigo Díaz Alarcón, Cobquecura, alma forjada en piedra (Concepción, Chile: Ediciones Universidad del Bio Bio, 2012).
9 Edward Rojas y Barbara Elmudesi, Palafitos de Castro, Chiloé: patrimonio vernacular contemporáneo (Santiago de Chile: Salesiano editores, 2014), 48.
10 Paulina Olivares, “El universo de seis colores: Atlas del color mapuche” en Seminario de Color, 2009 (Valdivia, Chile: Universidad Austral de Valdivia, 2009).
11 Elisa Cordero, editora, Seminario de Color, 2009 (Valdivia, Chile: Universidad Austral de Valdivia, 2009).
12 Elisa Cordero, Francisca Poblete y Marcia Egert, Colores de Valdivia: Tres barrios de la Isla Teja (Valdivia, Chile: Editorial Kultrun, 2014).
13 Diego Arcaya, «Color + Arq. Aproximación a una normativa de color en la ciudad: El caso de la zona típica de Barrio Concha y Toro», Seminario de titulación Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile, profesor Humberto Eliash (Santiago, Chile: 2009).
14 Francisco Reyes, «El color en la arquitectura: Chiloé, color con identidad», Seminario de titulación Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile, profesor Humberto Eliash (Santiago, Chile: 2010).
15 Stefany Fuentes y Francisca Miqueles, “Color en la Arquitectura Popular. Análisis cromático en tres Ciudades de la Zona Central de Chile: Cordillera (San José de Maipo), Valle (Putaendo), Costa (Cartagena)”, Seminario de titulación Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile, profesor Humberto Eliash (Santiago, Chile: 2010).
Alex Martínez Suárez
Alex Martínez Suárez, arquitecto apasionado por la fotografía, ha encontrado una manera de compartir una manifestación artística de su cotidianidad a través de la fotografía móvil en las redes sociales. Lejos de utilizar la plataforma Instagram como una herramienta propagandística o meramente de actividades sociales, su perfil se ha convertido en un constante registro de imágenes captadas por un ojo curioso con cierta fijación por los espacios y detalles arquitectónicos que pasan desapercibidos en nuestro entorno.
Utiliza su teléfono celular como una herramienta artística y a través de esa cámara que siempre anda con él, va captando cuanto le llama la atención en el camino de su inmediatez. Composiciones simétricas, vistas paralelas, texturas abstractas, paisajes y calados son parte del lenguaje visual que caracterizan su obra.
Este novedoso mecanismo de expresión artística se ha convertido en parte de su rutina diaria compartiendo sus fotografías al final de la jornada laboral, generalmente de 6 a 8 de la tarde cuando se siente relajado, esto le permite tomarse un respiro y dejar fluir la creatividad. Cada imagen se complementa con un título que elige para su obra y generalmente son en inglés o español.
Como viajero frecuente, constantemente está expuesto a experiencias que alimentan su material fotográfico. Y es por eso que no sólo comparte imágenes arraigadas en lo local, sino que también encontramos desde artesanías en Suramérica hasta curiosos detalles en las grandes ciudades europeas.
Para esta colaboración editorial se ha hecho una pequeña selección entre las más de 600 fotografías que contiene su perfil hasta la fecha, agrupándolas en diversos tópicos: Texturas y superficies, Círculos y espirales, Calados y transparencias, Espacio interior, Fente franco, Forma y volúmen y Detalles varios.
“Hay un constructivismo fotográfico muy personal, con enfoques inesperados en su mayor parte. Es una nueva geometría en el espacio, sensible ciertamente, donde se percibe una abstracción solamente en la primera mirada, luego aparece la realidad observable y observada... La cámara juega, se divierte, propone elementos conocidos, pero de tal manera que una mirada corriente, a menudo, no los reconozca o identifique. Son obviamente imágenes inteligentes... de un arquitecto!”.
Marianne de Tolentino
Crítico de arte
SilentRunner[TanjaSmeest]
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Micentro,misol
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Throughthecircles
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ForeverBicycles[AiWeiwei]
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Podium02_serie‘entrevecinos’
Res.GazónBona1946_1
Eclectic-Colorful
Tiemposañejos_1
Prats-Ventósentrelamaleza
Guillernoconnostalgia
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Welcometoournewhome!!:)
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TheclearestskyandtheEuromast
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Ángel Urrely
Pared de agua (detalle), 57” x 80.5”, mixta sobre tela, 2008. Demasiados derrames (detalle), 50” x 40”, mixta sobre tela, 2010. Colección privada.
La idea de un registro cartográfico de mi paso por las coordenadas de Santo Domingo la empiezo a crear en las páginas de mis diarios, hace más de quince años. En el año 2008 dibujé los primeros mapas peregrinos de los niños limpiabotas, obligando al espectador a torcer el cuello para leer los nombres de las calles. Ubiqué el radio de acción del andar de estos pequeños en las calles que más ensucian los pies. A partir de estas primeras obras comienzo a construir las “postales” de una metrópoli con todas las posibilidades.
Leo las entrañas de la urbe, y dejo escrito en sus paredes imaginarias mi paso por la ciudad primada de América, en su segunda ubicación, después de que una plaga de hormigas Caribe la hiciera mudar a la ribera occidental del río Ozama. En cada cuadrícula del mapa van a parar, siguiendo las leyes del azar, estructuras claustrofóbicas. En el cuerpo de la ciudad queda una especie de queloide: los diseños de rejas soportando el peso del hierro bajo las formas más promiscuas. La cotidianidad está marcada por la suerte de cruzar indemne el laberinto de calles casi sin aceras, donde el acto de caminar es una penitencia de escolar que repite la misma oración, para que el cansancio deje sentir el peso del castigo. La ciudad le da la espalda al mar y un espejismo de isla artificial surge en el horizonte, como la ballena de Simbad el marino, que una vez la confundió con tierra firme, y en la cual habían crecido hierbas y árboles. Frente al agua nacen edificios que se nublan de campos de beisbol en las azoteas. El vértigo haría caer a los jugadores al vacío, si no se dieran cuenta de que estos estadios no tienen muros de contención.
Los elevadores de la ciudad son movidos por los propios edificios a través de plantas eléctricas. Dentro de cada torre, un motor empuja el émbolo al cielo buscando espacio. Todos los días, los ascensores elevan almas al cielo, apretadas en su interior con sus kilos de carne y colesterol. Por eso la ciudad tiene ese aire viciado que te hace adicto a ella. A medida que trabajo, dejo impreso en las manzanas los números premiados de la lotería que aparecen en los diarios. En una ciudad donde hay bancas de apuestas con todos los colores que la anarquía tropical permite, atrae a los jugadores el slogan: pagamos hoy… En la tarde, los colores se van desconectando y entran en la noche antillana, aniquilados en grises y negros, derrotados por el apagón que se abre paso (siniestro) al resto de la isla.
Final de juego: Mapa de la locura urbana (detalle), 61” x 143”, mixta sobre tela, 2009. Colección privada. Espiral # 28A o Quetzálcoatl pasando a pocas millas de distancia, 71” x 131”, mixta sobre tela, 2011. Colección privada.
Amanecer en Dembow City, 72”x 109”, mixta sobre tela, 2014.
Caribe alucinante, 45” x 70”, mixta sobre tela, 2010. Atardecer en el trópico, 50” x 60”, mixta sobre tela, 2010.
Sin título, 80” x 100”, acrílico-tela sobre pelliza, 2014.
Arriba: Arq. Sonya Pérez, Arq. Elmer González, director de la Escuela de Arquitectura de UNIBE, y Arq. Juan Castillo. Debajo: Proyecto de los estudiantes Rubén Darío Martínez y Ruddy Santos; y proyecto del estudiante Gustavo J. Moré Rodríguez.
El pasado 11 de diciembre de 2014 se inauguró la exposición Urban Etna: Espacios Urbanos, en el Centro Cultural Mirador Sur, en Santo Domingo. Este encuentro creativo, ya en su XIX versión, es organizado anualmente por los estudiantes de Diseño IX de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana (UNIBE), bajo la supervisión de la profesora y arquitecta, Sonya Pérez.
El encuentro creativo reunió a profesionales, familiares y estudiantes, dando a conocer el producto final logrado en las aulas, y la nueva arquitectura proyectada por esta generación emergente. En esta ocasión, los estudiantes debían proyectar propuestas arquitectónico-urbanas a partir de un estudio socio-cultural de dos contextos distintos pero interrelacionados, uno nacional y otro extranjero. El propósito fundamental del ejercicio es fomentar una perspectiva global en los estudiantes, desarrollando una conciencia urbana y cultural, respetuosa de los entornos característicos de cada ciudad o contexto.
Dos contextos o ciudades dispares se investigan, analizando sus poblaciones, arquitecturas, climas e imágenes arquitectónico-urbanas, para ser luego re-interpretados y traducidos a una nueva realidad: una repuesta arquitectónica que en general expresa una dualidad de naciones en un mundo que tiende a la globalidad. Así, estas dualidades exploradas por los estudiantes incluyeron regiones o contextos sumamente dispares como Punta Cana y la isla rusa de Oljón; Barahona y la isla Canaria de Tenerife; o Boca Chica y la ciudad italiana de Palermo, entre otras, que han experimentado algún tipo de emigración e inmigración de sus pueblos.
Cada estudiante buscó un nexo arquitectónico o urbano o cualidades físicas comunes a ambos contextos y desarrolló un proyecto que sirviera de nexo, que constituyera una respuesta válida para ambas situaciones. Se desarrollaron así, objetos arquitectónicos o propuestas urbanas que renovaran, revalorizaran y desarrollaran cada lugar específico, buscando siempre un intercambio cultural entre las localidades de cada proyecto. Urban Etna, que significa “etnias urbanas”, busca representar un paralelismo entre varias ciudades que han experimentado la dispersión de un pueblo y su integración a un nuevo entorno urbano.
Este XIX encuentro creativo UNIBE conectó nuevamente la arquitectura dominicana con la global, creando una conciencia cultural en los estudiantes de arquitectura, para que puedan ser capaces de diseñar íconos arquitectónicos o urbanos que representen e identifiquen una determinada cultura o país.
Arriba: las estudiantes Lilibeth Liberato y Mileshka Sterling, el Arq. Aris Pichardo y la Arq. Sonya Pérez, y la estudiante Alondra Martínez. Al centro: vista de la exposición. Debajo: estudiantes Antonio Álvarez y Mavely Reyes, ganadores del concurso de estudiantes, al lado de su stand y su proyecto.
Arriba: Arquitectos William Guzmán, Rubén Hernández y Manuel Flores. Al centro: Elisa Grignaffini y Paola Nolasco; Milechka Sterlin, Sra. Soraya Ovalle, Gustavo José Moré e Ismael Mateo. Debajo: Antonio Álvarez y Mavely Reyes; y una vista general de la exposición.
El próximo martes 24 de marzo del 2015, el Museo de Arte Moderno (Museum of Modern Art, MoMA) de la ciudad de Nueva York inaugurará la exposición “Latin America in Construction: Architecture 1955–1980 (Latinoamérica en Construcción: Arquitectura de 1955 a 1980)”. Con este motivo, todos los países participantes fueron convocados el pasado sábado 14 de marzo a celebrar un #Instameet local, donde los usuarios de Instragam compartieran sus fotos de los edificios que serán reseñados en la exposición, utilizando el hashtag #ArquiMoMA.
En colaboración con el MoMA, el Laboratorio de Arquitectura Dominicana, Archivos de Arquitectura Antillana y la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana invitaron a los usuarios dominicanos a fotografiar el conjunto arquitectónico y urbano de La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. La convocatoria tuvo lugar el sábado 14 de marzo a las 12:00 pm frente al Pabellón de Venezuela, en Santo Domingo.
Las fotos seleccionadas se presentarán en una de las salas de la exposición del MoMA —desde el inicio de la exhibición el 29 de Marzo, 2015 hasta su conclusión el 19 de Julio de 2015—, y en su página web, moma.org. Asimismo, la selección fotográfica serán publicadas en la revista AAA055, junto a una reseña de dicha exposición. El objetivo es mostrar el contexto actual de estos edificios, y cómo la gente los ve y utiliza hoy en día.
La segunda entrega de la catalogación de la arquitectura del siglo XX en la República Dominicana se maneja a partir de la adecuación y transformación de los códigos racionalistas que aplican los arquitectos dominicanos y extranjeros en nuestro territorio nacional. La pura Arquitectura Moderna que seguía los planteamientos de la arquitectura blanca corbusiana en el clímax de la modernidad, y que se realizaron en su mayoría en la década de los 40, fue desglosada en el número anterior de AAA053. No obstante, la modernidad no es absoluta en la pureza de sus concepciones y estará matizada por ciertas obras en paralelo que buscan otras soluciones inspiradas en referentes más tradicionales y liberales en su inserción en el medio ambiente.
El catálogo de obras que se presenta en esta edición AAA054 está dividido en dos corrientes complementarias de la modernidad, la visión regional y la internacional. La visión regional precede por mucho tiempo a lo que la crítica contemporánea ha definido como Regionalismo Crítico de los años 80. Se desarrolla localmente por la visión vanguardista de un grupo de profesionales extranjeros que arriban temporalmente al país en busca de refugio y dejan su impronta con una arquitectura particularizada que abre nuevas alternativas de expresión para los profesionales locales. Este Modernismo Regional consiste en un planteamiento de relación con la historia y los métodos tradicionales de construcción desde una óptica vanguardista. La segunda corriente desglosada en esta edición es la de la modernidad internacional cuyas búsquedas confirieron a la arquitectura unos criterios de internacionalización de sus respuestas que en sentido general, fueron contradictorias con sus propios principios, al incorporar valores de la cultura local y adaptar las respuestas al programa, la materialidad y el espacio propio del contexto. La Arquitectura Internacional se presenta en el país protagonizando el catálogo de obras realizadas para la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre.
En esta ocasión, el catálogo de obras correspondiente a estas dos tendencias, se desarrolla entre los años 1940 a 1960; y han sido seleccionadas según los lineamientos más puros de ambas corrientes, manteniendo la metodología utilizada en la pasada edición. Esta vez se presentan un total de 37 edificios, 19 pertenecientes a la Modernidad Regional, y 18 formando parte de la Modernidad Internacional. Cada corriente es desglosada de manera independiente, con una sección introductoria, un cuadro sinóptico general y un itinerario de obras organizadas de manera cronológica.
El catálogo se maneja a partir de las obras presentadas en el Cuadro Cronológico de las páginas 60-61. Para la lectura del cuadro se han utilizado los nombres en negrita para las obras a presentarse en este volumen (por ejemplo La Casa Pol) y los nombres en itálica para las edificaciones ya demolidas (por ejemplo la Casa Molinari).
AAA se siente complacida de poder continuar con este aporte a la catalogación documental de la arquitectura dominicana del siglo XX
DoCoMoMo Dominicano /Miembros:
Mauricia Domínguez Rodríguez (Presidente)
Alejandro Herrera José Enrique Delmonte
Alex Martínez
Amando Vicario
Luis Brea Franco
Marcelle Pérez Brown
Carlos Jorge Marcelo Alburquerque
César Payamps Melisa Vargas
Eduardo Guzmán Omar Rancier
Edwin Espinal Hernández Ricardo Martínez
Esteban Prieto Sara Hernández
Gricelys Rosario Virginia Flores
Guaroa Noboa William Guzmán
Zaíra Batista
Colaboración especial en esta edición:
Mauricia Domínguez Rodríguez
Lorena Tezanos Toral
José Enrique Delmonte (FEWP)
César Al Martínez
Gustavo José Moré Rodríguez
Fuentes documentales:
• Archivo General de la Nación
• Archivo del Ayuntamiento del Distrito Nacional
• Archivo DoCoMoMo Dominicano
• Archivo de Archivos de Arquitectura Antillana
• Archivo del Laboratorio de Arquitectura Dominicana (LAD)
• Archivo familia González Fernández Canivell, cortesía familia Despradel Catrain
• Archivo CARALVA
• Archivo Edgardo Vega Malagón (AGN)
• Archivo fotográfico Max Pou
• Archivo Imágenes de Nuestra Historia
• Archivo Gustavo Luis Moré
• Archivo Juan Ignacio del Cueto
Publicaciones:
Brea, Emilio José, et al. Santo Domingo: Guía de arquitectura / An architectural guide
Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes, 2006.
Calventi, Rafael. Arquitectura contemporánea en República Dominicana / Contemporary architecture in the Dominican Republic. Santo Domingo: Banco Nacional de la Vivienda, 1986.
Grupo Nueva Arquitectura. 100 hojas de arquitectura. San Pedro de Macorís: Universidad Central del Este, 1984.
Martínez Suárez, Alex, Melisa Vargas Rivera, Omar Rancier y Mauricia Domínguez. Arquitectura en el trayecto del sol: entendiendo la modernidad dominicana / Architecture in the path of the sun: Understanding Dominican Modernity. Santo Domingo: Laboratorio de Arquitectura Dominicana (LAD), 2014.
Moré, Gustavo Luis. Historias para la construcción de la arquitectura dominicana, 1492-2008. Santo Domingo: Grupo León Jimenes, 2008.
Penson, Enrique. Arquitectura Dominicana 1906-1950. Santo Domingo: Laboratorio de Ingeniería, 2005.
Ensayo
Mauricia Domínguez Rodríguez
Catálogo AAA / DoCoMoMo
Joaquín Ortiz
Tomás Auñón / Joaquín Ortiz
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Joaquín Ortiz
Tomás Auñón
Tomás Auñon / Joaquín Ortiz
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Tomás Auñón
Tomás Auñón
Tomás Auñón
Joaquín Ortiz
Tomás Auñón / Joaquín Ortiz
Tomás Auñón / Joaquín Ortiz
Guillermo González Sánchez
Hermanos Pou Ricart, atrib.
Manuel (Manolito) Baquero
William Reid Cabral
William Reid Cabral
Arquitectura Moderna Regional en República Dominicana
Mauricia Domínguez, presidente del DoCoMoMo Dominicano y docente de la Universidad
Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), introduce la investigación publicada en esta edición de AAA sobre arquitectura Moderna Regional dominicana.
Catálogo de Arquitectura Moderna Regional
Itinerario ilustrado de los más destacados ejemplos de la arquitectura del modernismo regional en la República Dominicana, con fotografías de la época, planos y textos descriptivos escritos por Mauricia Domínguez.
Residencia Nadal
Casa Z (Residencia Zorrilla, Ricart, Barceló, Sierra)
Residencia Armenteros
Residencia Ocaña
Residencia Faber (Benítez Rexach)
Instituto Escuela
Residencia Vitienes Colubi (La Torre)
Residencia Molinari (Villa Mango)
Residencia Jaime Pol (hijo)
Residencia Alfredo Rodríguez
Residencia Antonio Armenteros
Almacén Barceló
Residencia Ramírez García-Godoy
Almacén y vivienda Julio Santos (Edificio Santos)
Hotel Montaña
Residencia Puigsubirac
Residencia Wittkop
Residencia Reid Baquero
Residencia José Armando Bermúdez
Mauricia Domínguez
Para hablar de modernidad necesitaríamos remontarnos a los diversos planteamientos generados desde finales del siglo XIX. La modernidad como nuevo elemento de inserción cultural de los grandes avances en la tectónica y en los materiales, se consolida para Santo Domingo con la llegada de Rafael Leonidas Trujillo y la limpieza urbana producto del ciclón San Zenón (1930), días después de su ascensión al poder. Importantes precedentes se dieron en la arquitectura de los grandes centrales azucareros del siglo XIX y en los avances realizados durante la primera intervención norteamericana de 1916 al 1924. En esta época se llevaron a cabo cambios en la funcionabilidad de los edificios y en los procesos de interconexión vial entre la ciudad capital y los pueblos del interior, por medio de carreteras y puentes que acortaron distancias y permitieron al vehículo de motor convertirse en parte del paisaje rural, como base importante del desarrollo social y productivo.
El proceso de la modernización industrial y tecnológica del país se puede entender a partir de la década de 1930. La introducción de nuevos materiales fue un proceso lento que inicia con la apertura de las aduanas en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, cuando se introduce el hormigón armado. Este hecho revoluciona el perfil de la ciudad de la mano de nuevos profesionales extranjeros conocedores de las tendencias estilísticas imperantes en el continente europeo. Sin ser una respuesta a ideologías sociales, políticas, filosóficas, económicas o de vanguardia de la élite imperante, la introducción de las nuevas corrientes arquitectónicas son más que nada de carácter imitativo de los centros de desarrollo en Europa y Estados Unidos, según se menciona reiteradamente en diversos estudios.
Los grandes cambios, en las concepciones espacial y arquitectónica, se desarrollan a través de varias tendencias estilísticas que corren paralelas y simultáneas de acuerdo a las tipologías o necesidades ideológicas del régimen imperante. Este régimen utilizará una duplicidad de códigos estéticos con la finalidad de transmitir distintos mensajes a la sociedad a partir de la arquitectura. Muchos proyectistas se afianzan localmente y diseñan de acuerdo a los gustos particulares de su clientela o de acuerdo a sus propias ideologías proyectuales. Algunos arquitectos tendrán la capacidad de incursionar en diversas tendencias para poder satisfacer a sus clientes, entre éstos destacan José Antonio Caro y Guillermo González Sánchez.
Santo Domingo acoge con la misma fuerza las demostraciones del historicismo californiano o de La Florida —conocido como neohispanicismo— que se convertirá en la imagen de la alta burguesía capitalina. También serán populares las producciones del Art Decó, sobre todo en la obra eclesiástica y doméstica de Humberto Ruiz Castillo, y “las cajas blancas” de Guillermo González, que constituyen en general una adecuación tropicalizada y particularizada de los ideales de la Bauhaus y la arquitectura moderna
internacional —en origen, reduccionista y autónoma, que propugnaba la obra sin relación con el territorio ni con las características del usuario, su cultura o idiosincrasia—.
El panorama de tendencias se amplía con la llegada en 1939 de un grupo de inmigrantes españoles exiliados por cuestiones políticas durante la guerra civil española. Muchos de ellos intelectuales, estos españoles revolucionarán las concepciones artísticas imperantes en el país —pues hasta el momento, el contacto con las vanguardias europeas había sido muy limitado—. Entre los que arribaron, en marzo de 1940 en el buque “Cuba”, se encontraban cinco arquitectos españoles: Joaquín Ortiz García, Tomas Auñón, Oscar Coll, Francesc Fàbregas y Esteban Marco. También Bernardo Giner de los Ríos había llegado el año anterior por invitación del Presidente Trujillo para preparar el nuevo plan de extensión de la ciudad capital. Todos ellos pertenecían a la generación que consolidó la modernidad en la arquitectura española.
El exilio político distribuye en Latinoamérica un contingente de arquitectos españoles que cambiarán el curso de la historia de la arquitectura en cada uno de los países de acogida y que para España será un capítulo perdido en los anales de su propio desarrollo. Emigrar, según John Berger, “no significa únicamente dejar el país, atravesar mares, vivir entre extranjeros” sino que implica, igualmente, reconstruir “el propio sentido del mundo” y —en lo más extremo— que uno se abandone “a lo irreal, que es también lo absurdo”.1
Estos profesionales llegarán al Caribe como puente hacia el continente —en una “transferencia inesperada de modernidad” como ha definido Martín Frechilla—2, e intentarán continuar el ejercicio de sus profesiones haciendo una síntesis apresurada de su formación y adecuándose a la nueva realidad. Ninguno de estos refugiados españoles se estableció de manera definitiva en las islas del Caribe, sino que su paso fue efímero. Las situaciones políticas imperantes en la zona (dictaduras de Trujillo en República Dominicana y de Batista en Cuba), la condición de aislamiento de las propias islas, la falta de mayores posibilidades de trabajo o de una oferta cultural más generosa, les hizo continuar su recorrido hacia tierra firme.
Por otra parte, las ideas comunistas de algunos arquitectos emigrantes y su relación con opositores al régimen de Trujillo, le impidieron desarrollarse en territorio dominicano, y se vieron forzados a continuar hacia otras tierras. La dictadura trujillista no permitía demostraciones en contra del sistema y expulsó a aquellos que demostraron sus inclinaciones, vigilando con celo a los que permanecieron.
Estos profesionales llegaron en un momento en que la arquitectura local aún se enfrascaba en el historicismo, con las primeras muestras de la arquitectura racionalista de obras como el edificio Copello y la residencia Schad (1939) de Guillermo González. En este contexto, su
Residencia Celso Pérez (Esteva), Avenida de la Confluencia,
Residencia
llegada contribuyó a crear un repertorio de obras de inigualable valor e innovación, dentro de lo que entendemos como una Modernidad Regional.
Aún cuando en sus inicios el Movimiento Moderno rechaza el historicismo, con el tiempo logra adaptarse y relacionarse con la realidad local, incorporando y asumiendo las variables propias del lugar: los factores económicos y sociales característicos, la tecnológia disponible y las tradiciones y modos de vida locales. Se empiezan a retomar los materiales y las técnicas del pasado, utilizando sistemas constructivos artesanales.
Los sistemas estructurales y constructivos son un reflejo de los espacios y las tecnologías existentes en un determinado lugar. Ya Le Corbusier había concebido su arquitectura doméstica de los años 20 dotada de un fuerte vínculo con el entorno natural. Utilizando una sensibilidad topográfica al aceptar la construcción vernácula como un medio de expresión y el uso de la mampostería rústica en las obras domésticas, se vuelve, de esta forma, al lenguaje de la tradición vernácula. Un referente a la manera en que Le Corbusier utilizó en su monumentalización de lo vernáculo, es la casa en Tolón, al crear un contraste de materiales yuxtapuestos que se convertirá en un aspecto esencial de su estilo no sólo como paleta expresiva sino también como medio de construcción.3
Esta Modernidad Regional, ya experimentada, revalora los materiales, el uso de mampostería de piedra vista, detalles al natural en el exterior, trabajada con elementos blancos que sobresalen en los muros, la madera del techo y de los muros se combinan alternando la posición vertical u horizontal; el uso de ladrillos tosco para enfatizar elementos estéticos-estructurales, y en las baldosas para los suelos a manera de un bricolage expresivo.
Kenneth Frampton, en su libro Historia crítica de la arquitectura moderna, expresa: “pasarse a los materiales naturales y a los métodos primitivos tuvo consecuencias que fueron más allá de un simple cambio de técnica o de estilo superficial, sobre todo significó abandonar el envoltorio clásico que se habían usado en las villas de finales de los años 20 en favor de una arquitectura basada en la fuerza expresiva de un único elemento tectónico, ya fueran la cubierta inclinada de un solo faldón sostenida por muros de carga o bien un megarón abovedado”4
Consideramos que lo mejores ejemplos de la Modernidad Regional lo representan las obras de los exiliados españoles llegados en 1940, de los cuales dos de ellos dejaron una impronta imborrable en el desarrollo de la arquitectura doméstica dominicana: Joaquín Ortiz y Tomas Auñón. Al llegar al país, Ortiz y Auñón se asocian para realizar varias obras, dentro de las cuales se encuentran las más relevantes de ambos arquitectos. Su asociación permanece durante los dos primeros años de su estancia en la isla, y posteriormente,
Detalle de la terraza frontal de la Residencia Armenteros, Jarabacoa (c. 1941-1942).
cuando la sociedad se disuelve, cada uno continua realizando obras de manera independiente —durante los cuatro o cinco años que estuvieron en el país—. De los cinco emigrantes españoles, Auñón y Ortiz fueron los últimos en emigrar al continente; Ortiz parte hacia Venezuela en 1944; y Auñón, hacia México en 1945.
Joaquín Ortiz García [1899-1983], oriundo de Valladolid, España, hijo del arquitecto vasco José Ramón Ortiz Portillo, se titula en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1926. Fue arquitecto municipal de Llanes antes de la guerra civil, y construyó La Lonja de Pescado en el puerto, en la que predominan las líneas horizontales y las terrazas terminadas en curvas que recuerdan el estilo yate. Su obra de corte racionalista se conjuga con los conceptos de la arquitectura popular asturiana. Su experiencia es amplia en el diseño de chalets, edificios, urbanizaciones y el diseño de fábricas en su ciudad natal. Llega a Santo Domingo como exiliado en 1939. Ortiz revalidó su título de arquitecto en Santo Domingo en 1942, con el propósito de ejercer en todo el territorio nacional5
De Tomás Auñón Martínez [1909-¿?] se desconoce su lugar de nacimiento, aunque se presume que era catalán. No se conocen obras previas a su llegada al país. Estudia en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1936. Participó en la retirada de Cataluña y pasó sus primeros meses de exilio en el campo de concentración de Saint Cyprien. Llega al país con su esposa en el barco “Cuba” —el mismo donde venía Ortiz—, con apenas treinta años de edad. Se presume que Ortiz y Auñón inician su amistad mientras viajaban juntos en el barco; y en sociedad realizan los primeros trabajos en la ciudad de Santo Domingo, aunque hay versiones fidedignas de que sus primeras obras fueron realizadas mientras estaban aislados en la entonces remota localidad de Jarabacoa, en la cordillera central de la República Dominicana. Tomás Auñón, diez años menor que Ortiz, era de actitud más abierta y comunicativa. Logró insertarse en la comunidad local de emigrantes españoles, ya establecidos en el país, y a través de ellos logró conseguir — para la firma— propuestas para realizar edificios, cafés, residencias y casas de vacaciones para sus compatriotas más pudientes. Se dice que Auñón siempre andaba bien vestido y frecuentaba los lugares de reunión y tertulia de los intelectuales.
Luego de la disolución de la sociedad, Tomás Auñón realiza obras como la residencia del pintor José Vela Zanetti, y la residencia del Sr. Alfredo Rodríguez. Trabajó también en el diseño del vestuario y la escenografía de la obra “La viuda de Padilla”, y participó en los trabajos de restauración del Palacio Consistorial para las celebraciones del centenario de la República, en 1944. También fue comisionado para diseñar el Monumento a la Independencia Financiera que conmemora el tratado Trujillo-Hull, popularmente conocido como el “Obelisco Hembra”, en Santo Domingo.
Durante muchos años, los estudiosos de la arquitectura dominicana atribuyeron todas las obras construidas por los exiliados a Tomás Auñón: las casas de Jarabacoa, las de Santo
Café Ariete (1940) Residencia La Torre [Vitienes Colubi] (1940)
Edificio La Gloria (c.1940) Casa Armenteros, Jarabacoa (c. 1941)
Edificio Santos (1941) Residencia Molinari (1941) Casa Nadal , Jarabacoa (1942) Casa Zorrilla, Jarabacoa (c.1942) Casa Benítez Rexach (1943) Carniceria Cami (1943)
Edificio Roselló [Hostal Conde de Peñalba] (1943) Residencia MariónLandais (1944) Residencia Ramírez García Godoy (1944) Residencia Rodríguez (1944) Residencia Pol (1944) Residencia Armenteros, La Romana (1945) Residencia Gazón (1945) Instituto Escuela (1944)
Edificio E.O. Garrido Puello (1946) Residencia Munné (1948) Edificio Apartamentos Font Gautier (1949) Residencia Bojos Arzeno, Santiago (1950)
Domingo y las de La Romana. El inigualable conjunto de casas de montaña de Jarabacoa, fue calificado por Gustavo L. Moré, en el artículo “República Dominicana: transición y modernidad”, como un “grupo de casas de fascinante diseño, usando materiales del lugar en ese entonces desvinculado del resto del país. […] que inauguran en el país un vocabulario inédito de estructuras de mamposterías de ladrillo, paramento de piedra de río, madera oscura y formas modernas, que le confirió a Auñón su salvoconducto para eventualmente trasladarse a Santo Domingo y producir un itinerario de las más extraordinarias casas privadas del sector de Gazcue […] Su obra, injustamente poco divulgada […] constituye uno de los capítulos más relevantes de la modernidad regional”6 .
Estas casas, que indudablemente pertenecen al repertorio de la modernidad regional, no son sólo de la autoría de Tomás Auñón, y es justo reivindicar el nombre de Joaquín Ortiz como autor principal de las mismas. En 1998, al hacer una investigación en conjunto con Giovanna Riggio, Juan Mubarak y José Enrique Delmonte, concebimos la hipótesis sobre la real autoría de las obras atribuidas a Auñón, que luego confirmamos a través de la publicación del libro de Enrique Penson, Arquitectura dominicana 1906-1950, en 2005. El estudio pormenorizado de las obras de estos autores, realizadas en solitario y en sociedad, plantea que por la calidad del diseño y la maestranza en el manejo estructural, las obras de mayor calidad en el diseño pertenecen a Joaquín Ortiz y no a Tomás Auñón. La predilección por el uso de arcos con novedosos diseños, el manejo referencial al hórreo español —en una reinterpretación del recuerdo de la tierra natal para las casas de vacaciones en las montañas—, y la proporcionalidad de las propuestas, reflejan su superioridad.
Durante su estancia en el país, la obra de Ortiz se caracteriza por el manejo de un estilo que el mismo denominó “retoño del barroco español” con una gran presencia de arcos y ornamentos metálicos retorcidos7. Es comprensible su planteamiento cuando entendemos que el barroco se caracteriza por dimensiones enteramente nuevas, por un conocimiento científico de la infinitud del mundo, y por una proyección basada en la fantasía y la libre acción creadora.
Las obras de Ortiz y Auñón en sociedad fueron: el Café Ariete, las residencias en Gazcue —Vitienes-Colubi y Molinari—, el edificio Santos, y el proyecto para la residencia Armenteros en el Malecón. De las casas de montaña en Jarabacoa, sólo aparece la atribución, en planos, de la Residencia Nadal a Joaquín Ortiz. De las residencias Barceló/Ricart, Armenteros y Ocaña, también en Jarabacoa, no hay documentos que adjudiquen su autoría. Se entiende que ambos arquitectos estuvieron juntos en Jarabacoa en 1942 ó antes, según versiones, por recomendación de sus compatriotas para alejarlos de la ciudad debido a sus ideas de izquierda.
Hotel Montaña, La Vega (1947) Residencia Vicini (1948) Faro a Colón (1948-92)
Edificio Cornelio (c. 1950) Edificio Do Pico (c.1950) Residencia Chalas (c.1950) Edificio El Gallo (c.1950) Edificio El Yaquito (1951) Edificio Ricart Edificio Barinas (1951) Edificio Frankemberg (1952) Edificio González, C/ Crucero Arehns (c.1952) Edificio Buenaventura (1954) Feria de la Confraternidad del Mundo Libre (1955 ) Hotel Embajador (1955) Banco de Reservas (1955) Edifiicio Jaar (1955) Facultad Arquitectura USD (1955) Residencia Latour Heinsen (c. 1957) Residencia Hernández (1957)
Aislados en las montañas de Jarabacoa, trabajaron junto a Manuel Meana, carpintero y ebanista, y otro español llamado Jesús.
A su regreso a la ciudad de Santo Domingo, Ortiz realiza la Residencia Faber/Benítez Rexach; la reforma a la Cafetera, en el Conde; los almacenes Barceló, en Villa Duarte; el edificio Roselló en el Conde [en la esquina de la esquizofrenia]; la residencia Ramírez García Godoy; y la fuente para los exiliados españoles que debió estar en el parque de San Carlos y que se encuentra hoy día en el parque de la Cangrejera, frente a la muralla de Santa Bárbara. Su primera obra fue el cementerio israelita frente al cementerio nuevo de la Máximo Gómez (1940).
De la autoría particular de Tomás Auñón se encuentran la tienda de productos Cami, en la Palo Hincado frente al parque Independencia; el Monumento al Tratado Trujillo-Hull; y las residencias Vela Zanetti, Rodríguez en la calle Santiago, la de Jaime Pol [actual UTESA], la Nadal en Gazcue, y la Armenteros en La Romana.
Entre ambos realizaron una treintena de obras en el país, que oscilan entre la modernidad rural y la de vanguardia. Las casas que realizaron ofrecen una realidad para vivir muy alejada de las visiones utópicas de los racionalistas funcionales, siendo una reinterpretación monumental de la cultura vernácula española. La arquitectura del hórreo español es usada como referencia y reinterpretada en las montañas dominicanas8. En las obras de Jarabacoa se utilizó la construcción vernácula como medio de expresión, aprovechando las cualidades expresivas de los elementos de carga de la mampostería rústica. En la ciudad, marcaron la apertura a una arquitectura integrada y abierta a su contexto tropical, utilizando las posibilidades de la tectónica en el manejo volumétrico y espacial. Los aportes de Ortiz y Auñón constituyen una visión inspiradora para el quehacer arquitectónico de las futuras generaciones dominicanas.
Hacia finales de la década del 40, Guillermo González es contratado para diseñar un hotel de montaña en las cercanías de las casas vacacionales de Ortiz y Auñón, en Jarabacoa. La implantación de la arquitectura de los españoles marcó una nueva consideración para los proyectos de montaña, desde entonces altamente influenciados por el tratamiento de la madera oscura, el uso de la piedra de río y los detalles en blanco para los elementos que enmarcaban las ventanas. Este repertorio formal es utilizado por González en su propuesta para el hotel Montaña, donde combina todos estos elementos pero manteniendo una composición racional y funcional según los requerimientos hoteleros. La respuesta no llega a la altura de los diseños de los españoles, pero marca una tendencia en el uso de
Edificio Roxy (c.1958) Naco I (1958) Palacio de Correos (1959) Aeropuerto Punta Caucedo (1959)
Edificio CHM (1960) Scotiabank (1960) Naco II (1960) Urb. Los Prados (c.1960) Edificio La Cumbre (1966-68)
ciertos elementos del paisaje circundante. De igual manera, en las siguientes décadas, la arquitectura realizada por William Read Cabral se fundamentará en las mismas bases conceptuales de desarrollo de una arquitectura adecuada al medio circundante y uso de materiales locales.
Referencias:
1 “Exilios Arquitectónicos”, Introducción, Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español (España: Ministerio de Vivienda, 2007), 10.
2 Juan José Martín Frechilla, “Unexpected transfer: the Spanish Republican exile in Venezuela, 1938-1958. Outlines to his definition as a urban history starting from the insertion of two exiled architects”, ponencia presentada en 11th Conference of the International Planning History, Planning Models and the Culture of Cities (Barcelona, Julio 2004), 1.
3 K. Frampton, Historia crítica de la arquitectura moderna (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2005), 402.
4 Ibid.
5 E. Penson, Arquitectura dominicana 1906-1950 (Santo Domingo: Ed. Laboratorio de Ingeniería, 2005), 409, 424.
6 G. Moré, “República Dominicana: transición y modernidad,” DoCoMoMo: El Movimiento Moderno en el Caribe Insular 33, (Sept. 2005): 48.
7 H. Garrido, ed., Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español (España: Ministerio de Vivienda, 2007), 198.
8 Construcción española de tipo agrícola destinada a secar, curar y guardar el maíz y otros cereales antes de desgranarlos y molerlos. Consta de una cámara de almacenaje separada del suelo para evitar la entrada de humedad y animales, y con techumbre a dos o cuatro aguas.
ODC (c.1970)
Machado (1970)
CORDE (c.1970) Urbanización Los Jardines (1971)
Joaquín Ortiz
Propietario: Miguel Nadal Andreu Camino a Rincón, Calle Roberto Tiburcio #9, Jarabacoa 1942
Colocada en la parte más alta de un terreno excepcional, desde donde se domina todo el pueblo de Jarabacoa, el arquitecto español Joaquín Ortiz diseña una de las primeras cabañas de madera creosotada. El segundo nivel reposa sobre amplios arcos de ladrillos apainelados, recuerdo del hórreo asturiano, que enmarcan la vista del paisaje circundante cuando se sale de la cabaña. La fachada principal de esta residencia fue proyectada hacia la calle ubicada al norte, pero ésta nunca fue terminada. No obstante, la calle en la parte posterior llegó a convertirse en vía importante de comunicación con el pueblo, mediante la Avenida de la Confluencia, y es por aquí por donde se accede al inmueble, lo que provocó una falta de protagonismo de la fachada principal.
Esta edificación cuenta con dos niveles y un sótano y ocupa casi media manzana. De esquema planimétrico sencillo, el primer nivel aloja la sala, comedor, cocina, habitación de servicio y terrazas; mientras que el segundo nivel tiene cuatro habitaciones con baños. Las habitaciones en el nivel superior se conectan a través de un pasillo muy iluminado por ventanales rebatidos de diferente anchura. La habitación de los niños está ubicada en una especie de buhardilla, como camarote de barco, con ventanas de escotillas y techo a dos aguas muy pronunciado. Los espacios interiores son íntimos y acogedores, permitiendo la convivencia cercana de los usuarios.
La madera utilizada en esta vivienda es más clara que en las otras, y de sección circular, iniciando la tradición cromática que se repetirá en otras construcciones aledañas posteriores realizadas por el mismo autor. Los techos a dos aguas, el juego de revestimiento de la madera horizontal y vertical, los balcones periféricos y los soportes en ángulo, demuestran la maestranza de un arquitecto racionalista y su delicada inserción orgánica en el entorno natural de Jarabacoa. Acompañado de otros exiliados españoles, se encargaron de construir la vivienda y todo el mobiliario interior. Los muebles fueron diseñados especialmente para los espacios de la vivienda en una línea de diseño vanguardista con madera preciosa criolla y guano. Los detalles de la cerrajería se conservaban casi intactos.
Hasta finales de siglo XX, el mobiliario de la casa se mantuvo en la edificación. Recientemente ha sido modificada para colocar un restaurante y se han insertado unas cubiertas en el primer nivel que desvían el protagonismo del arco de ladrillos.
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Jarabacoa
1942
La Casa Z, como se le conoce (originalmente Casa Zorrilla), ha pasado por varios propietarios, entre ellos la familia Ricart, Barceló y Negrito Sierra, su propietario actual. Colocada al centro de un gran terreno que se extiende hasta el río, esta hermosa obra es la más espectacular vivienda diseñada por los españoles Ortiz y Auñón en Jarabacoa.
Levantada sobre una base, la casa posee un monumental arco ojival asimétrico de ladrillos que sirve de acceso principal. Este arco no enmarca la vista hacia un paisaje relevante, sino que él en sí mismo constituye un punto focal que dirige las vistas hacia el acceso principal de la vivienda. En su parte superior, cuarterones de soslayo en madera soportan la techumbre inclinada del segundo nivel. Los arcos de ladrillos se convirtieron en un elemento característico de la arquitectura residencial vacacional en Jarabacoa, producida por Tomás Auñón y Joaquín Ortiz.
La planta arquitectónica, de carácter simple y osado a la vez, está compuesto de un cuerpo rectangular cubierto con un gran techo a dos aguas. En el primer nivel, encontramos una gran terraza exterior, la sala a doble altura, con forma semi-circular —alusiva a la arquitectura moderna de Eric Mendelsohn—, conectada a una galería exterior por medio de ventanas salomónicas, comedor y cocina. Un nivel intermedio sirve como habitación para niños, con un acceso tipo barco y una escalera exterior. En el segundo nivel, se localizan dos habitaciones y un baño bordeados por un balcón periférico con barandilla proyectada, inclinada sobre grandes soportes asimétricos en ladrillo.
En la primera planta, varios de los muros de la cocina y el comedor combinan piedra de río con muros encalados blancos y altos dinteles de ladrillo. Son notables los detalles realizados en madera, tanto en las ventanas como en los pasamanos de la escalera y los apoyos superiores. Las puertas están diseñadas con trancas en forma de pestillo y maderas de transversales en forma de Z.
El mobiliario, diseño de Auñón, era impresionante e incluía muebles empotrados a los muros e incorporados a la forma del espacio, mecedoras, chaise longue, y bancos esculturales de madera preciosa en las terrazas exteriores. Parte del mobiliario aún permanece en el inmueble, pero muchas piezas han desaparecido.
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Propietario: Jesús Armenteros Jarabacoa
c. 1942
El acceso a esta residencia, de un sólo nivel con sótano, se enmarca a través de un gran arco de medio punto en ladrillo y unas escalinatas también en ladrillos. Una amplia terraza bordea la fachada de la residencia, la cual se emplaza en lo alto de una colina, observando el pueblo de Jarabacoa.
Columnas alineadas de madera pintadas de blanco, unidas en grupos de cuatro o cinco y combinadas con cuartones inclinados, soportan el techo de la terraza. Esta terraza fue ampliada cuatro años después de terminada la casa, al deteriorarse la madera en sus partes descubiertas.
En el frente, ventanas mendelsonianas pivotantes en carpinterías blancas sobresalen de la madera creosotada de los muros. Al interior, una gran chimenea de piedra centraliza los espacios interiores, los cuales sólo son diferenciados mediante los desniveles del piso y las columnas alineadas —en colocación similar a las de la terraza frontal.
En la parte trasera, una estructura muy sólida de ladrillos soportaba originalmente un antiguo tanque para la recogida del agua de lluvia, posteriormente, la misma fue utilizada para colocar un baño.
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Propietario: Antonio Ocaña Km. 4-5, carretera La Vega-Jarabacoa c. 1942
Edificación de dos niveles que se mantuvo por décadas aislada en las afueras de Jarabacoa, con hermosas vistas al valle del pueblo. El dominio magistral de su ubicación la asemeja a la casa Nadal y la Armenteros.
El motivo principal de esta residencia es el arco de acceso en forma de una gran A, probablemente en referencia al nombre del propietario: Antonio Ocaña. En el centro del arco, un pequeño balcón de madera con balaustres inclinados, sobresale en el segundo nivel. El arco está realizado con ladrillos rojos de barro ingeniosamente colocados, pues enfatizan su función de soporte estructural de la techumbre a dos aguas. La cubierta en vuelo sobre la terraza se apoya en columnas de madera inclinadas.
Al igual que en la casa Zorrilla, el efecto de la sombra de los techos acentuado por la negrura de las maderas, permite que resalte con más fuerza la potencialidad del arco de entrada, el cual es rematado con la línea roja del borde de la techumbre.
La casa Ocaña forma parte del grupo de viviendas de montaña realizadas en Jarabacoa por los arquitectos españoles Ortiz y Auñón, en compañía del carpintero Manuel Meana, y el escultor Mateo Fernández de Soto.
Joaquín Ortiz
Propietario: Leonardo H. Faber
Calle César Nicolás Penson esq. Máximo Cabral, Gazcue, Santo Domingo 1943
Demolida
Residencia diseñada por Ortiz siguiendo los preceptos de las cabañas de montaña realizadas en Jarabacoa. La vivienda fue encargada por el cónsul general de los Países Bajos Leonard H. Faber, quien era también el gerente general de la Curaçao Trading Company.
La edificación de dos niveles, con sótano en la parte trasera, estaba realizada en sillares de piedra caliza —en la base del primer nivel y algunos muros—, y madera creosotada —en todo el resto—. También se empleó el ladrillo de alfarería para el arco frontal de forma rapante u ovoide. A diferencia de los realizados en Jarabacoa, este arco estaba enmarcado por una superficie empañetada de color blanco que daba realce al color rojo del ladrillo.
La casa, elevada sobre el nivel del suelo, contaba con dos galerías fragmentadas que se desarrollaban a lo largo de la fachada frontal. Las cubiertas de planos inclinados estaba soportada en los extremos por puntales inclinados apoyados en contrafuertes. Aberturas circulares blancas para ventilar las cubiertas, se destacaban sobre las maderas oscuras de los muros, completando el repertorio cromático.
Los espacios interiores aparecían fraccionados y distribuidos de manera paralela a la calle, con visuales a la misma y enmarcados a través del arco. Comedores y cocina se disponen hacia el Este; mientras que la oficina y la habitación de juego para los niños se ubicaba al Oeste. Al centro de la planta, en el área del vestíbulo, se desarrollaba una amplia escalera semi-circular que permitía el acceso al segundo nivel. Desde aquí se podía observar la chimenea esquinera en piedra labrada, inusual en una ciudad de clima caluroso. Los espacios de mayor amplitud, donde podía congregarse toda la familia, estaban en las galerías exteriores.
El Sr. Faber vendió la propiedad al Ing. Benítez Rexach, quien había construido el puerto de la ciudad. Al finalizar el siglo XX fue demolida por los propietarios para poner en venta el solar.
Tomás Auñón
Propietario: Abad Henríquez (Don Babá) Calle Hermanos Deligne #102, esquina Santiago Ensanche La Primavera-Gazcue, Santo Domingo 1944
El área que ocupó el antiguo hipódromo La Primavera, primero de la ciudad, se utilizó para la construcción de este edificio escolar de una planta conocido como el Instituto Escuela. El sector perteneció a Don Enrique Henríquez, progenitor de Don Babá, quien urbaniza su finca La Primavera con mayores y mejores servicios que sus vecinos al norte de la Ave. Bolívar. Buscaba lograr un mayor éxito inmobiliario ofreciendo calles y aceras más amplias, y dotando al sector hasta de un hipódromo, que posteriormente se convertiría en estadio deportivo —donde se enfrentaron en grandes contiendas los equipos Licey y Escogido.
Es en este emplazamiento donde es trasladada la institución educativa, nuevo y amplio local que ocupa la mitad de la manzana. El edificio era conocido por los estudiantes como “la gatera”, pues decían que se había construido sobre los restos de la gatera del antiguo hipódromo.
La estructura consiste en una serie de 14 pórticos de hormigón armado organizados de forma simétrica, cuya modulación se marca en la fachada frontal. La planta rectangular presenta cinco aulas a cada lado del amplio vestíbulo de acceso. Este vestíbulo ocupa tres de los módulos estructurales y su altura se eleva por encima de los laterales para reforzar su carácter de entrada. Un segundo nivel se anexa posteriormente y ocupa la parte posterior del área destinada a vestíbulo. Sus escaleras de acceso se encuentran en la parte posterior con comunicación directa al patio. En cada extremo del segundo nivel están ubicados los aseos para niñas y niños. La escalera de acceso al segundo nivel se encuentra en la parte posterior con acceso directo al patio. Otras dependencias fueron agregadas posteriormente tanto en el patio como en los laterales.
La obra maneja un lenguaje racionalista simple, donde se extrapola la estructura del edificio hacia el exterior para suavizar la longitud del cuerpo frontal al dividirla en tres partes. Al centro se colocan amplias letras en hormigón armado, sobre el vuelo del techo, para identificar el establecimiento y para servir como recurso compositivo. El Instituto Escuela —dirigido por don Babá Henríquez— fue una institución que reformuló los procesos de enseñanza de la educación escolar dominicana, convirtiéndose en un paradigma en su época. Fue inaugurado el 2 de octubre de 1944.
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Propietario: Ernesto Vitienes Lavandero
Calle Caonabo y Pedro A. Lluberes, Gazcue, Santo Domingo
1941
Joaquín Ortiz / Tomás Auñón
Propietario: Ernesto Vitienes Lavandero
Calle Caonabo y Pedro A. Lluberes, Gazcue, Santo Domingo
1941
Conocida popularmente como “La Torre”, es una de las primeras obras realizadas en Santo Domingo por los autores a su llegada al país. El terreno de la residencia ocupaba todo el lateral Este de la manzana, con la entrada en el chaflán de la esquina sureste. La colocación de la vivienda en el solar es atípica a la usanza tradicional local, pues en lugar de centrar la vivienda, ésta se acomoda hacia el terreno contiguo minimizando el espacio de retiro lateral al máximo. Esta solución permite ampliar el jardín frontal y dar la sensación de disponer de más terreno en la parte posterior.
En el esquema utilizado hay referencia a las tradicionales casonas mediterráneas donde el patio se convertía en el elemento unificador de los ambientes. En este caso, el patio se coloca como recibidor de la vivienda, acompañado en la entrada por un muro bajo. Una reja escultórica limita el acceso al patio pavimentado, flanqueado además por una escultura de mujer estilizada de interesante postura. El patio español inverso facilita el acceso a la vivienda a través de grandes arcos rebajados, temática que será posteriormente utilizada ampliamente por Ortiz. La casa se desarrolla en forma de L en dos niveles; además de contar con un mirador y un sótano —para las áreas de servicio y garage. En la intersección de los cuerpos se desarrolla la torre mirador, elemento que servirá de referencia para el calificativo de “La Torre”.
En el vestíbulo principal, un espacio a doble altura acompaña el desarrollo de una escalera curva, con las áreas sociales a ambos lados. Las habitaciones se hallan en el segundo nivel, junto a una habitación secreta que disimula su entrada detrás de un marco. En el patio, al Norte —donde el solar colindaba con la calle César Nicolás Penson—, estaba la piscina, la cual fue eliminada para dividir el terreno y construir una torre de apartamentos. Todavía se mantienen los grandes árboles que rodeaban la casa y los objetos internos como la herrería hecha por compatriotas españoles y las piezas ornamentales, jarrones, lámparas y pérgolas de madera.
Tomás Auñón / Joaquín Ortiz
Propietario: José Luis Molinari
Calle Benito Monción y A. Espinosa, La Primavera, Gazcue, Santo Domingo 1941
Demolida
Víctima de la especulación sobre el inmenso lote que ocupaba, la vivienda fue demolida en 1996 para dar paso a un conjunto de apartamentos. La moderna residencia solariega ocupaba una manzana completa, colocada en el centro le acompañaban espectaculares árboles frutales, por lo que era conocida como Villa Mango. La Casa Molinari era un ejemplo de arquitectura moderna con adecuada respuesta al clima, al paisaje y a la idiosincrasia local.
La vivienda fue concebida como un órgano dinámico capaz de transmitir varias experiencias a la vez, ya fuese a través de la tecnología constructiva, de la fuerza expresiva de sus formas, o de la fluidez y organización de sus espacios. Su esquema organizativo partía desde un cuerpo monolítico precedido por portales de arcos de medio punto que constituía el elemento distintivo del inmueble. Esta arcada limitaba el corredor continuo que se desarrollaba a todo lo largo de la cara frontal y que aportaba sombra, protección y apertura. El cerramiento se componía de grandes vanos que contribuían a la idea de ligereza del inmueble.
En busca del aprovechamiento de las vistas y de las brisas diurnas y nocturnas, la casa giraba longitudinalmente. La delgada losa plana sin antepecho era la pieza que evidenciaba el dominio técnico del hormigón armado. Vista en planta, la vivienda se acercaba a la forma de un boomerang sobre el terreno, que dominaba toda la perspectiva desde diferentes ángulos. En su interior, las áreas fueron dispuestas en zonas determinadas, a través de las cuales existía un conector en la cara posterior que producía el mismo efecto de la galería frontal. De esta manera, las habitaciones quedaban insertadas dentro de dos corredores que aportaban luz y mantenían un equilibrio en las condiciones ambientales del interior.
El uso de las formas sinuosas, líneas curvas y escasez de vértices y aristas, formaba parte del lenguaje formal de la residencia. Como pieza paradigmática, los autores incluyeron una escalera parabólica que permitía el acceso a la azotea. Esta azotea descubierta estaba disponible para esparcimiento y actividades recreativas, y desde ella se dominaba el paisaje circundante; su diseño resumía toda la fuerza estético-formal del inmueble.
Tomás Auñón
Propietario: Jaime Pol, hijo Ave. Máximo Gómez esq. José Contreras Ciudad Universitaria, Santo Domingo 1944
Vivienda de dos niveles sobre elevada del terreno con galería perimetral en L y techos planos obra del Arq. Tomás Auñón y colaboración del Ing. Virgilio Pérez Bernal. La residencia se encuentra muy modificada, en planta y volumetría, y su uso residencial ha cambiado a institución educativa.
Desarrollada en un amplio terreno que colinda con tres calles, la edificación se presenta con su cara más extensa hacia el norte, donde se ubican cuatro habitaciones para aprovechar la ventilación cruzada. La fachada frontal —hoy irreconocible— se coloca hacia la avenida Máximo Gómez pero al fondo del lote. Las áreas sociales se ubican en torno a una doble altura donde se desarrolla la escalera. Un baño en cada piso da servicio a las habitaciones.
En la galería perimetral se destacan paños de muro en forma de “V” a manera de soporte estructural. Una especie de kiosko para ubicar un jarrón escultórico se establece en el pivote de las galerías delimitado por columnillas circulares de sección variable en granito oscuro. Hay una predominancia en el empleo de figuras geométricas, tanto en las paredes con esquinas curvas como en la terminación de la losa de techo en la marquesina. En esta obra se manifiesta el estilo modernista de Tomás Auñón a su llegada a Santo Domingo; estilo que posteriormente irá consolidando junto a la tradición aprendida en el contexto nacional.
La vivienda pasó primero al Instituto Véritas y posteriormente a la Universidad Tecnológica de Santiago, UTESA, quienes han construido edificaciones en las partes frontales y posteriores del inmueble. Además, se incorporó un tercer nivel, modificando totalmente la calidad y los espacios diseñados por Auñón.
arquitectónica 1er nivel
arquitectónica 2do nivel
Tomás Auñón
Calle Santiago, Santo Domingo 1944
Edificación para vivienda de un solo nivel, con techo de losa plana de concreto armado. La residencia posee una planta rectangular irregular, con una marquesina abierta y un garaje cerrado en la parte posterior. Una galería curva en forma de L bordea las áreas sociales, y es soportada por once columnas cilíndricas de granito negro cuyo fuste presenta un prominente éntasis. Un arco de medio punto peraltado en hormigón armado marca el acceso de entrada. La pared curva del comedor está realizada en bloques de vidrio de piso a techo, en el cual se inserta una ventana.
Durante la década de los noventa, esta residencia pasa a tener un uso comercial, y le eliminan el jardín frontal para convertirlo en estacionamiento, agregando puertas enrollables sobre los huecos de las puertas. En años recientes han mejorado la apariencia del inmueble, eliminando algunas de las adhesiones anteriores.
Tomás Auñón
Calle Duarte, La Romana Fecha: 21 de mayo de 1945
Esta residencia ubicada en La Romana sigue ciertos lineamientos utilizados previamente en la Residencia Pol de la Ave. Máximo Gómez, en Santo Domingo. La planta en L, posee una una galería perimetral que en algunas partes se convierte en pasillo, siendo un poco más compacta y con menores aperturas hacia los espacios interiores que en la residencia Pol. En la esquina sureste se repite el muro de bloques de Pavés —como sucede en la casa Rodríguez—, y el vuelo de la galería se apoya sobre trece columnillas de metal.
La residencia posee un solo nivel, con losa plana de hormigón armado, y un semi-sótano que sirve de garaje y que aprovecha el desnivel topográfico del terreno. Desde este garaje se accede al pasillo que conduce a las habitaciones. Seis habitaciones con dos baños se disponen en los dos laterales de la planta, mediante pasillos internos de acceso. Las áreas sociales se ubican al centro y las áreas de servicio y cocina en la parte posterior.
Planta arquitectónica 1er nivel
Joaquín Ortiz
Propietario: Barceló & Co., C x A
Avenida Puente Ozama (hoy Avenida Ulises Hereaux)
Villa Duarte, Santo Domingo 1943-1946
En 1943 Don Julián Barceló encarga al Arq. Joaquín Ortiz el diseño de su Licorería No. 2 en Villa Duarte. La obra, terminada en 1946, se utiliza como licorería y depósito para envejecimiento de barricas de ron, con una capacidad para más de medio millón de galones. La estructura planteada como una planta libre, de un solo nivel, es una de las primeras en utilizar un sistema de bóvedas paralelas de suave curvatura en hormigón armado, en número de 6 unidades perpendiculares al eje de la calle. El proyecto original planteaba una proporción de 6 x 5 bóvedas, con un módulo proporcional de 3.75 m de ancho por 7.50 m de largo, con columnas de soporte cada dos módulos transversales. En la actualidad la edificación presenta la misma anchura del proyecto original pero ha aumentado a 9 los módulos en el eje longitudinal. De esta forma, se cubre una superficie de 1,520 m2, por encima de los 844 m2 proyectados originalmente.
Un programa funcional simple se desarrolla con una fisonomía elaborada, a partir de códigos manejados con anterioridad por Ortiz en sus obras residenciales. Su destreza en el manejo de las estructuras y en especial del arco, proviene de su experiencia en Llanes,
España, donde fungió como arquitecto municipal entre 1929 y 1935, realizando varias obras, por lo que es considerado el modernizador de Llanes.
En el diseño del depósito se integra de forma innovadora la fachada a la ciudad, mediante el uso de columnas en forma de V y elaboradas terminaciones en los extremos. Además de fungir como depósito, la edificación ha servido para alojar parte del sistema de elaboración y procesamiento del ron dominicano y para albergar tanques de gran capacidad. Los huecos originales de la fachada han sido tapiados y se han modificado sus accesos originales. Aún permanecen los detalles donde estuvieron las aberturas, superpuestas a ambos lados de la entrada principal, enmarcada por un arco parabólico, detalle típico de la arquitectura de Ortiz.
El uso de bóvedas ligeras de hormigón armado para cubiertas continuas fue un elemento innovador en el Santo Domingo de entonces. Estas bóvedas sirvieron de precedentes en la década de 1920, para usos principalmente en edificaciones de índole religiosa.
Tomás Auñón y Joaquín Ortiz
Calle César Nicolás Penson, esquina Galván, Gazcue, Santo Domingo Propietario original: Rafael Ramírez Muxo
1944
De tendencia moderna pero doméstica, esta residencia fue conocida por muchos años como la “Casa de los Fantasmas”; nombre que evidencia su impacto en la imaginación de la población, pocas veces enfrentada a la arquitectura de vanguardia.
La casa se desarrolla en dos alturas y su propuesta formal responde a la condición de esquina del solar en el que se ubica. Ambos niveles difieren en cuanto a tamaño y forma. En el primero, de mayor escala y preponderancia, se destaca la galería y la marquesina, esta última con un vuelo continuo que termina insinuante en una curva suave hacia la calle lateral. Sobre la curva, una ligera losa plana apoyada en breves columnas cilíndricas de sección irregular, actúa como alero protector. El segundo nivel, de menor proporción que el primero, es vinculado mediante una escalera de caracol trabajada en madera e insertada en un espacio cilíndrico cuyo ventanal circular corona el ascensor, a manera de cabina. En este nivel se encuentra un área de estar y una habitación con su baño, y la inmensa terraza frontal para actividades sociales. En la parte posterior del lote existe un garaje con bóveda de hormigón apoyada al suelo y un detalle de minúscula mansarda, elementos que contribuyen a la reputación de esta obra de arquitectura.
Las superficies exteriores fueron trabajadas en piedra caliza y enlucido de cemento. Enormes ventanales de esquina están colocados en los extremos opuestos de la primera planta; otras ventanas delante de la galería permiten conectarla con el espacio central de la sala. El amplio espacio sala-comedor, de carácter protagónico, sólo es dividido por tres escalones. Las áreas sociales disfrutan de ventilación cruzada y baño de luz a través de sus grandes aperturas. En el vértice sureste, la casa presenta un vano de forma sinusoidal que se protege con una reja de diseño particular. El cierre de este vano se lograba mediante una gran ventana de celosías de madera, sustituida recientemente en trabajos de reparación. Toda la herrería fue diseñada especialmente para la casa, dentro de la cual se destaca la reja con el clavel que protege la ventana oval de la sala. La carpintería, por su lado, es un ejemplo de originalidad concebida exclusivamente para cada uno de los vanos, donde los cierres fueron realizados también en madera.
La vivienda ha tenido usos diversos. En la actualidad es ocupada por la compañía privada de ingeniería mecánica del Ing. Carlos José Socías, quien ha contribuido a rescatar y conservar una de las residencias más interesantes de la ciudad.
Tomás Auñón / Joaquín Ortiz
Propietario: Julio Santos
Calle Pina #50, Ciudad Nueva, Santo Domingo
1941 Don Julio Santos, propietario del supermercado de la esquina, frente al parque Independencia, necesitaba espacio para guardar mercancías y un lugar para vivir. La casa-almacén fue diseñada para varias funciones: almacén de provisiones, oficina y vivienda. El programa de funciones unifica el inmueble horizontal y verticalmente, con espacios autónomos pero integrados al todo.
El edificio, de tres niveles entre medianeras, desarrolla en el primer nivel un almacén con una altura de entrepiso de 5 metros y un mezzanine donde se ubica la oficina. Un hueco circular, ya tapiado, permitía observar el movimiento en el interior del almacén. En el nivel superior se desarrolla la vivienda principal, con una escalera de acceso independiente. Durante la década de 1970, este nivel fue modificado para convertirse en dos apartamentos. En el último nivel, se incluyó un apartamento con terraza, desde donde se ve el mar, que servía para alojar a los refugiados españoles que el propietario ayudaba con trabajo y techo. Este último nivel se retira del borde frontal del lindero para evitar su percepción desde la calle.
Un ingenioso sistema de iluminación fue preparado para iluminar con luz natural el espacio de almacén de la primera planta. El cuerpo central de la vivienda se separa en su interior de los bordes del edificio, utilizando pasillos laterales por los que se ventilan las habitaciones y penetra la luz, a la vez que ilumina naturalmente la planta baja por medio de bloques de vidrio empotrados en la losa del piso. Además, esto también permite que todos los espacios de la vivienda puedan abrirse hacia el exterior mediante juegos de ventanas de forma elíptica. En los interiores, se juega con los niveles de los plafones y el manejo de luces indirectas.
La fachada se divide en tres cuerpos, enfatizando el carácter comercial del primer nivel con un alto zócalo revestido en granito de color negro. Posteriormente, el efecto se suaviza con los elementos curvos del área habitacional. El balcón, de bordes curvos, es cubierto por una ligera losa de hormigón, y se apoya en un pilar asimétrico revestido de granito, como prolongación de la estructura del nivel inferior.
Guillermo González Sánchez
Propietario: Estado Dominicano
El Puerto, Sección Buena Vista, Común de Jarabacoa, La Vega 1947-49
En esta obra, Guillermo González experimenta con la tipología hotelera en un medio rural, luego de su experiencia con el hotel Jaragua de la ciudad capital. El Hotel Montaña se encuentra en Jarabacoa, pueblo en las montañas, que a partir de la década del 40 se convierte en atractivo polo turístico por sus bajas temperaturas. En principio, la zona es colmada de residencias vacacionales, donde luego, las autoridades gubernamentales deciden incursionar a través de una infraestructura hotelera.
Emplazado en el borde de una de las lomas de la Cordillera Central, con una privilegiada vista al valle, el hotel desarrolla sus habitaciones en hilera, paralelas a la carretera y aprovechando la impresionante vista, las condiciones climáticas y la exuberante vegetación de pinos criollos.
Hasta ese momento la tipología vacacional de la zona estaba matizada por los trabajos de los exiliados españoles Ortiz y Auñón, con el grupo de casas diseñadas años antes. El uso de los materiales naturales —piedra, ladrillo y madera oscura— así como el contraste cromático característicos de su arquitectura, influencian la obra de Guillermo González, quien los incorpora en su propuesta. González mantiene la horizontalidad racionalista típica de su obra, acercándose a un manejo más regional de la arquitectura.
La entrada principal, con una amplia marquesina techada, se ubica hacia la derecha del gran volumen rectangular y perpendicular a la vía de comunicación entre La Vega y Jarabacoa. Una segunda marquesina, más discreta, se coloca en el extremo izquierdo para dar acceso privado a la suite presidencial de dos niveles. El edificio consiste en una gran edificación horizontal de dos niveles, con techo a dos aguas, de hormigón sobre viguetillas del mismo material, y cubierto con tejas curvas de barro. El ala de 25 habitaciones, desarrolladas en el segundo nivel, se trabaja en su fachada hacia la carretera, con un recubrimiento de madera, y con ventanas de madera y vidrio pivotantes enmarcadas por un pequeño alero. Hacia el otro lado, con vista hacia el valle, se abren amplios balcones de corte racional.
El primer nivel se maneja a modo de zócalo de piedra, extraída de las excavaciones en el terreno, y en él se ubican espacios de almacenes y de apoyo, con escasas ventanas. En la lectura estética del edificio se rompe la linealidad del volumen por la sustracción de cuerpos que permiten la iluminación del pasillo central de circulación en ambos niveles. Para las áreas de servicio se mantienen las superficies blancas y puras, con ventanales horizontales. Una amplia piscina se abre al paisaje.
La construcción estuvo a cargo del Ing. Bienvenido Martínez Brea, quien inicia las obras en marzo de 1948 a un costo de RD$250,000.00. Se aprovecharon las condiciones del lugar para suministrar el agua y la energía eléctrica desde un riachuelo cercano. Los interiores fueron realizados por la firma de Nueva York, Central Overseas Company, quienes manejaron tonos vivos para armonizar con la vegetación circundante.
Atribuida a los Hermanos Pou Ricart
Calle Caonabo, Gazcue, Santo Domingo c. 1950s
Demolida
Vivienda de un nivel, en el sector de Gazcue. Su diseño atrevido recuerda la volumetría circular mendelsoniana, pero con una innovadora solución para la colocación de la galería frontal, tradicional elemento de las residencias del sector. La galería, en su extremo curvo orientado hacia el este, se protegía mediante tres planos horizontales de 5 cm de espesor a manera de brise-soleil, soportados por delgadas columnas circulares de metal. Estas mismas columnas se repetían en el resto de la fachada frontal suspendidas sobre un grueso muro con con tope de granito.
La galería se accedía lateralmente, mediante una rampa. Un similar despliegue de elementos arquitectónicos se desarrollaba en los laterales, con vuelos perforados que protegían las terrazas posteriores. Se utilizó el recurso de una losa frontal más baja, diferenciada del cuerpo interior más alto. Grandes ventanales se abrían al exterior. El programa interno mantenía los mismos criterios de las viviendas de la época, tres habitaciones con baño, servicios generales y áreas comunes.
La vivienda, una de las más llamativas de la calle Caonabo, fue una de las primeras en sucumbir ante el desarrollo inmobiliario de finales de los años 90.
Manuel (Manolito) Baquero
Propietario: Familia Wittkop
Calle Víctor Garrido Puello esq. Abraham Lincoln
Piantini, Santo Domingo
c. 1950s
Demolida
Residencia de dos niveles en esquina, diseñada por Manolito Baquero en los inicios de la década de 1950 en el sector de Piantini, muy cerca del Parque La Lira. El lenguaje utilizado rememora la arquitectura mediterránea revestida de un aire de modernidad. Baquero utiliza la ligereza de losas en vuelo para los balcones perimetrales del segundo nivel, donde barandillas de metal muy ligeras enfatizan la verticalidad. Paños de muro de ladrillos industriales se contraponen a los muros blanqueados de las superficies lisas. La techumbre a dos aguas no simétricas, se trabajó en cuartones para vigas, tablado de madera oscura y tejas curvas de barro.
En la primera planta se ubican las áreas sociales y de servicios, mientras que en el segundo se localizan las habitaciones. La habitación principal se abre hacia el balcón a través de amplias puertas de celosías francesas que permitían el paso de la brisa.
Toda la carpintería estaba manejada con celosías francesas en blanco, aumentando el contraste con la techumbre y los muros de ladrillo. El uso de puertas y ventanas abría y conectaba los espacios internos con los patios circundantes de la casa. La estética rememoraba las raíces locales en el uso de los materiales pero concebía una nueva espacialidad en los amplios espacios y su interconexión al exterior. La vivienda fue demolida a finales del siglo XX.
William Reid Cabral
Avenida Máximo Gómez esquina George Washington, Santo Domingo 1955
Diseñada como residencia familiar, esta obra le permite al arquitecto Reid Cabral experimentar en su propia vivienda con varios elementos espaciales y estéticos que caracterizarán su obra futura. Combina el hormigón blanco con techos planos típicos del movimiento moderno, con detalles más tradicionales y artesanales como las puertas de celosías de madera o muros de ladrillos. Asimismo, continúa su interés por abrir la casa hacia el jardín y al entorno mediante terrazas techadas que sirven de transición y conexión directa entre los espacios interiores y los jardines abiertos, donde la exuberante vegetación tropical desmaterializa la arquitectura casi por completo. El interés por integrar los jardines a la vida cotidiana es un elemento que enmarca la arquitectura y ambienta los espacios en la obra de William Reid.
Para 1967 se construyen dos bloques adicionales para alojar las dependencias de su oficina de ingeniería y arquitectura, utilizando composiciones a base de bloques de barro, como elemento estético y aislante térmico.
William Reid Cabral Cerros de Gurabo, Santiago 1960
El verde en su más espontánea y pura manifestación es lo primero en ser apreciado al avistar la gran elevación sobre la que se encuentra ubicada la residencia de la familia Bermúdez Madera. La casa y el área del jardín están situadas sobre una meseta en la cima de un gran cerro desde donde se divisa la ciudad de Santiago con su marco de las cordilleras Central y Septentrional.
Amplios samanes cubren casi la totalidad del terreno, junto a helechos, palmas, platanitos, orquídeas y anturiums. Todo este exuberante material vegetal arropa la casa, como buscando esconderla y no sólo protegerla. Los límites entre el jardín y la casa parecen diluirse, sirviendo ésta, en ocasiones, de área de paso para trasladar al visitante de una zona verde a otra. La vegetación es el punto focal desde cualquier ángulo o espacio interior, y los grandes ventanales acristalados enmarcan vistas del bosque tropical. No se trata sólo de una casa con un jardín, sino de un jardín con una casa en su interior.
Las terrazas abundan en esta residencia, sirviendo de elementos espaciales que diluyen las fronteras entre interior y exterior. Una gran terraza solada da la acogida en la entrada de la casa, con una ligera influencia oriental, y otra se extiende hacia el oeste con una actitud desafiante, dando lugar al área de piscina donde el sol puede disfrutarse a plenitud. La casa cuenta también con otra terraza central, precedida por un enorme pino que le ofrece una tupida sombra. Hacia el este, se encuentra una gran área de pergolado, acogedora y de gran colorido, de donde penden diversas variedades de orquídeas.
La casa se caracteriza por su carácter abierto, cálido y acogedor; combinando piezas de gran modernidad —con techos planos, muros blancos y superficies acristaladas—, con otras de carácter más vernáculo, donde la piedra, el ladrillo y la madera se combinan de manera magistral.
La segunda entrega de la catalogación de la arquitectura del siglo XX en la República Dominicana se maneja a partir de la adecuación y transformación de los códigos racionalistas que aplican los arquitectos dominicanos y extranjeros en nuestro territorio nacional. La pura Arquitectura Moderna que seguía los planteamientos de la arquitectura blanca corbusiana en el clímax de la modernidad, y que se realizaron en su mayoría en la década de los 40, fue desglosada en el número anterior de AAA053. No obstante, la modernidad no es absoluta en la pureza de sus concepciones y estará matizada por ciertas obras en paralelo que buscan otras soluciones inspiradas en referentes más tradicionales y liberales en su inserción en el medio ambiente.
El catálogo de obras que se presenta en esta edición AAA054 está dividido en dos corrientes complementarias de la modernidad, la visión regional y la internacional. La visión regional precede por mucho tiempo a lo que la crítica contemporánea ha definido como Regionalismo Crítico de los años 80. Se desarrolla localmente por la visión vanguardista de un grupo de profesionales extranjeros que arriban temporalmente al país en busca de refugio y dejan su impronta con una arquitectura particularizada que abre nuevas alternativas de expresión para los profesionales locales. Este Modernismo Regional consiste en un planteamiento de relación con la historia y los métodos tradicionales de construcción desde una óptica vanguardista. La segunda corriente desglosada en esta edición es la de la modernidad internacional cuyas búsquedas confirieron a la arquitectura unos criterios de internacionalización de sus respuestas que en sentido general, fueron contradictorias con sus propios principios, al incorporar valores de la cultura local y adaptar las respuestas al programa, la materialidad y el espacio propio del contexto. La Arquitectura Internacional se presenta en el país protagonizando el catálogo de obras realizadas para la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre.
En esta ocasión, el catálogo de obras correspondiente a estas dos tendencias, se desarrolla entre los años 1940 a 1960; y han sido seleccionadas según los lineamientos más puros de ambas corrientes, manteniendo la metodología utilizada en la pasada edición. Esta vez se presentan un total de 37 edificios, 19 pertenecientes a la Modernidad Regional, y 18 formando parte de la Modernidad Internacional. Cada corriente es desglosada de manera independiente, con una sección introductoria, un cuadro sinóptico general y un itinerario de obras organizadas de manera cronológica.
El catálogo se maneja a partir de las obras presentadas en el Cuadro Cronológico de las páginas 60-61. Para la lectura del cuadro se han utilizado los nombres en negrita para las obras a presentarse en este volumen (por ejemplo La Casa Pol) y los nombres en itálica para las edificaciones ya demolidas (por ejemplo la Casa Molinari).
AAA se siente complacida de poder continuar con este aporte a la catalogación documental de la arquitectura dominicana del siglo XX
DoCoMoMo Dominicano /Miembros:
Mauricia Domínguez Rodríguez (Presidente)
Alejandro Herrera José Enrique Delmonte
Alex Martínez
Amando Vicario
Luis Brea Franco
Marcelle Pérez Brown
Carlos Jorge Marcelo Alburquerque
César Payamps Melisa Vargas
Eduardo Guzmán
Omar Rancier
Edwin Espinal Hernández Ricardo Martínez
Esteban Prieto
Sara Hernández
Gricelys Rosario Virginia Flores
Guaroa Noboa
Zaíra Batista
William Guzmán
Colaboración especial en esta edición:
Mauricia Domínguez Rodríguez
Lorena Tezanos Toral
José Enrique Delmonte (FEWP)
César Al Martínez
Gustavo José Moré Rodríguez
Fuentes documentales:
• Archivo General de la Nación
• Archivo del Ayuntamiento del Distrito Nacional
• Archivo DoCoMoMo Dominicano
• Archivo de Archivos de Arquitectura Antillana
• Archivo del Laboratorio de Arquitectura Dominicana (LAD)
• Archivo familia González Fernández Canivell, cortesía familia Despradel Catrain
• Archivo CARALVA
• Archivo Edgardo Vega Malagón (AGN)
• Archivo familia José Manuel Reyes -Nani-
• Archivo fotográfico Max Pou
• Archivo Imágenes de Nuestra Historia
• Archivo Gustavo Luis Moré
Publicaciones:
Brea, Emilio José, et al. Santo Domingo: Guía de arquitectura / An architectural guide
Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes, 2006.
Calventi, Rafael. Arquitectura contemporánea en República Dominicana / Contemporary architecture in the Dominican Republic. Santo Domingo: Banco Nacional de la Vivienda, 1986.
Grupo Nueva Arquitectura. 100 hojas de arquitectura. San Pedro de Macorís: Universidad Central del Este, 1984.
Martínez Suárez, Alex, Melisa Vargas Rivera, Omar Rancier y Mauricia Domínguez. Arquitectura en el trayecto del sol: entendiendo la modernidad dominicana / Architecture in the path of the sun: Understanding Dominican Modernity. Santo Domingo: Laboratorio de Arquitectura Dominicana (LAD), 2014.
Moré, Gustavo Luis. Historias para la construcción de la arquitectura dominicana, 1492-2008. Santo Domingo: Grupo León Jimenes, 2008.
Penson, Enrique. Arquitectura Dominicana 1906-1950. Santo Domingo: Laboratorio de Ingeniería, 2005.
Ensayo
Mauricia Domínguez Rodríguez
Ensayo Histórico-Crítico
José Enrique Delmonte
César Al Martínez
Catálogo
AAA Guillermo González Sánchez; colaboración de José Antonio Caro Alvarez, Marcial y Leo Pou Ricart, Virgilio Pérez Bernal, José Amable Frómeta Pereyra, Rafael Tomás Hernández, Juan Pujadas, Erwin Cott, Margot Taulé, Leonte
Bernal Vásquez, Edgardo Vega, Manuel Baquero, Manuel Cáceres, Javier Barroso, Carles Buigas, et al
Roy France / Roy France Jr.
José Antonio Caro Álvarez
William Reid Cabral / José M. (Nani) Reyes
Guillermo González Sánchez
Fernando Ricart
William Reid Cabral / José M. (Nani) Reyes
Julio Hernández
Mario Lluberes
William Reid Cabral / José M. (Nani) Reyes
William Reid Cabral / José M. (Nani) Reyes
William Reid Cabral / José M. (Nani) Reyes
William Reid Cabral / José M. (Nani) Reyes
Edgardo (Gay) Vega Malagón, atrib.
Francisco López Rodríguez
José Ramón Vargas Mera
José Amable Frometa et al
Arquitectura Moderna Internacional en República Dominicana
El DoCoMoMo Dominicano ha producido esta 3ra. entrega para la Catalogación de la Arquitectura Moderna Dominicana, especialmente para esta edición de AAA054 La misma cubre obras y conjuntos destacados del espíritu Moderno Internacional en la República Dominicana, siguiendo un itinerario tanto tipológico como cronológico. Mauricia Domínguez, presidente del DoCoMoMo Dominicano y docente de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), introduce la sección.
Metamensaje visual en la arquitectura del Caribe: La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre [Apuntes para su valorización]
Trabajo que presenta nuevas consideraciones sobre el proyecto de la Feria, aclarando desinformaciones previas, desvelando datos inéditos, estableciendo nuevos caminos para su estudio y ampliando los criterios para medir su importancia como resultado de un ejercicio de diseño extraordinario, cargado de simbolismos y con una escala que señaló una nueva estructura urbana para la ciudad de Santo Domingo.
Catálogo de Arquitectura Moderna Internacional
Itinerario ilustrado de los más destacados ejemplos de la arquitectura del moderno internacional en la República Dominicana, con fotografías de la época, planos, y textos descriptivos escritos por la Mauricia Domínguez.
Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre Hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Hotel El Embajador
Facultad de Arquitectura e Ingeniería, Universidad de Santo Domingo
Residencia Bojos Arzeno
Edificio González
Edificio Ricart
Edificio El Yaquito
Residencia Hernández
Edificio Buenaventura
Residencia Orteig Vicini
Edificio Jaar
Hotel Comercial
Edificio CHM
Residencia Tavares
Residencia Álvarez Menicucci
Residencia Ramón Vargas Mera
Plaza NACO / Edificio La Cumbre
Mauricia Domínguez
Hablar de lo “Internacional” es referirnos a una de las corrientes estilísticas que surgen dentro de la modernidad y que corresponden al Movimiento Moderno. Conocido como “estilo internacional”, este tipo de arquitectura se desarrolla en las primeras décadas del siglo XX. Marca un quiebre radical con respecto a la manera tradicional de diseñar de las primeras décadas del siglo, adicionando las posibilidades de los nuevos materiales industriales, tales como el hormigón armado, el acero y el vidrio plano en grandes formatos. El termino de International Style se comenzó a utilizar en Estados Unidos luego de la exposición de arquitectura moderna desarrollada en 1932 en el Museo de arte Moderno de Nueva York, MOMA, que motivara a Phillip Jonhson y Henry Russell Hitchcock la escritura del libro International Style: Architecture since 1922. En este libro se planteaba la idea de que podría existir un cierto tipo de arquitectura que sirviera a nivel mundial, una idea añorada por mucho tiempo. Es muy probable que durante el tiempo en que Guillermo González estuvo en Estados Unidos, luego de terminar sus estudios, visitara la exposición e iniciara su acercamiento a esta corriente que ejecutaría en la etapa de mayor madurez de su arquitectura.
El crítico de arquitectura K. Frampton entiende que “el estilo internacional era poco más que una afortunada expresión que denotaba una modalidad cubista de arquitectura difundida por todo el mundo desarrollada antes de la Segunda Guerra Mundial. Su aparente homogeneidad era engañosa puesto que sus formas planas y desnudas se modifican sutilmente para responder a situaciones climáticas y culturales distintas a diferencia del gusto neoclásico del mundo occidental a finales del siglo XVIII, el estilo internacional nunca llegó a ser verdaderamente universal no obstante implicaba una universalidad de planteamiento que por lo general favorecía las técnicas ligeras, los materiales artificiales modernos y los componentes modulares normalizados para facilitar su fabricación y ejecución. Como regla general se inclinaba hacia la hipotética flexibilidad de la planta libre y para conseguirlo prefería construir con estructuras esqueleto antes que con fábrica de albañilería”.
Entre los factores que motivaron su origen, está más la inconformidad que presentan algunos arquitectos ante el eclecticismo en los estilos arquitectónicos de finales de siglo XIX, ya que se hacían combinaciones de ornamentos y toda clase de elementos pertenecientes a distintos estilos y periodos, olvidándose de la relación existente entre la forma y la función de las obras. La industrialización comenzó a crear la necesidad de nuevos estilos de edificios, que no se habían proyectado hasta el momento, es necesaria una nueva vestidura para el edificio de oficinas, los bloques de apartamentos, las fábricas equipadas de novedosas maquinarias y un gran personal dentro de ellas.
Se destaca el gran énfasis por la ortogonalidad asimétrica tanto en fachadas como en la distribución en planta y secciones, el empleo de superficies lisas y limpias, la ausencia total
Abajo: Guillermo González, Edificio de la Secretaría de Agricultura, pieza original del proyecto de 1955 para el Centro de los Héroes, S.D. Demolido después del incendio de 1994.
de ornamentación, la presencia de voladizos, una ligereza visual volviendo las obras más etéreas, el uso de nuevas técnicas y materiales para la construcción, una amplitud espacial interior de gran luminosidad y diáfanos espacios.
El Movimiento Moderno llega a la República Dominicana de manera tardía. Aún cuando, en 1938, queda establecida la carrera de Ingeniero-Arquitecto en la Universidad de Santo Domingo, no se graduarán profesionales que entiendan las nuevas corrientes modernas hasta una generación de arquitectos posterior, la cual habrá de ser educada por profesores formados en aulas extranjeras quienes valoran los postulados planteados por el estilo internacional. Es entre ellos Guillermo González quien, como profesor en las aulas de la Universidad de Santo Domingo, siembra la semilla en sus estudiantes y las aplica en su propia obra. La generación encabezada por William Reid Cabral, José Manuel Reyes, Edgardo –Gai— Vega, Leopoldo Espaillat Nanita, Manuel Baquero, Amable Frómeta, entre otros, tomarán en la década de los cincuenta las riendas de propuestas de diseño basadas en esta tendencia.
El Estado dominicano realizó, durante esta década, grandes inversiones en el desarrollo arquitectónico que marcaron el avance de la modernidad en la nación. El proyecto de la Feria de la Paz explora diversos principios del estilo internacional, sobre todo, en el valor simbólico de la ambigua composición urbanística, en la implícita articulación de las piezas arquitectónicas, en la experimentación en los sistemas de rápida construcción y plantas libres de las edificaciones. Esta arquitectura internacional prospera en Santo Domingo no solo de la mano de los arquitectos tradicionales de la arquitectura moderna (Ver AAA053, ed.), sino que se acopla a las nuevas generaciones de jóvenes arquitectos, quienes con una nueva formación y mirada conservadoramente vanguardista, se interesan por los procesos de renovación cultural y social.
En este catálogo hacemos hincapié en la Feria de la Paz como conjunto urbano, y planteamos las arquitecturas menores que completaron el conjunto. Incluimos un importante artículo sobre la misma que ampliará las anotaciones sobre su planteamiento y diseño. Otras arquitecturas de índole residencial completan el universo de proyectos más significativos construidos bajo los preceptos del estilo internacional.
William Reid Cabral y José Manuel —Nani— Reyes, Casa en la Calle Caonabo 54 (sede de la oficina Reid & Reyes), Gazcue, Santo Domingo (1951-1956).
William Reid Cabral y José Manuel —Nani— Reyes, Residencia privada en la Carretera Sánchez, km 7 1/2 (1951-1956).
William Reid Cabral y José Manuel —Nani— Reyes, Detalle de la Residencia en la Calle Los Pinos, Santo Domingo (1951-1956). Derecha: Detalle de la escalera de la residencia Álvarez Reyes, Avenida Bolívar, Santo Domingo (1951-1956). Abajo: casa de vigilante realizada c. 1950 en el Barrio Cristo Rey. Propietario y autor desconocidos. Miniatura moderna de exquisitas proporciones.
Metamensaje visual en la arquitectura del Caribe: La Feria de la Paz y
César Al Martínez / José Enrique Delmonte Soñé
César Al Martínez / José Enrique Delmonte Soñé
Introducción
El 20 de diciembre de 2015 se cumplirán sesenta años de la inauguración de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, el más importante conjunto urbano arquitectónico realizado por el Estado dominicano en toda su historia. Dado que su construcción se realizó en el momento cumbre del gobierno dictatorial que dirigió el país de 1930 a 1961, conocido como Era de Trujillo, parecería que la ejecución de esta obra fue el producto de la planificación y de objetivos bien claros desde su concepción, como resultado de una visión de Estado hacia el desarrollo. Sin embargo, a través de documentos e investigaciones realizadas, la Feria, como se le conoce, fue el resultado de un proceso de improvisaciones que fueron articulándose hasta lograr, finalmente, un producto limpio, impecable, cargado de simbolismos y con una escala importante que señaló la posible nueva estructura urbana de la ciudad de Santo Domingo.
Innumerables informaciones sobre la Feria han sido repetidas constantemente y se han asumido como verdad, hasta el punto de que alrededor del tema circulan numerosas leyendas que distorsionan su valoración. En este trabajo se presentan algunas consideraciones que pueden establecer nuevos caminos para su estudio y que permitirían ampliar criterios sobre su importancia como resultado de un ejercicio de diseño arquitectónico extraordinario.
Durante la investigación que los autores han llevado a cabo, han salido a la luz datos y documentos trascendentales para la comprensión de las razones que motivaron el proyecto de la Feria. También se han identificado barreras para la revalorización de este conjunto urbano-arquitectónico único en la región del Caribe. Una de ellas —y la de mayor peso— es su connotación política ligada a la Dictadura que impide despojarse de pasiones y realizar una lectura independiente basada en los análisis históricos, espaciales, estéticos y funcionales intrínsecos a la arquitectura.
Parte del contenido de este trabajo fue presentado en el marco del 9no. Simposio Internacional de Historia y Crítica del Arte, realizado en octubre de 2014 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el cual desarrolló el tema “Culturas visuales, videoculturas y espectadores posmodernos”. El interés de identificar en la Feria elementos simbólicos de la cultura visual indujo a que la investigación profundizara en el proceso de su conceptualización y ejecución de un proyecto de magnitudes importantes. Este trabajo es una síntesis de un libro en proceso sobre la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre.
Resumen de la investigación
El 30 de marzo de 1954 se inauguró en Santiago, la Feria La Paz de Trujillo, de corte
Vista aérea del conjunto de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre durante el proceso de su construcción.
agropecuario e industrial, organizada por un Comité conformado por importantes personalidades ligadas al régimen tanto del gobierno regional como del Partido Dominicano. Realizada en los terrenos que ocupaba el campo de béisbol Enriquillo, frente al Barrio Obrero de la Tabacalera, en La Joya, mostró todos los avances obtenidos desde la instauración de la dictadura en 1930; y en ella participaron dependencias gubernamentales, instituciones privadas, firmas comerciales y hombres de negocios de la provincia. La “Feria de Santiago” fue una exposición en estructuras no permanentes colocadas en cinco manzanas y sus calles principales pavimentadas hasta el punto que le llamaron “la metrópolis de la Feria”. El propio Trujillo le dio un carácter de primera importancia hasta el punto de que trasladó su gobierno a Santiago desde el 28 de marzo al 4 de abril de 1954.
El senador Mario Fermín Cabral, una de las figuras más identificadas con el trujillismo, desde sus inicios, y principal promotor del cambio de nombre de la ciudad de Santo Domingo a Ciudad Trujillo en 1936, captó la oportunidad de este evento desde el punto de vista político. Cabral, quien había formado parte de los hombres cercanos al presidente Horacio Vázquez y ocupaba la presidencia del Senado al momento de la juramentación de Trujillo el 16 de agosto de 1930, había sido el articulador de la anterior Exposición Nacional de Santiago de 1927, uno de los más memorables eventos realizados en la primera mitad del siglo XX en el país.
La euforia provocada por el éxito de la Feria de Santiago de 1954 y la satisfacción del dictador por los logros obtenidos, sirvió de motivación a Mario Fermín Cabral para intentar repetirla en 1955 con una mayor inversión y mejores resultados. A sabiendas de que en el próximo año se conmemoraría el 25 aniversario del régimen, le propuso al reincorporado colaborador del dictador, Virgilio Álvarez Pina, alias Cucho, la realización al año siguiente de una nueva versión de la Feria en Santiago. Don Cucho intuyó, en la propuesta de Cabral, la gran oportunidad que significaba la realización de este evento para su afianzamiento en su relación con el dictador, la cual había recuperado recientemente, y de inmediato comenzó a darle forma a la idea, pero con sede en la capital de la República. De acuerdo a esta información, Álvarez y Cabral unieron esfuerzos para delinear una gran exposición en Ciudad Trujillo donde se exaltaría la figura de Trujillo y su obra, en un evento temporal a realizarse muy cerca de mayo de 1955.
Hasta ese momento, la visión de la Feria era la misma que había primado tanto en la versión de 1927 como la de 1954, donde se edificarían pabellones temporales para la exhibición de todas las áreas productivas de la nación, además de eventos multitudinarios que mostraran la adhesión al régimen de todos los ciudadanos. Para tales fines, comenzaron a promover la idea de la celebración del 25 aniversario de la
Era de Trujillo, y el 5 abril de 1954, en una reunión en el despacho del presidente de la Junta Central del Partido Dominicano en la que participaron Virgilio Álvarez Pina, Anselmo Paulino y Joaquín Balaguer, se trata el tema de los posibles eventos para la conmemoración. A sabiendas de las preferencias del dictador por los homenajes y eventos que exaltaran su figura, prepararon un proyecto de ley que fue aprobado en el Congreso Nacional en el mismo mes de mayo —bajo la Ley 3828— donde se declaraba el 1955 como “Año del Benefactor de la Patria” y se creaba una Junta Pro-Celebración para tales fines.
El 27 de mayo de 1954 el dictador inició su viaje memorable a España, Italia y Francia donde afianzó su figura a nivel internacional, a pesar de la oposición cada vez mayor de grupos de exiliados en el exterior. Durante su estadía en Europa, Trujillo fue exaltado en España por el dictador Francisco Franco, le fueron ofrecidos homenajes y eventos sociales, además de recorrer gran parte del territorio español, en especial aquellos donde se concentraba la agropecuaria y la industria. Como parte de ese viaje, Trujillo logró un acuerdo importante con la Santa Sede al firmar con el papa Pío XII el Concordato que regiría las relaciones entre ambos Estados.
Mientras tanto, motivados por las noticias que llegaban de Europa sobre el recorrido de Trujillo, la Junta Pro-Celebración avanzaba en sus propuestas, e inició una serie de reuniones regionales para comprometer a las provincias al aporte de fondos y a la garantía del envío de personas que formarían parte de un desfile de medio millón de ciudadanos el cual se realizaría durante la exposición en 1955. Estas reuniones se realizaron en San Pedro de Macorís, en San Cristóbal y en Santiago. De manera paralela, se hicieron evaluaciones del lugar donde se celebraría la exposición y se asignaron los trabajos de diseño a un grupo de arquitectos dominicanos liderados por Pedro Pablo Bonilla para que realizara los primeros bocetos.
En agosto de 1954 un Trujillo exultante retornó a la República Dominicana y los promotores consideraron que era el momento propicio para presentarle las ideas y avances del proyecto de exposición. A fines de agosto, se realizó la reunión entre Trujillo y Mario Fermín Cabral donde se le presentó al dictador el proyecto de hacer una Feria para exponer los logros del régimen en su 25 aniversario y donde convergería medio millón de personas en un desfile para conmemorarlo. El resultado del encuentro fue la aprobación de Trujillo para la exposición y se le autorizó a Álvarez Pina y a la Junta la selección del lugar donde podría realizarse.
A principios de septiembre ya se había elegido el lugar: una franja de terreno de 50 hectáreas a 4 kilómetros hacia el oeste de la ciudad, en unas parcelas que colindaban con la Estancia Ramfis y la avenida Fabré Geffrard (hoy Av. Abraham Lincoln). Los avances de la propuesta de la Feria se mantuvieron a lo largo del mes de septiembre con un criterio de reafirmación del régimen por parte de todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, todo cambió cuando Trujillo anunció durante una cena con empresarios, banqueros y líderes de los negocios en Nueva York, el 29 de septiembre de 1954, que en la República Dominicana se realizaría una “Feria Panamericana” en mayo de 1955 y en la que invitaba a todos los empresarios norteamericanos y de los demás países del continente a exponer sus productos en un escenario de gran magnitud. La noticia creó revuelo en la Junta Pro-Celebración en Ciudad Trujillo y comenzó la reorientación del proyecto de una exposición nacional a un evento de escala internacional. Cuando Trujillo regresó a principios de octubre, el proyecto de la Feria adquirió un carácter de alto interés nacional y fue necesario su reconceptualización.
Álvarez Pina reconoció de inmediato el cambio de interés que puso el dictador en el proyecto, además de la magnitud que adquiría y provocó un giro importante al
mismo con la conformación del Directorio Técnico de la Feria, adjunto a la Junta Pro-Celebración —Comité Técnico— integrado por los ingenieros y arquitectos José Antonio Caro Álvarez, Guillermo González Sánchez, Humberto Ruiz Castillo, Pedro Pablo Bonilla y Virgilio Pérez Bernal. El 1 de octubre el propio Álvarez Pina dio declaraciones a la prensa en la que informaba que ya se habían seleccionado los terrenos de seiscientos mil metros cuadrados para su construcción. Mientras Trujillo seguía en los Estados Unidos promoviendo la República Dominicana y motivando a empresarios de varios Estados a participar en la Feria Panamericana que sería inaugurada el 24 de octubre del año siguiente. En nuestro país, el Comité Técnico comenzó a generar los nuevos lineamientos del proyecto que la conformaría.
El día 8 de octubre se realizó la reunión más importante para la definición de la obra. En ella apareció por primera vez el nombre oficial de “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, un claro mensaje propagandístico a favor de la paz que Trujillo manejaba en nombre del país; y la unificación de aquellos países que no estaban adheridos al comunismo. Cuando Trujillo regresó el 27 de octubre, cinco días antes se había emitido el Decreto No. 279 que declaraba que la Feria estaría bajo los auspicios del Gobierno Dominicano, se fijaba la fecha de inauguración para el 20 de diciembre de 1955 y se anunció que los terrenos serían quinientos mil metros cuadrados aproximadamente limitados por la carretera Sánchez, al norte; la Av. George Washington, al sur; el Hospital Infantil Angelita, al este; y la Cervecería Nacional Dominicana, al oeste. En ese decreto se establecía, además, que los gastos serían costeados por el Estado Dominicano, el Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo, los municipios de la República y las instituciones oficiales autónomas, así como las empresas particulares que participarían en las actividades privadas.
El 24 de octubre de 1954 el periódico El Caribe publicó unas declaraciones de Virgilio Álvarez Pina donde mostraba el primer plano de la Feria que según él era de la autoría de José Antonio Caro Álvarez. Sin embargo, en la investigación se reconoce el indudable liderazgo y prestigio de Guillermo González Sánchez en el equipo, quien asumió el proyecto arquitectónico en su conjunto y fue el armador conceptual del mismo, dada su experiencia en la Feria Internacional de Nueva York de 1939 donde había tenido a su cargo el diseño del pabellón dominicano. Sin dudas, sólo González tenía la capacidad de enfrentar un reto de esa naturaleza como diseñador.
Todo un análisis del diseño de la Feria de la Paz está incluido en la investigación, su emplazamiento y su estructura urbana. Se establecen conexiones directas entre la feria dominicana y las ferias de Barcelona y Sevilla de 1929, la de New York (1939), Roma (1942), Milán (1947), así como la de Puerto Príncipe de 1949. Hay indicios muy marcados para asumir ciertas relaciones entre las ferias señaladas y la dominicana. En el boceto presentado por don Cucho se podían observar los criterios de diseño urbano y la posible escala del proyecto que regirían su desarrollo hasta su cohesión definitiva. Un dato interesante es el hecho de que el gran Monumento al Generalísimo —diseño de José Antonio Caro Álvarez y del escultor español Juan Cristóbal—, el cual sería construido mucho más al norte del emplazamiento y que había sido iniciado con anterioridad a la idea de realizar la Feria de la Paz, marcó el eje norte-sur del diseño de la Feria. Es evidente que la principal avenida que atraviesa la Feria, es una línea conectada con ese monumento que habría primado en la decisión de diseño.
Como era de esperarse, en una fecha tan temprana como octubre de 1954 aún no se había definido el número de países participantes, ni de las empresas nacionales e internacionales. Ese número se manejó siempre con aproximación. Incluso, la definición de los edificios principales de la Feria —solo se consideraron dos edificios permanentes en el primer bosquejo— no se realizó hasta meses después cuando se
decidió que tanto la sede del Consejo Administrativo del Distrito Nacional como el Palacio del Congreso estarían uno frente al otro, en el centro mismo de todo el conjunto. En las investigaciones realizadas para este trabajo se pudo constatar que la localización que hoy ocupa el edificio del Congreso fue considerado previamente para varios usos, entre ellos como sede de la Secretaría de las Fuerzas Armadas. La decisión final para los edificios se tomó mucho más adelante cuando la Feria terminó de perfilar su contenido y se afianzaron los intereses del Gobierno para su promoción internacional.
Para finales de noviembre las obras viales y de infraestructura estaban en desarrollo, mientras que los edificios aún no se habían decidido ni en su forma ni en su contenido. Fue el momento en que se sometió el segundo plano de conjunto de la Feria con variaciones importantes del esquema original. El 16 de diciembre se realizó una ceremonia para dar inicio a cinco de los principales edificios, cuyos diseños habían sido realizados por Guillermo González y su ejecución asignada por concurso. Se mostró una maqueta de la Feria para su promoción. Cuando finaliza el 1954, los principales edificios estaban asignados a distintos ingenieros incluyendo el del Consejo Administrativo y se había anunciado la contratación de Carles Buigas para el diseño y ejecución de la llamada Fuente Luminosa, el mismo que había diseñado la famosa Fuente Mágica de Montjuic en Barcelona. La inclusión de Buigas al proyecto fue tratada por el Comité Técnico limitando su responsabilidad a la realización de la Fuente Luminosa y al alumbrado especial a todo lo largo de la Avenida Central, sin que éste incidiera en las decisiones ya asumidas por el equipo de trabajo. Sin embargo, Buigas desde su llegada al país el 11 de marzo de 1955 estuvo haciendo presentaciones a la Junta y al público en general para motivar cuatro propuestas de su autoría, las cuales no fueron consideradas por la Junta Pro-Celebración hasta que finalmente, después de un mes de cabildeos y gestiones, a mediados de abril del mismo año, en audiencia con el mismo Trujillo, sí logró cambiar la propuesta original de Guillermo González para la manzana destinada a recreaciones, con casino, restaurantes, cafés, lago de agua salada y jardines. Finalmente, se anunció la construcción del proyecto que terminó en el denominado Teatro de Agua Luz, sede de los espectáculos de mayor colorido una vez se inauguró la Feria.
Una visita importante fue la de Michele Guido Franchi en el mismo mes de marzo, responsable de la Feria de Milán y quien había llegado al país de manera oficial para evaluar el proyecto y ver la posibilidad de que la Feria de la Paz fuera incluida dentro de la lista oficial de ferias internacionales que estaba controlada por la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE) con sede en París, Francia, del cual era miembro. Franchi quedó impresionado con los trabajos de la Feria de la Paz hasta el punto de que ofreció declaraciones en los medios donde elogió ampliamente el proyecto. En esas declaraciones recomendaba que se hiciera mayor esfuerzo por convertirla en una feria comercial para acercarla a los objetivos de las ferias internacionales en vez de una exposición de celebración gubernamental. Este punto es importante porque permite entender la dualidad conceptual de un proyecto que tenía claras intenciones de exaltación a la figura de Trujillo y su obra de gobierno, y el deseo de proyectar a la República Dominicana como un país en pleno desarrollo y con un discurso moderno e internacional. Como es conocido, la Feria de la Paz nunca formó parte de la lista oficial de exposiciones internacionales quizás como consecuencia de las observaciones realizadas por Franchi en su momento.
Uno de los problemas suscitados fue la falta de alojamiento a lo que se esperaba fuera una avalancha de visitantes, tal como se producía en las distintas ferias internacionales y para lo cual el Gobierno había diseñado todo un plan de promoción en el extranjero. En la investigación se pudo verificar el gran despliegue de publicidad en distintos medios de los Estados Unidos y Europa para promover la Feria e incentivar a las grandes empresas comerciales a exhibir sus productos en la misma. Espacios pagados en revistas y
periódicos, vallas, postales, sellos de correos, programas radiales formaron parte de una agresiva campaña de promoción de la Feria de Santo Domingo. El emblema oficial de la Feria de la Paz fue de la autoría de José Vela Zanetti.
En el mes de marzo se iniciaron los trabajos del hotel Paz, de 150 habitaciones, diseño de González y su construcción asignada a José Antonio Caro Álvarez, Atilio León Sturla, Guillermo y Alfredo González. Dada la necesidad de alojamiento se tomó la decisión de utilizar, de manera transitoria, el hospital Infantil Angelita como hotel, para lo cual se hicieron las adaptaciones de lugar. El hospital había sido un proyecto anterior a la Feria que formaba parte del sistema de hospitales del Estado y se encontraba en la periferia de un sector residencial del mismo nombre cuyos terrenos y desarrollo inmobiliario pertenecían a María Martínez, la esposa de Trujillo. En el primer bosquejo de la Feria ya se señalaba la existencia del referido hospital, diseñado por Caro Álvarez.
El otro hotel que se proyectó para la Feria, El Embajador, se inició a mediados de 1955 cuando finalmente el Gobierno de los Estados Unidos había decidido apoyar la Feria luego de intensos y continuos cabildeos de la diplomacia y promotores dominicanos. El Embajador sería una garantía para que los inversionistas y visitantes norteamericanos encontraran alojamiento con los estándares de confort internacionales y fue diseñado por el estadounidense Roy France y su construcción, mobiliario y decorado a cargo de Marrit Champman & Scott Corporation. El tema del hotel El Embajador ha merecido un análisis aparte en la investigación, dada su ubicación, que respondió, además de su privilegiada vista panorámica de toda la Feria, a razones urbanas. Por último, se dio inicio a la ampliación del hotel Jaragua y permisos para la instalación del hotel Comercial en la calle El Conde.
Atendido el tema del alojamiento quedaba por resolver los elementos simbólicos y los puntos de acceso al conjunto. González, quien sin dudas fue el artífice de la arquitectura principal de la Feria y de los criterios urbanos que la rigen, determinó desde sus primeros bosquejos la construcción de una pieza emblemática en la entrada norte, y otra que diera la bienvenida en el acceso sur por la Av. George Washington. En ambos casos se sometieron proyectos que fueron asignados a Rafael Tomás Hernández, al norte, y a Amable Frómeta Pereyra, al sur. La entrada norte, hoy desaparecida, fue concebida como un portal a manera de marquesina con una pieza vertical transparente desde donde colgaban elementos simbólicos propios de la Era de Trujillo. Hay que recordar que ése era el acceso de todos los visitantes nacionales que utilizaban las rutas de autobuses públicos disponibles para la celebración, en cuya cercanía se encontraba el estacionamiento general. El acceso sur tuvo un criterio simbólico internacional, de cara al mar, que fungía como un recibidor cuyo concepto estaba sustentado en todo un discurso desarrollado por las bases del concurso y que Frómeta pudo interpretar acertadamente. Este era el elemento que servía de enlace con la idea de confraternidad de las naciones y estaba compuesto de una plaza donde se ubicaba el globo terráqueo que servía de base a una inmensa columna, a manera de obelisco, que representaba la esperanza de paz y progreso de las naciones libres.
El estudio de los elementos simbólicos del conjunto de la Feria mereció un capítulo aparte en la investigación, donde se destaca el delgado equilibrio entre el mensaje propagandístico del régimen y la idea de universalidad de la exposición. Con mucho tacto esta conjunción fue trabajada por los organizadores de la Feria para no evidenciar un discurso directo a los objetivos de la dictadura y se apeló a la interpretación sutil que el lenguaje neutral de la arquitectura moderna podía aportar. Es notorio el hecho que dentro de la Feria no se erigiera un monumento a la figura de Trujillo como era la costumbre local —salvo una estatua de Trujillo de mediana escala en la entrada del edificio del Consejo Administrativo— sino que se usaron los símbolos relacionados con su figura como eran las estrellas y el laurel, o los símbolos patrios como el escudo y la bandera nacionales.
Parque de atracciones infantiles (conocido como Coney Island), diseño de una firma canadiense, basado en el esquema diagonal del Arq. Guillermo González. Estos terrenos hoy son ocupados por el Night Club & Casino Maunaloa. Debajo a la izquierda, esquema de octubre de 1954, atribuido a Guillermo González, donde se aprecia el área de diversión (manzana B), luego ocupada por el Teatro Agua y Luz.
Arriba al centro, el Hotel Paz durante su construcción. A la izquierda, Bungaloos correspondientes a la ampliación del Hotel Jaragua. Debajo, esquema de octubre de 1954, posiblemente preparado por Guillermo González, donde apreciamos que la localización que hoy ocupa el edificio del Congreso, fue considerada previamente como sede de la Secretaría de las Fuerzas Armadas.
Se trataba de una semiótica del Estado a través de la arquitectura que ha superado, incluso, a su relación directa con el dictador para permanecer como un conjunto urbano arquitectónico con identidad propia. De hecho, el cambio de nombre oficial de la Feria a Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, más allá de la intención de sustituir con un nombre que rinde merecido homenaje a un grupo de mártires de la lucha por la democracia dominicana, no ha logrado su objetivo debido, tal vez, a que la estrecha relación de la arquitectura y la simbología que le dieron origen aún permanece en el tiempo. En la investigación se ha estudiado el hecho de que la figura de Trujillo por primera vez sucumbe ante la fuerza simbólica de la arquitectura moderna: la Feria pervive como espacio urbano y no como un elemento únicamente relacionado a Trujillo.
La participación de las naciones en la Feria fue motivo de muchas tensiones dentro de la Juntra Pro-Celebración como del Gobierno mismo. La espera de las decisiones de los gobiernos invitados y la ambivalencia de algunos a darle su apoyo, incluyendo el propio Estados Unidos, llenó de ansiedad a los organizadores que veían acercarse la fecha de inauguración y el soporte internacional aún era débil. Fueron necesarias reuniones y motivaciones extraordinarias para lograr que algunos países decidieran exponer en la Feria hasta que la visita del vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, el 1 de marzo de 1955, de alguna forma sirvió de palanca para desencadenar la participación esperada, que culminó con 30 países expositores. Sin embargo, en la investigación se han analizado los documentos particulares que avalan la participación de algunos países donde el Gobierno dominicano tuvo que financiar gran parte de sus pabellones o tuvo que darles condiciones especiales para su participación. Merecen comentarios puntuales las negociaciones de los pabellones de España —diseño de Mariano Garriguez y Javier Barroso—, y de la Santa Sede —cuyo primer diseño fue de Humberto Ruiz Castillo y finalmente de Guillermo González—.
Unas de las ausencias más sensibles fueron las de Haití e Israel. En el primer caso, el Gobierno haitiano se retiró por alegado maltrato —nunca comprobado—, mientras que el israelí no cedió ante la presión del Gobierno dominicano que veía como una reciprocidad la participación de Israel dado el apoyo que Trujillo le había dado a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y en la conformación del Estado de Israel en 1949.
En la investigación se hace un análisis de cada pabellón y su ubicación, y se establece un análisis entre las relaciones diplomáticas dominicanas con esos países al momento de la Feria y cómo eso se tradujo en la escala y contenido de sus respectivos pabellones. Se destacan los únicos pabellones permanentes internacionales correspondientes a Venezuela, Estados Unidos y España. Los pabellones nacionales, las exposiciones de las empresas locales y de las instituciones del Estado dominicano han sido incluidas en la investigación, así como un exhaustivo análisis de los costos de la Feria —punto por punto—, en el que se señala las pérdidas económicas de todas las ferias internacionales anteriores a la dominicana (de hecho la de New York fue un fracaso económico total). De igual modo se incluye la identificación de la propiedad de los terrenos donde se erigió la Feria y su costo, la comparación entre la inversión dominicana en la feria y la de las demás ferias internaciones, el programa de amenidades, los atractivos más importantes, los ingenieros, arquitectos y agrimensores que laboraron en el proyecto y su tensa relación con la Junta Pro-Celebración. Se demuestra que la leyenda de que la Feria desajustó las finanzas del Gobierno en 1955-56 es falsa. De hecho la Feria se realizó gracias al superávit que existía en la economía dominicana en ese momento y sirvió para la construcción de un ambicioso programa de obras importantes en todo el territorio nacional aparte de la Feria. La investigación incluye un análisis de los visitantes de la Feria, tanto nacionales e internacionales, y un estudio de sus consecuencias en la cultura, la semiótica, la publicidad, la arquitectura y el urbanismo dominicanos.
Como era de esperarse, la Feria fue inaugurada en un acto de extraordinario despliegue
de recursos que ha quedado registrado en la historia contemporánea dominicana. Desde las 9:30 de la mañana del 20 de diciembre de 1955 se iniciaron los actos con el establecimiento de un batallón de la Guardia Presidencial en la Plaza de las Naciones en la entrada sur y finalizó bien entrada la noche luego de un gran desfile y coronación de la reina de la Feria de la Paz, Angelita I, hija del dictador, discursos, corte de cinta por el presidente Héctor B. Trujillo, hermano del dictador, cena, baile, y con la presencia de todo los funcionarios del Estado, del delegado de Su Santidad, Francis Joseph Cardenal Spellmann y delegados oficiales de todas las naciones representadas en la Feria, así como todo el cuerpo diplomático y consular acreditado en el país. Asistieron esa primera noche 21,786 personas.
Es importante destacar la preparación de todo el engranaje artístico de la Feria y la participación de artistas de primera categoría tanto en la inauguración como durante todo el tiempo que duró la Feria. Este punto tuvo consecuencias importantes en el arte y la cultura dominicana, incluso, en la promoción a través de la radio, la televisión y otros medios de comunicación. Solo el despliegue de delegaciones de todas las provincias del país merecen un análisis aparte. La Feria de la Paz estaba programada para finalizar el 27 de febrero de 1956. Sin embargo, fue extendida hasta junio por “petición popular”.
Un capítulo aparte ha merecido el emplazamiento de la Feria que señala improvisación y premura en la decisión. Una obra de esa magnitud y con la fuerza organizacional que ejerce en un territorio debió ser una oportunidad para conducir a la ciudad a una mejor planificación. La investigación introduce un análisis de las posibilidades de haberla ubicado —por ejemplo— en los terrenos del antiguo aeropuerto General Andrews (cuyo traslado se inició dos años después de la Feria) y sus posibles consecuencias. Una oportunidad de reorganizar un territorio o señalar el rumbo hacia donde debe dirigir su desarrollo pocas veces se le presenta a una ciudad que, en el caso de Santo Domingo, podría considerarse una pérdida. De hecho, a pesar de la escala de la Feria, su ubicación periférica podría ser motivo de análisis para su débil incidencia en el territorio urbano. La Feria se inició como un evento efímero que poco a poco fue adquiriendo una importancia sin antecedentes en el país, hasta adquirir categoría de centro administrativo que, en esencia, fue desaprovechada. Este punto es de vital importancia en la investigación llevada a cabo.
La revalorización actual del conjunto de la Feria es ineludible. Son evidentes las penosas transformaciones e intervenciones que ha sufrido en los últimos años que contribuyen a opacar su trascendencia como hito de la arquitectura moderna de la región del Caribe. Uno de los objetivos de esta investigación ha sido destacar su importancia para la historiografía arquitectónica dominicana y contribuir a despejar prejuicios y posiciones parciales en cuanto al indudable valor que posee. La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre es una enseñanza de un buen ejercicio de diseño, un ejemplo para la ejecución de obra con tiempo y recursos limitados con impecables resultados, una oportunidad para analizar el manejo conceptual de un discurso político representado en la arquitectura y un reto para reconocer el patrimonio cultural dominicano del siglo XX, más allá de nuestras preferencias o nuestros gustos.
Bibliografía:
• Coleccion Digital de Periódicos: La Nación, El Caribe (1950-1958).
• “Índice General de la Legislación Dominicana”, Colección de Leyes, Decretos y Reglamentos de la República Dominicana, Archivo General de la Nación, tomo V, 1944 -1958.
• “Obras de Trujillo”, volumen XII, Archivo General de la Nación (Ciudad Trujillo, R.D.: Editora Montalvo, 1956).
Archivos de las correspondencias:
• Presidencia de la República Dominicana
• Comisión Nacional Organizadora de la Feria de La Paz y Confraternidad del Mundo Libre
• Dirección General de Obras Públicas
• Secretaría de Estado de Finanzas
• Oficina Ingeniero Asesor al Servicio del Presidente de la República
• Secretaría de Estado de la Presidencia
• Secretaría de Estado de Salud Pública
• Consultoría Jurídica del Poder Ejecutivo
• Secretaría de Estado de Finanzas
• Consejo Administrativo del Distrito Nacional
• Secretaría de Estado de Comercio, Industria y Banca
Hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo
Guillermo González Sánchez et al Propietario: Gobierno Dominicano
Ave. Jiménez Moya, La Feria, Santo Domingo 1955
El deseo de mostrar al mundo el desarrollo alcanzado en el país, lleva al dictador Rafael Leonidas Trujillo a ordenar la construcción de un complejo ferial que celebrase sus 25 años en el poder, al mismo tiempo que sirviera para mejorar las maltrechas relaciones internacionales del gobierno y dinamizar la economía local. Emprende su construcción motivado, además, por su visita a Italia un año antes (1954), donde había observado las instalaciones de la Exposición Universal de Roma de 1942 (EUR 42). Por otra parte, posteriormente, en 1949, el vecino país de Haití celebró una exposición internacional de sobresaliente modernidad, en terrenos cercanos al borde marino de la ciudad de Puerto Príncipe, hecho que debió jugar algún papel en la naturaleza competitiva del dictador Trujillo y sus asesores.
Este complejo ferial fue el más ambicioso proyecto tanto público como privado del país hasta el momento. Extendía la ciudad hacia el oeste dotándola de un conjunto de edificaciones y espacios urbanos que tendrían un doble propósito: fungir como espacio de exposiciones temporales y conmemorativas del régimen; y luego, convertirse en la Plaza Cívica representativa de los poderes del estado dominicano. idea que se venía estudiando al menos desde el 1937, como se podrá apreciar en estudios realizados por el Ing. Guido D’Alessandro, el Arq. José Antonio Caro Alvarez, y el Ing. José Ramón Báez López Penha.
El proyecto fue encargado al arquitecto local Guillermo González Sánchez por su calidad como diseñador y por su excelso manejo del lenguaje racionalista. La idea era representar la modernidad, el desarrollo y la supuesta apertura de ideas del régimen Trujillista. Hasta el momento, diversos proyectos demostraban la destreza de González, tales como el edificio Copello (1939), el Hotel Jaragua (1942) y el Hotel Hamaca (1951) (ver AAA053, ed.). González, quien visitó -como parte de la delegación dominicana y recibió en ese momento una ciudadanía honoraria- la Feria Mundial de Nueva York del 1939, preparó para Santo Domingo una propuesta enfrentada, no a la ciudad existente sino al Mar Caribe, puerta de entrada de los conquistadores. Portales urbanos flanqueaban los extremos principales de un imponente eje norte-sur, que empezando en el mar terminaba en una extensa pradera de futuro desarrollo, hoy estructurada en torno al eje de la avenida Winston Churchill. A lo largo del eje, volumétricos edificios acompañan la secuencia de un espacio urbano de gran limpieza formal y de acentuadas expresiones modernas, que sólo Brasilia, seis años más tarde, superaría.
Una docena de edificios de tamaño variable se alínean entre el eje principal y los transversales en un admirable manejo de la escala, la proporción y el simbolismo del espacio público, siendo los más imponentes, los edificios destinados posteriormente para el Palacio Municipal y el Palacio del Congreso, en torno a una fuente circular de grandes proporciones que organiza la circulación. La fuerza y la eficiencia de este espacio público lo hace único en el Caribe, por su refinada estilización.
Realizada en once meses, La Feria es inaugurada el 20 de diciembre de 1955. Su huella marca el desarrollo de la nueva ciudad en expansión, constituyéndose en inicio o fin de una época, de un ideal, de un gesto, del adelanto de la arquitectura local del momento.
Pabellón de las Naciones
José Amable Frómeta Pereyra Centro de los Héroes de Constanza, Santo Domingo 1955
El Pabellón de las Naciones es una de las pocas obras del conjunto de la Feria no diseñada por Guillermo González. Conocida como “La entrada del Mar”, con forma trapezoidal, recibe a los visitantes a través de un arqueado portal que enmarca las piezas centrales de atracción visual. Un elemento vertical, que recuerda el monumento de la Feria de Nueva York de 1939, pero en proporciones inversas, marca el eje monumental del conjunto ferial. Un par de alas estilizadas se apoyan sobre un globo terráqueo, sobre el cual se encontraban las 5 estrellas del generalísimo representando la supremacía de Trujillo. Un estanque de agua y una escultura de mujer de claras influencias Art Decó, enriquecen artística y paisajísticamente el conjunto.
Este arco triunfal que da el frente al mar y hacia la Avenida George Washington (Malecón), conduce al peatón hacia la plaza, donde planos seriados en los laterales, colocados en posición oblicua, cerraban las visuales laterales y dirigían la vista hacia el centro del recinto. En los laterales del arco triunfal de acceso, mosaicos multicolores de gran escala representan escenas patrióticas.
El globo terráqueo estuvo revestido de cerámica policromada, la cual fue eliminada luego de la caída del régimen, cuando muchas de ellas se cayeron. Asimismo, se elimaron las estrellas del generalísimo.
El Coloso, entre las imágenes inferiores, se encontraba ubicado en las inmediaciones del “Portal de Tierra”, hacia el norte de la Feria.
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Iglesia Nuestra Señora de la Paz
Guillermo González Sánchez
Calle Juan de Dios Ventura esquina Doctor Vicioso, Centro de los Héroes, Santo Domingo
Propietario: Estado Dominicano 1955
Pabellón del Ron Barceló, Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre (1955).
Reid & Reyes, Pabellón de la Esso, Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre (1955).
En esta página:
Reid & Reyes, Pabellón de Pepsi Cola, Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre (1955).
Reid & Reyes, Pabellón de Productos Cami y Pabellón de la Alcoa, Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre (1955).
Reid & Reyes, Pabellón del Ron, Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre (1955).
Pabellones de exposición de marcas comerciales, diseñados por la firma Reid & Reyes. Estos pabellones demuestran la calidad y visión de los diseñadores, a tono con el resto de las edificaciones del conjunto ferial. Entre ellos se destaca el Pabellón de la Pepsi, muy abierto, con una simple cubierta soportada por bloques cuadrados separados por losetas y columnas metálicas ligeras. En el Pabellón de la Alcoa, construido en metal, el muro se convertía en puertas pivotantes, para dar acceso completo al interior a través de la fachada frontal. En el Pabellón del Ron, planos rectangulares desplazados se interceptan utilizando texturas en los muros inferiores.
En todos estos Pabellones se percibe el manejo de integración interior-exterior tan típico de la obra posterior de estos autores.
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Palacio del Ayuntamiento del Distrito Nacional
Guillermo González Sánchez
Avenida Jiménez Moya, Centro de los Héroes, S.D. Propietario original: Estado Dominicano 1955
En esta página:
Palacio del Congreso Nacional
Guillermo González Sánchez
Avenida Jiménez Moya, Centro de los Héroes, S.D.
Propietario original: Estado Dominicano 1955
Las piezas claves de la Feria son estos dos edificios que se localizan en el mismo centro del conjunto urbano-arquitectónico, frente a una fuente monumental.
Tanto el Palacio del Ayuntamiento, con sus cuerpos desplazados y disgregados, como el Congreso Nacional, con su masa compacta y cerrada —recordando el planteamiento de Lubetkin en el centro de salud de Finsbury—, articulan el centro mediante la contraposición de sus volúmenes, la altura de los edificios y el revestimiento de mármol de ambos. El Congreso utiliza amplios parasoles en el centro para proteger del sol de la tarde. La inclusión de altos relieves escultóricos en los laterales y al centro complementan el sólido volumen.
Página opuesta:
Antiguo Pabellón de Venezuela
Alejandro Pietri
Calle Juan de Dios Ventura, Centro de los Héroes, Santo Domingo
Propietario original: Estado Venezolano 1955
Teatro de Agua y Luz
Carles Buigas Sans Calle Fray Cipriano de Utrera, Centro de los Héroes, Santo Domingo 1955
Varias piezas son clave dentro del conjunto de la Feria, entre ellas destacan las aportaciones para el Pabellón de Venezuela de Alejandro Pietri, y el Teatro de Agua y Luz de Carles Buigas. Ambos edificios rompen con la robusta volumetría cúbica que caracteriza la mayoría de los edificios principales. Pietri utiliza una compleja composición de formas y volúmenes con contraposiciones entre losas planas y onduladas; louvers horizontales para cerrar la cúpula del espacio central —con forma de Tarbush o sombrero marroquí—, sobre vigas que reposan sobre columnas en forma de V. En el Teatro Agua y Luz, completamente descubierto, posee un alto y grueso muro que rodea la forma elíptica y protege las fuentes interiores de la brisa marina. Al contrario de la fuente de Montjuic en Barcelona, éste es un espacio contenido, y uno de los pocos de este tipo diseñado a nivel mundial. Los servicios, restaurante y palcos, se encontraban en el bloque sureste. El posicionamiento de este volumen en la manzana se ha desvirtuado recientemente al incorporarse otras edificaciones en su entorno.
En esta página:
Pabellón de la Secretaría de Interior, Policía y Comunicaciones
Actual Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI)
Guillermo González Sánchez
Avenida Winston Churchill, Centro de los Héroes, S.D. Propietario original: Estado Dominicano 1955
Pabellón de las Fuerzas Armadas
Guillermo González Sánchez / Const. Luis Abreu / Heriberto de Castro / Andrés Gómez Dubreil Avenida Winston Churchill, Centro de los Héroes, S.D. Propietario original: Estado Dominicano 1955
Los pabellones de Interior y Policía, y de las Fuerzas Armadas se ubican ambos a lo largo del eje central. El pabellón de Interior consiste en un bloque principal protegido por bandas horizontales de parasoles en forma de radiador, del cual se desprende otro cuerpo sobre la marquesina. En el edificio de las Fuerzas Armadas la estructura se desnuda hacia la calle en un gesto de confianza y transparencia; las cinco estrellas ubicadas en el paño del quinto piso representan al generalísimo; y sendos altorelieves ocupan dos de los cuadrantes de la cuadrícula estructural. El gran bloque sobre pilares está precedido de una pequeña marquesina curva que recuerda mucho el planteamiento de la Facultad de Arquitectura de la USD, de José Antonio Caro.
Roy France / Roy France Junior Propietario: Gobierno Dominicano Avenida Sarasota, Bella Vista, Santo Domingo 1954-55
El Hotel El Embajador fue construido para dar albergue a los visitantes de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Su ubicación, en una de las mesetas del Farallón Sur de la ciudad, le permite una excelente vista del litoral costero de la ciudad y de la Feria. El diseño del hotel fue asignado a una firma norteamericana, del sur de la Florida, experta en la construcción de hoteles. El arquitecto estadounidense Roy France, quien diseñó más de dos docenas de hoteles en Miami Beach, trabajaba en esa época con su hijo Roy, fallecido a temprana edad. La arquitectura de Roy France combinaba la arquitectura moderna de posguerra con un estilo Art Decó.
El hotel fue construido en 11 meses a un costo de RD$5,000,000.00 por la firma Marrit Champman y Scott Corporation quienes se ocuparon también de la decoración —en estilo provenzal— y de los mobiliarios, complementos y mármoles, todos traídos de Nueva York, New Orleans y Miami. Después del Hotel Jaragua, El Embajador se convirtió en el mayor hotel turístico de lujo del país. El edificio cuenta con ocho niveles —en forma escalonada en los pisos superiores— que albergan 310 habitaciones con balcones individuales. Los últimos dos niveles y el pent-house fueron destinados a la familia Trujillo, lo que convirtió al hotel en “un capricho del Jefe”. A diferencia de otros proyectos de France, el Hotel El Embajador modifica la proporción de los huecos para enfatizar la horizontalidad y aprovechar los amplios balcones para la entrada de luz y sol, objetivo primordial para el arquitecto en estos climas tropicales —similares a Miami Beach—. Como un gran crucero varado en la cima de la ciudad, el hotel sobresalía en el paisaje verde circundante por el color blanco de sus exteriores; sólo las particiones de los balcones fueron pintadas y destacadas con color verde.
Otras áreas y espacios incluidos en el hotel fueron un patio español, tiendas, canchas de tenis, piscina con borde ondulado y trampolín, casino, club nocturno, salón de cocteles y una concha acústica para eventos al lado de la piscina —demolida en la profunda remodelación realizada en 1998—. Los servicios adicionales se complementaron con la construcción de campos de golf y polo, donde jugaban asiduamente Porfirio Rubirosa y Ramfis Trujillo. Cuando se construyó el hotel el área circundante no estaba urbanizada, por lo que se construyó la Avenida Sarasota —a partir de la Fabré Geffrard —actual Abraham Lincoln— para poder acceder al mismo.
José Antonio Caro Álvarez
Avenida Cristóbal de Llerena, Ciudad Universitaria
1955
La Facultad de Arquitectura e Ingeniería fue el segundo edificio diseñado por José Antonio Caro para la Universidad de Santo Domingo. Obra severa, caracterizada por un marcado estilo internacional, este edificio guarda numerosas similitudes con la Bauhaus de Dessau, primer ícono del movimiento moderno en arquitectura.
El edificio se compone de dos bloques articulados en forma de L, de tres niveles cada uno y con tratamientos distintos tanto en planta como en elevación. El primer bloque, de gran fuerza expresiva, incorporó el primer muro cortina del país en su lado este, con grandes ventanales de piso a techo y plantas libres en su interior. Este volumen de tres niveles descansa sobre pilotes, siguiendo los lineamientos planteados por Le Corbusier, y crea un gran espacio abierto que marca el acceso y sirve de punto de encuentro para estudiantes y profesores. Un espacio similar fue incorporado por Caro previamente en el diseño de la Facultad de Ciencias Médicas Dr. Defilló, en la misma Ciudad Universitaria. La estructura de hormigón y la planta libre característica de este volumen puro y racional, enfatizan la racionalidad y modernidad del diseño. Una escalinata a todo lo ancho del lado corto del paralelepípedo marca el acceso peatonal, enfatizado por un gran muro sólido que actualmente exhibe un mural del pintor dominicano Ramón Oviedo titulado “Las Tres Razas”. El acceso vehicular se resuelve hacia el lado este, marcado por una marquesina con pasarela curva.
Lamentablemente, los muros cortinas de este edificio fueron destruidos en el 1979 por el huracán David y posteriormente sustituidos por ventanales individuales protegidos por quiebrasoles que alteran completamente la idea original del proyecto, modificando su aspecto y la trasparencia y ligereza que lo caracterizaron.
El segundo cuerpo, destinado para alojar las aulas, es mucho más macizo, y se caracteriza por sus ventanas horizontales, y su coronamiento mediante un alero perforado que enmarca el volumen en su totalidad. Amplios pasillos comunican las aulas con las escaleras, ubicadas a ambos extremos del volumen. Las aulas se caracterizan por su interior escalonado, para facilitar el desarrollo de las cátedras, y por su ventilación natural y cruzada, mediante ventanales a todo lo ancho del muro. El techo se realizó con losas aligeradas soportadas por tijerillas metálicas. En una etapa posterior le fue agregado un tercer bloque paralelo a las aulas para los laboratorios, conectado con el resto del proyecto mediante un patio interior.
4.
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William Reid Cabral / José Manuel (Nani) Reyes
Propietario: María Consuelo Arzeno de Bojos
Calle Restauración #102, Santiago
1950
Parcialmente demolida
La influencia ejercida por la obra de Ortiz en la década anterior, marca la estilización de una arquitectura doméstica audaz en la interpretación de elementos arquitectónicos sinuosos y atrevidos. Se empiezan a intercambiar las columnas de soporte de la losa del techo por un par de arcos escarzanos de grandes dimensiones. En el caso de esta residencia, uno de los arcos es interceptado por varias columnillas metálicas en la esquina, mientras que el otro se queda en vuelo a mitad de su recorrido.
La obra destaca por la fuerza de su entrada, con un prolongado muro horizontal y unas arcadas que finalizan truncadas, impriméndole a la vivienda un gran dinamismo. Como aporte a la modernidad, en los interiores destaca la carencia de dinteles y el uso de vigas invertidas para evitar la fragmentación de los espacios. En el interior se incluyen también paneles en madera de ébano que asocian los interiores con la naturaleza.
Guillermo González Sánchez
Propietario: Guillermo González
Calle Crucero Ahrens, Gazcue, Santo Domingo
Década del 1950
Ubicado hacia el centro de la manzana, el Edificio González es una de las construcciones menos conocidas de Guillermo. La obra es un sencillo edificio de cuatro niveles que alberga dos apartamentos por planta. En el centro se ubica la conexión vertical, a la que se accede mediante un corredor exterior techado con una fina losa de concreto sobre columnas tubulares de metal.
La fachada principal del edificio consiste en un plano modulado abierto, con un balcón corrido compartido por los dos apartamentos de cada piso. Destacan los planos sólidos de las vigas de soporte del techo y la transparencia de las barandas de planchuelas horizontales de metal.
La línea horizontal de los hierros de las barandas se contrapone al plano de los antepechos de las ventanas laterales horizontales, en un interesante juego de llenos y vacíos. Estos detalles formales imprimen a la obra un fuerte dominio de la estética horizontal, tan característica de Guillermo González.
Fernando Ricart
Propietario: Fernando Ricart
Calle Arzobispo Nouel #107, esquina 19 de Marzo
Ciudad Colonial, Santo Domingo Década de 1950
Esta notable edificación difiere de las composiciones cercanas a su entorno. Situado en esquina, este edificio sustituyó varias casonas de siglos anteriores que fueron demolidas antes de la revalorización del centro histórico. El proyecto fue concebido originalmente sólo como edificio comercial, pero más tarde, el comercio se limitó a la primera planta, y se distribuyeron seis viviendas en los pisos superiores.
En su exterior, el Edificio Ricart se caracterizaba por la amplitud de las aceras y por el revestimiento original en granito negro de los pilares del primer nivel. La estructura consiste en una planta libre, por lo que las divisiones de los apartamentos en las plantas superiores se realizaron mediante panderetas de ladrillo, para no sobrecargar el sistema estructural. Dos bloques de escaleras permiten el acceso vertical hacia los niveles superiores desde cada una de las calles laterales. Se previó, en el desarrollo de las escaleras, un hueco para instalar ascensores, pero éstos nunca fueron colocados.
Tanto en su distribución planimétrica como en su tratamiento estilístico, el Edificio Ricart responde a los nuevos postulados de modernidad y progreso de la época, dentro de los principios del funcionalismo y la racionalidad constructiva. De gran simplicidad de líneas, esta obra combina balcones con planos que acentúan la volumetría general. Al incorporar nuevos sistemas estructurales de pilares y vigas que liberan la fachada de su tradicional función portante, el arquitecto juega con amplios balcones, planos desplazados y superficies en voladizo en la esquina.
William Reid Cabral / José Manuel (Nani) Reyes
Propietario original: Dr. Báez Soler
Calle Bernardo Pichardo #7, Gazcue, Santo Domingo 1951
El Edificio El Yaquito consiste en un volumen ligero de tres niveles donde se desarrollan dos espaciosos apartamentos por piso. Construido en hormigón armado, esta obra utiliza la textura de los bloques de cemento en los muros como recurso estético de sus fachadas. El amplio jardín frontal no prevé aparcamientos ni entradas para vehículos, siendo uno de los primeros edificios de apartamentos de clara tendencia internacional en la zona del Ensanche Lugo y Gazcue. Su diseño racional divide la fachada frontal en dos volúmenes unidos por el cuerpo de la escalera, cuya pared frontal de bloques calados ventila e ilumina
el paso hacia los apartamentos. Un ligero vuelo jerarquiza la entrada peatonal. En cada cuerpo, una sólida pared de ladrillo actúa como soporte de los balcones, creándose una armoniosa combinación de materiales en contrastes verticales y horizontales. El nuevo uso como consultorios médicos al que han sido destinados estos apartamentos, ha requerido adaptar sus espacios a las nuevas necesidades; y los balcones han dejado de ser espacios de ventilación para integrarse a los espacios interiores, en una desnaturalización del diseño original.
Julio Hernández
Propietario: Julio Hernández
Calle Rosa Duarte #6, Gazcue, Santo Domingo 1954
Residencia de dos pisos trabajada a partir de niveles encontrados y planos inclinados, con cuerpos trapezoidales que se abren a cubiertas voladas sobre los espacios interiores. En años recientes, la marquesina fue cerrada para anexarse a la vivienda
como otra habitación y se agregó un cuerpo superior —sobre el techo del segundo nivel— desproporcionando los volúmenes originales. El acceso principal se realiza a través de una media escalera con escalones en vuelo.
Mario Lluberes
Propietario: Buenaventura Peña Avenida Independencia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo 1954
El Edificio Buenaventura constituye una de las edificaciones de mayor longitud de fachada de nuestro país. Ocupa todo el frente sur de una manzana en la Avenida Independencia, y se extiende hacia ambas calles laterales en forma de una C. Por su longitud fue construido en dos etapas. La primera etapa fue iniciada en 1954, y se desarrolló en la esquina de la calle Dr. Delgado, con un diseño del arquitecto práctico Mario Lluberes. La segunda etapa se realizó varios años después, se desarrolló hacia la esquina de la calle Danae, y estuvo a cargo del ingeniero Federico Infante —siguiendo las directrices pautadas por Lluberes.
El edificio, de tipo mixto y de tres plantas, posee varios locales comerciales en el primer nivel, con amplias cristaleras, y varios apartamentos, de considerables dimensiones, en los niveles superiores. Cuatro cajas de escaleras se ubican hacia la Avenida Independencia y dos cajas más se ubican en cada fachada lateral.
La distribución de los apartamentos de la primera etapa difiere de los de la siguiente. Los planos superiores se componen de amplias galerías con balcones protegidos por salientes, y planos ciegos en las habitaciones, con ventanas enmarcadas por aleros. El tratamiento de la volumetría del edificio enfatiza la horizontalidad, sólo alterada por las láminas inclinadas que protegen las escaleras. Resulta interesante la composición de las esquinas, poco común a nivel local, donde curvas convexas son sostenidas por pilares circulares.
William Reid Cabral / José Manuel (Nani) Reyes
Sector La Julia, Santo Domingo 1955-1959
La vivienda se estructura en una planta en forma de “L” sobre el segundo farallón de la ciudad. En una primera ala, de un solo nivel, se localizan las áreas de servicio —cocina, garaje, comedor y habitaciones de servicio—; y en la otra ala, de dos niveles, se ubican las áreas sociales en el primer piso —comedor, sala y terraza—, y las tres habitaciones con un estudio en el segundo piso. Un detalle muy interesante de la casa es la inclusión de un balcón perimetral que bordea todo el segundo nivel y por el que se accede a todas las habitaciones. El balcón mira hacia el jardín y el área de piscina y mide 1.67 metros de ancho.
Las fachadas se adaptan según las áreas funcionales a las que sirven de cerramiento. Las del bloque de servicios son cerradas con muros calados. Las áreas sociales, especialmente la sala, se caracteriza por sus muros de cristal de piso a techo montados en marcos de madera preciosa, integrándose por completo con el área del jardín y la terraza. Y por último, las habitaciones se caracterizan por sus puertas y ventanas de celosías de vidrio que abren al balcón perimetral, principal elemento estético de la fachada lateral y posterior. El acceso es enfatizado a través de un amplio voladizo que cubre la marquesina y marca la entrada a la vivienda donde una doble altura comunica ambos niveles con balcones internos.
La volumetría de la casa se caracteriza por sus contrastes. Contrastes entre los muros predominantemente cerrados en las áreas de acceso y de servicios, y completamente abiertos en las áreas sociales y de habitaciones. Y contrastes entre los techos de suave inclinación, más tradicionales, del bloque de las habitaciones y los techos planos y de grandes voladizos, más modernos y osados, en la marquesina y el bloque de servicio.
William Reid Cabral / José Manuel (Nani) Reyes
Calle El Conde esquina Espaillat, Santo Domingo 1955-1959
Importante edificación, fuera de proporción con la escala del centro histórico. Para la época de su construcción, la pujanza económica de la ciudad se perfilaba en esta área y permitía la transformación radical de las estructuras coloniales aún vigentes en los predios. El edificio ocupa el espacio de algunas tres casas de un nivel que sustituyó.
El Edificio Jaar, de uso mixto y de cuatro pisos, posee dos niveles comerciales y dos habitacionales. La primera planta retrocede y cede al espacio urbano una franja cubierta por los balcones de los pisos superiores. Este espacio ha sido ocupado de nuevo, de manera ilegal, por los negocios existentes en la actualidad, perdiéndose la proporción original de la obra. El segundo nivel comercial era totalmente transparente con cristales de piso a techo y ventanas proyectadas en los extremos para la ventilación. La tienda “La Curacao” ocupaba toda la primera planta, con una amplia exhibición de mobiliario y electrodomésticos. La entrada a los niveles superiores se realiza por la calle lateral, solución típica de las obras de Reid & Reyes.
En el Edificio Jaar, la firma de arquitectos Reid & Reyes mejora su propuesta formal, previamente ensayada en el Edificio CHM de años anteriores. En esta ocasión, los arquitectos crean una estructura de grandes vanos abiertos donde se intercalan y se cruzan los planos, en abiertos retrocesos reforzados por las transparencias. Pilares revestidos de mármol negro enfatizan los soportes de las dos primeras plantas, y en la fachada lateral este, se convierten en planos que interrumpen los amplios ventanales continuos. Los balcones hacia la calle El Conde alternan planos sólidos con barandillas de metal, invertidos en el piso subsiguiente, para lograr un sinuoso ritmo en la composición.
Las líneas modernas de claro corte internacional de este edificio perfilaron la nueva silueta a la que aspiraba la nueva y moderna ciudad.
William Reid Cabral / José Manuel (Nani) Reyes
Propietario: Estado Dominicano
Calle El Conde esquina Hostos, Ciudad Colonial, Santo Domingo 1955-1959
Diseñado por la firma Reid & Reyes, este hotel urbano constituyó, durante las décadas de los 60, uno de los más importantes de la ciudad de Santo Domingo. De cinco niveles con mezzanine, el edificio esquinero presenta fachadas distintas hacia cada lado y manejaba dos tipologías en su primera planta, el acceso del hotel y un comercio hacia la calle El Conde. Hacia esta calle, se abren grandes pilares retrayendo la fachada acristalada del comercio destinado a librería y papelería: Casa Cuello, en su momento una de las mayores librerías de la ciudad. En el interior, un mezzanine se abría al centro con un hueco rectangular que ampliaba el espacio central del primer nivel a una doble altura.
En la calle lateral se ubicó la entrada al hotel, con un pequeño lobby de recepción. Las áreas destinadas al comedor se ubicaron en el mezzanine, con un balcón cerrado en vuelo con amplias cristaleras. Este elemento fue eliminado en las últimas modificaciones realizadas al edificio.
En ambas fachadas se ubicaron balcones en vuelo con un juego de planos inclinados en rítmica composición. Éstos también fueron cerrados para ampliar las habitaciones. Las habitaciones, ubicadas al centro de la edificación, fueron iluminadas y ventiladas mediante amplios patinillos internos.
Un detalle muy interesante era la unión con el Edificio Diez, tratada con un retroceso de la fachada para reforzar sus diferencias. Se creó un atrio superior con vuelo perforado en forma de círculos, enfatizando dramáticamente la entrada de luz sobre la superficie, para llamar la atención ante el importante edificio de corte neoclásico-ecléctico.
El Hotel Comercial, junto con los edificios Baquero y Diez, conformaban una de las esquinas de la calle El Conde con mayores pretensiones de verticalización incipiente durante la mitad del siglo XX
William Reid Cabral / José Manuel (Nani) Reyes
Calle El Conde esquina Sánchez, Ciudad Colonial, Santo Domingo Propietario original: Manuel Menéndez
Década de 1960
Proyecto de tipología mixta y de cuatro niveles, el Edificio CHM, también de la firma Reid & Reyes, continúa con el esquema de una planta baja a doble altura para la parte comercial y dos niveles superiores para apartamentos.
La horizontalidad se rompe con la rítmica disposición de los balcones, adornados con losas inclinadas independientes del balcón superior. La entrada a los niveles superiores se realiza por la calle secundaria a través de un amplio vestíbulo. Un paño lateral vertical a lo largo de los niveles superiores soporta las letras en relieve del nombre del edificio.
Varias transformaciones realizadas en la fachada comercial han interrumpido la transparencia original del segundo nivel hacia la calle El Conde.
VirgilioPérez Bernal et al
Propietario: Corporación Dominicana de Electricidad Calle Fray Cipriano de Utrera esquina Ave. Independencia, Centro de los Héroes, Santo Domingo 1956-1957
Edificación de cinco niveles, realizada en un extremo de la manzana de las calles Independencia y Fray Cipriano de Utrera, al noroeste de la entrada norte de La Feria. Esta edificación fue realizada después de finalizada la celebración de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, para complementar los servicios gubernamentales para los que se destinaron los edificios del conjunto ferial.
Del lado oeste del edificio, una marquesina asimétrica apoyada en un grueso pilar circular es el único elemento que sobresale del bloque compacto cuadrangular formado por los niveles de oficinas. Las esquinas están definidas por paños sólidos, mientras que la parte central se compone de planos verticales secuenciados que protegen, a manera de quiebrasoles, las ventanas. Al interno, un bloque de servicios con ascensor y escaleras libera las plantas de una rígida distribución interna.
Planta arquitectónica 1er nivelPlanta arquitectónica 2do nivel
Edgardo (Gay) Vega Malagón, atrib. Propietario original: Sr. Gustavo Tavares Avenida Lope de Vega esquina Abraham Lincoln, Santo Domingo 1954
Toda una generación de arquitectos e ingenieros dominicanos participó en el ensayo urbanístico del proyecto Naco, durante la segunda mitad del siglo XX, desarrollado en el Polígono Central de la ciudad de Santo Domingo. Edgardo —Gay— Vega Malagón en especial posee una abundante obra residencial en este sector.
La Residencia Tavares constituye una de las primeras casas relevantes construidas en el llamado “Reparto Tavares”, propiedad de la familia del Sr. Gustavo Tavares. Diseñada por Gay Vega hacia 1954, esta casa manifiesta uno de los más exitosos ensayos de integración de los jardines a la arquitectura doméstica de carácter moderno del periodo. La casa se conserva admirablemente bien.
Gay establece y con el tiempo contradice, un estilo moderno, sensible a la naturaleza suburbana y tropical del desarrollo, paralelamente ensayado en Gazcue y en Santiago de los Caballeros por otros colegas de su generación, entre ellos, para sólo citar un caso, por William Reid Cabral. Este tipo de arquitectura, de gran éxito y popularidad para la época, representa los alcances de la vida abierta al paisaje suburbano, incorporando los elementos de la nueva sociedad democrática —cocina moderna, servicios vinculados al esquema, marquesina, áreas abiertas al exterior, paisajismo, etc.—. Asimismo, esta arquitectura aprovecha una estructuración constructiva de extrema simplicidad y economía; escasas columnas, muros de bloques, losas simples, la menor cantidad de vigas que se pueda. Una arquitectura de lo mínimo, con un máximo de ventajas vitales.
La casa Tavares se caracteriza por sus patios centrales y traseros dispuestos de manera lateral, y por su colocación en el terreno asumiendo un retiro frontal y trasero generoso. Su esquema planimétrico es racional y moderno, con un minimalismo auténtico, genuino, producto de una actitud consciente de la utilización racional de los recursos económicos. La decoración arquitectónica es muy discreta, llamando la atención la cantidad de frutales y otros árboles que se apropian de las áreas verdes y proponen espacios de imaginación lúdicos para infantes y mayores.
Francisco López Rodríguez
Calle Federico Geraldino, entre Gustavo Mejía Ricart y prolongación Fantino Falco Piantini, Santo Domingo
Propietario original: Dr. Julio Álvarez
1963
La casa consiste en una vivienda unifamiliar de aproximadamente 400 m2, con un bloque de servicio separado de unos 30 m2 y se emplaza en una parcela de unos 1,375 m2 El proyecto es representativo de la tipología tradicional de las primeras casas de Piantini, compuestas por tres crujías, con un patio interior en el centro, y en la parte frontal el jardín, la galería, y la marquesina ubicada al centro, frente a la entrada. La distribución interior aún debe mucho a la casa colonial, donde las distintas áreas se desarrollan alrededor de un patio interior (con fuente); y donde los distintos espacios se desarrollan de manera independiente uno del otro. De esta forma, la casa utiliza el patio central para lograr ventilación cruzada.
Aún cuando la casa Álvarez-Menicucci no maneja la concepción espacial moderna, su fachada sí empieza a reflejar la búsqueda de un nuevo repertorio formal. El uso de techos planos, los vuelos en hormigón visto y la geometría abstracta del mosaico de Antonio Prats-Ventos ubicado en la entrada, acercan la Casa Álvarez al prototipo residencial de los años sesenta con un reduccionismo formal, donde la simplicidad y las formas abstractas marcan un nuevo camino.
La dualidad entre modernidad y tradición, entre lo vernáculo y lo abstracto, caracteriza la vivienda, donde detalles como las jardineras en la entrada, las paredes con calados de formas ovoides, o la rebosante vegetación del patio interior contrastan y en cierta forma dan vida, al blanco de las paredes desnudas y los techos planos del lenguaje moderno.
José Ramón Vargas Mera
Propietario: Ramón Vargas Mera Calle Boy Scouts, Santo Domingo c. 1950s
Vivienda de un sólo nivel, con techo a dos aguas de suave pendiente. La entrada se ubica en el cuerpo más cercano a la calle, con amplias puertas correderas de cristal que se abren hacia el jardín frontal. El vuelo de los techos de la fachada frontal, se apoya sobre columnas metálicas circulares, creando una especie de galería frontal.
En el jardín frontal, y hacia el lado izquierdo, se encuentra una especie de alberca, que se comunica con el espacio destinado a las áreas sociales. Las habitaciones se disponen en forma de L en el lado sur de la vivienda.
José Amable Frómeta et al
Avenida Tiradentes, esquina Presidente González, Santo Domingo 1968
El Edificio La Cumbre fue por muchos años el edificio de mayor altura de la ciudad. Ubicado en uno de los extremos del Centro Comercial Naco, que le sirve de basamento, este edificio fue símbolo de estatus social y modernidad, albergando en sus espacios empresas de prestigio del momento. La Cumbre resume el ambiente de inversiones privadas que arropó la ciudad después de la Guerra Civil de abril de 1965, cuando muchas firmas de reciente formación comenzaron a edificar sus sedes.
De líneas sencillas, el edificio se destaca por su volumen rectangular volado a partir del cuarto piso, y compuesto de franjas de vanos y llenos intercalados, en una solución que fue emulada posteriormente en otros edificios de la ciudad. El piso superior, que actúa como coronamiento, ofrece una caja de vidrio inclinado que se comporta como una pieza
incrustada en el volumen y que alojaba un prestigioso centro nocturno cuya atracción era, precisamente, la vista de la ciudad. La circulación vertical se ubica en un cuerpo adosado en la fachada norte con marquesina en voladizo.
A fines de la década de 1980 se construyó un edificio contiguo hacia el oeste para alojar un hotel. Este edificio se comunica con La Cumbre a través de un puente en los pisos superiores. La experiencia de esta propuesta en altura permitió la construcción de una serie de altos edificios de apartamentos en la parte posterior del Centro Comercial Naco. Junto a estas torres residenciales, denominadas Condominios Naco, se desarrolló todo un conjunto arquitectónico-urbano que pasó a convertirse en una nueva zona comercial y residencial de la ciudad.
César Iván Hiraldo
Ramón Emilio Jiménez Vicens
María del Mar Moré
Gustavo Luis Moré
Amín Serulle, 20.05 arquitectura/ciudad Isaac Polanco
Leticia Disla Tió / Departamento de Arquitectura Estrella
Laurel Food & Wine, Santo Domingo
Restaurante localizado en el centro de la ciudad de Santo Domingo, que despliega una arquitectura de líneas puras y simples combinada con un diseño de interiores de gran calidez espacial, rico en texturas, colores y elementos decorativos. Arquitectura y naturaleza sirven de concepto y directriz de diseño, buscando integrar el interior y el exterior e incorporar elementos naturales en cada uno de sus espacios.
Medina Garrigó Abogados
Interior de diseño moderno y transparente para esta firma de prestigiosos abogados en la ciudad de Santo Domingo.
Residencia Serulle Gómez, Santiago
Residencia en Santiago de los Caballeros que responde a las condiciones climatológicas del sitio desarrollando una interesante propuesta formal a base de un “plano envolvente” y un “volumen paralelepípedo” que flota, y de una paleta variada de materiales, colores y texturas.
Residencia Polanco Almonte, La Vega
Piezas domésticas de nuevos autores comienzan a destacarse en varias ciudades del interior dominicano. En La Vega, descubrimos esta residencia del equipo de Isacc Polanco.
Edificio Corporativo Grupo Estrella, Santiago
El nuevo edificio del grupo empresarial Estrella en Santiago de los Caballeros amplía a más del doble su área original, formando un conjunto de volúmenes blancos y transparentes, plantas libres con distribuciones modulares, y tecnología de punta para lograr una obra sustentable e inteligente.
Ensayo
Gustavo Luis Moré
La audacia de las cajas comerciales
Un acercamiento crítico a varios proyectos realizados en la ciudad de Santo Domingo en los últimos años, en los que se acude a soluciones de empaque arquitectónico de piezas estructuralmente simples, o estilísticamente obsoletas, con el propósito válido de dignificar la presencia de las misma en el escenario urbano.
César Iván Hiraldo / Ramón Emilio Jiménez Vicens
Laurel Food & Wine es un restaurante cuyo concepto es un invernadero metropolitano. Arquitectónicamente, la transparencia de su fachada y la selección de materiales favorecen la integración del exterior con el interior. Utilizando la tipología del invernadero y el techo a dos aguas, esta obra logra un ambiente volumétrico con techos que llegan a los 5 metros de altura.
El edificio tiene dos caras, una completamente transparente que se abre hacia la terraza en el lado norte; y otra de carácter sólido para bloquear los rayos directos del sol en el lado sur. La conexión con la naturaleza se aprecia desde todas las áreas, incluyendo en los baños, donde un muro de cristal mira hacia un espejo de agua y un jardín vertical. Otro detalle en el que arquitectura y naturaleza se entrelazan, lo constituye el nicho creado en el frente de la propiedad con el propósito de conservar el único árbol existente en la parcela.
Para contrarrestar el carácter frío de la estructura moderna de acero y cristal, se utilizan materiales más cálidos y acogedores como ladrillos, tejas de cedro y madera. Estos materiales ayudan a producir una mayor riqueza espacial, al introducir cambios de textura y color en los interiores y exteriores.
El interiorismo se trabajó bajo los mismos principios conceptuales que la arquitectura. Todas las decisiones se tomaron con la finalidad de producir un espacio interno que se percibiera como externo. Las luces son de poste, recreando las luminarias que suelen adornar los espacios públicos de las grandes ciudades; el piso, por otro lado, simula el de una gran plaza. Ninguna superficie se dejó sin trabajar; incluso los topes horizontales de las mesas fueron tratados como verdaderas obras de arte, elaboradas por la talentosa artista Rocío Jiménez, utilizando maderas encontradas y recicladas. Otras mesas fueron producidas localmente por Paló y diseñadas por el Arq. Ramón E. Jiménez utilizando troncos completos de árbol de Saman local.
Para lograr que el espacio interior, amplio y abierto, adquiriera un carácter acogedor, en el diseño de interiores se combinaron una serie de distintos elementos y detalles decorativos a diferentes escalas. Entre los elementos de mayor escala y de alto impacto se encuentran el chandelier de la entrada; mientras que detalles más pequeños vienen dados por ejemplo con los elementos decorativos colocados en nichos, que proporcionan un factor sorpresa y de continuo descubrimiento para cada visitante. Elementos como jarrones, libros, cofres, botellas y plantas decorativas componen en su conjunto un ambiente “conocido”, familiar y acogedor. Uno de los detalles que refuerza la idea de invernadero, es el jardín de flores disecadas que cuelgan sobre el bar, al fondo del restaurante, y que constituye un punto focal de impacto al acceder al restaurante.
Proyecto
Laurel Food & Wine
Ubicación
Calle Andrés Julio Aybar #16, Santo Domingo
Propietarios
Teofilo Haché / Daniel Fernández
Erik Heinsen
Área de solar / Área de construcción
1995 m2 / 760 m2
Año de inicio y término de obra 2014
Diseño arquitectónico
Arq. César Iván Hiraldo
Arq. Ramón E. Jiménez Vicens
Consultor estructural
Elias Dhimes / Luis Sterling
Talleres Dhimes Sterling
Consultor sistemas de A/A
José Hernández Aire Acondicionados
Diseño de interiores / Decoración
Arq. Ramón E. Jiménez Vicens
Diseño iluminación
Arq. Ramón E. Jiménez Vicens
Diseño y sistemas acústicos
Erik Heinsen / Teófilo Haché
Diseño paisajístico y jardinería
Palo Verde Diseño de Exteriores SRL
Diseño gráfico
Post Digital Agency
Contratista general
Ing. Manuel Fulcar
Supervisión
Arq. Ramón E. Jiménez Vicens
Instalaciones A/A
José Hernández Aire Acondicionados
Estructuras metálicas
Talleres Dhimes Sterling
Materiales de construcción
Industrias Aguayo
Carpintería metálica
Talleres Dhimes Sterling
Ventanas
Fachada
Ebanistería
Paló
Revestimientos
Juan Carlos Iza Urrego
Mobiliario
Rocío Jiménez
Paló / Ilumel
Arq. Ramón E. Jiménez Vicens
María del Mar Moré / Gustavo Luis Moré
Medina Garrigó Abogados (MGA) ha inaugurado recientemente sus nuevas oficinas en el Edificio Corporativo 2010, situado en la Ave. Abraham Lincoln esquina Ave. Gustavo Mejía Ricart, en el Polígono Central de Santo Domingo, República Dominicana. MGA, está ubicada en el noveno piso, disponiendo de espléndidas vistas hacia la ciudad de Santo Domingo en sus costados norte, sur y oeste.
En sus inicios, el proyecto disponía de un local de 250 m2 que luego fue ampliado con la adquisición del local contiguo de unos 55 m2, logrando, de esta forma, un espacio total de 305 m2. En esta superficie se ubicó una recepción con sala de espera, una oficina principal para la socia fundadora, una oficina para su socia, área semi-privada para las asistentes personales de las abogadas, seis oficinas para los abogados seniors, cuatro oficinas abiertas para los abogados juniors, una oficina para el contable, espacio para 4 paralegales, área de administración, sala de reuniones para 6 personas, salón de conferencias para 12 personas, biblioteca, cuartos de datas, archiveros, dos medio baños y un kitchenette. Todos los espacios obedecen al criterio y especificaciones de la socia fundadora y de las reglamentaciones impuestas por la administración de la torre 2010.
En el desarrollo del interiorismo, fue de vital importancia la imagen de la firma. Decidimos mantener una línea de diseño limpia y moderna, con una paleta de colores neutrales —tonos blancos, grises y marrones— en el mobiliario y el piso, para luego dar vida y color mediante elementos específicos tales como los murales, colocados en la sala de espera, el pasillo hacia la biblioteca, y las oficinas de abogados juniors y paralegales; la alfombra en la sala de reuniones; y la hermosa colección de obras de arte y otros detalles dispuestos en puntos claves.
El mural que se encuentra en la sala de espera es una interpretación abstracta y fragmentada del cuadro de las canicas que está en la oficina principal. El mural en el pasillo hacia la biblioteca y en las oficinas de juniors y paralegales es una versión más pequeña del de la sala de espera. Todos los pisos han sido revestidos en porcelanato que simula madera. Dos planchas de mármol colacadas bookmatched fueron utilizadas en la pared de fondo de la recepción y en el área común donde están ubicadas las asistentes de las abogadas.
La luz natural y la espléndida vista hacia la ciudad a través de los ventanales, fueron elementos fundamentales en el diseño y disposición de los espacios. Las oficinas fueron distribuidas de manera tal que en su mayoría pudiesen disfrutar de vista al exterior. La oficina principal posee vista hacia el norte y oeste de la ciudad; tiene acceso directo al salón grande de conferencias y a un medio baño privado, revestido de mármol blanco tanto en los pisos como en las paredes.
Cada oficina tiene divisiones en sheetrock con aislamiento acústico para mayor privacidad; y divisiones y puertas de vidrio hacia el área central, garantizando así una mayor transparencia en la iluminación de los espacios.
Proyecto
Medina Garrigó Abogados
Lugar
Edificio Corporativo 2010
Ave. Abraham Lincoln
esq. Gustavo Mejía Ricart, Santo Domingo
Cliente
Dra. Fabiola Medina Garnes
Autor
Dis. María del Mar Moré
Arq. Gustavo Luis Moré
Colaboradores
Ing. Augusto Casasnovas
Constructores
Migdalia Medina & Asociados, S.R.L.
Ing. Migdalia Medina
Ing. Augusto Casasnovas
Ingeniería eléctrica
Ing. Alejandro Ceballo
Instalaciones sanitarias
Alejandro Santana
Instalaciones aires acondicionados
Prieto Nouel
Sistema detección incendios
MP Servicios, S.R.L.
Sistema Extinción Incendios
Soluciones SOFISA, S.A.
Diseño de iluminación arquitectónica
MDM y GL Moré
Revestimiento de pisos, paredes y baños
Cerarte
La Ibérica
Marmotech
Portaje de madera
Industrias NACARA, S. R. L.
Plafones de madera, murales y mueble de recepción
SERMAD
Mobiliario
Ambientes Modulares
Illumel
Design Within Reach
Moble Contemporáneo
Central telefónica, switches de red y teléfonos
SMB Consulting
Soluciones GBH
Accesorios de baños y cocina
KOHLER
Badeco
Divisiones de vidrios y acero inoxidable
FACCHADA
VICRISA
ABC Cristales
Soluciones Inoxidables
Instalación de tecnología
Héctor Jesús Reynoso
Luminarias
Spectro Lighting
SOFISA
Lux Gallery
Amín Serulle, 20.05 arquitectura/ciudad
Amín Serulle, 20.05 arquitectura/ciudad
Esta residencia está localizada en una urbanización de características inusuales en la ciudad de Santiago de los Caballeros, RD, pero común en grandes ciudades latinoamericanas donde grupos sociales de alto poder adquisitivo prefieren segregarse en busca de condiciones de vida que los centros urbanos no pueden ofrecerles. Bajo este concepto, la reciente “Quintas de Pontezuela”, se ha consolidado como el lugar favorito para vivir de muchas familias. Es una comunidad cerrada con sistema de seguridad eficiente y con una normativa edificatoria estricta para garantizar una imagen homogénea bajo un lenguaje arquitectónico denominado “mediterráneo”.
La intención inicial del proyecto fue construir un objeto arquitectónico contemporáneo que aparte de cumplir con las restricciones de la normativa edificatoria establecida (40% mínimo de techos en aguas, y uso de materiales de construcción y acabados cálidos), implementa un lenguaje diferente a la tendencia marcada por los desarrolladores iniciales del complejo. Al mismo tiempo, el proyecto debía responder a las condiciones climatológicas del sitio y del solar, y respetar el esquema de distribución previamente definido por los clientes.
Como aproximación inicial se estudia la condición de esquina del solar y sus frentes orientados al norte y al oeste; el este comparte una medianera con el vecino y el sur se identificó propicio para proponer un espacio de jardín. Estas limitantes del entorno suponían que el proyecto tendría dos fachadas principales y una tercera que se adaptara al lindero. Durante el proceso de diseño, se conforman las áreas de acuerdo al programa requerido: un primer nivel para las áreas sociales, dormitorio principal y servicios; y un segundo nivel para alojar dos habitaciones y un estudio.
La composición arquitectónica del objeto está basada en la interrelación de dos elementos principales, un “plano envolvente” que pliega y un “volumen paralelepípedo” que flota. El plano se convierte en el principal contenedor de áreas de la casa, materializa los niveles requeridos y la doble altura de la nave central que aloja el espacio de esparcimiento. Asimismo, este plano define la inclinación del techo asimétrico a dos aguas y la fachada este, proporcionando la permeabilidad de la fachada norte. El volumen, con un solo nivel, flota sobre el suelo y alberga la cocina, garaje y servicios haciendo frente al fuerte sol del oeste durante las tardes.
La piel de la edificación está diseñada para permitir la interacción adecuada de cada fachada con las condicionantes de su entorno inmediato: al norte, la máxima transparencia y apertura para el aprovechamiento de la luz, superponiendo elementos como los filtros de madera para la intimidad de los usuarios; al oeste, una fachada con tanta exposición como la norte, los elementos de madera y piedra se utilizan para combatir la incidencia del sol y proteger los servicios de una apreciación no deseada; al sur, la mampostería resguarda del exceso de luz y calor del día; y finalmente, la fachada este representa la presencia mayor del “plano envolvente” que continúa desde el techo, construido de un material combinado de cemento portland y arcilla, aplicado de manera artesanal, aludiendo en su color barro a los acabados de las casas del entorno y adquiriendo carácter al exponerse al sol y la lluvia, en el tiempo.
Elevación norte (frontal)
Elevación este (lateral derecha)
Elevación sur (posterior)
Elevación oeste (lateral izquierda)
Planta arquitectónica amueblada 1er nivel
Planta arquitectónica amueblada 2do nivel
Planta arquitectónica de techo
Proyecto
Residencia Serulle Gómez
Lugar
Quintas de Pontezuela, Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Clientes
Rafael Serulle y Aída Gómez
Autor
Arq. Amín Serulle
Empresa de diseño y supervisión
20.05 arquitectura/ciudad
Colaboradores
Arq. Amín Abel
Arq. Carmen Ruiz Montás
Arq. Edgar de la Rosa
Constructores
ARINCA
(Arquitectos e Ingenieros Civiles, S.R.L.)
Ing. Rafael Serulle
Ing. Ángel Enrique Serulle
Ingeniería estructural
Ing. Juan Elías Ortiz
Ingeniería eléctrica
Ing. Polibio Rosario
Diseño sanitario
Ing. Juan Elías Ortiz
Diseño de iluminación arquitectónica
Arq. Amín Serulle
Pisos / Revestimiento de baños
Marmotech S.A.
Ebanistería
Ing. Freddy Jáquez
Accesorios de baños y cocina
Rooftec S.R.L.
Accesorios eléctricos
Luminatti Group
Ventanas y puertas correderas
Alumitecc, S.R.L.
Isaac Polanco
La residencia de la familia Polanco Almonte se distingue como tal porque intenta conocer todo el entorno, apropiarse del mismo y de las posibilidades que le ofrece; esto determinó la distribución espacial de todo el proyecto. Celebra la esquina con el emplazamiento del acceso vehicular y el acceso peatonal, ubicados según la facilidad y el flujo vial de las calles disponibles para cada uso.
Volumétrica y espacialmente, el diseño se desarrolla en dos bloques en forma de “L”, de modo que se genera un bloque de servicios en el primer nivel, hacia el oeste y otro bloque en el que se concentran los espacios de estancia y de habitaciones, con las dependencias y servicios que se requieren, en un segundo nivel, hacia el sur. En la parte posterior se encuentran los espacios sociales: terraza, sala, estar y comedor, e integrados a éstos, en el exterior, el patio; con área de piscina y espacio para compartir y de recreación, ubicado de manera tal que siempre se mantenga protegido de las inclemencias del sol y del clima, y se logre un ambiente y un espacio mucho mas agradable. En el esquema de diseño se intenta jugar con una serie de volúmenes, al mismo tiempo en que se recurre al tema material y al tema color para reforzar ese juego y obtener como resultado final una composición lo más armoniosa posible.
“La vivienda para un arquitecto debe ser la expresión de lo que él hace, en el manejo de la forma, los colores, los materiales y las técnicas constructivas”, de modo que, según los autores, el espacio se convierte en eso: la expresión del arquitecto, el modo de ver la vida, cómo la concibe, y asociarlo con las técnicas de diseño y construcción que maneja. Básicamente por esto se puede apreciar que los espacios no son propios de la típica vivienda que se acostumbra a ver, donde las áreas están divididas, pues la intención en el proyecto ha sido que todos los espacios sean uno y fluyan en un momento determinado de manera continua sin que existan segmentaciones importantes, definido cada espacio con relación a la función que le toca asumir, pero integrado, al mismo tiempo, para poder así lograr un espacio de encuentro y de interacción con los amigos en los momentos en que se requiera. En sentido general, la vivienda es la expresión de lo que es el ejercicio y el modo de concebir la vida de los habitantes del espacio.
arquitectónica amueblada 1er nivel
arquitectónica amueblada 2do nivel
Proyecto
Residencia Familia Polanco Almonte
Ubicación
Calle Chefito Batista esquina Las Rosas
Residencial Gamundi, La Vega
Año de construcción
2007-2008
Superficie
500 m2
Arquitecto
Arq. Isaac Polanco
Colaboradores
Arq. Alicia Almonte
Arq. Dannia Jiménez
Consultor estructural
Ing. Joaquín Almánzar
Consultor eléctrico
Ing. Rafael Féliz Concepción
Consultor sanitario
Arquiestudio
Construcción
Arquiestudio
Fotografía
Felipe Rosa
Leticia Disla Tió / Departamento de Arquitectura Estrella
Leticia Disla Tió / Departamento de Arquitectura Estrella
El edificio corporativo del grupo empresarial Estrella surge como parte de su estrategia de integración y expansión. El resultado ha sido una remodelación de sus instalaciones anteriores y una ampliación a más del doble de su área original. El nuevo edificio, ubicado en la sede central de las empresas en Santiago, tiene cinco niveles y un área de construcción de 2,043 m²; aloja en su interior los departamentos corporativos y las oficinas de Ingeniería ESTRELLA y de Acero ESTRELLA
En términos formales el conjunto se compone de volúmenes blancos y transparentes, organizados de manera armónica y equilibrada. Se utilizan rasgados en los vértices para dar dinamismo al conjunto y acentuar las entradas. Un primer volumen totalmente acristalado en el lado noreste deja al descubierto su esqueleto de acero provocando un énfasis visual hacia la entrada. En su coronamiento, este volumen alberga el área presidencial, que se estructura como un bloque blanco suspendido con una apertura horizontal de 180 grados para dar una visión panorámica del campus completo. A continuación se encuentra un gran bloque blanco con rasgados grises que a su final muestra un quiebre y se aligera con el uso de cristal y acero.
El primer nivel del edificio alberga los departamentos comercial y de presupuesto, los cuales reciben a los clientes y suplidores. Asimismo, el lobby, ubicado en este nivel, tiene una altura de cinco pisos y alberga las áreas de recepción y salas de espera, con una escalera escultural que ambienta la decoración del área. El segundo nivel alberga las oficinas de dirección y administración, tanto de Acero ESTRELLA como de Ingeniería ESTRELLA, contando con oficinas técnicas y áreas de trabajo para los ingenieros de proyectos y el departamento de diseño arquitectónico. El tercer nivel está concebido para albergar las oficinas corporativas de finanzas y contabilidad. El cuarto incluye las oficinas de la vice-presidencia ejecutiva, legal, auditoría y comunicaciones, con salones de reuniones confortables. Las oficinas de la presidencia se ubican en el quinto nivel con salas de reuniones para tecnología y video-conferencias.
El edificio anterior, convertido en un gran cubo blanco con quiebrasoles grises, fue remozado y extendido para adaptarlo a la estructura del nuevo conjunto, alojando en su primer nivel, el departamento de ventas de laminados y cementos Panam, las oficinas corporativas de compras, gestión humana y un área para pagos a suplidores y recepción de facturas. En el segundo nivel se instaló un área de tecnología y un comedor para empleados.
La planta arquitectónica posee una distribución modular hecha de paneles ligeros con un área central abierta y oficinas gerenciales y salones de reuniones en todo el perímetro; lo que facilitará futuros procesos de ampliación brindando mayor privacidad a las áreas de trabajo. La edificación fue diseñada en su totalidad con materiales antisísmicos, además de la utilización de tecnología de punta para lograr una obra sostenible e inteligente. Construido en acero, concreto y vidrio, el edificio cuenta con sistemas de detección de incendios, sensores de climatización, iluminación programada, estructura de red, y cristales insolados que protegen del ruido y el calor exterior.
La remodelación de la infraestructura física incluye sistema de señalización interna, control de accesos, modernización del mobiliario, estación de alimentos y bebidas, además de batería de baños, áreas de archivo y salones de reuniones para cada nivel.
Contratista
Ingenieria Estrella S.A.
Superficie de construcción
2,043 m2
Diseño y supervisión arquitectónica
Leticia Disla Tió
Departamento de Arquitectura Estrella
Diseño estructural
Acero Estrella
Ingeniería Estrella S.A.
Diseño eléctrico
Cruz & Lora
Luminarias
Caribbean Lighting
Diseño sanitario
F & S Construcciones
Diseño sistema A/A
Amclisa
Ferreteria 8A
Diseño sistema contraincendios
Fire Tech
Diseño de interiores y decoración
Leticia Disla Tió
Mobiliario
BII Dominicana
Eurocreaciones
Estructuras metálicas
Acero Estrella S.A.
Estructuras de madera
Gregorio Valenzuela
Cerramiento en vidrio
Ochoa Vidrio
Ferretería 8A
Gustavo Luis Moré
No es una práctica nueva la de detallar pieles de diseño para dignificar volúmenes de otra forma estructuralmente simples. En realidad, de esto se ha tratado la arquitectura en todo el mundo a lo largo de los siglos.
Santo Domingo ha cumplido con una cuota de obras destacadas dentro de este espíritu de proyecto, que hemos resumido en estas páginas de cierre de AAA054. Se han identificado un grupo de establecimientos generalmente comerciales, localizados en espacios funcionalmente genéricos, de modulación amplia, —o paradójicamente, complejas y difíciles de amarrar de otra forma que no sea ocultándolas— intervenidos con cierto ingenio arquitectónico para lograr de ellos piezas de calidad cívica y de una identidad particular dentro del otra manera anodino escenario urbano. La muchas veces envidiable localización de estas piezas, definiendo intersecciones y perspectivas urbanas cualificadas, les permite exigir determinadas intervenciones de diseño propicias a la temática en cuestión. Es una arquitectura de brocha gorda, de gestos grandes, de conceptos únicos; la sutileza no es su fuerte, sino más bien su audacia.
La periferia norteamericana, y posteriormente la europea, se ha valido de estos recursos durante décadas, para dar valor a instalaciones de enorme escala y de carácter eminentemente objetual; los casos de los almacenes Best, de los años 80, de los múltiples centros comerciales que magnetizan extensiones urbanas de otra manera informes, establecimientos como IKEA, o Walmart, o docenas de marcas más, han asumido esta práctica de manipulación volumétrica en la que las pieles, los símbolos y las señas de identidad corporativa, juegan un papel protagónico y determinante.
Un vistazo reciente a este fenómeno en la ciudad de Santo Domingo arroja unas cuantas intervenciones verdaderamente interesantes, tanto por su imagen en el espacio público, como por sus particulares soluciones de cierre. La Innovación, establecimiento de larga data en el comercio local, acaba de producir de la mano del equipo del Arq. Leonardo Macarrulla, una serie de instalaciones comerciales de elegante detalle, en principio cajas de estructuras moduladas y flexibles, recubiertas con pieles de paneles de aluminio de varios colores, con una geometría triangular que enfatiza los accesos en las composiciones de otra manera ortogonales. Estos establecimientos, re-bautizados con la marca Innova, se destacan por su precisión y su claridad, en avenidas importantes de la ciudad.
Otra marca de larga presencia y prestigiosa valoración maneja el recurso del rebranding para desarrollar sus nuevas instalaciones. Se trata del proyecto promovido por Almacenes Unidos para el nuevo centro comercial Unidos, situado en la avenida Sarasota, sector de rápida expansión ya con cierto grado de consolidación urbana. Aquí de nuevo la Arq. Clara García acude a las pieles de aluminio en varios tonos, para detallar los volúmenes y expresar la extensa composición.
De naturaleza más fragmentada es la intervención de Dante Luna en Divano, en principio un almacén de piezas para festejos y eventos de múltiple naturaleza, dotado de una articulada sensibilidad plástica por medio de contrastes de superficies materialmente expresivas; el hormigón gris estucado y la madera de acacia natural en listones finos verticales, crean una presencia seductora y discreta hacia la José Amado Soler, sin evidenciar casi la escala de un lugar tan voluminoso y denso en sus interiores. No sólo la rica expresividad del conjunto sino quizás este elemento de discreta elegancia, sea el principal atractivo de esta adaptación de una estructura doméstica existente.
De nuevo en la avenida Sarasota se destaca el sólido bloque del conjunto Bella Piazza, más bien identificado por la sucursal del reconocido gimnasio Body Shop, en esa zona de la ciudad. Cuatro niveles se articulan verticalmente para configurar un volumen ortogonal, solamente achaflanado para reconocer la esquina sureste del lote: un podio bajo comercial, entregado exitosamente a la acera; varios niveles de estacionamientos vehiculares, envueltos en una malla de metal perforado; 3 niveles del gimnasio propiamente dicho, dotados de cerramientos acristalados; y un nivel superior de servicios y equipamiento al aire libre. El esquema del equipo de arquitectos Heriberto Purcell, Emilio Olivo, William Guzmán, Rosa Julián y Laura Purcell es sencillo y honesto, reconociendo las funciones del conjunto en la estratificación descrita.
Del mismo Olivo, junto a Rosa Julián, es la caja de la tienda de mobiliario Meycys en la avenida José Núñez de Cáceres, una pieza aún más reductora y hermética, pero quizas por esta razón de una poética más potente; una simple caja sutilmente articulada, con un primer nivel enfatizado y transparente y un último ligeramente recesado, que oculta la cubierta a dos aguas propia de la estructura simple que la soporta. El proyecto resume un cambio de estilo en la estructura clasica original; es un designio claramente audaz, hacia la resemantización de la marca, el de asumir el tránsito de la posmodernidad al minimalismo reductivo.
Estas piezas son proyectos de arquitectura adaptados a la realidad de un sistema de representación urbana de la empresa privada, diversa a la visión pública del edificio símbolo emblemático. Si bien asumen un civismo incluso más relevante que muchas de las obras recientes, convirtiendo a esta edilicia en representante de valores ciudadanos quizás relegados a un plano menor, en la arquitectura oficial. Los sistemas de fachada pueden variar, desde elementos calados, quiebrasoles y mallas de diversas geometrías y escalas, hasta fachadas ventiladas en material porcelánico, o pétreo; el vidrio, el acero o la madera son menos frecuentes, pero igualmente usados. El espíritu artesanal de la obra única es poco frecuente; el gesto es fundamentalmente industrial.
Planta arquitectónica sótano
arquitectónica 1er nivel comercial
Planta arquitectónica 8vo nivel (gimnasio)